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INTRODUCCIÓN

A LA EDICIÓN

Acerca de…
La edición no es un caso aislado dentro de la
producción cultural y debe superar los
obstáculos de la industria y el comercio de
los libros.

En la edición se reflejarán a carta cabal


todos los problemas económicos, sociales,
científicos y culturales de la región donde se
origina.

En este momento hay en el mundo una


inmensa necesidad de difusión y proliferan
los medios para ello. Publicar es, sin duda,
un paso imprescindible de todo libro de
cualquier índole. Cada vez es mayor la
cantidad de material susceptible de ser
publicado. Pero también hay más vehículos
de difusión: libros y revistas electrónicas,
ediciones digitales, redes y páginas web,
para sólo mencionar unas pocas.
El libro, a diferencia de otras épocas, hoy en
día se ha convertido en una mercancía de
consumo veloz, en grandes cantidades, que
rápidamente desaparece entre los millones
de títulos a los pocos días de su lanzamiento
y distribución hacia las librerías. Esto sucede
incluso en el caso de escritores muy
consagrados o reconocidos.

La pregunta aflora sin remedio: ¿Es la


edición una inversión cultural? Y la
respuesta no se hace esperar: Por supuesto
que sí, pero muchos editores han
abandonado el riesgo y van a la fija con
productos de asegurada venta, con públicos
ya establecidos, cautivos.

¿Se puede huir de esto y no tener que caer


en las garras del consumismo? Sí, con un
muy buen cálculo editorial, que nos permita
recuperar los costos industriales y los gastos
generales, administrativos, de promoción y
circulación que garanticen que haya
reinversión, nuevos títulos e incluso
reediciones. Debemos encontrar un
equilibrio entre la rentabilidad comercial y la
escogencia la producción y la distribución.
Lo ideal es seleccionar y publicar sin vacilar y
oportunamente lo mejor y más estimulante
para la literatura (lo que se traduce en
avance cultural), obras originales y bien
escritas.
Nuestras publicaciones deben ser libros de buena calidad en cuanto a diseño y producción, en los que
leer sea un placer, hechos con productos durables, a costos y precios razonables. Pero hay que recordar
que no todo acaba cuando se imprime el libro y se coloca en cajas: hay que promover y distribuir con
imaginación y eficacia que redunden en el encuentro con los lectores.

Es necesario lograr que nuestros títulos se vean y se vendan a precios razonables y en buenas
cantidades para consolidar una continuidad. Insistamos: editar no es publicar un libro, este es un error
común, y bastante común, generalizado, que deriva hacia cajas y bodegas llenas.

El logro de anterior no es gratis, para alcanzarlo es necesario dedicarse con toda la profesionalidad en
cada uno de los pasos editoriales, sin distingo, así sea costoso. Hay que reconocer buenos salarios u
honorarios por trabajos excelentes. Hay que tener capacidad de riesgo y no descartar una obra porque
“no tiene posibilidades de venta”, pues esta hay que generarla.

Recordemos que casi siempre las industrias culturales –y la editorial es una de ellas– no cuentan con
recursos financieros suficientes y que conseguirlos no es fácil, entonces hay que administrarlos muy
bien para garantizar la sobrevivencia.

Es necesario tener una política editorial, aunque flexible, determinada, coherente, profesional,
autónoma, que estime el cálculo editorial y las exigencias del mercado, así como el cumplimiento
estricto de los compromisos adquiridos en cuanto a distribución, derechos de autor y formación de sus
recursos humanos. Que tenga una estructura en cuanto a su conformación, reglamentación y
capacidad.

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