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la salud mental
Mariana Pedrosa
Valeska Zanello
Universidad de Brasilia
Abstracto
Para que la atención a las mujeres sea efectiva, es necesario que los
profesionales de la salud que trabajan en la atención a la salud mental, tengan
conocimiento y se sientan capacitados para atender esta demanda. Estudios
demuestran, entre tanto, que los especialistas de la salud no están debidamente
preparados para lidiar con la violencia contra las mujeres (Schreiber & D’Oliviera,
1999; Nyame et al., 2013; Rose et al., 2011).
Método
Resultados y discusión
Los hombres, en la percepción de los profesional, piden menos ayuda, son más
enfocados y secos, y el sufrimiento está generalmente relacionado con actividades
sexuales y laborales, como lo dice el profesional del área psi 2: “los hombres
generalmente resienten mucho dejar de trabajar, por ejemplo, y pierden todo su
lugar de macho de la casa”.
Una diferencia traída por varios profesionales es la de que los hombres buscan
menos los servicios de salud que las mujeres. Además, hasta aquellos que ya son
usuarios tienen más dificultades para hablar sobre su sufrimiento. De esta manera,
los profesionales entienden que, cuando ellos exponen su sufrimiento
explícitamente, es señal de que la situación es grave y el equipo debe de
preocuparse más:
En el caso de las mujeres, porque buscan más los servicios y hablan más sobre sí
mismas y de sus problemas, los profesionales descalifican o pasar por alto su
sufrimiento calificándolas como “reclamonas” y utilizando el diagnóstico de “multi-
quejosas”. La respuesta del profesional de la salud 4 ejemplifica esta
descalificación: “las mujeres son siempre más multi-quejosas, ¿no? Ellas siempre
traen mucho más quejas en ese sentido amoroso, la necesidad de relaciones con
el marido, los hijos, ¿no?” El uso de este tipo de “diagnóstico” problemático pues
acarrea una idea negativa sobre la palabra de las mujeres y descalifica sus
sufrimientos. El contenido pierdo su importancia y pasa a ser visto como una
“reclamación” más.
Detrás de este discurso tan universal yace la idea de que no hay diferenciación de
género y que todos son tratados de la misma manera. Esta idea debe ser
problematizada porque si no se señala y se asumen las diferencias, se pierde la
posibilidad de un tratamiento con equidad de género. (Schraiber, d’Oliveira,
Portella & Menicucci, 2009) corroboran la discusión y afirman que hay una
necesidad de deconstruir la noción de igualdad puesta en la salud. Esa
perspectiva transforma cualquier admisión diversa en la adopción de privilegios en
lugar del cumplimiento de los derechos. Por lo tanto, cualquier ideología de
igualdad es una barrera en la búsqueda de la equidad.
Tres profesionales relataron que nunca habían pensado en la diferencia entre las
demandas de los hombres y mujeres. De ellos, dos (profesional del área psi 5 y
profesional de la salud 1) consiguieron, durante la entrevista, identificar diferencias
entre las demandas. El sufrimiento de las mujeres fue relacionado a problemas de
relación y las necesidades de la familia, mientras que el en los hombres era sobre
la falla de ser proveedores y en tener dificultades para buscar ayuda. La tercera
profesional (profesional de la salud mental 2) efectivamente no consiguió observar
diferencias entre las demandas, relatando que todos los que buscan los CAPS lo
hacen para tener acceso a los medicamentos.
A partir de las entrevistas, fue posible ver que, a pesar de que algunos afirmaron
nunca haber pensado en el problema y que otros denegaron la diferencia, once
profesionales (91.7%) percibían diferencias entre las demandas de hombres y
mujeres. Además, hay un consenso sobre cuáles son las mayores demandas
conforme al género.
Otra acción interventora citada por los profesionales que merece destacarse es la
responsabilización de las mujeres, como podemos observar en el siguiente
extracto:
Esta ley fue citada por 50% de los profesionales como una de las políticas
públicas para hacer frente a la violencia contra las mujeres. Sin embargo, no
poseían el mucho conocimiento sobre esta ley: seis profesionales afirmaron que
solo sabían lo que está en el sentido común: tres afirmaron no saber nada; dos
afirmaron que la conocían en términos prácticos; una conocía la historia de su
creación. Estos datos demuestran que hay una evidente falta de conocimiento al
respecto de la Ley Maria da Penha por parte de los profesionales de la salud en el
CAPS.
Los profesionales que afirmaron que conocían la ley en términos prácticos eran los
psicólogos, y ellos relataron que en durante su graduación habían hecho prácticas
en órganos de justicia o con profesores que trabajaban en este tema. Por lo tanto,
en la graduación ellos tuvieron la oportunidad de lidiar con el tema pero no a un
nivel teórico sino en un nivel práctico. La falta de aproximación al contenido en los
cursos de graduación ha sido también discutida por otros sondeos en Brasil, como
(Souza, et al., 2008).
A pesar de afirmar que tienen poco conocimiento sobre la ley, los profesionales
expresaron sus opiniones en relación a ella, basadas muchas veces, en el sentido
común. Por ejemplo, la idea de que la Ley Maria da Penha no funciona y ha sido
utilizada de manera equivocada por las mujeres, como a continuación:
Conclusiones
La violencia contra las mujeres fue relatada por los profesionales de la salud
reportaron como recurrente entre las usuarias del CAPS, como podemos ver en la
siguiente entrevista: “nuestro gran público en el CAPS es en su mayoría mujeres,
¿no? Es básicamente, no sé, diría que 90%, entonces… hay… hay una situación
de violencia recurrente” (profesional del área psi 1). Aunque haya una percepción
de recurrencia de esas situaciones de violencia, sin embargo en general no es
notificada, ni tampoco el encaminamiento hacia los servicios disponibles en la red,
solo en casos muy graves, a pesar de que la violencia ha sido señalada por
muchos profesionales un factor importante para la comprensión de la enfermedad
mental.
REFERENCIAS
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