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Pago Con Titulos Valores PDF
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Debemos destacar, en este extremo, que los derechos que incorporan los
títulos valores son únicamente de orden patrimonial, es decir, de contenido
económico, pudiendo consistir en el pago de una suma de dinero, en la entrega de
mercadería o en derechos de participación.
Queda claro, entonces, que no obstante que el título valor que representa
una orden o promesa de pago supone el nacimiento de una obligación cambiaria,
paralela a la causal, y pese a que incluso puede existir identidad entre los sujetos
que intervienen, no deben confundirse ambas obligaciones.
Felipe Osterling Parodi, doctor en Derecho y abogado en ejercicio, socio del Estudio Osterling;
profesor de Obligaciones en la Pontificia Universidad Católica del Perú y profesor honorario y
extraordinario en diversas universidades. Fue Presidente de la Comisión que tuvo a su cargo el
Estudio y Revisión del Código Civil de 1936, que dio origen al Código Civil de 1984. En tal
condición fue ponente del Libro VI sobre Las Obligaciones. Ha sido Decano de la Facultad de
Derecho de la Pontificia Universidad Católica del Perú, Ministro de Estado en la cartera de Justicia,
Senador y Presidente del Congreso de la República, Decano del Colegio de Abogados de Lima y
Presidente de la Academia Peruana de Derecho.
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Lo expuesto, sin embargo, no debe llevarnos a la errada conclusión de que
el deudor se encuentra obligado a pagar la obligación causal y la cambiaria de
manera conjunta, como quedará aclarado en el desarrollo de nuestro análisis.
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- Tampoco expresa si la regla se aplica a toda clase de títulos valores que
constituyan orden o promesa de pago o únicamente a aquellos que
debían ser pagados por terceras personas, por cuenta del deudor.
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Siguiendo lo dispuesto por el artículo 1233 del Código Civil, resulta claro
que la falta de protesto de un título valor o el no ejercicio de las acciones
cambiarias derivadas de éste, antes de configurarse los plazos de prescripción, no
solo extinguiría la obligación cambiaria derivada del título valor, sino también la
obligación causal que dio origen a su emisión o transferencia, salvo que el
poseedor del título hubiese actuado diligentemente y, no obstante ello, no le
hubiese sido posible protestar el título o ejercer las acciones cambiarias de
manera oportuna.
Así, sería culpable el acreedor que omitió, por negligencia, el protesto del
documento, o que, también por negligencia, dejó caducar la acción por derecho de
cambio.
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responsabilidad cambiaria al no aceptar la letra de cambio- y no contra el librador,
entonces se habrá perjudicado, pues es este último quien tiene la calidad de
obligado principal del título valor ante la falta de aceptación del girado.
Por otro lado, es preciso solucionar el segundo problema jurídico que surge
de la interpretación del artículo 1233 del Código Civil peruano de 1984, esto es, el
de determinar si dicho precepto se refiere a toda clase de efectos de cambio o
solo a aquellos que debe pagar un tercero por cuenta del deudor.
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representado por letras de cambio aceptadas por el comprador, o por cheques
girados por el comprador a la orden del vendedor. Aquí no podría admitirse que
con la entrega de tales documentos opera novación y que el vendedor ve
extinguida la acción derivada de la falta de pago del precio pactado, para
conformarse con la acción derivada de los efectos de cambio que recibió y que no
fueron abonados a su vencimiento.
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de éste. De esta forma, el tenedor puede optar por la acción causal y, en defecto
de ésta, por la acción de enriquecimiento sin causa.
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obligación que nace de los documentos perjudicados por la otra. O sea que esta
nueva obligación, surgida de los efectos de cambio perjudicados, y que tan solo
concede acción por derecho común, extingue simultáneamente dos obligaciones:
la primitiva, es decir, la que nació originalmente, y la nueva, o sea la que nació con
la entrega de los efectos de cambio.
Si los documentos a que alude el artículo 1233 del Código Civil de 1984 se
pagan a su vencimiento, no se promueve una situación de interés jurídico. Los
efectos de cambio habrían sido realizados, y la obligación, simplemente, se
extingue.
Al examinar el pago con títulos valores, tal cual ha sido regulado por
nuestro legislador, no podemos dejar de lado un par de acotaciones adicionales,
que consideramos de particular relevancia.
Debió establecerse para este caso que cualquiera que hubiese sido la
suerte de los documentos entregados por el acreedor al tercero, se extinguía la
obligación primitiva. Esta afirmación obedece a que estamos convencidos de que
si el acreedor introduce en el mercado los documentos que recibe de su deudor,
sea entregándolos en propiedad o simplemente en garantía, esa entrega debe
producir los efectos jurídicos del pago de la primitiva obligación.
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En segundo lugar, debemos resaltar la problemática situación que se
presenta en aquellos casos en los que el título valor se perjudica sin culpa del
acreedor. En este supuesto son muy distintas las consecuencias jurídicas que se
originan.
Como hemos visto, el artículo 1233 del Código Civil prevé que el pago de la
obligación primitiva se genera cuando los documentos se perjudican por culpa del
acreedor. No existe “culpa” del acreedor –pues la culpa es una noción
esencialmente personal- si entrega los documentos a un tercero y ellos se
perjudican en poder de este tercero.
Es el caso del deudor que acepta letras de cambio giradas por el acreedor a
su propia orden. El acreedor, a su vez, endosa esas letras de cambio en garantía
a una tercera persona. Si las letras de cambio se perjudican en manos de este
tercero, por culpa o sin culpa de éste, no se extingue la obligación primitiva,
porque no habría existido culpa del acreedor. Y, al no extinguirse la obligación
primitiva, el acreedor podría exigir el pago al deudor. A su vez, el tercero, tenedor
de los documentos perjudicados, quien los recibió en garantía, podría ejercitar
acción por derecho común contra el aceptante, o sea contra el mismo deudor,
para el pago de los documentos.
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Otra situación infortunada para el deudor podría presentarse cuando los
documentos deben ser pagados por una tercera persona y el deudor, dueño de
tales efectos, los endosa a la orden del acreedor, y éste, a su vez, los endosa a la
orden de un tercero. Si los documentos se perjudican en manos de un tercero, el
acreedor podría exigir al deudor el pago de la obligación primitiva, porque ésta
subsistiría en razón de que no habría habido culpa del acreedor. El deudor podría
verse obligado a efectuar ese pago.
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El texto legal está destinado a proteger al acreedor diligente, manteniendo
en vigencia la obligación primitiva que se pretendió pagar con documentos que no
fueron abonados a su vencimiento. Y a proteger al deudor de la negligencia del
acreedor, cuando éste, por su culpa, permitió que se perjudicaran los documentos.
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