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©) orden sexual moderno: ila diferencia desquiciada? Maria Fernandez Con el advenimiento del siglo x1 han ido cobrando cada vez mayor visibilidad diferentes modalidades amorosas, conyugales, eréticas y parentales que —en su conjunto— estarian dando cuenta de profundas transformaciones en los modos de subjetivacién contempordneos. Ya en los 90 Gilles Deleuze sefialaba el desfondamiento de las institucio- nes de Ja primera modernidad, las reformulaciones de lo ptiblico y lo privado y la crisis generalizada de las familias, los lazos sociales, la educacién y el trabajo en el “pasaje de las sociedades disciplinarias a las sociedades de control”.! Asimismo, otras y otros autores han ahon- dado en la conceptualizacién de las mutaciones de los modos de sub- jetivacién-objetivacién, trabajando las transformaciones actuales de los disciplinamientos de los cuerpos por la via del control de la propia produccién de anhelos y deseos en la amada “modernidad tardia”.? “Modernidad” es un término que suele usarse bastante indistin- tamente para aludir a cuestiones un tanto dispares. En este escrito se hace referencia a lo que Eduardo Griiner ha llamado “la légica cultural del capitalismo”.* Siguiendo esa linea de pensamiento, pue- 1. G. Deleuze, Conversaciones, Valencia, Pre-Textos, 1996. 2. Véanse A.M. Fernéndez, Instituciones estalladas, Buenos Aires, Budeba, 1999. También M. Lazzaratto, Politica del acontecimiento, Buenos Aires, Tinta Limén, 2006; S. Rolnik y F. Guattari, Micropolitica. Cartografias del deseo, Buenos Aires, Tinta Limén, 2006; W. Siqueira Peres, Seminario “Estudios queer y subjetividad. Reformulaciones clinicas, conceptuales y éticas”, Facultad de Psicologia, uBs, 2010. 3. E. Griiner, “Los qom y la (nueva) decadencia de Occidente”, Pagina 12, seccién “Sociedad”, Buenos Aires, 16 de mayo de 2011. 17] 18 Ana Maria Fernandez de decirse que uno de los ejes de las légicas culturales del capitalis- mo ha sido la configuracién del orden sexual moderno 0, en palabras de Michel Foucault, el dispositivo de la sexualidad,* que hoy habria entrado en aceleradas mutaciones. Se trataria de modalidades exis- tenciales que desdisciplinan una articulacién fundacional de la mo- dernidad, cual fue su entramado de patriarcado y capitalismo. Desde una mirada histérica muy general, puede decirse que, de la mano del surgimiento de la sociedad industrial, las democracias representativas, el libre mercado y las colonias, la familia nuclear burguesa y el amor romantico formaron parte de la construccién de los modos de subjetivacién y objetivacién tanto hegeménicos como subordinados— que se desplegaron desde el surgimiento del capita- lismo. Es entonces, a partir del siglo xvi, cuando Foucault ubicé la formacién del dispositivo sociohistérico de la sexualidad. El propio término “sexualidad” aparecié tardiamente a principios del siglo xrx, segtin este autor. En las sociedades occidentales 1a modernidad fue conformando una experiencia por la que los individuos iban reconociéndose su- jetos de una “sexualidad”. Pensar la sexualidad como experiencia de dimensién sociohistérica implica poner en consideracién la co- rrelacién dentro de una cultura entre los campos de saber que se inauguran al respecto, los tipos de normatividad que se establecen, las prdcticas eréticas y amatorias que se visibilizan y las formas de subjetividad que se construyen. Tomar tal perspectiva implica desmarcarse de los criterios que hacen de la sexualidad una invariable. Asimismo, significa sostener la problematica del deseo como parte del campo sociohistérico, es decir, tomar en consideracién la complejidad y especificidad de sus sucesivas transformaciones. Considerar la sexualidad como una experiencia historica implica poner bajo anilisis los tres ejes que la constituyen: la formacién de los saberes que a ella se refieren, los sistemas de poder que regulan sus practicas y las formas segtin la cuales los individuos pueden y deben reconocerse como sujetos de esa sexualidad. Supone trabajar con un criterio histérico-geneal6gico que permita desesencializar normatividades conceptuales y criterios morales; analizar las rela- ciones entre la produccién de saberes sobre la sexualidad y las estra- tegias de los poderes con respecto a ella; puntuar, en cada momento 4. M. Foucault, Historia de la sexualidad, t. 1: El uso de los placeres, México, Siglo Veintiuno, 1984, EI orden sexual moderno 19 sociohistérico, las caracteristicas de aquello que se pone en discurso en relacién con practicas eréticas y placeres; distinguir en cada épo- ca los criterios de normalidad-anormalidad, moralidad-amoralidad, legalidad-discriminacién, institucionalizacién-clandestinidad, libre circulacién-encierro, operando los modos de disciplinamiento, poli- ciamiento y/o control de una época con relacién a las practicas y las afectaciones eréticas. En virtud de estas operaciones, se vuelve pertinente conside- rar las transformaciones actuales de los lugares tradicionales de hombres y mujeres denominados a partir de un momento histéri- co heterosexuales, homosexuales y bisexuales, asi como también el despliegue de las hoy Ilamadas diversidades sexuales. Estas opera- torias implican desnaturalizar las mismas nomenclaturas “hétero”, “homo”, “bisexual”, etc., en tanto atin hoy éstas tienden a operar capturas identitarias. En suma, se trata de crear condiciones de conceptualizacién en los nuevos dispositivos de saber-poder y de objetivacién-subjetivacién en el paso de las sociedades disciplinarias a las sociedades de control, tanto en lo que hace a las nuevas formas de dominio como a las nue- vas formas de resistencia en lo que refiere a las sexualidades.° En la actualidad, la variedad de modalidades en las conexiones amorosas (entre personas de distinto o del mismo sexo), la diversi- dad en las elecciones de partenaires eréticos, las diferencias en las modalidades de establecer conexiones y/o vinculos, las multiples identidades sexuales y de género, las intervenciones quirtrgicas de “adecuacién del sexo al género”, las rapidas disoluciones de conyuga- lidades, las luchas por el matrimonio igualitario y la Ley de Identi- dad de Género, las transformaciones en los posicionamientos respec- to de las maternidades y paternidades, el avance de las tecnologias reproductivas, el preocupante incremento de la violencia de género y los femicidios, los significativos cambios en los habitos de crianza de hijas e hijos en la actualidad, son algunos rapidos ejemplos de un cuadro de situacién que pareciera sorprendernos una y otra vez en la vertiginosidad de sus mutaciones.® 5. Para un mayor despliegue de estas cuestiones véase A.M. Fernandez, Las ldgicas sexuales. Amor, politica y violencias, Buenos Aires, Nueva Vision, 2009. 6. Véase AM. Ferndndez, 8. Borakievich y C. Cabrera, “Diversidades amorosas, eréticas, conyugales y parentales en los modos de subjetivacién contemporénea”. Actas del 1v Congreso Internacional de Investigacién y Practica Profesional en Psicologia, Facultad de Psicologia, upa, 2012. 20 Ana Maria Fernandez Bueno es reconocer que estas practicas sociales han ido més ra- pido que las teorias. En tal sentido ponen en interrogacién los cono- cimientos que las ciencias humanas, sociales, médicas, la psicologia y el psicoandlisis habian construido dentro de los paradigmas bi- narios modernos. Estos modos de subjetivacion-objetivacion que se despliegan en las vidas cotidianas hoy instituyen un fuerte desafio a las investigaciones que indaguen estos temas como también alos abordajes clinicos. Se hace necesario avanzar en construir e imple- mentar categorias conceptuales y metodolégicas que puedan captar las légicas de la diversidad? en las que se despliegan estos modos de subjetivacion contempordneos. Asi, por ejemplo, a causa de la legalizacién del matrimonio entre personas del mismo sexo en la Argentina, en los debates en los foros publicos se presentaron opiniones y posicionamientos ideolégicos y religiosos tan precarios y desinformados que nos alertaron sobre la perentoriedad de producir y divulgar conocimientos que permitan pensar més alla del prejuicio o la mera opinion. La complejidad y la diversidad de elecciones de objeto amoroso y/o sexual que cobran aceleradamente mayor visibilidad han vuel- to reductivo el distinguir sélo dos opciones sexuales. Hoy muchas y muchos jévenes suelen no “fijar” una opcién sexual y se resisten a ser nominados con una identidad tinica. Al mismo tiempo, com- parten espacios con jévenes que mantienen clasicas identificaciones sexuales, como “heterosexualidad”, “homosexualidad” y “bisexuali- dad”. En esta linea, tanto las organizaciones militantes que luchan por la igualdad de derechos de las Ilamadas minorias sexuales* como los estudios queer y los movimientos Lars! han objetado frecuente- mente los modos en que la academia ha nominado sus practicas eré- ticas y las significaciones que les son especificas. Sus contribuciones han puesto en evidencia las dimensiones politicas de esas diversi- dades y la importancia también politica que adquieren los modos de nominar.* Resulta imprescindible tomar en cuenta los importantes 7. Véase A.M. Fernandez, Las légicas colectivas: unaginarios, cuerpos y multiplicida- des, Buenos Aires, Biblos, 2* ed. 2012. 8. En la Argentina, la Comunidad Homosexual Argentina (cua), la Federacién Ar- gentina de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transexuales (rates), 100% Diversidad y Derechos, Les-Madres, entre otras. 8. Véase J. Butler, Cuerpos que importan, Buenos Aires, Paidés, 2002. También L. Berkins, “Anatomia del cuerpo travesti”, at. El periddico de Lavaca, Buenos Aires, 2008. El orden sexual moderno 21 aportes que estos espacios colectivos han realizado en los tiltimos afios. Uno de los puntos que se vuelve necesario indagar ser4 des- de qué légicas de la diversidad resisten las definiciones identitarias cldsicas y cémo se van configurando estas logicas de la diversidad en un mundo donde hasta hace tan poco tiempo primé una episteme exclusivamente binaria. F 4Qué es lo que pareciera haber estallado con la visibilizacién de las llamadas diversidades sexuales? Entre otras cosas, como se iré desarrollando en diferentes capitulos de este libro, se desnaturaliza el orden sexual moderno ¥ sus modalidades especificas de produc- cién de identidades sexuales. Tal ordenamiento se ha configurado y desplegado a lo largo de la modernidad occidental desde una légica identitaria. Pensar la sexualidad en clave identitaria ha configurado un particular ordenamiento por el cual las practicas sexuales otor- gan identidad. Asi, segtin el sexo del Partenaire, se dice que alguien es “heterosexual”’o que és “homosexual”. Esta operatoria define la identidad por el rasgo; es decir, implica tomar un Tasgo, en este caso el tipo de eleccion de partenaire sexual, como totalidad que define y otorga identidad operando entonces en el orden del ser. Esta modalidad de construccién de las sexualidades en cla- ve identitaria se denomina binaria Porque fija sélo dos términos (hombré-mujer, heterosexual-homosexual). Es atributiva, porque atribuye determinadas caracteristicas y no otras a las personas que portan tal identidad. Pero también eg Jerarquica, porque ha posicio- nado las opciones sexuales no heterosexuales como “la diferencia’. Este modo, propio de la modernidad, de pensar la diferencia como negativo de lo idéntico en el mismo movimiento que distingue la diferencia instituye la desigualdad social y politica de tales diferen- tes. Esta logica binaria, atributiva y jerarquica” ha conformado los a priori epistémicos, politicos, éticos, cientificos y estéticos que han desigualado desde diferencias Ctnicas 0 religiosas, de género y de clase hasta las opciones sexuales que no responden a criteriog hete- ronormativos. Para ello es necesario que se produzca y se naturalice un ordenamiento jerarquico que establece la diferencia como negati- vo de lo idéntico y que irreversiblemente ha situado y Sittia a “las y los diferentes” como inferiores, peligrosos 0 enfermos, es decir, como anomalia." En escritos anteriores he denominado a estas configu- 10. Véase A.M. Fernandez, La mujer de la ilusién. Pactos y contratos entre hombres y mujeres, Buenos Aires, Paidés, 1993, 11. Véase A.M, Fernandez, Las logicas sexuales. y 8 Ana Maria Ferndndez raciones diferencias desigualadas.” Esta légica binaria diferencia desigualando a los varones de las mujeres, a los “heterosexuales” de los “homosexuales”, a la etnia blanca europea del resto de las etnias, etcétera. Sexualidad, heterosexualidad, homosexualidad, bisexualidad, asi entendidos, han configurado el dispositivo de la sexualidad moderna que ha “ordenado” los imaginarios sociales y las practicas eréticas, amorosas, conyugales y parentales especificas. También establecié los principios de ordenamiento de sus saberes cientifico-conceptua- les, sus taxonomias, abordajes e intervenciones profesionales, valo- raciones morales, estéticas, entre otros, Tal ordenamiento configuré una fuerte amalgama entre sexo biolégico hombre o mujer—, géneros masculino y femenino y sus atribuciones correspondientes, deseo heterosexual activo para los varones, pasivo para las mujeres— y practicas eréticas especificas de acuerdo con estas distinciones. En la medida en que se combinaran debidamente sexo bioldgico, deseo, género y practicas eréticas y amatorias en una identidad se- xual masculina o femenina, el orden sexual estaba asegurado. La contracara ~psiquiatrizada-psicopatologizada, anémala y desigua- lada socialmente, pero reconocida como existente— fue la configu- racién de identidades “homosexuales”, que en el caso de los varones remedaré a una mujer, el homosexual afeminado, y en el caso de las mujeres homosexuales configuraré chicas varoniles. Mientras esto fuera asi, nada amenazaba la logica identitaria, binaria yje- rarquica, y el orden sexual concomitante se producia y reproducia con los correspondientes circuitos de inclusién-exclusién, legalidad- clandestinidad. Ahora bien, travestis, transexuales, transgéneros, intersexos, etc., asi como las transformaciones de las modalidades eréticas y estéticas de los existenciarios “homosexuales” y “heterosexuales” ac- tuales, estan desbordando ampliamente los estereotipos modernos de la sexualidad. Han entrado en acelerada mutacién desde sus de- maarcaciones de lo intimo o lo privado hasta las estéticas de la seduc- cién. El desacople de sexo biolégico-deseo-género-practicas eréticas y amatorias, con independencia de las opiniones que generen, abre interrogacién, cuando no interpelacién, a muchas de las conceptua- 12. Véase A.M. Fernandez, “Hacia los estudios transdisciplinarios de la subjetividad. (Reformulaciones académico-politicas de la diferencia)”, Revista de Investigaciones en Psicologia, afio 16, N° 1, Instituto de Investigaciones, Facultad de Psicologia, uBa. El orden sexual ™moderno lizaciones con las que hast: han abordado est: ‘as Cuestiones. 24 Ana Marfa Fernandez tieron algunas salidas de Ja clandestinidad y, en algunos Ambitos, tolerancia y respeto. Si.a esto sumamos el incremento y la visibilizacién de travestis, transexuales y transgéneros 0, por ejemplo, que en los Ambitos lés- bicos uno de los debates pasa por la discusién entre lesbianas que se denominan mujeres lésbicas y otras que se consideran lésbicas pero no mujeres, podemos considerar que estalla la categoria psicoanali- tica de la diferencia sexual y da mucho para pensar a la teoria ya las agendas politicas de género. Estariamos en presencia del ‘paso de la diferencia a las diversidades sexuales. Este transito no es un mero cambio de palabras; implica la construccion de categorias filos6ficas y politicas que puedan dar cuenta de estas transformaciones. Este proceso es mucho mas abarcativo que las cuestiones referidas aquia jas sexualidades, como he analizado en Las légicas sexuales. En sintesis, lo que hoy va quedando fuertemente interpelado es el disciplinamiento de dos sexos, y la categoria misma de “la” dife- rencia sexual. La légica —identitaria, binaria, jerarquica—, que es- tablecié el paradigma de /a sexualidad junto a “la” diferencia como anomalia enferma y peligrosa, pareciera estar siendo desarticulada, desencajada, dislocada, desquiciada, con el paso de /a sexualidad a Jas sexualidades, con el paso de la diferencia a las diversidades. Sera imprescindible indagar y pensar en qué consiste el transito de la diferencia a las diversidades y las nuevas categorias en construccién que estos transitos imponen, como he intentado a hacerlo en Las logicas sexuales. Lo monstruoso En unas actividades con estudiantes de Psicologia (UBA) partici- pantes de un proyecto de extensién® se realizaron algunos talleres con recursos psicodramaticos y grafoplasticos que, entre otros obje- tivos, tuvieron el propésito de relevar qué imaginarios sociales cir- culaban en estudiantes de psicologia con respecto a las diversidades sexuales. De las miltiples lineas de sentido que circulaban, interesa subrayar una particular articulacién de dos trazados de significa- 13. Proyecto “Disefio e implementacién de dispositivos grupales para elucidar los mecanismos de desigualacién de las diversidades eréticas, amorosas, conyugales y parentales contempordneas”, programacién UsaNex 2011-2012. Directora: A.M. Fer- nandez, Codirectora: 8. Borakievich. El orden sexual moderno 25 cién que insistieron en casi todos los talleres. Una linea de significa- cién inicial, en las primeras capas de la cebolla, como dirfa Sigmund Freud, fue la preocupacién por sostener sus producciones dentro de lo politicamente correcto, disculparse cuando componian un perso- naje homosexual o travesti ddndole caracteristicas estereotipadas, etc. Sin duda, esto no es poco en un pais donde los prejuicios, los desconocimientos e intolerancias frente a las diversidades son tan preocupantes. Pero, avanzando en la elucidacién de lo producido en los talleres, se ponia de manifiesto con una insistencia muy marcada un otro plano de este universo de sentido que de distintos modos, metaféricos 0 explicitos, daban cuenta de significaciones que aludian alo monstruoso. éQué es lo monstruoso? Si tomamos su acepcidn griega, se refiere a lo intermedio, lo mezclado, lo ambivalente, lo desordenado, lo ho- rrible y fascinante a la vez. Desde su acepcién latina, algo es mons- truoso en tanto muestra: muestra aquello que no debe advertirse. Mostrar lo monstruoso es desocultar aquello que en una cultura debe permanecer invisible. Seria aquello que no puede ser empla- zado en las taxonom{ias establecidas, que genera miedo, morbo y/o violencia. Ya en mis palabras, configura un otro de la diferencia que, como decia, sélo puede ser pensado como anomalia. Que en nuestros estudiantes esta figuracién de lo monstruoso estuviera antecedida de la preocupacién por lo politicamente co- rrecto frente a las minorias sexuales, no es un dato menor. Ha- bla, posiblemente, al enfrentarse a sus propios estereotipos, de una voluntad de hacer frente a sus prejuicios y desconocimientos y abre condiciones de posibilidad para pensar, conocer y encontrar las modalidades de entendimiento de mundos en principio ajenos, pero en los que se inscriben personas que el dia de mafiana pueden consultar por eventuales padecimientos. Muy distinta ha sido la experiencia en las instituciones psicoana- liticas, de distintas orientaciones, que enteradas de la investigacién que estoy dirigiendo“ me invitan a hablar sobre esta tematica. El interés y la curiosidad, sin duda genuinos, han propiciado muy bue- nas convocatorias. Sin embargo, los a priori binarios, la dificultad de pensar mas alla de “son personas que no han aceptado la castracién” o “no habria por qué pensar que todos los homosexuales son perver- 14. Proyecto de investigacién unacyr trianual, programacién 2011-2014. Directora: AM. Ferndndez. Codirectora: M. Lopez. Equipo: S. Borakievich, E. Ojam, C. Ca- loway, C. Cabrera, J. Bokser y M. Frydman. 26 Ana Marfa Ferndéndez sos”, la falta de registro de que estas afirmaciones pueden sentar una posicién, ms alla de su voluntad, de corte heteronormativo, y el gran desconocimiento y extrafieza respecto de las multiples expre- siones de las diversidades sexuales, ademas de la homosexualidad, hacen suponer que el trabajo alli sera mucho mas dificil. Tenemos mucha tarea por delante, los desafios son enormes, pero tratamos de emprenderlos con todas sus dificultades. Pensaremos una vez mds en el limite de lo que no sabemos. Alli se funda nuestro entusiasmo.

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