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UNIVERSIDAD DEL ROSARIO

FACULTAD DE RELACIONES INTERNACIONALES


ANÁLISIS CRÍTICO DE LA VIDA POLÍTICA COLOMBIANA
PROFESOR: Benjamín Ardila
Estudiante: Carlos José Poveda Parra

CONFLICTO EN LA PROVINCIA DE OCCIDENTE DE BOYACÁ Y “GUERRAS


VERDES”

El departamento de Boyacá actualmente se encuentra dividido en 123 municipio y quince


provincias. De este modo el departamento esta conformado por las provincias de Centro,
Gutierrez, La Libertad, Lengupá, Márquez, Neira, Norte, Occidente, Oriente, Ricaurte,
Sugamuxi, Tundama y Valderrama. Por consiguiente el siguiente trabajo tiene como
objetivo llevar a cabo una revisión sobre la provincia de Occidente de Boyacá haciendo
especial énfasis en la evolución que ha tenido el conflicto en esta zona. Para tal fin se va
presentar un contexto histórico dividido en tres parte. La primera parte aborda los
antecedentes “primigenios del conflicto”, es decir, los primeros hitos de conflicto que se
tienen en esta provincia y que se remontan hasta la época indígena, pasando por las
dinámicas sociales que de una u otra manera los recursos naturales propios de esta zona han
moldeado. En segundo lugar se aborda el conflicto relacionado con las “guerras verdes”
que se presentaron en la zona entre las décadas de los 70 y 80 especialmente, y las cuales
son una muestra relevante del conflicto en esta provincia. Por ultimo, en tercer lugar se va
desarrollar una caracterización del conflicto tomando para esto los grupos al margen de la
ley que han estado inmiscuidos en el conflicto nacional. Lo anterior con el objetivo de
observar como ha sido el desarrollo del conflicto en esta provincia de Boyacá, cuales han
sus principales actores, y que aspectos han influido en el conflicto.

La provincia de Occidente esta conformada por quince municipios: Briceño, Buenavista,


Caldas, Chiquinquirá que es la ciudad capital de la provincia, Coper, La Victoria, Maripi,
Muzo, Otanche, Pauna, Quipama, Saboya, San Miguel de Sema, San Pablo de Borbur y
Tunungua. Cuenta con una superficie aproximada de 2.582 kilómetros cuadrados y con una
población de aproximadamente 150.418 habitantes. Así mismo cabe señalar que esta
provincia es conocida como la región esmeraldera del departamento ya que las esmeraldas

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son el producto mas representativo y el que mayor influye en la economía de la provincia.
En cuanto al conflicto se puede ver que “Las actividades de los actores armados en Boyacá
se caracteriza más por la lógica regional –ligada a las provincias- que departamental. Así
las cosas, cada una de las 13 provincias posee una trayectoria de conflicto diferente, y
resulta imposible contar la historia del departamento como un todo”[ CITATION Nuñ 07 \l
1034 ]

ANTECEDENTES PRIMIGENIOS.
Al momento de hacer un revisión sobre del conflicto en la provincia de Occidente es
importante señalar que al igual que en la mayoría de provincias del departamento, la
provincia de Occidente tiene una tradición del conflicto influenciada por la herencia
indígena y campesina que han incidido en las dinámicas sociales, políticas y extractivas de
esta región. El sector minero en esta provincia es el que mas réditos económicos le aporta al
país y la provincia, y por ende las lógicas sociales laborales, políticas, y la idea de vida y
desarrollo económico esta fuertemente ligado a este sector. También cabe señalar que la
sociedad esmeraldera del occidente de Boyacá “suele ser identificada en Colombia con
múltiples formas de violencia. Esta asociación no es gratuita, en todo caso, ya que se
desprende de una demostrable historia de sucesivos episodios bélicos; una que inicia con
las bandas de indígenas muzo y colima que prestaron una fiera resistencia a las huestes
españolas durante la Conquista y llega hasta nuestros días con la conformación de grupos
privados de ofensiva militar” (PÁRAMO, 2010). Por lo anterior, cualquier perspectiva y/o
proyecto de desarrollo que se quiera aplicar en esta provincia debe tener en cuenta el
arraigo social y cultural que se desprende de una larga tradición minera que se puede
remontar hasta las épocas precolombinas con la tribu de ‘Muzo’, cuyos integrantes
comenzaron la explotación de esmeraldas para fines espirituales.

Según un estudio histórico realizado por la alcaldía de Otanche y la gobernación de Boyacá


se planteó que los origines socio-culturales de la provincia de Occidente provienen de la
población indígena De los Muzos se ha llegado a creer que fueron un grupo rebelde de los
muiscas, que al no estar de acuerdo con sus caciques, decidieron adentrarse en el territorio

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del occidente de Boyacá donde podían ejercer su propio dominio en tierras absolutamente
ricas y productivas. Sin embargo, la teoría más común es que fueron grupos de los caribes
que llegaron al territorio del occidente de Boyacá, entrando por Venezuela. Los Muzos
lucharon hasta el exterminio por defender su tierra y sus tesoros. Preferían morir a ser
esclavos y de ellos se dice que practicaban la antropofagia. Tenían sus cercados en la
antigua región de Umbo al occidente de Boyacá y dispersos en otras regiones del mismo
territorio como Cananche y Otanche. Estas tres regiones eran de dominio Muzo. A través
de ellas se abría el comercio de la sal que sacaban de Pizarrá y de Chaquipay y las
esmeraldas de Itoco, Coscuez y la región del Tapaz. A estos indígenas se les decía los
Tapaces, por pertenecer a lo que hoy se llama Tapaz del Quipe y Tapaz de la Vega.
Tapaz en lengua Muzo quiere decir piedra verde y Tapaces, los de las piedras verdes
o esmeralderos. Los dominios de los Muzos eran grandes extensiones de tierra, regadas por
incontables ríos y manantiales, naturaleza exuberante y pródiga en alimentos, además de
sus ricos yacimientos de sal y de piedras preciosas. Vivían del comercio de sus productos,
de la caza y de la pesca. Fura y Tena tuvieron varios hijos, uno de ellos Itoco, fue el más
feroz guerrero que dirigió sus hombres y luchó hasta la muerte, contra los españoles,
ofrendando su vida para salvar su reino de las manos ambiciosas de los invasores. Sus otros
hijos Quípama, Misipí y Otanche, tenían cada uno sus dominios y su lugar de encuentro
eran los majestuosos cerros de Fura y Tena1. Así mismo, como se mencionó anteriormente,
esta provincia ha estado marcada históricamente por los insumos de la producción minera,
que se reflejan en las (Parra, 2006)

Esta provincia ha estado marcada históricamente por los insumos de la producción minera,
que se reflejan en las transformaciones de las estructuras de parentesco y las adaptaciones
de la familia (Parra, 2006). Por tal razón, actualmente las estructuras de parentesco aun se
hace presente principalmente en la pertenencia de la tierra y a la propiedad de minas. Estas
estructuras han delineado el fenómeno de la violencia entre ‘clanes’ –familias
especialmente con tradición campesina y minera- por la explotación de minas y tierras. Este
fenómeno se ha desarrollado especialmente desde la década de los 70s cuando el Estado le
entrego la administración de las minas a las familias que de una u otra forma ya habían
1
Informe completo en: http://www.otanche-boyaca.gov.co/apc-aa-
files/34393562636638616533613466336165/Historia_Otanche.pdf

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estado vinculadas con la explotación de estas. “Colombia es el primer explotador de
esmeraldas en el mundo, siendo estas de reconocida calidad. En el Occidente de Boyacá se
concentran los más importantes yacimientos, el pueblo de Muzo es su centro y sin duda uno
de los lugares más importantes de explotación. Desde mediados del siglo pasado, los
campesinos como hormigas se dedicaron a la búsqueda de la piedra verde, pero sobre todo
con ojo avizor calibran sus quilates. Encontrar una veta y sacar las “gotas de aceite” como
llaman a las esmeraldas más preciosas, es una cosa, pero otra es trasportarlas y venderlas en
el mercado de Bogotá o exportarlas a las joyerías más prestigiosas del mundo. En ese
comercio se juegan la vida. Campesino indómitos, hambrientos con la esperanza de
encontrar la piedra que los saque de la pobreza, van generando desconfianza, alianzas,
envidias, codicia y al final la violencia que se multiplica y lleva a la muerte sin control”
(Díaz, 2013).

Sin embargo, las dinámicas sociales derivadas de las minas, antes de ser el epicentro del
fenómeno de la violencia, produjeron efectos relacionados con la migración de personas
por intereses laborales, y modifico el rol de géneros presentes en la zona ya que “durante
los años 1960, la explotación de esmeraldas en el occidente de Boyacá produjo, entre otros
cambios, la oferta de nuevos trabajos en la mina y alrededor de ella. Esto hizo que familias
enteras trasladaran el lugar de su residencia de las áreas rurales a los barrios que
comenzaron a formarse cerca a las minas, y en la mayoría de los casos llevó a la ausencia
de los varones de los hogares durante largas temporadas” (Parra, 2006). El rol que han
jugado los clanes familiares han sido importantes en los conflictos que han surgido
alrededor del control de las minas. Esta dinámica familiar se ha mantenido atraves del
tiempo haciéndose presente en las “guerras verdes” y en la actualidad, El siguiente cuadro
elaborado por la antropóloga Johanna Parra permite identificar de mejor manera como ha
sido la lógica familiar en el conflicto por las minas.

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Así mismo, otro factor que ayuda a explicar las dinámicas del conflicto ene esta zona
reside en que históricamente esta región no ha estado dentro de las prioridades del Estado y
la sociedad colombiana, por tal razón “El lugar que ocupan los esmeralderos en el
imaginario de los colombianos hace parte de esa oscura zona donde han sido confinadas
aquellas comunidades marginales y peligrosas que operan con leyes bárbaras. Para sus
vecinos los bogotanos, por ejemplo, la zona esmeraldífera es una especie de Lejano Oeste
poblado de matones”[ CITATION Vic92 \l 1034 ]. Esta separación de dinámicas sociales y
políticas entre la sociedad esmeraldera de la provincia de Occidente, y el centro del País,
también ha permitido que, por un lado, el orden social en esta provincia este fuertemente
marcado por las estructuras de parentesco; y por otro lado, que la violencia -y los grupos
paramilitares formados especialmente por las familias propietarias de las grandes minas- se
desarrolle conforme avanza la explotación y el descubrimiento de nuevas fuentes de
explotación. “El Estado siempre fue incapaz de hacer presencia, de regular la explotación y
el comercio, de hacer frente a la violencia y la muerte en la zona esmeraldífera. Montado en

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grafico tomado de l trabajo “Familia, Poder y Esmeraldas. Relaciones de Género y Estructura
Economica Minera en el Occidente de Boyaca, Colombia” (Parra, 2006)

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su ineptitud los gobiernos de turno delegaron la administración de la violencia y de la
riqueza a los propios campesinos ubicados en bandos antagónicos. Los miles de muertos
fueron los consejeros mayores para la supervivencia de los grandes capos, que con el apoyo
de la Iglesia buscaron regularse. El primer “capo di capi” fue Gilberto Molina, que junto
con Carranza y otros rivales resultaron beneficiarios de las licitaciones que hicieron los
gobiernos de Misael Pastrana (1970-1974) y Alfonso López (1974-1978), que al mismo
tiempo les cedió la “pacificación”, es decir el control armado de la zona”[ CITATION
Jai131 \l 1034 ]

GUERRAS VERDES
Como se menciona anteriormente la provincia de Occidente es caracterizada como una
zona de alta explotación minera, y principalmente como la zona esmeraldera de Colombia
de la cual se extraen las esmeraldas del país y, como algunos lo sostienen, del mundo
entero. Pero es esta tendencia a la extracción de las esmeraldas la que llevo a que en los
años 70’s y 80’s se produjera un fenómeno conocido como las “Guerras Verdes” en las
cuales pequeños señores de las minas se disputaban el control de estas. “En el caso de las
esmeraldas la violencia ha sido una característica endémica de la región occidental del
departamento de Boyacá, donde se extraen las piedras. No obstante, entre las décadas de
1960 y 1980, los altos niveles de violencia de la zona estuvieron asociados a conflictos por
el control de las minas de esmeralda entre familias locales y sus milicias privadas. Actores
armados ilegales, en particular grupos paramilitares, entraron a la región durante la última
de las llamadas “guerras verdes” en la segunda mitad de los años ochenta, pero
principalmente fueron funcionales a los intereses económicos de los dueños de las
minas”[ CITATION Ral09 \l 1034 ].

El trabajo del periodista Fabio Castillo, “Los Jinetes de la Cocaína”, es uno de los que
mejor recopila la historia de la primera de las “Guerras Verdes”, según él:

“La explotación ilícita de las minas de esmeraldas en Boyacá, que son patrimonio de la
Nación, ha sido la fuente de poder para dos familias, ambas enraizadas en la misma historia
política de Colombia. La primera fue dirigida por Efraín González Téllez -- un veterano
luchador de la violencia política de la década de los 50s -, catalogado por la prensa como un
legendario Robin Hood colombiano. González era buscado por los campesinos boyacenses
y santandereanos como su juez supremo. La otra familia, que trabajó en sociedad con la de

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González, era la dirigida por Humberto Ariza Ariza, "El Ganso Ariza", un asesino nato
(purgó una larga condena en Bogotá), que basó su poder en la fuerza. Durante la época de
su reinado en la zona esmeraldífera se asegura que asesinó o mandó hacerlo a más de 800
personas.

Efraín González murió en Bogotá el 9 de junio de 1965, luego de un gigantesco operativo


que incluyó dos batallones del Ejército y un cañón, bajo la dirección de un militar
especialista en lucha contraguerrillera, José Joaquín Matallana.

Los dos protagonistas del negocio de las esmeraldas controlaban una verdadera mafia de
pobres: campesinos desempleados y el lumpen delictivo del nororiente de Boyacá, de
parlamento que vive de la industria sin chimeneas -- la política --, como la califican ellos
mismos para burlarse de su propia condición de abandono.

Tras la muerte de Efraín González se desató una ola de violencia en la región, que se
conoció como la Guerra Verde. Esta guerra produjo más de 1.200 muertos en los
municipios de Chiquinquirá, Muzo, Coscuez, Borbur y Somondoco. El campo de batalla se
trasladó también a Bogotá y a Miami. Para afrontar tamaño derramamiento de sangre, el
gobierno decidió cerrar las minas de esmeraldas en 1971, y encargó de su vigilancia a la
Policía.

Para superar la guerra verde se acordó una solución: entregar las minas en concesión a una
sociedad que constituyeron los mismos esmeralderos. Por un acuerdo que propició el
gobierno, se crearon varias sociedades, de las cuajes las más conocidas son Esmeralcol y
Tecminas, a las que se vincula ron los más importantes "gemólogos" que luego terminarían
como socios de los traficantes de cocaína”. [ CITATION Fab96 \l 1034 ]

Por otro lado, entre 1984 hasta 1990 se produce la ultima de las guerras verdes que venían
produciéndose desde la década de los 70. “A mediados de los 80 se desató una nueva
guerra que causó más de 3.000 muertos. Gilberto Molina pidió ayuda al narcotraficante
Gonzalo Rodríguez Gacha, alias el ‘Mexicano’, quien de joven había trabajado con él como
minero, pero acabó traicionándolo y asesinándolo, junto a 24 escoltas en una finca de
recreo […]Rodríguez Gacha con el asesinato de Molina quiso hacerse al control de las
minas de esmeraldas pero se le atravesó la muerte, a fines de 1989 cayó ante las balas de la
autoridad. En distintos enfrentamientos varios líderes del bando opuesto a Carranza
también perdieron la vida. Carranza que fue socio de Molina y lo había sucedido como
“zar” de las esmeraldas y de la violencia en la zona lideró entonces un pacto de paz en 1990
con la principal facción rival y otros clanes mafiosos”[ CITATION Jai131 \l 1034 ]. Otro
aspecto que no se puede dejar de lado radica “la Segunda Guerra Esmeraldera se manifiestó
con alianzas entre familias y patrones, formalizando corredores y nodos estratégicos de
repliegue militar privado. La fase del conflicto entre Gilberto Molina y El Mexicano, crea
una especie de frontera interna entre los departamentos de Boyacá y Cundinamarca,

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cercando límites entre cortes mineros y territorios geoestratégicos para el tráfico de drogas,
más aun, la provincia del noroccidente de Cundinamarca es leída como nodo de
operaciones de Rodríguez Gacha y el Occidente de Boyacá asociado al poder de Gilberto
Molina”[ CITATION alm13 \l 1034 ].
De acuerdo con lo anterior, por ejemplo, para los habitantes del Rionegro estaba
prohibido ir a Boyacá y viceversa; buses de las líneas Gaviota o Reina, que venían
directamente de Quípama con destino a Pacho, Zipaquirá, Bogotá, generalmente eran
allanados en tierra cundinamarqués, por paramilitares al servicio del mexicano3

Para concluir esta ultima guerra de las esmeraldas fue relevante la participación que tuvo la
iglesia católica ya que fue por medio de esta institución que Víctor Carranza logro reunirse
con los clanes enemigos en el negocio y lograr la llamada “paz verde” que estabilizó la
región ya que “ según el obispo Héctor Gutiérrez Pabón, quien ayudó a hacer cumplir los
acuerdos de paz, durante mucho tiempo el gobierno nacional no se preocupó por los
habitantes de la región esmeraldera, porque eran vistos como un grupo de campesinos
matándose entre ellos, y el gobierno dijo ‘que se maten entre ellos, déjenlos en
paz”[ CITATION Kyr14 \l 1034 ]. Sin embargo cabe señalar que estas guerras no fueron
muy bien conocidas por la opinión publica, y por el Estado, ya que para esta década la
preocupación a la seguridad del país estaba representada por los carteles del narcotráfico y
los grandes capos.

En las “guerras verdes” es posible identificar que “si se consideran los alcances de la
Segunda Guerra, en relación con la Primera, encontramos la implicación de más actores,
pueblos y masificación de acciones bélicas. Por otro lado, al referirnos a la Segunda Guerra
verde, llegamos por fuerza a vincular las vidas de Gonzalo Rodríguez Gacha y Gilberto
Molina. Quienes al parecer, desde los años sesenta eran amigos, incluso llegaron a ser
compadres. Antes de la segunda guerra verde se les veía íntimamente relacionados,
acompañados como figuras patronales en ferias y fiestas locales, asistiendo a palenques o
exhibiendo caballos. Para los 80s, se presentaron diferencias que llevaron a declararse la
3
En entrevista con Carmen Fajardo (22/01/ 2013) señ alaba que viajaba con frecuencia a Pacho, para comprar
telas. Cuando se subía al bus Gaviota, realmente daba temor, se hablaba de solos muertos, que aparecieron aquí,
otros allá , fueron añ os de mucho temor. No se podía pasar de un lado para otro, ni modos de llegar a Boyacá y decir
que era de la regió n del Rionegro.

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guerra a muerte”[ CITATION alm13 \l 1034 ]. Con la muerte de Gilberto Molina el nuevo
zar de las esmeraldas seria Víctor Carranza, el cual continuaría con la disputa con Gacha y
“creó un poderoso grupo paramilitar (los carranceros) y se alió con otros, se le señaló de ser
uno de los responsables de los más de 6.000 muertos que dejó la guerra verde, mencionado
por participar en las masacres de Mapiripán y Caño Jabón, así como el asesinato en Madrid
(España) del narco Leonidas Vargas; despojó a campesinos de miles de hectáreas de tierras
en los Llanos Orientales. No obstante estos y otros delitos y sindicaciones, Víctor Carranza
murió con una sola investigación viva” (Díaz, 2013). Así mismo, seria uno de los
responsables de dar inicio a una nueva tipología del conflicto que se apartaba de la lógica
de las guerras precedentes.

Los grupos paramilitares creados con el apoyo financiero de Carranza sirvieron por una
parte a disuadir a enemigos y competidores comerciales de las esmeraldas, y por otra parte,
a combatir los grupos guerrilleros, especialmente las Farc que empezaban a entrar en la
región. De este modo, “Es de recordar la frustración de la Fiscalía, al no lograr esclarecer
los crímenes que se registraron en los municipios de Otanche y Muzo entre 2001 y 2002,
cuya autoría nunca pudo ser esclarecida. Pues aunque en el departamento actuaban las ya
mencionadas autodefensas campesinas de Puerto Boyacá, las investigaciones preliminares
que ha hecho la justicia, parecen indicar que ningún miembro de este grupo cometió o
fomentó dichos crímenes. Sin embargo, en entrevista brindada a la revista Semana, Fredy
Rendón, alias El Alemán, dio las primeras descripciones sobre lo que realmente sucedió en
esos años de terror, y quiénes fueron los responsables. Dijo que algunos esmeralderos, entre
ellos Víctor Carranza, Yesid Nieto y Horacio Triana, hicieron un pacto con él y con Carlos
Castaño, entonces jefe mayor de las AUC, para que enviaran hombres suyos a esa región
boyacense. Explicó que estos empresarios de las esmeraldas se comprometieron a financiar
esta incursión, entregando el 5% de la producción de esmeralda a cambio de que los
protegieran de la guerrilla”[ CITATION Nuñ 07 \l 1034 ].

Actualmente se ha empezado a pensar el comienzo de otra “guerra verde” ya que “desde la


muerte del controversial "Zar de las esmeraldas", Víctor Carranza, en abril de 2013, una
serie de ataques contra miembros de la industria esmeraldera de Colombia han llevado a

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especular que otra "Guerra Verde" es inminente. Sin embargo, la nueva batalla por el
control del sector se perfila como un conflicto de baja intensidad de asesinatos selectivos,
en lugar de la gran masacre vista en el pasado[ CITATION Kyr14 \l 1034 ].

ACTORES ACTUALES DEL CONFLICTO.


Entre los actores actuales que se presentan en el conflicto de la provincia de Occidente de
Boyacá es posible indicar que se presentan los mismo actores que en e fenómeno nacional.
De este modo es posible identificar grupos guerrilleros como las Farc y Eln; y grupos
paramilitares que se desprenden de los grupos creados en el magdalena medio en los años
80’s. Sin embargo las actividades de los actores armados en Boyacá se caracteriza más por
la lógica regional –ligada a las provincias- que departamental. Así las cosas, cada una de las
13 provincias posee una trayectoria de conflicto diferente, y resulta imposible contar la
historia del departamento como un todo[ CITATION Nuñ 07 \l 1034 ].

La geografía del departamento boyacense, si bien no es el departamento con mas incidencia


grupos guerrilleros y paramilitares, ha sido utilizado en las zonas altas como refugio y
descanso de las tropas, y en las tierras planas “surgió el modelo Puerto Boyacá, el cual
estableció inicialmente las bases de las autodefensas, su marco de acción y sus estrategias,
así como las tácticas de esta organización; todo lo anterior en medio de luchas internas y
externas entre el narcotráfico y los esmeralderos. Sin embargo, el accionar de estos grupos
no es notable, aunque es innegable que ejercen el dominio sobre algunos territorios y
poblaciones”[ CITATION ACN13 \l 1034 ]. El municipio de Puerto Boyacá si bien hace
parte de la provincia de Occidente , también es considerada Zona de Manejo Especial que
se caracteriza porque en ella únicamente hay un municipio que a su vez es un puerto fluvial
muy activo sobre el río Magdalena, en el cual se realiza la explotación de petróleo desde la
década de 1940. Esta zona, que ocupa el extremo occidental del departamento y se inscribe
dentro de la región del Magdalena medio, se consolidó como epicentro de narcotráfico
alrededor de los años de 1980. Narcotraficantes como Pablo Escobar Gaviria y Gonzalo
Rodríguez Gacha, que habían invertido grandes sumas en la adquisición de predios rurales
en la zona, crearon los primeros grupos en defensa de sus propiedades y fundaron así el
llamado Modelo Puerto Boyacá[ CITATION Nuñ 07 \l 1034 ].

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La presencia de éstos grupos se registra en dos de las principales zonas del
departamento, desde los años de 1980. Esta presencia estuvo ligada, en el caso de la Zona
de Manejo Especial, a las dinámicas del narcotráfico –asentado en la zona limítrofe del
Magdalena medio- y, en el caso de la provincia de Occidente, a la lógica del comercio de
esmeraldas. Ambos factores, narcotráfico y esmeraldas, catalizaron la temprana aparición
del paramilitarismo en esta región[ CITATION Car10 \l 1034 ].

Por otro lado, en tanto a la presencia de las Farc su aparición en esta zona se remonta al
período comprendido entre 1978 y 1982, años en los que se produjeron respectivamente la
Sexta y Séptima Conferencia en las que se determinaron cambios de gran importancia para
esta agrupación insurgente. Entre 1978 y 1980 se consolidaron los cuatro núcleos iniciales
de expansión: Meta y Caquetá; Valle, Tolima, Huila y Cauca; Urabá; y Magdalena Medio –
dentro de la cual se encontraban algunos municipios del occidente de Boyacá,
especialmente Puerto Boyacá, de influencia del frente 9 -. Entre 1981 y 1982, la expansión
continuó y aparecieron los frentes 12 y 11 en Santander – este último con presencia en el
occidente de Boyacá -[ CITATION ACN13 \l 1034 ]. Actualmente las Farc tienen presencia
en la provincia de Sugamuxi con los frentes 38, 52 y 56; en la de Valderrama con los
frentes 28, 38, 45, 52 y 56; en la de Gutiérrez con los frentes 45 y 10; en la norte con los
frentes 28 y 56, en la de Márquez con el 28, el 45, el 52 y el 54; en las de Lenguapa y Neira
con los frentes 52 y 56, en la provincia del Centro con el 28, en la de Occidente con el 11 y
en la de Tundama con el frente 45 (Vicepresidencia de la República, 2007). Con base en
esta cifras es posible señalar que el hecho de que las Farc solo tengan un columna en la
provincia de occidente radica en la fuerte presencia que desde los años 90 los grupos
paramilitares han mostrado en esta zona, especialmente en Puerto Boyacá que posiblemente
es visto por estos grupos como un punto geopolítico importante dada su localización, un
punto de paso entre Boyacá, Antioquia y Cundinamarca; y dado los mercados de
esmeraldas, petróleo y narcóticos que convergen en este municipio.

En cuanto al Ejercito de Liberación Nacional (ELN),su presencia en esta zona se hace


evidente desde la década de 1980, cuando se crearon los “frentes de guerra” ligados al
petróleo y la minería. El frente Domingo Laín, por ejemplo, tuvo como centro de acción las

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zonas por las que atraviesa el oleoducto Caño Limón, que se inicia en Arauca, pasa por el
norte de Boyacá y termina en Norte de Santander. En esta zona surge también el frente
Efraín Pabón Pabón con influencia en el norte de Boyacá. El ELN ha ejercido influencia
también a través del frente de guerra Central y, a partir de los años 1990, con los frentes
Guillermo Vásquez, Adonay Ardila y José David Suárez[ CITATION Nuñ 07 \l 1034 ]. No
obstante, es importante considerar que si bien los frentes que conformaron los tradicionales
“frentes de guerra” subsisten, estuvieron lejos de dar el salto cualitativo para conformar las
“fuerzas militares de área”. Por el contrario, “han sufrido golpes contundentes por parte de
las Fuerzas Militares, de grupos de autodefensa y de las Farc, perdiendo influencia en las
zonas planas como Puerto Boyacá, de donde tradicionalmente habían transferido
excedentes económicos y ahora tienden a refugiarse en zonas montañosas, desde donde
cada vez más se les dificulta fortalecer sus finanzas, razón por la cual han tenido un
retroceso militar notable”[ CITATION ACN13 \l 1034 ].

Actualmente si bien hay presencia en de grupos al margen de la ley en la provincia de


Occidente de Boyacá, no son grupos que tengan una alta incidencia en los aspectos de
seguridad y políticos, como si pueden tener en otras provincias como en Valderrama o en la
provincia de Márquez. Esto puede ser visto como una consecuencia de la desmovilización
de los grupos paramilitares en 2006 ya que estos al ser los que mas presencia tenían en la
provincia de Occidente, con su desaparición, la posible incidencia en los aspecto
principalmente de seguridad e incidencia en la política también desapareció o muto dado el
cambio que se produjo de los grupos paramilitares a las bacrim. Así mismo es valido
destacar que dentro de la provincia de Occidente las dinámicas y escenarios del conflicto
mutaron ya que si bien el conflicto para la década de los 80 se concentraba en la zona
esmeraldera de Muzo y sus municipios aledaños, para la década de los 90 las dinámicas del
conflicto fueron desplazándose hasta posesionarse en la zona territorial que comprende el
municipio de Puerto Boyacá. No obstante es importante señalar que con la muerte de Víctor
Carranza, y los sucesos criminales que se han venido presentando en los últimos cuatro
años, se esta propiciando un ambiente entre los clanes familiares propietarios de las grandes
minas que hace posible la reaparición de las “Guerras verdes” puesto que hay un vacío de
poder que varios esmeralderos quieren ocupar.

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