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Dos principios de comunicación me han resultado muy útiles en los negocios: “el
tamaño del cañón” y “la regla de las 24 horas”.
He descubierto que a medida que asciendo en la organización debo tener más cuidado
con lo que digo y con la manera de decirlo. La gente suele escuchar cuidadosamente a
la alta gerencia. Las cosas que pasarían como un simple comentario cuando son dichas
por un gerente medio adquieren mayor peso cuando las dice un alto ejecutivo.
Por ejemplo, una vez noté una mancha en la pared e hice un comentario al
respecto, para luego hallar que toda la pared había sido repintada a causa del
comentario. Es importante ponerse siempre en el lugar del que escucha cuando
se hace un comentario, porque el ruido depende del tamaño del cañón.
Con esto en mente, he adoptado lo que llamo la ley de las 24 horas. Siempre que
recibo una comunicación que genera una reacción emocional, sobre todo ira,
tengo mucho cuidado sobre cómo respondo. Si hay la posibilidad de que mi
respuesta escrita esté signada por la ira, espero al día siguiente o un período de
24 horas. Luego leo de nuevo lo que había escrito para ver si refleja a cabalidad
mi verdadera opinión o si las emociones hicieron que dijera algo que luego
lamentaría. Luego arreglo la comunicación desde un punto de vista menos
emocional.
Ian Morrison, ex presidente del Instituto para el Futuro, me dijo que yo tenía dos
opciones como presidente, o ser un mayordomo o ser un agente de cambio. Y que, en
realidad, la única opción que tenía era ser un agente de cambio. El resultado de ser un
agente de cambio es que probablemente no recibiría mucho crédito porque muchos de
los beneficios vendrían tras irme.
3. La única moneda que tiene límite es el tiempo; así que gástelo con
sabiduría.
Cuando fui a Taiwán hace muchos años, la persona que me enseñó la ciudad se
me presentó como el chofer. De todas formas, disfruté de su compañía y le estuve
muy agradecido. Una noche, gracias a un mejor intérprete, descubrí que se
trataba del presidente de la compañía que había visitado.
Este fue el comienzo de una gran relación de negocios, y un ejemplo de uno de los
mejores consejos que he recibido: cuando conozcas a alguien,
independientemente de su cargo, sé simpático y amistoso porque nunca se sabe.
Keith Reinhard, presidente de DDB, una vez me dijo: “Si no puedes escribir tu
estrategia en el reverso de una tarjeta de presentación, es demasiado compleja
para llevarla a cabo”.
Cuando era gerente senior, una persona me dijo: “A medida que asciendes en la
organización, se vuelve más importante la forma de hacer las cosas y disminuye
la importancia de lo que logras. Lo importante es el liderazgo y cómo se hacen las
cosas”.
Mi padre me dio este consejo: “No eres un hombre hasta que no tienes que despedir a
alguien y no eres un buen hombre si no detestas despedir a alguien”.
Mi padre, Pat Jones, que poseía más instintos comerciales que cualquier otro hombre
que haya conocido, me dio tres importantes consejos:
1. Mientras eres joven, sal con gente mayor. Es importante relacionarse con
gente mayor que tenga un historial de logros profesionales. Interactuar
con este tipo de gente te permite beneficiarte y crecer con su
conocimiento, experiencia y sabiduría.
3. A veces, las mejores jugadas de fútbol (americano) son las que nos
devuelven a la línea de partida. Con frecuencia, una persona es exitosa si
logra mantenerse siempre en el juego. Conozco a muy pocos
emprendedores, cuyas decisiones hayan sido correctas más de 50% de las
veces. Pero triunfan porque dejan atrás las pérdidas y vuelven a la
batalla.
Durante mis años en Merrill Lynch, trabajé para algunas de las mejores personas que
haya conocido. Dos en particular establecieron el tono en la organización: Dan Tully,
el director general, y Steve Hammerman, el asesor general. Uno de los principales
consejos que le daban a la organización era el “RSI”: Retorno sobre la integridad.
El mejor consejo de negocios que he recibido me lo dio Fielding Walker, que ascendió
la escalera corporativa en Unocal y llego a dirigir una de las divisiones más
importantes. Cuando llegué a la compañía, intenté cambiarlo todo.
Fielding Walker se dio cuenta de que yo estaba luchando y notó que estaba perdiendo
mi capacidad de concentración y confianza en hacer los cambios. Entonces vino a mi
oficina y me dijo: “Tim, creo que en realidad estás buscando aprobación. Eres un
sujeto al que le gusta que la gente lo apruebe. Hasta ahora has estado en
situaciones en que tu personalidad te ha permitido que te aprueben. Pero ahora
estás en una situación en que es imposible que hagas lo correcto por esta
compañía y, a la vez, ser aprobado por todo el mundo. Esto es imposible. Tienes
que pensar bien en quién quieres que te apruebe”.
La peor palabra en los negocios es “gratis”. Las ofertas, las muestras gratuitas y
las pruebas gratuitas tienen el mismo valor que pagó el cliente: cero. Si tienes
valor, cobra por este. Si el valor no puede ser vendido, entonces tienes malos
vendedores o realmente no tienes el valor que crees que tienes.