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ÁLVARO FERNANDO GARCÍA RESTREPO

Magistrado ponente

AC1985-2018

Radicación n° 11001-31-03-020-2011-00166-01
(Aprobado en sesión de once de abril de dos mil dieciocho)

Bogotá, D.C., dieciocho (18) de mayo de dos mil


dieciocho (2018).-

Procede la Sala a decidir sobre la admisibilidad de la


demanda presentada por JOSÉ ANTONIO SÁNCHEZ
MERLANO para sustentar el recurso extraordinario de
casación que interpuso frente a la sentencia proferida el 4
de abril de 2016 por la Sala Civil del Tribunal Superior del
Distrito Judicial de Bogotá, dentro del proceso ordinario
reivindicatorio (con demanda de reconvención) que
promovió YOLANDA MERLANO DE SÁNCHEZ en su
contra.

ANTECEDENTES
Radicación n° 11001-31-03-020-2011-00166-01

1. Yolanda Merlano de Sánchez interpuso demanda


reivindicatoria en contra de su hijo José Antonio Sánchez
Merlano, con el fin de obtener la restitución del bien
inmueble de su propiedad, ubicado en esta ciudad de
Bogotá e identificado con el folio de matrícula Nro. 50C-
3207.

2. Como causa petendi, se expuso:

2.1. La demandante convivió con su familia y su hijo


José Antonio Sánchez Merlano en el inmueble objeto de la
pretensión, desde el 15 de febrero de 1983, sin que éste
ayudara al pago de servicios públicos, pago de impuestos o
arriendo.

2.2. Informa que en la actualidad, el demandado se


encuentra viviendo en el inmueble, adueñándose del predio
en forma arbitraria desde el 15 de febrero de 2006, fecha en
la que cambió las guardas y no dejó entrar nunca más a su
madre ni a sus hermanos. También se adueñó de los
cánones que percibía la demandante, producto del arriendo
de habitaciones del inmueble.

2.3. El inmueble se encuentra en malas condiciones, y


mediante comunicación telefónica, el demandado afirma
que lo ha ganado por prescripción extraordinaria.

3. Una vez notificado el demandado y dentro del


término de traslado de la demanda, presentó demanda de
reconvención con el fin de que se le declarase dueño por

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haber adquirido el inmueble por prescripción adquisitiva


extraordinaria de dominio.

El sustento de esta pretensión fue el siguiente:

3.1 Informó que el predio en cuestión fue propiedad de


su padre Germán Epaminondas Sánchez Guzmán, y sirvió
de residencia familiar entre 1972 y 1987.

3.2. Con ocasión del posible divorcio entre sus padres,


aquél decidió asignarle unos bienes inmuebles a sus hijos
mayores José Antonio y Lucía Marqueza Sánchez Merlano.
En consecuencia, en una reunión familiar indicó que le
dejaba a su hijo José Antonio el predio en cuestión.

3.3 Por su parte, su madre y sus hermanos se


mudaron a una vivienda ubicada en el sector de Unicentro
de esta ciudad, con el compromiso de aquélla que, una vez
registrada la disolución y liquidación de la sociedad
conyugal, le traspasaría el bien inmueble a su hijo. En
efecto, en la disolución y liquidación de la sociedad
conyugal, el bien inmueble fue adjudicado a la madre del
demandante reconviniente, pero pese a los requerimientos a
su progenitora, ésta no le hizo el traspaso del inmueble.

3.4 Informa que desde la fecha en que le fue asignado


el inmueble por su padre, desde el año 1984, se ha portado
como señor y dueño, de manera ininterrumpida, quieta,
pública y pacífica, entregándole el dinero a su madre para

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que realice el pago de impuestos, servicios públicos,


adaptación de local para restaurante, mejoras.

3.5 El 14 de agosto de 2006 se notificó de una


demanda en su contra interpuesta por su madre, al interior
de un proceso de restitución de inmueble arrendado, en el
que se aportó un contrato de arrendamiento con su firma
falsificada.

3.6. Ese proceso culminó con sentencia del 27 de julio


de 2007 que declaró probada la excepción de inexistencia
de contrato con fundamento en las pruebas testimoniales
que coincidieron en afirmar que el demandado residía en el
inmueble hacía más de 20 años y que no era posible que la
arrendadora Yolanda Merlano de Sánchez, su madre, dejara
de cobrar el canon de arrendamiento a su hijo durante más
de 18 años sin ejercer acción legal alguna.

4. La primera instancia se clausuró con sentencia de 5


de agosto de 2015, que declaró que el inmueble le pertenece
a la demandante Yolanda Merlano de Sánchez, por lo que el
demandado debía restituirlo a su progenitora. Denegó las
pretensiones de la demanda de reconvención y condenó en
costas a José Antonio Sánchez Merlano. (fls. 155 a 179 del
c. 1)

5. Al desatar la apelación del accionado, el superior


adicionó lo resuelto por el a quo, en el sentido de condenar
al demandado en la demanda principal al pago de los frutos

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especificados en la sentencia. En lo restante ratificó la


providencia opugnada (fls. 47 a 63 del cuad. del Tribunal).

6. El demandado en la demanda principal,


demandante en la reconvención, formuló casación que,
concedida por el ad quem y admitida por la Corte, se
sustentó con el pliego que ahora se examina (fls. 23 a 33 del
C. de esta Corporación).

LA SENTENCIA DEL TRIBUNAL

Sus argumentos se compendian, así:

1. Acudió a pronunciamientos de esta Corte sobre los


requisitos que debe demostrar quien alega en su favor la
prescripción extraordinaria adquisitiva de dominio, entre
los que destacó aquéllos según los cuales, es necesario
demostrar una posesión pública y pacífica por un tiempo
mínimo de 20 años [o 10 con la modificación que introdujo
la ley 791 de 2002]. Pero además, en caso de iniciar la
detentación del bien como mero tenedor, es preciso
demostrar que se intervirtió el título.

2. De los medios de convicción se extrae que el


demandante –en reconvención- ingresó al predio por la
aquiescencia de sus padres, al fijarse allí la residencia
familiar, de manera que entró al predio como mero
detentador. Por lo tanto «mal podría afirmarse que la

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posesión tuviera su génesis desde este instante, pues su


relación con el inmueble obedeció a un acto de mera
tolerancia de quien era su dueño en razón a un vínculo
netamente familiar»

Así las cosas, pese a que el demandante afirma que


llegó al predio en el año 1972, lo cierto es que incluso en el
trámite de restitución, en el que tanto énfasis hizo el
recurrente, se reafirma que su ingreso al inmueble fue como
miembro del grupo familiar, y, en esa medida, reconocía
como dueños a sus progenitores.

3. De esta manera, a José Antonio Sánchez Merlano le


correspondía acreditar en qué momento dejó la relación de
mera tenencia con la cosa, y empezó a considerarse como
señor y dueño del inmueble, carga que no cumplió, pues «el
acervo probatorio únicamente refiere de manera genérica que
el demandante ostentaba la posesión del predio pero no
desde cuándo».

Los testigos Iván Antonio Martínez Jaramillo, Teresa


del Socorro Cifuentes Matiz y Jorge Luis Rosensvaig Celis,
así como los recibidos en el trámite de la restitución de
inmueble arrendado, dieron cuenta que reconocían al
demandante –en reconvención- como único dueño del
inmueble; pero, no detallaron el momento en que
comenzaron los actos posesorios, excluyentes de
reconocimiento ajeno, y que fueren ejercidos durante el
tiempo necesario para adquirir por prescripción.

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A lo sumo, de las declaraciones de Luciano Gamarra


Arcos y Piedad del Carmen Gómez Sánchez se puede revelar
que la transversión del título ocurrió aproximadamente en
el año 2000, pues ni siquiera tal dato se extrae del
dictamen pericial. Y, siendo esa fecha, no alcanza el término
que se requiere para adquirir el inmueble por prescripción.

4. De otro lado, la actora principal demostró ser la


propietaria del bien, así como la posesión ejercida por el
demandado, y la identidad del bien poseído por este, con el
reclamado judicialmente, luego procedía, como en efecto se
ordenó, la restitución a su favor.

Frente a la excepción de prescripción extintiva de la


acción que se opuso a esa pretensión, dijo que no había
transcurrido el término pues, si se tiene en cuenta que
aquélla perdió la posesión en el año 2000, el fenómeno
extintivo no se había configurado al momento de
interponerse la demanda.

5. Finalmente, procedió a decidir sobre las


prestaciones mutuas, adicionando el fallo en lo tocante a
los frutos que el demandado debía reconocer a la
propietaria del bien.

6. José Antonio Sánchez Merlano solicitó adición de la


sentencia con el fin de que el Tribunal se pronunciara
acerca de la «Temeridad y mala fe» de la demandante en la
demanda principal, pues respaldó sus pretensiones en unos
hechos que no tuvieron ocurrencia.

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Por auto del 4 de mayo de 2016 el Tribunal negó la


solicitud.

LA DEMANDA DE CASACIÓN

Dos ataques se formulan contra el fallo del Tribunal: el


inicial se fundamenta en la causal segunda del artículo 336
del Código General del Proceso; y en el otro, la causal
tercera, de incongruencia.

PRIMER CARGO

Se denuncia la violación indirecta de la ley sustancial,


como consecuencia de un error de hecho manifiesto y
trascendente en la apreciación de determinadas pruebas.

En el desenvolvimiento del embate, se expone:

1. El Tribunal asumió que el demandante en


reconvención mantuvo intacta su condición de mero
tenedor durante 40 años después de su ingreso al predio,
sin tener en cuenta las declaraciones obtenidas a través de
prueba trasladada.

2. No existe debate en la fecha en que ingresó al predio


el demandante en reconvención; es decir, en el año 1972. El
desatino está en tener el año 2000 como fecha de posible

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interversión del título de mero tenedor a poseedor, cuando


lo demostrado es que dicho cambio ocurrió en el año 1984 o
1988.

3. De haber sido valorada en conjunto la prueba, bajo


las reglas de la experiencia y la sana crítica, se hubiera
accedido a las pretensiones del reconviniente en razón a
que se demostró que la fecha de mutación de tenedor a
poseedor ocurrió en el año 1984 o en el peor de los casos en
el año 1988 «fecha esta última del presunto inicio de la
relación contractual en la cual se declaró probada la
excepción de fondo denominada ‘inexistencia del contrato de
arrendamiento’ de la prueba trasladada»

En consecuencia, hizo referencia a los siguientes


medios probatorios:

3.1. Aludió a la prueba trasladada, haciendo un


recuento de los hechos en los que se fundó la demanda de
restitución, su contestación y la sentencia. Luego, se refirió
a lo que sobre esta prueba dijo el Tribunal, calificándola de
restrictiva, pues se sustrajo a la inteligencia de dicho
documento que no era otra que la de la fecha en la cual se
mutó la calidad de tenedor a poseedor, es decir, el año 1984
fecha desde la cual asumió esa calidad, o en su defecto, 9
de septiembre de 1988 «fecha en la cual, la arrendataria y
aquí reivindicante inició la presunta relación contractual».

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Dice que la prueba trasladada está amparada bajo la


presunción de legalidad y acierto, que conlleva a dar por
ciertos los hechos, pretensiones y excepciones a favor de la
parte vencida en juicio.

3.2. Resaltó del contenido de los dictámenes periciales,


que en ambos se dijo que el predio no presentaba ninguna
situación de deterioro, y por el contrario se concluyó su
buen estado de conservación, aunado al hecho que se
acreditaron reformas, mejoras, adecuaciones y/o
modificaciones.

De ellos concluye entonces que José Antonio Sánchez


Merlano, durante el mismo lapso que ha permanecido en su
sitio de residencia, ha ejercido actos posesorios «al menos
desde el año 1984 y/o en el peor de los casos desde el año
1988, ya que no resulta lógico asumir y concluir que un bien
inmueble, especialmente el sitio de residencia, durante cerca
de 40 años sin cuidado o mantenimiento alguno permanezca
intacto». Dijo además que es desfasado pretender que el
propietario o poseedor un bien guarde registros
cronológicos de las fechas, clases y tipos de reparaciones
que ha hecho, más cuando lo ha habitado por más de 40
años.

3.3. Luego de trascribir apartes de la declaración


rendida por Yolanda Merlano de Sánchez dijo que fue
renuente al contestar las preguntas encaminadas a verificar
en qué condiciones salió del predio, para determinar el

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momento de la mutación de simple tenedor a la de


poseedor. El Tribunal por su parte le asignó un resultado
que no correspondía, pues aunque no está en discusión la
forma e ingreso a la vivienda desde el año 1972, lo cierto
fue que cercenó su contexto al corroborar y/o desvirtuar los
actos posesorios realizados por su hijo José Antonio
durante los últimos 30 años. De manera que el Tribunal
debió dar aplicación a los artículos 248, 249 y 250 del
Código de Procedimiento Civil.

También dijo que en la confesión y careo de José


Antonio Sánchez, corroboró todos los hechos, pretensiones
y excepciones formulados en la contestación de la demanda
reivindicatoria como en la demanda de reconvención, cuyas
versiones encuentran respaldo en los demás medios de
prueba, como la certificación dada por la administradora de
la copropiedad y en la prueba trasladada.

3.4 Finalmente, acerca de la prueba testimonial de los


hermanos Yolanda Mercedes, Germán Antonio y Lucía
Marqueza Sánchez, sostuvo que más allá de aclarar los
hechos y pretensiones, lo cierto era que incurrieron en
graves falsedades que merecían el reproche del Tribunal.

Frente a la declaración de Jorge Luis Rosensvaig,


después de transcribirla, dijo que debía extraerse de la
misma, que José Antonio Sánchez Merlano se reputaba
dueño del inmueble porque no conocían a persona diferente
que ostentara dicha calidad «al punto de resultar una

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sorpresa para el declarante el hecho que después de más de


32 años alguien le reclamara su vivienda»

Luego trascribió las declaraciones de Luciano Gamarra


Arcos, Piedad del Carmen Gómez, Iván Antonio Martínez
Jaramillo y Gabriel Jerónimo Montoya resaltando lo que de
ellas se concluía, contrario a lo que concluyó el Tribunal.

SEGUNDO CARGO

Se hace consistir en que la sentencia fustigada no está


en consonancia con los hechos, pretensiones y excepciones
que sirvieron de fundamento a la causa petendi de la
demanda reivindicatoria.

En el desarrollo de la censura, se ofrece la siguiente


fundamentación:

1. La sentencia del Tribunal sólo se ocupó en


determinar la fecha y forma en que ingresó el demandante
en reconvención al predio pretendido en usucapión, y la
época en que mutó la calidad de tenedor a poseedor, pero
«nunca se ocupó de corroborar o desvirtuar los hechos que
sirvieron de respaldo a la acción reivindicatoria de la señora
Yolanda Merlano de Sánchez», los cuales fueron refutados.

2. Esa inconsonancia se le puso de presente al


Tribunal mediante la solicitud de adición del fallo, pero la
misma no fue atendida.

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3. Luego de trascribir apartados de la contestación de


la demanda, la excepción previa de prescripción y su
resolución, concluye diciendo que su defensa se estructuró
frente a los hechos que sirvieron de sustento a la acción
reivindicatoria, que resultaron temerarios e inexistentes.

4. Expone que los hechos en que se sustentó la acción


reivindicatoria fueron diferentes a los expuestos en el juicio
de restitución, cuya prueba trasladada se allegó al plenario;
y, luego de hacer referencia al interrogatorio de parte que
absolvió la demandante, concluyó «se evidencia las
flagrantes contradicciones de la parte actora respecto de los
hechos que respaldaron su acción reivindicatoria al punto de
ser constitutivo de infracción a la ley penal (falso testimonio)
y sobre los cuales el tribunal no respaldo (sic) su decisión
sino en los hechos, fecha y forma en que el prescribiente
ingreso (sic) al inmueble a usucapir y la presunta
inexistencia de prueba de la mutación de simple tenedor a
poseedor, con lo cual se produjo un fallo disonante»

5. Con base en jurisprudencia de esta Corte concluye


que se abre paso la causal de casación invocada, pues el
fallo acusado tuvo respaldo en hechos diferentes a los
invocados en la demanda, de manera que vulneró las
garantías legales y constitucionales del recurrente, y el
principio de confianza legítima que goza la actividad
jurisdiccional.

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CONSIDERACIONES

1. El examen de la presente demanda de casación se


hará a la luz del Código General del Proceso, que rige de
manera integral desde el 1° de enero de 2016, pues, según
las normas sobre tránsito de legislación allí consagradas,
artículos 624 -modificatorio del 40 de la Ley 153 de 1887- y
625-5, los recursos ya incoados, entre otras actuaciones,
deben surtirse empleando «las leyes vigentes cuando se
interpusieron», y el que ahora ocupa la atención de la Sala
fue formulado el 11 de mayo de 2016.

2. El artículo 346 del referido estatuto previene que


para la admisión de la demanda deben cumplirse los
requisitos formales contemplados en el precepto 344
ibídem, entre ellos, «La formulación, por separado, de los
cargos contra la sentencia recurrida, con la exposición de los
fundamentos de cada acusación, en forma clara, precisa y
completa», indicándose complementariamente que «Cuando
se invoque la infracción de normas de derecho sustancial,
será suficiente señalar cualquiera disposición de esa
naturaleza que, constituyendo base esencial del fallo
impugnado o habiendo debido serlo, a juicio del recurrente
haya sido violada, sin que sea necesario integrar una
proposición jurídica completa».

3. Esas exigencias, básicas para abrirle paso a un


posterior análisis de fondo de la demanda, fueron
desatendidas en los dos ataques planteados, según se
expone:

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3.1. En el primero, como se extrae del pertinente


compendio realizado líneas atrás, los accionantes
denunciaron «la violación indirecta de la ley sustancial», y,
sin embargo de la consabida carga legal, omitieron
relacionar un precepto de esas características, que haya
constituido la base esencial del fallo, o haya debido serlo, a
juicio del recurrente. No se trata pues de aludir a cualquier
disposición normativa de carácter sustancial, pues es
preciso, como lo contempla la norma procesal antes citada,
que dicho precepto de carácter sustancial, constituya la
«base esencial del fallo impugnado o habiendo debido serlo,
a juicio del recurrente haya sido violada», de manera que ha
de tener íntima relación o vínculo con lo resuelto en el caso
objeto del litigio (CSJ AC de 10 de agosto de 2011, rad.
2003-03026-01).

En el cargo en mención, los cánones citados por el


censor, en estricto sentido, no tienen relación con la
sentencia del Tribunal, ya que allí se indagó la fecha en que
éste mutó la indiscutida calidad inicial de tenedor por la de
poseedor, con apoyo en el marco que regula la interversión
del título, artículo 777 del Código Civil, y de acuerdo con los
parámetros enseñados en distintas decisiones de la Sala,
«la violación por la que debe dolerse [el casacionista], debe
recaer justamente, sobre aquellas normas del ordenamiento
que regulan sus derechos, facultades y poderes» (CSJ AC de
18 de febrero de 2004, rad. 00932-01, reiterado CSJ AC de
2 de febrero de 2005, rad. 1998-00155-01).

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Lo anterior, toda vez que citó como normas


indirectamente violadas, los artículos 762 a 764 del Código
Civil que se limitan a definir la posesión y sus clases. Y, los
artículos 768 a 770 que definen la buena fe, su presunción
y la definición de la posesión regular. La Corte ya se ha
pronunciado sobre el carácter insustancial de estas
normas, de cara al recurso extraordinario. (CSJ AC 311 de
2 de diciembre de 1997; CSJ SC 030 de 30 de mayo de
1978).

También se citó el artículo 946 que define la acción de


dominio; el 961 del mismo Código que contempla las
consecuencias en caso de que el poseedor resulte vencido;
y, el artículo 964 ibídem que se refiere a la restitución de
frutos, normas estas que aunque tienen carácter
sustancial, no tienen relación con lo que resultó objeto de
ataque en el cargo que se analiza, de cara a la decisión del
Tribunal de no tener por demostrada la fecha en que el
actor en reconvención, mutó su calidad de tenedor a
poseedor.

Finalmente, los artículos 2512, 2513, 2518, 2531,


2532, 2535 y 2536 del Código Civil, todos relacionados con
la prescripción, como modo de adquirir las cosas ajenas, no
están relacionadas con el fundamento de la decisión, pues
en realidad, el Tribunal no desconoció la calidad de
poseedor del actor; por el contrario, reconoció que éste
mutó su relación de mera tenencia con el inmueble, a la de
poseedor, siendo objeto de reproche, por falta de prueba, la

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época en que ello sucedió para, a partir de ahí, contabilizar


los términos necesarios para configurar a su favor la
prescripción adquisitiva.

En ese orden de ideas no se satisfizo, con el rigor


mínimo que se reclama, la exigencia de invocar la norma de
derecho sustancial desconocida por el juzgador de segundo
grado.

3.2. Pero, si en gracia de discusión se admitiese que


algunas de las normas sustanciales citadas, sí estaban
llamadas a resolver el caso, resulta que la censura además
adolece de asimetría, pues en el cargo se trata de derruir
argumentos que el Tribunal no sostuvo, además que
tampoco se cumplió con el requisito de demostrar el yerro
de hecho, como pasa a explicarse:

3.2.1. Se dice que el ad quem asumió que el


demandante en reconvención mantuvo intacto su ánimo de
simple tenedor durante 40 años subsiguientes a su ingreso
al predio. No obstante, el verdadero argumento del Tribunal
consistió en no tener por probada la fecha en que cambió
su posición frente al bien para modificar la de mero tenedor
a poseedor, dando por sentado que, en efecto, «[d]el aservo
probatorio únicamente refiere de manera genérica que el
demandante ostentaba la posesión del predio, pero no desde
cuándo», más cuando la posesión del demandado,
constituye un presupuesto para el éxito de la pretensión
reivindicatoria que aquí salió avante. De manera que la
primera acusación trasluce desfasada con el argumento

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toral de la sentencia censurada, en la medida en que el


Tribunal no concluyó, como lo sostiene el recurrente, que
José Antonio Sánchez nunca mutó su condición,
considerándolo mero tenedor durante los 40 años que ha
permanecido en el predio.

3.2.2 Ahora, cuando el censor pretende rebatir el


argumento del Tribunal para imponer la conclusión según
la cual, el cambio de su situación de hecho frente al bien
ocurrió en el año 1984 o a lo menos en 1988, argumento
este que además es contrario al anterior, se queda en el
umbral del mero alegato de instancia.

En efecto, la labor del censor se limita en realizar, su


particular valoración de las pruebas existentes, para
mostrar, según su entender, que el título varió en el año
1984 o a lo sumo en el año 1988, para que, a partir de ahí,
se contabilice el término requerido para el éxito de la
pretensión invocada en la demanda de reconvención.

Memórese que el argumento del Tribunal se apoyó en


no tener por demostrada la época de inicio de su calidad de
poseedor, que ocurrió por lo menos en el año 2000 según se
desprendía de las probanzas, por lo que, teniendo esta
fecha como presunto cambio en la relación tenencial del
bien, no le alcanzaba al reconviniente para triunfar en la
pretensión de pertenencia.

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En el cargo, el censor se empeña en derivar de las


pruebas señaladas, la demostración del hecho según el
cual, se terminó la tenencia y se transformó en posesión,
desde el año 1984 o en el año 1988, pero, a partir de una
valoración propia de los medios de persuasión, pues
incumple el requisito de señalar lo que objetivamente se
desprende de ellos.

Y se dice que se trata de una «particular valoración»,


pues la labor que emprende es la de trascribir apartes de la
prueba trasladada y declaraciones, para imponer su
personal criterio según el cual, la mutación de mero tenedor
a poseedor ocurrió en las calendas ya citadas, sin hacer la
referencia puntual de lo que objetivamente dice cada uno
de esos medios, para realizar el paralelo de lo concluido por
el tribunal, y advertir de allí la divergencia trascendente
entre uno y otro.

En lo que a la prueba trasladada concierne, el censor


resalta que para el juicio de restitución, se aportó un
contrato de arrendamiento presuntamente firmado por José
Antonio Sánchez Merlano en el año 1988, cuyo juicio
culminó declarando probada la excepción de inexistencia de
contrato de arrendamiento, de lo que deduce que éste es
poseedor desde esta fecha; y, como en la sentencia se
afirmó que extrañamente la demandante dejó pasar 18 años
sin ejercer acción legal alguna, debía concluirse que desde
esa fecha ejercía actos de posesión. Pero, evidentemente, la
valoración que se hace de este documento, dista mucho de
lo que objetivamente de él se desprende, pues en el juicio de

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restitución de inmueble arrendado, no se decidió acerca de


la «posesión» como elemento estructural del éxito de la
pretensión de prescripción adquisitiva, sino a lo sumo, de la
tenencia, o corpus como elemento externo de aquélla. De
manera que, la personal apreciación de este documento, no
alcanza a tener por demostrado el yerro de hecho
denunciado.

Ahora, la referencia a los dictámenes periciales se


fundamentó en que en ellos se dijo que al predio se le
realizaron mejoras, de aquéllas que sólo pueden dar cuenta
los actos posesorios. Pero es que el Tribunal no concluyó
que el demandante en reconvención no fuera poseedor, ni
que al inmueble no se le hubiesen hecho mejoras, sino la
época en las que aquéllas se hicieron para tener un
argumento que pueda dar cuenta de la fecha en que éste se
reveló contra la propietaria inscrita. Esta situación,
fundamento de su decisión, en voces del ad quem, no se
desprende de los dictámenes periciales, pues «ni siquiera el
dictamen pericial, […] señala la fecha en la cual, según el
perito, empezaron las ‘constantes remodelaciones’ del predio
en cuestión»

En esta oportunidad insiste el recurrente que de los


dictámenes periciales debió concluirse que la posesión
inició en el año 1984 o en el peor de los casos en el año
1988, pero sin proveer de fundamentos a tal afirmación,
conforme a lo que de la prueba pericial se desprende
objetivamente.

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Ahora, en lo que la prueba obtenida mediante


confesión concierne, hace un entremezclamiento de cargos,
en la medida en que discute, la falta de aplicación de los
artículos 248, 249 y 250 del Código de Procedimiento Civil,
cuestión que se discute a través del error de derecho
derivado del desconocimiento de normas probatorias, a la
par que pretende derivar los efectos de confesión a los
dichos de la propia parte que lo benefician, cuestión que
desdice de lo que objetivamente se desprenden de esta
prueba. Total que, no puede pretender el censor que de la
declaración del deponente José Antonio Sánchez Merlano,
el Tribunal le asigne «altísimo valor probatorio ya que la
misma resulta veraz, espontánea y coherente con los hechos
y pretensiones de la demanda de reconvención y los medios
exceptivos contra la acción reivindicatoria»

Finalmente, y en lo que a la prueba testimonial atañe,


el recurrente primero dice que de los testimonios de sus
hermanos; es decir, de Yolanda Mercedes, Germán Antonio
y Lucía Marqueza no se alcanzan a «desvirtuar los hechos
posesorios del prescribiente con posterioridad al año 1983,
fecha en la cual éstos (hermanos) abandonaron dicha
residencia», olvidando que primero debía probarse esos
actos posesorios, para luego calificar la prueba testimonial
como incapaz de desvirtuar tal hecho.

Y, de los demás testimonios, a saber Jorge Luis


Rosenvaig Celis, Luciano Gamarra, Piedad del Carmen
Gómez, Teresa del Socorro Cifuentes Matiz, Iván Antonio

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Martínez Jaramillo y Gabriel Jerónimo Montoya, se limitó a


trascribir apartes de sus dichos, para desprender de tal
transcripción su propia valoración, sin enfocarse en el
argumento central por el que el Tribunal desestimó la
pretensión en la demanda de reconvención; es decir, la
fecha en que mutó la calidad de tenedor a la de poseedor,
para a partir de dicha calenda, verificar el requisito
temporal necesario para el éxito de la pretensión.

De este manera pues, el censor no cumplió con su


carga de determinar la forma concreta en que se incurrió en
error al apreciar los medios probatorios ya analizados,
explicando lo que objetivamente se desprendía de ellos,
pue se limitó a trascribir las probanzas y seguidamente a
exponer su visión particular sobre ellas, a partir de lo cual
concluyó que el demandante en reconvención demostró una
posesión desde el año 1984 «o en el peor de los casos desde
1988».

Es decir, no satisfizo la exigencia de cotejar


puntualmente el contenido de la respectiva prueba con lo
que sobre ella se expresó en el fallo, y muchos menos
cumplió con la tarea de mostrar la discrepancia entre uno y
otro, y que esa disparidad era evidente y afectaba de
manera determinante la resolución del asunto.

Al respecto, se ha señalado, en asunto que aún tiene


vigencia en el Código General del Proceso, que

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(…) la censura se hace mover en el terreno propio del


motivo primero de casación y se aduce la violación de
normas de derecho sustancial, como consecuencia de
error de hecho en la apreciación de las pruebas, es
necesario, además, que el acusador ‘adelante la labor
dialéctica que implica la confrontación entre lo que real
y objetivamente fluye de la probanza respectiva y la
conclusión que de ella derivó el sentenciador, pues que
sólo así podrá…, dentro de los confines exactos de la
acusación, ver de establecer si en verdad se presentó el
desatino que con ribetes de protuberancia le endilga el
casacionista’ (G. J. T. CCXLVI, Vol. I, página 270;
CCXLIX, II, página 1338), lo que aquí no es posible
precisamente por ausencia absoluta de dicho paralelo”
(CSJ AC 10 de ag. 2011, rad. 2004-00384, reiterado
27 mar. 2012, rad. 2007-01425-01).

Más recientemente se indicó que

En el error de hecho debe ponerse de presente, por un


lado, lo que dice, o dejó de decir, la sentencia respecto
del medio probatorio, y, por el otro, el texto concreto del
medio, y, establecido el paralelo, denotar que existe
disparidad o divergencia entrambos y que esa
disparidad es evidente” (CSJ AC, 13 ene 2013, Rad. n°
2009-00406).

En suma, el reproche terminó siendo un alegato de


instancia, en el que el promotor manifestó su percepción
sobre las pruebas que tildó de erróneamente apreciadas

Al respecto, la Sala ha señalado en un asunto que


también guarda vigencia con el nuevo Código, que

De conformidad con el último inciso del artículo 374 del


Código de Procedimiento Civil, cuando se alegue la
violación de norma sustancial como consecuencia de
error de hecho manifiesto en la apreciación de la
demanda o de su contestación, o de determinada

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prueba, es necesario que el recurrente lo demuestre,


actividad que impone, como ha afirmado con reiteración
la Corte, que "...más que disentir, se ocupe de acreditar
los yerros que le atribuye al sentenciador, laborío que
reclama la singularización de los medios probatorios
supuestos o preteridos; su puntual confrontación con
las conclusiones que de ellos extrajo -o debió extraer- el
Tribunal y la exposición de la evidencia de la
equivocación, así como de su trascendencia en la
determinación adoptada" (Cas. Civ., sentencia de 23 de
marzo de 2004, expediente No. 7533;), actividades
todas que conducen a la acertada confección de la
censura en ese preciso aspecto. En el mismo sentido ha
dicho la Corte, también con insistencia, que la
demostración del yerro "...se cumple mediante la
exposición de la evidencia del error y de su incidencia
en la decisión adoptada."(sent. de 2 de febrero de 2001,
exp. 5670), por manera que se precisa una tarea de
confrontación o de parangón entre lo que la sentencia
dijo acerca del medio o de la demanda o contestación y
lo que en verdad ella debió decir. (CSJ AC, 30 mar
2009, rad. n° 15001-31-03-002-1996-08781-01)

3.2.3 En conclusión, en lo que al cargo primero


corresponde, no se cumplió con el requisito formal según el
cual, debe demostrarse el error de hecho.

3.3. Ahora, en relación con el segundo ataque, observa


la Sala que tampoco se atienden los requisitos de claridad,
completitud y precisión, habida cuenta que en su
desarrollo, hace referencia a cuestiones que en nada se
relacionan con el cargo denunciado.

En efecto, el censor denuncia que el Tribunal se centró


en analizar la fecha en que José Antonio Sánchez Merlano
mutó su calidad de tenedor a poseedor «pero nunca se

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ocupó de corroborar o desvirtuar los hechos que sirvieron de


respaldo a la acción reivindicatoria de la señora Yolanda
Merlano de Sánchez» los cuales fueron desvirtuados por el
demandado en la demanda principal.

Pero, en primer lugar, los argumentos que sustentaron


el recurso de apelación por cuya virtud el Tribunal asumió
la competencia en segunda instancia, fueron dirigidos a que
«se acceda a las súplicas de la demanda en la forma
indicada en el introductorio» de lo que se desprende que la
competencia otorgada al Tribunal estuvo circunscrita a las
razones que tuvo el a quo para denegar las pretensiones en
la demanda de reconvención, y no para declarar próspera
las pretensiones de la demanda reivindicatoria principal. Y
ello cobra importancia, pues ahora se está denunciando un
yerro de inconsonancia en lo referente a la prosperidad de
la pretensión reivindicatoria.

Ahora, es cierto como lo refiere el recurrente, que en el


memorial sustentatorio del recurso de apelación, se hizo
referencia a la «Temeridad y mala fe» de la demandante en la
demanda principal al respaldar la pretensión en unos
hechos que no tuvieron ocurrencia, pero eso precisamente
fue el fundamento de la orden de compulsar copias con
destino a la autoridad penal, sin que exista inconsonancia
alguna en el fallo del Tribunal.

En efecto, ante la disparidad de relatos, entre lo dicho


en la demanda como lo probado al interior del juicio
reivindicatorio, el Tribunal sostuvo que «no puede pasarse

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por alto que la demandante había intentado la restitución del


predio ante el Juzgado 53 Civil Municipal de Bogotá (Rad.
No. 2006-533), con fundamento en un contrato de
arrendamiento que en ambos juicios fue desconocido por
José Antonio Sánchez Merlano, y en éste por la propia
demandante, razón por la cual se ordenará que por
Secretaría se remita copia íntegra del expediente a la Oficina
de Asignaciones de las Fiscalías Delegadas ante los
Juzgados Penales del Circuito de Bogotá, para que
investigue la comisión de posibles conductas punibles
respecto del origen de dicho documento»

Y, aunque se circunscribió al tema de la suscripción


del contrato y no a otros hechos relatados en la demanda
que denuncia como inexistentes el recurrente, la falta de
pronunciamiento expreso sobre tales materias, tampoco
hace inconsonante el fallo; pues, con apego irrestricto a los
presupuestos para el éxito de la pretensión reivindicatoria,
el Tribunal avaló la decisión de primera instancia que
declaró su prosperidad, los que, al margen de las
alegaciones circunstanciales denunciadas, en puridad,
pretendían la recuperación de la posesión del bien por parte
de la titular del derecho real de dominio, siendo esta acción
la que previó el legislador para tales propósitos.

Es así como, para que prospere la causal segunda,


debe demostrarse un exabrupto palpable entre lo narrado y
exigido en la demanda, en conjunto con el comportamiento
asumido por el oponente en sus defensas, frente a lo que

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aparece consignado en el fallo, de tal manera que se note de


bulto que lo decidido es ajeno al debate.

Al respecto la Sala indicó en un asunto que tiene plena


vigencia con la causal contemplada en el Código General del
Proceso que,

La causal prevista en el numeral 2° del artículo 368 del


estatuto procesal civil, la cual busca garantizar el
principio de la congruencia de los fallos judiciales, es
decir, hacer efectivo el derecho de las partes a que
éstos sean una respuesta acompasada, armónica, con
las pretensiones y hechos de la demanda incoativa del
litigio y de los escritos de reconvención -si es el caso-, o
con las excepciones formuladas por las partes o que de
oficio deban reconocerse, razón por la cual cuando la
acusación se funda en el referido motivo de casación la
tarea impugnativa se contrae a plantear y demostrar
que la decisión recurrida resulta inconsonante por
exceso o defecto en el poder decisorio del juez, sin que
para nada tenga que ocuparse de enjuiciar las
consideraciones de que se sirvió el juzgador para
adoptar una determinada decisión, pues para ello
fueron instituidas otras causales, particularmente la
estatuida en el numeral 1° de la norma antes
mencionado. (Subrayado fuera del texto, CSJ AC, 17
feb 2011, Rad. nº 2006-00676-01)

Sin embargo, en la protesta bajo estudio la inconforme


no ofreció ningún argumento encaminado a acreditar el
vicio in procedendo que atribuye al juez colegiado, toda vez
que, en lo sustancial, los hechos informados en la demanda
soportaban la pretensión reivindicatoria al dar cuenta del
despojo de la posesión a la propietaria inscrita, elevando así
la pretensión procesal acorde con los hechos informados,
mismos que abordó el Tribunal en la sentencia, muy al
margen de la información circunstancial que alrededor del

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despojo de la posesión se dijo en la demanda, sin que ello


comporte un vicio in procedendo.

Así las cosas, este reproche dista de corresponder con


la causal casacional alegada, porque no se dirigió a
expresar una relación evidente con la imputación de
incongruencia del fallo sino que tiende a indicar que lo
probado en el juicio referente a los hechos circunstanciales
que no soportaban la pretensión reivindicatoria, no fueron
probados, siendo ello una cuestión que no afecta la
consonancia.

Con otras palabras, el aquí recurrente por esta vía


extraordinaria incurrió en la indicada falencia técnica, toda
vez que en el desarrollo de su ataque cuestionó, que el
Tribunal no se hubiese pronunciado sobre hechos que,
aunque narrados en la demanda, no soportaban en lo
fundamental la pretensión reivindicatoria incoada en contra
del censor, cuestión que no comporta una inconsonancia
del fallo según se ha explicado.

4. Para finalizar, cumple señalar que desde otra


perspectiva resulta impertinente desconocer las deficiencias
formales y técnicas advertidas para darle impulso a la
demanda estudiada, de conformidad con lo dispuesto en el
inciso final del artículo 336 del Código General del Proceso,
y el precepto 7º de la Ley 1285 de 2009, reformatorio del 16
de la Ley 270 de 1996, pues, analizado el proceso, no se
observa la ostensible vulneración de las garantías
constitucionales de los implicados en la controversia; o la

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notoria transgresión del principio de legalidad; o una


significativa afectación de la ley objetiva comprometida en el
juicio; o el marcado agravio de los derechos de las partes.

5. Colofón de todo lo que antecede, es que se


inadmitirá la demanda auscultada y, como consecuencia de
ello, se declarará desierta la opugnación.

DECISIÓN

En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de


Justicia, en Sala de Casación Civil, INADMITE la demanda
presentada por el demandante en reconvención JOSÉ
ANTONIO SÁNCHEZ MERLANO para sustentar el recurso
de casación que interpuso frente a la sentencia proferida el
4 de abril de 2016 por la Sala Civil del Tribunal Superior
del Distrito Judicial de Bogotá, dentro del proceso ordinario
reivindicatorio (con demanda de reconvención) que en su
contra promovió YOLANDA MERLANO DE SÁNCHEZ.

Por consiguiente, DECLARA DESIERTA la


impugnación extraordinaria.

Contra la presente decisión no procede recurso alguno


al tenor del artículo 346 del Código General del Proceso.

Notifíquese y, en oportunidad, devuélvase el


expediente al Tribunal de origen.

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AROLDO WILSON QUIROZ MONSALVO


Presidente de Sala

MARGARITA CABELLO BLANCO

ÁLVARO FERNANDO GARCÍA RESTREPO

LUIS ALONSO RICO PUERTA

ARIEL SALAZAR RAMÍREZ


(Con impedimento)

OCTAVIO AUGUSTO TEJEIRO DUQUE

LUIS ARMANDO TOLOSA VILLABONA

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