Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Collateral Damage (Katie Klein) PDF
Collateral Damage (Katie Klein) PDF
¿Lo que ellos tienen? No es real. Porque la verdad es que, Parker Whalen
es un mentiroso. Esto nunca ha importado... hasta ahora. Porque mentir a alguien
que te importa -alguien por quien te preocupas, alguien que cree en ti –ahí es
cuando la gente sale herida. Y Parker está a punto de lastimar a Jaden de la mayor
forma imaginable.
Sinopsis Capítulo 19
Prólogo Capítulo 20
Capítulo 1 Capítulo 21
Capítulo 2 Capítulo 22
Capítulo 3 Capítulo 23
Capítulo 4 Capítulo 24
Capítulo 5 Capítulo 25
Capítulo 6 Capítulo 26
Capítulo 7 Capítulo 27
Capítulo 8 Capítulo 28
Capítulo 9 Capítulo 29
Capítulo 10 Capítulo 30
Capítulo 11 Capítulo 31
Capítulo 12 Capítulo 32
Capítulo 13 Capítulo 33
Capítulo 14 Capítulo 34
Capítulo 15 Capítulo 35
Capítulo 16 Capítulo 36
Capítulo 17 Capítulo 37
Capítulo 18 Epílogo
Katie Klein
Traducido por Lorenaa
S
oy un mentiroso.
No realmente.
Yo sólo miento.
Da miedo lo bueno que soy en ello, las mentiras vuelan de mis labios sin
que tenga que pensar en ellas.
Como el anillo.
Pero lo hizo, y entonces ahí estaban los saltos y los gritos y Dios… los
gritos. Nunca tuve que arrodillarme. Ni siquiera le pregunté oficialmente. Pero no
tenía que preguntar.
Callie suspira, envuelve sus brazos alrededor de mi cuello, presiona su
cuerpo caliente contra el mío. Han sido cuatro años. Cuatro años de presionar
cuerpos.
Nos abrazamos por lo que parece una eternidad y nada al mismo tiempo,
parados en la acera justo fuera de su casa urbana, ya queriendo otro. Las farolas
de la calle proyectan un extraño brillo rosado sobre los edificios y los arbustos
que bordean la acera y los autos del estacionamiento. Mi respiración fuma el aire
helado. Ya no puedo sentir mi nariz.
—Si tienes una noche libre esta semana… —empieza Callie, alejándose
de mí—, quizás podemos encontrarnos a medio camino.
Mierda.
—También te amo.
El anillo.
Mis abuelos murieron hace más de una década. Mi abuela murió primero.
Tuvo un ataque. La llevaron a un hospital y luego a una residencia, nunca se
recuperó. Mi abuelo comenzó a deteriorarse no mucho después de que ella
murió. Empezó a adelgazar. No salía mucho. Raramente sonreía y nunca se reía.
En nueve meses él se había ido, también. Fue un shock para todos los que le
habían visto con mi abuela. Permaneció con ella, a su lado, fuerte hasta el día que
ella murió.
Para Callie.
En el momento que lo vi, supe que Callie lo amaría. Nunca hubiese
encontrado un anillo mejor si hubiera pasador por un centenar de centros
comerciales. O miles de tiendas.
—No hay prisa —me dijo—. Pero han estado saliendo durante un
tiempo…
Es mi culpa. Debí haberle dicho a mamá que tenía que salir con ella
durante más tiempo. No es que no ame a Callie, y no es que no se merezca el
anillo. Jesús. Alguien que esté dispuesto a aguantarme durante cuatro años
seguidos se merece cualquier cosa.
Y amo a Cal.
Me hubiese propuesto.
Con el tiempo.
Traducido por Lorenaa
C
uando la Sra. Tugwell, la profesora de inglés, nos pide que
escojamos un compañero, nadie me lo pide a mí. Nadie pronuncia
mi nombre, me palmea el hombro. Nadie mira a mi dirección. He
tenido éxito en hacerme invisible aquí. Soy alguien a quien temer. Evitar. Ignorar.
Escaneo cada fila, buscando a un extraviado, alguien sin pareja. Pero soy
el único paria en este aula de hormigón frio empapelada con celebridades
recordándome LEER y que NUNCA ES DEMASIADO TARDE PARA SER LO QUE
PODRIAS HABER SIDO.
Bueno.
La Sra. Tugwell pasa lista, llamando nombres. Cada uno anuncia su pareja.
Estoy seguro de que puedo convencerle que me deje volar solo. Un grupo de tres
no es exactamente justo.
—¿Jaden?
Nada.
Está vacío.
Mierda.
Debería haber presionado más por Ingles AP. Ellos no tienen que hacer
este estúpido proyecto. Incluso si lo tuviesen que hacer, nunca necesitarían un
compañero. Es insultante.
—¿Parker?
—¿Tu compañero?
—Sí, no tengo.
Ella sonríe, obviamente complacida, y empuja sus gafas más arriba sobre
su nariz.
Genial.
Imagínate.
Me encantaría ser capaz de sacar esa mierda sobre mis maestros, pero
funciona para Jaden.
Ella se disculpa.
—Sé que no estabas, así que tuve el placer de asignarte uno. —Y luego
ella anuncia lo que todos estábamos esperando—. Tú y Parker trabajaran juntos.
—Gracias —murmura.
Evaluando.
Parker: Uno.
Jaden: Cero.
Traducido por Lorenaa
L
a clase de química AP del Sr. Colleman es algo sacado de una
pesadilla. La ultima clase del día. No ayuda que ya haya leído esta
lectura tres veces. No ayuda que la habitación esté ardiendo, con el
termostato puesto en Hades. No ayuda que mi compañero de laboratorio no sepa
tener sus cejas en su propio espacio.
Colleman piensa que tengo una enorme cantidad de potencial, pero que
estoy descentrado e indisciplinado. Eso es literalmente del último reporte de
notas. Conseguí una B menos, yo creo que el menos es lo que lo desencadenó.
Las luces fluorescentes brillan sobre mi cabeza, y pasillo abajo una clase
irrumpe con risas., una clase que claramente no está discutiendo sobre las
maravillas de los enlaces atómicos. Una clase a la que me tenía que haber
apuntado.
Puedo ir a cualquier parte en cinco minutos, a lo mejor diez, así que me
detengo en la fuente de agua para matar el tiempo. El motor retumba a la vida
mientras bebo, y, cuando he terminado, me dirijo a los baños.
Acabo de abrir el grifo para lavarme las manos cuando la puerta de los
baños se abre, cuando entra Jaden McEntyre tropezando.
¿Evitándola?
Luego me doy cuenta: Está enfadada por la nota, la que pasó esta mañana
en Ingles. La que yo no había leído hasta el segundo periodo. En la que ponía:
¿quieres encontrarte conmigo después de clase para trabajar en nuestro
proyecto? En una escritura cursiva y descabellada, con un pequeño corazón sobre
la “n” de su nombre. La nota que arrugué y tiré en la basura del pasillo de camino
a mi tercer periodo.
Sí, por todas las apariencias, la estoy evitando. Pero no puedo trabajar en
ese proyecto hoy.
Llamada de conferencia.
No puedo dejar de sentir que hay algún tipo de equilibrio del karma
cósmico en juego. Ella llega cinco minutos tarde a su primer periodo, por salvar
el mundo, nada menos, y aquí estoy yo: la última persona en el mundo con quien
ella querría formar parte para un trabajo.
No elegimos compañeros. Los compañeros no eligieron.
—¿Hablas en serio?
¿Qué lo supere?
Me gusta.
—Vale… como sea. Así es la cosa. Voy a ir mañana por la tarde a la librería.
Estaré allí a las tres de la tarde. Haré la lista, y escogeré el libro para el proyecto.
Eres bienvenido a unirte… compañero.
Cuando se cierra estoy solo otra vez, todo está ardiendo. Tiro del cuello
de mi chaqueta. Mi cuello está en llamas. El sudor sale a lo largo de mi piel.
Me esfuerzo para envolver mi mente entorno a lo que acaba de pasar.
¿Jaden McEntyre acaba de irrumpir en el baño de hombres? Esa es la clase de
mierda que sólo pasa en los sueños. Aleatorios e inexplicables sueños.
¿Pero ese es el punto, verdad? ¿Pasar este año sin ser notado?
Un vago.
Parker: Uno.
Jaden: Uno.
Traducido por MaEx
Cada seis meses es la misma charla: Ven a las cenas familiares, Chris. Mis
tías y tíos no van a estar mucho más tiempo, y a todo el mundo le encanta verte.
—Es sólo por unas horas. Puedes traer a Callie y anunciar vuestro
compromiso. ¡Todo el mundo estará encantado!
—Lo sé, mamá, pero no estaba ni siquiera planeando regresar a casa este
fin de semana. Tengo algunas cosas que atender aquí. Haremos la cena en
agosto. Lo prometo.
—Oh.
Callie se ríe.
—Daría cualquier cosa para hacer una búsqueda en auto real. Sé que hay
un punto de entrada, pero no sé dónde. Es extraño. Los adolescentes no tienen
nunca este cuidado.
No será así nunca más, quiero decirle. Pero ella nunca lo entendería. No
tiene ni idea de que podía hacer estas clases si quisiera, lo que yo podría hacerles
la primera vez si me hubieran importado.
Lo conozco.
—Así que, esta cosa de reservas. ¿Se trata de una cena o una boda? —
pregunto.
—Ambos —confiesa—. Pero sobre todo cena. Sólo quiero que lo veas,
que me digas lo que piensas. Lanza un suspiro. —La cosa es... que se reserva muy
rápido. Si insistimos para la próxima primavera...
—Lo sé, pero si a los dos nos gusta este lugar, entonces debemos seguir
adelante y reservarlo. Y papá estaba bien con él —me asegura—. Si esto es lo que
queremos, dijo que iría adelante y haría el depósito.
Papá.
Mierda.
—Estás tranquilo. ¿Qué estás pensando? —pregunta.
No puedo decirle lo que estoy pensando. Ella sólo sacó la tarjeta con la
que no puedo competir. La única mano contra la que soy indefenso.
Papá responde.
—Oh. Bueno, dile que algo ocurrió, y que estaré en casa este fin de
semana después de todo. Callie y yo nos reuniremos con vosotros en la cena
familiar.
C
uando llego, está sentada en el otro extremo de la biblioteca, en
una mesa cerca de la ventana, enmarcada por hojas de vidrio y un
cielo con nubes de invierno. Giro la manija y me abro paso al
interior, ignorando el ceño fruncido en el rostro de la bibliotecaria mientras paso
el mostrador, filas y filas de estanterías. Jaden escogería una mesa en medio de
la sala, donde todo el mundo puede vernos.
—Ya era hora. —Mientras voltea otra página de ese paquete azul del
proyecto.
Y es en ese momento que decido que Callie iba a descubrir algo. Tal vez
debería dejarla que haga todo este proyecto. Tal vez debería probarla que cada
una de sus hipótesis eran ciertas… ser el vago que sabe que soy.
—Lo siento. Supuse que era una reunión informal. No me di cuenta que
tendrías en cuenta los retrasos. Oh, espera. No sabes nada de eso, con tu infinita
fuente de tarjetas “eres libre de salir de clase” y todo eso.
Agarra su lista, pasa los dedos por su pelo liso castaño, y lo mete detrás
de sus orejas, centrándose.
Este proyecto podría no ser tan malo después de todo. Si juego bien mis
cartas, incluso podría ser divertido.
—¿Y bien?
Se pone firme, las mejillas ardiendo un tono más oscuro del rosa.
—Um, sí, está bien. Entonces escogeremos algo que no hayamos leído.
Parker: Dos.
Jaden: Uno.
—No.
—Sólo estoy diciendo que no puedes esperar que crea que no has leído
uno de los supuestos grandes romances de toda la literatura. Incluso si en décimo
grado tu profesor de literatura no lo asignó... lo leerías por tu cuenta.
—La jungla. 1984... Básicamente cualquier cosa de esta lista que no sea
un romance no lo has leído. Así que podemos desechar Austen, la mayoría de las
comedias de Shakespeare, las hermanas Bronte...
—Tal vez el amor vuelve loca a la gente. —Mi novia solamente comenzó
a planificar nuestra boda y ya me estoy volviendo loco.
Ella se burla.
—¿Qué estás fumando? Porque puedo recomendarte un programa
impresionante de doce pasos.
Parker: Dos.
Jaden: Dos.
—Sí, soy consciente de ello. Gracias. Sólo que no entiendo por qué es tan
difícil de creer que una persona pueda amar tanto a alguien que le lleve a la
locura.
Me río.
Sus ojos se estrechan, y estoy seguro de que está a punto de ir a por otro
asalto conmigo, pero entonces su expresión se suaviza, y no lo hace. Cierra sus
ojos durante un momento, un momento más de lo que debería, porque la veo,
en ese momento. Y a pesar de que es bonita cuando está exaltada, también es
bonita cuando no lo está.
Perfecto.
—¡Adelante!
Cierro los ojos y corro mi dedo hacia arriba y abajo en la página.
Independientemente de donde aterrice, si ninguno lo ha leído, será nuestro
libro. Me detengo, abro mis ojos.
—Muy bien. Una vez más. —Cierro los ojos de nuevo, muevo mi dedo
como antes, pero, cuando los abro... nada. No estoy apuntando a nada. Estoy a
punto de intentarlo de nuevo cuando...
—¿Qué?
—¡El libro! Acabas de escoger uno, y ahora vas a escoger otro. ¡Esto
no es justo! Quiero saber cuál era. —Frunce sus cejas, enfadada, como si la
estuviera ocultando algo. Probablemente piensa que golpeé Orgullo y Prejuicio.
—Está bien.
—Sólo sigue.
Cierro los ojos, patino mi dedo sobre la página, luego los abro. Es un
acierto.
—Ethan Frome.
—No. ¿Tú?
—No.
—Toma —dice, lanzando uno de los libros. Aterriza con un golpe sordo
y se desliza sobre la mesa, deteniéndose frente a mí. Lo recojo y lo giro para ver
la descripción en la parte de atrás.
—¿Qué? —pregunto.
Se mete el pelo detrás de las orejas. Una vez más. Claramente un hábito
nervioso.
—Nada. Es sólo que... me has llamado Jade. Sólo fue... raro, eso es todo.
—¿Y?
—No te preocupes. Estoy seguro de que con toda esa práctica para tus
futuros concursos de Miss America, te saldrá de forma natural.
T
omo mi almuerzo solo. Suelo estudiar, o empezar temprano la
tarea. Me siento afuera, en las mesas de picnic para que nadie me
fastidie. Hasta ahora, ha funcionado. Sobre todo en días como hoy,
cuando hay apenas 5 grados. Sé que algo ha cambiado, sin embargo, cuando
Jaden McEntyre irrumpe a través de la puerta de la cafetería y marcha por la acera,
empujándose a sí misma, hacia mi pequeño mundo tranquilo.
—¿Se supone que esto significa algo para mí? —le pregunto.
Sé que su intrusión es seria, cuando pasa su pierna, sube por encima del
banco, y se sienta frente a mí.
¿Ethan Frome? ¿Su esposa? Nada de esto quiere registrarse. Nada tiene
sentido en absoluto.
Y entonces... una conexión. Ethan Frome. Nuestro libro. Ella odia a Zeena
Frome.
—Espera. ¿Quieres decir que ya lo has terminado?
—Sí.
—De todos modos, no necesitas una semana. Una vez que empecé, no
podía dejar de leerlo. Era tan adictivo... como un choque de trenes.
—Lo entiendo. Es horrible. Basta con el meneo de cabeza. Puedes ser más
específica.
Ella se sienta más recta, más alta, como si hubiera esperado este
momento durante todo el día. Alguien con quien hablar. Alguien con quien
comentar.
—Sí, bueno, ya no. Ella se da cuenta de que algo está pasando entre
Mattie y Ethan, y decide echarla.
—Tiene sentido.
Sus ojos se abren, aturdida por estas palabras, con horror en ellos. Y
supongo que, a una verdadera romántica, es una cosa terrible de decir. Porque
sí, la gente debería poder amar a quien quiera. Pero nunca es tan fácil. En realidad
no. Hay reglas. Directrices. Los límites no se deben cruzar.
—¿Y bien?
—¿Así que estás diciendo que Mattie y Ethan realmente consiguen lo que
quieren?
—La historia suena bien, de todos modos —le digo, llevándola de nuevo
a mí. A esta mesa.
Me encojo de hombros.
—No.
Y a pesar de que no tengo hambre, los tomo. Los tomo, porque ella me
los ofreció, y porque no están nada mal, y porque es la primera vez que alguien
ha hecho un esfuerzo para ser amable conmigo desde que me presenté en este
lugar.
Mis dedos rozan los suyos mientras la bolsa cambia manos. Ya sea o no,
un accidente es tema de debate. Pero sé que ella lo nota, que hace algo, porque
cuando nuestros ojos se encuentran sus mejillas están rosadas. Se aclara la
garganta, baja la mirada y no puedo evitar preguntarme qué está pensando.
¿Y esa chispa?
—L
a carne asada estaba realmente buena —reflexiona
Callie—. Definitivamente deberíamos dar alternativas en
la recepción. ¿Quizás carne asada y pollo?
—Bueno, ¿qué opinas del lugar? Sé que estaba oscuro, pero pensé que
el mirador junto al lago era hermoso. Y los oíste decir que pueden dar cabida
fácilmente a 300 personas en el salón de recepción.
—Todos saben que las bodas son para la novia —sostengo—. Sólo dime
dónde y cuándo estar allí.
Pero las palabras son exactamente lo ella que quiere oír, y una enorme
sonrisa ilumina su rostro.
—Me dieron cada fecha disponible del próximo año —dice—. El verano
está ocupado, pero se libera de nuevo en el otoño. Sí tienen una fecha temprana,
sin embargo, por una cancelación. Es el primer fin de semana de mayo. —Me mira
expectante, esperando mi aprobación.
¿Soy el único que piensa que no hay nada de malo con un compromiso
de dos años?
—No quiero esperar dos años, Chris —dice ella, los ojos marrones muy
serios.
—Lo sé. Pero no creí que estuviéramos listos para hablar de fechas.
No sé qué decir. Toda esta charla sobre lugares, carne asada y fechas.
Sólo quiero leer esta historia. Quiero a Ethan Frome y a Mattie Silver. Quiero hacer
mi trabajo y terminarlo. No puedo lidiar con esto ahora mismo.
—Sabía que recapacitarías. —Su voz baja aún más, suave y sensual—.
¿Qué puedo hacer para agradecerte? —bromea.
Ella ríe.
—Por supuesto.
Ella planta otro beso en mis labios, luego se desliza bajo las sábanas y
apaga la lámpara de su mesita de noche.
...y ella sonrió y lo saludó con la mano desde el tren, gritando: "¡Tú debes
ser Ethan!" mientras bajaba de un salto con sus paquetes... Pero no fue sólo que
la llegada a su casa de una joven y esperanzada vida fuera como un fuego
encendiéndose en una fría chimenea. La muchacha era más que la servicial
criatura brillante que él había pensado.
Es tarde.
E
staciono mi moto deportiva, una Suzuki GSX-R, en el espacio del
Maestro del Año en la parte delantera de la escuela. Junto a mí, el
director Howell cierra la puerta de su minivan con un golpe. Me
acompaña hacia la entrada, jugando con sus llaves. Hace frío y está oscuro, otro
día nublado y miserable, cuando el sol se ponga en la siguiente hora más o
menos, hará incluso más frío. Estará más oscuro.
Starkfield.
—No creo que esto tome mucho tiempo —le aseguro. La última
búsqueda de casilleros fue una completa pérdida de tiempo, y no hay muchos
estudiantes aquí. La Escuela Secundaria de Bedford es de hecho una de las
escuelas más pequeñas que he visto. Diablos, mi clase de graduación en Hamilton
tenía más estudiantes que este lugar.
Nada.
La idea era que aquel que trajera drogas a la escuela gravitara hacia mí.
Así es como funcionó antes, de todos modos. Por desgracia, eso no sucedió.
Ahora estoy atrapado con este personaje. Y es demasiado tarde en el año para
hacer amigos; para hacer algo sin que parezca sospechoso.
Sigo por la línea, en busca en los casilleros uno por uno. A mitad de
camino veo un rostro muy familiar mirándome. Dos rostros conocidos, en
realidad. Jaden McEntyre y Blake Hanson en la graduación. Están sonriendo. Jaden
lleva demasiado maquillaje y Blake luce tieso e incómodo en su esmoquin, como
si tuviera un palo en el trasero.
1
N. de T.: refiere a la idea de que alguien tiene el derecho de que se le dé algo que los demás
creen que debería ser obtenido gracias al esfuerzo.
Cierro la puerta y paso a la siguiente, sin buscar.
Todos los demás están siendo revisados; ¿por qué Jaden siempre obtiene
el pase libre?
Nada.
Traducción Itorres
T
omo una tarjeta anotador del bolso durante mi última hora de clase
de Química y destapo mi marcador.
—No fue romántico, eso es seguro —dice—. Odié que Ethan anduviera
de puntillas con sus sentimientos. Así que la amas. Díselo ya.
—No creo que fuera tan fácil para él. El tipo ya estaba casado —le
recuerdo—. Y no se supone exactamente que tengas sentimientos por tu ama de
llaves cuando tienes una esposa.
—-No creo que ella ayudara. —Ella garabatea algunas notas en una hoja
de papel en blanco—. Repasemos nuestras impresiones hoy, y quizás en un día
o dos podamos volver a reunirnos aquí y trabajar en nuestros temas. A menos
que, ya sabes, sea mejor en otro momento —añade rápidamente.
—Lo sé. Quiero decir, odio Mattie y él no pudieran estar juntos. Ellos
merecían ser felices, ¿sabes? —Se detiene un momento, pensando—. No podía
imaginar no estar con la persona por la que tenía sentimientos. Y luego no ser
capaz de hablarle a la gente acerca de mis sentimientos. Apestaría.
—Guau —murmura.
—¿Qué?
—¿Hacer qué?
—Enamorarse de Mattie.
—¿Crees que sólo sucede? —pregunta—. ¿Sin planear? ¿Sin previo aviso?
Ella parpadea un par de veces ante esto, y sé que algo que he dicho la
sorprende. Se desplaza en su silla y se aclara la garganta, nerviosa.
—No, no lo creo.
—Por supuesto que amo a Blake —farfulla. Pero ella se niega a mirarme
a los ojos, y no estoy convencido. Después de todo, no puedes mentirle a un
mentiroso.
—Te pregunté si alguna vez habías estado enamorada, y dijiste que no.
—Entonces, ¿por qué acabas de decirlo? ¿Por qué siquiera tienes que
pensarlo? —pregunto.
—¿Qué?
Misión cumplida.
Me recuesto en la silla.
—No amas a Blake Hanson. De hecho, ni siquiera sabes por qué todavía
estás con él.
—¿En serio? Entonces dime, Parker. ¿Por qué todavía estoy con él? Por
favor. Ilumíname. —Para generar efecto, ella pone los ojos en blanco, pero el
daño ya está hecho y ella lo sabe.
—Sí.
—Blake es aburrido.
M
e deslizo en la multitud de estudiantes que llenan los pasillos,
maniobrando a través de la multitud, empujando contra el
flujo. Estoy a mitad de camino de mi casillero cuando lo
oigo. Sobre los gritos, chillidos y conversaciones (el caos que es un gran pasillo
de la escuela entre períodos) hay una risa suave que se eleva por encima del
resto.
Así que Blake no sólo es perfecto, según Jade, sino que claramente son
la pareja perfecta. Lo suficientemente considerados para no besarse frente a sus
casilleros. Nunca haciendo alarde del estado de su relación frente a aquellos
menos afortunados. Apuesto a que ni siquiera han tenido una pelea.
El chico se voltea hacia mí, aparta el cabello de sus ojos con un practicado
movimiento de la cabeza.
—¿Sí?
—Oye —repito—. Así que, ¿hay algo, como, para hacer en este
pueblo abandonado por Dios?
Lanzo un suspiro.
—No —dice una voz detrás de mí—. No hay nada que hacer aquí. —Me
vuelvo para encontrar una chica en una camisa de franela demasiado grande y
zapatos toscos, abrazando una pila de libros contra el pecho. Su cabello está
recogido en estas puntiagudas coletas. Hay pintura en la manga.
Estudiante de arte.
—No es probable.
Traductora Marcelaclau
―¿Q
ué basurero ―dice Erik―. ¿Cómo
siquiera sobrevives a este lugar,
amigo? Él pincha una porción de pizza
con el tenedor―. Creo que este queso
pasó su mejor momento.
―Sí, bueno, aprecio que hayas venido desde tu posición elevada para
mezclarte con los siervos ―digo.
―Es la única manera en que puedo pasar algo de tiempo contigo. Esta
maravilla tiene sus días de semana, Callie reclama sus fines de semana… mi madre
me contó lo de la boda, por cierto. Felicidades. ¿Ibas a llamarme? ¿A enviarme un
cigarro?
―Es casi entrañable cuán despistado estás acerca de las chicas y las
bodas.
―No vacilé ―afirmo―. Por supuesto que eres mi padrino. Sólo… estoy
ocupado. No he pensado mucho en ello todavía. Aún tenemos más de un año
para preocuparse por ello.
―¡Buon giourno!
Él ríe.
―Clásico.
―Lo sé, ¿verdad? Míranos ahora. Quiero decir, mírate. Tienes un arma,
una brillante placa y todo.
―No. No lo creo.
―En serio, amigo. Realmente deberían hacer una película sobre ti. No
me sorprende que le estés dando a Callie rienda suelta con esta mierda de la
boda.
Mierda.
Quizás sí lo ama; sólo que no sabe cómo.
―Mentiroso. Algo por allá que es obviamente más interesante que yo.
―Estira el cuello siguiendo mi línea de visión.
―¿Savannah?
―¿Dos morenas?
―Hombre. ¿Dijiste Savannah? Ella está muy bien. ¿Con qué alimentan a
las chicas ahora?
―Cállate.
Erik ríe.
Ignoro eso.
―Iré a Trenton más tarde esta noche. Aparentemente ése es el lugar para
ir de fiesta si vives por aquí.
Mi mandíbula se tensa.
Ella no lo ama.
―Suena horrible.
―No lo es.
―Ambos.
―Wow. Chris Whalen ama los libros. Y las morenas, al parecer. ¿Vas a
mirarla toda la noche?
S
oy un mentiroso, sí, pero no tiene sentido negar que algo se eleva
dentro de mí cuando oigo que abren la puerta de metal, el ruido
de la cafetería… cuando veo a Jaden McEntyre pasearse hacia mí,
los libros apretados contra su pecho.
—Hola —dice.
Una fresca brisa sopla entre nosotros. Las páginas de mi libro de texto
pasan una tras otra. Las detengo y sigo escribiendo, intentando no parecer
afectado.
—Hola.
—Claro.
—Sí.
—Genial. —Y justo cuando está a punto de irse—. Oh, estas son para ti.
Ella abre su bolsa de papel marrón del almuerzo, y saca de la bolsa Sun
Chips, y la lanza sobre la mesa frente a mí. Trabajo para cubrir mi sorpresa.
—No estés tan seguro —contesta, pero puedo oír la sonrisa en su voz,
aunque nunca llegue a sus ojos—. Te veré luego.
Mis ojos se elevan, una vez más, atrapándola antes de que desaparezca.
***
El plan era volver a Trenton esta tarde, para revisar dos violaciones
separadas de sonido no lejos de las casas que ya había visitado. Se citaba al
menos a uno de los arrendatarios de proveer alcohol a menores.
En vez de eso estoy rodeando límites de Bedford, mirando la hora en mi
teléfono en cada intersección, observando los minutos acercarse a las tres y
media. Los guantes, la chaqueta de cuero y el casco funcionan para salvarme del
aire helado, pero no puedo evitar temblar, con mi corazón golpeando, tronando
con el rugido de la moto.
Esto es.
—Hola.
—Pueblo pequeño.
Excesivamente.
—¿Mamá? —llama.
Sofoco un gemido.
Así que estaba equivocado con que Jaden fuera hija única. Tiene un
sobrino.
—¿Jaden?
—¿Sí?
Me trago una sonrisa. Alguien no nos quiere arriba juntos. Solos. En una
habitación. Solos.
También tenía razón sobre los ojos. Los ha sacado de su padre. Los ojos
de su hermano mayor son del mismo color. Él aparece de nuevo en una foto con
su esposa y Joshua. Junto a ellos hay una Jaden con coletas; no puede tener más
de seis o siete años. Le faltan los dos dientes delanteros, pero no esconde nada.
Es la sonrisa más grande y más graciosa que he visto en una niña, y es difícil no
devolverle la sonrisa.
Al final de las escaleras diviso un trío de portarretratos de bebés; Jaden y
sus hermanos, las fechas de sus nacimientos impresas debajo.
Dieciocho.
No estoy seguro de qué hacer con esa información ahora que la tengo.
Es casi demasiado, saber esto; que ella es sólo tres años menor que yo. Que es
adulta para la ley; libre para tomar sus propias decisiones.
Técnicamente.
—¿Qué es típico? —pregunta ella, rozando con los dedos una pegatina
escarlata de Harvard pegada sobre el interruptor de la luz—. ¿Agua o refresco?
—En serio. Por ejemplo… —Hace un gesto para que la siga, luego abre la
puerta del armario y se desliza dentro.
—Eso desearías. —Creo que pone los ojos en blanco. De hecho, estoy
casi seguro de que lo hace. Pero conozco ese tono. Tiene un lado algo defensivo,
como si quizás hubiera un “yo lo deseo” atapado en el interior. Es hacerme
ilusiones, porque es en ese momento cuando recuerdo sus labios; el pequeño
mohín que hace cuando está molesta. Y mientras que yo podría hacer que siete
minutos atrapado en el armario conmigo valiese la pena para cualquiera algo me
dice que… ella también podría hacerlo.
Ducha. Fría.
Piensa en hielo.
Piensa en abuelas.
1
Siete Minutos: juego en el que dos adolescentes deben encerrarse en un armario y besarse
durante ese tiempo.
2
DVM: Departamento de Vehículos Motorizados.
Nos dirigimos a la parte trasera de la pequeña habitación, moviéndonos
hacia un conjunto de escaleras. Me agacho, pasando por debajo del marco.
Hielo.
—Lo sé. Me encanta este lugar. Solía subir aquí todo el tiempo. Era como
mi pequeño escondite propio. Podía leer, estudiar, mirar por la ventana y pensar,
lo que fuera, y nadie me molestaría. Nadie siquiera sabía dónde estaba. Hubiera
sido genial para pijamadas también, excepto que ninguna de mis amigas jamás
quiso quedarse a dormir.
—Si lo está, no lo sé. Quiero decir, oigo ruidos raros de vez en cuando,
pero nunca he visto nada extraño. Si está encantada, a lo que sea que la habita
no parece importarle que estemos aquí.
3
N. de T.: Edgar Allan Poe, escritor norteamericano de cuentos de terror del Siglo XIX.
Recorro la habitación, yendo hacia una ventana. Jaden ha estado aquí;
una Jaden de nueve años, con su puff rosa, su lámpara rosa y una pila de libros
antiguos.
Así que ella fue una chica “rosa”. En algún momento, al menos.
—Hay otro tramo de escaleras, para que puedas llegar aquí desde el
pasillo —continúa—. Mi madre iba a convertir este espacio en un cuarto extra o
algo. Otra cosa que no se hizo. De hecho se puede llegar aquí desde el techo.
Hay un enorme roble justo a la izquierda. Te lleva al segundo piso. Hay una
buhardilla allí y se puede subir derecho hacia arriba. Solía hacerlo todo el tiempo.
Espío por el sucio cristal. Tiene razón. Puedo ver el roble, sus ramas bajas.
—Eres temeraria.
—Pero pensé…
Ella cruza los brazos sobre el pecho y ríe; una risa queda y sin humor.
Un gran lío.
—Preferirían estar muertos juntos a vivir sin el otro —añade, dejando caer
su cabello hasta el hombro, garabateando la nota.
—Es casi como si ella ni siquiera los dejara morir en paz. Todavía tiene
todo el poder.
—¿Qué?
—Lo rápido que Ethan fue capaz de levantarse y continuar con su vida
una vez que se dio cuenta de que no habían muerto. Fue como... 'Oh Mattie, no
lo logramos. Mejor voy a alimentar a mi caballo’. Quiero decir, ¿qué hay de eso?
Me encojo de hombros.
—Quizás cambió de opinión. Quizás su amor por ella era más grande que
eso. Él quería lo mejor para ella, incluso si eso significaba que ella continuara sin
él.
—¿Qué?
***
Estoy volviendo a copiar mis notas de inglés más tarde esa noche,
intentando organizarlas coherentemente, cuando mi teléfono vibra en el sofá a
mi lado. Lo levanto, miro la pantalla, luego la hora.
Mierda.
—¿Callie? —respondo.
—¿Las clases? ¿Algún examen del que debiera estar orgullosa de que
aprobaras?
—¿Tu mensaje?
Apoyo los codos en mis rodillas, me paso los dedos por el cabello.
—No pensé que ya íbamos a hacer nada de eso —digo—. Las cosas
están... están agitadas para mí en este momento, Cal. Tengo la escuela, este
trabajo...
—Lo sé. Y sé que prometí que las cosas volverían a la normalidad pronto,
pero me estoy acercando. Tengo algunas pistas que seguir.
—Dos fines de semana consecutivos, Chris. Dos. Ya es bastante malo que
no te vea más en la semana, ¿sino que ahora también nos estás quitando los fines
de semana?
—Es temporal, Cal —le recuerdo—. Tengo que estar encima de esto. Se
me acaba el tiempo.
Sr. Donovan.
—Está bien. Como sea. —Pero puedo decir por su voz que no está bien.
No bien en absoluto.
—Me has apoyado mucho. Terminaré las cosas aquí pronto, luego
regresaré a Hamilton. No serás capaz de deshacerte de mí —prometo.
J
aden llega a tiempo hoy.
Pero algo es extraño, no está bien. Y no tiene nada que ver con la Sra.
Tugwell, quien está regresando a su escritorio, o las palabras que dejó en el
tablero.
No puedo encontrar…
Y sí, tal vez Jaden es linda. Ella podría incluso ser hermosa, en ese tipo de
forma sin pretensiones, difícil de reconocer. La chica de al lado.
No hay palabras.
Mierda.
Mierda.
Esto no es bueno.
Doy un vistazo rápido. Eso es todo. Una rápida mirada para ver lo que
está haciendo.
Mierda.
Alejo la mirada de ella tan pronto como se conectan. Pero ella me vio. Sé
que me vio. Y Dios. Esos ojos.
***
―Me alegro de que pudiéramos hacer esto ―dice mamá―. Siento que
apenas los he visto a ustedes dos en estas semanas.
―Lo sé. ―Callie está de acuerdo―. Chris ha estado tan ocupado con el
trabajo.
―¿Te dijo Chris que elegimos una fecha? ―pregunta Callie, bajando su
bolso en el suelo.
Mamá me mira.
―No. No lo hizo.
―¿Cierto?
―Lo hemos hecho por mensaje de texto un par de veces. Ella me envió
un email felicitándonos.
―Seguro.
―Sí. Está bien. Le pedi a Erik que fuera el padrino. ―No es que se lo
pidiera. Más bien lo asumió. Pero en este punto ¿Cuál es la diferencia?
No puedo decirles a mis padres donde vivo, por ejemplo. Ellos no saben
dónde se encuentra mi apartamento. No tengo un teléfono fijo atado a mi
nombre, cualquier comunicación es a través de mi teléfono celular. Ellos saben
que estoy trabajando en una escuela, pero no saben cuál.
―Déjalo solo, Frank. Déjalo hacer su trabajo. ―Se vuelve hacia a Callie
cambiando de tema―. Así que ¿qué dijeron tus padres cuando les contaste que
Chris te lo propuso?
―No dije que no me interesaba ―le explico―. Dije que era un mal
momento para mí.
N
o quiero correr el riesgo de encontrarme con Jaden o su novio,
así que pido el pase en el tercer período y me muevo
rápidamente por el pasillo, pasando la larga fila de taquillas. Es
tan fácil para mí racionalizar esta distancia. Tenemos un proyecto para hacer.
Tenemos que trabajar en ello, ¿no?
Cuando alcanzo su casillero tiro del mango y allí está ella, mirándome de
vuelta, sonriendo.
Con Blake.
Poder arrepentirme.
Gilipollas pretencioso.
***
―Invierno.
Ella deja caer su mochila al suelo, su chaqueta en la mesa y saca una silla y se
sienta, dejando sólo un espacio vacío entre nosotros.
Fue entonces cuando me di cuenta de los ojos cansados, las mejillas que
podrían utilizar un poco de sol, pero estoy demasiado orgulloso de este
descubrimiento. Esta conexión. La comprensión de que todo lo malo que le
pasará a Ethan se produce en miserables días de invierno.
—Exactamente —respondo.
Bien.
—Nada... es sólo que... uno de esos días. —La respuesta es tan vaga que
no estoy mejor que antes. No sé si se trata de Blake o Savannah o un profesor.
Pero sigo su mirada hacia el oscuro cielo sombrío, de todas formas, las nubes
cuelgan bajo fuera de la ventana, para ver qué, exactamente, se parece a uno de
"esos días".
Se encoge de hombros.
—Todo es mucho peor porque está frío, oscuro y los problemas parecen
de nunca van a acabar —confirma.
Reflexiona sobre esto por un momento antes de que una sonrisa brillante
ilumine su rostro.
—Dios mío.
—¿Qué es?
—Oh, Dios Mío. —Tira de su cabello lejos de su cara y cierra los ojos con
fuerza—. Dime que hoy no es jueves —susurra.
—¿Qué reunión?
Me esfuerzo por conectar las piezas. ¿Se perdió una reunión? ¿Para
trabajar en un proyecto escolar?
Por una reunión. ¿Cómo es esto incluso posible? Hace más en esta
escuela que nadie que yo haya visto. Estoy seguro de que ha pasado por alto algo
antes de ahora. Esto no puede ser la primera reunión que se ha perdido, la
primera que se ha olvidado. Nadie es tan perfecto.
Mierda.
¿Acaba de gritarme?
Tomo un profundo respiro, me recuesto en mi asiento, y trato de
racionalizar con ella.
Mierda.
Cuando ella se vuelve hacia mí, sus ojos están brillando. Lágrimas,
lágrimas de enojo, llenan sus ojos, todo su mundo cayéndose en pedazos.
Yo soy el que quería reunirse. Soy el que puso esa nota en su casillero.
Quería verla.
Me levanto, acercándome.
—Jaden —ruego.
—Me tengo que ir —dice ella, su voz quebrándose entre las palabras—.
Podemos hacer esto mañana. En mi casa. Yo, um... lo siento mucho.
Parker: Dos.
Jaden: Tres.
Traducido por magdys83
M
i teléfono vibra contra la mesa de café. La fotografía de Callie
aparece en la pantalla.
Mierda.
Cita de teléfono.
—Sigo sin entender por qué tienes que hacer todo este trabajo. Quiero
decir, no eres un estudiante real. ¿Por qué no puedes sólo fingir?
—Lo sé, pero si se supone que tienes que ser el estudiante problemático,
¿por qué incluso molestarse con la tarea? Al final del día no importa. Esto no es
real.
¿No es real? Por supuesto que es real. Estoy sentado en las clases.
Tomando notas. Estoy aprobando los exámenes y superando las pruebas. Esto
demuestra que tengo lo que se necesita, que podría haber sido alguien. También
podría haber ido a la universidad. Podría haber hecho lo que sea que jodidamente
quisiera. Por supuesto que es real. Por supuesto que importa.
—Importa. Me importa a mí —respondo.
Tan pronto como pronuncio las palabras es como que estoy de regreso
en la biblioteca. ¿Eso no es exactamente lo que dijo Jade? Uno de esos días. Como
si eso lo explicara todo. Y luego ella se olvidó de su reunión. Y después lloró.
Si hubiera sabido que ella tenía otros planes, nunca le habría pedido
reunirse.
—¿Sí?
—Dije que no tenemos que hacer nada esta noche. Si quieres regresar al
trabajo… —Se va apagando, titubeando.
Una parte de mí sabe que debería decir que no. Que está bien, podemos
hablar. Otra parte mira a esa tarea de biología. Y otra parte, todavía está
completamente atascado en Jaden, tratando de averiguar qué demonios pasó
esta tarde.
―Está bien.
—Te amo.
Mis ojos la siguen desde la puerta a su silla. Ella no mira hacia mí. Ni una
vez. No durante todo el periodo. Y sé esto porque cada jodido segundo estoy
mirándola. Todo lo que quiero es una sonrisa. Un asentimiento. Alguna clase de
reconocimiento.
Pero a pesar de que es como que está tratando de estar tan lejos de mí
como le es posible, sigo corriendo hacia ella. En los pasillos. Pasando las aulas.
Ni siquiera la estoy buscando, y de repente está por todos lados. Es la peor clase
de pesadilla, porque por muy poco que debería importarme, no puedo evitar
encontrarla en todo.
Un hábito nervioso.
Mi corazón golpea contra mis costillas. Abro mi boca para hablar, pero
las palabras no salen. No importa, sin embargo, porque antes de que pueda
disculparme…
—Mira, sólo quiero decir que lo siento por lo de ayer —dice—. Ya sabes,
um, por irme temprano.
—Hola.
Sin palabras.
Nos dirigimos hacia la cocina. La madre de Jaden está allí; su sobrino está
sentado en su silla alta. El niño sonríe cuando me ve. Golpea su bandeja, feliz.
Así que Daniel y Sarah no están casados. Y ellos todavía viven aquí. Con
su hijo.
Ella sonríe.
—Igualmente.
—Gracias.
—Eso fue en octavo grado —explica―. Ese fue un año difícil para mí.
Me trago la risa.
—Oh. Lo sé. Es sólo esta cosa extraña. Puse esto después de que nos
mudamos. Por motivación. Después de enviar mi solicitud, sin embargo, empecé
a tocarla cada vez que vengo o salgo de mi habitación. Buenas vibraciones. Ya
sabes. También está uno en mi casillero —dice. Pero esto ya lo sé. Lo he visto.
Ella se ríe, nerviosa—. ¿Supongo que podrías decir que estoy obsesionada?
Ella arrastra sus dedos por el cabello, después lo mete detrás de las
orejas, relajándose.
—¿Qué es tan extraño acerca de eso? Espera. ¿Cómo sabes qué clases
estoy tomando? —Nunca hemos hablado de nuestros horarios. Ni siquiera ha
surgido.
Muerdo una Sun Chip, incapaz de esconder mi sonrisa. Así que Jaden
McEntyre ha estado haciendo un poco de reconocimiento por sí misma. De mí.
—Al parecer.
—Es sólo que debes pensar que lo estoy haciendo bastante bien si podría
ingresar ilegalmente a Harvard.
Otro suspiro.
—Sí. Vi tus calificaciones. Y sí, lo creas o no, no soy la única en esta
habitación que podría dirigirse a una escuela de la Ivy League1.
Ivy League.
1
Ivy League: Es un conjunto de 8 universidades privadas del noreste de Estados Unidos.
Denominadas así por sus connotaciones académicas de excelencia, así como de elitismo por su
antigüedad y admisión selectiva. Harvard, Yale, Princeton, U. de Pensilvania, U. Brown, U. de
Columbia, U. Cornell y Dartmouth College.
Mis ojos viajan a los suyos, nuestras miradas se bloquean.
—Vagamente.
Me encojo de hombros.
El día siguiente, cuando llego a inglés, hay una bolsa de Sun Chips y un
refresco en mi escritorio, esperándome.
Traducido por Lorenaa.
L
os golpes del bajo suenan, todo mi cuerpo late con el ritmo.
Conozco este lugar. Me pasé por aquí no hace mucho, simplemente
de pasada, me imagine que merecía que lo comprobara una
segunda vez.
Humo.
—Gracias.
—Sin problema.
—Te entiendo.
—Lo sé. ¿Verdad? Mi padre apesta. Esta fiesta apesta. Toda la jodida
semana apesta.
—¿Necesitas otro?
—Sin problema.
O no.
—¿Parker?
—¿Sí?
—¿Conoces a Vince?
Demasiado:
—Es sólo que he escuchado algunas cosas… —se calla—. Parecía que
erais cercanos.
Él se encoge de hombros.
¿Él quiere que le diga a algún tipo llamado Vince De Luca que él está
bien porque él quiere su mierda?
Mierda.
Asiento.
Baloncesto y béisbol.
Un Atleta.
—¿Cuándo fue la última vez que hubo una búsqueda en los vestuarios?
—pregunto.
—No te lo puedo decir, nunca hubo una. No desde que yo estoy aquí.
Él asiente.
—No que yo pueda recordar. Por favor, ten en mente que sólo es mi
tercer año aquí, pero si quieres saberlo, la biblioteca tiene copia de todos los
anuarios.
Cliqueo en un enlace.
Es él.
Asalto femenino.
Allanamiento de morada.
Hago clic en el primer informe, de hace cuatro años. Vince fue arrestado
en Trenton cuando una fiesta fue allanada. Le encontraron Marihuana. Hubo otros
arrestos aquella noche. Menores bebiendo. Posesión de drogas. Miro la lista de
nombres.
Daniel McEntyre.
Mierda.
¿McEntyre?
Posesión de drogas.
A
parco mi motocicleta en un lugar detrás de la escuela. Puedo oír
la multitud en el gimnasio. El cante y las palmas y los aplausos. Y
me acuerdo de lo mucho que odio los deportes de instituto.
Cómo, en algún momento, importaban.
Nada.
Nada.
Nada.
Nada.
—¡Mierda!
—¿Despejado?
El partido de baloncesto.
Sr. Perfecto.
Hace cuatro años, habría sido una novata. Lo suficientemente mayor para
saber que su hermano fue arrestado. Lo suficientemente mayor para entender
por qué.
Lo entiendo. La entiendo.
Ignorándome.
No tiene que ser así. Podría dirigirme a su mesa ahora mismo. Podría
saludar.
No es problema.
Me senté en su cama, por el amor de Dios. Vi su ático del tercer piso. Sé
que su casa no es una restauración. Vi su grifo. La vi casi llorar.
Pero algo hace que me quede plantado en el lugar, evitando que cruce
ese límite invisible. Esa línea que divide, separando nuestros territorios. Porque
las chicas como ella no se asocian con chicos como yo.
Y ahí está Vince, apiñado con un grupo cerca de los bancos, con las
manos en sus bolsillos, observando el partido, riéndose de algo que dice uno de
ellos.
Mierda.
Está aquí.
Les oigo llegar antes de poder verles. Saco mi mechero, un cigarrillo del
paquete, lo enciendo e inhalo.
—¿Primera generación?
—¿Sabes de motos?
—¿De verdad?
—¿Nueva?
Mentira.
—A veces.
Sé todo lo de los chicos que hacen carreras ilegales por la noche. Son
muy difíciles de atrapar.
—Vince —contesta.
—Tu padre tiene que ser un tío genial —dice Vince, con los ojos mirando
el motor.
—Mi padre es una mierda —contesto—. Me gané cada dólar que pagué
por ella.
Reí.
—Cuando quieras.
L
a gente sale del gimnasio, cruzando el aparcamiento, dirigiéndose
hacia sus coches. Mis ojos siguen buscando a Jaden, pero no la veo
por ningún lado. Incluso después de que la mitad del aparcamiento
se haya quedado libre, no la encuentro por ningún sitio.
Mierda.
Y nuevamente no puedo creer que esté saliendo con Blake Hanson. Sea
atleta o no, sea una estrella del baloncesto o no, seguro o no, el tío es un inútil.
¿Es lo mejor que puede hacer?
No sé por qué importa eso, por qué me molesta tanto. Estoy con Callie.
Cojo mi mochila del sofá y tiro todo su contenido en el suelo. Los libros
golpean la alfombra. Se dispersan los folios. Meto el casco dentro. Si mi propia
prometida no se montará en la parte de atrás de mi moto conmigo, no hay
manera de que pueda convencer a Jaden. Cuando diga que no, entonces esto,
todo esto, habrá terminado.
El aparcamiento está casi vacío cuando llego, pero su Civic blanco aún
está allí, aún bajo una farola. Suspiro de alivio y dirijo mi moto hacia la farmacia,
deteniéndome en una esquina oscura a un lado del edificio.
Ahí, espero.
Y espero.
Una sola vuelta. Es lo único que pediré. Me mirará, luego a la moto, y dirá
no, gracias. Entonces sabré, sin duda, que no merece la pena pensar en esta chica.
Es el momento.
—¿Qué tal?
Mierda.
Ouch.
Jaden: Cuatro.
Parker: Dos.
Son chicas. Dejemos que cotilleen. Dejemos que piensen lo que quieran
de mí. Encaja en el estereotipo, de cualquier manera: Parker Whalen, acosador
problemático.
¿De verdad acaba de decir que su amiga piensa que estoy bueno? ¿Y
significa eso que ella está de acuerdo?
Eso es, lo que he estado esperando. Puedo demostrar, de una vez por
todas, que Jaden McEntyre no es buena para mí.
Se ríe.
—¿Ese picante tiene algo que ver con Mattie Silver o Ethan Frome?
Bien. Otra razón para que diga que no. Porque no voy a dejar esto mucho
tiempo más. No voy a esperar hasta que haga más calor. Puede montar o esta
noche o ninguna otra. Puede decir que no ahora mismo, y ambos podremos
seguir con nuestras vidas.
—Podría hacer más frío. Además, el frío es bien. Te recuerda que estás
vivo.
Di que no, Jaden. Venga, y muestra que eres la segunda chica que no está
dispuesta a montarse en la parte de atrás de mi motocicleta conmigo.
No voy a darle ninguna otra razón para que diga que no que no quiera
dar. Es la única manera en la que funcionará.
Como si fuera a dejar que algo le pasara. Soy la persona más segura con
la que podría estar. La primera persona a la que llama la gente cuando necesita
ayuda.
―Ah. Ya veo.
—¿Qué?
—Simplemente he recordado con quién estoy hablando, eso es todo. Ya
sabes, la Jaden McEntyre que todo el mundo conoce. Segura, aburrida, sin salir
de su zona de seguridad…
Su mandíbula se tensa.
—Demuéstralo.
Nos movemos hacia su auto. Jaden gira la llave y ajusta las rejillas de
ventilación.
—¿Estás diciendo que es una de las cosas más impresionantes que has
hecho?
Frunce el entrecejo.
—Estoy diciendo que nunca, jamás, volveré a hacer algo así de loco.
—No.
La empujo con mi codo, desesperado por sentirla, tocarla una vez más.
Ansío su cuerpo, su suavidad, sus curvas.
—Cállate.
—No.
—¡Dilo! —exijo.
—¡No!
Me gusta esta Jaden, esta chica brillante con la risa contagiosa que se
sube a la parte trasera de las motocicletas sin vacilar.
—Deberías salir más a menudo —le digo, aligerando las cosas—. Tienes
que vivir un poco. Eres demasiado precavida.
—¿Por qué?
—¿Acerca de qué?
—Sí, pero estás tan en lo cierto, ¿sabes? Soy aburrida... y predecible. Y sí,
soy precavida. Todos y todo a mi alrededor es seguro. Mis decisiones son
absolutamente calculadas.
Siento haber dicho esas palabras, estar tan equivocado sobre... todo.
—¿Honestamente? —pregunta.
—Honestamente.
Obviamente.
Los rumores.
Bueno, ya no. Porque incluso mientras estoy sentado aquí, fingiendo ser
alguien que no soy, recuerdo que no estoy tan lejos de esos rumores como me
gustaría estar.
—La gente cree lo que quiere creer. Eso no es algo que se pueda cambiar,
lo desees o no.
—¿Por qué?
¿Por qué? ¿Por qué siquiera importa? No puedo ser honesto con ella.
—¿Cómo qué?
—Sí.
Un color. Vaya.
—Negro.
Mierda.
Trago saliva, hojeando las notas mentales, recordando la historia hecha
para mí, los detalles grabados que podrían surgir alguna vez en una conversación
como esta.
—Michigan.
—Tengo tiempo.
—Está bien. Bueno. Estoy, eh, aquí porque mis padres se divorciaron. Viví
con mi madre por un tiempo. Pero hace unos años empezó a salir con este tipo...
un idiota total. Hubo algunos problemas... y me enviaron a vivir con mi padre, a
quien no había visto en años, y que no quería tratar conmigo.
—Sí.
—¿Por qué?
Eso es cierto.
—¿Así que los rumores son ciertos? ¿Acerca de las drogas?
Sí.
—Tuve suerte ese día. ¿Los chicos con los que estaba? Estábamos
negociando. Y ninguno de ellos me delató.
Cierto. Nadie me delató, pero aun así nos atraparon. Pasé la mitad de la
noche en la cárcel con mi mejor amigo y mi novia.
—¿Vendes ahora?
—No.
Cierto.
—No.
—¿Estás mintiendo?
—Sí, bueno, es una pérdida de tiempo. Cuantas más mentiras dices, más
historias tienes que recordar. Créeme. Es más fácil simplemente ser honesto.
¿Una vida mejor para mí? Ya he hecho una vida mejor para mí, y no tuve
que ir a la universidad para hacerlo. Esto es lo mejor que se pondrá para mí, y
tengo una maldita suerte de estar donde estoy.
—Es fácil para ti decirlo. Tus padres pueden darse el lujo de enviarte a
una universidad de la Ivy League —le recuerdo.
—He solicitado becas para ayudar. Y la única razón por la que mis padres
pueden pagar por Harvard es porque tengo dos hermanos mayores que se
echaron para atrás con la educación superior.
Pero ahora lo sé: es por eso que Harvard es tan importante. Sus hermanos
nunca lo lograron. Dejaron todo para ella.
¿Ella quiere hablar del pasto siendo verde? Ella no me conoce. No tiene
idea de lo que es vivir una mentira. De cómo estuve a dos putos segundos de
distancia de ser Daniel McEntyre.
—¿Así que simplemente vas a huir? Vas a tener que conseguir un trabajo.
Vas a tener que encontrar un lugar para vivir.
Dios mío. ¿Ahora va a decirme cómo vivir mi vida? ¡Tengo 401 mil
dólares, maldita sea! Cada mes separo dinero para mi jubilación. Compruebo
estados de cuenta bancarios para asegurarme de que el pago del servicio de la
basura sea hecho a tiempo. ¡Ella está actuando como si yo no pudiera tomar mis
propias decisiones, como si yo no pudiera cuidar de mí mismo, como si no
hubiera estado preparando pagos del servicio de la basura desde que tenía
dieciocho años de edad!
—¿Y crees que no he descubierto todo eso hasta ahora? Puede que no
sea un maniático del control, pero tengo un plan.
Mierda.
Ella no lo sabe.
Dile la verdad.
Me giro para mirar por la ventana, en el estacionamiento vacío. Un
pesado silencio cae entre nosotros.
¿Qué está pasando aquí? ¿Qué me está haciendo esta chica? ¿Por qué
estoy siempre a dos segundos de tirar toda mi vida a la basura cuando estoy
cerca de ella?
Echo un vistazo hacia ella y sus ojos se encuentran con los míos. E incluso
en la oscuridad brillan, llenos de vida y pasión. Emocionados, enojados,
preocupados y confundidos a la vez. Están aniquilándome. Y por un momento
creo que podría perderme en sus ojos para siempre. Nunca me cansaría de
mirarla. Y ante el pensamiento, no pude evitar sonreír.
—Me encanta que te preocupes por mí, Jade, pero no soy un proyecto.
Mientras digo las palabras, espero que de alguna manera ella escuche el
significado, la verdad detrás de ellas. Que lo sepa. Ella no tiene que preocuparse
por mí. Soy la última persona por la que tendrá que preocuparse jamás.
—En quince minutos. —Mira por la ventana al cielo—. ¿Has visto la luna?
—Lo hice.
—¿Crees que podremos ver el sol mañana?
—No lo sé.
—Por supuesto.
—Bueno.
H
ay algo en mi apartamento.
Mi teléfono.
Callie.
Callie llamó. Ella llamó seis veces anoche. Llamó cuatro veces esta
mañana.
—¿Christopher?
—Hola, Cal.
—Lo sé. Lo siento, pero surgió algo… apagué mi teléfono más temprano
y olvidé volver a encenderlo hasta que…
—Sólo por la noche. Tengo una pista sólida, Cal. No llegué a casa hasta
muy tarde, así que imaginé que podía llamarte en la mañana —explico. Me dirijo
a la ventana y abro las persianas. Mi vista es el estacionamiento. Del Burger King
cruzando la calle. Otro día nublado.
—Te dije que no me importa a qué hora llegues a casa, o a qué hora
llames —dice con las palabras cortadas—. Si son las tres de la mañana, no me
importa. ¡Pero no me puedes hacer esto! No puedo sentarme aquí sabiendo que
estas en las calles, sin saber si estás bien.
—También te extraño. Mira, tengo que salir esta noche de nuevo, pero
voy a llegar a primera hora de la mañana. Vamos a pasar todo el día juntos, lo
que sea que quieras hacer. Desayuno en la cama. Una película. Vamos a trabajar
en nuestra lista de invitados. Nuestro registro. El día es tuyo, te lo prometo.
—Sabes que tengo brunch1 con mis padres los domingos por la mañana
—me recuerda.
El Sr. Donovan.
—Claro.
—Tú nunca vas a brunchs. Has ido a brunchs, como, dos veces desde que
empezamos a salir.
1
Brunch: Neologismo de la unión de breakfast (desayuno) y lunch (almuerzo), consiste en una
comida realizada por la mañana entre el desayuno y el almuerzo, se sirve en un periodo de tiempo
que va desde las 10:00 am a la 1:00 pm. Se puede emplear la palabra para definir la comida a
últimas horas de la mañana.
—Porque eso es una cosa de tus padres y tuya.
C
allie entrecruza sus dedos con los míos, facilitando el estar más
cerca, sosteniendo mí brazo.
Hay una razón por la que evito los brunch de los domingos, y tiene todo
que ver con el Sr. Donovan. Tiene todo que ver con el hecho que no estoy en una
base de datos criminal, ligado a personas como Vince De Luca, a causa de él.
—Quiero mirar las revistas para ver si salió algo nuevo —dice Callie.
Ella ríe.
—Sí.
Callie las saca del estante, una por una, y luego se sienta en una banca
cercana.
—Sólo necesito hojear algunas de estas para ver si merece que pague
por ellas.
Vago por los pasillos, hojeando los estantes, estudiando tapas y títulos.
Algunos los reconozco, muchos no. Ir a librerías nunca estuvo en mi lista de
prioridades cuando estaba en la escuela. No sé por qué. Mamá nos tenía a Nora
y a mí anotados en el programa de lectura de la biblioteca cada verano cuando
éramos niños. Aun así, los libros eran para ñoños. Leer era para perdedores.
¿Quién imaginaría que eventualmente me encontraría a mí mismo con alguien
como Ethan Frome? Como Heathcliff. Como el fantasma viviendo debajo del
teatro de ópera, haciendo música para la chica que ama.
Ethan Frome.
Si yo creyera en señales.
—Posiblemente.
—Es hermoso.
—¿Encontraste algo?
—¿Lo leíste?
Lo pone en su pila.
—¿Qué otra cosa?
Tengo dos.
—Bien.
Traducido por Roxywonderland
U
na bolsa de Sun Chips aterriza en la mesa frente a mí con un
suave “smack”.
Touché.
Ella saca la silla junto a mí, y siento su perfume, esa esencia floral única
que define su cabello, rostro y cuerpo. E inmediatamente estoy de vuelta en su
cuarto, sentado al borde de su cama. En su auto, pasando junto a ella en el
corredor. Toma cada gramo de fuerza, y toda mi voluntad y determinación, no
moverme más cerca de ella, inhalarla, decirle cuan extraordinario huele. Cómo
esas flores son como kriptonita, dejándome las rodillas débiles y desvaneciendo
mi autocontrol.
—Me gustan.
—Ew.
—Dímelo a mí.
Casi verdad.
—Ew —repite.
—Sólo estoy tratando que sientas lastima por mí. ¿Está funcionando?
1
Hot Pockets: Comida para microondas fabricada por Nestlé.
Abre su bolso, sacando su cuaderno y un lápiz.
—Por supuesto, porque Dios sabe que no puedo terminar un trabajo sin
ti —respondo.
—¿Qué? —pregunta.
—¿Jaden?
—Lo lamento, Yo, um… pensé que tenías práctica. —La voz de Jade
tiembla mientras dice las palabras. La miro, sorprendido por la culpa, la incerteza
en ellas. Cuan rápidamente se cerró a mí. No me gusta esta Jaden. Esta insegura
Jaden. Quiero la Jaden que ríe. Que se relaja. Que se sienta en su auto, hablando
conmigo hasta el toque de queda. Que no tiene miedo de subirse en la parte
trasera de motocicletas. Mi motocicleta.
Como si yo quisiera ser presentado a este perdedor, este tipo que alejó
a mi compañera de inglés de mí.
Lo miro en respuesta.
—Buena elección.
—Así que, um, temas —interrumpe Jaden, cambiando el tema. Ella lleva
su oscuro cabello detrás de la oreja, estudiando las asignaciones del proyecto,
frunciendo sus labios. Esto es lo suficientemente incómodo para ella. No hay
necesidad de hacerlo peor.
—Cualquiera.
¿Qué demonios?
Jaden pone cada gramo de atención en sus notas, las líneas en su frente
fruncidas mientras se concentra.
—No, está bien —le aseguro—. Puedes tener el invierno. Puedo hacer
otra cosa de las que hablamos como el amor, o los celos, o algo.
Blake se ríe. Es una risa tranquila, tenue, pero algo que dije obviamente
le parece divertidísimo.
—Para nada —responde, apoyando su silla hacia atrás sobre dos patas,
cruzando los brazos sobre su pecho como el imbécil engreído que es.
—De acuerdo, porque por un minuto pensé que te reías de una broma
que me perdí o algo así.
Jaden se disculpa.
—Buen tipo —le digo, viéndolo desaparecer entre los estantes—. Espero
que no se pierda.
—Lo sé.
Miro hacia ella, sorprendido. Y preguntándome a cuál teoría está
aludiendo: a que somos compañeros y él está celoso, o que algo está pasando
entre nosotros, algo que nos hace más que sólo compañeros… y él está celoso.
De cualquier forma, Blake está celoso. Pero hay una diferencia entre las dos, y me
pregunto si su amargura es infundada. Porque si no lo es… eso quizás pueda
cambiar todo. Y ahora quiero saber si ella siente ese “algo” también. Quiero saber
qué está pensando, qué está sintiendo en este preciso momento.
Quiero saber si Blake Hanson tiene una razón para estar celoso.
—De todos modos, está bien. No quiero mantenerte aquí. ¿Te parecen
bien nuestros temas?
—Si voy a la ventana de tu tercer piso esta noche, ¿me dejarías entrar?
—¿Qué?
—Sí, pero…
¿Por qué estoy haciendo esto? ¿Por qué estoy haciendo esto cuando ya
tengo una vida? ¿Un trabajo que hacer? ¿Cuándo tengo una condenada
prometida que está planeando mi boda mientras hablamos?
—Nadie ha jurado así desde cuarto grado —dice, poniendo los ojos en
blanco.
E
n lugar de trabajar en ejercicios de matemáticas, estudio mi
historia, las notas escritas bajo la supervisión del Jefe Anderson. Ya
me cuesta recordar lo que le dije a Jaden la noche que nos
sentamos en su auto. Acerca de mí, mi vida, mi familia. Me temo que si lo
hablamos de nuevo, voy a decir algo equivocado. Voy a meter la pata. Me temo
que ya he metido la pata. La chica es inteligente. Meticulosa. Ella va a recordar
todo lo que he dicho. Ella detectará una mentira en un segundo.
Pero cuando mi trabajo termine, diré la verdad. Juro que lo haré. Pase lo
que pase, esté donde esté, lo explicaré todo. Incluso si.... reviso mi celular. Es casi
la hora de llamar a Callie.
Callie.
Mierda.
Ella se ríe.
—¿Qué?
Me recuesto, cayendo sobre los cojines, y froto mis ojos con los dedos.
Mierda.
—Sí —le contesto, tragando saliva—. Lo siento, Cal. Perdón por ser un
incordio.
Ella se ríe, pero lo digo en serio. No puedo arruinar esto. No puedo
arruinar lo que tenemos juntos. No puedo arriesgarme a meter la pata en este
trabajo. No puedo arriesgarme a perderlo. Tengo que arreglar esto, empezar a
pensar.
Agarro las notas y las tiro sobre la mesa de café, y luego me siento en el
sofá mientras Callie habla sobre colores para la boda.
Verde.
***
11:28.
11:29.
11:30.
Exhalo aliviado.
Bueno. Está decidido. No voy a ir.
Mi corazón palpita con fuerza, golpeando en mis oídos. Deslizo las manos
a través de mis vaqueros. Y, cuando cierro los ojos, ella me sonríe. Oigo su risa.
La veo mirando hacia mí desde debajo de esas largas pestañas con ojos verdes
chispeantes.
Agarro mis llaves, mi casco, apago la luz y cierro la puerta detrás de mí.
Traducido por Pidge
E
staciono a cuatro manzanas de la calle de Jaden y camino por la
acera, tratando de mantenerme en las sombras. Es un mierda que
todo esté tan bien iluminado por aquí. Espero a que una de las
señoras que cuida del barrio salga corriendo a su puerta principal, exigiendo que
me vaya. Pero todo está tranquilo. Incluso las casas están dormidas, con las luces
apagadas y las persianas cerradas.
Levanto la cabeza hacia el dosel. Las ramas son bastante cercanas entre
sí desde este punto. La parte más difícil ya pasó. Exhalo un rápido suspiro y subo
a la siguiente rama, y luego a la otra, hasta que estoy paralelo al segundo piso.
Desato mis botas y las lanzo suavemente al techo. Aterrizan con un golpe más
fuerte de lo que esperaba.
¡Mierda!
Nada.
—Eso es porque soy sigiloso —le contesto, jugando. Ella baja el marco
de la ventana. Hace tanto frío en el ático como afuera. Hay poco, si es que lo hay,
aislamiento térmico—. ¿Todo está bien?
Lo hicimos.
—No sé —responde.
Así que... sí. Esto es extraño. No soy el tipo de persona que anda
escabulléndose por la ciudad después de la medianoche. Pero tampoco soy el
tipo de persona que ve a chicas a escondidas de mi prometida. Y aquí estoy,
rompiendo todas las reglas.
Arrepentimiento.
—Gracias. Lo agradezco.
—No, no lo haría.
—Apuesto a que nunca has invitado a Hanson después de que tus padres
se fueran a dormir. Estás dejando que mi degeneración te corrompa.
—¿En serio?
—En serio. Es una fachada. Eso es lo que la gente quiere creer así que vas
con ello, porque si realmente supieran quien eres, la vida no sería tan
emocionante.
—Suena emocionante.
¿Por qué me quiero ir? Busco en mi cerebro. ¿Por qué iba yo querer dejar
un mal padre con problemas de manejo de la ira?
—Touché.
—Lo digo en serio, Parker. Si quieres hacer una diferencia... ser diferente,
entonces debes ir a la universidad. ¿Qué pasa si terminas igual que él?
Ella se inclina hacia atrás, cruzando los brazos, el puf cruje debajo de ella.
—Sí, bueno, un día mirarás al pasado y recordarás a esa chica que
conociste en la escuela secundaria que pensaba que merecías algo mejor que
eso.
—Cállate.
—Supongo que eso significa que todavía no has oído hablar de ellos —
le digo finalmente, mi voz significativamente más baja.
—Sí, bueno, hay muchas cosas que no sabes sobre mí —dice ella.
—¿Qué?
Rezo para que no me pida que le diga lo que estoy pensando ahora
mismo. Lo que estoy sintiendo en este momento. Porque siendo sinceros, estoy
pensando en todas las cosas equivocadas, y tienen todo que ver con ella.
—No sé —responde ella—. Cualquier cosa. Dime algo real. Algo que no
sepa.
—¿Acerca de qué?
Estoy tan cansado de esta maldita historia. Estoy harto de mentirle a esta
chica. Ella ni siquiera sabe quién soy. El verdadero yo.
Le digo lo que era estar en la ruina. Bueno, le digo lo que hubiera sido si
yo hubiera estado en quiebra, ya que nunca necesité nada en mi vida. Le hablo
de los novios de mi madre, novios que no existen. Acerca de un nuevo
matrimonio que nunca sucedió. El licor y los chicharrones y las mentiras.
—Odio el tipo que me ofreció hierba por primera vez. Jodió todo. Casi
arruiné todo por aceptarla. Y la noche que nos atraparon, me sentí como el mayor
idiota en la tierra. Dejé todo después de eso. Beber. Fumar. Está bien, he
pospuesto lo de fumar un par de veces, pero odiaba lo que quedo de mí después
de esa noche, esta cáscara de la persona que podría haber sido.
—¿Mi turno?
—La misma idea. Algo verdadero. Algo que nadie más sabe.
Confiar.
—Lo sé. Es que, es como si todo el mundo estuviera anticipando que voy
a ir y hacer algo increíble como salvar el mundo o lo que sea. Ellos lo esperan.
—Es por eso que necesitas empezar a centrarte más en Jaden y menos
en lo que todos quieren que Jaden sea —le digo—. Necesitas relajarte. ¿Cuándo
fue la última vez que saliste e hiciste algo loco, para ti?
Pero algo que ella dijo, algo acerca de todo el mundo queriendo,
esperando, que ella se convirtiera en médica. No suena para nada como alguien
entusiasmado con la oportunidad. Las posibilidades. Suena como alguien con
una lista, otro elemento que tachar. Otro detalle para marcar "completado." Pan.
Leche. Detergente. Convertirme en doctora.
Mierda. Ni siquiera puede darme una respuesta directa. No tiene una. Ella
no lo sabe. Ha trabajado duro los últimos cuatro años y, ¿por qué? ¿Por qué eso
es lo que todo el mundo esperaba que hiciera?
—¿Jade? —presiono.
—¿Qué? —Sus ojos capturan los míos y los sostengo, mirando adentro
suyo.
—Por favor, dime que quieres ser doctora, y no es algo que alguien te
dijo que deberías hacer y sonaba como una buena idea en el momento.
—Si no funciona...
—Tú empezaste.
—Sí, bueno, los amigos no dejan que sus amigos se arruinen por
estresarse con lo que los demás piensan.
Esto la frena. Levanta una ceja, curiosa.
Pero cuanto más tiempo nos mantenemos escondidos en este ático, más
pesados se hacen sus ojos. Más bosteza.
—Él no lo va a saber por mí, así que no te preocupes —le prometo. Trazo
una X en el pecho.
Se acomoda más cerca, tan cerca que estoy casi de pie encima de ella.
Ladea la cabeza, encuentra mis ojos y mira directamente en ellos. Directamente
en mí. La luz de la ventana cae sobre su rostro, resaltando cada rasgo perfecto.
Sus mejillas, la pendiente de la nariz, y Dios, aquellos ojos. Se muerde el labio
inferior, y algo se atasca en mi garganta. Siento esta fuerza, este impulso, este
deseo inexplicable, todo dentro exigiendo, moverme cerca. Que baje la cabeza.
Que bese a esta chica, que viva esta fantasía sólo una vez.
—Te veré mañana. Bueno, hoy más tarde, supongo —aclaro, mi voz
apenas un susurro.
E
xtraño mi entrenamiento de la mañana. Golpeo el botón de
repetición de la alarma varias veces, cada diez minutos, hasta que
estoy atrasado. Ruedo fuera del sofá y me paro. Me duele el cuerpo.
Me duelen los ojos. Me duele la cabeza. Estiro mis brazos hacia el techo, bostezo.
Una parte de mí no puede creer lo que hice, lo que hicimos, Jaden y yo.
No puedo creer lo que sugerí. Que ella estuvo de acuerdo. Salirnos con la nuestra.
Pero no me arrepiento de ello. No me arrepiento de la misma manera en que no
me arrepiento de pedirle que se subiese a mi moto conmigo.
No me arrepiento de ella.
Me apresuro a través de una ducha, estiro mis vaqueros del día anterior
y agarro una camiseta limpia del montón sobre la silla.
Llegar a Bedford toma más tiempo de lo que quiero, cada señal de alto,
cada semáforo conspirando para mantenerme alejado de ella.
Más cerca.
Más cerca.
—Buenos días, Luz del Sol. ―Inclino mi cabeza hacia abajo, susurrando
las palabras directamente en su oído. Se mueve, y atrapó las flores. Al igual que
su almohada. Al igual que anoche. Me deja tambaleándome, mi cabeza dando
vueltas en las nubes, el mejor tipo de extasiado.
No durmió enseguida.
―Escandaloso.
―Dudo eso.
―No hay manera de que Jaden McEntyre sea una perra en público
―digo, sacudiendo mi cabeza―. Eso simplemente no está ocurriendo.
—Almuerzo.
—¿Así que estamos más allá de los refrescos y papas fritas? ―pregunto.
—Sun Chips, hay una diferencia, y sí, empaqué para ti todo lo que
empaqué para mí.
Ella lo considera.
—Probablemente no.
Christine y el Fantasma.
Esmeralda y Quasimodo.
Catherine y Heathcliff.
***
Por mucho que quiero, Jaden no se une a mí para el almuerzo. Por mucho
que observo esa puerta de la cafetería, nunca la empuja saliendo. No es que no
me lo esperaba. Así que me siento en mi habitual mesa de picnic, comiendo el
almuerzo que hizo para mí, haciendo cero progreso en mi lectura de Biología.
Algo importante.
***
No la estoy buscando.
—¡Parker!
—Organizándola.
El sol.
—N
o estoy seguro de cómo me siento sobre jugar paintball
con paramédicos con horas de instrucción de armas
—dice Erik.
—Puedes hacer lo que quieras. Me preguntaste si creía que ella diría que
sí.
—Me subestimas.
—Tú la subestimas.
—Hombre, olvidé cuán intenso era este juego —dice Erik, respirando
pesadamente—. ¿Cuándo fue la última vez que jugamos esto juntos?
—Recuerdo a Jess.
—Está bien, bueno, ¿crees que soy demasiado joven para casarme?
Parpadeo en sorpresa.
—¿Por qué?
—Porque… no sé. No creo que esté listo.
─¿Nunca?
─Con Callie.
—¿Qué quieres decir con “la indicada”? No hay “indicada”. Hay una
persona en tu vida que realmente te saca de quicio las veinticuatro horas del día,
pero nunca podrías deshacerte de ella porque la extrañarías demasiado si se
fuera. Hasta que te deshaces de ella porque, de hecho te saca de quicio.
—Lo que explica porque nunca has tenido una relación real con ninguna
chica.
Y acercándose.
Concéntrate, Whalen.
—Me gusta mantener mis opciones abiertas —continua Erik, mirando la
barricada—. Como sea, tú no eres yo. No eres nada como yo. Tú y Callie, tienen
una historia juntos. Ustedes no se molestan entre ustedes. Ustedes mean al resto
de nosotros porque se llevan muy bien. Son perfectos para el otro.
Perfectos.
—Hipotéticamente hablando…
—Sí. Lo hago.
—Dios mío. Es esa chica, ¿no es así? Tu compañera. Para ese proyecto.
¡La que nos topamos en la pizzería!
—¿Lo revisaste? ¿Lo revisaste? —Su voz baja a un susurro—. ¿Te la estás
tirando?
Aún.
Y nunca me tiraría a Jaden. Sería más que eso, ella significaría más que
eso para mí.
—Lo que sucede es que estás nervioso acerca de casarte. Todo esto de
la boda te tiene asustado. Y lo entiendo. Lo hago. Pero, ¿ realmente cancelarías
todo el asunto, romperías con Callie, por esta chica?
—¿Así que te mudarías? ¿Dejarías todo por estar con esta chica?
***
—Yo también.
—No puedo venir mañana, Cal. Tengo esta cosa esta noche. No estaré
hasta muy tarde. De verdad necesito tener este caso cerrado para poder ir a casa.
Erik está en lo cierto, soy estúpido. Soy estúpido y estoy arriesgando todo
por una chica que apenas conozco. Lo mejor que debo hacer es concentrarme en
mi trabajo. Necesito pruebas de que Vince De Luca es mi enlace a Bedford. Una
vez que este capturado, podré ir a casa. Podré volver a mi vida real. Podré poner
todo este desastre detrás de mí.
Ella vacila.
—¿En serio?
Puedo decir que esto no es lo que ella esperaba oír. Pensó que tendría
que rogar y suplicar, pero no necesito que me convenzan. No esta vez.
Chilla, eufórica, lo más feliz que la he oído desde que descubrió el anillo.
—Oh, Dios mío, está bien, como esta noche estás ocupado, voy a seguir
adelante y llamar a tu madre y hacérselo saber a mi padre. Se supone que este
lugar es increíble. ¡Va a encantarte!
M
i cuerpo entero duele. Mi espalda. Mi estómago. Mis brazos. Las
Advil que me tomé antes de dejar el apartamento no han hecho
efecto aún. Eso o eran inefectivas contra las heridas del
paintball.
Es esto.
Y aunque creo que no lo sabe, Vince ha abierto una puerta para mí. El
inicio del final.
Ríe.
***
Vince saca un pie. Minutos más tarde lo vemos pasar, la luz trasera de la
motocicleta parpadea roja. Desaparece, girando en otra calle oscura, el motor
acelerado.
Ahí fue cuando me golpeó: derribar a Vince De Luca significaba más que
eliminar al proveedor de Bedford High. Estoy a punto de destruir a un capo del
condado de Carson.
—No. —Miento fácilmente, dejando salir una risa como buena medida—
. Debería estar ofendido que preguntaras, creo. Pensé que ya habíamos pasado
por esto.
—Gracias, hombre.
Esa fiesta.
—Sin problema.
—Aquí tenemos un chico del que estaba hablando —dice—. Habla como
si pudiera darme realmente un buen trato, puede que haga que vengas conmigo
cuando vaya a verlo. Asegúrate de no meter la pata.
Mierda.
—¿Qué hay chicos? —pregunta Vince—. ¿Cómo están mis sujetos
favoritos de Bedford?
Ojos de un drogadicto.
Blake Hanson.
—Me estaba preguntando si tu novia sabe dónde estás esta noche. —Su
barbilla se tensa, confirmándome que golpee un nervio—. ¿Tal vez la dejaste en
la fiesta sin ti?
1
SAT: selectividad, prueba de acceso a la universidad.
—Te gustaría saberlo, no es así.
No es una pregunta.
¿Sabes que tu novia me invitó a su casa? ¿Me trae el almuerzo todos los
días? ¿Me deja colarme por la ventana de su ático en la noche, para poder hablar?
¿Sabes que sus piernas han montado mi motocicleta?
—Sólo no sabía si este era un lado de ella que no había visto aún. Ya
sabes, un lado salvaje.
Me veo a mí mismo.
—Nah. No lo vale.
—Ven, habla conmigo. Vayan a beber algo —les dice a los otros—. Nos
vemos en un rato.
Me encojo de hombros.
—No te conozco.
—Tal vez no, pero conoces a los que son como yo, y yo conozco a los
que son como tú. Este mundo no es extraño para ti, Whalen. Ya has hecho esto
antes. Es obvio.
—¿Cómo?
Sacudo mi cabeza.
—No.
—Me podría servir otro chico a mi lado, es todo lo que estoy diciendo.
Tú estarías bien. ¿Tienes contactos? Si quieres algo de dinero extra, llámame.
Mientras tanto, para lo que sea que necesites soy tuyo. ¿Entendido?
***
Eric es un cabrón.
Blake es un cabrón.
Yo soy un cabrón.
Colapso en el sofá.
Lo logré.
A lo mejor no tengo que decirle nada. Tal vez ella ya lo sabe. Tal vez ella
sabe que su novio está con Vince de Luca en Trenton cada fin de semana.
No, ella no puede saber eso. Es imposible que ella soporte toda esa
mierda.
Putamente perfecto.
Me trago mi risa.
Desearía nunca haber ido a esa fiesta. Desearía nunca haberlo visto ahí.
M
antengo mi distancia. No miro hacia ella. No pienso en ella.
Tomo el almuerzo que ha preparado todas las mañanas,
asintiendo con un gracias. Pero no hablo con ella. No puedo. La
primera vez que abra la boca le contaré todo.
Si ella lo deja...
Me niego a permitirme pensar así. Callie y yo... Vamos a cenar con sus
padres. Mis padres. Nuestras familias. Nos vamos a casar.
—¡Jade!
—¡Jade!
—¡Jaden, espera!
Una mirada a ella, sin embargo, y la ira ardiendo dentro se disuelve. Ella
ha estado llorando. Ella está llorando ahora. Sus ojos, por lo general brillantes y
claros, son de color rojo alrededor de los bordes. Y la vista de ellos envía esta
conmoción corriendo por mi espina dorsal.
Cuando parpadea, las lágrimas se derraman por sus mejillas. Las aparta
lejos con sus pulgares, pero es inútil. Cuanto más golpea, más rápido se caen.
Toma una respiración irregular, emite un sollozo ahogado. Mi pecho se aprieta
ante el sonido. Cada segundo que pasa me deja dando vueltas, imaginando lo
peor. Es su familia. Su madre. Sus hermanos. Algo está mal con su sobrino. Es
Blake. Alguien dijo algo, hizo algo, para lastimarla.
¿Ella no entró?
Harvard.
La carta llegó.
Un rechazo.
Asiente.
—Sí.
—¿Qué?
—Dámelas.
Asiente.
—Sí.
—Sí.
***
—Sí. Lo siento.
¿Así que ella está pidiendo disculpas por llorar? Eso es aún peor. Las
chicas tienen permitido llorar. Se supone que tienen que llorar cuando cosas
como estas suceden. Miro hacia ella.
—No tienes que pedir disculpas. Tienes todo el derecho a estar molesta.
Mira por la ventana, anhelante, aunque no hay nada para ver. Nada más
que los árboles y los campos y el paso elevado de vez en cuando a medida que
dejamos otro pueblo olvidado por detrás.
—No es una mala cosa, ya sabes —continúo—. Está bien llorar. Para que
la gente sepa que estás sufriendo.
—Aun así.
—No, no aun así. —Exhalo un suspiro. No quiero una discusión. Hoy no—
. De todos modos. Eso no cambia nada. Sigues siendo la misma y aburrida Jade.
Ella se inclina mirando de lado, así que hago lo mismo. Y, cuando lo hago,
nuestros ojos conectan. Un atisbo de sonrisa juega en sus labios, y me calienta
desde dentro hacia fuera.
Real.
Real e imperfecta.
***
—¿A dónde?
Estudia el mapa. Las exhibiciones. Todo lo que hace está tan calculado y
medido, cada decisión, cada acción pensada cuidadosamente. Cada pro y contra
considerado.
—No. No es eso.
—¿Qué? —pregunta.
Quiero decirle que no fue planeado, que no fue esperado, pero que la
amo.
—Sí. —Me acerco, cepillo los hilos brillantes fuera de su cara—. Está muy
rojo hoy.
—Oh. Lo sé. Es el, um... la luz del sol. —Ella mira hacia el cielo—. Es
castaño, así que cuando estoy en el interior o en la oscuridad, o está nublado
afuera, se ve marrón. Pero cuando estoy en el sol... —Se encoge de hombros,
apagándose.
Y cuando sonríe con esa torcida sonrisa, esa torcida, sexy, perfecta
sonrisa, sé que vale la pena el riesgo.
Sé que, pase lo que pase, no puedo dejar pasar esta oportunidad. No voy
a mirar hacia atrás en mi vida y lamentar dejar a esta chica escapar de mí.
***
Son más de las cuatro cuando por fin llegamos a la escuela. La mayoría
del personal está todavía aquí, pero mi moto es el único vehículo abandonado
en el estacionamiento de estudiantes. Aparco en el espacio al lado de él.
—Vuelta a la realidad —murmura Jaden, agarrando la postal de un
arbolado de Market Street, donde comimos y pasamos la tarde—. Pero el lado
positivo es que tuve un gran tiempo hoy. Uno de los mejores días que he tenido
en mucho tiempo, incluso.
Las puertas se abren. Salgo, estiro las piernas, sintiendo el sol calentar
mis hombros. Agarro mi mochila y casco de detrás del asiento del conductor
mientras ella da la vuelta al coche.
—Es sólo que, sé que voy a tener que explicar todo ahora, y no sé qué
decir —dice ella.
—¿Acerca de Harvard?
Meto su pelo detrás de la oreja, cepillo mis dedos por su mejilla. Sus ojos
se cierran mientras se vuelven hacia mi mano, mientras mi pulgar se mueve a
través de sus labios.
—Um, gracias. Otra vez. Por todo. —Trata de meter el pelo pero ya está
escondido, así que arrastra sus dedos a través de él en su lugar, negándose a
mirarme a los ojos.
Me aparto de ella, ocultando mi decepción, dándole el espacio que
necesita.
—¿C
allie? Soy yo. Pasó algo.
Corrí de vuelta a mi
apartamento, coqueteando con los
límites de velocidad y señales de
stop. Me duché, deslizándome en un
par de pantalones caqui y una camiseta de vestir blanca, y estaba de vuelta en mi
moto en menos de diez minutos.
Mierda.
Platos vacíos.
—Sr. Donovan.
Papá aclara su garganta, dobla sus brazos a través del pecho. Está usando
una corbata. El tipo de hecho se puso una corbata para la cena.
En esto, es claro que una línea ha sido dibujada. Los Donovans y mi padre
contra mí.
—Debes estar muy cerca de cerrar este caso con todo el trabajo extra
que estás poniendo —medita el Sr. Donovan.
—De verdad no puedo discutir…
—No puedo escoger y elegir mis misiones —les recuerdo—. Voy a donde
se me necesita.
Las palabras hacen arder mi sangre. Estoy tan harto de este mismo
cansado argumento, de mi padre, quien se supone que tiene que apoyarme, para
recordarme que nunca seré tan bueno como él. Para recordarme que escogí mal
cada vez que puede. Así que se lo digo, por lo que se siente la millonésima vez:
—¡No dije que lo fuera! Mira, perdón por llegar tarde. No lo planeé…
¡Mierda! ¡Estoy haciéndolo lo mejor que puedo!
Me rio.
Que se joda William Donovan. Que se joda esta mesa. Que se joda todo
el maldito restaurante.
—Tal vez no, pero habría hecho todo lo posible para hacer lo correcto.
Incluso ahora, estoy tratando de hacer lo correcto. Pero cualquier cosa sería mejor
que esto, tener que defender cada decisión que tomo, cada acción. Cualquier
cosa sería mejor que deberle todo a usted y tenerlo recordándomelo en cada
oportunidad que tiene.
No tengo que hacer esto. No tengo que quedarme aquí. No tengo que
aguantar esto.
—No actúes tan virtuosamente. Ni siquiera querías estar aquí esta noche.
—No soy estúpida, Chris. ¿No quieres que esta boda se realice, verdad?
—pregunta Callie, en voz baja.
Abro mi boca para mentir, pero no vendrá. Y ahora que tengo esta
oportunidad, esta oportunidad de decirle como me siento realmente, no sé qué
decir. Pero, al final, no tengo que decir nada. El silencio habla por mí. Y a veces
es el silencio el que habla más fuerte.
No. No quiero que esta boda se haga. Era inevitable. Callie. Su padre.
Incluso sin Jaden, esto nunca hubiera funcionado. No puedo pasar el resto de mi
vida con el constante recordatorio de que estoy en deuda con mi suegro, que le
debo todo lo que soy. ¿Y Callie? ¿Por qué no dijo nada? ¿Por qué no me defendió?
—¿Pero?
Sacudo la cabeza.
—Bien. Al menos sabemos dónde estamos. Así que, ¿crees estar listo el
próximo año? ¿O tal vez el año que sigue? Siempre podemos esperar por otros
cuatro años. O hasta que tengamos veintiocho. Veintiocho es una gran edad para
casarse.
Las palabras, son como una rápida patada a las entrañas, dejándome sin
aire para respirar.
¿Lo estoy haciendo? ¿De verdad voy a pararme aquí y a decirle que mi
corazón no pertenece a alguien más?
—Jaden.
Su nombre es Jaden.
T
erminar las cosas con Callie duele más de lo que esperaba. Mis
emociones están alborotadas, girando en un millón de direcciones
durante ese largo regreso a casa. Estoy triste; Callie fue mi mundo
entero por cuatro años. Estoy aliviado; la carga se ha aligerado. No era el
momento correcto. No era la chica correcta. Estoy ansioso; preocupado que le
haya puesto fin a algo bueno demasiado pronto. Callie fue un error. Terminar con
ella, un error. No he hecho otra cosa más que cometer errores colosales toda mi
vida. Ella tiene razón, merece algo mejor. Yo merezco algo mejor.
Pero esto realmente no terminó esta noche, terminó hace mucho tiempo.
Terminó el día en que Jaden McEntyre me trajo una bolsa de Sun Chips.
El día en que me sonrío por primera vez; en que realmente me sonrió.
Jaden.
Se siente como que han pasado un millón de años desde que presionó
su frente contra mi pecho, desde que sentí su cuerpo contra el mío, desde que
puse mis brazos alrededor de ella. Y de pronto, tengo que verla. Tengo que saber
qué es lo que pasó cuando la dejé esta tarde. Tengo que saber que se encuentra
bien.
Un segundo más tarde, ella aparta la cortina. Me sonríe detrás del vidrio
y mi corazón tartamudea, saltándose un latido o dos, mientras el alivio me
atraviesa.
Fue atrapada.
—Me lo imagino. ¿Tan malo fue? —Me siento en la silla mecedora esta
vez, y Jaden se sienta en el piso a mi lado, envolviendo con una manta sus
hombros aun cuando el ático está cálido por el sol de la tarde.
—Estoy castigada por el resto del año escolar. No tengo permitido salir
por el resto del año escolar. No puedo ir a ningún lado con nadie, ni hacer nada.
Ni caridad o paseos… ni llamadas telefónicas. Oh, y se supone que no debo verte
de nuevo —añade.
—Eso duele. Es algo bueno que nuestro proyecto esté casi terminado.
—¿Terminaste?
—No, ¿y tú?
—No.
Castigado.
Pero aun así, tengo que detenerme de decir la primera cosa que aparece
en mi cabeza: ¿Por qué estaría castigado?
Soy afortunado, muy bien. Soy tan afortunado que nada de esto importa.
Que podría saltarme la escuela si quisiera. Que podría falsificar mis propias notas.
Era afortunado de que mi trabajo requiriera que les mintiera a las personas que
me importaban cada maldito día, este trabajo que obtuve del padre de mi ex
prometida cuando mi propio padre estuvo a punto de abandonarme.
—Si estás esperando por el momento perfecto, vas a esperar por un largo
tiempo —digo—. Ni siquiera hay algo como eso. Sólo tienes que hacer lo que
debes hacer y esperar lo mejor. —Estas noticias no son nuevas. Es decepcionante,
sí, pero no es tan decepcionante como recibir una llamada en el medio de la
noche para ir a recoger a tu hijo de la cárcel. No es decepcionante como tener
que comprarle a tu hijo un nuevo traje para su aparición en la corte —. Ellos te
aman, Jade —le recuerdo—. No van a estar molestos contigo, o decepcionados,
como tú piensas.
—Lo sé. —Se acerca más a mí, su cuerpo recargado contra la mecedora,
su barbilla siendo sostenida con su mano libre—. Es algo bueno que nuestro
proyecto casi esté terminado, creo —continúa—. No más esconderse en la
biblioteca. O fugarse de la escuela.
Tiene razón. Nuestro proyecto estará terminado pronto. Pero algo en sus
palabras, su tono, envía un escalofrío a lo largo de mi espalda.
Estoy sentado con Jaden McEntyre, por el amor de Dios. Ella nunca le dirá
a nadie, mi secreto estaría a salvo con ella.
Podría hacerla jurar no decirle a nadie sobre lo que sabe, puedo ser
honesto con ella. Por primera vez, puedo ser sincero con esta chica. Puedo decirle
quién soy realmente. Cómo me siento. Qué es lo que ella significa para mí.
La quiero. Quiero besarla. Quiero dormir con ella. No tener sexo, aunque
Dios, eso sería asombroso. Quiero dormir con ella en la misma cama. Quiero
compartir la misma sábana. Quiero despertarme con nuestros cuerpos enredados
juntos en las sábanas, mis brazos envueltos alrededor de ella, pecho contra
pecho, compartiendo un sólo latido. Quiero que sus ojos me vean para siempre.
Yo quiero esto.
La quiero a ella.
¿Estás segura?
—Creo… que podría… —Su voz, las palabras son como música.
Creo que también podría amarte, Jaden McEntyre.
Ella jala de mi camiseta, así que la tomo del cuello y la deslizo fuera sobre
mi cabeza.
—Oh Dios mío —dice sofocada. Se mueve debajo de mí, luchando por
sentarse—. Parker ¿Qué te pasó?
Los moretones.
—Jade… Yo no….
—¡Parker! —sisea.
Todas las veces que fantaseé escuchar mi nombre en sus labios, no
habían sonado así: una mezcla de pánico, preocupación y molestia combinados.
Abro la ventana.
¿Mi padre? ¿Mi padre? ¿Ella piensa que todo esto es por él?
Lo segundo mejor.
Callie.
Jaden.
No importaba quién.
Quien quiera que estuviera en mi vida, por mucho que la amara, mientras
estuviera de encubierto ella siempre estaría después de mi trabajo.
—Tengo que irme. No debería de estar aquí. Nada de esto debió haber
pasado.
—¿Qué?
Nunca debí haber venido aquí, nunca debí besarla. No hasta que tuviera
algo real que ofrecerle.
—Sal de mi camino —gruño. Si no era otra cosa, ella haría lo que le pedía,
estaba seguro. Y como pensé, da unos pasos a un lado, mordiendo su labio
inferior. Pero eso sólo me tienta, dejándome deseando poder jalarla entre mis
brazos, terminando lo que habíamos empezado.
—Mira —dice, alzando la voz—. Sé que piensas que soy como una chica
que no haría nada malo o algo así, y tal vez no soy la mejor persona para dar
consejo sobre algo como esto, pero sé cuándo…
No tienes idea.
Por favor entiende que tengo que hacer esto… es la única forma.
—¿Jaden? —ruego.
M
e deslizo en el interior del baño a la mañana siguiente,
esperando que los pasillos estén vacíos antes de dirigirme hacia
inglés. Llego segundos antes de la campana. Mi estómago se
revuelve cuando veo la bolsa de papel marrón en mi silla, pero no la miro. No
sonrío o la miro o le agradezco, aunque sé que está observando. Puedo sentir sus
ojos láser agujereando mi costado. Y esas celebridades, recordándome LEER y
que NUNCA ES TARDE PARA SER LO QUE PODRÍAS HABER SIDO.
No puedo hacer esto. No puedo estar en esta sala con ella. No puedo
estar en la escuela. No puedo arriesgarme a encontrarme con ella. No puedo
arriesgarme a que me acorrale, queriendo hablar. Pero tampoco puedo sentarme
aquí y esperar a que no pase nada.
Toma el teléfono.
—El rumor es que se saltó la escuela ayer con uno de sus compañeros de
clase. Una de sus compañeras de clase. ¿Confirma o niega?
—Es bueno escuchar eso, porque si ha hecho algo para poner en peligro
este caso o su buena situación en este departamento…
—No lo he hecho, lo juro. Este chico, Vince De Luca, está vinculado con
tráfico en dos condados diferentes. Tenemos evidencia suficiente para
incriminarlo en la corte. Podemos tenderle una emboscada.
1
DEA: Drug Enforcement Administration en sus siglas en inglés; en español: Administración de
Cumplimiento de Leyes sobre las Drogas.
—Sí, señor. Estoy seguro.
—Pronto —sostengo—. Quiero que esto suceda tan pronto como sea
posible, en el próximo par de semanas. Y… —Me callo, exhalando un suspiro
nervioso—. Quiero ser el oficial que lo arreste.
Agarra un puñado de papeles, unas cuantas carpetas, las apila y las deja
a un lado.
***
NECESITAMOS HABLAR.
—¿Qué es cierto?
—Todo el mundo.
Al otro lado de la sala, la chica artística, con dedos manchados de pintura
y camisa de franela, me mira fijamente. Todo el mundo me mira. Y sé que alguien
nos vio salir juntos, que la noticia se extendió como reguero de pólvora, viajó a
lo largo del día. Se intensificó. Llegó al Director Howell…
Miento.
Ella no está aquí. No la veo por ningún lado. Una ráfaga azota a través de
los árboles; hojas nuevas y verdes se mueven ligeramente, rozándose. Es como si
todo el mundo estuviera fuera de control, pronto para explotar.
Esto no se ve bien.
Blake.
—Mira, sólo tengo que decirle una cosa —explico—. Eso es todo.
—Cualquier cosa que tengas que decirle a ella, puedes decírmelo a mí.
Un golpe.
Dos golpes.
Y entonces Jaden está entre nosotros, sus ojos captando los míos. Ojos
muy abiertos por algo que podría ser miedo, miedo por mí o miedo de mí, no
puedo saber, pero esa mirada, es la única cosa que podría hacerme dejar de
patear el culo de este tipo.
Es mejor así. Sabe que hemos terminado. Sabe la clase de tipo que es
Blake. Es lo mejor que puedo hacer ahora. Tengo que alejarme de esta chica, tan
rápido como pueda. Mi trabajo, mi vida entera, depende de ello.
Es mejor así.
Es mejor así.
Es mejor así.
Sigo por la carretera, pensando que lo entenderá. Que se dará por
vencida. Regresará.
—¡Parker!
—¡Esto no tiene nada que ver con él! —interrumpo. Salto hacia atrás las
escaleras, encontrándome con ella en el patio. El viento sopla entre nosotros,
despeinando su cabello. Sus ojos verdes están encendidos. En llamas.
Quiero decirle que no puede creer una palabra de lo que digo, ni una
maldita palabra que sale de mi boca. Que todo lo que he dicho, que todo lo que
estoy por decir, es una mentira. Que nunca he mentido tanto a un ser humano
como le he mentido a ella.
Pero no soy el Parker Whalen que cree que soy, y nunca podremos estar
juntos mientras siga fingiendo ser alguien que no soy.
—Te voy a dar la salida perfecta —continúa—. Nuestro proyecto casi está
terminado, nos estaremos graduando, y nunca veremos al otro de nuevo. ¡Si eso
es lo que quieres, dilo!
La idea de no volver a verla, de dejarla ir, de que siga su vida sin mí…
Esto es lo que tienes que hacer, Whalen. Es la cama que hiciste, el precio
que pagas. Si está destinado a ser, te perdonará cuando todo haya terminado.
Pero lo hizo.
Lo dijo.
Yo también te amo.
Yo también te amo.
—Al menos puedes darme eso, Parker. Puedes huir, puedes esconderte
para siempre, pero primero mírame a los ojos y dime que no me amas.
Pero la voz del Jefe Anderson llena mi cabeza, y no es una voz que puedo
ignorar.
—Sabes, no pedí esto —continúa, la voz más baja—. Mi vida era mucho
más fácil antes de que llegaras. No era perfecta, y sí, podría haber sido aburrida,
pero era manejable. Pero llegaste, Parker, y no puedo ignorar eso. Puedes
alejarme, y tratar de olvidar todo lo que sucedió entre nosotros, pero puedo
decirte que, para mí, definitivamente sucedió algo. Al menos estoy siendo
honesta. Dijiste que nunca dijiste una mentira, así que dime la verdad.
Nunca dije una mentira. Esa fue la primera mentira que le dije a esta chica.
Sería tan fácil ceder, darle la pista más pequeña. No es que no la ame, es que no
puedo amarla, no ahora. Pero si puede esperar un par de semanas más. Si puede
esperar. Si puede ser paciente por mí, lo entenderá. Sabrá por qué tengo que
hacer esto, y todo tendrá sentido. Entonces le diré que la amo, mil veces al día le
diré que la amo.
Para mí. Porque soy un idiota egoísta. Porque me preocupo más por
terminar este trabajo que por la persona que más amo. Porque ese es quien tengo
que ser ahora.
—No te amo. No tengo ningún sentimiento por ti. No soy uno de tus
proyectos, y no te necesito a ti ni a tu comida ni tu compasión.
—Bien, Parker. Considéralo una ruptura limpia. Puedes huir sabiendo que
no dejaste nada atrás. Buena suerte con eso.
Pero lo hago.
Y se va.
Jaden: Cuatro.
Parker: Gana.
Traducido por veroonoel
—E
stá bien, Whalen. Esta es tu asignación. ¿Cómo quieres
que funcione? —pregunta el jefe Anderson.
—Es una escuela pequeña. Las plazas están vacías dentro de los treinta
minutos de la campana final. Incluso la mayoría de los profesores se han ido. El
personal se queda hasta las cinco, pero están en la parte delantera del edificio.
Hablé con Howell. Las puertas están cerradas a partir de las tres y media de todas
formas, excepto por el gimnasio y los vestuarios. Nuestro único conflicto es una
práctica de béisbol, pero si puedo conseguir que Vince lo confirme, Howell dijo
que podría cancelarla. No habrá ningún estudiante en el campus en el momento
del arresto.
Exhala un suspiro.
—No es más riesgoso que tratar de inventar una mentira que lo lleve a
Hamilton —sostengo—. Y definitivamente es más arriesgado acorralarlo en una
de sus fiestas. Hay demasiada gente. Demasiado caos. Hemos hecho esto antes,
así que no sospechará nada. No sospecha de mí.
—Estás asumiendo que puedes desarmar a este tipo por tu cuenta —dice
el Jefe.
—He pasado tiempo con él. Tiene una historia que se remonta a un par
de años atrás, pero no estamos hablando de Juarez. No está vinculado a ninguna
actividad de pandillas, no está empujando drogas duras, pero está volando
debajo del radar por proveer a chicos de secundaria y universitarios.
Se ríe.
—Díselo a tu novia.
***
Lanzo mis notas a un lado, me inclino hacia atrás en el sofá, froto mis
ojos doloridos.
Estoy desesperado por verla. Por sentirla. Por tocarla. Me conformaría con
una llamada telefónica. Con escuchar su voz. Dios. Extraño su voz. Extraño la
peculiaridad de su boca cuando encuentra algo divertido o irónico o inteligente.
Extraño la chispa sorprendida en sus ojos cuando digo algo que nunca esperaba
oír.
Mi mundo se siente vacío sin ella. Como si estuviera desgarrado, roto por
la mitad. Como si nunca podría estar completo a menos que la tuviera a ella. No
tiene ningún sentido.
I
nhalo, tengo una respiración ansiosa.
—De acuerdo.
—No intentes ser un héroe. Si algo sale mal, si él no está solo, si actúa de
forma sospechosa, lo que sea, nos reagruparemos, ¿entendido? Sin presiones.
—Sin presiones.
Relájate.
—El sospechoso se está acercando —dice por fin uno de los oficiales. Me
da la marca y el modelo del coche de Vince. Él está solo.
Vamos bien.
—Joder —murmuro.
—No lo copio.
—Copiado.
Tengo que llegar a ella. Tengo que interponerme entre ellos. Este tipo no
tendría que estar en ningún lugar cerca de ella. Juro por Dios que si algo le pasa…
Mi auricular zumba.
—Repita, Oficial.
—Una camioneta roja está yendo por la parte trasera del colegio.
Sus chicos.
Comprometido.
—Te lo puedo explicar todo más tarde, lo juro. Sólo por favor haz esto
por mí. Necesito que te vayas, rápido.
Comprometido.
—Ya veremos eso —contesta Vince. Pasa el brazo por la venta rota y
alcanza el seguro del coche—. Sal. —La puerta se abre. Arrastra a Jaden fuera del
coche. Ella cae al suelo, golpeada, luchando por librarse. La sujeta por la coleta
del pelo y la levanta.
Lo mataré.
Miro detrás de mí. Blake, Tony y Brandon están fuera del coche ahora
mismo, observando. Les señalo que se queden atrás.
Mis ojos encuentran los de Jaden. Los tiene rojos, llenos de lágrimas,
asustada.
Si sigo hablando con él, si puedo razonar con él…. Sólo necesito sacarla
de aquí. Eso es todo. Por favor, Dios, ayúdame a sacarla de aquí.
—¡Ella me vendió!
—¡Yo te vendí! —contesto—. Ella no tiene nada que ver con esto, y sólo
se está poniendo peor. Déjala ir. Hablaremos. Podemos buscar soluciones. Tienes
opciones.
Pero apenas escucho las palabras. Apenas las registro. Ni siquiera tienen
relevancia.
El pecho de Jaden se eleva y cae; lucha por respirar. Siento cada jadeo,
cada arcada asustada de su cuerpo.
—Déjala ir. Ya está hecho, Vince. Y no voy a perder el sueño por matarte.
No lo hagas.
Jodidamente te destruiré.
Oigo a Rusch:
Esto es todo.
—¿Puedes oírme? ¿Jaden? —No puedo dejar que sus ojos se cierren. No
puede dormirse. Tengo que sacarla de aquí—. ¡Vamos, Jade! —ruego—. ¡Por
favor, quédate conmigo! —Arranco mi chaqueta de cuero, desato el chaleco.
—¡Estoy bien! ¡Dame tus llaves! —Deslizo el chaleco negro por encima
de mi cabeza, fuera de mi pecho. El desgarro a través del centro, los bordes
deshilachados, este chaleco me salvó la vida.
—¿Jade? Jaden, ¿puedes oírme? Vas a estar bien, ¿de acuerdo? Tienes
que quedarte conmigo.
Esto es mi culpa.
—Sostén esto. —Sus dedos tiemblan, pero se las arregla para mantener
la camiseta en el lugar mientras pongo el cinturón de seguridad a su alrededor,
buscando a tientas, tratando de ajustarlo. Entonces mis ojos...
¡No puedo jodidamente ver una maldita cosa!
—Ella necesita ayuda ahora. ¡No voy a esperar por una maldita
ambulancia!
—Mírame.
***
La ayudo salir del coche, y cuando sus piernas se debilitan, dando paso,
la agarro. La recojo, le prometo que todo va a estar bien, y la tumbo en la camilla.
La toco suavemente. Con cuidado. La toco como merece ser tocada. Como si
estuviera hecha de jodido cristal, al borde de romperse. Entonces tomo su mano
en la mía y beso la punta de sus dedos.
Ellos la ruedan más allá de las puertas automáticas, la mueven a través
del vestíbulo y por un pasillo. Un médico, un hombre en bata, se reúne con
nosotros en otro conjunto de puertas dobles.
—Lo siento. No podemos permitirte paso más allá de este punto —dice,
palabras cortadas como piedra fría. Un idiota de doctor.
¡Mierda!
No puedo respirar.
Me duele el pecho.
No puedo respirar.
—¿Chris? —llama una voz—. Está bien, hombre. —Rusch se acerca, sus
zapatos rechinando contra el piso de este sombrío pasillo estéril.
Me pongo de pie.
—Ella va a estar... ¿me estás tomando el pelo? ¡Podría haber muerto allí!
—Pero no lo hizo.
Rusch enciende el agua en uno de los lavabos, rasga las toallas de papel
de la máquina y me las entrega.
No conozco a esta persona, esta cosa mirando hacia mí, de pie delante
de ese espejo. Mi frente gotea sudor. Los parches de suciedad y sangre seca
manchan mi cuello y cara. Mis manos. Mis manos tiemblan. Y la piel de mi pecho
donde fui golpeado, la contusión del impacto florece, expandiéndose. Sé que
pica. Sé que duele como el infierno. Pero todos mis sentidos, todo se silencia. Sin
brillo.
Respiraciones profundas.
Respiraciones profundas.
M
e tomo mi tiempo en el baño, destruyo esa agua embotellada,
deslizo la camiseta limpia sobre mi cabeza. Para cuando regreso
al vestíbulo ya han aparecido otros oficiales. Han trasladado a
Jaden a una habitación. Le están poniendo puntos ahora mismo. Nos apuramos
al Ala Sur.
¿Eso es todo?
—Uno de los chicos que estaba ahí hoy, él era su novio. Nos metimos en
una pelea la semana pasada, fue por ella.
—¿Qué demonios le hiciste? —Una fuerte voz enojada le puso punto final
a la conversación. Pasos martillean sobre el suelo de azulejos. Reconozco
instantáneamente a Daniel, el hermano de Jaden. Y en un segundo hay oficiales
entre nosotros, conteniéndolo, protegiéndome.
—Daniel.
O a mí.
¿Y por qué no? ¿Qué clase de persona soy… quien entra a escondidas a
su casa para ver a su hermanita; quien la deja saltarse la escuela, manejando el
auto en el que se escapa; quien la arrastra a un arresto de drogas que sale mal;
quien no puede decirle que la ama…?
—Ella quiere verte —dice Daniel—. No sé por qué. Lo que sí sé, y todos
tus amiguitos policías pueden escuchar eso, es que si alguna vez, vuelves a
lastimar a mi hermana, voy a desfigurarte tanto que se necesitarán semanas para
identificar lo que quede.
Pensamiento optimista.
—Yo no te salvé. Esto sucedió por mi culpa. Cada vez que cierro mis ojos
sólo veo… Y tienes que saber que nunca voy a perdonarme…
—Parker Whalen.
Porque soy más Parker de lo que alguna vez fui Christopher. He sentido
más, aprendido más, amado más en estos últimos meses… Y lo que empezó como
una mentira se ha convertido en mi piel. Y algo bueno ha salido de todo esto,
porque ahora lo entiendo. Sé qué es lo que importa.
—¿De verdad?
—Sí.
Aclaro mi garganta.
—Sé que eso es lo que parece, pero no es así, lo juro. Hasta hace un par
de semanas ni siquiera sabía que Blake conociera a Vince.
—Sí —susurro.
—Jaden, sé que eso es lo que parece. Y sí. Tenía una historia de fondo.
Tuve que hacerlo. No podía enamorarme de ti. Y no tienes ni idea de lo miserable
que me he sentido yaciendo en la cama por las noches, tratando de inventar
historias que decirte, sabiendo que no eran ciertas. Todas esas cosas que dije…
No tenía otra opción. Pero tú me conoces, Jade. Lo haces. En el fondo soy la
misma persona. Amo el zoológico. Y los Sun Chips. Y creo que el Sr. Darcy es
pretencioso…
—¿Tu padre?
Mi padre, el abusivo.
—¿Tu madre?
Asiento.
—¿Los moretones?
—No. —Trago con fuerza. No puedo alejar mis ojos de ella, su hermoso,
roto cuerpo, no puedo dejar de pensar en lo que se sentía acunarla en mis brazos.
Cómo se acurrucó contra mí.
—No hay nada como un arma en tu cabeza para ayudar a definirte sobre
tus sentimientos conflictivos —dice ella, su tono brusco.
—Sé que te lastimé, Jaden. Te herí en todas las formas en las que una
persona puede ser posiblemente herida. Pero si puedes perdonarme, prometo…
Aprieta las esquinas de sus ojos. Una lágrima se escapa y cae por su
mejilla. Exhala un suspiro, componiéndose.
—No te culpo por nada de esto, así que no hay nada que perdonar. Me
alegra que hayas estado ahí, y que supieras lo que estabas haciendo. Yo sólo…
Mierda.
—No tienes ni idea de lo que me has hecho, Jaden. ¡Tú sólo entraste y
volteaste todo mi mundo patas arriba! ¡No sabía que hacer! Renunciaré a mi
trabajo. Entregaré mi placa. Renunciaré a todo, juro que lo haré, si es lo que se
necesita para hacer las cosas bien. —Sus ojos están fijos en los míos, y sé que me
cree.
Y lo haré. Renunciaré a todo por esta chica, lo que ella quiera que yo sea,
lo seré. Lo que ella quiera que haga, lo haré. Lo que malditamente quiera. Es suyo.
Él ya se va.
Me estoy yendo.
Pero me voy. Porque eso es lo que ella quiere, lo que ella me pide, y
demonios, si yo no le daría el universo entero si me lo pidiera.
Es mejor así.
Pero no puedo.
No puedo. Sólo siento que dejé a mi mundo entero, mi vida entera, allá
en ese cuarto. Porque la amo lo suficiente para dejarla ir. Porque eso es lo que
ella quiere.
***
—Amigo —miento—. De hecho, soy uno de los que la trajo aquí hoy.
Sólo quiero saber si ya se fue a casa.
Ella desliza algunos papeles a un lado, escribe el nombre en su
computadora, lee la pantalla.
Y entonces espero.
Dormito.
Como.
Veo televisión.
Dormito.
Cuando cierro mis ojos lo veo. La veo. Escucho el sonido de disparos, y
me sacuden hasta despertarme.
El sol sale.
Las enfermeras llegan en sus uniformes. Los doctores en sus batas. Los
miembros del personal en sus ropas, carnets de hospital colgando de sus
chaquetas. La recepcionista vuelve a su estación. La tienda de regalos abre.
—Te quedaste aquí toda la noche, ¿no es cierto? —Es Sarah. Sarah, la
prometida de Daniel, un envase de poliestireno en cada mano—. ¿Eres de los que
toma café?
Otro bostezo.
—Podría ser.
Sacudo mi cabeza.
No.
¿Por qué sigo aquí? Porque no tengo ningún otro lugar a dónde ir.
Ningún otro lugar en donde quiera estar. Porque amo a Jaden McEntyre más de
lo que me amo a mí mismo.
—Ella vio algo en ti, Parker. Te escogió por una razón. Y ella va a regresar.
La conozco, y cuando pone su mente en algo, no para hasta que sea suyo. Sí, está
enojada. Estoy segura de que está confundida, y herida, pero este no es el
momento de desaparecer. Dale algo de espacio, pero cuando esto desaparezca,
ella irá a buscarte. Te lo garantizo. —Ella se levanta, ajusta su bolso sobre su
hombro—. No le hagas difícil encontrarte.
Traducido SOS por MaEx
—G
racias por venir, Oficial Whalen —dice un
miembro del comité.
—Sí. Fue un caso abierto y cerrado. No pasó mucho tiempo para abatir
al proveedor. Era un estudiante en la escuela.
Es una tortura.
—¿Qué hay sobre Anthony Perri? ¿Cuál era su relación con el difunto?
—¿Qué significa?
—Quería que yo le dejara saber a Vince que era genial; que también
entrara. Esto me llevó a creer que Tony era sólo un cliente.
—No tengo una relación con Blake Hanson. Ya le dije, estaba mirando a
Vince. No tenía idea de que Tony era el enlace a Bedford, o que Blake estuviera
involucrado de ninguna manera.
—Entonces, ¿puede describir sus encuentros con Blake Hanson? —
pregunta.
—No importa realmente. Yo diría que él. Él diría que yo. Ambos
oscilábamos.
—No. De hecho, es por eso que elegí el momento en que lo hice. Sabía
que los estudiantes se habrían ido. Sabía que no sería sospechoso si le
preguntaba a Vince que se reuniera conmigo allí. Lo consulté con el director,
quien accedió a que todo el mundo dejara la escuela y todas las puertas del
edificio bloqueadas.
—¿Qué hizo cuando se dio cuenta de que Jaden McEntyre todavía estaba
en la escuela, sentada en su auto?
Es Jaden.
—Si está dando a entender que organicé toda esta cosa, está equivocada.
Odio a Blake Hanson, sí. Era un novio de mierda para Jaden. Pero no tenía ningún
otro tipo de contacto con él. El hecho de que se presentara ese día fue un mal
momento. Era algo que él y Tony y Vince arreglaron, no yo. —La habitación gira,
casi desapareciendo. Mi voz se eleva con cada respiración superficial—. Y, si está
tomando en cuenta testimonio anterior en esta investigación, ¡entonces es obvio
que Jaden McEntyre es la última persona que hubiera querido en el
estacionamiento esa tarde! ¡Mi mundo entero se detuvo al segundo que vi a Vince
de pie en su auto!
—Relájate, Whalen.
—Mire. No quería matar al chico. Sabía cuándo me hice policía que iba a
tener que tomar decisiones difíciles. Lo vi romper la ventana. Lo vi arrastrar a
Jaden fuera del coche. Lo observé golpear su cabeza contra el marco. Lo vi
ponerle una pistola en la cabeza y amenazar con matarla. Vi un momento, y lo
tomé. No siempre se nos proporciona una segunda oportunidad en esta línea de
trabajo. Me disparó. Le disparé. Y si hice algo mal por hacer lo que hice, lo siento.
Sólo estaba pensando en ella. —Golpeo mi silla debajo de la mesa.
Frunce el ceño.
—¿Perdón?
Una coincidencia.
—¡B
uon giorno! ¡Bienvenidoooo a Guidos!
—Tú me llamaste —le recuerdo—. Querías hablar. Estoy aquí. Así que
habla. —Me recuesto en mi asiento, tratando de parecer cómodo, confiado,
incluso mientras mi rodilla se niega a dejar de temblar y el sudor se junta entre
mis omóplatos.
—Sé quién eres. Sabes quién soy. —Me quito mi chaqueta de cuero,
poniéndola en el asiento a mi lado—. Me pediste que viniera por una razón.
—No. No lo creo.
—No. No es eso. Está bien —aclara—. No creo que esté durmiendo tan
bien, sin embargo. Y ha tenido algunos dolores de cabeza bastante fuertes. Los
médicos dicen que es por la conmoción cerebral. Le pusieron medicamento para
la migraña, pero la dejan inconsciente. Trata de seguir como antes, pero podemos
decir que no es suficiente. Es tan jodidamente terca.
—Jesús —murmura, frotándose los ojos—. Veintiuno. Bien, así que pensé
que tú de dieciocho eras como yo a los dieciocho. Y, por eso, creo que te debo
una disculpa.
Otro suspiro.
L
evanto el limpiaparabrisas de Jaden y colocó una rosa roja debajo
de él, lo que se ha convertido en mi tarjeta personal. Un gesto cliché
de tanto amor y de por favor, perdóname. El pequeño Civic blanco
recientemente lavado y pormenorizado, la ventanilla del lado del conductor
reemplazada. Estoy contento de que su auto no es su casa, que alguien se
encargó de las reparaciones rápidamente, probablemente Daniel.
Y en caso de que no pueda ganar su corazón con flores, doy la vuelta por
el edificio, dirigiéndome hacia el frente de la escuela. La secretaria en las oficinas
principales me mira con curiosidad cuando le digo que necesito hablar con el
director Howell. Sé lo que está pensando: ¿Parker Whalen? ¿Policía encubierto?
Regresa a su silla, se quita sus gafas, limpia sus ojos, exhala un suspiro
preocupado.
―Sí, eso fue decepcionante, pero la junta escolar aprecia el trabajo que
hizo aquí. ―Recolocándose sus gafas, se sienta más alto―. Incluso si las cosas
no salieron exactamente como se planeó, creo que enseñó a todos una valiosa
lección.
―Sí, señor.
―Estoy seguro de que está en su clase, por lo que sería mejor hablar con
ella entre los períodos. De todos modos, la campana está a punto de sonar.
Los pasillos están desiertos, las clases en sesión. Ya se siente que fue hace
como un millón de años que me infiltraba a través de estos casilleros en busca
de una ventaja que nunca encontraría, que me senté en estas sillas, que era más
que un visitante con una identificación. Y con Jaden al otro lado de una de esas
puertas, estos pasillos lo son todo para mí.
―¿Sra. Tugwell?
―Sr. Whalen. Esta es sin duda una sorpresa. ―Termina de borrar los
apuntes en la pizarra blanca.
―Por lo que parece. ¿A qué debo esta inesperada visita? —Me sonríe
amigablemente, empuja sus gafas más arriba en su nariz, un gesto que nunca
imaginé que extrañaría. Esta habitación, esta profesora, estos carteles ridículos
sobre la pared, son más reconfortantes de lo que quisiera admitir. Sigo a la Sra.
Tugwell mientras se mueve hacia su escritorio.
―Parecía apropiado.
Se ríe de nuevo.
―Perdóneme, pero ninguno de los dos parece del tipo que se priva de
la literatura de calidad por lo “largo”.
―Fue un accidente.
―No hay accidentes, Sr. Whalen ―dice, reajustando sus gafas―. Aprecio
que traiga esto. A la luz de los hechos ocurridos, no tendré en cuenta su falta de
presentación contra Jaden. De hecho, estaba decidiendo no exigir el informe oral
debido a los dolores de cabeza que estaba teniendo. Ni lo consideró, por
supuesto, y procedió a darme todo su discurso directamente en mi escritorio
entre períodos.
―Por supuesto ―repito―. Eso suena… justo como ella. ―Me río, pero
es más de tristeza que de felicidad, y mis mejillas arden al darme cuenta. Paso
mis dedos a través de mi cabello. Aclaro mi garganta.
No. Es más fuerte que eso, lo suficientemente fuerte como para decirme
que me largará. Que me alejara.
Una sobreviviente.
***
Y no podría ser un policía de calle para siempre, pero esto es lo que soy
ahora, y estaré maldito si no voy a dar todo lo que tengo.
―No tienes que hacer mi colada. Eso no es para lo que lo traje a casa.
―Lo sé. Sin embargo, es agradable ser capaz de hacer algo por ti. No me
has necesitado por mucho tiempo. Estás tan… concentrado. A veces casi no te
reconozco. ―Saca una camiseta de la secadora.
Desconcentrado e indisciplinado.
―La culpa es tuya por hacerme sentir tan vieja, pero estoy muy orgullosa
del hombre en el que te estás convirtiendo, Chris. Y a pesar de que tu padre
puede ser un culo terco, sé que siente lo mismo.
―Oh, Chris. Lo siento mucho. Realmente pensé que Callie era la indicada.
No estoy seguro de cómo responder a esto, qué decir. Quizás, sí, podría
haber sido la indicada. Probablemente no. Tal vez podríamos haberlo hecho
funcionar. No lo sé.
―Me gustaría decir que sí… Por ahora, quiero que guardes este anillo por
mí.
Porque cada vez que cierro mis ojos la veo. La veo metiendo su cabello
detrás de sus orejas. La veo sonriéndome desde debajo de esas largas pestañas.
Veo su cabello, brillando en la luz del sol. Las lágrimas llenando sus ojos. Siento
su cuerpo, temblando mientras solloza, brazos envueltos alrededor de mi cuello.
Siento su aliento cálido en mi mejilla. Sus labios presionados contra los míos.
Siento su cuerpo debajo del mío en ese piso del ático.
―¿Daniel? Soy Parker. Llámame cuando escuches esto. Sé qué hacer por
Jaden.
Traducido por Lorenaa
L
a llave está debajo de la planta al lado de la puerta, justo donde él
dijo que estaría. La meto en la cerradura, atascándose a medio
camino, negándose a entrar más. La muevo, la saco y lo intento otra
vez. Tardo varios segundos retorciéndola y girándola para que entre del todo,
pero, cuando lo hace, la puerta se desbloquea, se abre fácilmente.
Entro a la casa.
Mi voz hace eco, pero nadie responde. Cierro la puerta detrás de mí,
cerrando la cerradura. La habitación de enfrente, cerrada la última vez que estuve
aquí, está abierta. Y hecha un desastre. Ropa, secadores de pelo, tenacillas,
maquillaje. Es como una zona de guerra.
—Mierda —murmuro.
El ático.
Se las quedó.
Todo dentro de mí se anima por esto. Que se quedara esas cosas, estas
cosas que eran nuestras, que fueran lo suficientemente importantes para
guardarlas. Me da un renovado sentimiento de esperanza. Tal vez me pueda
perdonar.
Las bodas llevan tiempo. Las recepciones llevan tiempo. Pero no sé con
seguridad el tiempo que dispongo, y nunca he reemplazado un grifo antes. Abro
mi mochila y saco la caja que contiene el nuevo accesorio de satén cepillado.
Saco las llaves, las toallas, la masilla de tuberías y la cinta de teflón, alineándolas
sobre el suelo.
Abro la puerta del armario debajo del lavabo y cierro la llave de paso del
agua. Compruebo el grifo para asegurarme de que no hay agua, luego utilizo la
llave para desenroscar las válvulas y las líneas de suministro.
Cuando todo está montado y apretado de nuevo, abro la llave del agua
otra vez. Me limpio las manos sucias en mi pantalón, me limpio la frente con la
manga de mi camiseta, digo una corta oración, y giro la perilla.
El agua cae del grifo.
Funciona.
Y permanece fría.
Funciona.
Como recuerdo.
Examino el baño.
Perfecto.
Me río.
Comida precocinada.
Eso es todo.
La cena está casi lista cuando salgo. Me pongo unos bóxers nuevos y un
par de vaqueros, tomo un plato y una bebida. Me acabo de sentar en el sofá
cuando suena mi teléfono. Tomo mi chaqueta y hurgo en los bolsillos.
Daniel McEntyre.
—¿Daniel?
—¿Parker?
—Jaden, sucede.
—Le encantó. Pero eso no es por lo que estoy llamando. Llamo para
decirte que simplemente saltó a su auto y se fue. Tenemos una gran corazonada
de que se fue a buscarte.
—¿A buscarme? ¿Te dijo a dónde se fue? Espera. ¿No tendrías que estar
ya fuera de la ciudad?
—Mierda —murmuro.
Da un suspiro.
***
Mientras miro hacia la ventana del segundo piso, con sus cortinas azules
y persianas pintadas, me golpea una idea.
Cruzo la calle, con mi libreta en la mano. Trepo por la valla que delimita
la propiedad, moviéndome entre las sombras. Meto el rotulador en mi bolsillo
trasero, muerdo el borde de la libreta, y trepo. Trepo aquel roble por encima de
la casa, rama por rama, agarrándome hasta que llego a la segunda planta.
Está en casa.
En el momento en que se lo mando, una luz brilla entre las ranuras de las
persianas de su habitación.
La luz se apaga.
—Hola —susurro.
Vocaliza la palabra:
—Hola.
Sé que te dije que nunca mentía… pero esa fue (obviamente) la mentira
más grande. La verdad es: soy un mentiroso. Mentí. Me mentí a mí mismo y… a ti.
Pero sólo porque tenía que hacerlo. No se suponía que me enamoraría de ti,
Jaden… pero sucedió de todos modos.
Ella es asombrosa.
Pongo su cabello detrás de su oreja, rozo mis dedos en sus mejillas. Sus
ojos se aprietan con fuerza, y una lágrima se desliza entre nosotros.
Y sé, con esas palabras, que estoy perdonado, que me ha dado el regalo
más grande que hubiese podido esperar. Otra oportunidad para mostrarle al
mundo lo mucho que significa para mí.
—Y te llevaré a cenar.
Se ríe suavemente.
—¿Cuánto tiempo tengo que esperar a que este sin sentido continúe,
oficial Whalen?
—Eso suena…
—¿Cómo un acosador?
Soy un todo.
Estoy completo.
P
aso el resaltador a través de la página, frase tras frase, definición
tras definición, información que tengo dos semanas para
aprenderme de memoria. Me detengo cuando oigo pasos en la
escalera y compruebo el tiempo. Es ella. Tiene que ser. Cierro mi libro de
Victimología y Cambio Social, tapo el resaltador, y lo aviento sobre la mesa de
café.
—Oye. —Me levanto del sofá y estiro mis brazos, preparándome para
tomar mi chaqueta y casco para que podamos ir a cenar.
Mierda.
Meto mis manos en mis bolsillos, preparándome para lo que está por
venir.
—¿Qué pasó?
—Es sólo… ¡un idiota! ¡Estoy tan harta de los gritos y la reprimenda y que
esté encima de mí! ¡Estoy cansada de no poder hacer nada bien! Acabo de pasar
las últimas tres horas consiguiendo gritos. —Sus ojos se abren, muy abiertos—.
Oh, Dios mío. ¡Es como si se metiera dentro de mi cabeza!
Abro la boca para decir algo conmovedor, algo que hará que se sienta
mejor. Algo así como que está bien o sólo está tratando de prepararte para la
escuela de medicina, o si quieres que averigüe donde vive… conozco a un par de
tipos. Pero nada viene. Desaparece dentro de la habitación, sale con un cambio
de ropa, y anuncia que necesita una ducha.
Pongo una orden rápida para entrega, una mezcla de arroz y pollo
agridulce y pollo con sésamo y me dirijo a la cocina, lanzando servilletas y
manteletas de plástico y bolsas vacías de la cena de anoche. Jaden se ducha hasta
que estoy seguro que el agua sale fría, entonces sale en un par de vaqueros y una
de mis camisetas, una toalla envuelta alrededor de su cabeza.
—Estoy tan harta de él, Parker. No tienes ni idea —dice, continuando
nuestra conversación como si no hubiera habido una pausa de veinte minutos.
Se dirige al gabinete junto a la estufa, donde guardamos las medicinas y lo abre,
buscando. Y voy a admitir que hay algo dentro de mí que todavía escuece cada
vez que oigo los empujones de esa botella de Advil. Cada vez que se toma dos
pastillas en vez de una. Porque nunca sé si ese dolor de cabeza es cortesía del Dr.
Seversky o un accidente, un incidente, que ocurrió hace años. Un incidente con
el que todavía sueño. Un incidente que todavía, al día de hoy, me persigue.
—Lo sé —le digo—. Lo siento. —Es lo mejor que puedo hacer en estas
circunstancias. Esta cosa de consejero está fuera de mi control. Más allá de mi
jurisdicción. Aun así, no me gusta no poder arreglar esto, no es que Jaden me
dejaría corregir el problema. Nunca le daría al Dr. Seversky la satisfacción de saber
que él la derribó. Esa no es la forma en que ella opera. Prefiere sufrir en silencio,
hiperventila, diatriba, grita en su almohada, luego lo derriba.
—Te presiona porque sabe que tienes lo que se necesita. Sabe que
puedes manejar la situación.
Genial.
—¿Jaden?
Nada.
—¿Entonces qué es? —No me gusta que esté de espaldas, no poder ver
sus ojos—. Háblame, Jade.
—Fu-Fue un accidente, lo juro.
—¡Está atorado!
Se gira hacia mí, sus ojos un tono más pálido de verde y rojo en los
bordes. Exhausta.
—Jade —interrumpo.
—Tenía curiosidad y…
—Jade.
—¿Qué?
—No. Estás estresada. Es el final del semestre. Los exámenes están cerca.
Todo el mundo en el campus es patético en este momento.
—Estás bien.
Pero entonces me mira, sus ojos verdes perforan los míos, y mi corazón
se cae a mi estómago.
Mierda.
Libero su mano.
—No puedo.
—No. Detente. Eso no es lo que quise decir. Quiero decir… —Me quejo,
estrujando mi cerebro, luchando por encontrar las palabras—. Lo que quiero decir
es que no quiero quitártelo.
—¿Qué?
—Este anillo es tuyo, Jaden. Siempre fue tuyo. Estaba sólo… —Mi voz se
desvanece, paso mis dedos por mi cabello—. Estaba esperando el momento
adecuado para pedírtelo.
—Jaden… —respiro.
—¡Dios mío! —Lanza la mano libre sobre su boca; nuevas lágrimas caen
por sus mejillas—. ¡Oh, Dios mío! Lo arruiné, ¿verdad? ¡Arruiné todo!
—Está bien, ¿puede que tal vez te calles por un minuto y medio y así
puedo sacar esto? —le pregunto.
—Tal vez.
—Es posible.
—¿Estás bromeando? ¡Oh, Dios mío! —Se ríe, se desliza fuera del
taburete y en mis brazos. Me levanto a mi altura completa mientras ella planta
los más suaves y más dulces besos en mis labios. Nunca me cansaré de esos
labios. Esa sonrisa. Su risa. Nunca dejaré de querer hacerla feliz.
—Eso suena como un sí para mí —le digo, tirando de ella con más fuerza
contra mí, arrastrando suaves besos a través de la línea de su mandíbula.
—No lo creo. Quiero decir, no hablé con tus padres. En realidad hubo
otra persona… —Levanto un dedo—. Espera un segundo.
Cuando se trata de permiso para casarme con Jaden McEntyre, sabía que
no era la bendición de su padre la que necesitaba.
Lorenaa
Jane hermosaoscuridad
Simoriah flochi
Debs. veroonoel
☽♏єl
LadyPandora