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Pelinski, Ramón - Entorno - Sonoro - y - Percepcion - Eco - Fenomenologica PDF
Pelinski, Ramón - Entorno - Sonoro - y - Percepcion - Eco - Fenomenologica PDF
y percepción eco-fenomenológica
Ramón Pelinski
Resumen
Este texto explora relaciones teóricas entre ecopsicología y fenomenología, en
vistas a su aplicación a la percepción del entorno sonoro. La primera sección
trata de la teoría fenomenológica de Husserl sobre la correlación entre objeto
de la experiencia y sus maneras de darse a la conciencia, y sus posibles
aplicaciones a la percepción sonora desde tesis desarrolladas por R. Ingarden.
La segunda sección está dedicada la teoría de J. J. Gibson sobre las
provisiones que rigen la interacción entre el organismo y su entorno, y que
encuentran una aplicación en la teoría de la escucha musical de E. Clarke. La
última sección consiste en un intento de acercar las posiciones antes
expuestas; examina, pues, convergencias y divergencias entre fenomenología
y psicología ecológica desde tematizaciones que les son comunes: la
imbricación entre percepción y acción, la detección de invariantes, los modos
de existencia de los contenidos perceptivos, etc.
1. Introducción
Pese a las aparentes divergencias entre una filosofía trascendental orientada
hacia la reflexión sobre la vida de la conciencia,1 y una psicología ecológica
preocupada por la interacción del organismo con su entorno, ambas corrientes
de pensamiento poseen puntos de contacto que pretendo explorar en este
texto. Expondré, pues, aquellas tesis de la fenomenología de E. Husserl (1859-
1938) y de R. Ingarden (1893-1970) que me parecen relevantes para mostrar
eventuales convergencias con la teoría ecológica de J. J. Gibson (1904-1979) y
su aplicación a la percepción musical, como es el caso en una reciente obra de
E. Clarke (2005).2
1
Sobre el concepto de conciencia, véase el artículo sobre "Consciousness" de Van Gulick
(2004).
2
Las relaciones de la fenomenología existencial de Heidegger con la ecología son
probablemente más evidetntes que las implicaciones ecológicas del pensamiento de Husserl y
1
Centraré mi atención principalmente sobre la manera cómo la fenomenología y
la psicología ecológica entienden el proceso perceptivo y el modo de ser de los
objetos que se ofrecen como oportunidades a la percepción.3 Es sabido que
tanto Husserl como Gibson han dedicado poca atención a la percepción
sonora. Husserl estaba más atraído por el análisis de las experiencias hápticas
y visuales que por la música cuyos fugitivos embelesos le sirvieron
ocasionalmente para sus finos análisis de la conciencia temporal.4 Gibson,
como piloto que fue durante la Segunda Guerra Mundial, estaba
particularmente interesado en las condiciones de detección visual de posibles
superficies para aterrizajes de emergencia.
de Ingarden. Modos de ser de los entes del entorno como ‘el estar a la mano’, el ‘para-qué’ de
los utensilios, el descubrimiento de la naturaleza no sólo como un ‘estar-ahí’ sino como lo que
en la naturaleza ‘se agita y se afana’, su crítica del humanismo y de la tecnología, son, entre
otros, momentos de la filosofía Heideggeriana que han inspirado la eco-fenomenología (véase
Heidegger, [1927] 2003; T. Toadvine (2001); M. Antolick (2002); A. Lavender Harris (2004), etc.
No creo, sin embargo, que, como más adelante veremos, no merezca la pena tematizar esta
relación a partir del pensamiento de Huseerl y su escuela.
3
No es intención del presente trabajo hacer una reseña de los estudios que desde los años
setenta se vienen publicando sobre la intersección entre fenomenología y ecología, o sobre lo
que ha dado en llamarse eco-fenomenología. Sobre esta cuestión pueden consultarse, por
ejemplo, E. Kohak (1984), T. Toadvine (2001a y 2001b), Ch. S. Brown y T. Toadvine (2003), A.
Lavender Harris ([2004] 2006), etc. Tampoco me ocuparé de investigaciones neurocientíficas
realizadas en el dominio de la percepción sonora. Para ello remito, por ejemplo, a los trabajos
de R. Zatorre y de I. Peretz en Montreal, de Tim Griffiths en Newcastle y de R. D. Patterson en
Cambridge, etc
4
Hua XX. Cito las obras de Husserl utilizando las siglas habituales (Hua) para referirme a la
edición completa de sus obras: Husserliana. Gesammelte Werke. Den Haag/Dordrecht:
Martinus Nijhoff/Kluwer.
5
Ingarden estudió filosofía con Husserl en Túbinga y Friburgo. El más conocido de sus
ensayos de estética es La obra de arte literaria ([1926] 1931), seguida por otros ensayos, entre
los cuales destaca La obra musical y el problema de su identidad ([1928] l958 y 1984). Véase
un excelente resumen de sus ideas filosóficas escrito por Amie Thomasson (2003). Véase
también el artículo de Max Rieser “Roman Ingarden and His Time” ([1971] 1984).
6
Ingarden (1947-1948; 1975).
2
organismos animales y naturaleza, asume como ‘siempre-ya’ preexistente la
reciprocidad entre las provisiones que nos ofrece la música y la capacidad
humana de audición. Como las respectivas investigaciones estéticas de
Ingarden y de Clarke están fundadas en lo que convencionalmente llamamos
‘música,’ he intentado reinterpretar sus reflexiones extendiéndolas al entorno
sonoro en el que velim nolim transcurre nuestra vida cotidiana.7 El referente
experiencial de mis análisis será, pues, una esfera de la percepción sonora en
la que no hay ya lugar para cánones, elitismos y reduccionismos musicales de
diversa índole. Ningún sonido del entorno sonoro queda exilado.
2. La perspectiva fenomenológica8
7
La neurofisiología de la percepción auditiva suele distinguir tres categorías de sonidos: los
ruidos, los transientes y los tonos. A cada una de estas categorías corresponde en el cerebro
una actividad neuronal particular (Patterson, 2000). “Los sonidos espectralmente comparados
que no producen tono, tono fijo, o melodía, todos activan la circunvolución de Heschl y el
planum temporal. En esta región, los tonos producen más activación que los que no poseen
altura fija sólo en la mitad lateral de la circunvolución de Heschl. Cuando el tono se variaba
para producir una melodía, había activación en las regiones más allá de la circunvolución de
Heschl. y del planum temporal, específicamente en la circunvolación temporal superior y el
planum polar.” (Patteron, Uppenkamp, Johnsrude, Griffiths, 2002: 767). Sin embargo en el
entorno sonoro de la vida cotidiana las tres categorías mencionadas, a las que se pueden
añadir los sonidos del habla, se dan mezcladas en diversos grados. A esta combinación sonora
me refiero en mi trabajo cuando hablo de ‘sonidos del entorno’, ‘entorno sonoro’, etc.
8
De la abundante literatura filosófica surgida a lo largo del siglo XX en el seno del pensamiento
fenomenológico, me limito a citar para orientación conceptual básica las siguientes lecturas: D.
Woodruff Smith (2003) que trae también una bibliografía reciente y comentada. Véase también
AAVV (2007); Chr. Beyer (2007); Sh. Gallagher (2006); la Encyclopedia of Phenomenlogy
(1997) editada por L. Embree, y, por supuesto, los escritos de Husserl, Heidegger, Merleau-
Ponty, Ingarden, etc.
9
Sobre esta distinción fundamental, véase Husserl (Hua VI); sobre los intentos de mediar entre
fenomenología y neurociencia, véase Varela (1996, 1997, 1999); Varela, Thompson y Rosch
([1991]1992), Petitot, Varela, Pachoud and Roy (1999), Noë (2004) a. o.
10
Es cuestión disputada si Husserl considera el idealismo trascendental en un sentido
metafísico, o sólo lo trata como un recurso epistemológico de la reducción trascendental.
3
cual las cosas no existen en sí mismas sino que nos son dadas en la
experiencia. Para la filosofía trascendental, lo que es, es objeto de la
percepción.11 La existencia y la esencia del llamado ‘mundo real’ dependen de
ciertas operaciones de la conciencia —la percepción, la experiencia pre-
predicativa. el conocimiento—que construye el mundo.
11
Véase la sección “Der transzendentale Idealismus als der Schlüssel zu Auflösung der
kosmologischen Dialektik” en la Crítica de la razón pura de Kant ([1787] 1956: 491).
12
Sobre esta cuestión, véase Ingarden (1947-1948, vol I: 13-25).
13
Sobre el concepto de intencionalidad y de correlación intencional, véase Hua XIX/1; Woodruff
Smith (2002). El concepto de intencionalidad, central en la fenomenología, ha sido puesto en
circulación por F. C. Brentano (1838-1917) a cuyas clases en la Universidad de Viena habían
asistido Husserl y Freud, entre otros. Críticas a este concepto pueden encontrarse en Bieri
(1991: 139-197) y P. Jacob (2003).
4
Desde la perspectiva fenomenológica, en la vivencia intencional está ya
comprendida la presencia del objeto intencionado.14 Nuestra manera de
participar en el mundo como sujetos destinados al mundo, nos compromete
con éste de tal manera que las oposiciones racionales entre mente y cuerpo,
sujeto y objeto, cultura y biología, experiencia vivida y conocimiento objetivo se
disuelven en la experiencia ambigua del mundo vivido en un cuerpo que
imbrica naturaleza y cultura.15
Es sabido que las vibraciones acústicas recorren caminos más o menos largos
antes de devenir objetos sonoros de los actos de conciencia: la sensación, la
14
Hua XIX/1: 372 y ss.
15
Merleau-Ponty describe estos procesos con la imagen de la circularidad: “Ya no hay más lo
originario y lo derivado; hay un pensamiento que se mueve en un círculo donde la condición y
lo condicionado, la reflexión y lo reflejado, se encuentran en relación de reciprocidad, y donde
el fin está en el comienzo como el comienzo es el fin.“(1968: VI, 35). No obstante, para Husserl,
el ‘mundo de la vida’ (Lebenswelt) , si bien es un mundo pre-científico, no excluye la
predicación, ni la reflexión. Pre-predicativo, pre-reflexivo o pre-lógico es el mundo de la
percepción, que es , a su vez, la condición de posibilidad de la predicación o del juicio (Véase
la primera parte de Erfahrung und Urteil, Husserl [1939] 1999.
16
Tesis del idealismo kantiano, expresada en su forma radical: el mundo es correlato de mi
experiencia; sólo puedo afirmar la existencia de lo que de alguna manera me es dado a la
percepción.
17
Sartre (1947: 32; Hua X: 3).
18
Kant (1787: B 519-525).
5
percepción, el recuerdo, etc.19 El sistema periférico de audición capta,
transmite, amplifica y transforma dichas vibraciones en energía mecánica; ésta,
a su vez, genera los impulsos eléctricos transmitidos al sistema auditivo central
del cerebro donde la sensación suministra y preanaliza los datos que serán
finalmente integrados e interpretados por la percepción.20 Sensación y
percepción son precisamente operaciones de la conciencia cuyo análisis puede
mostrarnos de qué manera y bajo qué condiciones de posibilidad los procesos
sonoros pueden aparecer intencionalmente en ella. La sensación es
transformada en percepción que mediante la apercepción o interpretación de
los datos sensoriales me da el entorno sonoro.21 La percepción infunde vida a
los datos sensoriales al interpretarlos como tal o cual cosa que se me da a la
conciencia de tal o cual manera:22
“El objeto [sonoro] intencional, correlato de mi actual percepción, recuerdo, fantasía, o aún
juicio, se me da enredado en la maraña de los ‘modos de darse’: lejanía o cercanía, atención,
perspectiva, conocido o desconocido, etc., y que en cada caso lo hacen distinto (Gegenstand
im Wie). El objeto sonoro, también intencional, pura y llanamente es el que en medio de aquella
maraña, permanece siempre idéntico a sí mismo; el manzanero en mi jardín es siempre el
mismo; está ‘metido’ en el objeto intencional como núcleo invariable. Husserl, en Ideen I, habla
23
de dos objetos que son uno.”
19
Véase, por ejemplo, Peretz y Zatorre (eds.), (2004); Altenmüller, Wiesendanger, Kesselring,
(eds),(2006).
20
Esta descripción del procesamiento de la información auditiva por el cerebro es una
simplificación de los innumerables estudios actuales en neurofisiología sobre esta materia.
21
Hua III, Ideen I, parágrafo 41.
22
Hua III, Ideen I, parágrafo 88.
23
Comunicación personal de A. Aguirre.
24
Hua XIX: 387.
25
Hua XVII: 254.
26
Aguirre 2002: 24-25. Véase también Heidegger (1977: 163-164). Un análisis de las
convergencias y discrepancias entre Husserl y Heidegger con respecto a la sensación se
puede leer en Aguirre (2002: 23-27).
6
Hyle) son preobjetivos: aparecen en la sensación en función de la percepción
que los identifica, y los constituye en objetos intencionales de la conciencia a
través de un proceso de interpretación (o de apercepción) en el que sus modos
de darse en la conciencia hacen de ellos lo que son. En efecto, los modos de
aparecer en la conciencia constituyen lo que una cosa y sus cualidades son lo
que son.27
Una cosa puede llamar mi atención, saltar a la vista (o más bien, ‘saltar al
oído’) y solicitar mi interés a tal punto que me vuelvo hacia ella. Este ‘volverme
hacia’ la cosa, prestándole mayor o menor atención,33 influye, como también lo
27
Estas proposiciones teóricas están ampliamente discutidas por Husserl en diversos escritos.
Véase en particular el libro V de las Investigaciones lógicas (Hua XIX), Ideas (Hua III, en
particular los parágrafos 41, y 85-86), Psicología fenomenológica (Hua XIX), etc. Véase
también Aguirre ( 2002: 3-31).
28
Hua IX: Beilage XVIII.
29
Hua IX: 433-436
30
Aguirre 2002: 7, 11, y, por cierto, Husserl (Hua VIII: 34).
31
Hua XV: Beilage XVIII.
32
Hua XVI: 306. Husserl se refiere en este texto particularmente al sentido del tacto, a la
experiencia de la distancia, y a la constitución de la corporeidad.
33
Hua III: parágrafo 92; Husserl, 1999, Erfahrung und Urteil, parágrafo 18, y Hua: passim.
7
puede hacer la distancia, en el grado de la claridad,34 más o menos perfecta
con la que percibo una cosa o la modifico en el recuerdo.
Estos son, entre otros, algunos de los modos de aparición de los objetos en la
conciencia propuestos por Husserl. Una mirada de conjunto sobre ellos revela
su nexo intrínseco con la temporalidad: los grados de claridad y atención, el
pasaje de una perspectiva a otra, o la estructura de horizonte que imbrica lo
conocido con lo desconocido se producen en un flujo continuo de la conciencia
en la que el tiempo es condición de posibilidad. Escuchar un entorno sonoro en
la multiplicidad de sus posibles matices analíticos es un placer (¿o una tarea?)
potencialmente interminable.39
Ilustraré a continuación estos modos de dación con los sonidos que por azar
llegan a mis oídos en estos momentos. Mediodía; suenan las doce
campanadas desde la torre de la catedral, cuyos tañidos son interrumpidos
(hechos inaudibles) por el repentino paso de un helicóptero. Nuevamente se
oyen las campanadas. Ruidos de fondo: algún auto que pasa cuyo sonido se
acerca y se aleja rápidamente hasta perderse tras un ruido intermitente,
ondulado que probablemente proviene de la lavadora situada en un espacio no
muy alejado de mi mesa de trabajo. Stop. Paso ahora de la percepción directa
al recuerdo del proceso sonoro relatado para analizar su contenido en mi
conciencia. Las doce campanadas ya las conozco: suenan, previsibles, cada
día a la misma hora, cada campanada separada por un breve lapso. Por otra
34
Hua IX: 433-438.
35
Hua IX:434.
36
Hua XI: 3-6; 1995: 433-438; 1999: parágrafo 8; 2007: parágrafos 1-3 y p. 75.
37
Hua IX: Beilage X, p. 405 ss.; 1999: parágrafo 8; Aguirre (2202: 15-16).
38
Husserl 1999: parágrafo 21; Hua III: parágrafo 103-104.
39
La constante ampliación de perspectivas, grados de claridad, de atención, de horizontes, etc.
remite a la infinidad de las relaciones sintéticas a que nos lleva el análisis intencional. Análogo
al análisis del subconsciente y del lenguaje, el análisis fenomenológico es interminable...
8
parte, la percepción actual de esas campanadas, en el filo de su instante
presente, está acompañada por lo que en ese momento no escucho: su
horizonte orientado hacia el pasado—todas ‘las campanadas de las doce’ que
he escuchado tantas veces en mi vida en lugares distintos, y cuyo entorno
sonoro anticipa y confiere sentido a la impresión presente—y su horizonte
orientado hacia todas sus percepciones posibles en el futuro. Hoy mismo he
prestado más atención a la reverberación levemente ondulante que sigue a
cada campanada cuya intensidad disminuye hasta perderse en el impacto de la
campanada siguiente; esta reverberación me resulta apenas perceptible
cuando me encuentro en una habitación de la casa que no da hacia la catedral
o cuando el ruido producido por algún vehículo la enmascara. Las doce
campanadas sonaron realmente en mi presencia, aunque puedo imaginar que
posiblemente en las iglesias o ayuntamientos de otras ciudades que se acogen
al mismo huso horario también habrán sonado las doce campanadas indicando
el mediodía. Sin embargo, precisamente las campanadas que hoy escuché
entran en la composición ontológica de los contenidos de mi conciencia con lo
cual modifican su ser: un proceso sonoro al que dedico mi atención es
filosóficamente otro que el aparentemente equivalente al cual no presto
atención alguna. Las doce campanadas de la catedral que hoy escuché en
Gerona son ontológicamente distintas de las doce campanadas que han
resonado en la misma catedral y a la misma hora durante siglos…
2.4. Tipos
40
Husserl en Erfahrung und Urteil ([1939] 1999). Sobre la ‘experiencia pre-predicativa’ como
mediación entre la percepción singular de objetos y el conocimiento general, objetivo y
comunicable véase Lohmar (s.a.; 2000).
9
una ‘síntesis pasiva;’’41 su función es inducir o anticipar en al acto perceptivo
concreto aquellos aspectos que lo inscriben dentro de un ‘tipo’ determinado de
objetos.
41
Hua XI: 75 y ss.; Aguirre 2002: 16-17.
42
Hua IX: 405.
43
Para un análisis detallado del proceso perceptivo, véase, por ejemplo, Hua XI, pp. 3-24.
44
Husserl 1999: parágrafo 8. Véase también Aguirre 2002: 16-17.
45
Hua IX: 487. Esta posición rechaza, desde luego, tanto la existencia de ideas innatas, como
la concepción de la mente como tabula rasa. Sobre la formación del tipo en relación con lo ya
conocido, véase Hua IX: 405.
10
génesis perceptiva como primera experiencia fundadora,—la primera vez que
escuché el canto de un pájaro—sin tiempo ni historia previos, es racionalmente
necesario para evitar una cadena de regresos ad infinitum: tiene que haber una
constitución primordial del objeto sonoro, que no preexiste como conciencia
pre-dada. Si aceptáramos que la percepción es mediada por imágenes
auditivas, neuronales o mentales, caeríamos en el regreso infinito de tener que
mostrar de qué manera percibimos estos intermediarios cognitivos…¿por
medio de nuevas imágenes auditivas, neuronales y mentales?46
Puedo ilustrar estas ideas con un ejemplo sencillo: Oigo la caída del agua en el
jardín. No necesito contar el número de gotas que caen, medir su intensidad o
su frecuencia para poder especificar este proceso como perteneciente a uno de
los tipos siguientes: la fuente que borbotea en el estanque, el riego por
aspersión o una esperada lluvia en el verano. Detecto su tipo auditivamente,
sin necesidad de asomarme al balcón para determinar visualmente de qué
proceso sonoro se trata. Mi apercepción está dotada de tipos de objetos
sonoros que facilitan el procesos de síntesis de datos individuales de la
sensación sin recurrir a la reflexión racional. Aplico el tipo ‘caída de lluvia’ y me
doy cuenta inmediatamente de lo que está sucediendo. Ya sé cómo suena la
caída de la lluvia; para reconocerla, no necesito apelar a la rememoración
explícita de las veces anteriores que escuché caer la lluvia. Reconozco la
aparición del objeto individual primeramente no en su individualidad, sino en
términos de su carácter típico.47
46
Gibson 1979: 147; Hua III: 23; Aguirre 1970: 162-163.
47
Hua IX: 405.
48
Hua XVI: par. 4, 16, y 41; Lloyd 2004.
49
El concepto husserliano de tipo está relacionado con el concepto kantiano de esquema,
aunque Husserl no parece haber tematizado esta relación. Según Kant, en los procesos
perceptivos juega un papel indispensable la imaginación. Su función productiva es reducir a la
síntesis la multiplicidad de los datos que nos proporciona la experiencia sensorial (Kant 1787: B
11
No obstante, no está demás recordar que aunque la percepción con sus modos
y tipos de dación son condiciones de posibilidad para la apropiación cognitiva
del entorno, no son ellos los que crean el entorno. Volvemos al principio de la
correlación: el mundo de los procesos sonoros existe sin necesidad de que mi
conciencia lo perciba. Pero también es cierto que si mi conciencia no lo
percibe, dicho mundo no existe para mí.
También hay que recordar que los modos de dación en cuanto condiciones de
posibilidad de toda percepción no son resultados de una ”actividad particular
del yo” sino pre-reflexivos.50 Son, por lo tanto, transculturales, esto es,
intersubjetivamente válidos para toda mente humana. La proposición debe
parecer intolerablemente etnocéntrica al antropólogo relativista que privilegia
las diferencias culturales de cómo miembros de otras culturas se refieren a
estos modos de percepción sonora más allá las semejanzas o invariantes
lógicas que supuestamente presiden el funcionamiento de la mente humana en
general. No obstante, parece evidente que la asimetría epistémica que puede
existir entre un español y un inuk nunca será equivalente a la que existe entre
un murciélago y un ser humano: no sé cómo ni qué es ser un murciélago pero
puedo tener cierto acceso epistémico privilegiado a las sensaciones,
percepciones, pensamientos y deseos de un inuk, aunque en realidad nunca
seré capaz de saber con cierta exactitud cómo me sentiría si yo fuera un inuk.51
Las vivencias de un ser humano son de alguna manera lo que son para la
perspectiva de los demás seres que participan de la misma estructura mental
del ser humano.52 Estas problemas no se resuelven mediante la lógica
escolástica sino mediante la pragmática eco-fenomenológica: junto a la
naturaleza de condiciones necesarias, existe el uso sociocultural y su probable
configuración en el proceso evolutivo; ambos factores contribuyen a explicar la
aparente diversidad de perspectivas perceptivas sobre el mundo de la vida
cotidiana.53¿Configuran también las condiciones de posibilidad de la
percepción humana?
103-104). En esta capacidad, los esquemas de la imaginación cubren la brecha que separa la
generalidad de los modos de dación—en este caso las ‘categorías’ kantianas—y la
particularidad de los datos que nos ofrece el contacto con el entorno sonoro. En palabras de
Kant:
“Es claro que tiene que haber un [elemento] tercero que por una parte corresponde a la
categoría, y por otra a la apariencia, y posibilita la aplicación de la primera a la segunda. Esta
representación mediadora tiene que ser pura (sin elementos empíricos) y sin embargo por una
parte intelectual, y por otra parte tiene que ser sensible. Tal representación es el esquema
trascendental.” (Kant [1781] 1787: B 177).
50
Hua IX: 406.
51
Bieri (1991: 205).
52
Sobre el tema de las vivencias concientes y la intersubjetividad véase Husserl (1973), Nagel
(1974), Bieri (1991: 201-208), etc.
53
Objeciones al concepto de esquemas cognitivos y proposiciones sobre el papel de
interacciones evolucionistas y culturales sobre la percepción del mundo en la vida cotidiana
pueden encontrarse en W. Detel (2007: 82-88). Véase también I. Cross (2003).
12
2.5. Invariantes, ideas, procesos y eventos
Supongamos el proceso sonoro que nos ofrece una tormenta: percibo varios
eventos distintos que se dan simultáneamente: una lluvia de densidad variable,
que puede transformarse en granizada, un viento veloz que hace resonar las
ramas del bosque vecino, truenos violentos anunciados por rayos inesperados
cuyo resplandor ilumina los nubarrones oscuros que ocultan el cielo, vehículos
que pasan desplazando el agua acumulada en la calle, los ladridos de rigor de
perros asustados por el fragor de la tormenta. Me pregunto ahora: ¿cuáles son
los rasgos invariantes que permanente y esencialmente distinguen una
tormenta de (que incluye también aspectos visuales) de cualquier otro proceso
sonoro—la escucha de una sinfonía (aunque sea el cuarto movimiento de la
‘Sinfonia pastorale’ de Beethoven…), la escucha de las fuentes de la Alhambra,
etc.—? ¿Cómo podemos determinar las invariantes de la aparición de un
objeto en la percepción? Para determinar su esencia, Husserl se vale de lo que
él llama variación libre (freie Variation).55 Se trata de llegar a identificar la(s)
invariante(s) del proceso en cuestión a través de un juego activo de variaciones
perceptivas empíricas desde diversas perspectivas, que, sin embargo, nos van
revelando con más claridad los rasgos permanentes del proceso,— aquellos
que nunca deben faltar para reconocer un determinado proceso como lo que
es: la tormenta como tormenta, una fuente de agua como tal.
54
Hua: III: 297; Gibson (1979: 2, 136).
55
Husserl ([1939] 1999: parágrafo 87, subtítulos a,b,c,d,e; Véase también Hua IX: 433-438.
13
de un determinado proceso sonoro; son los elementos que lo definen como lo
que es56. Para volver al ejemplo de la caída de la lluvia: es posible considerar
como invariante sonora del evento lluvia el continuo sonido puntillista producido
por la caída de las sucesivas y simultáneas gotas de agua, subyacente a la
contrapartida de variantes tales como la mayor o menor distancia, claridad,
densidad, volumen, matices de timbre, cuya contrapartida de variantes serían,
por ejemplo, sus matices cambiantes de timbre, frecuencia, volumen, etc.
Hay que distinguir entre tipo e invariante: si hoy ‘escucho-miro’ una tormenta en
Girona, su tipo me recuerda la última tormenta que ‘escuché-miré’ en el
Maestrazgo. Ya con la conciencia de esta semejanza comienza un universal:
estas dos tormentas pertenecen a un mismo tipo, se repiten. Ahora busco qué
elementos comunes, que no pueden faltar, poseen ambas tormentas; el
resultado de esta búsqueda es la especificación de sus rasgos invariantes, de
su estilo propio, en una palabra, de la esencia que define el proceso tormenta
como tormenta. Para Husserl, una vez que tras un proceso de variaciones, el
sujeto perceptor ha establecido las propiedades invariantes de un proceso,
evento, u objeto sonoro, dichas invariantes constituyen su ‘esencia’ o ‘forma
general’, intersubjetivamente válida, en principio, para toda conciencia
perceptiva. Las invariantes son, pues, los momentos que definen un proceso
sonoro, su ‘esencia general’, su ‘forma general’ cuando es percibido como lo
que es.57
56
…lo definen como lo que es—probablemente para un determinado oyente o público en un
determinado momento histórico. ¡Pero esto es ya otra cuestión!
57
Husserl ([1939] 1999: parágrafo 87, subtítulos a,b,c,d,e).
58
Aguirre (2007).
59
Este parágrafo es una paráfrasis de Hua IX: 433.
14
invariantes es un proceso ganador de la esencia, la idea que yace en el
horizonte del proceso perceptivo no alcanza jamás su plenitud.
60
Balzano (1986); Lombardo (1987); Reybrouck (2005b).
15
2.6. La fenomenología realista de Ingarden61
Desde mediados de los años veinte Ingarden escribió una serie de ensayos
estéticos en los que desarrolló sus argumentos en contra del idealismo
trascendental cuyo más distinguido representante era en ese momento
precisamente su maestro, E. Husserl.62 Estos ensayos son el prolegómeno a su
monumental—aunque poco conocida—obra ontológica Controversia sobre la
existencia del mundo.63 En dicha obra Ingarden expone sus teoría onto-
fenomenológica, a la vez que cuestiona la deriva de la fenomenología
trascendental Husserliana, anclada epistemologicamente en los modos de
existencia de los objetos en la conciencia. Ingarden abre el camino hacia una
fenomenología ontológica al centrar su reflexión sobre los modos y momentos
existenciales de las entidades del mundo real. Asumir esta posición,
significaba, pues, argumentar en favor de una solución realista a la
controversia sobre la existencia del mundo: la realidad existe
independientemente de que nuestra mente entre en relación perceptiva con
ella.64
61
A parte de sus obras sobre estética, su teoría fenomenológica se encuentra expuesta en
Spór o Istnienie Swiata i.e. Controversia sobre la existencia del mundo. (Ingarden 1947-1948).
En esta obra Ingarden sostiene la existencia real del mundo en contra de la opinión de Husserl,
para quien la existencia del mundo es intencional. Tras las dudas que lo ‘atormentaron’ durante
años sobre la deriva husserliana hacia el idealismo en Ideen (Hua III; véase también Husserl
[1918-1938] 1968) el fenomenólogo polaco escribió su opus magnum durante la II Guerra
mundial, entre 1941 y 1945, sin acceso a bibliotecas públicas ni, durante el último año de
redacción, a su biblioteca personal. Aunque había redactado sus primeras obras en alemán,
desde la invasión alemana a Polonia, por solidaridad con su pueblo, escribió la mayoría de sus
obras en polaco, Su gesto patriótico fue ignorado por el régimen comunista que, de 1949 a
1957, en el período de la estalinización, le interdijo enseñar en la universidad y publicar sus
obras… Formado en la tradición de la música erudita centro-europea, Ingarden, además de
filósofo, era pianista y gustaba improvisar “con preferencia en la tonalidad de re menor…”
(comunicación personal). Sobre R. Ingarden véase el sitio de Internet
www.formalontology.it/ingardenr.htm que, además de una reseña sobre sus teorías ontológicas
y metafísicas trae una bibliografía de 102 títulos sobre su obra, seleccionada entre más de 800
referencias. Véase también el excelente artículo ‘Ingarden’ en la Stanford Encyclopedia of
Philosophy, por Amie Thomasson (2003). Contra la deriva hacia una forma metafísica del
idealismo trascendental de Husserl (Hua III) está dirigida la obra fundamental de Ingarden
[1947, 1948; 1964] quien argumentaba en favor de una fenomenología realista. Véase también
el intercambio de cartas entre Husserl (1968) e Ingarden entre los años 1918-1938 y el texto de
Ingarden (1975) sobre las razones que habrían conducido Husserl al idealismo trascendental.
Véase también Tymieniecka (1976).
62
Estos ensayos tratan sobre la obra de arte literaria (véase Ingarden 1931), sobre la obra
musical y el problema de su identidad, la pintura, la arquitectura y el film. Ingarden consideraba
la estética como ‘su mano izquierda, ya que no tenía tiempo para más…’. En efecto, su
investigación principal estaba centrada en la ontología fenomenológica. Ingarden se ocupa
menos de investigar las estructuras básicas de la conciencia que la estructura ontológica del
mundo (Ingarden 1958, y sus varias traducciones listadas en
www.formalontology.it/ingardenr.htm).
63
Ingarden (1947-1948) e Ingarden (1964), respectivamente.
64
Ingarden (1947.1948, vol. I, parágrafo 31, pp. 280-290).
16
2.6.1. Categorías ontológicas
65
Ingarden (1947-1948, vol. II: 55).
17
como de una base material. A su vez, esta clase de entidades presupone una
correlación fundacional entre los modos de existir de estos objetos y sus
respectivos modos de ser percibidos. Entre sus modos de ser y sus modos de
ser percibidos—entre ontología y epistemología—hay conmensurabilidad,
preafinación o complementariedad, ya que su existencia presupone una base
material autónoma para la actividad de la conciencia.
Hay que observar, sin embargo, que los objetos intencionales no pueden
dispensar de una base óntica independiente que consiste en objetos reales
espacio-temporales tales como una partitura, o los actos psico-físicos de un
66
Ingarden discurre “Sobre la forma del objeto puramente intencional” en el cap. 10 con el que
abre el volumen II de su Controversia sobre la existencia del mundo (Ingarden 1947-1948: Vol.
II: 7-63). Véase también Ingarden, 1947-1948, vol I: 286, donde Ingarden enuncia los rasgos
que caracterizan un ser puramente intencional, como lo hace también en el parágrafo 20 de La
obra de arte literaria (Ingarden 1986).
67
Ingarden (1947-1948: 28-29). Ingarden observa que es difícil distinguir el ‘objeto intencional
de la percepción’ del objeto de la percepción radicalmente trascendente, que se nos da como
‘real’ (véase 1947-1948: 34-35).
68
Ingarden 1947-1948: 29 y compárese con Ingarden 1986: 120-121.
69
Compárese con Ingarden 1986: 122. Si negamos la existencia de procesos sonoros
trascendentes correlativos con actos intencionales de la conciencia, ¿cómo podríamos
determinar las propiedades de las experiencias? Esta cuestión está dirigida a quienes hacen
sociología (o antropología) de la música sin tomar en cuenta los procesos sonoros.
70
Ingarden (1986: 119).
18
compositor, improvisador o ejecutante. Así, en la estructura del objeto
puramente intencional volvemos a encontrar la forma básica del objeto real
individual, que hemos encontrado en los objetos autónomos y que sólo aparece
en el objeto intencional en función de soporte material.71 Las entidades
artísticas implican actos intencionales que tienden a asegurarles cierta
estabilidad y durabilidad. A diferencia de la base subjetiva en la que nacieron,
las entidades artísticas gozan de una base existencial más estable y adquieren
objetividad intersubjetiva.72 Paradójicamente, esta vocación de durabilidad está
asegurada por los momentos de indeterminación en el contenido del objeto
puramente intencional que proceden de su base óntica; si bien plenamente
determinada en cuanto objeto individual autónomo, está siempre abierta a un
horizonte de concretizaciones potencialmente infinito en cuanto base material
de una entidad intencional.73 (Aunque Ingarden afirma que una obra musical no
se presenta en aspectos como es el caso de la aparición parcial de los objetos
materiales individuales (véase 2.3.) o de una obra literaria, creo que los
aspectos de una obra musical están potencialmente dados en la multiplicidad
de las posibles concretizaciones,—sean ellas ejecuciones o percepciones
auditivas—de su esquemática base óntica74).
Según Ingarden
“[L]a danza como fenómeno ritual o expresión humana tiene que ser clasificada entre los
fenómenos extra-artísticos, cantos de pájaros, y cosas semejantes, independientemente de sus
elementos distinguibles de ritmo, melodía y tempo. Aquí se trata de delimitar fenómenos
artísticos y objetos estéticos, y no de descubrir las características esenciales de composiciones
musicales y la medida en que son artísticas” (Ingarden 1986: 46).
71
Ingarden (1947-1948. vol. II: 53).
72
Ingarden (1947-1948: vol. II: 39).
73
Ingarden (1947-1948: vol. II: 55. La concretización de una obra musical presupone el
conocimiento directo de la tradición en la que la obra se inscribe; las partituras o
transcripciones son esquemas prescriptivos al interior de los cuales las realizaciones tienen
una margen de variación (Ingarden 1986: 150). Para mejor conocimiento de la concepción
ingardeniana de la intencionalidad y de la forma de los objetos intencional, véase el capítulo X,
del vol II: 5-63 de su Controversia sobre la existencia del mundo (1947-1948, 1964)
74
‘Aspecto’ para Ingarden es la visión parcial del objeto, que sin ser el objeto mismo, nos da
una impresión sugestiva, subrayando tal o cual de sus rasgos. La ausencia de ‘aspectos’ y de
estructura estratificada serían momentos distintivos de la obra musical (Ingarden 1986: 49-50)
con respecto a otros géneros artísticos. Por mi parte creo que la parcialidad es también un
modo de dación que afecta a las percepciones auditivas y hápticas (y probablemente también
las gustativas y olfativas).
19
pertenecer enteramente al mundo real y carecer, por tanto, de un ser
intencional del que participan, por el contrario, las diversas formas de ballet o
los valses de Chopin… En efecto, para Ingarden
”la diferencia entre, digamos, la Sonata patética de Beethoven, o cualquier otra obra musical, y
todas las señales acústicas o fenómenos sonoros de la naturaleza es tan convincente que no
podemos dudar de ella, aún cuando esta diferencia no emerja claramente hasta que
asumamos una actitud estética y percibamos una obra musical como un objeto musical
específico.” (Ingarden 1986: 54).
75
Sobre la función constitutiva de la conciencia, véase Ingarden (1947-1948, vol. II: 575-578).
Aunque Ingarden se inclina por la ‘objetividad’ de las cualidades estéticas, no llegó a
desarrollar una argumentación satisfactoria en favor de su idea. Véase Ingarden (1947-1948,
vol. II: 33; y 1956).
76
Ingarden (1958: 54-57).
20
desocultar sus atributos cualitativos, contemplar el conjunto de sus cualidades
y valores sonoros para constituirlos en objetos de una vivencia estética y de
una experiencia emocional. El ejemplo que daba Ingarden para ilustrar este
proceso era el de la escucha de los ruidos de una fábrica: si al escucharlos
asumo una actitud estética, dejan de pertenecer al mundo real. Esos ruidos se
convierten entonces en una ‘totalidad para sí misma,’ en la que Platón o Hegel
hubieran dicho que se manifiesta la Idea—aunque, por cierto, Ingarden rechaza
el idealismo de ambos.77
El hecho de que efectivamente los sonidos del entorno puedan devenir objetos
intencionales, a condición de escucharlos en actitud estética, y de que de esta
manera asumen una condición de ‘como si’ fueran música, nos lleva a concluir
que la diferencia entre sonidos musicalmente elaborados y sonidos naturales
del entorno no radica en un supuesto estatuto ontológico distinto, sino en la
actitud con la que nos aproximamos a ellas, esto es, en la producción de un
acto intencional que pertenece al orden estético. En otras palabras, la IX
Sinfonía de Beethoven puede ser tanto una obra paradigmática del canon
musical europeo como una penosa colección de ruidos, según la actitud que el
oyente asuma al escucharla. No habría por lo tanto criterios de orden
ontológico para establecer una separación estricta entre música erudita,
‘popular’ y sonidos del entorno. Salvo comprensión errónea de mi parte, nos
movemos aquí más en el terreno Husserliano de la constitución trascendental
que en el Ingardeniano de la fenomenología realista—una conclusión con la
que probablemente Ingarden hubiera estado de acuerdo sólo en referencia al
dominio de los objetos intencionales estéticos.
Si podemos emparejar la percepción de los sonidos del entorno con los de las
músicas convencionales, tendremos que asumir, en consecuencia, que tanto
los sonidos elaborados musicalmente como los del entorno natural poseen un
repertorio básico de propiedades comunes que los vinculan. La condición de
posibilidad general sería la intencionalidad y una apropiada actitud estética.
Pero habría además invariantes comunes, tales como las propiedades del
sonido (rhythm, timbre, etc.), que bajo una multiplicidad de posibles perfiles o
tipos ‘musicales’ concretizarían hasta cierto punto una ‘semejanza de familia’
entre los fenómenos sonoros—tanto los humanamente elaborados como los
naturalmente dados.78
77
Comunicación personal (Cracovia el 13 de octubre de 1961. Véase Pelinski 2007).
78
Por cierto, esta cuestión ofrece otras ‘líneas de escape’ y complejidades. Véase, por ejemplo,
la diferencia entre ‘ruido’ y ‘sonido’ establecida por Boulez (1963: 43-44), o por Lévi-Strauss
(1968: 25-26), o por Georgiades (1985: 121-127).
21
3. La perspectiva ecológica
“Ask not what’s inside your head, but what your head’s inside of.”
W. M. Mace (1977)
79
Para un concepto más profundo y amplio de la ecología, véase. por ejemplo, Arne Naess y
David Rothenberg (1989), o Michel Allaby (1998: 136).
80
Arno Naess (1995: 151).
81
Schafer (1979: 31-150; 190-208).
82
Schaffer los ha designado como paisajes sonoros lo-fi y hi-fi, para describir respectivamente
ambientes sonoros confusos, nacidos de la congestión sonora (como por ejemplo la que
produce el tránsito urbano) y ambientes sonoros claros, en los que el origen del sonido y su
dirección se perciben claramente (Schafer 1979: 69, 107; Truax 1999).
83
Pelinski (2007).
22
pueda llevarse a cabo. Así, por ejemplo, Gibson sugiere que “la visión depende
de los ojos en la cabeza de un cuerpo sostenido por la base, siendo el cerebro
sólo el órgano central de una visión completa.”84 Para que una percepción
tenga lugar, se requiere una interacción entre el cuerpo, el cerebro y el entorno.
Esta interacción está caracterizada por la reciprocidad y la conmensurabilidad
de sus términos: cada tipo de organismo ‘preafinado’ a su habitat en cuanto
tiene su propio nicho ecológico que le ofrece las condiciones materiales y un
conjunto de provisiones adecuadas para asegurar su supervivencia; para ello,
el organismo posee las habilidades neuro-motoras y la capacidad perceptiva
para poder servirse de dichas provisiones. El principio general que regula esta
interacción es la afirmación monista según la cual ambos—el organismo
perceptor y las superficies, objetos y provisiones percibidas—pertenecen al
mismo entorno ecológico formado por lo que animales y seres humanos
perciben. Lejos de caer en el dualismo psicofísico, percibir el mundo es para
Gibson, percibirse de alguna manera a sí mismo:
“[…] el animal y el entorno son una pareja inseparable. Cada término implica al otro. No hay
animal que pueda existir sin un ambiente que lo entorne. Igualmente, aunque no tan obvio, un
ambiente implica un animal (o al menos un organismo) para ser entornado.” (Gibson 1979: 8).
Para designar lo que las superficies y objetos del entorno ofrecen al organismo,
Gibson ha acuñado el término de affordances (1966, 1979, 1982), esto es,
provisiones. Con este término denota las oportunidades, funciones, usos o
valores interactivos que el organismo animal detecta en su entorno natural,
particularmente en lo que atañe a sus rasgos visuales.86 Ver cosas es percibir
lo que las cosas ofrecen. En la primera versión de su teoría, Gibson pone el
84
En el original: “…that natural vision depends on the eyes in the head on a body supported by
the ground, the brain being only the central organ of a complete vision” (citado en Noë 2004:
209).
85
Gibson (1979: Part III).
86
James J. Gibson (1904-1979) había sido piloto en la Segunda Guerra Mundial y, como tal, se
interesaba por la percepción de las condiciones que un terreno podía ofrecer para eventuales
aterrizajes de emergencia. Su objetivo era, pues, dar cuenta de las oportunidades que el
entorno ofrecía a la percepción visual. Como tenía dificultades de audición, Gibson prefirió no
emprender investigaciones particulares sobre percepción auditiva.
23
acento sobre un aspecto unilateral y objetivo de las provisiones (affordances):
éstas son propiedades de los objetos del entorno.87 Gibson afirma
“He acuñado esta palabra como un sustituto de valores […] Pienso simplemente lo que las
cosas proveen, para bien o para mal. Después de todo, lo que ellas proveen al observador
depende de sus propiedades […] El observador humano aprende a detectar lo que se ha
llamado valores de los significados de las cosas, percibiendo sus distintos rasgos, poniéndolas
en categorías y subcategorías, notando sus similitudes y diferencias y hasta estudiándolas por
sí mismas, aparte de aprender qué hacer con ellas” (1966: 285).88
Más tarde Gibson modificó esta posición objetivista en favor de una más
complementaria e interactiva: aunque las provisiones dependan de las
propiedades de los objetos, se actualizan en interacción con la dimensión, las
necesidades y las capacidades del organismo que las detecta:
“Las provisiones del entorno son lo que le ofrece al animal, lo que provee o proporciona, sea
para bien o mal. Con ello pienso en algo que se refiere a ambos, el entorno y el animal, de una
manera que no lo hace ningún otro término. [Provisión] implica la complementariedad del
animal con el entorno.” (Gibson 1979: 127; 1986: 122).90
87
El concepto de affordances (provisiones) ha sido utilizado y discutido en ciencias cognitivas y
en filosofía de la mente (Natsoulas 1994; J. T. Sanders, 1996; B. Smith 1999; H. G. Masayoshi
2005; Gallagher 2006, etc.).
88
En el original: “I have coined this word as a substitute for values, a term which carries an old
burden of philosophical meaning, I mean simply what things furnish, for good or ill. What they
afford the observer, after all, depends on their properties…[T]he human observer learns to
detect what have been called the values of meanings of things, perceiving their distinctive
features, putting them into categories and subcategories, noticing their similarities and
differences and even studying them for their own sakes, apart from learning what to do about
them.” (Gibson 1966: 285).
89
En el original: “Instead of supposing that the brain constructs or computes the objective
information from a kaleidoscopic inflow of sensations, we may suppose that the orienting of the
organs of perception is governed by the brain so that the whole system of input and output
resonates to the external information (Gibson 1966: 5).
90
En el original: “The affordances of the environment are what it offers the animal, what it
provides or furnishes, whether for good or ill. I mean by it something that refers to both the
environment and the animal in a way that no existing term does. It implies the complementarity
of the animal and the environment.” (1979: 127; 1986: 122). Gibson dedica el capítulo 8 a esta
nueva versión de su teoría de las affordances.
24
“[estas provisiones] son propiedades de las cosas tomadas en referencia a un observador y no
propiedades de las experiencias del observador. No son valores subjetivos [….] Porque a
diferencia de los valores, las provisiones no están en un mundo u otro por cuanto la teoría de
dos mundos es rechazada. Hay un solo entorno, aunque contiene muchos observadores con
oportunidades ilimitadas para vivir en él (1979: 137-138).91
Sin embargo, más importante que saber si las provisiones existen y de qué
manera lo hacen, es saber si son asequibles a la percepción y en qué
condiciones lo hacen.93 Es aquí donde entran en juego las invariantes
perceptivas, esto es, las informaciones que nos especifican una provisión y
aseguran su identidad o permanencia en el tiempo. La detección de invariantes
a partir del flujo de los estímulos sensoriales es la función más importante de la
percepción. Aunque la existencia de las invariantes es independiente del
perceptor, es relativa a él pues está vinculada a un rasgo primordial de la
percepción, la parcialidad: “Una de las leyes de la capacidad óptica del
ambiente […] es que algunas partes del entorno se revelan desde cualquier
punto de observación, mientras que otras quedan ocultas.”94 Un cuerpo puede
ser visto desde ciertas perspectivas y desde otras no. Según nuestra posición
en el espacio y el foco de nuestra atención podemos dejar sin ser vista gran
parte de la información visual que el entorno nos ofrece. La presencia de
percepciones variantes y parciales oculta la existencia de una información
invariante que identifica al objeto como tal. Para obtener esta información
invariante tenemos que explorarlo activamente. La finalidad de las invariantes
consiste justamente en asegurar que una provisión siga siendo la misma, pese
a las diferentes perspectivas parciales que puede asumir el perceptor.95 En
general, una información invariante es, pues, una relación constante de orden
superior que especifica un objeto determinado y asegura su identidad y su
totalidad a través de las transformaciones generadas por un foco móvil de
atención.96 Hasta aquí, Gibson.
91
En el original: “[…] affordances are properties of things taken with reference to an observer
but not properties of the experiences of the observer. They are not subjective values […].
Affordances are neither in the one World or the other inasmuchas the theory of two worlds is
rejected. There is only one environment, although it contains many observers wit limitless
opportunities for them to live in it.” (Gibson 1979: 137-8)
92
Gibson (1979: 141).
93
Gibson (1979: 140).
94
En el original: "One of the laws of the ambient optic array (Chapter 5) is that at any fixed point
of observation some parts of thye environment plows revealed and the remaining parts it plows
concealed". (Gibson 1979: 136)
95
Para Gibson, las provisiones son invariantes; son propiedades de las cosas, están
especificadas en el estímulo de la información y no cambian con los cambios de necesidades
del observador (Gibson 1979:138-140).
96
Véase Heft (2001: 149).
25
Podemos ahora intentar reformular algunos aspectos de su teoría de la
percepción visual en términos de la percepción sonora del entorno. También en
el dominio de la percepción sonora rigen los principios de complementariedad ,
interacción, reciprocidad entre organismo y entorno. Una interacción entre
oyente y entorno sonoro consiste fundamentalmente en la detección de una
provisión sonora, y en la especificación de sus invariantes a las que el oyente
atribuye significados que le permiten organizar sus acciones en correlación con
ellas. La vida cotidiana abunda en instancias que ponen de manifiesto esta
conexión: la actividad continua de detección de información auditiva especifica,
controla, y dirige nuestra relación con el entorno. Si caminado por una calle
queremos cambiar de acera, al mismo tiempo que oímos el ruido en volumen
creciente de un vehículo que se aproxima, nuestra primera (re)acción es
localizar visual y auditivamente la fuente del ruido y su proximidad antes de
cruzar la calle. O si pasamos junto a una taladradora en acción, su ruido nos
induce a contornear la fuente del sonido, apresurar el ritmo de la marcha y
quizás taparnos los oídos. En otros casos los hábitos culturales intervienen en
la acción perceptiva. Así, en una manifestación multitudinaria, la vociferación
de ciertos lemas tiende a estar sincronizada con el ritmo de la marcha de los
manifestantes.97
97
Las relaciones entre percepción sonora y acción desbordan los límites de la escucha
ecológica para extenderse a acciones específicas de la actividad ‘musical’ tales como la
ejecución, la improvisación, la composición, etc. Véase, por ejemplo, Friberg (2005), o The
Musical Gestures Project de la Universidad de Oslo
<hf.uio.no/imv/forskning/forskningsprosjekter/musicalgestures/about.html>
Otras perspectivas importantes sobre el vínculo percepción-acción son la de la evolución
biológica (por ejemplo, Fitch 2006a y 2006b), y la de la neurofisiología aplicada a la música (por
ejemplo E. Altenmüller y otros, 2006), o por la filosofía de la mente (Noë 2004)..
98
Narración esquemática de un paseo por los jardines de la Villa Borghese, Roma, septiembre,
2006.
99
Gibson (1979: 143).
26
‘instrumentos musicales.’ Gracias a la intervención humana en su invención y
desarrollo, son provisiones particularmente dependientes del organismo
humano. Dado que su forma exterior y sus provisiones sonoras han sido
desarrolladas conforme al esquema corporal del ser humano, forman parte de
una clase particular de provisiones originadas tanto en la acción artística del
perceptor como en la oferta natural del material utilizado para tal fin.
Ahora bien, ¿en qué consiste la naturaleza de provisión de estos sonidos? Son
provisiones sonoras del entorno porque, en general, me ofrecen la oportunidad
de reconocer inmediatamente sus propiedades sonoras y de establecer
contacto con el mundo de mi entorno. Además, sin intervención de
razonamiento alguno pero con la atención focalizada en el proceso sonoro, me
doy cuenta de que mi percepción agrupa sus sonidos individuales en eventos
(o unidades sonoras) de orden superior—los ruidos de la moto, del tren, de la
ambulancia, del ordenador, y de la nube de micro-ruidos—articulados mediante
momentos de silencio o mediante superposiciones sucesivas de los eventos.
100
Gibson (1979: 2).
27
aquellas invariantes particulares que mejor especifican las fuentes de sonido
más adecuadas a las condiciones propias de la situación o ‘nicho’ que ocupan
en el entorno. Por ejemplo: una información invariante de la lluvia es la
propiedad sonora que el oyente suele distinguir de cualquier otro ruido
simultáneo del entorno, sin mayor esfuerzo perceptivo. Sabemos por
experiencia que la caída de la lluvia puede ofrecer diversos matices sonoros
según la naturaleza de la superficie sobre la que cae (zinc, tejas, madera,
asfalto, hierba, agua, etc.), la densidad del agua que cae en un lapso
determinado, la naturaleza del evento (lluvia ‘común,’ llovizna, aguacero
tropical, tormenta…). Aunque cada una de estas variantes posee un timbre
propio, no nos oculta un rasgo sonoro siempre presente en toda caída de lluvia:
una serie más o menos continua de puntos sonoros rítmicos, más o menos
densos, percibida como relativamente constante que más allá de la
particularidad de esa lluvia o de esas gotas particulares—cambiantes según su
volumen, densidad, superficie sobre la que caen, o bien según mi posición en
el espacio o el grado de atención que le presto—me permite identificar el
evento bajo una invariante sonora de la lluvia.
Es claro, pues, que, para Gibson, las provisiones no son las propiedades
físicas de las que se ocupan las ciencias físicas, aunque tampoco poseen una
existencia puramente psíquica. Las provisiones emergen del encuentro entre
una conciencia perceptiva y aquellas propiedades de los objetos o eventos
cuya perceptibilidad está recíprocamente predeterminada por el ‘nicho’
perceptivo que ocupa el ‘mundo de vida’ de un determinado organismo. Las
provisiones no poseen, pues, una existencia absoluta sino que son relativas a
las invariantes adecuadas en cada caso al organismo que las percibe. Si, como
opina Gibson, cada organismo vive en el propio nicho adaptado a su entorno,
el mismo rasgo puede connotar provisiones diferentes según la especie de
organismo que lo perciba. Las doce campanadas que provienen de una
catedral o de un ayuntamiento poseen un valor temporal determinado—
‘mediodía,’ ‘medianoche,’ o las ‘doce campanadas del Año Nuevo,’— para
organismos que cuyo nicho requiere una organización temporal medida. Nunca
se puede afirmar lo que es el agua, sin decir para qué organismo: lo que para
uno es una sustancia, para otro es un medio.102 Las invariantes, por estar
invariablemente especificadas como información del estímulo de la percepción,
están siempre allí a disposición del perceptor,103 pero varían según las
101
Gibson (1979: 141-143).
102
Katz (1987: 120).
103
Gibson (1979: 138-41).
28
necesidades de los respectivos organismos y no emergen sino del encuentro
entre el organismo y su entorno.104
105
Clarke (1999, 2003, 2005); DeNora (2000); Reybrouck (2005a, 2005b).
106
Clarke (2005: 6-7, 17-8).
107
Clarke (2005: 18-23).
108
Clarke (2005: 40).
109
Clarke (2005: 19).
29
invierno), su provisión emerge de la correlación anatómicamente
predeterminada y socialmente sancionada entre una persona que hace o
desea hacer música y las propiedades organológicas de dicho instrumento.
Dentro de ciertos límites, los humanos pueden alterar las provisiones del
entorno sonoro.
(d). La función primera de la percepción auditiva directa, sin los intermediarios
epistémicos de la cognición simbólica (representación, codificación racional), es
descubrir las invariantes en la fuente de los sonidos y qué podemos hacer con
ellos. Clarke insiste
110
Clarke (2005: 3-4, 33-4, 126, 189, 191, 205).
111
Clarke (2005: 126).
112
Ibid.
113
Clarke (2005: 17)
114
Ibid.
30
Ahora propongo, en cambio, que volvamos nuestra atención al último objetivo
del presente texto: comparar las perspectivas fenomenológica y ecológica para
determinar eventuales semejanzas y discrepancias.
116
Refiriéndose a la teoría de la percepción gestáltica de Koffka: “Hay una manera más fácil de
explicar porqué los valores de las cosas. Es porque las provisiones de las cosas para un
observador están especificadas en la información del estímulo. Parecen ser percibidas
directamente porque son percibidas directamente.” (Gibson 1979: 138-139, 143).
31
proporciona la amplitud y la frecuencia de un sonido emitido por un objeto
sonoro: el sistema perceptivo por su propia naturaleza preobjetiva y
preconciente resuena con dicha información, propiedad de la estructura física
de dicho evento.
117
Reybrouck (2005a: 250); Heft (2001: 162).
118
Un estudio profundizado de la teoría de la percepción de Gibson, con observaciones sobre
sus relaciones con la fenomenología husserliana se encuentra en Siebert (1998).
119
Hua VI: 142.
120
La cognición perceptiva es, a su vez, base de la cognición simbólica, (representacional,
racional, intelectual, abstracta) o conocimiento sobre el entorno. Esta segunda forma de
conocimiento va más allá de los atributos puramente preceptivos (Gibson 1966: 91) y goza de
una economía cognitiva independiente del tiempo y del espacio (Reybrouck 2005a). Aquí el
pensamiento tiene prioridad sobre la experiencia. Esto no significa, sin embargo, que la
32
4.2. Percepción e invariantes
cognición simbólica, si quiere tener contenido, pueda prescindir de la cognición perceptiva del
‘mundo de la vida sonoro.’ (Clarke 2005: 43; Pelinski 2006: passim).
121
Gibson (1979: 233).
122
Gibson (1986: 32).
123
Hua XI: 13-14; Merleau-Ponty ([1945] 1997).Véase también Pelinski 2006: especialmente
punto 6. y passim. Para un reseña de las aproximaciones tradicionales y recientes a este tema,
como en particular a las relaciones entre percepción y enacción, véase Noë (2004).
33
procesos perceptivos van mano en mano con movimientos del cuerpo que los
ponen en escena. Este fenómeno, lejos de ser un aspecto periférico de la
percepción, le es propio: el cuerpo se caracteriza por ser cuerpo perceptivo.
Sus movimientos y percepciones están relacionados mutuamente. Si miro
hacia una dirección, el paisaje que se me ofrece es distinto de cuando giro la
vista hacia otra dirección. El sistema de los movimientos del cuerpo es un
sistema libre y subjetivo, actualizado en la conciencia de un libre ‘yo puedo’. En
estos movimientos se constituye lo que aparece en mi conciencia como objeto
trascendente de mi percepción, esto es, como un objeto que es más de lo que
precisamente en este momento mi horizonte kinestésico me permite percibir.124
124
Este párrafo recoge de manera abreviada algunas afirmaciones de Husserl (Hua XI: par. 3,
pp. 13-15). Sin embargo, es Merleau-Ponty quien desarrolla la vinculación constitutiva entre
percepción y acción, y por tanto la prioridad del conocimiento en tanto acción perceptiva,
independiente de representaciones conceptuales. La conciencia no es originariamente un ‘yo
pienso que’, sino un ‘yo puedo’.124 Percepción, acción y corporeidad van juntos: la percepción
guía directamente la acción desde el espacio egocéntrico del cuerpo como punto de vista sobre
el mundo. La percepción sonora no es algo que nos sucede; es más bien un hacer implicado
en la escucha; poseemos los sonidos del entorno cuando los percibimos mediante las
interacciones que nos ofrecen: aguzar el oído, detectar su fuente de producción, detenernos
para prestarles atención, deleitarnos en ellos, o simplemente evitarlos, etc. Percibir una
propiedad es percibir su perfil sensorio-motor; percibir es percibir posibilidades de movimiento;
es determinar posibilidades de y para el movimiento.124 Cuando percibimos, comprendemos
implícitamente los efectos del movimiento sobre la estimulación sensorial: cuanto más nos
acercamos a la fuente de producción de un sonido, su volumen crece. Escuchar los sonidos del
entorno es ‘ponerles acción’, o, más precisamente, ponernos en acción con ellos, enactuar
nuestra percepción sonora (Véase Pelinski 2006)
125
Véase Ingarden (1957.1948, vol II: 32-34). Noë (2004: 17-18) discute la opinión de autores
emparentados de una u otra manera con la idea de la unidad percepción-acción. Véase
además Lakoff y Johnson (1980), Johnson (1987), Lakoff y Johnson (1999), y, desde una
perspectiva eco-semiótica, Reybrouck (2005a, 2005b). En fin, hay que observar que a veces el
silencio (la ausencia de una percepción sonora) puede movernos a la acción: cruzo una calle
cuando me doy cuenta de que no hay ruido alguno de algún vehículo que se aproxime…
34
4.4. Modos de existencia
126
El dualismo de la fenomenología husserliana remite a la distinción entre mente (o espíritu) y
cuerpo, res cogitans y res extensa, establecida en las Meditaciones cartesianas (Descartes
[1641] 1959). Por otra parte, en la psico-ecología gibsoniana no existe la relación entre
conciencia constituyente y objeto constituido.
127
Nagel (l974).
35
que haya un organismo perceptor y un entorno. Desde una perspectiva psico-
ecológica estricta, sería, indiferente que la provisión fuera actualizada por el
cerebro de Husserl o por el de un murciélago.128
128
Si la fenomenología no puede prescindir de la conciencia pura como dotación particular del
organismo humano para llevar a cabo actos intencionales, podríamos preguntarnos qué
procesos implica la percepción en los organismos animales. Como esta problemática
sobrepasa tanto los objetivos del presente texto como mis conocimientos en esta materia, opto
por dejar abierta la cuestión. Informaciones con respecto a este problema pueden encontrarse
en W. T. Fitch, W. 2006ª, y 2006b.
129
Hua VI: 185.
130
Hua. VI: 127.
131
Gibson (1986: 129); Noë (2004: 21).
36
ofrecen. Por su parte, en la ecología Gibsoniana. sujeto y objeto, organismo y
entorno, son un todo inseparable. La ‘afinación’ o ‘resonancia’ del sistema
perceptivo con su entorno, revelada en la detección de provisiones, resulta del
proceso de adaptación biológica del organismo al entorno natural y social.132 En
Husserl esta especie de ‘armonía preestablecida’ entre mundo trascendente y
percepción remite más bien a la génesis, a una irrupción primordial de la
conciencia perceptiva en el mundo que, bajo la forma de apercepción,
asociación o rememoración preside todo acto perceptivo. Percibir es percibir
genéticamente, a partir de las experiencias sedimentadas en nuestros
contactos perceptivos con el entorno.
A pesar de sus diferencias, existen rasgos que crean ‘aires de familia’136 entre
la psicología ecológica y la fenomenología: para ambas existe un solo mundo
(sonoro): el que percibimos; su naturaleza perceptiva pone en relación un
organismo animal (o una conciencia) y una oportunidad (o propiedad)
pertenecientes a un objeto o proceso trascendentes. La perceptibilidad es la
condición esencial del nexo entre el mundo y el organismo viviente en cuanto
‘ser-en-el mundo.’ A la perceptibilidad se suma el carácter de
conmensurabilidad perceptiva que permite al organismo perceptor
enriquecerse según las capacidades y necesidades propias de su nicho
existencial. En el caso del organismo humano, perceptibilidad y
conmensurabilidad se dan bajo la forma de un acto intencional. Una condición
a priori de la conciencia intencional consiste en estar por naturaleza
preacordada al ‘mundo de la vida’ organizado de tal manera que la conciencia
132
Cross (2003); Fitch 2006a, 2006b.
133
Ingarden (1947-1948, particularmente el vol I, cap. III, parágrafos 10 al 15 incl., y passim.
134
Ingarden (1947-1948, particularmente el vol I, cap. III, parágrafos 10 al 15 incl., y passim.
135
Sobre la naturaleza formal de la relación en cuanto estados de cosas en los que participa
más de un objeto, véase Ingarden (1947-1948, vol. II: cap. XIII.)
136
Wittgenstein ([1933-1934] 2007: 46, 49).
37
puede nutrirse de las provisiones experienciales que ofrece el entorno (sonoro).
Por otra parte, las provisiones y los contenidos intencionales se caracterizan
por una relación de dependencia de la existencia y dotación cualitativa de un
mundo trascendente, real.
5. Conclusiones
He hecho lo posible para identificar las cuestiones que me proponía tratar:
explorar las semejanzas y diferencias entre la fenomenología y la psicología
ecológica desde sus respectivas maneras de concebir el proceso perceptivo
del entorno sonoro en la vida cotidiana. Esta investigación comparativa ha
revelado puntos comunes referentes en particular a ciertos rasgos estructurales
de la percepción sonora tales como la inmediatez, la detección de invariantes
relacionada con la parcialidad de todo proceso perceptivo, la unidad de
percepción y acción, etc. Ambas teorías asignan a la percepción directa,
subjetiva, espacio-temporalmente anclada, un papel fundamental en la
interacción del organismo con su entorno. Por su parte, la fenomenología
considera la percepción humana como origen de todo conocimiento fundado,
predicativo y espacio-temporalmente desanclado.
La percepción sonora es, pues, una experiencia primordial que vincula los
organismos con su entorno. En particular, en el caso del animal humano, el
sistema perceptivo de la audición es, además, la plataforma cognitiva común a
diversos tipos de expresión sonora socio-culturalmente diferenciados: desde
las músicas eruditas, las músicas ‘populares’, las tradicionales, etc. hasta el
más humilde y efímero de los ruidos.
38
por supuesto su significante material: el sonido y su percepción prelógica y
prepredicativa.. Es verdad, el sonido es más que el sonido: en su percepción
se sedimenta un horizonte de experiencias sonoras y existenciales que le
confieren complejidad y significado trascendental. Estas experiencias
perceptivas como su correlato trascendente, el sonido en todas sus
concretizaciones, son las condiciones de posibilidad que legitiman y confieren
sentido a los discursos sobre ‘la música’ y el entorno sonoro. El exceso de
significación socio-cultural que otorgamos a la percepción sonora cuando
decimos que ‘el sonido es más que el sonido,’ o ‘la música es más que la
música’, es la cuota de experiencia existencial sedimentada en la percepción
sonora, cuyo ser precede y excede a toda aplicación discursiva a la que la
podamos someter. En este punto, creo que fenomenólogos y ecólogos podrían
estar de acuerdo.
***
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