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UNIDAD 1: Qué es y para qué es la Ética

Objetivo de la unidad: Comprender los fundamentos de la Ética y el lugar que ocupa


en la formación integral de la persona humana

Semana 1: ¿Vale la pena actuar bien?


“Atrévete a ser lo que eres”
Píndaro

Aprendizaje esperado: Reflexiona sobre el sentido de la Ética y su relación con los


fines de la vida humana.
Conceptos clave: Ética – Verdad- Plenitud – Formación integral

1. El gran dilema: ¿para qué y cómo orientar la conducta humana?

En teoría, casi todas las personas estarían dispuestas a admitir que es preferible tener un
comportamiento éticamente correcto en la vida. Sin embargo, en el día a día se nos presentan
numerosas situaciones en las que esta convicción tiende a debilitarse. Por ejemplo, cuando
un pasajero se está subiendo a la micro, se le presenta la alternativa de pagar su pasaje o de
viajar gratis. Asimismo, un futbolista puede simular una falta para que su rival sea expulsado.
O bien, un estudiante puede copiar las respuestas de su compañero durante una prueba y así
aprobar un ramo sin haber estudiado. Por último, un empresario puede repactar
unilateralmente las deudas de sus clientes para que los saldos de la empresa se vean positivos,
y así lucrar indebidamente mediante la venta de unas acciones que se cotizan en el mercado
con un valor superior al que deberían. En todas estas situaciones, parece especialmente
tentadora la posibilidad de sacar provecho de las ocasiones que se nos presentan según la
propia conveniencia. Si suscribimos este criterio “oportunista”, habría que admitir, entonces,
que ante la pregunta de si vale la pena actuar bien, la respuesta evidentemente es que no.
¿Qué razones podría tener alguien para comportarse adecuadamente, cuando vivimos
en una sociedad en la que, como dice el tango “el que no llora no mama y el que no afana es
un gil”? Un motivo podría ser el de evitar posibles castigos, pero, de todos modos, orientar
la vida únicamente en base al criterio de “evitar castigos” es bastante mezquino. Además,

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como hacen muchas personas, bastaría con ser suficientemente precavido para conducirse al
margen de la ley pasando desapercibido. Otro motivo podría ser quizá el deseo de vivir con
la conciencia en paz, pero sabemos también que cuando una mala acción se transforma en un
hábito, la conciencia se va silenciando cada vez más, hasta que ésta ya no molesta; como dice
el refrán: “quien no vive como piensa termina pensando como vive”. Hay, sin embargo, una
razón más importante que constituye, además, una de las tesis centrales de esta asignatura y
que clase a clase iremos fundamentando: esa razón es que, por un lado, nada hay más
importante en la vida que ser feliz y, por otro, una vida éticamente correcta es la vía más
eficaz para alcanzar una existencia feliz, plena o, lisa y llanamente, autorrealizada.
En el transcurso de la formación recibimos una serie de contenidos técnicos propios
de cada carrera, pero también asignaturas que apuntan a una formación integral. En efecto,
para resolver ciertas situaciones, ya sean en ámbito personal o profesional, se requieren una
serie de criterios que van más allá de lo estrictamente técnico, pues la realidad de la persona
humana y de la profesión exigen analizar las problemáticas desde varias perspectivas. A
problemas complejos, no podemos dar soluciones simples. Por ejemplo, cuando tengamos
que dirigir un grupo de profesionales y veamos la necesidad de contratar a un trabajador, no
solo mediremos sus capacidades técnicas, sino también personales; no solo nos interesará
que sea capaz de manipular bien un instrumento o una máquina, sino también si es
responsable, honesto o si sabe o no tomar buenas decisiones. Estos aspectos pertenecen al
ámbito ético y de la formación personal, cuestión cada vez más relevante, por ejemplo, en
los procesos de postulación a los trabajos. Pero, como dijimos, la cuestión es más seria aún,
pues no solo está juego la vida profesional, sino toda la vida de la persona. Entonces, a
primera vista, nos aparece un desafío: ¿cómo orientar la conducta humana y bajo qué criterios
tomar buenas decisiones? Es aquí donde surge la necesidad de la Ética. Ésta, entonces, nos
ayuda a orientar bien nuestra conducta. ¿Por qué? Porque es una necesidad vital en el hombre
para conducirla, pues es un ser inteligente. No nos gobiernan nuestros instintos o sensibilidad;
porque somos libres y estamos obligados a escoger1.

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Cfr. José Ramón Ayllón, Ética Razonada, Palabra, Madrid, 2010, p. 13.

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2. La felicidad y la ética.

Tal como lo estudiamos en el curso de Antropología, la persona humana tiene varias


características esenciales que lo hacen ser tal como es. Una de esas características, a propósito
de su vida racional, es el anhelo de felicidad y de perfección. Pues bien, de algún modo
diríamos que el ser humano es perfecto, en cuanto a su constitución más fundamental, pero
perfectible, pues busca incesantemente algo y que pocas cosas lo pueden saciar
verdaderamente. Más de alguna vez hemos tenido la experiencia de ese anhelo. Por ejemplo,
manifestamos un profundo deseo de ser profesionales, pero cuando lo logremos,
inmediatamente se nos presentará el deseo de encontrar trabajo, para luego preguntarnos si
es que nos vamos a independizar de nuestros padres (en la eventualidad de que no lo
hubiésemos realizado), así también vendrán una serie de otros proyectos y anhelos. Pues
bien, el último y profundo deseo se denomina: felicidad, plenitud, perfección o
autorrealización. Es algo profundamente humano, propio y exclusivo de la vida racional2. El
hombre es capaz de ser feliz: todos lo sabemos, simplemente por la aspiración a la felicidad
que es innata en nosotros y el que no seamos tan felices no quiere decir que la felicidad no
exista […]3.
¿Y cómo alcanzar la felicidad? O en otras palabras, ¿cómo lograr la plenitud de la vida?
Ya vimos también en el curso de Antropología que la forma de lograr esa plenitud es
desarrollando su propia naturaleza humana. El ser humano se hace más profundamente
humano cuando hace aquello que le corresponde por sus cualidades y facultades naturales,
cuando es capaz de hacerse cargo de la propia existencia, buscando la verdad y el bien. Pues
bien, conducir nuestra vida en vistas a alcanzar la felicidad, es la tarea de la ética. Así la ética
es una ciencia racional que orienta el acto humano para que la persona pueda alcanzar la
felicidad.

2
Cfr. Ángel Rodríguez Luño, Ética Razonada, Eunsa, Madrid, 2010, p.99.
3
Leonardo de Polo, Ética, Unión Editorial, 1997, p. 115.

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3. Definición y características de la Ética.

Estas consideraciones sobre la felicidad, como hemos visto, tienen mucho que ver
con la ética. En efecto, la ética es mucho más que un simple código que separa las aguas de
lo bueno y lo malo. Más bien, ella existe desde que el hombre es hombre, en la medida en
que siempre se ha hecho la pregunta ¿cómo oriento mi vida hacia la felicidad? Por lo mismo,
podríamos decir que el ser humano es un ser ético por naturaleza. No es casualidad, entonces,
que ya desde el siglo V a.C. los filósofos griegos –especialmente Sócrates, Platón y
Aristóteles– se hayan ocupado de discutir ampliamente estos asuntos, dando origen a una
tradición ética que ha hecho carrera hasta nuestros días y que, no por nada, se la conoce como
“Ética clásica”. Haciendo eco de esa larga tradición, podemos definir la Ética como una
ciencia cuyo objeto es orientar los actos humanos hacia su fin último.
Es una ciencia, en el sentido de que constituye una disciplina filosófica, es decir, un
estudio racional y sistemático que, como tal, se apoya en razones más que en meras opiniones
subjetivas o culturales, para ayudarnos a determinar qué es mejor hacer en cada caso. Su
objeto de estudio son los actos humanos, es decir, aquellas acciones que realizamos
libremente y de las cuales somos, por tanto, responsables. No se trata simplemente de estudiar
dichos actos, como quien hace una teoría acerca de ellos, sino de orientarlos. Es por ello que
la Ética es un saber eminentemente práctico, de modo que el verdadero saber ético no está
tanto en quien la conoce sino en quien la práctica. Hemos señalado que no basta con el deseo
de ser feliz, sino que tenemos que saber cómo ir siendo felices. Así también, no basta con
saber cuál es la verdad o qué es lo bueno, sino que se debe llevar a la práctica. En efecto, no
en pocas ocasiones, se cree que el hombre realiza acciones malas porque las ignora, esto es
solo una excepción4, pues en la mayoría de los casos las realiza porque las quiere hacer. Así
pues, los malos actos no son fruto de una cierta “deficiencia” en la capacidad del hombre en
saber qué es la verdad de una cosa o qué es el bien, sino una cuestión de actitud, es decir, de
querer hacerlo. En este sentido, la Ética no nos conduce solo a preocuparnos del bien, sino
a ocuparnos de él, es por tanto, una ciencia práctica. Por último, no se puede orientar nada
si no se tiene claro el norte hacia el cual se debe apuntar. Ese norte, o fin último, es lo más

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Este tema lo veremos en la semana que estudiaremos la conciencia moral.

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importante de nuestra vida, a saber, nuestra felicidad. Entonces, vemos que efectivamente
vale la pena actuar bien, pues de nuestros actos va a depender nuestra felicidad. No hay otra
forma de lograrla, pues la felicidad no es una cuestión estrictamente mental, sino una actitud
de vida.

4. Ética y verdad.

Al enfrentarnos al tema de la ética y de la felicidad de manera intuitiva la


relacionamos con algo bueno. A nadie se le ocurriría, en una primera instancia, que la ética
está para hacerle daño a la persona. Así la ética, en su naturaleza, trata sobre el bien5, pero
¿cómo saber qué está bien? Por ejemplo, ¿qué hace bueno el diagnóstico de un médico?
Podríamos decir que es que corresponde a lo que realmente le está sucediendo al paciente.
¿Qué hace bueno el dictamen de un árbitro de fútbol? Que corresponda con lo que realmente
sucedió.
En el curso de Antropología, siguiendo a Aristóteles, vimos que una verdad es una
aseveración que describe adecuadamente la realidad, o como también se puede decir, es
adecuar nuestro pensamiento a la realidad. Por ejemplo, siguiendo la imagen anterior, que
un árbitro determine un penal que en la realidad haya ocurrido (y no porque lo haya
imaginado o quiera engañar favoreciendo al otro equipo)6.
En los dos casos planteados anteriormente (el del diagnóstico médico y el del árbitro)
vemos necesario saber qué es la verdad para hacer el bien, es decir, solo es posible hacer el
bien mientras haya verdad. De esta manera podemos afirmar que la verdad es el fundamento
de la ética.
Así, la Ética como ciencia, no consiste en opiniones sobre la moralidad de los actos
humanos, sino que busca conocer la verdad moral de los actos humanos para que la persona
pueda orientar su vida a la felicidad.
Por último, y como síntesis, este curso de Ética –al que te damos la bienvenida–
es una invitación a reflexionar sobre nosotros mismos y el sentido de lo que hacemos,

5
Cfr. José Ramón Ayllón, Ética razonada, Palabra, Madrid, p. 31.
6
Para profundizar este tema, recordar la diferencia clásica entre opinión y verdad fundada en la realidad
que se abordó en el curso de Antropología, Semana 1.

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en la misma línea en la que lo hiciste en Antropología. Es evidente que, como ciudadano
y como persona, tú ya vives de acuerdo con algunos principios éticos cuyo origen
incluso quizá desconozcas. Ahora bien, el hecho de que, aunque sea inconscientemente,
todos orientemos nuestra conducta de acuerdo con algún paradigma ético, no nos
exime de la obligación de reflexionar sobre ellos. Por lo mismo, es un curso destinado a
personas de mente abierta, dispuestas a revisar sus propias convicciones y,
consiguientemente, a comprometerse con la búsqueda del fin último de nuestra vida.
Durante las próximas semanas –en el marco de la primera unidad– tendremos ocasión
de discutir sobre las razones de fondo que nos permiten determinar qué conductas son
mejores que otras. En la segunda unidad exploraremos cómo contribuye la Ética en el
proceso de nuestro crecimiento personal, especialmente mediante la práctica de las
virtudes que fortalecen nuestro carácter y nuestra personalidad. Por último, en la
tercera unidad, examinaremos qué tiene que ver la Ética con los grandes fenómenos y
problemas sociales en los que, como ciudadanos que somos, estamos todos
involucrados.

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