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Rainer F. Buschmann y José María Gómez Bote

E l A nti-Pacífico: Discursos y ensayos españoles en contra del


“Nuevo Mundo” del Siglo XVIII

En marzo del 1769, Don Vicente de Sousa Coutinho, ministro plenipotenciario


portugués en la corte Francia, estuvo presente en la audiencia que mantuvo Louis Antoine
Bougainville con el monarca Louis XV. Bougainville había regresado de su famosa
circunnavegación (1766-1769) unas semanas antes. Durante la reunión, Coutinho fue
testigo de cómo el ilustre marino entretenía a la corte y a otros muchos dignitarios con su
fabuloso relato sobre una misteriosa isla que había encontrado en el Pacífico.
Bougainville la llamó “La Nouvelle Cythere”. Mientras avanzaba en su narración, iba
describiendo unos isleños maravillosos, encantadores y hospitalarios. Sin ser consciente
de ello, el navegante francés había encontrado el tipo ideal del buen salvaje postulado por
los philosophes que iba a poblar el mirage tahitienne por lo que restaba de siglo.
Al embajador Souza Coutinho no le convenció la historia que había escuchado de
Bougainville y escribió a sus superiores contándoles:
“Al final esta expedición es tal vez tan misteriosa como la del Capitán Byron,
imaginado cada uno las fabulas más conformes al genio de estas dos
naciones. Este [Byron] descubrió gigantes en el País de los Patagones, aquel
[Bougainville] localizó placeres y delicias más allá del Cabo de Hornos1”.
La misiva escrita por Souza Coutinho nos propone dos importantes cuestiones:
I) La yuxtaposición de Byron y Bougainville ilustra que los ministros portugueses
estaban bien informados de las expediciones anglo-francesas que se realizaron tras la
conclusión de la Guerra de los Siete Años.
I I) Como buenos intelectuales, los políticos lusos interpretaban los libros y discursos de
forma crítica. Conscientes de que estos relatos no solamente servían para entretener a los
ambientes ilustrados, sino que también estaban repletos de consecuencias políticas. Es
este segundo punto el que utilizaremos como idea principal de nuestro trabajo.
1
Sousa Coutinho a Luis de Cunha, Marzo 27, 1769 Arquivo Nacional Torre do Tombo, MNE, cx 568.
2

No solo los diplomáticos lusos advirtieron de las consecuencias se estos viajes.


Otro personaje de la época, el Conde de Fuentes, homólogo español de Souza Coutinho,
también se precipitó en comunicar la expedición de Bougainville a su superior, el
Ministro de Estado Marques de Grimaldi. El embajador español mantuvo numerosas
audiencias con el ministro de estado francés, el Duque de Choiseul, acerca de los
“descubrimientos”  y publicaciones de Bougainville. Choiseul comentó a Fuentes que la
isla de Nouvelle Cythere: “no creía pudiese ser útil su descubrimiento para nada2”. Más
importante aún, el político español se las ingenió para conseguir una copia inédita del
libro publicado por Bougainville y previno que se publicaran episodios que “nos pueda 
dañar Bougainville en la publicación de su viaje3”.
Las acciones hispanas dirigidas a obstaculizar la difusión de libros franceses sobre
el Pacífico, propiciaron que estos últimos no llegaran a reproducirse en Londres.
Francia no era el único país que la monarquía hispana trataba de aplacar en lo
concerniente al mar del sur. En Londres, el Príncipe de Masserano, un embajador
veterano, intentaba prevenir por todos los medios el acceso inglés al Pacífico, aguas que
los españoles consideraban bajo su soberanía. Sin embargo, el tiempo no le fue propicio.
Al final de la Guerra de los Siete Años, el embajador español se encontró con numerosos
conflictos diplomáticos que acuciaban soluciones urgentes. En uno de los cuales, el
gobierno inglés exigía a las autoridades españolas que pagasen el dinero prometido tras la
ocupación de Manila. Al mismo tiempo, la circunnavegación de Bougainville, coincidió
con el establecimiento inglés en las Islas Malvinas (Falkland) que casi llega a originar
otra guerra en 1770. El diplomático hispano exigía a las autoridades inglesas que sus
barcos no navegasen más allá del Estrecho de Magallanes o el Cabo de Horno, ya que
todo el vasto océano que desde allí se abría, se encontraba bajo domino español. Pese a
las advertencias vertidas por el embajador Masserano, los ministros ingleses se negaban

2
Fuentes a Grimaldi, 21 Abril 1769, Archivo Histórico Nacional (AHN), Estado 6565.
3
Grimaldi a Fuentes, 1 Julio 1771, AHN, Estado 6574. En su totalidad, la correspondencia sobre
Bougainville y su publicaciones se puede encontrar en Fuentes a Grimaldi, 27 Marzo, 21 Abril y 22 Mayo,
1769, AHN, Estado 6565; Grimaldi a Fuentes 8 Mayo y 5 Junio 1769, AHN, Estado 6564; Grimaldi a
Fuentes 27 Noviembre 1769, AHN, Estado 6568; Fuentes a Grimaldi 4 Junio 1770 y 9 Junio 1771, AHN,
Estado 4129. La entrega del manuscrito inédito de Bougainville también aparece en la Gazeta de Madrid,
14 Noviembre 1769, n. 46, 394.
3

a aceptar el Pacífico como un mare clausum argumentando que sus viajes de


circunnavegación (Byron, Wallis, Carteret, y Cook) no estaban guiados por motivos
políticos sino por el espíritu de la ciencia y la curiosidad que tanto caracterizó al siglo de
las luces4.
Masserano trató de defender los intereses españoles esgrimiendo antiguos tratados
como el de Tordesillas, Zaragoza o Utrecht que salvaguardaban la soberanía de Castilla.
Sin embargo, sus esfuerzos fueron infructuosos. Entre 1773 (año donde apareció la obra
oficial de John Hawkesworth) y 1784 (año de publicación del último viaje de James
Cook) los ingleses lanzaron un gran número de obras que demarcaron el Pacífico insular
y litoral como un nuevo espacio en el mundo.

E l fundamento del nuevo mundo


El período español en el Pacífico se ha denominado en multitud de ocasiones
como el “lago español”.  Esta concepción histórica nació hace casi cien años de la pluma
del historiador norteamericano William Schurz y fue popularizada por el geógrafo Oskar
Spate.5 Dicho periodo ha sido frecuentemente evocado por los investigadores para
denominar la etapa histórica correspondiente a la expansión euro-americana en el mayor
océano del mundo6. Es a mediados del siglo XVIII cuando va a surgir un hito
importante en la historia moderna. Con los viajes anglo-franceses que se inauguraron en
el 1764, el Pacífico insular va a integrarse en los sistemas culturales, económicos, y
políticos de América y de Asia7. Los geógrafos comienzan a hablar por primera vez del
Pacífico como una quinta parte del mundo desvinculada de América8.

4
La correspondencia entre Masserano y el Marques de Grimaldi es demasiada voluminosa para destacarla
en una nota de página. Se puede encontrar en Rainer F. Buschmann, Defending the Spanish Lake: Iberian
Visions and Pacific Exploration, Nueva York, Palgrave Macmillan, 2014, capítulos 2 y 3.
5
William Lytle Schurz, “The Spanish Lake,”  The Spanish American Historical Review 5 (1922), 181-194;
Oskar H. K. Spate, The Pacific since Magellan 3 vols, Minneapolis, University of Minnesota Press, 1979-
1988; Una historiografía más  detallada  del  “lago  espanol”  se  puede  consultar  en  Rainer  F.  Buschmann, 
Edward Slack Jr. y James Tueller, Navegating the Spanish Lake: The Pacific in the Iberian World, 1521-
1898, Honolulu, University of Hawaii Press, 2014.
6
La expansión territorial durante los siglos XVI y XVII se otorga a los españoles, a los holandeses les
corresponde la segunda mitad del XVII, el siglo XVIII y el XIX a los ingleses, y finalmente, el siglo XX a
los norteamericanos. Véase, por ejemplo: Dirlik, Arif, What is in a Rim? Critical Perspectives on the
Pacific Region Idea , Lanham, Rowman & Littlefield, 1998.
7
Tres libros que estudian el Pacífico en un ámbito global consideran dichos viajes como un cambio en la
historia de este océano: Matt Matsuda, Pacific Worlds: A History of Seas, Peoples, and Cultures , Nueva
4

Pero, ¿en qué se basó este “nuevo mundo”? ¿Cómo fue creándose su imagen en la mente
de los hombres del siglo XVIII? Hemos de mencionar tres cuestiones relevantes.
En primera lugar, debemos comentar el interés de aquellos intelectuales por la
geografía “quimérica” o imaginaria.  La tierra austral, por ejemplo, fue conceptuada por
geógrafos que opinaban que la tierra debía de contener igual volumen de masa en el
hemisferio sur como en el hemisferio norte para nivelar un balance perfecto. Al mismo
tiempo, algunos geógrafos se empeñaron en encontrar un paso en el noroeste que debiera
unir al Pacífico con el Atlántico y que podía facilitar el comercio entre Europa y la Asia9.
El segundo aspecto destacable que ayudó a fundar el mundo que se abría en el
Pacífico, fueron las nuevas ciencias naturales y sociales que marcaron las expediciones al
mar de sur. La introducción de relojes marinos para calcular la longitud es
probablemente, uno de los hechos más importantes en este período ya que permitió una
cartografía mucho más exacta del terreno que se conocía y de aquellos otros que se iban
descubriendo. Incluso desde el punto de vista botánico, el mar del sur fue poco a poco
desvelándose. Gracias a los nuevos métodos de clasificación ideados por Carl Linneaus,
numerosos naturalistas se incorporaran a los viajes de exploración de la época.
Por último, algunos historiadores argumentan que la entrada en el Pacífico de
otras potencias europeas ajenas a España, estimuló el interés de la etnografía por los
nuevos pueblos encontrados en esta región. Dichos historiadores consideran que la
etnografía de los indígenas del Pacífico fue el elemento que impulsó la imaginación de un
mundo nuevo y exótico10.

York, Cambridge University Press, 2012; Igler, David, The Great Sea: Pacific Worlds from Captain Cook
to the Gold Rush, Nueva York, Oxford University Press, 2013. Y el volumen editado de David Armitage
and Alison Bashford eds., Pacific Histories: Ocean, Land, and People, Nueva York, Palgrave Macmillan,
2013.
8
Véase, Bronwen, Douglas, “Terra Australis to Oceania: Racial Geography in the ‘Fifth Part of the World” 
Journal of Pacific History, 2010, 179-210.
9
Un ejemplo es Glyndwr Williams y Alan Frost,  “Terra Australis: Theory and Speculation” en Glyndwr
Williams y Alan Frost, eds. Terra Australis to Australia (Neuva York: Oxford University Press, 1988, 1-
37.
10
Richardson , Brian, Longitude  and  Empire:  How  Captain  Cook’s  Voyages  Changed  the  World ,
Vancouver, University of British Columbia Press, 2005; Roy MacLeod and Philip F. Rehbock eds, Nature
in its Greatest Extent: Western Science in the Pacific, Honolulu, University of Hawaii Press, 1988;
Bronwen, Douglas,  ‘Seaborne  Ethnography  and  the  Natural  History  of  Man,’  The Journal of Pacific
History 38 (2003): 3-27 y su Science, Voyages, and Encounters in Oceania, 1511-1850, Nueva York,
Palgrave Macmillan, 2014.
5

Desde una perspectiva hispana, la apertura del Pacifico a nuevas naciones tuvo
consecuencias claramente políticas. Para franceses e ingleses, la Guerra de los Siete
Años y las guerras revolucionarias provocaron cambios en sus ambiciones coloniales.
Francia esperaba encontrar nuevos lugares en el Pacífico que viniesen a rellenar el hueco
dejado tras la pérdida de gran parte de su imperio en América y en Asia. Del mismo
modo, Gran Bretaña utilizaría los viajes de Cook para establecerse en Australia después
de perder gran parte de sus colonias en América del Norte11.
Cómo hemos comentado, ante el nuevo orden internacional que iba surgiendo, los
diplomáticos españoles se empeñaron afanosamente en negarlo invocando polvorientos
tratados que ya nadie respetaba. Pese a todo, sus esfuerzos no consiguieron contener los
deseos de expansión de Francia e Inglaterra.
Una de los rasgos más notorios que hemos de comentar cuando abordarnos el
presente tema, es la diferencia que tratan de constatar franceses e ingleses de su
expansión frente a la primera ola expansiva de los imperios ibéricos en los siglos XVI y
XVII. Charles de Brosses, filósofo francés que redactó en 1756 la primera compilación
de viajes (principalmente españoles y holandeses) al Pacifico, evocó la leyenda negra
para marcar distancias entre la expansión del siglo XVIII y la llevada a cabo por los
españoles centurias atrás:

“Mais à supposer que par une fortune égale à celle que Christophe Columb a


procurée à nos voisins, nous venions jamais à fair la decouverte complette du
monde  austral,  leur  example  nous  fervira  d’instruction:  nous  éviterons  les 
deux vices qu’eurent alors les Espangnols, l’avarice & la cruauté12”.

De Brosses opinaba, o mejor dicho, exageraba, afirmando que los encuentros del
siglo XVIII no serían fatales para las poblaciones de las tierras australes, ya que los
nuevos exploradores, impregnados de la filosofía y los valores del siglo de las luces, se
esforzarían en tratar a los indígenas de una forma más humana y civilizada.

11
Véase; Hilton, Sylvia,  “Apuntes  sobre  rivalidades  internacionales  y  expediciones  españolas  en  el 
Pacífico,” Revista de Indias XLVII, 1987: 431-446.
12
Charles de Brosses, Histoire des navigations aux Terres Australes, Paris, Durand, 1756, Vol. I, 16. De
Brosse no era partidario de la guerra bacteriológica sufrida por los pueblos indígenas de las Américas. Sin
embargo no supo ver que la avalancha similar llegaría más tarde a arrollar algunas islas de Pacífico.
6

Ante el nuevo mundo que comenzaba a desvelarse en el Pacífico en el siglo XVIII, las
naciones europeas pretendieron demarcar una zona de influencia que más tarde diera paso
a un etapa de control y domino. Respecto a este hecho, cabe plantearse varias cuestiones:
¿Cuál fue el papel español ante la expansión de sus vecinos europeos? ¿Cómo se
posicionó la corona? De hecho, ¿Hubo reacción?
Si consultamos la opinión de los historiadores de habla inglesa podemos decir que la
actuación española fue más bien trágica. El profesor norteamericano Christian Archer
afirmaba en una de sus obras que los españoles no entendieron lo que estaba pasando en
el Pacífico:

“…few  Spaniards  recognized  the  importance  of  published  accounts.    Spain


was slow to grasp the full impact of the Enlightenment, and there were
numerous traditions and old ideas to overcome. Secrecy rather than
13
publication had served in the past ”.

En España también hemos escuchado voces en la misma dirección que lamentaban las
oportunidades perdidas. En la introducción de este mismo congreso se ha dicho:

El problema no es el número y la calidad, sino la tendencia internacional a


rebajar la importancia de los aportes españoles (pioneros en muchos casos) o
en verlos como meros antecedentes de los viajes del capitán Cook y de la
colonización de Australia. Sólo una reducida nómina de viajeros ha
trascendido la historiografía nacional (Magallanes, Elcano y Malaspina),
quedando en el olvido numerosos viajes, hombres, descubrimientos y
empresas de colonización y transculturización.14

13
Christon  Archer, “The  Spanish Reaction to Cook’s Third Voyage” en  Robin Fisher ed.   Captain Cook
and His Times, Seattle, University of Washington Press, 1979, 99-100. Lo citado por Archer no es
extraño. El famoso Donald Cutter, opina que la expedición más grande organizada por España, la de
Malaspina, no era nada más que un trágico símbolo del declive de la hegemonía hispana. Donald Cutter,
“Malaspina and the Shrinking of the Spanish Lake,” in  Science and Exploration in the Pacific: European
Voyages to the Southern Oceans in the Eighteenth Century, , Rochester, Nueva York, ed. Margarette
Lincoln, Boydell Press, 1999, 73–80.
14
http://congreso.us.es/elpacifico/index.php?page=presentacion, accedido el 20 de Octubre de 2013. La
integración de los viajes españoles en la exploración del Pacífico se encuentra en: Bernabéu Albert,
Salvador, El Pacífico ilustrado: Del lago español a las grandes expediciones, Madrid, MAPFRE, 1992.
Otra obra imprescindible es la de Gil, Juan, Mitos y utopías del descubrimiento: Vol II, El Pacífico,
Madrid, Alianza Editorial, 1989. Es importante también destacar el trabajo de Pimentel, Juan, La física de
7

En las páginas que restan del presente artículo, es nuestra intención dar una imagen
más positiva y a la vez, flexible y crítica, a la reacción española ante la expansión anglo-
francesa en el Pacífico. Llamamos a esta construcción, por falta de una mejor
denominación, el Anti-Pacífico. Bajo este título tratamos de recoger los esfuerzos
españoles por negar el nuevo mundo que se empezaba a describir en la literatura del norte
de Europa. Con objeto de conseguir dicho propósito, la corona española argumentó
fervientemente que las islas del Pacífico eran una parte adyacente e indivisible de las
colonias americanas.
La visión del anti Pacífico sostenida por la monarquía hispánica a lo largo del siglo
XVIII, es por tanto un discurso de carácter constructivo que trataba de definir y encontrar
alternativas a las narrativas inglesas y francesas que pregonaban una nueva concepción
del mar del sur. A este respecto, hemos de hacer constar que la visión del anti Pacífico
era fundamentalmente borbónica y peninsular, ya que las voces criollas precisarían otra
interpretación. Igualmente somos conscientes de que este punto de vista expansivo e
imperial no respetaba las voces indígenas del Pacífico litoral ni insular.

L a amenaza del A nti-Pacífico: Dudar del Nuevo M undo


Las expediciones europeas de exploración del Pacífico son iniciadas por España y
Portugal en los albores del siglo XVI. Lentamente los reinos peninsulares comienzan a
explorar el mayor océano del mundo con numerosos viajes que trataban de desvelar el
velo de misterio que rodeaba al mar del sur. Estas expediciones se vienen a suceder hasta
la segunda mitad del siglo XVII. Cuando los españoles tienen un conocimiento
avanzando de la región y dejan de creer en un continente lleno de riquezas. Es entonces
cuando comienzan a ver al océano Pacífico por lo que era: una inmensa masa azul repleta
de islas. El propio Secretario de Estado Jerónimo Grimaldi, no entendía muy bien la
obsesión por encontrar continentes perdidos tan de moda en el siglo XVIII:

la monarquía: Ciencia y política en el pensa miento colonial de Alejandro Malaspina (1754-1810) ,


Aranjuez, Doce Calles, 1998. Este libro expone la expedición Malaspina en un contexto global.
8

“ya  que  vivimos  en  un  siglo,  en  que  reina el furor en otras potencias, de ir
buscando tierras incógnitas en esas partes del mundo15”.

Irónicamente, las dudas sobre la existencia de quimeras geográficas defendidas por los
españoles, fueron confirmadas gracias a los viajes del Capitán Cook. En su segunda
circunnavegación llevada a cabo entre 1772 y 1775, el famoso explorador no logró
llegar a la Antártida pero aseveró con seguridad que no había ningún continente incógnito
en latitudes habitables para seres humanos. Ya en su tercer viaje (del cual no regresó)
Cook tampoco tuvo la suerte de encontrar el legendario paso del noroeste entre América
y Asia. Este hecho provocó que en la época se empezara a dudar de su existencia.
Aunque todavía existe un mito asociado a la figura del ilustre marino inglés, numerosos
autores sostiene que Cook fue más famoso por lo que no encontró que por lo
encontrado16.
De este último hecho tomó nota Pedro Francisco Jiménez de Góngora y Luján
(1727-1796) nombrado Duque de Almodóvar tras una larga carrera diplomática que le
llevó a las cortes de Rusia, Portugal y Gran Bretaña. Durante su paso por la capital
inglesa, Jiménez de Góngora sustituyó al Príncipe de Masserano en un tiempo en el que
toda Inglaterra celebraba las hazañas de Cook. Tras finalizar su carrera diplomática, el
Duque de Almodóvar se volcó en su faceta de historiador y llegó a ser nombrado director
de la Real Academia de la Historia. En uno de sus trabajos, el diplomático e historiador
cordobés, trató de traducir la Histoire philosophique et politique des établissements et du
commerce des Européens  (1770) de Abbé Raynal. Durante la trascripción de la obra,
Jiménez de Góngora percibió que el buen abad francés no hizo un trabajo basado en
fuentes históricas fidedignas. En vez de empeñarse en continuar con la traducción, el
duque se embarcó en un ambicioso trabajo de carácter crítico, que analizase a fondo las
posesiones ultramarinas de otras potencias europeas con el fin de dar consejos a la

15
Correspondencia entre Grimaldi y Bucareli, 26 Julio de 1774, AGI, Indiferente 1630.
16
El cambio climático que causa el deshielo del Ártico en la actualidad, revela que esta ruta sigue siendo
muy importante para el comercio global. Mucho se ha escrito sobre James Cook y su aportación al
Pacífico. Lo que todavía nos falta por examinar es como Cook logró unir su faceta de autor con la de
explorador. Acerca de este tema véase,  Adriana  Cracium,  “What  is  an  Explorer?”  Eighteenth-Century
Studies 45, 2011, 29-51.
9

monarquía borbónica en su proceso de restructuración del imperio17. Aunque la mayor


parte de la obra Historia política de los establecimientos ultramarinos de las naciones
europeas conciernen a la expansión por América y Asia, en su cuarto volumen, el Duque
de Almodóvar critica a James Cook y la caza de continentes perdidos en conexión con la
exploración de la costa noreste del continente americano. El diplomático cordobés tenía
poca paciencia con las quimeras geográficas y veía su búsqueda como un esfuerzo inútil
en contra de lo que pregonaba el siglo de luces:

Hay épocas en que parece que ciertas ciencias o conocimientos hacen una
especie de huida o ausencia de la comprensión humana. En estos casos dan a
veces los hombres en una orgullosa incredulidad afectada y ridícula: a veces
caen en puerilidades o sueños a que prestan un supersticioso ascenso; y
corren precipitadamente a abrazar las sombras que imaginan, llenos del
fanatismo con que les ciega su propia ignorancia, su presunción, y su
avaricia18.

Almodóvar continúa afirmando:

Es cosa bien digna de reflexión, que acreditados náuticos, geógrafos,


astrónomos, filósofos, se empeñasen en inventar piélagos y mares en el
continente americano, próximo al Polo Ártico; y que en los mares vecinos al
Antártico quisiesen colocar islas y continentes, que con tanta vehemencia se
han buscado por más de dos siglo, y dado el nombre de Tierras Australes19.

Almodóvar admiraba al esfuerzo del Capitán Cook pero no llegaba a comprender sus
méritos. ¿Por qué invertir tanto esfuerzo en expediciones con tan escasos resultados?
Aunque no lo cita explícitamente, el duque creía que la mayoría de las colecciones
lingüísticas y culturales que recopilaron los viajeros ingleses durante sus expediciones,

17
Gabriel  Paquette,  “Enlightened  Narrative  and  Imperial  Rivalry  in  Bourbon  Spain:  The  Case  of 
Almodóvar’s, Historia Política de los Establecimientos Ultra marinos de las Naciones Europeas (1784-
1790), Eighteenth Century 48, 2007, 61-80; Véase también su Enlightenment, Governance, and Reform in
Spain in Spain and its E mpire, 1759-1808, Nueva York, Palgrave Macmillan, 2008, 45-55.
18
Malo de Luque, Eduardo , Historia política de los establecimientos ultra marinos de las naciones
Europeas Vol 4, 522
19
Ibid, p. 532.
10

servían para justificar los grandes gastos que suponían tales empresas20. El duque
estimaba que el más destacado logro de Cook era sus descubrimientos en el campo de la
geografía y la hidrografía. La etnografía, que tal y como hemos afirmado anteriormente,
tuvo una contribución esencial a la nueva concepción del Pacífico, no era de interés para
los diplomáticos y letrados españoles.
Hemos comenzado nuestro trabajo describiendo como el embajador portugués Souza
Coutinho se burlaba de los relatos franco-ingleses y sugería que la etnografía sobre el
Pacífico no era más que un fragmento de la imaginación de los “genios” de estos países.
En España, el letrado Pedro Estala a finales del siglo XVIII, también ayuda a la idea del
Anti-Pacífico poniendo en duda las descripciones etnográficas que comenzaban a pulular
en la época. En su traducción de la obra El viajero universal del autor francés Alexandre
La Porte, Estala percibió, como el Duque de Almodóvar, que las fuentes utilizadas por
La Porte no eran de fiar. Es por ello que abandona el dictado original del autor francés y
sigue adelante con la obra bajo su propia mirada. Pedro Estala continuó escribiendo más
que traduciendo los encuentros de La Porte21.
A lo largo de numerosos volúmenes, la obra de Estala también se preocupa por el mar del
sur. Critica intensamente a los ingleses por su violencia y tendencia general a ignorar los
aportes españoles en el descubrimiento de islas del Pacifico22. Lo que si afirma el erudito
manchego es que muchos de los discursos etnográficos eran resultado de largos y
tediosos viajes que causaban una depravación sensual:

¿No ha visto Vmd. en sus viajes las islas encantadas de Juan Fernández, de
Tinian, de Otahiti, que los viajeros nos han pintado como otros tantos
paraísos de delicias? ¿Y qué son en efecto? Unas islas más o menos amenas,
y nada más. ¿Y diremos que los viajeros que las describen han mentido? No,
señor: venían fatigados del uniforme y triste espectáculo, que por muchos
meses de navegación les había presentado un mar tempestuoso: fatigados
hasta el extremo, enfermos, faltos de todo temieron por la vida, hubieran
20
Ibid, p. 536.
21
Cañizares-Esguerra, Jorge, How to Write the History of the New World: Histories, Epistemologies, and
Identities in the Eighteenth-Century Atlantic World, Palo Alto, Stanford University Press, 2002.
22
En El viajero universal, o noticias del mundo antiguo y nuevo. Estala dedica los volúmenes de 16 a 19 al
Pacífico.
11

tenido por un paraíso el islote más escarpado y horrible. Pero llegan a unas
islas cubiertas de árboles frondosos, de frutas, de hierbas saludables, de aguas
cristalinas, con habitantes humanos y benéficos, que socorren todas sus
necesidades: ¿qué extraño pues no encuentren expresiones para ponderar
dignamente aquellos países, aunque nada tuviese de extraño, y que se les
harían sumamente fastidiosos, si los encontrasen en otras circunstancias?
Pues vea Vmd, aquí la verdadera causa de las ponderaciones de nuestros
historiadores23.

Dudar de la geografía quimérica y la etnografía imaginaria de los viajeros franceses e


ingleses, será pues un primer paso para desmantelar el nuevo mundo del Pacífico que se
abría en el siglo XVIII. Pero aún faltaba una alternativa que representara al Pacífico
insular. Es en esa dirección donde los diplomáticos y letrados españoles dirigieran sus
esfuerzos desde el inicio de los viajes anglo-franceses.

Descripciones alternativas del Pacífico


Como hemos comentado,  muchos  historiadores  atribuyen  la  “pérdida” 
diplomática del control sobre el Pacífico, al grave error de no publicar información sobre
viajes anteriores o contemporáneos a los de James Cook y otros marinos célebres. El
historiador norteamericano Christon Archer incluso se atreve a decir que los españoles
no comprendían los parámetros del siglo XVIII, insistiendo en que estos vivían en otra
época de glorias desvanecidas, ajenas a las realidades del periodo ilustrado. Nosotros en
cambio sostenemos que las autoridades españolas conocían muy bien lo que se jugaba en
el Pacífico. Un claro ejemplo lo encontramos cuando el embajador español Masserano se
interesa en las publicaciones inglesas sobre el viaje de circunnavegación de Byron (1764-
1766). Años más tarde, Masserano advertiría muy explícitamente a la corte del peligro
que supondría no publicar las fuentes españolas con las que se contaba referentes al
Pacífico:

23
Estala, El Viajero Vol. 26, 311-312.
12

Muy útil será que se impriman cuanto antes las relaciones de nuestros viajes,
y descubrimientos en aquellos parajes y se publiquen las mapas que se han
prometido, por esta nación no hay mejores actos de posesión que estas
publicidades, con que podemos hacer ver a la Europa que ninguno puede
alegar Derecho sobre descubrimientos que hemos hecho nosotros antes que
otro alguno24.

De las palabras de Masserano y Estala, podemos dilucidar que España contaba con dos
ventajas importantes frente a franceses e ingleses para defender su influencia en el
Pacífico.
En primer lugar, los puertos de la América occidental y las islas Filipinas y
Marianas, daban acceso directo a las aguas del Pacífico. Por el contrario, las potencias
marítimas europeas que deseaban acceder a la a la zona debían de recorrer largos
trayectos cruzando el Cabo de Horno o el de Buena Esperanza.
Una segunda ventaja radicaba en la abundante documentación existente en los
archivos referentes a los viajes llevados a cabo por marinos españoles que podían ser
publicados al mismo tiempo que cualquiera de las expediciones de Cook u otros25.
Las fuentes primarias de los archivos españoles fueron de suma importancia en el
despliegue de numerosas expediciones al Pacífico. En 1767 ve la luz, bajo nombre
anónimo, el primer diario del viaje de Byron (1764-1766) que tuvo muy buena acogida
por el público, llegando a publicarse en varios idiomas, incluido el español26. La
importancia de esta obra en los círculos eruditos de Europa, demandó una respuesta
apropiada a la incursión inglesa.
La réplica hispana vino de la mano del diplomático español Bernardo de Iriate (1735-
1814), que habiendo pasado unos años trabajando en la embajada española en Londres,
decidió utilizar los tesoros archivísticos y publicar una relación de viaje perteneciente a
24
Masserano a Grimaldi, 14 Junio 1776, AHN, Estado 4281, Vol. 2.
25
El profesor Salvador Bernabéu a llamado a esto: “descubrir en lo descubierto”. Véase su La aventura de
lo imposible: Expediciones marítimas Españolas, Madrid, Lunwerg Editores, 2000, 172.
26
Anonymous. A Voyage round the World in His Majesty’s Ship the Dolphin, Commanded by the
Honourable Commodore Byron By an Officer on Board of Said Ship. London, J. Newberry, 1767; Suard, J.
B. A, Voyage autour du monde fait en 1764 & 1765 sur le vasseau anglois le Dauphin. Paris: Molini, 1767;
Casimiro Gómez Ortega, Viage del Comandante Byron alrededor del Mundo, hecho última mente de orden
del Almirantazgo de Inglaterra Madrid: Imprenta Real de la Gazeta, 1768.
13

Pedro Sarmiento de Gamboa datada en el siglo XVI27. Bernardo de Iriarte no solo estaba
convencido de que esta obra era superior a la de Byron, sino que aseguró que abriría la
puerta a otros textos ocultos en los archivos españoles:

Debe haber una colección de varias relaciones y papeles originales de los


viajes y descubrimientos hechos por los pilotos y capitanes españoles. ¡Qué
servicio no recibiría el público! ¡Que luces no desfrutarían los inteligentes!
¡Que justo crédito no resultaría a la nación de que se sacasen del polvo y
abandono, en que yacen, aquellos fieles y preciosos monumentos de la
industria, del valor, de la constancia y pericia de nuestros navegantes! 28.

Después de publicar el viaje del navegante gallego, Iriarte se propuso continuar


adelante con su obra divulgativa y editó los escritos de Pedro Fernández de Quirós sobre
el Pacífico. Deseaba difundir una obra que dejase claro que las islas que se estaban
encontrando franceses e ingleses, ya habían sido descubiertas doscientos años atrás por
marinos españoles. De esta forma desmontaba el falso mito del nuevo mundo que se
estaba descubriendo en Mar del Sur. Sin embargo, mientras Bernardo de Iriarte y sus
archiveros estudiaban la documentación, llegaron a la conclusión que Fernández Quirós
había exagerado sus descubrimientos y el relato de su viaje no resultaba creíble.
Consecuentemente decidió no imprimir la obra.
Este episodio nos sirve para comprender que los eruditos españoles eran muy
conscientes de las consecuencias políticas que implicaba publicar obras con esta
información. La causa que impidió la difusión de los relatos de Quirós en el siglo XVIII,
no fue el deseo de mantener información oculta sobre territorios descubiertos años atrás,
sino la poca fiabilidad que desprendía la documentación tras someterla a un estudio
crítico. Esa fue la verdadera razón que hizo naufragar el proyecto.
Otra dificultad añadida se planteaba a la hora de combinar los resultados obtenidos de los
archivos españoles con las expediciones que llegaban al Mar del Sur en el siglo XVIII.
Esta situación se planteó con una nueva hazaña hidrográfica que deseaba extender una

27
Viaje al Estrecho de Magallanes por el Capitán Pedro S arm iento de Ga mbóa en los años 1579 y 1580 y
noticia de la expedición que hizo para poblarle, Madrid, Impresa de la Gazeta, 1768. Las fuentes que tratan
sobre la publicación de esta obra se pueden encontrar en AHN, Estado, 2860.
28
Viaje al Estrecho, XXXVII.
14

red de rutas náuticas desde la península ibérica al Pacífico. El nuevo proyecto


hidrográfico pronto dio la oportunidad de combinar los relatos históricos de los archivos
con las nuevas expediciones salidas de España. En otras palabras, se intentó conectar en
esos momentos la duda del proyecto del Anti-Pacífico con una alternativa de peso: la
vinculación histórica del Pacífico a la América colonial.

Consolidar el A nti-Pacífico: Combinar los archivos con las expediciones


Poco después de firmarse el Tratado de París en 1783, España se embarcó en la
ardua tarea de levantar cartas hidrográficas sobre las costas que bañaban el imperio. El
protagonista de este hercúleo trabajo fue el gaditano Vicente Tofiño de San Miguel, quién
aprovechó las reformas navales emprendidas por los gobiernos ilustrados, para reclutar
cadetes de pilotos y guardamarinas expertos que le ayudaran en su ardua labor. Tras
concluir los estudios de las costas del Mediterráneo, Tofiño y sus oficiales continuaron su
trabajo en el océano Atlántico, los mares de la América Septentrional, el Estrecho de
Magallanes, y, finalmente, llegaron hasta el Pacífico en la famosa expedición
Malaspina29.
Aunque al inicio del siglo XVII las potencias europeas todavía pensaban en la posibilidad
de cerrar océanos enteros al comercio, la pesca y al transporte de otras naciones, los
avances en la tecnología naval de siglo XVIII hicieron ver a las monarquías europeas que
este empeño era imposible de sostener. Como alternativa más realista, las naciones
investigaron áreas más pequeñas con una clara importancia estratégica sobre las que estas
pudieran ejercer su dominio. A este respecto, la historiadora norteamericana Lauren
Benton, en un libro publicado sobre la soberanía marítima, llama a estas áreas menores;
pasillos judiciales en el mar (Judiciary  Corridors)  que  fueron:  “organized  around 
discoveries and the militarization of maritime passages30”.

29
Hay una multitud de trabajos escritos sobre los expediciones hidrográficas. Es nuestro deseo en el
presente artículo, clarificar humildemente la relación entre la hidrografía y la historia. Por una mayor
conocimiento sobre el tema véase, Salvador Bernabéu Albert, “Las expediciones hidrográficas,” in Manuel 
Sellés, José Luis Peset and Antonio Lafuente, Carlos III y la ciencia de la Ilustración, Madrid, Alianza
Editorial, 1988, 353-370 y Francisco José Gonzáles and Luisa Martin-Merás, La Dirección de Trabajos
Hidrográficos (1797-1908) 2 vol. Madrid, Lunwerk, 2003.
30
Benton, Lauren, A Search for Sovereignty: Law and Geography in European E mpires , New York,
Cambridge University Press, 2010, 107.
15

Benton expone que los pasillos judiciales no solo dependían de las fuerzas navales que
una nación desplegaba en la zona, sino también los países trataban de buscar una
justificación histórica que legitimase su presencia. Un caso práctico de esta teoría lo
encontramos en la búsqueda de fuentes archivísticas de Tofiño iniciadas al mismo
tiempo que las nuevas expediciones hidrográficas de la época. En otras palabras, se
necesitaban dos tipos de sabiduría si se deseaba afirmar la soberanía de una potencia
sobre los pasillos judiciales:

I) La sabiduría recibida, que yacía en los archivos de la península y las colonias.


I I) La sabiduría encontrada. El resultado de las expediciones que partían de los puertos
de la península y el resto del imperio.

Atendiendo al modelo planteado por la historiadora norteamericana, el trabajo de


Bernardo de Iriarte falló porque únicamente se basó en una de las sabidurías, la recibida.
No fue hasta tiempo después, cuando las expediciones hidrográficas abrirían la puerta
que conectara ambos conocimientos. Con la unión entre la historia y la búsqueda de
fuentes primarias de viajes anteriores, emergerá la idea del Anti-Pacífico.
De hecho, los marinos españoles frecuentemente argumentaron que los empeños
llevados a cabo por franceses e ingleses en el Mar del Sur, solo consiguieron encontrar
áreas e islas que no estaban conectadas a ningún derrotero o ruta marítima de la época.
Es decir, el nuevo mundo del Pacífico se podía constatar, pero, efectivamente, flotaba en
la imaginación europea sin anclaje conceptual alguno. Dicho proceso lo exponía
claramente el marino e historiador riojano, Martín Fernández de Navarrete, que ya en un
opúsculo sobre el célebre Dionisio Galiano escribía:
“Pues  era  muy  singular,  que  mientras  los  gloriosos  viajes  de  Cook,  de  la 
Perouse, de Malaspina, y otros marinos nos daban a conocer perfectamente
las costas de Nueva Holanda, de las islas del Gran Océano, y de otras tierras
tan distantes, estuviésemos careciendo de iguales noticias acerca de la isla de
Chipre que tan cerca la tenemos, y de otros varios puntos del Archipiélago y
del Mediterráneo31”.

31
Fernández de Navarrete, Martín , Colección de Opúsculos, Vol 1. Madrid, Viuda de Calero, 1848, 287
16

Lo que Navarrete, Tofiño y otros autores hispanos pretendían, era ejecutar una
empresa diferente. Ya que el Pacífico tras las expediciones de Cook estaba
suficientemente explorado, las expediciones hidrográficas españolas y los historiadores
asociados a ellas se empeñaron en llevar a cabo otra tarea. En vez de revelar mundos
incógnitos como era moda en la época (que en opinión de historiadores y geógrafos
ibéricos no eran tan desconocidos), los esfuerzos hispanos estuvieron encaminados en
conectar los océanos con los continentes. Tal fue el caso de las expediciones borbónicas,
que significaron la conexión entre España, el Mediterráneo, el Atlántico y el Pacífico.
El ancla de este trabajo era el continente americano. Conectar el Pacífico con el dominio
colonial de América, era pues una empresa Anti-Pacífica, de negar el nuevo mundo que
se estaba descubriendo.
A este respecto y como antecedente a lo mencionado, hemos de destacar que
originalmente los trabajos de historia entraron en las expediciones hidrográficas casi por
accidente. José de Vargas Ponce (1760-1821) a quién se le otorgó la tarea de escribir el
contexto histórico de las expediciones hidrográficas de la segunda mitad del siglo XVIII,
tuvo la idea de escribir una historia de la Marina Española desde sus inicios hasta finales
del siglo XVIII. Mientras trabajaba en la obra, Vargas Ponce pensó en añadir una
colección de fuentes primarias a sus escritos. Martín Fernández de Navarrete (1765-
1844) se puso en contacto con Vargas Ponce cuando se le encargó recopilar
documentación histórica de relevancia para el nuevo museo de la Marina en Cádiz.
Durante sus investigaciones, la convivencia entre ambos maestros no fue pacífica. Desde
el mismo inicio de sus trabajos, Navarrete y Ponce compitieron sobre el hallazgo de
fuentes primarias. Ello provocó la mediación del Ministro de Marina Antonio Valdés,
quien exigió a ambos colaboración mutua en la búsqueda de fuentes históricas. La
intervención del ministro permitió a Navarrete contratar dibujantes y copiantes que le
ayudasen en su tarea.
Mientras que Cook tuvo naturalistas (no siempre de su agrado) en sus viajes al Pacifico,
el historiador riojano se valió de sus propios copiadores de documentos en su búsqueda
en los archivos españoles.32

32
Los trabajos de Vargas Ponce y Navarrete se encuentran en Archivo General de la Marina Álvaro de
Bázan, legajo 4835. A este respecto, véase la correspondencia de ambos en el Archivo del Museo Naval
17

La importancia de estos trabajos históricos se apreció de forma inmediata. En la


expedición hidrográfica de la Santa María de la Cabeza al Estrecho de Magallanes entre
1785 y 1786, se le encargó a Vargas Ponce escribir una monografía asociada con la
expedición. Podemos decir que el trabajo de Ponce no fue técnicamente sobre el Pacífico,
sino que tenía como objetivo convertirse en la réplica española a los textos que se estaban
publicando sobre Bougainville y Cook. Otro esfuerzo más en la línea Anti-Pacífica.
Vargas Ponce contestó a los viajes anglo-franceses de forma parcial33. Mientras que
Iriarte se mostró bastante más crítico con estas expediciones, Vargas Ponce quiso mostrar
una visión complementaria a los viajes que se estaban produciendo en la época.
Advirtiendo que estos venían a complementar a los ya iniciados en los siglos XV y XVI
por españoles y portugueses. En su trabajo, Vargas Ponce no arremete contra las
expediciones foráneas, pero si lamenta las oportunidades perdidas por España:

Los primitivos diarios de los españoles se ocultaban con sabia política,


porque haciéndose parte de los descubrimientos en competencia con los
portugueses, y deseando disfrutar solo cada uno los que solo se había
adquiridos con tanta gloria como afanes, se recataban en lo posible los
rumbos y demás circunstancias de sus navegaciones: reserve que aún era más
justo respecto a las demás naciones que han practicado de las más filosofías
en estos últimos tiempos. De aquí el esmero, que no merece ninguna crítica,
de archivar todos los diarios y papeles de los descubridores; pero deseando
ser un misterio estos viajes, y siendo ya comunes a todos los pueblos
marítimos desde fines del siglo XVI, empezó a estar de más aquella reserva,
y hubiera importado mucho publicar tantas glorias marítimas entonces

(AMN). Últimamente se han escrito varios libros y artículos sobre Vargas Ponce: Durán López,
Fernando, José Vargas Ponce (1760-1821): Ensayo de una Bibliografía y Crítica de sus Obra, Cádiz,
Universidad de Cádiz, 1997; Gonzaléz Gonzaléz, Francisco  José  “Don  José  de Vargas Ponce, la
astronomía, la cartografía náutica y la historia de la Marina, en Fernando Durán López and Alberto Romero
Ferrer eds, “Había bajado de Saturno:” Diez calas en la obra de José Vargas Ponce, Cádiz, Universidad
de Cádiz, 1999. El papel de Navarrete está esperando un tratamiento similar.
33
Es interesante como Vargas Ponce previno la traducción de la primera circunnavegación de Cook que
apareció en Hawkesworth en 1791 y 1794. Se opuso a la traducción no por el daño que causaba esta obra a
los intereses españoles, sino porque Vargas Ponce pensaba que el traductor (como traidor) no haría un
trabajo a la altura de la obra de James Cook. Véase Juan Manuel Abascal y Rosario Cebrián. José Vargas
Ponce (1760-1821) en la Real Academia de la Historia, Madrid, Real Academia de la Historia, 2010, 385-
386 y 425.
18

completas. Los grandes cuidados de la Monarquía en el siguiente siglo, su


decadencia en todo y muy especial en la parte literaria, y la casi aniquilación
de nuestra Marina, fueron obstáculos insuperables, que han resultado en
honor de otras potencias; pues no teniendo interés alguno en ocultar sus
viajes, han repetido las colecciones tan útiles a los navegantes, como
honrosas a los que las han promovido. Desde Dampier comenzaron los
ingleses a manifestar todos los suyos, y así que hubo varios a diversas partes,
a formar las famosas colecciones de Hacluyt (sic), Purchas, la que se hizo
bajo la dirección de Harris, y la voluminosa que tradujo Pervost. Los
holandeses tuvieron el mismo esmero con los viajes de sus famosas
compañías, dándolos a luz separados y en cuerpo de colección; y los
franceses aunque no pueden competir con estas naciones en sus empresas
marítimas, han continuado también en este ramo su tesón de instruir la suya
con frecuentes traducciones de lo que han trabajado las demás. En tanto el
silencio de los españoles les perjudicaba de muchas maneras: tomaban el
carácter de nuevas las expediciones de los extranjeros, se atribuían
impunemente la antelación en muchas empresas, se iba perdiendo la noticia
de los españoles llegando a asegurar el famoso Cook, que hasta el viaje de
Álvaro de Mendaña en 1595 no se puede hablar con exactitud, y solo se daba
un extracto reducido de lo más notable, igualmente injurioso por las
circunstancias que omitían, que por las fábulas que se achacaban. Para
remediar, aunque tarde, en la parte posible este descrédito, se procure al
formar esta relación, usando de los correspondientes permisos de la
superioridad, consultar antes los depósitos mencionados para desenterrar las
memorias que se conservasen34.

Vargas Ponce no solamente se empeñó en copiar lo hecho por franceses e ingleses. En


este sentido el propósito de su trabajo era doble:

34
Vargas Ponce, José de, Relación del último viaje al Estrecho de Magallanes de la F ragata de S.M. S anta
María de la Cabeza en los años de 1785 y 1786. Extracto de todos los Anteriores desde su descubrimiento
impresos y MSS. Y noticia de los habitantes suelo, clima y Producciones del Estrecho, Madrid, Viuda de
Ibarra, 1788.
19

En primer lugar Vargas Ponce pensaba conectar las dos sabidurías identificadas
anteriormente: la sabiduría práctica de las expediciones hidrográfica con la sabiduría
documental salida de los archivos. Consecuentemente, el libro de Vargas Ponce se
dividió en dos. La primera parte era una lista de los resultados hidrográficos que se
recopilaron en la expedición al Estrecho de Magallanes. La otra mitad combinaba los
resultados de las expediciones con los relatos históricos existentes en los archivos
españoles y las últimas expediciones anglo-francesas.
Por otra parte, este trabajo no solo tenía un interés para el público erudito sino que, sus
consecuencias se proyectaban al ámbito político como Vargas Ponce escribió unos años
más tarde al Ministro Naval Valdés:

[H]an de enlazarse los diarios completos de los españoles con una sucinta
idea de los extranjeros que intermediamos para seguir así el hilo de los
descubrimientos y distinguir que se debe a cada nación… Y este trabajo lo 
tengo hecho, y he dado una muestra de él en la relación del último viaje al
Magallanes, obra que el público ha recibido muy bien. Con esta mira me
dediqué a poseer [imbuirse] el inglés, y a juntar y conocer cuántas
colecciones hay de esta y demás potencias marítimas, coordinado la serie
de mis apuntes35.

La  importancia  del  “hilo  de  los  descubrimientos”  identificada  por  Vargas  Ponce  fue 
igualmente mantenida por Pierre de Claret - Fleurieu, ministro de la marina en Francia.
Sabiendo  bien  que  los  “descubrimientos”  eran  más bien algo relativo, algo a lo que él
llamaba “richesse d’opinion”, también percibió que “l’amour proper nacional” le daba un
interés especial a lo que se estaba encontrando en el Pacífico36. El trabajo que inició
Vargas Ponce no solo estaba impulsado por amor a la patria, sino que también estaba
revestido de un carácter intelectual como bien reconoció Alejandro Malaspina en sus
futuras monografías. El ilustre marino italiano escribió a José de Espinosa comentando:
[H]é advertido que la persona, que con tanta elocuencia, como critica lo ha
detallado, esto es, el Teniente de Fragata Don José Vargas Ponce, pues más

35
Vargas Ponce a Valdés 8 Septiembre 1792, AMN, Ms. 1742.
36
Claret de Fleurieu, Charles Pierre, Découvertes de F rançois, en 1768 & 1769, dans le sud-est de la
Nouvelle Guinée , Paris, Imprente Royale, 1790), vj.
20

bien, que otro alguno, ayudemos a la recopilación de aquellos documentos


antiguos que pueden sean del caso para nuestra comisión. No parezca a VM
ofensivo este aviso, tal vez ya prevenido por su eficacia pues que es más bien
un debido tributo de mi parte a la pluma de aquel oficial que una
desconfianza de que algo se eche de menos en la comisión, puesta al cargo de
VM37.

La expedición Malaspina fue una de las primeras que unió los resultados
geográficos e hidrográficos con los resultados que yacían en los archivos españoles. De
hecho, el descubrimiento casual de un documento de Lorenzo Ferrer Maldonado
perteneciente al siglo XVI, dio lugar a un corto matrimonio entre la hidrografía y la
historia en 1790. El documento encontrado por Juan Bautista Muñoz, fue publicado por
primera vez en los volúmenes del Duque de Almodóvar anteriormente mencionados. De
allí entró en la Academia de Ciencias de París, donde el geógrafo Buache de la Neuville
presentó un trabajo sosteniendo la veracidad del relato de Maldonado, considerando real
su paso por el deseado estrecho.
El trabajo tuvo repercusiones inmediatas. En España se informó a la expedición de
Malaspina que se encontraba en el Pacífico, que se dirigiera al noreste de América para
indagar sobre dicho asunto. Una vez recibidas las noticias, Malaspina decidió cancelar su
escala en las islas de Hawái con la idea de ganar tiempo e investigar el hecho del que se
le informaba. Al mismo tiempo, Fernández Navarrete recibió la orden de acudir a los
archivos para encontrar documentación referida al viaje de Maldonado e investigar si el
marino era persona de fiar. Como cabía esperar, Navarrete encontró lo que buscaba y
su investigación reveló que Maldonado no tenía buena fama entre las personas que le
rodeaban38. Satisfecho con las pesquisas de Navarrete, el Ministro Valdés consideró
incorporar el trabajo histórico realizado en las publicaciones de la expedición Malaspina.
Navarrete escribió estas líneas a Vargas Ponce sobre el asunto:

De resultas de haber pasado al Sr. Baylío [el Ministro Valdés] un papel que
me mandó formar sobre un viaje de un antiguo navegante español cuya

37
Malaspina a Espinosa, Enero 2, 1789, AMN, Ms. 426, Doc. 21.
38
Navarrete a Valdés, Diciembre 21 1790, AGMAB 4835.
21

falsedad probé en mi informe y ha comprobado últimamente Malaspina en


su reconocimiento de las costas del Norte de la América, he tenido nueva
orden para formar y extender mi memoria incluyendo la expedición de
Malaspina y cuantas anteriormente se han hecho con el mismo objeto, y así
estoy atadísimo a las mañas para concluir este trabajo que quisiera verlo
publicado ya para este verano, esto diferirá mi plan de haber pasado a
Simancas39.

Lamentablemente este trabajo no vio la luz ya que Malaspina fue arrestado a los pocos
meses de regresar de su famosa expedición. Los trabajos de investigaciones hidrográficas
serían un pilar fundamental de la Dirección de Hidrografía, un organismo que abriría sus
puertas bajo la dirección de José de Espinosa en 1797.
No todos los datos de la expedición Malaspina quedaron sepultados en los
archivos. Los resultados de una expedición auxiliar a la de Malaspina efectuada por las
goletas Sutil y Mexicana a la región noroeste de América, se publicaron en 180240. La
publicación de este viaje coincidió con el lanzamiento de otra obra francesa que describía
distintas expediciones de circunnavegación francesas, cuya introducción fue escrita por
Pierre Claret de Fleurieu y en cuyas líneas atacaba nuevamente el anticuado modo
español de ejecutar sus expediciones41. Empleando el método que introdujo Vargas
Ponce, Navarrete añadió al trabajo de esta expedición, una extensa introducción histórica
de más de cien páginas. En ella, el historiador no solo presentaba información de
archivos sobre diferentes expediciones españolas, sino que también desmontaba punto
por punto los argumentos utilizados por Fleurieu contra los españoles42.

39
Navarrete a Vargas Ponce, Marzo 2 1792, AMN, Ms. 2009, Doc. 2.
40
Relación del viaje hecho por las goletas Sutil y Mexicana en el año 1792 para reconocer el estrecho de
Fuca , Madrid, Imprenta Real, 1802. Aunque en este volumen no aparece el nombre de Navarrete, la
introducción y las editoriales vienen de su mano.
41
Claret Fleurieu, Charles Pierre , Voyage autour du monde pendant les annés 1790, 1791, et 1792 par
Étienne Marchand 5 vols, París, De  l’imprime de la République, 1799-1800. Espinosa y otros muchos
marineros se sintieron traicionados por lo que Fleurieu escribió. Después de todo, Fleurieu obtuvo una
amplia ayuda del Depósito Hidrográfico para escribir sus libros.
42
Relación del viaje , cxliii-clxv.
22

Los trabajos de historia continuaron. Desafortunadamente los deseos de Vargas


Ponce nunca llegaron a cumplirse43. La ocupación napoleónica y los eventos políticos
ocurridos durante este periodo, no ayudaron en la causa. Con la llegada de Fernández
Navarrete a la presidencia de la Real Academia de Historia en 1824, se volvió a dar un
nuevo impulso a los trabajos hidrográficos. De hecho, el mismo Navarrete sería
nombrado director de la dirección de trabajos hidrográficos de la academia tras el paso de
Espinosa y Bauza. De este modo se unió la sabiduría encontrada y la sabiduría de los
archivos en una misma persona que tenía la voluntad y el genio de reconocer los
documentos que estaba manejando. Tras su nombramiento, el historiador riojano
publicaría su estudio más famoso: Colección de los Viajes y descubri mientos44. Una
monumental obra compuesta por cinco volúmenes que recogen fuentes primarias desde
los años 1492 (inicio de los viajes de Colón) hasta 1530 (solución del conflicto de las
islas Molucas). La importancia de estas expediciones marítimas nacen del intento de
Navarrete por unir los océanos Atlántico y el Pacifico, una cuestión que las expediciones
franco-británicas intentaron desvincular. El intento anti-Pacífico de Navarrete es el
episodio con el que concluimos nuestro trabajo.
Navarrete creía que la tarea del historiador no era tan diferente a las actividades
del geógrafo. Como Vargas Ponce, estaba convencido que los viajes del siglo XVIII
pusieron fin a las grandes hazañas náuticas. Pero igualmente, Navarrete aseguraba en sus
tomos que respecto a los descubrimientos geográficos no se habían llegado a superar las
hazañas de la primera época de expansión marítima española (1402-1530)45. Navarrete
denominó sus análisis como histórico-crítico, destacando una vez más la necesidad de
evaluar las fuentes archivísticas en conexión con las expediciones contemporáneas al
Pacífico. Solo así, tal y como expuso Vargas Ponce, el hilo de los descubrimientos
podría ser desvelado.

43
Importancia de la historia de la marina española:  preciso  de  que  se  confie  a  un  marino…. Madrid,
Imprenta Real, 1807
44
Colección de los Viajes y descubrimientos que hicieron por mar los españoles desde finales del siglo XV .
5 vols. Madrid: Imprenta Real, 1825-1837.
45
Colección de los Viajes, Vol 1,
23

En esta tarea estaba la idea que muchos intelectuales españoles habían


argumentado antes que Navarrete: que la anunciada ruptura de los viajes del siglo XVIII
defendida por británicos y francesas, no era más que una continuación de las
expediciones iniciadas siglos atrás por los reinos de Castilla y Portugal. Más aún, el
mundo que se había encontrado en el Pacífico no era tan diferente como algunos querían
hacer ver y, su ubicación, estaba vinculada intrínsecamente al continente americano.
Los volúmenes de Navarrete adquirieron una difusión internacional poco común
para una obra española. Así lo recuerda el historiador riojano en la introducción a su
tercer volumen, donde comenta que sus libros fueron bien acogidos tal y como las obras
análogas anglo-francesas sobre el Pacífico. Incluso llegaron a publicarse traducciones de
su obra en Alemania, Estados Unidos, Francia, Inglaterra e Italia46.

46
Vol 3 Ibid, xii-xiii.
24

A modo de conclusión
La colección de viajes de Navarrete fue una respuesta apropiada a los viajes que se
estaban produciendo por las naciones europeas en el siglo XVIII. Con la obra de
Navarrete concluyó una larga trayectoria intelectual que nosotros hemos denominado
“Anti-Pacífica.”    Los  letrados  y  diplomáticos españoles protestaron enérgicamente ante
las incursiones franco-británicas sirviéndose de viejos tratados polvorientos que
oficialmente negaban la entrada de terceras naciones al Mar del Sur. Por otra parte, los
argumentos científicos y los nuevos valores de la ilustración, iban debilitando el valor de
los tratados, argumentando que la revelación de un mundo nuevo en el Pacífico tendría
destacados beneficios para indígenas y europeos.
Con el propósito de contradecir este argumento, los intelectuales españoles
mantuvieron la idea de que ese supuesto nuevo mundo se había exagerado. Defendían
que en el Pacífico no quedaban continentes ni pueblos por descubrir, y que los resultados
etnográficos de las expediciones ilustradas, era más bien pigmentos de la fructífera
imaginación franco-británica. La intención de estas naciones, simulando redescubrir a
ojos de Europa un nuevo mundo, no era otro más que llenar de gloria y fama las nuevas
expediciones que estaban llevando a cabo sus nacionales en la zona. Obviando en toda
regla los viajes y hallazgos que con anterioridad habían realizado españoles y
portugueses. Es más, en opinión de Fernández Navarrete, los viajes españoles entre 1492
y 1530 ya habían descubierto la mayoría del Atlántico y el Pacífico, produciendo un
abundante caudal de información en los archivos que más tarde sería utilizado por
numerosos historiadores deseosos de reivindicar los viajes y hazañas hispanas. De esta
forma pretendían contestar dignamente las publicaciones que recorrían europea con los
relatos de Cook, La Perouse y otros célebres viajeros europeos.
25

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