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Música para refugiarse del ruido

Festival de Música El Greco en Toledo. Sábado 17 de octubre de 2020. Orquesta Barroca de Sevilla.
Viaje al Parnaso. Cecilia Bernardini, violín y dirección. 12. horas. Claustro de la Catedral

Ana M.ª Jara López

Las propuestas de El Festival el Greco en Toledo están demostrando estar a la altura de las
circunstancias proporcionándonos refugios a los que acudir para poder aislarnos del ruido exterior
generado por preocupaciones e incertidumbres. Necesario es poder sumergirnos en los sonidos más
deliciosos en acontecimientos inolvidables como lo fue el concierto ofrecido por la Orquesta
Barroca de Sevilla. Además de la belleza musical, el entorno también fue propicio. El claustro de la
Catedral es un sitio privilegiado que por primera vez se mostraba como escenario.

La Orquesta Barroca de Sevilla es un referente en la interpretación historicista. Una institución con


avalada experiencia que ha conseguido mantenerse y asumir nuevos proyectos sin perder la esencia
y el rigor con el que se formaron. Dos nombres propios asociados a ella son Pedro Gandía,
violinista y Ventura Rico, contrabajista. Además de intérpretes han creado una escuela de músicos
que acuden a ellos para formarse. Para otorgarles el mérito que merecen debemos ubicarnos en los
años en los que el estudio de la música con criterios propios de la época y respetuosa con las
intenciones del autor, no formaba parte del currículo académico. Comenzar esa hazaña no tuvo que
ser fácil y sus logros y toda la información que adquirieron los podemos disfrutar todos.

El repertorio elegido integró conciertos de Arcangelo Corelli, Georgr Fr. Haendel y Johann
Sebastian Bach. Bajo el título `Viaje al Parnaso’, la Orquesta nos permitió acercarnos al lugar
privilegiado de la poesía, la belleza y la inspiración que las musas ofrecen a los elegidos. Qué
necesario es volver a la calma, tener paz, dejarse llevar por la música y además en directo que es
como se crea el verdadero vínculo entre público y músico. No hay dispositivo que otorgue la
experiencia de sentirse partícipe de un momento tan emotivo como es el poder sentir que la música
está ocurriendo aquí y ahora.

El Claustro supuso un reto para los músicos que supieron adaptarse a la ubicación y las
características acústicas del lugar. Por ello, mayor valor se le debe otorgar al silencio que
consiguieron integrar en la música. Se respetaron los tempos adecuados, la articulación del fraseo y
los diferentes planos sonoros. La dirección de la concertino Cecilia Bernardini fue implecable. Todo
el conjunto se mostró perfectamente empastado. Maravillosa la cuerda frotada y la solidez de la
sección del bajo continuo.

La agilidad necesaria para mostrar el virtuosismo de Corelli permitió recordarnos por qué la
Orquesta es un referente. El compositor pasó a la historia como violinista, a ellos estaba dirigido el
reto de una articulación clara, en la que todas las notas tienen su función. Fue emocionante poder
disfrutar de una cuerda tan compacta y tan segura. Además, el bajo continuo de la Orquesta creó
unos cimientos estables sobre los que construir las melodías. Discursos que también simulaban
movimiento y dinámica.

Las partituras de Corelli dejan un margen amplio a la improvisación. Al músico se le suponía


conocedor de las modas de la época y a su criterio se dejaba la ornamentación. Las glosas de los
movimientos lentos son un ejercicio de creatividad y responsabilidad con las costumbres del siglo
XVIII. Cada adorno escuchado se percibió sutil y correcto. Sabiendo cuando glosar, cuando dejar
espacio a los demás y cuando sobresalir en unos conciertos grossos en los que el papel solista está
compartido por un grupo de músicos. El primer concierto op.6, nº3 presentó una sonoridad menos
habitual patente desde el primer acorde. Cerró el concierto el nº4. Esta vez con una tonalidad
asociada a la majestuosidad, perfecta para concluir el concierto.

También sonó el concierto op.6, nº4 de Haendel. El compositor alemán integró sus conocimientos
del contrapunto y los operísticos en un intento de unir los modelos de conciertos de Corelli y
Vivaldi. Tanto en el lirismo como en el juego imitativo entre las voces, la Orquesta demostró
entender y disfrutar de cada línea musical. Conocido es el concierto para violín en la menor de J. S.
Bach, pero cada vez que se escucha se aprecian nuevos matices. La Orquesta equilibró
perfectamente cada frase, cada respiración, cada momento de intensidad con el recogimiento del
sublime Andante.

Todavía tenemos dos conciertos más en el Festival. El próximo será música de Vivaldi interpretada
por el violonchelista Michal Dmochowski acompañado por Juan José Montero al clave. Esta
temporada está siendo inolvidable por muchos motivos. Gracias por permitir crear conciertos tan
necesarios. Gracias a los músicos por adaptarse y demostrar una vez más que la ilusión es impulsora
de buenas intenciones. Gracias al público por estar y apreciarlo. Cuando la realidad no nos guste,
busquemos música que nos traslade a un sitio agradable. Y compartirlo y vivirlo en directo siempre
es mejor.

* Ana M.ª Jara López es musicóloga y profesora en el Conservatorio Profesional de Música de


Toledo

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