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Manual de terapia de pareja Peter A. Martin Amorrortu editores Buenos Aires Indice general Palabras proliminares, Leo H. Bartemeier Profacio 1, Introduceién 2. Esquemas psicoligicos y valores normales en el matrimonio 35-3. Aspectos sexuales cel matrimonio: valores normales Gerivados de la psicopatolog’a 50 4. El contrato matrimonial 64 5. Entrevistas inictales de diagndstico 1056, Métodos de terapia de pareja 136 7. Seleceidn de la terapia 146. 8. Psicoterapia de la inarmonia marital 159 9. El divorcio y los eambios en e! estilo de vida det matrimonio 179 10. El terapeuta de pareja 185 Referencias bibliogrAficas Palabras preliminares Leo H. Bartemeier* Este libro ocupa un lugar seftero dentro de la medicina psi- coldgica. Fs una de las primeras obras, en la historia de la psi- quiatria norteamericana, dedicada a la terapia de pareja y que puede ser aprovechada por quienes se ocupan, asimismo, del tratamiento. psicoterapéutico individual de "pacientes ‘con problemas de inarmonta conjugal ee Su autor lo coneibié como un manual destinado a los clini ‘cos, pero es mucho mas que eso: es una descripeién de des ‘eubrimaientos incorporados al tratamiento psicoterapéutico de conyuges que, por su reiterada eficacia, se han convertido en téenicas propias de una forma avanzada de terapia de pareja. El temprano descubrimiento y uso de la técnica estereoscopi- ca» que hizo el autor lo condujo, en materia de inarmonia con- yugal, a intclecciones andlogas a las que posibilits el mieroseo- pio electrénico en la biologia molecular. A su vez, estas intelec Siones le permitieron luego ahondar ea el desarrollo de nuevas técnicas. La descripeién de cuatro esquemas matrimoniales patologi 0s, cominmente observados en le préctica, aumenta conside- rablemente el valor de este libro. Al cotejar la psicopatclozia con la normalidad conyugal, lo enfermo con lo sano, Martin brinda al terapeuta de pareje la oportunidad de desarrollar una orientacién saludable e integral, en vez de centrarse Unica mente en lo patolégico. Asiinismo, este es el primer libro que describe en detalle los valores que conforman un esquema conyugal psicolégicamente Sano, para que sirvan de guia a los terapeutas de pareja. Al igual que otros grandes maestros de la medicina, Martin, ha eserito este libro con el tinico propésito y esperanza de com. partir con sus eolegas los nuevos conocimientos por él adquiri dos, los cuales pueden aplicarse a la terapia de pareja en forma inmediata Este manual es un paso mds en Te evolucién de nuestros co- nocimientos, de nuesteos esfuerzos humanistas, por ayudar a aquellos cuyas enfermedades han penetrado la trama de su vi- ‘du conyugal. Por otra parte, refleja evidentemente un enfoque + Doctor en inedicina, x prise dele Asin Peigaldtice Norteane ricer, In Asuiidn Psicoaralitica Noreamerioana y la Avian Pacoanal ti Ineeraasonal novedoso y més eficaz del tratamiento de la inarmonfa conyu- gal (nétese, por ejemplo, el papel que desempena el contrato matrimonial en el diagnéstico y el tratamiento). Por su ma- gistral combinacisn de teorfa y préctica, este libro se converti- 14 tal vez, con el correr del tiempo, en piedra angular de una nueva especialidad, dentro del marco general de la psicote- rapia, Prefacio Este es un manual escrito por un clinico, destinado aquellos psiooterapeutas que se dedican o dedicardn al trata- mniento de problemas conyugales. Se basa en mis treinta afios de experierici como psicoterapeuta psicoanalitico y veinte de docencia y supervisidn en el campo de la psicoterapia de los problemas conyugales. Describe las técnicas y principios que he venido ensenando, en varios centros de formacién universi- tarios y hospitalasios, a estudiantes de medicina, médicos de familias, psiquiateas, psicélogos elinicos, asistentes sociales ‘quistricos, cleriges, enfermeras y terapeutas de parejas y de fa milias. A ellos va dirigido. Mi intercién ha sido ofrecer un manual practica e instructi- vo. En él, expongo en detalle un enfogue clinico derivado de Jos experimentos y la constante investigacién clinica que llevo a cabo desde hace tres décadas, delineo las entidades clfnicas hhalladas en el campo de los problemas conyugales y describo muchas téenicas que pueden utilizarse para remediar las per~ turbaciones. No trato los aspectos sociol6gicos, antropaldgicas, fileséficos 0 morales del matrimonio. Aunque sé que es impo- sible lograrlo plenamente, he intentado evitar las polémicas, los juieios de valor y el proselitismo, tan comunes en los textos actuales. No he querido complicar al lector con los aspectos te- cas de las numerosas escuelas antagénicas de psicoterapia, ni afirmo que una escuela determinada dé mejores resultados que las demés. Si bien describo un enfoque desarrelladn por mf, no por ello dejo de preseniar. a Io largo del libro, Ie bibliografia proveniente de muchas otras excuelas y métodos, Deseo expresar aqiul mi reconocimiento y gratitud a aquellos que han posibilitado ia elaboracién deeste libro, El doctor Lec H., Bartemoier me alenté constantemente en mis primerns afos de experimentacién en este campo, por entonees inexplorado, También desearfa manifestar mi aprecio 2 los directores de de. partamentos psiquidtrieas que hicieron posibles, denteo de me dios universitarios, las tareas de formacidn e investigacién que han servido de base a este manual, En 1967, el doctor Ray. mond W. Waggoner (padre), a la sazdn director del Departa mento de Psiquiatria de la Universidad de Michigan. faciité el establecimiento de uno de los primeros seminarios sobre el tra tamienio de problemas conyugales, destinada a estudiantes residentes. Tal innovacién tropez con las resistencias habi- tuales, pero el seminario continda realirdndose con el apoyo del actual director del citado Departamento, doctor Albert | Silverman. Asimismo, me ha sido de sama utilidad la coopera clon de James F. MoGloin (h.) en la organizacisn de los semina- tos y la preparacidn de esta obra. Y el doctor Jacques 8. Got- Uieb puso a mi disposicién las instalaciones’ de la Universidad Estadual de Wayne y la Clinica Lafayette, de Detroit, para una investigaci6n de las técnicas psicoterapéuticas aplicadas al tratamiento de Ia inarmonia conyugel, que aBadié nuevas di- zmensiones @ mis experiencias Peter A. Martin Southfield, Michigan Enero de 1976 1. Introduccién Dicho en términos simples, un terapeuta de pareja es aquel que opta por tratar a personas que presentan problemas conyu- gales, Agu! suele acabar toda similitud entre los terapeutas de pareja, considerados individualmente, por cuanto no existe ninguna escuela con un plan de estudios reconocido que ensefie cesta terapia como una profesién independiente, ni hay una ba- se teérica Giniea que le sirva de fundamento general. Los tera- peutas de pareja no sdlo provienen de muchas disciplinas dife- rentes, sino que, aun aquellos que comparten una misma pro- cedencia, encaran los mismos problemas con enfogues y objeti- vos marcadamente distintos, Evitaré la expresién «consejero 0 asesor matrimonial» porque, con frecuencia, este xasesore miento» encierra una connotacién enganosa y desdichada: la de ser una psicoterapia carente de importancia, un enfoque po- co profundy. Muclias personas uv s¢ Wat cuenta de que, por su variedad y gravedad, los problemas ermocionales que encontra- mos en los matsimonios perturbados abarcan toda la gama de tentidades de diagnéstica. Un estudio de los centros de forma- cidn psiquiatrice norteamericanos para residentes, que exami- 1 la rentencia de los claustros de profesores a inctuir la tera- pia de pareja y de familia en el plan principal de estudios, ast como la falta de experiencia clinica de los residentes en el trata- tniento de los problemas conyugales, detect6 en ambos grupos ¢l predominio de actitudes despectivas hacia estas modalidades terapéuticas (Martin y Lief, 1973). Unos y otros crefan que la terapia de pareja era sindnimo de sasesoramiento matrimo- nial, tuna materia breve y superfictal que no debia ser tomada ten serio por unos estudiantes ya recargados de trabajo, que s6lo tenian tiempo para olo importante». Unilizaré los términos wterapia de parejan” y sterapeuta de pareja» exclusivamente porque, a menudo, la gravedad de los problemas tratados exige una terapia de profundidad cors pondiente. En la terapia de pareja, tal profundidad sélo esta + a el otiginal, «marital therapys (serapia mayitale). Hemos optado por sterapla de pactan, por cuunto e autor no extablee ninguna dierenciadon ‘nite lox matrimonieslegitinos y las unions de hecho. Por la misma eazén, Salvo en lr asorespeifcamente cfereaciades, 2 sobrentiense que (mins Sco scouyuger, sarees, seonyugide, snaritaly, enattimoniale, els, 36 fefieren # arbor tipo de weigh todisietanvente [N. dela 7) tnitada por Ia formacién y eapacidad del terapeuta, Algunos delos problemas psicopatolégicos mas difleiles, que no han res- pondido ale terapia diddica, han sido tratadas con buen ressl- tado mediante diversos tipos de terapia dle pareja, gracias a las condiciones ventajosas que estos presentan, Superposicién de limites *Terapia de pareja» es una expresién conveniente por su ampli, sue smplificn la comunieucion al uniter linguist camente el campo de estudio. No obstante, dicho eampo no tiene unas fronteras netamente definidas. Por ejemplo, en el 50% de los casos de terapia diddical con una persona casada, ‘eaya sintomatologia y razones declaradas de su solicitud de te- zapia no guardan ninguna relacién aparente con su matrimo- nio, emerge un material que indica graves problemas maritales (Gager y otros, 1068). El psicoterapeuta debe ser capaz de ma- nejar estos problemas. Cuando lo hace dentro de un encuadre diddico, gacaso no esté practicando terapia de pareja? Quiz debamos denominarla sterapia de pareja indirectar. Mas atin cuando aflora y se manipula un material concerniente a problemas de los hijos v la familia, eno se est practicancln te- Tapia de familia? Recuérdese el caso, historicamente famoso, del pequerio Hans: en él, trabajando con el padre del nifio, sin ver nunea a este, Freud resolvié la fobia que Hans sentia hacia los eaballos (Freud, 1909). Tal vez. debamos denominar a esto sterapia de familia indirectar. Digamos entre paréntesis que Freud fue, quiza, el primer terapeuta psicoanalitico de pareja, aunque nunca haya meneionado esta experiencia en sus escti- tos: él analizd, al mismo tiempo, a los esposos James y Alice Strachey, que habrian de traducir y publicar sus obras en inglés (Stone, 1971). AAsf como el terapeuta que practica la terapia diddica debe ‘manejar problemas maritales y familiares, el terapeuta de pa- zeJa no puede limitarse a tratar los problemas interpersonales del matrimonio, Cuando los problemas intrapstquicos de uno de los eéayuges impiden la resolucién de la inarmonta conyu- gal, el terapeuta de pareja debe ser capaz de abocarse a una te- apa individual, Ademés, un terapeuta de pareja competente no puede dejar de tratar los problemas familiares que se pre- senten. Del mismo modo, al practicar la terapia de familia, tal vvez sea preciso tratar el problema intraps(quico de un indivi- 1 Este manual va ditgido al trapeutas por lo tani, el nine eterapia dildicen se reficre sempre sla dada terapéutica const por un pacientey un terapeata, dio, o un problema conyugal que coadyuve a perturba a le familia Es ovidente, pues, que la diferenciacién entre los campos de la terapia individual, de pareja y de familia es, hasta cierto punto, artficiosa, por cuanto Sus limites se superponen unos a otros, En realidad —y esto lo sabe cualquier psicoterapeuta ex- perimentado que haya recibido una formacién amplia— el punto crucial es este: lo que acontece dentro de cualquier en- cuadre terapéutieo no esta determinado por su denominacién de «terapia individual», nde pareja» o nde familia», sino por las nevesidades de los pacientes y las capacidades, versatilidad y formacién del psieoterapeuta, Peculiaridades de la terapia de pareja ese a lo antedicho, la terapia de pareja posee en verdad al- gunas caracter(sticas singulares. Puede tratar y modificar éreas imposibles de encarar en la terapia diddica o de familia, A di- ferencia de esta dltima, puede ocuparse de hostilidades crueles y discapacidades sexuales entre los cényuges, que no son ade- ‘cuadamente tratables en presencia de los nifios por sus ofectos trauméticos (pueden interferir en la secuencia natural de sus «stadios evolutivos y en la formactén de su yo). El peligro de que la individualidad del nifio se pierds entre la marana de las Horidas accfones de los adultos ayuda a explicar que la terapia de familia no sea, como se ha observado, una derivacién natu ral de la psiquiatrfa del nifio, segin podria esperarse, Los psi Quiatras de nifios tienden a abogar por ellos, A menudo, discre- an con los cadiilterose [sie] que practican la terapia de pareja ‘ode familia, y que intentan ayudar indirectamente a los inos analizando las influencias patégenas de sus padres; prefieren insistir en que el nifo es un individu por derecho propio, que no se limita a reaccionar frente a lo que le estén haciendo sus progenitores. Subrayan, con raz6n, que la individualidad del nifioes, a veces, la causante de Ia afliccién de sus progenitores ‘Ast pues, los psicoterapeutas de nifios reconacen Ia separacién entre la ferapia de pareja y su propio eampo de accion con ma yor prontitud que los terapeutas de familia La terapia de familia difiere claramente de la terapia de pa- reja cuande los nifios estén presentes en el consultorio. Sin em- bbargo, aun en esas circunstancias, 1a relacién entre los tera peutas Ue familia y de pareja parece ser mayor que la existente entre estos ultimas y los psiquiatras de nifios, Uno de los tera. pentas de familia més innovadores declaré recientemente “Aunque, en determintadas situaciones, ereo necesario practi carla terapia de jamiia durante todo el tratamiento (0 sea, inclu- Sendo ea ella tambien a los hijos), he tendida més a trabajar on la relucion marital de los progenitores, una vez que los ni fos originariamente sintomaticos han dejado de constituir el centro de atencién. Por consiguiente, en la actualidad, la ma~ yor parte de mi terapia de familia se convierte en terapia de parejas (Framo, 1975). ‘La singularidad de la terapia de pareja surge quiz4 con ma- sitna elaridad cuando se la aplica en un campo inaccesible a la terapis individual. La intimidad e intensidad del vinculo con Jugal retarda muchas veces la accion terapéutica de un andlisis) Individual, y otras lo impide. La terapia de pareja pone de re- Tieve el vinculo destructive y facilita los cambios eonstructivos, tn presencia de umbos cényuges. Esta ventaju queda ejemplifi- cada de manera éptima por el reconoeimiento de que en la raie profunda de muchos matrimonios perturbados hay una rela- tion de tipo nifto-progenitor. Lo dicho por Anna Freud, al co- mentar uh trabajo sobre el andlisis simulténeo de una madre y su hija adolescente, es aplicable a la terapia de pareja: «Cuan- Go el sintoma neurético, conflicto o regresién de un nino (léase conyuge dependiente), ademés de estar arraigado en la propia personalidad del joven paciente [cényuge dependiente], es Eflanzado todavia suds por poderosas fuerzas emocianales del progenitor [cényuge dominante] al que, a su vez, esté atado Elnifo (eényuge dependiente), la accién terapéutica del andli- Sis puede verse retardada 0, en casos extremos, imsposibilitadas (A. Freud, 1960) ‘Algunos de quienes practican la terapia diddica tratan, en verdad, los problemas maritales y familiares como si fueran tds egrano para su M™0lin0e, 0 sea, como un material que habré de reelabararse durante el proceso terapéutico. Otros cereen que interfieren en la investigacién de los procesos intra: peiguicos y suelen derivar a los cOnyugese hijos # otro terapeuta, peta librar a la terapia diddice de estas interferencias. Mabi- Eualmente, tales derivaciones ejemplifican dos situaciones dife- rentes en a primera, las quejas det pacient orginal contra sy conyuge concuerdan con la realidad y las dificultades que plantea este bloguean verdaderamente el progreso individuals Th la segunda, el paciente original usa el material dela difieul ted marital para evitar los cambios intrapsiquieos propios. Muchas veces, en la terapia diddica, al terapeuta le cuesta aclarar cual de estas condiciones prevalece; en cambio, las t6c- ices de la terapia de pareja permiten esclarecer las euestiones Involucradas, En los casos en que priva la primera situacion, Jas eatzevistas conjuntas pueden poner de relieve Jos puntos de + or puesto, se refer al pseoundlinis (NV. de la TP interacei6n entce las anormalidades de los dos eényuges. El pa- ciente original esta atado no sdlo por su propia dependencia y angustias, sino también por las poderosas fuerzas emocionales del eényage, que 10 ha amenazado con un comportamiento aterrador (p.¢j., violencia fisiea, intentos de suicidio, descom- pensacién emocional, abandonoo divorcio), de manera tal que es imposible lJevar @ cabo un andlisis continuado. Durante el bombardeo de Londres, en la Segunda Guerra Mundial, la rea- lidad de los horrores de la guerra excluyd toda psicoterapia que se centrara en los procesos intrapsiquieos, Del mismo mo- do, en los matrimonios desgarrados por una guerra interna, es preciso desactivar el medio peligroso a fin de que el anlisisOri- ginal pueda seguir adelante. Sise tratan primeramente las re- laciones interpersonales perturbadoras, los problemas intrapsi- quicos volverin a ocupar después el centro de atencién. Todo matrimonio impliea un contrato conciente e incon- ciente, convenido antes de formalizar la unién y activamente mantenido por ambos cényuges en el curso de sti vida marital, si esta es equilibrada. Cuando uno de ellos no puede 0 no auiere cumplir ol convenio erginl, o cuando en login mo- mento se ha propuesto cumplirlo y, no bien concluida le cere- monia nupeial, se aboca # la tarea de modificar a su compane- ro, sobreviene una inarmonia conyugal que, a menudo, se ma- nifiesca mediante un confiicto, regreslon v furmavién de stuto- mas en el cOnyuge dependiente, El caso siguiente es un ejemplo notable de estos procesos: Un hombre irreflexivo, de ideas confusas y aferrado a las reglas se cas6 con una mujer inteligente, dindmica, vivaz, inte- resada por su propia carrera, El eontrato técito, convenido y sobrentendido entre ambos, fue que ella podria seguir adelante cen la prosecucién de sus intereses personales, sin ningun inter- Ierencia de él ella podria tener una vida conyugal sin perder su carrera, en tanto que él se sentirfa afortunado y agradecido por haberla conseguido como esposa, Este hombre débil, con lun yo que @ veces no funcionaba, queria que su esposa fuera su salvadora y su alter ego. Bila estaba més que dispucst tar estos roles, siempre y cuando él no se injiriese para sus propias actividades. Mantuvieron esta relacidn durante v ros afos, hasta que el esposo empez6 a experimentar graves re- acciones de pénico y se sometio al psicoandlisis. Ya no podia continuar aceptando ese contrato, técitamente convenido: la relacién originariamente pactada no era la que ahora quer‘a, E] vinculo entre sus panieos y su esposa se hizo evidente; st ex- cesivo apego a ella se habia vuelto muy opresivo. ‘Durante su andlisis, el marido tuvo el siguiente suenio: «Un hombre nada en aguas poco profundas... es una figura extrata y ridieula, Da vueltas, reptando, Hace todos los movimnientos de la natacién pero, en realidad, no nadav (un cuadro obvie de ss orma de vida). Después, el paciente se vio asi missno en la cocina, conversando con su esposa y sus padres, quienes apaya ban las actividades profesionales de ella fuera del hogar. Sv es- posa deelaré que continuaria haciendo lo que se le antojase y él {Subi6 al piso alto, haciendo pucheros. Ella lo sigui6 y le dijo: ‘Esta es la dinica forma en que puedo hacer funcionar el mati- monio. Solo asi puedo tener una oportunidad. Si me queda en casa, contigo y los nifios, me marchitaré, me sezaré y me enfer- maré yo también. ‘Al despertar de este sueno, el hombre pensé: «No es de extra~ fhar que se sienta asi, He estado demasiado abatido, me he ‘mostrado opresivo y egolsta: no he sido conciente de sus necesi dadesr, El contrato matrimonial y la neurosis se manifiestan claramente en su swefo. En algunas de sus fantasfas inconcien- tes —que se hicieron concientes durante su andlisis—, un hombre fuerte, poderoso y triunfador se enamora d ¥, gracias a esta relacién (que excluye todo comercio sexual}, ayuda al paciente y a su esposa a tomar decisiones y @ triuafar econémicamente. Su inconciente estaba en sintonia con el de Su esposa y viceversa, salvo en un punto; ella tuvo, en efecto, relaclones sexualesextramaitales eon hombres trunfadores poderosos, Inconcientemente, él se daba cuenta de esto y expe- Timentaba un resentimiento feroz, pero en el plano coneiente Ussiientfa Tas Involucraciones setuales de ou expoca. Queria que ella lo amara a él como él la amaba a ella, y que slo man- tuviera relaciones sexuales con él. Este material, arraigado en la relacién marital, legé a ser un obstéculo para su analiss, Era de prever que si este hombre lograba, mediante su tra- bajo analitico, hacerse mAs competente, su espoza trataria fu- riosamente de socavar su nueva posicign y restablecer la ant gua relacién. Ast sucedié en todos los terrenos, incluido el se- xual. Cuando él, gracias a su autorreconstruccién en el andlisis, adquirié especial idoneidad en materia de experiencias se- xuales, sintiéndose muy orgulloso de su capacidad para provo- carle el orgasmo a su esposa (una proeza nueva para él} y para alcanzar é! mismo lo que erefa era un gran orgasmo, ella reac. tiond de un modo tipico: en vez de expresar la admiracion, el elogio y el reverente respeto que él habia esperado, lo revoles hasta quedar encima de él y, afanéndose furiosamente, tuvo seis orgasmas formidables por sf sola. Mientras el hombre rela- taba lo ocurrido, se divfa que uno escuchaba la melodia de la cancién Pueda hacer toda lo que ti puedes hacer, mejor que 4, elevandose en crescendos exultantes. El marido reacciond ante esta experiencia sumiéndose en la depresién y el abati- rmiento, Esta era la posicfén en la que ella querfa que permane- ciese; se habia casado con él para poder gozar de la libertad de 10 lun matrimonio abierto y unilateral, y de la seguridad de saber ques expos la amare a lla ol, on una devorin cegn € E] andlisis de este hombre fracasarta irremediablemente, a menos que é! admitiera ante sf mismo la involucracién sextial de su esposa con otros hombres, la enfrentara a ella con este hecho y se arriesgara a perder su familia, La espose se rehusé @ someterse a cualquier forma de tratamiento, El puso término al analisis sin llegar a confrontar a su mujer con su conocimien- to esecreto», Como ocurre a menudo, lz casualidad intervina enel asunto. La mujer canocié a un hombre poderoso, abando- 16 a su marido y @ sus hijos y rompi6 el vinculo matrimonial Entonces, #l pudo completar exitosamente su andlisis. El cam- bio ocurrido en su identificacién inconciente se manifest6 en tan desetpefic extraordinario de su rol: se convirtié en un padre excelente, se cas6 con otra mujer que lo respetaba y lo amaba, y constituys con ella un tipo de matrimonio completa- mente distinto. A esta altura de las cosas, su ex espose —que ya habia puesto fin a su segundo matrimonio, pues el poder de quel hombre se habfa ‘nelto intolerable para ella — se enfure- ci6 con él, 1c tildé de deshonesto y lo acus6 de no haber cumpli- do la promesa que hiciera al casarse. En este ejernplo, la esposa se neg a entrar en cualquier for- ma de tratamiento. Em pero, en otros casos similares, el edny ge dominante mxpta la Weiapia y ofeece una oportunidad de moeifiar el eontrato matrimonial, La reultante modiicaién en la telacién marital permite que el eényuge originariamente depencliente complete el trabajo necesaro para lograr impor tantes cambios intrapsiquicos. En el caso anterior to ideal habria sido que el andlisis original hubiese prosegutdo hasta que el hombre fuera capaz de énfrentar la realidad de su espo- sa y aceptar la pérdida de su familia; pero, con frecuencia, este ideal es derrotaco por fuerzas tales como los factores econdmn 08, la religidn, las actitudes éinicas y las concernientes a las responsabilidades del individuo ante los demds. Los efectos de la civilizacién contribuyen, en verdad, a la impotencia de muichos pacientes. En la experiencia clinica suele comprobarse que la realidad amenazadora le dificulta al individuo en tera pia el iogro de estos grandes cambios. Cuando se producen dichos cambios en una terapia diddica, el motivo habitual es que la persona sometida a tratamiento es el ednyuge dominan te, con un yo fuerte, y no el dependiente, con un vn débil. El primero puede cambiar en su interior, cargar con la responsa- bilidad de mantener el equilibrio marital o efectuar una sepa raci6n, aunque este cambio entrafe a posibilidad de un inten- to de suicidio por parte del cényuge dependiente, y del cans niente sentimiento de culpa del cényuge daminante. u Algunos pacientes en terapia diddica se quejan de sus difieul- tades maritales para evitar los carmbios intrapsiquicos. Si se los deriva a un terapeuta de pareja, las entfevistas conjuntas reve- an, u menudo, que han estado ocultando_ sus problemas intcapsiquicos tras fa pantalla de los problemas conyugiles in- texpersonales, La idea errénea que tienen de su ednyuge invo- Incra identificaciones proyectivas imposibles de detectar en las ‘entrevistas diéicas. En cambio, en las entfevistas conjuntas de pareja, In presencia real dei cényuge les dificulta el uso de las {uejas contra él para ocultar sus propios problemas intrapsf- quicos. Los mecanismos de desmentida se reconocen pronta y facilmente. Luego, estos pacientes pueden ser de nuevo deriva- ddos a su terapeuta original, a fin de que este continde insistien- do en los cambios intrapsiquices. ‘Los terapeutas que prefieren hacer hineapi¢ en los aspectos intrapsiquicos 0 interpersonales, exclusivamente, se estén auto- limitendo. Durante la terapia, tienen oportunidad de aumen- tar su alcance, flexibilidad y campo de accién pasando de los cambios interpersonalas « los intrapsiquicos y viceversa, Ade~ més, es artificioso separar une cosa de la otra, por cuanto tal separacién no existe en la naturaleza humana, Los fenémenos intrapsiquicos y los interpersonales son la cara y la eruz de una misma moneda. Los mecanismos intrapsiquicos determinan la felacign interpersonal y esta, # su ver, porde reforzar y perpe- tuar los fenémenos intrapsiquieos, o bien modificarlos como resultado de una nueva experiencia propia. A veces, el enfoque ims relevante es intrapsiquico y otras interpersonal, pero am- thos son esenciales y complementarios, y ninguno debe prevale- cer sobre el otro, El terapeuta debe ser capaz de adoptar ambos puntos de vista y abstenerse de acentuar uno de ellos con exelu- sign del otro. Insistencia en la realizacién del cambio La terapia de pareja no es un simple reordenamiento, super- ficial y a corto plaz0, del conflicto interpersonal existente entre cényuges relativamente sanos. En ella participa un grupo psi- ‘coterapéutico estructurado, que permite una involueracién in- tensiva y extensiva en el cambio, el crecimiento y el desarrollo, ‘Muchas parejas utlizan una queja leaitima acerca de una difi- cultad conyugal coma un medio aceptable para recibir la ayu- da que busean individualmente y, al mismo tiempo, salvar las aparieneias. Cuando el terapeuts no reconoce esta necesidud, ni les oftece ayuda, las priva de un derecho tezapeutico al tra: tamiento. 12 La terapia debe ser tan profunda como lo exije ta gravedad de los problemas que se enfrentan, Tal profundidad no es inal- canzable para la terapia de pareja, Subrayemos una vez més tun punto importante: la profundidad de la terapia de pareja sélo esta limitada por la formacién, versatilidad y capacidad del terapeuta que la practica. Algunos de los problemas psico- patolégicos mds profundos y diffciles, que no respondieron a una terapfa diddica, reaecionaron décilmente ante unas condi- clones presentes en In terapin de pareja, pero ausentes en aguella. En uno de los centros universitarios donde yo dirigla un se- minario permanente sobre el tratamiento de los problemas conyugales, un acontecimiento inesperado ejemplificd la pro: fundidad y aleances de la terapia de pareja. Al cabo de unos _pocos afios de seminaio, advertimos que en un gran porcentaje de los matrimonios que hos derivaban para su tratamiento, por lo menos uno de los cényuges habia sido hospitalizado’pre- viamente, durante un episodio psicdtico. Una ver superada la ‘etapa aguda del episodio, se los haba juzgado inadecuados pa- ra un tratamiento psicoterapéutico, o habian sido incapaces de utilizar la psicoterapia (individual o grupal) que tenfan a su disposicién, o bien el régimen clinico de farmacoterapis les ha- bfa resultado insuficiente para apuntalar sus esfuerzos por re- cuperarse. Los tacultativos residentes y el personal parapsi- quidtrico derivaban a estos conyuges al seminario, para el tra- tamiento de un problema marital, en un intento de propor- cionarles atencién psicoterapéutica y evitar una nueva interna- cidn, La respuesta terapéutica, a veces inesperada, que provo- cabs esta modalidad de tratamiento hizo que estas deriva- ‘iones se convirtieran en una experiencia comin, El terapeuta de pareja es, por sobre todo, un profesional que trate de provocar tn cambio eonstructivo 6 creador en guienes solicitan sw ayuda; su préctica esta orientada hacia la facilita cin de los cambios terapéuticos en cada ednyuge. En este en- fogue, el énfasis y la fuerza motivadora recen en el cambio te- rapéutico y el erecithiento de la persona, més que en el mante- nimiento del matrimonio. La tarea es generar un cambio, sea cual fuere la profundidad del problema encontrado, porque, de no producirse ninguno, los problemas existentes conti- nuardn en pie. El cambio puede partir de la superficie y des- cender hasta Jos niveles mAs profundos del funcionamiento psi- quico. Los terapeutas estin orientados hacia el cambio, pero las personas que presentan sus problemas pueden tener una orientacién opuesta, de modo que hay que ensefiarles a cam- biar. Ellogro final seré la resultante de cuatro fuerzas: 1) el te rapeuta orientado hacia el cambio y sus téenicas (expuestas en este libro}; 2} una satisfactoria instruccién de los cényuges, 13 tendiente a orientarlos hacia el cambio (alianza terapéutica): 3) la flexibilidad o inflexibilidad de las presiones dela realidad; 4) Ia capacidad interna para el cambio creador que posean, preferiblemente, ambos cényuges, 0, al menos, uno de ellos Este dltimo vector, amén de ser el mas importante, incluye una flexibitidad que entrafa la capacidad de los cényuges para cambiar psiquicamente, admitir su error y aprender de la ex- periencia (Rangell, 1974). Estas actitudes positivas del yo indi- can la integridad de este ultimo y contribuyen a un pronéstico positivo, Propésito y limitaciones de la técnica El tema de este libro es una técpica: de qué manera provocar ‘el cambio en el campo de la terapia de pareja, Como haré hinea- pi6 en las teonieas, creo importante advertir que, si bien insisio fen ellas, ataco la tendencia a sobrevalorarlas. Mi experiencia personal en el uso de muchas técnicas para el tratamiento de problemas maritales me ha llevado a la conelusion de que nin- {guna posee poderes mégicos. En lo que sf insisto es en la escu- cha atenta de la exposicién del paciente, por un terapeuta que pposea una formacién e intuicidn suficientes para seguirlo paso A paso, Stel terapeuta es ereadur y sabe yue esta acunteriendo, también sabra cual es el medio mas probable de provoear el cambio en esa persona, A mi entender, el éxito en le terapia no se debe a los valores singulares de tal o cual técnica, sino, prin- cipalmente, a la capacidad (tantas veces esquiva) para el creci- miento, el desarrollo, el aprendizaje y la creativicad existente fen Ia persona tratada y, en un grado menor aunque muy im- portante, en el terapeuta. Los estudios han demostrado pocas diferencias notables entre los resultados obtenidos con diversos étodos psicoterapéuticos. Una seleccidn cuidadosa de pacien- tes, tratados conforme a un método cualquiera, puede arrojar excelentes resultados estadisticos (100%), pero estos resultados disminuirén a medida que la seleccién’sea menos esmerada (Masters y Johnson, 1972). Al parecer, esta es una verdad con Ja que se tropieza reiteradamente en la medicina, yase trate de nuevas terapies con drogas o de nuevas técnicas quirirgicas Si aconsejo no atribuir poderes magicos a las técnicas e insis- tir, en cambio, en una funci6n relativamente vaga del yo del paciente (p. e)., Ia creatividad, la flexibilidad y capacidad pa- ra el cambio, la resolucidn de problemas y el aprendizaje a par- tir de experiencias), gpor qué he escrito un libro sobre técnicas? Si estas no son muy importantes, por qué no usar una misma técnica para todos los pacientes, problemas, condiciones 0 diagnésticos? La experiencia no nos permite recomendar este enfoque simplista. A voces, la capacidad vital para el cambio (digo esto para condensar en una sola todas las funciones yoicas antes mencionadas) puede florecer bajo cualquier condicidn, pero esto se da en individuos excepeionales; lo més probable es ‘que tales individuas no soliciten tratamiento, 0, si lo hacen, tengan éxito con cualquier terapeuta y cualquier técnica. El es- tudio de un gran niimero y diversidad de pacientes revela que algunos individuos son capaces de crecer bajo un determinado ‘conjunto de condiciones, pero no bajo atro. El terapeuta que s6lo es capaz de adoptar un enfoque, trata de amoldar a él asus pacientes: los que-no puedan operar bajo las condiciones ast im- puestas, no logeardn crecer. B] terapeuta eapaz de suministrar luna variedad de medias nutrientes, en los que puedan crecer una variedad de individuos, adaptara los medios a las necesi- dades del pactente, y no el paciente a las limitaciones de sus propias dotes o formacién. Individualizacién de la técnica Asi pues, este libro subraya, ante todo, la importancia de las capacidades del paciente para lograr resultados. Algunos pa- cientes creativos, tratados por terapeutas de formacién defi- Ciente, utilizan con buenos resultados interpretaciones que dis- tan de ser dptimas y, a veces, hasta son incorrectas. A la inver- sa, algunos pacientes faltos de creatividad, tratados par los me- jores terapeutas, no responden en absoluto o presentan reac- ciones terapéuticas negativas. Ast como un estudiante puede hacer quedar bien» a su maestro, del mismo modo un paciente puede hacer quedar bien a su terapeuta Un terapeuta debe conocer a Ia persona con quien trabaja a fin de poder individualizar la terapia, o sea, utilizar la técnica més conducente a la Hberacién de las fuerzas creadoras que en- cierra esa persona. Adoptard un enfoque terapéutico que evite la repeticidn de las fuerzas que han contribuido a frenar el de- sarrollo de las capacidades del individuo y, al mismo tiempo. brinde una nueva oportunidad de crecer y desarrollarse dentro del encuadre de la terapia, Tal es la funcién de la técnica. In- sistir en las téenicas y eriticar la tendencia a atribuicles paderes rmégicos no son eetitudes contradictorias. Las téenicas son co imo las herramientas en las manos del artista o artesano: Ia i mitacion de las herramientas disponibles coloca en desventaja al artista més diestro y la escasez de colores o la mala calidad de los pigmentos coartaria aun a los grandes pintores: del mis ‘mo modo, Ia limitacién de las técnicas y la falta de creatividad fara inventar otras, disefiadas espectficamente para el indivi duo que presenta sus problemas, obstaculizan al més experto terapeuta de pareja y a sus pacientes Por Jo mismo que insisto en la capacidad del paciente para obtener resultados, deseurfa referirme a la obra de H. V. Dicks. Este autor distingue la terapia de pareja de la psicotera. pia individual subrayando que es responsabilidad del tera- peuta de pareja ayudar @ mantener la relacién marital. Intro- duce un senfaque de bienestar pilicos, primordialmente «so- cial», en su definicién de le terapia de pareja (Dicks, 1967), Jo contrasta eon el énfasis puesto por Kubie en la prioridad de la salud mental del individuo. El problema de estas declara- ciones es que hacen creer que el terapeuta y su enfoque son los factores determinantes del resultado de la terapiu. Mis expe- rleneias y las de otros cotegas con los que he trabajado dictan tun énfasis diferente: el resultado de uns terapia es determina- do por las fuerzas internas de los cOnyuges, y no por las predis- posiciones del terapeuta 0 por este mismo (el terapeuta es, en realidad, el sirviente de las fuerzas internas del paciente). Co- tno dijo Wheelis: «EI psiquiatra desemperia un papel cataliza- dot en el proceso del cambio de personalidad, Como causa, a veces es necesario, pero nunca es suficientes (Whedlis, 1973) En summa, el paciente creativo puede dejar bien parado a cualquier terapeuta o téoniea por decoabellado que sea uno a tra. En el extremo opuesto esté el paciente que deambula de un terapeuta a otro, de una técnica a otra, y los deja malpara- dos @ todas. El grueso de los individuos ocupan une posicién in- termedia, en la que la combinacién del paciente con el tera- peuta y el uso de a téonica mas ati! pueden determinar el éxito 0 fracaso de tratamiento, para beneficio 0 detsimento del pa- ciente, Pero, jcuidado!, fay que diferencisr el paciente crea- tivo antes descrito dal seudvereativo. Al principio, ambos pueden parecesle iguales al observador inexpert o al tera- puta tan ansioso de hacer terapia que emplea un tempo exce- sivainente breve en formarse un juicio de ellos. Citaré como ejemplo el caso de un elérigo joven, que manifest6 un gran fer- vor religiow hasta que ent en contacto con las tareas de ase soraimiento pastoral; entonces abrazd entusiastamerte el psico- analisis y se convirtio en un ferviente terapeuta iaico; luego, abandond esta activided para trasiadamse a California, donde se abocd, con gran devocién, al xcultivo» de las drogas. El tipo de paciente creativo al que me refiera se juzga desde una pers- pectiva de treinta afios, y no de unos pacos meses 0 afios; este tltimo punto de vista es el nico que puede impulsarnos a atri- buir una eficacia superior a cualquier terapia nueva ¢Quiénes deben recibir la terapia de pareja ¥ quiénes no? Una respuesta obvia es: quienes plantean el problema pre- sentado como un problema conyugal deben recibir una terapia de pareja; quienes no lo plantean asi, no deben recibirla. La respuesta siguiente podria ser: los pacientes de una terapia diddica o de familia que presenten un grave problema marital durante el tratamiento, deben recibir una terapia de pareja ‘Sin embargo, esta contestacién es excesivamente simplista y no ‘condice con la posicién desarrollada en los parrafos anteriores. La experiencia clinica ha demostrado que las entrevistas pre- liminares o los tests psicolégicos todavia no nos pecmiten saber ‘con exactitud, en todos los casos, quiénes tendrén éxito en tra- tamientos tales como el psicoandlisis o la psicoterapia intensi- va. A pesar del cuidado puesto en la seleceidn, a veces se come- ten graves errores. Todo juicio preliminar es tentativo y debe reevaluarse a menudo, a fin de determinar con mayor exacti- tud qué desea 0 qué puede utilizar verdaderamente cada pa- ciente, El terapeuta capaz de efectuar tales reevaluaciones medida que avanza el tratamiento puede responder con mas precision a este interrogante. Es posible que un paciente de quien, inicialmente, se rey que nesesitaba una tetapia de par reja resulte necesitar una terapia individual, o viceversa. Un ejemplo obvio de tergiversacién es el del matrimonio que, si bien acude en busca de una terapia de pareje, pronto revela que, en realidad, uno de los cényuges quiere que esa te- rapia le ayude a obtener el divorcio y su aceptacién por el otro Otro ejemplo es el del individuo que se somete a una terapia Giddica a cause de ciertos sintomas (fobias, depresién, etc.) y descubre la existencia de un problems marital, que deberd re- solver primero pars que esos sintomas desaparezcan, ‘Tampoco es facil determinar qué tipos de terapia de pareja serlan Jos més adecuados para cada matrimonio; para saberlo, hay que escuchar constantemente a los pacientes y reevaluarlos con frecuencia. Bstas eonclusiones humillaran quizas & los te- rapeutas, pero constituyen una solida base para las actividades terapéuticas y el uso de las téenicas, 2. Esquemas psicolégicos y valores normales en el matrimonio La deseripeién de los tipos de matrimonios psicopatoldgicos ‘nos permite inferir cuales son los valores normales en el matri- ‘monio; a su vez, estos valores ponen de relieve los cambios ne- cesarios para establecer un esquema matrimonial sano, Mi ‘concepeién se opane a la dectaracton de Haley, en el sentido de que no hay ninguna deseripeidn formal de los matrimonics pa- toldgicos y, por ende, ninguna teoria acerca de los cambios que deben generarse (Haley, 1963). Los cuatro esquemas que deseribo a continuacién son los que se encuentran mas habi: tualmente durante el tratamiento de os problemas maritales. ‘Las razones inconcientes que explican un esquema matri- monial particular determinan el tipo de problema que surgiré en la relacién; esto posibilita la clasificacién de las relaciones patolégicas que a continuacidn exponemos. Por supuesto, estas ccatogorias no son entidades rigida o claramente delimitadas, dentro de as cuales podemos encasillar a todos los matrimonics tol6gicos. Algunos tipos se superponen, o bien contienen ele- antes de ofres, Sin embargor In elesificacion do las condi- ciones psicopatolégicas por categorias nos permite realizar in- vestigaciones utiles (p. ej., comparar los resultados que, para cuadros clinicos similares, obtuvieron grupos de terapeutas 0 téonicas de terapia diferentes). Guatro esquemas matrimoniales patolégicos En medicina, lo tradicional es investigar primero el fun- ‘cionamiento anormal del organismo y deducir después los valo- res normales de esas funciones, El drgano que funciona correc- tamente suele estimular muy poco el estudio de sus mecanis: ‘mos; en cambio, cuando funciona mal, los mecanismos respon- sables del desarreglo atraen nuestra atencién y, una vez quie comprendemos su patologfa, nos es mas Facil entender su fun- cionamiento normal. Del mismo modo, y como lo scialé Freud, el estudio de la psicopatologfa ha contribuido enorme mente @ nuestro conocimiento de la psicologia normals de la Vida cotidiana. El psicoanalisis ya ha logrado adelantos consi- derables en la formulacién de generalizaciones cientificas, va- 18 ligndose de la luz que puede arrojar la psicopatologta sobre los mecanismos dinémicos del comportamiento normal, Del mis. mo modo, en mi trabajo can pacientes que llevaban una vida conyugal muy desdichada, atrajeron mi atencién los mecanis ‘mos responsables del mal funcionamiento» de esos matrimo- nios. Los euatro esquemas matrimoniales que deseribiré a con- tiouacion ejemplifican varios tipos de psicopatologia y perm ten deducir los valores enormales» para un matrimonio sano que funcione bien. 1, La esposa wenamorada» y el marido xfrfon! Este exquema —el de la esposa «histérices y el marido wobse- sivor— es el problema psicoterapéutica més comin y dificil que hayamos encontrado. Los primeros pacientes de éste tipo ‘que estudiamos eran parejas de la clase media alta a fas que tratébamos en nuestro consultorio privado. Primero hicimos hhincapié en que la capacidad de los maridos para costear simulté- neamente su propio tratamiento psicoterapéatico y el de sus expo- sas ejemplificaba, de un modo importante, la idoneided de sus talentos y la fuerza suficiente de su yo. Esta fuerza del yo caracteriza a los maridos y contrasta marcedamente eon la de- bilidad det yo de las esposas. Empero, nuevos estudios, «ue abarearon unas doseievtas parejas durante un lapzo de veinti cinco afios, revelaron que este esquema se presenta en todos los niveles socioeconémicas y exté determinado, también, por fac- tores inconcientes que intervienen en Is eloccién de la pareja. Las esposas, El euadro que ellas presentaban define la enti- dad clinica ‘a'la que nos referimos, Ninguna de lax mujeres mostraba todas las caracteristicas que se enumeraran, pero una vvez suprimidas las variaciones individuales, se advirti6 una no- table similitud de rasgos. La esposa es Ia primera qne acnde en busca de tratamients porque sufre depresiones, una angustia grave-o sintomas lisicos incapacitantes, Ya no puede manejar six hogar, euidar de sis hijos 0 cumplir‘con sus obligactones sociales. Padece una des. ‘compeniacién emocional y esté al borde de una regresién alin més grave, Tal vex hace afios que toma tranuilizantes, baje lt supervisién del médico de la farnilia, Desde la primera eutre- vista con el psiquiatra, o, si es una paciente deprimida, no bien se disipa su depresién’ afirma que sn enfermedad se dehe pura y exclusivamente ala Trialdad y erueldad de su marido, Insiste tn que sus desens o sentimientas lo tienen sin cvidado y decta 1G. Mastin y Bind, 1959 14, enfaticamente. «que posee una profunda capucidad de amar, pe70 que su expos0 es frlo, indiferente, cruel o psiedtico. Para demostrar la gran insuficiencia emocional del marido, expone un sinndimero de casos en los que él no hizo lo que, a su juicio, deberia haber hecho; ella ve en esto una evidencia de su incepacidad de amar. Pese a sus sintomas, niega sus conflictos intrapsiquicos insistiendo en la relacién interpersonal dentro el matrimonio. Se queja de ba insuficiencia 0 exceso sexual de su espose y lo culpa de su propia falta de seasibilidad sexual. De estancarse su tratamiento, declara que su marido también debe someterse a terapia; de lo contrario, ella no sanaré 0 tendré que divorciarse. Para est mujer, la dnica solucién es «que su esposo cambie, Afirma con vehemencia que él esté més enfermo que ella, aunque no presente ningin sintoma. A ve- ces, esta alirmacion no la hace lu esposa sino el psiquiatra, mo vido por su inexperiencia o su desesperacién (al no poder acce- der a la esposa, debe aceptar sus condiciones, en la esperanza de efectuar algin cambio en ella por medio del marido). Con frecuencia, son casos dificiles de diagnosticar: las califi- ‘earan, acaso, de personalidades histéricas, 0 bien las colocardn en 1a amplia categoria de los caracteres fronterizos. Su relacién con el marido es de tipo simbi6tico y parasitario, Su autoestima 6 baja (lo eual eonstituye un problema nareisista). No sienten que posean una personalidad propia, fija, firme y estable, que las distings de los objetos destinados a satisfacer necesidades; en presencia de terceros, tienden a dejarse dirigit por los de- més: busean su aprobacidn y ayuds para establecer quiénes son yeudnto valen ellos mismos Estas mujeres presentan un cuadro tan caracteristico que, # Jos pocos minutos de jniciada la primera entrevista, se las reco- nove oon Facilidad... y se prevé qué dirén durante el resto de la consulta. Pueden reconocerse en cualquier grupo etario, antes o después del matrimonio, Flecuerdo el caso de una anciana de setenta aflos que vino a verme por una depresién: Ilevaba cin- cuenta ais de casada; tenfa hijos, nietos y bisnietos. Cuando le pregunté cual era su problema, me conté la tipica historia de infortunios: su esposo no la amaba, prestaba atencién a otras mujeres y cada vez que iban @ un restaurante, bromeaba y 3¢ ‘chanceabs con las earmareras. Eso si, nunca le habia sido infiel Las estudiantes secundarias también acuden, llorosas y deprimidas, quejandose de que sus novios no les prestan sufi- ciente atencidn. Con frecuencia, las nifas y los varoncitos pe- quefios son criados y educados de distinta manera. Por ejemplo, su busqueda de la aprobacién de los adultos no tiene le misma acogida: las ninas que experimentan una fuerte nece- sidad de aprobacién suclen encontrarla, porque su comporta- miento es aceptable, pero los varones'en idéntica situacién pueden ser objeto de un gran desdén, Estas experiencias prepa ‘an mal a las nifias para las relaciones unipersoneles eon sombres, propias de la pubertad, la adotesceneia y la vida adulta; de ali su ereencia de que sus maridos tienen la zespon- sabilidad de aliviar todas sus angustias, deseos y necesidades nsatisfechas. A veces, semejante actitud solo sieve para desper tar los rasgos latentes de una personalidad pasiva-resistente que puedan tener esos hombres: entonces trataran, quizas, « sus esposas con el mismo desprecio con que ellos fueron trata tos en su infancia, cuando pedfan earifo. Estas esposas son una tierna trampa para los terapeutas de sexo masculino, Suelen ser locuaces, emotivas, entusiastas, ar- lsticas, talentosas y atractivas. Al parecer, hacen trasferencias rpidas, Fuertes y positivas con el terapeuta y creen a tal punta en el valor del tratamiento, que declaran que todo el mundo deberfa someterse a él. especialmente sus maridos. Son perso- nalidades histéricas, y podria pensarse que sus estructuras se si tian en un nivel genital, pero en realidad poseen caracteres orales profundamente atraigados; se avienen con rapidez a cualquier cosa para ganar el favor ajeno, pero son incapaces de mantener una posicién verbalmente ‘convenida, A conti- suacién, describieé en detalle a una de estas esposas La sefiora A. se sometié a un tratamiento psiquiatrico por- que sufria graves accesos de angustia, que la incapacitaban fl- sicamente. En las primeras entrevistas, trémula y llorosa, expresé sus temores de que su esposo contrajese una enferme- dad mortal. Esta preocupacién anormal por su marido resulté ser una proyeecién de su hostilidad hacia él, por cuanto dio pa- 40 a un periodo de innumerables quejas: afirmé que era fro, desamorado y reacio a hacer lo que ella queria; lo acus6 de set so eausante de todos sus sintomas y problemas, al no amarla co- no ella deseaba ser amada. Se quej6 de que él la obligaba a res- donsabilizarse por entero de los hijos, y trat de demostrar su ‘nsuficiencia. ‘A medida que las entrevistas fueron sacando a luz. mas mate rial, result6 evidente que ella era quien llevaba una vida de pengiente y parasitaria, con su marido por huésped. Como era Incapaz de dar dos pasos por si sola en la direcci6n que ella eli- ziese, lo usaba a él como cabalgadura y se quejaba cuando no se encaminaba hacia donde ella queria. Si intentaba hacer algo or si misma, aparecian graves sintomas de diarrea, micciones frecuentes, néuseas 0 vémitos. Después de cada parto, debia bligarse a si misma a levantarse de la cama para atender al re- sién nacido, Envié a su primogénito a un campamento vera- niego cuando slo tenia tres afos y, durante muchos més, cada ve2 que llegaba el momento de visitar a sus hijos en su campa- mento, en ver de estar ansiosa de verlos le acometfan tales duseas que quedaba incapacitada, Era frfa, hostil y criticona fon sus hijos. y Hlamaba continuamente a su hija mayor por él Sombre de se propia hermana, # quien adiaba. En suma, ac Gra en absoluto una madre amante de sus hijos ‘Su andlisis tevelé que odiaba terriblemente a su propie madre, que shabia trabajado como un perro toda su vida» & Gausa dela ineptitud de su marido. Al tener que asurnir ambos oles parentales, no le habfa quedado tiempo para amar a st Inje'o culdar de ella; ademas, cuando quedaba fisiea y emo Cionalmente exhousta, se encolerizaba con su esposo y sus hijos ‘Su propin reaccidn de odio haba impulsado a lasenora A. jx varte asi misma, de nifa, que nunca seria como su madre. Esta grave lucha con la madre generé en ella una resistencia al ere Eimiento y desarrollo emocionales. Quedé congelada en una fosieion de bebita inepta y parasitaria en relacién con st Pedre: esta posicion le permitia quejarse constantemente de ln alte de earino de aquella. Cuando se cas6, trasfirié automati- ccamente a su esposo (a relacién parasitaria que hasta entonces able mantenido con su madre. Cuando esta paciente, fracasada en su vide doméstice, en pozd a participar en las actividades de un club y en obras de c2- Fidad corwunitarias, le entr6 el pénico y desert6 de elas; huego, Facionalizé su ineptitud aduciendo que no le agradaba ls elas Ge mujeres que actuaban alli. En cierta ocasién en que cor Gurmio como invituda wun club campestre, 20 aterrori74 y hixé su hogar; como siempre, negé su ineptitud y alegé que las mujeres que jugaban al golf y al bridge eran tontas y superf- Giales, Lo mismo sucedi6 cuando se incorporé a una organiza- (Gon que se dedicaba a hacer obras caritativas dentro de la co- munidad; las mujeres que la integraban nada tenfan de criti Cable, pero ella las criticé. Durante su tratamiento, intenté Conquistar su independeneia asistiendo a una escuela normal; pensaba recibirse de maestra, pero no pudo concen arse en us Estudios, declard que era una tonterfa esforzarse tanto, se asts- téy abandond la carrera, Ingres6 en un pequetio grupo sinféxi- ‘co que sélo requeria la asistencia a sus reuntones y apoyo finen tier, pero como su esposo no se most76 interesado, lo dejé. Tal fra su ecquema y a él se atenta con los consignientes altibajos, Gesaprobando y destruyendo todos los recursos de que dispcne tl individu para sublimar sus pulsiones y establecer una iden tidad sélida “La Senora A. no posefa un sentido claro de su identidad. “u- vo una serie de rapidas identificaciones de diversas caractertst tes, del tipo «como si, pero ignoraba quién o qué era como persona adulta, Inconcientemente, se identifieaba con un bebé Ebandonado, con el panal empapado y vornitando, "Todo este material permitié situarla en la amplia categorla diagndstica de los pacientes fronterizos, que padecen el proble- ma especificamente narcisista del manejo de su autoestima, Estos pacientes reaccionan ante cualquler desaire o desaproba- ccidn (real o imaginaria) de la otra persona con una célera casi psicética, que borra toda pizca de autoidentidad que pudiera Existic. Por lo tanto, en el caso de estas mujeres, podemos hablar de una adiccién al amor o a las persongs. En ellas, la identificacion con el objeto excede en importancia a las rela- clones de objeto. Los maridos. Su cuadro clinico contrastaba notablemente con el de sus esposes. Exan hombres inteligentes y educados, ‘que oeupaban puestés de responsabilidad; profesionalmente, ran por lo menos competentes y, en algunos casos, hasta brillantes. Se os respetaba en su trabajo yen su comunidad, no padecian descompensacién emacional y no eran adictos a las Srogas ni al alcohol. Una diferencia esencial con sus exsposas er ‘que no exteriorizaban mucho sus emociones, Fran més intelec- tales, ldgicos y razonables que ellas en sus relaciones con los demas y en su modo de encarar los problemas y, si bien se ade- cuaban @ las exigencias de la vida extrahogazetia, variaban en ‘cuanto a su adecuacién doméstica, como reaccién al acoso que sin tregua les imponfan sus esposas, "En Jo que més variaban los maridos era en su propia estima. cin de la necesidad de recurrir a la psicoterepia, En un extre- fo estaban los que opinaban firmemente que ellos no necesita- bban ninguna asistencia, pues el problema radicaba por entero cf la esposa: algunos ni siquiera se avinieron a someterse « una evaluacién, El grupo central estaba constituide por marides ‘spuestos a hacer cualquier cosa para aliviar su perturbada si- tuacién conyugal, ansiosos de recibir ayuda, En el extremo ‘opuesto se hallaban algunos hombres que comenzaban a dudar de su propio juicio y a pensar que, quizé, sus esposas tenian ra- z6n al culparlés exclusivamente a ellos por los problemas que padecian, Durante el tratamiento, estos hombres presentaban un cuadro marcadamente distinto al de sus esposas: pareetan indi vidos bien adaptades, enn éxito en su trabajo y en sus tela ciones sociales y que sabfan actuer en situaciones de tensién. Fsto sugerta que poseian suficiente madurez,emoeianal cane para nls en la mpl categorta de fos ards adultes normaless. Empero, su tratamiento revelo que, bajo la super che de uv actitaleydelensascaracteriticns,subyactan fro ‘ees conflictos emocionales que, en algunos casos, igualaban a los de sus esposas, Salicron a luz grandes restricciones en la ‘expresidn de sus instintos y, en eiertos casos, una prominencia de las defensas yoicas primitivas, Por qué, entonces, se los consideraba relutivamente sunos, en tanto que sus esposas esta- ban enfermas? La diferencia vital radicaba en sus yoes “Tal vez sea cierto que 1a snormalidady es una ficcién o una fantasia, pero puede decirse que una persona tiene un yo fuerte caundo se defiende de sus pulsiones internas sin. privarse por ello de Ja energfa requerida para sostener las funciones del yo en cunsonaneia con las necesidades instintivas, Cuando se juzgd a estos maridos conforme a este patron de medida, su tra- tamiento revelé diferencias pronunciadas en cuanto al grado de fuerza del yo. Algunos eran incapaces de manifestar sent- mientos de unién, intimidad, ira 0 amor. Sy supery6 y su yor realidad trivilaban a costa de una restrieeidn de la libido; de ht que se los considerara faltos de calidez. La privacidad en sus reluciones intimas constitufa un problema para ellos; po- sein esteueturas de eardcter fijas y rigidas, y st sentido de la continuidad y sistematizacién personales contrastaba senala damente con el de sus esposas. Algunos fueron catalogados tetre los «normalese, otros presentaban estructuras de cardcter bsesivo-compulsives y un tereer tipo tendia a la paranoia ‘A diferencia de sus esposas, estos hombres suclen ser pacien- ves desayradables para los psicoterapeutas. Se rehaisan a some- terse a un tratamiento o, si acceden, manifiestan poca necesi dad de ayuda o escaso respeto por ella. A menudo son indife- fenles y ieuclsos, ademés, en vee de las répidae involucra ciones de sus esposas, presentan un enfoque paranoide que puede generar antagonismo en el terapeuta inexperto E/ esquema matrimonial. En estos matrimonios se produce uc en deus dela ceraenia non A comes de Trvida conyugel ta expose parece dominar: «3 bonita 0 va Hohe an tangs que sutmarido es un hombre simple, timido 0 Thapider lla @'aparentementeexeitame y divertida, 0 Bien ree user una concctmnfentos de misica, ates) human. Jade dello que dl egrece En to afossigulents, el marido seatnas desaftellaedo au carter, tuna en's profeion 9 fen sus negocios, mejora su relueién con Le gente, pierde su timi= dun adguiereconfarza en simisno. Es un tobalador. Sues posa, en cambio, es una conversadora; pese a sus protestas in paler sen, no experimenta sentlontor maternales, 1s responsabilidades domésticas no son un motivo de gozo para ealotes de un logar a otros neaper de oeupar una pos cidn estable fuera del hogar. La dificultad en la relacién mari- Ca Side en que los eonfuges tncapace: de desarlla con He eee ec intinidad obs, ntroducen ene) mateo. Ieee Rennes Lontaciones de la enperonela que estingen J hunts eeluyen, ia intimiua (Baraett, 1070), Eine contaste entre ls eémjuges we advierte de modo sorprenclente en sociedad como la de la ciudad de Washington, donde existe una concentracién de hombres muy exitosos, con es posas con las que se casaron siendo jévenes. Un periodista que los observ6 durante mucho tiempo, declaré en un articulo que ppor las noches Washington era la ciudad mas deprimente que habia visto en su vida, En los eécteles, se encontraba con pare- jas cuya presencia alli estaba determinada por el éxito de los maridos, quienes habian alcanzado un puesto de liderazgo en sus actividades. Bl cuadro deprimente lo presentaban las espo- sas, Aunque hubiesen iniciado su matrimonio en igualdad de condiciones con sus maridos, ellas no hab(an ereeido con los ios y el contraste con sus esposos aterraba al periodista. Tam- bign a ellas las aterra: ven agotadas sus necesidades narcisistas y sufren golpes devastadores en su autoestima, todo lo cual las leva a adoptar diversos mecanismos de defensa —sintomas de fobias, depresién © proyeccién (en los maritos) de aquellas porciones de su propia personalidad que ls resultaninacep- tables— El estudio de las personalidades de tas esposas a lo largo de treinta afos, as{ como Ins conclusiones extraldas de nuestras in~ vestigaciones iniciales y seguimientos posteriores, muestran una coherencid somprendent ona uniformided on cambios leves, salvo en los pocos casos en que La terapia tuvo éxito. Con frecuencia, los defectos irreparables en el funcionamiento del yo perpetuaban una tendencia a la regresién en situaciones de stress € impedian que se consumara la maduraeién. En cam- bio, el cuadtro presentado por algunos maridos se habla modifi- cado notablemente al cabo de esos afios, Algunos continuaban avanzando en su carrera. Otros (apenas un 20%) no recono- cian ninguna necesidad de ayuda y advertfan que los métodos que ley hablan permitide triunfar en su juventud resultaban ex- cesivamente rigidos ¢ inflexibles. Estos hombres mantuvieroa el mismo enfoque cuando se les planted en el trabajo le necesi- dad de un cambio: el hecho de haber sido promovidos a ut nivel que excedfa sus capacidades, sumado a su relativa inca- pacidad para comprender los sentimientos ajenos, les caus6 di- ficultades en sus nuevas funciones. Sus primitivas actitudes pa- ranoides se intensificaron; sus posteriores fracasos —nada infrecuentes en el campo de los negocios— determinaron una descompensacién emocional y algunos desarrollaron psicosis paranoide. En el caso de estos ltimos, Fue bastante interesante comprobar cémo afloraba la verdad contenida en las weusa- ‘eiones que les lanzaban sus esposas en los primeros aftos de matrimonio, y que la evaluacién psiquidtrica no habia podido diseernir con ‘elaridad. En efecto, lus proyecciones paranoides de las esposas contenfan un niicleo de verdad, Un individuo puede funetonar bien eri muchos terrenos, sin que se evidencie 5 tun problema de intimidad que la intesidad de a selacién mar tal pone bien pronto de manifiesto. Posteriormente, cuando se produjeron eambios, estos matrimonios se destizaron hacia th tipo paranoide que describiremos mas adelante 2. El marido wen busca de wa madres? En esta entidad clinica espectfica —la del marido ehistériom ypla espose -obseslvas—, el hombre reovrre a un terapeuta per ie he surgido una erisis en su matrimonio: mantiene rela Bias con atra mujer, con la que piensa casarse, pero circus: tuticas externas a él han obstaculizado sus planes y precipitado su errumbe, Cuando acude a) consltoria del feranest® de varejas por su propia voluntad, lo hace prineipalmente pert Barelis Pi farina de obtener lo que tan desesperadamente de fea fla otra mujer), sin despertar sentimientos de venganza en St esposa, Algunos no vienen por voluntad propia, sino porcue fa otra mujer los ha rechazado y, ahora que desean retornar a fo familia, sas iracundas esposas los obligan a buscar Ia aytda terapéutica como condicién para volver a aceptarlos El cuadro de los hombres con este tipo de problema se dvi a en dos grupos: ede los aotivos dominadores (20%) y el de Tor pasivaco dependientes (80%). El primero, que describ re- trot seguidamente, no nos permite inerir los valores tata. Entabs compuesto por individuos que triunfaban en todo cvan- to hactan, eran oportunistas y mantentan relaciones poco pro- Hondas, que les permitian pasar de una situacion cualquiera a cotta més ventajosa. Les parecfa inconcebible que pudiesen sa fir derrotadas en su af&n de easarse con sus amantes, Los que aeudian en forma voluntarla al psicoterapeuta querfan ap-en- Jor de él, usoriamente, la técnica de cémo conseguir lo ave (iho desea, No podian soportar Jos sentimientos de desamparo, J sblo se derrumbaban o deprimian cuando saltaba a Ta vista Que no obtendrian lo que deseaban, En sus caracteres habla rasgos sociopéticos El grupo de los pasivos y dependientes buscaban una madre, no para dominarla, sino para que cuidara de ellos: esta era una Tranifestacion de sus posiciones regresivas y exigentes, y una aceptacién de su desenvolvimiento. Estos individuos buseaban amor proteccidn. No manejsban bien sus asuntos personales, Competian mal con Jos otros hombres y recurrian a las mujeres fen procura de sostén y consuelo; bardeaban la impulsivic2d y Ta ieresponsabilidad, eran earacteres orales con personalidades histérieas, y el alcoholismo era un sintoma comtin en ellos. Dado que este segundo tipo era mayoritario, lo melor sexla deseribir este exquenna matrimonial come integrado. por un mnarido pasive-depenciente y una esposa dominanes. Aqut,& ier aero sn en stgsones desndependeny re ueve hacia unm majes fuerte, igual gue el niko se vuelve acta su madre en las situaciones de sre. Las esposas. Se caracterizaban por ser madtes excelentes, en clianto a su coherencia, seguridad y confiabitided. Todas decian amar a sus maridos, mostrandase capaces de soportar ex- periencias conyugales travmaticas, Se asemejaban més a los fraridos del esquema precedente: eran personalidades obsesivo-compulsivas. Rara vez se divarciaban, porque sollan aceptar al expos que regresaba al hogar, Advertian que su re- lacién marital habia cambiado cuando le Negada de los bios les impedia dedicarse por entero a sus maridos, y estos busca ban esa dedicacién exclusiva en otra parte. Una observaci6n yas detenidaneveld qu ests exposes sentan Ie necesidad de irigir y controlar alos demas, y que, si bien les brindaban ver dadere ayuda, fendlan dominates, Las sotras mujeresw, Eran idéneas y competentes, muy pare cada as espsne Las aradas eran tnadrs 9 pos cagaes Su relacién con estos hombres parecia basarse en su respuesta a tuna persona nococitada; por otra parte, easarse ran ellos signi ficaba frecuentemente un gran adelante socioecanémico. Ad ms, ellos solian ser excelentes amantes, con una gran eapaci dad para la intimidad fisica. Si bien, en cuanto amantes, las sotrase parecian responder a la sensualidad y al amor mejor {que las esposas, daban la impresidn de que después de casarse serian como ellas ‘Sin embargo, cuando habia que tomar una decisién final. es tas mujeres eran ms realistas que los hombres. Si ya cran casa- das, a menudo se negaban a divorctarse de sus matidos: para ellas, sus hijos importaban mds que sus amantes. Si eran solte- ras 0 viudas, estaban dispuestas a casarse con sux amantes siempre que estos obtuvieran el divorcio. Tal easamiento modi- ficaba el cuadro elinico: el primero que acudta al consultoria del terapeuta ya no era el marido «en busca de una madres, s- no la esposa ansiosa de averiguar o) mode de recongnistar isu imarido de manos de le «otra mujer» Bl esquema matrimonial. Es bastante comin, El hombre se casa joven, cnando todavia no ha terminado sis estudios 0 ne ¢ capaz de ganarse la vida; aparentomente, se casa por anor La exposa trabaja y lo ayuda en su carrera, hasta que Hlegan los hij y fas eircunstancias le impiden cuidar de é por entera Simultaneamente, el marido aleasza la autonomia economies y busea #atra mujer que este libre para cuidar de él; esta mujer eed, tal vez, mas joven, bonita y sensual que su esposa. 3. El matrimonio wde das pardsitose Estos matrimonios estan constituides por dos ednyuges pasivo-dependientes dos personas que, al au poder nada, se ferrin deseperadamente [a ung a lta» se abogon jn tas —. Las parejas que vimos en la préctica eliniea provenian Se das nivel ycioneondmicos extremes. Algumas ly atendi nos en el consultorio externe gratuito del departamento de psi- quiatria de un hospita! general, eran indigentes y se curacteri- Zabun por su aleolioliso, drogadiccién, angustia, depresion incapacidad para el trabajo; ninguno de los cOnyuges era cu: paz de llevar el peso del matrimonio, Otras de estas parejas que atendimnos en el consultorio privado eran muy rieas, pero esta riqueza habia sido heredada por uno 0 ambos esposos. Emo- cionalments eran ineapacs de ser buenos progenitors yssda fnno proyectaba hostilmente su ineptitud sobre el conyuges es {abun tlenos de angustias y presentaban sintomas neurdticos thadu de defensas. En su convivencia no lleguban a constituir tin solo yo, sina que formaban un duo de cactus parasicos que ro pextian vivir juntos ni separados. Cada uno esperaba que el ‘otro cuidare de él, y cuando estas expectativas quedaban insa tisfechas, respondia con reacciones primitivas de edleru o pani: co acompaiadas a menudo de formaciones febicus. Et exqueme motrimonial, Cada e6nyuge expera que el otro asuine ly responsubiigud Ge hater que el matimonie fur Gianer gun es eapaz de ercer, ni de stisfucer las neces dl oto. Logo dal eon, te died emerge mds Fapigumente que to los xquumas ehiioniales anteriores tno. ambesconyuyes presenta sates abies, a veces du shelf de my tas ante dealogn dear ion bas jas poseedoras de una fortuna izeada suflan lw trabu Eiicional de ‘unas expectativas familiares fundadas en su edu- tacion y posicidn social 4. El matrimonio paranvide cuatro tpos de matsimonios ciicamente perturb dos Gus utamosagut para infest lo valores normale de la ‘darmantal,e paranoide e que mejor pone de manifesto Ie Nesaad de oparayeindividualrara cada cbnyuge Estos sratinoniosebarean oda wna goa de sjvemas, en uno de 8 suyos extremos esta La llamada folie é deux, condicién patol6. ica en la que los esposos conviven bien eompartiendo los mis: ‘mos delirios, pero entran en confflicto con la realidad. En el po- lo opuesto tenemos la «paranoia conyugals, en la que el sistema Aelirante de un cényuge se centra en el comportamiento del otro, lo cual le permite funeionar sin conflicto alguno en las st- uuaciones extraconyugales, pero a costa de Hevar una horrible vida marital. En los grados intermedios, los espasos comparten siertas ideas, valores, prejuicios, distorsiones o desmentidas de la realidad, que les posibilitan un matrimonio armonioso, 0 bien diserepan en torno a todo ello, en cuyo caso habrd un matrimonio desavenido. Folie @ deux, El primer informe sobre esta condicién data de 1860, ao en que dos miembros de una misma familia fueron hospitalizados, el mismo dia, victimas de idénticos delisios (Cameron, 1959), Es una psicosis de asociueion, en la que un individuo trasfiere ideas delirantes o un comportamiento anor- smal a otras personas, con las que mantiene una relaci6n inti- ‘ma, El caso tipico es el de una persona psiestica y dominante que provoca una evolucién delirante en un cényuge relativa- mente dependiente y surmiso. Por lo comin, este se recupera @ bos pocos meses de separacién, Las reaeciones paranoides y la ssquizofrenia paranoide con delirios de persecucion constitu yen los cuadros psicéticos habituales. Los easos se dan en perso- Bas que han convivido durante largo tiempo, en intimo contac- to (Cralnick, 1942). La experiencia recogida con este tipo de pareja indica que la persona dependiente enfrenta una opein satre luchar contra el sistema delirante del cényuge, con el consiguiente riesgo de perderlo para siempre, o aceptarlo para mantener la relacién. Conforme a la interpretacién de H. Deutsch, la formacién de delirios en la persona dependiente se- Ma un intento de recuperar un objeto perdido, mediante la identificaciéin con su sistema delirante (Deutsch, 1938). Un es- tudio reciente llega a la conelusién de que afecciones tales co- ‘mo la esquizofrenia, Ja subnormalidad mental, la demencia y ciertos trastornos de la personalidad pueden predisponer al in dividuo a scontagiarse» el delirio de su ednyuge; el medio s0- cial —que, en algunos casos, actita come préeipitante— deter- ‘ninaré el ‘contenido del sistema delirante (Soni y Rockley, 1974}, El matrimonio paranoide. Este tipo de matrimonio, menos cxtravagunte y mas frecuente que el anterior, tasforma la real dad valiéndase de nociones ilusorias (Richter, 1974). Los cSnyuges sobrevaloran ciertas ideas 0 ideologias protectoras, tras as cuales xe movilizan, se defienden a sf mismos y cambian el mundo mediante sus reinterpretaciones activas y sistematieas Es un matrimonio enfermo, cuyos integrantes se traban y ennelven mutuamente, en un pacto contra el mundo que {implica el suicidio del self individuado. Conviven en ermonfa porque comparten los mismnos deri ¢ fiusiones y evantan ua pera en torno a la unidad familiar. Crean la ilusién de une Quena convivencia exteriorizando su prablema interno de grt Bo’ buseando en el mundo que los rodea los blancos para unos POsroches que, en realidad, se dirigen el uno al otro y que ori rPiamente —_y, en su mayoria, de un modo ineonciente— Gpuntan a sus propios yoes. El ralembro activo y deminante de te pareja exige al otro wna forma de pensar tajante (vests. con. Tnigo © contra mie) Estas parejas no solicitan ta terapia. El te TaBeuta las ve cuando las ideas fantasticas del miembro dom rape le enusan problemas laborales con sus superiores. Si ¢l Donyuge parancide es la esposa, tiende a permaneceraisleda en santiser es incapaz de conservar un empleo; discule con sus srragos, veeinos } parientes, y con 10s maestros de sus hijos: $6.0 ‘Suede Gonvivir con otros en su hogar, cuando su palabra no 28 Pulstionada, Siel paranoide es el marido, tiene graves reyertas Soa sus jefes; trabajar para otro hombre equivale a une castra- Mon 0, en un nivel inconciente, a una aniquilacién (Jacots, 1974). ‘Cuando este enadro comienza a deteriorarse y la pareja 70 acude en busea de terapia, lo mas comiin, dentro del esquema Garancide, es que el eényuge dominante movilice una eneris- Ped constante ¢ intransigente contra su pareja, que ya no acep- seis deacién paranoide y esté luchando por la supervivensia Se su self, Elia es, precisamente, la que solicita ayuda en su Jucha por sobrevivir. Habitualmente, al terapouta le results nas fécil comprender esta lucha que la decisién de agenciarse Je companeres de armas (1a cual se da cuando fos miembros de fa familia, abramados por el temor, se convierten en seguido- tiles de vino de los cényuges), hasta que él mismo experi- esate la aterradora violencia y determinaci6n del cényuge ac: Ho, quien se enfurece toda vez que se cuestiona su autoridad Eata colera revela una lucha desesperada por sobrevivir ecmo jadividuo. El factor dindmico que explica La sumisién serv I es jn indefension del cényuge dependiente y de los hijos, su inea- pacidad para separarse y bastarse a sl mismos, Esto bos abliza a Pislentar sus sentidos, a cambio de la protecci6n y cuidade del tro, Si quiere mantener su capacidad de pensamiento, el eén- Suge dependiente Nabré de poseer una firme identidad perso- very la aptitud para bastarse solo. En cambio, la aceptacién el sistema de pensamiento paranoide promete la desaparieién Snstanténea de toda tensién interpersonal amenazadora, ‘Dupont y Granebaum (1068), en su estudio de nueve mujer res easadas alas que ce diagnosed un estado parannide, han ntribuido con un importante reconazimiento: el de la contri monial, Estas espaas, que se caracterzaban por dlrs leinidamente parapides, aungie sn alslnalones, pr conservar su personalidad e inteligencia a pesar de su psicnsis haban elegido maridonpasivo, socialmenteatlados ete Bien era tina ountariasy parepe atv del ompor jento extravagante de sus esposas: al cooperar s. contibuyeton a enpeoar teem, Guards rapes hesptalzar a fa espsa nol Internabe po dein es mado, sguiera con sy consentiient, sino mediante a it tere le terceras. El edayuge «pasivor no puede sopor la separacién de su compafieto saetivon. Por perturbada que ete el eonyue psn, permanecer junts of nds Srangiizador para pn} qu separa, a pera sl ue a primera vista parezca contradictario, el ;portamiento de! cénvuge pasivo se adapta positivamente ala perturhacién psiquidtrica de su cormpafera y. al mismo tiempo, fomenta activamente su pricosis. El sistema marital sa tisface importantes necesidacles psicologieas de los dos esposos. snd Banca cngugl Se denorninn a! a etidd linen Sido dirigos contra al olvo corse tRevteh, 1094 Las te titudes patolégicas del miembro activa se caracterizan por ac- tos humilantes, degradante,desmoralizadore,destuetivasy Gari anon in eropelin de dolor rescamente pareve Las relaciones conyugales (o sca, todo cuanto tenga que ver con las responsabilidades maritales) inducen en el paciente fentimiento general de ineptitud: para hacer frente ete sect iiento, se vale de mecanisios defensivos tales como prove Gin rason reactive eis a alycinaciones. Al en mienzo de la vida marital, quied séla se tilde al cémynge di Mei] de ecelnso» o emezquinon, El sisterna ean ie ; rece mas adelante, incluye 9 menudo unes celoe patalSicns y acusaciones de infidelidad. El paranoico conyugal de tipo Lith oso entabla pleita contra su cdnyuge acusindolo de infidelt dad, maltrato 0 falta de manutencidn. Como el eamnyt ranoige es mentalmente licido.y sus dliios ademas de esa Tnuy’ bien sistematisadae, pueden toner alguna base real tal ver logard ganars a! abogado. al nea, asus parientes inme iatosy al médico de la familia, No abstante, ung investiga. cin euidadosa y un examen atento revelarén las distorsiones y exageraciones contenidas en las acusaciones, as{ como las acti | precipitantes del cényuye «agraviado» que provoca- vides preci eateanes que aes otivaton I ‘quejus de equel: ‘Clunade el eényuge paranoide es et marido, la esposi pasiva es procive a sur depresiones. La excesiva preveupacion del ‘Rarido por su masculinidad genera en él celos y soxpechas. Se Mihige a toda intimidad con su esposa y teme el peligro que Fepresentacia, paca él, lx pérdida del self Valores wnormales» del matrimonio, derivados de los esquemas psicopatolégices rorada-marido cen el esquems matrimonial expose enamora ee atologico sobresaliente era la incapacidad de La ine mas Al espera: Le sla Ce ae ae eae port imine. Eva suai despot rarece il os cognates qucdaban armada Blo jpeso de las emociones, razén por la cual se volvia ilégica e irra- ‘cional, y necesitaba que su cdnyuge asumiera dichas fun- ny el acido frie» era su racial problema psicolico del emacido ere area inisidad: fa sbromadoraoecesilad seen J de less lo imple a replegarse oda se toe fondamental, en constant fnetanamien, Ue una Teac ne nyoges 9 provegiora a ss bilo En el esquema matrimonia) del «marido en busca de una noel hombre pus ef sou vale 8 mgm ayuda de otra persona. Si su esposa NO satisfacta See Monte sus pedidos de ayuda, él se descornpensaba © ‘buscaba el aoe jer, En este eaguea, Tas poss [85 ts 27 eure api ates dee a ae era capuetdades no euvieran determinadas por una necesidad de cuidar See oa oer y oer: mente apegados; cuanto mas se dejaban jevar por una necesi- Talo, curt mayne so somstiet al El esquema ede dos pardsituss involucraba la incapucidad de aqal no se habia fornudo la estructura de apoyo que distingue ala relacién cupaz de consticuir un matrimonio estable, ‘matrimonio paranoide tipo folie é deux no ejemplificaba una estructura en que dos individwos separados estan al mismo tienpo unidos, sind una fusién total, sin espacios internos. El conyuge domisunte tendia un lazo de servidumbse en torno al ényuge sumiso, de manera tal que ninguno de los dos podia star solo 0 reaccionar individualmente frente a los estimulos de la realidad De las caracteristieas psicopatologicas precedentes, se extra- jeron las siguientes concusiones acerca del mrtrimonio sano: Hace algunos afios, durante los estudios que acompanaron la Acci6n Pro Salud Mental, un grupo se ocupy de la definicién de dicha salud, Si bien resulto dificil o imposible hacerlo sin formular numerosas salvedades, se legé a la siguiente defini cién minima, dentzo de la cultura norteamericana: la salud imental es la capacidad de valerse a st mismo sin imponerse de- imasiaclo a los otros. Ademés, el matrimonio crea la necesidud deer capaz de apoyar a otros; este apoyo mutuo establece el marco unificador que ningun cdnyuge puede farjar por sf solo. Un matrimonio sano es una unién entre dos personas eapaces de valerse a si mismas y de apoyar a otros, y que se comprome- ten a mantener dicha unién, Estos valores normales», deriv. dos de los matrimonios psicopatolégicns, coneuerdan’ con los corceptos psicoanalitices del desarrollo psicosocial, que va des. dela relacién madre-hijo, primitiva y simbidtica, hasta la se- paracién, la individuacién, ia madurez, la subiduria, el cono- timniento y la capacidad de amar a otras Seres hummanos y de sen lisse vinculado a ellos. Lo ideal es que dentro del matrimonio haya una independencia equitativa, una dependencia mutua y tuna obligacidn reetproca; empero, a partic de este ideal se dun muchas vaniantes que ehtraa en fa categoria del mateimonio En este y en otros campas del funcionamiento humano, los valores normales abarcan una amplia gama, antes de conver- titse en patol6gicos. Por supuesto, et matrimonio no es un esta dc estético, sino una fase del ciclo vital del individuo, en la que ‘ese puede continuar creciendo y desarrolldndose gracias « su ‘experiencia {ntima con el cOnyuge. Es un estado en el que dos personas pueden ayudarse mutuamente « alcanwar, en pleni- fad, lu condicién de individuos responsables, autériomos e in= dependientes; de lo contrario, Ia intensidad e intimidad de la Telucién causard una regresion y psicopatologia graves. EL matrimonio posee la capacidad de hucer crecer al individuo a destruitlo. Por lo tanto, el matrisnonio enormal>, esa relacidx entre dos adultos igualmente capaces de valerse a’si mismos y de upoyar | a otros, es obviamente un ideal que nunca se cumple en 1 Siento por conto en la realidad: es un punto de relerencia. Chad 9 explicar tanto el fancionamiento adecuado 69702 al ayude @ cPRinguna persona permanace inmutable en cada otee desu ciclo vital y, aundue todos los individ son ere SP tgusies, difieren soucho entre si en cuanto 2 aptitudes oo eee eapacidad de comprensign, En general, la entreds fortalers Y oelconyuges forma una estructura marital que 'ot iutege a ellos y #305 hijo, les sive de apoyo y los candace al erecimiento y al cambio. cine 2infiere lo normal a partir do lo patoldgico, deben tener presentes las advertencias de varios autores sobre el Fe- Trae sge aplicar, @ relaciones que siguen un proceso de Co Mig io, unas ineloceiones obtenidas principalmente de rela sari patelégicas, Se ha admitido la necesidad de investiga! cone ens cenriguecidoss, provenientes de diversos estrato, raat a fin de averiguar més acerca de los ingredientes que tos componen (Miller y otros, 1975) rarer en cuenta esta necesidad, dosde el comienzo de nuscinas investigaciones de los problemas maritales hemos cs. ree ip, paralelamente, todos los materiales disponibles sobre seerreonios enriquecidas», para poder cotejar nucstres malsiinjones. Los estudios de matrimonios normales y sos cons orem més, si cabe, y hacen més vividas Tas conclur Siones aqui expuestas res ea te eencin en América del Norte: de programas de enrlguecimmiento del mateimonio y 1a familia promete olrectr- aa evos insights relerentes a los matrimonias sanos. Elie aoe ty esté destinado a aquellas parejas que creen que st vic monio funciona bastante blen y es mutuamente satisisc- Tea, pero desean mejorar ain mas este stim aspecto (O0» W919). Su propasto es perfeccionar !a relacién conyugel me: diante ol desarrollo de sus recursos internos no utilizados, con diane cgear el werecimiento marital el spotencial maritaly ras eid maritaln. Mas que un remedio, es un concepto pre- Yosrivo que facilita el crecimiento positivo (Mace y Mace, TOUS), Eiger hincapié en los mismos aspectos derivados delta: bajo con matrimonios patogicos, en el qe se recogen eviden- Dale Chrumacloras sobre la resistencia al crecimiento yl man: Ces miento rigido de condiciones paralizantes, Los estudios xeniTTmoniales normales confirman las conclusiones extraklas de los esquemas psicopateldgicos. 3. Aspectos sexuales del matrimonio: valores normales derivados de la psicopatologia Introduccién En el capitulo ant rior expuse los valores normals» del matrimonio, con especial hincapié en as structures pees nalidad, las lactones intepersonalesy el esquerma marital de los cbnyuges. Ahora det deers ta Pseopatologie al ue surge en el tratamiento de los problemas maritales, bjeto de infer de ella Tos concrete vlores notmale Miexperienca me indie que, en erapia de parla or tmanera de comprender y tata los problemas sexuales del rimonio es reconocer Ios siguientes érmito s Son su epostves inluencies combinaiones ene 1. El acto sexual per timid ates se, sin intimidad fisicx o emocional. En eel peed sem to ea Jmplica una desearga fisiea de la pulsién lib ree inimdad tia, hablevalmente Hamada sensvlided ler os placeressensuatsantriores pstrire al at senual (p.o.,toquetecs, bere, carlelas amorosts, ahrazcs ac. tvidadassensales orale), Las medios de comunieacion Ge asa y lor exper on sna am svmataco enorme: te sy Intecia on Jn sersaldad, En todo Estados Unidos Arce rapes de eres o aditamint del so raining] que hacen hineapié en nume: rosos aspeetos de Is. intimidad, ela era nidad, particularmente en la liber para experimentar tna gran var vat iatan Bera experimentar une gran varied de placer en ls nko 3. La intimidad in it emocional, generalmente donaminada or. Enlentn la relalon narpesonal loge, adm rec adoracién, excitacién intern; an facién interna, ealidez, anhelo y afioranza del Variuciones sobre tres temas seswales que aparecen en cl tratamiento de problemas maritales, tal como los presentah los pacientes 1. apetita cormal Es el coito per se, sin intimidad fisiea (sensualidad) 0 esw0- sional jumon) Esposa: «Mi marido parece ua camionero, Llega a casa y fornicamos, No hay conversacién, ni galanteas, ni prepare gion, o] amor. Es un animal Lo dnleo que quire ex copilae No puedo sopurtarlo. Quiero que me hable, que me acaricie, dque'me bese, Los besos me encantune. (Esposu «enamoradar, que necesita de Ia intimidad fisiea y emucional para sobrevivir.) : Morido: «Mi esposa dice que no me aguanta més. No quiere ninguna lotimidad. Cuando se la pido, ella fornica conmigo sin preambulos, sin escarceos previos, sin intercambiar una so- la palabra: me deja copular con ella y ex0 ¢s todo. No hay nin guna respuesta de su parte, pero eso si, cumple con su deber Yo no lo soportas. (Marido pasivo, wen busca de una madres, con una esposa dominante, © matrimonio parancide.) 2, Intimidad Es la intimidad fisica (sensualidad) y emocional (amor) sin ueto sexual, bien sin que haya durante este ultimo una res- puesta del consorte, i Exposa: «El es un gran amante, Los escarceos previos duran horas, Usa sus manos, su boca y todo mi cuerpo, Me abla, ne ice ewnto me ama y me predispone para el coito sexual, per te pauetie cl acto sexual conmigo, Debe tenere miedo, No ‘qué hate, si él no mantiene relaciones sexuales conmigo», (Ma- Tido pasivo wen busca de una madres.) ‘Marida: «Ella es formidable cuando se trata de besarse, asise, Abrazate ¥ mantener conversions roméntias, pero 6 ine jaz de responder durante el acto sexual, No puede teres un or- fasmo, Nugea puede vsltatse', aunque me pase ua hora en- tera estimulndola. He perdido tu confianza en m{ mismo. De searla conacer a una mujer que me respondiera. Me pregunto siadn podria hacer eso, Preferiri estur con una prosttut, an- tes que con ella. En realidad, ella no me ama, aunque no hace mis que hablar de su gran eapacidad de amar>. (Marido Srlo», esposa senamarada».} 3. No hay acta sexual. wi intindadl fisieg o emacional Es una relacion mantenida por un vineulo de odio y depen- deneia muti. Expose: «Durante nuestra luna de miel, él se levé diez bros. No me habla, no me hace el amor, no tiene trato sexual conmigo, Para que lo haga, tengo que suplicarselo. Debo tener algo malo. Estoy tun furiosa que creo que voy a enloquecer. Si av pongo cuidado en lo que digo, lo hiero constantemente en sus sentimientos, Ojala me hubiera casado con un camioneron Esposa eenamorada», marido supuestamente sfrfor.) Marido: eBlla me trata como a una basura. Tocarla es lo mismo que toear un eardmbano. No hay didlogos. no hay be- 505, no hay sexo, He recurrido a la masturbaci6n y tengo Fanta. sias en las que aparecen otras mujeres. Sé que tendré una aver. lura extramatrimonials. (Marido dependiente, esposa domi- ante 0 paranoide.) Cémo relacionar el apetito, la sensualidad y el émor con los esquemas matrimoniales Dificultades seruoles en el esquerna ‘esposa enamorada-marido frio» En este tipo de esquema matrimonial, los maridos tienen dif- calltades en los tres campos: el del apetito carnal, el de la sen. sualidad y el def amor, Tienden a hacer e] amor mecénicamen. te, si bien procuran shacerlo bien» y demostrar su sexualidad Experimentan una angustia de realizacién, y pueden sufrir evacuiaciones prematuras, impotenela y evitucidn del sexo, Debido a su naturaleza seductora, la esposa parece interesarse por las wetividades genitales que culminan en un orgasmo, pero |y realidad es otra: le interesan los besos y abrazos (sensuali- dud), dialogar y hacer cosas juntos (intimidad emocional ene), pero ne el euito con aryasmo {upetito carnal El desarrollo reciente de una clinica de la disfuncién sexual ha traldo aparejaco el reconocimiento expreso de la frecuencia de ciertas disfunciones sexustls en determinados matrimonios Jacobs (1974) expone dos tipos de problemas dentro del es. 4ema matrimozial que nos ocupa, integrada por un marido obsesive-compulsivo y stna esposa histérieu. Si ia esposa es co. puz de aleanzar el orgasmo, et marido sufre cominmente de eraculacién prematuca. Empero, abuadan més los casos en ‘que la esposa declara no haber tenido nunca un orgasmo y pre- senta una dsfuneidn oreésmica de tipo prima: aun te srtssmo modiante [a masturbacign, a causa de los signifieades oegetiwosatribuidos a los placeressexuaes, y encara el aco seats veladas esperanzas de ser mimada, acariciada, nut Way culdada maternalmente. Los métodos «poco romanticose Sa anid no s6lo dejan insatisfechas sus necesidades sino que egemas reactivan su ira casi psicotica, y Largamente adormech aemtantra una madre negigente, ira Que, a su vez, provaca un oa doa perder el control (psicosis si se permite tener un orga miedo 2 pera sativs de orgasmo del mari refleja, a menudo, W propia necesidad de que su espnsa alcance tal estado com? Saeeeitcign de aprecio y gratitud por todo lo que él te ha da- der eatcado la incapacidad orgasmica de La espose frustra estas ‘hocesidades una y otra vez, el marido sufre una herida narcisis- ravce vuelve constantemente hostil a su mujer, repliega sus Se Tee Nos detrds de un muro de frlaldad —como lo ba venido qmtjentdo desde Los rechazos maternos sufridos en su infantcia— yy genera. esa imagen que su esposa Tamara wfriay, ¥ ls pst- Julatras, «personalidad obsesivo-compulsiva Dificultades sexuales en el exquema wnarido en busca de una madren Estos maridos son amantes exeslentes, on evanto 4 Ta sn: sualidad, y dedican rmucho tiempo a los excarcens preliminares Sine actividades orales, Asimismo, destacan su necesidad dein- ‘ynidad emocional con la exposa y la «otra mujer. Suelen ser ptentes 9, en algunos cases, hasta hiperactivos en el oito, pe- ron actividad en este terreno posee cierta fragilidad: como ne west Gemostrar su potencia para asegurarse el apoyo de le Rajon, extan sujetos a angustias que podrfan contribuir a una Tatalacién prematura o.a una falta de execcién cuando estén Bigados, ebrios o reeargados de responsabilidades. Esta & cami potencia secundaria que tiende a perpetvarse a causa de In hostiidad contenida del marido, quien resiente sv situacién Geidependencia respecto de su esposa o dela votra mujer», Co- fro ne puede expresar abiertamente su ira contra Ja mujer, por Triedo & perderla, ta manifiesta indirectamente a traves de la Tmpotencia, Si acash tiene alguna qnejs seal contra la espe saves por su escasa aptitud para ja intimidad sca (ensualidad) Por lo comin, la esposa alcdnza el orgasmo, es eapaz ce erder el control de sus sentimientos sexuales en una sit Ban en la que ella domine, y continia respondiendo de ese siete hasta que descubre la existencia de la sotra mujer», Des- oese momente, tiende a caer en una disfuneién orgésmica s- twacional. Dificultades sexnates en el esquema ude dos pardsit Ambos eényuges son incap einbes singe son incepace ara iki empetnal amo tos do san el gee el cree pra, ; aces cle responder a els esa persona es de tod: anid pannel gree sens relents ised os een dl sod sensorial pueden pre: del matrimonio, Hace seal et una sperons deneacte por cuanto, # menudo, las espora guften una dsfoncién oni ines primary Ts marldo cempetan leuadro con ‘ts per sents eyaculacones prematuras, que e@elan ss dels git, 95 esposes enteblan relaciones extramnatrimo- sales con hombres agrees, quero las teen, pueden a r uertes eapacicades sensuales e incluso aleanzar el orgas- mo; De gual mode, Jos marids eigenen las misma pack lades cuando entablan celacianes extramateimariales con rma. feres que ndiqienlibremente sus deers ent, steno Sgueneldesempto de cs adem, ieee ‘el temor al tesage 1 in, muse une mayor pada par as Dificultades sexuales en el asquema eparanvide gel dinamiea de la personalidad paraoide causa dfs deen el campo dela itimidad fseay emocional. Li aa nd del marido de domostar su masculidndafectael acts sual, pues lo impulsa a una penetracidn vaginal prolongedas pero in embargo ete osudopotensasevedeamareade eet falta de ejaculation, 0 or unm eyaclaion dbo tardia, Ast msn, es posible que el mr reese del orgasm o tk Sorgesmo do su esposa pora demosrat su potencia, St la expose antene una actitud de oie ¢ deus hata sa mado, ‘yesee. pss perder por pce pron ines em us ja con varies orgasmos asus prolangadios eta tos de eeecién. En camo, s esta Se eae para para liar por enti no pd buindasle I eta que necesita tan desesperadt tet Espace moe peradlanicnte. Bsto prowce de ediera, acompanados de manifest ces patos yacisaciones detntideiead ne unGiande i spesa es peanoie, in sxpechasy cols forman luna parte nteral de ss alaquescoatra sa mario y hacen 4 este so repligu on un fala de immidadfsons emocinna, como on una apatfasexal qe olorgi maseulibio alae Poss Ella ota to tin dentin a iv de urtenerier te 29 ente de ues limites de su yo. En este sentido, difiere notablement InSpincenamoradas gue buseal cided ation dune re, La esposa paranoide quiere huir de ta imagen buena maces Malina Ge sus anos infantile, tab gett eentribuye a crear difieultades orgésinicas y episodios de vag nismo. Profundizacién de los tres aspectos de la sexualidad co, erstallzado en eos sna vex presenta el roaterialeliniso, eit ost ahah dela sesliad,y relacionados dicho spec isn sso enemas matin gop em oandant an poco ms accea de elis, A VE wode ted driver fos valores aormales de ia sexualad conyugal Elamor selo ha 10- sor ha sido definide de maneras disimiles, ¥ oe area us i et eps oto tir io que no es (o sea, comenzar por el seudoamar i es Spon senamoraday habla del amet yo brings come neg eeeoaa que se vuelea sobre otra persona, una carga que See SBA specter y rombolsar eda ast misma como un fete, para que el safortunado» receptor desu don la hage feliz, Este tipo de amor tende a ser experimentada como un peo ravoso por la otra persona, ya generar resentimiento; poll cares denominarlo xamor patologico 0 regresivor. Api Postemente, su objetivo seria Ta fusin con el otro, Parece ser Ui retorno a la relacign original entre el bebé y la madre, en 1a (jue aguel constituye una carga y es amaco per lo que es, y or a o rtcgeeamor maduroy contrasta marcadamen- cen aee Mion No es algo que pueda darse. Es andlogo ala forza de la mace slempre presente en la relacién madre-bijo, vine fuerea motivadora gracias a la cual un individuo puede Binder a owo proteccidn, sustento, paz y placer, y estimula brindes tuentoly desarrola. Anne Morvovt Lindbergh lo ha expresado hermosamente J el amor, ens por Cada ver estoy mts eonvenelda de que el ame v 4 ote Gd ng valor =) Geo gue me al 1 puts a an inierna que te pte Gt 01a co sa, Es la energfa motivaciora que te permite brindarle fuerza, roder, libertad y paz a otro, No es un resultado, sino una causa, No ¢ un producto, sino algo yue produce. Bs una po- tencia, como el dinero, el vapor o la electricidad. Carece de valor, a menos que tt puedas dar otra cosa por su intermedion (Lindbergh, 1974, pag. 231) Yo afadiria al final: «sin pedir nada s cambio». Amor no es sindnimo de apasionamiento. Veamos eémo los diferencia Salzman (1975). Por empezar, subraya claramente que el apasionamiento esta muy orientado hacia el propio yo Es un sentimiento o fantasta de enamoramiento salvaje y exta- tio que, por sus excesos, dramatismos y herolcidades, sucle dar la impresién de encerrar una devocién mayor que la que cesiste realmente en el amor maduro. En el apasionamiento hay poca reciprocidad; mas bien es una forma de adoracién. La cra persona es idealizada —Lo posee todo y nada le falta— pe- ro también puede ser utilizada con el unico abjeto de docu- mentar !a propia competencia (esto es particularmente cierto ‘evel caso del individuo que siempre se apasiona por sus pare- jes, pero nunca entabla una relacién amiorosa verdadera con elas). Por supuesto, no toda relacién amorosa se earacteriza por una entrega profunda, intensa y total, pero, en mayor 0 menor grado, siempre hay un interés mutuo y se confla menos ealasilusiones autofomentadas. Por debajo de los rasgos super- ficiales que convierten a una persona en el objeto del apasiona- mniento de otra, pueden existir cualidades més profundas, ca- paces de contribuir, con el tiempo, al desarrollo del amor. Ini- calmente, nos sentimos atraidos hacia otra persona por sus ca- racteristicas exteriores, pero més adelante descubrimos en ella cualidades més profundas y deseadas, o bien no descubrimas ninguna y muestra atraecién no se trueca en amor, sind en oi. Salzman define el amor maduro como un estado existencial em el que la satisfaccién o seguridad de ota persona llega a ser tan importante como la propia. Es une auténtic expresion de irtimidad, ternura y relacidn de colaboracién con otro ser hu- mano, razén por'la cual muchos ereen que el verdadero amor se desarrolla antes de que madure la funcién seaual, sin que Seng a complica el apetito carnal, Como ya sea Indieado cn el material precedente, y se demostrar4 en una elaboracién ulterior, puede haber apetito carnal sin amor ni spasidnarnien- tc, Sin embargo, cuando se entremezela con uno u otto, se pro- duce un acrecentamiento de cada cualidad, un efecto sinérgico ‘que hace aiin més diffeil distinguir el uno del otro, Prosiguiendo con su importante diferenciacion entre el amor yel apasionamiento, Salzman insiste en que el amor recanoce fe otra por la dependencia y la independencia, y pre a pata integridad individual de cada participante, Es una re: Jenn de confianza y respeto mutuos, en la que no bay una sreote explotacién por el otzo, En ella, cada uno puede mani: Herein potencial méximo para dat y recibir, por cuanto re festa tu dersona que de v otra que reciba, sino que ambas dan Tey cibem derullaneamente, igual que en el coraportantien sree) inaduro, Esta no es una deseripeion idealizada del see la exposici6n de unas posibilidades que, desgraciads a ara ver pueden realizarse, Sin embargo, de vez en seed, algunas personas afortunadas lo hacen y nos permite cuMeriae. Por eonsiguiente, el amor no debe canfundirse con eaeeimentalismo, el alborozo romantico o la simple depen- dencia sadomasoquista ‘Ashley Montagu ha definido el amor como rores de las potencialidades que nos perm F mayor estimulo para el desarrollo de la eapaci- nay auctal. Ha sido ereado para quien lo recibe y para quien jo Sao So puede deparas beneficios y generar orden y libertad {Miontaga, 1962). Esta formulaci6n afiade una dimensién més i ipeomprensién del amor, en un sentida maduro. No cbstan. Fecal apusionamiento y el amor ramantico pueden ser el preli= ffo, los precursores de unas relaciones verdaderamente amor sae enaue, por supuesto, por sf solos no bastans de ao de S86 Since el gmor, pueden desuparecer envueltes en una clears de odio. Tas cbservaciones clinicas sefalan gue, a veces, e! amor y el sere ae excluyen rautuamente, que la presencia del primere Smede elirsinar la posiblidad de una correspondencia sae! Bae ge una miiestva tipica de las cualidades paraddjieas de lz este caloza humana. El material mas esclarecedor que conozco eins pregunta anénima que me formularon por eserito du seeps conierencia pablica sobre el sexo. La pregunta era Bue le ofreceria usted a una mujer que tiene eatoree ovEas teen n cada experiencia sexual?, y yo tenfa un minuto para Mes onderla. Dadas las circanstancias, s6lo pude contestar {Me permito ofrecerle mis felicitaciones», y pasar ala pregunta Siguiente, Coneluida Ia eonferencia, un hombre seme accra} y tne dijo que él habla escrito aquella pregunta, Sa problena Tonsistla en que, recientemente, habla conocido @ una viuca que respondia asi cada vez que mantenfan relaciones sexual Pi problema de ella era que habla superado el récord cftada por Kinsey, y tera convertire en una ninfSmona. Me fue faci PeInquilizar a! hombre, diciéndole que ella no tenia por qué preocupars, pues las crcunstarcias multiorgaemicas eran ner ere en la roujer; pero esta no resolvié sie problema. Amabe & Tea mujer le habia propoesto matrimonio, pero ella se rebwsas a pugna de ‘aso de los prine pales promot apse humenes, y e peeee ae casada durante muchos afos, en una fel lcin mada de amor» rerpeto mons ele uo 50 ha ' lo de una posicién social prominent odes pi bre Ge ign comunidad, Auntie las felecione or suas ergs hein formed parte devia Trarital, ele "uoea habia leanzado un orgasm »tampoco fo abla echada er itu bn histor esa nas oer fete de pie Ca argon taeert amen ree uteanun rupli depaarn sutomstiamente tna enorme ee tesumie nl socalmente erg nfeion call ween mal fecuado ara ios y lan i pinaba Le merge de apusionamientoo amor babe pert ie plea expres ae en a aoe anteriormente reprimido, El amor pz of : do jura necesariamente una buena rel: veer el vineulo puede ser mas er ie aan ae ae és erdtico cuando ne hay amor {La- I Baier dios grasps dor Cos ald : }, su frecuencia, intensidad, duracidn v espi: validad Aileen deine prorat nein cous gece ota Ia vida de un mismo indvduo, Una eposavenamoradas seni "4 una gran tera, corpastn, prenspctén, eater, ih tad y afloranza por s-amado en tanto que se isenibe o aun caca a ne relaign snual epsionad, acts) unos Exe de cOnjuge (ya se rate del mado 0 de ta exposa puede concentra tl punto ene amor ye af a impula soxales se cre yl etnul esi dainasa. Cuando os dos ednyuges se asenejanenste espe, at ea oso, Empero, la presencia de wna acti ud manta ls espa no basa para segura at atte je clos esimeapaz de satis acer las expectativas Ge otro, pedensobreven tt ersneumente como fate desma ne Oe inter da para espondersenuarinte eo re em ame Sts taper soualment pas ent Sor fy es chen enrct emia es ag cet a iaresona hombre se eset aaey respon ler sexualinente a, a la inversa, pear! een am nacional del mor, el placer carnal y La sensuali pests Spree eien cae dso ee Facile sor ve ue eno, Beta esto de teforzar las expectativas quiméri peurrir que cas de une w otto ecinysite, Frecuentemente irrealizables en ta soya de os matin ; , La antigua frase vel amor es clegor es la que mejor resume unaspecto importante del amor: a notable sobrevalracion del individuo amado y la subestimacidn o desmentida de sus efectos, por parte de la persona senamorada» (0, quizds, epasiociadas). El estudio de matrimonios sanos yfelices ha de- mostrado que Ia persona enamorada no ha padecido tal ce- yuera, sing que hu perebido en el ser amido uns potencil dudes que los otros ne habjan previsto y que fa relacién amoro- su dasarroliéen plenitud, £] amor seta aqut como la luz de un reflector, y esta Luz podeia consideranse uta sproféefa que rou liza af vrs Elaamor niaduro muestra la eapacidad de aceptar a la pareja por entero, con sus virtudes y sus defectas, como una persona {que es amada por lo que e3 como resultante de todo ello, Esta ts otra forma de comprender que el amor no es necesariamente ciguo. La capacidad de amar radica en la persona amante; la de respander al amor con el crecimiento y el desarrollo radicu {0 n0) en el see amado : No quisiera poner fin a este aspecto de la sextalidud sin iden tifiear el lugar que ocupa el matrimonio sano, Dos individuos unis en matsimonio difieren de dos indvicus separados en unt furntal ain eatructura mayor que la suma de sus dos artes: el areo. El arco es la relacién interpersonal dentro del tenons La sigutente cade Cad Sandburg lo deserbee icentilica coma s6lo puede hacerlo un literate: anit re trian El umr pene cen cet para se ie aace ts jac nlion coal oon benno un eee ote armani} ln forelegs duradera, Solo ob teodrdsle unided y la unlén por medio de un reo. E) odo y el see ere dibs Garda, 18ST pag 289) El apetito carnal Como hemos visto al comienzo de este cupitulo, un eényuge ede quearse amargamente de que as pareja slo le interesa iteadon sonal, sy nogune inimicas Ba stuslon, en oe it a apariencia horrible, es ensalzada hasta un nivel ideal por otea Pareja, uno de cuyos miembros es tan sensible y quisqullloso {jue Imposibilita toda sensualidad, apetito carnal ) amor, El apetito carnal es un rasgo biolgied; en estado puro es no alee. tivo, y agradable aunque falte por completo fa capacidad de afecto y amor, Evidentemente, esti sujeto a las influencias so. siales —como se advierte en el ejemplo citado en el apartado anterior—, de modo que bajo un determinado conjunto de condiciones pueda expresurse, y solvearse o ssprimfise baja otro. Ademés, sulre el influjo de eonflictos intrapslquices e in. ‘erpersonales, que restan fuerza al impulso bioldgico, Los tere. peutas de pareja se mantienen en guardia contra estas fuerzes conflctivas y actian de inodo de liberat al impulso biolégico de tales influencias restrictivas. Los que han adquirido experien a suficiente en el tratamiento de matrimonios destruides por la falta de placer carnal en uno de los cényuges (ya obedezea = causas fsicas 0 psicolégicas), tienden a ser merios eriticos @ mmoralistas frente a lus relaciones sexuales sin amor. A veoes, Hunque no siempre, vemos que el acto sexual recién descubier. to engendra el amor. Los terapeutas de pareja deben mantenerse alertas contra rarios estereatipas culturales muy difundides. Uno de ellos es |i nocién de que la falta de amor determinaria casi siempre tina reluelén eosoual de calidad infesiut, egutsta, centrada en ol yo (Lazarus, 1974). Contrariamente a fo que sugiere esta idea, los amantes profesionales —que, por lo comin, no sienten Fingin amor 0 afecto especial por sus parejas son a menudo erdticamente expertos, se enorgullecen de su maestria sexual y su capacidad para satisfacer a sus parejas y, como compa eros setuales, son extremadamente atentos y considerados Esta imagen eontrasta con la de muchos cényuges, que profe. san afecto y amor pero son insensibles, desconsiderados y tor. pes durante el acto sexual. La sensualidad En estas dltimos aos, ha cundida por Estados Unidos el alin de insistiren el desurrolio de la senstalidad como un medio para fomentar (0, quia, sustituir) Ia intimidad, Los modernos {erapeutas sexuales han enseado a practicar el estimulo ten- sual y sexual mediante caricias, toqueteas, masajes y besos («mee tedo sensorial»), con el fin de promover el reconiocimiento y saceptucidn de nuevas formas de sensaciones corporales placen. teras (Schimel, 1975), Aunque esta explosién sensual fue pro- vocada por el trabajo precursor de Masters y Johnson, a votes ha sido mal utilizada fuera del contesto de su ubra. En este fe. ‘ némeno nacional, e] método sénsorial se emplea a modo de ex Gitador sexual, en tanto que Masters y Johnson Jo empteaban para desarrollar la esponsabilidad sensual del conyrage activo Pneutralizar su miedo & un desemperio sexual insuficiente. La persona tocada no debia permitir que el toqueteo fuera dema- Fado lejos, a fin de intensificar el proceso natural dea pulsion Senual de su pareja, Sin embargo, el cembio de la intenién orl- ginal queda convalidado por la necesidad natural de esta for- fan de carifo, solicitud, estimulo y preparacién por parte de guien la recibe Es diffi! separar los aspectos sensuales de la relaci6n, sexual desus elementos emocionales, No obstante es preciso reconocer {que ello significa habilidades mecanicas y t€enieas que nacen dela experiencia y de !a propia tendencia al placer, v no guar Gan un vinenle directo con [a actitud hacia el eényge (Laza~ Sus, 1974), La técnica adquiere aqut mayor importancia. El ee- Tapeuta de pareja puede leer la cuantiosa bibliogratia dispo- ible (Kaplan, 1974), asi omo obtener la capacitacién neces, Ta para aquellos matrinvonis a los que convenga apticar tal terapia, ‘Asta altura, comvendria desoribir sucintamente fa relacién centre la terapia de pareja y Ia sexual. La primera se propane Tomentar el crecimiento de cada ednyuge, mediante el en- ccauzamionto de las fuerzas internas del matrimonio, En la practica clinica, es diffel diferenciar con claridad las dos tes- pias, porque el 75% de los pacientes que manifiestan discordia eonyugel presentan, a! mismo tiempo, problemas sexuales. Los fspoctos sexuales san simples hebras dentro de la relacion may fal; cuando se desgastan, tal vez sea preciso reforzarlas junto con las otras hebras (aspects no sexvales) igualmente rafdas. A Soces, la reparacién de las hebras no sexuales trae aparejada la Ge las hebras sexuales, y viceversa. ‘La terapia sexual esta indicada en aquellos easos en que una disiuneidn sexual causa la discordia marital, Cuando esta ilti- tna deteriora el funcionamiento sexual del matrimonio, puede emploarse la terapia sexual, Ia de pareja, o ambas. La terapla sexual inmediata queda excluida en los casos de discordancia marital grave, que requieren tna terapia de pareja Schimel (1975) ha advertido con acierto contra el peligro ‘que entranarla adoptar un método puramente mecdnico du- ante la preparacién, adecuada y carinosa, de cada conyuge por parte del otro. Expresa edmo la bibliografla y Tas sistemas se- Fualosmodernos deseriben en detalle las modalida- des de caricias aprobadas, insistiendo en «to adecuador. Por ejemplo, hablan de las aciitudes adecuadamente respetuosas. uiando no reverentes, que deben comunicarse en el transcurso Gel acto sexual; asimismo abogan por un adecuada sentido de “6 Pen eb oat aro apne too ‘uralidad puede ser mds erética que ddianifaead ca ee rética que la aplicacién de un juego de pots iis, 9 qu poston stg) dagen : 2 un paciente que declaré haber mejorado mucho como etree ella Jo encontraba més excitante. i a foe 7 la fu sexual sus notables contribuciones stale acters preteen © cs la alegria, Ja risa, el juego y la actitud hidica, las ado un juego aue pone de relieve este prablema: ‘joego de tare on “enicndere con ie 2 ES, santo Duests evan desde sunoraegans hare far 0 enunca», pone de relieve 12, 9 munca», pone de relieve la diferencia entre le mecénieasexval Derivacién de los valores sexuales normales Podemos derivar de la patologia precedente un euadro de eet fo el del inclividuo capaz de combinar los pl ceres de la intimidad emocional y fisica con et mde ‘a serualadeciadl. Tal ine es. un alte pocket haks Gontra toda las probabildades yhasalioveseadon: Ape, cera autem con re. sles, Peo, yal ets son mera pata pnt de referencia, que deben usarse can dise: ebernos abetes nernot de ifar nicer spctativace monn tee ee here damandas realising, con culpa, angustia'y perdi de fe pontdnea, paaled los resultador consi tenter pacidad para la ress Variaciones respecto de los valores normales ex los matrimonios estables Desde el punto de vista seausl, un matrimonio ideal estarla corstituide por la unin de dos individuos que se ajusten xl cuedro de tiormalidad sexual arriba deserito, mediante la cou- binacién, dentro de su relucién, de los placeres pertinentes a los tres wspeetus de la sexualiclad. «g¥ qué pasa con los que no hua aleanzado este ideal?s, se preguntaré el lector. En reuli dad, todavia se producen casamientos adecuados, ya sea por tleceion @ por obra de la casualidad. Estos no son los que se Guejan, los que ucuden en busca de la terapia de pareja, pera Jos que sf actiden se vefieren a ellos en sus declaraciones ‘Veumos alunos ejempios de uniones quit no son ideales, pe so que pueden funeionar Placer carnal sin sensualidad ni ainor Se da en el matrimonio formado por dos individuos altamen: te sexusles (propensos al comescio sexual), pero ineapaces para la intimidad fisiea o emocional. La unidn sexual parece ser el vVinaulo que los mantiene juntos, Pueden pelearse y gritarse el {ino al of todo el da, at qu ellyinterfiera en sa union noetur ha, que hace agradable ef matrimonio. Esto indica una apt fd para aislar al acto sexual de los otros dos ambitos, 0 bien tina tendencia a considerar el eomportamiento belicoso como tuna parte norinal del didloge y no como una conducta agresiva encarminada # ofender o lastimar. En algunos mateimonios, tal Coinportamiento se define dentro de los limites del amor y el Glalogo, aunque Hlegue a la agresion fisiea Sonsualided y amor sin placer carnal Durante e! dia, los eényuges son-wfectuos0s, earifiosos y se teatan eon considerucién, pero earecen de una fuerte mativa: cidn puru el coito y durante él, La rapidez con que eyacula el marido no molesta a la esposa, por cuanta ella sube que eso lo mmuntiene contents ¥ que, de todos modas, ella no le Fesponde- i; por su parte, €l no espera de su esposa una respuesta que tla se siente incapaz de experimentar, Si lus necesidades vita- jesy las expectativas de ambus son bajas, es Facil que alcancen !g-armonia marital, Esta combinaclén no necesita (ratamicnto. §j lo solicitan —-ungustiados por el énfass de los medias de comu- ricaciéa de masas en las expectativas cjue ellos deberian absi dar para ser unormaless—, bastara con tranquilizarts, Sensuatidad, amor y placer carnal escasox a ‘esposos con ae intimidad y vida sexual encaran la vide Patrimonio puede parecer fri aunque a ells le tetule "ible, Sus neesidades y expectativas sn minima, Se ae Jan alos retrtos pintados por Grant Wood en su ttle gotien Aorteumericano, pero se estima mucho a ung al cae. Se vile marital es como una folie d deux sin la folie. : Conclusiones ob Gut cnelsones vas podsmosectraer del materi p ‘orcionada por estos matrimonios, que sin ser ideal ila Se Sate Ee sate ete eee que algunos de los matrimenios patolégicos ‘emplifieados en ete capitlo: a pesar dello y aunque len lara entre sus respectivas necesidades sea minie mantienen una estabilidad y una armonia razonables. Pode. nos nferit pe, la siguiente generalizncion,contimada or experiencia eliniew: inazmonta conyugal cb una mani ein de falta de naturaldad y slur [d-ene|" entre ds sees hamanos en au relaciin marital-Asi ven dicha fate de oa provoeudla por la insatisfaccion, por une o ambos eoona: ger, de las expectativas del otro. La gratifieacion mut de las ‘expectativas da por resultado un matrimonio sano. Si las ex. brstativas los comsecuentesdesngaes) on ex, orig an matrimonieefuneionaes, que no padecen singna fled ft a ant, el problema de cémo eitr la falta de solture te vida marital diesen la adecuada elec de a perea ae casarse, En cambio, el problema de eémo producir un ee mene estriba en el ajuste de las expectativas rane vide Conyuga, entrain una comprenson el to matrimonial, al que nos referiremos en € capitulo sh guiente El material prsentedo eo eta seein permite dats Go de ona manera propiada ls vasacionesrapecto del ase imonios estables fundados en las noceside * saser 9 wltura, desenvltur, fuel; el pee nd des A tore ttt Ise cae (csnfermeade JX. de lo Tp aa « 4, El contrato matrimonial ribuye a: 1) fa comprensién del contrato matrimonial contribuy eee inal de daunéstico: 9) ecare er el contrato de terapia que cada cényuige concertard, pro- bablemente, con el erapeuta: 3) elemplificar una de las en cas dela terapa de pareja, Dejamos para més adelante oracién de cada uno de estos aspectos. aa TE Ios eapitulos anteriores, derivamos los valores normales del matrimonio del material clinien propareionado por matr- tmontos pstoopataidgicos. Esto nos condtj al raconmient de que la inatmonfa conygal es na manifestacion de falta de sotora ena react manta, grovocada por |e ausenci de tuna o mas expectativas slides, constantes y mutuamente fochak capaces de superar a fas expectativas insatisfechas de tuno 0 ambos céayuges. incipio de que la mutua satisfaccién de expectativas im porte suleenes da por Tesla a armor arta 3 Hea inestamente al tems del contrato matrimonial Gon excesiva frecuencia, dicho contrato mo es una decla- racién formal (oral 0 esrta) de lo que eada ednyuse pu de esperar del otro, sino un conjunto no declarado de ex- pectativas concientes. Ademds, cada miembro de In pareja Eoriga un conjunto de expectativasigroradas (inconcientes) y fque, por ende, no esté dispuesto a reconocer. Un contrat ‘hatrimmonial que permita la satisfaceién mutua de suficientes expectativas dard por resultado la armonfa conyugal, ‘Un stlido contrato inca e 1a mejor garantia para el logro de dicha armonta. Si bien es cierto que as contratas deben re- negoclarse durante el ico vital de un tmatrimonto, tales rene jencias dolorostsimas para la ma- tociaciones constituyen experi ras pa i'ma rorfa de las parejas. Aunque tengan éxito, dejan ncleos dargura que sein faclimente reavivados por ls desenganos posteriores ; Los conductistas definen esta contratacién coma una espec! fealon po srt de os comportamientoxesperads 3a sub siguiente eelebracién de acveros de refuerzo, por parte de dos (0 mnas personas involucradas (Patterson, 1971). Es un medio de especificieién, pero también un compromiso, Vale la pena ‘menelonar que las dltimas publicaciones sobre la ciencia de ta Conducta evidencian un notable aumento del interés por los 50) contratos matrimoniales personalés, un antiquisime ingeedien- te del matrimonio cuya importancia desdendbamos, Este re surgimiento del interés por el contrato mattimanial no es 1a simple prosentacién de un vino afiejo en odres nuevos, va que se le ha afadido un nuevo elemento: 1a comprension del contrato técito e inconeiente en les relaciones interpersonales {ntimas. La forma en que se redacta un contrato, asi coma su ‘contenido, revelan la intencién subyacente, El nuevo interés ientifico por esta clase de contratos Fefleja, quizd, los numero. sos cambios habidos en la actual vida conyugal y familiar. Por ejemplo, muchas parejas —casadas o na— redactan privada. mente su propio contrato personal y aun su ceremonia supetal Desde el punto de vista histérico, el contrato matrimontal personal ha sido un rasgo esencial de muchas culturas. El anti- uo contrat matrimonial judio (ketubah) testificaba la legiti- midad de la relacién marital bajo la ley talmtidica, establecia Barantfas (en su mayoria econdmicas) y fijaba las obligaciones Tmutuas de los eSnyuges. Los contratos seferentas al matrimo: io eran tan importantes para la cultura judia que generaron tuna costumbre denominada popslsrmentevfenatms, Tecice, mente, tenaim significaba «condiciones, en el sentido general Ge una forma de contrato en ol que se fijan condiciones que obligan a las dos partes, Luego pas6 a significar especificamen. te las condiciones convenidas al programer un futuro case. tiento. En las sociedades primitivas, ol linaje © al clan delic nfan el estado conyugal, ¢ incluso determinaban la manera en ue los individuos se casarfan y permaneeerian casados, Entce los judios, la firma del contrato de condiciones {tenaim) equivalta a un eompromiso formal. Las condiciones se rete. ran, entre otras cosas, ala fecha y lugar de boda, la vieginidad de la novia y la obligacidn de financiar el easamiento y pro- veer de medias a la nueva pareja (estas obligaciones financie: as comprometian a los navies y a sus progenitores). Ellas salva guardaban fos clementales derechos Ihumanos de la. mujer ran testimonio de una cultura en la que se defintan las obligae ciones mutuas, No debe subestimarse ta presencia de responsabilidades eco: 4s en estos eontratos, Es importante comprender que ta. les euestiones encierron un elemento psicoldgieo mas pretando {que el simple manejo de las casas préctiens n =-com tn jt via tal vee nuestra cultura roméntica— el aspecto mundamo del dinero. El mado en que une persona manejé el dinero nos pro- Porciona una importante inteleccién sobre la estructura te su cardcter, su sistema de valores, sus necesidades ineoncientes y sus relaciones interpersonales, Si estas cualidades entrelazan las partes involueradas, de manera tal’ que se establezce un onkrato que permita un compramiso genuino, la pareia 51 tendré buenas prababilidades de formar un matrimonio armo- nioso, basado en La satisluccién de las exprctativas, Por lo comiin, el contrato de tenaim inclata una clausula pe- nal para el caso de incumplimiento de las condiciones. A tal onto llegabe le obligatoriedad del contrato, y tan dificil era remunciar @ él, que los rabinos aconsejeban casarse y luego di vorciarse, antes de desistir de la bode, pues esto iltimo equivaldria @ infringirlo, En nuestra cultura norieamericana, tno hay presiones externas semejantes que fucrcen a cumpti¢ as obligaciones personales y mantener Jos matrimonios A medida que las sociedadles fueron evolucfonando, la Igle- sia y el Estado remplazaron al lingje o al clan en el control del matrimonio, el divorcio y otras cuestiones personales, Algunas dle lus antiguas estipulactones se eonvirticron en leyes del Esta do, El actual resurgimiento de los contratos matrimoniales per sonalizados es una renovacién de Ja vieja costumbre, pero practicada de otra manera: el contzol ya n0 lo ejerce el clan ni la Iglesia, sino los individuos responsables que estan modelan- do sw propia vida privada, El Instituto de ta Familia y la So ciedad Burocrética, perteneciente al Depaitamento de Sociolo- gia de la Case Western Reserve University. est&.rcalizando una investigacion fascinante, mediante la recopilacién y el estudio ‘de contratos matrimoniales personales celebrados em la actual dad, pero atin no han publicado ningin informe, Serd intere sante continuar tales estudis, a fin de comprobar silos indivi- cus responsables que redactan sus propias contratos son mas felioes, en sus matrimonios, que los miembros de las soviedades primitivas, cuyos contrates eran eredactadoss por el clan al que pertenecian, aPueden dar buenos resultados los contratos snucleares», sin recibir el refuerzo de los contratos «ainpliadose 1 wexternos»? Nuestra breve experiencia clinica (que, por supuesto, abarea un pequefio nfimero de casos) ya nos ha revelado sitwaciones en las (jue dichos contratos personales contienen, todavia, estipula- ciones concientes deshonestas yio una falta de percepeién de las necesidades inconcientes no satisfechas por los contrates, La complefidad de la naturaleza humana nos permite prever {que este nuevo enfoque tendré sus ventajas y sus desventajus, pero no seré necesarlamente un método mucho mejor que los Interiores. Valdré la pena verificar si esta prediceiéa se cumple. El usesoramiento que se le brinda previamente a la pare- jin le ofrece ia oportunidad de redactar un contrato inicial flexible y duradero, E! Instituto de la Familia y la Sociedad Buroeratica dice que el contrato personal es une nueva forma de vincwlo matrimo. nial, El trabajo preliminar indica que fos contratos incluyen tuna o més de las siguientes estipulaciones: 1, Division de los quehaceres domésticus 2, Uso del espacio vital 3, Responsubilidudes de cada eényuge en la crianza, ed cacién y sovializucion de los hijos Propiedades, deudas y gastos diatios, 5. Dedicueion a la profesiéin y domicilio legal 8. Derechos de herencia, 7 8 Uso de ios upellides Gama de relaciones permisibles con texceros. Obiigaciones de la diuda maritul en diferentes aspectos elu vida diaria{p.c),€ trabajo, el veo, by eoxmunidad, la vi da sucial), 10. Motivos de soparacidn 0 divorcio. IL Duracién y negociabilidad del euntrato inicial y los su siguientes, 12. Ridelidad sexual y retaciones extramatrimoniales, 13. Posicign usumida en cuanto a la procreacién o adop- cion de los hijos. z ; Ejemplos ctinicos La eaperiencta clinica nos ensena que el contrato matrimo- nial abarcu dos conjuntos de condiciones: uno conciente y otro inconciente, La ensambladura de lus expectativas concientes © inconcientes de los cényuges asegura la armonia marital. Si sumubas partes comprenden el eontrato eoneiente y estan conior mes con él, pero una de ellas 0 ambas diserepan incanciente. mente, el resultado serd una falta de soltura, El dnico reconocimiento reciente de la importancia de tos contratos es el temprano énfasis puesto por la psicoterapia en los cunflictos individuales e intrapsiquicos. Durante la década de 1950, la atencidn se cented en los uspectos transuccionales de las relaciones y, afios después, en el desarrollo de la terapia de la condueta; naturalmente, esto trajo aparejado el reconoci iignto de la importancia de los conteatos interpersonales La influencia de los contratos puede advertirse claramente «x los tipos de matrimonio deserites en el capitulo anterior. En uno de los matrimonios «esposa enamorada-marido frio» existian las siguientes condiciones contractuales: ~a esposa era atractiva, brillante, vivaracha, romantica, ae- tiva y amante de las diversiones, Era una excelente conversa. ova, capaz de animar con su charla una reunién de mucha geste, wunque a veces se mostraba extremadamente porfiada; tal erquedad podia provocar situaciones sociales embarazosas, peto la vida nunca era insipida en su eompania, Era una perso. nalidad histérica (como correspondia a su esquema matrimo- nial), cuya extraversién ocultaba muchos miedos y angustias. De nifia, le haba tenido terror a la escuela. De adulta, tenta ‘muchos miedos eambiantes: miedo a viajar en avién, al eéncer, ala muerte, Pese a estos temores, manifestaba mecanismos an- tifodicos en otros terrenos y so exponia a situaciones peligrosas que la hacian aparecer como una mujer intrépida (p. e)., con: ducia su auto a gran velocidad o caminaba sola, de noche, por veeindarios peligrosos). Actuaba a un ritmo febril y participa. ba en tantas actividades, que daba la impresién de ser una triunfadora extraordinaria; luego, se derrumbaba sibitamente entre llantos y sentimientos de debilidad e ineptitud, tras lo ‘cual se apresuraba a tapar es0s episodes, minimizar su impor- tancia.. y reiniciar el ciclo. Se avergonzaba de su legajo esco- Jar. Aunque de mentalidad rapida y brillante, no era una per- sona trabajadora: si pod{a aprender prontamente un problema y resolverlo, lo hacia sin inconvenientes; si le exigia atencién y concentracién, e implicaba frustraciones y un trabajo proton- gado, lo eludia. No era buena para Ias matematicas: sélo 4querfa conocer la respuesta a los problemas mateméticos, pero no deseaba molestarse en comprender el modo de resolverlos Necesitaba Ia constante aprobacién de los demas para fun- cionar bien; cuando tropezaba con su desaprobacién o indife- rencia, se enfuregia o se batia en retirada El matidu era eleyaute y bien parecido, aunque de aspecto anifiado. Era lerdo, fardaba en captar las situaciones sociales, hhablaba poco y cuando To hacfa corria a menudo el riesgo de ppasar por tonto. No tenfa Ja enaturalidady de su esposa; era el {pico individuo que trabaja con ahtnco. Cuando le planteaban tun problema (p. ¢j. mateméltico), lo estudiaba durante un largo tiempo, hasta que comprendia su mecanismo y el modo de xe- solver otras problemas similares. Con frecuencia no sabia qué queria hacer, pero, wna ver.que apuntaba en una direccién de- terminada, se abria camino trabajosamente hasta triunfar (ast habla procedido cuando tuvo que elegir una profesién). Cuando los dos se conocieron, hacia el final de la adolescen- cia. ella supo instanténeamente lo que queria: Jo queria a él. No pensaba cursar estudios superiores, porque excedian su ca- pacidad de trabajo; no tenfa intencién de desarrollar'sus apti- tudes artisticas, porque eso también le exigiria esfuerzo; en cuanto a los empleos subalternos, no sélo los considera nos de ella sino que, por supuesto, era incapaz de conservar tno, Aquel joven, quel ata sicamente,soucionaria todos sus problemas. El no sabfa lo que queria, Sabfa, sf, que se daba por sentado que un hombse debia casarse, pero no estaba preparado para el matrimonio, Una vez.que ella lo hubo manipulado lo suficien- 54 te, hizo lo que suponia que debia hacer. Sabia que ella era bo- nita y lista. Personalmente, no le atribufa mucha importancia 4 sus atractivos fisicos, pero suponfa que impresionaria bien a los dems, Ella lo convencié de que el matrimonio, ademas de ser «lo correcto», serfa ebueno» para él. Ella se encargeria de las relaciones sociales y, eon su labia, haria que los dos salieran bien parados en todo. Asimismo, le prometié que cuando hi cieran el amor (después de casados, por supuesto) él la en. contrarfa tan seay como aparentaba serlo de soltera EI contrato conciente celebrado entre los dos establecia que clla se encargaria del manejo cel hogar y de las relaciones socia les y seria sexy. en tanto que él trabajaria y proporcionarfa los medios para comprar una casa, adquirir ropa y costear la erianza de los hijos. Convinieron que si él hacia lo que ella queria (casarse), después ella harfa lo que él quisiera El contrato conciente no expresado de la joven determinaba que, a cambio de los euidados que ella le dispensaria {p. ej. preparar la comida conforme a sus preferencias}, él modifica ria su personalidad indiferente y la amaria de un modo romén- fico, como ella necesitaba ser armada: a cambio de su guia y ci receién por la senda «correcta», él la admiraria, la amariay \a adoraria. Su contrato ponta de manifiesto su mala fe, En cuan to al contrato no expresado del novio, inchufa el esquema se guido por sus padres y el consejo que estos le habian dado: nun- cca dojes que tu esposa conozca tus verdaderos recursos ecan6- ‘mioos (lo cual equivaita, en realidad, a: nunca confies en tu es- posa). Establecia que ella seguiria siendo tan veleidasa y ato- londrada en materia de dinero como parecia serio de soltera, ignoraria lo que é! hiciese con el dinero y no plantearia exigen cias pecuniatias, conlo.cval le permitila lograr segurislad eco némica; ademas, le estaria agraclecida por lo que él fe diera 5 no fe haria demandas que interliriesen con sus objelives. En suma, ella pensaba hacerlo todo por él, a fin de que ét le diera el amor, el apego e intimidad que ella necesitaba para imedrar; 61 pensaba satisfacer sus requerimientos econdmicas bsicos, por lo que ella cleberfa quedarle agradecida y abste- nerse de toda otra demande, Los contralos inconcientes arrojaron mas luz sobre este matrimonio destinado al fracaso, Aquellos aspectos del eantra- to matrimonial que escapan a la percepeién coneiente pueden cconsiderarse, para los fines clinieas, enma hipétesis de trabajo deducidas del comportamiento, fantasfas y otros materiales producidos por cada cényuge, Los sueios constituyen, en ver dad, el eamina iracia la porcién inconciente del contrato matrimonial. Velviendo al caso que nos ocupa, durante su tra- tamiento la esposa sofié con un bebé que lloraba y hacia puche- rox, aterrada porque lo habian dejado solo y abandonsde., Es: Le suefio ena una repeticién de la primitiva relaci6n con su madre, quien debia dejarla para ir a trabajar parque su marido, un hombee inepto, era ineapaz de ganar el sustento de la familia, Ibs puciente se habia casado con un hombre de quien sabia cos Gntemente que seria un fiel providente (0 sea, todo lo con- trario de su padre), y de quien esperuba inconcientemente que uceptase sus terrores y miedos y la curase, uméndola como no habia sido armas por una madre ajetreuda y ausente. Cuando, unte sus exigencias de tiempo y ateneidn, él la rechaz6 con Inaldad on lugar de comportarse «maternal mente», ella estallé en aovisos de edlera desenfrenada y lo atacé sin piedad. Su conteato inconeiente etipulaba que él no debs odiarla por es- fe, Caaude of hombre se martuvo «fries, ella se derrumbs y oivid a experimentar aquellos miedos infantiles que la incupe citaban, El contrato inconciente del marido especificaba que él haria muchas de las cosas que su esposa le pidiese, aun contra sus de: seos, pero luego podria sentisse ofendiido y enojado porque ella mo lobubta deado hacerlo que el queria, Desputs, experimen tarla una juste ira al ver que ella no se percataba de sus neces! dades, y podria mantener en secreto sus actividades finan- cieras, Repetia as su antigua relacién con su madre, quien lo habia rechazsdo con frialdad. Bl odio de esta mujer hacia su marida la habia impulsada » rechavar al nifio —que era su hijo menor no deseado— y a ignorar sus neecsidades. Ahora, de adulte, 4 respondia a las necesidades y requerimientos amoro- sos de si espasa con la misma frialdad y rechazo que habia ma- hifestado su odiada madre ante sus necesidades infantiles. En resumen, tenia el siguiente contrato, mitad conciente, mitad {neoneiente; harfa lo que la otea persons quisiese, aunque él no dleseara hacerlo (p. ¢), easarse}, en Ta esperanza de que ella le pagacia con su aprecio, Si su sacrificio no era apreciado, se Ofenderfa, se mostraria friamente iracundo y se apartaria Cuando le dijeran qué debia hacer, to cumplié obedientemente ai pie de la letra, no capté el «espiritu de la ley» (¢l amor y la Intimidad presentes en una relacién marital} y vivie como un martir ceftido y cellado, siempre ofendido y enojado, duefio de hacer lo que quisiera. La esposa, desesperadamente menesterosa de anior, se pre- sentaby ante € para que euidase de ella, con [a expretativa de recibir una respuesta inmediata. Pero la respuesta era un odio frio, que la hacia sentirse culpable, perpleje, indigna de ser amada, y deprimida o avergonzada de su ineptitud para hacer- Se querer por su marido. Sus angustias abrumadoras y sus sin tomas f6bicos indicaban bien a las cluras gue ella estaba mas enferma que él, Sus emociones la agobiaban, cosa que no faeurria con 6). Sin embargo, como ella no media la enferme- dad por su capacidad de trabajo, sino por la capacidad de ‘oma (la cual, de acuerdo con su propia definicién, consistfa en ‘ofrecerse para ser amudo por el oteo), declaraba que su marido es- taba mas enfermo que ella. Era el tipico cuadro de la esposa cenamorada» (enferma de amor) y el marido «frio» (enfermo de ‘rialdad). El contrato de la esposa era amar y no trabajar (Ger cuidada); el del marido era trabajar y no amar (evitacién de la intimidad). A ella la abrumaban las responsabilidades del valsrse por si misma (trabajo); él se sentia abrumado por el torrente de emociones que Ie exigia una respuesta reciproca de intimidad: se retraia, porque para él la intimidad era una pér- dida de su self, su libertad y su independencia ‘odas estas respuestas, concientes © inconcientes, operan si multéneamente en distiatos niveles. Cuando entran en accién, ‘en hechos aparentemente insignificantes, se fusionan en un to- 40 cuyos elementos originales son dificiles de distinguir, Vea- ‘mes, por ejemplo, la siguiente vineta —presentada inicialmen- te oor el marido--, teniendo en cuenta el contrato que acaba- res de descomponer en sus partes integrantes: El regres6 al ho- gar y se sent6 a cenar con su esposa; noté que le faltaba la ‘suka de tomate y, para ano molestarlae, se levant6 con inten~ tién de ir a buscarla; con una ardiente mirada de odio, ella le proyunt6 que queria; a é! le pareci que su odio no se justifiea- Dale resulto insoportable que ella le hablara «como a un perrov y, sintiéndose ofendido y maltratado, la edio «con justa rarbie ‘Cuando se presenta un cuadro como este durante una tera- pia individual, es muy dificil desenmaranar los hilos y sacar @ Juz la accién recfproca (conciente e inconciente) de los eényu- ies. Del mismo modo, cuesta esclarecer el problema intrapst- Guico cuando el individuo esté defendiéndolo tras la pantalla Ge la relacién interpersonal perturbada. Aunque el terapeuta Sea capaz de atravesar la nlebla, y logre reconstruir e interpre ter las piezas faltantes, el resultado careceré del impacta que le dria la presencia del otro conyuge. En ef ejemplo anterior, basindome en mis conocimientos sobre su matrimonio, pude poner en orden las piezas del ror- pecaberas y enfrentar al marido con los hechos, Su esposa 3 abla esforzado al méximo para ofrecerle una cena perfects, ter}a que abundaban sus alimentos favoritos, preparados exac- tamente como a él le gustaban; intentaba asi commplacerio y ge nar su reeonocimiento y amor. El no advirtié hasta qué punto Sresforzaba ella por complacerlo, y no hizo ningtin comentario Sobre el evidente festin que tenia ante si. Cuando se levanté de Tr mesa para hacer algo por sf mismo, su esposa interpret el zeto como un rechazo: supo que él estaba rechazéndola y lo ais, El-no comprendi6 su reaccién, y la odié al sentirse odiado. Sin penserlo, cada uno habla violado el contrato matrimonial, tal como lo definfa el otro. No habia ningtin contra- to comprendido y acordado por ambos, En su entrevista, la esposa confirmé mi reconstruceién. Una vez aclarado y admitido el conflicto interpersonal, fue posible trabajar sobre su conflicto intrapsfquico, Debié reconocer que, basicamente, la aterraba quedar librada a si misma; de ahi su actitud excesivamente posesiva hacia su marido y sus intentos de controlarlo, Le parecia que él era responsable de mante- nesla contenta, Al levantarse de la mesa, él Ie hizo temer que, pese 2 sus intensos esfuerzos, no lo posefa. Una vez. mas reac- ‘ioné frente a ese terror y a'ese sentimiento de ofensa con un devastador acceso de célera, aunque él sélo habfa reacefonado del modo habitual, como lo habia hecho en innumerables oca- siones, aun antes de casarse. La esposa fue capaz de adritic {que se senloquecias, cada vez. que las acciones de su esposo le indicaban que tendria que obrar por su cuenta. A su juicio, habsa violado el contrato de ella conforme al oval ella harfa ‘cuanto pudiese por complacerlo y él la amaria y la salvaria de Ja locura, Para el marido, ella habfa violado el contrato fijado por él, que la obligaba a mostrarse agradecida y no exigiele intimidad, ‘a cambio de la seguridad econémica que él le proporcionarta lla deseaha la posicién simhiétioa, en la que se sentia mas c6- moda, y temia el autisino; él se sentfa cémodo en la posicién aulista'y temfa la simbiosis. Ella deseaba fusionarse con su marido, porque experimentaba tal fusién como sinonimo de tamor; para dla inmidad no era fa union con ota persona, sno tuna pérdida del stmismo y de la libertad, el riesgo de ser irveme- diablemente reabsorbido por el itero. ‘Tales son las profundidades a las que debe operar, a veces, la terapia de pareja en su intento de forjar un contrato matrimo- nial viable entre dos personas disimiles, cuyas necesidades ovi- inalmente no ensamblan en absoluto. Formulaciones en torno al contrato matrimonial Mientras desarroliaba mi concepto del contrato matrimonial como instrumento clinico stil para el esclarecimiento y trata- miento de la inarmonfa marital (Martin, 1970), la Comisién de Investigacién del Matrimonio, perteneciente a la Sociedad de Psicoanalistas Médicos, publicé un articulo sobresaliente que segufa las mismas lineas de pensamiento (Sager y otros, 1971), Estos autores emplean, igualmente, el concepto de contrato ‘matrimonial como un’ medio para’ comprender Jas interac- iones entre los cOnyuges, en términos de congruencia 0 conflicto de sus expectativas y abligaciones reeiprocas. Han descubierto que esta «dinémica contractual» es un deterrninan. te podernso del comportamiento de los esposos y de la calidad de In relacién marital; esto obedece a la importante participa. cidn de los factores intrapsiquices y transaccionales en la diné- mica marital. Utilizan la expresién scantrato matrimonials pa- ra relerirse & los conceptes del individuo (concientes ¢ incor cientes, expresados y técitos) sobre sus obligaciones dentro de la relactén marital y los beneficios que espera obtener, tanto del matrimonio en general como del cénytige. Empero, en lo ‘que mAs insisten, y con mas razén, es en el aspecto reciproce del contrato, o sea, en lo que cada cényuge espera recibir del otro a cambio de algo. Sager ha declarado recientemente «Tal como yo la uso, la expresién “contrato matrimonial” es inapropiada, porque no me estoy refiriendo a contratos 0 acuerdos formales, esceites canforme a la ley, redactados y suseritos abiertamente por ambos ednyuges. Cada conyuge tiene su propio “cantrato” o conjunto de expectatives. diferen te del de su pareja, buena parte del cual permanece en su men. te sin ser formulado o escapa a sw propia conciencia. Este “contrato” individual puede ser interqamente incongruent, si la persona abriga simuitaneamente fuertes necesiclades 0 de- scos contradictorios (p. oj., desea ser independiente y, al mis mo tiempo, necesita que su pareja apruebe sus acciones)» ‘Gager, 1975) En el trabajo antes citado (Sager y otros, 1971), los autores hacen hineapié en que, si bien les términos del contrato matri tmonial son determinados por profundas necesidades que el in- dividuo espera ver sastisfechas por le relacidn marital (y que tanto pueden ser sanas y realistas, como neurbtieas v conflict vas), es preciso comprender otros dos factores: 1) por to co- mun, e individuo no es conciente de que sus intentos por satis Facer las necesidades de su pareja estan basados en la suposi cin encubierta de que, de ese modo, vera eumplides sus pro- pios deseos; 2) el individuo no suele tener conciencia de las expectativas Implfcitas de su parcja. Resulta obvio, pues, que la imposibilidad de satisfacer aspectos importantes del contra to puede provocar, en cl ednyuge defraudado, una reaccién de dlera, ofensa, sintomas newrotiens ¢ psicéticns. depresidin y sintomas psicosométicas, como ci se hubiese violado wn verda dero acuerdo, Al desconocer las expectativas de su pareja. un individuo puede creer que ha cumplide sus propias obliga- Giones y que, por ende, el incumplimiento del otro es injuste © desleel. A menudo, es imposible explicaries a estas cényuges que sus expectativas se verdn irremediablemente frustradas, Porque we fundan en fantasas que ninguna felacign real puede satisfecer Sager y sus colaboradores han presentado un modelo es- ‘quematico del contrato matrimonial, que deseribireinos en de- falle en el siguiente apartudo Modelo esquematico de contrato matrimonial Nivel J eonetente, expresado} En este nivel se situan las expectativas que cada eényuge co- smuniea al etro, en unt lenguaje claramente eomprensible. Por lo general, los aspects reeiprocos de estas expectativas n0 se expresan o reconoven. Aunque parezca sorprendente, en el mo- mento de cusurse algunos individues ao suben que esperan del ‘matrimonio y, por consiguiente, no pueden expresarlo, Se co tentan con fitmar contratos mutrimoniales formales, 0 bien con aveptar las delaraeiones del futuzo ednvage sobre fo awe ambos esperan del matrimonio, Sus propias expectativas Gni- camente se cristalizan después de haber conocido la experien- cia marital Nivel 2 (coueieute, no expresade) Figuraa agut los planes, expectativas, exeoneias, fantasias, vte., que cada ednyuge se ha abstenide de comunicar al otro, uencralmente por tuledo o verghenza; esta puede ser la dniea tliferencia entre el eontenido de este nivel y el del nivel 1, Algu 1 individuos piensan ana cosa y dien otra, Sus expeetativas conclentes expresadas solo sirven para atraer a la otra persona al matrimonio; una vee formslizada la unién, se cancelan to- day las expectativus previas, coneientes y expresadas, y 3¢ eXprusan otras muevas y sineeras que, tal vez, el cényuge n0 {qerra 0 ne pode satislacer. Por ejemplo, lu ekposa espera su bitumente que su marido —un hombre que, de soltero, era ahorrativo y tacafio— le proporeione goznso uncs recursos f= aneieces ilimitades 60 Nivel 3 (no conciente} Este tercer nivel abarca aquellos deseos 0 nevesidades (a me nude quiméricos y contradictorios) que eseapan al eonocimien- to cunciente del eényuge. Pueden ser similares a las necesida. des y expectativas de los niveles 1 y 2, 0 estut en conflicto con elas; esto depende del grado de integracign del individuo, Por congruentes que puedan ser en el momento de la boda, 0 ‘aun durante los primeros afios de matrimonio, los contratos son dindmicos en todos los niveles y pueden cambiar en cualquier punto del esquema de maduracién de cada individuo. Recuer- do vividamente el ejemplo de una pareja que fue muy’ feliz en sus dos primeros anos de matrimonio. A ella le deleitaba la ne- cesidad que experimentaba su esposo de una intimidad cons. tante y extremada, porque ecmpensaba sus carencias infanti- Jes, pero al cabo de pooos anos se hart6. Era creativa por natu- raleza, y ahora queria gozur de un poco de libertad para sha- cer lo Suyoe. Ei no pude soportar la separacién y la inarmonia ‘que surgieron en ese matrimonio hasta entonoes ideal, donde las necesidades se habian ensamblado a la perfeccion. Estos cambios pueden acontecer toda vez que uns nueva fuerza (p. «,, el nacimiento de un hijo, el ascenso a un cargo superior par parte del marido o la esposa, etc.) ingresa en el sisterna mari- tal El cambio ¢s un elemento inevitable en la vida de un indivi- duo. De ahi que sorprenda ver cémo algunas personas, al co- mienzo de su matrimonio, esperan que el contrato original continge sin modificaciones shasta que la nauerte nos separe> Mis sorprendente aun es ver eémo algunos matrimonios pasan aos y afos sin adaptarse a los eambios vigentes y sin modificar en absoluto su contrato original, aunque ya no sirva, La Unica cosa sexura es el cambio, No obstante, el cambio interno del in dividuo —que es la base de la psicaterapia y el tema principal de este libro— es constantemente resistido por esa faceta con. servadora de la naturaleza humana que, en mayor o menor grado, esté presente en todo individuo, La unién desacertada (los «maleasados») El tema del contrato matrimonial nos conduce a otro vineu- lado con él: el del indivicuo «maleasadas {Scanzoni y Scanzo- ni, 1974). Si bien la existencia de canflictos maritales no indi- ‘ea necesariamente un casamiento desacertado, no deja de ser cierto que algunas personas se equivocan de veras y eligen « tun eunsorte por entero inapropiade, a El verdadero matrimonio desacertado no es un fendmeno infrecuente; nuestro creciente indice de divoreios atestigua el tuso ce esta solucién para tales casos. A fin de comprenderlos mejor, importa conocer la diferencia entre la union desacerta- Ga observada y la experimentada o vivida, por cuanto es una distincion critica ‘La unidn desacertada observada puede advertirse en Jas pa- rejas de prometidos y en los matrimonios de hecho. fn ellos fay un alto grado de conflicta y, cuando se les Hama le aten: ign al vespecto, admiten la existencia de diserepancias graves. Sin embargo, no experimentan sw relacion como una uni6n de- sacestada, Aunque se les diga que no deberian casarse sin so- meterse antes a una terapia, sc easan io mismo; también to ha- en cuando, habiéndose sometidn a la terapia, esta confirma su incompatibilidad. Comprender este fendmeno significa subra yar, una vez mas, 1a ensambladura de las necesidades: hay una hecesidad emocional mas profunda que los ata. Por ejemplo, pueden coincidir en el sentimiento de que ninguna otra persona {querria casarse con ellos y que, por perturbador que pueda re- Sultar este matrimonio, més vale casarse con el individuo elegi- do que vivir solos. Por lo tanto, ellos no experimentan la union desacertada observada. Con frecuencia, estos matrimonios de: sembocan en un sindrome marital permanente: se habitdan al conilicto, Algunas situaciones son irremediables yen tales ca- sos, perpenar In relacién es més destructive que terapéutico. Con el tiempo, estos matrimonios pueden terminar en el divor- cio en una psicoterapia prolongada, al aparecer en ellos el sindzome de apatia y falta de vitalidad ‘A los eGnyuges involucrados y, a menudo, a los terapeutas, les cuesta reconocer esta situaciGn. El curso de los aconteci mientos estard regido, en parte, por el objetivo fijado. $i dicho objetivo es la tolerancia y el concepto de salud mental gira en toro a la capacidad de sufrimiento, tal vez se perpetie el matrimonio desacertado; si es la realizacién, el crecimiento 0 a actualizaci6n del si-mismo, y el concepto de salud mental gi- ra en torno a estos ideales, la perpetuacién de la relacién per der importancia La verdadera unién desacertada puede clasificarse en tres ccategorias: 1) inicial; 2) subsiguiente; 3) actual, En los parrafos precedentes ofrecimos un ejemplo de la primera, Otro serfa el del individ que no dice lo que siente, para embaucar a la otra persona y casarse con ella. Un ejemplo fantastico es el del joven Que querfa casarse con una muchacha bonita, talentosa, rica y profundamente religinsa: él declaré que-compartia los mismos valores, pero despues que se easaron le confes6 a sw esposa quie en realidad era ateo, en la esperanza de que ella lo aceptarla tal cual era, Fue un matrimonio verdaderamente desacertado: 1a joven valoraba ins eonviceiones retigiosas y también la since- ridad; su dileme era divorciarse, pese a su reliziosidad, 0 can Genarse a una relacién marital vacia por el resto de su vida ‘La unién desacertada subsiguiente es el proceso téxico més comin, dentro de la inazmonfa marital. El factor dindmico es Ia diferencia de crecimiento, tal como se indied en el capitulo 2 La esposa “enamorada” y el marido “frio'»). Cuando ambos ednyuges crecen como individuos, aunque sea en direcciones diferentes (p. ej., una en las artes y el otro en los negacics), pueden respetarse el uno al otro, Cuando uno de ellos erece eontinuamente y el otro no, el abismo es casi insuperable, por cuanto el crecimiento diferencial es acumulativo y las diferen {las parecen aumentar en tuna progeesién east geomeétsica (Cu ber, 1974), Ta unién desacertuda actat es la que los mismos eényuges definen. Una vez més, nos hallamos ante tna vertiente subjel vay otra objetiva. Por fo comin, el aspect subjetiva de este ‘matrimonio desacertado es emo cree cada eénynige gate el oti ha fallado, al no efectuar el cambio que resolveria los proble mas maritales, El aspecto objetivo implica la ohservacisn hecha por el terapeta, de que uns ¢ ambos espasos no han ere cido como individuos eapaces de resolver e trastonnio marital ‘ode reconocer su cardeter irresoluble y disolver esa unin desa certada. Esta es la observacién de la situacién intrapsiquica “actual. Ademas, este tipo de unin errada entra‘ la ineapacidad ‘de la pareja para comprometerse en un nuevo enntrate iatti- monial, que posiblitaria una relacifin conyugal viable y vital Dicha incapacidad invoiuera, a si! vez, ineptitudes intrapsi- quicas y de relaci6n interpersonal, En los eapitulos dedicados a la psicoterapia de las entices clinicas y las téenieas psicoterapéaticas, valveré a utilizar et ‘contrato matrimonial como un medio para resolver conflictos E] lector puede consultar algunas de las numerosas obras publicadas sobre el tema (Burger, 1973: Blechonan, 1974 Weiss y otros, 1974). 5. Entrevistas iniciales de diagnéstico Asi como es dificil definir Ia terapia de pareja, también lo es escoger un solo enfoque para las entrevistas inieiales de diag. néstico dentro de dicha terapia. Digo alas entrevistass, porque rara vez puede llevarse a cabo un examen psicolégico adecuado y prepararse una historia adecuada en una sola sesibn, Gene- ralmente, el terapeuta necesita realizar una o mis entrevistas con cuda cényuge y, luego, con ambos (si se propone utilizar la ‘enica de entrevistas conjuntas), a fin de recopilar el material necesario para una evaluacién apropiada de lus esposos y del matrimonio. Esta evaluacién es vital para determinar si la te- rapia de pareja es I indicada y, en caso afirmativo, qué tipo de enfoque se amoldaré mejor a las necesidades de la pareja eva luuda, Ademis, deberd efectuar una revaluacién canstante en el trascurso de la terapia, a medida que los nuevos aconteci- :mientos (a veces sornrendentes) impangan cambios en el diag- néstico y le téoniea. La primera entrevista presenta numerosas variantes. A ve- ces, el terapeuta sélo ve a un eényuge; otras, ve a ambos c6n- yuges y continda entrevisténdolos de le-misma manera, sin Tantener sesiones individuales (Williares, 1974); otras, en’ fin, realiza entrevistas inieiales individuales seguidas de’sesiones ‘conjuntas (0 viceversa}, sin atenerse después & ningén esquema fijo. En algunas oeasiones, todo depende de lo que decidan los conyuges; en otras, de les proferencias de los terapeutas, que varian enormemente. EI método y contenido de la entrevista inicial varian de un terapeuta a otro. Los terapeutas de la condueta se centran prineipalmente, en los comportamientos mensurables y poten Ciaimente mensurables de sus clientes, Tratan de identifiear las conductas generadoras de felicidad, delinear las condiciones que influyen en ellas y estructurar’ en forma sistematica las contingencias del medio, por cuanto dichas conduetas son una funciéa de estas (Knox, 1971) El terapeuta de pareja, para quien el pacients es»? matrimo- iv, encara una historia clinica entrada en las dificultades ccanyugales y a relucién interpersonal, Los que se interesen pri- rmocdlialmente por el erecimienta y desarrollo de los individuos dentro del matrimonio ineluiran en su historia clinica observa. ciones sobre el carcter y el funcionamiente inteapsiquieo de cada cényoge: por consiguiente, basarén las entrevistas inte ciales en una clara comprensién de la psicopatologia y la psico- dindmica, Fl terapeuta existencial 0 guestaltico insist, du- rante la primera entrevista, en ei «aqui y ahorar del matrimo- nio, Conviene advertir que algunos terapeutas no realizan una entrevista inicial de diagndstico, Unos prescinden de los proce- dimientos de diagndstico y comienzan directamente el trata. miento, sea cual fuere el problema que se presente despues Otros insisten en que con frecuencia se distinguen artificioss- mente las entrevistas de diagnéstico de las terapéuticas (Mac- Kinnon y Michels, 1971), y afirman que la Gnica sefal del éxito alcanzado en una entrevista es el grado en que paciente y ters- peuta cesarrollan un sentimiento de comprensi6n compartido. Subrayan que una entrevista centrada en la comprensién dei paciente proporciona una informacién diagndstica mas valiosa que aguella que procura sonsacar datos psicopatolégicos. Aun- ‘que esto no siempre es cierto, no deja de constituir una adver- tencia importante. De acuerdo con este énfasis, vale la pena notar que es posible establecer una interaccidn terapéutica en tuna sola sesidn, aunque exta sea la entrevista inicial (Spoerl, 1975). Howells (1975) se opone abiertamente a ta insistencia en he cet psivoterapia a partir de la primera entrevista, Fustiga Ia evitacion del diagnstica, subraya cuén peligroso es lanzarse a Ja terapia sin un examen previo y aboga por un retorno a la in- dagacién sistematica, que es el camino seguro hacta el conock miento y hacia la sistematizacién en la esfera clinica. Su dicta- men es que el diagnéstico debe proveder a la teray Desearia insertar aqui un comentario sobre la idea de empe- 2ar el tratamiento on la entrevista inicial. Me pareve admisible que el terapeuta procure presentar un wambientev que estimule luna respuesta positiva en el paciente, pero creo que es un enfo- que enganoso, por cuanto insiste excesivamente en que la posi bilidad de una involucracién terapéutica est determinada por Jo que haga el terapeuta. Uno de los propésitos de la entrevista inicial de diagndstico es establecer si el paciente es capaz de entrar en una relacin terapéutica que provoque un cambio en 41, La esposa wenamoraday ofrece un muy buen ejemplo de una aparente wentradas inmediata en el tratamiento. Empero, la experiencia indica a menudo que no ha habido ningtin cambio, que el paciente nunca ha sentrado» en el tratamiento ni ha taptado el concepto de un cambio interno: a veces, esto s6lo se advierte muchos aios después. Hay casos en que Ja decisién del terapeuta de no siniciar el tratamientos en la primera entrevista produce un efecto salu- dable en ciestos pacientes. Me refiera a aquellos individuos 65 que, al verse en el consultario de un terapeuta, con un trata- tniento por delante, caen facilmente en la regresién y pueden desarrollar una psicosis temprana. Es posible que estos pacien: tes se sientan mas comodos si el terapeuta insiste en el diagnds- tico, ¥ no en una intimidad prematura que ellos no pueden ma- hejer, Una vez més, vemos que cada enfoque presenta ventajas y desventajas. La flexibilidad y la aplicacidn sensata del cono: Gimiento pertinente a cada situacién individual son mas efica- ‘es que los prontineiamientos globales acerea de una téenica ‘Allo largo de este libro, me esfuerzo por presentar un pano- rama general de la terapia de pareja sin patrocinar ningin tipo {de enfoque con preferencia a otro, procurando evitar las polé- micas 0 las reivindicactones de superioridad de un enfoque Lobre otro. Sin embargo, no seria préctico deseribir en este ca- pitulo los muy numerosos y diversos tipos de entrevistas ini- tials de diagnéstico, Por eonsiguiente, me limitaré a presentar dos enfoques marcadamente diferentes. ‘Uno es mi propio enfoque, que se desprende de los capttulos anteriores, Deseo insistir nuevamente en que mas vale elegir, de un modo flexible, un enfoque que se adecue a la pareja pre- sentada, en vez de imponer e! mismo enfogue rutinario a todas las parejas. El otro enfoque dificre notablemente del mio en cuanto a su formulacién y técnica. Es un tipo de entrevista de corta dura- tion, tendiente a acclera: Ia atencién de los pacientes enandn hay una larga lista de ospera, a iniear una terapia breve cuan- dose dispone de tiempo y recursos limitados, y el problema no involucra un cambio en la estructura de personalidad indivi- dual de uno © ambos cényuges (Williams, 1974) Mi enfoque habitual se basa en el reconocimiento de: 1) le necesidad de evaluar adecvadamente al paciente y su si thacién, antes de emprender cualquier forma de psicoterapi 2) la necesidad de efectuar una reevaluacién constante, duran te todo el tratamiento, La entrevista inicial comienza eon el primer contacto, que puede ser telefénico. Es importante ob- Servar qué cényuge telefoneé y en qué circunstancias, y averl- guar luego por qué ocurrié ast. Muchos esposos telefonean con el propésito de traer a su pareja al consultorio del terapeuta, para que este «la enderecos; otros quieren venir solos, a fin de preparar al terapeuta para el rol que le han designado (un sub- tipo de esta clase se presenta pertrechado con un informe legal contra el onyuge, a quien el terapeuta ain no ha visto) "Algunos cényuges pretieren ir solos a la primera entrevista porque tienen un ssccretc» que no doberd revelarse durante le fcrapia de pareja, 0 porque quieren coligarse con el terapeuta contra el otto esposo. Otros piensan en «el matrimonion y de- sean atenderse juntos, desde la primera entrevista, Frecuente- 66 mente nos encontramos con la pregunta: «gDebemos jr juatos 0 por separado?s, Al replicar: «gCémo preferirian hacerlo’, Rabremos comenzado a recopilar informacion sobre el tipo de matrimonio que atenderemos y ss integrantes Entrevista inicial de diagnéstico de tipo psicoanalitico En la préctica, cualquier esquema de entrevista inicial de diagndstigo se emplea més como una gua general que como un procedimiento de rutina. El procedimiento se varia y modifica Segin la informacion aportada por el ofos cOnytuges. Habitual- mente, ia recopilacién de datos exige una mayor actividad y di eecién por parte del entrevistador cuando estfin presentes am- bos eényuges, pues aquel debe mantenerlos a Jos dos involucra des en la entrevista y evitar que uno de ellos domine y el otroze retraiga. En el moniento mismo en que un c6nyuge esté sumi histrando informacién, preguntas tales como #Sabia usted exn?n 0 agQuéle parece exo?» involucrardn a} otra y ayudarén ft esclarocer la relacion. Puede comenzarse por una entrevista canjunta, seguida de sesiones individuales, 0 viceversa; ambos enfoques presentan ventajas y desventajas. Algunas veces, la tloceién es determinada por las preferencias personales del te Tapeuta; otras, par un pedido de los conyuges. En a entrevista de diagnéstico de una terapia de pareja, se bus. ca Ia comprensién dinémica de cada cényuge y su aporte al problema marital, eon el propésito de determinar qué deberd Corregitse y qué tecnica ofrece las mayores probabilidades de obtener el resultado deseada. Es igualmente importante es tablecer si cada miembro de la pareja esta empenado en lograr un cambio personal, 0 en cambiar al compaftero. A, Anamnesis 1. Presentacién ¢Cutles son las principales quejas de cada cénvuge contra el matrimonio, eada esposo, los hijes (Familia nuclear} y tos pa Hentes (lamilia extensa)? Cuales son los factores postivas en cada caso? {Qué necesita ser reforzado 0 cambiado? Aun- tque el terapeta se esfuerce por reconocer Ia psicopatologia de tin matrimonio, la apreciacion de sus puntos fuertes debe cons- tituir una parte importante de la recopilacién de datos. Las Suerzas positivas pasibles de ser dirigidas hacia el erecimiesto y desarrollo individuales, las que unieron originariamente a la pareja y permitieron la ensambladura de sus necesidades, gra. ‘igs ala eval funcioné primitivamente el matrimonio, se explo- Fardn v iovestigerdn con tanto detenimicito como lus fuerzas negativas que perturban la relacién y ue deben alterarse. Los matrimonios extremadamente patuldgicus se mantionen tunidus por un vinculo de odio. Nos parecer incongruente que tuna fuerza destructiva pueda constituir un vineulo, pero ef te- Fapeuta de pareja debe percatarse de yue el eomienzo de la re: copilaeion de datos es, igualmente, el principio de una orient cidn hacia et cambio,'y que el cambio Hel vineulo de odio por tno de los cényuges, resultante en una separacién o divorcio, puede suprimir lu defensa que lo ha mantenido emocionalien teintacto a él 0 al otto expose, La pérdida de la relacién puede provuear Una regresién, con reacciones de panico y depresion, en el ednyuge que parecia mas sano mientras lo sostenian los sentimientas de fuerza que generaba el odio. Por lo tanto, comenzamos por diagnosticur no sélo lo que ha de cambiarse, sino también si hay algo que pueda remplazar a aguello gue sera eliminado por tos cambios futaros. La terapia de pareja es més complicada que la individual, porque lo que Bede ex beneficioso para un cényuge puede resultar dsaseo- 0 para el otro, i potcterapia del inrmonia marital deriva del diagnos tico de las &reas de incompatibilidad, que’ aquella procura ree. Lificar valiéndose de una o varias téenieas. (Estas téenieas, muy numerosas, se deseribirdn en los eapitulos siguientes.) Tal ree. tificaclén puede conducir a un fortalecimiento de la relacion, a 4s formacién de otra nueva y mejor oe su pétdida. El conoci fmiento conciente de estas posibilidades acompatia la recopila ion de datos, contribuye al diagnésticn, determina lu deseabi- lidad o indeseabilidad del tratamiento y ayuda a seleccionar el tipo de terapia, El punto de partida de La entrevista puede ser una historie sctual del mattimonio, seguida de unw historia longitudinal; simultaneamente, se recogera material referente al cardcter de cada cOnyuge. Luego se obtendra la historia de eada individua hasta el momento en que conocié al otra, a fin de completar el cuadro. Aunque la secuencia es determinada por las necesida- des de los eoayuges, personalmente prefiero, tras haber es. cuchado brevemente las principales quejas, la historia actual y lus involucraciones emocionales en el matrimonio, empezar con la historia de cuca individuo hasta el eomienzo de su rela. sign, De este mod, dispongo de una comprensidn psicoding mica de euda individuo que me fucilita el entendimiento del material concetniente al principio y evolucién del vineulo que 68 condujo al matrimonie. En suma, procure comprender: 1) Guién es la persona que entablé este tipo de relacién con esta, otra; 2) de qué manera esta relacién foment, trabé o imp. dig el crecimiento y desarrollo continuos del individu; 3) qué freas deben corregirse; 4) cudl es el mejor método para lo- sratlo. 2. Historia individual de cada conyuge Una vee presentado ef material, se obtiene la historia de ca- du esposo en una secuencia que no'se sigue rigidamente, ya que los pacientes saltan a menudo del pasado al presente. Empero, cl terupeuta debe retraerlos con habilidad y tacto, en los sno: ‘mentos oportunos de la entrevista, a la historia longitudinal Buena parte de lo que sigue es una modifieacidn de! bosquejo publicado originariamente por Leon Saul (1957) Los recuerdos més tempranos. Conviene comenzar con ellos, por varias razones. Al indicar un interés por la persona fuera de Ja relacién marital, alivia un poco la presién de lat inarmo- fa conyugal. Si bien algunos de estos recuerdos son patogno- ménicos en cuanto al trastorno de cardcter, y proporcionan Una temprania tmtelecetGu de su ayorte al Uesaa tegly eouyeal, coriinmente sirven sebre todo como una prueba mas que, uni- da a las siguientes, revela las fuerzas emocionales centrales que deben corregirse. Las preguntas a que conduce el recuerdo mas temprano son un medio de descubrit las imagenes que retuva ¢l individoo tanto de sf mismo como de prominsnts figuras fa- rmiliares que estn presentes en ese recuerdo 0 cuya ausencia re- gulta Tlamativa. La emocion que acompana este recuerdo es igualmente importante. eames un ejemplo inusualmente claro de eémo la compa- racién de los recuerdos mds tempranos ayudé @ comprender @ los cényuges, en cuanto individuos, y sus problemas interperso- nales, El recuerdo més temprano de la esposa era su insistencia fen dormir en un catre colocado en el comedor, para poder es cuchar las conversaciones familiares mantenidas en a sala; cuando su soledad se le hacia intolerable loraba hasta que ss dre acudia a su lado y luego le pedia que la Hevara tierna- mnonte en brazos ul piso alto El recuerdo més temprano de rmarido era tener que euidar de su hermanito menor, que era retardado, y no poder hacer fo que queria en comipaiia de su upo de pares, Tt psicoterapia se gulé por estos recuerdos. Ella se ident aba asf mismacon una ninita angustiada y exigente, y preten. dia que su marido la tratara igual que su padre. El marido la 0 identificaba a ella con su hermano retardado que, al sestringit su libertad, le habia causado reneor y un retraimiento emo- cional. Primera parte de la serie de recuerdos. Habitualmente, s¢ parte de los recuerdos mas tempranos para luego formarse una [dea del individuo en su época preescolar, mediante el conoci iento de las dificultades infantiles que haya tenido (alimen- tacidn, control de esfinteres, enferrnedades, fobias o compul- Sones infantile, chupeteo del pulgar, enuresis), Tnteresa con: cer la historia conyuga) de sus progenitores para poder Somprender las identificactones y repeticiones presentes en el matrimonio del paciente, La historia familiar adquiere espe- Cal importancia cuando existe la posibilidad de que uno de los Sényuges padezca una perturbacion afectiva primaria ‘La historia escolar pone al descubierto las fobias scolares, la adecuacién al estudio, las aptitudes atléticas y las relaciones ton el grupo de pares, que completan el cuadzo extrafamiiar del individuo. La prolongactén cle esta historia hasta el final el cielo secundario es sumamente itil, junto eon los aspectos tdicionaloes de la masturbacién, la menarca, las salidas con personas del otro sexo y las experiencias sexuales habidas antes Ge que la pareja se conociese. Todos estos datos sirven de pre Parativos para una snejus vomprensign de le historia de la rela. ‘ign interpersonal Los suevios. Durante la recopilacién de la primera parte de la sorie de recuerdos, una pregunta sobre los suefios permitiré comprender esa etapa del crocimiento del individuo, Los ‘Suenos recurrentes, durante la infanela y después de ella, son tin aporte més a ia comprensiOn de la estructura dinémica central del problema. Los tipos communes de suefos (actuales y pretéritos) representan una pieza més del rompecabezas que Sebemos completar. Ademés, es probable que los suefios ac: tuales arrojen luz sobre el problema marital, Algunos son increiblemente esclarecedores. Por ejemplo, un hombre depri- mide que comienza & tener pensamientos suicidas obsesivos, suefa que su esposa y sus dos hijos se han caido por la borda de suyate, y que él trata, desesperada pero incitilmente, de asirlos fantes de que se ahoguen; su historia indica que los sintomas faparecieron dos meses atrés, éuando haba trascurride otro tanto desde su casamiento con una viuda que tenta. dos hijos. Los suenos de la noche que precede a la entrevista pueden cxplicar el problema conyugal, igual que el ejemplo citedo, pe- ro también pueden referirse 2 aquella y proporcionar un im- jportante insight sobre la trasferencia que tuvo lugar antes del tra- tamiento. m Las fantasia, Se indagard al paciente acerca de sus fantastas yy suetios diurnos concientes referentes al matrimonio o al cén- Yyage, y de sus fantastas pretéritas, actuales y permanentes. Es tin tema muy delicado, pues muchas personas son més veacias a revelar sus sues diumos, imagenes mentales y secretas histo Flas erégenas, que a informar sobre su comportamiento man fiesta (Lowry y Lowry, 1975). Quien desdene la fantasta, ob- tendré una historia incompleta. Probablemente, cuanto mayor sea la resistencia a revelarla, tanto mayor ser su importancia para la comprensién del problema central, El examinadar que actie con tacto no necesitaré preguntar todos los detalles. pera Geberd averiguar la naturaleza de la relacién existente entre Guienes participan en la fantasia, Esta zelacidn es particular mente esclarecedora para Ia historia sexual del individ, La historia clinica. Para evaluar a le persone y forrmular un dingnéstico s6lido es preciso disponer de una buena historia cl nica. El estrecho nexo entre lo psiquien y la yomation sobresale de un modo especial en algunos pacientes (Martin, 1957). Hay ‘que distinguir lus problemas psfquicos que conducen a sinto- mas somaticos, de las condiciones orgénicas que eausan sinto- mas psicoldigicas. 3, Historia de la refacién marital Es mas fécil camprender la historia de la relactdn interperso- nal cuando se tienen como traslonds las historias individuales hasta el comienzn de dicha relacidn. Se investigan las razones {que motivaron la eleceién de la pareja y el contrato matrimo- nial; asimismo, se estudian las etapas del matrimonio, rela cionéndolas con la aparicién v evohciOn de las queias » los sin tomas de desavenencia conyngal. Esta seccién incluye la histo- ria sexual y las consideraciones acerca del contrato terapéutico, El contrato matrimonial. Ene} capitulo anterior distin- _guimos tres elases de contrato: conciente expresado, conciente nno expresado y no conciente, A esta altura de la entrevista, el ‘material reeogido ya habrd revelado muchos de los aspectos in concientes del contrata matrimonial. Le formulacién de nuevas preguntas sobre el contrato aclararé las zonas caneten. tes de avenencia y desavenencia y permitiré la reconstruccién de las incnncientes Convendria mencionar aqué que, a medida que evalita el contrato matrimonie! que eada convuge fie capaz de estable cor y cumplir, el terapouta empieza a evaluar el tipo de contra to terapéuttico que eada espaso concertaré probablemente con 41, Dojaremas este punto para més adelante Tampuco podemos pasar por alto la ausenciu de nn contrato conciente, detectada durante la exploracién del contrato matrimonial. Huy parejas que se easan sin haber diseutido en aabsoluto las expectativas individuales o mutuas, El descubri miento de esta Falta de contrato permite eomprender qué tipo de individuos participan en a relacién y cému ha evolucionade su desawenencia conyugal. Cuanto menor sea la presencia de tua contrato conciente en el contrata prematrimonial o pos inalrionial, tanto mayor serd la influencia de los fuctores contrueluales inconcientes y de los viewulos matrisnoniales de los progenitores El intertogatorio sobre el tema se goiaré por fos indicios que dex los mismos cényuges y estard condicionado por el tiempo Cisponible, En general, lus siguientes preguntas coadyuvaran al cutundimiento establevido en of trascurso de la sesi6n: «a, Qué cualidades o caracteristicas tuvieron maxima impor- tancia para usted en su eleccién de pareja, y por qué? .

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