Está en la página 1de 1

Experiencia personal

En mi caso personal me ha tocado hacer varios talleres el primer taller que hice fue en un
colegio de Ñuñoa donde hicimos junto a otros compañeros de colectivo talleres de
improvisación teatral para niños de entre 13 y 17 años, al principio eran tímidos hasta que
rompimos la barrera de la vergüenza y les dimos la confianza para que pudieran jugar, poco a
poco fueron entregándose al juego, vimos cambios mientras pasaba el tiempo, pudimos ver
como chicos que jamás en sus vidas habían hablado entre ellos se hablaban como si se
conocieran de toda la vida, de alguna forma sentí que rompimos alguna barrera que los
separaba a apresar de que estudiaban en el mismo colegio. vi a estos chicos entregarse a jugar
y descubrir mundos nuevos y mediante estos poder defender una idea y también convicciones
que generaban atravez de estas improvisaciones. aunque sólo fue un día de taller vi como a
través del teatro pudieron verse unos a otros como iguales romper esa barrera etaria entre
ellos y de cursos que impone la colegiatura tradicional.

Por otro lado me tocó vivir una de las experiencias más gratas de mi vida haciendo talleres de
teatro para niños de entre 12 y 16 años los cuales estaban en riesgo social, a ellos los logre ver
durante más tiempo y conocerlos mejor, recuerdo que cuando llegué al lugar del taller vi como
entre estos niños poco menos se agarraban a pelear por un simple juego nose a que se debía
pero recuerdo que los separamos y los hicimos disculparse, me acuerdo que no querían darse
la mano pero accedieron no de muy buena gana, al pasar los días de taller vi como estos niños
empezaron a aceptarse y vieron que no tenían tantas diferencias como creían y poco a poco vi
como mediante juegos teatrales que era la forma en que les enseñabamos forjaron incluso una
amistad, esta fue una de las etapas en que más eh aprendido sobre el poder del teatro en
sociedad y claro nunca pensé que lo aprendería mediante niños, siempre imagine que sería en
los escenarios llenos de gente que el teatro me enseñaría su poder y como yo podía cambiar al
mundo atravez de él, pero estos niños de cerro Navia me enseñaban cada día que el teatro
forja amistades verdaderas, que te enseña a dialogar con el otro aunque tengas ideas
completamente distintas y este no es motivo para llegar a los golpes, con ellos perdí el miedo a
hablar en una comunidad, aprendí que a pesar de mis diferencia y problemas mi voz y mi
opinión tiene el mismo valor que la opinión de cualquier otro. Aprendí que el teatro es
necesario en cada uno de nosotros, no como artistas, sino como personas, por que usamos el
teatro no sólo como una herramienta discursiva, sino que también como una herramienta
social.

También podría gustarte