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Nuestras soluciones
ONU Mujeres actúa en la región de América Latina y el Caribe a través de
su oficina regional ubicada en la ciudad de Panamá, que brinde apoyo a nuestras oficinas
de país y otras que cubren varios países y que están ubicadas a través de la region, así
como a países donde ONU Mujeres tiene una presencia programática más limitada.
En los Estados donde no tenemos una presencia en el terreno, apoyamos la
ejecución de programas a través de las alianzas que mantenemos con el sistema
de las Naciones Unidas, los gobiernos y la sociedad civil.
Nuestras iniciativas se centran en tres áreas prioritarias de intervención que
consideramos estratégicas para superar los desafíos comunes en los países de
América Latina y el Caribe: participación política de las mujeres y el liderazgo, el
empoderamiento económico de las mujeres y erradicar la violencia contra las
mujeres y las niñas.
Ayudamos a fortalecer el liderazgo de las mujeres, incluso entre las mujeres
dedicadas a la política y los miembros de partidos políticos. Con el fin de mejorar el
empoderamiento económico de las mujeres, sobre todo de las que forman parte
de los colectivos más marginados, instamos a que las políticas y las soluciones
adoptadas permitan acceder a los recursos, al empleo y a los servicios, llevando a
cabo investigaciones rigurosas y aportando pruebas para sustentar nuestra labor
de promoción. Una de nuestras prioridades es el reconocimiento de la contribución
de las mujeres en el mundo del trabajo, remunerado o no; otra de ellas es el logro
de la igualdad de acceso a un trabajo decente.
Múltiples programas persiguen el objetivo de acabar con la violencia contra
mujeres y niñas a través de la ampliación de la prevención y del acceso a los
servicios para las sobrevivientes. Trabajamos con los diferentes países para
reforzar las leyes y las instituciones que protegen a las mujeres, e involucramos a
los hombres en las tareas de lucha contra la violencia. La mejora del acceso a la
justicia y la erradicación de la impunidad exigen adoptar medidas encaminadas a
aumentar la capacidad de respuesta de las y los agentes de policía y de las/os
funcionarias/os judiciales. ONU Mujeres también tiene un papel protagónico en
la campaña ÚNETE del Secretario General de las Naciones Unidas, que actúa en los 33
países de la región, haciendo hincapié en que la eliminación de la violencia es
responsabilidad de todas y todos.
En relación a estas áreas prioritarias y otras, ONU Mujeres apoya las reformas
jurídicas en curso y la integración de las medidas de igualdad de género en todos
los programas, planes y presupuestos nacionales.
Inicio
Qué hacemos
Campaña ÚNETE
Sin embargo, pasarían varios años más antes de que las mujeres participaran en
una elección nacional, el 27 de marzo de 1938.
Esos hitos se lograron gracias a la labor de mujeres como Paulina Luisi (1875-
1949), una médica, docente y activista feminista, hija de inmigrantes polacos que
llegaron al Río de la Plata en 1872.
En 1899 Luisi fue la primera mujer en Uruguay en obtener el título de bachiller y en
1908 se convertiría en la primera en graduarse de la Facultad de Medicina de la
Universidad de la República, donde se graduó de ginecóloga.
Una persona muy respetada, representó a Uruguay en diversas conferencias
internacionales sobre la mujer y fue la primera delegada gubernamental femenina
de América Latina en la Sociedad de las Naciones (League of Nations), la
precursora de la ONU.
Luisi también fundó y editó la revista "Acción Femenina" y enseñó sobre salud y
sexualidad. Luchó para prevenir la prostitución y las enfermedades venéreas,
campañas por las que fue criticada por algunos, que la consideraban una
anarquista y revolucionaria.
Dos años más tarde contrajo matrimonio con el prestigioso abogado ecuatoriano
Fernando Procel, con quien tuvo dos hijos.
El sufragio femenino se lograría finalmente en 1929 (aunque solo para las mujeres
que pudieran demostrar tener facultades para hacerlo, el voto sin restricciones
llegaría en 1967), convirtiendo a Ecuador, junto con Puerto Rico, en los primeros
países latinoamericanos en darle participación a las mujeres en comicios
nacionales.
A lo largo de su vida recibió muchas distinciones por su constante lucha por los
derechos de la mujer: fue condecorada con la medalla al Mérito en 1956 y a la
Salud Pública en 1971. Su ciudad natal la recuerda a través del Museo Matilde
Hidalgo de Procel.
Esta científica y política brasileña era hija del famoso médico de origen suizo
Adolfo Lutz, pionero en Medicina Tropical, y su madre era una enfermera inglesa.
Su activismo jugó un papel clave para que en 1932 el presidente Getúlio Vargas
autorizara por decreto el derecho de sufragio femenino, que incorporó muchas de
las sugerencias que había presentado Lutz.
Así, Brasil seguiría los pasos de Uruguay, Ecuador y Puerto Rico, permitiendo a
las mujeres votar, aunque el voto sin restricciones se daría en 1934.
A diferencia de sus pares en el resto de América Latina, que lucharon por el voto a
través de asociaciones civiles, Carrillo Puerto se involucró directamente en política
para obtener este objetivo.
Oriunda de la península del Yucatán, tuvo doce hermanos. A los 13 años contrajo
matrimonio con un hombre mayor con el que tuvo a su único hijo. Viuda a los 23,
volvió a contraer nupcias años después, aunque en 1923 solicitó el divorcio, que
era legal en Yucatán.
Justo con su hermano Felipe Carrillo Puerto inició uno de los movimientos sociales
más importantes de la época con la creación del Partido Socialista Obrero de
Yucatán.
Sin embargo, faltaría mucho para que las mujeres tuvieran derecho a votar en el
resto del país.
En 1924, tras el asesinato de su hermano, Carrillo Puerto fue obligada a dejar su
cargo y mudarse a Ciudad de México, donde continuó con su campaña por la
educación de las mujeres y el sufragio femenino.
A pesar de que logró reunir miles de firmas a favor del voto femenino, recién en
1947 se les daría el derecho a las mujeres a participar en elecciones municipales.
Sin embargo no hay muchos que cuestionen el papel que jugó la exprimera dama
de Argentina (1946-1952) para que las mujeres obtuvieran el derecho a votar, en
1947.
Duarte de Perón fue una de las principales impulsoras del proyecto de ley que
presentó el peronismo a poco de asumir para permitir el sufragio femenino, tarea
que le valió muchas críticas.
Tras promulgar la ley el 23 de septiembre de 1947, el presidente Perón le entregó
el documento a su esposa, quien celebró el acontecimiento con un histórico
discurso transmitido por cadena nacional.
En 1951, la imagen de Duarte de Perón votando por primera vez desde su lecho
de muerte simbolizaría para la eternidad el papel que jugó la exprimera dama en la
obtención del voto femenino.
Más allá del rol indispensable que jugó Evita, muchos creen que la mujer que más
hizo en la historia de Argentina para promover los derechos femeninos fue Alicia
Moreau de Justo (1885-1986), una médica, política y militante de los derechos
humanos que fundó la Unión Feminista Nacional en 1918.
Como es bien sabido, la segunda ola del feminismo se inicia en la década del sesenta1 , vinculada a
los movimientos sociales de la época. En un primer momento, se trata sobre todo de reacciones
individuales ante una situación de desigualdad flagrante, incluso en el seno de los grupos más
progresistas de entonces. En ese contexto se originó un grupo particular de feministas, que
intentaron por todos los medios llevar lo privado a la arena política. Esta consigna afectaba tanto a
la actividad política como a la vida privada, y por ello para las feministas que se formaron entonces
el feminismo fue a la vez un desafío político y una ética personal. Ya sea que eligieran el feminismo
radical (de mujeres y sólo para mujeres) o la doble militancia (en un partido parlamentario o
extraparlamentario, como se llamaba entonces, y a la vez en grupos feministas), su éxito fue
importante, porque provocó que las Naciones Unidas (NU) convocaran en 1975 a la primera
Conferencia Mundial sobre la situación de las mujeres. La proclamación del Año Internacional de la
Mujer en 1975 y la década (1975-1985) de las Mujeres de las Naciones Unidas fortalecieron, y
desarrollaron en otros casos, el movimiento amplio de mujeres en muchos países
latinoamericanos y caribeños. En general, la literatura latinoamericana y caribeña aborda esta
realidad de varias maneras. Algunas autoras hablan de movimiento de mujeres, otras de
movimientos feministas, movimiento autónomo y movimiento amplio de mujeres. ¿Por qué estas
diferentes denominaciones? Antes de continuar, queremos señalar a grosso modo cómo se
caracteriza cada uno de ellos a partir de algunas definiciones, entre las tantas existentes. El
movimiento de mujeres (MM) se reconoce como un movimiento heterogéneo, con presencia
desigual en la escena social, con demandas ambiguas y muchas veces contradictorias expresadas a
través de formas tradicionales y novedosas modalidades de lucha que no siempre llegan a
articularse. Muchas veces estos movimientos no se consideran feministas. El movimiento
feminista (MF) es la lucha consciente y organizada de mujeres contra el sistema en que vivimos:
subvierte todas las esferas posibles, públicas y privadas, de este sistema que es clasista, sexista y
racista. OSAL42 ANÁLISIS [UNA APROXIMACIÓN AL MOVIMIENTO DE MUJERES EN AMÉRICA
LATINA] El movimiento autónomo de mujeres (MAUM) está conformado por grupos e individuas
que promueven y defienden su agenda independiente de organizaciones gubernamentales,
partidos, grupos religiosos o grupos económicos. Comparte el compromiso de luchar contra la
subordinación, la discriminación y la violencia promovida por el orden patriarcal. Así, los
movimientos de mujeres y feministas en América Latina emergen como tales en los tiempos de la
“segunda ola”, expresándose en varias ciudades de América Latina y del Caribe a partir de la
década del setenta. Igual que en el norte, este movimiento provenía principalmente de mujeres de
clase media; se organizó al inicio vía un modelo autogestionario e independiente y era
generalmente constituido por pequeños grupos de auto-conciencia. A mediados de los setenta2 ,
salvo en algunos de los países del sur. por las dictaduras existentes, donde los movimientos de
mujeres fueron parte de la resistencia (Argentina, Chile, Uruguay3 ), se comienzan a delinear el
Movimiento Feminista y de Mujeres con las características actuales. A fines de los setenta, las
corrientes feministas se diversifican y va surgiendo un movimiento amplio de mujeres (MAM) que
se empieza a deslindar en parte del feminismo para desarrollar una doble militancia
(parlamentaria, partidos políticos) y un trabajo de/para/con mujeres (de los sectores populares,
trabajadoras, campesinas, etc.) en los que ha prevalecido casi solamente un trabajo a partir de sus
necesidades prácticas. El movimiento amplio de mujeres (MAM) es una forma de articulación
donde participan no sólo grupos, ONGs del movimiento de mujeres, sino también los grupos y
ONG del movimiento feminista, organizaciones gubernamentales que adelantan políticas públicas
de género, grupos y centros académicos, mujeres de partidos e individualidades con fines y
proyectos muy concretos a corto y mediano plazo. En la década del noventa, el movimiento
feminista se academiza y se institucionaliza, llega el tiempo de las políticas OSA