Está en la página 1de 2

Lourdes Lisseth Díaz Morales.

Lourdes Lissseth Díaz Morales


UNPRG, Lambayeque.

Juan Pablo Castel, un personaje resquebrajado.


¿Paranoia? ¿Intuición? ¿Obsesión? ¿Lógica? Se inunda mi mente de interrogantes y la
verdad absoluta: «Existió una persona que podía entenderme, pero fue precisamente la
persona que maté» dice en la obra Juan Pablo, que se enamora de María, la mujer que fue
capaz de comprender uno de sus cuadros y de la cual no soportaría el abandono.
El Túnel es la primera entre las tres únicas novelas creadas por el argentino Ernesto Sábato
y seguramente la más conocida. Esta obra es ese coctel con sabor a Dostoievski o Balzac,
donde la conciencia de una mente paranoica y solitaria determina el crimen: «Tengo que
matarte María. Me has dejado solo». Publicada en 1948 y acreedora al Premio Cervantes de
Literatura en 1984 es una de las más importantes obras latinoamericanas del siglo XX, esta
utiliza a ese personaje destruido y misterioso el pintor Castel, quien cuenta la historia policial
de sí mismo porque empieza con un artista fracasado con la vida y que intenta remediarlo
matando a la mujer que ama.
«Bastará decir que soy Juan Pablo Castel, el pintor que mató a
María Iribarne». Paradójicamente la novela que consta de 39
capítulos cortos, inicia con la confesión del asesino, pero eso
hace que el lector esté sediento de saber el motivo de la muerte de
la señorita Iribarne. A todo esto, afirmo que el protagonista vive
atormentado en un mundo de tinieblas que no entiende y que
no lo entiende; es un hombre angustiado y pesimista. Duda
de todo y de todos, no cree en nadie ni en nada. Su interior es
rico en enredos racionales, en cuestionamientos y en
respuestas que arma codiciosamente y deshecha con
rapidez.

Juan Pablo tiene todos los atributos de un niño abandonado y lo que tiene de siniestro es
que es un asesino. Él encuentra a María en una exposición de sus obras pictóricas y se
aferra desesperadamente a ella. Esta dama era la única persona que podía comprenderlo y
en el preciso momento en que se dio el primer acercamiento al otro, cambiará la vida del
pintor. María, con una belleza inigualable y a la vez misteriosa representará lo diferente, lo
único, la verdad, el amor, la comunicación. El acceder a ella lo llena de tristezas, de timidez,
de angustias. Se tortura al buscarla, se tortura al encontrarla, al disfrutarla y al perderla.
Necesita apropiarse de ella, como una manera de anclar a María a su vida y de quitar su
propia existencia del destierro voluntario en que vive. Matar a su amante fue un ejercicio de
libertad, tal vez el más importante de su vida. «Sentí como si el último barco que podía
rescatarme de mi isla desierta pasara a lo lejos sin advertir mis señales de desamparo. Mi
cuerpo se derrumbó lentamente, como si le hubiera llegado la hora de la vejez».
El personaje principal aplica métodos racionales para probar sus delirios y justificar sus
acciones. Castel transita constantemente de la depresión a la euforia. Él plasma con sus
obsesivos raciocinios el rencor de los días en los que regresaba borracho a su oficina, pero
también los días de amor con María, así como expresar el odio en los dibujos, su sorpresa al
conocer a Allende, el marido de la mujer que amaba y los pensamientos y actitudes que el
artista presenta después de ese momento. Y el desenlace fatal que es el asesinato de
María, una justificación de su patología. 
Lourdes Lisseth Díaz Morales.

El narrador protagonista ve a María como el reflejo de su alma por el simple hecho de


coincidir con la presencia de la ventana en su cuadro «Maternidad» y la instrumentaliza
hasta el punto de la obsesión. Piensa erróneamente que ella es la clave para comprenderse
como ser humano. El encuentro con la mujer que amará trastorna su mundo que «había
sido, hacía unos instantes, un caos de objetos y seres inútiles», y que ahora «volvía a
rehacer y a obedecer a un orden». Sin embargo, a pesar de ser ella el único ser que lo
entendió decide asesinarla porque siente que ella lo abandona. El crimen de Juan Pablo,
planeado hasta el más mínimo detalle, es una reacción patológica ante el miedo a la
soledad, ante el temor de sentirse nuevamente condenado al desamparo. Solo había un ser
con quien podía conectarse, ese ser era María, del que no podía –ni quería– prescindir
porque ella pensaba como él, lo entendía y lo amaba. También él la amaba
desesperadamente, con furia, con violencia, necesitaba su cuerpo, oír su voz, ver sus ojos,
sentir sus manos. Esa mujer era la única salida que vislumbraba en su mundo sombrío, era
la única oportunidad de abandonar el túnel.
Castel percibe como una comedia repugnante el hecho que Allende tenga ceguera y Hunter
sea la principal ausencia de María, él utiliza este atributo para mortificarla, en esta acción
hay un mecanismo perverso y un poder simbólico que desata su desazón interior. El señor
Allende es el marido ciego y Hunter es un primo delicado de salud al que ella visita mucho.
Los tres están en la mente perturbada de Juan Pablo Castel, conectados a él. Y eso le
duele. Le enfurece. Le hace conducir un coche sin frenos con el que no quiere hacer otra
cosa más que chocar y matar.
Decidí analizar la historia por la explosión de pasión
desenfrenada, todo el conflicto psicológico que
hay en la novela y que convierte al lector en testigo
de un crimen sin que pueda interceder, sino solamente
leer y releer, buscando comprender lo sucedido.
«Había un solo túnel, oscuro y solitario: el mío, el túnel
en que había transcurrido mi infancia, mi juventud, toda
mi vida. Y en uno de esos trozos transparentes del
muro de piedra yo había visto a esta muchacha y
había creído ingenuamente que venía por otro túnel
paralelo al mío, cuando en realidad pertenecía al ancho
mundo, al mundo sin límites…»
¿Fue Castel el asesino de María o el libertador de su resquebrajado interior?...

Bibliografía
Sábato, E (2010). El túnel, Argentina: Catedra.
Freitas, D (2012). El túnel de Sábato en historieta: un ensayo, Brasil:
https://cvc.cervantes.es/ensenanza/biblioteca_ele/publicaciones_centros/PDF/brasilia_2012
/10_freitas.pdf
Del Gesso, A.M (2008). El yo y el otro. El túnel de Ernesto Sábato, México:
https://cvc.cervantes.es/literatura/aih/pdf/16/aih_16_2_225.pdf

También podría gustarte