Para comenzar a seguir a Cristo no necesitamos ser perfectos, porque en el camino Él nos va
perfeccionando. Necesitamos disposición, un corazón dispuesto a aceptar a Dios, a hacer
sacrificios que se asemejen al que hizo Jesús en la cruz por todos nosotros (Darle muerte a nuestros pecados). Es claro que no somos perfectos, pero la vida en Cristo es una lucha diaria para vencer al peor pecador que podemos señalar, nuestro propio ser. Mas en Cristo Jesús, fuimos perdonados sin merecerlo, y algo que me fascina más es que gracias a Él también somos vencedores.