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“Crisis crónica” y fetichismo financiero

Una de las tesis que goza de mayor popularidad en la izquierda sostiene que el sistema capitalista
mundial está atravesando una crisis crónica desde hace décadas. Sin embargo esta idea choca con
una realidad: en los últimos 25 años el producto bruto mundial creció a una tasa promedio anual
superior al 3%, y el mercado mundial se desarrolló a una tasa incluso superior. Por supuesto, este
crecimiento de las fuerzas productivas y de las relaciones capitalistas no niega el hecho que el
capitalismo sufrió graves crisis localizadas, como el estancamiento de América latina en los
ochenta, la depresión japonesa de los noventa, la crisis de los países asiáticos del Pacífico en 1997-
1998, la crisis rusa de 1998 y la crisis argentina de 1998-2002. Pero no se produjo un estancamiento
generalizado del sistema. No hubo un desarrollo del nivel del boom de los años de la posguerra,
pero tampoco un derrumbe catastrófico como en los treinta, y como pronosticaron muchos que
sucedería. En líneas generales la visión sobre esta situación está desarrollada en mi libro Valor,
mercado mundial y globalización, en particular en el capítulo 8, y remito al mismo a quien quiera
ampliar sobre estas cuestiones.

Sin embargo, y ante la imposibilidad de negar los datos, algunos defensores de la idea del
“estancamiento crónico” sostienen que de todas maneras el capitalismo está en “crisis de
sobreproducción permanente”, y que esta situación se continúa a través de los años merced al
endeudamiento creciente.

Esta tesis nos parece insostenible, tanto desde el punto de vista teórico como empírico, y dada la
aceptación que ha tenido en algunos círculos, nos parece necesario examinarla con algún detalle.

Marx y el rol del overtrading

Para responder al argumento del “crecimiento por endeudamiento permanente” (en adelante CEP),
empezamos tratando algunas cuestiones generales.

En primer lugar, y para despejar falsas polémicas, acordamos con la idea de Marx de que el crédito
puede llevar la producción “más allá” de lo que se puede considerar un punto medio del período de
prosperidad, superado el cual “comienzan a intervenir… los caballeros de la industria que trabajan
con capital de reserva, o sin capital en absoluto, y que por ende operan basándose por completo en
el crédito dinerario…” (El Capital t. 3 p. 628). Es lo que Marx llama overtrading, que permite
continuar la rotación del capital en tanto los stocks de mercancías se están acumulando. Por esto,
dice Marx en otro pasaje:

“Si el sistema crediticio aparece como palanca principal de la sobreacumulación y de la súper-


especulación en el comercio, ello sólo ocurre porque en este caso se fuerza hasta su límite extremo
el proceso de la reproducción, elástica por su naturaleza, y porque se lo fuerza a causa de que una
parte del capital social resulta empleado por los no propietarios del mismo, quienes en consecuencia
ponen manos a la obra de una manera totalmente diferente a como lo hace el propietario que evalúa
temerosamente los límites de su capital privado, en la manera en que actúa personalmente” (p. 106).

El crédito actúa entonces como palanca de la sobreacumulación, forzando al extremo el límite del
proceso de reproducción. Subrayamos el término límite, porque este forzamiento mediante el
overtrading no puede prolongarse por décadas y décadas. Por eso los pasajes citados están en el
contexto del análisis del rol del crédito en el ciclo de negocios. Recordemos que el ciclo se
caracteriza por las fases de la “recuperación” (desde la depresión previa), la expansión posterior, o
lo que se llama “prosperidad”, a la que le sigue el giro hacia la caída, o la “crisis”, y la contracción,
o “depresión” (o recesión, si es suave). El overtrading se ubica en una fase precisa del ciclo
económico, ya que es el medio por el cual la fase de prosperidad se puede prolongar artificialmente
gracias al crédito, que financia la acumulación de stocks en las ramas que padecen los primeros
síntomas del agotamiento del ciclo. Como lo demostraremos en seguida de forma teórica, es
equivocado pensar que con el overtrading puede efectuarse la rotación normal de los capitales a
través de años, al tiempo que se acumula plusvalía. Marx destaca su carácter coyuntural cuando
afirma que los bancos empiezan a “tomarle mal olor al asunto” al advertir que los descuentos de las
letras en circulación no se realizan fluidamente. Por eso también a partir de ese momento se hace
difícil la obtención de crédito por parte de las empresas, ya sea porque la tasa de interés se eleva
bruscamente, ya sea porque los bancos restringen la oferta de dinero (credit crunch).[1] Si esto
ocurre en un contexto en que la tasa de ganancia está debilitada (entre otros factores por el aumento
de la relación capital/trabajo, por una presión alcista de los salarios que acompaña al auge, por
trabas al aumento de la productividad, o más fundamentalmente, por aumento de la relación
capital/trabajo), la crisis se desata y la economía gira hacia la depresión. Lo explicado hasta aquí
demuestra, además, que el overtrading corresponde al auge, o mejor dicho, a la extensión artificial
del auge “más allá del punto medio del período de prosperidad”, y no puede ser confundido con el
estallido propiamente dicho de la crisis.

Para que se entienda cuál puede ser la dinámica del overtrading, citemos un ejemplo que podríamos
llamar “clásico a lo Marx”, que ocurrió con la producción de estaño a mediados de la década de los
ochenta. Por aquellos años hubo una caída de las ventas mundiales de estaño (esto es, una crisis de
sobreproducción del sector), y para mantener la rotación de sus capitales varios países productores
tomaron préstamos de grandes bancos internacionales. Estos préstamos se aseguraron contra el
estaño. Con esos fondos, cuando el precio del estaño caía por debajo de cierto piso en el mercado
londinense, el cártel salía a comprar estaño, y mantenía el precio. Pero el estaño no se vendía, por lo
cual los productores llegaron a acumular stocks por el equivalente a nueve meses de ventas.
Observemos, para el argumento que desarrollamos luego, que en ese lapso los países productores no
buscaban aumentar la producción, sino mantener su nivel. Pero debido a que las ventas no se
recuperaban, finalmente la situación se hizo insostenible, el cártel suspendió sus compras, la
cotización del estaño se hundió, y los bancos se encontraron con créditos que sólo podían recuperar
haciéndose de estaño que no se podía vender. El crédito entonces actuó como palanca de la
sobreacumulación y especulación. Pero vemos también que el sobregiro crediticio, aun en una sola
rama, no puede prolongarse indefinidamente.

La reproducción ampliada del capital en Marx

El otro elemento que necesitamos para analizar la tesis del CEP es repasar el mecanismo básico de
la reproducción ampliada del capital. Recordemos que el análisis de Marx se basa en la idea de que
a un valor producido le corresponde un poder de compra equivalente, en manos de los capitalistas y
los asalariados. La crisis se producirá no porque el poder de compra sea menor que el valor
producido, sino porque los capitalistas deciden, en determinado momento, no ejercer ese poder de
compra. En la reproducción ampliada del capital, y al margen de los intercambios que se realizan
entre el sector I (productor de medios de producción) y II (productor de medios de consumo),
existen dos hechos centrales:
a) la producción de medios de producción en el período considerado debe ser superior a la cantidad
de medios de producción consumidos en ese período, a fin de que el capital pueda aumentar la
inversión en el período siguiente;

b) el gasto de los asalariados, y el consumo y la inversión de los capitalistas, agotan el producto


(sumado, por supuesto, lo que se destina a la reposición del capital constante consumido).

En el ejemplo numérico de Marx (tomado del segundo libro, sección tercera, de El Capital), y
llamando t1, al primer período de rotación, tenemos:

5.500c + 1.750v + 1.750s = 9.000 (suma de los sectores I y II)

El capital constante consumido es 5.000, de manera que quedan 500 para la acumulación para el
siguiente período, t2. En este segundo período, cuando ya se realizó la acumulación de capital
constante y variable, tenemos:

6.000c + 1.900v + 1.900 s = 9.800

De nuevo el capital constante consumido es menor que el capital constante producido, lo que
habilita la acumulación en el siguiente período, t3. Con esto Marx está demostrando que, en tanto
los capitalistas reinviertan o gasten en sus consumos la plusvalía, no hay motivo para la crisis. De
manera que lo central para explicar la crisis de sobreproducción es demostrar por qué los
capitalistas pueden no querer reinvertir la plusvalía. Esto significa que si hablamos de crisis crónica
de sobreproducción, hay que explicar por qué los capitalistas no quieren reinvertir la plusvalía (en la
economía mundial considerada como unidad), y además cómo valorizan durante décadas su capital
a pesar de que no reinvierten la plusvalía.

El argumento del CEP

Analicemos ahora el argumento sobre la posibilidad de una reproducción ampliada del capital
(crecimiento durante años a una tasa de 3%), con sobreproducción crónica, financiada con
endeudamiento.

Supongamos que el producto mundial, en t1, es

5.000 c + 1.000 v + 1.000 s = 7.000

Si no hay problemas de realización (de venta), al finalizar t1 el producto es 7000; si los capitalistas
consumen y gastan improductivamente 790,[2] e invierten 210 para ampliar la masa de capital
constante y variable al comienzo del siguiente período, t2, al finalizar este período tendremos un
producto igual a 7.210 (crecimiento del 3%):

5.150 c + 1.030 v + 1.030 s = 7.210

Hasta aquí la economía mundial puede crecer, de un período anual al otro, el 3%.
Introducimos ahora el supuesto de la tesis del CEP: existe una crisis de sobreproducción, que es
financiada por el crédito. Suponemos que existe un sector que llamamos capital dinerario, que posee
en forma líquida un valor equivalente a todo el valor nuevo creado durante el período, esto es,
2.000. Supongamos ahora que al finalizar t1 en lugar de 7.000 se realiza un valor de 6.650, o sea,
hay una caída general de las ventas del 5%. El stock de mercancías sin vender es de un valor de
350. Al finalizar t1 los capitalistas experimentan entonces una catastrófica caída de su tasa de
ganancia, ya que sólo pudieron realizar una plusvalía de 650. Ni siquiera pueden cumplir sus planes
de consumo y gasto improductivo. Todo indica que estamos en presencia de una crisis de
sobreproducción “hecha y derecha”, pero aquí interviene la “solución” que, según la tesis del CEP,
está empleando hoy el capitalismo, a nivel mundial, para arrastrar su “crisis crónica de
sobreproducción” y crecer al mismo tiempo el 3% anual. Los capitalistas, se explica, se endeudan.

Sigamos entonces esta lógica. A pesar de que al finalizar t1 los capitalistas enfrentan una crisis de
sobreproducción, deciden tomar dinero en préstamo no sólo para mantener la rotación de sus
capitales y consumir, sino también para aumentar la escala de la inversión. Suponemos entonces
que toman prestado del fondo líquido 350 (a una tasa, supongamos, del 5% anual). Con este
préstamo llevan a cabo sus planes de reproducción del capital al comienzo del período, t2. ¿Qué
sucede entonces? Pues sencillamente que ahora se vacían los stocks, de manera que, al comienzo de
t2 ya no hay crisis de sobreproducción. Es que, al contrario de lo que piensa la tesis que
examinamos, la crisis de sobreproducción no puede ser crónica en tanto los capitalistas decidan
invertir la plusvalía, aumentando la contratación de mano de obra y ampliando la escala de la
producción. Si los capitalistas ejecutan sus planes al comienzo del período, los mercados “se
vacían”, los capitalistas realizan la plusvalía a partir de sus compras mutuas (como le explica
Marx), y están en condiciones de devolver los préstamos al fondo de capital dinerario. Supongamos
que lo hacen en los primeros 30 días de t2; devolverán 351,46 transfiriendo así una parte de la
plusvalía al fondo de prestamistas.

En definitiva, para que la economía en t2 pueda crecer el 3% tiene que haberse superado,
lógicamente, la crisis de sobreproducción. Sin embargo, dado que se nos ha hablado de una crisis
“crónica” de sobreproducción, supongamos que al finalizar t2 nuevamente se produce una caída de
las ventas del 5%. En este caso tendríamos que el valor realizado es de 6.849,5; o sea:

5.150 c + 1.030 v + 1.030 s = 6.849,5 (con un stock de mercancías sin vender por un valor = 360,5)

¿Qué hacen los capitalistas, según la tesis del CEP? Pues de nuevo, y a pesar de la crisis de
sobreproducción, deciden pedir prestado por valor de 360,5 no sólo para mantener el capital, sino
para aumentar la inversión. Pero si obtienen los préstamos y ejecutan sus planes, al comienzo de t3
de nuevo se habrá realizado todo el valor, y no tenemos crisis de sobreproducción. La acumulación
no puede producirse sin elementos materiales (medios de producción y de consumo), y por lo tanto
la realización del producto es obligada.

De esta manera los ciclos de “sobreproducción crónica financiados por capital especulativo” se
suceden, siempre con los capitalistas enfrentando crisis de sobreproducción, que se solucionan a
partir de la decisión de los mismos capitalistas de seguir ampliando la inversión. Finalmente la
única diferencia con respecto al esquema de reproducción “puro” de Marx es que existe un fondo
que financia una parte creciente de la reproducción; en el límite esto puede dar lugar a que el capital
dinerario pase a tomar parte, formalmente, de la dirección de las empresas. Pero desde el punto de
vista teórico y práctico nada se ha modificado en lo sustancial: el pago de los intereses es posible
porque se produce plusvalía; el valor y el plusvalor siguen teniendo su fuente en la mano de obra
explotada; y, como ha demostrado Marx, en tanto el capital decida ejercer el poder de compra, o
sea, gastar la plusvalía, la crisis se supera. Lo único a que obliga la explicación del CEP es a
introducir la hipótesis –contraria a toda lógica y a la realidad- de que los capitalistas deciden
aumentar la inversión en medio de las crisis “crónicas” de sobreproducción. Y para colmo a suponer
que esto ha venido sucediendo a lo largo de más de dos décadas, a escala mundial, de manera
regular.

La realidad del capital especulativo siempre creciente

Agreguemos a lo anterior que tampoco el gasto fiscal puede sacar a la economía de la crisis (a
través del multiplicador keynesiano), una vez que ésta ha estallado. Las inyecciones de gasto
público en medio de una crisis de sobreproducción pueden disminuir temporalmente la acumulación
de mercancías sin vender; pero si los empresarios deciden no reinvertir productivamente los
ingresos provenientes de estas ventas, el efecto multiplicador del gasto público es nulo. Los
empresarios pueden, por ejemplo, utilizar el flujo de caja para achicar su deuda con los bancos; y
estos últimos pueden, a su vez, utilizar estos ingresos para aumentar sus encajes líquidos ante el
temor de que se produzcan corridas contra los depósitos. Insistimos, la dinámica de la crisis
dependerá, en lo esencial, de las decisiones de invertir, o no, de los capitalistas. El caso de Japón
durante la década de los noventa es ilustrativo al respecto. En esa década la economía japonesa
padeció una larga depresión –crecimiento nulo o negativo durante muchos años- a pesar de
gigantescas inyecciones de gasto estatal (en estos momentos el déficit público acumulado equivale a
casi el 90% del PBI), y del crédito barato que se puso a disposición de las empresas.

Volviendo ahora a la tesis del CEP, terminemos esta breve explicación con algunos datos. Según el
BIS (Informe anual 2005), y después de más de dos décadas de “sobreproducción crónica
financiada con deuda”, la deuda de las corporaciones no financieras de Estados Unidos, en 2004,
era apenas superior al 2,5% del PBI. En el área del euro no llegaba al 2%; y en Japón las empresas
se financiaban, en promedio y después de la larga crisis, con los flujos de cash propio. Por otra
parte, la ratio deuda/capital accionario de las empresas de Estados Unidos estaba al nivel de 1990, el
125%. En la zona del euro estaba por debajo del 100%, mientras que en Japón había descendido al
50%. El pago neto de intereses de las empresas privadas no financieras, como % del flujo de cash
del total de sus operaciones era, en 2004, en Estados Unidos, de aproximadamente el 10%, el nivel
de 1997 (luego de haber tocado un pico, durante la recesión de 2001, del 17%). En el área del euro
era menor, de aproximadamente el 7%, y en Japón del 5%. Son datos que no encajan con la tesis del
CEP.

La tesis que sostiene que el capital puede desplazar a lo largo de décadas una crisis de
sobreproducción mediante el endeudamiento refleja, en esencia, una concepción fetichista del
crédito y/o el gasto fiscal financiado mediante el endeudamiento público. Es fetichista porque
atribuye al crédito propiedades que éste no tiene. El crédito es esencial al sistema capitalista, y
puede convertirse temporalmente, como hemos visto, en una palanca de la sobreacumulación. Pero
no puede, por sí mismo, postergar durante décadas y décadas, y a escala mundial, el estallido de la
crisis.

Rolando Astarita
[1] Por ejemplo, en la última recesión en Estados Unidos, en 2001, la suba de la tasa de interés se
reflejó en el aumento de los spreads (las diferencias con respecto a las tasas de referencia) que
pagaban las empresas con peor calificación crediticia en los mercados monetarios; es interesante
destacar que los spreads subieron a pesar de la política de la FED, que impulsó la baja de la tasa de
referencia (la interbancaria).

[2] Por gastos improductivos consideramos gastos necesarios para la reproducción del capital, pero
que no están destinados a la generación directa de plusvalor. Por ejemplo, el pago de empleados de
comercio (en la medida que se dedican sólo a la metamorfosis del valor), de trabajadores del sector
financiero, de gastos estatales, y similares.

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