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Una tetralogía de Fallot es una anomalía cardíaca congénita (es decir, con la que se nace). En
la tetralogía de Fallot, cuatro anomalías cardíacas relacionadas modifican la forma en que la
sangre circula hacia los pulmones y dentro del corazón.
Se corrige mediante una operación a corazón abierto poco después de nacer o más adelante
durante la lactancia. Algunos bebés necesitan más de una operación. La mayoría de los
lactantes que reciben tratamiento responden bien, aunque deben seguir visitando al especialista
en corazón para que les haga un seguimiento.
La cianosis es un signo muy frecuente. Un bebé sano también puede tener la piel azulada
alrededor de la boca o los ojos debido a las venas abultadas bajo la piel, pero sus labios y su
lengua serán de color rosa. SIGNOS Y SÍNTOMAS.
1.- Atender la esfera psicológica y emocional del niño/a y sus familiares, siendo de vital
importancia para garantizar una correcta cooperación y rehabilitación del paciente.
2.- Reposo en posición semisentado, se mantiene hasta que los signos y síntomas mejoren y se
evidencia una tolerancia a la actividad.
3.- Aliviar las manifestaciones respiratorias con oxígeno en la modalidad que el niño/a requiera,
la más aconsejable es el catéter o tenedor nasal.
4.- Ofrecer dieta hiposódica en niños/as mayores, en lactantes ofrecer leche de 15 calorías,
evita la retención de sodio y agua y previene los edemas.
5.- Valorar el peso diariamente, permite ver si el paciente ha tenido ganancia o pérdida de peso
durante la hospitalización, permite además valorar la evolución de los edemas y calcular la dosis
de los medicamentos.
6.- Confeccionar hoja de balance hidromineral, con el objetivo de cuantificar los ingresos y
egresos del paciente, y las pérdidas insensibles.
7.- Medir los signos vitales en los horarios establecidos, nos permite la detección precoz de
complicaciones.
12.- Observar signos de intoxicación digitálica Tales como fibrilación ventricular, taquicardia
marcada, astenia, confusión, desorientación, etc.
13.- Permitir el autocuidado del paciente si la edad lo permite, favorece su bienestar, erradica
temores, aunque se debe excluir las actividades agitadoras.
Es una infección de la sangre que se presenta en un bebé de menos de 90 días de edad. La sepsis de
aparición temprana se ve en la primera semana de vida. La sepsis de aparición tardía ocurre después de 1
semana hasta los 3 meses de edad.
Muchas bacterias diferentes, incluso la Escherichia coli (E colii), Listeria y ciertas cepas de estreptococo,
pueden causar sepsis neonatal. Los estreptococos del grupo B (EGB) han sido una causa mayor de sepsis
neonatal. Sin embargo, este problema se ha vuelto menos común porque se examina a las mujeres
durante el embarazo. El virus del herpes simple (VHS) también puede causar una infección grave en un
bebé recién nacido. Esto sucede más a menudo si la madre contrajo recientemente esta infección.
La sepsis neonatal de aparición temprana se presenta más a menudo dentro de las 24 a 48 horas del
nacimiento. El bebé contrae la infección de la madre antes de nacer o durante el parto.
Corioamnionitis
Colonización de estreptococos del grupo B
Han dado a luz a un bebé con sepsis debido a las bacterias anteriormente
Prevenir y tratar las infecciones en la madre, incluso el virus del herpes simple
Proporcionar un sitio limpio para el nacimiento
Dar a luz al bebé dentro de las 12 a 24 horas posteriores al rompimiento de la fuente (el parto
por cesárea debe llevarse a cabo dentro de las 4 a 6 horas posteriores o antes del rompimiento
de la fuente)
Los recién nacidos pretérmino (RNPT) presentan condiciones anátomo-fisiológicas que los hacen
particularmente vulnerables a los efectos de la oxígenoterapia. Por tal motivo, el cuidado debe tener
en cuenta tres aspectos primordiales: › determinar con certeza la necesidad; › implementar el
tratamiento con precisión; › prevenir las complicaciones. Para determinar la necesidad de oxígeno es
fundamental el control de la saturación en sangre en la recepción desde el nacimiento, con un
oxímetro de pulso, sobre la base de una tabla con los valores esperados para los primeros minutos
de la transición. Esta práctica, acompañada de la valoración clínica, permite evaluar la necesidad de
administrar oxígeno.