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El universo del actor en el Siglo de

Oro
La Casa Museo de Cervantes acoge una muestra dedicada a la profesionalización del
oficio de comediante

 Una camiseta firmada por Pelé o un Antonio López, por 1.200 euros: arte y deporte para
devolver sonrisas
Cuesta imaginar a la Reina Mariana de Austria desternillarse en el
Coliseo del Buen Retiro ante las chanzas de Cosme Pérez enfundado
en el personaje teatral más célebre del Siglo de Oro: Juan Rana.
Difícil entender que aquella manifestación de cualidades diabólicas
para el entonces pensamiento más ortodoxo de la Iglesia, la risa,
pudiera ser exhalada por la magna boca de tan católica majestad. Pero
lo cierto es que el famoso cómico pisó las tablas de la Villa y Corte
para deleite de la sobrina y esposa de Felipe IV, entre muchos otros,
hasta ostentar el oficioso título de favorito de Palacio. Un común
mortal que elevó su condición aupado por la fama y el aplauso
de sus contemporáneos —y de las pullas de los moralistas— como uno
de los máximos ejemplos de la reivindicación de su oficio: el de actor.
La profesionalización de este trabajo, transmitido de padres a hijos
desde la antigüedad, en este periodo de florecimiento de las artes
españolas es objeto de una importante exposición que acogerá desde
el próximo miércoles el Museo Casa Natal de Cervantes en Alcalá
de Henares. Bajo el título «Con descuido cuidadoso: el universo del
actor en tiempos de Cervantes», la Comunidad de Madrid ultima estos
días esta muestra dedicada al teatro, la que, según convienen los
expertos, fuera la gran vocación del escritor. El poder dramático del
Príncipe de los Ingenios, aún eclipsado por sus contemporáneos —
sobre todo por Lope de Vega y Calderón de la Barca—, le llevó a
reflexionar largo y tendido sobre la figura en torno a la que giraba
aquel fascinante universo teatral, el actor. Disertaciones que son
objeto de esta exposición y que permiten trazar un viaje por los
rostros más relevantes del momento.
Retrato del célebre personaje teatral Juan Rana,
del siglo XVIII
«Algunos de ellos fueron verdaderas celebridades con vidas plagadas
de éxitos mientras estaban en activo que, sin embargo, acababan en
miseria en el ocaso de sus carreras», relata a ABC Francisco Sáez
Raposo, profesor titular de Literatura Española en la Universidad
Complutense de Madrid y comisario de la exposición. «En este
recorrido, que empieza por poner rostro a los actores del Siglo de Oro
con dos retratos de Cosme Pérez, Juan Rana, y María Inés Calderón,
conocida como «La Calderona» —amante de Felipe IV—, intenta
poner en contexto cómo fue la vida de estos profesionales también
desde lo curioso y lo paradójico», explica en pleno montaje de las
piezas en el museo alcalaíno. «Un artista podía vivir de su trabajo sin
la necesidad de someter su ingenio al antojo de un protector. Pero,
una vez en la vejez y caídos en la desdicha, algunos morían entre
penurias», asegura. Simón Aguado, actor y autor teatral —como se
llamaba entonces al director de una compañía— es uno de los
ejemplos de ese olvido en el que, otrora estrellas, cayeron: «Se sabe
que antes de su muerte pidió socorro al Rey para que le pagaran
representaciones en la Corte que le debían desde hacía años para
poder subsistir».
La exposición que, según la consejera de Cultura Marta Rivera de la
Cruz es «a la vez, un proyecto de investigación y un bonito
homenaje», aborda las relaciones sociales y emocionales que se
tejieron en ese particular universo entre los creadores de piezas
teatrales, los directores de las compañías o los actores. El vínculo
afectivo que, por ejemplo, reinó entre Lope de Vega y la actriz
Jerónima de Burgos, quien representó numerosos papeles concebidos
pensando en ella. «El de Nise, de “La Dama Boba”, sin ir más lejos»,
comenta el profesor sobre una de las más famosas amantes del
prolífico escritor junto con Lucía de Salcedo, también actriz. Se
adentra, asimismo, en la faceta actoral de famosos personajes del
Teatro del Siglo de Oro como Lope de Rueda, del que se sabe que llegó
a representar obras al frente de su propia compañía en las fiestas del
Corpus. «Fue actor antes que dramaturgo», destaca.
El cuaderno de Bottarga
Entre los curiosos objetos que serán exhibidos se encuentran
verdaderas joyas de la historia teatral como el cuaderno de
Stefanello Bottarga. El célebre representante de la Comedia del
Arte en España dejó para la posteridad manuscritos que permiten hoy
saber cómo era el método de trabajo de un cómico. «En él
apuntaban ideas que les permitían salir al paso rápidamente de las
improvisaciones de sus compañeros en escena para asombro del
público», explica el comisario. La muestra también se adentra en el
terreno de las falsas atribuciones de grandes obras de la época que
aún hoy suscitan debate entre los hispanistas. «Uno de los apartados
está dedicado al texto fundacional del mito de Don Juan, “El Burlador
de Sevilla”, que gracias a los estudios iniciados por catedráticos como
Alfredo Rodríguez López-Vázquez y a las tecnologías de análisis que
tenemos ahora sabemos que se ajusta más al estilo léxico y estilístico
de Andrés de Claramonte que a Tirso de Molina», expone.

El contrato de formación de la compañía de


Andrés de Claramonte, en 1614
Las vitrinas atesoran ejemplos de esa profesionalización del oficio:
«Se muestra un contrato de la formación de la compañía de Andrés
de Claramonte en 1614 que se conserva en el Archivo Histórico de
Protocolos de Madrid». No es el único detalle sobre el nacimiento de
un espíritu gremial. «La idea de la Casa del Actor que nunca prosperó
en Las Rozas tiene su precedente, con éxito, en el Siglo de Oro. Se
sabe que, entonces, se organizaron como un gremio con una especie
de montepío que ayudaba a subsistir a los actores enfermos o cuando
llegaban a su ocaso laboral. Otro ejemplo es la Cofradía de
comediantes de la Virgen de la Novena —fundada en la
Parroquia de San Sebastián del barrio de Las Letras donde estuvo
ubicado el cementerio de los artistas—, a la que pertenecieron los
autores, empresarios, actores y actrices más notables de la época»,
concluye.
El recorrido de la muestra termina más de tres siglos después, con
un repaso a los montajes teatrales más significativos que,
desde la década de 1980, han tenido a estos actores del Siglo de Oro
como protagonistas. Entre estos montajes destacan «La Calderona»,
de la compañía Yllana, o «Andanzas y entremeses de Juan Rana», de
Ron Lalá, que han hecho las delicias del público.

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