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REGLAMENTARIA
1. Preliminar: La fuerza de Ley y las Normas de
Este Rango
1.1. Las características de las Leyes y demás
normas con rango de ley
Las leyes disfrutan de una posición central en el sistema de fuentes que puede
resumirse en las características siguientes:
- Subordinación de la Ley a la Constitución. La ley actúa con plena libertad
de configuración normativa, libertad que no puede reducirse a una mera
discrecionalidad administrativa, sino que supone una libertad política de
configuración de contenidos normativos y, por tanto, de un nivel superior a la
discrecionalidad que, en ocasiones, concede la propia Ley a la Administración.
En definitiva, la Ley es esencialmente innovadora, pues le corresponde definir
las grandes decisiones políticas. Por tanto, el mecanismo relacional Ley-
Reglamento no es trasladable a la relación Constitución-Ley.
- Primacía de la Ley. La ley presenta una expansividad ilimitada, en el sentido
de que ningún ámbito o materia le está vendado. La ley puede ocuparse de
cualquier materia e imponer así su voluntad incondicionalmente a la
Administración.
- Presunción de legitimidad de la Ley. El Tribunal Constitucional sólo debe
proceder a declarar la inconstitucionalidad de una norma con rango de ley
cuando se haya producido una clara e inequívoca colisión con la Constitución.
Ello obliga al Tribunal Constitucional a apurar las posibilidades interpretativas,
anulando solo cuando la interpretación alternativa no sea razonable sin forzar
el texto ni las técnicas hermenéuticas.
- Fuerza de Ley. Significa que todas las normas con rango de Ley tienen una
supremacía jerárquica, de tal modo que pueden derogar a cualquier norma
anterior de inferior rango, y se resisten a ser derogadas por otra norma
posterior de rango inferior.
- Privilegio de inmunidad judicial. Según la Constitución los Jueces y
Tribunales ordinarios están sometidos al imperio de la Ley. La constitución
establece un sistema de Justicia Constitucional concentrada, atribuida en
exclusiva a un órgano, que se configura al margen del Poder Judicial, como un
tribunal especial en el sentido técnico del término, esto es un caso de
jurisdicción no judicial. Este privilegio jurisdiccional de la Ley conoce dos
excepciones: de un lado, las Leyes preconstitucionales en los supuestos de
contradicción frontal con la Constitución se consideran en situación de pérdida
de vigencia; y de otro lado, las Leyes, aun posteriores a la Constitución, que no
sean conformes al Derecho Comunitario, tanto originario como derivado, deben
ser inaplicadas por los Jueves y Tribunales, en virtud de los principios de
primacía y aplicación directa del Derecho comunitario.
Estas características son trasladables, con matices, a las demás normas que, sin ser
Leyes, gozan de rango de Ley.
Los Reglamentos dictados por los Ministros titulan con el nombre de Orden Ministerial,
y ésta denominación sirve también para designar a los Reglamentos dictados por las
Comisiones Delegadas del Gobierno. Por su parte, las autoridades administrativas
inferiores al Ministro no pueden ser titulares de potestad reglamentaria alguna, ni
siquiera derivada, sino meramente de la facultad de dictar instrucciones y circulares
internas.
3.2.2. La titularidad de la potestad reglamentaria
Dado que las Comunidades Autónomas disponen de potestad legislativa, el
reconocimiento de la potestad reglamentaria no plantea problemas. De hecho, la
Constitución se refiere expresamente a esta potestad al prever el control por la
jurisdicción contencioso-administrativa de la Administración de dichas Comunidades y
de sus normas reglamentarias. La cuestión se reduce a determinar qué órganos de la
Administración autonómica son titulares de esta potestad. En la mayoría de las
Comunidades Autónomas esta cuestión está resuelta por el Estatuto, y en las
restantes hay que acudir a las respectivas Leyes de Gobierno y Administración.
En líneas generales, el criterio más extendido consiste en atribuir la titularidad de la
potestad reglamentaria al Consejo de Gobierno de la Comunidad Autónoma, si bien se
suele admitir que los Consejeros hagan uso de esta potestad, dentro de su ámbito
competencial.
Finalmente, la LPAC establece con carácter básico dos vías de participación de los
ciudadanos en el procedimiento de elaboración de normas con rango de Ley y
reglamentos:
- Consulta pública. Cuando la propuesta normativa no tenga un impacto
significativo en la actividad económica, no imponga obligaciones relevantes a
los destinatarios o regule aspectos parciales de una materia, podrá omitirse de
esta consulta pública.
- Audiencia e información pública. Objeto de dar audiencia a los ciudadanos
afectados y recabar cuantas aportaciones adicionales puedan hacerse por
otras personas o entidades. Podrá también recabarse directamente la opinión
de las organizaciones o asociaciones reconocidas por ley que agrupen o
representen a las personas cuyos derechos o intereses legítimos se vieren
afectados por la norma y cuyos fines guarden directa con su objeto.
- Impacto de género. Los proyectos de disposiciones de carácter general que
se sometan a aprobación del Consejo de Ministros deben incorporar un informe
sobre su impacto por razón de género.