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Primer tomo

WIKIPEDI
A
Autores colaborativos

WIKIPEDIA #01
La enciclopedia libre
Traducido, corregido y editado por CHEMÉ
© Chemé, 2020

Imagen de la portada: Monumento a WIKIPEDIA (Pomnik WIKIPEDII),


escultura ubicada en Słubice (Polonia). Realizado por el armenio Mihran Hakobyan [1984].

Traducido, editado y corregido por Chemé.

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Nacional-sindicalismo
El nacional-sindicalismo, tambié n denominado falangismo, es una ideología inspirada en
el sindica-lismo revolucionario de Sorel y adaptada a las particularidades de la Españ a de la é poca.
De cará cter antiparlamentario y contrario a los partidos políticos, defiende inicialmente
un corporativismo basado en la idea del Estado totalitario y pasa a adoptar una idea de
sindicalismo autogestionario aglutinador de empresarios y trabajadores al servicio de la nació n. Se
define anticapitalista y antimarxista, y desta-ca por su afá n de unificar los conceptos
de patria y justicia social, y su defensa del catolicismo no como religió n oficial, sino como elemento
característico e imprescindible para comprender la historia de Es-pañ a, contemplando la vía
revolucionaria para alcanzar sus objetivos políticos.

1. Historia

Su origen tiene lugar en el ámbito de las Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista (JONS),


movimiento ideoló gico formado por la unió n del grupo reunido en torno al semanario La conquista
del Esta-do (reflejo de su homó nimo italiano La conquista dello Stato, editado por el fascista Curzio
Malaparte), liderado por Ramiro Ledesma y las Juntas Castellanas de Actuació n Hispá nica (JCAH)
de Oné simo Re-dondo. Tras la fusió n de las JONS con Falange Españ ola de José Antonio Primo de Emblema de las JONS, primera
Rivera, tiene lugar su desarrollo pleno.
organizació n que se proclama
nacionalsindicalista.
Durante la dictadura de Francisco Franco (1939-1975), el nacional-sindicalismo comienza siendo la
ca-ra visible del nuevo Estado, siendo poco a poco relegado en favor del liberalismo tecnocrá tico propug-nado por las jerarquías franquistas,
a causa de la muerte de los fundadores de Falange en la guerra y de la disolució n de la organizació n, por parte de Franco, con el Decreto de
unificació n de abril de 1937. Comenzaría a perder peso en la política nacional desde que algunos antiguos falangistas integrados en el partido
ú nico (Falange Españ ola Tradicionalista y de las Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista o FET-JONS) fueron sustituidos en sus cargos por
ministros vinculados a la Prelatura de la Santa Cruz y de la Obra de Dios (u Opus Dei) y de clara ideo-logía liberal-conservadora, que dieron
paso a políticas aperturistas (en 1955 Españ a entra en la ONU, en 1959 se produce la visita de Dwight David Eisenhower, etc.). En 1967, con
la Ley Orgá nica del Estado, el papel de partido ú nico pasó a ser realizado por el Movimiento Nacional. Tras la muerte de Franco,
en noviembre de 1975, y con la legalizació n de los partidos políticos, Falange Españ ola de las Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista (FE-
JONS) se reorganiza para llevar a cabo las ideas promulgadas por la formació n originaria; pero su nombre quedaría vinculado
al franquismo dado la utilizació n que de su simbología realizó este.

2. Doctrina
Su doctrina se basa en una concepció n totalitaria (todos los españoles participarán
en él a través de su función familiar, municipal y sindical) que aspira al
establecimiento de una democracia participativa y directa para la cual es preciso
realizar antes una la-bor de educació n y revolució n moral que capacite al pueblo
para su éxito. Contraria al capitalismo liberal, defiende lo que sus teó ricos
denominan un “Estado sindical” en el que no hay cabida para los partidos políticos,
afirmando superar así la tradicional di-visió n de corrientes ideoló gicas
entre izquierdas (comunista, socialista o socialdemó -crata)
y derechas (conservadora o liberal).

La gé nesis de este movimiento se halla al principio de la dé cada de 1930, periodo


en el que el fascismo se extiende por diversos países de Europa. Sus bases
ideoló gicas co-mienzan a sentarse un mes antes de proclamarse la segunda
repú blica españ ola (1931-1936) con la aparició n del semanario La conquista del Bandera del nacionalsindicalismo, inspirada
Estado. Sus fundadores son un grupo liderado por Ramiro Ledesma que, en los colores tradicionales
admiradores del régimen fascista de Benito Mussolini en Italia, veían en esta del anarcosindicalismo.
ideología el medio para implantar un Esta-do totalitario en Españ a. Ledesma lanzó
la idea de un Estado sindicalista y totalitario de marcado cará cter nacionalista. Para alcanzar sus fines se contempla el ejercicio de la
violencia.

«Tenemos dos fines supremos: subvertir el actual régimen masón, antiespañol, que ahoga la vitalidad de nuestro pueblo, hoy indefenso e inerme
frente a la barbarie marxista. Imponer por la violencia la más rigurosa fidelidad al espíritu de la Patria. » (Ramiro Ledesma en La conquista del
Estado)

Otra característica del movimiento fue, y es, su exacerbado rechazo del comunismo.

«Nuestro deber jonsista consiste en extraer de la situación de Alejandro Lerroux todas las consecuencias que resulten favorables para realizar
con éxito un plan de acción directa contra los marxistas. […] Con las JONS, que presenten batalla violenta al marxismo en vez de que tengan que
ser los agentes de la autoridad los que realicen actos punitivos.» (Ramiro Ledesma, septiembre de 1933)

3. El componente sindical

A estas características del nacionalsindicalismo se añ ade el soporte ideoló gico para conseguir estos fines: el sindicalismo. Las JONS escogie-
ron para su bandera los mismos colores de la Confederació n Nacional del Trabajo (CNT), sindicato anarquista de clase, mayoritario en aque-
lla é poca y totalmente enfrentado ideoló gicamente al nacionalsindicalismo. Una vez eliminado el Parlamento y prohibidos los partidos, el Es-
tado sería vertebrado por un sindicato corporativista, el municipio y la familia. De este modo se pretendía acabar con la lucha de clases.

Proclama un nacionalismo radical y extremista; su fundador, José Antonio Primo de


Rivera, hablaba así de su país: «España es una unidad de destino en lo universal»,
considerando que la unidad de Españ a no se justificaba por tener una lengua o raza en
comú n, sino que su destino era el de unir lenguas, pueblos y razas universalmente;
considerando a los nacionalismos pe-rifé ricos como «el individualismo de los pueblos».

En cuanto a la religió n, el proyecto se define como cató lico y no clerical, defendiendo


la sepa-ració n Iglesia-Estado y posibilitando los apoyos que las instituciones cató licas
precisasen.

En el plano econó mico, el nacionalsindicalismo propone un sistema totalitario que


englobe a todos los agentes de la producció n, trabajadores y patronos por igual, en una
ú nica estructu-ra sindical corporativista, dividida por ramas. Propone, asimismo, la
nacionalizació n de la banca y la de los grandes servicios pú blicos, poniendo la propiedad
privada al servicio de los intereses nacionales.

Las JONS y, posteriormente, FE-JONS, fueron las primeras organizaciones españ olas que
se declararon nacionalsindicalistas. Crearon un sindicato de estudiantes, el Sindicato
Españ ol Universitario (SEU), que logró una presencia nacional, e intentaron implantar, sin
é xito, un sindicato de trabajadores, la Central Obrera Nacional-Sindicalista (CONS).

4. Durante el franquismo
José Antonio Primo de Rivera, fundador
Durante el ré gimen, Franco quiso servirse del nacionalsindicalismo como soporte de Falange Españ ola en 1933 y uno de los
ideoló gico y se rodeó de algunos dirigentes leales que antes habían pertenecido a la arquitectos del nacional-sindicalismo.
clausurada FE-JONS y quisieron continuar su política dentro del nuevo Estado franquista. No obstante, el re-sultado (un sindicato vertical al
que obligatoriamente debían pertenecer todos los trabajado-res y empresarios y el desarrollo de la llamada “democracia orgá nica” en lugar
de la “democracia participativa” que habían propugnado los falangistas) dejó a las claras que el sistema só lo tendría de aquella organizació n
un nombre parecido y los símbolos, apropiados a la muerte de sus fundadores por el proclamado jefe del Estado.

Segú n manifestaba en 1965 el político Manuel Fraga, fundador de Alianza Popular (má s tarde refundado como Partido Popular) y presidente
de la Junta de Galicia, «el pensamiento nacionalsindicalista fue una de las grandes aportaciones de Falange Española al ideario nacional». José
Antonio Primo de Rivera formuló estas bases de la idea nacionalsindicalista:

«a) Superación de la lucha de clases. Considerando a cuantos contribuyen a la producción como interesados en una misma gran
empre-sa común. Por lo mismo, el sindicato no será horizontal, de clase, sino vertical, al servicio de esa empresa común.

b) Garantía de un mínimo vital y humano al trabajador.

c) Garantía de su participación en la vida económica, social y política, a través de la Organización Sindical.

d) A su vez, el Estado se descargó en ella de múltiples cuestiones arbitrales, e incluso económicas, para concentrarse en su específica función
polí-tica.

e) Organizar la vida económico-social sobre esta base corporativa, sobre ella (y las otras unidades naturales de convivencia, principalmente
la familia y el municipio) se edificará la arquitectura representativa del Estado.»

“Estructura política de Españ a”, libro de texto de la asignatura Formació n del Espíritu Nacional (FEN)

Para el desarrollo de esta doctrina fue creado en 1938 el Ministerio de Organizació n y Acció n Sindical, cuyo titular fue el falangista Pedro
Gonzá lez-Bueno y Bocos.

En 1939 la Secretaría General del Movimiento asume estas funciones, a travé s de la Delegació n Nacional de Sindicatos (DNS), con indepen-
dencia del Ministerio de Trabajo de Españ a creado bajo el gobierno de Eduardo Dato, por Real Decreto de 8 de mayo de 1920. Este ministe-
rio tenía por objeto llevar a cabo la política social del Estado: «Quedaba así bien centrado el Sindicato en su ámbito propio, entre la sociedad y
el Estado, y no como una pieza burocrática de éste» (“Estructura Política de Españ a”, libro de texto de la asignatura Formació n del Espíritu Na-
cional).

En 1940, con la promulgació n de las leyes de Unidad Sindical y de Bases de la Organizació n Sindical inicia su andadura la Organizació n Sindi-
cal. Aunque inicialmente se consigue la creació n de la estructura necesaria para lograr la eficiencia de la actuació n sindical, la oposició n al
proyecto fue muy fuerte, circunstancias que provocaron el cese del ministro, consecuencia de las discrepancias surgidas en el seno
del Consejo Nacional del Movimiento y la alarma en sectores interesados en que en el sindicato no estuviesen integrados patronos, té cnicos y
obreros. No era para menos, la nueva legislació n atribuía a los sindicatos tanto la representació n y disciplina de todos los productores como
la ordenació n econó mico-social de la producció n.

Este mismo añ o la CONS fue, por orden gubernativa, disuelta e integrada en la Organizació n Sindical Españ ola (OSE).

El 29 de octubre de 1969, con la formació n del duodé cimo gobierno de la dictadura franquista, la Delegació n Nacional de Sindicatos adquiere
autonomía respecto de la Secretaría General del Movimiento y pasa a depender de un ministro sin cartera: Enrique García-Ramal.

«De estas y otras disposiciones y de la práctica surgida en torno a ellas ha resultado la creación de la organización sindical más completa y pode-
rosa que haya habido nunca en España, centrada en la idea de unidad, compatible con una gran “elasticidad”, para permitir el juego de los
diversos intereses allí representados, y en una participación institucional en la vida política y administrativa.» (“Estructura Política de
Españ a”, libro de texto de la asignatura Formació n del Espíritu Nacional)

4.1 Participación institucional

La representació n sindical correspondía a un tercio de los ayuntamientos y un tercio de las Cortes Españ olas.

El total de cargos sindicales electivos es de unos 300.000, de los cuales 200.000 correspondían al á mbito local, 88.000 al provincial y 12.000
al nacional.

5. Actualidad

En la actualidad, apoyado y seguido por grupos falangistas, el nacionalsindicalismo está presente en algunas centrales sindicales con escasa o
nula representació n entre los trabajadores, principalmente la Unió n Nacional de Trabajadores (UNT), sindicato vinculado a FE-JONS o el sin-
dicato Trabajadores Nacional-Sindicalistas (TNS), vinculado a FE-La Falange. En otros países, principalmente en Hispanoamé rica, tambié n
existen y existieron grupos muy minoritarios que se declaran nacionalsindicalistas o que se adhieren a su ideario político general. Entre ellos
sobresale la Unió n Nacional Sinarquista (UNS) en Mé xico, el Movimiento Revolucionario Nacional Sindicalista (MRNS) de Chile, el Movimien-
to Nacionalista Tacuara (MNT) en Argentina o incluso una delegació n de la FE-JONS en Buenos Aires.

Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Nacionalsindicalismo

Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista


Las Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista (JONS) fue un grupo fascista españ ol existente entre
1931 y 1934. De cará cter totalitario y contrario a los partidos políticos y a cualquier sistema
democrá ti-co, propugnaba la supremacía del Estado, pretendiendo articular este Estado en torno a un
sindicato ver-tical. De cará cter marcadamente nacionalista, concretó esta ideología en el
denominado “nacionalsindica-lismo”.

Su ó rgano oficial fue el semanario Libertad.

1. Ideología e historia

Las JONS nacieron el 10 de octubre de 1931, a partir de la fusió n del grupo liderado por Ramiro
Ledesma Ramos (fundador del semanario La Conquista del Estado) con las Juntas Castellanas de
Actuació n Hispá -nica (JCAH), grupo fundado por Oné simo Redondo Ortega (antiguo propagandista
de Acció n Cató lica) y nucleado en torno al semanario Libertad.

Las JONS, consideradas como un fascismo a la españ ola, seguían la corriente fascista de Europa,
adaptan-do algunos conceptos (muy especialmente del fascismo italiano y Logo estilizado de las JONS.
del nacionalsocialismo alemá n) a las peculiaridades de la sociedad españ ola de la é poca. Si el nazismo
ensalzó la sangre aria, el nacionalsindi-calismo sustituyó este concepto por el catolicismo. Propugnaban la acció n violenta como medio para
alcanzar la que denominaban revolución social. Fueron las pioneras en adoptar el símbolo de las cinco flechas entrecruzadas en un yugo o
junta, así como el lema «¡España una, grande y libre!» y «¡Arriba los valores hispánicos!», grito precursor del posterior «¡Arriba España!»
falangista.

El 4 de marzo de 1934 las JONS se unieron con la Falange Españ ola (FE), formando la nueva Falange Españ ola de las Juntas de Ofensiva Na-
cional-Sindicalista (FE de las JONS) en un acto celebrado en el teatro Calderó n de Valladolid.

2. Las JONS y la violencia


Al igual que ocurriera con el fascismo italiano a principio de los añ os veinte, la violencia fue un elemento fundamental en la estrategia de las
JONS. Ledesma escribió una guía programá tica para ejercer esa violencia de forma sistemá tica. Desarrollada en seis puntos, la convertía en
eje estraté gico para alcanzar los fines políticos.

Para Ledesma, se había acabado el tiempo del terrorismo secreto y se abría una nueva etapa en la que serían las milicias uniformadas y per-
fectamente disciplinadas las que ejerciesen esa violencia que sus objetivos políticos precisaban. Oné simo Redondo (su otro dirigente) sería el
má s explícito de todos los jefes falangistas cuando declaró : «Estamos enamorados de una cierta violencia saludable». «Se aproxima una situa-
ción de violencia absoluta».

Las milicias jonsistas se convirtieron en provocadores que contribuyeron a la violenta situació n que vivió la segunda repú blica (1931-1936),
aprovechando la venta de sus publicaciones para enzarzarse en razias con jó venes de las organizaciones de izquierdas, haciendo incursiones
en barrios obreros o asistiendo a los actos pú blicos de las formaciones de izquierdas para boicotearlos. En mayo de 1932 la violencia causa la
primera víctima mortal en las filas de las JONS: un jonsista muere en Valladolid a disparos de la Guardia de Asalto. En marzo de 1933, en la
universidad de Madrid, un jonsista armado con una pistola hirió a tres estudiantes. El 2 de noviembre de 1933, durante un mitin convocado
por los socialistas en Daimiel (provincia de Ciudad Real), un socialista apuñ aló al jonsista José Ruiz de la Hermosa, causá ndole la muerte. Las
JONS propiamente dichas no llegaron a causar ninguna víctima mortal entre los militantes de organizaciones izquierdistas, pues la primera
muerte de este tipo no se produjo hasta el 10 de junio de 1934, fecha en la que la organizació n ya se había fusionado con Falange Españ ola
para dar lugar a Falange Españ ola de las Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista.

Ya unido a Falange Españ ola, el grupo de las JONS se convirtió en el má s proclive a utilizar la violencia.

Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Juntas_de_Ofensiva_Nacional-Sindicalista

Libertad (periódico)
Libertad fue un perió dico españ ol editado en Valladolid entre 1931 y
1979. Fundado originalmente por el líder fascista Oné simo Redondo como
un sema-nario de ideología fascista, filo nazi y antisemita, durante la
guerra civil (1936-1939) pasó a editarse como un perió dico con formato
diario. Siguió publicá n-dose hasta su desaparició n en 1979, tras el final del
ré gimen franquista.
Cabecera del perió dico.
1. Historia

1.1 Primera época

El perió dico fue fundado originalmente por el líder fascista Oné simo Redondo como semanario Libertad, el 13 de junio de 1931. En torno a
Redondo se congregó un grupo de autores que solían publicar en el mismo, como Javier Martínez de Bedoya, Carlos Ferná ndez-Cuenca, Jesú s
Ercilla o Emilio Gutié rrez Palma.

Durante el periodo republicano fue la principal publicació n fascista de Valladolid, lo que le acarreó no pocos problemas con las autoridades:
suspensiones, multas y procesos judiciales. En una de estas suspensiones la publicació n hubo de ser sustituida de forma temporal (entre
1932 y 1933) por el semanario Igualdad, antes de volver a circular nuevamente. Desde Libertad se hizo un fuerte seguimiento del nazis-
mo alemá n, llegando a reproducir escritos de Adolf Hitler. En sus pá ginas aparecieron diatribas antisemitas e incluso se publicó por entregas
el libelo antisemita “Protocolos de los sabios de Sió n” (Protokoly Sionskij Mudretsov, 1903). Durante estos añ os tambié n sirvió como ó rgano
del partido fundado por Redondo, las Juntas Castellanas de Actuació n Hispá nica (JCAH), y má s adelante lo sería tambié n de su sucesor,
las Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista (JONS). Tras la unió n de las JONS con Falange Españ ola (FE), la revista continuó publicá ndose con
algunas interrupciones hasta el 20 de mayo de 1935, cuando dejó de editarse por ó rdenes del líder falangista José Antonio Primo de Rivera
(que con esta medida habría buscado potenciar la difusió n del semanario Arriba de Madrid).

1.2 Etapa franquista


Tras el comienzo de la guerra civil en el verano de 1936, Libertad resurgió como un semanario. Bajo la nueva direcció n de Gabriel Arias-Sal-
gado, a partir del 21 de agosto de 1938 el antiguo semanario pasó a editarse de forma diaria. Posteriormente, el diario se convirtió en propie-
dad de Falange Españ ola Tradicionalista y de las Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista (FET-JONS), y durante la dictadura franquista pasó
a integrarse en la llamada “Cadena de Prensa del Movimiento” como ó rgano oficial del mismo en Valladolid.

Durante los añ os del franquismo por la direcció n del perió dico tambié n pasaron Narciso García Sá nchez, Víctor Gó mez Aylló n, Timoteo Este-
ban Vega, etc. En este periodo fue uno de los tres diarios que se editaban en la capital vallisoletana, junto al  Diario Regional y El Norte de Cas-
tilla. Sin embargo, a diferencia de los otros, Libertad nunca tuvo unas ventas muy elevadas entre la població n. Ya en 1966 el diario era defici-
tario para las arcas pú blicas. Tras la muerte de Franco pasó a incorporarse al ente estatal Medios de Comunicació n Social del Estado (MCSE),
pero la situació n siguió empeorando. Para 1979 acumulaba unas pé rdidas de casi 46 millones de pesetas, y su tirada diaria era de só lo 885
ejemplares. Esta situació n hizo insostenible su mantenimiento y finalmente se acordó su cierre en 1979.

2. Primer número

El día 18 de junio de 1931 sale a las calles de Valladolid el primer nú mero del nuevo semanario Libertad, fundado por Oné simo Redondo, de
lucha social, juvenil y portavoz de la revolució n hispá nica. Su nombre es monosílabo, escueto, agresivo y contundente: Libertad. Las letras de
la cabecera son de estilo gó tico rasgado.

El ejemplar causa extrañ eza y equívoco. El título del semanario se asocia con los partidos de corte izquierdista, pero su contenido es de una
rabiosa actualidad, nada ditirá mbico. Su línea editorial, desde el primer nú mero, antiburguesa y de cariz nacional-revolucionario y social,
provoca desconcierto. Es un lenguaje nuevo, directo, sin tapujos ni perífrasis. Sus frases y consignas son dardos que apuntan al centro de una
juventud inquieta que se siente artífice de la nueva historia. El nombre del semanario lo adoptó personalmente Oné simo porque consideraba
que, la primera misió n a realizar, era la de arrebatar e inutilizar los nombres típicos tó picos de la izquierda. Quería dar a entender que si al-
guien pugnaba por la "libertad" eran las juventudes hispá nicas, no comprometidas con credos marxistas ni con postulados sectarios.

Comenzaba ya por la reconquista de un lé xico que se creía perdido inexorablemente. La dialé ctica que se impone, desde el primer nú mero,
sería la que se convierte, má s adelante, en familiar y propia de las juventudes nacionales y del movimiento político que, en los añ os siguien-
tes, se irían anudando. Ya desde el principio se emplea la palabra “camarada” para designar al compañ ero de fatigas, al esforzado militante
por la salvació n de Españ a de la tiranía y el desorden. Oné simo Redondo la emplea con soltura y acierto en un pequeñ o suelto: «Fiemos mu-
cho, camaradas, del valor cierto de las masas campesinas en Castilla es axiomático que ningún hombre merece más ni puede más que cada uno,
desde el momento en que la lucha surge. La minoría de provocadores, será por tanto la que nos dé el triunfo, porque a continuación del reto
brota en todos los labriegos el amor propio que les pone en actividad y desde ese momento son indomables. Sin contradicción no hay vida. Para
noso-tros, la pugna es la victoria.»

Víctor Fragoso del Toro, cronista de aquellos episodios, nos relata en estos té rminos la salida de la nueva y combativa publicació n: «En la tar-
de del 13 de junio de 1931, la gente que, como de costumbre paseaba por la calle Santiago de Valladolid, se vio sorprendida por el grito de los
vendedores de periódicos: «¡Libertad!» «¡Ha salido Libertad!» «¡Lean Libertad!» El título de este nuevo semanario hizo que todos creyeran que se
trataba de un periódico más del nuevo régimen, pero su lectura desconcertó a las gentes. No se trataba de un periódico liberal, pero tampoco era
reaccionario.»

Su postura es beligerante, y ataca abiertamente, valientemente, al ré gimen republicano-marxista recié n inaugurado en Españ a, a partir del 14
de abril. Es Libertad la antesala escrita, el manifiesto riguroso, el compendio de las ideas vertidas en tinta impresa, la tribuna y el pregonero
periodístico que posteriormente aglutinaría a los má s audaces de la nueva organizació n política, que va a acaudillar Redondo.

El semanario salió a la calle, má s por la ilusió n de Oné simo y un puñ ado de muchachos jó venes que le secundaban, que por la precaria econo-
mía y la penuria de medios en que estaban sumidos aquellos soñ adores. El dinero para sacar el primer nú mero lo proporcionó la madre de
unos amigos del director-fundador. Cada ejemplar era un quebranto.

Escribían en Libertad, entre otros, Narciso García Sánchez, Víctor Gó mez Ayllon, Mariano Tobalina, Tomá s Cerro, Emilio Gutié rrez Palma, “Pa-
co Baló n”, Antonio M. Valentín, Javier Martínez de Bedoya, Jesú s y Francisco Ercilla, “Ito”, Carlos Soto. Colaboraron tambié n, en los primeros
nú meros, Luciano de la Calzada y Mariano Sebastiá n Herrador, amigos personales ambos de Oné simo y vinculados al grupo cató lico
de Acció n Nacional (AN).

Oné simo tenía una pluma ágil y certera. Las ideas le brotaban. A veces escribía a vuelapluma, en el dorso de papeles impresos, en folios reci-
clados, en cuartillas de diversos tamañ os y procedencias o, incluso, redactaba entrefiletes sobre la marcha en la propia plancha, para cubrir
huecos, rellenar espacios o agotar blancos. No había tregua para el respiro. La fatiga le parecía enervar, en lugar de producir desfallecimiento.

Se imprimió en los Talleres Grá ficos de Afrodisio Aguado de Valladolid y la tirada era, aproximadamente, de 5.000 ejemplares que se distri-
buían y vendían durante la semana. Su día de salida era el lunes, siendo vespertino. A veces se producen colisiones y escaramuzas entre los
vendedores y sus antagonistas, rifirrafes que se saldaban siempre con sanciones y represalias contra los que proclamaban y divulgaban Li-
bertad. La censura era severa, las suspensiones frecuentes, las multas gubernativas gravosas.

3. Número dos
El nú mero 2 se abre, en su primera pá gina, con la inserció n de invocaciones que má s tarde se adoptarían como los gritos de ritual de la revo-
lució n nacional, entre ellos los de «¡España grande!» y «¡España libre!» Tambié n aparecen las consignas vitales del movimiento, como son la
exaltació n de la violencia, el desprecio por la política electoral o la exigencia de la revolució n. Hay una proclama que va dirigida a la juventud
y que dice así: «¡A los jóvenes! En esta hora la actuación corresponde a los jóvenes por derecho propio, ya que la política de hoy es, ante todo,
una milicia cívica. Al ataque violento hay que responder con serenidad y valentía. Ningún hombre menor de cuarenta años puede permanecer
con dignidad en la penumbra, ni dar a la política menos de lo que la defensa ardiente de las propias convicciones exija, aun la vida. "Libertad" es
de jóvenes y a los jóvenes se consagra preferentemente. No nos importa contar o no con una mayoría borreguil junto a las urnas y repudiamos el
concurso de las multitudes embriagadas de desorden por las calles: disciplina y audacia es nuestro lema. Las naciones pertenecen siempre a las
minorías con fe y organización. Dándolo todo al ideal antes de comenzar, a nada tememos. ¡¡Por  España Grande, por España verdaderamente li-
bre, a la lucha!!»

Oné simo apenas había cumplido los veintisé is añ os y supo predicar con el ejemplo. Lo dejo todo, lo sacrificó todo: hogar, familia, profesió n,
por imperativo de su fe ancha en la visió n de una Españ a alta y un Estado nacional-sindicalista, tal y como lo propugnaba en sus escritos, en
sus artículos, en sus conferencias, en su peregrinar sin sueñ o por los pueblos castellanos. Como escritor, su prosa era clara, sencilla, lacó nica.
Sus argumentos contundentes e irrefutables, consecuencia de su clara visió n política.

4. Unidad de la Patria

Libertad salía a la calle rompiendo lo viejo, inservible y caduco del declinar social. Soltaba el lastre. Entroncaba con la unidad inquebrantable
de la Patria. Libertad es desde entonces el grito juvenil, limpio y potente, lleno de protestas y pleno de emoció n españ ola. Libertad es un pas-
quín de lucha y, ya desde su primer nú mero, define el camino del ideario: «traemos a la vida social y política, frente al viejo y estúpido concepto
de libertad, que ha sido poder hacer todo y no saber hacer nada, un concepto brutalmente rígido de la jerarquía y un sentido reverencial y sobre-
humano de la autoridad».

Decía el filó sofo Adolfo Muñ oz Alonso que, desde las pá ginas del semanario, se «convocó a concilio hispánico, de trigo, fruta y luz, a los hom-
bres todos de España. Pudo decir cosas terribles sobre la hipocresía de algunas actitudes políticamente religiosas y cosas tremendas sobre esos ti-
pos de levita y casino».

Propugna abiertamente, y sin disimulo, la insurrecció n y el levantamiento contra el régimen. Las llamadas a la violencia son frecuentes.
Liber-tad es un perió dico de lucha política. A pesar de ello, su director, jamá s llevó arma alguna consigo, ni se puede decir que en su vida
disparara un solo tiro, ni tampoco, personalmente, incitó a nadie a que lo hiciera, aunque en su ó rgano de expresió n encontramos alusiones
en este sen-tido.

5. Burguesía

Otro de los temas predilectos de aná lisis, por el juicio periodístico que merece a Oné simo, es el tema de la burguesía capitalista contra la que
arremete por su cará cter y su espíritu antinacional y egoísta, una de las lacras que atenazaba a Españ a. En el nú mero 4 de Libertad, corres-
pondiente al día 4 de julio de 1931, aparece un artículo titulado “La ineptitud burguesa” donde se dice: «Uniendo en esto nuestra voz a la de
los comunistas y anarco-sindicalistas, no vacilamos en declararnos enemigos del orden burgués, con sus vicios peculiares. Sólo que nosotros no
necesitamos para acreditar nuestra repulsa recurrir a las cobardes mentiras que el materialismo revolucionario acumula sobre la socie-
dad burguesa, no por ser burguesa, sino por ser cristiana. En el fondo de todo caudillo de la revolución materialista, vendida al espíri-
tu judío de Marx y Lenin, lo que hay no es un liberador, sino un monstruo burgués.»

Los ataques frontales a la burguesía son una constante. Un añ o má s tarde, en marzo del añ o 1932, y en el nú mero 42 del semanario, se matiza
definitivamente la posició n en un artículo cuyo titular no ofrece dudas: “La traició n de los ricos”, donde se escribe: «Busca el burgués, alejado
con el corazón y el bolsillo de la lucha, las casuales peripecias de este pidiendo en una oración barata y de poco riesgo a Nuestro Señor que algún
Lerroux convertido, algún general "con agallas" o aunque sea un Gil Robles a fuerza de oratoria, nos traiga el cambio que no puede menos que
ocurrir por la burguesísima y mentecata razón de que "siempre que ha llovido ha escampado.»

Tambié n, desde los primeros nú meros de Libertad, son frecuentes los artículos de Redondo con alusiones y ataques a la prensa republicana.
El titulado “El imperio de la calumnia”, apareció en el nú mero 2 y entre otras cosas se lee: «[...] una invasión de papel impreso, organizada, sin
duda, por los enemigos de la sociedad hispana, se ocupa, cada día con mayor ardor, en corromper las bases de nuestra subsistencia racial; las pu-
blicaciones de tipo judío se reparten la tarea dividiéndola en dos actividades: Una tiende a encender la guerra civil con sus campañas de odio po-
lítico extremado. La otra quiere destruir a la juventud haciéndola víctima del opio pornográfico».

Desde su nú mero uno, Libertad saluda a un colega de la prensa que salía perió dicamente ya en Madrid, dirigido por el joven revoluciona-
rio Ramiro Ledesma Ramos, con el evocador nombre de La Conquista del Estado, aunque le hace una matizació n importante: «nos parece bien
el ardor combativo y el anhelo hispánico de "La Conquista del Estado". Pero echamos de menos la actividad antisemita que ese movimiento
preci-sa para ser eficaz y certero. No nos cansaremos de repetírselo».

El punto má s sensible de la publicació n es el sentido social. Ya en el nú mero 2, correspondiente al 20 de junio, se publicaba un texto antoló gi-
co que marcaba claramente la tendencia emprendida: “La revolució n social” en el que Oné simo se declara entusiasta de la misma y dice:
«Pedimos, pues, la revolución social para que todo hombre apto encuentre trabajo dignamente remunerado y para que nadie se vea privado de la
posibilidad cierta de elevar su condición según sus méritos y para que el campo (que es España) sacuda las cadenas de la hegemonía burguesa.
Pero si la revolución social es una necesidad y un grito de justicia, hay que defender ese movimiento sano y juvenil de las corrupciones traidoras
que proceden de la democracia judaizante superburguesa, como de las máquinas internacionales con sello  marxista, que descaracterizarían la
genuina revolución hispánica para hacernos siervos de Moscú. Revolución social, enérgica, urgente, a cargo de la juventud española, eso sí. Pero
con todas estas condiciones:

1. Que no sirva para sustituir la hegemonía burguesa por la tiranía de una clase o un Sindicato. Es un crimen de lesa patria agitar la
Nación pa-ra mudar de despotismo.

2. Que intervenga eficazmente el campo, porque sin la voz de la agricultura todo movimiento colectivo es una agresión al verdadero
pueblo.

3. Que presida esa obra de justicia social un superior anhelo hispánico, una idea nacional de unidad, como garantía de que la
gran España sigue una ruta de encumbramiento y no es víctima de los tenebrosos proyectos que las fuerzas ocultas internacionales incuban
para hundir a las naciones en la miseria consecuente a la lucha de clases.»

La redacció n del perió dico se reunía en la Plaza de Santa Ana, donde habían alquilado unas habitaciones para la Administració n y que servía
tambié n de lugar de encuentro y punto de reunió n del nú cleo de jó venes inquietos y aguerridos, con ansias de reconquista y de unidad, a par-
tir del epicentro de la Península y al grito de «¡Castilla salva a España!» abogando por «el momento histórico nos obliga a tomar las armas».
Como resalta el periodista Tomá s Borrá s, Oné simo es un polemista claro como el agua y como el agua saludable, pero terrible si en furia, se
emplea en anunciar (es un San Juan Bautista de la Españ a que llegará ) tres ideas cardinales: la unidad; la de salvació n y nueva aristocracia del
labrador-señ or, y el triunfo de las libertades cristianas, humanas, de inalienable propiedad del hombre, frente a la sofística “libertad”, nunca
respetada ni aplicada, libertad solo para ellos, para los que preparan la dictadura del proletariado. Para Jesú s Vasallo, de la primera hora, que
llegaría a ser director de Libertad, Oné simo dio supremas lecciones de periodismo, ya que era un periodista nato, integro, un torrente desbor-
dado, con fuego huracanado en los ojos y un vigor intenso en la pluma. Poseía la capacidad de síntesis que debe ser esencial al periodista. Re-
pentizaba sobre cualquier acontecimiento de su é poca con una ilusió n, con una ironía, con una claridad impresionantes. Su clarividencia inte-
lectual, su rigor ante los problemas que formaban el entramado de una Españ a escindida, injusta, sin libertad alguna, aunque de ella se habla-
se mucho, le hacían ser tajante, firme y rotundo en sus editoriales, en sus vibrantes polé micas. Son tradicionales, antoló gicos, sus escuetos en-
trefiletes, redactados con pulso firme, sin una vacilació n, sin corregirlos apenas. Oné simo decía siempre lo que quería decir y sabía decirlo.
Esto es lo má s difícil de la profesió n. Por el vehículo de la claridad llegaba al corazó n de las gentes.

Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Libertad_(peri%C3%B3dico)
Igualdad (semanario)
Igualdad fue una publicació n perió dica españ ola, de tirada
se-manal, impresa en Valladolid. Nacida como sustituto del
sema-nario Libertad, tuvo una corta existencia y só lo se
publicó entre 1932 y 1933.

1. Historia
Cabecera de la publicació n.
La revista fue fundada y dirigida por el líder
fascista Oné simo Redondo, apareciendo su primer nú mero el 14 de noviembre de 1932. 3 Tuvo una existencia muy corta, siendo publicada
entre 1932 y 1933. Igualdad nació como un sustituto temporal del prohibido perió dico Libertad, cuya circulació n había sido suspendida por
las autoridades re-publicanas. Javier Martínez de Bedoya, redactor del mismo, tambié n asumiría las funciones de direcció n como redactor-
jefe. A travé s del nue-vo semanario, el líder jonsista Oné simo Redondo (que en ese momento estaba exiliado en Portugal) siguió emitiendo su
propaganda sin reba-jar el nivel de proselitismo.

Su ú ltimo nú mero fue publicado el 13 de noviembre de 1933, coincidiendo con la reaparició n en pú blico de Libertad por esas fechas.

2. Colaboradores

Como redactores destacaron José Villanueva de la Rosa, Narciso García Sá nchez, Emilio Gutié rrez Palma o Francisco Gonzá lez Armero (“Paco
Baló n”). Tambié n colaboraron con el semanario, entre otros, Víctor Gó mez Aylló n, Fé lix Santiago Marquina, Mariano Dá vila Yagü e, Luis Beni-
to Alonso, Eduardo Franco Cereceda o Juan Aparicio Ló pez.

Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Igualdad_(semanario)
El Fascio
El Fascio. Haz Hispano fue un perió dico político de vida
efí-mera (só lo apareció un nú mero, que ademá s apenas
pudo ser difundido al ser retirado por la policía de la
repú blica) que se publicó en Madrid el jueves 16 de marzo
de 1933 (fecha coin-cidente, no por azar, con el tercer
aniversario del fallecimien-to del general Primo de
Rivera), que ocupa sin embargo un lu-gar significativo en
la definició n de posiciones ideoló gicas du-rante la segunda
repú blica españ ola. Tras el triunfo democrá -tico de Hitler
en Alemania el 30 de enero de 1933, en ambien-tes
conservadores que habían estado cercanos al poder du-
rante la dictadura de Primo de Rivera pareció llegado el
mo-mento de ensayar la posibilidad de un partido fascista Cabecera del ú nico numero editado del perió dico.
en Es-pañ a, que podría ser capitaneado por el hijo del
dictador, José Antonio Primo de Rivera, marqué s de Estella. El encargado de poner en marcha El Fascio. Haz hispano, globo sonda de tal
proyecto, fue el periodista y político Manuel Delgado Barreto: nacido en La Laguna en 1879, diputado por Canarias, fundador de El Mentidero,
semanario que llegó a ser muy popular, y en 1916 de La Acció n, diario cercano a Maura que dirigió durante ocho añ os hasta su desaparició n
en 1924, en el que má s de una vez se había reclamado la necesidad de un «fascis-mo a la española». Delgado Barreto era director desde 1925
de La Nación (diario que había ejercido de portavoz oficioso durante la dictadura y del que era accionista José Antonio) y tambié n
responsable de los semanarios Gracia y Justicia. Ó rgano extremista del humorismo nacional y de Bromas y Veras (el 23 de febrero de 1933
podía allí leerse: «El fascismo es la conjunción de todos los que sienten los dolores de la Patria y quieren remediarlos. De esa conjunción surgirá
el caudillo que conduzca a las masas populares a la victoria»).

La aparició n de El Fascio fue precedida por una potente campañ a publicitaria, sobre todo desde La Nación, por lo que los pedidos en firme de
toda Españ a antes de que apareciese el primer nú mero rebasaban al parecer los 130.000 ejemplares. El Gobierno de Manuel Azañ a, el PSOE y
la Unió n General de Trabajadores (UGT) procuraron evitar su difusió n: la Guardia de Asalto requisó ejemplares de El Fascio en la imprenta de
La Nación, los vendedores acordaron el boicot, se incautaron ejemplares enviados por correo... y la publicació n ulterior del semanario quedó
indefinidamente suspendida por la autoridad republicana.

Para organizar la redacció n del perió dico contó Delgado Barreto con la colaboració n de Ernesto Giménez Caballero, quien organizó en su casa
una reunió n con José Antonio, Julio Ruiz de Alda y Rafael Sá nchez Mazas, así como con los jonsistas Ramiro Ledesma Ramos (que acababa de
cumplir una condena de dos meses de cá rcel por un artículo que había publicado en La Conquista del Estado en 1931) y Juan Aparicio, todos
los cuales participaron en el efímero proyecto. José Antonio buscó un prudente segundo plano signando con una E. [abreviatura de su mar-
quesado] el artículo doctrinal, “Hacia un nuevo Estado”, que ocupa la segunda pá gina, y dejando sin firmar un «distingo necesario»: «El fascio
no es un régimen esporádico».

El Fascio, Haz hispano representa el primer intento significativo de la voluntad del grupo en torno a José Antonio por absorber el potencial
ideoló gico que alrededor de Ramiro Ledesma se había ido conformando primero en La Conquista del Estado y luego en las JONS: de hecho El
Fascio copió el emblema que ya había adoptado el nacional-sindicalismo, convirtiendo en siete las cinco flechas del yugo jonsista.

El ú nico nú mero publicado de El Fascio. Haz hispano ocupó 16 pá ginas. En la pá gina 2 se advierte: «El Fascio, porque no es un periódico de em-
presa ni de negocios, sino de ideas, no tendrá número fijo de páginas. Lo mismo publicará 16, 12, que 8 o que 20. Su precio será siempre, a menos
que se anuncie extraordinario, el de 15 céntimos, en toda España». El precio de 15 céntimos era muy econó mico (25 cé ntimos costaba en 1931
La Conquista del Estado, 40 cé ntimos La Gaceta Literaria en 1932, 20 cé ntimos costaría F.E. a finales de 1933, 2 pesetas [200 cé ntimos] costa-
ba entonces cada nú mero de la quincenal Acción Española).

En la cabecera de El Fascio figura como direcció n de las oficinas: «Av. Pi y Margall, 18»; y el «Apartado de Correos 546» (al que tambié n se re-
mite en las pá ginas 12, 13 y 15). Este Apartado 546 de Madrid será el mismo que, a partir de diciembre de 1933, figure como direcció n postal
del perió dico F.E., una vez constituida Falange Españ ola (FE) en octubre de 1933.

El primer nú mero (y ú ltimo) de El Fascio contaba ya con má s de doce anuncios, que no dejan de tener su significació n, tanto por lo que pue-
den ser posibles patrocinios como por lo que hace al pú blico que se suponía destinatario de tal publicidad comercial: Jabó n Chimbo (Bilbao),
Cementos y Cales Freixa (Barcelona), Aliró n («mucho brillo con poco esfuerzo es el ideal en la limpieza de suelos y muebles [...]»), Lacoma S.A.
(«presentará su colección de primavera-verano compuesta por más de 400 modelos de vestidos y sombreros en el té que se celebrará en el Palace
Hotel, a las cinco y media de la tarde, el próximo jueves, día 16. Pida su tarjeta [...]»), Los 13 («la novela semanal de los maestros, publica una ori-
ginalísima y apasionante novela de El Caballero Audaz [...]»), Leed Genio de Españ a («de E. Giménez Caballero, un estudio básico sobre el fascis-
mo como nueva catolicidad del mundo, un libro básico para los fundamentos de un Fascismo español, cinco pesetas, en todas las librerías »),
Crowner («muebles de decoración»), Pedro Ló pez («antigüedades y objetos de arte»), La Hernia («sólo puede ser vencida con el vendaje super
neo barrere sin palas, único en el mundo»), La Higié nica («Camas, del fabricante al consumidor, las mejores»), Digestó nico («El estómago es el
manantial de alegría de la vida, cuídelo usted con una buena alimentación y algunas cucharadas de [...]»), Matías Torija («Joyas, tasaciones
auto-rizadas [...]»), Gonzá lez Byass (Vinos, manzanillas y «coñ ac jerezano», Jerez de la Frontera).
Muestra de có mo socialistas y comunistas comenzaban a reconocer beligerancia política al fascismo, tras demostrar los nazis la vía democrá -
tica y no revolucionaria por la que habían logrado el poder en Alemania, puede leerse en el comentario publicado en el nú mero de Acción Es-
pañola fechado el mismo 16 de marzo de 1933 en el que la Republica burguesa bloqueaba el nuevo perió dico:

«Se anuncia la formación de un bloque fascista. Sin decirse hasta ahora los nombres de sus directores ni detallarse sobre su organización, el he-
cho es que se habla del fascio y que son innumerables las personas que lo esperan con la mayor curiosidad.

Por desconocer, como antes decimos, los nombres de sus organizadores y sus propósitos, no nos es dable, un comentario concreto.

Pero sí podemos decir que la noticia de la aparición del fascio, ha sido un revulsivo para los hombres y la prensa revolucionaria. Resulta curioso
observar la metamorfosis que han sufrido los adversarios del fascio, en pocos días. Ante los primeros rumores, pareció obligado el gesto despre-
ciativo. Nos reímos, decía El Liberal, con carcajada histérica. No faltó la consabida alusión a las camisas, que unos propugnaban porque fueran
rosa, y otros porque fueran lila.

Pocos días después, el comentario humorístico es sustituido por unas frases duras y avinagradas. Al fascio hay que negarle la sal y el agua. Hay
que matarlo en flor. No podemos consentir -dice un diario- que obtengan libertad para sus propagandas, los que después la niegan en sus progra-
mas. En un mismo día dos capitostes del socialismo, amenazan con estrangular al movimiento por la violencia. Los socialistas haremos una re-
presión que será una epopeya, dice un bravucón.

¿Cómo una cosa que hace cuatro días era una cosa ridícula, la esencia de la cursilería, ha podido hacerles descomponer el gesto hasta esos extre-
mos? Esas amenazas ¿no son la revelación del miedo que les inspira la posible aparición del fascio? ¿Por qué no dejar que muera en el ridículo lo
que es por esencia ridículo? o ¿por qué no conceder a un organismo político la libertad que conceden al anarquismo, al comunismo, y a la propa-
ganda de tantas aberraciones que son otros tantos delitos?

¿Qué secreto oculta ese fascio, que aun en embrión así atemoriza y desata en sus enemigos la furia y los truenos?
He aquí por qué nace la curiosidad de las gentes.» (Joaquín Arrará s, “Actualidad españ ola”, Acción Española, nú mero 25, 16 de marzo de 1933,
pá ginas 62 y 63.)

En las Obras completas de José Antonio Primo de Rivera figura recogido el siguiente artículo que se publicó en La Nación el mismo día en que
apareció El Fascio:

«Una nota de El Fascio

Esta mañana, antes de que saliera un solo número a la calle, fue secuestrado por la policía, sin mandamiento judicial alguno, la edición íntegra
de El Fascio.

Trátase de una revista puramente doctrinal, propaladora de ideas que hoy prevalecen en naciones amigas de España y se están abriendo paso en
todo el mundo.

No había en nuestro periódico una sola línea en que se aludiera al Gobierno ni se combatiera al régimen, porque El Fascio venía a combatir por
algo más grande y permanente: la formación de un nuevo Estado gremial, sindical, corporativo, conciliador de la Producción y del Trabajo y con
seriedad bastante en su estructuración y en sus masas para contener el avance de las propagandas y de los procedimientos disolventes que, a
nuestro juicio, representa el marxismo en todas sus formas, según se está comprobando, desgraciadamente, en España.

El Fascio declaraba que su preocupación no era el régimen, sino el Estado; porque mientras éste no capte masas que le permitan resistir a las
acometidas del internacionalismo sectario, mantener la unidad nacional y proyectar sobre el mundo la recia figura de una España independien-
te, firmemente organizada para todas las eventualidades defensivas y ofensivas, no tiene derecho a proclamar su consustancialidad con ningún
régimen.

El socialismo, por lo que se advierte, ha visto en la predicación de estas doctrinas un enorme peligro para su ya quebrantada situación, que azo-
tan, de una parte, sindicalistas y comunistas, y de otra, elementos conservadores, dentro de la propia república, y acordó, en reunión de sus enti-
dades, que El Fascio no llegara al público, apelando, para impedirlo, a todos los procedimientos.

No necesitaron poner en práctica el acuerdo, porque esta misma madrugada la policía, tanto en Madrid como en provincias, se incautó de la co-
piosísima edición de nuestra revista.

Cuando las circunstancias nos permitan reproducir este primer número de El Fascio, para cuya publicación se habían cumplido todos los requisi-
tos legales, los españoles juzgarán.

Por ahora, todas las demás apelaciones nos parecen inútiles.»

En 1935 Ramiro Ledesma Ramos, en su libro “¿Fascismo en Españ a?” (publicado bajo el pseudó nimo de Roberto Lanzas), escribe lo siguiente
sobre El Fascio:

«La aparición de El Fascio

Aquí reseñaremos ahora un episodio que tuvo bastante resonancia, y al que le corresponde, naturalmente, en este libro, una alusión en cierto mo-
do amplia. Nos referimos a la aparición de El Fascio, semanario del que no salió más que un número, recogido casi íntegramente por la policía.

El episodio es sintomático; pero en realidad fue una formidable ventaja que el Gobierno suspendiese aquella publicación, que en medio de algu-
nos aciertos suponía para el movimiento nacional una posición falsísima y errónea (por ejemplo, su misma denominación, El Fascio, título que no
tenía por qué decir nada al alma española, era la primera contradicción grave).

La idea de la fundación de El Fascio corresponde íntegra a Delgado Barreto, entonces, y creo que todavía ahora, director de La Nación. Se le ocu-
rrió, naturalmente, a la vista del triunfo de Hitler, cuando la enorme masa española, que comenzaba a estar de uñas con el Gobierno Azaña, asis-
tía con admiración a las gestas del fascismo alemán.

Delgado Barreto, con su formidable olfato de periodista garduño, vio con claridad que en un momento así, en una atmósfera como aquélla, si un
semanario lograba concentrar la atención y el interés de las gentes por el fascismo, tenía asegurada una tirada de 100.000 ejemplares. Barreto
no se engañaba en esta apreciación. Era un hombre que no tenía, posiblemente, del fascismo más que ideas muy elementales, y hasta incluso fal-
sas; pero sabía a la perfección el arte de hacer un periódico fascista para el tendero de la esquina, para el hombre de la calle. Lo que es, desde lue-
go, un valor.

Indudablemente, tras de Barreto estaba ya José Antonio Primo de Rivera. No se olviden las relaciones de Delgado Barreto con el general. Y ahora,
ante la empresa fascista, operaba de acuerdo con los propósitos políticos del hijo, de José Antonio, que en estas fechas comenzó a soñar con un
partido fascista del que él fuese el jefe. No obstante, Delgado Barreto daba ya entonces la sensación de que no le dominaba una fe absoluta en
cuanto a la capacidad de José Antonio, y con mucha prudencia eludía jugarlo todo a la carta exclusiva de éste.
Se formó un consejo de redacción, para el que fueron requeridos los jonsistas. Estos se prestaron de malísima gana, porque les horrorizaba
verda-deramente el título del periódico y porque no veían garantías de que aquello no se convirtiese en una madriguera reaccionaria. Pero el
afán de destacar su labor y de popularizar en lo posible al movimiento jonsista pudo más que todo, y convinieron entrar en aquel Consejo, si bien
bajo el compromiso de que ellos, los de las J.O.N.S., redactarían dos planas, que de un modo exclusivo estarían con integridad dedicadas al
jonsismo.

El Consejo de redacción, además del director, que era Barreto, lo formaban: Giménez Caballero, Primo de Rivera, Ramiro Ledesma, Sánchez Ma-
zas y Juan Aparicio.

Con anterioridad a su salida, El Fascio fue profusamente anunciado. Ello hacía que pudieran percibirse las reacciones de la gente, y también que
aumentasen de día en día los pedidos de los corresponsales, que a última hora rebasaban los 130.000 ejemplares.

El Gobierno asistía con bastante inquietud a esta realidad. Pero más aún que el Gobierno, los socialistas, a quienes una salida así, descarada y
desnuda, de un periódico fascista, al mes y medio escaso de ser batida por Hitler la socialdemocracia alemana, les parecía intolerable.

Al mismo ritmo que aumentaba la expectación de la gente crecía la inquietud del Gobierno, que se disponía a movilizar su aparato policiaco.
En esto, de modo apresurado y espectacular, se reunieron las directivas del partido socialista y de la U.G.T. El acuerdo consistió en anunciar que
ambas organizaciones se disponían por sí, y con todas sus fuerzas, a impedir la publicación y venta de El Fascio, si las autoridades no se
adelanta-ban a suspenderlo gubernativamente.

El periódico estaba listo y se disponía a arrostrar cualquier vendaval. Desde luego, y después de la actitud coactiva de los socialistas, era segura
la intervención del Gobierno, y muy probable el encarcelamiento de los redactores más destacados. El día antes de la salida no faltaba más que el
artículo de Sánchez Mazas, hombre al parecer no muy provisto de heroísmo, que, ante la inclemencia del temporal, con diversas excusas, no escri-
bió el artículo y se fue a pasar el día fatídico a El Escorial.

Giménez Caballero hizo todo un plan programático de bastante interés, si bien quizá demasiado severo, intelectual y seco. Primo de Rivera escri-
bió un artículo teórico contra el Estado liberal, que firmó con la inicial E. Ledesma y Aparicio llenaron las dos planas jonsistas. Y Barreto, perio-
dista fecundo, escribió innumerables cuartillas haciendo llamamientos, perfilando la futura organización, etc.

El Fascio apareció el día 16 de marzo y sólo pudo venderse en un corto número de poblaciones. Fue rigurosamente recogido por la policía. En
Ma-drid se incautó de una camioneta con más de 40.000 ejemplares.

Repitamos que fue una gran ventaja que la aventura de El Fascio terminase apenas nacida. Se iba desde él a una segunda edición del antiguo
upetismo, que, naturalmente, para quienes representaban un sentido nuevo, nacional-sindicalista y revolucionario, hubiera significado el mayor
de los contratiempos.

Hubiera representado, asimismo, la renuncia a hacer del movimiento una cosa propia, una cosa de la juventud nacional, con su doctrina, su tácti-
ca y sus propósitos, en absoluto desligados de la carroña pasadista y superviviente.

Los jonsistas, a la vista de aquella gente, y después de alegrarse de la suspensión, volvieron a sus tiendas, pues comenzaba para ellos su mejor
eta-pa, la que los convirtió en señaladores y orientadores innegables del nuevo movimiento.

Por primera vez conocieron entonces a Primo de Rivera, del que justo es decir no se mostraba tampoco muy conforme con aquella virgolancia de
El Fascio, pues aunque nada provisto de cualidades de caudillo, es hombre inteligente y de buen sentido. En aquella ocasión, como luego en mu-
chas otras, se dejaba, sin embargo, llevar.»

Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/El_Fascio
F.E. (revista)
F.E. fue una publicació n perió dica españ ola (cuyas letras de la cabecera son las siglas del partido que lo
edita) editada en Madrid, entre diciembre de 1933 y julio de 1934, por Falange Españ ola (a partir del
nú mero 7 por Falange Españ ola de las Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista). Concebido como
semanario (aparecía los jueves), las continuadas dificultades y suspensiones que sufrió determinaron que,
a lo largo de sus ocho meses de vida, só lo apareciesen 15 nú meros. Hasta el nú mero 11 figura en la
cabecera como domicilio de la redac-ció n y administració n: Eduardo Dato, 10, 3Â º 1; desde el nú mero 12:
Marqué s de Riscal, 16. No cambió el pre-cio de cada ejemplar: 20 cé ntimos; ni el Apartado de Correos: el
546 de Madrid (advierta el lector curioso que ese mismo Apartado 546 había figurado pocos meses antes,
en abril de 1933, como domicilio postal del perió -dico El Fascio). Como pie de imprenta figura en todos los
nú meros: “Imprenta Ibiza, 11. Madrid”. Tuvo siempre 12 pá ginas, excepto el nú mero 7 que contó con 16 y
los dos ú ltimos nú meros, formados por ocho pá ginas cada uno.
Logo de la publicació n.
Historia

Su primer nú mero apareció el 7 de diciembre de 1933. Estuvo dirigido personalmente por José Antonio Primo de Rivera. F.E. constaba de do-
ce pá ginas que alojaban diversas secciones, como: “Falange Españ ola”, “Falanges Universitarias”, “Vida sindical”, “Nacional”, “Internacional”,
etc. Colaboraron en ella Manuel Mateo, Felipe Ximé nez de Sandoval o Rafael Sá nchez Mazas, entre otros. Se procuró dotarla de un contenido
literario, labor en la que destacaron Samuel Ros, Ernesto Gimé nez Caballero, José María Alfaro y Víctor d’Ors (hijo de Eugenio d’Ors). Sá nchez
Mazas se encargó de la secció n “Consignas de normas y estilo” de la publicació n.

F.E. se editó con cará cter semanal, llegando a publicarse doce nú meros. La publicació n se mostró partidaria de la Alemania nazi, y llegó a pu-
blicar contenido abiertamente antisemita. Su distribució n fue motivo de numerosos conflictos, entre censuras, secuestros gubernamentales y
altercados callejeros; como consecuencia, resultaron muertos varios miembros de Falange Españ ola. Un caso famoso fue el del estudian-
te Matías Montero, miembro del Sindicato Españ ola Universitario (SEU). El ú ltimo nú mero de la publicació n salió el 26 de abril de 1934.
El acontecimiento que má s afectó a la vida del perió dico vino determinado por la fusió n que, en febrero de 1934, se produjo entre la entonces
“considerada” fascista Falange Españ ola (dirigida por José Antonio Primo de Rivera) y las también “consideradas” fascistas Juntas de Ofensi-
va Nacional-Sindicalista (continuadoras de La Conquista del Estado, con Ramiro Ledesma Ramos como adalid). A partir del nú mero 7, en el
que se informa que Falange Españ ola (FE) y Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista (JONS) forman una organizació n ú nica, el yugo y las cin-
co flechas jonsistas se incorporan a la cabecera del perió dico (en la pá gina 12 del nú mero 3 ya se hizo figurar un dibujo donde siete flechas fi-
guran uncidas por las letras F y E (tantas flechas como habían figurado en la cabecera de El Fascio, en marzo de 1933).

Tras su desaparició n fue sucedida por el semanario Arriba, que se convirtió en el nuevo ó rgano oficial de Falange Españ ola. En abril de 1943
la Editora Nacional reeditó los 15 nú meros de F.E. (a un formato reducido respecto del original) bajo el título “F.E. Reproducció n facsímil del
Semanario de la Falange”.

En agosto de 1998 una renacida organizació n Falange Españ ola de las Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista (FE-JONS) mostró su voluntad
de querer continuar la publicació n suspendida sesenta y cuatro añ os antes, en julio de 1934, al asignar el nú mero 16 a la primera entrega de
lo que se presentó como II época de F.E.

Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/F.E._(revista)

Movimiento Español Sindicalista-Fascismo Español


El Movimiento Español Sindicalista-Fascismo Español (MES-FE) fue un
movimiento político españ ol de extrema derecha, predecesor de Falange Españ ola
(FE).

Historia

La iniciativa esperanzadora frustrada de El Fascio no fue baldía ni dejó yermo el


campo político, sino que el efecto fue todo lo contrario, lo abonó con la gran
publicidad y reso-nancia del acontecimiento. La prohibició n, a todas luces injusta,
fue un revulsivo para un amplio sector de la juventud españ ola interesada por el
fenó meno fascista y que no estaba dispuesta a perder el ritmo de los tiempos.
Ademá s, las adhesiones y las cartas de apoyo y aliento recibidas por sus promotores
fueron un fuerte trazo de unió n entre grupos y personas antes desvinculadas y
esparcidas por toda la geografía españ ola. El Fascio era como la piedra que se lanza Bandera de MES, que posteriormente sería la
a un remansado estanque y se hunde, pero que provoca en la superficie de las aguas, bandera de Falange Españ ola.
desde ese epicentro ínfimo y circular, unas ondas en movimiento cada vez má s
expansivas, dilatadas e irrefrenables que llegan a todos los confines del amplio estanque. El Fascio no había sido un experimento, sino la
emul-sió n de unas ideas firmes y meditadas que querían encontrar, a travé s de este semanario, su cauce de expresió n.

El nú cleo exiguo de jó venes, que se había arremolinado en torno a la idea, se encontraba con la ilusió n de saber que incluso la derrota que les
fue infringida por medio del secuestro, la prohibició n y el cierre, se había transformado en una gran victoria por el enorme entusiasmo des-
pertado y por la gran cantidad de personas que se ofrecían a continuar en el empeñ o de fraguar en Españ a un movimiento fascista de enver-
gadura. En el mes de abril comenzaron las primeras reuniones para esbozar y estructurar la corriente política. El lugar de encuentro fue,
principalmente, el despacho profesional de José Antonio, en la calle de Alcalá Galiano, nú mero 8 y, esporá dicamente, en el despacho del direc-
tor del diario La Nación, como ha recordado Manuel Valdé s Larrañ aga. Allí acudían Julio Ruiz de Alda, que había sido entrevistado por Gimé -
nez Caballero para el semanario nonato y que le brindó esta entrevista entrar en relació n con José Antonio y el resto de los intelectuales que
componían el equipo de redacció n.

En el bufete, ayudando en la preparació n de los cimientos políticos, junto con su titular, los pasantes Manuel Sarrió n y André s de la Cuerda.
Allí acuden por las tardes Rafael Sá nchez Mazas, que sueñ a para Españ a las visiones que se impresionaron en su retina en la Roma del littorio.
José Moreno Herrera, marqué s de la Eliseda, nacional-cató lico y seducido por el fascismo. Entusiastas y apasionados rodean a José Antonio.
Los comandantes Emilio Rodríguez Tarduchy y Emilio Alvargonzá lez, ambos estrechos colaboradores del general Miguel Primo de Rivera y de
la Unió n Patrió tica (UP). Gimé nez Caballero blandía su imaginació n y su ingenio en las reuniones.

El bufete era un hervidero de correspondencia, llamadas telefó nicas, visitas, reuniones, telegramas y de inquietudes contenidas. Tambié n se
establecieron contactos con Alfonso García Valdecasas y con Elíseo García del Moral, que entonces militaban en un grupo denominado Frente
Españ ol (FE). Como tiene dejado testimonio García del Moral, «García Valdecasas y José Antonio llegaron rápidamente a un acuerdo. El Frente
Español tenía una organización legal, pero carecía de medios de lucha; en cambio, F.E. [Fascismo Españ ol] tenía cierta masa y medios de lucha,
pero carecía de organización legal». Nos recuerda David Jato en su libro “La rebelió n de los estudiantes”, que «la actividad de Alcalá Galiano, 8,
despacho madrileño de José Antonio, no caía en tierra yerma; por el contrario, contribuía a madurar el lanzamiento definitivo. El MES alcanzó
cierta extensión provincial; en Oviedo, incluso, dio públicas señales de vida, repartiendo hojas de propaganda, tiradas a ciclostil; en el paseo del
Bombí, en una concentración de labradores, fueron detenidos siete estudiantes; entre ellos, Eugenio Miñón, José Esteban, Antonio Pérez Campoa-
mor y García Cernuda. En otros lugares comenzaron a operar pequeños grupos, sin conexión con Madrid, adivinando lo que había de ser; así fue
en Sevilla, en donde dos estudiantes, Narciso Perales y Juan Domínguez, consiguieron las primeras adhesiones de sus compañeros».

José Antonio asiste simultá neamente a otros círculos literarios, como la tertulia de “La Ballena Alegre”, en la calle de Alcalá de Madrid, frente
al edificio de Correos, en los só tanos del café Lyon, donde una corte literaria apostaba por la modernidad hecha clasicismo. Sus contertulios
eran Pedro Mourlane Michelena, Eugenio Montes, Agustín de Foxá , Víctor de la Serna, el burgalé s José María Alfaro, Jacinto Miquelarena, Sa-
muel Ros y toda una pléyade de periodistas y escritores, poetas y soñ adores, hasta un total de veintitré s que, asidua o esporá dicamente, fre-
cuentaban aquella enjundiosa y floral tertulia, que sentía en su dialogar el palpitar del fascismo. Con ocasió n del día 2 de mayo José Antonio
redacta un pasquín, que lee a los incondicionales de su bufete, y que era un grito de alerta y rebeldía. Un grupo de adolescentes, muchachos
que cursaban el bachillerato, como el toledano Espejo, se encargan de distribuir por los aledañ os de las calles de San Bernardo, Eduardo Dato
y Pi y Margall (estas dos ú ltimas eran tramos de la actual Gran Vía madrileñ a) y por los alrededores de la Plaza del Callao. La primera hoja vo-
landera impresa iba suscrita en letras mayú sculas por un desconocido e iné dito “Movimiento Español Sindicalista (Fascismo Español)”. El
panfleto decía: «¡España en peligro! 2 de mayo. El 2 de Mayo de 1808 estaba España aparentemente envilecida. Sus clases dirigentes y gober-
nantes, entregadas al poder y a la cultura del Extranjero. La miseria y la anarquía por todas partes. Las posesiones y colonias, unas pérdidas y
otras a punto de perderse. Todo hacía presagiar que España sucumbiría ante la invasión de un país armado y poderoso, vencedor en otras gue-
rras y pueblos. Pero el pueblo auténtico no estaba podrido ni vendido. Se levantó como un solo héroe. Y venció lo invencible. ¡Que la memoria del 2
de mayo no se os borre como os la quieren borrar, españoles! El alcalde de Móstoles gritó entonces: ¡España está en peligro! ¡Acudid a salvarla!
Así gritan hoy los españoles que sueñan con un movimiento popular, fuerte y unánime, contra la derrota de España como nación: ¡España está en
Peligro! ¡Españoles! ¡Acudid a salvarla! ¡Como en el Dos de Mayo! Movimiento Español Sindicalista (Fascismo Español)».
El día 26 de mayo, la policía seguía recogiendo en Madrid aquellas hojas volanderas que firmadas por el MES, conmemoraban el 2 de Mayo.
En aquel verano se reú nen, en la madrileñ a plaza de Santa Bá rbara, Rafael Sá nchez Mazas, José Bergamín, cuya revista Cruz y Raya había ini-
ciado su andadura literaria el 15 de abril de aquel mismo añ o, y José Antonio. Segú n ha confesado José Bergamín «José Antonio me habló en-
tonces de su intención de fundar un partido fascista español y me ofreció un puesto en él». Los contactos se extienden a provincias. La organiza-
ció n actú a en la clandestinidad. Los militares primorriveristas Rodríguez Tarduchy y Alvargonzá lez se encargan de mantener la irradiació n de
MES con una nutrida correspondencia. El Gobierno comienza a preocuparse por el brote de fascismo. Só lo son, por el momento, rumores,
charlas de café , comentarios de tertulias, mentideros. Un ú nico pasquín. Se está incubando una corriente política nueva que asume los postu-
lados fascistas en Españ a. Es un fascismo a la españ ola que desde su primera octavilla no aparece como partido, sino como “movimiento”, que
lleva, en la denominació n, la vertebració n y la palabra “sindicalista” y, naturalmente, proclama su “españ olidad”, aunque no renuncia a la idea
que lo impulsa y por eso se presenta pú blicamente, sin tapujos ni complejos, como “Fascismo Españ ol”.

El día 27 de mayo aparece la primera proclama, el primer manifiesto, ordenado y sintetizado, de las ideas que asume y los objetivos a los que
aspira el fascismo españ ol. En Madrid corre como la pó lvora. En días sucesivos se reparte en casinos y calles de capitales de provincias. En Se-
villa se divulgó el día primero de julio. La primera proclama es un folio escrito a dos columnas por las dos caras, aunque el folio vuelto no ago-
ta los márgenes. En su enunciado se resalta que es la proclama inicial del Movimiento Españ ol Sindicalista y con destacadas letras, las de ma-
yor molde tipográ fico, se escribe centrado y en el encabezamiento del Manifiesto los té rminos de “Fascismo Español”. En el documento, que
fue redactado por José Antonio y ratificado por Rafael Sá nchez Mazas, Julio Ruiz de Alda, M. Sarrió n, Emilio Alvargonzá lez, Rodríguez Tardu-
chy, Alfonso García Valdecasas y Elíseo García del Moral, puede leerse: «El Fascismo Español quiere la fuerza, la unidad, la popularidad, la
autoridad de España para realizar en el mundo nuestro destino de gran pueblo [...] El Fascismo español es voluntad exasperada de crear un Esta-
do viril, armonioso, totalitario, digno de los hombres de España. [...] Venimos con la violencia necesaria, humanitaria, cruda y caballeresca que
toda violencia quirúrgica supone [...] Antes que un Programa (aunque lo tengamos bien exactamente definido) el fascismo hispano es un nuevo
modo de ser español: nuevo pero antiquísimo, porque en este espíritu juvenil de milicia se ha creado, levantado y sostenido el nombre de España.
[...] Nuestra idea tiene una fuerza nacional, duplicada por una fuerza universal arrolladora. Nuestro partido es la forma auténticamente españo-
la de lo que ya es cruzada normal en los grandes países para sacar a Europa, a las patrias de Europa de la degradación espiritual y la ruina ma-
terial en la que las izquierdas venenosas y antinacionales y las derechas pusilánimes, obtusas y egoístas la han hundido. Nuestro programa es co-
nocido en sus fundamentos: unidad y potencia de la patria; sindicato popular; jerarquía; armonía de clases; disciplina; antiliberalismo; aldeane-
ría; milicia; cultura; estatismo nacional; justicia, que al dar a cada uno lo suyo no consiente desmanes anárquicos de obreros ni mucho menos
desmanes predatorios de patronos. [...] estos son los principios que están llamados a restaurar en todos los países de gran estirpe las más fuertes
formas de civilización europea, en armonía con aquellas grandes continuidades de universalidad y patriotismo, de espíritu familiar y de espíritu
gremial, de religiosidad y alto temple civil, de tradición y modernidad que han ennoblecido la unidad sacramental de Europa. [...] Urge España.
Urge restaurar ante todo el orgullo, el ímpetu, la virilidad que supone ser españoles y encauzar este fresco torrente en una disciplina de servicio y
sacrificio. [...] Todo propósito de libertad o de autoridad, es una canción carcelaria, mientras no nos propongamos una España libre, cara al mun-
do, estructurada, armada, potente, capaz de comerciar, de pactar, de exigir, de hacerse valer entre los pueblos como único medio para sacar ade-
lante su riqueza espiritual y material, de salvarse en todo momento de la usura y de la competencia extranjeras, de vivir en fin sin tutela de las in-
ternacionales formadas ora por el socialismo, ora por la banca, ora por los grupos de potencias, ora por la masonería, sea por quien sea, pero
siempre por quienes no puedan tener jamás por ideal la grandeza de España. [...] ¡Arriba España, una, indivisible y eterna!»

La primera proclama del MES-Fascismo Españ ol, termina y cierra su ideario con el nuevo grito de «¡Arriba España!» Para el historiador José
Luis Jimé nez «se trata, por tanto, de una iniciativa que aúna los esfuerzos de fascistas declarados y de una parte de los propulsores del denomi-
nado “Frente Español”». Maximiano García Venero estima que «el embrión de la sucesiva Falange, fue un llamado Movimiento Español Sindica-
lista». David Jato escribe: «comenzaron a repartirse unas hojas de propaganda de grupos dirigidos por José Antonio Primo de Rivera y Julio Ruiz
de Alda; las hojas llevaban en un recuadro las iniciales F.E., que solían traducirse por sus repartidores indistintamente como Fascismo Español,
Frente Español o Fe Española. Nadie identifica la “F” con el término Falange, a pesar de haber sido utilizado ya en La Conquista del Estado. El
Director General de Seguridad Andrés Casaux, inventó un complot con objeto de terminar con los grupos “fascistas” y de paso con los anarquistas
de la FAI».

La mecha estaba prendida. El manifiesto es entregado de mano en mano en las calles y plazas, en los bulevares y en las rondas, en las puertas
de los café s y en las cercanías de los centros universitarios. El á nimo de los emprendedores, con aliento y moral juvenil, se mantiene enhiesto.
El Gobierno ve fantasmas por doquier. Ha intentado por la fuerza lo que no puede lograr con la razó n. Quiere erradicar cualquier atisbo de
fascismo. Ordena, del 19 al 22 de julio, dar batidas contra cualquier conato fascista, contra cualquier foco sospechoso. Hay cacheos y deten-
ciones. Se dan palos de ciego. Se practican redadas en zonas enteras y barrios y se detiene a cualquier persona sospechosa de guardar cual-
quier relació n con el fascismo surgente. La prensa gubernamental incentiva la alarma pú blica con titulares a toda primera plana como é sta:
“Se teme de madrugada un complot contra el Gobierno” o con la revelació n figurativa, “El complot abortado”. Nos cuenta Ramiro Ledesma
Ramos en su libro “¿Fascismo en Españ a?” (1935), que se hicieron en toda Españ a má s de 3.000 detenciones, desde el 19 al 22 de julio. Los ti-
tulares de prensa de aquellos días eran de gran alarma social: El día 23: “¿Se teme de madrugada un complot contra el Gobierno?” El día 25:
“El complot abortado”. El día 26: “Segú n parece, se trata de destruir en sus comienzos una organizació n de tipo fascista”.

Gran parte de los detenidos fueron ingresados en el penal de Ocañ a, alrededor de noventa presos. «De ellos cuarenta y un anarquistas, el cris-
tiano-social padre Gafo, y el resto un conglomerado de monárquicos, fascistas de Primo de Rivera y el grupo de las JONS [...] de ellos unos doce
pertenecían a la organización que por entonces trataba de fundar Primo de Rivera con el nombre de MES (Movimiento Español Sindicalista) [...]
Entre los de Primo de Rivera, estaba José Gómez, antiguo chofer de confianza del General». Tambié n estaba preso el antiguo torero Marquina,
colaborador del MES. El MES-Fascismo Españ ol se reorganiza. Su lucha es alegre y juvenil. No teme ni las amenazas ni el acoso del Gobierno.
Saben muy bien que a las ideas só lo las puede vencer el convencimiento y de lo que está n convencidos es que el fascismo es una idea de radi-
cal novedad y redentora de la miseria política del momento. Tras el “complot imaginario” urdido solamente en las timoratas mentes guberna-
mentales, los fascistas imprimen una nueva octavilla a dos tintas. En rojo intenso, al margen superior izquierdo, enmarcadas en trazo grueso,
dos siglas identificativas “F.E. (Fascismo Españ ol)” con el siguiente contenido en tinta negra: «F.E. a los militantes. El pavor gubernativo y la
ineptitud policíaca se han maridado para producir el grotesco descubrimiento de un nuevo complot y agitar durante varios días la tranquilidad
ciudadana. Frente a las autoridades nerviosas, nosotros permanecemos firmes. La organización está intacta. Los palos de ciego de la Dirección de
Seguridad no han dado ni en uno solo de nuestros nudos de mando. La inmensa mayoría de los detenidos es ajena a nosotros, aunque la herman-
dad con algunos de los nuestros en la persecución ya nos haga mirarlos a todos como a próximos camaradas. Y de cualquier manera ya sabéis to-
dos que, presos o muertos los que dirigen, ya están nombrados y prontos para acudir al puesto los que deben relevarlos. Ninguno de los nuestros
que ha caído será desamparado por El Fascio. Ninguno de los traidores dormirá muchas noches tranquilo. Y de esta prueba sacaremos nuevo
temple y nueva convicción de que el Estado seudo democrático y socialista es inhabitable. Cada una de sus tiránicas sandeces es como un nuevo
estertor que anuncia la defunción próxima y el advenimiento triunfal del Estado Fascista. ¡Viva España!»

José Antonio acaudilla, con la má xima reserva y discreció n por el cerco al que somete el Gobierno, al MES-Fascismo Españ ol. Son días inten-
sos. Es la forja de un destino. Lee incansablemente, se reú ne, debate en las tertulias, contesta la correspondencia epistolar, amplía su círculo
de amistades, congenia e íntima con alguno de los allegados como Julio Ruiz de Alda. Compatibiliza su vida social con la empresa política en
ciernes. En el mes de julio otra nueva octavilla redactada a vuelapluma por José Antonio, con la marca de “RE”. enmarcada en rojo en su mar-
gen superior derecha, contenía este mensaje a los españ oles: «El fascismo español luchará hasta el triunfo: Por la unidad sagrada de la Pa-
tria. Por la integración de las clases en una armonía jerárquica justa y fuerte de todos los productores. Por elevar a primera dignidad civil la del
trabajo. Por el Estado corporativo, que sustrae los destinos patrios a las oligarquías políticas. Por devolver a España el sentido universal de su
Historia».

El pasquín sería reproducido íntegro, casi un añ o má s tarde, el 24 de mayo de 1934, en el semanario cacereñ o Decimos. El día 1 de agosto es-
cribe José Antonio una carta a Tomá s Dehesa, de Santander, en la que le informa: «Es probable que este verano pase por Santander. Si no me
fuese posible, pienso en cualquier caso emplear mis vacaciones para estudiar más a fondo el movimiento político e intelectual fascista ». Ese mis-
mo día eran detenidos por gritar «¡Viva el fascismo!» en el parlamento el estudiante Rafael Vera de Castro, de 22 añ os, y el mecá nico Pedro
Ollazo, de 23 añ os. En una entrevista de José Antonio al perió dico La Nación, el 24 de agosto, declaraba que era cuestió n de adoptar «el mag-
nífico ensayo italiano a las necesidades de España».

En los ú ltimos días del mes de agosto Ramiro Ledesma Ramos se desplaza, en compañ ía del entonces jonsista visceral José María de Areilza, a
San Sebastiá n, donde se encontraba de veraneo José Antonio "tratando de organizar una fuerza fascista", segú n testimonio de Ramiro. Mantu-
vieron una dilatada entrevista con Primo de Rivera, Ruiz de Alda y García Valdecasas, que acudieron a la reunió n, que concluyó sin resultado
positivo alguno. En septiembre de 1933 aparece datado el ú ltimo pasquín del MES con el ró tulo de “Consignas de depuració n fascista”. Es un
folio a dos columnas, escrito solamente por una cara. En el encabezamiento la marca y el signo, el anagrama y las iniciales del fascismo espa-
ñ ol, “F.E.”, destacadas dentro de un recuadro en negro. El texto trata de despejar cualquier duda sobre quié nes son los genuinos representan-
tes y exponentes del fascismo hispano. Redactado el texto por José Antonio, é ste reclama para sí la legitimidad de origen y de ejercicio fascis-
ta. Dice así: «F.E. Consignas de depuración fascista: Se persigue la propaganda fascista por quienes temen a la eficacia de nuestra verdad. Sa-
ben los enemigos del fascismo que tan pronto como llegara al pueblo auténtico la doctrina que predicamos, afluirían a nuestros cuadros centena-
res de españoles en quienes el sentido nacional no está muerto. La asfixia de nuestra propaganda no ahogará el movimiento fascista. Pero sí pue-
de determinar el que, por la falta de predicación verdadera, pasen como principios fascistas toda suerte de deformaciones antipáticas. Impone
ese grave peligro, por encima de todo deber, el de mantener puro, intacto e inequívoco el sentido fascista de nuestro movimiento. El auge adquiri-
do en sus primeros pasos, ha despertado en muchos elementos, totalmente ajenos a nosotros, el apetito de especular con la palabra “fascismo”.
¡Constituyámonos todos en centinelas contra esos falsificadores! Más de temer que la soledad son las malas compañías. No reciba nadie, por lo
tanto, como legitima compañía fascista sino la que vaya autorizada por esta organización, ni divulgue como buena doctrina fascista sino la que
emane de nuestros mandos, ni economice esfuerzo para impedir que se desoriente con seudofascismos interesados a las masas propicias a adhe-
rírsenos. El fascismo español no es un movimiento al servicio de las clases o grupos conservadores destituidos del mando por la revolución de
1931. Si para el fascismo es funesta la actual ocupación de España por mandatarios de sectas internacionales, tampoco tiene nada de apetecible
el retorno a los viejos tinglados perezosos que hicieron posible la entrega. Pierdan, pues, toda esperanza en servirse de nosotros los que aspiren a
una reconstrucción de lo derruido. Nosotros no seremos nunca la avanzada de su regreso. Y si esto nos priva de adhesiones y hace más dura nues-
tra misión de conquista, de esa dureza insobornada ganaremos para nuestros espíritus el temple con el que se alcanzan las victorias. El fascismo
español no aspira a otra cosa que a la íntegra implantación del Estado Fascista. Es decir: del Estado nutrido hasta la entraña por el genio hispá-
nico que señale autoritariamente a todos, grupos e individuos, la misión que les toca en el logro resucitado de un gran destino histórico nacional.
Para el fascismo la Patria es unidad sustantiva llamada a realizar en el mundo, como en otros siglos, empresas universales. Por eso el fascismo
subordina al bien de la Patria el esfuerzo de todos y no permite propaganda ni libertad contra el destino de la Patria misma. Y por eso el Estado
fascista, que no es patrimonio de un partido triunfante ni de una clase más fuerte, puede como ninguno otro, desde su autoridad indiscutida, im-
poner la justicia social. Ahí están los ejemplos magníficos de Italia y de Alemania, donde dos Estados que no deben su fuerza a ninguna oligar-
quía, sino que se sienten ejecutores de una entrañable y total voluntad patria, han elevado a los obreros a circunstancias de dignidad, libertad y
bienestar nunca logrados por el camino disgregador de la lucha de clases. A eso y no a otra cosa aspira el movimiento fascista. En breve recibiréis
todos un ideario preciso. Pero mientras tanto no cejéis en la vigilancia que aquí se os encomienda. Y para distinguir a los fascistas auténticos de
los falsos, tomad como indicio el espíritu que descubran en sus afirmaciones. Es falso fascista el que deje entrever la aspiración a un recobro de
privilegios y comodidades. Es auténtico fascista quien esté dispuesto al sacrificio de todo, incluso preeminencias y vanidades entre nosotros mis-
mos, por servir a la causa gloriosa que nos anima. Septiembre de 1933».

En el semanario Decimos, que salía en Cá ceres, y que estaba pró ximo a la línea política trazada por el MES, se publica, el 12 de octubre, un ar-
tículo firmado por Arnaldo titulado “Socialismo y corporativismo” donde puede leerse: «¿Cómo están los obreros y los campesinos en Italia?
Podemos dejar sentada una afirmación inconmovible: en país alguno, ni burgués ni demócrata, ni socialista ni socializante, han conseguido los
más necesitados una posición tan ventajosa como las que hoy ocupan en Italia».

El día 19 de octubre José Antonio era recibido, en el Palacio Venecia de Roma, por Benito Mussolini. Era el espaldarazo antes de emprender la
singladura falangista. La entrevista, que duró algo má s de media hora, le fue concertada por su amigo el embajador de Italia en Madrid Ra-
ffaele Guariglia, el mismo que el 23 de febrero de aquel mismo añ o se reunía en el domicilio de Giménez Caballero, de la calle Canarias, nú me-
ro 41, con José Antonio para dar forma y figura a la idea del semanario El Fascio. El embajador le hizo entrega de una carta credencial para el
Duce. La hora del encuentro fueron las 18:30. José Antonio estuvo acompañ ado en aquel viaje por su entrañ able Rafael Sá nchez Mazas y por
el periodista italiano Manlio Barelli, quien ha relatado que José Antonio le confesó antes de la entrevista con el Duce: «Me siento como un dis-
cípulo que va a encontrar al maestro».

En aquella ocasió n, tuvo tambié n oportunidad de mantener José Antonio contactos en Roma con el vicesecretario del Partido Nacional Fascis-
ta, Marpicarti, quien acompañ ó a los hué spedes españ oles en la visita que realizaron a varias sedes del partido para interesarse por su funcio-
namiento y organizació n. La entrevista con Benito Mussolini fue relatada, como si de un ó leo impresionista se tratara, por José Antonio en el
pró logo del libro de Benito Mussolini “El fascismo”, que se publicó el 15 de abril de 1934, con un epílogo de Julio Ruiz de Alda. El pró logo lle-
va por título la añ oranza de un momento vespertino inolvidable, “En una tarde de octubre” y comienza José Antonio diciendo: «El hombre es
el sistema y esta es una de las profundas verdades humanas que ha vuelto a poner en valor el fascismo. [...] Yo he visto de cerca de Mussolini, una
tarde de octubre de 1933, en el Palacio de Venecia, en Roma. Aquella entrevista me hizo entrever mejor el fascismo de Italia que la lectura de mu-
chos libros [...] Yo le había visto en audiencia rituaria, años antes, cuando fui recibido con varios alumnos de la Universidad de Madrid. [...] Habla-
mos cosa de media hora [...] Al llegar los dos a la puerta, me dijo con una calma paternal, sin sombra de énfasis: «Le deseo las mejores cosas para
usted y para España». [...] ¿Qué aparato de gobernar, qué sistemas de pesos y balanzas, consejos y asambleas pueden reemplazar a esa imagen
del Héroe hecho Padre, que vigila junto a una lucecita perenne el afán y el descanso de su pueblo?»
Como recuerdo de aquella visita Mussolini le hizo entrega de una gran fotografía oficial con una dedicatoria muy especial. José Antonio la co-
locó en su Despacho profesional, sobre la chimenea de má rmol blanco, debajo de un retrato al ó leo su padre, en el sitio de mayor honor y dig-
nidad. En aquella memorable entrevista preliminar al nacimiento de Falange Españ ola, José Antonio le participó al Duce de su proyecto políti-
co para Españ a. El mitin del teatro de la Comedia de Madrid, ya estaba marcado cuando José Antonio despacha con Mussolini. José Antonio
acude ilusionado a la cita. Quiere transmitir sus ansias de fascismo al fundador de la idea. Al “hé roe hecho padre”. El propio Mussolini diría,
añ os má s tarde, a la hermana de José Antonio, Pilar Primo de Rivera, cuando le visitó en Roma, recordando aquella entrevista que «José Anto-
nio era uno de los más bellos espíritus que había conocido».

Esta opinió n fue corroborada personalmente al autor de é ste libro, por doñ a Raquel Mussolini, esposa del Duce, en Predappio, en una entre-
vista grabada realizada en un ambiente de cordial camaradería y entrañ able simpatía. Aquel encuentro fue el «dialogo de dos hombres genia-
les y afines de raza y sentimiento (uno en la cima de la gloria y el otro preparando los útiles con que escalarla) que se comprenden y se admiran
plenamente. A nosotros, falangistas que creíamos ciegamente en nuestro Jefe, las palabras de Mussolini, sin decirnos cosas que no supiéramos
desde el fondo del alma, nos llenan de la satisfacción íntima y el orgullo de haberlo seguido con fidelidad entusiasta, cuando tan pocos le cono-
cían».

Segú n la documentació n obrante en Italia y que el profesor Gil Pecharromá n recoge de su colega Ismael Saz, de su libro Mussolini contra la
segunda repú blica: «José Antonio justificó su viaje ante las autoridades fascistas por el propó sito de «obtener material informativo sobre el
fascismo italiano y sobre las realizaciones del régimen», así como «consejos para la organizació n de un movimiento aná logo en Españ a». A tal
fin se entrevistó con el vicesecretario del partido, Arturo Marpicati, y visitó algunas sedes de las organizaciones fascistas». Para Felipe Ximé -
nez de Sandoval, el preludio del Movimiento Españ ol Sindicalista-Fascismo Españ ol «Es la etapa más intensa en la gestación de la Falange, que
aún no ha nacido y aún no tiene nombre» (pá gina 102). Una semana antes del famoso discurso del 29 de octubre, en el teatro de la Comedia de
Madrid, José Antonio publicó en La Nació n un artículo con el siguiente título “Al volver ¿moda extranjera el fascismo?”, en donde deja escrito:
«El fascismo no es sólo un movimiento italiano: es un total universal sentido de la vida. Italia fue la primera en aplicarlo... Lo que hay universal en
el fascismo es la revitalización de los pueblos todos; esa actitud de excavación enérgica en sus propias entrañas. Con espíritu fascista los italianos
han encontrado a Italia. Los españoles, con el mismo espíritu, encontraremos a España. El fascismo es como una inyección que tuviera la virtud
de resucitar: la inyección podría ser la misma para todos, pero cada cual resucitaría como fue.»

El acto del Teatro de la Comedia, considerado como fundacional de Falange Españ ola (FE), tuvo lugar el 29 de octubre de 1933, fecha que se
celebraba tambié n las efemé rides del onceno aniversario de la “marcha sobre Roma”, apertura del fascismo al mundo. El acto fue considerado
por el principal diario fascista italiano (II Popolo d’Italia [El Pueblo de Italia]), como «il primo comizio di propaganda del movimento fascista
spágnolo» [el primer mitin de propaganda del movimiento fascista españ ol]. En agosto de 1933 Primo de Rivera firmó con los sectores mo-
ná rquicos el llamado “Pacto de El Escorial”, por el cual se alcanzó un pacto entre moná rquicos y el MES-FE. El 29 de octubre de 1933, en ple-
na campañ a electoral, el MES celebró un mitin en el Teatro de la Comedia de Madrid que constituyó una refundació n del movimiento, pasan-
do a llamarse “Falange Españ ola”.

Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Movimiento_Espa%C3%B1ol_Sindicalista

Falange Española
Falange Española (FE) fue un partido político españ ol de ideología fascista13
fundado el 29 de octubre de 1933 por José Antonio Primo de
Rivera, primogé nito del fallecido dictador Miguel Primo de Rivera. El 15 de
febrero de 1934 FE se fusionó con las Juntas de Ofensiva Nacional-
Sindicalista (JONS), fundadas por Oné simo Redondo y Ramiro Le-desma Ramos,
entre otros. El nuevo partido se denominó  Falange Españ ola de las JONS (FE de las
JONS o FE-JONS).

Tras el é xito del fascismo italiano con la Marcha sobre Roma (Marcia su Roma, 28 y


29 de octubre de 1922) de Benito Mussolini en 1922, fracasan los diversos intentos
de crear en Españ a una organizació n fascista al estilo de la italiana. En esos añ os,
con go-biernos autoritarios, la derecha y los sectores financieros y empresariales
má s reaccio-narios sintieron la necesidad de un partido fascista que había
demostrado ser un buen freno en Europa al desarrollo de movimientos de masas de Bandera de Falange Españ ola.
izquierdas. Instaurada la segunda repú blica (1931-1936), iniciado el proyecto
democratizador, cristalizan los primeros intentos en Falange Españ ola, promovida por estos sectores reaccionarios.

El triunfo de Hitler y la poca implantació n del principal partido fascista de Españ a, las Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista (JONS) de Ra-
miro Ledesma Ramos y Oné simo Redondo, hacen que, en 1933, la extrema derecha españ ola, representada por empresarios industriales y fi-
nancieros, emprenda la bú squeda de un líder carismá tico para el fascismo españ ol, encontrá ndolo en José Antonio Primo de Rivera, hijo del
anterior dictador, que ya mantenía posiciones conservadoras y autoritarias. Falange Españ ola se dio a conocer en un mitin celebrado en
el Teatro de la Comedia de Madrid el 29 de octubre de 1933.
En el periodo de la Segunda Repú blica desempeñ ó un importante papel en el desarrollo de los acontecimientos que condujeron a la guerra ci-
vil (1936-1939). Nace apoyada por las fuerzas reaccionarias y partidos de la derecha que la utilizan como fuerza de choque. No consigue un
apoyo popular significativo, pero sus frecuentes razias y enfrentamientos con los grupos má s radicales de la izquierda, principalmente con
las organizaciones juveniles, sus actos violentos y asesinatos contribuyeron a crear un clima de inseguridad y violencia propicio para las in-
tentonas militares.

1. Ideología

«La derecha se reorganizó y formó las Juntas Ofensivas Nacional-Sindicalistas (JONS),


apo-yadas tanto por la Iglesia como por los militares. Se creó también la Falange
dirigida por José Antonio Primo de Rivera, hijo del anterior dictador, con una posición
originariamente fascista y nazi claramente asumida pero que más adelante fue
matizada con el argumento de que, por encima de todo, la organización era española.»
(Octavio Rodríguez Araujo, “Derecha y ultraderecha en el mundo”)

La ideología de Falange Españ ola es el nacionalsindicalismo. Se trataba de un


fascismo a la italiana con componentes tomados del catolicismo. José Antonio Primo
de Rivera, su fundador, se interesó por un fascismo de cuñ o italiano y en los primeros
tiempos no se opuso al empleo de la etiqueta de “fascista”. A juicio del historiador
conservador estado-unidense Stanley George Payne, la Falange Españ ola no se
diferenciaba en lo fundamen-tal del partido fascista italiano, utilizando en ocasiones
su misma retó rica. No obstante, el falangismo dispuso de rasgos propios, entre los
que destacaba su catolicismo. Tambié n la unidad de Españ a se enuncia en el segundo
punto programá tico: «España es una unidad de destino en lo universal». Y al
imperialismo característico de otros movimientos fascis-tas, enunciado en el punto
tercero («Tenemos voluntad de imperio… Reclamamos para Es-paña un puesto
preeminente en Europa»), añ ade un cará cter panhispá nico: «Respecto de los países de
Hispanoamérica, tendemos a la unificación de cultura, de intereses económi-cos y de
poder». A diferencia de otros fascismos y a pesar de su retó rica, Falange Españ o-la no
pretendía un “Estado Nuevo” y un “hombre nuevo”, sino que estos serían conse-
cuencia del tradicionalismo cató lico.

La Falange Españ ola propugnaba la creació n de un Estado Sindical totalitario en el José Antonio Primo de Rivera, fundador de
que la lucha de clases sería superada por el sindicato vertical, que agruparía en un Falange Españ ola y primer jefe nacional.
mismo or-ganismo a empresarios y trabajadores organizados por ramas de la
producció n. La pro-piedad de los medios de producció n se sindicalizaría y se administraría de forma auto-gestionaria. Estando
histó ricamente financiada, principalmente, por el capital y teniendo considerables afinidades con el resto de fuerzas de la derecha radical,
siempre ha manifestado una repulsa demagógica del sistema capitalista. A su ideario político se une como elemento populis-ta un ambiguo
programa de reformas sociales calificado por los falangistas de “revolucionario”.
2. Historia

2.1 Segunda república

En 1933, Primo de Rivera comienza a interesarse por la ideología fascista. En febrero junto a Manuel Delgado Barreto (antiguo colaborador
de su padre), director del diario conservador La Nación, lanzan el perió dico El Fascio. Al intento se suman Rafael Sá nchez Mazas y Juan Apari-
cio Ló pez.

De El Fascio só lo llegará a imprimirse un nú mero y buena parte de sus ejemplares fueron retirados por la policía. En ese nú mero colaboran
con sus artículos el propio Primo de Rivera (que firma el artículo “Orientaciones para un nuevo Estado” bajo la inicial “E” de Marqué s de Este-
lla) y Ramiro Ledesma. Completan el perió dico extensos artículos sobre Mussolini y Hitler. No obstante el fracaso, el grupo sigue reuniéndose
y pronto se unen a ellos Julio Ruiz de Alda y Alfonso García Valdecasas. Juntos forman el Movimiento Españ ol Sindicalista (MES), en cuya pro-
paganda figuraba como subtítulo Fascismo Españ ol (FE).
Ruiz de Alda (centro) junto a García Valdecasas y Primo de Rivera, en el mitin fundacional de Falange Españ ola en el Teatro de la
Comedia de Madrid, el 29 de octubre de 1933.

En agosto, con la intermediació n del ultraderechista vasco José María de Areilza, la direcció n de Movimiento Españ ol Sindicalista-Fascismo
Españ ol (MES-FE) se reú ne con Ramiro Ledesma para procurarse su apoyo. No se llega a ningú n acuerdo, ya que Ramiro Ledesma só lo con-
templa la posibilidad de que el nuevo grupo se integre en las JONS. En octubre José Antonio Primo de Rivera viajó a la Italia fascista, donde se
entrevistó con el dictador Mussolini y visitó la sede del Partido Nacional Fascista (Partito Nazionale Fascista, PNF), con el propó sito de obte-
ner consejos e informació n para la organizació n de un movimiento aná logo en Españ a.

El domingo 29 de octubre tiene lugar la fundació n formal de la Falange Españ ola en el Teatro de la Comedia, de Madrid. En su discurso funda-
cional Primo de Rivera, entre otras cosas, diría:

«La Patria es una unidad total en la que se integran todos los individuos y todas las clases; la Patria no puede estar en manos de la clase más
fuerte ni del partido mejor organizado. La Patria es una síntesis trascendente, una síntesis indivisible, con fines propios que cumplir; y nosotros lo
que queremos es que el movimiento de este día, y el Estado que cree, sea el instrumento eficaz, autoritario, al servicio de esa unidad irrevocable
que se llama Patria. [...]

Que desaparezcan los partidos políticos. Nadie ha nacido nunca miembro de un partido político; en cambio nacemos todos miembros de una fa-
milia; somos todos vecinos de un municipio; nos afanamos todos en el ejercicio de un trabajo. [...]

Si nuestros objetivos han de lograrse en algún caso por la violencia, no nos detengamos ante la violencia. [...] Bien está la dialéctica como primer
instrumento de comunicación, pero no hay más dialéctica admisible que la dialéctica de los puños y de las pistolas cuando se ofende a la justicia y
a la Patria.»

Los meses siguientes, Falange Españ ola se disputa con las JONS la escasa capacidad de convocatoria del fascismo. Las JONS dejan de recibir
las escasas aportaciones que recibiera de sectores financieros que ahora, junto a los moná rquicos, se decantan por financiar a Falange Espa-
ñ ola. Falange Españ ola, con má s capacidad de maniobra, capitaliza la llegada de nuevos adeptos, logrando rá pidamente superar en nú mero
de afiliados a las JONS. Ramiro Ledesma, sin los apoyos de la oligarquía financiera, recibe presiones para que se fusione con la nueva Falange
Españ ola. El 11 de febrero de 1934 el Consejo Nacional de las JONS se reú ne para considerar la posible fusió n con Falange Españ ola, y el 15
de febrero, con la aprobació n del Consejo Nacional, se alcanza el acuerdo con Falange Españ ola, segú n el cual la nueva formació n se denomi-
naría “Falange Españ ola de las Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista” y estaría dirigida por un triunvirato, dos miembros de Falange Espa-
ñ ola: Primo de Rivera, Ruiz de Alda; y uno de las Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista: Ramiro Ledesma.

Los resultados electorales de Falange Españ ola durante la segunda repú blica fueron siempre muy escasos. Esta pobreza de resultados se de-
bió a varias razones, entre ellas, que en Españ a no había un nacionalismo fuertemente arraigado, sino que por el contrario, existían fuertes
sentimientos nacionalistas perifé ricos (por ejemplo, los nacionalismos catalá n, vasco y gallego), esto privaba a la ideología fascista, basada
sobre todo en el ultranacionalismo, de su principal baza; tambié n a la escasa secularizació n de la sociedad españ ola y al é xito de otras fuerzas
de derechas como la Confederació n Españ ola de Derechas Autó nomas (CEDA). El socialista Luis Araquistá in publica en abril de 1934 un artí-
culo en el perió dico estadounidense Foreign Affairs en el que analiza las escasas posibilidades del fascismo en Españ a: «En España no puede
producirse un fascismo del tipo italiano o alemán. No existe un ejército desmovilizado como en Italia; no existen cientos de miles de jóvenes uni-
versitarios sin futuro, ni millones de desempleados como en Alemania. No existe un Mussolini, ni tan siquiera un Hitler; no existen ambiciones im-
perialistas, ni sentimientos de revancha, ni problemas de expansión, ni tan siquiera la cuestión judía. ¿A partir de qué ingredientes podría obte-
nerse el fascismo español? No puedo imaginar la receta.»

Tampoco consiguieron una solvencia econó mica. Aunque, en principio, recibiera má s apoyos de grandes financieros y terratenientes que las
JONS, estos no fueron suficientes hasta que en 1935 fuese subvencionada mensualmente con 50.000 liras por el gobierno italiano. Subven-
ció n que fue reducida a la mitad para, posteriormente, ser retirada tras los pobres resultados electorales de 1936. Ni la doctrina nacionalsin-
dicalista logró atraer a los trabajadores, encuadrados é stos en los sindicatos de clase mayoritarios (Unió n General de Trabajado-
res y Confederació n Nacional del Trabajo). En este periodo no consiguió tener ningú n diputado en las Cortes, ya que aunque José Antonio Pri-
mo de Rivera consiguió el acta de diputado en las elecciones de noviembre de 1933, lo hizo a travé s de una candidatura conservadora de Cá -
diz, denominada “Unió n Agraria y Ciudadana”.

2.2 Violencia durante la república

En el periodo de la segunda repú blica las organizaciones juveniles se caracterizaron por su cará cter violento. Las juventudes de izquierdas se
proclamaban revolucionarias y las juventudes de derechas, antiliberales. Los enfrentamientos entre ambas eran frecuentes. Unas y otras, es-
capando al control de sus respectivos partidos, contradecían abiertamente la actividad de estos en el Parlamento. La situació n en el á mbito
laboral no era mejor, las organizaciones obreras se enfrentaban a grupos de pistoleros al servicio de los intereses de los patronos. En este
contexto surge la Falange Españ ola con la prá ctica de la violencia como parte de su ideario.

Como otros movimientos fascistas, Falange Españ ola puso especial interé s en encuadrar en sus filas a jó venes, organizá ndolos en una estruc-
tura paramilitar y canalizando su rebeldía hacia la prá ctica «metódica y organizada de la violencia política». En las fichas de afiliació n había
una casilla en la que se hacía constar si se poseía «bicicleta», eufemismo de pistola, y se entregaban porras flexibles forradas de metal. En
ene-ro de 1934 el perió dico republicano La Voz publicó un documento interno en el que se teorizaba sobre la violencia y se daban
instrucciones precisas de có mo ejercerla:

«Fracasadas rotundamente las tentativas de actuaciones por procedimientos legales, e impotentes hoy para contener el avance de la ola roja, cu-
ya práctica y procedimientos genuinamente violentos, a la violencia habrá que recurrir para contener y luego destruir ese peligro que pretende
acabar con la civilización.

Los golpes de mano han de estar perfectamente preparados con anterioridad hasta en los menores detalles y llevados a cabo con personas de
confianza… Sus objetivos están en todas partes: en la calle y bajo techado, de día y de noche, sobre personas o sobre cosas, y son de un efecto tan
grande que, llevado y ejecutado con precisión y audacia pueden resolver situaciones muy comprometidas […]

La lucha de masas: […] Su modalidad de empleo es la lucha a fondo, y va precedida de la provocación, aun cuando a veces se emplea también la
sorpresa. La fuerza que la ejecuta es, como mínimo, la Falange (formada por 33 individuos: tres “escuadras” compuestas por 9 afiliados, un jefe y
un subjefe), unidad a propósito para esta clase de actuaciones, pues por sí sola lleva a todos los medios combativos necesarios.
Ejecución de la lucha: Divididos en escuadras y en contacto estrecho entre individuos de cada una de ellas, para que nunca quede ninguno aisla-
do, se distribuirán estratégicamente, procurando rodear al contrario y, a una señal convenida del jefe de la Falange, actuarán con la mayor vio-
lencia […]»

Las milicias denominadas “Falange de la Sangre” (posteriormente pasó a llamarse “Primera Línea”), estuvieron dirigidas inicialmente por el
militar retirado Luis Arredondo. Comenzaron a provocar y mezclarse en escaramuzas. Se sucedieron los altercados callejeros y las operacio-
nes de castigo. La distribució n de su publicació n F.E., voceada por sus propios militantes (los quioscos se habían negado a distribuirla presio-
nados por las organizaciones de izquierdas), propició los principales focos de enfrentamientos. Falange Españ ola, en la Universidad de Ma-
drid, creó un sindicato de estudiantes, el Sindicato Españ ol Universitario (SEU), en contraposició n a la mayoritaria Federació n Universitaria
Escolar (FUE), con el objetivo de «destruirle». El 25 de enero de 1934 se llevó a cabo una de esas operaciones de castigo contra la FUE en la
Facultad de Medicina, dejando a un miembro de la FUE gravemente herido.

Los primeros muertos se produjeron en el bando de Falange Españ ola. El 7 de febrero de 1934, dos semanas despué s del incidente de la Fa-
cultad de Medicina, Matías Montero, estudiante de medicina y cofundador del SEU, murió tiroteado cuando regresaba a su casa despué s de
haber distribuido F.E.. Durante todo el añ o 1934 se suceden las continuas agresiones, sobre todo contra afiliados, simpatizantes y locales de
Falange Españ ola y de la derechista Acció n Popular, segú n se recoge en los diarios de la é poca.

Por la dialé ctica de la Falange Españ ola, se esperaba que esta muerte fuese vengada, lo que no ocurrió . Desde los medios de comunicació n co-
menzaron a ironizar sobre el cará cter fascista de Falange Españ ola. Wenceslao Ferná ndez Fló rez los llamó  «franciscanistas» y no «fascistas».
En las pá ginas del ABC el escritor Á lvaro Alcalá -Galiano se preguntaba «¿Dónde están las misteriosas legiones fascistas?» A Falange Españ ola
se la llamó  Funeraria Españ ola y a Primo de Rivera, Juan Simó n el Enterrador. En F.E. se contestó a estas críticas: «Falange Española aceptará
y presentará combate en el terreno que le convenga, Falange Española no se parece en nada a una organización de delincuentes, ni piensa copiar
los métodos de tales organizaciones, por muchos estímulos oficiosos que reciba».

A finales de febrero y principios de marzo, en Valladolid muere asesinado otro militante falangista, otro en Gijó n y un tercero en Madrid. Es-
tas muertes coinciden con la destitució n de Arredondo al frente de la Falange de Sangre, sustituido por el aviador  Juan Antonio Ansaldo, que
las organizó  «con el más puro y sangriento estilo fascista. Los falangistas tardaron semanas en responder con contundencia a estas agresiones
[…] ello era así, no porque los responsables de FE fueran partidarios de una política de contemporización frente a la presión de las organizacio-
nes obreras, sino por las propias carencias de Falange». Desde las filas de Falange Españ ola se protestó por la inacció n ante la sangría que se
estaba produciendo. El líder de las JONS, Ramiro Ledesma, se sumó a las críticas: «Ocurrió que la presencia de F.E. se hizo con excesivos opti-
mismos y gesticulaciones. Hay que ser más parcos en el vocabulario de la violencia, sobre todo cuando no se puede dar cumplimiento a sus frases,
o cuando hay casi seguridad de que el enemigo las va a creer al pie de la letra.»

A partir de abril, con la fusió n de las JONS, las milicias se fortalecieron con la incorporació n de los jonistas. Comenzaron a ser má s efectivas en
sus represalias, dedicá ndose también «al desarrollo de una táctica de terror contra las organizaciones de izquierda». La primera víctima mor-
tal en las filas de las formaciones de izquierda se dio el 10 de junio de 1934, cuando un comando de FE-JONS, como represalia a la muerte, ese
mismo día, de uno los suyos, tiroteó a un grupo de excursionistas de las Juventudes Socialistas (JJSS) matando a la joven Juanita Rico, dejando
incapacitado a su hermano menor e hiriendo de bala a otros varios.

La actividad de la Falange Españ ola estuvo dificultada por frecuentes clausuras de sus locales y la prohibició n de muchos de sus actos a causa
de los numerosos incidentes violentos que protagonizaban. Sus milicias no dudaron en utilizar a adolescentes en sus acciones como se de-
mostró con la muerte en un enfrentamiento con armas del estudiante de bachillerato Jesú s Herná ndez de quince añ os de edad. Integrado en
el SEU se demostró que, al igual que sus compañ eros de la misma edad, portaban pistolas.

Falange Españ ola nació como una fuerza antiparlamentaria que contemplaba la violencia como mé todo para alcanzar sus fines: «Pero no sal-
drá de ahí nuestra España ni está ahí nuestro marco [el parlamento]. Esa es una atmósfera turbia, ya cansada, como de taberna al final de una
noche crapulosa. No está ahí nuestro sitio. Yo creo, sí, que soy candidato; pero lo soy sin fe y sin respeto. [...] Nuestro sitio está al aire libre, bajo la
noche clara, arma al brazo y, en lo alto, las estrellas.» (Primo de Rivera, discurso fundacional de Falange Españ ola)

Ese espacio que anunciaba Primo de Rivera en su discurso fue la desestabilizació n política y la conspiració n.

Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Falange_Espa%C3%B1ola

Falange Española de las Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista


Falange Española de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista, conocido
habitualmen-te como Falange Española de las JONS y, de forma abreviada, FE de las
JONS o FE-JONS, fue un partido político españ ol que compartía la ideología fascista
y nacional-sindicalista, resulta-do de la fusió n el 15 de febrero de 1934 de las Juntas de
Ofensiva Nacional-Sindicalista (JONS) de Oné simo Redondo y Ramiro Ledesma Ramos con
la Falange Españ ola (FE) de José Antonio Primo de Rivera.

En el periodo de la segunda repú blica (1931-1936), jugó un importante papel en el


desarrollo de los acontecimientos que condujeron a la guerra civil (1936-1939). Nace
apoyada por las fuerzas reaccionarias y partidos de la derecha que la utilizan como fuerza
de choque. No con-siguió un apoyo popular significativo; pero sus frecuentes razias y
La bandera de FE-JONS.
enfrentamientos con los grupos má s radicales de la izquierda, principalmente con las organizaciones juveniles, sus ac-tos violentos y
asesinatos contribuyeron a crear un clima de inseguridad y violencia propicio para las intentonas militares. Con el triunfo del Frente
Popular en febrero de 1936, las juven-tudes de las formaciones de la derecha, principalmente de la  Confederació n Españ ola de Derechas
Autó nomas (CEDA), considerando que la “moderació n” de sus partidos no había frenado a la izquierda, pasaron a engrosar sus filas y se
multiplicaron sus acciones violentas, creando una situació n de inestabilidad que, amplificada por medios de comunicació n y políticos de la
derecha, proporcionó una buena cobertura a los conspiradores.

FE-JONS, a travé s de su entonces líder y cofundador, José Antonio Primo de Rivera, participó en las diferentes conspiraciones e intentonas
militares que se produjeron para derrocar a la repú blica. En los ú ltimos meses, ya en marcha la conspiració n que llevaría al levantamiento,
con la Falange virtualmente excluida, Primo de Rivera se mueve activamente intentando que esta juegue un papel má s determinante. En con-
tacto con los conspiradores desde la cá rcel de Alicante, donde se encontraba preso, alternó comunicados rogando una pronta sublevació n,
con condiciones para sumarse a la conspiració n, condiciones que los militares no atendieron. Finalmente, un comunicado del día 17 de julio
llamaba a sus organizaciones a sumarse al golpe, aceptando un papel auxiliar.

En el transcurso de la guerra civil, FE-JONS combatió en el frente bajo el mando militar de los sublevados y en la retaguardia asumió tareas
represivas, practicando paseos y fusilamientos.

En 1937, Franco, ya Generalísimo de los ejé rcitos y proclamado Jefe del Estado españ ol, buscaba una organizació n que le permitiera hacerse
tambié n con el poder político y perpetuar su liderazgo una vez acabada la guerra. Aprovechando las luchas y enfrentamientos en su cú pula,
decretó su unificació n con el movimiento carlista, formando así Falange Española Tradicionalista y de las Juntas de Ofensiva Nacional-
Sindicalista (FET-JONS), pasando a erigirse en su jefe supremo.

1. Ideología

«La derecha se reorganizó y formó las Juntas Ofensivas Nacional Sindicalistas


(JONS), apoyadas tanto por la Iglesia como por los militares. Se creó también la
Fa-lange dirigida por José Antonio Primo de Rivera, hijo del anterior dictador,
con una posición originariamente fascista y nazi claramente asumida pero que
más adelante fue matizada con el argumento de que, por encima de todo, la
organización era es-pañola.» (Octavio Rodríguez Araujo, “Derecha y
ultraderecha en el mundo”)

La ideología de FE-JONS es el nacional-sindicalismo. Se trataba de un fascismo


a la españ ola con componentes tomados del catolicismo. José Antonio Primo de
Rive-ra, su fundador se interesó por un fascismo de cuñ o italiano y en los
primeros tiempos no se opuso al empleo de la etiqueta de “fascista”. A juicio
del historiador Stanley George Payne, la Falange no se diferenciaba en lo
fundamental del partido fascista italiano, utilizando en ocasiones su misma
retó rica. No obstante, el falan-gismo dispuso de rasgos propios. Se caracterizó
por su catolicismo. Tambié n la unidad de Españ a se enuncia en el segundo
punto programá tico: «España es una unidad de destino en lo universal». Y al
imperialismo característico de otros movi-mientos fascistas, enunciado en el
punto tercero («Tenemos voluntad de imperio […] Reclamamos para España un
puesto preminente en Europa»), añ ade un cará cter panhispá nico: "Respecto de
los países de Hispanoamérica, tendemos a la unificación de cultura, de intereses
económicos y de poder. A diferencia de otros fascismos y a pesar de su retó rica,
la Falange no pretendía un “Estado nuevo” y un “hombre nue-vo”, sino que José Antonio Primo de Rivera, fundador de Falange
estos serían consecuencia del tradicionalismo cató lico. Españ ola y primer jefe nacional.
La Falange propugnaba la creació n de un Estado Sindical totalitario en el que la lucha de clases sería superada por el sindicato vertical, que
agruparía en un mismo organismo a empresarios y trabajadores organizados por ramas de la producció n. La propiedad de los medios de
producció n se sindicalizaría y se administraría de forma «autogestionaria». Estan-do histó ricamente financiada, principalmente, por el
capital y teniendo «considerables afinidades con el resto de fuerzas de la derecha radical», siempre ha manifestado una repulsa demagógica del
sistema capitalista. A su ideario político se une como elemento populista un ambi-guo programa de reformas sociales calificado por los
falangistas de “revolucionario”.

FE-JONS elaboró un guion de 27 puntos a modo de programa. Los primeros tres puntos hacen referencia a la unidad de la nació n y al Imperio:

«Punto 1: Creemos en la suprema realidad de España. Fortalecerla, elevarla y engrandecerla es la apremiante tarea colectiva de todos los espa-
ñoles. A la realización de esa tarea habrán de plegarse inexorablemente los intereses de los individuos, de los grupos y de las clases.
Punto 2: España es una unidad de destino en lo universal. Toda conspiración contra esa unidad es repulsiva. Todo separatismo es un crimen que
no perdonaremos. La constitución vigente, en cuanto incita a las digresiones, atenta contra la unidad de destino de España. Por eso deseamos su
anulación fulminante.

Punto 3: Tenemos voluntad de imperio. Afirmamos que la plenitud histórica de España es el Imperio. Reclamamos para España un puesto premi-
nente en Europa. No soportamos ni el aislamiento internacional ni la mediatización extranjera. Respecto a los países de Hispanoamérica, tende-
mos a la unificación de la cultura, de los intereses económicos y del poder. España alega su condición de eje espiritual del mundo hispánico como
título para su preminencia en las empresas universales.»

Los puntos 4, 5 y 6 desarrollan aspectos militaristas. Y los puntos 6, 7 y 8 aspectos sobre el Estado y el individuo:

«Punto 6: Nuestro Estado será un instrumento totalitario al servicio de la integridad patria. Todos los españoles participarán en él a través de
su función familiar, municipal y sindical. Nadie participará a través de los partidos políticos. Se abolirá implacablemente el sistema de los
partidos políticos con todas sus consecuencias: sufragio inorgánico, representación por bandos en lucha y Parlamento conocido.

Punto 7: La dignidad humana, la integridad del hombre y su libertad son valores eternos e intangibles. Pero sólo es de veras libre quien forma
parte de una nación fuerte y libre. A nadie le será lícito usar su libertad contra la unión, la fortaleza y la libertad de la patria. Una disciplina rigu-
rosa impedirá todo intento dirigido a envenenar, a desunir a los españoles o a moverlos contra el destino de la Patria

Punto 8: El Estado nacional-sindicalista permitirá toda iniciativa privada compatible con el interés colectivo, y aún protegerá y estimulará las
beneficiosas.»

Los puntos 9 al 16 está n referidos a la economía y el trabajo. En el punto 9 enuncia: «Concebimos a España en lo económico como un gigantes-
co sindicato de productores» y en los siguientes declara su postura contraria al capitalismo, al comunismo y a la lucha de clases. En el punto
12: «Las riquezas tienen como primer destino (y así lo afirmará el nuevo Estado) mejorar las condiciones de vida de cuantos integran el pueblo.
No es tolerable que masas enormes vivan miserablemente mientras unos cuantos disfrutan de todos los lujos ». En los puntos 13 al 16, se recono-
ce la propiedad privada como un bien lícito, se defiende la nacionalizació n de la Banca y de los grandes servicios pú blicos, se reconoce el de-
recho al trabajo y, también, el deber de trabajar.

En los puntos 17 al 22 desarrolla su política del campo, una síntesis de una particular reforma agraria. Los puntos 23 al 25 se dedican a la
educació n y la religió n: «Punto 23: Es misión esencial del Estado, mediante una disciplina rigurosa de la educación, conseguir un espíritu fuerte
y unido e instalar en el alma de las futuras generaciones la alegría y el orgullo de la Patria.»

Tambié n se habla de una formació n premilitar de todos los hombres, y en el punto 24: «La cultura se organizará para que no se malogre nin-
gún talento por falta de medios económicos. Todos los que lo merezcan tendrán fácil acceso incluso a los estudios superiores ». El punto 25 se re-
fiere a la religió n: «Punto 25: Nuestro movimiento incorpora el sentido católico (de gloriosa tradición y predominante en España) a la recons-
trucción nacional. La Iglesia y el Estado concordarán sus facultades respectivas sin que se admita intromisión o actividad alguna que menoscabe
la dignidad del Estado o la integridad nacional»

El punto 26 enuncia su espíritu revolucionario y el 27 (suprimido por Franco en el decreto de unificació n con los requeté s), su intenció n de
no pactar en la conquista del Estado.

2. Historia

2.1 Segunda república

FE-JONS se creó a partir de la fusió n de las organizaciones Falange Españ ola (el partido de José Antonio Primo de Rivera) y las Juntas de
Ofensiva Nacional-Sindicalista (JONS). El acuerdo de fusió n se firmó el 15 de febrero de 1934, y el acto pú blico se realizó en el Teatro Calde-
ró n de Valladolid el 4 de marzo de ese mismo añ o.

Desde su creació n, Falange Españ ola se disputa con las JONS la escasa capacidad de convocatoria del fascismo. Las JONS dejan de recibir las
escasas aportaciones que recibiera de sectores financieros que ahora, junto a los moná rquicos, se decantan por financiar a Falange Españ ola.
Falange Españ ola, con má s capacidad de maniobra, capitaliza la llegada de nuevos adeptos, logrando rá pidamente superar en nú mero de afi-
liados a las JONS. Ramiro Ledesma, sin los apoyos de la oligarquía financiera, recibe presiones para que se fusione con la nueva Falange. El 11
de febrero de 1934 el Consejo Nacional de las JONS se reú ne para considerar la posible fusió n con Falange, y el 15 de febrero, con la aproba-
ció n del Consejo Nacional, se alcanza el acuerdo con la Falange, segú n el cual la nueva formació n se denominaría “Falange Españ ola de las
Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista” y estaría dirigida por un triunvirato, dos miembros de Falange Españ ola: Primo de Rivera, Julio Ruiz
de Alda; y uno de las JONS: Ramiro Ledesma.
Postal antigua del Teatro Calderó n de Valladolid, dó nde se realizó el acto pú blico de creació n de FE-JONS.

En agosto de ese mismo añ o, Primo de Rivera llega a un acuerdo con el partido moná rquico Renovació n Españ ola (RE), mediante el cual, este
financiará a FE-JONS con 10.000 pesetas mensuales con el compromiso de esta otra de no oponerse a la restauració n de la monarquía.

«Falange Española de las JONS no atacará en sus propagandas orales o escritas ni al Partido Renovación Española ni a la doctrina monárquica,
comprometiéndose a no crear deliberadamente con su actuación ningún obstáculo a la realización del programa de dicho partido.» (Parte del
acuerdo firmado por Primo de Rivera y Renovació n Españ ola)

Esta ayuda estaba condicionada al incremento de las milicias que combatían a las formaciones de izquierdas, creá ndose un «elemento técnico
que actuará en contacto permanente con el mando de FE de las JONS, principalmente en su aspecto militar y de choque».

En noviembre de 1934 Francisco Moreno y Herrera, marqué s de la Eliseda, anunció su abandono de FE-JONS, descontento con el posiciona-
miento del partido en torno a la religió n, llegando el marqué s de la Eliseda a tacharlo de «francamente herético», prestando publicidad al he-
cho en la prensa de derechas de forma que dio pie a una ré plica ené rgica de José Antonio. Su marcha dejó al partido en una posició n compro-
metida, al ser el principal financiador de este y de su aparato de propaganda.

Al iniciarse 1935, las diferencias entre Primo de Rivera y Ramiro Ledesma eran insalvables. Ramiro Ledesma se reunió con los antiguos diri-
gentes de las JONS para avanzar hacia una escisió n. El 14 de enero se publicó en el Heraldo de Madrid una nota de Ramiro Ledesma, Oné simo
Redondo y Nicasio Á lvarez Sotomayor en la que se expresaba la necesidad de «reorganizar las JONS fuera de la órbita de Falange». Primo de
Rivera no tardó en reaccionar, convocó una reunió n de la Junta de Mando y el 16 de enero Ledesma fue oficialmente expulsado.

Los resultados electorales de la FE-JONS durante la segunda repú blica fueron siempre muy escasos. Esta pobreza de resultados se debió a va-
rias razones, entre ellas, que en Españ a no había un nacionalismo fuertemente arraigado, sino que por el contrario, existían fuertes senti-
mientos nacionalistas perifé ricos (por ejemplo, los nacionalismos catalá n y vasco), esto privaba a la ideología fascista, basada sobre todo en
el ultranacionalismo, de su principal baza; tambié n a la escasa secularizació n de la sociedad españ ola y al éxito de otras fuerzas de derechas
como la CEDA. El socialista Luis Araquistá in publica en abril de 1934 un artículo en el perió dico estadounidense Foreign Affairs en el que ana-
liza las escasas posibilidades del fascismo en Españ a: «En España no puede producirse un fascismo del tipo italiano o alemán. No existe un ejér-
cito desmovilizado como en Italia; no existen cientos de miles de jóvenes universitarios sin futuro, ni millones de desempleados como en
Alemania. No existe un Mussolini, ni tan siquiera un Hitler; no existen ambiciones imperialistas, ni sentimientos de revancha, ni problemas de
expansión, ni tan siquiera la cuestión judía. ¿A partir de qué ingredientes podría obtenerse el fascismo español? No puedo imaginar la receta.»
Tampoco consiguieron una solvencia econó mica. Aunque, en principio, recibiera má s apoyos de grandes financieros y terratenientes que las
JONS, estos no fueron suficientes hasta que en 1935 fuese subvencionada mensualmente con 50  000 liras por el gobierno italiano. Subven-
ció n que fue reducida a la mitad para, posteriormente, ser retirada tras los pobres resultados electorales de 1936. Ni la doctrina nacional-sin-
dicalista logró atraer a los trabajadores, encuadrados estos en los sindicatos de clase mayoritarios (UGT  y CNT). En este periodo no consiguió
tener ningú n diputado en las Cortes, ya que aunque José Antonio Primo de Rivera consiguió el acta de diputado en las elecciones de noviem-
bre de 1933, lo hizo a travé s de una candidatura conservadora de Cá diz, denominada “Unió n Agraria y Ciudadana”.

El 15 de noviembre de 1935 se celebró el segundo Consejo Nacional de FE-JONS, del que salió la propuesta de formar un Frente Nacional Es-
pañ ol para oponerse a las formaciones de izquierdas en las pró ximas elecciones. Esta propuesta fue ignorada; pero, má s adelante, José María
Gil-Robles realizó su propia propuesta que se concretaría en el Frente Nacional en el que se agrupaba la CEDA y los moná rquicos del Bloque
Nacional. FE-JONS, en principio, mostró su intenció n de integrarse en é l. Primo de Rivera se entrevistó con Gil-Robles el 14 de enero de 1936,
llegando a un primer acuerdo que garantizaba a Falange tres actas de diputado y otras tres posibles. Primo de Rivera concurriría por la cir-
cunscripció n de Salamanca junto al propio Gil-Robles para garantizar su acta. Al día siguiente, en una segunda entrevista, Primo de Rivera co-
munica a Gil-Robles el rechazo del anterior acuerdo, la direcció n de Falange no lo había aceptado. Gil-Robles le respondió que no estaba en
condiciones de ofrecerle ninguna acta má s. Aú n existirían otros contactos sin que, al final, fuese posible el acuerdo.

Las elecciones de 16 de febrero de 1936 fueron ganadas por el Frente Popular. FE-JONS, que se presentaba en solitario, no consiguió ninguna
acta de diputado, obteniendo ú nicamente 46 000 votos en el conjunto de Españ a, esto significaba el 0’7% del electorado. Tal derrota se debió
a que la CEDA se consideró la má s clara opció n para la derecha y a que Primo de Rivera, que realizó una intensa campañ a electoral, no conec-
taba en sus discursos con la audiencia. Estas elecciones pusieron de manifiesto la escasa entidad de FE-JONS. Primo de Rivera había dicho
que contaban con má s de 60.000 militantes y en Madrid 11.000. En Madrid, los votos conseguidos por FE-JONS no llegaron a 5000, el 1’2%.

A partir del triunfo electoral del Frente Popular, FE-JONS, que hasta entonces era una formació n muy minoritaria, con presencia ú nicamente
en la calle, recibe una avalancha de militantes de la juventud de la CEDA, descontenta con la que consideraban posició n moderada de su parti-
do. La situació n de agitació n en Madrid y en las principales ciudades aumentó y los enfrentamientos armados entre militantes de los partidos
de la izquierda y los falangistas alcanzaron extrema gravedad. Tras el atentado, el 11 de marzo de 1936, contra el catedrá tico de Derecho y
militante socialista Jiménez de Asú a, llevado a cabo por un militante falangista, el juez municipal que le procesó fue asesinado a las 48 horas
por pistoleros falangistas.

Concentració n de la FE-JONS en Zaragoza, octubre de 1936.

Estos hechos determinaron la ilegalizació n de FE-JONS y sus dirigentes, entre ellos Primo de Rivera, que fueron encarcelados el 14 de marzo.
Posteriormente los tribunales de justicia (Audiencia de Madrid, en sentencia de 30 de abril de 1936, y Tribunal Supremo, en sentencia de 8
de junio del mismo añ o) absuelven a Primo de Rivera y a los suyos declarando legítima, dentro del marco constitucional españ ol (conforme a
los artículos 34 y 39 de la Constitució n de 1931 y Ley de Asociaciones de 30 de junio de 1887), la doctrina de FE-JONS, quedando sin efecto el
procesamiento acordado por el juez de Instrucció n contra Primo de Rivera y los falangistas que le acompañ an. No obstante, siguió en la cá rcel
al haber sido condenado a nueve meses de reclusió n por tenencia ilícita de armas (se le encontraron tres pistolas cargadas en su domicilio).
Tenié ndose que repetir las elecciones en Granada y Cuenca al haber existido irregularidades en estas provincias, la CEDA, por mediació n
de Serrano Suñ er y el moná rquico Antonio Goicoechea, accedió a incluir a Primo de Rivera en las listas de Cuenca, con posibilidades de ser
elegido; así conservaría la inmunidad parlamentaria y saldría de la cá rcel (en la misma lista se quiso incluir tambié n al general Franco, pero
este fue vetado por Primo de Rivera). Pero desde la Junta Electoral se declaró que só lo eran vá lidos aquellos candidatos que ya lo fueran en
las elecciones originales, por lo que fue eliminado de la lista (Primo de Rivera se había presentado a las elecciones por la circunscripció n
de Cá diz consiguiendo 7.499 votos, el 4’6% del electorado).

En el mes de julio de 1936, Primo de Rivera seguía encarcelado en Alicante, despué s de dos juicios por distintas causas. Desde allí estaba en
contacto con los principales conspiradores que materializaron la sublevació n contra la segunda repú blica y que culminó con la rebelió n, el 17
de julio, del Ejé rcito de Á frica (al que despué s se incorporaría para dirigirlo el general Franco), seguida al día siguiente de otras guarniciones
peninsulares.

2.2 Violencia durante la segunda república

En el periodo de la segunda repú blica las organizaciones juveniles se caracterizaron por su cará cter violento. Las juventudes de izquierdas se
proclamaban revolucionarias y las juventudes de derechas, antiliberales. Los enfrentamientos entre ambas eran frecuentes. Unas y otras, es-
capando al control de sus respectivos partidos, contradecían abiertamente la actividad de estos en el Parlamento. La situació n en el á mbito
laboral no era mejor, las organizaciones obreras se enfrentaban a grupos de pistoleros al servicio de los intereses de los patronos. En este
contexto surge Falange Españ ola con la prá ctica de la violencia como parte de su ideario.

Como otros movimientos fascistas, FE-JONS puso especial interé s en encuadrar en sus filas a jó venes, organizá ndolos en una estructura para-
militar y canalizando su rebeldía hacia la prá ctica «metódica y organizada de la violencia política». En las fichas de afiliació n había una casilla
en la que se hacía constar si se poseía «bicicleta», eufemismo de pistola, y se entregaban porras flexibles forradas de metal. En enero de 1934
el perió dico republicano la voz publicó un documento interno en el que se teorizaba sobre la violencia y se daban instrucciones precisas de
có mo ejercerla:

«Fracasadas rotundamente las tentativas de actuaciones por procedimientos legales, e impotentes hoy para contener el avance de la ola roja, cu-
ya práctica y procedimientos genuinamente violentos, a la violencia habrá que recurrir para contener y luego destruir ese peligro que pretende
acabar con la civilización.

Los golpes de mano han de estar perfectamente preparados con anterioridad hasta en los menores detalles y llevados a cabo con personas de
confianza… Sus objetivos están en todas partes: en la calle y bajo techado, de día y de noche, sobre personas o sobre cosas, y son de un efecto tan
grande que, llevado y ejecutado con precisión y audacia pueden resolver situaciones muy comprometidas […]

La lucha de masas: […] Su modalidad de empleo es la lucha a fondo, y va precedida de la provocación, aun cuando a veces se emplea también la
sorpresa. La fuerza que la ejecuta es, como mínimo, la falange (formada por 33 individuos: tres ‘escuadras’ compuestas por 9 afiliados, un jefe y
un subjefe), unidad a propósito para esta clase de actuaciones, pues por sí sola lleva a todos los medios combativos necesarios.

Ejecución de la lucha: Divididos en escuadras y en contacto estrecho entre individuos de cada una de ellas, para que nunca quede ninguno aisla-
do, se distribuirán estratégicamente, procurando rodear al contrario y, a una señal convenida del jefe de la falange, actuarán con la mayor vio-
lencia […]»

Las milicias denominadas “Falange de la Sangre” (posteriormente pasó a llamarse “Primera Línea”), estuvieron dirigidas inicialmente por el
militar retirado Luis Arredondo. Comenzaron a provocar y mezclarse en escaramuzas. Se sucedieron los altercados callejeros y
las «operaciones de castigo». La distribució n de su publicació n F.E., voceada por sus propios militantes (los quioscos se habían negado a dis-
tribuirla presionados por las organizaciones de izquierdas), propició los principales focos de enfrentamientos. Falange, en la Universidad de
Madrid, creó un sindicato de estudiantes, el Sindicato Españ ol Universitario (SEU), en contraposició n a la mayoritaria Federació n Universita-
ria Escolar (FUE), con el objetivo de «destruirle». El 25 de enero de 1934 se llevó a cabo una de esas operaciones de castigo contra la FUE en
la Facultad de Medicina, dejando a un miembro de la FUE gravemente herido.

Los primeros muertos se produjeron en el bando de la Falange. El 7 de febrero de 1934, dos semanas despué s del incidente de la Facultad de
Medicina, Matías Montero, estudiante de medicina y cofundador del SEU, murió tiroteado cuando regresaba a su casa despué s de haber dis-
tribuido F.E.

Por la dialé ctica de la Falange, se esperaba que esta muerte fuese vengada, lo que no ocurrió . Desde los medios de comunicació n comenzaron
a ironizar sobre el cará cter fascista de Falange. Wenceslao Ferná ndez Fló rez los llamó  «franciscanistas» y no «fascistas». En el ABC, Á lvaro Al-
calá Galiano se preguntaba «¿Dónde están las misteriosas legiones fascistas? » A FE se la llamó  Funeraria Españ ola y a Primo de Rivera, Juan Si-
mó n el Enterrador. En F.E. se contestó a estas críticas: «Falange Española aceptará y presentará combate en el terreno que le convenga, Falan-
ge Española no se parece en nada a una organización de delincuentes, ni piensa copiar los métodos de tales organizaciones, por muchos estímu-
los oficiosos que reciba».
A finales de febrero y principios de marzo, en Valladolid muere asesinado otro militante falangista, otro en Gijó n y un tercero en Madrid. Es-
tas muertes coinciden con la destitució n de Arredondo al frente de la Falange de Sangre, sustituido por el aviador  Juan Antonio Ansaldo, que
las organizó  «con el más puro y sangriento estilo fascista. Los falangistas tardaron semanas en responder con contundencia a estas agresiones
[…] ello era así, no porque los responsables de FE fueran partidarios de una política de contemporización frente a la presión de las organizacio-
nes obreras, sino por las propias carencias de Falange». Desde las filas de Falange se protestó por la inacció n ante la sangría que se estaba pro-
duciendo. El líder de las JONS, Ramiro Ledesma, se sumó a las críticas: «Ocurrió que la presencia de F.E. se hizo con excesivos optimismos y ges-
ticulaciones. Hay que ser más parcos en el vocabulario de la violencia, sobre todo cuando no se puede dar cumplimiento a sus frases, o cuando
hay casi seguridad de que el enemigo las va a creer al pie de la letra.»

A partir de abril, con la fusió n de las JONS efectuada dos meses antes, las milicias se fortalecieron con la incorporació n de los jonsistas. Co-
menzaron a ser má s efectivas en sus represalias, dedicá ndose tambié n «al desarrollo de una táctica de terror contra las organizaciones de iz-
quierda». La primera víctima mortal en las filas de las formaciones de izquierda se dio el 10 de junio de 1934, cuando un comando de FE-
JONS, como represalia a la muerte, ese mismo día, de uno los suyos, tiroteó a un grupo de excursionistas de las Juventudes Socialistas (JJSS)
matando a la joven Juanita Rico, dejando incapacitado a su hermano menor e hiriendo de bala a otros varios.

A partir de 1935, resueltos los problemas de liderazgo, Falange retomaría con fuerza la actividad callejera. Coincidiendo con la incorporació n
de Agustín Aznar como jefe nacional de milicias, y bajo la supervisió n de Primo de Rivera, se emprendieron acciones violentas contra elemen-
tos izquierdistas y antagonistas, buscando el impacto propagandístico y mayor presencia en el mundo rural. En este sentido, alcanzó notorie-
dad el ataque del 16 de marzo a los almacenes SEPU, negocio regentado por empresarios de origen judío, en el que destrozaron escaparates y
mobiliario de su local madrileñ o de la Gran Vía.

La actividad de la Falange estuvo dificultada por frecuentes clausuras de sus locales y la prohibició n de muchos de sus actos a causa de los
numerosos incidentes violentos que protagonizaban. Sus milicias no dudaron en utilizar a adolescentes en sus acciones, como se demostró
con la muerte en un enfrentamiento con armas del estudiante de bachillerato Jesú s Herná ndez, de quince añ os de edad. Integrado en el SEU,
se demostró que, al igual que sus compañ eros de la misma edad, portaban pistolas.

Con el triunfo del Frente Popular en las Elecciones de febrero de 1936, la violencia se recrudeció llegando a situaciones de extrema gravedad.
Cabe destacar el atentado contra el catedrá tico Jimé nez de Asú a y el posterior asesinato del magistrado Manuel Pedregal, ponente del caso,
que condenó a un falangista y a sus dos có mplices. Estos meses, hasta el pronunciamiento del 18 de julio, murieron en enfrentamientos vio-
lentos y atentados unos 40 falangistas y no menos de las organizaciones de izquierda. Un jefe territorial de Falange se jactó de que «el Depósi-
to judicial acogió por cada uno de los nuestros a diez de los contrarios».

2.3 Conspiraciones contra la segunda república

FE-JONS nace ya como una fuerza antiparlamentaria que contempla la violencia como mé todo para alcanzar sus fines: «Pero no saldrá de ahí
nuestra España ni está ahí nuestro marco [el parlamento]. Esa es una atmósfera turbia, ya cansada, como de taberna al final de una noche cra-
pulosa. No está ahí nuestro sitio. Yo creo, sí, que soy candidato; pero lo soy sin fe y sin respeto. [...] Nuestro sitio está al aire libre, bajo la noche
clara, arma al brazo y, en lo alto, las estrellas.» (Primo de Rivera, discurso fundacional de la Falange Españ ola)

Ese espacio que anunciaba Primo de Rivera en su discurso fue la desestabilizació n política y la conspiració n. En el informe secreto sobre la si-
tuació n política españ ola que Primo de Rivera redactó para el gobierno italiano en 1935, sobrevalorando la capacidad de FE-JONS,
informaba:

«Si la revolución socialista estalla contra el Gobierno, la Falange, al lado de la Guardia Civil, podrá apoderarse de varios pueblos, quizá incluso de
una provincia, y proclamar la revolución nacional contra un Estado impotente que no ha sabido ahorrar al país varias revoluciones en un año. El
Gobierno, bastante incómodo con los socialistas, encontrará muy difícil enviar tropas contra el fascismo… Se hubiese podido desarrollar perfecta-
mente en Asturias en el mes de octubre de 1934 si Falange hubiera sido tan fuerte como ahora.

Si un gobierno de izquierdas, más o menos socialista, llega al poder, todo el Ejército, en tanto que esté mandado por sus jefes actuales, seguirá de
buen grado al primero que lance la consigna de la rebelión nacional. Todos los partidos de derechas dudarán y el Ejército no tomará por sí mis-
mo la iniciativa. Podría ser la Falange quien lo hiciera.

Pero no hay que soñar. Por el momento, la tarea de los organizadores de la Falange es trabajar sin descanso por fortalecer todos los órganos: se-
rá en el mes de octubre cuando se pueda hablar de un plan integral y calcular los elementos de los que se deba disponer para cumplirlo.»

(Del informe secreto sobre la política españ ola redactado por Primo de Rivera para el gobierno italiano)

En noviembre de 1934, Primo de Rivera ya había enviado una circular a los oficiales del ejé rcito incitá ndoles a la sublevació n: «Este será el
instante decisivo; el redoble o el silencio de vuestras ametralladoras resolverá si España ha de seguir languideciendo o si puede abrir el alma a la
esperanza de imperar». A finales de 1934 o principios de 1935, elaboró la composició n del posible gobierno que saldría del golpe de Estado.
Formado principalmente por falangistas, tambié n figuraban Franco, Mola y Serrano Suñ er como ministros de la Defensa Nacional, Goberna-
ció n y Justicia, respectivamente. Primo de Rivera se autonombraría jefe de aquel gobierno.
En junio de 1935, la cú pula falangista se reunió con los jefes territoriales en el Parador de Gredos para preparar la insurrecció n. El inicio sería
en Salamanca para posibilitar la incorporació n del general Sanjurjo (por entonces exiliado en Portugal) y, tambié n, la posible huida en caso
de fracaso. Se había contactado con varios generales para que se sumaran a la revuelta, se habló de la provisió n de 10.000 rifles y del adies-
tramiento en Navarra de voluntarios carlistas. El plan no consiguió los apoyos necesarios. En noviembre de 1935 aú n propondría otro plan
para hacerse con el poder. La insurrecció n, esta vez, comenzaría en Toledo con la colaboració n del general Moscardó . El plan, calificado de
descabellado, tampoco encontró los apoyos suficientes. Má s adelante, recurriría directamente a Franco, jefe del Estado Mayor, para que apo-
yara la insurrecció n. En la entrevista, Franco en todo momento desvió la conversació n.

Primo de Rivera y Franco se conocieron en febrero de 1931 en la boda de Ramó n Serrano Suñ er con la cuñ ada de Franco, Zita Polo. Franco
fue el padrino de la novia y Primo de Rivera testigo del novio. A pesar de los esfuerzos de Serrano Suñ er, estos no trabaron amistad.

A finales del verano de 1934, momento de tensió n entre la derecha y la izquierda, escribió una carta a Franco en la que intentaba persuadirle
para que diera un golpe de Estado. Creía una inminente victoria de los socialistas y consideraba esta victoria como una «invasión extranjera».
Franco no se dignó responderle. «Franco no tenía el menor interés en asumir los riesgos que comportaría su asociación con insignificantes
orga-nizaciones fascistas». Primo de Rivera y Franco volverían a encontrarse en el domicilio del padre de Serrano Suñ er. Fue a mediados de
febre-ro de 1936, poco antes de las elecciones que ganaría el Frente Popular. Nuevamente, y ahora de forma acalorada, Primo de Rivera le
propuso dar un golpe de Estado que impusiera un gobierno nacional contrarrevolucionario. Franco eludió el tema con evasivas.

A partir de mayo de 1936, ya desde la cá rcel, mantiene correspondencia con el general Mola. En una carta que Primo de Rivera le hizo llegar a
Pamplona, no le prestaba su apoyo total y hablaba de condiciones, ofrecié ndole 4.000 falangistas disponibles desde el primer día del alza-
miento. El 13 de julio manda otra carta en la que le pedía acelerar la sublevació n. «Tiene el carácter de apelación suprema. Estoy convencido
de que cada minuto de inacción se traduce en una apreciable ventaja para el gobierno». Se cruza la comunicació n que Mola le envió , por medio
de un oficial, informá ndole del día del alzamiento. El 17 de julio, un manifiesto cuya redacció n se atribuye a Primo de Rivera, expresaba la
parti-cipació n sin reservas de la Falange en la rebelió n.

2.4 Guerra civil

En la guerra civil, los falangistas participaron activamente en la represió n ejercida por los sublevados. Numerosas unidades quedaron en la
retaguardia encargadas de esta labor y, aunque en gran medida operaron como mero brazo ejecutor de los mandos militares, tambié n ejer-
cieron acciones de forma autó noma, principalmente durante los añ os 1936 y 1937. Aun así, Antonio Ruiz Vilaplana, Secretario Judicial de
Burgos y abogado liberal que acabaría huyendo del franquismo en 1937, afirmó que la Falange, al menos en la provincia burgalesa, fue «la
que menos víctimas ha causado, y desde luego la que ha procedido con un criterio má s justo y recto; de todas las milicias y cuerpos es la ú nica
que se ha preocupado de que una relativa moral y equidad informara sus decisiones», señ alando como principales responsables de esta re-
presió n a elementos militares, reaccionarios y eclesiá sticos.

Paralelamente, sus militantes y simpatizantes, o sospechosos de serlo, fueron objeto en ocasiones de la violencia en la zona republicana. En el
frente, lucharon encuadrados en sus propias unidades y bajo las ó rdenes del mando militar.

Primo de Rivera fue juzgado bajo la acusació n de inductor de la rebelió n militar y condenado a muerte; fue fusilado, sin esperar el entera-
do del Gobierno, en la prisió n de Alicante el 20 de noviembre de 1936.

Desde el bando sublevado se organizaron varios intentos de liberació n y se hicieron varias ofertas de canje, la que quizá hubiera podido tener
má s posibilidades de éxito fue el intento de canje por el hijo de Largo Caballero (en aquel entonces presidente del Gobierno).  Largo Caballe-
ro no quiso participar en el consejo en el que se trató el tema, entendiendo que no debía forzar una decisió n en la que tan directamente esta-
ba implicado, y el canje fue desestimado. No obstante, existen especulaciones sobre si se hizo lo suficiente para preservar la vida del líder de
FE-JONS y que Franco pudo tener algo que ver en ello. Se sabe por Ramó n Serrano Sú ñ er, cuñ ado de Franco (“ el cuñ adísimo”) y amigo de am-
bos, que sus relaciones eran malas, pero tambié n se acepta que por aquel entonces, Franco no había todavía puesto sus ojos en la Falange y
que sus proyectos eran otros. En todo caso, la muerte de José Antonio (como se le conoce entre los falangistas fue silenciada durante meses
en el bando de los sublevados, donde se le llegó a conocer como el ausente, impidiendo que surgiera un relevo en su liderazgo, siendo Manuel
Hedilla la cabeza má s visible de la Falange de aquella etapa.

Fuera de Españ a ya antes del estallido de la contienda se habían organizado


agrupaciones falangistas, especialmente en Argentina y Cuba. A partir de julio de 1936
el nú mero de delegaciones exteriores aumentó considerablemente, y por lo que se llegó
a organizar un departamento que las coordinara, el Servicio Exterior de Falange. En
enero de 1937 el escritor Felipe Ximé nez de Sandoval fue puesto al frente de la que
pronto se empezó a conocer como Falange Exterior.

2.4.1 El Decreto de unificación

Segú n un falangista de la é poca, la Falange en el transcurso de los primeros meses de la


guerra había pasado de ser «un cuerpo minúsculo con una gran cabeza a ser un cuerpo
monstruoso sin cabeza». De ser un partido con muy escasa militancia, tras el

Chapa de identificació n. FE-JONS, Segovia.


levantamiento, en la zona en poder de los sublevados la Falange se beneficia de una avalancha de nuevos militantes. Se afilian miembros de
partidos derechistas que consideran moderadas las posi-ciones de sus respectivos partidos en aquel contexto de guerra y se acercan a unas
milicias de marcado cará cter violento y militarista, y, tambié n, muchos que podían ser considera-dos desafectos al nuevo ré gimen y se
refugian en la Falange como medio de escapar a la re-presió n.

Franco, tras la reunió n de Salamanca del 28 de septiembre de 1936, ya Generalísimo de los ejé rcitos sublevados y autoproclamado Jefe de
Estado, piensa en hacerse con un partido po-lítico que le permita mantenerse en el poder una vez acabada la guerra. «En la zona nacio-nal, la
idea de unir las diferentes fuerzas políticas flotaba en el ambiente desde hacía tiem-po. Sin embargo, la idea parece haber arraigado en la
mente de Franco a principios de ene-ro como resultado de una sugerencia italiana. El agregado de prensa italiano Guglielmo Danzi el 9 de
enero de 1937 envió un telegrama al Ufficio Spagna: «Aceptando mi sugeren-cia, el general Franco ha decidido fundar una asociación política
de la cual él será el jefe ofi-cial […] se esforzará en unir a los partidos en un cuerpo político sobre el modelo del Partido Fascista ». Los primeros
intentos fueron los de crear un nuevo partido. Serrano Sú ñ er, con un olfato político del que carecía Franco, desplazando a Nicolá s Franco,
entonces encargado de la creació n de una “acció n Ciudadana” o “Par-tido Franquista”, fue el que diseñ ó la estructura política que daría
soporte a la dictadura de Franco. Serrano Sú ñ er fue dirigente de las juven-tudes de la CEDA (Juventudes de Acció n Popular o JAP), llegando a
ser diputado. Íntimo amigo de José Antonio Primo de Rivera compartía con é l su admiració n por el fascismo y los objetivos de FE-JONS.

FE-JONS y los carlistas fueron los dos grupos políticos que má s activamente, y desde el primer momento, colaboraron en lo que comenzaba a
llamarse el Movimiento Nacional. Primo de Rivera, ya antes de crear la Falange, se había referido a los carlistas como la ú nica formació n de
auté ntica doctrina nacionalista, aunque demasiado anclada en el pasado. Franco, con anterioridad, en el otoñ o de 1936 ya se puso al habla
con los dirigentes de ambos grupos para propiciar su unificació n. Manuel Hedilla, por parte de Falange, se mostró partidario de la unificació n:
«La tendencia a la formación de una única fuerza es innegable. Creemos que esto se producirá al asimilar la Falange [...] aquellos puntos del tra-
dicionalismo que sean compatibles con las necesidades del momento. [...] En el terreno religioso no tenemos nada que resolver; porque todo está
resuelto.» (Manuel Hedilla. Arriba España, 6 de enero de 1937)

Ambas formaciones se reunieron en varias ocasiones, llegando a acuerdos parciales. «La jefatura de la Falange era un semillero se rivalidades
personales» y en abril de 1937, una disputa en su seno es aprovechada para materializar la unificació n. En Salamanca, fue cuestionado el lide-
razgo de Hedilla, y un grupo de disidentes constituyó un triunvirato para asumir la nueva direcció n. En la noche del 16 de ese mismo mes,
Hedilla envía a los domicilios de estos dirigentes pelotones armados que fueron recibidos a balazos. En la refriega muere un guardaespaldas
de uno de los disidentes y otro del propio Hedilla. Al día siguiente, Hedilla convoca el Consejo Nacional de Falange, aun sin alcanzar la mayo-
ría (obtuvo 10 votos de los 24 posibles; el resto se abstuvo o votó por otros candidatos), fue proclamado Jefe Nacional.

Esa misma noche, Franco anunció por radio el decreto de unificació n. Hedilla, que estuvo presente durante el comunicado de Franco, tambié n
estuvo presente en el balcó n junto a Franco cuando este saludó a los manifestantes que celebraban la unificació n, no mostró disconformidad
con el mismo e informó en la sede de Falange que la unificació n respetaba los 27 puntos programá ticos con apenas modificaciones. El decre-
to, publicado el 20 de abril, nombraba a Franco Jefe Nacional y a Hedilla primer miembro de la Junta Política. Hedilla, que aspiraba al menos a
secretario general en funciones, rehusó el cargo. El 25 de abril fue detenido acusado de incitació n al desorden y rebelió n.

El decreto no planteó una resistencia organizada ni por parte de Falange ni por el carlismo. Ú nicamente, en algunas ciudades, se dieron pe-
queñ as manifestaciones contrarias que se solventaron con 1.521 detenciones y 288 condenas de diferente orden. Hedilla fue condenado a
muerte, aunque la pena se conmutó por la de destierro. Pasando por la cá rcel de Las Palmas de Gran Canaria, cumplió cuatro añ os de destie-
rro en Mallorca. «Otro elemento crucial para llegar a entender el éxito de Franco consiste en que en esta ocasión, como en tantas otras, dio la
sensación de adoptar una medida provisional y de urgencia y, por tanto, susceptible de cambio, cuando en realidad no hacía otra cosa que ratifi-
car su claro deseo del monopolio de poder».

El siguiente conato de disidencia se produciría la primavera de 1942 por parte de un grupú sculo denominado Falange Auténtica, que distri-
buyó unas octavillas en las que se llamaba a una auté ntica revolució n nacional-sindicalista que debería darse con el apoyo de la Alemania na-
zi e implicá ndose Españ a en la segunda guerra mundial al lado del Eje.

Actuales grupos falangistas, como Falange Españ ola de las Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista (Auté ntica) (FE-JONS (Auté ntica)), Falan-
ge Españ ola Independiente (FEI) y la propia Falange Españ ola de las Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista (FE-JONS), consideran que el
Decreto de unificació n acabó con la FE-JONS y afirman ser los auté nticos poseedores de la ideología falangista.

2.5 Jefes de FE-JONS

 José Antonio Primo de Rivera (1934-1936)


 Manuel Hedilla (1936-1937)

3. Símbolos

El yugo y las flechas provienen de Virgilio [70 a. C. - 19 a. C.], basá ndose para las flechas en su “Eneida”, y
para el yugo en las “Geó rgicas”. Las flechas simbolizarían la guerra, y el yugo las labores agrarias; estos
dos símbo-los formaron parte de la herá ldica de los Reyes Cató licos al unir sus dos reinos, representando
el yugo a Fer-nando y el haz de flechas a Isabel, emblemas que, en un juego cortesano, llevaban en su

Yugo y Flechas para


camisa. añ os 40.
nombre la inicial del consorte: la Y de “Ysabel”, presente en la inicial del emblema de Fernando, el Yugo; y la F de “Fernando”, pre-sente en la
divisa de Isabel, las Flechas.

FE-JONS tomó estos dos símbolos, ya que representaban un gran esplendor de la historia de Españ a, al igual que Mussolini adoptó
las fasces del Imperio romano.

 Su distintivo es un escudo con el yugo y las flechas, tomados de los símbolos de los Reyes Cató licos.

 El Frente de Juventudes (FJ) tiene como símbolo un cisne blanco con un tablero a cuadros, y con el yugo y las flechas de fondo. El
cisne recordaba al cardenal Cisneros.

 El uniforme lo compone una camisa azul mahó n, queriendo simbolizar a los obreros industriales; la boina roja del carlismo que se
impuso despué s del Decreto de unificació n y una corbata negra introducida por Franco como símbolo de luto por la muerte de José Antonio
Primo de Rivera, no son aceptadas por actuales grupos falangistas, siendo la boina roja usada tan solo por antiguos militantes de la
extinta Fuerza Nueva (FN) en fechas emblemá ticas del franquismo, como el 20 de noviembre (día de la muerte de Franco y Primo de
Rivera).

 La bandera está formada por tres franjas verticales (roja, negra y roja), los mismos colores de la bandera de la  Confederació n
Nacional del Trabajo (CNT) anarquista, junto a la  Unió n General de Trabajadores (UGT), uno de los dos sindicatos obreros mayoritarios de
aquella é poca.

 Su himno es “Cara al sol”.

 El saludo es el saludo romano en coincidencia con el saludo fascista y el nazi. Brazo derecho en alto con la palma de la mano
extendida. Des-de el falangismo se dice que se trata del saludo íbero, que los íberos se saludaban de esa manera segú n la devotio ibé rica,
que suponía fé -rreas relaciones personales, aprovechadas má s tarde por el imperio romano, al igual que el saludo. Al saludar se
grita «Arriba España», que los falangistas consideran una muestra de patriotismo y declaració n de intenciones.

 Asimismo es comú n el tuteo entre sus miembros, llamá ndose generalmente por su nombre de pila y anteponiendo el tratamiento
de “cama-rada”.

Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Falange_Espa%C3%B1ola_de_las_JONS

Organización municipal de España durante el régimen franquista


Tras el fin de la guerra civil (1936-1939) y la instauració n de la
dictadu-ra franquista (1939-1975), el ré gimen fue, poco a poco,
institucionali-zá ndose. En el campo de la administració n local,
la “Ley de bases de ré -gimen local” de 1945 dispuso que los
concejales debían ser designados por terceras partes del siguiente
modo:

Imagen de las Cortes, durante el régimen de Franco.


1. Por elecció n entre los vecinos cabeza de familia, lo que pasó a deno-minarse el tercio familiar.

2. Por elecció n de los organismos sindicales del municipio, lo que se llamó popularmente el tercio sindical.

3. Por elecció n entre entidades econó micas, culturales y profesionales del municipio, con una lista de candidatos que proponía
el goberna-dor civil al ayuntamiento, y que se llamaba el tercio de entidades o corporativo.

Aunque hubo ciertas variaciones en el sistema de elecció n, se mantuvo esta configuració n de los ayuntamientos hasta que tras la Constitució n
de 1978 una nueva legislació n electoral estableció la elecció n de los ayuntamientos por sufragio universal entre las candidaturas presentadas
por los partidos políticos o agrupaciones de electores.

Aunque el régimen de designació n de concejales del franquismo a travé s de esos tres tercios estaba pensado para controlar fé rreamente a los
ayuntamientos, a partir de los añ os 60 a travé s tanto del “tercio familiar” como del “tercio sindical” llegaron a desempeñ ar el cargo personas
no vinculadas al ré gimen e incluso de la oposició n democrá tica al mismo, lo que fue un factor que ayudó a la transició n. Hay que tener en
cuenta que los sindicatos ilegales, principalmente Comisiones Obreras (CCOO), optaron por infiltrarse en la organizació n sindical franquista,
el llamado Sindicato Vertical (OSE), para utilizarlo en contra del propio régimen.

Por extensió n, se denominaron tambié n tercios sindicales y familiares a los procuradores de las Cortes franquistas que se elegían en repre-
sentació n de la organizació n sindical y las familias respectivamente, aunque en realidad no constituían la tercera parte de la cá mara.

Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Confederaci%C3%B3n_Nacional_de_Excombatientes

Sindicato Español Universitario


El Sindicato Español Universitario (SEU) fue una organizació n sindical estudiantil de
cará cter fascista que existió en Españ a. Fue creada durante la segunda repú blica españ ola
(1931-1936) por Falange Españ ola (FE), impulsada por José Antonio Primo de Rivera con el
objetivo de “aplas-tar” a la entonces mayoritaria Federació n Universitaria Escolar (FUE) e
introducir la propaganda de Falange en la Universidad. Durante parte de la dictadura
franquista (1939-1975) fue la ú nica organizació n estudiantil universitaria legal, lo que le
confirió un gran poder. Sin embargo, el SEU entró en una fuerte crisis tras los sucesos de
1956 y acabaría siendo disuelto en 1965.

Logo de la organizació n estudiantil.


Su principal ó rgano de expresió n fue la revista Haz, que se convirtió en una de las principales pu-blicaciones falangistas.

1. Historia

1.1 Formación y primeros años

Al igual que otras organizaciones fascistas en Europa, el fascismo españ ol mostró un especial interé s por introducirse en la Universi-
dad. Tanto en Italia, como en Alemania y Españ a, las organizaciones universitarias fascistas tuvieron un destacado papel antes de la toma del
poder.

El SEU se constituyó el 21 de noviembre de 1933, siendo aceptados su estatutos por la Direcció n General de Seguridad (DGS) el 28 de febrero
de 1934, naciendo con el objetivo de conseguir el «pleno dominio de la Universidad» con tareas de acoso y provocació n, buscando la desesta-
bilizació n del Estado republicano. Entre los miembros fundadores del SEU destacaron Gumersindo García Ferná ndez, David Jato Miran-
da, Heliodoro Ferná ndez Canepa, José Miguel Guitarte, Manuel Valdé s Larrañ aga, Agustín Aznar, o Matías Montero. Valdé s Larrañ aga fue el
primer líder del SEU, cargo que desempeñ ó durante los primeros añ os.

Desde el primer momento, el SEU aparece como base de Falange, siendo los estudiantes la principal fuente de afiliació n y ademá s, por su
edad y condiciones físicas, la ú nica fuerza (junto con los escasos obreros de la Central Obrera Nacional Sindicalista o CONS) susceptible de
en-grosar los grupos de choque contra elementos adversos y contra la policía. De los 2.300 afiliados a finales de 1934, pasó a 9.700 en 1936 y
a 46.569 en 1940 finalizada ya la guerra civil.

En la direcció n del SEU hubo varios cambios durante estos primeros añ os. El falangista vasco Manuel Valdé s Larrañ aga fue el primer dirigen-
te del sindicato universitario, seguido por Alejandro Salazar desde enero de 1935. Mercedes Formica sería delegada nacional del SEU femeni-
no desde febrero de 1936.

El SEU proclamó desde un primer momento su cará cter violento. Entre enero de 1934 y abril de 1936, momento en que es ilegalizada, prota-
gonizaron má s de veinte acciones violentas de entidad a las que hay que sumar continuos incidentes y peleas callejeras, siendo frecuentes los
tiroteos, especialmente violentos en los barrios obreros de Madrid. Reflejo de esta política fue la muerte violenta de má s de una docena de
miembros del SEU. El primer muerto en las filas del SEU fue el joven Matías Montero.

1.2 Guerra civil

Como parte de la Falange, el SEU participó en los movimientos previos al alzamiento que dio lugar a la guerra civil (1936-1939) en la ó rbita
de los sublevados.

Durante la guerra, buena parte de sus integrantes pasaron a formar parte como oficiales del ejé rcito franquista con el grado de “Alfé -
rez provisional”. Los que no fueron nombrados oficiales nutrieron buena parte de la primera línea de combate de FE-JONS en los distintos
frentes en los que combatió en la guerra, por lo que fueron numerosas las bajas. Al finalizar el conflicto fueron tambié n numerosos los miem-
bros del SEU que se integraron en la Divisió n Azul (250 Infanterie-Division).

El 23 de noviembre de 1937 la administració n franquista decretó la aprobació n de los estatutos del SEU de Falange Españ ola Tradicionalista
y de las Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista (FET-JONS), al amparo del Decreto de unificació n.

El estallido del conflicto tambié n afectó gravemente a la estructura directiva del SEU. Heliodoro Ferná ndez Canepa, fundador y Consejero Na-
cional del sindicato permaneció en la Cá rcel Modelo de Madrid hasta mayo de 1936. Meses despué s consiguió incorporarse a la zona subleva-
da, siendo nombrado Jefe Nacional del sindicato.

1.3 El SEU durante el franquismo

Tras el final de la contienda el régimen resolvió por decreto de 23 de septiembre de 1939 que el SEU sería la ú nica organizació n estudiantil
legal en Españ a, disolviendo todas las demá s y obligando a otros movimientos juveniles de apoyo al ré gimen a integrarse, como la  Agrupa-
ció n Escolar Tradicionalista (AET) y la Federació n de Estudiantes Cató licos (FEC). Mediante la Ley de Ordenació n Universitaria de 29 de ju-
lio de 1943 se reconoció al SEU su condició n de «órgano universitario» tanto en la Universidad como en las distintas facultades (a excepció n
de las Escuelas Té cnicas), y la obligatoriedad de afiliació n al mismo para quienes quisieran acceder a la formació n superior, así como obtener
becas. Así, para el curso 1943-1944 ya se había hecho obligatoria la pertenencia al SEU para todos los estudiantes universitarios.

El 29 de abril de 1944 un decreto estableció que el SEU quedase adscrito a la estructura del Frente de Juventudes (FJ), lo que redujo significa-
tivamente su autonomía; ello provocó un hondo malestar en el sector falangista má s radical de la organizació n.

Entre 1946 y 1962 se sucedieron, al frente del SEU, José María del Moral, Jorge Jordana Fuentes, José Antonio Serrano Montalvo, Miguel Á ngel
García y Jesú s Aparicio-Bernal.
El SEU nunca consiguió la necesaria penetració n en la universidad como para poder ejercer el papel de control que tenía asignado. A partir de
mediados de la dé cada de 1950, los movimientos estudiantiles ilegales resultaron ser má s poderosos dentro de los espacios educativos. Por
otra parte, el propio régimen, al igual que hizo en parte con Falange Españ ola de las Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista (FE-JONS), no le
ofreció un papel relevante fuera de la estructura del Movimiento Nacional, y ni siquiera permitió que sus cuadros participasen en el Consejo
de Educació n del Estado. A ello se unió que algunos dirigentes del SEU empezaron a cuestionar por diferentes motivos, diversos aspectos de
la política españ ola. Así incluso en una fecha tan temprana como 1954 se llegó a disolver violentamente por la policía una manifestació n del
SEU. Entre enero y marzo de 1965 las huelgas y manifestaciones que tuvieron lugar en varias universidades españ olas, mostraron la incapa-
cidad del sindicato para controlar la Universidad. Es má s, las autoridades señ alaron a la agencia Cifra que había sido infiltrado por la oposi-
ció n, llegando en algunos casos puntuales a controlar cargos dirigentes.

Las autoridades intentaron llevar a cabo diversas medidas para recuperar la iniciativa política en las universidades. En julio de 1956 el SEU
quedó definitivamente separado del Frente de Juventudes, con rango de delegació n nacional. Miguel Á ngel García se hizo cargo de la jefatura
del Sindicato, si bien sus pretensiones de que el alumnado pudiese controlar la labor docente del profesorado provocarían su pronta destitu-
ció n. Por indicació n del Ministerio de Educació n se nombró a Jesú s Aparicio-Bernal (un “camisa blanca” que ni siquiera formaba parte de
FET-JONS) como su sucesor; Aparicio-Bernal iba a ser de hecho el encargado de proceder a la despolitizació n del SEU.

Un ú ltimo intento de revivir el SEU provino de uno de sus ú ltimos líderes, el neo-falangista José Miguel Ortí Bordá s, que propuso recuperar
parte de su antiguo ideario social-radical. Sin embargo, este intento llegaba demasiado tarde y el gobierno, consciente de la difícil situació n
que existía en la universidad españ ola, decretó el 5 de abril de 1965 la disolució n del SEU. Uno de los ú ltimos dirigentes del sindicato fue Ro-
dolfo Martín Villa, que ejerció la jefatura nacional del mismo hasta 1964.

Teó ricamente el SEU fue sustituido por las Asociaciones Profesionales de Estudiantes.

En octubre de 1972, en el contexto de la crisis universitaria en el tramo final del franquismo, personalidades del Movimiento Nacional, hubo
contactos con sectores del falangismo para lo que se llamó su “resurrecció n”, acentuando este perfil, pero finalmente no se realizó en el mar-
co oficial.

Desaparecido de la vida universitaria en los ú ltimos añ os del franquismo, en 1977, tras la recuperació n de las siglas histó ricas de Falange Es-
pañ ola de las Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista (FE-JONS) por el grupo liderado por Raimundo Ferná ndez-Cuesta, el SEU se reorganiza
en el seno del partido recuperando su actividad. Las posteriores escisiones falangistas dieron lugar a diversas agrupaciones que del mismo
modo reivindican el uso de las siglas histó ricas del sindicato, que ha logrado mantener una cierta presencia en algunas universidades, sobre
todo de Madrid.

2. Publicaciones

A lo largo de su historia el SEU publicó revistas como Haz, Juventud, La Hora, Alférez, Alcalá o Laye.

Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Sindicato_Espa%C3%B1ol_Universitario

Haz (revista)
Haz fue una revista universitaria, de tirada teó ricamente
perió dica, que existió en Españ a durante la dictadura franquista
(1939-1975). Vinculada al Sindicato Españ ol Universitario
(SEU), pertenecía a la Delegació n Nacional de Prensa y
Propaganda (DNPP) de Falange Españ ola Tradicionalista y de las
Juntas de Ofensivas Nacional-Sin-dicalista (FET-JONS).

Historia
Cabecera de la revista universitaria.
Haz, que llegaría a tener seis é pocas independientes, nació en 1935 como ó rgano de comunicació n del Sindicato Españ ol Universitario (SEU)
de Falange Españ ola y de las Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista (FE-JONS). Su primer nú mero vio la luz el 26 de marzo de dicho añ o y
continuaría publicá ndose hasta el 14 de febrero de 1936. El semanario estaba dirigido por Alejandro Salazar, a la postre jefe nacional del
SEU. La revista, que se autodefinía como «semanario deportivo universitario» y se publicaba con cará cter semanal, se centró particular-mente
en la difusió n del cine fascista italiano de la é poca. La ilegalizació n de FE-JONS en la primavera de 1936 y el posterior inicio de la  guerra
civil supusieron una interrupció n.

La revista vuelve a publicarse nuevamente en 1938, en Bilbao, ciudad desde la que se empezó a editar inicialmente. Su primer nú mero sale a
la luz el 16 de septiembre de 1938. Tras el final de la guerra civil, pasa a editarse en Madrid. En esta etapa estuvo dirigida durante algú n tiem-
po por el joven líder falangista Enrique Sotomayor, que representaba al ala má s extremista y radical de la juventud falangista. Haz se convir-
tió en el principal ó rgano de expresió n del SEU, convertido tras la guerra en la ú nica organizació n universitaria. Aunque la revista era editada
por el SEU, pertenecía a la Delegació n Nacional de Prensa y Propaganda de FET-JONS.

En comparació n con otras publicaciones similares, la revista Haz presentaba hacia 1940-1942 un diseñ o bastante moderno, con amplios re-
portajes grá ficos. En el contexto de la segunda guerra mundial (1939-1945), la revista tenía una línea editorial claramente filonazi y partida-
ria de la victoria de las potencias del Eje (Alemania, Italia y Japó n). Incluso a la altura de 1944, cuando Alemania ya perdía la gue-
rra, Haz seguía publicando temá tica filo nazi o libelos antisemitas. Para 1945 la revista se editaba con cará cter mensual y con una tirada
apro-ximada de 2000 ejemplares. A partir de esta fecha Haz entró en crisis y no se publicaría durante algú n tiempo. Reapareció en abril de
1951, y nuevamente en 1953, en la que sería su ú ltima etapa. La publicació n desapareció poco antes de los sucesos de 1956, que provocaron
una fuerte crisis interna en el seno del SEU.

Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Haz_(revista)

Sección Femenina
La Sección Femenina (SF) fue la rama femenina del partido Falange
Es-pañ ola (FE), y posteriormente de Falange Españ ola
Tradicionalista y de las Juntas Ofensiva Nacional-Sindicalista (FET-
JONS). La Secció n Femeni-na fue constituida en Madrid en 1934, y
llegó a funcionar durante cua-renta añ os, siendo disuelta tras la
muerte del general Franco y el consi-guiente desmontaje del
ré gimen.

Logo de la organizació n.
Fue dirigida desde su nacimiento hasta su liquidació n por Pilar Primo de Rivera, hermana del fundador de Falange Españ ola. Impregnada su
Jefa Nacional de un ferviente catolicismo, la rama femenina de la Falange Es-pañ ola adoptaría las figuras de Isabel la Cató lica y santa Teresa
de Je-sú s como modelos de conducta y símbolos de su acció n. En su momento, la Secció n Femenina llegó a tener un poder casi monopolístico
al consti-tuir el ú nico ó rgano femenino de encuadramiento y acció n que existía en la dictadura franquista.

1. Historia

Pilar Primo de Rivera (segunda por la derecha), participando en una reunió n en la Alemania nazi (1941).

La Secció n Femenina fue organizada oficialmente el 12 de julio de 1934 como rama femenina del partido Falange Españ ola de las Juntas Ofen-
siva Nacional-Sindicalista (FE-JONS). La Falange había sido fundada un añ o antes por su hermano José Antonio Primo de Rivera, que situó a
su hermana Pilar al frente de la Secció n Femenina. Durante la segunda repú blica españ ola (1931-1936), las militantes de la Secció n Femenina
realizaron tareas de apoyo a la militancia masculina del partido, especialmente visitas a los presos del partido y a sus familias, así como ta-
reas de enlace entre los presos y la calle (mensajes, consignas, etc.). La organizació n tenía unas 2.500 militantes hacia julio de 1936.

1.1 Guerra civil


Voluntarias de la Secció n Femenina en Zumaia, 1939.

Reparto de comida por mujeres de la Secció n Femenina.


Voluntarias de la Secció n Femenina realizando el saludo brazo en alto.

El estallido de la guerra civil españ ola supuso un importante cambio para la organizació n. Sus actividades aumentaron de forma considera-
ble, pasando a desempeñ ar un gran nú mero de servicios: por ejemplo, dedicá ndose a prestar apoyo a las familias de los caídos del  bando su-
blevado en la lucha, ademá s de sus tareas anteriores en la retaguardia republicana, y fueron progresivamente adquiriendo protagonismo en
la retaguardia de las poblaciones conquistadas por los sublevados, organizando espontá neamente la asistencia bá sica a la població n (ranchos
de comida para los niñ os, ropa, sanidad, reparto de cartillas de racionamiento, etc.; en competencia con el Auxilio de Invierno, creado para es-
tas funciones por Mercedes Sanz Bachiller).

En enero de 1937 la SF celebró su primer Consejo Nacional, que empezó el día 6 y fue clausurado tres días despué s.

No obstante, en la zona sublevada existían otras agrupaciones femeninas ademá s de la Falange, como las “margaritas” del movimiento carlis-
ta. La confirmació n institucional le llegó a la Secció n Femenina en 1937, tras el decreto de unificació n que estableció un partido ú nico (falan-
gistas y carlistas fueron unificados en FET-JONS) y la disolució n de todos los demá s movimientos políticos: la Secció n femenina de Falange se
convertía así en la ú nica rama política de mujeres que existiría en la zona sublevada.

El decreto de unificació n, sin embargo, no soterró los conflictos existentes entre las distintas facciones. Dentro de la Secció n Femenina surgi-
da tras la “unificació n” existían tres corrientes que estaban en discordia entre sí: falangistas, jonsistas y carlistas. Las antiguas “margaritas”
carlistas eran las que má s resistencia mostraron a la integració n, mientras que las camisas viejas constituían un auté ntico ejé rcito de reserva
que, paradó jicamente, disponían de menos poder que otros grupos dentro de la propia SF. Los servicios tanto en los hospitales de campañ a
como en los hospitales de retaguardia (el llamado servicio de “Frentes y Hospitales”) quedaron bajo control de las antiguas “margaritas”, lo
que provocó no pocos conflictos con otras militantes falangistas que se veían excluidas de ejercer servicios en este á mbito por parte de las
“margaritas”. A pesar de estos problemas, la Secció n Femenina atravesó un importante crecimiento durante la contienda. Si unos meses des-
pué s del comienzo de la guerra civil la Secció n Femenina ya tenía unas 60.000 militantes, en abril de 1938 el nú mero había aumentado hasta
unas 400.000; un añ o despué s, en abril de 1939 (coincidiendo con el final de la contienda), la militancia había aumentado hasta alcanzar las
alrededor de 900 000 miembros, lo que supuso su má ximo histó rico.
Hacia 1939 la Secció n Femenina había logrado establecer estrechos vínculos con la Alemania nazi y la Italia fascista; durante el periodo que
duró la guerra varias delegaciones de la Secció n Femenina realizaron tres viajes a Alemania y un viaje a Italia. A su vez, comitivas de las  orga-
nizaciones femeninas nazis realizaron visitas de la Españ a franquista. Reflejo de la cercanía con Alemania es el hecho de que dos jerarcas de
la Secció n Femenina eran medio alemanas: Clara Stauffer y Carmen Werner Bolín.

Durante la contienda Primo de Rivera llegó a crear una Oficina de Prensa y Propaganda de la Secció n Femenina, a cargo de la simpatizante
nazi Clara Stauffer.

1.2 Régimen franquista

Tras el final de la guerra civil, a finales de 1939 la estructura orgá nica de la Secció n Femenina fue reorganizada.

Pilar Primo de Rivera organizó la estructura interna de la Secció n Femenina dividié ndola en varias secciones, que se extendían tambié n a
otros organismos de FET-JONS. De todas ellas, las principales eran: Hermandad de la Ciudad y el Campo,  Servicio Exterior, secció n femenina
del Sindicato Españ ol Universitario (SEU) y la rama femenina dentro del Frente de Juventudes (FJ). No obstante, la labor del Auxilio Social su-
puso algú n que otro enfrentamiento con la Iglesia Cató lica. En enero de 1945, tras algunos enfrentamientos, logró arrebatarle al Frente de Ju-
ventudes (FJ) su rama femenina y que esta pasase a integrarse en la Secció n Femenina como una secció n juvenil.

La rama femenina de Falange dispuso de ramificaciones en el exterior. En la Alemania nazi, la líder de la Secció n Femenina fue Celia Giménez,
personaje destacado en los círculos españ oles en Berlín durante la segunda guerra mundial, que ejerció como enfermera en un hospital ale-
má n y llegó a realizar labores propagandísticas.

Cuando se creó la Divisió n Azul (250 Infanterie-Division) 146 mujeres de la Secció n Femenina viajaron como enfermeras en el recié n crea-
do Cuerpo de Damas Auxiliares de Sanidad Militar, bajo la direcció n de Mercedes Milá Nolla.

Franco llegó a ceder un monumento nacional, el castillo de la Mota de Medina del Campo (Valladolid), como sede central de la Secció n Feme-
nina. En 1939, tras el final de la contienda, Franco prometió restaurar el castillo y donarlo a la Secció n Femenina para que fuese usado como
centro de formació n. Tras varios añ os de obras, el 29 de mayo de 1942 se produjo el acto de inauguració n. Por ser su sede central, este cons-
tituyó el edificio má s emblemá tico de la Secció n Femenina, aunque durante los siguientes cuarenta añ os la organizació n acumuló un gran pa-
trimonio de bienes inmuebles, prá cticamente en todas las provincias españ olas. Otro edificio emblemá tico que fue empleado por la Secció n
Femenina fue el Castillo-Palacio de Magalia, en Á vila.

En los primeros añ os del franquismo se consolidó su papel institucional, al serles encomendado el Auxilio Social (heredero del anterior
“Auxilio de Invierno”) y sobre todo, el control exclusivo de la formació n femenina, centrada sobre todo en la instrucció n de las jó venes para
ser buenas patriotas, buenas cristianas y buenas esposas. El papel secundario y de sometimiento de la mujer respecto al varó n fue recalcado
con el paso de los añ os, y quedó explicitado por Pilar Primo de Rivera en el quinto Consejo Nacional celebrado en  Barcelona en 1941: «Las
Secciones Femeninas respecto a sus jefes tienen que tener una actitud de obediencia y subordinación absoluta. Como es siempre el papel de la
mujer en la vida, de sumisión al hombre».

Por decreto del 28 de diciembre de 1939, Franco tambié n les entregó el control exclusivo del Servicio Social de la Mujer (SSM), é mulo falan-
gista del Servicio militar masculino. Este decreto tambié n confiaba la formació n de las mujeres a la Secció n Femenina, estuviesen o no afilia-
das a la organizació n: aquellas que estuviesen afiliadas a la Secció n Femenina recibirían una formació n específica y de cará cter “profesional”,
mientras que las no afiliadas recibirían esta “formació n” a travé s del Servicio Social. Unos añ os despué s de su instauració n, en 1941, 282.224
mujeres cumplieron el Servicio Social realizando distintas labores bien en el Auxilio Social o bien en otros á mbitos (como hospitales, escue-
las, orfanatos, comedores infantiles o bibliotecas). En fechas posteriores llegaron a realizar este servicio hasta un 90% de las mujeres que es-
taban obligadas a realizarlo.

En 1973, en pleno tardofranquismo, la Secció n Femenina tenía unas 279.697 militantes.

1.3 Desaparición

Tras la muerte de Franco y el comienzo de la llamada “transició n”, el organismo (inmerso en una profunda decadencia) encaró su etapa final.
El 1 de abril de 1977 el Real Decreto Ley 23/1977 suprimió la Secció n Femenina. Con posterioridad, el 4 de julio de 1977 el gobierno acordó
la transferencia de algunos de los servicios de la Secció n Femenina a la recié n creada Subsecretaría de Familia, Juventud y Deporte. La disolu-
ció n de la organizació n matriz, SF, no implicó la desaparició n de muchas de sus dependencias; este fue el caso de “Coros y Danzas de Españ a”
(CYDE), las Instructoras de Juventudes o los Círculos “Medina”, que continuaron existiendo con posterioridad.

Durante el desmontaje de la dictadura franquista muchas de las mujeres vinculadas a la Secció n Femenina (alrededor de 24.000) fueron re-
colocadas con puestos de trabajo en las bibliotecas pú blicas del Estado, incluso sin haber realizado cursos de reciclaje profesional. Sin embar-
go, a diferencia de lo ocurrido en otras administraciones del estado, esta medida provocó numerosas protestas de los funcionarios del cuerpo
de bibliotecarios.

2. Organización
Tras la creació n de FET-JONS en 1937, la Secció n Femenina pasó a depender directamente de la Secretaría General del “Movimiento”. Al fren-
te del organismo se encontraba la Delegació n Nacional, que era ostentada por Pilar Primo de Rivera. Dependiente de ella había varias seccio-
nes que ejercían distintas competencias:

 Regiduría Central de Educació n Física


 Regiduría Central de Formació n y Participació n de la Juventud
 Regiduría Central de Divulgació n Social y Sanitaria
 Regiduría Central de Prensa y Propaganda
 Regiduría Central de Cultura
 Regiduría Central de Servicio Social
 Regiduría Central de la Hermandadad de la Ciudad y del Campo
 Regiduría Central de Personal
 Regiduría Central de Administració n

A travé s de sus regidurías la Secció n Femenina tenía participació n en todo aquel ó rgano estatal relacionado con las mujeres. Esta estructura
se reproducía a niveles inferiores, a travé s de delegaciones provinciales y locales. La estructura de las regidurías tambié n se reproducía a ni-
vel provincial, dependiendo de las delegadas correspondientes.

3. Publicaciones

A lo largo de su historia la Secció n Femenina publicó y/o dispuso de una serie de publicaciones perió dicas, siendo las má s importantes las re-
vistas Medina; Y. Revista para la mujer; Teresa. Revista para todas las mujeres; Escuela de Hogar; o Consigna. Revista de la Sección Femenina
de-dicada a la maestras.

Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Secci%C3%B3n_Femenina
Central Obrera Nacional-Sindicalista
La Central Obrera Nacional-Sindicalista (CONS) fue un sindicato españ ol creado en 1934
por Falan-ge Españ ola de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista (FE-JONS). La CONS se formó
por iniciativa de Ramiro Ledesma y constituida por dos antiguos miembros de la
anarquista CNT (Nicasio Á lvarez de Sotomayor y Guillén Salaya), por Manuel Mateo (anteriormente
comunista). Y tambié n por José García Vara y sus primeros miembros, provenientes de la UGT
socialista.

Historia

Animada por la subvenció n que recibiera del partido moná rquico Renovació n Españ ola (RE), para
dar visos de realidad a su cará cter nacional-sindicalista, decidieron dedicar parte de esa cantidad
para subvencionarla dotá ndola de una sede central y, posteriormente, financiar su propaganda. La
CONS absorbió los restos de un sindicato de las antiguas JONS con presencia en el gremio de
conductores de taxis y de camareros. Posteriormente abrirían sedes en Valladolid y Zaragoza. Logo de la central sindical.

La CONS, en su propaganda, asumía las reivindicaciones de los sindicatos de clase Unió n General de Trabajadores (UGT) y el
anarquista Confederació n Nacional del Trabajo (CNT), argumentando que só lo se diferenciaba de estos por su cará c-ter nacionalista;
llegando a alinearse con la CNT en los enfrentamientos que mantuviera é sta con otros sindicatos de cará cter amarillo, princi-palmente con la
Unió n de Sindicatos Libres (USL) carlistas.

Animados por la propaganda, se acercaron a su sede numerosos trabajadores en paro a los que se les expedía certificados de trabajo falsos. El
3 de septiembre de 1934 cerca de un millar de trabajadores se dirigieron a sus supuestos puestos en diferentes tajos de obras pú blicas con
esos falsos certificados. Una vez allí se crearon disturbios y varios de estos parados resultaron heridos. Producido el incidente, la UGT presio-
nó para boicotear a la central que quedó aislada sin actividad aparente. Tambié n se fracasó en el intento de implantar la CONS en provincias,
en parte por el rechazo y la hostilidad de los sindicatos de clase. Otro intento sindical de FE-JONS, la Confederació n de Empleados Nacional-
Sindicalista (CENS), tampoco tuvo mucho é xito.

En 1961 la CONS fue, por orden gubernamental, disuelta e integrada en la Organizació n Sindical Españ ola (OSE), el sindicato vertical oficial
franquista.

En la actualidad la Unió n Nacional de Trabajadores (UNT), fundada en enero de 1978, se considera sucesora de la CONS original.

Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Central_Obrera_Nacional-Sindicalista
Falange Española Tradicionalista y de las Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista
La Falange Española Tradicionalista y de las Juntas de Ofensiva Nacional-
Sindica-lista (FET y de las JONS o FE-JONS) fue el partido ú nico del ré gimen
franquista (1939-1975) y, a efectos legales, el ú nico partido permitido en Españ a
tras la guerra civil (1936-1939). A pesar de su nombre oficial, durante la dictadura
fue comú nmente cono-cido como el “Movimiento Nacional”, un concepto que en
realidad hacía referencia a to-do el mecanismo político del cual se dotó la dictadura
franquista durante su existencia.

La FET-JONS fue creada en abril de 1937, en plena contienda, mediante el


llamado De-creto de unificació n y continuó existiendo hasta 1977, cuando fue
disuelta por el go-bierno de Adolfo Suá rez en pleno proceso de la transició n (1975-
1977). Durante las cuatro dé cadas que duró la dictadura, FET-JONS fue el ú nico
partido permitido en el país y el que monopolizó cualquier actividad política. Por
otro lado, se convirtió en el instrumento esencial del aparato franquista para Bandera oficial de la FET-JONS.
mantenerse en el poder, tanto con el apoyo de los grupos sociales tradicionales
como entre los veteranos del bando subleva-do que había combatido en la guerra civil españ ola.

1. Historia
 
1.1 Guerra civil española

Con el estallido de la guerra civil en julio de 1936, la Falange Españ ola de las Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalistas (FE-JONS) rá pidamen-
te se puso del lado de los sublevados en contra del gobierno de la segunda repú blica (1931-1936). Durante los primeros meses de la contien-
da el partido, que durante los añ os 30 había constituido una pequeñ a formació n fascista en el á mbito político españ ol, expandió rá pidamente
su militancia de varios miles a varias decenas de miles. La organizació n masculina de Falange se vio acompañ ada de una organizació n
auxiliar compuesta por mujeres, la llamada Secció n Femenina (SF). Dirigido por la hermana de José Antonio, Pilar, hacia el final de la guerra
civil esta organizació n filial llegó a contar con má s de medio milló n de miembros, proporcionando servicios de enfermería y de apoyo
logístico a las fuerzas sublevadas.

Desde antes del comienzo de la contienda, José Antonio Primo de Rivera y otros líderes de Falange se hallaban encarcelados en cá rceles repu-
blicanas, por lo que la direcció n del partido pasó de modo provisional a Manuel Hedilla. Primo de Rivera permaneció encarcelado durante los
primeros meses y tras ser sentenciado a muerte, fue fusilado en la cá rcel de Alicante el 20 de noviembre de 1936, lo que le convertiría en un
má rtir para el posterior régimen franquista.

La FE-JONS, convertida en la formació n política de la zona sublevada, siguió estando en teoría al mando de Hedilla y de los llamados “camisas
viejas”, pero la existencia de nuevos cuadros de mando había cambiado radicalmente el equilibrio de poder interno. En esta situació n, con el
general Francisco Franco ya convertido en líder de los “rebeldes”, el 20 de abril de 1937 se decretó la unificació n de FE-JONS, los tradiciona-
listas carlistas y, en teoría, el resto de fuerzas políticas que habían apoyado la sublevació n militar que inició la guerra civil. Mediante el llama-
do Decreto de unificació n, el “generalísimo” Franco se convertía en el Jefe Nacional del nuevo partido ú nico de la zona sublevada. A efectos
prá cticos, el nuevo partido se convirtió en una comunió n de distintas fuerzas políticas organizadas en torno a la figura de Franco. No obstan-
te, la unificació n se llevó a cabo con la firme oposició n de los líderes de las dos principales facciones unificadas: Numerosos camisas viejas de
la vieja Falange (incluyendo Hedilla) y un buen nú mero de carlistas no se integraron en el nuevo partido. Hedilla, que ya mantenía una agria
disputa con el llamado grupo de los legitimistas, no reconoció la unificació n con los carlistas y tampoco aceptó el puesto de Consejero nacio-
nal que le ofreció Franco, por lo que fue inmediatamente detenido. Condenado a muerte por un tribunal militar, algú n tiempo despué s la pena
fue conmutada por la de destierro, el cual cumplió en Mallorca hasta 1947. Por su parte Manuel Fal Conde, líder de la Comunió n Tradiciona-
lista (CT), se encontraba exiliado en Portugal cuando se produjo la unificació n, y desde este país siguió oponié ndose firmemente a la misma: «
[...] No se había olvidado de los carlistas. Franco en persona invitó a Fal Conde, el jefe carlista exiliado en Lisboa, a formar parte del  Consejo Na-
cional de FET, en noviembre de 1937. Fal Conde no aceptó y el ofrecimiento fue retirado definitivamente el 6 de marzo de 1938. El  conde de Ro-
dezno, que seguía en importancia a Fal Conde entre los carlistas, fue nombrado, a pesar de todo, ministro de Justicia [...]»

Ninguna de las formaciones políticas que tomó parte en la guerra civil sufrió tal nú mero de muertes entre sus líderes como ocurrió en el caso
de la FE-JONS: Alrededor del 60% de los miembros de FE-JONS de antes de la guerra perdieron su vida durante la contienda. Por el contrario,
la mayor parte de los locales y propiedades de los demá s partidos políticos o sindicatos ilegalizados al final de la contienda pasaron a formar
parte del patrimonio de FET-JONS.

1.2 Segunda guerra mundial

El partido jugó un papel discreto durante la segunda guerra mundial (1939-1945), llegando a establecer varias delegaciones fuera de Españ a.
La posibilidad de la intervenció n españ ola en la contienda se convirtió un motivo de preocupació n para los Estados Unidos, que investigaron
las actividades de la Falange en Amé rica Latina, especialmente en Puerto Rico, donde los sentimientos pro-Falange y profranquistas fueron
elevados, incluso entre las clases dirigentes. Algunos falangistas promovieron la idea de apoyar la lucha de las antiguas colonias españ olas
contra la dominació n norteamericana. Por ejemplo, antes del estallido de la guerra mundial, el apoyo a Franco y la FET-JONS era alto entre la
comunidad españ ola de Filipinas. El Servicio Exterior de Falange (o Falange Exterior), que constituía el departamento internacional del par-
tido, colaboró , a travé s de la Falange Filipina, con las fuerzas japonesas en su lucha contra las fuerzas militares estadounidenses durante la
conquista de Filipinas, en 1942.

Durante la contienda los Servicios de Informació n de Falange (posteriormente Delegació n Nacional de Informació n e Investigació n) tambié n
cooperaron estrechamente con los servicios secretos de las Fuerzas del Eje. Los Servicios secretos de Falange se hicieron cargo del espionaje
político y tambié n del espionaje dirigido a los diplomá ticos aliados en la Españ a franquista.

1.3 Primeros años del franquismo

Despué s de la guerra civil, se ha señ alado al partido como el encargado de desarrollar una ideología para el régimen de Franco. Este trabajo
se convirtió en un auté ntico cursus honorum [curso de honor] de los nuevos políticos conversos que se habían integrado en el partido tras el
comienzo de la contienda, los llamados Camisas nuevas, en oposició n a los má s populistas e ideoló gicos “camisas viejas” que habían formado
parte de la vieja FE-JONS. Desde la publicació n de los estatutos del partido el 4 de agosto de 1937, Franco ostentaba el cargo de Jefe Nacional
de FET-JONS, y só lo respondía de sus acciones «ante Dios y ante la Historia».

Aunque inicialmente Raimundo Ferná ndez-Cuesta era el secretario-general de FET-JONS, y en teoría el auté ntico líder del partido, en estos
primeros añ os el verdadero hombre fuerte de Falange fue Ramó n Serrano Suñ er. Cuñ ado de Franco y Ministro de la gobernació n, logró acce-
der a la jefatura de la Junta política de FET-JONS, lo que le confirió un poder enorme dentro de Falange. La esperaba entrada en guerra de Es-
pañ a del lado de los nazis fue vista por los sectores má s radicales del partido como la oportunidad para poder completar la revolució n nacio-
nalsindicalista pendiente desde el final de la guerra españ ola. El dó cil Ferná ndez-Cuesta abandonó la secretaría general del partido y é sta fue
puesta en manos del general Agustín Muñ oz Grandes, que ademá s era germanó filo. Entre 1940 y 1941 la campañ a de agitació n de Falange,
sin embargo, les llevó a enfrentarse con poderosos sectores del Ejé rcito que eran visceralmente contrarios a Falange. Esta situació n desem-
bocó en lo que se conoce en la historiografía como crisis de mayo de 1941, durante la cual Franco realizó algunos cambios para tratar de con-
seguir un nuevo equilibrio de poder en la Falange y en el gobierno. Serrano Suñ er (que pasó al Ministerio de Exteriores) y sus seguidores per-
dieron poder frente a otros falangistas má s conservadores y fieles a Franco.

La influencia y el poder del partido siguieron creciendo. La membresía de


FET-JONS alcanzó un pico de 932.000 miembros en 1942. Sin embargo, los
conflictos internos no desaparecieron y apenas un añ o despué s de la crisis
de mayo de 1941 surgió otra mucho má s grave que la anterior. En agosto
de 1942 las tensiones terminaron estallando y dando lu-gar al
llamado atentado de Begoñ a, cuando un incidente entre falangistas y
carlistas acabó con el lan-zamiento de una granada de mano y numerosos
heridos. El atentado provocó el cese de varios ministros del gobierno de
Franco, especialmente del ministro de Asuntos Exteriores, Ramó n Serrano
Suñ er, y del ministro del Ejé rcito, José Enrique Varela, pero principalmente
sirvió a Franco para desbancar del poder a los falangistas, a los que ya
consideraba una amenaza directa para su poder. En cuanto a los autores
del ataque, seis falangistas recibieron condenas por el mismo y uno de
ellos, Juan José Domínguez Muñ oz, fue condenado a muerte y fusilado. Con
anterioridad, tras la llamada “crisis de mayo de 1941”, José Luis Arrese ya
había emprendido una purga interna dentro del partido, con el obje-tivo de
expulsar a los elementos má s “incontrolados” o “izquierdistas” que se
habían afiliado durante la contienda: en los siguientes añ os fueron
expulsados 4.000 militantes. Esta represió n tambié n se extendió a otros
ó rganos, como los sindicatos verticales: el delegado nacional de
Sindicatos, Gerardo Salvador Merino, y sus partidarios fueron purgados y
los sindicatos abandonaron sus postulados revolucionarios.

A partir de noviembre de 1942 los falangistas radicales quedaron


desterrados de la direcció n del partido, que tras la constitució n de su
tercer Consejo Nacio-nal vio su composició n desterrada de todos aquellos
partidarios de Serrano Suñ er y, en cambio, copada por dirigentes
falangistas dó ciles ante las decisio-nes de Franco. De hecho, muchos de
estos nuevos líderes estaban má s preocu-pados por mantener sus parcelas
de poder y limitar el poder de sus rivales. Esto coincidió con el cambio de
rumbo de la segunda guerra mundial, especial-mente tras la Batalla de
Stalingrado, que terminó en una catá strofe militar pa-ra Alemania. Ante Certificado emitido por FET-JONS sobre un
ciudadano en 1954. Este tipo de documentos era
imprescindible para ciertas gestiones.
aquel cambio radical de la situació n internacional, Franco se empezó a distanciar de las potencias fascistas. En septiembre de 1943 dio ó r-
denes para que, en adelante, desde los medios oficiales se empezaran a referir a la FET-JONS como un “Movimiento” y no como un partido.

FET-JONS se acabó concibiendo como la rama política del denominado “Movimiento Nacional”, concepto má s amplio con el que se definía al
complejo mecanismo totalitario de inspiració n fascista que pretendía ser el ú nico cauce de participació n en la vida pú blica españ ola. Su dis-
curso político expresaba tambié n la mezcla de elementos ideoló gicos y retó ricos fascistas, ultranacionalistas, militaristas, tradicionalis-
tas, conservadores, cató licos (o nacionalcató licos), moná rquicos, etc.

«FET de las JONS se convirtió en la pieza esencial de la maquinaria del Estado para crear las redes que hacían posible mantener fidelidades
tradi-cionales, a la vez que ampliaban los apoyos al cooptar militantes entre todas las clases sociales, con lo que la base social de la dictadura se
am-pliaba y daba estabilidad al franquismo.»

1.4 Después de la segunda guerra mundial

Tras el final de la segunda guerra mundial y la derrota de las potencias fascistas, la situació n internacional de la Españ a franquista se volvió
muy complicada. Sin embargo, a partir de 1948, habían desaparecido los peores augurios para el régimen. El partido, que había estado con-
venientemente silenciado despué s de 1945, volvió a reactivarse y vivió una segunda etapa dorada: volvió a tener un importante protagonis-
mo en los á mbitos políticos. Se reactivó el cargo de Secretario general del Movimiento, que había quedado vacante tras el final de la contien-
da mundial. En 1953 llegó incluso a celebrar su Primer congreso (que de hecho, acabaría constituyendo el primer y el ú ltimo). Durante la ce-
lebració n del congreso se aprobó una declaració n en la que se decía que la Falange no consentiría «bajo ningún pretexto la ilegítima actuación
de camarillas que pretendan mermarle su condición de única inspiradora del Estado y, consiguientemente, la autoridad de su Jefe y Caudillo ». En
1956 el Secretario general del Movimiento, Arrese, elaboró un proyecto por el cual el papel de Falange y su jefatura política se reforzarían
considerablemente en el seno del propio régimen franquista. Este proyecto pronto se tropezó con la oposició n de importantes sectores de la
dictadura (Ejé rcito, Iglesia, sectores moná rquicos, etc.) y el intento acabaría fracasando pronto. A partir del cambio de gobierno de 1957,
FET-JONS perdió gran parte de su influencia anterior, en beneficio de los “tecnó cratas” de la Prelatura de la Santa Cruz y de la Obra de Dios u
Opus Dei.

En 1958 se aprobó la Ley de Principios Fundamentales del Movimiento, una norma que algunos historiadores han considerado que supuso el
principio del fin para FET-JONS como partido. En adelante se impuso definitivamente el uso del té rmino “Movimiento” para referirse al parti-
do, al tiempo que las bases ideoló gicas falangistas se diluyeron hasta prá cticamente perder toda su antigua esencia y convertirse en una mera
amalgama de distintos planteamientos ideoló gicos.

1.5 Decadencia

Con el paso de los añ os la influencia del partido ú nico fue decreciendo a paso acelerado. A pesar de que seguía habiendo afiliaciones (hubo
27.806 afiliaciones en 1969), estas eran demasiado reducidas como para compensar las defunciones de la vieja guardia del partido. A esto se
sumaba el factor de que la militancia estaba envejeciendo: en 1974 la media de edad de la militancia en Madrid era de al menos 55 añ os. Los
cambios políticos del régimen (Ley Orgá nica del Estado y nombramiento de Juan Carlos de Borbó n como sucesor de Franco) provocaron di-
sensiones internas. En 1969 un camisa vieja, Francisco Herranz, se suicidó en pleno centro de Madrid como protesta por los cambios que es-
taban teniendo lugar en el seno del régimen. A pesar de ello, la evolució n del ré gimen continuó su curso. El 3 de abril de 1970 una ley abolió
definitivamente el nombre “Falange Españ ola Tradicionalista y de las Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalistas” (oficial desde 1937) y asentó
definitivamente el nombre “Movimiento Nacional”. Para 1973 el “Movimiento” tenía oficialmente unos 980.054 miembros, lo que constituía
una de las cifras má s altas en su historia pero que proporcionalmente (en relació n al conjunto de la població n) era mucho menor de lo que
había sido FET-JONS en la é poca de Arrese. Sin embargo, aú n peor era el problema de la participació n de la militancia en la vida política, que
era muchísimo má s baja de lo que había sido en el pasado.

1.6 Desaparición

En 1976, tras la muerte de Franco, el entonces joven político Adolfo Suá rez fue nombrado Ministro-secretario general, siendo el primero bajo
la nueva monarquía de Juan Carlos I. Para entonces la influencia real del Movimiento en la sociedad españ ola no pasaba de ser meramente
anecdó tica, aunque seguía conservando su enorme entramado burocrá tico y sus organizaciones saté lites. Sin embargo, los primeros meses
del reinado de Juan Carlos I no hicieron má s que confirmar el abismo que existía entre el "Movimiento" y la sociedad españ ola. Ya en el vera-
no 1976, Suá rez fue nombrado nuevo Presidente de gobierno y bajo su presidencia dio comienzo el desmontaje de las estructuras del fran-
quismo y el paso a un ré gimen parlamentario, especialmente tras la aprobació n de la Ley para la Reforma Política.

El 7 de abril de 1977 el Gobierno Suá rez decretó la disolució n oficial de FET-JONS, aunque algunos de sus organismos internos (especialmen-
te los del mundo de la comunicació n, ó rganos culturales y ó rganos deportivos) todavía existieron durante algunos añ os má s. La desaparició n
de los ó rganos que formaban el Movimiento implicó el traspaso de todo su personal a la administració n pú blica del Estado con categoría fun-
cionarios pú blicos. En el caso de las trabajadoras de la Secció n Femenina, por ejemplo, fueron transferidas mayoritariamente a las Bibliote-
cas del Estado aun cuando esta medida tropezó con la frontal oposició n del Cuerpo de bibliotecarios.

Poco despué s de su autodisolució n, en paralelo, surgieron algunos partidos que pretendían ser sus continuadores, como: 
Falange Españ ola de las Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalistas (FE-JONS), fundado en 1976 y todavía activo, 
Falange Españ ola de las JONS (Auté ntica) (FE-JONS (A)), fundada en 1976 y disuelta en 1980, 
Falange Españ ola Independiente (FEI), fundadas en 1977 y absorbida por FE-JONS en 2004
o los Círculos Doctrinales “José Antonio” (CDJA o CJA), fundado en 1960 y disuelto en 1979.

2. Simbología y uniformidad

FET-JONS adoptó una combinació n de símbolos que reflejaba la distinta procedencia de las fuerzas que conformaron el partido. Se vestía co-
mo uniforme la camisa azul de la FE-JONS y la boina roja de los Requeté s. Se añ adió asimismo una corbata negra en señ al de luto por José An-
tonio Primo de Rivera. Muchos falangistas no aceptaban la boina roja como elemento del uniforme y la consideraban una imposició n. Por ello,
en muchas ocasiones solían llevar la boina roja en la charretera de la camisa azul. Al igual que ocurría con los falangistas, la militancia de pro-
cedencia carlista tampoco aceptó de buen grado el uso de elementos de origen falangista.

Las banderas que presidían los actos correspondían del mismo modo a las principales fuerzas que conformaron la organizació n. Presidía to-
dos los actos del partido la Bandera Nacional de Españ a, flanqueada por las de FE-JONS y la Cruz de Borgoñ a de los tradicionalistas. El princi-
pal himno del partido era el “Cara al sol”, (obra del mú sico guipuzcoano Juan Tellería) aunque tambié n gozaron de cooficialidad formal, entre
otros el “Oriamendi”. Esta situació n se mantuvo hasta el final mismo de la dictadura.

El saludo con el brazo en alto y los gritos rituales, como «¡Arriba España!» o «España, Una, Grande y libre», de procedencia falangista, comple-
taban el grueso de la imagen externa que se proporcionó al partido.

3. Estructura orgánica

Con la creació n de FET-JONS, en los estatutos de 1937 se establecían doce “servicios”, que constituían distintas á reas de organizació n y traba-
jo. Estos eran: Servicio Exterior, Educació n Nacional, Prensa y Propaganda, Secció n Femenina, Obras Sociales, Sindicatos, Organizació n Juve-
nil, Justicia y Derecho, Iniciativas y Orientaciones de la Obra del Estado, Comunicaciones y Transportes del Movimiento, Tesorería y Adminis-
tració n, y por ú ltimo el Servicio de Informació n e Investigació n. Con el tiempo, algunos servicios adquirieron un papel má s relevante que
otros, como fue el caso de los siguientes:

 Servicio de Prensa y Propaganda (posteriormente Delegació n Nacional de Prensa y Propaganda), que tenía bajo su control tanto
la Cadena de Prensa del Movimiento como la Red de Emisoras del Movimiento (REM).

 Servicio Exterior de Falange (o Falange Exterior), encargado de la acció n de FET-JONS fuera de Españ a. Tuvo un papel relevante
durante la segunda guerra mundial.

 Servicio de Informació n e Investigació n, una especie de servicio de inteligencia del partido encargado de investigar a opositores y
confec-cionar informes personales.

 Secció n Femenina (SF), ó rgano de encuadramiento femenino. Tenían a su cargo la gestió n de organismos como el Auxilio Social o
el Servi-cio Social de la Mujer.

 Organizació n Sindical Españ ola (OSE), ó rgano de encuadramiento laboral. Bajo su dependencia se encontraban organizaciones
como Edu-cació n y Descanso (EYD).

 Organizació n Juvenil Españ ola (OJE), ó rgano de encuadramiento juvenil. Organizaba numerosas actividades educativas, sociales y
deporti-vas.

Los estatutos de FET-JONS de 1939 sustituyeron a los de 1937 y supusieron una reorganizació n orgá nica del partido, estableciendo la crea-
ció n de dos nuevos organismos: la Delegació n Nacional de Ex Cautivos (DNEC) y la Delegació n Nacional de Excombatientes (DNE). En 1941
se estableció la Delegació n Nacional de Deportes (DND), que tendría un importante rol sobre las actividades deportivas. En diciembre de
1945, tras el final de la guerra mundial, la Delegació n Nacional del Servicio Exterior fue disuelta.

En julio de 1957 se procedió a una reorganizació n interna del partido y el nú mero de organismos dependientes de la Secretearía general se
redujo. A partir de ese momento las delegaciones nacionales quedaron reorganizadas de la siguiente forma: Secció n Femenina; Juventudes;
Provincias; Prensa, Propaganda y Radio; Educació n Física y Deportes (antigua Delegació n Nacional de Deportes); Organizaciones; Asociacio-
nes; y Auxilio Social. La nueva Delegació n nacional de Asociaciones asumió las competencias de la Delegació n Nacional de Excautivos y de la
Delegació n Nacional de Excombatientes, que desaparecieron.

4. Secretarios generales

Aunque el dictador Francisco Franco tambié n ejercía como el líder del Movimiento,
oficialmente el secretario general era el auté ntico jefe del partido. Ademá s, a lo largo de su
historia la Secretaría general del Movimiento dispuso de rango ministerial, lo que la convertía
en un miembro má s del Consejo de Ministros. El ministro-secretario general
en 1975, Fernando Herrero Tejedor, murió repentinamente en un accidente de automó vil. En
toda la historia del régimen franquista fue el ú nico que falleció en ejercicio de su cargo.
Durante toda su existencia estos fueron los cargos que ocuparon la jefatura:

Nombre Inicio Final

Raimundo 4 de diciembre de 10 de agosto de


Ferná ndez-Cuesta 1937 1939
Agustín Muñ oz 10 de agosto de 16 de marzo de
Grandes 1939 1940
20 de mayo de 21 de julio de
José Luis Arrese
1941 1945
Raimundo 24 de noviembre 16 de febrero de
Ferná ndez-Cuesta de 1948 1956
Francisco Franco fue el Jefe
16 de febrero de 26 de febrero de
José Luis Arrese Nacional de FET-JONS hasta su muerte,
1956 1957
en noviembre de 1975.
26 de febrero de 30 de octubre de
José Solís Ruiz
1957 1969
Torcuato Ferná ndez- 30 de octubre de 4 de enero de
Miranda 1969 1974
4 de enero de 5 de marzo de
José Utrera Molina
1974 1975
Fernando Herrero 5 de marzo de 12 de junio de
Tejedor 1975 1975
18 de junio de 12 de diciembre
José Solís Ruiz
1975 de 1975
12 de diciembre
Adolfo Suá rez 8 de julio de 1976
de 1975

Ignacio García Ló pez 8 de julio de 1976 7 de abril de 1977

Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Falange_Espa%C3%B1ola_Tradicionalista_y_de_las_Juntas_de_Ofensiva_Nacional_Sindicalista
Coros y Danzas de España
Coros y Danzas de España (CYDE) es
una organizació n nacio-nal españ ola fundada en el añ o 1939,
dentro de la Secció n Feme-nina (SF) de Falange Españ ola
Tradicionalista y de las Juntas de Ofensiva Nacional-
Sindicalista (FET y de las JONS).

En sus inicios la organizació n se dedicó a recoger, recuperar y


conservar el folclore (especialmente los cantos y bailes) en
trance de desaparició n en muchos sitios, procurando su Logo actual de la organizació n.
rehabilitació n y arraigo en su forma má s pura y original. Esta
importante labor folcló rica ha llegado hasta nuestros días.

A partir de 1942 comenzaron a realizar giras en el exterior para exportar «auténtico folklore español», cosechando algunos éxitos internacio-
nales. Ya durante la segunda guerra mundial (1939-1945) participaron en varios festivales de la Alemania nazi. En clave interna, la organiza-
ció n permitió a muchas mujeres de la é poca viajar a travé s de Españ a e incluso al exterior. El régimen franquista utilizó a Coros y Danzas co-
mo un instrumento propagandístico que representara en el exterior su «buena voluntad».

La organizació n de Coros y Danzas continuó existiendo tras la disolució n de su matriz, la Secció n Femenina, en 1977. La Federació n de Aso-
ciaciones de Coros y Danzas de Españ a (FACYDE) se crea en el añ o 1977 acogiendo a un buen nú mero de grupos de Coros y Danzas con la in-
tenció n de mantener unido el trabajo de recuperació n, conservació n y divulgació n del legado cultural acumulado por estos frutos a travé s de
su larga experiencia.

Con el paso de los añ os, los grupos de Coros y Danzas se consolidaron como los mejores guardianes y difusores de la mú sica y la danza tradi-
cional españ ola, ademá s de unos importantes embajadores de nuestro folklore por todo el mundo, alcanzando un gran prestigio nacional e
internacional por su demostrada seriedad y calidad artística.

Actualmente, FACYDE agrupa a 59 asociaciones de folklore con má s de 5.900 personas de todas las profesiones y estratos sociales dedicadas
al noble trabajo de la conservació n de una parte de nuestro patrimonio cultural.

FACYDE se considera depositaria de una parte de nuestro patrimonio cultural. Esto supone una enorme riqueza de formas culturales tradi-
cionales acumuladas a lo largo de los añ os de experiencias de los grupos. En nuestros objetivos destacamos tres importantes aspectos:

La recuperación del acervo cultural popular y tradicional de los diversos pueblos de Españ a, centrado prioritariamente en su mú sica,
danza y vestuario, pero sin olvidar todos los demá s aspectos que conforman la cultura de un determinado lugar y de un determinado gru-
po humano.

El mantenimiento de estas culturas dentro de las formas má s auté nticas conocidas. Esto nos convierte en un archivo viviente que asegura
la supervivencia de nuestro folclore y sirve de fuente de estudio, investigació n e inspiració n para artistas y creadores de otras formas co-
reográ ficas y musicales.

La divulgación en forma de actuaciones, organizació n de festivales y creació n de escuelas. En este sentido, y como depositarios de este fol-
clore, nos sentimos obligados a divulgarlo y representarlo de la mejor manera posible y con el mayor nivel de calidad artística.

FACYDE forma parte del Consejo Internacional de la Danza (CID) de la Organizació n de las Naciones Unidas para la Educació n, la Ciencia y la
Cultura (United Nations Educational, Scientific and Cultural Organization, UNESCO) con derecho a participar en todos sus foros y Asambleas
Internacionales. Tambié n es miembro adherido de la Consejo Internacional de Organizaciones de Festivales de Folclore (CIOFF-Españ a) y ha-
bitualmente está presente, como miembro del Jurado Internacional, en el Festival Internacional de Folclore de Zakopane (Polonia).

Dentro de su proyecció n internacional cabe destacar como elemento má s reseñ able la presencia cada añ o de un buen nú mero de nuestros so-
cios participando en festivales internacionales de folklore en alrededor de 30 países de todo el mundo. Sin duda, esta presencia internacional
resulta muy importante para promover la difusió n de la cultura españ ola en el exterior, así como el propio idioma.

FACYDE está abierto a la participació n en cualquier actividad que permita el desarrollo y la difusió n de la cultura y la lengua españ ola en
cualquier parte del mundo.

Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Coros_y_Danzas_de_Espa%C3%B1a

Auxilio Social
El Auxilio Social fue una organizació n de socorro humanitario que existió en Españ a durante
la dic-tadura franquista (1939-1975). Surgida en la zona sublevada durante la guerra civil
españ o-la (originalmente como “Auxilio de Invierno”), tuvo un destacado papel en los primeros
añ os del franquismo. El organismo constituyó un importante medio de propaganda política del
ré gimen.

1. Historia

1.1 Fundación y primeros años

Nacido en octubre de 1936 de la mano de Mercedes Sanz-Bachiller (viuda de Oné simo Redondo),


fue organizado de la nada en Valladolid para atender sin discriminació n ideoló gica a los
desamparados de la ciudad, acuciada por el problema de la represió n llevada a cabo por el bando Logo de la organizació n.
sublevado, exten-dié ndose con posterioridad a otras ciudades de la zona sublevada. Surgió como
un organismo de asistencia pú blica que tambié n funcionaría (tras la unificació n de 1937) como medio bé lico y de pro-paganda de la Falange
Españ ola Tradicionalista y de las Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista (FET-JONS). Originalmente la organizació n recibió el nombre de
“Auxilio de Invierno”, inspirado y siguiendo el modelo del Winterhilfswerk des Deutschen Volkes [Auxilio de Invierno del Pueblo Alemá n] de
la Alemania nazi. En la formació n del organismo Sanz-Bachiller contó con la estrecha colaboració n de Javier Martínez de Bedoya.
Uniforme de Auxilio Social, exposició n temporal “Prietas las filas. Vida cotidiana y franquismo”, en el Museo Valenciano de Etnología.

Tras el Decreto de unificació n de abril de 1937 el renombrado “Auxilio Social” pasó a quedar englobado dentro de la Secció n Femenina (SF)
de la Falange Españ ola (FE).

El primer comité director de la Institució n estaba formado por Mercedes Sanz Bachiller y Martínez de Bedoya, Jesú s Ercilla, Antonio Romá n,
José Pardo, Manuel Martínez de Tena y Carmen de Icaza, pero ningú n representante de la Iglesia cató lica. No pasó mucho tiempo en que la
Iglesia observó con desconfianza el crecimiento de una institució n bené fica laica que invadía espacios de actuació n propios. Con el tiempo las
presiones de la Iglesia obraron efecto y finalmente, con la aprobació n de Ramó n Serrano Suñ er, se constituyó un Consejo Superior de Benefi-
cencia y Obras Sociales con la presencia obligada de dos obispos, que se reunió por primera vez el 10 de agosto de 1938, siendo uno de ellos
monseñ or Plá y Deniel. No obstante, siguieron procedié ndose conflictos entre Auxilio Social y la Iglesia.

En el momento de su fundació n apenas si tenía una habitació n, pero su organizació n no tardó en crecer exponencialmente durante la
contien-da: para octubre de 1937 tenía 711 centros, un añ o despué s estos ya habían crecido a 1.265 centros y en octubre de 1939 los
establecimien-tos de auxilio social eran 2.487.
Colecció n de emblemas de solapa de Auxilio Social, exposició n temporal “Prietas las filas. Vida cotidiana y franquismo”, en el Museo
Valenciano de Etnología.

Auxilio tenía su propio servicio de propaganda, la Oficina Central de Propaganda, bajo la direcció n de la escritora Carmen de Icaza (desde el 1
de octubre de 1937). Esta organizó la presencia de fotó grafos y periodistas en las llegadas de los camiones de Auxilio y reportajes sobre los
repartos de víveres y la atenció n que las mujeres falangistas deparaban a los niñ os. La situació n fue tal que se llegó a organizar un servicio fo-
tográ fico propio. La Oficina Central se encargaba de la distribució n provincial de carteles propagandísticos, las hojas de reparto de propagan-
da, la distribució n de notas en la radio y las consignas dadas a los oradores.

La relació n del organismo con la Alemania nazi fue importante. Durante la guerra civil las dirigentes femeninas del Auxilio Social realizaron
frecuentes viajes de orientació n en la Alemania nazi. Por su parte, Martínez de Bedoya promovió la idea del empleo de parafernalia similar a
la del Winterhilfswerk nazi.

1.2 Dictadura franquista

Auxilio Social llegó a tener delegaciones que actuaron fuera de Españ a, realizando labores de recaudació n econó mica y atenció n a los inmi-
grantes má s necesitados. De hecho, el Servicio Exterior de Falange (o Falange Exterior) llegó a tener en su organigrama una secció n del Auxi-
lio Social. En Cuba, por ejemplo, las guarderías y comedores de Auxilio Social tuvieron una actuació n relevante entre 1938 y 1941 (fecha en
que se prohibieron las actividades de Falange en territorio cubano).

El organismo acabaría constituyendo un importante medio de propaganda política de la dictadura franquista. La relevancia política que llegó
a adquirir Auxilio Social dio lugar a disputas para controlarla, lo que contribuyó al enfrentamiento entre Sanz-Bachiller y Pilar Primo de Rive-
ra. El matrimonio entre Sanz-Bachiller y Martínez de Bedoya, a finales de 1939, sirvió de excusa para la caída en desgracia de la delegada na-
cional del Auxilio Social. Tras una dura campañ a en su contra, é sta dimitió de todos sus puestos a comienzos de 1940. Unos meses despué s, el
9 de mayo de 1940, Manuel Martínez de Tena fue nombrado delegado nacional de Auxilio Social.

Pasados los añ os 40, el Auxilio Social se quedó como una institució n má s de asistencia social dentro del Régimen. Tras la muerte de Franco y
el comienzo de la transició n, en 1976 el Auxilio Social pasó a depender del Instituto de Asistencia Social (IAS) del Ministerio de Gobernació n.

Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Auxilio_Social
Magistratura de Trabajo
Giró n de Velasco (centro) con otras autoridades, entre ellos el capitá n militar Ricardo Rada. | Fototeca Municipal. Fondo Gelán.

La Magistratura de Trabajo fue un organismo judicial españ ol, encargado de resolver los conflictos de cará cter laboral.

Historia

Las magistraturas del trabajo fueron creadas el 13 de mayo de 1938 por un decreto del Ministerio de Organizació n y Acció n Sindical, en
la zona franquista. Su creació n ya se preveía en el Fuero del Trabajo, que había sido promulgado en marzo de ese mismo añ o. Este nuevo or-
ganismo, que suponía que los conflictos laborales quedasen exclusivamente en manos del Estado, vino a sustituir a los antiguos  jurados mix-
tos que habían existido durante la segunda repú blica (1931-1936).

Los magistrados del trabajo constituían un cuerpo propio, al que podían acceder funcionarios procedentes de la carrera judicial o fiscal.

Continuaron existiendo hasta 1989, cuando fueron sustituidos por los Juzgados de lo Social.

Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Magistratura_de_Trabajo

Obra Sindical Educación y Descanso


Obra Sindical Educación y Descanso (OSEYD) fue una organizació n españ ola de tipo cultural y
recreativo, dependiente de la Organizació n Sindical Españ ola (OSE), que existió durante la é poca de
la dictadura fran-quista, entre 1939 y 1977. OSEYD estaba dedicada a promover y realizar todo tipo de
actividades artísticas, culturales y deportivas por parte de los trabajadores («productores»). OSEYD llegó
a constituir una de las or-ganizaciones del ré gimen franquista con mayor impacto entre los trabajadores.

1. Historia

OSEYD fue fundada el 14 de diciembre de 1939 (segú n datos oficiales fue fundada el 18 de diciembre de
1939), siguiendo el modelo de la organizació n italiana Opera Nazionale Dopolavoro [Obra Nacional de
Des-pué s del Trabajo] u OND que había existido durante el ré gimen fascista de Mussolini. Denominada en
sus co-mienzos “Alegría y Descanso” (nombre de claras resonancias nazis), con posterioridad la
organizació n adop-taría su nombre definitivo. En sus primeros añ os de existencia la organizació n
mantuvo contactos con la or-ganizació n nazi “Kraft durch Freude” [Fuerza a travé s de la Alegría],
llegando a firmarse un convenio de coo-peració n entre ambas en 1943. A pesar de sus iniciativas, durante
su primera etapa de existencia la organiza-ció n encontró no pocas dificultades debido a las carestías y a la
difícil situació n que existía en la posguerra. Desde 1945 el nú mero de instalaciones pertenecientes a la Logo de la organizació n.
OSEYD se incrementó de forma considerable.

La organizació n estaba a cargo del ocio y el esparcimiento de los trabajadores, contando para sus fines con una red de centros culturales, ins-
talaciones deportivas (incluidos los “Parques sindicales”) y ciudades residenciales. A lo largo de su historia OSEYD construyó albergues y
residencias donde los obreros pudieran veranear de forma econó mica. Por su parte, los llamados “Hogares de Educació n y Descanso” se en-
cargaron de fomentar entre los trabajadores la cultura, diversió n, salud o deporte. En su é poca fueron muy conocidas las actividades y exhibi-
ciones gimná sticas que los grupos de Educació n y Descanso realizaban anualmente cada 1 de mayo.

Las actividades amparadas por OSEYD se extendían pues a grupos de teatro, cineclubs, coros y danzas (que no deben ser confundidos con
los Coros y Danzas (CYDE) de la Secció n Femenina de Falange Españ ola), viajes y vacaciones y sobre todo competiciones deportivas, que cul-
minaban en los denominados “Juegos Deportivos Sindicales”. De hecho determinadas actividades minoritarias como el aeromodelismo, el tiro
con arco, la espeleología o incluso el ajedrez y la filatelia tuvieron durante añ os su mejor nicho en los grupos de OSEYD.

La OSEYD desapareció el 16 de junio de 1977, durante el desmontaje de la dictadura franquista y de los sindicatos verticales.

2. Áreas cubiertas

Las á reas cubiertas por OSEYD se agrupaban de la siguiente forma:

 Extensió n cultural (coros, bandas de mú sica, orquestas, rondallas, teatro, danza y ballet, agrupaciones folcló ricas)
 Arte (agrupaciones teatrales, concursos literarios, fotográ ficos, cineclubs)
 Turismo
 “Hogares del Productor”, residencias y las “Ciudades Residenciales” de Perlora (Asturias) y Tarragona
 Bibliotecas
 Deportes

3. Demostraciones del 1 de mayo

Los campeonatos y concursos de todo tipo tenían su exponente culminante de forma anual, en las “demostraciones” del 1 de mayo de las que
la Nacional, celebrada normalmente en el Estadio Santiago Bernabé u de Madrid con asistencia del propio Franco, constituía un alarde de es-
pectacularidad con numerosas actuaciones gimná sticas y folcló ricas.

4. Regatas en La Coruña

Otra manifestació n deportiva clá sica de OSEYD que se mantuvo sin interrupció n desde el añ o 1941 hasta la edició n póstuma de 1976, y que
por ello llegó a formar parte del oficioso calendario anual del franquismo, fue la Regata de Traineras en honor del Caudillo, (del “Generalí-
simo” despué s y de “S. E. el Jefe del Estado” finalmente, segú n evolucionaba la nomenclatura del sistema). Esta competició n se celebraba
en La Coruñ a todos los veranos, tradicionalmente el 15 de agosto, participando en ella normalmente una embarcació n de cada una de las pro-
vincias en las que se practicaba esa especialidad del deporte del remo, Guipú zcoa, Vizcaya, Santander, Asturias, La Coruñ a y Pontevedra; con
la asistencia del homenajeado y su comitiva de “jerarcas”, especialmente en este caso sindicales.

5. Grupos de Empresa
Por su parte las grandes empresas españ olas del franquismo, sobre todo las del Instituto Nacional de Industria (INI) tenían muy a gala sub-
vencionar a sus grupos de empresa de Educació n y Descanso; de entre todos ellos fue el má s destacado, en cantidad y calidad, el grupo
de Empresa Nacional Siderú rgica Sociedad Anó nima (ENSIDESA), que incluía un club de casi todos los deportes y muchas actividades artísti-
cas y culturales.

Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Educaci%C3%B3n_y_Descanso

Frente de Juventudes
La Delegación Nacional del Frente de Juventudes fue un organismo político-administrativo creado en
Es-pañ a en 1940, como secció n juvenil autó noma de Falange Españ ola Tradicionalista y de las Juntas de
Ofensi-va Nacional-Sindicalista (FET-JONS), el ú nico partido político autorizado por la dictadura del
general Fran-co (1939-1975).

El Frente de Juventudes fue creado para el encuadramiento y adoctrinamiento político de los jó venes
espa-ñ oles segú n los principios del llamado Movimiento Nacional, el conglomerado de fuerzas político-
sociales que apoyaron el levantamiento contra el gobierno del Frente Popular, que daría origen a
la guerra civil (1936-1939) con la que Franco se hizo con el poder.

Con anterioridad a su creació n, habían existido una serie de organizaciones juveniles de los partidos que
apoyaron el Alzamiento, especialmente los “Pelayos”, juventudes del tradicionalismo, y los “Balillas”,
prime-ra denominació n de la organizació n juvenil de Falange Españ ola y de las JONS, que pasó a
denominar-se Organizaciones Juveniles a raíz del Decreto de unificació n de 1937 y cuyo segundo y Escudo bordado de la
ú ltimo Delegado fue, hasta 1940, Sancho Dá vila; estas organizaciones se disolvieron e integraron en el
organizació n.
Frente de Juventudes a la creació n de este.

Con la evolució n del franquismo, el Frente de Juventudes fue adaptando sus finalidades y su composició n a las vicisitudes políticas
del régimen; en noviembre de 1961 se cambia la denominació n de Frente de Juventudes por la de Delegació n Nacional de Juventudes, mucho
menos beligerante, y en enero de 1970, una importante reorganizació n de la Secretaría General del Movimiento, máximo ó rgano político del
ré gimen, cambia su denominació n por la de Delegació n Nacional de la Juventud, con la que llega hasta el final del Régimen, en 1977.

1. Fines institucionales

Los fines del Frente de Juventudes quedan claramente expuestos en su Ley fundacional, e iban dirigidos a la totalidad de la juventud españ o-
la, tanto los afiliados voluntariamente, como, y aquí radica la singularidad del Frente y su influencia en la sociedad españ ola de la é poca, los
no afiliados, que recibieron la denominació n de "encuadrados" y quedaron divididos en "escolares" (de todos los niveles educativos), "apren-
dices" (trabajadores), y "rurales" (campesinos).

Para las juventudes afiliadas, los fines eran los siguientes (artículo 7 de la ley):

a) La educació n política, en el espíritu y doctrina del Movimiento.

b) La educació n física y deportiva.

c) La educació n premilitar.

d) La iniciació n a la del Hogar para las juventudes femeninas.

e) Colaborar en la formació n cultural, moral y social con las instituciones a las que corresponda prestarlas y secundar la educació n religiosa
propia de la Iglesia.

f) Organizar y dirigir campamentos, colonias, albergues, cursos, academias y cualquier otra obra de este gé nero, enderezada al cumplimien-
to de sus funciones.

g) Completar, respecto de sus afiliados, la labor del Estado, principalmente en materia de sanidad, enseñ anza y trabajo.

Con respecto a la juventud no afiliada, los fines eran los siguientes (artículo 8):

a) La iniciació n política.

b) La educació n física.

c) La organizació n de cuantas colonias de verano o instituciones afines sean subvencionadas por las Corporaciones pú blicas y la inspecció n
de las que organicen las entidades privadas.

d) La vigilancia del cumplimiento de las consignas del Movimiento, en lo que a la juventud se refiere, en los centros de enseñ anza y trabajo.

2. Organización y estructura
Para el mejor cumplimiento de las competencias que se atribuyeron al Frente de Juventudes este se estructuró a travé s de distintos ó rganos,
unos de cará cter personal y, otros, colectivos.

Al frente de la Delegació n estaba el Delegado Nacional del Frente de Juventudes, designado libremente por el Jefe Nacional del  Movimien-
to, Francisco Franco, a propuesta del Secretario General, del que dependía jerá rquicamente, como señ ala el artículo 11 de la ley fundacional.
Nada dice dicho texto legal sobre el cese del Delegado, pero el Estatuto del Movimiento, en su artículo 23 determina que al frente de cada ser-
vicio habrá un Delegado, «nombrado y destituido libremente por el Jefe Nacional».

La organizació n se estructuró a travé s de servicios o departamentos a los que correspondían desarrollar las misiones encomendadas. Esta es-
tructura no fue algo estable y permanente, sino que, por el contrario, sufrió varias modificaciones, siempre manteniendo los fines fundaciona-
les. La ley fundacional señ alaba la existencia de un Asesor de Educació n Física y otro de Religió n, cuyos primeros titulares fueron el Teniente
General Joaquín Agulla y Jiménez-Coronado, y el Patriarca Leopoldo Eijo y Garay, respectivamente.

Dentro de la organizació n actuaban varias unidades, como era, especialmente en los primeros momentos, el Sindicato Españ ol Universita-
rio (SEU), que atendía a la juventud de enseñ anza superior. Luego estaban las Secciones centrales de Enseñ anza, a la que competía todo lo re-
lacionado con la actividad docente que el Frente de Juventudes tenía encomendada; tambié n todo lo referente al profesorado de Formació n
del Espíritu Nacional (FEN) y de Educació n Física, así como lo relacionado con los libros de texto de aquellas asignaturas. La de Centros de
Trabajo atendía a la juventud trabajadora. Uno de los medios empleados eran las llamadas “Tardes de Enseñ anza”, tiempo que las empresas
cedían al Frente de Juventudes para que los aprendices pudieran asistir a las actividades y clases que la organizació n impartía. Má s tarde co-
menzaron los «Concursos de Formació n Profesional» que llegaron a alcanzar nivel internacional. Tambié n había una Secció n de Rurales que
atendía a la juventud campesina.

En la Norma Orgá nica de 1962 se habla de la Secció n de Actividades Profesionales, con dos vertientes: la Obra de Formació n Agropecuaria y
la de Formació n Profesional (FP). En la ley fundacional se preveía la creació n de las Secciones Naval y del Aire. Esta ú ltima no llegó a existir y
en cuanto a la Naval tenía como finalidad «la formación de los jóvenes que normalmente harán su servicio militar en la Armada, así como los
que aspiren a ejercer las profesiones de la Marina de Guerra o Mercante, flota pesquera y servicios auxiliares de la misma».

3. Organización de los afiliados

Las juventudes afiliadas voluntariamente formaban las Falanges de Voluntarios, má s tarde denominadas Falanges Juveniles de Franco (FJF),
que estaban organizadas en tres grupos o “legiones”: Flechas (de 10 a 13 añ os), Cadetes (de 14 a 16 añ os) y Guías (de 17 a 20 añ os). La uni-
dad bá sica era la escuadra, y los mandos se denominaban jefe de escuadra, de falange, de centuria y de legió n. El mando del Frente de Juven-
tudes de la provincia correspondía al ayudante provincial. Como actividades má s destacadas del Frente de Juventudes sobresalieron los ho-
gares, campamentos, marchas y las Escuelas de Montañ a.

En los añ os 50, el Frente de Juventudes estaban ya claramente desfasadas, debido sobre todo a su componente política e ideoló gica. Este des-
fase termina llevando a su disolució n. Sin embargo, todavía seguía siendo vá lida su componente deportiva y cultural, lo que lleva en 1960 a la
creació n de la Organizació n Juvenil Españ ola (OJE), que surge como asociació n juvenil independiente, desprovista de contenido político y
orientada a llenar el tiempo libre de niñ os y adolescentes con un proyecto educativo propio.

4. Servicios y actividades

Los servicios y actividades que desarrolló el Frente de Juventudes fueron muy amplios y numerosos, pues cubrían ademá s del á mbito educa-
tivo, el del tiempo libre, el de la cultura e, incluso, el de la informació n.

En el de tiempo libre destacaron principalmente los torneos y competiciones de actividades deportivas, los campamentos y albergues, activi-
dades culturales y de ocio como teatro, aeromodelismo, la sanidad escolar y empresas como la Cadena Azul de Radiodifusió n (CAR, que
pasaría a ser Radio Cadena Españ ola), la Oficina de Viajes Turismo, Intercambio y Viajes Educativos (TIVE), la Red Españ ola de Albergues Ju-
veniles, la Red de Bazares Juveniles, y la Editorial Doncel, a travé s de la cual editó  tebeos como Balalín (1957-1959) y Trinca (1970-1973).

En el á mbito má s estrictamente educativo, el Frente de Juventudes llegó a disponer de una red de Colegios de Enseñ anza Primaria y una
de Colegios Menores (enseñ anza secundaria en régimen de internado), ademá s de tener la exclusividad de organizació n, impartició n y eva-
luació n, en todos los niveles educativos, de varias asignaturas, las llamadas “disciplinas del Movimiento”:  Educació n Física, Educació n políti-
ca (que recibió diversos nombres a medida que el Ré gimen evolucionaba) y, para las niñ as, varias asignaturas que constituyeron en conjunto
las llamadas “Enseñ anzas de Hogar”. Incluso llegó a depender de Juventudes la Escuela Oficial de Periodismo, antes de la creació n de las Fa-
cultades de Ciencias de la Informació n.

El soporte humano bá sico del Frente de Juventudes lo constituyó el Cuerpo Especial de Oficiales Instructores formados en la  Academia de
Mandos “José Antonio” de Madrid, titulados en Educació n Física, Formació n Cívico-Social y Campamentos.

Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Frente_de_Juventudes
Sindicato Vertical
La Organización Sindical Española (OSE), conocida comú nmente como Sindicato Vertical o
simplemente como Organización Sindical, fue la ú nica central sindical que existió
en Españ a entre 1940 y 1977, durante el período de la dictadura franquista. Durante casi cuarenta añ os
se convirtió en el ú nico sindicato legal que estuvo autorizado.

Todos los trabajadores y empresarios, que pasaron a ser conocidos como “productores” en la
terminología franquista, estaban obligados por ley a estar afiliados al sindicato vertical. La Organizació n
Sindical fue esta-blecida tras el final de la guerra civil (1936-1939), al tiempo que otras organizaciones
sindicales anteriores como la anarquista Confederació n Nacional del Trabajo (CNT) y la socialista Unió n
General de Trabajadores (UGT) fueron proscritas y pasaron a la clandestinidad. Esto tampoco fue un
impedimento para que organiza-ciones clandestinas como las Comisiones Obreras (CCOO) se infiltraran
en su seno.

Tras la muerte de Franco y el comienzo de la transició n, el gobierno de Adolfo Suá rez decidió la disolució n Logo de la organizació n.
del sindicato vertical, que para entonces se hallaba muy afectado por la infiltració n de Comisiones
Obreras. No obstante, la antigua estructura sindical se mantuvo y fue reconvertida en la Administració n
Institucional de Servicios Socioprofesionales (AISS), organismo que se hizo cargo del inmenso fondo documental y patrimonio inmobiliario
que poseían los Sindicatos verticales.

1. Historia

1.1 Orígenes y creación


Placa del Sindicato Vertical en Santiago de Compostela.
Tras el comienzo de la guerra civil en julio de 1936, desde el comienzo las autoridades de la zona sublevada decretaron la ilegalizació n de las
principales organizaciones sindicales de clase, como fue el caso de la anarquista CNT y la socialista UGT. En 1938 las autoridades franquistas
promulgaron el llamado “Fuero del trabajo”, una norma legislativa que, a imitació n del modelo fascista italiano y su Carta del trabajo (Carta
del lavoro), sentaba las bases para la intervenció n estatal en el mundo laboral. Fue a partir de esta legislació n donde se sentaron las bases pa-
ra la creació n de una nueva organizació n sindical basada en el modelo corporativista de un sindicato vertical que agrupara a trabajadores y
empresarios en una misma organizació n. La ley del 30 de enero de 1938 creaba ademá s el Ministerio de Organizació n y Acció n Sindical, que a
partir de entonces se convirtió en el organismo estatal encargado de las cuestiones laborales y sindicales.

Un antecedente de la Organizació n Sindical fue la Central Obrera Nacional-Sindicalista (CONS) fundada en 1935 por Falange Españ ola de las
Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista (FE-JONS), aunque durante buena parte de su existencia la CONS tuvo una influencia muy limitada.
Despué s de 1938, la OSE fue el resultado de la fusió n de las organizaciones obreras cercanas a la Falange y las organizaciones patronales, con
el fin de organizar a trabajadores, té cnicos y a patrones dentro de una sola estructura vertical, ideal similar al fascista para alcanzar las rela-
ciones laborales propias de un estado corporativo, frente al ideal nacionalsindicalista de la FE-JONS que en teoría parecía quererse seguir (y
que nunca se aplicó ). En ella, todos los trabajadores, llamados “productores”, y sus patronos tenían el derecho de elegir sus representantes
mediante elecciones. Aunque el Sindicato vertical comenzó a tener una cierta actividad a partir de 1940, como resultado de las legislaciones
aprobadas ese mismo añ o por la dictadura, paradó jicamente no celebró su primer congreso hasta marzo de 1961.

1.2 Primeros años

En el contexto de la primera etapa del régimen franquista (1939-1959),


el 26 de enero de 1940 se promulgó la llamada Ley de unidad sindical
que es-tablecía que empresarios y trabajadores se integrarían en una
ú nica organi-zació n sindical bajo el mando de Falange Españ ola
Tradicionalista y de las Juntas Ofensiva Nacional-Sindicalista (FET-
JONS). En el preá mbulo de la ley se decía: «Tres son los principios que
inspiran la organización nacionalsindi-calista prevista en el Fuero del
Trabajo, reflejo fiel de la organización política del nuevo Estado, a saber:
unidad, totalidad y jerarquía». La nueva organiza-ció n sindical se
organizaría a su vez en ramas de producció n, cada una de las cuales se
denominaría Sindicato Nacional. Por otra parte, las localizacio-nes
geográ ficas se hicieron llamar “Centrales Nacional-sindicalistas” (CNS).
El conjunto de todo ello era la “Organizació n Nacional-Sindicalista”
(ONS) prevista por el “Fuero del trabajo” de 1938, aunque a partir de los
añ os 1940 empezó a ser llamada simplemente “Organizació n Sindical”.
Desde el comienzo quedó claro que el Estado controlaba todo el sistema.
El 6 de di-ciembre de 1940, con la promulgació n de la Ley de Bases de la
Organizació n Sindical, se hizo implícita la afiliació n forzosa de todos los
trabajadores y empresarios (“productores”) en la estructura sindical del Carnet valenciano de la CNS (1939).
ré gimen bajo los principios de «verticalidad, unidad, totalidad y
jerarquía». Como má s adelan-te manifestó uno de los dirigentes de los Sindicatos, «los sindicatos verticales no son instrumentos de lucha
clasista. Ellos, por el contrario, sitúan como la primera de sus aspiraciones, no la supresión de las clases, que siem-pre han de existir, pero sí su
armonización y la cooperación bajo el signo del interés general de la Patria».

Uno de los posibles á mbitos de actuació n sindical, la conflictividad laboral, quedó cercenado ya que el Fuero del Trabajo atribuía directa-
mente al Estado las competencias en este á mbito, para lo cual fueron creados Magistraturas de Trabajo que debían resolver en caso de que
fracasara la conciliació n sindical.

Gerardo Salvador Merino fue uno de los primeros jerarcas de la Organizació n Sindical, en un momento en que los sindicatos se encontraban
en fase de formació n. Salvador Merino era partidario de una autonomía para los Sindicatos con respecto a la Secretaría general del "Movi-
miento" y el aparato franquista, y esperaba poder crear un sindicalismo que constituyera como una parte fundamental del ré gimen. Ademá s,
Gerardo Salvador mantenía una manifiesta postura germanó fila y era un simpatizante del modelo inspirado por el Frente Alemá n del Trabajo
(Deutsche Arbeitsfront, DAF). Sin embargo, estas posturas políticas le generaron un gran nú mero de enemigos dentro del aparato franquista y
en septiembre de 1941 fue relevado, defenestrado por las maniobras en la sombra de sus rivales. Una de las razones de su destitució n había
sido el pacto que había suscrito el 21 de agosto con el líder del Frente Alemá n del Trabajo, Robert Ley, para enviar 100.000 trabajadores a
Alemania, aunque posteriormente el acuerdo sería renegociado y los trabajadores reducidos a 15.000.

Manuel Valdé s Larrañ aga, un “camisa vieja” fiel a Franco, se convirtió en el nuevo hombre fuerte de los sindicatos. Valdé s llevó a cabo una
reorganizació n de la estructura interna de los sindicatos, a la vez que los impregnaba de un cará cter má s conservador y religioso. Consecuen-
cia de los nuevos vientos que soplaban, los hasta entonces revoltosos sindicatos se volvieron totalmente dó ciles con el poder. Teó ricamente,
dentro de la Organizació n Sindical los trabajadores y los patronos se suponía que estaban situados en situació n similar, aunque las huelgas
estaban prohibidas y en muchas ocasiones los conflictos con la direcció n patronal solían acabar con despidos masivos. Esta situació n se dio
especialmente durante los primeros añ os de la dictadura, en especial durante los añ os 1940 y 1950. La figura del empresario se vio reforzada
con la legislació n franquista y de hecho, se suponía que los trabajadores les debían una total lealtad, asistencia y protecció n a los empresa-
rios.
Durante la dictadura, debido al sistema corporativista, los sindicatos mandaban a varios consejeros a las Cortes Españ olas en representació n
de la Organizació n sindical, aunque posteriormente también mandarían representantes (“procuradores”) al Consejo Nacional del Movimien-
to y al Consejo del Reino. Desde los inicios se estableció un sistema de elecciones para enlaces sindicales, pero los candidatos debían estar afi-
liados a FET-JONS y estaban sometidos a un estricto control por parte de las autoridades. Por otro lado, todo el proceso electoral era contro-
lado fé rreamente desde las jefaturas sindicales. En esta é poca la mujer estaba totalmente excluida del mundo laboral y tampoco existía un
sistema de subsidio por desempleo.

1.3 Aperturismo e infiltración de la oposición

Placa en Estepona que señ ala las viviendas construidas por el Sindicato Vertical en 1964.

La llegada de la dé cada de 1960 supuso el inicio de una cierta apertura en el á mbito interno de la OSE. Desde 1944 se celebraban elecciones
sindicales para elegir a los representantes y delegados sindicales, y desde 1954 dejó de ser necesario el poseer un carnet de FET-JONS para
poder participar en las elecciones sindicales. No sería hasta despué s de 1958, tras la aprobació n de la Ley de Convenios Laborales, que
aumentó el interé s y la participació n de los trabajadores en las elecciones a representante sindical. A ello se unió una cierta apertura del apa-
rato sindical en los procesos electorales, con un menor obstruccionismo del ré gimen hacia las candidaturas no oficiales. Desde el aparato sin-
dicalista hubo incluso un intento de atraer hacia su seno a antiguos líderes anarcosindicalistas. Uno de los artífices de esta tímida apertura
fue el jerarca sindical José Solís Ruiz, que con ello buscaba obtener la aprobació n de la Organizació n Internacional del Trabajo (International
Labour Organization, ILO-OIT). No obstante, la Delegació n Nacional de Informació n e Investigació n disponía de carta blanca para investigar el
pasado de los candidatos a las elecciones sindicales y de supervisar el proceso electoral mismo.

En aquel momento, a comienzos de los añ os 1960, el entonces clandestino Partido Comunista de Españ a (PCE) decidió implementar una polí-
tica de infiltració n en los sindicatos verticales, en teoría, para alcanzar los aumentos prá cticos para las condiciones de los trabajadores. En
realidad se trataba de aprovechar las estructuras del ré gimen para propiciar su caída desde dentro. De ahí surgieron las denomina-
das Comisiones Obreras (CCOO), con figuras destacadas como Marcelino Camacho. Por el contrario, otros sindicatos clandestinos como UGT o
CNT se opusieron a esta política de infiltració n, aunque en el caso de otras organizaciones como la Unió n Sindical Obrera (USO), de inspira-
ció n cristiana, sí apoyaron y participaron en esta política de infiltració n.

Estas medidas aperturistas no lograron que la OIT diera su visto bueno, y para colmo acabaron encontrá ndose con la frontal oposició n de los
funcionarios tecnó cratas de la administració n franquista. A pesar de que la burocracia falangista vio en la apertura una posibilidad de am-
pliar sus bases entre los obreros, el experimento fue un fracaso y para 1967-1968 se pudo dar por terminado. En este contexto, Solís no tuvo
inconvenientes en apoyar la represió n de Comisiones Obreras durante el período de estado de excepció n decretado en 1968. Esta situació n
se mantuvo incluso despué s de la aprobació n de la Ley sindical de 1971, aprobada 17 de febrero de ese añ o, que no supuso ninguna innova-
ció n dentro de los Sindicatos Verticales y que a efectos prá cticos constituyó poco má s que una mera serie de normativas reglamentarias y/o
administrativas. Por el contrario, la actividad sindical pasó a depender del Ministerio de Relaciones Sindicales. A pesar de las tímidas refor-
mas emprendidas por José Solís, la OSE nunca llegó a contar con la aprobació n de la Organizació n Internacional del Trabajo, y si bien el sindi-
cato mantuvo una é poca de distensió n con la OIT durante la dé cada de 1960, esto terminó en 1969 despué s de que el organismo interna-
cional publicara ese mismo añ o un informe muy crítico con la situació n laboral y sindical en Españ a.

Durante los ú ltimos añ os de la dictadura franquista la Organizació n sindical perdió buena parte de su anterior fuerza, mientras que los sindi-
catos ilegales (especialmente CCOO y USO) se hicieron cada vez má s fuertes. De hecho, una vez fallecido Franco y hasta la supresió n de la
OSE, la mayoría de los empresarios preferían acordar convenios y pactos de empresa con la representació n de la organizaciones sindicales
clandestinas que con los representantes de la OSE.

1.4 Transición y desaparición

Tras la muerte de Franco, durante los primeros meses de 1976 las fuerzas sindicales de la oposició n emprendieron una importante campañ a
de movilizaciones y huelgas que llegaron a sumar un total 17.731 huelgas. El extraordinario aumento en la conflictividad laboral se debía es-
pecialmente a la crisis del petró leo de 1973, cuyos efectos se dejarían sentir durante los siguientes añ os en la economía y sociedad españ olas.
Tambié n existía una fuerte presió n de los trabajadores que demandaban abiertamente una representació n sindical libre y democrá tica. Con
las organizaciones sindicales ilegales convertidas en el principal actor de la lucha obrera, la existencia de los Sindicatos Verticales quedó aú n
má s en entredicho.

La reforma política emprendida por el presidente del gobierno Adolfo Suá rez incluía la aprobació n de la libertad de asociació n sindical: esto
en la prá ctica suponía la muerte de los Sindicatos franquistas. Paradó jicamente, Adolfo Suá rez había sido Ministro-Secretario general del Mo-
vimiento hasta su nuevo nombramiento. El 8 de octubre de 1976 el gobierno Suá rez aprobó la creació n de la  Administració n Institucional de
Servicios Socioprofesionales (AISS), un organismo autó nomo dependiente de la presidencia del gobierno en el cual se integró la estructura
sindical. La AISS se hizo cargo de la propiedad y gestió n del patrimonio inmobiliario sindical y de todos sus archivos. El 1 de abril de 1977 se
reconoció finalmente el derecho de asociació n sindical, y un Real decreto del 2 de junio de ese mismo añ o extinguió la afiliació n sindical obli-
gatoria. Poco tiempo despué s de la disolució n, muchos de los antiguos patronos que habían estado integrados en los sindicatos verticales pa-
saron a formar parte de la Confederació n Españ ola de Organizaciones Empresariales (CEOE). Un Real Decreto del 6 de diciembre declaró ex-
tintas las estructuras del sindicato vertical. La “Ley de cesió n de bienes del patrimonio sindical acumulado”, pretende resolver dos proble-
mas: la titularidad de los bienes y derechos procedentes de la antigua OSE y de las demá s entidades sindicales anteriores al nuevo sistema
constitucional y la incautació n de los bienes de las organizaciones sindicales como consecuencia de la guerra civil españ ola.

Un antiguo jerarca de los sindicatos verticales, Juan García Carré s, destacaría posteriormente por su partició n en el fallido golpe de Estado del
23 de febrero de 1981.

2. Sindicatos nacionales

Con la promulgació n de la Ley de Clasificació n de Sindicatos el 23 de junio de 1941 se estructuró la organizació n sindical, a consecuencia de
lo cual se crearon 24 sindicatos nacionales. Posteriormente el nú mero de sindicatos aumentó a 26. En 1941 quedó organizada así:

 Sindicato Nacional de Agua, Gas y  Sindicato Nacional de Frutos y  Sindicato Nacional de Pesca
Electricidad Productos Hortícolas  Sindicato Nacional de la Piel
 Sindicato Nacional del Azú car  Sindicato Nacional de Ganadería  Sindicato Nacional de Productos
 Sindicato Nacional de Banca y  Sindicato Nacional de Hostelería y Coloniales
Bolsa Similares  Sindicato Nacional del Seguro
 Sindicato Nacional de Cereales  Sindicato Nacional de Industrias  Sindicato Nacional de Textil
 Sindicato Nacional de Combustible Químicas  Sindicato Nacional de
 Sindicato Nacional de Confecció n  Sindicato Nacional de la Madera y Transportes y Comunicaciones
 Sindicato Nacional de la Corcho  Sindicato Nacional de la Vid,
Construcció n  Sindicato Nacional del Metal Cervezas y Bebidas
 Sindicato Nacional del Espectá culo  Sindicato Nacional del Olivo  Sindicato Nacional del Vidrio y
 Sindicato Nacional de Papel, Cerá mica
Prensa y Artes Grá ficas

Posteriormente se fusionarían los Sindicatos de Textil y de Confecció n, creá ndose el Sindicato Nacional de Textil y Confecció n.

3. Organizaciones dependientes

A lo largo de toda su existencia la Organizació n Sindical contó con un gran entramado burocrá tico y dispuso de un buen nú mero de organiza-
ciones a travé s de las cuales ejecutaba sus funciones “sociales”. Buena parte de estas eran las llamadas “Obras Sindicales”, de cará cter asisten-
cial y enfocadas a distintos á mbitos: la “Obra Sindical del Hogar” (OSH, promoció n de viviendas para los trabajadores), la “Obra Sindical 18 de
Julio” (asistencia sanitaria) o la “Obra Sindical Educació n y Descanso” (OSEYD).

Esta ú ltima obra sindical, OSEYD, era una organizació n de cará cter recreativo que había sido creada por el régimen franquista a imagen y se-
mejanza de la organizació n italiana Obra Nacional de Descanso (Opera Nazionale Dopolavoro, OND) y de la organizació n alemana Fuerza a
travé s de la Alegría (Kraft durch Freude, KdF). OSEYD fue la má s importante y exitosa de todas las organizaciones de las que dispusieron los
sindicatos verticales franquistas. OSEYD ofrecía a los trabajadores un gran abanico de actividades socioculturales (teatros, mú sica folkló rica,
coros musicales...) así como de eventos deportivos y actividades de educació n física. Llegó a existir una red de centros culturales para los afi-
liados a OSEYD, las cuales incluían residencias de vacaciones y centros deportivos.

Los sindicatos verticales llegaron incluso a disponer de sus propios ó rganos de comunicació n en los medios de masas. En el á mbito periodís-
tico disponían del diario Pueblo, fundado a mediados de 1940 y que con el tiempo se convirtió en uno de los perió dicos má s importantes de la
Españ a franquista. En el á mbito radiofó nico destacaba la Cadena de Emisoras Sindicales (CES, que pasaría a ser Radio Cadena Españ ola),
creada en 1953, que constituyó una agrupació n de distintas emisoras de radio que pertenecían a la estructura sindical.

4. Estructura orgánica

En Españ a durante la dictadura de Francisco Franco la organizació n sindical arrancaba desde la esfera local y de las unidades o cé lulas
de trabajo.

4.1 Esquema

 Delegació n Nacional de Sindicatos: Sindicatos nacionales y Junta Nacional de Hermandades.

 Centrales Nacionales Sindicales: Delegaciones provinciales de Sindicatos y Cá mara Oficial Sindical Agraria.

 Delegaciones Sindicales Comarcales: Gremios Artesanos, Cofradías de Pescadores, Sindicatos de Empresas, Entidades Mixtas y
Hermanda-des Sindicales del Campo.

 Delegació n Sindical Local: Gremios Artesanos, Cofradías de Pescadores, Sindicatos de Empresas, Entidades Mixtas y Hermandad
Sindical de Labradores y Ganaderos

 Empresas - familias campesinas - familias pescadoras - artesanos - productores independientes.

Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Sindicato_Vertical
Movimiento Nacional

Orden en el que presidían las banderas en los actos oficiales.

El Movimiento Nacional o simplemente “Movimiento” es el nombre que recibió durante el franquismo el mecanismo totalitario de inspira-
ció n fascista que pretendía ser el ú nico cauce de participació n en la vida pú blica españ ola. Respondía a un concepto de sociedad corporati-
va en que ú nicamente debían expresarse las llamadas entidades naturales: familia, municipio y sindicato.

«El Movimiento Nacional es la comunión de los españoles en los ideales que dieron vida a la Cruzada y constituyen el Movimiento social y político
de esa integración.» (Torcuato Ferná ndez-Miranda)

El origen del té rmino está en los primeros añ os de la Dictadura franquista. Con el cambio de rumbo de la segunda guerra mundial (1939-
1945), Franco se empezó a distanciar de las potencias fascistas. En septiembre de 1943 dio ó rdenes para que, en adelante, desde los medios
oficiales se refiriesen a la Falange Españ ola Tradicionalista y de las Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista (FET-JONS) como un “Movimien-
to” y no como un partido. Así pues, en adelante se denominó de forma gené rica “Movimiento Nacional” al conjunto de organismos y mecanis-
mos que componían el régimen franquista.

1. Composición

El Movimiento Nacional se componía esencialmente de:

 El partido ú nico, cuyo nombre completo era “Falange Españ ola Tradicionalista y de las Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista”, creado
desde el comienzo de la guerra civil españ ola (1936-1939) por agregació n de los que formaban el llamado bando sublevado y apoyaban la
sublevació n militar (a la que denominan “alzamiento nacional”). Al mismo tiempo se produjo la disolució n de todos los demá s partidos po-
líticos, que pasaron a estar prohibidos (el mismo nombre de partido no podía emplearse para designar a la organizació n).

«En abril de 1937, y respondiendo a las necesidades históricas de la Cruzada de Liberación Nacional, se configuró una entidad política en la
que quedaron integradas las fuerzas que coadyuvaron al alzamiento del 18 de julio.» (Ministerio de Informació n y Turismo)

 La Organizació n Sindical (OSE) o Sindicato Vertical, conjunto tambié n ú nico de organizaciones corporativistas que agrupaban tanto a em-
presarios como trabajadores, la existencia de cuyos intereses particulares pretendía negar.

 Todos los cargos pú blicos del Estado, las diputaciones provinciales o los municipios, fueran funcionarios de carrera o cargos de libre desig-
nació n, incluidos los profesores universitarios o los miembros de las Reales Academias. Todos tenían que jurar fidelidad a los Principios re-
cogidos en la “Ley de principios del Movimiento Nacional”, en teoría inmutables.

 Mú ltiples organismos de encuadramiento social, que pretendían hacerse omnipresentes en la vida pú blica y privada: el Frente de Juventu-
des (que encuadraba a los Flechas y los Pelayos: niñ os y adolescentes), la Secció n Femenina (con una celebrada secció n de Coros y Danzas
(CYDE) para rescatar el folclore y amenizar las «demostraciones sindicales», y un programa de Servicio Social requisito obligatorio para las
mujeres que quisieran hacer una carrera universitaria), el Auxilio Social (que organizaba el reparto de alimentos, la asistencia a hué rfa-
nos...), Educació n y Descanso (OSEYD), etc.

La cú spide sería el propio Franco como Jefe Nacional del Movimiento, secundado por un miembro del gobierno llamado “Ministro-Secretario
General del Movimiento”. Los má s destacados miembros eran los consejeros nacionales del movimiento, reunidos perió dicamente en una
asamblea denominada Consejo Nacional del Movimiento que ocupaba el Palacio del Senado y junto a las Cortes Españ olas otorgaba una apa-
riencia de sistema parlamentario bicameral. La red se difundía hacia abajo por todas las instituciones llegando hasta el alcalde de cada pueblo
que actuaba como “jefe local del Movimiento”.

Los personajes que se identificaban especialmente con la ideología o la organizació n del Movimiento Nacional eran denominados coloquial-
mente falangistas o “azules” (por el color de la camisa del uniforme, al igual que los fascistas de Mussolini eran camisas negras y los nazis de
las Secciones de Asalto (Sturmabteilung, SA) eran camisas pardas). Existía una divisió n informal entre los camisas viejas (afiliados a la Falan-
ge Españ ola primitiva de José Antonio Primo de Rivera antes del 18 de julio de 1936 o, mejor incluso, antes de las elecciones de febrero del
mismo añ o, cuando eran activistas minoritarios poco respetados por la derecha) y los “camisas nuevas”, considerados por los otros como sos-
pechosos de arribismo, oportunismo o cualquier otro motivo interesado para su incorporació n. A veces el motivo era simplemente la geogra-
fía, que les puso en la denominada “zona nacional” al comienzo de la guerra (a los que se llamaba  “nacionales geográ ficos”, así como ha-
bía “rojos geográ ficos”).

Dentro del régimen franquista, aun estando prohibida cualquier organizació n política fuera del Movimiento Nacional, todos eran conscientes
de la agrupació n de personajes pú blicos y grupos de presió n en torno a lo que se denominaron las familias del franquismo, como la cató lica
(que aportaba el apoyo de la Iglesia y la ideología del nacionalcatolicismo), la moná rquica (o derecha conservadora, muchos antiguos miem-
bros de la Confederació n Españ ola de Derechas Autó nomas o CEDA), la tradicionalista (proveniente del carlismo), la militar (personajes cer-
canos al propio Franco, entre los que estaban los llamados africanistas) y la propia de los azules o nacionalsindicalista (que controlaba la bu-
rocracia del Movimiento: Falange, Sindicato, y muchas otras organizaciones, como la Confederació n Nacional de Excombatientes (CNE),
la Secció n Femenina (SF), etc.).

La clave de la supervivencia del franquismo fue para muchos la habilidad de Franco para mantener la unidad de un conjunto tan heterogé neo
(unido por el interé s comú n de mantener al propio Franco en el poder) que supo manejar há bilmente, repartiendo entre ellos las responsabi-
lidades del gobierno, y acercá ndose sucesivamente a unos y a otros, sin comprometerse en exceso nunca. La relativa pluralidad dentro del
franquismo ha llevado a algunos autores (Juan José Linz) a definirlo como un sistema autoritario en vez de totalitario.

En los ú ltimos añ os del franquismo, el inicio de la transició n política era visible, y se llegó a proponer por  Carlos Arias Navarro una “Ley de
asociaciones políticas” (que autorizara las que respetaran los principios del Movimiento Nacional). La fé rrea oposició n a toda apertura agru-
pó a los elementos má s reaccionarios bajo el nombre de “bú nker”. De entre las filas de los azules salieron tambié n los que llevaron a cabo la
reforma, encabezados por el propio Adolfo Suá rez (que había sido Ministro-Secretario General del Movimiento en el primer gobierno de la
monarquía) y secundados por los diputados en Cortes (que votaron la “Ley para la reforma política”, en lo que se denominó el harakiri o su
suicidio político).

2. Represión y ocupación del Estado

Las distintas organizaciones vinculadas al Movimiento Nacional, durante la guerra civil y los añ os inmediatamente posteriores a ella partici-
paron activamente en la labor represora, por ejemplo a travé s de los servicios de informació n de Falange o mediante los informes y  certifica-
dos de buena conducta o adhesión al Movimiento Nacional que debían emitir las autoridades locales (municipales e incluso eclesiá sticas como
los pá rrocos). Todo el aparato del Movimiento proporcionó datos que resultaron fundamentales para llevar a cabo el encarcelamiento o desa-
parició n física de opositores al Alzamiento y al Movimiento Nacional, participaron en la formació n de Comisiones Depuradoras que tenían en-
tre sus objetivos separar del servicio a los funcionarios del antiguo Estado Republicano que se habían mostrado desafectos hacia el nuevo Es-
tado Nacional franquista. En particular sus informes fueron especialmente valiosos para poder proceder a la depuració n del magisterio. Des-
de el personal subalterno e intermedio de las administraciones pú blicas hasta los cargos directivos, incluso cierta cantidad de plazas del pro-
fesorado universitario (dejadas libres por la guerra y el exilio), fueron ocupadas por personas vinculadas al Movimiento, en algunos casos
mediante oposiciones patrióticas a las que los aspirantes (y a veces el propio tribunal) acudían uniformados, y que explícitamente tenían en
cuenta los mé ritos políticos o el heroísmo demostrado, frente al de sus posibles competidores.

La represió n franquista se fue haciendo má s sutil a lo largo de los añ os posteriores a medida que el ré gimen evolucionaba hacia lo que se de-
nominó el aperturismo, aunque nunca dejó de estar presente, consiguiendo hacerse ubicuo e interiorizado por la sociedad en lo que se deno-
minó  “franquismo socioló gico”.

En los ú ltimos añ os del franquismo, la facció n má s involucionista, denominada “el bú nker”, pretendía el mantenimiento a ultranza del Movi-
miento Nacional en sus má s puras esencias. Paulatinamente alejada del poder efectivo, pero con presencia en los medios de comunicació n (El
Alcázar) y en algunas instituciones (Hermandad de Excombatientes, una parte de los procuradores en cortes, incluyendo a algunos obispos
como José Guerra Campos (entre 1964 y 1972 Secretario General del Episcopado Españ ol) y desde entonces minoritarios en la Conferencia
Episcopal Españ ola (CEE) dominada por el aperturista Vicente Enrique y Tarancó n) fue derivando a posturas radicales, que llegaron incluso a
la aparició n de un terrorismo tardofranquista por medio de grupos como los Guerrilleros de Cristo Rey que se caracterizaron acciones violen-
tas de mayor o menor envergadura contra muy distintos objetivos no solo políticos sino sociales identificados con la oposició n al franquis-
mo (por ejemplo, locales sindicales o librerías).

Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Movimiento_Nacional
Confederación Nacional de Excombatientes
La Confederación Nacional de Excombatientes (CNE), de nombre
oficial Con-federación Nacional de Hermandad y Asociaciones de
Excombatientes, era una organizació n política españ ola fundada en
el tardofranquismo, noviembre de 1974, dentro de la estrategia
del “bú nker” de estructurar un amplio movi-miento político destinado a
sostener el ré gimen franquista má s allá de la muerte del dictador que
sucederá un añ o má s tarde. Dejó de existir en 2011.

1. Historia

1.1 Fundación

Desde el final de la guerra civil diversos organismos y hermandades de


excomba-tientes habían venido funcionando en el seno del régimen
franquista. A comien-zos de la dé cada de 1970 se planteó la creació n de una
confederació n que agru-pase a todos los excombatientes. El 9 de junio de
1974 se aprobaron los estatutos de la nueva organizació n, los cuales a su vez Membrete y escudo de la organizació n.
fueron aprobados el 22 de julio de ese añ o por el Consejo Nacional del
Movimiento. La junta gestora entró en fun-cionamiento en el mes de septiembre.

El nú cleo fundamental de sus integrantes eran los antiguos miembros de las Hermandades de ex Combatientes territoriales, en especial de ám-
bito provincial, y la Hermandad Nacional de Alfé reces Provisionales (HAP), Hermandad de la Divisió n Azul, la asociació n de Antiguos Comba-
tientes de los Tercios de Requeté s, la Hermandad Nacional de Sargentos Provisionales, la Hermandad de Antiguos Caballeros Legiona-
rios, Hermandad Nacional de Marineros Voluntarios y la Hermandad Nacional de Banderas de Falange Españ ola, integradas todas ellas por
los militares y civiles que habían participado en la guerra civil de 1936 a 1939 en el bando sublevado, así como elementos procedentes de
otras formaciones (como los Círculos Doctrinales José Antonio).

El 16 de noviembre de 1974 la Confederació n celebró una asamblea plenaria durante la cual se constituyó su junta nacional. Su primer presi-
dente fue José Antonio Giró n de Velasco, con Luis Benítez y Francisco Guinea como vicepresidentes y con Luis Valero Bermejo como secreta-
rio general. Como vocales estaban, entre otros, el teniente general Tomá s García Rebull, José María Codó n, Carlos Pinilla, Cá ndido Sá ez de las
Moras, Fernando Coca, Pastor Nieto o Antonio Gulló n Walker.

Unos meses antes Giró n de Velasco había afirmado en un artículo publicado en el diario franquista El Alcázar: «Lo que se pretende [respecto a
la denominada entonces apertura] en nombre de no sé qué extraña libertad es olvidar el compromiso sagrado que contrajimos con el pueblo es-
pañol quienes un día nos vimos en el deber inexcusable de empuñar las armas y vimos morir a nuestros mejores camaradas para que España si-
guiese viviendo. Olvidar esto, olvidar que miles de hombres jóvenes hicieron de su muerte un acto de servicio constituiría en nosotros una trai-
ción. [...] Proclamamos el derecho de esgrimir frente a las banderas rojas las banderas de esperanza y realidades que izamos el 18 de julio de
1936 aunque a ello se opongan los falsos liberales o quienes, infiltrados en la Administración o en las esferas del Poder, sueñan con que suene ver-
gonzante la campanilla para la liquidación en almoneda del Régimen de Francisco Franco.»

En su congreso fundacional, la Confederació n se presentó como: «Partimos del hecho irrevocable del 18 de julio de 1936. No somos excomba-
tientes. Somos combatientes de España y de la revolución nacional».

1.2 Actividad durante la transición

Durante el proceso de transició n democrá tica destacó por sus críticas al mismo, cumpliendo el objetivo declarado en sus estatutos de pervi-
vencia y solidez de los principios del 18 de julio (en alusió n a la fecha de la sublevació n armada contra la segunda repú blica, 18 de julio de
1936) mediante la exaltació n de la guerra civil como Cruzada contra el comunismo y en defensa del catolicismo, la denuncia de aquellos polí-
ticos vinculados al franquismo que se unieron al proceso democrá tico, singularmente los de Alianza Popular (AP, posteriormente reconvertí-
do en el Partido Popular) y Unió n de Centro Democrá tico (UCD) y la organizació n y celebració n de los actos conmemorativos má s significati-
vos de la dictadura.

En 1977, tras la aprobació n de la “Ley para la reforma política”, asumió la portavocía de la Confederació n Jaime Milans del Bosch, en ese mo-
mento general de divisió n a cargo de la Divisió n Acorazada “Brunete” y que fue uno de los integrantes del golpe de Estado del 23 de febrero
de 1981 como capitá n general de la III Regió n Militar. Ese mismo añ o se coligó con otras formaciones de ultraderecha con el nombre de
Alianza Nacional 18 de Julio (AN18), nombre con el que se presentaron a las primeras elecciones democrá ticas en 1977, desde las de 1936,
con un rotundo fracaso, al obtener solo un 0’84% de sufragios, poco má s de 154.000 votos. Volvieron a presentarse en otra coalició n
electoral en las elecciones de 1979, la “Unió n Nacional” (UN), formada por la propia CNE, Fuerza Nueva (FN), Falange Españ ola de las Juntas
de Ofensi-va Nacional-Sindicalista (FE-JONS), los Círculos Doctrinales José Antonio (CDJA o CJA) y la Agrupació n de Juventudes
Tradicionalistas (AJT), obteniendo 378.964 votos (un 2’11%) y un diputado por Madrid, el miembro de Fuerza Nueva Blas Piñ ar.

En 1980 accedió a la presidencia Juan García Carré s, antiguo dirigente del sindicato vertical franquista y que un añ o má s tarde fue condenado
por su participació n en el golpe de Estado del 23-F. A partir de entonces la organizació n decayó , aunque mantiene su inscripció n como forma-
ció n política y en la prá ctica se limita a las celebraciones que tienen lugar los días 20 de noviembre en conmemoració n de la muerte de Fran-
cisco Franco. Usaban con frecuencia el nombre de Confederación Nacional de Combatientes, en relació n con la empresa creada Confedera-
ció n de Combatientes, S.A. (CONCOMSA) para editar El Alcázar.

1.3 Disolución

En octubre de 2011 fue publicada en algunos medios afines a la Confederació n una carta, con membrete de la Confederació n Nacional de
Combatientes y firmada por su presidente, Antonio Vallejo, en la que se anunciaba la disolució n de la misma el 4 de octubre de 2011 y la ce-
sió n de sus bienes a la Hermandad Nacional de la Divisió n Azul y a la Fundació n Nacional Francisco Franco (FNFF).

Finalmente hacia el añ o 2011 se disolvió y los pocos afiliados y dirigentes que quedaban se integraron en Fundació n Nacional Francisco
Fran-co. Y en lo político piden el voto para ADÑ Identidad Españ ola o VOX.

Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Confederaci%C3%B3n_Nacional_de_Excombatientes
Hermandad Sacerdotal Española

Miembros de la HSE, haciendo un rezo-protesta.

La Hermandad Sacerdotal Españ ola (HSE) fue una asociació n de presbíteros cató licos constituida en 1969 que llegó a reunir a unos 6.000 sa-
cerdotes españ oles opuestos a los cambios eclesiales y políticos que se producían en Españ a tras el segundo concilio vaticano (11 de octubre
de 1962 - 8 de diciembre de 1965) durante los añ os del tardofranquismo y la Transició n.

1. Historia

Segú n Gonzalo Á lvarez Chillida, la Hermandad Sacerdotal Españ ola nació a instancias de la revista Iglesia-Mundo. Fue fundada en 1969 por el
franciscano Miguel Oltra, Capellá n Nacional de la Divisió n Azul (250 Infanterie-Division), que ejercería el cargo de presidente. El secretario ge-
neral sería el padre Venancio Marcos, Misionero Oblato de María Inmaculada (Congregatio Missionariorum B. M. V. Immaculatae) conocido
por sus predicaciones religiosas en la radio.

Esta agrupació n de sacerdotes diocesanos y religiosos estuvo vinculada al obispo de Cuenca José Guerra Campos y fue muy crítica con
el cardenal Tarancó n, presidente de la Conferencia Episcopal Españ ola desde 1972, conocido por su tendencia progresista y su enfrentamien-
to con el ré gimen franquista. La Hermandad destacó por sus conflictos con los obispos y el clero progresista, así como su oposició n a la desa-
parició n de la confesionalidad cató lica del Estado.

1.1 Posicionamiento político

Parte de la Hermandad Sacerdotal Españ ola formó parte del llamado “Bú nker”, que se oponía a la evolució n del franquismo a una democracia
liberal junto con la Hermandad de Alfé reces Provisionales (HAP), la Confederació n Nacional de Excombatientes (CNE), el grupo de la revis-
ta Fuerza Nueva y los moná rquicos tradicionalistas de Gonzalo Ferná ndez de la Mora que se constituirían en la Unió n Nacional Españ ola
(UNE).

En 1974 el presbítero Venancio Marcos afirmó que «en la Hermandad Sacerdotal nadie puede dudar del espíritu del 18 de julio», mientras que
otro sacerdote de la Hermandad, Jesú s Gonzá lez Quevedo, indicó que «después de haber perdido la unidad católica española por un mal enten-
dimiento del Concilio, estamos en peligro de perder la confesionalidad católica, llegando así a lo que había predicho Azaña de que nuestra Patria
dejarla algún día de ser oficialmente católica».

La Hermandad Sacerdotal Españ ola recibió apoyo de publicaciones carlistas y de extrema derecha como Iglesia-Mundo, Roca Viva, El Cruzado
Español, Fuerza Nueva y ¿Qué pasa?

1.2 Relación con la Hermandad Sacerdotal San Pío X

Partidaria de las objeciones de los cardenales Ottaviani y Bacci a la nueva misa [intervenció n de Ottaviani], en 1969 la HSE escribió al Papa y
marchó a Roma para defender la misa tradicional, si bien al añ o siguiente acabarían aceptando el nuevo rito.
Sin embargo, los sacerdotes de la Hermandad Sacerdotal Españ ola mostraron su simpatía por el arzobispo Marcel Lefebvre antes de su sus-
pensió n a divinis, llegando a colaborar estrechamente con el arzobispo francé s en la formació n de una resistencia cató lica en defensa de la
tradició n.
Las relaciones con Lefebvre y su Hermandad Sacerdotal San Pío X fueron especialmente estrechas con la secció n catalana de la HSE,
la Asociació n de Sacerdotes y Religiosos San Antonio María Claret, dirigida por José Bachs Cortina y José Mariné Jorba, partidarios del rito ro-
mano tradicional de la misa frente al novus ordo missae de Pablo VI. Tambié n fue miembro destacado de la secció n catalana de la HSE el doc-
tor Ramó n Serinanell, que escribió el libro No podemos claudicar en lo esencial del catolicismo.

Al producirse la suspensió n de Lefebvre en 1976, la Hermandad envió cartas al nuncio apostó lico y al presidente de la  Conferencia Episcopal
Españ ola (CEE), reiterando su adhesió n y obediencia al Papa y desvinculá ndose del “lefebvrismo”. La excepció n fue mosé n José Mariné Jorba,
quien despué s de 1976 siguió manteniendo contactos con los grupos sacerdotales de Lefebvre y desde su parroquia de San Fé lix Africano
de Barcelona orientó algunas vocaciones hacia el seminario de Ecô ne.

En 1991 la Hermandad Sacerdotal Españ ola publicó , de la pluma de su presidente el canó nigo Luis Madrid Corcuera, un libro
titulado Historia de un gran amor a la Iglesia no correspondido, en el que dio a conocer la historia colectiva de los sacerdotes afiliados a la
Hermandad «durante los confusos días eclesiales del postconcilio».

2. La revista Iglesia-Mundo

La revista Iglesia-Mundo (al igual que ¿Qué pasa? y El Cruzado Español) apareció en Españ a en los añ os 70, auspiciada por el obispo José Gue-
rra Campos y el almirante Luis Carrero Blanco, como respuesta a la política de Pablo VI y el nuncio Luigi Dadaglio, quienes por medio del car-
denal Tarancó n trataron de introducir en Españ a las reformas del segundo concilio vaticano una de cuyas consecuencias ló gicas era la inde-
pendencia de la Iglesia españ ola respecto al ré gimen de Franco para preparar la democracia.

La directora fue Rosa-María Mé nendez y Ricardo Pardo Zancada, militar conocido por su participació n en el falso golpe de estado del 23 de
febrero de 1981 (23-F).

Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Hermandad_Sacerdotal_Espa%C3%B1ola
En estos casos la obra colaborativa es realizada por má s de un autor, independientemente de cual sea el grado de participació n. Puede ser
que alguien se dedique a las ilustraciones y otro a los textos o que incluso se refunda todo en una misma creació n.

Dependiendo de la titularidad originaria de los derechos de explotació n podemos encontrarnos con la llamada coautoría y con la obra colecti-
va. En ambos casos la configuració n que hacen al respecto las legislaciones de propiedad intelectual se basa en un nú mero de autores limita-
do, con un contacto entre ellos y, generalmente una proximidad geográ fica y/o institucional, incluso en las llamadas "grandes obras" como las
enciclopedias.

Sin embargo, en los ú ltimos tiempos y gracias a Internet, se está imponiendo un nuevo tipo de creació n caracterizada por la posibilidad de
que un nú mero extremadamente amplio de autores aporten contenidos a una obra que poco o nada tiene que ver con los conceptos tradicio-
nales del derecho de autor y que se caracteriza por lo siguiente:

1. Nú mero muy amplio de autores sin una necesaria relació n.

2. Utilizació n de las nuevas tecnologías, en especial Internet.

3. Configuració n de obras de cará cter "diná mico", con continuas actualizaciones, nuevas aportaciones y correcciones.

4. Necesidad de articular un sistema de gestió n de los derechos de autor que supera los tradicionales conceptos del copyright en donde tie-
nen mucho que decir las nuevas licencias estudiadas.

Pese a que todos podemos pensar modelos de cará cter universal, como WIKIPEDIA, la obra colaborativa es aplicable perfectamente a activi-
dades dentro de la enseñ anza, por ejemplo a travé s de un blog o de una plataforma educativa en la que se recogen diferentes aportaciones.

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