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Universidad de Los Andes

HDA20

Prof: Manuel Vasquez

Alumno: Patricia A. Tique

¿Por qué escriben los arquitectos?

A mediados del siglo XIV aparece la primera imprenta moderna. La invención de


este artefacto representa un cambio representativo en la manera en que se entiende la
arquitectura, ya que supone la difusión de los Tratados, que explican por primera vez la
situación de la arquitectura europea.

Tratadistas, como lo fueron Alberti, Filarete, Vignola, Palladio y Serlio, eran conocidos
artistas, filósofos, arquitectos, escultores, poetas, matemáticos, ingenieros y escritores;
personajes de renombre, con el fin común de difundir la expresión arquitectónica y el análisis
racional de la misma. Sus tratados de arquitectura constituyeron la proliferación del estilo.

En el caso de Sebastiano Serlio, hablamos de un arquitecto manierista italiano, que


escribe un Tratado que lleva por nombre “Siete Libros de Arquitectura”, el cuál fue obra
referencial para arquitectos durante siglos, por ser el primero orientado a los aspectos
prácticos del proyecto y la construcción. Se trata de un manual ilustrado, práctico, didáctico,
con numerosos ejemplos que facilitan la comprensión de lo expuesto. Se considera que llenó
un vacío, ya que muchos arquitectos que admiraban la arquitectura romana clásica sabían
muy poco de ella. Este material explica de manera sistemática, organizada y estructurada los
principios generales de la arquitectura según el autor; aporta detalles de sus obras, objetivos
y planes, con un enfoque nuevo, propio de un profesional. Permite la visualización a través
de dibujos, y está presentado de forma concisa y breve.

El Tratado de Serlio fue publicado por partes y no necesariamente en orden. Consta


de un total de siete libros, más uno llamado el libro extraordinario y otro manuscrito
localizado recientemente que se conoce como el libro octavo, por considerarse que formaba
parte del Tratado. El primer tomo en ver la luz fue el Libro IV (1537), que codifica los órdenes
arquitectónicos (la división en cinco sistemas que aún perdura: dórico, jónico, corintio,
toscano y compuesto) empleados en la composición de los edificios clásicos y que determina
sus proporciones, tipos de columna y motivos ornamentales. El Libro III (1540) es un
compendio de plantas y alzados de más de 50 edificios antiguos, situados en diversos
lugares del Imperio romano, así como algunos ejemplos coetáneos proyectados por sus
compatriotas Donato Bramante, Rafael y Baldassare Peruzzi. Por primera vez en la historia
se publicaban documentos gráficos de los edificios más famosos de la antigüedad,
incluyendo teatros, templos y termas.

Serlio regaló un ejemplar de su Libro III al rey Francisco I, que le invitó a dirigir las
obras del château de Fontainebleau. Serlio se trasladó a Francia en 1541, y allí continuó el
resto de su vida como pintor y arquitecto al servicio de Francisco I. En Fontainebleau
continuó publicando volúmenes de su tratado. El Libro I y el Libro II (1545) tratan sobre
geometría y perspectiva, mientras que el Libro V (1547) está dedicado a la arquitectura
religiosa y el Libro VII (publicación póstuma en 1575) se centra en diversas innovaciones
técnicas como la restauración de estructuras medievales o la construcción en
emplazamientos irregulares. Un último libro (1551; en principio excluido del conjunto pero, no
obstante, incluido como Libro VI en la edición de 1584) versa sobre las portadas
monumentales

Los Tratados escritos durante los siglos XV y XVI ofrecen numerosos aportes; con
ellos los arquitectos buscaban expresar y difundir su propio vocabulario arquitectónico, y
existen como referencia a la hora de la resolución de problemas. Cada uno fue el resultado
de profundas investigaciones y estudios que le permitieron al arquitecto abrirle la puerta a
generaciones futuras para el desarrollo de nuevos estilos arquitectónicos. Estas obras fueron
hechas para explicar la maniera de cada artista, la composición de sus obras, propuestas de
proyectos, reglas, principios y el vocabulario de cada uno de ellos.

Durante siglos, estos Tratados han dejado huella en la vida común del ser humano,
han sido provechosos y prácticos, y sobre todo, de gran importancia y relevancia sus
contenidos. Los Tratados no tienen tiempo, solo son principios, conceptos que aplican
directamente al mejoramiento, al valor intrínseco del diseño arquitectónico, para obtener una
mejor arquitectura que mantenga preferentemente una calidad humana.
Patricia, vas bien. Sin embargo, es necesaria la incorporación de citas y bibliografía
que sustenten tu planteamiento. Entonces, donde sea textual la utilización de palabras de
autores, hazlo notar y aprovecha eso.

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