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Apuntes para una prehistoria del mambo.

Rubén López Cano

lopezcano@yahoo.com,
www.lopezcano.net

Escola Superior de Música de Catalunya

Rubén López Cano 2009

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López Cano, Rubén. 2009. “Apuntes para una prehistoria del mambo”. Latin American Music
Review 30 (2), pp. 213-242. www.lopezcano.net
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Apuntes para una prehistoria del mambo Rubén López Cano

[Pág. 213►] [Para facilitar las referencias y citación de este articulo, se indica el número de la

página de la edición original en Latin American Music Review 30 (2), 2009 pp. 213-242. El

número de página se coloca justo en el sitio donde comienza].

Resumen: El análisis de reediciones recientes de grabaciones de los años cuarenta realizadas por
orquestas cubanas en la Habana y Nueva York, así como de nueva información documental que ha
aparecido en los últimos años, sugiere que hubo más contactos entre músicos y músicas de ambas
ciudades de lo que se suele reconocer. La importación y reinterpretación en los Estados Unidos de modas
musicales habaneras, en especial las secciones mambedas de las guarachas y el danzón, quizá colaboró
a la conceptualización del mambo como género autónomo. Dámaso Pérez Prado pudo ser testigo de este
proceso de transterritorialización de la música cubana llevada a cabo, entre otros, por Machito, José
Curbelo, Miguelito Valdés y Anselmo Sacasas. Probablemente eso influyó en su proyecto y determinó la
creación de su famoso mambo. El análisis de estas relaciones confirma una vez más la dificultad de
contar una historia narrativa-lineal de este género.

Palabras Clave: mambo, transterritorialización de la música cubana, música y estudios transnacionales

Abstract: Analysing recent recordings from 40’s by Cuban orchestras from Havana and New York, as well
as the new documental data and information recently issued, it is possible to conclude that there where
much more contact between music and musicians of both cities rather than we use to recognise. The
importation and reinterpretation in USA of fashionable music practises from Havana, specially the mambo
sections of the Guaracha and Danzon, probably played a specific role in the conceptualization of the
mambo as an independent musical genre. Damaso Pérez Prado could see this process of
transterritorialization of Cuban music made by Machito, José Curbelo, Miguelito Valdés y Anselmo
Sacasas among other Cuban musicians. Probably, this process influenced his musical project and the
creation of his famous mambo style. This analysis confirms once again the difficulties in tales one linear
and narrative story of mambo’s history.

Key words: mambo, transterritorialization of Cuban music, music and transnacional studies

[Pág. 214►]

1. ¿Quién “inventó” el mambo?

Cuando se formula el problema de la creación del mambo se suele citar ese conocido

fragmento que cantaba Benny Moré (Santa Isabel de las Lajas 1919-La Habana 1963): “¿Quién

inventó el mambo que me sofoca?,/ ¿quien inventó el mambo que a las mujeres las vuelve
2
locas?… ¿Quién inventó esa cosa loca?... ¡Un chaparrito con cara de Foca!!”, refiriéndose
3
obviamente a Dámaso Pérez Prado (Matanzas 1917- Ciudad de México 1989). Sin embargo,

entre 1949 y 1951, la orquesta de Tito Puente con la voz del cubano Vicentico Valdés graba en

Nueva York “Mambo en blues” la cual ofrece su propia opinión al respecto: “Dicen que nació en

Nueva York,/ México también lo aceptó,/ a Borinquen loco volvió/ y en la Habana fue

sensación”.

El problema de su origen ha sido un tema muy discutido por los estudiosos del mambo.

Al parecer ya nadie niega que nació en Cuba. Sin embargo, el tema del compositor que lo creó

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continúa siendo una de las polémicas más álgidas de la “mambología”: ¿fue una creación

original de Pérez Prado o éste es sólo la figura más famosa de una música que tuvo otros

“inventores”? Según Leonardo Acosta (2004: 268-269), la discusión se inicia en los años

cincuenta cuando Arsenio Rodríguez afirma ser el verdadero introductor del “diablito” (nombre
4
que le daba al guajeo sincopado característico del mambo) en los Conjuntos de Son. En los

sesenta, Odilio Urfé (1979) y María Teresa Linares (1974) reivindicaron el papel del danzón

“Mambo” de Orestes López como origen de los guajeos y del género. Más tarde, en una

entrevista, Pérez Prado se proclama como único inventor y afirma que el término no tenía

connotaciones musicales antes de él (Hernández 1986: 17). Orestes López y Antonio Arcaño

contestaron indignados inmediatamente (Hernández, 1986 28 y ss. y 59-60). Más

recientemente, Bebo Valdés alimenta la polémica reivindicando que el estilo del mambo era

patrimonio de muchos músicos cubanos durante los cuarenta (Burstein, 2005; Diego Salazar,

2005 y Larraguibel, Sin fecha).

Si bien Acosta señala que la discusión ha mezclado una noción de mambo como ritmo
5
y otra como género (2004: 90), desde 1989 afirma que el mambo era algo que “estaba en el

ambiente” en la escena musical de fines de los cuarenta. Por otro lado, pese a que el papel

protagónico de Pérez Prado no se pone a discusión (Acosta, 1993: 29), la nómina de músicos

que posiblemente intervinieron en la formación del género sigue aumentando. A Pérez Prado,

Orestes López y Arsenio Rodríguez se han sumado el pianista René Hernández, Julio Cueva,

Israel “Cachao” López, Bebo Valdés, el tresero y arreglista Andrés Echeverría (Niño Rivera) y

más recientemente Estanislao Serviá, un danzonero poco estudiado que parece que se

adelantó a Orestes López en la inclusión de guajeos sincopados en el danzón (Acosta, 2004:

91).

En el ámbito de los músicos cubanos que trabajaron en Nueva York y colaboraron a

desarrollar el estilo en esa ciudad, se suelen [Pág. 215►] citar a Frank Grillo “Machito” y Mario

Bauzá principalmente. Mientras sólo algún autor norteamericano concede importancia en el

desarrollo del mambo neoyorkino a Marcelino Guerra y José Curbelo (Roberts 1999a: 123-124
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y 1999b: 71), el aporte de Anselmo Sacasas y Pupi Campo apenas se ha mencionado. En

este artículo me propongo reconsiderar las conexiones Habana –Nueva York en la formación

del mambo revisando el papel que jugaron Miguelito Valdés, José Curbelo y Anselmo Sacasas

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en las prácticas musicales relacionadas con éste y sus aportes al proceso de construcción y

difusión del género. Me concentraré en algunos acontecimientos acaecidos alrededor de 1946,

año fundamental para su desarrollo, comparando lo que pasaba en la Habana y Nueva York.

Para ello analizaré algunas de las grabaciones de estos músicos reeditadas recientemente, así

como la información ofrecida en la Encyclopedic Discography of Cuban Music vol. II de

Cristóbal Diaz Ayala (2002).

Metodológicamente procederé a tomar como eje de mi análisis, el estilo de mambo

característico de Pérez Prado que fue el de mayor éxito y difusión. Como es conocido,

existieron muchos otros estilos de mambo entendido como un género o un tipo de música o

tipos de músicas estrechamente relacionadas entre sí. No pretendo reducir todo el complejo de
7
músicas de mambo al estilo de Pérez Prado, simplemente lo propongo como un inicio

necesario para comenzar a reconstruir este complejo rompecabezas. Fundamentalmente este

artículo se concentrará en describir cómo se fueron desarrollando los rasgos estilísticos más

fuertes del mambo de Pérez Prado durante los años cuarenta y cómo aparecen casi

simultáneamente tanto en orquestas de la Habana como de Nueva York. En el caso de las

orquestas de la Habana, consideraré grabaciones donde es seguro que Dámaso participó,

grabaciones donde es seguro que no participó, así como grabaciones en la que no está claro

que haya participado. En términos generales, compararé constantemente el estilo del mambo

de Pérez Prado con el de sus colegas neoyorkinos.

Debido a que me concentraré en acontecimientos ocurridos en torno a 1946, no tomaré

en cuenta la escena de mambo desarrollada en México fundamentalmente a partir de la llegada

de Dámaso Pérez Prado la capital entre 1948 y 1949. Si bien Benny Moré llega a México en
8
1946, su incursión en el Mambo no comienza hasta la llegada de Pérez Prado.

Mi objetivo no es reavivar las polémicas sobre el lugar donde se originó el mambo ni

sobre su creador, sino ofrecer información que nos invite a cuestionarnos sobre la pertinencia y

productividad de esas preguntas de investigación. Incidiré en la necesidad de proponer nuevas

vías de estudio, que si bien no van a contribuir a resolver cuestiones ontológicas, si

colaborarán a explicitar la naturaleza de la discusión.

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2. Mambo número 5: los tipos estilísticos del mambo

Como estrategia para comprender el desarrollo estilístico del mambo de Pérez Prado
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estableceré algunos de sus tipos estilísticos principales. Para tal efecto propongo que usemos

como prototipo su “Mambo No. 5” que junto con “Que rico el mambo” fueron los temas que le
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abrieron el éxito mundial al tiempo que establecieron sus características fundamentales.
11
El tema se clasificó como “mambo-kaén” y es predominantemente instrumental.

Posee forma de rondó: A-B-A’-C-A’’-D-coda. Cada sección está enmarcada por una potente

cadencia rítmica a tutti que llamaremos bloque (b). En determinado momento aparece un solo

de bongó (que luego omitirá en grabaciones posteriores): b1Ab1’-Bb1 solo bongo-A’b2-Cb3-A’’b4-D-

coda. Los bloques recuerdan las cadencias de la rumba y poseen silencios totales que, pese a

durar muy poco, tensan las expectativas del oyente. La sección A presenta un riff muy

sincopado y articulado que se repite en ostinato en los saxos sobre los cuales las trompetas
12
desarrollan diferentes melodías (ver Ejemplo 1.).

Ejemplo 1. Riff 1 de “Mambo 5” de Dámaso Pérez Prado

[Pág. 216►]

La melodía de las trompetas es simple y de gestos bruscos siempre en el registro

agudo. Cuando se repite la sección por primera vez (A’) las trompetas realizan un efecto

característico del mambo conocido como shake o chiva: ejecución en el registro extremo agudo

en sforzato y con dinámica forte o mayor, con la que se ejecuta un trino a distancia de tono,

semitono o microtonal (Duarte, 2006: 27). El efecto es electrizante. En A’’ la melodía de la

trompeta es aguda muy articulada y golpeada el final de cada nota. La sección B es otro riff de

carácter similar al anterior pero de melodía diferente (ver Ejemplo 2).

Ejemplo 2. Riff 2 de “Mambo 5” de Dámaso Pérez Prado

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Después de dos compases del riff en los saxos, las trompetas se incorporan

repitiéndolo a una octava alta otros dos compases. A la acumulación paulatina de instrumentos

de metal en interludios instrumentales se le llama chambola. La sección C es un Coro que

repite “Si, si, si, yo quiero mambo, mambo”. Recuerda vagamente un coro similar del danzón

“Mambo” de Orestes López. La última sección (D) está de nuevo construida sobre un riff

sincopado cromatizado (ver Ejemplo 3).

Ejemplo 3. Riff 3 de “Mambo 5” de Dámaso Pérez Prado

Las trompetas animan el tempo al superponer a este riff otro con mucho swing en el

que ejecutan un pequeño glisando descendente al final de cada frase. En todo momento el bajo

ejecuta el tercer y cuarto tiempo del compás recordando el tumbao de los danzones de “nuevo

ritmo”. Termina con un acorde alterado de jazz.

Resumiendo algunos de los principales tipos estilísticos del “Mambo No. 5” de Pérez

Prado: (1) Riffs sincopados que se repiten en ostinato en los saxos que funcionan como base

de las melodías principales; (2) melodías desarrolladas por las trompetas en registro agudo y

sobreagudo; (3) shake o chiva en las trompetas; (4) cadencias rítmicas vigorosas y con

silencios tensantes intercalados; (5) tumbao del bajo según el danzón de nuevo ritmo; (6)

chambolas o superposición paulatina de instrumentos de metal y (7) coro característico. Estos

tipos estilísticos aparecen una y otra vez, de manera más o menos literal o en diversas

realizaciones o variantes, en piezas de mambo de Pérez Prado y de otros autores. Resulta muy

interesante buscar rastros de estos tipos en algunas músicas cubanas que interpretaban

orquestas con formato jazz band en la Habana y Nueva York durante los años cuarenta.

[Pág. 217►]

3. En el origen fue el Danzón

La hipótesis más extendida y plausible afirma que los riffs sincopados en ostinato provienen de

los guajeos del “danzón de nuevo ritmo”. A fines de los años treinta agrupaciones como la

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Orquesta Arcaño y sus Maravillas introdujeron en la última sección del danzón motivos

sincopados ejecutados en las cuerdas en ostinato, presuntamente inspirados en los motivos

que usaban los treseros orientales para comenzar sus sones (Urfé 1979: 57). Sobre el ostinato

se sucedían improvisaciones de flauta (repitiendo rítmicamente notas individuales, sin articular

melodías), piano y tumbadora. El ostinato lo llamaron guajeo y uno de los primeros danzones

compuestos con está técnica fue precisamente el llamado “Mambo” (ca. 1937 y 1939) de

Orestes “Macho” López (La Habana 1908-1991), chelista de la Orquesta de Arcaño (ver

Ejemplo 4).

Ejemplo 4. Guajeo en las cuerdas de la última parte del danzón “Mambo” de

Orestes López.

El éxito de las Jazz Bands (o Big Bands) durante los años treinta en los Estados Unidos

propició su difusión por la Habana (Acosta, 2004: 182). Podían tocar más variedad de géneros

que otro tipo de orquestas (como las charangas) por lo que hacia 1945, cuando la Habana se

convierte en un centro turístico de primera importancia, ocupan puestos relevantes dentro de la

industria turística y musical (Acosta 2000: 136). Las jazz band se apropiaron de la técnica del

guajeo sobre todo en sus interpretaciones de las guarachas. La primera parte de este género

solía ser estrófica mientras la segunda, también llamada montuno, era de carácter más

animado y bailable. Aquí solían aparecer los guajeos sincopados ostinatos ejecutados en los

saxofones sobre los que las trompetas articulaban los riffs y melodías principales. La historia

más común cuenta que las guarachas que presentan secciones con guajeos dieron origen al

mambo de Pérez Prado.

Una de las primeras grabaciones conservadas de estas guarachas ejecutadas en Jazz

band y con aroma a mambo es “Figurína del solar” de Chapotín y Pérez Cánova. Según el
13
catálogo de Diaz Ayala, fue grabada el 24 de febrero de 1944 por la Orquesta de Julio Cueva

y con la voz de Orlando Guerra “Cascarita” (Camagüey 1920-Ciudad de México 1973) (Díaz

Ayala 2002: ficha 630). Después de dos estrofas de introducción comienza el montuno que

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presenta una variante del guajeo que vimos en el danzón “Mambo”, melodizado

cromáticamente (ver Ejemplo 5).

[Pág. 218►]

Ejemplo 5. Guajeo de “Figurina del Solar”

Toda la sección tiene la sonoridad de las guarachas mambedas que grabaría Pérez
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Prado durante los años siguientes. ¿Quién realizó el arreglo de este tema? En esta época

René Hernández (Cienfuegos 1916-Puerto Rico 1977) era el pianista y arreglista de la orquesta

de Cueva. Sin embargo, eso no nos asegura que este arreglo “mambeado” sea de su autoría.

Sabemos que Pérez Prado solía ser el arreglista preferido de “Cascarita”. Si bien el solo de

piano de la grabación no posee en absoluto el estilo de Pérez Prado, por lo que es muy

probable que lo ejecutara el propio Hernández, el arreglo pudo ser original de Dámaso y haber

sido comprado por Cueva. Era muy habitual que arreglistas y compositores vendieran sus

arreglos a otras orquestas aun cuando trabajaran en exclusiva para una. Esto complica mucho

el establecimiento de estilos personales entre los compositores, arreglistas y orquestas. Es

posible escuchar el estilo de Pérez Prado en muchos temas grabados por “Cascarita” con

diferentes orquestas en la época en que el primero era el pianista y arreglista “oficial” de la

Orquesta Casino de la Playa. Por otro lado, algunos temas de guarachas o mambos que

tuvieron éxito en Nueva York fueron comprados en la Habana por un par de dólares lo que

contribuyó a la difusión del estilo mambeado en los Estados Unidos.

La discusión sobre el autor del arreglo de “Figurina del Solar” es relevante toda vez que

se considera a Hernández como otro de los “inventores” del Mambo. En efecto, en diciembre

de 1945 abandonaría la Orquesta de Julio Cueva para sustituir a Joe Loco en el piano de los

Machito’s Afrocubans en Nueva York (Salazar 2002) introduciendo de este modo “el mambo en
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la orquesta de Machito, con sus arreglos y su estilo pianístico” (Acosta 1993: 31).

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4. Teorías sobre la “evolución” del guajeo

Durante la primera mitad de los años cuarenta, el término “mambo” era utilizado por los

músicos de charangas y jazz bands para designar: 1) la composición “mambo” de Orestes

López; 2) la última sección del danzón del nuevo ritmo o 3) la sección correspondiente de las

guarachas mambeadas. Quizá por estas fechas se comenzó a utilizar este concepto también

en las descargas de jazz (jam sessions) en las que se pedía que un instrumento de

acompañamiento (piano o saxofones) ejecutase como base un guajeo [Pág. 219►] sincopado

o un tumbao en el bajo o piano similar a los que se utilizaban en los danzones de nuevo ritmo,

sobre el que se improvisaba.

Es posible imaginar un desarrollo lineal que va de los motivos sincopados de los

treseros orientales del Son, al guajeo del mambo, pasando por el danzón de nuevo ritmo y las

guarachas “mambeadas” de jazz band (ver figura 1). Sin embargo, Enrique Jorrín, creador del

Chachachá, afirmaría “algo molesto por la polémica” que Pérez Prado (o cualquier arreglista de

jazz band) podía haberlos importado directamente del Son sin pasar por el danzón (Roy, 2003:

101) (ver figura 2).

Figura 1. Modelo unidireccional de “evolución” del guajeo del son hacia el mambo.

Figura 2. Modelo multidireccional del desarrollo del guajeo del mambo.


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Esta posibilidad es digna de ser tomada en cuenta. Varios estudiosos han reparado en

que la única grabación que conservamos del Danzón mambo de Orestes López realizado por la

orquesta de Arcaño y que exhibe el guajeo, data de principios de los años cincuenta, después

del éxito de Pérez Prado. No es seguro que esa grabación repitiera la sonoridad de los treinta y
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nada nos asegura que no haya sido influenciada por las sonoridades de la época. Sin

embargo, la práctica del guajeo en el danzón “de nuevo ritmo” anterior a los cincuenta está

ampliamente documentada y se aprecia en muchas otras piezas (Cuéllar Vizcaíno [1948] 1993;

Urfé [1948] 1993 y Leymarie 2002: 114).

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Por otro lado, es cierto que en muchas piezas de jazz band que no tienen relación ni

con las guarachas mambeadas ni con el mambo, es posible escuchar estos motivos

sincopados que seguramente copiaban de los motivos de acompañamiento del Son. Véase por

ejemplo la guajira “Sopa de Pichón” que Machito grabó entre 1941 y 1942 en Nueva York (es

decir, cronológica y espacialmente alejado de las músicas relacionadas con el mambo) (ver

Ejemplo 6).

Ejemplo 6. Riff sincopado en “Sopa de Pichón”.

No niego la posibilidad que los dibujos sincopados del mambo pudieron tener su origen

directamente en los diseños de los treseros de son. Por otro lado, metodológicamente son

dudosos los modelos simplistas que pretenden relatar la historia como una serie de

causalidades directas y unívocas que sustentan un relato único y lineal. Sin embargo, hemos

de admitir que no todo motivo sincopado puede generar el espíritu de los guajeos del mambo y

ciertamente el guajeo del danzón de nuevo ritmo aportó mucho más que un par de síncopas. El

propio Arcaño cuenta que esta innovación fue motivada por las necesidades de los
17
bailadores. El danzón es uno de los bailes más protocolarios del Caribe y sus normas de

etiqueta han de seguirse estrictamente: “cuando yo empecé a tocar en el año 1926, el danzón

todavía era un baile de salón muy formal, muy tradicional, con un esquema muy rígido” (Israel
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“Cachao” López en Padura, 1997: 130). La sección mambeada del danzón se inserta al final,

después de que cada pieza haya cumplido varios protocolos de rigor. Esto quiere decir que

ocupa un momento específico dentro de una trama narrativa de naturaleza emotivo-kinético-

gestual. Su ritmo incisivo y picante era experimentado por los bailadores como una liberación

cuya progresión constante los conducía hacia una suerte de éxtasis dancístico. Sobre esta

característica del mambo danzonero tenemos el testimonio que Manuel Cuellar Vizcaíno

publicó en la revista Bohemia a mediados de 1948:

Desde hace un tiempo venimos observando algo completamente nuevo en el ambiente

de los bailadores [….] Es un nuevo estilo de bailar el danzón en su parte final impuesto

[…] por un nuevo estilo de tocar [… el] cuarto paso que el bailador ni siquiera marca con

el pie sino con un estremecimiento del cuerpo, como sacudiéndose de algo que empieza

a cosquillearle en la espalda a la altura del riñón y le sube mordente hasta los hombros.

Ya en el frenesí del baile los integrantes de la pareja tienden a separarse y sacudirse

cada uno por su cuenta gozando a sus anchas el embrujamiento de la música […] los

bailadores […] tienen necesariamente que exhalar gritos como explosiones de válvulas

de seguridad. Lo descrito en parte o conjuntamente, recibe el nombre de mambo

(Cuéllar Vizcaíno [1948] 1993: 23-24).

[Pág. 221►]

Como todo estilo nuevo de baile que provoca el éxtasis, el mambo danzonero tuvo sus

detractores:

Los enemigos del mambo alegan que con él desaparece la elegancia y donaire del

danzón […] arguyen que “eso” vino de los americanos como una agresión a nuestro

baile puramente nacional, introduciendo con él los movimientos y gestos prosaicos que
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en nada se avienen con nuestras costumbres (Cuéllar Vizcaíno [1948] 1993: 24).

Antes de que las orquestas de baile lo usaran, el término mambo designaba prácticas

rituales y musicales afrocubanas sobre todo de la cultura Congo o Bantú (Urfé [1948] 1993: 31;
19
Casanova 2000: 79; Cabrera 1984: 41, Giró 1998: 211 y Ortiz: [1950] 1998: 144-145). Pero

en el ámbito del virtuosístico y acrobático estilo de rumba columbia, era una categoría estética

que expresaba “eficiencia, exigencia, asentimiento” (Urfé [1948] 1993: 31 y Ortiz: [1950] 1998:

151). Me parece muy relevante este punto: en mi opinión, el término “mambo” remite a este
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efecto de lograr eficazmente el éxtasis y entrega total al cuerpo alcanzado por los bailadores de

la Columbia. De alguna manera, este frenesí danzario era vivido en su propio estilo en la nueva

sección de los danzones y era una de las motivaciones de las jazz bands para integrar los

guajeos en los montunos “mambeados” de sus guarachas. Así lo vemos en el siguiente

ejemplo.

El 27 de noviembre de 1945 “Cascartita” y Pérez Prado, ya como miembros de la

orquesta Casino de la Playa, graban la guaracha “Coge pa’ la cola” (Díaz Ayala 2002: ficha

436A). Desde la primera estrofa en la primera sección aparece ya una sección guajeada a

manera de prolepsis retórica o flash-forward de lo que será el montuno. Es como si el éxtasis

se precipitara, como si el climax se quisiera alcanzar lo antes posible (ver Ejemplo 7).

Ejemplo 7. Guajeo anticipado de “Coje pa´la cola”.

Pero el punto culminante del tema se alcanza en la segunda parte a través de la

repetición de un guajeo cromático (ver Ejemplo 8).

Ejemplo 8. Guajeo principal de “Coge pa’ la cola”.

[Pág. 222►]

El solo de piano está lleno de clusters, silencios tensos, arrebatos virtuosísticos, notas

sobreagudas golpeadas como si se tratara de un tambor de rumba y no de un teclado: ese era

el estilo pianístico de Pérez Prado. En los compases culminantes “Cascarita” observa el nivel

de éxtasis que ha alcanzado la música por medio de la repetición del guajeo y exclama: “!oye el

mambo!, ¡el mambo está botao!… ¡oye!, ¡cómo está, cómo está el mambo!…”. Ese era el
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espíritu del “mambo” en las guarachas de las jazz bands y la función de su guajeo.

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5. Las guarachas y el mambo

Durante los años cuarenta convivieron por lo menos tres tipos de guarachas que colaboraron

en mayor o menor medida al desarrollo de los guajeos del mambo. Éstas son: Guarachas con

ostinatos no guajeados, Guarachas lentas con ostinatos sincopados y Guarachas

“mambeadas”. Me limitaré a citar ejemplos grabados hasta 1945.

5.1. Guarachas con ostinatos no guajeados.

Son guarachas que presentan pequeños motivos que se repiten en ostinato en los

saxofones pero que no poseen el tipo de síncopa característica del guajeo. Pertenecen a esta

categoría guarachas como “En tiempo de mangos”, “No tengo tambó”, “Ya’ tá”, “Castillitos en el

aire” (clasificada como Son guajiro), “El cuento del sapo” y “Dice mi gallo”, todas grabadas por

la Orquesta de Julio Cueva. La Orquesta Casino de la Playa con la voz de Cascarita y arreglos

de Pérez Prado por su parte, grabó “Azúcar pa’ un amargao”. La Orquesta de los Hermanos
21
Palau grabó también con Cascarita “Apriétame más”.

5.2. Guarachas lentas con ostinatos sincopados

Estas guarachas de tempo lento y pesado poseen cierto “aire de familia” con el tema

“Me voy Pa’l Pueblo” que podríamos considerar como prototipo de esta clase y que grabó

Benny Moré en México hacia 1948 con la Orquesta de Mariano Mercerón. En este tipo los

motivos ostinatos si presentan sincopas muy pronunciadas aunque no con la velocidad ni el

“swing” de los guajeos mambeados. Pertenecen a esta categoría temas como “Sacando
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boniato”, grabada por Julio Cueva; “Yo pico un pan” y la estupenda “Esto es lo último”,

grabados por la orquesta Orquesta Casino de la Playa con “Cascarita” y Pérez Prado. Por su

parte, dentro de este estilo la Orquesta de los Hermanos Palau (también con Cascarita) grabó
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“Baltasar tiene un pollo” y el clásico “Puntillita”.

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5.3. Guarachas mambeadas

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Estas guarachas que presentan en su montuno variantes del tipo de guajeo que hemos

visto anteriormente. Su síncopa y swing las emparientan con lo que será el mambo. Además de

los temas ya mencionados, pertenecen a este estilo “¿Por qué llora la vaquita?” y “¿Qué no le
25 26
tiraron?” ambas grabadas por la Orquesta de Julio Cueva.

He mencionado sólo ejemplos de guarachas grabadas hasta 1945 porque, como

veremos, alrededor de 1946 ocurren una serie de hechos fundamentales para el desarrollo del

mambo como género independiente. Curiosamente, éstos ocurren indistintamente en Nueva

York y la Habana por músicos que residen en una de las dos ciudades y viajan a la otra en un

proceso de conexiones e interconexiones que debemos analizar.

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6. La conexión Pérez Prado (o Dámaso en Freezelandia )

Varias fuentes coinciden en que Pérez Prado realizó un viaje a Nueva York a principios de

1946. John “Big Daddy” Rodríguez, famoso bongosero que tocó para las principales orquestas

latinas de Nueva York, recuerda que lo conoció en la cafetería “la Salle”, el emblemático punto

de reunión de los músicos hispanos. Rodríguez le ayudó a conseguir un abrigo para sortear el

invierno. Pérez Prado intentaba vender sus arreglos para big band a dos dólares. Rodríguez,

en aquel momento bongosero de Xavier Cugat, recuerda que éste grababa al menos una vez al

mes y siempre necesitaba números nuevos. Pese a que “en aquella época era más fácil tener

audiencia con el Papa que con Cugat”, logró persuadirlo que comprara algunos de ellos… y

parece que compró bastantes (Salazar, 2002: 107).

Pero al mismo tiempo que Pérez Prado viajaba a Nueva York, importantes músicos

cubanos afincados en esa ciudad visitaban la isla. En realidad nunca perdieron contacto y

continuamente viajaban a la Habana por asuntos familiares o profesionales. Acostumbraban

fichar músicos y cantantes además de comprar arreglos y música impresa de las tiendas o

directamente de los compositores y arreglistas:

Tanto Machito como Tito Puente y otros directores de orquestas latinas radicados en Nueva York

contrataban a menudo a músicos que se encontraban en La Habana. Un enlace habitual para

esos directores fue Armando Romeu, quien en más de veinte años al frente de la orquesta de

Tropicana recibía frecuentes visitas de colegas de Nueva York que acudían a pedirle consejo, al

igual que en Nueva York acudían a Mario Bauzá (Acosta, 2000: 190-191).

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Apuntes para una prehistoria del mambo Rubén López Cano

[Pág. 224►]

7. La conexión Miguelito Valdés

Uno de los músicos establecidos en Nueva York que mayor actividad y reconocimiento

profesional tuvieron en Cuba, fue Miguelito Valdés (La Habana 1912-Bogotá 1978). Al parecer,

entre diciembre de 1945 y enero de 1946 visitó la Habana para someterse a un “tratamiento

médico para superar una gravísima afección de sus cuerdas vocales” (Pujol 2000). Durante ese

viaje fue aclamado popular y oficialmente como si se tratara un héroe nacional y llegó a recibir

alguna medalla oficial (Salazar, 2002: 45). Entre finales de 1946 y principios de 1947, realiza en

la Habana una serie de grabaciones “con auténticos músicos cubanos” para su compañía

Musicraft (Pujol 2000). De los ocho temas grabados destaca “Algo nuevo” atribuido al propio
28
Valdés. Pese a que se clasificó como rumba, “Algo nuevo” suena más como un Son (o Son

guajiro). La canción, alejada de la sonoridad característica de la música grabada en la Habana

por ese entonces, desarrolla la melodía principal por secuencias que descienden

cromáticamente y acompañan el siguiente texto: “Algo nuevo/ para la rumba/ que le faltaba/ pa’

completar,/ no son timbales/ ni las maracas,/ tampoco el güiro/ ni el tumbador/... y es el

mambo…”.

La canción no especifica en qué consiste exactamente el mambo que pregona. Durante

la primea parte, el bajo toca un tumbao marcando el tercer y cuarto tiempo, similar al del

danzón de nuevo ritmo. En el estribillo, el bajo cambia haciendo algo parecido a una guajira y

en la segunda parte introduce en el tercer tiempo el estilo de bajo anticipado del Son (Manuel

1985: 249). Al final de dos grandes secciones, los instrumentos entonan un largo riff

entrecortado por silencios y sincopas (ver Ejemplo 9).

Ejemplo 9. Riff de la últimas secciones de “Algo Nuevo”

No es un ostinato y es muy leve su parecido con los guajeos de las guarachas

mambeadas. Fuera de los dos tenues rasgos mencionados, la canción no presenta ningún otro
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Apuntes para una prehistoria del mambo Rubén López Cano

elemento similar ni al mambo del danzón ni a las guarachas mambeadas. Quizá se trate de uno

de los primeros ejemplos de aquello que Pérez Firmat (2000: 105) llama metamambos o

mamboides: temas que sin ser mambos lo celebran y le cantan. Lo que sí es posible afirmar es

que la canción nos muestra la importancia que le daban los músicos cubanos de Nueva York a

“eso nuevo”·que hacia 1946 causaba furor en Cuba. Varios temas como este se encargaron de

transmitir la noticia del nuevo ritmo, género o práctica, a los latinos que residían en la “Gran

Manzana”.

Pero hay otro ejemplo más intrigante todavía. Presuntamente en 1946 Valdés graba

con su sexteto para la misma compañía una interesante [Pág. 225►] descarga llamada

”Mambo 2” la cual transcurre sobre un guajeo mambeado dividido entre varios instrumentos a

manera de hoquetus (ver Ejemplo 10).

Ejemplo 10.Guajeo principal de “Mambo 2” de Miguelito Valdés

La única información sobre este tema lo ofrece la casa discográfica en la que apareció

recopilado en el año 2000 (CD Tumbao TCD 104). Díaz Ayala no provee datos de la matriz.

¿Se tratará de un pariente prematuro de las descargas de Peruchín o Chico O’ Farril sobre

guajeos mambeados que desarrollarían años más tarde? Estilísticamente, la pieza parece más

cercana a las descargas que el grupo instrumental de Miguelito Valdés al frente de René

Hernández grabara hacia a1949 para la SMC de Gabriel Oller en Nueva York y que incluye

temas como “Gandinga” o “Harlem Special” arreglados por el propio Valdés y Hernández

(Salazar 2002: 47). He aquí un nuevo misterio para la mambología.

Volvamos a Pérez Prado por un momento. Revisando los registros de grabación de

Diaz Ayala, vemos que hay un período en que deja de grabar en la Habana desde mediados de

marzo a principios de julio de 1946. Es posible que dentro de ese período viajara a Nueva York.

Cascarita tiene una sesión el 15 de marzo con la Orquesta de los Hermanos Palau con quienes

graba “Baltasar tiene un pollo”. El sonido de algunos empastes de saxofones son muy
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Apuntes para una prehistoria del mambo Rubén López Cano

parecidos al estilo de Pérez Prado que muy probablemente haya sido el autor del arreglo. Pero

como la pieza no tiene sólo de piano, no sabemos si Dámaso participó en la grabación. Donde

seguramente sí participó es en una sesión del 4 de marzo en la que, con el Conjunto Pérez

Prado, grabó entre otros temas, “El tumbaito”. Es curioso que, en esa misma época, esta

guaracha fuera grabada en la Habana por Miguelito Valdés en las sesiones que mencionamos

antes y sólo cuatro días después que Dámaso, por Anselmo Sacasas en Nueva York. Pero con

respecto a Sacasas y esa sesión de grabación hay cosas más interesantes. Así que revisemos

la conexión Sacasas.

8. La conexión Anselmo Sacasas

Anselmo Sacasas (Manzanillo 1912- Miami 1998) llegó a Nueva York con

Miguelito Valdés en 1940 después de vivir una época brillante con la Orquesta Casino de la

Playa en la Habana. Sus frecuentes viajes a Cuba [Pág. 226►] incluyen el de 1942 cuando

visitó a su padre enfermo y el de 1945 cuando acude en busca de un cantante. En Nueva York
29
era muy difícil encontrar cantantes apropiados para el estilo cubano, así que a la caza de
30
voces encuentra en la Habana a Rubén González, por aquel entonces cantante del Conjunto

Niagara, a quien se lleva a Nueva York y con el que grabaría algunos de sus más importantes

temas (Pujol 1995b y 1996). Sacasas introdujo en sus arreglos muchas modas y tendencias
31
musicales de la Habana, particularmente relacionadas con el danzón. No es extraño, pues en

sus inicios trabajó con orquestas tipo charanga y siempre se declaró “orgulloso de ser

Charanguero” (Salazar, 2002: 60). En temas como “Pa’ lo pollo maí” y “Vamos a gozar”

introduce en los montunos secciones de tumbao que recuerdan los tumbaos del danzón de
32
nuevo ritmo. Mención aparte merece precisamente su versión de “El tumbaito” en el que

inserta en diversas ocasiones fragmentos del tumbao del célebre danzón “Almendra” del

compositor Adalberto Valdés con quien trabajó en la Charanga de Tata Pereira en los años
33
treintas. Sobre este tumbao característico, Sacasas introduce en las trompetas el efecto de

shake o chiva (ver Ejemplo 11). Esta grabación es una de las primeras donde aparece este

efecto y la más antigua del conjunto de grabaciones estudiadas y reseñadas en la discografía.

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Ejemplo 11. Referencia al tumbao de Almendra en la versión de “El Tumbaíto” de

Anselmo Sacasas

Más interesante aún es una guaracha grabada en la misma sesión llamada ni más ni

menos, “Mambo” (de C. Valencia y Sacasas). Pese que el tema se reeditó en 1996 (Tumbao

CD-079) no ha merecido la atención de la mambología y sólo es mencionado indirectamente

por Perez Firmat (2000:101). En muchos aspectos, esta canción repite algunas de las

características estilísticas de las guarachas de este período de Sacasas como modulaciones

entre secciones, introducciones e interludios con parecido a [Pág. 227►] músicas de Broadway

períodos melódicos estrictos que desarrollan melodías estilo Tin Pan Alley, etc. Sin embargo,

presenta también algunos elementos sumamente novedosos y que no he encontrado en temas

anteriores tanto de la Habana como de Nueva York, en las grabaciones estudiadas. La

guaracha tiene nueve secciones:

(1). Introducción: las trompetas entonan una melodía muy en estilo de Sacasas por

ocho compases a los que le sigue un pequeño interludio de bajo y piano al unísono. (2).

Canción en versión instrumental. La melodía principal la llevan sucesivamente trompetas,

piano y cuerdas. La canción consta de una primera parte (A). La segunda (B) modula a la

subdominante (aquí la melodía principal en las trompetas se hace muy articulada-sincopada y

canta sobre ritmos sincopados ejecutados por los saxofones que no semejan guajeos

mambeados) y por último un Estribillo. [Regresa de la modulación] (3). Se repite la canción


34
pero esta vez con letra, la cual es todo un documento: A). “En mi Cuba (ideal) , el país sin

igual no se baila ya más la rumba./ Ni tampoco el buen son, siempre muy sabrosón (eso sí ya

tu vez) le zumba. / Nuevo ritmo salió ya era hora por Dios este cambio me alegra tanto. /Si tú

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quieres gozar y aprenderlo a bailar, ven y escucha lo que te canto”. B) [modula a la

subdominante]: “Tienes que bailarlo suave, tienes que bailarlo bien./ Echa un pie y no te trabes,

ya verás qué fácil es./ Vamo’ a empezarlo a bailar”. Estribillo: Coro: “Mambo”; Solista: ”yo

quiero bailar”; Coro: “Mambo”; etc. [pequeña cadencia rítmica a la que le sigue] (4). Interludio

instrumental 1. (5). Estribillo: Coro: “Mambo”; Solista: ”yo quiero bailar”, etc. [pequeña

cadencia rítmica] [Regresa de la modulación]; (6). Sección B de la canción en versión

instrumental (la melodía principal la llevan los saxos). (7). Interludio instrumental 2.

[Modulación a la subtónica] (8). De nuevo sección B de la canción en versión instrumental

(ahora la melodía principal en las trompetas, más aguda y haciendo un crescendo con respecto

a (6)). (9). Interludio instrumental 3 y final [Regresa de la modulación].

Del mismo modo que “Algo Nuevo” de Valdés, la guaracha “Mambo” difunde la noticia

en Nueva York de un nuevo ritmo (o práctica) que está sacudiendo Cuba, cuna simbólica y

efectiva de la vanguardia musical bailable del Caribe. El estribillo, donde se alternan solista y

coro, recuerda el coro similar del danzón “Mambo” de Orestes López y el coro del “Mambo 5”

de Pérez Prado. Pero lo más interesante ocurre en los interludios. El Interludio 1 es una

variante extraña e invertida de un guajeo mambeado: el guajeo de acompañamiento lo

desarrollan las trompetas, mientras los saxos ejecutan una nota repetida con trinos y

ornamentos. Quizá este dibujo esté inspirado en las intervenciones de la flauta de Arcaño en la

última sección el danzón de nuevo ritmo donde repetía una nota insistentemente con diversas

rítmicas y ocasionalmente le agregaba trinos y otras ornamentaciones (ver Ejemplo 12).

[Pág. 228►]

Ejemplo 12.Tipo estilístico del guajeo del mambo en “Mambo” de Anselmo Sacasas

El Interludio 2 presenta un Guajeo en su “voz natural”, los saxos, sobre el cual las trompetas

realizan el shake (ver Ejemplo 13).

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Ejemplo 13. Tipo estilístico del mambo en “Mambo” de Anselmo Sacasas

En el interludio 3, una vez más las trompetas realizan guajeos mientras los saxos desarrollan

diseños rápidos (ver Ejemplo 14).

Ejemplo 14. Tipo estilístico del mambo en “Mambo” de Anselmo Sacasas

Pese su singularidad, las realizaciones de los interludios 1 y 3 también se pueden

entender como variantes (si bien algo extrañas) del tipo estilístico del guajeo mambeado. Es

muy probable que las realizaciones instrumentales, en coherencia con la letra, estén

presentado la nueva práctica musical habanera al público neoyorquino. Pese a su importancia,

esta guaracha ha pasado desapercibida para la mayoría de los estudiosos del mambo. Se trata

de uno de los primeros temas (si no el primero) que lleva en el título el término “Mambo” fuera

del ámbito del danzón de nuevo ritmo lo cual constituye un paso importante en el proceso de

conceptualización del mambo como un género o práctica independiente. No sabemos si este

tema sonó [Pág. 229►] en la Habana pues sólo tenemos una noticia de otra grabación del

mismo en 1947, cuando Antonio Machín lo graba en España clasificándola como rumba y

atribuyendo su autoría a Sacasas.

Sacasas grabó varias guarachas mambeadas. De 1945 son “Si tu me llevas te llevo”

que presenta varios riffs sincopados pero no ostinatos y un arreglo de “Capullito de alelí” con

un riff mambeado de un par de compases sin melodía principal (minuto 01:26). En 1946 graba
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“La bodega del Ñato” que presenta el efecto de shake sobre el guajeo invertido (en las

trompetas) mientras los saxos realizan tiratas cromáticas rápidas similares a la guaracha

“Mambo” (2:04). Los temas “Lengua mala” (1:40), “Soltando chispas” (1:52) y “Me deja solito”

(1:59), presentan secciones de guajeos mambeados en saxos que acompañan a trompetas en

tesituras agudas en el minutaje indicado. “Me deja solito” tiene además pasajes muy en el estilo
35
del mambo neoyorquino (2:30.). De 1947 son “Paquete no” y “A-E-I-O-U” con efectos de

shake; “Dale Pepe” con varios guajeos y “Cantando y riendo” que es uno de los primeros temas

neoyorkinos clasificados como “mambo”. Ya en el año 1949, en pleno apogeo del mambo,

graba sus clásicos “Chupa, chupa”, “Vamos, prietita”, “New York rumba”, “Maíz”; “Guararé”,
36
“Opus 13”, “B.Flat mambo” y la estupenda “El salón del rey del mambo” basada en “La gruta
37
del Rey de la montaña” de la Suite “Peer Gynt” de Edvard Grieg.

9. Dámaso aterriza en la Habana

Gracias a una entrevista realizada por Enrique C. Betancourt y publicada en la edición de

agosto de 1946 de Radio Magazine, Pérez Prado da a conocer algunos detalles de su viaje a
38
Nueva York. Su estancia duró tres meses y pese a que, al parecer, tuvo la intención de

prolongarla, la Unión de Músicos de Estados Unidos le obligaba permanecer inactivo seis

meses antes de darse de alta y poder trabajar por lo que abandona el intento. Por medio de

Diosa Costello, vedette puertorriqueña esposa de Pupi Campo, conoció en la cafetería “La
39
Salle” al cantante Luis Campos y el bongosero “Ñico”, por aquél momento miembros de la

orquesta de Xavier Cugat. Al final realizó (o vendió) arreglos para Cugat (entre ellos uno sobre

el tema “Dice MI Gallo”); Miguelito Valdés (“Negro Soy” de Eliseo Grenet) y Desi Arnaz (“Juan

Pescao” y “El Caimán”) (Betancourt 1986: 111-1212). Pero lo más interesante es que anuncia

el próximo lanzamiento de un nuevo “estilo musical”:

Estoy preparando un estilo musical nuevo que creo que va a gustar mucho: el “son

mambo”. El primer número lo titularé “Pavolla”. Ya sólo falta un “pase” al piano y, tal vez,

alguna corrección. La firma “Vda. De Humara y Lastra” está esperándolo como cosa

buena para grabarlo y lanzarlo al mercado. Vamos a ver qué sale de ahí. Confío en el

entusiasmo del público a través de la acogida que le den los músicos (Betancourt 1986:

112-113).

[Pág. 230►]

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Apuntes para una prehistoria del mambo Rubén López Cano

Esta es la primera noticia que conocemos de la intención de Pérez Prado de innovar

con un estilo nuevo en cuyo nombre aparece el término mambo. Sobre su presunto primer

tema, “Pavolla” no conocemos absolutamente nada. Sabemos sin embargo que el 2 de julio

está de nuevo en el estudio de grabación con la Orquesta Casino de la Playa y “Cascarita”.

Algunos de los temas de esta sesión acusan alguna influencia posible de su reciente viaje: en

la introducción de “Ten jabón”, guaracha lenta, inserta un pequeño solo de contrabajo en estilo

muy jazzeado y el tumbao del final se parece a la interpretación neoyorkina de los tumbaos del

danzón del nuevo ritmo. El montuno final de “El pollo” recuerda los montunos del mambo

neoyorkino: tempo agitado, persistencia de un sólo acorde sobre el que sobresale un tumbao

(en este caso el guajeo en los saxos) sobre el que se desarrollan las diferentes intervenciones

de la voz, metales, piano y percusión con un swing muy particular. Pero lo más interesante son

las partes instrumentales que presentan las introducciones y codas de “Ronco” y de la

guaracha lenta “Estoy acabando”, también grabadas durante la sesión. En ellos incorpora

elementos de temas de Broadway similares a los que utilizaban en sus guarachas las

orquestas latinas de Nueva York. El de “Estoy acabando” es sumamente estilizado e inicia con

las exclamaciones de Cascarita: “!Hey man!! ¡”Okay!!”. Si bien algunos temas del Tin Pan Alley

ya eran utilizados por las Charangas de Danzón, especialmente por Arcaño y sus Maravillas,

no deja de ser curioso que aparezcan en Pérez Prado tan pronto regresar de su viaje y de un

modo bastante cercano al de sus colegas neoyorkinos. Sea como fuere, poco después

Dámaso dejó de utilizar estas introducciones al tiempo que seguía asimilando influencias de las

jazz bands y el swing.

Pero Pérez Prado no es el único que en la Habana da pasos firmes en la construcción

del mambo. Ahora es momento de revisar la conexión Bebo Valdés.

10. La conexión Bebo Valdés.

El 29 de octubre del mismo 1946, Julio Cueva (con la voz de “Cascarita”) graba “Rareza del

siglo” de Bebo Valdés (Quivicán 1918), por aquél entonces pianista y arreglista de la orquesta.

El tema fue clasificado originalmente como “montuno beguine” pero está construido casi por

entero sobre un guajeo mambeado sumamente interesante y experimental en el que destaca la


40
sonoridad de cuarta aumentada (ver Ejemplo 15).

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Apuntes para una prehistoria del mambo Rubén López Cano

Ejemplo 15.Guajeo de “Rareza del siglo”

[Pág. 231►]

La canción hace alusión a ese nuevo estilo musical innovador y es conciente de su

complejidad: “Rareza del siglo/ que van a escuchar./ La que un día todos/ podrán comprender./

La que algún día les agradará,/ la que un día tendrán que cantar,/ la que un día tendrán que

apreciar, disfrutar y bailar con gran placer”.

Pero el 20 noviembre Pérez Prado regresa a los estudios iniciando una carrera en su

propósito de innovar con un nuevo estilo vinculado al mambo. Entre los temas que graba

destacan “Llora” y “Suavecito pollito”, ambas guarachas lentas con guajeos ostinatos muy

mambeados. La segunda los presenta como tema principal al final de cada estrofa y son muy

similares a los de “Figurina del Solar”. En el interludio instrumental del final introduce el efecto

de shake en las trompetas y saxofones (es una de las primeras grabaciones de Pérez Prado

donde éstos aparecen). También graba la guaracha mambeada “Son los bobitos” la cual ya

tiene muchas de las cualidades características de los mambos cantados que grabará con

Benny Moré algunos años después en México. Pero lo más interesante para nosotros son dos

temas instrumentales. El primero es “Rumbambó”, basada en la rumba orquestal estilo Nueva

York, en cuyo nombre aparece por vez primera en Pérez Prado la palabra mambo. El segundo

es “Trompetiana” primera pieza de Pérez Prado (y de las orquestas de baile de la Habana y

Nueva York) que conocemos se ha clasificado genéricamente como “mambo” (Diaz Ayala

2002: /2033/). Desafortunadamente, esta última está perdida y no sabemos si tiene relación

con el prometido “Pavolla” (ver sección 10) o si sirvió de base para algunas de sus grabaciones

posteriores en Nueva York o México. Mientras tanto, en la ciudad de los rascacielos seguían

pasando cosas interesantes.

11. La conexión José Curbelo

José Curbelo (La Habana 1919) llegó a Nueva York en 1939. Hacia 1942 su orquesta repetía

las estrategias de Cugat y ofrecía una música “descafeinada” muy al gusto norteamericano. Sin

embargo, cuando el estilo de los Afrocubans de Machito se va imponiendo, y sobre todo


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cuando comienza a compartir cartel con él en el club la Conga hacia 1945, su sonido cambia

hacia una “rumba más fiera” que le ganó gran prestigio entre público, crítica y músicos latinos y

estadounidenses (Pujol, 1994 y 1995a y Salazar, 2002: 98). En las votaciones realizadas entre

1944 y 1947 por los periódicos latinos “La Prensa” y “Revista Teatral”, la de Curbelo fue

valorada por el público como la mejor Orquesta de música latina por delante incluso de Machito

(Pujol, 1995a). Para la crítica norteamericana Curbelo es una de las figuras principales en la

consolidación del sonido latino de Nueva York y en la creación del mambo (Roberts 1999b: 71).

A fines de 1946 realiza una serie de presentaciones en el salón China Doll

(antiguamente la Conga) que fueron transmitidas por radio. Entre los [Pág. 232►] miembros de

su orquesta resaltan dos jóvenes puertorriqueños: el cantante Tito Rodríguez y el timbalero Tito
41
Puente. En una transmisión de Octubre interpretan “Botamos la pelota”, una conga de Silvio

Contreras que grabó en 1940 con su charanga “La Orquesta Hermanos Contreras”. En su

arreglo, Curbelo le quita el ritmo de conga, la clasifica como guaracha e introduce varios

elementos de lo que será el estilo característico del mambo de Nueva York. Después de seis

compases de breve introducción instrumental irrumpe una parte cantada que parodia la letra

original: “Pero botamos la pelota en el 39/, botaremos la pelota en el 46/, con la orquesta de
42
José Curbelo, veni, venimos arrollando”. Después de un interludio musical que repite la

melodía principal en las trompetas primero y luego en el piano, le siguen la repetición de los

compases de introducción y por fin comienza la parte mambeada: un tumbao en el piano y otro

en el bajo que se mantienen en un mismo acorde en tempo muy animado y sobre los cuales el

cantante improvisa alternando con el coro “arrollando, arrollando”. Entonces la percusión se

incrementa con la cáscara de los timbales de Puente y por fin aparecen los guajeos en los

saxos que se repiten en ostinato y sobre ellos, después de unos compases, las trompetas que

realizan shakes y diferentes ornamentos (ver Ejemplo 16).

(se repite 3 veces)

(se repite 2 veces)

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(se repite 2 veces)

(se repite 2 veces)

Ejemplo 16. Guajeos en Botamos la Pelota

[Pág. 233►]

A esta sección le seguirá un brillante solo de piano (con mucho sabor a Nueva York) y

más intervenciones de Rodríguez y el coro y la coda final.

El 29 de noviembre Curbelo se vuelve a presentar en el China Doll (con el mismo cartel

estelar en la voz principal y en los timbales) y desde ahí retransmite por radio “El Rey del

Mambo”, guaracha de Félix Cárdenas Hernández compositor Matancero autor también del

célebre son “Puntillita” y otros temas que se grabaron tanto en la Habana como en Nueva York

por músicos como Pérez Prado o Machito. Este importante tema sólo ha recibido un

comentario escueto de Roberts (1999a y 1999b) y Firmat (2000) y no es mencionado por los

mambólogos cubanos. Comienza con una introducción en la que los saxofones ejecutan un riff

sincopado que no llega a ser un guajeo (ver Ejemplo 17).

Ejemplo 17. Riff inicial de “El Rey del Mambo”.

Después de una digresión armónica muy jazzística en las trompetas comienza la parte

cantada: “Yo soy el rey del mambo si señor” (bis). “Porque lo llevo en la sangre como es”

(motivo sincopado de las trompetas) (bis). “A gozar con mi mambo”, (intervención trompetas

agudo) “a bailar con mi tambor” (pequeñita chambola rápida) (bis). Estribillo: “Rico mambo,

mambo”, etc. Los interludios instrumentales incluyen pequeñas chambolas realizadas por los

saxofones que acompañan el a las trompetas que realizan gestos cromáticos muy agudos,

repentinos y cortos. El tratamiento de los metales difiere a otras guarachas grabadas por

Curbelo en esta época. En esta pieza tienen mucho más protagonismo, presentan gran

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Apuntes para una prehistoria del mambo Rubén López Cano

virtuosismo y se desarrollan en los registros más agudos. El tema continúa con el solo de piano

característico de Curbelo y una parte donde se alteran coro y solista.

La pieza nos informa que para fines de 1946 la expresión “El Rey del mambo” ya

estaba en uso en Nueva York y es la primera noticia que tenemos sobre la eterna (e inútil)

disputa por ocupar su trono. No existe ninguna información de que el tema se haya grabado (o

conocido) en la Habana. Sólo conocemos un par de grabaciones de Machito donde el tema

sigue pareciendo un poco extraño. El 29 de marzo de 1949, en pleno auge del mambo en

Nueva York, Machito lo interpreta en un programa de radio. Pese a que su arreglo incluye más

tipos estilísticos del mambo (el riff del inicio es más mambeado y en el interludio las trompetas

siguen haciendo gestos cortos agudos pero sobre el acompañamiento de un claro guajeo en

los saxofones), el resultado suena ajeno a los estándares del estilo a fines de los cuarenta. La

versión de Machito es más rumbeada y sustituye el solo de piano por el de percusión.

[Pág. 234►]

Otros temas mambeados grabados por Curbelo son lo siguientes: en 1946 “Llora”

guaracha que repite los diseños cromatizados de los guajeos del tipo ”Figurina del solar” que

vimos en la versión de Pérez Prado (ver sección anterior), sobre un tumbao del bajo que

acentúa los tiempo 3 y 4 similar al del danzón de nuevo ritmo. En 1947 graba “Rumba bomba”,
43
tema con partes cantadas en castellano y partes en inglés y la famosa rumba “La ruñidera”.

Ambas desarrollan efectos de shake en las trompetas. Ya en 1952 graba dos de sus más

exitosos mambos: “Paula” y su arreglo del célebre “El Jibarito” de Rafael Hernández. Y entre

1952 y 1953 graba el mambo “La familia” y el tema “La la la”, clasificado como mambo pero

que ya tiene todo el sonido de la Salsa que Fania difundirá casi 20 años después.

12. Conclusiones

Durante los años cuarenta, por “mambo” se entendían una serie de prácticas musicales

diferentes de entre las cuales destaca una manera particular de realizar los montunos de las

guarachas en las jazz band. El mambo entendido como el género musical que hizo famoso a

Pérez Prado emergió de entre estas prácticas disímiles. Sin embargo, históricamente no fue la

única práctica musical que recibía ese nombre. Es muy probable que Valdés, Sacasas y otos

músicos cubanos afincados en Nueva York, en sus viajes a la Habana (capital histórica y

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Apuntes para una prehistoria del mambo Rubén López Cano

simbólica de la música bailable del caribe), conocieran estas nuevas tendencias y se

apresuraran a llevarlas a Nueva York. En este proceso realizarían interpretaciones muy

personales de modelos formales, rítmicos, orquestales y probablemente bailables de la isla. Al

celebrar los mambeos de guarachas y danzones que tenían éxito en la Habana y al imitar su

estilo, pudieron haber contribuido a la conceptualización de esta sección como un fenómeno

independiente. Probablemente, Pérez Prado, uno de los líderes de esta práctica, se percató de

este fenómeno durante su viaje a Nueva York en 1946 y reparó en su potencial tanto musical

como de aceptación, por lo que se apresuró a proponer un estilo independiente basado en las

prácticas mamberas. La hipótesis es plausible pese a la posibilidad de error en las fechas en la


44
discografía de Diaz Ayala (2002), y del momento en que cada tema haya ejercido influencia:

es probable que para la fecha en que un tema se grabó, éste ya hubiera sonado en las salas

de baile con anterioridad o, por el contrario, no tuviera difusión amplia sino mucho tiempo

después de grabado.

Sea como fuere, lo expuesto en este artículo pone de relieve la necesidad de reconsiderar

el modo en que habitualmente se asumen las relaciones entre músicos cubanos de la isla y de

Nueva York y comenzar un estudio más sistemático sobre sus posibles influencias y contactos.

Es verdad que en los cuarenta Cuba era una potencia musical que exportaba géneros, [Pág.

235►] estilos, piezas y músicos a toda Latinoamérica y los Estados Unidos. Sin embargo,

también es cierto que pese a que la música de las bandas de cubanos de Nueva York no se

escuchó en la Habana, sus líderes pudieron influir de varios modos a los principales creadores

habaneros con los cuales mantenían contactos. Por otro lado, más que una réplica de las

modas habaneras, la música cubana desarrollada en Nueva York tenía una personalidad

propia y no fue poca la influencia que recibió de músicos caribeños no cubanos y

norteamericanos que participaban en las bandas que la ejecutaban y que terminaron

apropiándose de ella. Estamos entonces ante un caso de reterritorialización de una cultura

musical y como tal hay que estudiarla.

Específicamente, el mambo neoyorkino desarrolló un estilo muy particular. En términos

generales, es de un tempo más rápido, los guajeos acusan un mayor impacto del swing del

jazz y armónicamente es más complejo que el mambo de Pérez Prado. Además de presentar

modulaciones armónicas, emplea progresiones armónicas características de temas del Tin Pan

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Apuntes para una prehistoria del mambo Rubén López Cano

Alley, musicales de Broadway o películas de Hollywood sobre todo en las introducciones de los

temas de mediados de los años cuarenta. Así mismo, incorpora elementos característicos de

Pérez Prado como los guajeos, chambolas o el shake. Los montunos suelen seguir el modelo

de la pieza “Tanga” de Mario Bauzá, la supuesta “primera pieza de jazz afrocubano”: un

tumbao en el bajo y otro en el piano que se mantienen estables todo el tiempo; la armonía

permanece en el mismo acorde mientras la sección de metales ejecuta diversos riffs. Con

respecto al baile, en documentales de fines de los años cuarenta es posible ver bailarines

desarrollando pasos de swing y a cantantes como Tito Rodríguez bailando algo parecido al

moderno break-dance.

Por otro lado, esta trama de conexiones nos recuerda lo extremadamente complejo que es

relatar la historia lineal del mambo. Cada nueva información que aparece complica más y más

esta tarea. Quizá el mambo sea uno de esos fenómenos que carecen de causas simples y

directas. Su historia contada linealmente quizá exista sólo en el discurso y no en los hechos

cuya articulación escapa a la lógica de la historia narrativa. ¿De verdad es posible discernir con

claridad quien “inventó” el mambo? Y más aún, ¿es pertinente esta pregunta? ¿Acaso las

manifestaciones de cultura popular, por mas sofisticadas que sean, se inventan o son mas bien

etapas de procesos más complejos en los que interviene el talento de individuos geniales? Por

otro lado, ¿quién necesita de esos inventores? Acaso no Pérez Prado, Bebo Valdés o Machito

son creadores geniales con personalidad y estilos propios que merecen nuestro respeto y

estudio más que someterlos a competencias por ocupar tronos simbólicos. ¿Acaso no es un

honor que músicos de la talla de Tito Puente, Tito Rodriguez o Noro Morales influyan en la

música de cualquier país?

En mi opinión resultaría más productivo preguntarnos por los motivos de esta polémica,

analizar las raíces y motivaciones que mueven una u otra versión y discernir como el mambo,

un “simple” baile de entremetimiento y evasión, puede insertarse también en disputas

trascendentes sobre la identidad, la recuperación y apropiación de un patrimonio histórico o la

legitimación de una tradición musical, de un grupo social y o incluso de convicciones políticas.

Más que preguntarnos “quién inventó al mambo”, habría que indagar sobre el “inventor” del

“inventor del mambo”.

Rubén López Cano 2009


Apuntes para una prehistoria del mambo Rubén López Cano

Ruben López Cano es profesor en la Escola Superior de Música de Catalunya, dirige TRANS- Revista
Transcultural de Música y es miembro de la junta directiva de la SIbE-Sociedad de Etnomusicología y de
la Rama española de la IASPM. Publicaciones recientes: “Che tipo di affordances sono le affordances
musicali? Una prospettiva semiotica”. En L'ascolto: condotte, pratiche, grammatiche. Lucca: LIM (2008);
“Música, mente y cuerpo. De la semiótica de la representación a una semiótica de la performativad”. En
De cerca, de lejos. Miradas actuales en Musicología de/sobre América Latina. Montevideo: Universidad de
la República (en prensa) y “Música y retórica. Encuentros y desencuentros de la música y el lenguaje”.
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Julio Cueva. La Butuba Cubana: 1943-1944. Tumbao TCD-032. Spain.
Machito and his Afro-Cubans . Cubop City: 1949. Tumbao TCD-012. Spain.
Machito and his Afro-Cubans. Carambola: 1951. Tumbao TCD-024. Spain.
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Miguelito Valdes & Noro Morales. Mr. Babalu: 1949-1950. Tumbao TCD-025.
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Miguelito Valdes. Algo Nuevo: Mambo And Rumba Sessions. Tumbao TCD-104.
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Noro Morales. Rhumbas and Mambo: 1948-1951. Tumbao TCD-027. Spain.
Noro Morales. Rumba Rhapsody: 1945-1951, Tumbao TCD-036. Spain.
Orchesta Riverside de Pedro Vila. De Bayamo A Pinar Del Rio: 1953-1959.
Tumbao TCD-109 2002. Spain.
Orlando Guerra Cascarita. El Guarachero: 1944-1946. Tumbao TCD-033.
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Orquesta Aragon. Mambo Inspiración. 1953-1955. Tumbao TCD-110. 2002.
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Rubén López Cano 2009
Apuntes para una prehistoria del mambo Rubén López Cano

Orquesta Casino de La Playa. Memories Of Cuba: 1937-1944. Tumbao TCD-003. Spain.


Pérez Prado. Al Compas Del Mambo: 1950-1952. Tumbao TCD-028. 1992. Spain.
Pérez Prado. Go Go Mambo: 1949-1951. Tumbao TCD-013. Spain.
Pérez Prado. Kuba-Mambo: 1947-1949. Tumbao TCD-006. Spain.
Pérez Prado. Lo Mejor de lo Mejor. 2 CD. RCA Intl. 1999.
Pupi Campo. Rhumbas And Mambos: 1948-1951. Tumbao TCD-007. Spain.
Tito Puente. El Rey Del Timbal: 1949-1951. Tumbao TCD-011. Spain.
Tito Puente. Mambo gozón. Promo Sound CD50317. 1996.
Tito Puente. Mambo Macoco: 1949-1951. Tumbao TCD-018. Spain.
Tito Rodriguez y Los Lobos Del Mambo. Mambo Mona: 1949-1950. Tumbao TCD-014. Spain.
Tito Rodríguez. Mambo Gee Gee: 1950-1951. Tumbao TCD-021. Spain.
Various. Mambo Cubano: The Golden Age of Cuban Music 1940-1960. 2 CD. Retro R2CT 40-97. 2000.
EEC.
Various. Mambo. 5 CD. Disky BX994092, BX994102, BX994112, BX994122, BX994132. 2000. The
Netherlands.

Films.
Ficción y películas musicales
A La Habana me voy, dir. Luis Bayón Herrera. 1951. Cuba-Argentina. Musical film.
Al son del mambo, dir. Chano Urueta. 1950. México. Musical film.
Amor perdido, dir. Miguel Morayta. 1951. México. Musical film.
Baile mi rey, dir. Roberto Rodríguez. 1951. México. Musical film.
Cha-Cha-Cha-Boom, dir. Fred F. Sears1956. USA. Musical Film.
Conozca Cuba. Mambo, 2007. Cuba. Musical DVD.
Coqueta, dir. Fernando A. Rivero. 1949. Mexico. Musical film.
Del can-can al mambo, dir. Chano Urueta. 1951. México. Musical film.
La marca del zorrillo, dir. Gilberto Martínez Solares. 1950. México. Musical film.
Locura musical, dir. Rafael Portillo. 1958. Mexico). Musical film.
Perdida, dir. Fernando A. Rivero. 1950. México. Musical film.
Perez Prado and His Orchestra, Will Cowan. 1952. USA. Musical film.
Pérez Prado las número uno. 2005. Sony BMG DVD. TV shows collection.
¡Qué rico el mambo!, dir. Mario C. Lugones. 1952. Argentina. Musical film.
Rhythm of the Mambo, dir. Will Cowan. 1949. USA. Musical short.
The Mambo Kings, dir. 1992 Arne Glimcher. 1992. USA. Musical film.
Thrills of Music: Miguelito Valdes and Orchestra. 1949. USA. Musical Short.
Tivoli, dir. Alberto Isaac. 1975. México. Musical Film.
Una Gallega baila mambo, dir. Emilio Gómez Muriel. 1952. México. Musical Film.
Una gallega en La Habana, dir. René Cardona. 1955. México-Cuba. Musical Film.

Documentales
Arcaño y sus maravillas, dir Oscar Valdés 1974. Cuba. Documentary.
Benny Moré. Hoy como ayer, dir. Ileana Rodriguez. 2003. Cuba. Documentary.
Cachao, como su ritmo no hay dos, dir. Andy García. 1993. USA. Documentary.
Dale Mambo, dir. Jesús Dámaso González. 2005. Cuba. Documentary.
From Mambo to Hip-Hop: A South Bronx Tale, dir. Henry Chalfant. 55'. USA. 2006. Documentary.
Machito: A Latin jazz legacy, dir. Carlos Ortiz. 1987. USA. Documentary.
Mambo, dir. Yves Billon and Juan Condé. 2003. France. Documentary.
Mambo: Homenaje a Damaso Pérez Prado, dir. Rafael Baldwin. 1989. Mexico. TV Documentary.
Nosotros, la música, dir. Rogelio Paris. 1964. Cuba. Documentary.
The Palladium: Where Mambo Was King. A Latin Music Odyssey, dir. Kevin Kaufman. 2002. USA. TV
Documentary.
Yo soy, del Son a la Salsa, dir. Rigoberto López. 1996. Cuba-USA. Documentary.

1
En este artículo recupero y desarrollo alguna información ofrecida en la entrada “Mambo” que
escribí para el volumen IX de The Continuum Encyclopedia of Popular Music of the World
editada por John Shepherd, David Horn y Dave Laing (próxima aparición). Agradezco los pertinentes y
constructivos comentarios del evaluador anónimo y a Radamés Giró por abrirme las puertas de su
biblioteca y de su inapreciable charla mambológica.
2
“Locas por el mambo”, tema grabado por Benny Moré y la orquesta de Pérez Prado en
México el 3 de junio de 1950 (Diaz Ayala 2002: ficha 1843).
[Pág. 236►]
3
Para una biografía de Pérez Prado cf. Sierra (1995). Para Benny Moré cf. Martínez Rodríguez
(1993).

Rubén López Cano 2009


Apuntes para una prehistoria del mambo Rubén López Cano

4
Sobre el importante papel que tuvieron los Conjuntos de Son en el desarrollo del mambo y
particularmente la labor de Arsenio Rodríguez cf. García (2006). Dedicaré un trabajo posterior a
estudiar este aspecto.
5
En realidad, los diferentes sentidos musicales del término “mambo” que se mezclan en la
polémica incluyen: a) un ritmo basado en el guajeo sincopado; b) una sección del danzón del
nuevo ritmo y las guarachas de jazz band donde aparece este guajeo; c) la práctica de
improvisar sobre ese guajeo en las descargas o jam sessions y d) un género autónomo.
Además, la palabra mambo también alude a las frases de los interludios de metales; diversas
prácticas musicales de origen bantú y muchas otras acepciones extramusicales (cf. Alén 2000
y Casanova 2000).
6
Al parecer, en Los Ángeles se desarrolló también una escena mambera anterior al éxito de
Pérez Prado (cf. Delannoy 2001: 199-201).
7
Un caso interesante es la edición del DVD y CD Conozca Cuba. Mambo producido por la
Egrem y Mundo latino en 2007. Mientras en el DVD documental se insiste en reducir el mambo
a la genial música de Pérez Prado, en la excelente compilación del CD se constata la enorme
variedad de estilos y autores que esté género desarrolló tan sólo en la Habana.
8
Sería muy interesante analizar el impacto que tuvo el medio mexicano tanto en la
conformación del estilo de Pérez Prado como en el mambo que se desarrolló a partir de 1949 y
con las formas mambeadas anteriores al éxito de Dámaso. Guarachas mambeadas aparecen
por lo menos en filmes de 1948 como Salón México de Emilio “Indio” Fernández y Calabacitas
tiernas de Gilberto Martínez Solares. Durante la década del cincuenta compositores y
arreglistas que trabajaban para el cine como el cubano Juan Bruno Tarraza, desarrollaron
diversos estilos de mambo.
9
En otros trabajos he introducido el concepto de tipo estilístico cognitivo (deudora de la noción
de tipo cognitivo de Eco), como categoría analítica para estudiar algunas estrategias de
escucha (López Cano 2002 y 2004). Los tipos estilísticos a los que me refiero en este trabajo
no son tipos cognitivos. Se trata simplemente de patrones formales con una amplia gama de
posibilidades de ocurrencia.
10
Según Díaz Ayala el tema se grabó el 7 de marzo de 1950 (2002: ficha 2033). Sin embargo,
muchas fuentes coinciden que para 1949 ya era un éxito.
11
Pérez Prado concibió dos tipos de mambos a los que llamó: “Mambo Kaen” (más lento) y
“Mambo Batiri” (rápido y vigoroso).
12
Los ejemplos que se ofrecen en este trabajo no son siempre transcripciones literales de
fragmentos de grabaciones. Se trata de reducciones de trabajo que consideran exclusivamente
los rasgos estilísticos de los que se está hablando.
13
Para una biografía de Cueva cf. Cañizares (1991).
14
Este guajeo se puede escuchar en algunas partes del ya citado “Locas por el mambo”.
15
Su puesto en la orquesta de Julio Cueva sería ocupado pro Bebo Valdés, otro de los
“inventores” del mambo. Valdés permanecerá con Julio Cueva hasta 1947 (Díaz Ayala 2002:
ficha 2609).
16
Entre los investigadores que señalan esta posibilidad esta José Galiño especialista del ICAIC
(comunicación personal).
17
Ver el documental Arcaño y sus maravillas, de Oscar Valdés.
18
La reacción al danzón de nuevo ritmo y particularmente a la sección mambo se puede ver en
un artículo de réplica al citado de Cuellar Vizcaíno de Odilio Urfé ([1948] 1993). Con el tiempo
Urfé se convertirá en defensor de este estilo. Es curioso que esta discusión desarrollada en
1948 se concentrara sólo en el ámbito del danzón y prácticamente no mencionara las
guarachas mambeadas, ni los diferentes mambos que ya sonaban en las orquestas de jazz
band.
19
Entre los significados no musicales del término “mambo” se encuentran: valoración de la
situación socioeconómica: “si el mambo estaba duro era que la cosa iba mal” (Pérez Prado en
Hernández 1986: 17) y “lo único, lo relevante, lo inaudito” (Santiesteban 1985: 303-304).
20
Machito haría una versión posterior (ca. 1950-1951) en que el guajeo de la segunda parte se
sustituye por el clásico tumbao del mambo neoyorkino con un tempo más animado sobre el
mismo acorde todo el tiempo y su swing particular. Algunos cantantes actuales de timba
todavía introducen en sus guías o soneos improvisados el estribillo “los que son, son y los que
no son pa’ la cola”.
21
Fechas exactas de grabación: “En tiempo de mangos”, “No tengo tambó”, “Ya’ tá” y
“Castillitos en el aire” (24.02.44) y “El cuento del sapo” y “Dice mi gallo” (31.05. 45) (Díaz Ayala

Rubén López Cano 2009


Apuntes para una prehistoria del mambo Rubén López Cano

2002: ficha 630). “Azúcar pa’ un amargao” (16.11.45.) (Díaz Ayala 2002: ficha 436A) y
“Apriétame más” (07.01.46.) (Díaz Ayala 2002: ficha 1240).
[Pág. 237►]
22
Este tema gozó de enorme éxito y se grabó varias veces tanto en la Habana como en Nueva
York por las orquestas de Machito y Pupi Campo entre otras y por Vicentico Valdés en México.
Esta versión de Pérez Prado deja ver ya el estilo de los mambos cantados que grabará con
Benny Moré en México al rededor de 1949.
23
El arreglo suena mucho al estilo de Pérez Prado.
24
Fechas exactas de grabación: “Sacando boniato” (21.07.44.) (Díaz Ayala 2002: ficha 630);
“Yo pico un pan” (16.11. 45.), “Esto es lo último” (27.11.45.) (Díaz Ayala 2002: ficha 436A);
“Baltasar tiene un pollo” y “Puntillita” (15.03. 46.) (Díaz Ayala 2002: ficha 1240).
25
Cuando la primera fue grabada, todavía era arreglista y pianista de la orquesta René Hernández
mientras que cuando se graba la segunda ya era pianista y arreglista de la orquesta Bebo Valdés.
26
Fechas exactas de grabación: “¿Por qué llora la vaquita?” (21.07.44.) y “¿Qué no le tiraron?”
(31.05.45.) (Díaz Ayala 2002: ficha 630).
27
Freezelandia es el nombre con el que músicos cubanos como Machito o Arsenio Rodríguez
se refieren e Nueva York u otras ciudades de los Estados Unidos en algunas canciones.
28
Si bien Salazar y Pujol coinciden en el viaje de Valdés de fines de 1945, Salazar no registra
el viaje de fines de 1946 y en su reseña biográfica parece que todas las grabaciones para
Musicraft se llevaron a cabo en Nueva York. Díaz Ayala, sin embargo, registra el número de
matriz (5573) del disco de 78’’ de la grabación que nos ocupa y afirma que se efectúo en Cuba
(2002: ficha 2620).
29
Tuvo que recurrir a su tumbador principal el cubano Octavio “Cuso” para realizar la voz
principal.
30
No confundir con el famoso pianista del Buena Vista Social Club.
31
Otra moda habanera introducida en las canciones de las orquestas latinas de Nueva York es
el “Botecito” grabada por Machito hacia 1947.
32
Fechas de grabación: “Pa’ lo pollo maí” (16.03.45.); “Vamos a gozar” (09.05.45.); “El
tumbaito” (08.03.46. -sólo 4 días después de la grabación del mismo tema de Pérez Prado-)
(Díaz Ayala, 2002: ficha 2332).
33
Como muchos temas de la época, particularmente los grabados por Julio Cueva, “el
Tumbaito” hace referencia a la escasez de ciertos productos: “Como no hay jabón ¿qué vamos
a hacer?/ Se acabo el jabón no hay na’ que perder… yo tengo un truquito que nadie lo sabe,
con mi tumbaito yo lavo la ropa…”. Parece que retratara la realidad cubana de tiempos más
recientes. La versión de Miguelito Valdés presenta en varios momentos el tumbao del bajo del
danzón “Mambo”.
34
En paréntesis fragmentos de la letra que no se entienden muy bien.
35
Machito grabará este tema aproximadamente en 1951 usando un estilo más de Chachachá e
incluyendo efectos de shake en las trompetas.
36
Entre 1948 y 1949 Machito hará una versión del tema con mucho swing.
37
Fechas exactas de grabación: “Si tu me llevas te llevo” (9.05.45.), “Capullito de alelí” (13.05.45.), “La
bodega del Ñato” (23.05.46.), “Lengua mala”, “Soltando chispas” y “Me deja solito” (05.12.46.), “Paquete
no” (11.04.47) y “A-E-I-O-U” (01.12.47.); “Dale Pepe” y “Cantando y riendo” (10.11.47); “Chupa, chupa”,
“Vamos, prietita”, “New York rumba” y “Maíz” (01.06.49.); “Guararé”, “Opus 13”, “B.Flat mambo” y “El
salón del rey del mambo” (05.10.49.) (Díaz Ayala 2002: ficha 2332).
[Pág. 238►]
38
La entrevista aparece ahora en un libro autobiográfico del autor publicado en Puerto Rico en
1986. Es posible que algunas partes hayan sido rescritas posteriormente.
39
Puede ser que se trate de John “Big Daddy” Rodríguez apodado por Mario Bauzá también
“La Vaca” por su gran tamaño.
40
Años más tarde, Celia Cruz grabará en Venezuela con la Orquesta de Luis Alfonso Larrain,
una versión en la que las disonancias se atenúan pues el guajeo es ejecutado sólo por el bajo
en segundo plano y a mayor velocidad.
41
La información proviene de las notas del CD. Al tratarse de una transmisión de radio no
existe registro discográfico.
42
La letra de la canción original dice: “Botamos la pelota en el año 40, con la orqueste
Hermanos Contreras vení a rumberar”.
43
Fechas de grabación: “Rumba bomba” (29.01.47) y “La ruñidera” (26.11.47.; Díaz Ayala
2002: ficha 639).

Rubén López Cano 2009


Apuntes para una prehistoria del mambo Rubén López Cano

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En el caso de Pérez Prado (siempre polémico), Diaz Ayala señala la inconsistencia en algunas fechas
de grabaciones supuestamente “hechas en Cuba” con fechas de abril, “junio y septiembre de 1949,
cuando ya estaba Pérez Prado en México”. Como posible explicación propone que puede tratarse de
grabaciones realizadas anteriormente y que la fecha que figura en los registros de la Victor sea de “la
impresión para lanzar el disco” (Díaz Ayala 2002: ficha 2033). Al parecer no es plausible la hipótesis de
que en ese período Dámaso realizara grabaciones en ambos países.

Rubén López Cano 2009

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