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Al tenor del artículo 152 del C.C.A., cuando se pretende obtener la suspensión de
los efectos de un determinado acto administrativo y el consiguiente
restablecimiento del derecho –como ocurre con la acción contractual aquí
interpuesta–, al momento de la presentación de la demanda o por escrito
separado (exigencia formal), debe acreditarse la ilegalidad manifiesta del acto, lo
cual, se reitera, se debe concretar en el manifiesto enfrentamiento entre el acto
acusado y las normas superiores o frente a los documentos públicos aportados
con la solicitud, cuestión que debe resultar de su simple cotejo o confrontación y
debe probarse, al menos sumariamente, el perjuicio actual o eventual que tiene
por causa la expedición del acto controvertido.
En esta primera aproximación acerca del alcance de la norma legal que se alega
como ostensiblemente violada, para la Sala no resulta posible concluir, de manera
categórica y fuera de toda hesitación, que para la imposición de multas a los
contratistas particulares las entidades estatales contratantes se encuentren en el
deber ineludible de dar estricta, cabal y rigurosa aplicación a los dictados del
tantas veces mencionado artículo 59, independientemente de que resulte plausible
y deseable que los aspectos o incluso los principios generales a que alude esa
disposición legal sean observados y respetados por todas las autoridades públicas
al momento de adoptar decisiones de gravamen o, con mayor razón, de
naturaleza sancionatoria. (…) Para la Sala no resulta posible anticipar en esta
oportunidad, de manera categórica –como lo sostiene la parte demandante– que
la motivación del acto administrativo demandado no contenga y no precise “los
elementos utilizados para la dosimetría sancionatoria”. Al respecto basta tener en
cuenta el informe consolidado que habría rendido la Supervisora Nacional de
Medicamentos, cuyo contenido se incorporó –al menos en buena medida– en el
cuerpo mismo de la providencia cuya validez se cuestiona, para considerar, al
menos en principio y en esta etapa incipiente del proceso, que a lo largo del
análisis que se consignó en dicho informe para efectos de puntualizar tanto la
“TASACIÓN MULTA – CONTRATO 07-8-20069/2009”, como la “CONCLUSION”
correspondiente, sí se habrían expuesto, explicado y precisado “los elementos
utilizados para la dosimetría sancionatoria”. (…) conviene reiterar que de
conformidad con los dictados del artículo 152 del C.C.A., el análisis que debe
efectuarse para determinar la procedencia de la suspensión provisional de los
efectos de los actos administrativos demandados, debe limitarse a verificar, a
través de un simple cotejo o comparación entre los actos administrativos
impugnados y las normas superiores invocadas como vulneradas, si los primeros
contradicen las segundas prima facie o de manera manifiesta, exigencia que no se
satisface en el presente caso, razón por la cual no hay lugar a revocar la
providencia apelada.
CONSEJO DE ESTADO
SECCION TERCERA
SUBSECCION A
Decide la Sala el recurso de apelación interpuesto por la parte actora contra el auto que profirió el
7 de marzo de 2012 el Tribunal Administrativo de Cundinamarca, mediante el cual se resolvió lo
siguiente.
I. A N T E C E D E N T E S
1. La demanda y su trámite.
4.2. Por lucro cesante, los intereses causados sobre el valor histórico
actualizado de la multa, a la tasa del 12% anual, o sea, del doble del interés
legal civil, hasta la fecha de la sentencia definitiva.
3. El proveído apelado.
En virtud del proveído que dictó la Sección Tercera del Tribunal Administrativo de Cundinamarca,
el 7 de marzo de 2012, se denegó la solicitud de suspensión provisional de las Resoluciones Nos.
951 del 14 de agosto y 1295 del 27 de octubre de 2009, proferidas por el Director de Sanidad de la
Policía Nacional, comoquiera que consideró que lo pretendido por la parte actora “con la
suspensión provisional no permite dilucidar, en principio, en una violación flagrante y manifiesta
de alguna disposición normativa o constitucional, sino que al basarse en supuestos fácticos muy
concretos, sólo es posible probar su veracidad en la etapa prevista para tal efecto”.
Adicionalmente, sostuvo que no se observó con claridad cuál fue la causa del incumplimiento que,
a su vez, originó la imposición de la sanción a la Unión Temporal MEDIPOL 11, puesto que:
“… dentro del material probatorio obrante en el expediente no se allegó copia del
contrato No. 07-8-20069/9 y del cual se alega el presunto incumplimiento de las
obligaciones estipuladas en los numerales 3 funcionamiento de los puntos de
dispensación y 5 marcas a suministrar de la cláusula primera del objeto del citado
contrato que llevó a la expedición de las resoluciones aquí demandadas; de igual
forma, no es factible en principio con lo contado en este momento determinar en
cabeza de quién recaían dichas actuaciones a efectos de establecer cuál de las
sociedades integrantes de la unión temporal incumplió conforme a su participación y
proceder con ello a establecer si la sanción impuesta a través de las resoluciones aquí
atacadas desconoció o no dicha participación”.
A su turno, esgrimió que dentro del sub judice no se acreditó el tercer requisito referente “a
demostrar aunque fuera sumariamente, el perjuicio que la ejecución del acto demandado causa o
podría causar al actor, pues si bien es cierto allegó el comprobante de contabilidad No. 1.743 del 3
de diciembre de 2009, en el cual se lee “Unión Temporal Medipol 11 Disan $702´500.000”, por el
cual presuntamente se les descontó el valor de la multa, lo cierto es que dicho documento no es
claro en momento alguno en señalar el concepto por el cual éste se realizó; no demostrándose por
tanto sumariamente el referido perjuicio”.
4. El recurso de apelación.
Aunado a ello, señaló que los actos administrativos acusados también vulneraban
el artículo 59 de la Ley 80 de 1993, según el cual todo acto sancionatorio debe
precisar “los elementos utilizados para la dosimetría sancionatoria”.
Finalmente, indicó que bastaba probar sumariamente “el perjuicio que la ejecución
del acto demandado causa o podría causar al actor”. ¿Acaso no se probó el
perjuicio que podría causar la ejecución de los actos acusados? Se trata de una
multa de $702´500.000, ese es el perjuicio que podría causar la ejecución de los
actos acusados, y su prueba está en los actos mismos que impusieron la multa.
Ello es así, además de que está probado que efectivamente se pagó, con el
comprobante de contabilidad 1.743 de 3 de diciembre de 2009”.
II. C O N S I D E R A C I O N E S
Al tenor del artículo 152 del C.C.A., cuando se pretende obtener la suspensión de
los efectos de un determinado acto administrativo y el consiguiente
restablecimiento del derecho –como ocurre con la acción contractual aquí
interpuesta–, al momento de la presentación de la demanda o por escrito
separado (exigencia formal), debe acreditarse la ilegalidad manifiesta del acto, lo
cual, se reitera, se debe concretar en el manifiesto enfrentamiento entre el acto
acusado y las normas superiores o frente a los documentos públicos aportados
con la solicitud, cuestión que debe resultar de su simple cotejo o confrontación y
debe probarse, al menos sumariamente, el perjuicio actual o eventual que tiene
por causa la expedición del acto controvertido.
1
Según el artículo 308 de la Ley 1437, las disposiciones de ese Código sólo serán aplicables “ … a las
demandas y procesos que se instauren con posterioridad a la entrada en vigencia”, cuestión que ocurrió el
día 2 de julio de 2012, por mandato del inciso 1º del mismo artículo 308.
2
Consejo de Estado, Sección Tercera - Autos de febrero 19 de 2004, exp. 26.054; de agosto 25 de 2005, exp.
23.533; de 15 de marzo de 2006, exp. 31.447 y de diciembre 12 de 2007, exp. 34.144, entre muchos otros.
En este orden de ideas, se tiene que los ataques planteados por Cosmitet Ltda.,
DUANA Cía. Ltda., y la Comercializadora DUARQUINT Ltda., se concretan en tres
(3) cargos, a saber:
De acuerdo con lo dispuesto en el artículo 155 del C.C.A., el auto que resuelve, en
primera instancia, la solicitud de suspensión provisional es apelable ante esta
Corporación en el efecto suspensivo; sin embargo, al tenor de esa misma
disposición legal, la impugnación no suspenderá el trámite del proceso ante el a
quo, autoridad que deberá remitir, al superior, las piezas procesales en
originales, para que se desate el recurso de alzada.
Pues bien, de los documentos que obran en el expediente se impone concluir que
el Tribunal de instancia dio cabal cumplimiento a los mandatos legales antes
enunciados, comoquiera que los documentos que allí reposan corresponden a
aquellos presentados directamente por las partes, dado que obran en el proceso
(la demanda) en original; también los demás documentos aportados como
anexos y pruebas del libelo demandatorio atañen a aquellos que, en copia
auténtica o simple, allegó la parte actora con sus respectivos escritos.
Así las cosas, encuentra la Sala que los documentos que reposan en el
expediente no provienen de una copia que de los mismos hubiere remitido el
Tribunal a quo –cuya certificación en tal sentido además no obra en el expediente–
y, por lo tanto, se tiene certeza de que corresponde a aquellos aportados por la
parte actora de manera directa.
(…).
“(…).
Ciertamente, el primero de tales efectos, ya comentado líneas atrás, dice relación con
el surgimiento de una relación obligacional solidaria para con la entidad estatal
contratante por parte de todos y cada uno de los integrantes del consorcio o de la
unión temporal, responsabilidad que abarca la totalidad (100%) de las obligaciones
tanto de la propuesta como del contrato estatal respectivo; el segundo aspecto que se
desprende directamente de la ley y acerca del cual los integrantes no tendrán poder
alguno de disposición, se refiere a la vigencia, la duración o la extensión en el tiempo
del correspondiente consorcio o unión temporal, puesto que resulta evidente que a
partir del momento mismo de la formulación de la propuesta conjunta, el consorcio o
la unión temporal respectivo estará en plena actividad, esto es cobrará vigencia y ella
habrá de extenderse, en principio, hasta el momento en que la adjudicación recaiga
en una oferta diferente o hasta que quede en firme el acto por medio del cual se
declare desierto el correspondiente procedimiento administrativo de selección
contractual, punto en el cual cabe señalar que si no resulta favorecida la oferta del
consorcio o de la unión temporal, la figura correspondiente desaparecerá igualmente
de hecho, sin que se requiera acto jurídico o procedimiento especial para ello; ahora
bien, si la adjudicataria resulta ser finalmente la oferta presentada por el consorcio o
por la unión temporal, su actividad o su vigencia, en términos temporales, deberá
entenderse por todo el tiempo previsto o acordado para la ejecución del contrato
estatal correspondiente y hasta el momento de su liquidación definitiva, sin que sea
posible concebir siquiera que el consorcio o la unión temporal pudieren perder
actualidad o vigencia con anterioridad al momento en que se logre culminar la
ejecución del contrato estatal o con anterioridad al vencimiento del plazo convenido
para tal ejecución, cuando no fuere procedente la liquidación.
Es por ello que en torno a los tres (3) aspectos cruciales que se han mencionado, esto
es i) la determinación de la existencia misma o el surgimiento del consorcio o de la
unión temporal; ii) la extensión o el tipo de responsabilidad que asumen los
integrantes del consorcio o de la unión temporal frente a la entidad estatal
contratante, y iii) la vigencia, actualidad o duración temporal del consorcio o de la
unión temporal, resultan inanes –o si se quiere ineficaces, en cuanto ningún efecto
están llamados a producir– los convenios, pactos o acuerdos que sobre tales materias
pudieren concluir entre sí los integrantes del correspondiente consorcio o unión
temporal.
iii).- Tampoco estará llamado a producir efecto jurídico alguno el pacto, el acuerdo,
la previsión o el convenio que pudieren haber consignado los integrantes del
consorcio o de la unión temporal acerca de la duración o la vigencia temporal de la
figura a la cual dieron lugar con la presentación de su propuesta conjunta ante una
determinada entidad estatal, porque en este punto la ley también define, de manera
imperativa, que dicha presentación conjunta se realiza “… para la adjudicación,
celebración y ejecución de un contrato …” (Negritas adicionales)3.
Así las cosas, se tiene que los consorcios y/o uniones temporales surgen,
exclusivamente, de la situación fáctica consistente en la presentación conjunta
de una misma propuesta ante una determinada entidad estatal.
4
Artículo 7 de la Ley 80 de 1993: “(…). Parágrafo 1. Los proponentes indicarán si su participación
es a título de consorcio o unión temporal y, en este último caso, señalarán los términos y extensión
de la participación en la propuesta y en su ejecución, los cuales no podrán ser modificados sin el
consentimiento previo de la entidad estatal contratante. (…)”.
y, por la otra, los contratistas particulares que supuestamente habrían concurrido
de manera conjunta, esto es las sociedades COSMITET LTDA., DUANA Y CIA.
LTDA., y COMERCIALIZADORA DUARQUINT LTDA., cuestión que igualmente
imposibilita a la Sala, en esta oportunidad, tener por acreditada la conformación de
la unión temporal que en la solicitud de suspensión provisional se dice habría
surgido como consecuencia, precisamente, de la presentación conjunta de la
propuesta correspondiente y/o de la celebración igualmente conjunta del
correspondiente contrato estatal por parte de los contratistas particulares
mencionados.
Téngase presente que si bien en relación con las ofertas que se formulen ante las
entidades estatales y su consiguiente presentación, la ley no establece
formalidades o solemnidades ad substancian actus sin cuya adjunción resultare
imposible acreditar su existencia, no ocurre lo mismo cuando se trata de los
contratos estatales, en la medida en que los artículos 39 y 41 de la Ley 80 exigen
de manera imperativa la solemnidad del escrito para que puedan perfeccionarse o,
lo que es lo mismo, nacer a la vida jurídica, por tanto, en los términos del artículo
187 del C. de P. C., la libre apreciación de las pruebas con sujeción a las reglas de
la sana crítica deja de aplicarse cuando se trate de “… las solemnidades
prescritas en la ley sustancial para la existencia o validez de ciertos actos”, por
manera que sólo a través de dichas solemnidades (como el escrito para los
contratos estatales) será legalmente posible acreditar la existencia de tales actos.
Para la Sala resulta evidente que los “artículos anteriores” a que hace mención el
transcrito artículo 59 de la Ley 80, no son todos los 58 artículos de la Ley que lo
anteceden, sino únicamente los artículos 50 a 58 que junto con el propio 59
integran el Capítulo V del Estatuto de Contratación Estatal, titulado “DE LA
RESPONSABILIDAD CONTRACTUAL”.
“Así, puede observarse entonces, que la ley 80 de 1993, que pretendió ser
el estatuto único de contratación, constituye un conjunto de disposiciones
que tienen la finalidad principal de seleccionar objetivamente al contratista y
la regulación que del contrato mismo hace es meramente excepcional,
según surge de lo previsto en los artículos 13 y 40 de dicha norma, que
establecen claramente que los contratos estatales se regirán por las
disposiciones comerciales y civiles pertinentes, salvo en las materias
particularmente reguladas en la misma ley, así como, que las entidades
podrán celebrar los contratos y acuerdos que permitan la autonomía de la
voluntad y requieran el cumplimiento de los fines estatales.
Ello no ocurrió así con la Ley 80 de 1993. Esta norma, no solo derogó el
Decreto 222 de 1983, anteriormente citado9, sino que restringió la aplicación
de cláusulas excepcionales al derecho común, estableciendo criterios más
exigentes para imponerlas, limitando aquellos contratos para los cuales
procede su inclusión, ya sea obligatoria o voluntaria y dispuso de manera
general10:
6
Artículo 71, Decreto 222 de 1983
7
Artículo 72 ibídem.
8
Artículo 73 ibídem
9
Salvo los artículos 108 a 113, referidos a la ocupación y adquisición de inmuebles e imposición de
servidumbres. Al respecto, véase el artículo 81 de la Ley 80.
10
De manera específica, las cláusulas excepcionales allí consagradas se encuentran desarrolladas
por los artículos 15 y siguientes de la misma Ley 80.
contratos que tengan por objeto el ejercicio de una actividad que
constituya monopolio estatal, la prestación de servicios públicos o
la explotación y concesión de bienes del Estado, así como en los
contratos de obra. En los contratos de explotación y concesión de
bienes del Estado se incluirá la cláusula de reversión.
Así pues, resulta evidente que la competencia indispensable para que las
entidades estatales puedan imponer válidamente multas a los contratistas
particulares, deriva directamente del transcrito artículo 17 de la Ley 1150, cuyo
texto no fue incorporado en el Capítulo V de la Ley 80, por lo cual no resulta claro
que se pueda sostener de manera firme y categórica –no al menos en este estado
del proceso– que la aplicación de dicha facultad se encuentre igualmente
sometida a las exigencias y a los requisitos que establece el artículo 59 de la Ley
80, cuyos dictados, como ya se dejó expuesto, se encuentran limitados –al menos
en principio y de manera expresa– a los casos previstos y regulados únicamente
en los artículos 50 a 58 de la comentada Ley 80.
Dicho de otra manera: en cuanto el ejercicio de las facultades legales con que
cuentan las entidades estatales contratantes se encuentran explícitamente
consagradas en el artículo 17 de la Ley 1150 y no en normas legales que formen
parte del Capítulo V de la Ley 80, mal podría sostenerse, al menos primae facie,
que la expedición de actos administrativos con fundamento en el referido artículo
17 de la Ley 1150 necesaria e indispensablemente deben someterse a las
exigencias y a los requisitos que el artículo 59 de la Ley 80 exige de manera
imperativa sólo para los eventos en los cuales se ejercen competencias previstas
o reguladas en los artículos 50 a 58 de ese mismo cuerpo normativo.
Las dificultades interpretativas que se dejan anotadas y que por ahora le impiden a
la Sala compartir la argumentación del demandante que solicita la suspensión
provisional de los actos administrativos atacados, para quien la imposición de
multas por parte de las entidades estatales contratantes en contra de los
contratistas particulares –cuyo fundamento legal lo constituye el artículo 17 de la
Ley 1150, norma que no forma parte del Capítulo V de la Ley 80 al cual se refiere
el alcance de su artículo 59– deberían someterse a la observancia rigurosa del
artículo 59 de la Ley 80, constituyen dudas que se incrementan e intensifican si
se tiene presente, de manera adicional, que el tantas veces aludido artículo 59
que se invoca como violado, de manera precisa, expresa y clara se ocupa de
regular –bueno es reiterarlo– el “CONTENIDO DE LOS ACTOS
SANCIONATORIOS” y ocurre que en el transcrito artículo 17 de la Ley 1150 se
atribuyen competencias a las entidades estatales contratantes para “… imponer
las multas que hayan sido pactadas con el objeto de conminar al contratista a
cumplir con sus obligaciones”, por manera que no resulta evidente y fuera de
cualquier duda que esa clase de decisiones –la imposición de multas–
necesariamente tenga un carácter sancionatorio y que, por ende, deba seguir con
estricto apego la regulación prevista para el “CONTENIDO DE LOS ACTOS
SANCIONATORIOS”.
Así pues, en esta primera aproximación acerca del alcance de la norma legal que
se alega como ostensiblemente violada, para la Sala no resulta posible concluir,
de manera categórica y fuera de toda hesitación, que para la imposición de multas
a los contratistas particulares las entidades estatales contratantes se encuentren
en el deber ineludible de dar estricta, cabal y rigurosa aplicación a los dictados del
tantas veces mencionado artículo 59, independientemente de que resulte
plausible y deseable que los aspectos o incluso los principios generales a que
alude esa disposición legal sean observados y respetados por todas las
autoridades públicas al momento de adoptar decisiones de gravamen o, con
mayor razón, de naturaleza sancionatoria.
Pero es más, aun si en gracia de discusión se pudiere prescindir de las dudas que
se dejan expuestas acerca de la obligación que tendrían las entidades estatales
contratantes de aplicar los dictados imperativos del artículo 59 para los casos en
que procedan a la imposición de multas en contra de sus contratistas particulares,
aun en esa hipótesis, asumiendo entonces que para el caso concreto que ahora
se examina la Policía Nacional hubiese tenido entonces que cumplir con el deber
de explicar y precisar, a lo largo de la motivación de la demandada Resolución No.
0951 de agosto 14 de 2009, cuáles fueron “… los elementos utilizados para la
dosimetría sancionatoria …”, de todas maneras habría que negar la solicitada
medida de suspensión provisional, comoquiera que en el texto de la misma, al
menos en un examen preliminar –como el que corresponde a esta etapa inicial del
proceso– parecen estar presentes las precisiones, las explicaciones y las
motivaciones que la parte demandante dice echar de menos.
Para mayor claridad acerca de las apreciaciones iniciales que alcanza a consignar
la Sala en esta oportunidad acerca de las motivaciones que sirvieron de
fundamento a la decisión administrativa cuya declaratoria judicial de nulidad se
depreca, se procede a transcribir in extenso la parte relevante de su contenido,
así:
“RESOLUCION NÚMERO
“CONSIDERANDO
“……………………………...
“5. Que la supervisión Nacional del citado contrato, mediante oficio No.
500 SUCME DISAN de fecha 29 de julio de 2009, suscrito por la señora
Mayor DENIS BECERRA IMITOLA, rinde informe sobre la ejecución del
contrato al Señor Brigadier General SANTIAGO PARRA RUBIANO Director de
Sanidad Policía Nacional, y luego de hacer un recuento de la situación,
concluye el incumplimiento por parte del contratista a las obligaciones
estipuladas en los numerales 3 FUNCIONAMIENTO DE LOS PUNTOS DE
DISPENSACIÓN y 5 MARCAS A SUMINISTRAR de la CLÁUSULA
PRIMERA: OBJETO del contrato No. 07-8-20069/09, solicitando requerir a
la UNIÓN TEMPORAL MEDIPOL 11 y en caso de que no se ofrezcan las
explicaciones pertinentes con soportes válidos, se proceda a dar trámite
pertinente a imponer una multa de acuerdo a la Cláusula DÉCIMO
SEPTIMA.
“……………………………..
“…………………………...
“CONCLUSIÓN:
“Que esta multa sea fijada en el 0.5% del valor total del contrato $140.500
´000.000 (Ciento cuarenta mil quinientos millones de pesos). El 0.5% del
valor total del contrato corresponde a la suma de $702´500.000
(setecientos dos millones quinientos mil pesos), teniendo en cuenta las
siguientes razones:
“2. La Supervisión Nacional del contrato ha realizado [un] análisis de las 110
moléculas que fueron reportadas por parte de las unidades mencionadas
durante el periodo comprendido entre el 22 de julio, fecha fijada en el contrato
como plazo para la puesta en operación plena de los puntos de entrega
pactados y el 3 de agosto fecha en la que se realizó el último chat semanal,
como no abastecidas concluyendo lo siguiente:
“…………………………...
“16.- Que las partes de común acuerdo, en la cláusula Décima Séptima del
contrato 07-8-20069 de 2009, acordaron la posibilidad de que la DISAN
impusiera multas al contratista así:
Dado que, por las razones que se han explicado de manera amplia a lo largo de la
presente providencia, no están llamados a prosperar los referidos cargos primero y
segundo que la parte actora formuló contra los actos administrativos demandados
al sustentar su examinada solicitud de suspensión provisional y dado que el cargo
tercero se planteó como consecuencia directa de aquellos, también deberá
denegarse entonces la prosperidad de esta última imputación.
Finalmente, conviene reiterar que de conformidad con los dictados del artículo 152
del C.C.A., el análisis que debe efectuarse para determinar la procedencia de la
suspensión provisional de los efectos de los actos administrativos demandados,
debe limitarse a verificar, a través de un simple cotejo o comparación entre los
actos administrativos impugnados y las normas superiores invocadas como
vulneradas, si los primeros contradicen las segundas prima facie o de manera
manifiesta, exigencia que no se satisface en el presente caso, razón por la cual no
hay lugar a revocar la providencia apelada.
Así las cosas, ante la ausencia del requisito previsto en el numeral 2 del artículo
152 del Código Contencioso Administrativo, esta Subsección estima innecesario
emprender el análisis del numeral 3 del referido precepto legal, relacionado con la
demostración del perjuicio que causarían los actos administrativos impugnados a
la parte demandante, motivo por el cual la Sala no se pronunciará al respecto.
RESUELVE:
NOTIFÍQUESE y CÚMPLASE
MAURICIO FAJARDO GÓMEZ HERNÁN ANDRADRE RINCÓN