Está en la página 1de 4

La Eutanasia

Del latín euthanasia, y este del griego εὐθανασία euthanasía 'muerte dulce'. La RAE la define
como la intervención deliberada para poner fin a la vida de un paciente sin perspectiva de
cura o muerte sin sufrimiento físico.
No debemos confundir eutanasia con suicidio asistido en este caso es el enfermo el mismo
que pone fin a su vida de manera voluntaria y activa, pero lo hace con los medios o
información que le han proporcionado intencionalmente.
Hay dos posturas muy definidas con respecto a este concepto, los que defienden el derecho a
la vida (como también hacen los “provida”) y los que defienden el derecho a la vida digna y
el derecho a decidir sobre el cuerpo de uno.
Podemos distinguir entre varios tipos de eutanasia:
• Eutanasia directa: realizar acciones sobre el paciente con la intención de provocar su
muerte. Dentro de este se pueden distinguir dos subtipos:
-Eutanasia activa: se provoca la muerte del enfermo proporcionándole sustancias letales.
-Eutanasia pasiva: se omite el tratamiento o se suspende aquello que permitía mantener con
vida al enfermo.
• Eutanasia indirecta: no se trata de la cantidad sino de la calidad de vida del enfermo
por lo que se alivia su sufrimiento y de forma no intencionada se acorta su vida.
• Eutanasia voluntaria: es el enfermo en pleno uso de sus facultades el que solicita una
muerte dulce.

(El artículo del que saqué la información, califica el siguiente tipo de eutanasia como “no
voluntaria” aunque pienso que, si fue el enfermo el que, en su momento, expresó su deseo de
morir dignamente, siempre habrá un matiz de voluntariedad.)
-El enfermo no posee las capacidades físicas ni mentales para solicitar la eutanasia, pero lo
expresó previamente estando en pleno uso de sus facultades.
• Eutanasia no voluntaria: cuando un individuo que no posee las capacidades físicas y
mentales para pedir una muerte dulce o para oponerse, es sometido a ella sin saber si esa
habría sido su voluntad.

Ahora mismo hay muchos frentes abiertos con respecto a este tema siendo unos de los más
controversiales del momento.
Por un lado, se defiende el valor y el derecho a la vida del paciente sobre todo en los casos de
eutanasia no voluntaria, sostienen que la persona tiene una dignidad, un valor intrínseco que
no puede ser destruido tan sencillamente.
Por otro lado, se defiende el derecho a la muerte, la decisión propia, el derecho a una vida
digna siendo este adjetivo la base del argumento, el no sufrir durante años denigrándose y
padecer los efectos de la enfermedad que por desgracia te ha tocado soportar.
Podemos ver el caso de Maribel Tellaetxe, una mujer recientemente fallecida, que padeció
Alzheimer durante 12 años y cuya familia luchó durante año y medio para darle el final que
ella había pedido. Desgraciadamente no pudo ser, tuvieron que vivir el deterioro de su madre
y mujer, el cómo no les reconocía y solo abría la boca para poder comer. Presentaron 182.000
firmas en el Congreso de los Diputados para intentar cumplir con la promesa que le hicieron a
su madre, que cuando no les pudiera reconocer la ayudaran a marchar. Aun habiendo dejado
por escrito su voluntad en dos ocasiones no sirvió para nada.
Uno de sus hijos llegó a decir que hubiese preferido que el señor Casado y el señor Rivera
hubieran lapidado a su madre durante diez minutos que lo que hicieron con ella durante un
año y medio.
Podemos hablar también del caso de Ramón Sampedro, uno de los más mediáticos y famosos
(además de haberlo tratado en clase), habiendo una película que cuenta la historia de este
pobre hombre que al haber quedado tetrapléjico reclamó su derecho a morir durante 29 años.
Decía: "Tengo derecho a morir cuando quiera”, “La tortura más grande es recordar los
tiempos pasados, cuando mi vida valía para algo. Recordar cuando era un ser humano de
cuerpo y mente. Ahora no tengo más libertad que la de fantasear", "Yo reclamo el derecho
del individuo a decidir el fin de su vida cuando cree que ésta no tiene valor”, "El derecho a la
eutanasia le asiste a aquella persona que padece una enfermedad terminal, que le quedan seis
o tres meses de vida, por sufrir una dolencia incurable o irreversible. Quiere una muerte digna
en ese periodo de tiempo. Pero se da el otro caso, que es el mío, el de una persona que puede
sobrevivir mucho tiempo, pero que no tiene vida, que es una piltrafa. No tienes ninguna
esperanza, no eres libre, y cuando no tienes libertad, la vida no existe".

"Esto no es vivir", afirma. "No hay cosa más cierta que tenemos que morir. Si es así, ¿por qué
tengo que estar aquí 20 años esperando para llegar al mismo final? Quien tiene que valorar si
mi vida es digna soy yo. Soy el esclavo de la conciencia de otros, de conceptos morales y
éticos de otros, del Estado y de la Iglesia".
Este tema tan sumamente controversial ha sido comentado y estudiado por sociólogos como
Irene Bernal o filósofos como Salvador Pániker.
Esta primera dijo: “Hace 40 años las españolas nos marchábamos a abortar a Londres. Hoy,
algunas personas que quieren poner fin a su vida debido a un sufrimiento físico inasumible e
irreversible, se marchan a Suiza. Datos de estudios de la Universidad de Zúrich hablan de
más de 600 personas entre 2008 y 2012 de 31 nacionalidades diferentes. Pero, ¿qué pasa con
los que no pueden viajar porque las circunstancias físicas se lo impiden o por la falta de
recursos económicos?”
Habla de la cantidad de cambios políticos, sociales y económicos a los que nos hemos
enfrentado y sin embargo aun a día de hoy se pena la acción de poner fin a la vida sin dolor.
Al final de articulo comenta la propuesta de ley del PSOE para legalizar la eutanasia y dice:
“Mientras exista lo clandestino tendremos un problema y ponernos de perfil de poco sirve.”
Esta ultima frase me parece perfecta, ya no solo para este tema, sino para cualquier lucha
relacionada con los derechos, así como el derecho a la decisión en el caso del aborto.
Salvador Pániker afirmó que los enfermos terminales son los parias de un sistema sanitario
que escatima los cuidados paliativos. Dijo: “Quien teme a la muerte es porque también teme a
la vida”
En una entrevista que le hicieron contó el caso de la madre del ex primer ministro francés
Lionel Jospin, sin tener ningún problema de salud, dijo: "Me siento fatigada de vivir". Pidió
la eutanasia, se la practicaron y se fue.
Ese es el tipo de final que los enfermos se merecen, uno en el que ellos decidan el cómo,
cuándo y dónde. La forma en la que acabar con su sufrimiento, el momento e incluso el lugar;
no merecen morir bajo las condiciones de los demás. Que tu vida dependa de ideales y
conceptos ajenos debe de ser lo más frustrante del mundo, que te nieguen la decisión sobre tu
propia vida es negarte lo más sencillo, la más básica de las decisiones, aquello que nos hace
ser quien somos; si no podemos poner nuestros propios limites no somos nosotros ni los que
controlamos nuestra vida ni en cierto modo nosotros mismos. Habla también de lo
sumamente tabú que es la muerte en España, opina que deberíamos desmitificarla como
hacen en Oriente.
La eutanasia con la religión es algo que está sumamente relacionado y él dijo: “La vida no es
un valor absoluto. Cuando surgen los valores absolutos, llámense dios, patria o partido,
comienzan los crímenes. Que cada cual escoja la religión que le apetezca y se autorrealice,
porque la eutanasia no está reñida con ella. Yo soy agnóstico, más respeto a los que tienen
esa sensibilidad.”
Aun sabiendo que el 70% de los españoles acepta la eutanasia activa voluntaria sigue sin
legalizarse debido a los intereses políticos.
Estas personas se ven obligadas a luchar contra la administración española y la iglesia (una
institución que siempre ha pretendido adueñarse de las vidas ajenas), les quitan el derecho a
decidir, desde mi punto de vista algo absurdo, si se prohíbe el derecho a la muerte por lo tanto
a la decisión sobre la vida privada, es lo mismo que prohibir los tatuajes o los piercings.
No puede decidir el valor de una vida sino el dueño de ella, nadie puede opinar sobre algo
que no vive sin tener un mínimo de empatía y si alguien cree que mantener a una persona con
vida por el supuesto valor de esta debe primar sobre la decisión del que la vive carece de la
más mínima empatía.

Me parece horrible forzar a alguien al punto de irse al extranjero (Países Bajos, Canadá,
Bélgica, Colombia y Luxemburgo, a día de hoy, son los únicos países en los que la eutanasia
es legal) para terminar con su sufrimiento de forma plácida. Han aguantado lo que han podido
y sus familias con ellos, si ya la decisión de por si no es fácil ponerles tantas trabas para algo
tan sencillo es a mi parecer sencillamente inhumano.
Al buscar más puntos de vista y distintos argumentos no he hecho más que reafirmarme en mi
posición, aunque de esta forma más justificada desde el conocimiento y la opinión de
expertos.
Elena Álvarez 4°A

También podría gustarte