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Reflexión a partir de un regreso a la bitácora:

La bitácora en tanto oficio de escritor me brindó organización, me ayudó a entender que


escribir es inscribir marcas personales (pronombres, subjetivemas, estrategias
discursivas, operaciones de modalización), y que a partir la apropiación de un
conocimiento es posible emerger la propia palabra. Sin embargo, la actividad de escribir
no es un trabajo nada sencillo, en principio, para exponer un razonamiento es necesario
utilizar operaciones de contextualización para transmitir, orientar, comunicar el proceso
a otro lector. Es un proceso que requiere de reiteradas versiones del texto, es decir,
marcar, comentar y reescribir hasta que sea publicable. Estas marcas de revisión son
fundamentales ya que hacen al oficio de escritor, proceso por el cual se puede reconocer
un estilo de escritura y sus efectos, como también, detectar zonas ambiguas o
imprecisas, o modificar los modos de inclusión de voces ajenas según nuestros
objetivos. Y en consecuencia, encontrar palabras precisas, modificar ideas y adecuar
las conexiones entre los párrafos en pos de lograr progresión temática. Y, en este
transcurso, poder reflexionar sobre la propia acción de escribir que, factiblemente,
permitiría alcanzar una postura crítica en el proceso de búsqueda de una identidad
autoral. En otras palabras, la actividad de escritura y reescritura es fundamental para
vencer el desafío de enfrentarse a la hoja en blanco. Sin perder el objetivo de que se
escribe para ser leído.

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