1) Las funciones que desempeñan los árboles en las Geórgicas de Virgilio, como expresa
Aleksandra Arndt (2015), pueden concebirse en diversos planos: la cultura
grecorromana (religión, pensamientos teóricos y la curiosidad por la naturaleza), la mentalidad práctica típica de los romanos que los hacía cultivar la tierra y sentirse vinculados al campo, el ambiente artístico de su tiempo, su propia experiencia y educación literaria, entre otros factores influyentes. Lo cierto es que, desde la Antigüedad, los hombres rindieron culto a los árboles, puesto que representaban una fuerza y un poder que se expresaba en su largo ciclo anual de vida. Además, los árboles permitían la sobrevivencia, proporcionando maderas para hacer fuego y construir casas, así como frutos para comer. Probablemente, los recursos proveídos por los árboles serían aún más necesario si tenemos en cuenta el deterioro económico y el agotamiento de las tierras como consecuencia de las guerras civiles entre diferentes caudillos romanos durante la Edad de Hierro que, hasta la Pax Augusta, asolaron la región de Italia. A su vez, desde la antropología se destaca la superioridad de los árboles por sobre los animales debido a que, los primeros reflejan las cuatro estaciones del año mejor que los animales y que se corresponden con el ritmo de la naturaleza, dan sensación de estabilidad y de durabilidad, servían como protección, refugio y comida, y permanecían fijamente en un sitio. Por último, desde un punto de vista más simbólico, los árboles unen la tierra con el cielo, están cerca del sol, de las estrellas y de la luna. No es menor resaltar que en diversos momentos históricos los árboles formaron parte de las mitologías lugareñas de las comunidades campesinas europeas, principalmente en la Edad Media, donde los bosques (el saltus) comprendía un espacio sagrado, que estaba prohibido ser roturado y que era de dominio comunal. Esta cualidad permanecerá latente hasta la Edad Moderna, cuando un nuevo orden en todos los niveles (económico, filosófico, cultural, etc.) le imprimiría un nuevo sentido a la naturaleza. No obstante, en Virgilio queda explícita una exaltación a las virtudes del campo en un contexto de urbanización en Roma que poco a poco desplazaba a la campaña como el espacio más importante en términos demográficos. Las Geórgicas de Virgilio deben entenderse en esos parámetros, como una vuelta a las raíces agrarias, en que la arboricultura es –junto a la cosecha de cereales, el procreo de animales y la cría de abejas– una de los motores para lograr dicho objetivo. En este sentido, podemos concluir que los árboles están presentes en las tres obras de Virgilio, escritas en su edad madura (las Bucólicas, las Geórgicas y la Eneida), sin embargo, adquieren mayor gravitación en la obra que estamos analizando, especialmente en el segundo libro del poema en el que describe el proceso de dominación de los árboles por parte de los campesinos y establece sus múltiples variedades como también sus particularidades regionales de acuerdo a la condición de los suelos. Citando, pues, al propio Virgilio: “varia ante todo es la crianza natural de los árboles”. 2)