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Ana Locking, Premio Nacional

de Diseño de Moda
El jurado ha destacado que la diseñadora «amplía los cánones de
belleza y refleja la cuestión de género y la diversidad del ser
humano»

Cuatro años han pasado desde que Trump llegase a la Casa Blanca, lo que
provocó que Ana Locking (Ana González Rodríguez, Toledo, 1970) rompiese
una escultura de su cabeza sobre la pasarela, representando la muerte de un ídolo
que genera tensión en la sociedad. Ahora, coincidiendo con la caída en desgracia
del mandatario, la diseñadora ha sido galardonada con el Premio Nacional de
Diseño de Moda, que el año pasado fue otorgado a Adolfo Domínguez.

«Querían premiar moda con un discurso sólido y honesto», ha narrado en una


charla con este periódico la creadora, que ha recibido la noticia por voz del
ministro de Cultura y Deporte, José Manuel Rodríguez Uribes, al que no ha
podido evitar decirle que se le salía el corazón del pecho. «Es que estoy muy
emocionada», trata de excusarse. Y no es de extrañar, porque este año ha sido
duro. Y mucho. No solo por como la pandemia ha golpeado su negocio, sino por
el cáncer de pecho que padeció al comienzo de la cuarentena, del que no dio
cuenta hasta julio, cuando se enfrentaba a su última sesión de radioterapia. «Me
parece el momento perfecto para celebrar la vida, el amor y la amistad», aseguró
entonces en sus redes sociales, demostrastando que de valentía y generosidad va
sobrada.

Cualidades que demuestra en cada una de sus propuestas, en las que apuesta por
la libertad fuera de condicionamientos sociales, con el propósito de sacudir
conciencias pero sin perder de vista que la moda también debe servir para
evadirse. Algo que ha querido destacar el jurado en su fallo: «amplía los cánones
de belleza y refleja la cuestión de género y la diversidad del ser humano». Para
ella todos somos iguales, todos somos antihéroes: «personas normales, que se
derrumban siguiendo sus ideales pero buscan todo tipo de motivaciones para
levantarse».
Arriba, imagen del desfile con la estatua de Donald Trump. Abajo, Doña Letizia con un diseño de Ana Locking
y una modelo de uno de sus desfiles favoritos, 'Voguing'. / EFE / REUTERS

Gran conocedora del oficio, puede presumir de ser de las pocas que han
vestido de largo a la reina Letizia. Aunque no lo hace porque con ella no van
los aires de grandeza. Su talento se forjó entre patrones en el taller de costura de
su madre, una formación que completó con sus estudios de Bellas Artes en la
Universidad Complutense de Madrid. Y la universidad sigue en su día a día,
aunque desde otra perspectiva. Desde hace una década dedica gran parte de su
tiempo a la docencia, siendo tutora del Centro Superior de Diseño de Moda de la
Universidad Politécnica de Madrid.

Entusiasta, inquieta, perfeccionista y con pasión por el detalle, sus colecciones


son historias redondas en las que, desde la nota de prensa a la última puntada,
responden a un estructurado e inteligente discurso de gran coherencia en el
que se deja la piel. Y la sangre, literalmente. Dos gotas iban en el interior del
dosier de su colección 'Insides', que versaba sobre el interior del cuerpo humano,
en el que rezaba: «Si doy mi alma, también tengo que dar mi sangre».

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