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Poesía de altas gradas

Jorge Camilo Pedraza Infante


Estudios y Gestión Cultural
Universidad EAN

Al estimar la llegada de un gran artista a un escenario la energía y las sensaciones varían

segundo a segundo. Se desarrollan emociones que van desde la euforia hasta el

desespero, y esto varía según estados de ánimo, ansiedad y el tiempo de espera que el

artista musical ha decidido imprimir en su presentación. Sin embargo, hay un factor que

afecta, una variable que hace sentir una diferencia el momento de salida de nuestro

artista. Este factor lo consideramos debido a nuestro poder adquisitivo o tal vez a la

tardanza con la que compremos nuestras entradas al concierto. Se crea una relación

directa entre la cercanía a la tarima y la euforia respecto al grupo o artista que se

presente, y dicha relación influye sobre el comportamiento del espectador y la recepción

de la información musical. Cuando nos sentamos en las gradas altas, en las últimas, la

euforia no está presente en la misma medida que en los de la primera fila. Mientras

adelante saltan y gritan con la salida del artista que se presentará, a nuestro alrededor se

escucharán algunos aplausos y uno que otro chiflido. Se podría pensar que a los que están

a nuestro alrededor no les gusta el artista, pero entra en juego la lógica que nos indica que

no estarían ahí pagando un puesto si realmente no les gustara. Más adelante en el

concierto descubrimos que hay una nueva forma de reconocer la música, donde sin saltos,

coros y estruendosos gritos podemos disfrutar completamente la presentación. Tal vez no

alcancemos a ver al artista pero seguramente entenderemos el show, escucharemos su


música y la recibiremos de una forma donde todos nuestros sentidos entran en juego y

permiten el reconocimiento total de las obras artísticas musicales que se presentan.

La poesía hoy en día se presenta como una escritura básica literaria que encierra

sentimientos profundos de un artista escritor, que a su vez juega con las metáforas dentro

de situaciones cotidianas o tal vez irreales. Son versos cortos, y muchas veces no permiten

reconocer fácilmente lo que el artista quiere dar a conocer. Imaginémonos entonces, si

somos escritores y tenemos al frente un público, qué nos gustaría. ¿Preferiríamos la

euforia?, ¿o tal vez la calma?. Recordemos que en las gradas altas los sentidos se abren

más y adquieren más propiedades receptivas, además de obtener una vista general del

escenario. Ese es el público que más quiere un escritor, ya que su texto de forma general

pero al mismo tiempo específico es relacionado con el lector y permite una comunicación

unidireccional plena con la seguridad que si al lector le gustan las poesías disfrutará de sus

escritos. Para leer y entender la poesía es necesario abrir la mente, permitir el ingreso de

ideas nuevas y dar paso a miles de significados a los que puede estar conduciendo una

metáfora o tal vez una palabra.

Como Ramón Xirau, enfrentando los sentimientos por su amada en los vastos territorios

marítimos, decide darle una pequeña inducción a lo que hablamos en este artículo:

“No hay lugar ni espacio ni tiempo donde estés

Tú: no hay círculos ni claras esferas.

Escuchemos, ojos mortales, en el silencio,

concentrados, vivos, atentos en el


Silencio.

Hacia tu mar penetran lentas barcas,

penetran lentamente nuestras barcas.” (R. XIRAU - 2010)

Así nos deja entredicho que nosotros, los mortales, requerimos tener ciertas capacidades

de atención y silencio sobre el cual se imprimen las ideas del autor y sus magníficas

expresiones que encontraremos entre líneas.

Entonces, siendo así, si continuamos con el ejemplo del escenario gigante con una

gradería totalmente llena seguramente nuestro artista escritor de poesías preferiría subir

las escaleras hasta las gradas más altas para tomar un asiento y leer de forma directa a su

público sus creaciones y maravillosas obras de arte.

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