susceptibles de tener un valor económico y se contraponen a los derechos extrapatrimoniales (derechos personalísimos o derechos de la personalidad y derechos de familia).
Los derechos patrimoniales se subdividen en
derechos reales, derechos personales y derechos intelectuales.
Los derechos intelectuales son los derechos
económicos y de posesión de una obra. Con respecto a este último punto, los propietarios (autor, editorial o un tercero) están facultados para establecer el modo de difusión, la autorización de su traducción a un idioma o la reproducción en cualquier formato. Los derechos económicos son las ganancias percibidas de la posesión de la obra; el tanto por ciento depende de lo pactado con la editorial. Este tipo de derecho es limitado, pues expira a los 70 años de la muerte del autor. Si el autor tiene descendientes, éstos heredan los derechos patrimoniales y morales, pero si no existiera ningún descendiente pasaría a ser de dominio público.
El derecho real es un derecho de contenido
patrimonial que ejerce una persona (sujeto activo) sobre una cosa deteminada del que la colectividad (sujeto pasivo) debe de evitar hacer cualquier tipo de uso, goce o disfrute del mismo.
El derecho personal, en cambio, permite a
su titular reclamar de determinada persona la prestación de un hecho ya sea negativo o positivo que puede consistir en un dare (transmitir el domino sobre algo) o praestare (realizar un acto sin inmediatas consecuencias visibles, como cuando se garantiza una deuda ajena o cuando uno se hace responsable de cuidar de un objeto o se declara dispuesto a posponer el cobro de un crédito). Estos derechos personales son correlativos a un deber individual por parte del deudor.