23/11/2020 El drama de los “dreamers“ chilenos: una triste consecuencia de la política migratoria

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El drama de los “dreamers“ chilenos: una triste

consecuencia de la política migratoria
"...Probablemente, al igual que en Estados Unidos, va a tener que ser una decisión ejecutiva
y transitoria la que entregue una respuesta a la situación de los hoy niños, niñas y
adolescentes migrantes, pero que mañana serán adultos y adultas que no podrán acceder a
derechos que les permitan desarrollar una vida normal en nuestro país, manteniendo así la
discriminación y el estancamiento social..."
Lunes, 23 de noviembre de 2020 a las 11:20

Karina Uribe, Fabiola Navarro y Santiago Mao

Desde el año 2015, el número de extranjeros y extranjeras

que han arribado a nuestro país se ha incrementado,
transformando a Chile en destino de la migración.

En este sentido, se vuelve clave el rol de los gobiernos a la

hora de adoptar, con una mirada de política de estado, una
posición frente al flujo migratorio. En el caso chileno, la
postura adoptada por los últimos dos gobiernos no ha
estado a la altura de lo que demanda la situación, sin
embargo, ha sido este último el que ha cerrado las puertas
a una política migratoria ordenada, segura y regular. Baste
ver el bochornoso club que integra el Estado de Chile al
haberse abstenido de firmar el Pacto Migratorio impulsado
por la ONU.

Varias son las consecuencias que una mala política

migratoria puede tener, sin embargo, uno de los grupos
más afectado son los niños, niñas y adolescentes (NNA) que ingresan al país de manera irregular siguiendo
a los adultos a su cargo, ya sean sus padres o familiares. Al respecto, no puede sino levantarse la alarma
en el sentido de que en nuestro país se está dando origen a la generación de nuestros propios “dreamers”
(soñadores), los mismos que al día de hoy representan más de un millón de personas en Estados Unidos.

En relación a esta figura, hay que decir que en Estados Unidos el término originalmente tomó su nombre
del proyecto de ley presentado en el Congreso en el año 2001 llamado “The Dream Act” (por su sigla en
inglés Development, Relief and Educationfor Alien Minors), que tenía como objetivo otorgar estatus legal

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para los jóvenes inmigrantes indocumentados que llegaron a dicho país siendo niños o niñas y se quedaron
a vivir y a estudiar sin autorización, pero que aún no ha logrado convertirse en ley. En el año 2012, el
gobierno del Presidente Obama, identificando el problema incoado, entregó una solución para prevenir la
deportación de estos jóvenes indocumentados, promulgando el decreto conocido como el DACA (Deferred
Action for Childhood Arrival), el cual ha permitido a casi 800 mil adultos jóvenes, los denominados
“dreamers”, vivir, trabajar y movilizarse dentro de los Estados Unidos legalmente, pero, por sobre todo, les
ha permitido planificar sus vidas sin la amenaza constante de una deportación. No obstante, el DACA no
proporciona estatus legal permanente a las personas como lo propone el Dream Act, sino más bien ha sido
una solución temporal, en tanto los “dreamers”deben renovar su permiso de DACA cada dos años.

Por tratarse de un decreto del Ejecutivo y no de una ley, el DACA ha quedado a la disposición del gobierno
de turno, lo cual quedó de manifiesto cuando la administración de Donald Trump, en septiembre de 2017,
decidió ponerle término. Dicha decisión se vio enfrentada a una batalla legal, siendo la Corte Suprema la
que finalmente dictaminó que el intento de ponerle fin era ilegal, pero no por una cuestión de fondo, sino
de forma. No obstante la decisión judicial, el Presidente ha negado la posibilidad de solicitar los beneficios
de DACA a las personas que no alcanzaron a postular antes del 2017, y respecto de los que ya lo tienen,
les permitirá renovarla, pero esta vez cada un año, con la consecuente carga económica que ello significa.

En suma, la importancia del DACA radica en que se hace cargo de un hecho, que dice relación con que la
mayoría de los “dreamers” fueron llevados a Estados Unidos cuando eran muy pequeños, por lo tanto, ni
siquiera recuerdan cómo eran sus vidas en sus países de origen, transformando a este lugar en su patria e
identificándose a ellos mismos como norteamericanos. La crueldad de la situación aparece cuando deben
afrontar su vida como adultos, pues en ese momento el sistema se encarga de hacerles saber que no
pertenecen allí. Esto se traduce en cuestiones prácticas como la imposibilidad de obtener becas o ayuda
financiera para estudiar en la universidad, llegando incluso en algunos casos a negarles la admisión, o en
la imposibilidad de obtener licencias profesionales, afectando sus sueños y el deseo de emprender una vida
en el país en el que siempre han vivido. Fabiola Navarro, coautora de esta columna, chilena y abogada de
inmigración en Estados Unidos, reflexiona sobre la angustia que puede significar para un NNA crecer, tener
lazos afectivos, educarse y hacerse parte de la cultura de un país y, de pronto, darse cuenta de que en
realidad, legalmente, no se pertenece a ese lugar y que, por ende, sus derechos carecen de protección.

Entendiendo quiénes son los “dreamers”, es imposible no asimilar dicha figura con la situación de muchos
NNA que han ingresado a nuestro país en las mismas condiciones, es decir, por pasos no habilitados
siguiendo a sus padres o familiares y que una vez en Chile permanecen en situación migratoria irregular.
Para Santiago Mao, quien trabaja con migrantes, los NNAno han recibido la mirada adecuada por parte de
los responsables de las políticas públicas con las cuales se pretende controlar y restringir al extranjero que
llega a suelo chileno buscando protección o mejores condiciones de vida. Si ya debe soportarse una alta
carga burocrática para regularizarse habiendo ingresado de forma regular al país, la situación se torna
tortuosa para los NNA que lo han hecho por pasos no habilitados; necesidad que se agrava ante la
negativa del Estado chileno de darles la protección contemplada en los tratados internacionales.

Por tratarse de la infancia, estamos hablando de personas que no tuvieron ninguna opción de oponerse a
la decisión de los adultos a su cargo de migrar y entrar de manera irregular a Chile. Una vez dentro, la
lucha por el acceso a los derechos sociales se vuelve inmensa, la cual, aunada a la pobreza y exclusión
social que suele acompañar a los migrantes que ingresan en dichas circunstancias, hacen que las
condiciones de vulnerabilidad en las cuales se encuentran los NNA se potencien, pues varias han sido la

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restricciones al acceso de sus derechos, siendo muchas veces las cortes quienes han puesto coto a dichas
transgresiones.

El futuro que deberán afrontar los niños, niñas y adolescentes que se encuentran en situación migratoria
irregular a la hora de enfrentar su adultez en Chile será difícil. Muchos de los derechos sociales y beneficios
estatales están supeditados a una residencia regular, lo cual, por cierto, no podría ser de otra manera. Sin
embargo, debe cuestionarse por qué frente a las supuestas medidas inspiradas para una migración
ordenada, segura y regular, la entrada ilegal asociada al tráfico de migrantes ha aumentado de 27 víctimas
en 2017 a 376 en 2019 en nuestro país.

Probablemente, al igual que en Estados Unidos, va a tener que ser una decisión ejecutiva y transitoria la
que entregue una respuesta a la situación de los hoy NNA migrantes, pero que mañana serán adultos y
adultas que no podrán acceder a derechos que les permitan desarrollar una vida normal en nuestro país,
manteniendo así la discriminación y el estancamiento social. Actualmente ya han existido casos de jóvenes
migrantes que no han podido acceder al beneficio de la gratuidad en la educación superior por haber
entrado por paso irregular y, en consecuencia, por no existir en el sistema. No hacerse cargo de esta
realidad es, además, poco estratégica. En Estados Unidos el DACA permitió que el valor hora de trabajo de
los beneficiarios pasara de US$ 10 a US$ 17 la hora; además, se proyecta que entre 2019 y 2028 le
inyectarán a la economía estadounidense unos US$ 351.000 millones y pagarán US$ 93.000 millones en
impuestos.

La movilidad humana es uno de los temas más desafiantes a los que se están viendo enfrentados los
gobiernos. La solución a un tema complejo no puede sino ser compleja y por ende requiere de equipos de
expertos y expertas que trabajen en respuestas multidisciplinarias para enfrentarla. Hoy Chile está
cultivando sus propios “dreamers”, generando una olla a presión que en algún momento explotará y
deberá ser abordado por el gobierno de turno, probablemente a través de una decisión ejecutiva parecida
al DACA, que permitirá responder de manera transitoria a un problema que divide a quienes viven en
nuestro país entre personas de primera y segunda clase.

* Karina Uribe Peña es abogada y profesora de Derecho Internacional Público de la Universidad de

Valparaíso, Fabiola Navarro es abogada con doble titulación en Chile y Estados Unidos, dedicada al derecho
migratorio en este último país, y Santiago Mao es abogado venezolano y asesor de migrantes en Chile a
través de la Fundación Centro de Orientación Migratoria.

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