Está en la página 1de 1

Ahora que no estás quiero decirte…

Que la vida siempre me ha parecido efímera, impredecible e intrigante. Existen un


sinfín de variantes, no sabemos porque estamos en este mundo, ni a donde
vamos a parar al final de nuestros días.

- Agradezco a Dios tu vida, la añoro y la celebro todos los días.

Hace poco estabas aquí, conversando con tu extraña manera de pensar, con tus
miles manías que me hacían amarte. Te tenía y no sé si te valoré lo suficiente y no
sé si te amé lo suficiente. Y me pregunto si el tiempo que pasamos juntos que
ahora se ha convertido en memorias bastará para vivir sin ti.

Eso es lo único que me has dejado, tus memorias; son como un dulce para un
niño y un juguete perdido también. Te alegran tanto que sonríes como si estuviera
pasando en realidad. Y te tumbas, porque de nuevo la llaga se abre y duele, duele
igual que el día que te perdí.

Escribiendo esto te recuerdo, apareces como un destello de luz en un fondo


oscuro. Tu sonrisa, tus caricias, tus canciones, tu amor recorre mi cuerpo y lloro,
porque también revivo tu partida.

Te recuerdo sentado en aquel sillón, entraba una luz tenue proveniente de la


ventana de fondo, iluminaba sutilmente tu tierno rostro que me miraba con tu grácil
sonrisa; comenzabas a cantar con una voz tan dulce que me estremecía el alma.
¡Gracias por tan adorables memorias!

No sé si allá donde estás sientas el amor que hay en mi corazón por ti, no sé si
sabes lo mucho que te echo de menos pero tengo fe de que el día que Dios
decida llevarme junto a él, te encuentre y pueda abrazarte todo lo que ya no
puedo.

Con amor, Sarahi.

Para el abuelito más tierno de la vida, Agustín Martínez.

También podría gustarte