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Manejo de Muerte y Duelo
Manejo de Muerte y Duelo
Presentan:
Docente:
Margarita Rosa Velásquez Becerra
Patrones de aflicción
El libro nos habla de un modelo clásico del trabajo de aflicción o etapas por las cuales pasan las
personas dolientes, las cuales son:
1. choque e incredulidad
2. preocupación por la memoria de la persona muerta
3. resolución
Este proceso de trabajo de aflicción, la solución de los problemas psicológicos relacionados con la
pena, a menudo adoptan esta trayectoria, aunque al igual que las etapas de Kübler Ross, puede variar.
Pérdidas significativas:
Perdida de un hijo
Perdida de un padre o madre en la adultez
Perdida del cónyuge
Perdida del cónyuge – dado que las mujeres tienden a vivir más tiempo que los hombres y al ser más
jóvenes que sus maridos, es más probable que enviuden. Puede afectar el sistema inmunológico, puede
dar a lugar a problemas de memoria, pérdida del apetito, dificultad para concentrarse y mayor riesgo a
sufrir ansiedad, depresión, insomnio y disfunción social.
La viudez también puede lugar a problemas como: para aquellas mujeres quienes dependían
económicamente de su cónyuge, pueden experimentar penurias económicas o caer en la pobreza. Para
los hombres el aislamiento social y la perdida de intimidad emocional.
Perdida de un padre o madre – con frecuencia la muerte de unos de los padres implica cambios en
otras relaciones; puede ser una experiencia que obliga a madurar debido a que empuja a los adultos a
resolver importantes problemas del desarrollo, a obtener un sentido más fuerte de sus mismos y
adquirir una conciencia más apremiante y realista de su propia mortalidad, junto con un mayor sentido
de responsabilidad, compromiso y apego a otros.
Perdida de un hijo – un padre casi nunca esta preparado emocionalmente para la pérdida de un hijo,
pues siempre adoptan la creencia de que ellos morirán primero a causa de su vejez. El efecto de duelo
de los padres puede variar de acuerdo con factores como la edad del hijo, la causa de su muerte y el
número de hijos que sobreviven.
La experiencia de perdida de cada persona o pareja es única. Las diferencias entre las formas de
duelo de hombres y mujeres pueden ser una fuente de tensión y separación en una relación.
No hay una sola forma de ver la muerte a cualquier edad, las actitudes de las personas al respecto
reflejan su personalidad y experiencia. En última instancia, la aflicción de la perdida puede ser un
catalizador de la introspección y crecimiento que permitan descubrir aspectos sumergidos de uno
mismo y aprender a sostenerse sobre los propios pies.
Enfrentar la realidad de la muerte es una clave para llevar una vida significativa.
BIBLIOGRAFIA
Papalia Diane E. & otros. (2009), Desarrollo Humano, págs. 616 a 644, cap. 19. Editorial Mc Graw
Hill