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Creación literaria y pandemia:

conversaciones Sol Linares.


Columnas, Entrevistas by revistalittengineerJuly 20, 2020

Por Verónica Torres

¿Cuáles son las perspectivas actuales para la creación? ¿Consideras que el acto
literario en esta pandemia, es fruto de las medidas globales o del malestar del
encierro?

Hablar de acto literario en la pandemia, para mí es sinónimo de creación en cualquier


periodo de crisis. La literatura responde a favor de un orden necesario para entender un
problema. Yo no sé si he podido escribir textos importantes en mis días más felices; cuando
tengo mis necesidades absolutamente cubiertas, quizás lo que se escribe en esos momentos
es más lúdico. Sin embargo siento que lo que he escrito, que está en el eje transversal de mi
trabajo literario, ocupa épocas más difíciles, de enfrentamientos propios o con la realidad.
La humanidad atraviesa por crisis constantemente y se renueva. La literatura y el arte en
general, son unificadores de un lamento global y preocupaciones que trascienden lo
individual. En este caso, estoy convencida de que la gente está buscando cómo manifestar
ese malestar del que hablas; la soledad de estar sitiados, la pérdida de trabajo, la migración
y la muerte. Son muchas cosas las que encaramos como especie en estos tiempos y el arte
funge como organizador de esas categorías; como el altoparlante de nuestras grandes
preocupaciones. También trabaja como mecanismo de escape, donde la gente conecta con
otras realidades, que tal vez tienen muchas similitudes entre sí. Por supuesto con varios
tonos, varias pinturas. Estamos pintando a través de las artes y de lo que hacemos en
cautiverio, el paisaje de la pandemia. Las crónicas de nuestros cautiverios, son espejos para
otras personas en cualquier parte del mundo y esto lo está aportando la literatura. La
pandemia ha puesto sobre la mesa las grandes debilidades de todo el sistema de realidad
humana: el sistema de salud y la relación de trabajo. Cómo trabajamos los seres humanos
sin estar expuestos a un virus, sin exponer a nuestras familias. Cómo hacemos funcionar
una economía que parece tener todas las dificultades del mundo para fluir. Son miles de
relaciones entre todos estos elementos, que se están rompiendo, que están rotas. No
sabemos cómo darle continuidad y por supuesto se pone en riesgo la vida de los seres
humanos, lo cotidiano, el trabajo, nuestra vida como sistema. Nos aterra que todo se
detenga. Nos aterra pensar cómo será estar solos con nosotros mismos, resolver nuestras
propias necesidades, cuando lo que yo hago depende también de la mano de otra persona y
de millones de manos. Lo que rescato de este momento histórico planetario es que las crisis
llegan siempre a reorganizarlo todo. Traen grandes lecciones para cada individuo y la
especie humana, llegan para destruir viejos esquemas, valores, sistemas de acciones,
programaciones sociales, metodologías y corrientes de pensamiento. Tal vez lo más
importante es encontrar en el caos la llave correcta que abra nuevos caminos. Cuando
hablamos de literatura siempre estaremos hablando de la vida.
La pandemia ha hecho que estalle algo dormido por la rutina, que impedía vernos
como somos. Cuando se trata de rasgos personales, tratamos de evitar que alteren la
rutina que nos mantiene vivos, la que nos da el dinero y el contacto social. Ahora
tenemos toda la rutina apagada e iluminamos los rincones que no eran atendidos.
¿Nuestra literatura es una reproducción del discurso de coacción que nos ha
encerrado en casa, o es todo lo que teníamos reprimido en nuestro interior?

Puedo decirte que, dentro de esa rueda de discursos narrativos de nuestro aislamiento, uno
de los que domina es el de la crisis del sujeto en cautiverio, que primero habita una casa por
la que ha luchado toda la vida, pero que tal vez no conoce a fondo. Una casa a la que llega
en la noche, desecho o desecha y deja los restos del individuo en una cama. Hay una
realidad del espacio, no solo de la gente que está habituada a salir a trabajar, sino también
de las personas que están fuera del país y lo añoran. La ansiedad de no estar en los lugares
más apropiados para pasar una cuarentena como esta. Entonces en principio, es la crisis del
sujeto en cautiverio: ¿quién soy? ¿qué hago? Aunque sean mis espacios, no me reconozco
en ellos porque no aprendí a habitarlos. Estoy acostumbrado a habitar el afuera, servir al
afuera, trabajar para la máquina que no se detiene; lidiar con una realidad constante y
administrar mi tiempo. De pronto, tengo todo eso, de cuajo, encima de mí. No sé qué hacer
con esa libertad cruel que ganamos en la pandemia, ni qué hacer conmigo mismo. Hay
muchos síntomas implicados: culpa, estrés, ansiedad y frustración. Al comienzo, no digo
que haya sido durante todo este proceso, la cuarentena condujo a la depresión. Luego que
pasamos este proceso, vino la reconstrucción. Empezamos por lo individual, porque es allí
donde vemos los grandes efectos. La gente ha aprovechado el confinamiento para aprender
algo nuevo: bailar tap, comer con palillos chinos, a tejer y además para transmitir
conocimientos. Nos enseña que podemos transformar la relación de trabajo, la forma en que
interactuamos con los demás, cómo nos proyectamos; lo que es importante y lo que no.
Cómo creamos una realidad llena de sentidos. Te confieso que, al principio, comencé a
vivir la cuarentena con una euforia escondida, porque jamás había vivido tal sensación de
descanso planetario. La máquina se detenía y yo probaba, por primera vez, el sabor de no
estar bajo presión de ningún tipo. Aunque eso implicara que la gran presión vendría
después. El tema de los talleres, me ha servido para encontrarme con personas en cualquier
parte del mundo, que me revelan realidades inusitadas. Hay una gran ternura en esto; en la
reunión, en la necesidad de manifestar lo que somos. Porque también hay un discurso del
yo, que está cobrando mucha fuerza: yo soy esto, yo hago esto, yo me fabulo a mí mismo a
través de una cámara de teléfono y comienzo a tejer una serie de narrativas de mí mismo,
que me ayudan a salir a flote. Hay gente que se quedó encerrada en Argentina, en este caso
venezolanos, y una de ellas sobrevive haciendo mascarillas a mano y con eso ha podido
cubrir sus gastos. Estas realidades, tan distantes y a la vez tan parecidas, estrechan lazos
importantes: los del reconocimiento del otro. La literatura termina siendo la excusa para la
reunión de seres humanos, para el encuentro y para hacer terapia. Hoy me da gusto decir
que los talleres han brindado alternativas creativas a muchas personas. El individuo
necesitaba recrearse desde otro contexto: el propio.

De acuerdo a tu visión sobre la narrativa, ¿consideras que la pandemia puede ser el


germen de una contracultura literaria? ¿Qué temas empezarían a reflejarse en la
literatura?
La narrativa, ahora hablando como género literario, no sé si ha sido uno de los más
confiables, pero sí uno de los más populares a la hora de registrar momentos históricos
determinantes. En este momento yo confío en que en todos los países del mundo hay
escritores, preparando novelas
sobre la pandemia. Deben estar configurando un mapa sentimental y material de todo por lo
que está atravesando la humanidad y eso, desde ya, es bastante esperanzador. Siempre te
dará confianza que haya un novelista, un cuentista, un poeta, registrando las rupturas de la
humanidad. Porque esta generación y la que viene y la que sigue, conocerán un poco
quiénes éramos en este momento. No estoy segura de cuáles sean las consecuencias
estéticas de la pandemia, o qué aporte a las artes o cuáles sean los caminos que tome, pero
sí creo que está comenzando a traer efectos bien interesantes en cuanto a cómo nos
expresamos. Demás está
decir que vivimos en un mundo donde hasta los síntomas se globalizan. ¿Cómo? ¿Qué va a
traer? No lo sé, pero la clave está en cómo resuelve el sujeto su forma de expresión y cómo
se apoya en todos los aparatos tecnológicos que gobiernan la pulsión de esta generación.
Uno de los efectos, siendo optimistas, es que la pandemia pase de ser un chisme planetario
a un estilo de vida con mayor sentido. Las artes están tomando el pulso de lo imposible, y
creo que viene del hecho de que el ser humano, ante todo, es creador. A mayores
dificultades más poderosas son nuestras medidas creativas. Hay algo que veo, y es que en
un momento parecía que los medios de expresión y los recursos tecnológicos habían sido
secuestrados por los jóvenes. Que los adultos ya no tenían nada que decir. Los adultos y los
pobres. Que no iban a encontrar la forma de
participar en este autorrelato. Ahora está ocurriendo algo extraordinario: desde bebés hasta
ancianos participan hoy de la narrativa humana. Ahora todos queremos contar nuestra
historia. Mostrar lo que hacemos. Se vive en comunión generacional. Esto es otro de los
efectos de la pandemia. Casi nadie pasa al espectro de lo inútil, desdeñado porque no tiene
suficiente edad, o tiene demasiada, para hacer algo extraordinario. Veo adultos
contemporáneos que tienen cuentas muy subversivas, cuyos seguidores son esencialmente
jóvenes.

Sol Linares. Venezuela, 1978. Novelista, cuentista, ilustradora. Primer lugar en el concurso
Cuento, ensayo, poesía (ULA, 2002) por el cuento “Bitácora de ti”. Primer lugar en la III
Bienal Nacional de Literatura “Ramón Palomares” 2007 con el libro de cuentos
Cuentafarsas ―Fondo Editorial Arturo Cardozo 2007. Fundarte 2010―. Primer lugar en el
Concurso Internacional de Novela ALBA Narrativa 2010 con la obra Percusión y Tomate
―El Perro y la Rana (Venezuela 2010), Fondo Cultural ALBA (Cuba 2011), la Oveja Roja
(España 2016); Acirema (Venezuela, 2018)―. En el año 2011, Monte Ávila Editores
publica su segundo libro de cuentos La circuncisa. Premio Municipal de Literatura Luis
Britto García 2014 por su novela Canción de la aguja ―Fundarte 2013―. Premio
Municipal de Literatura Luis Britto García 2015 por su libro de cuentos La silla cruza las
piernas (Fundarte 2014). Muestra de su trabajo narrativo ha sido recogido en distintas
antologías plurales, como Antología sin Fin (Escuela del sur, 2012), De qué va el cuento
(Alfaguara, 2013), Nuestros más cercanos parientes (Editorial Kalathos, España 2016).
Autora de la publicación periódica Verbolatría reunidos recientemente en su blog
(sollinares.blogspot.com). Sus colaboraciones en distintos medios de comunicación
impresos se realizan en forma de artículos literarios y caricaturas. Hoy incursiona en el
género de comedia Stand up Comedy.

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