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REVISIÓN SOBRE LOS CRITERIOS DIAGNOSTICOS DE LOS TRASTORNOS

GENERALIZADOS DEL DESARROLLO (TRASTORNOS DEL ESPECTRO AUTISTA)

JOSÉ MIGUEL

FONG CASTELLANOS

UNIVERSIDAD DEL VALLE DE MÉXCO


CAMPUS SAN RAFAEL

LICENCIATURA EN PSICOLOGÍA
PSICOPATOLOGÍA DEL DESARROLLO
MÉXICO
JULIO, 2014

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TABLA DE CONTENIDO

1. Introducción ....................................................................................................................... 3

2. Diagnóstico de TEA-Antecedentes.................................................................................... 4

2.1 Síntomas Característicos del TEA ............................................................................ 5

2.1.1 Alteraciones cualitativas en la interacción social ....................................... 5

2.1.2 Alteraciones cualitativas de la comunicación ............................................ 6

2.1.3 Patrones restringidos de comportamiento, intereses y actividades ............ 6

2.2 Pruebas aplicadas en TEA. ....................................................................................... 7

2.3 Modelos de Intervención en Autismo .................................................................... 11

3. Actualidad-Diagnostico en TEA...................................................................................... 12

3.1 Criterios Según DSM-V ......................................................................................... 12

3.2 Controversia ........................................................................................................... 13

4. Conclusión ....................................................................................................................... 16

Referencias.............................................................................................................................. 18

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1. Introducción

El término autismo se emplea generalmente, tanto en medios de comunicación como en

entornos profesionales o asociativos, para definir sintéticamente a todos los trastornos incluidos

en la actualidad bajo la denominación de Trastornos Generalizados del Desarrollo. De hecho no

es un término que ya aparezca, como tal, aisladamente, en las clasificaciones internacionales. Hay

también personas que utilizan el término autismo de una manera opuesta, es decir, restrictiva,

para describir exclusivamente el trastorno autista contenido en los manuales clasificatorios, e

incluso, únicamente al trastorno identificado originalmente en 1943 –llamándolo entonces

autismo de Kanner–.

La clasificación utilizada según DSM y la clasificación CIE, utilizan también el término

Trastornos Generalizados del Desarrollo, aunque luego su listado no sea idéntico al utilizado en

el sistema DSM. Fuentes et. Al (2004) menciona que, en realidad, esta denominación no es

estrictamente correcta, ya que el desarrollo no está afectado de manera generalizada en estas

personas.

En la actualidad, es mayormente utilizado el término Trastornos del Espectro Autista. La

experiencia acumulada en los últimos años ha mostrado que existe una gran variabilidad en la

expresión de estos trastornos. El cuadro clínico no es uniforme, ni absolutamente demarcado, y

su presentación oscila en un espectro de mayor a menor afectación; varía con el tiempo, y se ve

influido por factores como el grado de capacidad intelectual asociada o el acceso a apoyos

especializados (Fuentes et. Al, 2004).

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El concepto de TEA trata de hacer justicia a esta diversidad, reflejando la realidad clínica y

social que afrontamos. No es sin embargo un término compartido universalmente, e incluye a los

mismos trastornos integrados en los TGD, a excepción del Trastorno de Rett, que se entiende

como una realidad diferente al universo del autismo. El término TEA facilita la comprensión de

la realidad social de estos trastornos e impulsa el establecimiento de apoyos para las personas

afectadas y sus familias, así como el notable aumento de conocimiento en este campo.

El autismo se puede asociar con cualquier otra enfermedad o trastorno del desarrollo,

psicomotor, sensorial, emocional o del comportamiento. De hecho las personas con estos

trastornos tienen mayor vulnerabilidad para otros problemas que la población general. El origen

de esta vulnerabilidad es doble: por un lado existen ciertas enfermedades que afectan al cerebro

que se presentan con una mayor frecuencia de lo esperable. Por el otro, el tener que adaptarse a

un entorno que no comprenden o que no está adaptado a sus necesidades influye a la hora de

generar otros problemas: ansiedad, depresión, conductas violentas, obsesiones, trastornos

alimenticios o del sueño, etc. (Fuentes et. Al, 2004)

2. Diagnóstico de TEA-Antecedentes.

El diagnóstico se establece cuando se observan los síntomas característicos. No hay un test o

prueba médica que diga si una persona tiene o no autismo. El diagnóstico se hace observando la

conducta de la persona, conociendo su historia del desarrollo y aplicando una batería de pruebas

médicas y psicológicas para detectar la presencia de los signos y síntomas del autismo.

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A pesar de que el juicio clínico se basa en la observación del niño, los actuales criterios

internacionales utilizados tienen la fiabilidad suficiente para asegurar, en mayor medida que en

otros trastornos psiquiátricos infantiles, la validez del diagnóstico.

Aunque obviamente se persigue hacer el diagnóstico lo antes posible, esto no es limitación

para que pueda hacerse más tardíamente, como en adultos que no han sido previamente

diagnosticados; en casos especialmente complejos, en los que se debe esperar a valorar su

evolución; o en el trastorno de Asperger que se suele manifestar más claramente al inicio de la

edad escolar.

2.1 Síntomas Característicos del TEA

2.1.1 Alteraciones cualitativas en la interacción social

Las alteraciones sociales son el principal síntoma del autismo. Estas personas encuentran

difícil ajustar su comportamiento al de los demás, ya que no entienden muy bien las

convenciones y normas sociales. Suelen tener problemas para compartir el mundo emocional, el

pensamiento y los intereses.

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Tampoco les resulta sencillo apreciar las intenciones de los demás, desarrollar juegos y hacer

amigos. En consecuencia, el mundo social se torna complicado, no despierta interés en ellos, ante

el cual muestran aislamiento. Estas limitaciones sociales son especialmente marcadas en la

infancia.

2.1.2 Alteraciones cualitativas de la comunicación

Los primeros estudios realizados en el autismo identificaban que un 50% de los personas

afectadas no desarrollaban lenguaje hablado funcional a lo largo de su vida

Frecuentemente, aquellos que desarrollan el habla lo hacen con ciertas características

peculiares: ecolalia, perseveración, inversión pronominal, entonación anormal, etc. Lo más

característico es el que el lenguaje no es utilizado de manera social para compartir experiencias y

vivencias; presentando dificultad para iniciar o mantener una conversación recíproca;

comprender sutilezas, bromas, ironía o dobles intenciones. Este fallo de la comunicación verbal

se acompaña además de pobreza o ausencia de la comunicación no verbal: gestos, posturas o

expresiones faciales que acompañan normalmente al habla o la sustituyen.

2.1.3 Patrones restringidos de comportamiento, intereses y actividades

Las personas con autismo presentan intereses especiales, que no son frecuentes en otras

personas de su edad (fascinación por partes de objetos, piezas giratorias, letras o logotipos, etc.),

aunque lo más característico es que no comparten sus intereses con los demás. Pueden aparecer

movimientos corporales estereotipados (aleteos, giros sobre uno mismo, etc.). El juego tiende a

ser repetitivo y poco imaginativo.

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Muchas personas presentan ansiedad ante los cambios de sus rutinas y/o del entorno

(horarios, objetos, postura, etc.). En las personas con mayor capacidad intelectual sus intereses

restringidos son más sofisticados y pueden incluir el hacer colecciones, listados, recopilar datos

sobre temas específicos. En todo caso, normalmente no están interesados necesariamente en

compartir su conocimiento de manera recíproca.

El autismo es un trastorno del desarrollo infantil. Es un trastorno que se manifiesta en los

primeros tres años de la vida y que se caracteriza porque no aparecen –o lo hacen de modo

claramente desviado de lo esperable– algunos aspectos normales del desarrollo: las competencias

habituales para relacionarse, comunicarse y jugar o comportarse como los demás.

No todos los niños presentan todos los síntomas previamente descritos como clásicos y

ninguno de ellos es decisivo. Consecuentemente, la ausencia de cualquiera de ellos no es

excluyente del diagnóstico de autismo.

2.2 Pruebas aplicadas en TEA.

Como tal, no existe una prueba fehaciente que mediante su aplicación pueda indicar si una

persona presenta TEA o no. Tal como fue mencionado anteriormente, es un conjunto de síntomas

que pueden presentarse en la infancia temprana. No obstante, las pruebas disponibles fungen

como gran herramienta para otorgar un diagnostico más preciso:

1. (Checklist form Autism in Toddlers) (Baron-Cohen y cols., 1992. 1996).

Este cuestionario se diseñó para detectar el autismo en niños a partir de los 18 meses de

edad. Es un instrumento que requiere 15 minutos para su aplicación y combina las respuestas de

los padres en dos secciones: una primera parte de reactivos con respuestas sí/no y una segunda

parte que consiste en una observación semiestructurada del niño. Estos dos componentes proveen

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niveles de funcionamiento en tres áreas principales (señalamiento protodeclarativo, monitoreo de

la mirada y juego simbólico). Con este instrumento se han evaluado muestras comunitarias

grandes (Baron-Cohen y cols., 1996, 1992); tiene una elevada especificidad (99.9%), sensibilidad

moderada (21.3%) y un valor predictivo positivo aceptable (58.8%). Estos resultados fueron

obtenidos de una muestra de 16000 niño s elegidos entre la población general.

2. Cuestionario para el autismo en niños preescolares modificado (CHAT M).

En 2001, Robins, Fein, Barton y Green modificaron la lista y aumentaron los reactivos de

nueve a 23, conservando el mismo formato sí/no. Según los autores, esto aumenta la capacidad de

discriminación entre el autismo y los problemas del desarrollo. La muestra para validar esta

versión modificada fue de 11225 niños elegidos de la consulta pediátrica, y 171 niños dentro de

un programa de tamizaje. Por medio del uso del análisis discriminante, el instrumento CHAT M

clasificó correctamente a 33 de los 38 niños diagnosticados como autistas y clasificó

incorrectamente sólo a ocho de los 1196 niños. La sensibilidad del estudio fue de 0.87, la

especificidad de 0.99 y el poder predictivo positivo de 0.80.

El CHAT M promete ser un buen instrumento de escrutinio, pero tiene el inconveniente de

que, a diferencia del CHAT, no contiene una sección para el observador, es decir, contempla

únicamente el informe del padre. Además, la muestra fue pequeña en comparación con el estudio

que dio origen a la primera escala. Debido a su reciente introducción no se cuenta con estudios

suficientes de sus propiedades psicométricas.

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3. La Escala de evaluación del Autismo Infantil (The Childhood Autism Rating Scale,

CARS) (Schopler y cols., 1980; Schopler, Reichler, DeVellis y Daly, 1988, retomado en

Albores Gallo, 2008)

Es una escala diseñada para estructurar observaciones del niño en la escuela, la casa o el

hospital y se puede aplicar a cualquier niño mayor de 24 meses de edad. Fue diseñada antes de la

publicación del DSM-IV y por ello no contiene criterios para diferenciar entre los distintos

grupos de problemas del desarrollo (Klinger, 2000). Asimismo, consta de 15 reactivos,

organizados en una escala tipo lickert de cuatro puntos, que exploran conductas comúnmente

observadas en los niños autistas. El puntaje total permite distinguir entre el autismo grave,

moderado, leve y no-autista. Su aplicación requiere un tiempo aproximado de 30 a 45 minutos.

CARS tiene una confiabilidad prueba- reprueba de 0.88 y una consistencia interna de 0.94; la

confiabilidad interevaluador fue de 0.88 aunque en evaluaciones independientes se encontraron

cifras más bajas que 0.71 (Garfin, 1988). Esta escala de observación está ampliamente reconocida

y se usa como un instrumento confiable para el diagnóstico y evaluación de la gravedad del

autismo. El inconveniente que tiene, es que diagnostica con autismo a niños de dos años de edad

que presentan retraso mental; no obstante este problema disminuye en la medida en que la edad

de los niños es mayor (Lord, 1995). Resultados de otros estudios ponen en duda la utilidad del

CARS para el diagnóstico en preescolares. A pesar de estos inconvenientes es la escala más

usada en el diagnóstico del autismo.

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4. Lista de síntomas del niño de 1.5-5 (Child Behavior Checklist, CBCL/ 1.5-5) (Achenbach

y Rescorla, 2000, retomado en Albores Gallo, 2008).

Esta no es un instrumento específico para autismo, evalúa psicopatología general y

comorbilidad. Sustituye a la forma del CBC 2-3 ya que cubre un rango de 18 meses a cinco años

de edad. Consta de 100 reactivos de problemas emocionales y conductuales, además contiene una

escala denominada LDS (Language Delay Survey), para valorar atrasos en el lenguaje expresivo

del niño a partir del informe de los padres, así como un cuestionario para la identificación de

factores de riesgo. Los resultados de este instrumento se agrupan en los siguientes síndromes:

Reactividad emocional, depresión, ansiedad, quejas somáticas, problemas de atención, conducta

agresiva y un síndrome de problemas del sueño. Además, se califican los problemas totales, los

externalizadores e internalizadores para ambas subescalas. Las escalas orientadas del DSM que le

han sido introducidas son: problemas afectivos, problemas de ansiedad, problemas del desarrollo,

problemas de atención e hiperactividad, problemas de oposición y de conducta desafiante. La

CBCL/1.5-5 es uno de los pocos instrumentos que evalúa la comorbilidad más frecuente en los

trastornos del espectro autista. Puede ser usada en la escuela para estudios epidemiológicos y

como tamizaje en el ambiente clínico. La consistencia de la escala es muy alta, de .95 y la

confiabilidad test–retest fue de .90.

5. Entrevista de Diagnóstico de Autismo (Autism Diagnostic Interview, ADI) (Le Couteur y

cols. 1989; Rutter Lord & Le Couteur, 1990, retomado en Albores Gallo, 2008). .

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Es una escala estructurada para que un clínico con experiencia entreviste a los padres. Está

diseñada para recoger información detallada de las conductas necesarias para establecer el

diagnóstico de autismo. Cubre el rango de edad desde cinco años hasta la vida adulta. En

1989, la entrevista se basó en los criterios diagnósticos del CIE-10 y del DSM-III-R. Las

preguntas de este instrumento tienen como objetivo distinguir el autismo de otros problemas

de retraso en el desarrollo. Debido a que es una entrevista muy larga se desarrolló una versión

más corta denominada ADI/ R.

2.3 Modelos de Intervención en Autismo

Mulas et al. (2010), describe los modelos de intervención en niños con autismo:

a) Intervenciones psicodinámicas. No suelen usarse en la actualidad.

b) Intervenciones biomédicas:

• Medicación, se tratan las enfermedades o síntomas asociados con TEA: epilepsia,

trastornos de conducta (TDAH) o del sueño,

• Medicina complementaria: dietas de exclusión, suplementos vitamínicos, etc., no está

clara su eficacia.

c) Intervenciones psicoeducativas:

• Intervenciones conductuales, se basan en enseñar a los chicos con TEA nuevas

conductas y habilidades: Programa Lovaas, análisis aplicado de la conducta8 (re-

fuerzos positivos), etc.

• Intervenciones evolutivas, centradas en la enseñanza de técnicas

sociales/comunicación y en desarrollar habilidades para la vida diaria, todo ello en

ambientes muy estructurados,

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• Intervenciones basadas en terapias (sobre dificultades específicas): intervencio-nes

centradas en la comunicación, sensorio-motoras (audición, integración sen-sorial),

• Intervenciones basadas en la familia: proporcionan entrenamiento a todos los

miembros de la familia del niño afecto de TEA,

• Intervenciones combinadas: programa TEACCH9 (por ejemplo)

• Por último apuntar que los servicios de orientación educativa, y los maestros

especialistas en Educación Especial, están para apoyar al maestro de Educación

Primaria en aquellas intervenciones que escapan a su formación generalista.

3. Actualidad-Diagnostico en TEA

3.1 Criterios Según DSM-V

En el DSM-V (APA, 2013) la categoría TGA pasa a denominarse Trastorno del Espectro Autista

(TEA) e incluye cuatro de los cinco trastornos anteriores, el trastorno de Rett desaparece en TEA, de

esta forma se eliminan cuatro categorías diagnósticas y queda únicamente el, ya citado, Trastorno del

Espectro Autista (Autism Spectrum Disorder).

En DSM-IV, el TGD se caracteriza por perturbación grave y generalizada de:

a) las habilidades para la interacción social,

b) las habilidades para la comunicación, y

c) la presencia de comportamientos, intereses y actividades estereotipados.

En DSM-V, estas tres áreas se convierten en dos:

a) ‘socio-comunicativa’, y

b) ‘intereses fijos y conductas repetitivas’.

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El objetivo de estos cambios es el de poder ‘situar’ en un continuo referido a las dos áreas

anteriores a los sujetos afectados de TEA (Kupfer, Kuhl y Regier, retomados en Perez, 2013) en lugar

de eti-quetarlos con su correspondiente ‘trastorno específico’.

Así pues ya no consideramos que un sujeto está afecto de autismo o que sufre el síndrome de

Asperger, consideramos que esa persona tiene un TEA y que está en un punto deter-minado de un

continuo referido a las dos áreas citadas anteriormente.

En el DSM-V, los 12 síntomas que aparecen en el DSM-IV se reducen a 7, no es que se

eliminen sino que se fusionan aquellos criterios que describen características semejantes.

Se añade que todos estos síntomas se deben presentar en la primera infancia pero que pueden

no llegar a manifestarse por diversos motivos, y que todos ellos hacen que el sujeto no pueda

‘funcionar’ en el día a día de una forma más o menos ‘normal’.

3.2 Controversia

Martin, retomado en Hijosa, (2013) destaca las ventajas de este nuevo manual para un

diagnostico más eficiente y enfatizó en la necesidad de una nueva clasificación, de las cuales

resaltan:

• Las cinco categorías establecidas en el DSM-IV son arbitrarias dado que no diferencian

entre comorbilidades, por lo que la misma persona puede cambiar de diagnóstico a lo

largo de su vida. En este sentido, el DSM-V es más flexible y reconoce que la persona

con Autismo pueda presentar también otras patologías añadidas como depresión,

ansiedad, déficit cognitivo, convulsiones, etc.

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• Se da una importante inconsistencia entre diferentes ciudades y se ha comprobado que el

primer lugar donde se realiza el diagnóstico predetermina la categoría diagnóstica ya que,

cada lugar, ha desarrollado su estilo. Por todo ello, se requiere de una clasificación

diagnóstica más universal y más concreta.

Según Martin, Con el DSM-V las diferencias entre pacientes van a ser más cuantitativas que

cualitativas, se va a recalcar mucho el nivel de severidad y, así mismo, vamos a encontrar que a

partir de ahora se hablará de las limitaciones sociales y de la comunicación como un único

conjunto de dificultades y no como de dos ámbitos separados del desarrollo, con lo que se logrará

también un lenguaje menos redundante y más empírico, teniendo en cuenta además que las

limitaciones en el lenguaje no son específicas del Autismo.

Miller, retomado en Glicksman (2012) menciona que independientemente del nuevo modelo

de clasificación, la prevalencia y el nuevo registro de datos donde ha sido diagnosticado el TEA

se debe a los nuevos padres y la detección temprana del trastorno.

Hanson, revisado en Glicksman (2012) participo en diversos estudios debido al polémico

nuevo modelo de clasificación de TEA. Los datos recolectados sugieren que el remover estos

subtipos se logran diagnósticos más consistentes y precisos.

Matson et al. 2012, retomado en Giraldo, (2013), compararon los dos sistemas diagnósticos

en un grupo de 2.721 niños, encontrando que 47 % menos niños serian diagnosticados con el

DSM-V.

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McPartland, Reichow, & Volkmar 2012, revisado en Giraldo (2013) compararon los dos

sistemas diagnósticos en un grupo de 963 sujetos, encontrando que el 60% serian diagnosticados

con el DSM-V.

Algunos expertos consideran que los nuevos criterios del DSM V necesitan un umbral más

elevado para los síntomas, algunos estudios indicaron que pacientes que previamente cumplían

con los criterios para el diagnóstico de Trastorno del Espectro Autista del DSM-IV podrían, con

las modificaciones del DSM V, quedar fuera del este diagnóstico.

Un estudio publicado en JAMA Psychiatry se dispuso a probar esta hipótesis e investigar el

impacto que podrían tener estos nuevos criterios en personas diagnosticadas con TEA.

Los autores aplicaron los nuevos criterios del DSM V a datos de pacientes que habían

recolectado en la Autism and Developmental Disabilities Monitoring Network.

Esta red tenía los datos de 6577 niños de 8 años que habían sido diagnosticados con el

DSM-IV como TEA. Con los criterios del DSM V solo el 81% (5339 niños) se mantendrían con

el mismo diagnóstico.

El estudio también aplicó los criterios para estimar cuántas personas fueron diagnosticadas

con TEA en el año 2008. Bajo los criterios del DSM-IV, 11,3 personas de 1000 cumplían

criterios para TEA, mientras que con el DSM V, 10 personas de 1000 lo cumplían.

Marco (2013) presenta un estudio donde tomo como muestra 30 niños de edades

comprendidas entre 30 y 42 meses de edad diagnosticados con TEA por el servicio de valoración

y dianostico de Psicotrade. El objetivo de este estudio fue el confirmar cuantos de estos niños

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seguían manteniendo criterios suficientes (según DSM V) para un diagnostico de TEA. Los

resultados obtenidos en la reevaluación reflejan que un 93.33% de los casos con diagnostico

temprano de TEA, en la reevaluación continuan puntuando dentro del algoritmo diagnostico para

este tipo de trastornos. .

4. Conclusión

Los futuros cambios en la forma en que el TEA será evaluado y reportado podrían

contrarrestar lo siguiente:

a) Las estimaciones de prevalencia del trastorno del espectro autista probablemente serán

inferiores bajo el DSM V en comparación con los criterios diagnósticos del DSM-IV-TR,

aunque este efecto podría ser atenuado por la adaptación de las prácticas de diagnóstico y

documentación de los comportamientos que se adaptan a los nuevos criterios.

b) Las nuevas normas incluidas en DSM V, fuerzan al profesional de la salud a realizar un

detenido análisis antes de diagnosticar TEA, lo cual, podría tanto repercutir en tiempos de

diagnostico y tratamiento de TEA, como propiciar herramientas que fortalezcan el

diagnostico del mismo.

c) Así pues, bajo el antecedente de que TEA busca ser diagnosticado en edad temprana, se debe

descartar mediante una evaluación neuropediatrica, patologías de origen neurológico y/o

sindromito que cursen con rasgos propios de un TEA (Marco, 2013)

d) Será necesario emplear baterías estandarizadas que permitan establecer de una forma lo más

ajustada posible la edad de desarrollo del niño y las características conductuales de TEA

(Marco, 2013). Es común la coexistencia con otros problemas psiquiátricos como el déficit de

atención, la depresión, la ansiedad, hipomanía, tics y el trastorno obsesivo compulsivo. Por

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este motivo es recomendable que los niños sean evaluados con instrumentos de banda ancha

que permitan identificar estos problemas.

e) Resulta importante señalar que el grado de adaptación psicosocial debe evaluarse en los niños

con este padecimiento debido a que no siempre hay una correlación entre la gravedad del

autismo y la adaptación, ya que la mayor parte de los instrumentos para medir este trastorno

no evalúan la adaptación psicosocial, por lo que deben elegirse instrumentos apropiados.

f) A pesar de los esfuerzos realizados, los instrumentos actuales están dirigidos al personal

especializado para la evaluación de niños con problemas del desarrollo; muchos de ellos

requieren de entrenamiento exhaustivo para el uso clínico de los instrumentos, la

investigación y su capacitación, la cual a menudo debe limitarse al personal asociado a la

investigación por lo que se eleva el costo y se limita el uso de las diferentes escalas para la

valoración del autismo. Resulta evidente la necesidad de instrumentos y entrevistas de

diagnóstico menos costosos, sencillos, confiables, accesibles y universales (Albores Gallo, et

al. 2008)

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Referencias

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