Está en la página 1de 19

TILLICH, Paul, Teología Sistemática III

a propósito de las críticas provenientes del supranaturalismo


tradicional o del cristocentrismo exclusivo, mi única posible
respuesta sería un «no» rotundo.

Cuando ya había transcurrido un buen tiempo de tener


escritas las secciones acerca de la vida y sus ambigüedades, leí
casualmente el libro de Pierre Teilhard de Chardin, El fenómeno
humano, y fue para mí un gran estímulo comprobar que un
científico de talla había desarrollado unas ideas acerca de las
dimensiones y procesos de la vida tan similares a las mías.

no comparto su visión más bien optimista del futuro, sí me


convence su descripción de los procesos evolutivos en la naturaleza.

Principio protestante & substancia católica

Creo que mis


lecciones acerca de la «Teología sistemática» en Marburg,
Alemania, en 1924, son ya el inicio de mi trabajo del presente
sistema

Pero la manera
como describe la gracia que perfecciona la naturaleza pone de
manifiesto el dominio constante del sistema jerárquico. El principio
jerárquico no perdió su fuerza y tuvo que ser reemplazado
hasta que Nicolás de Cusa formuló el principio de la «coincidencia
de los contrarios» (por ejemplo, de lo infinito y lo finito)
y Lutero a su vez el de la «justificación del pecador» (llamando
al santo pecador y al pecador santo si era aceptado por Dios).
Su lugar lo pasó a ocupar en el campo de lo religioso, la
doctrina del sacerdocio de todos los creyentes, y en el campo
socio-político, el principio democrático de la igualdad de la
naturaleza humana en todos los hombres. Tanto los principios
protestantes como los democráticos niegan que los niveles del
poder de ser estén en una mutua independencia y bajo una
organización jerarquizada.

Las
cosas no están en el tiempo y el espacio; más bien tienen un
tiempo y un espacio definidos

Hace falta una «teología de lo inorgánico

El problema teológico que se suscita a partir de las diferencias


existentes entre las dimensiones orgánicas e inorgánicas está
en conexión con la teoría de la evolución así como con las
desenfocadas críticas que la religión tradicional le dedica

Hubo teolólogos que argumentaron en favor


de la existencia de Dios a partir de nuestra ignorancia acerca
del origen de lo orgánico a partir de lo inorgánico, para venir a
afirmar que la «primera célula» sólo podía tener una explicación
en una especial intervención divina. Como es obvio, la
biología tuvo que rechazar una tal causalidad supranatural e
intentó reducir el círculo de nuestra ignorancia eh lo referente a
las condiciones necesarias para la aparición de los organismos y,
por cierto, los resultados obtenidos han sido muy satisfactorios.

comunitario-personal, o «espíritu

la pregunta de si se ha dado en algún


otro lugar en el universo todavía no se puede dar una respuesta,
ni afirmativa ni negativa

Es más que probable que la


progresiva desaparición del símbolo «Espíritu santo» de la viva
conciencia del cristianismo se deba, por lo menos en parte, a la
desaparición de la palabra «espíritu» de la doctrina del hombre

filosofías de la vida o del devenir,

Friedrich Nietzsche expresa bien las intrincaciones de la


relación de la dimensión del espíritu con las dimensiones precedentes
de la vida, cuando dice del espíritu que es la vida que
irrumpe en la misma. A partir de su dolor incita a plenitud (Así
habló Zaratustra

La vida,
por supuesto, no es autocreadora en un sentido absoluto sino
que presupone el fondo creador del que ella misma procede

la vida no es ni
esencial ni existencial sino ambigua.

No implica
una Gestalt integrada o «conjunto», sino tan solo procesos que
salen de y vuelven a un punto que no puede ser localizado en un
lugar especial en el conjunto pero que es, sin embargo, el punto
de dirección de los dos movimientos básicos de todos los procesos
de la vida. En este sentido, la centralidad existe bajo el
control de todas las dimensiones del ser, pero como un proceso
de salida y retorno. Pues allí donde hay un centro, allí se da una
periferia que incluye una cantidad de espacio o, en términos nometafóricos,
que une una pluralidad de elementos. Esto corresponde
a la participación, con la que la individualización forma
una polaridad. La individualización separa

Muchas enfermedades,
especialmente las infecciosas, pueden entenderse
como una incapacidad del organismo para regresar a su autoidentidad.
No puede expulsar los elementos extraños que no ha
asimilado. Pero la enfermedad puede ser también la consecuencia
de una autorrestricción del conjunto centrado, una tendencia
a mantener la autoidentidad evitando los peligros de la
salida a la autoalteración.

Ante todo no se
debe confundir «supremo» con el «más perfecto». La perfección
significa la actualización de las propias potencialidades; por
tanto, un ser inferior pueden ser más perfecto que uno superior
si en la actualidad es lo que es en potencia, por lo menos en una
gran aproximación.

Un acto moral, por tanto, no


es un acto por el que se obedece a una ley divina o humana sino
un acto en el que la misma vida se integra en la dimensión del
espíritu, lo que viene a ser como si la personalidad se integrara
en la comunidad. La moralidad es la función de la vida por
medio de la cual el yo centrado se constituye a sí mismo como
persona; es la totalidad de aquellos actos por los cuales un
proceso de vida personal potencialmente llega a ser una persona
actual.

el imperativo moral es válido porque


representa nuestro ser esencial frente a nuestro estado de alienación
existencial. Por esta razón, el imperativo moral es categorial,
su validez no depende de condiciones externas o internas;
no admite ambigüedades. Pero esta falta de ambigüedad no se
refiere a nada concreto. Sólo dice que si se da un imperativo
moral es incondicional. La cuestión está pues en si se da y dónde
se da un imperativo moral

La verdad del relativismo ético radica en la incapacidad de


la ley moral para dar órdenes que no sean ambiguas, tanto en su
forma general como en su aplicación concreta.

Toda decisión moral es un


riesgo porque no existen garantías de que realice la ley de amor,
la exigencia incondicional proveniente del encuentro con el
otro. Debe asumirse este riesgo y es entonces cuando surge la
pregunta: ¿cómo es posible alcanzar una autointegración personal
bajo estas condiciones? No existe respuesta a esta pregunta
dentro del dominio de la vida moral del nombre y sus ambigüedades.

En la existencia, esta identidad


está rota, y en todo proceso vital está mezclada la identidad y la
no-identidad de lo que es y lo que debe ser. Por tanto, la
obediencia y la desobediencia a la ley están mezcladas; la ley
tiene el poder de motivar una plenitud parcial, pero al hacerlo
lleva también a la resistencia, porque por su mismo carácter
como ley, confirma nuestra separación del estado de plenitud.

La creación y el caos se
pertenecen el uno al otro e incluso el monoteísmo exclusivo de la
religión bíblica confirma esta estructura de la vida. Se puede
distinguir su eco en las descripciones simbólicas de la vida
divina, de su profundidad abismal, de su carácter como fuego

El problema del crecimiento y declive en


la esfera macrocósmica es tan viejo como la mitología y tan
nuevo como la astronomía moderna. Por ejemplo, quedaba
bosquejado en los procesos rítmicos del abrasamiento y de la
renovación de un «cosmos», en las discusiones acerca de la
«entropía» y la amenaza de la «muerte» del mundo por la
pérdida de calor, o en las indicaciones dadas por la astronomía
moderna de que vivimos en un mundo en expansión. Tales
ideas muestran que la humanidad ha sido siempre consciente de
la ambigüedad de la autocreatividad y de la destrucción en los
procesos de la vida en general, incluyendo la dimensión inorgánica.
Por tanto se ha de afirmar que el momento de nuestra
concepción es el momento en el que empezamos no sólo a vivir
sino también a morir. La misma constitución celular que da a
un ser el poder de vivir le lleva hacia la extinción del mismo.
Esta ambigüedad de autocreación y destrucción en todos los
procesos de la vida es una experiencia fundamental de toda
vida. Los seres vivientes son plenamente conscientes de ello, y la
faz de todo ser viviente expresa la ambigüedad del crecimiento
y del declive en su proceso vital.

Cultura, si atendemos a su etimología, significa el acto de


tomar algo bajo el propio cuidado para mantenerlo vivo y
favorecer su desarrollo

El hombre tiene un lenguaje porque tiene un mundo,


y tiene un mundo porque tiene un lenguaje.

las analogías con


respecto al estilo se pueden descubrir en todas las funciones
culturales de un período particular, o de un grupo, o de una
órbita cultural. Esto hace que el estilo sea una clave para la
comprensión de la manera cómo un grupo particular o un
determinado período encuentra la realidad

Por su dualismo, las dos funciones básicas de la cultura, la


palabra y el acto técnico, apuntan a un dualismo general en la
autocreación cultural de la vida.

Como término, «belleza» ha


perdido la fuerza que tenía en la lengua griega al unir lo bello y
lo bueno (kalon k'agathon), y en la estética reciente ha sido
rechazada de manera casi unánime debido a su conexión con la
fase decadente del estilo clásico —embelleciendo el naturalismo.

Una obra de arte es una


unión del yo y del mundo dentro de las limitaciones existentes
tanto por parte del yo como por parte del mundo.

Es una
lástima que la palabra griega arete (en latín virtus, y en inglés y
español «virtud») haya perdido del todo su fuerza original para
tener en nuestros días una serie de connotaciones ridiculas

Un término como el de arete (virtud) apuntaba a la actualización


de las potencialidades humanas esenciales. A la vista de
ello, podría ser correcto hablar directamente de la plenitud de
las potencialidades humanas y llamar a la finalidad interna de
la praxis, dirigida hacia los individuos en cuanto individuos,

La historia de la epistemología en su conjunto es un


intento cognoscitivo por salvar esta hendidura por medio de
mostrar la unidad última entre el sujeto y el objeto, ya sea
eliminando una de las vertientes de la hendidura por causa de la
otra o ya sea estableciendo un principio de unión que comprenda
las dos vertientes

no existe algo así como la independencia


del observador. Lo observado cambia al ser observado.
Esto ha sido siempre obvio en filosofía, en las humanidades y
en la historia, pero actualmente ocurre lo mismo con la biología,
la psicología y la física. El resultado no es lo «real» sino la
realidad encontrada y, desde el punto de vista del significado de
la verdad absoluta, la realidad encontrada es una realidad
distorsionada.

según el neurólogo Kurt Goldstein, lo que


convierte al hombre en tal es precisamente el poder de abstracción.

La ambigüedad
consiste en el hecho de que al crear amplias estructuras conceptuales
el acto cognoscitivo cambia la realidad encontrada de tal
manera que se hace irreconocible.

La primera es la «ambigüedad de la libertad y de la


limitación» en la producción técnica; la segunda es la «ambigüedad
de los medios y de los fines»; y la tercera es la «ambigüedad
del yo y de la cosa»

La humanidad se alcanza por la


autodeterminación y hétero-determinación en mutua dependencia.
El hombre lucha por alcanzar su propia humanidad y
trata de ayudar a los demás que alcancen humanidad, un
intento que expresa su propia humanidad.

Bajo la dimensión del espíritu y en la función de la cultura,


la vida se crea a sí misma en grupos humanos cuya naturaleza y
desarrollo es la temática de la sociología y de la historiografía

Las familias, los grupos


amicales, las comunidades locales y vocacionales, los grupos
tribales y nacionales, han crecido naturalmente dentro de la
autocreación cultural de la vida.

La base de toda la institución jerárquica


está en la transformación de la autoridad real en la establecida.
Pero la autoridad se ejerce sobre personas y es algo abierto, por
tanto, al posible rechazo, en nombre de la justicia. La autoridad
establecida trata de evitar un tal rechazo, y aquí aparece una
ambigüedad: un rechazo de la autoridad si se lleva a feliz
término segaría la estructura social de la vida, mientras que una
rendición a la autoridad destruiría la base de la autoridad: el yo
personal y su exigencia de justicia.

Cultura = universo de significado

Las ambigüedades
del humanismo se basan en el hecho de que, en cuanto
humanismo, no presta atención a la función autotrascendente
de la vida y absolutiza la función autocreadora

El mismo humanismo conduce al problema de


la cultura que se trasciende a sí misma.

Autotrascendencia de la vida

El hombre es el espejo en el
que se hace consciente la relación de todo lo finito con lo
infinito.

en ideologías tales como el comunismo, el intento encaminado


hacia una total profanación de la vida ha dado como resultado
la consecuencia insesperada de que a lo profano mismo se le
haya tributado la gloria de la santidad. El

La grandeza del universo radica en su


poder de resistencia constante al caos que amenaza, y del que
los mitos entre los que se han de incluir los de las narraciones
bíblicas, manifiestan tener una aguda conciencia

La autotrascendencia de la vida
en todas las dimensiones hace posible el politeísmo. La hipótesis
de que el hombre encontró primero la realidad como la totalidad
de las cosas para elevarlas luego a la categoría divina es más
absurda que las absurdidades que atribuye al hombre primitivo.
En realidad lo que la humanidad encontró fue la sublimidad
de la vida, su grandeza y dignidad, pero todo ello lo encontró en
unidad ambigua con la profanización, la pequenez y la desacralización.
Las ambigüedades de los dioses politeístas representan
las ambigüedades de la autotrascendencia de la vida. Esta es la
dureza e irresistible validez del simbolismo politeísta. Expresa la
autotrascendencia de la vida bajo todas las dimensiones frente
al monoteísmo abstracto que a fin de tributar todo poder y
honor a un dios lo transforma todo en simples objetos, privando
así a la realidad de su poder y dignidad

Si la grandeza va inevitablemente unida a la tragedia, es


natural que la gente trate de esquivar la tragedia esquivando la
grandeza.

La definición de la religión como autotrascendencia de la


vida en la dimensión del espíritu tiene la implicación decisiva de
que la religión debe considerarse ante todo como una cualidad
de las otras dos funciones del espíritu y no como una función
independiente. Una tal consideración es lógicamente necesaria,
ya que la autotrascendencia de la vida no se puede convertir en
una función de la vida al lado de otras, ya que si lo hiciera así
tendría que trascenderse a sí misma, y esto de manera repetida
una y otra vez interminablemente. La vida no se puede trascender
a ella misma en una de sus propias funciones.

Con la pérdida
de su substancia religiosa, la cultura se queda con una forma
más vacía cada vez. No puede existir un sentido de las cosas sin
el manantial inagotable de sentido hacia el que apunta la
religión.

La primera ambigüedad de la religión es la de la autotrascendencia


y la profanización en la misma función religiosa.

la religión se mueve siempre entre los puntos de peligro de


la profanización y la demonización

En este
sentido, todos los dioses politeístas son demoníacos debido a que
la base del ser y del significado sobre la que se sustentan es finita,
por muy sublime, grande y dignificada que pueda resultar. Y la
exigencia de algo finito por lo infinito o por la grandeza divina
es la característica de lo demoníaco. La demonización de lo
santo se da, día tras día, en todas las religiones, incluso en la
religión basada en la autonegación de lo finito en la cruz de
Cristo.

Una consecuencia de estas divisiones, en conexión con la


naturaleza de lo demoníaco, es el estado de saberse «poseído»
por el poder que produce la división

La pretensión
de ser lo santo en sí mismo es precisamente lo que les convierte
en demoníaco.

En esta expresión destacamos con letra


mayúscula tanto «Presencia» como «Espiritual», y usamos aquí
por primera vez en la Teología sistemática la palabra «Espiritual
». No ha sido empleada como adjetivo derivado de espíritu
con minúscula, que designa una dimensión de la vida. Este
símbolo es el que guiará nuestro estudio en la cuarta parte del
sistema.

El reino de Dios es la respuesta a las


ambigüedades de la existencia histórica del hombre, si bien,
debido a la unidad multidimensional de la vida, el símbolo
incluye la respuesta a la ambigüedad bajo la dimensión histórica
en todos los dominios de la vida

VIDA SIN AMBIGÜEDADES: 1) Presencia Espiritual, 2)Reino de Dios, 3) Vida Eterna

Es una experiencia muy vieja


en todas las religiones que la búsqueda de algo que las trascienda
recibe una respuesta en las experiencias conmocionantes y
transformadoras de la revelación y de la salvación; pero también
lo es el que bajo las condiciones de la existencia aun aquello
que es lo absolutamente grande —la automanifestación divina—
pasa a ser no sólo algo grande sino también pequeño, no
sólo algo divino sino también demoníaco.
Página Observaciones
15

16

16

19

18

24 El sacerdocio universal deriva de la negación de la doctrina tomista jerárquica de la perfección de la naturaleza, p

29

30

32
32

33

33

35

39

42

45

47

48
50

51

54

61

64
64

65

66

68

70
71

76

77

80

82

85

86

88

88
92 Carácter existencial-ambiguo de la epistemología

92

93

93

96

98

102

102
108 Anarquismo

109

110

111

112

113

114

116
120

124

125

126

126

131
132

133

138

138

140
perfección de la naturaleza, para pasar con Nicolas de Cusa y Lutero al principio democrático de coincidencia

También podría gustarte