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EL PROBLEMA DELA INCREDULIDAD EN EL SIGLO XVI LA RELIGION DE RABELAIS LUCIEN FEBVRE PROFESOR DEL COLEGIO DE FRANCIA Traduccién al espaiiol, notas adicionales y Suplemento a la Bibliografia, por JOSE ALMOINA PROFESOR DE HISTORIA Con seis laminas fuera de texto Paustera EpiciON EN ESPANOL 95Q FACULTAD LUTERANA DE TEOLOGIA BIBLIOTECA Gespar C_.23 6151 hal José 0, Paz F.0.N. G8, My Li UNION TIPOGRAFICA EDITORIAL HISPANO AMERICANA, Berd tp Ban ee Co a da LN Lng arn, tol LIBRO II LOS LIMITES DE LA INCREDULIDAD EN EL SIGLO XVI . CAPITULO PRIMERO ‘ DOMINIO DE LA RELIGION SOBRE LA VIDA ‘Al emprender un nuevo periplo, cuidemos de no errar el rumbo. Y, por ejemplo, no plantearemos Ia pregunta de si la ruptura con al eristianismo -—con las diversas formas de cristianismo que aca- bamos de enumerar-— cra o no facil; porque situarse en el terreno de Ia facilidad es ya wna especie de atarazamiento, una dificultad, un entorpecimiento; pues en todas las épocas hubo héroes que no curarot de lee dificultades, hérocs 0 calvatrucnos © cabezas ardorosas que el siglo xvr convirtié muchas veces en cuerpos quemados en las hogueras Pero tal perspectiva no les atemorizaba una pizca, como lo demuestra cl nimero de martires que desafiaban, afrontaban y padecian los tor. tentos: sin miedo: mértires de In Reforma ode la Contrarreforma; mnirtives del anabaptismo y del antitrinitarismo; martires de todas Tas ~ doctrinas sectarias y hasta de lo que entonces se denominaba ateismo. No pregunteos si la ruptura era facil, sino si se daban Jas_¢ idiciones < que podian hacerla posible, Y para esto dehemos comenzar for mes: rear iagar que ocupaba en realidad Ja religién cristiana «pla vida de los hombres. Tabor penosa, dificil. Para el siglo xvi_mo contamos con nada equivalente al tomo IX de la Histoire littdraire du sentiment religieux on France, ese volumen que Enrique Bremond titulé La Vie chréticnne sous UAncien régime, es decir, la vida cristiana durante él siglo (xvi) ‘Tampoco tenemos ni el mis pequefio trabajo de conjunto sobre Ja historia y la prictica de las devociones en el siglo xvt; estamos ante una pagina en blanco y, agregaré, que frente a un inmenso vano, ante Lizthondo abismo en nuestros conocimientos de los hombres y de fae cosas de aquella época, Por tanto no nos seré posible ahora sino hacer uncesbozo) proponer a Ja investigacién unos cuantos temas, y en todo caso, destacar o hacer relevantes dos o tres panoramas de conjunto, Actualmente el cristianismo es una confesion entre otras muchas; para nosotros los occidentales, es Ia mas importante de.todas, —pero- Enfeamente para nosotros. Solemos definirlo como un conjunto de 295 | -US LIMITES DE LA INCREDULIDAD EN EL. ru v0 nas y de creencias bien determinadas, asociadas a pricticas y a ritos establecidos desde hace mucho tiempo. Pero en esto no nos asiste plenamente la razén; porque, querdmaslo o no, la atmésfera de nuestras sociedades occidentales es siempre y hondamente una atmésfera cris- tiana, Y con mayor razén antiguamente, en el siglo xv1, cuando el cristia- nismo, en lo que llamamos Europa, y era entonces Ia cristiandad, estaba en el mismo aire que se respiraba. Era una atmésfera en la cual vivia el hombre su vida, toda su vida, y no dinicamente su vida intelectual, sino también su existencia privada, su vida profesional cualquiera que fuese el marco en que se desarrollara. Y esto sucedia de una manera automé- tica, fatalmente, con independencia de toda voluntad expresa de ser ereyente, de ser catélico, de aceptar o de practicar su religién Porque hoy se eligejy uno puede ser cristiano o no serlo; pero en el siglo xvi no cabia nada de cso, se era cristiano de hecho. Habia cierto (barzones) lejos de Cristo, pero eran juegos imaginativos sin ahinco ni vital apoyo de realidad. Ni siquicra podia uno abstenerse de la practica cristiana, Quisiérase o no, dandose claramente cuenta © no, desde el nacimiento, el hombre de aquellos dias se encontraba sumergido en un bajio de cristianismo del cual no se evadia ni aun con la muerte, ya que esa muerte era obligada y socialmente cristiana por los ritos a los que nadie podia substraerse, incluso aunque se diera el caso de haberse rebelado antes de morir, incluso si en sus tiltimos momentos se habia chanceado y hecho Indibrio de todo aquello. Desde que se nacia hasta que se morfa, toda una cadena de ceremonias, de tradiciones, de habitos y costumbres, de prdcticas, todas cristianizadas © cristianas, ataban al hombre a pesar suyo y le mantenian cautivo aunque se creyera libre. Y ante todo, asediaban su vida privada, T.—La viva privapa Cuando nacia un nifio, si vivia, era Hevado sin dilacién a la iglesia y se le bautizaba mientras tocaban las campanas que, a sti vez, habfan sido también bautizadas solemnemente por el obispo, ungidas con santos 6leos, perfumadas de incienso y de mira, y que no debian dejar oir sus bronces para anunciar nada profano. Si el nacimiento no era afor- tunado y Ia vida del nifio peligraba obligando a “actuar apresurada- mente”, no se esperaba: el saccrdote 0, en su defecto, un pariente © un amigo de Ia familia, pronunciaba las palabras sacramentales y he ahi que, de manera obligada, habia un cristiano més. De manera obli- gada, pues nunca se planteaba siquiera Ia pregunta de si hubiera podido ser de manera diferente, El mismo nombre que se daba al recién nacido, su nombre “de pila”, era un nombre cristiano: entre los caté- licos, solia ser el. de un santo o una santa que aseguraba una protec- cién celestial; entre los reformados, algo mas tarde, algin nombre hebreo sacado del Antiguo Testamento. Y sin duda, por el siglo xvi, en los paises occidentales todo el mundo levaba ya, a mas de su nombre individual, un sobrenombre) que ahora lamamos_nombre de famili : | DOM'NIO DE LA RELIGION SOBRE LA VIDA 297 Sin embargo, el nomre de pila se antepone todavia en muchos casos al que denominamos apellido. Basta hojear el catilogo de autores de aquellos dias que debcmos al viejo Gessner, glorioso antepasado de los bibliégrafos: alli estan citados los autores en el orden alfabético no de apellidos sino de nombres de pila: todos los Jacobus y luego los Johan- nes, y los Paulus, y los Petrus... Ademés, ia Iglesia no se contentaba con proponer la eleccién de ese nombre de pila a los padres o parientes; una ver dado era ella quien lo registraba y el parroco 0 el ecénomo inscribian en su correspondiente registro “de catolicidad” el nacimicnto de un nuevo parroquianito, agregando a su lado los nombres de su padrino-y de su madrina, Cuando un nifio morfa al nacer o antes de recibir el bautismo, planaba la grave pregunta: gser4 condenado al limbo?, gsufriré la més dura de todas las penas, Ia de Ja eterna privacién de Dios? Los padres afirmaban que no y en su tenaz esperanza lo Ilevaban también a la iglesia, Jo depositaban en el altar de cualquier “santuario concu- rrido” y venerado;? alli, por la intercesién de un poderoso taumaturgo, San Claudio o San Gervasio, Santa Cristina o San Urso, alli, con més frecuencia todavia, por la intercesién de la misma Virgen Marfa in- vocada de una manera especial, Dios no resucitara en modo alguno al nifio muerto, es cierto, pero hard el milagro de volverle a la vida, por un fugaz instante, el suficiente para que se le pueda ungir y sal- varle de ir al limbo; y era de ver a la madre, a los padres anhelantes con los ojos clavados en la criatura, puestos en ansioso acecho a la espera de un leve movimiento, de una ligera contraccién de los ojos, dc las piernas, de la aparicién sobre el menudo cadaver de algunas gotas de sudor, es decir, de cualquier signo de vida -que fuera sufi- cienté, pensaban, para poderle administrar el bautismo, pese a las prudentes advertencias de la autoridad eclesidstica, ¢Creian todos en esto? No ciertamente, Pero si se daba el caso gcudntos hubieran resistido la tentacién de obtener tal milagro, vencedor de posibles rebeliones? * " Cuando morfa un hombre, hubiera o no establecido en su testa- mento los detalles de sus funerales (y eran muy raros los que incum- 3 Lo mismo sticedia con los indices de nombres, en los libros; por ejemplo, el de los Opera Omnia de Erasmo. en la ed. de Basilea (1538-1540), que se incluyé en el tomo IV o el de su Epistolarium, en el tomo IIT, fueron hechos por orden alfabético de nombres de pila. La misma costumbre se sostiene atin 2 comicnzos del siglo xvi; asi, en Jos indices de la rara edicién de Adagios que a los Chiliades de Erasmo adicionaba las colecciones de otros proverbistas (Adriano Junio, Juan Alejandro Brasicano, Juan Ulpio, Gilberto Cognato, Celio Rodrigino, Polidcro Virgilio, Pedro Godofredo, Carlos de Bovelles, etc.), realizad: en 1617 en Hanoviae, 0 Hanau, in Typis Wechelianis apud haercdes Joh. Aubrii, Jord Montjouy, esté en la G, por Cuifhelmus; Bembo en la P, por Petrus; Lutero en la M, por Martinus; Camerario en la 1, por Joachimus, igual que Colet, por Toannes, etc. (N. del T.) 248l}, cap. V, pags. 167 y sigs » LIMITES DE LA INCREDULIDAD ENEL S(O XVI | eo ‘[aath esa obligacién), se le enterraba “como era debido”, es decir; ¢ristianamente, en el sepulcro de la familia y con mucha frecuencia en alguna iglesia conventual, en los dominicos, en los franciscanos, en los carmelitas. Esto, sin distincién social, ya se tratara de un noble, ya de un simple artesano. El que alguien pudiera rechazar por su vo- Juntad recibir cristiana sepultura era imposible e inconcebible. En cuanto creia sentirse en peligro de muerte, el enfermo hacia amar al sacerdote. Si no se daba cuenta de su estado y habia omitido tan piadoso deber, intervenian sus parientes y amigos y a falta de ellos, el médico; para éste era una obligacién, que cada vez se hizo més rigurosa; en tiempos de Luis XIV, cl dejar de advertir al paciente ya desde la segunda o Ia tercera visita, que debia disponer su conciencia era una falta gravisima que, si se repetia, conllevaba la destitucién del médico al que se retiraban las licencias para ejercer.* No olvidemos que, en Francia, hasta la Revolucién el secretario perpetuo de la Aca- demia Francesa tenia que realizar tal deber respecto a sus colegas que estuvieran enfermos de peligro. Llegaba, pues, el sacerdote junto al enfermo; a veces, le traia reliquias para que las tocara; en todo caso, Nevaba consigo solemnemente al Santisimo Sacramento entre hileras de fieles arrodillados, mientras un monacillo agitaba la campanilla. De- lante de la puerta de la casa del enfermo se formaba un hacinamiento municipal; parientes, amigos, vecinos, transeiintes, incluso desconocidos, a veces, subjan las escaleras y se apretujaban en la cAmara, que pronto seria mortuoria,® respondiendo a ese llamamiento de solidaridad cris- tiana, a esa mistica de la comunién de Ia Iglesia que no olvida Erasmo hacer resalta# con insistencia en su De praeparatione ad mortem, 3 Cf. Duranp pe Martane, Dictionnaire de Droit Ganon, art. “Malade” (Enfermo). [El obispo fray Juan de Zumérraga, en su Regla Cristiana Breve, re- cordaba a los médicos el terminante Canon del Cuarto Concilio Feuménico La: terano del aiio 1215; cap. Cum Infirmitas, titulo De Poenitentia et remissione, y escribia: “Y por esto es bien al principio de la enfermedad aparejarse cada uno como si tuviese cierta 1a muerte y no esperar a que nadie se lo diga. De no hacerse esto tienen muy gran culpa los médicos; y harta conciencia deberian formar de su negligencia, y mucho mayor si por codicia callan o dejan de hacer Jo que deben como cristianos; porque en la verdad ellos no pueden curar con buena conciencia a ningin enfermo sin que primero reciba los sacramentos nece- sarios; porque van contra expreso mandamiento de Ia Iglesia, que dice asi: ‘Como la enfermedad a las veces venga del pecado, diciendo como dijo el Sefior al enfermo que habia sanado: Ve y no quieras’ ms pecar, porque no te acaezca peor. Por este presente decreto establecemos y rigurosamente mandamos_a los médicos de los cuerpos que cuando les acaeciere ser Hamados para los enfermos ante todas cosas les amonesten y los atraigan a que Hamen los médicos de las Animas, para que después que el enfermo {uere proveido de la espiritual me- dicina, ‘mas saludablemente se proceda al remedio de la medicina corporal, como cesando la causa cese el efecio” Y algunos se excusan con decir que se enticnde cuando la enfermedad es mortal o peligrosa, y no lo dice el texto ni tal inteli- gencia se sica de él; asi que en la muerte hay grandes impedimentos...” (Vi ed. cit, de ta Regla, “Tripartito”: “De la memoria y aparejo de la buena muerte con los apercibimientos y avisos muy provechosos que todo fiel cristiano debe tener consigo para cuando cayere enfermo...” (pags. 433-435). Por su parte, Alejo Venegas. en su Agonla del trdnsito de la muerte, escribia casi por los mismos dias: “Tanto mayor cuidado se ha de tener del ‘alma que del cuerpo, cuanto es mds noble y mas excelente el espiritu inmortal que el cuerpo mortal. Por lo DOMIN"D DE LA RELIGION SOBRE LA VIDA 299 Consumado el drama, vuelve a tocar la campana bendecida de la iglesia, esta vez dando el doble de difuntos, cuando el cortejo mortuorio penetra en el templo. Entonces se entona el oficio acostumbrado, y se dice o se canta a Ia intencién del muerto la misa de Requiem; la o las, . pues, con frecuencia, en sus disposiciones testamentarias ha estipulado el fallecido que antes de ser sepultado en la iglesia conventual donde posee su tumba, su cuerpo sea Hevado a la iglesia parroquial acom- pafiado de largas teorlas de dominicos, franciscanos y carmelitas; y entonces, en la parroquia se dice misa cantada y solemne de Requiem cual ser consejo muy saludable que si cl paciente no,tiene cuidado de confesar, que Ios amigos se lo aconsejen, que mucha razén es que ame primero el médico Gspiritual que el del cuerpo. No sca como aquel de quien dice Horacio, Quae laedunt oculos festinas demere: si quod est animum differs curandi tempus in annum. Si tienes enfermedad en los ojos, luego Hamas al médico, y la cura del Anima dilatasla por un afio. Luego es bien que los amigos socorran a un descuido tan ordinario. Y en esto no se debe alterar el paciente pues tenemos texto evangélico: que las enfermedades del almg son causa de las del cuerpo. Como parece en el paralitico, al cual primero dijo nuestro Redentor: Hijo, perdonados te son tus pecados, y luego le dijo, toma tu lecho y vete a tu casa, También al enfermo que estaba cabe la probatica piscina: después que Je sané Ie dijo: Anda y no quieras mis pecar, no te venga otra enfermedad peor. De donde parece que los pecados eran las causas de las enfermedades. Esto mismo confirma Inocencio tercero en un general concilio... Adonde estatuye, que lor médicos corporales antes que hagan cosa alguna amonesten a los pacientes que tc confiesen. Lo cual como sea por mandamiento de} decreto apostélico, no sera causa que el paciente se altere ¢ incurra en peligro de muerte, pues tendré por cierto que no hace aquello el médico por peligro © pronéstico de la muerte, Sino. porque lo tiene de mandamiento especial de 1a Iglesia, Lo cual si los médicos, como son obligados, ordinariamente hicicsen, allende de la salud de las idnimas sanarian muchas enfermedades, y no se alteraria el paciente viendo que Ma cosa se hacia m4s por oficio ordinario que por necesidad urgente que el médico thubiese pronosticado...” Y mds adelante, en Ja Declaracién aneja a su tratado, insiste: “en cada casa se deberia usar lo que se usa en los hospitales, que antes que curen al enfermo corporalmente Je curan esp jtualmente. De verdad que Seria muy hien que se pusiese pena pecunial al médico que recetase 1a segunda vez al enferino que hiciese cama, sin que a lo menos estuviese ya confesado. Porgue sabiendo el enfermo que por no pagar la pena le mandaba el médico confesar, no tomaria por pronéstico de muerte wn consejo}tan necesario por falta del cual vemos cada dia morirse muchos sin confegign, De verdad que en dos o tres penas que se Ievasen a unos escarmentasen todos los otros.” En cuanto a que los auxilios espirituales puedan agravar al enfermo y precipitar su muerte, Erasmo lo negaba con estas palabras: “ITic nonnullae partes sunt corum, qui adsunt Iaboranti, ut aegroto excutiant affectum vulgarem, quo, multi credunt per exomologesim, Eucharistiam, et unctionem extremam accelerari mor- tem: persuadeantauie potius, id quod res est, his modis maiorem esse spem recu- perandae sanitatis, sive quod animus. acger morbum conduplicat, sive quod fon raro corporis adversa valetudo manat ad animo, postremo quod deus citius audiet vota supplicantium pro reconciliato quam pro irreconciliato” (De prae- paratione ad mortem, Op. Oran. ed. Froben, t. V, p&g. 1097)}. (N. del T.) t"Es cierto que cuando el Secretario perpetuo se Hamaba Duclos, sucedia que se olvidaba de hacerse la advertencia a si mismo... Ver, entre las cartas del Presidente de Brosses a Loppin de Gémeaux, publicadas por Ivonne Bézard en 1929, una de la Srta, Lubert a de Gémeaux, fecha 5 de abril de 1772. 5 Para la técnica de la preparacién para morir en el siglo xvu, cf. (486), capl- tulo V, L’drt de bien mourir, Para el Ars moriendi en el siglo xv y su_boga en el xvi, asi como sobre los sepulcros, cf. [424], pig. 381 y sigs. y 391, [Cf la ed. cit, de la Regla Cristiana Breve de fray Juan de Zumérraga, pags. 407-466, con bibliografia sobre el tema] [N. del T.] en ee Oe Oh IE See ( “ wn oficiante, diicono .y subdidcono; en la iglesia “Conventual se dice ptra misa 0, mas bien, varias misas: una, Ia del Espiritu Santo, otra, la de Nuestra Sefiora, otra, la de Requiem. Al otro din y en los inme- diatamente siguientes se diran otras misas, cantadas o rezadas, solemnes © sencillas, y por Ja tarde, a la hora del creptisculo, se recitardn las vigilias con nueve salmos y nueve lecciones, ‘Todo esto era en cierto modo ritual, tradicional, habitual, obligado. Y sin que nunca pudiera Pensar nadie en eludir ni uno solo de tales deberes, de tal manera ine Por deudas, cuyo gran miimero en determinadas regiones de Francia (especialmente en el Franco-Condado) hace tiempo que sefialé,* suble- aba a los fieles, que alegaban la enormidad del castigo, In humillacién Gue Producia y la pequeiiez que solia tener la deuda ausante a tan Brave decisi6n. Ahora bien, esa prictica estaba muy extendils y- para Bomancerse de ello bastard, por no ir mas lejos, abrir el Journal nn Bourgeois de Paris.” De igual manera, se arrofsbu alee descampados se suicidaban, que a veces se arras- és de mil ultrajes* Pero contra todo esto se alzaban ya entonces numerosos clamores de protesta que demuestran la fuerza que tenian las costumbres cristianas del enterramiento, Por ejemplo, parecia inhumana la terrible decisisn de negar la Eucaristia a los condenados a muerte, Al discutir este tema en o siglo xvu, Juan Chifflet sostenfa una actitud contraria a Ia costumbre, la sostenia de una mafera humana, mis humana que la de aquellos hombres rigidos y duros del siglo xv12 * El nacimiento y la muerte. Y entre estas dos fronteras extremas, cuanto el hombre realizaba en el curso de su existencia mortal, estaba también mar: indeleble de la religién, Comia el hombre, y la religién rodeaba sa-alimento de prescrip- iones, de ritos, de prohibiciones. Cuando se sentaba a la mesa, cual- quiera fuera la formula, ya se tratara del Agimus gratias de los buenos catélicos, bien del Padre Eterno de los hugonotes, siempre, siempre, el padre ‘de familia recitaba la bendicién y todos los asistentes se Persig- naban con Ia sefial cristiana de la Cruz, Luego, tomaba el padre la hogaza de pan y antes de encetarla, trazaba con el cuchillo. sobre * (502), passim. 7 (35), pig. 374, eet ole, el cuerpo de los excomulgados no se corrompia en et seno Se la tierra, lo que’ permitia que los espiritus maldticas ne smear de él. Ey Heng a".2 Ia inversa, la incorrupiibilidad solia ser comidereae en, igno de santidad. Cf. [481] * [487). DOMINIO DE LA RELIGION SOBRE LA VIDA 301 = la corte. Ja ‘cruz cristiana. Terminada la comida, uno de los nifios)de la casa daba Gracias y después de persignarse de nuevo, se despedian los asistentes. Pero zqué pasaba incluso con los alimentos? En parte se comian © bebian de acuerdo con las disposiciones de Ia Iglesia; segin ésta lo prescribia 0 no, se hacia colacién o yantar verdadero, se comia grasa © carne magra, pescado o legumbre, se servia manteca o se aderezaba sin ella, se servian huevos o habia abstencién de ellos. Hasta Ia vajilla experimentaba a veces las consecuencias de las prohibiciones, Félix Platter dice que en Montpellier, cuando se anunciaba la Cuaresma, fe rompian los recipientes que habian gervido para cocer o preparar carnes y se compraban otros completamente nuevos para alifiar el pescado y los alimentos propios de la estacién de penitencia.” Ademés, la ley civil corroboraba y reforzaba en esto a la canénica, Comer lardo en cuaresma, asar pollo 0 capén el viernes, eran crimenes. casti- gados con las penas nids duras por los jucces seculares: azotes, palos, retractacién en piiblico durante la misa, Nevar_un. gran citio en la. mano, confiscacién..de bienes, destierro y, a veces, hasta_la_pena de muerte, Y no habia excepciones. Prescripciones de este género, con /Procesos semejantes, son normales y frecuentes en las épocas agitadas;” no hay una sola coleccién de textos juridicos de entonces que no lo atestigiic. Llegaba el Gasamiento, Para los catélicos era y es adn un sacra- Mento que conficre Ia gracia, un sacramento en el cual se admite, por lo general, que los contrayentes son los ministros; pero el sacerdote le afiade el valor ,benéfico de una ccrcmonia eclesidstica, el de la bendi- cién nupcial; y ésta ya iba: precedida por otra ceremonia, la de los desposorios 0 compromiso, tan importante que antes del Concilio de Trento los desposorios 0 esponsales “por palabras de presente”, coino se decia entonces, constituian un matrimonio verdadero y valido; bas- taba para él —sin que se requiriese el con:entimiento de los padres 0 tutores— un cambio reciproco de promesas enfre los futuros contra yentes, en presencia de un sacerdote.!? No cabe duda que en el siglo xvt_dejé ta Iglesia de ser iinica seiiora de los problemas juridicos que gntean los matrimonios; sin embargo, siguié interviniendo activa- mente en ellos y, en toclo caso, es en sus registros, en los registros de catolicidad, donde hay que ir a buscar las hucllas de los matrimonios, igual que las de los nacimientos y las de las defunciones. Cuando se caia enfermo, todo en torno del paciente quedaba envuelto en una atmésfera de miedo, de pavor a la dolencia, Es verdad 2 [43], pag. 38. #1 No tenemos necesidad de recordar a Marot y sus picardias: “Par Ja morbieu, voila Clement — prenez-le. il a mangé le lard” (Ballade contre celle gui fut samye, 1525). Para algunos procesos judiciales bastard hojear, por ejemplo, [501], passim (particularmente las pags. 208, 232, 240, 275, ete.). *s Esto explica la eflebre euestién de los matrimonios clandestinos, en la tervino también Rabelais. Cf. [94]. que \ «LOS LIMITES DE L.A INCREDULIDAD EN. EL S'GLOY we the ue cerca estaba el médico para procurar alivio. Pero la verdadera curacién dependia de Dios, bien directamente 0 por intermedi dé los santos del Cielo, Si se trataba especialmente de epidemias de peste, fl temor ganaba amplias zonas y rapidamente se producian las pere- grinaciones y votos a San Scbastiin, puesto que gno le habia Dios Salvado de tantas heridas producidas por las flechas de los arqueros romanos? Esta era razén suficiente para que él librase también a los hombres de las flechas de Ja peste. Romerias y votos a San Adriano, a San Macario de Gante, a San Cristébal y hasta a San Luis rey de Francia, que conocia bien Ia peste por haber muerto de ella; peregri- nacién, igualmente, 2 San Roque de Montpellier.™*, Si se trataba de enfermedades individuales, entonces Jas peregrinaciones y, votos que se hacian eran o bien a uno de los grandes santuarios de fama mundial, como Santiago de Compostela, San Miguel del Mar, Nuestra Sefiora de Loreto o San Pedro de Roma, o bien a lugares de romerfas locales, que no suscitaban menos entusiasmo y fervor y que, ademés, tenian . Ta ventaja para las almas sencillas de estar especializados en determi- nado género de curacién. Cuando ésta no se producia, entonces habia que pensar en hacer testamento; se Hamaba al notario © al cura pa- Froco, que en caso de necesidad Je substituia, y el imeresado dictaba sus tiltimas voluntades. * No habia testamento en toda Ja cristiandad que no comenzara con una invocgcién y wn signo de Ia Cruz. La férmula ritual de un testamento francés en la comarca del Franco-Condado era: “En nom de la sainte et indivisée Trinité, du Pére, du Fils, et du Saint-Esprit, ‘amen. Premigrement, lame de moy, de présent et quand elle partira de son corps, je la rends et recommande & Dieu, son souverain créa- teur et rédempteur; A la glorieuse Vierge Marie, sa mére; A Monsei- gneur saint Martin, mon glorieux patron, et A toute Ia Cour célestiale de Paradis...” La formula no menos ritual del testamento en la Saboya francesa, era: “Congnoissant que, selon le cours de nature, il con- vient A une chacune créature de finir par mort..., de son bon gré, A Phonneur de Dieu le créateur et de la glorieuse Vierge Marie sa mire, de tous les saints et saintes du Paradis, a testé et disposé led. Claude de soy, ses biens, droits et actions que Dieu lui a prété et donné... Et premiérement, come bon catholique crestien, faisant le signe de la croix disant In nomine Patris et Filii et Spiritus Sancti, ‘Amen, a recommandé et recommande son Ame A Dieu le créateur, et A toute la court céleste du Paradis.""* No vamos a reproducir aqui ejemplos de todas las provincias 0 comarcas de Francia; el desfile 33 Referencias, en Feavee, (500], 29 y sigs, Cf. Mare, [421], pags. 185 y sigs. Persistencias post-tridenti.ias: {422}, 375 sigs. 1 {En el nombre de Ja Santisima e Indivisible Trinidad, del Padre, det Hijo y del Espiritu Santo, amén, Ante todo devuelvo y encomiendo, ahora y DOMINIO DE LA RELIGION SOBRE LA VIDA 303 seria demasiado monétono y tal retérica cristiana excesivamente banal; pero nadie podia eludirla y ni siquicra se le pasaba por la imaginacién intentarlo. En el cuerpo del testamento dejaba el-testador dispuesto todo lo relativo a su sepultura cristiana y a sus exequias: misas, aniversarios © “cabos de aiio”, relacién copiosa de cesiones, donaciones, fundaciones, mandas, piadosas dadivas y limosnas estipuladas a honra de Dios; y, a veces, reparaciones de injurias, pago de deudas, etc, El 1527, un inten- dente de la casa de la moneda maté en Paris a un cufiado suyo y fue decapitado, pero a mayor abundamiento el Parlamento ordené que se sacaran de sus bienes 400 libras para fundar misa¢ a la intencién de su victima...1* En la coleccién de testamentos del Provisorato de Besancon, ¢s cotriente que de cuatro columnas impresas dos cuando menos sean de {6rmulas y estipulaciones cristianas. cuando haya abandonado su cuerpo, mi alma a. Dios, su seflor, creador y reden- tor; a la gloriosa Virgen Maria, su madre;. al Seiior San Martin, mi glorioso patrén; y a toda la corte celestial del Paraiso... Conociendo que, segin el curso natural, conviene a cada criatura acabar por la muerte... de su buen grado, en honor de Dios Creador y de Ja gloriosa Virgen Maria su madre y de todos los santos y santas del Cielo, ha testado y dispuesto cl dicho Claudio, de st, sus bienes, derechos y acciones que Dios le ha presiado y dado... Y en primer lugar, como buen catélico cristiano, haciendo el signo de la Cruz y diciendo: Enel nombre del Padre, del Hijo y del Espiritu Santo, Amén, ha encomendado y encomienda su alma a Dios Creador y a toda la corte celestial del Paraiso} Ge (557), IT, 208; y (547), pag. 200. [En casi todos los tratados parenéticos de cierta importancia que se escribfan en el siglo xvt, era obligado incluir reco- mendaciones sobre el testamento. Asi, en Ia citada Regla Cristiana Breve, Zum&- rraga, después de exhortar a que no se esperase para hacerlo al tltimo momento, daba las siguientes normas sobre la forma de redactarlo: “Lo primero declarar fos bienes, asi muebles como en raices. Lo segundo mandar hacer bien por el Anima diciendo misas, en la cantidad que se sufra, con toda prestcza. Y st fuese posible dar aniversario 0 capellania perpetua. No’ olvidando los pobres a quien deben mandar repartir sus Rimosnas Lo tercero deben hacer mandas graciosas 2 parientes pobres y criados, porque es limosna muy bien empleada, ppes a los que fueren Ficos no les ha de faltar...” El obispo mexicano agregabag con una intencién muy erasmista: ““...Tampoco dixe qne mande hacer siiriptuosos enterramientos, porque el verdadero cristiano ta vida ha de hacer preciosa con virtudes y en la muerte y sepulera debe dar ejemplo de humildad ensefiando A menospreciar cl mundo por obra aun después de muerto. Bastar debia Ja tierra para el cuerpo, que es terrén de tierra y costal de gusanos, No resucitard més glotioso el que tuviere sepulero de jaspe y alabastro que el pobrecito ente- frado en el suelo. Por tanto no parece ajeno de reprensién hacer tanto caso de los sepulcros...” (pgs, 156-157). Gf., también, sobre el testamento, Alejo Venegas, Agonia del irdnsito de la muerte (cap. X, del Punto Primero, y I siguientes, titulados: “De la fuerza del testamento”, “Del testamento prictico”, “Del testamento tedrico”, “De los avisos que ha de tener et cristiano cuando ordena su testamento”, “De las mandas pias", “De los albaceas"), Las {Srmulas eran. semejantes en Espaiia a las que se daban en Francia. El mismo Venegas sefiala como condicién de todo buen testamento la. determinacién por parte del testador de “de dar a cada une lo suyo que es: la hacienda a los herederos y el cuerpo a la tierra y el alma a Dios que la crié de nada...” La estructura forma} del testamento en su encabezamicnto era un arrastre de las obligadas invocaciones que ya se acostumbraban a poner en la Edad Media en Jatin. Por ejemplo, cl testamento de una ricahembra Hamada Hduara, hecho el dia 27 de febrero del afio 838 (se conserva en el Cartulario de Gelanova, Fol, 5 v’, en el ver LOS LIMITES DE LA INCREDULIDAD EN EL 3L04 No hay por qué insistir, Todos los actos, todas las jornadas, la existencia_cotidiana_plena, estaban como saturados de ‘religion. Lo eastencik a_pleng, —estaban como sauurados fe religion. mismo el pensamiento de las gentes sedentarias que el de Tas que viaja- ban. Y hasta la curiosidad por lo exético. Atkinson, que después de hacer su repertorio ha analizado la literatura geografica del Renaci- miento francés durante el siglo xvi, sefiala que entre 1480 y 1609 se publicaron en Francia 35 Viajes a la Tierra Santa contra 40 Viajes al Nuevo Mundo. Esta proporcién nos revela el anhelo intimo y guar- dado, el deseo tenaz, de todos aquellos hombres: poder hollar las calles de Jerusalén, admirar y contemplar devotamente el Santo Sepulero 0, por lo menos, alimentar y satisfacer la imaginacién con una ilusién semejante leyendo algunos relatos de viajes a los Santos Lugares,%* Archivo Histérico Nacional de Madrid), comienza con esta larga invocacién: “Domino meo, creatori summo redemptorique omnium, cuius nomen Trinitas alma glomerat in unitate diuina, cui cedunt cuncta uisibilia et inuisibilia, qui est mitis benignusque pauperis tuis quos redimere non dedignasti pretio sanguinis in cuius honore constitutum esse cernitur monasterio Cellanoua, territorio Bubalo, litus riuusculi Sorice, non procul a monte Leporario, terminos Gallecie. Ego Yiduara, exigua famulaque tua, adclinis et omnium ‘ancillarum tuarum supplex mente et merito inutilis. Et etenim, Domine, quanta est fragilitas mea aut que valet pusillitas uitalis mee aput potentiam maiestatis tue, cui omnia celestia et terrena famulantur, qui non gloriaris in nullum munus pretiosior, cum tua est terra, et oranis plenitudo eius uel omnes qui possident cam, opus sunt manuum tuarum nec aliud delectas nisi omnia iusta sicut et ww iustus esse crederis, nec aliud cupis, nisi cor contritum ct humiliatum, in quo tu habitare pollicitus es juxta mansuetudinem tuam. Tu es enim, Domine, cuius fempora et anni nulla- tenus noscunt termino, cui principatus et pacis non crit finis et ad cuius nutum innumerabiles angelagum exercitus cum tremore deseruiunt, ante cuius tremunt jussum troni, potestates, cuius nomen gloriosum manet ingentibus, cuius et uirtus murmurundarum ex abisso pontis cum omnia que meo sunt collaudant, quem omnis creatura a te formata uel iluminata non alium considerant dominum preter te, cum tu es Deus et in te est Deus, et preter te alius non creditur dominus, i etiam nec inter filios Dei similis tui reperitur...” Cf. otros ejemplos, en Manuel Pauto Mena, Sébre as origens do executor testamentério, en “Anais”, de la Academia Portuguesa da Historia (Ciclo da Fundagéo da Nacionalidade), Vol. I, Lisboa, 1940, pgs. 13-32. Casi siempre las {érmulas del comienzo dei testamento. se completaban, corroboraban 0 reiteraban al final del mismo con otras semejantes en las que se inclufan exhortaciones a la piedad eristiana dz Jos herederos 0 descendientes; asi, el final del testamento de Diego Méndez de Segura, fechado en Valladolid’ el 6 de junio de 1536, reza: “a bendicion de Dios Todopoderoso, Padre, Hijo y Espiritu Santo, y la mia descienda sobre vos y 0s cubra y os haga catélicos cristianos... y, sobre todo, os-mando hijos mios, seis muy devotos y oyais muy devoiamente los oficios divinos..." Ci, Martin Feanaxpez pe Navarrete, Coleccién de los Viajes y Descubrimientos que hicieron por mar los espaioles... Madrid, 1858, t. 1, pigs. 162-476; y José Ataoixa, La biblioteca eraimista de Diego Méndez, vol. XXXV de las Pu- blicaciones de la Universidad de Santo Domingo, 1945.] [N. del T.] 43 [35], pig. 307 (14 de octubre de 1527). 16 [383], pig. 11. A cste anhelo respondié el Via Crucis, devocién que comenzé entonces a tener boga. Cf. Fenvre, [500], pags. 30-31. [Numecrosisimos fucron, en especial a contar del siglo xv, los libros dedicados a narrar el Viaje a Jerusalén: en espafiol se editaba en Zaragoza, cl 16 de agosto de 1495. (Pablo Hurus), la Transtacion del Santo Viaje de Tierra Sancta [echo y compuesto por el Reverendo Bernardo de Breindembach. Dedn de Afaguncia, que eta Ua duecién de la Peregrinatio in Terram Sanctam de la que hubo ediciones en Lyon (1488) y Espira (1490 y 1503), y que formé pareja con el Itinerarium DC. ‘NIO, ~ LA RELIGION SOBRE LA VIDA 305 aa En_suma, todo parece depender de Ja Iglesia, Hasta el tiempo) porque entonces no eran atin los relojes portatiles, rarisimos a la saz6n, ni siquiera los consistoriales, los que marcaban el desgranar regular de las horas del dia, sino los cimbalillos y campanas de las iglesias que desde el orto al ocaso, desde el creptisculo matutino al vespertino, anunciaban, a horas ya conocidas de tanto repetirse, la sucesién de las plegarias y de los oficios; en Ins Gampana3)|latian los pulsos vitales de ciudades y aldeas; y por la noche, cuando quedaban mudas y quietas en sus torres y espadajias con, oreos de cigiiefias y halcones y jabar- dillos de vencejos, se’ clevaba de las rias, sumidas en el hondén de la foscura silenciosa, un canto melancélico que acunaba ‘con tétrica ca- dencia el reposo de los hombres; y aquel ritmo era una exclamacién, una especie de transido alarido religioso, una rememoracién y un llamamiento de. la fe cristiana: “jDespertad, despertad, cristianos que dormis—y rogad por los difuntos, para que Dios les tenga miseri- cordia!”; asi era, por ejemplo, la voz de: las rondas nocturnas de Besancon a mediados del siglo xvt... Hasta.al-calendario se le hacia expresarse en cristiano. Asi, no se decia que los tribunales de justicia reanudaban sus sesiones el 13 de noviembre, sino’ “al -dia siguiente de la fiesta del Sefior San Martin”; las jornadas cortas»de trabajo para la artesania nd comenzaban el 9 de octubre, sino “el dia de San Remigio”. 2Y el calendario rural? “A la Saint-Mathias, s'il y a de la glace, il la case"; “A la Saint-Maurice, clair temps annonce tempéte et vent”; “4 la Saint-Médard, s'il pleut dans le jour, elle ne cessera pendant quarante jours”; no menos de cicn dias de los 365 del afio se sefiala- ban asi en Francia por el nombre de un santo y no por una abstracta cantidad }de mes." Terrae Sanctae, auctore Willebrando ad Oldenborg canonico Hildesemensi. Juan de la Encina redacté un Viaje a Tierra Santa; Antonio de Aranda de Duero es- eribié la Verdadera informacién de la Tierra Santa, en 1530, que tuvo ediciones en Alcalé (1531) y Toledo (1550); El Viaje que hizo a Hierusalem Rrancisco Guerrero, que se, editaba en Valencia el 1599 y en Sevilla el 1996/depi6 ser version del ‘Itinerario del portugués fray Francisco Guerreiro, que hizo efectiva- mente el viaje en 1588 y de cuyo relato atin se daba una edicién en idioma luso el afio 1734, El 1597 salia en Madrid el Viaje de la Tierra Sancta, del presbitero Juan Ceverio de Vera. Mucho antes habia corrido en varias ediciones espafiolas el famoso relato del fantistico caballero inglés Juan de Mandaville, que en la edicién de Valencia de 1521 Hevaba:este titulo: Libro d'les marauillat del mundo y al Uiaje dela Tierra Sancta de jerl’m (Jerusalén) ...En 1583 aparecia en Lisboa el Itinerario da Terra sancta del franciscano fray Pantalebn de Aveiro, que tuvo muchas ediciones posteriores, hasta la séptima, ya moderna, cuidada por Antonio Baido (Coimbra, 1927), En lengua portuguesa hay, que citar adem4s el Iinerario da jornada que fer de Viceu a Jerusalem até se restituir 4 sua patria, 0 Itinerario da viagem a Terra Sancta, del canénigo de la catedral de Viseu, Jorge Henriques; el Diario da viagem 4 Terra Sancta de fray Antonio Taveira; y, ya mucho més tarde, la Relagdo Summaria dos lugares santos de Jerusalem, de fray Francisco de Sant’lago (1706); el Viagem de hum peregrino a Jerusalem ¢ visita que fex aos lugares santos, em 1817, Fr. Jo&o de Jesus Christo; ete). IN. del T) 17 [Por San Matfas, si hay hielo, lo quicbra: por San Mauricio, tiempo claro anuncia tormenta y viento; si Hueve en el dia por San Medardo, no cesar4 la Huvia en cuarenta dias.) En Espafia abundan también: “Por San Blas

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