Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Be JB PDF
Be JB PDF
1
Cuando Alex se enamora del encantador chico nuevo en la escuela, Cole —un
guapo, divertido, estrella del deporte que la adora— no puede creer que por fin
ha encontrado su alma gemela... alguien que realmente la ama y entiende.
Mientras Alex se esfuerza por ponerse de acuerdo con el novio dulce del que se
enamoró y su novio cuyo "amor" ya no reconoce, se ve obligada a elegir entre su
"amor verdadero" y ella misma.
2
Sinopsis Capítulo 23
Índice Capítulo 24
Capítulo 1 Capítulo 25
Capítulo 2 Capítulo 26
Capítulo 3 Capítulo 27
Capítulo 4 Capítulo 28
Capítulo 5 Capítulo 29
Capítulo 6 Capítulo 30
Capítulo 7 Capítulo 31
Capítulo 8 Capítulo 32
Capítulo 9 Capítulo 33
Capítulo 10 Capítulo 35
Capítulo 11 Capítulo 36
Capítulo 12 Capítulo 37
Capítulo 13 Capítulo 38
Capítulo 14 Capítulo 39
Capítulo 15 Capítulo 40
Capítulo 16 Capítulo 41
Capítulo 17 Capítulo 42
Capítulo 18 Epílogo
Capítulo 19 Nota del autor
Capítulo 20 Sobre la Autora
Capítulo 21 Créditos
Capítulo 22
3
Traducido por Caamille
S
i tuviera que describir a mi mejor amiga, Bethany, en una palabra, sería
persistente. O quizás imparable. O, si estuviera escribiendo de ella en un
poema, podría usar insistente, porque palabras como insistente
impresionarían a la señora Moody, y cuando las usaba ella decía que era una
poeta nata, lo que era algo genial.
Era una de las cosas que más me gustaban acerca de ella. Siempre tenía un claro
sentido de adónde iba su vida, o, más exactamente, dónde estaba conduciéndola.
Por todas las formas en que éramos totalmente parecidas, ésa era una de las
formas en las que éramos diferentes, y era parte del por qué me gustaba salir con
ella. Creo que esperaba que su insistencia se me pudiera contagiar y un día me
encontraría a mí misma detrás del volante de mi propia vida, segura de adónde
iba a terminar.
—Creo que alguien soltó una fuga allá —dijo Georgia, sacando un montón de
billetes de veinte del cajón de la caja registradora y luego cerrándola con su
cadera—. O un pulmón, por el sonido de eso. —La persistencia de Bethany no
4
era desconocida para Georgia, tampoco. A Georgia le agradaba Bethany y a
menudo bromeaba con que ella sería con seguridad la primera mujer presidenta.
Amontoné la bandeja que había estado limpiando y dejé caer el trapo húmedo
en el mostrador.
—Eso parece —murmuró Georgia. Se dirigió hacia la oficina, girando todos los
billetes de veinte así estaban mirando en la misma dirección—. Y con ella
escupiendo ahí por todas partes de esa manera, se está poniendo más sucio a
cada minuto. —Luego añadió sobre su hombro—. Y consíguele a esa clienta una
bebida. Podría ayudarla con ese problema de garganta.
—Mira esto —dijo Bethany tan pronto como dejé caer de golpe una Dr. Pepper
de dieta en frente de ella y me puse a trabajar en su mesa. Golpeó mi pierna
ligeramente con su rodilla—. ¡Jacuzzi!
Volteé la página y empecé a leer acerca de las atracciones cercanas. Al otro lado
de la habitación, Georgia se aclaró su garganta. Miré hacia arriba. Estaba apilando
los menús de comida para llevar junto a la caja registradora. Movió sus ojos
significativamente hacia Dave, el propietario del The Bread Bowl, o Trasero-de-
Granito, como era no-tan-cariñosamente llamado por algunos de los cocineros.
Por alguna razón Dave había estado merodeando últimamente, lo que ponía en
un real desánimo el estado de ánimo de todos, por no mencionar mi habilidad
para babear sobre jacuzzis y hoteles con gimnasio con Bethany.
5
Le empujé los papales de regreso a ella y continué recogiendo los arrugados
envoltorios de sándwiches y metiéndolos en un vaso.
Me reí.
—Más como, ¿Quiénes Son las Misteriosas Torpes Que le Rompieron las Piernas
a los Chicos de la Banda por Caer encima de Ellos en una Pista de Esquí?
Georgia se aclaró su garganta otra vez. Ahora estaba empezando a sonar como
Bethany. Dave se había movido hacia el comedor y estaba de pie con sus manos
en sus caderas, evaluándolo lentamente con sus ojos. La última cosa que
necesitaba era estar en la lista mala de Dave. Me gustaba más Dave cuando
pretendía que yo no existía, lo que era el 99 % del tiempo. Me recordaba a mi
papá de esa manera. Estaba acostumbrada a ser ignorada por los hombros en mi
vida.
Bethany suspiró.
—Claro. Está bien. Llámame, sin embargo. Quiero ver qué piensas de los
restaurantes. Zack y yo hemos estado investigando.
6
Zack. Nuestro otro mejor amigo. Si pudiera describirlo en una palabra, esa sería…
bueno, simplemente no puedes resumir a Zack en una palabra. Era como un
hermano mayor sobreprotector, un tío pervertido, y un primo pequeño irritante,
todo en uno. Estaba en un viaje de un programa de humor. Un genio de la música.
Un amigo increíble. Si estuviera siendo completamente honesta, Zack era
probablemente la única razón de que Bethany y yo no fuéramos desterradas a
“demasiado nerds para ser notadas” en el estatus de la escuela. La loca-por-el-
ambiente y la poeta-invisible. Pero era imposible no notar a Zack. Todos lo
adoraban. Aunque, nosotras lo adorábamos más, y lo adoramos primero, así que
estábamos bien por asociación.
Bethany se puso de pie y lanzó su vaso vacío en la basura antes de regresar por
sus cosas. Sabía que ella iría a casa, se dejaría caer en el sofá con su portátil, y
analizaría cada lista de restaurantes en el estado de Colorado hasta que yo la
llamara. Es todo lo que ha hecho desde que se nos ocurrió la idea de este viaje.
—¡Oh! —Ella chasqueó sus dedos—. Casi lo olvidé. ¿Adivina qué idea tuvo Zack?
—Tatuajes —dijo.
—¿Tatuajes? —repetí.
—Sí, piensa que deberíamos conseguir tatuajes iguales mientras estemos allí.
Como una montaña… o no lo sé… algo sexy.
—Sabes lo que Zack interpretaría por “sexy”, ¿verdad? —Nos imaginé a todos
dejando Colorado con mujeres medio-vestidas y grandes-pechos en tacones de
aguja permanentemente adornando nuestros cuerpos.
—Bueno, sí, pero… —Se detuvo mientras me inclinaba para tirar la basura—. No
lo sé. Podría ser divertido.
7
—Y divertido —repitió.
La voz de Dave cortó a través del restaurante. Estaba quejándose con alguien en
la cocina, lo que me recordó que necesitaba regresar a trabajar antes de que se
enojara conmigo, también.
Bethany, Zack y yo habíamos estado planeando este viaje desde que teníamos
ocho años, cuando la madre de Zack todavía nos llamaba los Tres Terribles.
Comenzó como mi idea ,ir al lugar donde mamá se dirigía cuando murió y ver si
podía entender qué había ahí que era tan importante para ella que dejaría a su
familia de la manera en que lo hizo.
Pero no pasó tanto tiempo antes de que Bethany y Zack quisieran entrar en el
plan. Parcialmente porque eran mis mejores amigos y sabían cuán importante era
esto para mí. Pero principalmente querían estar en el viaje porque sonaba
divertido. Y glamuroso, como algo que las personas harían en una película. Un
viaje de mejores-amigos cruzando-el-país para resolver-un-misterio. ¿Puede
haber algo más de largometraje que eso?
Decidimos que el viaje iba a ser nuestro regalo de graduación para nosotros
mismos, y desde el último día de nuestro tercer año, Bethany ha estado
prácticamente obsesionada con planificarlo. Hablaba de ello constantemente e
incluso estableció un permanente Día de Vacaciones, donde nos juntábamos a
revisar los detalles cada sábado (idea de Bethany). Rotándolo entre nuestras casas
(mi idea). Complementándolo con pizza, videojuegos y un montón de bromas
vulgares con las partes del cuerpo femenino (idea de Zack). Habíamos estado
reuniéndonos todo el verano, y hasta ahora todo lo que habíamos conseguido
lograr era inhalar unas quince pizzas grandes de pepperoni y ganar en el nivel
nueve de algún videojuego de Zombie que Zack había conseguido para su
cumpleaños.
8
hizo un ruido evasivo pero ni siquiera levantó la mirada del periódico que estaba
leyendo en la mesa del desayuno.
—No lo sé —dije—. Ésa es la parte de por qué quiero ir. —Di dos pasos en la
habitación y luego me detuve y crucé mis brazos sobre mi pecho. La habitación
siempre se sentía sola cuando papá estaba en ella. Sola y fría—. Quiero saber por
qué se fue. ¿Qué era lo tan genial de Colorado?
—Si quieres ir, me parece bien. Pero no tenemos dinero para eso. Con la matrícula
de tu hermana y sin un segundo sueldo… —dijo, colocando su taza en el
fregadero. Pero nunca terminó, y antes de que yo pudiera hacer otra pregunta, él
estaba saliendo por la puerta.
Desde que mamá murió, parecía como si papá siempre hablara en oraciones
abiertas como esa, especialmente cuando ella era el sujeto. “Sabes lo que mamá
habría dicho…” o “mamá habría pensado que tu comportamiento ahora…” o “Si
sólo tu madre estuviera aquí…”. Siempre parecía triste y dócil cuando lo decía.
Era el Gran Misterio de mi vida. Mamá. Papá. Qué pasó entre ellos y por qué no
hablamos de eso. A veces parecía como si fuera la única en la casa a quien
siquiera le importaba.
La única vez que había oído a papá decir algo real acerca de nuestra mamá fue
cuando tenía ocho años. Él bebió un paquete de seis en una fiesta del barrio, y
luego volvió a casa y se sentó en la mesa de la cocina, con una caja de zapatos
con fotos viejas en frente de él. Esa noche dijo que nuestra madre estaba “más
loca que la mierda de la casa de un pájaro” lo que sea que eso significara.
Pero Shannin, nuestra hermana mayor, estuvo ahí cuando mamá se fue, y ella no
se rió.
9
Papá se había levantado, tomando la caja de zapatos, y tirándola a la basura,
murmurando algo acerca de ser un viejo tonto. Después dejó el vestíbulo,
aunque, yo entré a hurtadillas y saqué la caja de zapatos, la llevé a mi habitación,
y la escondí debajo de la cama. No sabía por qué, pero guardar la caja sólo se
sentía como algo que tenía que hacer.
Más tarde esa misma noche, cuando estuvimos solas, Shannin nos llevó a su
habitación y nos contó la Verdadera Historia. Cómo se había despertado una
noche por el teléfono que estaba sonando. Cómo había salido a hurtadillas de su
habitación y fue hasta el vestíbulo para mirar desde la esquina, agachándose
contra la pared con la falda del camisón puesta sobre sus piernas. Y luego cómo
el teléfono sonó de nuevo y cómo la voz de papá sonaba realmente molesta
cuando contestó.
—Ha perdido la cabeza esta vez, Jules —había dicho papá—. No lo sé. No sé a
dónde se ha ido.
Shannin nos contó cómo, justo cuando papá colgó el teléfono, la puerta del
frente se abrió de golpe y mamá irrumpió a través de ella, diciendo algo acerca
de ir a Colorado, a las montañas. Papá había tirados de sus codos, diciéndole que
estaba borracha, y rogándole que se quedara, para “ver a alguien”, y mamá
discutió que ya estaba “viendo a alguien”, simplemente no de la manera que él
se refería.
Y luego, más tarde, después de que mamá se hubiera ido y papá había
desaparecido en la cocina y el olor a café comenzó a llenar el aire, Shannin había
regresado a la cama. Y en la mañana ella descubrió que mientras dormía, la
policía había llegado a la puerta y le dijeron a papá que mamá había chocado su
auto con un poste de luz y murió. Así como así.
10
Me quedé mirando esas fotos por horas. Había mirado a mamá, tan feliz, delgada
y brillante, e la imaginé estando borracha y loca como Shannin dijo. No parecía
encajar.
Una foto de ellos en una fiesta. Papá sentado en una silla plegable, con mamá en
su regazo. Su cabello estaba muy corto, y estaba usando un chaleco sobre una
camisa con botones. Sus manos estaban cruzadas alrededor de su vientre y
estaban entrelazadas. Ella tenía las manos descansando en las de él y tenía una
gran sonrisa en su rostro.
Otra, de los dos sentados en un musgoso espacio entre dos árboles. Cada uno
estaba descalzo y con las piernas cruzadas, frente a frente con sus rodillas
tocándose. Sus rostros estaban en las sombras. Parecían que se estaban contando
secretos.
Una tras otra, las fotos contaban una historia. Sólo que era una historia sin final
porque mamá se fue y papá nunca nos dijo por qué, y el final que sabíamos
simplemente no tenía sentido cuando miraba las fotos.
La mamá en las fotos lucía tan amable. La mamá que nos dejó debe haber sido
una persona completamente diferente.
Cuando era pequeña, le pregunté a papá al respecto. ¿Por qué ella se fue a
Colorado? No conocíamos a nadie ahí. Nunca habíamos estado ahí. Pero papá
sólo murmuró que mamá “no estaba en su sano juicio y no sabía adónde iba”.
Una vez dijo algo acerca de mamá siendo “demasiado confiada para su propio
maldito bien”. Pero algo en sus ojos cuando lo dijo me decía que no estaba
diciendo toda la historia. Había algo más en Colorado para mamá. Había algo
importante ahí. Quería gritarle: ¡Oíste acerca de su cerebro en la carretera, papá,
y dijiste que no podías olvidarlo, pero lo hiciste! ¡Lo has olvidado!
Al final, Shannin me dijo que dejara de preguntarle por ello porque molestaba
demasiado a papá el hecho de pensar en mamá. Así que lo hice. Pero no pude
olvidar la historia. Me atormentaba. Literalmente.
11
Ese año, tuve pesadillas. Siempre eran las mismas. Papá gritando en una
almohada, mamá de pie en la cima de una montaña riéndose a carcajadas, su
rostro suave y dulce, su cabello ondeando detrás de ella. En el sueño, ella me
colgaba sobre el borde dentado de la montaña.
—Oh, Alexandra —se burlaba ella—. Deja de hacer tanto escándalo. Sólo piensa,
tendrán que cerrar la vía mientras encuentran una manguera para lavar tu cerebro
de la calle. ¿No es eso emocionante?
Se aclaró la garganta.
—Alex, cariño, sé que estás teniendo un momento difícil estando sin tu, um… —
Sus ojos se llenaron y tragó. Entonces, empujó el sobre en mis manos—. Esto era
de tu madre. Se lo compré en nuestra luna de miel… estaba en su bolso el día
que ella, um…
Sostuvo el sobre con las dos manos, mirándolo mientras tragaba y tragaba,
incapaz de terminar alguna oración, parecía que tenía algo que ver con mi madre.
Él asintió hacia mí, y yo abrí el sobre. Adentro había un collar —una fina correa
de cuero con un pequeño aro en el final, una red de una cuerda de hilo elegante
y claro en el interior del círculo. Pequeñas cuentas salpicaban la delicada red; dos
plumas blancas, tan pequeñas que podrían haber sido de la cola de un colibrí,
colgaban de la parte inferior. Gentilmente pinché las cuentas con mi dedo.
—Se llama un atrapa sueños —dijo él—. Se supone que aleja las pesadillas.
12
Justo entonces, a los ochos años, lo supe. Así como supe que nunca me quitaría
el collar atrapa sueños, supe que un día llegaría a Colorado, hacia donde mi
mamá había estado yendo.
Necesitaba saber que ella iba hacia algo, no que se alejaba de nosotros. No que
se alejaba de mí. Ella me amaba. Necesitaba saber que ella me amaba.
Cuando la tía Jules o la mamá de Bethany o alguien más trataba de decirme que
mi mamá era un ángel que estaba mirándome desde el cielo, nunca pude
imaginarlo.
13
Traducido por AariS
—E
n serio, si no vas a ser ningún profesor de inglés con un palo
metido por el culo, ¿a quién le va a importar una mierda los
objetos directos? —dijo Zack, recostándose en su silla y
cruzando los brazos. Su mondadientes, el nuevo look distintivo de Zack era un
mondadientes, rodó desde uno de los bordes de su boca al otro.
Le di una mirada.
—Pensé que el punto era bastante autoexplicativo. —Él me puso los ojos en
blanco. El mondadientes, que había hecho su camino hacia el centro de sus
labios, estaba saltando arriba y abajo mientras él estaba dándole golpecitos al
otro extremo con su lengua. Suspiré y puse el lápiz abajo—. Bien. Lo que sea.
Sólo no me vengas llorando cuando tu madre te quite el mierdamóvil de nuevo.
Y no esperes que te lleve a todas partes, tampoco.
—¿Con que así es como es ahora? He estado cubriéndote el culo desde siempre.
Salvándote más veces de las que puedo contar. Y simplemente me dejas
colgando a secar. Duele, amiga mía, duele.
Sonreí.
14
—Ahora suenas como mi madre. ¿Qué es lo siguiente? ¿Tú diciéndome que esto
te dolerá a ti más de lo que me dolerá a mí?
Zack descruzó los brazos. Se inclinó hacia delante sobre el papel y estudió la frase
que yo había escrito.
Golpeé su brazo.
—Vuelvo enseguida —dije—. Por qué no escribes cinco frases al azar, y cuando
vuelva encontraremos los objetos directos juntos.
—¿Puedo usar cualquier palabra que quiera? —dijo él, levantando las cejas hacia
mí maliciosamente.
Él me puso una cara y recogió su lápiz. Empujé mi silla hacia afuera y me dirigí a
la puerta, donde la señora Moody seguía de pie, medio fuera, medio dentro,
hablando con Amanda, una de las otras tutoras. La señora Moody estaba
apuntando sobre su hombro con el pulgar a Zack, y Amanda estaba asintiendo.
Esperé, medio preguntándome si había hecho algo mal. Tal vez nos había
escuchado a Zack y a mí bromeando y me estaba despidiendo, lo cual apestaría
totalmente porque, sin el séptimo periodo de tutorías de laboratorio,
probablemente me quedaría atascada en cerámica o alguna otra clase de arte, en
la cual, sin ninguna duda, sería un completo fracaso. Además, me gustaba hacer
de tutora. Especialmente hacer de tutora con Zack. Zack era un estupendo
aliviador de estrés, bromas pervertidas incluidas.
15
—Alex —dijo con una amplia sonrisa. La señora Moody siempre sonreía, incluso
si estabas en problemas. Hablar con ella era como hablar con una nube. Era suave,
gentil. Olía como madreselva y vainilla, y sus ropas siempre se desplazaban a su
alrededor como cintas en la brisa, dando la ilusión de que se estaba moviendo
más rápido de lo que en realidad lo hacía. Cuando hablaba, tenía este constante
y moderado ritmo en su voz que me hacía pensar automáticamente en los
cuentos antes de dormir. Era fácilmente mi profesora favorita. Demonios, era
fácilmente la profesora favorita de todo el mundo—. Ven conmigo. Tengo un
nuevo estudiante para ti.
Ella se dio la vuelta y se dirigió hacia abajo por el corto pasillo hacia su oficina,
su camisa y falda ondulando detrás de ella, y yo la seguí.
—Es transferido de Pine Gate —dijo sobre su hombro—. Sólo necesita hacer un
poco de puesta al día así puede empezar con buen pie en inglés de último año.
Pensé que tú serías la mejor opción para él, siendo nuestra escritora experta y
eso. —Me lanzó una sonrisa mientras se detenía en la puerta de su oficina, luego
se detuvo a un lado y me dio paso.
—Oh —dije. Ni siquiera sabía que teníamos un nuevo estudiante de Pine Gate.
Pero entonces di un paso dentro de la oficina y allí estaba, parado junto al
archivador de la señora Moody, sosteniendo un pequeño pato de cerámica. Nos
vio entrar y rápidamente colocó el pato de vuelta en lo alto del archivador, como
si estuviera avergonzado de haber sido pillado sosteniéndolo.
—Hola —dijo.
—Hola. —Hubo una incómoda pausa entre nosotros mientras la señora Moody
agarraba el pomo de la puerta y la cerraba—. Supongo que soy tu nueva tutora.
—Um, ¿qué pasa con Zack? —pregunté. —Realmente necesita ayuda con los
diagramas de frases. —Además, no añadí, nos estábamos divirtiendo allí.
16
—He movido a Zack con Amanda para la tutoría de aquí en adelante. Ella puede
manejar diagramas de frases muy bien. Cole, estoy segura de que encontrarás
que Alex es exactamente lo que necesitas para ponerte al día y asegurarte ese
lugar que estás buscando en el equipo de baloncesto. —Le dio una mirada a su
reloj—. Tenemos unos minutos antes del timbre final. ¿Por qué no se van los dos
al laboratorio y se familiarizan? Pueden empezar a trabajar en las asignaciones
mañana.
—Sí, señor —dijo Cole con una agradable sonrisa. Tenía un hoyuelo, sólo uno, en
el lado izquierdo. Pero el hoyuelo era bastante lindo. Ni siquiera noté que lo
estaba mirando fijamente.
Me senté en la silla en la que había estado antes, pero Cole se movió a la ventana
y miró fuera, sus manos en el alféizar delante de él. Miré a la parte trasera de su
chaqueta deportiva con la letra del instituto, que estaba tan llena de parches que
difícilmente se mostraba algo de la chaqueta.
Se dio la vuelta.
Señalé su chaqueta.
Miró hacia abajo a la parte delantera de su chaqueta, donde había incluso más
parches y unas pocas medallas.
—Sí. Lo hice bien. Pensé que tal vez querías decir que estaban echando de menos
mi chispeante personalidad y mi inolvidable buena apariencia.
—No, no quise decir… —dije, mentalmente pateándome por sonar tanto como
una idiota.
Él se rió, cruzó la habitación, le dio la vuelta a la silla en la que Zack había estado
sentado y se sentó a horcajadas al revés.
17
—¡Estoy bromeando! No te preocupes por eso. Era sólo una broma.
—Entonces —dijo—, la señora Moody dice que eres escritora. ¿Qué escribes?
—Si puedes hacerlo, yo digo que es importante. Escribir es mucho más difícil que
driblear un balón de baloncesto o atrapar una pelota de fútbol.
—No me has visto tratando de atrapar una pelota de fútbol. No es bonito. Pero
entiendo lo que estás diciendo. Gané un concurso el año pasado con un poema
que escribí para la clase de literatura.
Lo miré. Aún estaba mirándome directamente a los ojos. ¿Cómo hacía eso? Podía
sentir su mirada todo el camino hasta los dedos de mis pies.
—¿En serio?
Él asintió.
—Sí. La señora Moody dice que eres realmente buena. Creo que eres su estrella
deportiva.
Se encogió de hombros.
18
—En realidad no es para tanto. Mi padre consiguió un nuevo trabajo, y
conseguimos una casa más grande. Es una oportunidad para empezar de nuevo.
—Sus ojos se desplazaron de nuevo a la ventana y se mantuvieron ahí durante
un segundo, como si estuviera viendo su antigua escuela ahí fuera. Luego se
inclinó hacia adelante sobre el escritorio de nuevo—. Además —dijo—, puedo
llegar a compartir mi chispeante personalidad e inolvidable buena apariencia con
más del mundo. Un esfuerzo humanitario.
Esta vez yo le señalé a él, y ambos reímos sin que yo dijera una palabra. El timbre
sonó. Nos levantamos, y comencé a reunir mis libros, aún esparcidos de la
revisión de los objetos directos con Zack. Cole no tenía libros, así que se agachó
y recogió mi mochila del suelo. La sostuvo abierta para mí mientras metía mis
deberes en ella.
—Gracias —dije—. Puedo decir honestamente que eso es algo que Zack nunca
hizo. —Zack era mucho más probable que pasara nuestra sesión de tutoría
tratando de hacer botar bolas de queso en mi frente.
—Bien —dije, pero ya se había ido de nuevo antes de que yo pudiera hacer salir
la palabra completamente.
Después de apagar las luces, me quedé en el oscuro salón y sonreí hasta que el
pasillo estaba vacío y los sonidos de coches dejando el aparcamiento llenaron
mis oídos zumbando. No era Zack, pero algo acerca de Cole se sentía bastante
agradable.
19
Traducido por nahirr
T
omé un sorbo de mi té helado y levanté los pies hacia la silla frente a mí.
Incliné la cabeza hacia atrás, volviendo la cara hacia el sol; respiré hondo y
luego lo dejé salir mitad suspiro y mitad bostezo.
—¿Tu padre? De ninguna manera. Sin padres. Además, suena caro —dije,
manteniendo los ojos cerrados. Enrollé los pantalones de mi uniforme del Bread
Bowl tan alto como se pudiera, y podía sentir el abrasador sol de septiembre en
mis espinillas. Después de un turno temprano en la mañana de un sábado,
trabajando con la caja registradora y llenando pedidos de bebidas, el sol se sentía
delicioso—. No estoy hecha de dinero, sabes. Una casa rodante suena como
muchos turnos tempranos —bostecé.
—¿Alguna vez condujiste a través de Kansas? —dijo ella, sus dedos golpeando
otra vez. Volteó el computador, y una foto de un campo llenaba la pantalla—. Yo
trabajaría día y noche para conseguir una casa rodante… así de aburrido es.
Imagina qué tan molesto puede ser Zack encerrado en un asiento trasero con
ocho horas de campos de soja como su única distracción.
—Lo dice la chica cuyos padres están pagando por su viaje. Tendré suerte si
puedo permitirme la gasolina para viajar en la mierda de auto de Zack. Además,
nunca subestimes su capacidad de molestar en la parte de atrás de una casa
rodante. O en un hotel, o una montaña gigante, para el caso.
20
—Está bien, está bien —dijo, sosteniendo sus palmas hacia arriba, como si se
rindiera—. El asunto del dinero. Lo entiendo. Pero voy a revisar casas rodantes de
todas maneras. Si consigo algo realmente barato, ¿por lo menos lo considerarías?
—No —mascullé. El sol se sentía tan bien que ya ni siquiera quería mover los
labios.
Deslizó su silla hacia atrás, con sus patas de metal haciendo un sonido chirriante
en el patio. Era el momento de calma a media tarde en el Bread Bowl, y éramos
las únicas afuera. Empujó sus piernas hacia la silla donde las mías estaban
apoyadas, y nuestros tobillos chocaron entre sí. Abrí un ojo y luego lo volví a
cerrar. Descansamos allí por un rato, nuestras piernas presionadas juntas, el sol
en nuestras caras, mientras Beth recitaba varias noticias y chismes que había
escuchado en la semana.
— Sólo lo conozco como Chico Caliente. Pero creo que oí al señor Clairfield
llamarlo señor Cousin o algo —dijo—. Es de Pine Gate, creo. Déjame decirte,
chica, si ese chico es alguna indicación de ello, tienen buenos hombres en Pine
Gate.
—¡En serio! —dijo con una sonrisa extendiéndose sobre su cara—. ¿Estás dándole
tutoría a Chico Caliente?
Asentí.
—Recién empecé, hace como dos semanas. Está intentando entrar al equipo de
baloncesto.
21
—¿Es estúpido? Lo sabía. Alguien tan atractivo tiene que tener algún defecto.
Negué.
Me encogí de hombros.
—No lo sé. Quiero decir, no lo creo. No salió el tema. Es muy agradable. Pero un
poco pasado de moda, o algo así. Como que me estrechó la mano y llamó a la
señora Moody "señorita", y si ya está en el laboratorio para cuando yo llego se
levanta si está sentado. Muy diferente a los hombres de las cavernas de la escuela,
¿sabes? Cuando entro en una habitación en la que está Zack, en lugar de
levantarse, siempre dice: “Me pareció oler que venías”.
Bethany se rió.
—Por lo menos no te dice Vaquera Fea como a mí. Lleva botas vaqueras a la
escuela un día en el sexto grado, y Zack nunca lo olvidará.
También me reí, girando los brazos para que mis antebrazos tomaran algo de sol.
Sentí mi cara sonrojarse. A veces odiaba la forma en la que Bethany y Zack podían
entenderme.
—Muy maduro —dije, pateándola en el pie. Pero no pude evitar sonreír. Era
cierto, me había encontrado a mí misma pensando en Cole un par de veces
cuando no estábamos juntos. Sobre su hoyuelo y en la forma en que bromeaba
22
conmigo y en cómo sostenía mi mochila por mí, y en cómo estaba nerviosa y
emocionada al pensar en dejarle ver mi poema, que todavía no le había mostrado.
Pero todo eso significaba nada—. Sólo le estoy dando tutoría —dije, volviendo a
ponerme los lentes de sol, cerrando los ojos e inclinando de nuevo la cabeza
hacia atrás—. Él es agradable, eso es todo.
—Y hermoso.
—Es una línea recta. No hay que mapear nada —dijo—. Terminé.
—Bueno, entonces hablemos algo más sobre el hotel. —Podía sentir una gota de
sudor rodar por mi espalda.
—No hay nada más que hablar —dijo—. Ya tengo prácticamente memorizada la
lista de servicios. —Pero pude sentir los pies de Bethany levantarse de la silla y
escuché el roce del metal contra el concreto mientras se acercaba a la
computadora de nuevo—. Entonces llegamos el día uno, nos registramos,
comemos rápido en algún lugar, y nos sentamos en el vestíbulo luciendo increíble
con nuestro nuevo atuendo de viaje por carretera…
—No puedo permitirme un nuevo atuendo de viaje por carretera —entoné por
enésima vez.
—Puedes pedir prestado —dijo ella en el mismo tono, también por enésima vez.
La puerta del patio se agitó al abrirse y entró Georgia, sosteniendo una bandeja
de plástico en una mano y un trapo mojado en la otra.
—No me presten atención, diosas del sol —dijo, limpiando una mesa—. Sólo
estoy limpiando porque alguien no pensó en hacerlo antes de terminar el turno.
Sonreí.
—Lo siento, Gee. Supongo que no se puede conseguir buena ayuda estos días.
Estiré una pierna hacia arriba de forma lujosa y la miré, rotando el pie.
23
—Ja, ja, ja. Me estoy rompiendo la espalda aquí. —Pero podía ver la sonrisa
divertida en su rostro mientras trabajaba. Sacudió las migajas hacia la bandeja
que tenía en la mano.
Georgia actuaba dura, pero era tierna por dentro. Después de cerrar, prendía la
música y cantábamos mientras limpiábamos la cocina. Me llamaba su hija mayor,
y yo le decía la madre que siempre quise. Estuvo para mí más veces de las que
podía contar. Pero si había gente alrededor actuábamos molestas una con la otra.
Era nuestro pequeño juego.
—Adelante, ríete —dijo Georgia—. Voy a hacer tu trabajo por ti, perezosa buena
para nada.
—La mitad del equipo de baloncesto está aquí —dijo Bethany—. ¿Y no es ese
Chico Caliente con ellos?
—Oh, ese —dijo Georgia—. Sí, estaba preguntando por ti, Alex. —Dejó la bandeja
en nuestra mesa y siguió mi mirada hacia la ventana.
24
—¿Y...? —insistí.
—Y le dije que estabas afuera con tu amiga, él ordenó un bagel y se sentó junto
a la ventana con los otros.
—Y eso es todo. Santos cielos, chica, estás actuando como si fuera una gran
emergencia.
—Bueno, odio tener que romper esta fiesta, chicas, pero me tengo que ir. Le
prometí a mamá que haría de niñera hoy. Alex, ¿vienes?
—Espera —dijo Georgia. Sabía por la forma que mantenía la boca, que estaba
tratando de no reírse. Levantó la mano y me sacó la visera, que me había quedado
del trabajo, de la cabeza. Luego se estiró por detrás de mí y tiró de la banda
elástica de mi cabello, dejándolo caer en ondas alrededor de mis hombros. Usó
sus dedos suavemente para esponjar y domar mi cabello. Dio un paso hacia atrás
y me evaluó por un segundo, luego olfateó—. Bueno, todavía hueles a sopa de
patatas, pero te ves hermosa.
Sonreí. A veces Georgia era realmente la madre que siempre quise tener. A veces,
cuando se ablandaba y me cuidaba, imaginaba que así es como una madre
hubiera actuado conmigo. A veces, como una madre, Georgia sabía
instintivamente todas las cosas correctas que decir o hacer. A veces, no podía
saber si ella hacía que el escozor de extrañar a mi madre fuera mejor… o peor.
—Está bien. Vamos —dije, agarrando el brazo de Bethany con ambas manos y
llevándola hacia la puerta—. Sólo saludaremos casualmente al salir.
25
El aire dentro del Bread Bowl era unos quince grados más frío que afuera, y mi
piel casi inmediatamente se llenó de piel de gallina. Mis dientes incluso
castañearon un par de veces.
—Oye, yo te conozco —dijo ella, e incluso antes de darme vuelta sabía a quién
le hablaba. Iba a tener que matarla. Simplemente era todo lo que podía hacer.
Efectivamente dijo—: Eres el chico nuevo en gobierno. Cole, ¿verdad? Alex estaba
hablando de ti.
—Hola —dije, saludando avergonzada e imaginando todas las formas en las que
me podría vengar de Bethany por esto. ¿Matar un árbol, tal vez? ¿Negarme a
reciclar mi botella de agua? ¿Decirle a Zack que le gusta?
Miré mi uniforme.
—No, sólo uso este atuendo porque me encantan los pantalones de poliéster
tipo mamá.
Intentaba ser graciosa, pero nadie rió. Pero Cole sonrió, ese hoyuelo apareciendo
justo sobre la comisura de su boca. Al menos entendió mi chiste, lo que me hizo
sentir un poco mejor.
—Amigo, tengo que volar —dijo Steve Shunk a nadie en particular, arrugando el
envoltorio de su sándwich con una mano. A continuación todos los chicos
comenzaron a moverse, empujando sus sillas y arrugando sonoramente sus
envoltorios.
—Sí, nosotras igual deberíamos irnos —dije, tirando del brazo de Bethany—. ¿Te
veo en el laboratorio el lunes?
26
—Genial —dije, luego giré y prácticamente corrí para salir de allí antes de que
los chicos atascaran la puerta.
—Por favor. Ver a ambos pretender que no se estaban haciendo ojitos fue castigo
suficiente.
Sonreí a pesar de mí misma. Ella podía tener razón sobre ello. También creía que
él me había estado mirando diferente últimamente.
27
Traducido por Lililamour
C
elia estaba con Bethany y Zack, esperándome en mi casillero antes del
periodo final. Tomé una respiración profunda. Sabía que éste iba a ser un
año difícil, con mi hermana pequeña paseando por los pasillos. No es que
no la amara ni nada de eso, pero, bueno, sólo digamos que si dieran premios por
ser ruidosa, malvada y totalmente inmadura, Celia necesitaría una vitrina de
trofeos.
Mi abuela solía decir que era porque Celia creció sin una mujer en la casa. Que
aprendió con papá que si sólo aullaba y pataleaba conseguiría lo que quisiera. Es
una bebé malcriada, solía decir la abuela, levantando la barbilla hacia Celia.
La abuela tenía razón, Celia era difícil de llevar. Y aulló y pataleó un montón. Pero
no era para que papá le diera algo, era porque a veces era la única manera de
conseguir que papá pusiera atención. Shannin y yo optábamos por rendirnos con
papá y atender los asuntos nosotras mismas. O a veces simplemente nos
dábamos por vencidas. Pero Celia averiguó que necesitaba chillar más fuerte. Y
por lo general funcionaba.
Celia era una malcriada. Habrías pensado que hemos sido cercanas debido a que
sólo tenemos tres años de diferencia. Pero Celia era demasiado a veces. Era
grosera y brusca y cansina y cínica. Pasaba por la vida como si todo fuera de ella
y todo el mundo debería inclinarse para dárselo. Nunca sonreía a menos que
quisiera algo. A veces me sentía mal por ella porque nunca parecía feliz, pero por
lo general ese sentimiento duraba poco porque sin duda podría decir o hacer
algo desagradable y arruinar cualquier simpatía que alguien pudiese tener para
ella.
Bueno, excepto Zack. A Zack le gusta Celia de una manera como hermano mayor.
Pensaba que ella era “frágil” y podía seguirle la corriente, dejándonos a Bethany
y a mí negando con nuestras cabezas y poniendo los ojos en blanco.
—Necesito un aventón a casa —gritó Celia, antes de que tan siquiera llegara a
mi casillero—. No voy a ir al Yearbook Club hoy.
—Está bien —dije—. Sólo encuéntrate conmigo fuera del laboratorio de tutoría.
28
—¿No puedes bajar a la sala de los de primer año y recogerme ahí? No quiero
tener que caminar todo el camino hasta aquí.
—Dios, Alex —dijo ella, echando sus rizos por encima de un hombro—. ¿Por qué
no puedes por una vez simplemente ser agradable?
—Te voy a dar un aventón, ¿no? —dije con cansancio mientras sacaba un par de
Starbursts fuera de la bolsa de mi segundo estante.
—Bien, Celia —dije, volteando mi cabeza por la puerta del armario para fruncir el
ceño hacia ella—. Si soy tan perra, puedes conseguir un aventón con alguien más.
29
—Te diré algo —dijo él con la boca llena de Starburst—. Te encontraré en el salón
de los de primer año y te acompañaré aquí yo mismo. Cargaré tu pesada mochila
por ti. Incluso te daré un paseo en mis hombros si tus piernas se rinden, mi señora
—le dijo a Celia.
Miré por encima de mi hombro. Ella estaba radiante, inclinando su cabeza contra
el brazo de Zack. A veces pienso que tal vez su acto damisela en apuros no era
tanto un acto con respecto a Zack. A veces pensaba que realmente le gustaba.
—Trato —dijo—. Es bueno saber que uno de ustedes puede ser agradable.
La campana de alarma sonó y Celia dio un gritito, se salió de debajo del brazo de
Zack, y luego se escabulló para volver a la sala de estudiantes de primer año para
su última clase. Zack se quedó atrapado hablando con un tipo en el bebedero.
—¿Vas al partido de fútbol esta noche? —pregunté a Bethany, quien tenía el más
grande enamoramiento por Randy Weston, el delantero estrella del equipo,
prácticamente desde su nacimiento. Él no sabía que ella existía.
—No puedo —dijo—. Enviro Club. —Bethany era una de esos tipos súper
cerebrito quien pasaba la mayor parte de su tiempo estudiando para exámenes
de matemáticas, incluso cuando no tenía ninguno a la vista, y en su “tiempo libre”
estaba ocupada “salvando al mundo, una botella de plástico a la vez”. Usaba
camisetas de bambú y joyería de cáñamo y por lo general hacía miserables las
vidas de sus padres con la hiperactiva vigilancia de los botes de basura. Y era lo
suficientemente inteligente como para tener, cada terrible y deprimente
estadística acerca de cómo la humanidad está arruinando la Tierra,
permanentemente grabada en el banco de su memoria.
—Dios, no. Además, no sé, no estoy segura de estar tan colada por él nunca más.
Jadeé.
30
Llegamos a los vestidores y nos detuvimos; Bethany tenía Everyday Sports en el
séptimo período, la cual era la clase de educación física que todos los chicos que
odian educación física toman en el último año. Se encogió de hombros otra vez.
—Tal vez sólo deberías decirle cómo te sientes. Ver a ciencia cierta si está
interesado. —Esto era enorme, viniendo de mí. Si ninguna de nosotras iba a ser
del tipo de poner sus cartas sobre la mesa, era mucho más probable que fuera
Bethany que yo.
—¿A quién le vas a decir cómo te sientes? —preguntó Zack, acercándose por un
lado. Apoyó su codo sobre mi hombro, con un palillo de dientes colgando de la
comisura de su boca.
—¿Es así? —dijo él, luego agarró la cabeza de Bethany con una mano y levantó
la otra mano por encima de su cabeza—. ¡Tú lo has pedido! —dijo, aplastando la
cara de ella dentro de su axila. Ella estaba chillando y golpeando su pecho, pero
cuando él la soltó, se veía sonrojada y feliz.
—No sin Alex —dijo Zack, agarrando mi mano y jalándome hacia el pasillo detrás
de él—. Vamos —dijo—. Te encaminaré al laboratorio de tutoría. Celia quiere que
algo de mi bondad se frote en ti. —Medio me arrastró por el pasillo hacia el
laboratorio, dándome “Bondad 101” con una voz de ridículo falsete, hasta que la
señora Moody lo hizo entrar a la habitación de Amanda, diciendo algo sobre él
necesitando poner tanto esfuerzo en su gramática como lo hace con su humor.
31
Su cara era todo sonrisas.
Se sentó en el asiento frente a mí, apoyándose en sus codos. Las mangas de cuero
de su chaqueta Pine Gate crujieron debajo de él.
Busqué en mi mochila durante unos minutos y luego saqué una hoja vieja de
papel de cuaderno. Se la entregué sin decir nada. La verdad era que estaba tan
nerviosa que no sabía qué decir. No estaba exactamente acostumbrada a dejar
que nadie, aparte de los maestros, viera mis escritos. Y Cole no era cualquiera,
tampoco. Por alguna razón, quería impresionarlo.
Él miró el papel durante un tiempo, con una arruga entre sus cejas.
—Oh —dijo finalmente, sus ojos se iluminaron—. ¡Éste es tu poema! El que ganó
un premio, ¿verdad?
Mi pecho derrumbándose
32
» No puedo asimilar tus atados brazos
Después de un largo rato, luego de que terminó, él no dijo una sola palabra. Sólo
se sentó allí y se quedó mirando fijamente al papel. Mi cara comenzó a sentirse
caliente, y sentí un tirón en mi caja torácica, vergüenza brotando desde dentro
de mí.
—¿Estás bromeando? —dijo él—. Es muy bueno. Quiero decir, realmente bueno.
Sentí mis mejillas elevarse en una sonrisa, a pesar de que la vergüenza era todavía
tan intensa que me retorcí.
—¿Sí? —dije.
33
Finalmente levantó la mirada, con sus labios separados.
—Oh, sí. Definitivamente. No leo mucha poesía, pero esto... —Miró de nuevo el
papel—. Guau. Eres como... Emily Dickinson o algo así.
Pero él seguía mirándome, sólo que ahora el hoyuelo estaba allí, encaramado en
la comisura de su labio.
Sonrió en serio esta vez, y lo sostuvo durante unos segundos antes de romper a
reír. Me devolvió mi poema, y lo metí en mi mochila, sintiendo la incomodidad y
la timidez derretirse.
—Está bien, está bien —dijo, alcanzando el escritorio detrás de él para recoger
su libro de inglés. Lo dejó caer sobre la mesa al lado de mi libreta y empezó a
pasar las páginas—. Si insistes. Pero personalmente, no pienso que fue una
pérdida de tiempo en absoluto.
Continuó hojeando las páginas de su libro, pero cuando levanté la vista hacia él,
me estaba viendo directamente. Rápidamente bajé la mirada, sonrojándome y
diciéndome a mí misma que esa mirada no era nada. Simplemente estaba
impresionado por el poema, eso era todo.
Aun así, por lo que sea que fuera la mirada, no se podía negar, podía sentir su
intensidad hasta en los dedos de mis pies.
34
Traducido por Mutatingskyline
C
orrí a través de la puerta principal de Bethany. Hemos sido amigas por
tanto tiempo que sus padres simplemente lo esperan. Cuando éramos
pequeñas, Bethany vivía directamente frente a Zack y a mí. Irrumpíamos
en las casa de la otra con tanta libertad que ya nadie parecía darse cuenta. Para
cuando Bethany se mudó al otro lado de la ciudad, el hábito estaba tan arraigado
en mí que todavía lo hacía.
—Hola, Alex —dijo ella al verme entrar—. No tienes una mano extra, ¿o sí?
—Tiene una pasa atrapada ahí —dijo ella, extendiéndome las pinzas y apuntando
a su oído—. Puedo verla, pero él no se queda quieto el tiempo suficiente para
sacarla.
Vacilé.
Asintió.
—Lo he hecho un millón de veces. Confía en mí, siempre que no la empujes más
hacia adentro, no habrá problema. Una pensaría que aprenderían. Ryan, detente
—dijo entre dientes al hermano de Bethany, sujetando sus piernas bajo el brazo,
ahora libre.
35
—No sé si yo…
Ryan dejó salir otro lamento y una nueva serie de patadas con incluso más vigor
que antes, casi liberando su cabeza del brazo de su madre.
Le pasé las pinzas a la madre de Bethany y la pasa cayó sobre su regazo. Dejó
salir un largo suspiro y pasó su mano libre por su enredado cabello rubio rojizo.
—Niños —dijo, y dejó salir una risita—. Gracias por la ayuda, cariño.
—No hay problema —dije, pero antes de poder añadir algo más, se oyó un
estrépito desde la cocina, seguido por ladridos rápidos emitidos por el perro de
Bethany, Perry, y otro de sus hermanos gritando “¡mamá!”. La madre de Bethany
apretó los dientes, golpeó las palmas de sus manos contra sus caderas varias
veces, y se levantó.
36
Esto era nuevo, pero empezaba a sentirlo más cada vez que pensaba o hablaba
o veía a Colin. Después de mostrarle mi poema el lunes, él parecía estar cerca
más seguido, lanzando un tímido “hola, Alex” en mi dirección o saludarme con la
mano en el estacionamiento, o lo que fuese. Comenzaba a percibir una vibra de
él que me decía que era más que una coincidencia.
Y esta noche llamó a mi celular mientras me preparaba para salir por la puerta.
—No pasa nada —dijo Bethany, estirándose hacia debajo de su cama y sacando
la carpeta verde que habíamos empezado a llamar los Archivos Obsesivos. Estaba
abarrotada más allá de su capacidad con toda la información de Colorado sobre
la que podía poner sus manos. Había itinerarios, impresiones, cupones, guías e
incluso antiguas listas hechas con crayón que una vez hicimos sobre qué
celebridades deberíamos buscar (Ricky Martin y las Spice Girls encabezaban la
lista)—. No hemos empezado todavía.
—Ew —dije, dejándome caer en la cama junto a Zack—. No me voy a comer eso,
si es eso lo que pretendes.
—A mí también —añadí.
—Vaya, sí vivo para servir, después de todo —dijo él, saltando de la cama—.
¡Hola, señora M! —lo escuché abajo después de salir.
Aproveché la oportunidad.
—Beth —siseé.
—¡Bethany! —repetí, con más fuerza esta vez—. ¡Rápido, mientras Zack no está!
—le hice señas para que se sentara junto a mí en la cama.
37
Levantó la vista y cerró el ordenador, luego se sentó a mi lado.
—¿Quién?
—Cole.
—¿Qué quería?
Sacudí la cabeza.
—Clase de inglés. Tenía una pregunta sobre una novela de Ray Bradbury que
están leyendo. Pero entonces hablamos de cosas estúpidas, también. Ya sabes,
como aquella asamblea que tuvimos la semana pasada. Ese tipo de cosas.
Conteniendo una gran risa que quería, por alguna razón que ni siquiera
comprendía, salir de mí, asentí lentamente.
—Sí.
De nuevo, asentí sintiéndome como una gran y muy feliz idiota con mi sonrisa.
38
—Eso es genial —dijo ella—. Él es realmente lindo, Alex. Deberías hacer tu
movida.
—De ninguna manera —dije, golpeándola con la almohada otra vez. Partes de su
cabello se erizaron y tuvo que ponerlas de vuelta en su lugar—. Y no le digas a
Zack. Ya sabes cómo se pone. El mundo entero sabría para mañana.
—Oh, por favor. Zack es la última persona a la que le contaría —dijo. Entonces
escuchamos a Zack viniendo por el pasillo, hablando con uno de los hermanos
pequeños de Bethany. Bethany abrió la laptop justo en el momento en que Zack
abría la puerta, cargando el pack de doce latas de Dr. Pepper completo.
—Sí —Bethany estuvo de acuerdo—, con mucho aceite y una sensual masajista
caminando sobre tu espalda. Topless.
Zack lanzó las Dr. Pepper sobre la cama y se dejó caer a su lado.
—¡Ew! —dije, rodando lejos de él—. No me voy a acercar a ti con mis pies
desnudos. Ni otra cosa desnuda, si nos ponemos a ver.
Bethany y yo nos miramos por sobre su cabeza y reímos. Por ahora, Zack no tenía
que saber que yo estaba totalmente colada por Cole.
39
Traducido por maphyc
E
staba aún entusiasmada por la llamada y la emoción de Bethany por mí
cuando fui a la escuela el lunes. Algo sobre decirlo en voz alta hizo mi
enamoramiento por Cole parecer más real. Me encontré mirando por todos
lados donde iba, esperando verle y tener la oportunidad de saludarnos el uno al
otro. Tal vez decir hola. Quizás cruzar miradas. Todo parecía ridículo y oh-tan-de-
la-escuela-media, pero esa era la forma en que había empezado a sentir cuando
estaba alrededor de cole, como si los enamoramientos fueran nuevos para mí.
Pero hacia el séptimo periodo, cuando no apareció en la tutoría, era obvio que
estaba ausente, y me sentí un poco desinflada. Para el martes, cuando él seguía
sin volver, comencé a ponerme inquieta, y para el miércoles estaba intentando
intensamente no tomarlo como algo personal. Me senté en el laboratorio sola,
escribiendo un poema y preguntándome dónde estaba Cole.
Cole tenía el libro de Ray Bradbury con él y estaba sorbiendo lentamente una
taza de café con el libro apoyado y abierto frente a él, pero intenté no ponerme
demasiado emocionada cuando me di cuenta que cada vez que alzaba la vista, él
estaba mirándome, también, en lugar de al libro. Después de las prisas de la cena,
Georgia me envió a tomar un descanso, y decidí parar casualmente en la mesa
de Cole.
40
—Oh —dije—. ¿Cuán atrasado estás?
—En el descanso —dije—. No salgo hasta las ocho. —Mi turno para hacer una
mueca.
—Entonces, ¿tienes unos pocos minutos? —preguntó. De nuevo con esa sonrisa.
Asentí, sintiendo la piel de gallina subiendo por mis brazos. Algo sobre esa
sonrisa. Ocurría que la ternura que sentía cuando Cole me sonreía era algo que
nunca había sentido antes. Papá nunca sonreía, y Celia sólo fruncía el ceño. Beth
y Zack me sonreían todo el tiempo, pero sus sonrisas no se sentían como esto.
Sus sonrisas se sentían como risas. La sonrisa de Cole se sintió como calor. Y
como si estuviera destinada sólo para mí.
Hubo unos momentos de silencio incómodo entre nosotros, durante los cuales
me centré sobre todo en el sudor que pude sentir corría por mi espalda. De
repente, tenía miedo de que si mirase hacia abajo, tendría manchas de sudor
gigantes y moriría de vergüenza en el acto. Me aclaré la garganta. Mis dedos se
desviaron hacia el cazador de sueños y empujaron en las cuentas.
Acarició sus manos con las mías mientras caminaba más allá de mí, sacando sus
llaves fuera de su chaqueta. Le seguí fuera hacia el estacionamiento. Me llevó
hacia un viejo coche azul, uno que había visto en el estacionamiento de la escuela
sin tan siquiera preguntarme de quien podría ser, y abrió el maletero.
41
—Interesante hobby —dije, recorriendo con mis dedos las cuerdas. Puede sentir
su hombro, caliente contra el mío—. Yo no sé tocar nada.
—Eso. Fue tan increíble —dije—. No puedo creer que memorizases mi poema.
—No tenía toda la letra exactamente correcta —dijo—. Pero intenté recordar la
mayor parte. Fue la primera cosa en la que pensé cuando lo leí: guau, esto haría
una buena canción.
—¿De verdad? —Él se movió para poder sentarse derecho—. Quizás te enseñe
algún día. No es tan difícil. —Colocó su mano sobre la mía e hizo vibrar las
cuerdas con más confianza. La vibración bajo la yema de mis dedos parecía agitar
mi cuerpo entero. Encogí los dedos de mis pies dentro de mis zapatos.
—Sí —dijo.
42
Y había una incomodidad entre nosotros. Por mi parte la incomodidad se llenó
con la vibración que todavía sentía en los arcos de mis pies.
Él sonrió.
Ambos giramos nuestras cabezas a la vez. Georgia elevó sus cejas, incluso más
arriba. Cole se rió entre dientes.
—¡Más te vale!
43
—Me pidió salir —dije, poniendo mis manos en los hombros de Georgia—.
Vamos a ir al lago el sábado.
—Ooh la la, el lago —dijo Georgia en una voz graciosa—. Suena a problemas
esperando para pasar.
—Oh, por favor —dije moviendo las persianas al lado de ella. Las cerré mucho
más rápido de lo que lo había hecho ella—. Soy una buena chica. No sé nada
acerca de problemas. —Parpadeé mis ojos en forma espectacular.
¿Si tuviera que resumir el día de hoy en dos palabras? Por fin.
44
Traducido SOS por PaulaMayfair y Miranda
C
elia me seguía mientras yo prácticamente corría a través de la sala de estar,
lanzando calcetines sucios y viejas toallas húmedas en un cesto de ropa.
Enderecé los cojines en el sofá y doblé una manta que se había quedado
arrugada en un rincón durante una semana, y la coloqué sobre nuestro feo sofá.
Definitivamente podrías decir que el lugar era mantenido por una familia que se
había dado por vencida. Normalmente eso no me hubiera molestado. Era
deprimente, pero estaba acostumbrada a ello. Pero con Cole viniendo, de repente
estaba avergonzada por todo lo que era mi vida.
Las cortinas estaban cargadas de polvo, el sofá desgastado a través de los bordes
exteriores de los cojines, la alfombra sucia y aplanada. Había vasos, platos y ropa
sucia por todas partes. Botellas de esmalte de uñas estaban pegadas
permanentemente a la mesa de café, que estaba pegajosa en uno de los extremos
por Dios-sabe-qué. No podía recordar la última vez que vi a alguien pasar la
aspiradora. Era asombroso a qué tipo de desastre puedes acostumbrarte. Era
asombroso a qué tipo de vida puedes acostumbrarte.
—¿Así que cuando vas a tener tiempo entonces? —dijo Celia por milésima vez—
. Tenemos que planear esto. Shannin no viene a casa todos los días.
Esto era cierto, sin duda. Shannin casi nunca venía a casa de visita. Iba a ser una
gran sorpresa para papá verla aparecer, sobre todo teniendo en cuenta que ella
iba a venir a ayudarnos a hacer una gran fiesta sorpresa para el cumpleaños de
mi padre, no es que papá alguna vez celebrara algo. Una sorpresa así de grande
necesitaba meses de planificación, o al menos, Celia pensaba que lo necesitaba.
El cumpleaños de papá no era sino hasta abril, y apenas era octubre. Pensaba que
seis meses era mucho más tiempo de lo que necesitábamos para hacer todo esto.
Celia pensó que no era ni de lejos suficiente tiempo. Shannin sólo intentaba
mantener a Celia feliz, pero eso era fácil de hacer a cientos de kilómetros de
distancia. Shannin no tenía que vivir con la persistencia de Celia.
—Lo haré, ¿de acuerdo? Sólo que hoy no —respondí—. Tenemos tiempo. —Ella
45
suspiró y se dejó caer en el sofá, haciendo caer la manta—. Cuidado —dije,
agachándome y recogiéndola. La extendí sobre el cojín para ocultar las manchas
de nuevo.
—¿Cuál es la gran cosa acerca de este chico de todos modos? —preguntó Celia—
. Estás actuando como si fuera de la realeza o algo. Lo vi en la biblioteca el otro
día. No creo que sea todo eso.
—¿Tan… como nuestra casa? Tal vez podría traer a la madre de Zack aquí y ser
una madre suplente. Entonces quizá no tienes que preocuparte acerca de cómo
nuestra familia no es lo suficientemente buena.
Miré a mi hermana. Celia nunca vio ninguna razón para preocuparse por lo que
le había sucedido a nuestra madre. Ella lo veía de la manera que Shannin lo hacía;
la muerte de mamá era lo que era, y la vida de papá era lo que era, y nada de
esto tenía algo que ver con ella. Celia y Shannin parecían no sentir nada cuando
un niño les preguntaba cómo es que nuestro padre nunca dijo algo o cuando
otro adulto nos preguntaba dónde estaba nuestra madre. Mis hermanas no
parecían preocuparse de no poder responder cualquier pregunta sobre nuestra
madre porque esas preguntas no nos habían sido contestadas.
—No es así —espeté—. Sólo quiero que este lugar se vea decente. Sólo estás
celosa. —Por lo general, Celia era la que tenía chicos entrando y saliendo de la
casa. Por una vez, se sentía bien tener a alguien para mí. Alguien mejor que
cualquiera de los chicos grasientos que le gustaban.
Sonó el timbre. Celia hizo una cara de sorpresa fingida y tiró de ella fuera del sofá
mientras yo llevaba un puñado de platos a la cocina.
—Sí —dijo—. Estoy tan celosa de ti por salir con un chico que todavía lleva la
chaqueta de su antigua escuela a su nueva escuela para que todos puedan ver lo
increíble que es. —Ella abrió la puerta mientras yo corría a la cocina y arrojaba
los platos en el fregadero.
46
Oí la puerta delantera abrirse y pude oír hablar a Celia. Rápidamente me pasé los
dedos por el pelo y salí a la sala de estar.
En lugar de Cole, Zack estaba sentado en mi sofá, con el pie sobre nuestra mesa
de café, el mando a distancia ya en su mano. Celia estaba sentada junto a él,
parloteando sobre algo sin importancia. Zack ni siquiera levantó la vista cuando
entré en la habitación. Me acerqué y le di un golpe en la pierna.
Movió su pie hacia atrás y adelante sobre la mesa, con los ojos aún pegados a la
TELEVISION.
—Moviéndolo —dijo.
—Ja, ja, ja —dije—. Eres tan gracioso. —Empujé su pie y lo tiré al suelo.
Finalmente me miró.
—¿Qué? ¿Por qué te preocupas tanto por donde está mi pie de repente?
—El tipo está en mi clase de gimnasia. Es una especie de idiota. Cree que es un
tipo duro. Tiene una boca grande.
—Bethany piensa que todo el mundo es caliente —gritó Zack mientras yo bajaba
por las escaleras. Dejé el cesto en el suelo al lado de la lavadora. Justo mientras
me dirigía hacia las escaleras, sonó el timbre de nuevo.
—¡Yo atiendo! —grité, y corrí escaleras arriba. No tenía que haberme apresurado,
47
Celia y Zack estaban concentrados en el programa que estaban viendo y no
estaban haciendo movimiento alguno hacia la puerta—. Probablemente es Cole
—dije, recuperando el aliento.
—Quédate quieto, mi corazón —susurró Zack con voz de falsete. Celia soltó una
risita.
Abrí la puerta y allí estaba Cole, vestido con una camiseta negra y jeans, su camisa
apretada sobre su pecho, mostrando los músculos debajo. Se veía tan fuerte y
seguro de pie allí. Como si me pudiera proteger de cualquier cosa.
—Hey —dije, tratando de no sonar toda enamorada y sin aliento y como si sólo
estuviera revisando sus pectorales—. Vamos, entra.
Cole cruzó la puerta. Podría jurar que vi su sonrisa desaparecer un poco cuando
miró hacia el sillón. Dios, pensé, mirando la polvorienta habitación, hay todo un
desastre aquí todavía. Pero rápidamente su sonrisa volvió.
Celia jugueteó con sus dedos en dirección a Cole sin siquiera mirar arriba, pero
Zack se levantó del sillón y caminó hacia nosotros.
—Él es Zack —dije—. Es mi vecino. Hemos sido amigos desde que ambos
teníamos pañales —añadí, y después de decirlo me sonrojé. Dios, ¿quién habla
de pañales en su primera cita?
Zack entrecerró los ojos hacia él, mordió su palillo un momento, y después dijo:
—Supongo que podrías decir algo así. —Algo en su voz era lo suficientemente
agudo para hacer que Celia nos mirara, curiosa.
48
me veía. Sus ojos estaban bloqueados en los de Cole, y el aire de la habitación
de repente se volvió incómodo.
Era realmente raro. Zack definitivamente tenía sus opiniones sobre la gente, pero
era el tipo de chico al que casi todo el mundo le gustaba. Podía decir que
verdaderamente no le gustaba Cole, y me pregunté qué habría pasado entre ellos
en clase de gimnasia.
—Genial —dijo Cole al final, y así como así la extraña sensación en la habitación
se evaporó. Entonces se giró hacia mí.
—Hey, pensé que teníamos planes para esta noche —dijo Zack a nuestra
espalda—. Es sábado. —Justo así el sentimiento electrizante se fue y fue
reemplazado por molestia. Cualquiera que fuera el propósito de Zack, esto era
completamente molesto. Lo estaba haciendo sonar como si tuviéramos una cita
o algo.
—Como sea —dijo Zack—. Pero ya sabes cómo se pone cuando te pierdes uno
de sus Días de Vacaciones. Esta noche íbamos a resolver, ya sabes, arreglos para
dormir y cosas para el viaje. —Puso una sonrisa arrogante cuando dijo “arreglos
para dormir”, y quise pegarle un puñetazo. Iba a hacerle lamentar esto.
49
cerramos la puerta detrás de nosotros.
—Vaya —dijo Cole una vez que estábamos en el porche delantero—. ¿Siempre
es tan protector?
Pensé en ello y, ya sabes, sí, siempre desde que podía recordar, Zack había sido
tan protector conmigo y Bethany que a veces llegaba a irritar. Y lo que fuera ese
pequeño enfrentamiento con Cole en mi salón justo ahora se pasaba de irritante
a ofensivo.
—Sí —dije, saliendo del porche—. Lo siento. Hablaré con él. Se tranquilizará.
—Es intenso —dijo Cole, abriendo la puerta del coche para mí—. ¿Tus padres te
dejan de verdad ir de viaje con él?
Todo lo que pude escuchar fueron las palabras “tus padres” y mi cara ardió.
Verdaderamente no estaba preparada para la charla “dime algo sobre tus padres”
con Cole todavía. Nunca podría decir “mi madre murió” y dejarlo así sin más.
Todos querían saber cómo, y odiaba responder esa pregunta. Era bastante
complicada. Normalmente mentía sobre lo que le ocurrió. Pero no quería
mentirle a Cole. Tampoco quería decirle que mi madre estaba “loca como una
cabra” en nuestra primera cita juntos. Quería que fuera una noche divertida.
—En realidad, estará bien —dije—. Bethany y yo no seríamos capaces de ir sin él.
La idea de no llevar a Zack en el viaje conmigo parecía casi ridícula. Zack había
estado ahí desde el primer día. Sabía de las fotos debajo de mi cama. Me vio llorar
cuando Bethany pasó el sábado de compras en St. Louis con su madre. Presenció
la avergonzada mirada en mi rostro cuando tuve que sentarme con él y su madre
en quinto grado en el Té del Día de la Madre. Me respaldaba cuando le decía a la
gente que mi madre murió de cáncer, y nunca me hizo actuar aunque era
cualquier cosa menos perfecta e increíble. Él entendió lo importante que esto era
para mí. Además, sin Zack, no seríamos los Tres Terribles. Y, por todos sus
defectos, tenía una forma de hacer las cosas divertidas.
—Bien, entonces —dijo Cole mientras me sentaba en el asiento del copiloto. Puso
sus manos en el techo del coche y me miró, su cuerpo bloqueando todo el marco
de la puerta, su rostro entre sombras—. Me disculparía por retenerte de ir a casa
de tu amiga esta noche, pero creo que soy un poco egoísta. Te quiero toda para
mí, Emily Dickinson.
50
Se levantó y después se agachó a mi lado. Por lo menos era capaz de ver su cara,
la cual era suave, amable, justo como cada día en el laboratorio de tutores. No
sabía cuál era el problema de Zack con Cole, pero en ese momento no me
importó. Puede que fuera nuestra primera cita oficial, pero había estado
enseñando al chico durante semanas. Lo conocía mejor que Zack. Sabía lo amable
que era. Lo que fuera que pasara entre ellos dos, Zack no tenía razón.
Sonreí.
—Tú también.
Iba a tener una seria charla con Zack más tarde. Sus problemas personales con
Cole no iban a arruinar esto para mí.
51
Traducido SOS por PaulaMayfair
C
ole me había invitado a salir a nuestra segunda cita antes de que incluso
termináramos con la primera.
Hundí mi cabeza, olfateando secretamente. Olía como él; colonia, cuero, algo tipo
tierra y dulce; y estaba caliente. La piel de gallina en mis piernas se levantó aún
más.
Él se echó a reír.
—Totalmente asqueroso.
52
Los dos nos reímos, y una vez más sentí su mano serpentear detrás de mí, esta
vez más cerca. No tenía necesidad de recostarme para sentir su brazo contra mí.
Estaba justo allí. Ahora la piel de gallina se había extendido a mis brazos, aunque
estaba caliente bajo su chaqueta.
—Sólo una advertencia, sin embargo. Puedo tener mis manos sobre mis ojos todo
el tiempo —dije.
—Gallina.
Él asintió con la cabeza, arrastrando una hoja sobre su muslo y hacia abajo de
nuevo.
—Sí. Y béisbol. Prácticamente todos los deportes. He estado jugando desde que
tenía seis años.
—Está bien, supongo. Estoy harto de esto. Realmente no quiero jugar más.
Él soltó una carcajada y se bajó de la mesa, doblando y estirando las piernas una
a la vez. Mi lado, donde sólo había estado sentado, se sintió con corrientes de
aire.
Cole dio una patada en el pie de la mesa un par de veces, y luego, de repente, se
53
iluminó.
—Claro que sí —dijo Cole—. Mira. —Me agarró los hombros y los cuadró de
modo que mi espalda estaba frente a él—. Bien, ahora me la tiras a las tres, y
entonces corres como alma que lleva el diablo. Vamos a llamar a la zona más allá
de la bomba de agua la zona de anotación, justo antes de llegar a la bomba,
comienza a mirar hacia atrás. Te la lanzaré para el touchdown.
Empujó mis hombros hacia abajo, hacia el suelo, llevándome a una posición
agachada.
Ni siquiera miré hacia atrás. Empujé la pelota hacia atrás entre mis piernas y fui
corriendo a través de la hierba, riendo todo el camino. El aire, que hacía apenas
unos minutos me hacía temblar, ahora se deslizaba por mi piel, dándome energía.
Tan pronto como llegué a la bomba de agua, miré hacia atrás. Cole tiró de su
brazo hacia atrás y me lanzó la pelota.
54
Cole estaba prácticamente doblándose, estaba riéndose muy fuerte.
Me agaché y cogí la pelota, luego la lancé tan fuerte como pude hacia Cole,
tratando de recordar las instrucciones del entrenador Hennessee de primer año
de Educación Física: dedos en los cordones, chascar la muñeca. La pelota se elevó
casi pasando a Cole. Tuvo que saltar a atraparla, sacándola del cielo nocturno
como una luciérnaga.
Tiré mi pelo.
—Vamos a verte intentarlo, nena —dijo, y luego comenzó a correr hacia mí,
narrando en voz de comentarista—. Cozen encuentra un hueco en la defensa.
Está en los cincuenta, cuarenta, treinta... parece que nadie lo va a parar ahora...
Corrí hacia él a toda velocidad, mis brazos extendidos, pero un par de metros
antes de alcanzarlo, Cole tiró la pelota por encima de su hombro. Rebotó en la
hierba detrás de él. Dio dos pasos largos hacia mí, puso sus brazos alrededor de
mi cintura y me jaló hacia abajo, girando por lo que ambos aterrizamos en
nuestros lados, su hombro absorbiendo la caída.
Ambos rodamos sobre la espalda, medio riendo, medio sin aliento. Uno de sus
brazos estaba todavía por debajo de mí, sintiéndose cómodo debajo de mi
cintura.
55
—Estás llena de sorpresas —dijo.
Me encogí de hombros.
—Confía en mí, no sabía que podía lanzar una pelota de fútbol así. Ni siquiera
creí que iba a pasar Educación Física el primer año.
Se sentó, sacando su brazo de debajo de mí, y cruzando las piernas por debajo
de sí mismo. Sacó una hoja de hierba y jugueteó con ella.
—No es sólo eso —dijo—. Escribes, planificas viajes de graduación, haces una
gran café, y no tienes miedo de estar en el camino de alguien que está corriendo
hacia ti a toda velocidad y que probablemente podría hacerte papilla. Eres
realmente increíble.
Tiró el pedazo de hierba a un lado y arrancó otro, pasando los dedos a lo largo
de él.
Pensé en ello. Arranqué otro pedazo de hierba y lo enrollé en una bola entre mi
pulgar y el índice. Después de un rato, le dije:
—Tal vez me gustaría simplemente llamarlo Un poema sin nombre. Podría ser
algo simbólico. Como, la relación descrita en el poema ha terminado. Ya está
hecho. Ya no tiene nombre. No sé. Eso es un cliché. —Arrugué mi nariz.
Por una fracción de segundo, consideré sólo sacármelo de encima y decirle a Cole
lo de mi madre. Y no la versión editada; no en la que murió y ahora es un ángel
que mira hacia mí y vamos a reunirnos algún día; la versión real. La versión que
es fea y vergonzosa. Pero el momento pasó, y yo negué con la cabeza.
56
—No, sólo lo escribí —dije.
—Me gusta. ¿Sabes cómo lo titularía? —Lanzó otro pedazo de hierba y se echó
hacia atrás sobre sus manos, estirando las piernas hacia fuera delante de él—. Lo
llamaría Amargo Final1. Porque tal vez no se ha acabado, ¿sabes? Como si
estuvieran aguantando hasta... —Él levantó las manos, una sonrisa arrogante en
su rostro.
—El amargo final —terminé por él, asintiendo con la cabeza. Apreté los labios—
. Hmmm.
—¿Qué quieres decir con hmmm? Vamos, tienes que admitir que es un muy buen
título.
—Hecho —dijo—. Oye, hablando de eso. ¿No íbamos a enseñarte una canción
esta noche?
Me animé.
—¡Sí!
1
Amargo Final: En inglés “Bitter End”, como el título del libro.
57
Traducido por Lililamour
N
os deslizamos dentro del auto de Cole y nos fuimos, salimos del albergue
y serpenteamos a través del parque, más allá de los otros albergues,
donde otros autos permanecían, oscuros y con niebla, en los
estacionamientos. Algunos de los refugiados tenían fuegos llameantes en los
hoyos de su albergue, rogando para que los guardabosques no se presentaran e
hicieran irse a todo mundo. Se suponía que el parque tenía que cerrar al
atardecer, pero nadie nunca prestaba atención a esa regla; ni tampoco los
guardabosques, siempre y cuando nadie corriera el riesgo de quemar el bosque.
Nos topamos con el lado de la carretera del lago, más allá de la cerrada playa y
el muelle de alquiler de embarcaciones, y luego nos topamos con una puerta de
embarcadero cubierta de hierba. Cole se detuvo, aparcó su auto, y se agachó
debajo del tablero para abrir la cajuela.
—¿Aquí? —pregunté.
Asintió.
El cartel no necesitaba estar colgado ahí. Todo el mundo ya sabía del riesgo de
aventurarse por la parte superior del desagüe. Estando ahí para drenar el exceso
de agua y mantener el lago fuera de desbordarse durante los períodos de lluvia,
las compuertas del desagüe podían abrirse en cualquier momento, liberando un
torrente de agua por la pendiente de concreto de diez metros hacia la piscina de
abajo.
La leyenda decía que en algún momento en los años setenta, una chica ebria
había subido a la puerta e inmediatamente cayó a su muerte, cayendo de cabeza
sobre la losa de cemento y ahogándose en el fondo. Shannin siempre decía que
sólo era una leyenda urbana, y que nadie parecía saber quién era la "chica ebria",
sólo que había llorado y gritado pidiendo ayuda y no hubo nada que sus amigos
pudieran hacer sino sólo mirar la superficie del desagüe y gritar su nombre.
58
Los únicos chicos que cruzaban la puerta del desagüe eran los chicos con un
deseo de muerte. Un paso en falso y podrías caer por un lado sobre el concreto
o por el otro dentro del lago mismo. O si se abría una puerta, la corriente de agua
podría llevarte hacia abajo al agua aún si querías ir o no.
—Cole, no creo que... —empecé, pero Cole ya había salido y estaba cerrando la
cajuela con el estuche de su guitarra en una mano. Dio la vuelta por mi lado y
abrió la puerta.
Me guiñó un ojo, y de repente fui invadida por una oleada de audacia. De esto es
lo que se trata la vida, ¿no? Me dije a mí misma. Tomar riesgos. Ir por ellos. No
ser como papá: la cáscara de una persona cambiando de un lado a otro por el
viento, sin ningún lugar real en el cual aterrizar. La vida estaba a punto recibir un
revés. Parándome en la parte superior del desagüe. Escalando puertas con
carteles de peligro. Agarré su mano y salí.
—¿A quién llamaste pesimista? —bromeé, cerrando la puerta del auto con la
cadera y dirigiéndome a la puerta. En tres intentos, estaba a horcajadas encima
de ella, mirando a Cole—. ¿Qué te está tomando tanto tiempo? —dije, y giré la
pierna por encima de la puerta empujándome de la reja y dejándome caer sobre
mis pies al otro lado, casi sin poder creer que acababa de brincármela. Sacudí mis
manos y las puse en mis caderas—. ¿Y bien?
Nos apuramos a través de la maleza, pasando por debajo de las ramas bajas de
la arboleda que nos separaba de la saliente de concreto y de la parte superior del
desagüe. Cuando salimos en el otro lado, contuve el aliento, presionando ambas
manos contra mi estómago, y mi corazón latía con fuerza.
59
Desde lo alto, parecía como si el cemento no tuviera fin, una caída recta a una
piscina de agua verde y cubierta de musgo en su base. En ese momento, estaba
segura de que la leyenda urbana era correcta acerca de una cosa: si algo salía
mal, morirías y no habría nada que nadie pudiera hacer al respecto además de
gritar tu nombre y llorar.
Cole pasó por encima de una hielera de poliestireno desintegrada y puso un pie
en la saliente. Se dio cuenta de que me congelé a mitad de los árboles y se rió
entre dientes.
—¿Ojos abiertos o cerrados? —preguntó, levantando su pie para dar otro paso.
—Cole, no, podrías... —Dio otro paso, sosteniendo sus brazos a los costados, el
estuche de su guitarra colgando sobre el borde del desagüe dramáticamente
mientras caminaba a lo largo de la saliente. Mi corazón latía tan fuerte que trajo
lágrimas a mis ojos—. ¡Abiertos! —grité—. ¡Abiertos!
—¿Ves? —dijo en voz baja, jalándome al centro del desagüe—. Estás a salvo,
Emily Dickinson.
Soltó mis brazos, y volteamos a ver por encima del desagüe. Dejé escapar la
bocanada de aire que no sabía que había estado reteniendo. Sentí que podría
vomitar. Pero al mismo tiempo, me sentí eufórica, como si apenas me estuviera
despertando. Apenas ahora sintiéndome viva. Como si Cole me hubiera traído
del depresivo silencio en el que estaba acostumbrada a vivir. Aquí, no habían
cerebros siendo lavados de ninguna cosa. Aquí, so0lo había... vida.
Nos quedamos ahí por un tiempo, señalando las cosas; el nido de un halcón en
60
un árbol debajo de nosotros, el humo saliendo de una de las casas-refugio; los
faros del tráfico bañándonos. Finalmente, Cole se sentó, con las piernas colgando
sobre el borde del desagüe, se volvió y abrió el estuche de su guitarra. Se arrastró
hacia atrás unos centímetros, luego palmeó el concreto frente a él.
Nos sentamos ahí como por horas, las estrellas centelleando por encima de
nosotros; sólo nosotros dos, solos en un lugar que era tan aterrador y maravilloso.
Estaba tan asustada y tan eufórica que no sabía dónde se detenía un sentimiento
y comenzaba el otro. Lo único que sabía era que amaba la sensación. Y no quería
que se detuviera nunca.
61
Traducido SOS por PaulaMayfair y Itorres
M
e tendí boca abajo sobre el sofá, mis piernas serpenteando sobre las
almohadas y mi cabeza colgando lánguidamente hacia el piso. Podía
sentir toda la sangre corriendo a mis sienes. Cuando hablé, sonaba
como si tuviera un resfriado.
La semana pasada, mientras había estado en el lago con Cole, Bethany y Zack
tuvieron un Día de Vacaciones en la casa de Zack sin mí. En algún lugar entre
Bethany superando a Zack en Holy Rollers 5 y Zack devorando todo un plato lleno
de galletas de chocolate, la madre de Zack les había señalado que es probable
que no estaríamos haciendo mucho esquí si estábamos planeando ir a Colorado
en julio.
—No puedo creer que no haya pensado en eso antes —dijo Bethany, dejándose
caer de nuevo en mi sofá—. Supongo que simplemente asumí que podías esquiar
en cualquier época del año en las montañas.
—Ho… la, universidad —dijo Bethany, empujando sus gafas sobre la nariz.
62
Sostuvo un controlador hacia mí. Negué con la cabeza y retrocedió hasta el sofá
y se sentó entre nosotras, sosteniendo un controlador en su regazo. Había
empujado mi plato de tacos en la mesa de café y me di la vuelta así mis pies
estaban en la cabeza de Zack y mi cabeza estaba a sus pies. Continuaron
discutiendo mientras mi mente vagaba hacia Cole.
Se suponía que íbamos a ir a ver la película La Casa de los Horrores esa noche,
pero después de que Bethany irrumpiera en la clase Literatura Americana el lunes
por la mañana en modo de pánico de vacaciones, yo sabía que no había manera
de que pudiera abandonar nuestra sesión de planificación dos sábados seguidos.
Me excuse por mi cita con Cole, hice tacos, y suspiré mientras trataba de inventar
cosas que podríamos hacer en el verano en lugar de esquiar.
—Gah! —rugió Bethany, golpeándolo en el hombro—. Sí, creo que una excursión
es suficiente.
—¿Qué hay de andar en bicicleta? —dije con irritación, pero seguían discutiendo,
como si ni siquiera estuviera en la habitación con ellos.
63
—¡Vaquera fea!
Lo intenté de nuevo.
—Creo que puedes montar en bicicleta hacia abajo por Pike's Peak.
—¡Zackwad!
—Ustedes —dije, pero mantuve el tono—. Ustedes —dije de nuevo. El cable del
control de alguien botó un taco de la mesa sobre el suelo por mi cabeza—. ¡Basta!
¡Dios! —grité.
—Estoy tratando de ser realmente productiva —dije, mi tono agudo. Podía sentir
mi pulso en mi frente—. ¡Están actuando como niños pequeños!
Hubo un momento de silencio, la única cosa que podía oír era el la siniestra
música de fondo del videojuego, y de repente Zack y Bethany se partieron de la
risa.
El timbre sonó, y me costó conseguir una posición vertical para que pudiera
contestar. Pero había estado boca abajo demasiado tiempo, y Zack era
demasiado rápido. Arrojó su controlador en el regazo de Bethany y saltó así que
estaba sentado en mi estómago, frente a la parte posterior del sofá, donde mis
pies estaban.
—¡Alto! —chillé y reí, golpeando su espalda, tratando de sacar los pies fuera de
su alcance. Todo el infierno se desató en el sofá mientras Bethany venía en mi
ayuda, arremetiendo contra el costado de Zack una y otra vez, tratando de sacarlo
de mí. Me retorcía, riendo hasta que pude ver manchas delante de mis ojos, como
si me fuera a desmayar, y seguí golpeando su espalda. No podía respirar.
Zack se la comió, como Zack siempre lo hacía. Si le decía: "No. Detente" diría
"¿Que no me detenga? Bueno, si insistes..." Si suplicaba "Acaba" solía responder:
"Bueno, voy a intentarlo, pero en realidad sólo pienso en ti como una amiga,
Alex."
64
—Hay alguien en la puerta —dijo en tono acusador.
—No puedo levantarme —dije, entre risas—. ¡Este idiota está encima de mí! —
Golpeé su espalda como si estuviera golpeando una puerta. Celia puso los ojos
en blanco y cogió el pomo de la puerta.
—Idiota, ¿eh? —dijo Zack, y empezó a hacerme cosquillas otra vez, enviándome
a un nuevo vendaval de risas y chillidos.
Sentí aún más sangre subir a mi cara, y, de repente, la habitación estaba muy
seria. Planté ambas palmas en la espalda de Zack y empujé.
—No hay problema —dijo, sonriendo—. Sólo pensé en pasar por aquí.
Celia se había movido hacia el sofá y se sentó donde yo había estado sentada,
agarrando un taco.
65
—Ah, no. Gracias —dijo Cole—. No me voy a quedar.
—Vuelvo enseguida, chicos —les dije, y luego abrí la puerta principal y salí,
dejando a Cole detrás de mí. Ellos ya habían empezado a insultar de nuevo. No
creo que siquiera me escucharan.
Afuera, el aire era fresco y no tanto como parecía. Otra noche clara cuando el
rocío llega temprano y se aferra a los tobillos al caminar por la hierba. Me volteé
hacia Cole en el porche delantero, pero de inmediato hubo una explosión de risa
desde el interior. El rostro de Cole contrajo hacia la ventana frontal. Me di cuenta
de lo que estaba pensando, esto todavía no se sentía como si estuviéramos solos.
Bajé del porche delantero, agarrando la mano de Cole, y caminé por el camino
de entrada, y luego giré a la izquierda en la acera hacia el patio de recreo del
barrio donde Zack, Bethany y yo solíamos jugar cuando éramos pequeños.
—Hola —le susurré en la familiar oscuridad, apenas capaz de distinguir sus rasgos
faciales.
66
—Querías que fuera a solas —le dije, forzando una risa entrecortada, tratando de
romper el hielo. Me mordí el labio inferior, esperando.
Los dos nos quedamos en silencio durante un minuto, al momento que repetí la
escena con Cole en mi cabeza. A pesar de que yo sabía que era inocente, ¿cómo
se había sentido Cole? ¿Cómo me hubiera sentido si yo entrara y lo viera con una
chica sentada encima de él y haciéndole cosquillas?
—No te enojes —le dije—. Zack estaba siendo un bobo. Es lo que hace. No hay
nada detrás de eso.
Cole dejó escapar un pequeño soplo de aire. Sentí que mi pelo se movió
suavemente contra mi hombro.
—No estoy cabreado —dijo. Pero su voz sonaba muy plana, y algo sobre la
sensación en el aire entre nosotros me hizo pensar que estaba enfadado—. Es
que...
Esperé. Él no continuó.
—Ellos estaban actuando como idiotas —dije, rodando mis ojos y sintiéndome
sonrojada—. Yo estaba tratando de… debería haber ido contigo anoche.
Me eché a reír.
—¿Zack? No.
—Es sólo que... realmente me gustas, Alex. Pero no puedo compartirte. —Había
algo muy crudo en su voz.
Tomé su mano entre las mías, luego presioné mi palma contra la suya.
67
Sentí otra ráfaga de aire.
—No —dijo—. Supongo que no. Pero lo que no entiendes es por qué quiero
explotar cada vez que lo veo, es porque él siempre tiene sus manos sobre ti.
—Mi Alex —susurró, entrelazando sus dedos con los míos, nuestras palmas aún
juntas—. Mi pequeña Emily Dickinson.
—Ah, ¿Cómo está Big C? —preguntó Zack—. ¿Tan caliente que está
positivamente fundido?
—No —dije—. Hay que dejar de hacer eso. Sobre todo si Cole esta alrededor, ¿de
acuerdo?
Los ojos de Zack se agrandaron. Echó un vistazo a Bethany, y luego emitió una
carcajada.
68
—Sí, estoy siendo totalmente seria en este momento —le dije—. Entró en mi casa
y vio a otro individuo sentado encima de mí. ¿Puedes realmente culparlo por ser
un poco extraño eso para él?
El rostro de Zack se retorció con fastidio. Zack era el tipo de persona que rara vez
se molestó, pero cuando lo hizo, a veces las cosas se pusieron feas.
—Uh, sí, en realidad. Puedo —dijo—. Este hombre te conoce, como que, cinco
minutos. ¿Te has perdido? ¿Entonces?
—¿Es por eso que vino? ¿Para echarnos a la cara que estábamos haciendo algo
malo?
—Apóyame aquí.
—Alex tiene un punto. Sólo... no le hagas tantas cosquillas cuando Cole esté
alrededor. No es la gran cosa. —Ella levantó la vista hacia mí—. Pero tú como que
nos abandonas —dijo—. Una vez más.
Puse mis manos en mis caderas. Había un millón de cosas que quería decir. No,
yo no te abandono. No estaban haciendo nada más que jugar a los videojuegos
de todos modos. ¿Por qué tenemos que tener sesiones planeadas cada apestoso
fin de semana? Y, eh, sí, por cierto, tú me haces elegir entre tú y Cole, lo cual yo
nunca haría les haría a cualquiera de ustedes.
Y cuando pensé en ello de esa manera, parecía que ellos eran los que eran muy
injustos.
—La semana que viene vamos a tener que sentar realmente algunas cosas —dijo
ella, tirando sus pies más cerca de su pecho, sus sandalias hacían ruido al rascarse
contra el concreto.
69
—No puedo —le dije—. Voy a salir con Cole el próximo sábado. Vas a tener que
jugar a los videojuegos sin mí.
Giré sobre mis talones y me fui, apenas oyendo el ruido frustrado que Zack hizo
a mis espaldas, o el bajo murmullo entre ellos cuando me fui enfurecida cruzando
el césped.
Dos horas más tarde, cuando me estaba preparando para la cama, todavía
estaban por ahí. Y yo todavía estaba enojada. No podía creer que después de
todo lo que habíamos pasado como Los Tres Terribles, parecía más como si
fueran dos y yo era una.
70
Traducido por AariS
A
l final, resultó que no me iba a perder nada de todos modos. El abuelo de
Bethany se cayó saliendo de la bañera, y toda la familia estaba pasando
el tiempo en el hospital, esperando a que los médicos le suturasen la
frente y remendaran sus dos costillas rotas y su esguince en la muñeca.
Zack iba a ir a un partido de fútbol con alguna chica llamada Hannah del club de
teatro.
Cole me recogió justo cuando Zack se estaba yendo para recoger a su cita, los
dos mirándose el uno al otro a través del patio como perros callejeros
preparándose para pelear.
—Tiene una cita esta noche —añadí, esperando que ayudara a Cole a calmar su
mente acerca de Zack y yo. Lo que no le dije es que Zack pensaba que Hannah
era demasiado cursi y tenía una voz áspera y nasal, y sólo iba a salir con ella como
un favor a su madre, que era amiga de la de ella.
Zambullí la barbilla en mi pecho y traté de armarme de valor para ello. ¿Era aquí
donde me preguntaría si me gustaba Zack… otra vez? ¿O era aquí donde
71
preguntaría por qué mi casa es una ruina total? O tal vez aquí es donde
preguntaría por qué nunca hablo de mi familia o por qué nunca ve a mi madre o
a mi padre merodeando. Respiré hondo.
—Vale.
Dio un golpe con su puño en el volante y luego le gritó al coche más cercano.
El cine estaba repleto, así que tuvimos que aparcar apartados en la parte posterior
del estacionamiento.
—Mi lady —dijo en su falso acento británico que me tuvo riendo. Extendió la
mano y tomó la mía, tirando de mí suavemente fuera del coche, cerrando la
puerta con su otra mano.
Dio un paso hacia mí, descansando ambas manos en mis caderas, que
prácticamente ardieron bajo su toque.
—Te ves increíble esta noche —dijo, tirando de mí hasta que nuestros estómagos
se estaban tocando.
72
Esperé que dijera algo más, pero estuve sorprendida cuando en su lugar él sólo
se estiró, enterró sus manos en mi pelo en la parte posterior de mi cabeza, y me
besó. Fue un suave, lento y sencillo beso. Uno de esos primeros besos donde
nadie se vuelve aventurero y donde se siente tan bien que piensas que los dedos
de tus pies podrían derretirse, pero estás tan ocupada esperando que tu aliento
no huela y tu estómago está en tales nudos apretados, que ha terminado antes
de que incluso registres que comenzó.
Aun así. Tal vez me besaría de nuevo. La idea me hizo totalmente perder el
apetito. Sorbí mi refresco.
Se sentó a mi lado.
Se encogió de hombros.
—No lo sé. Solamente pareces una mujer que quiere estar cerca de la acción.
Sacudí la cabeza.
73
—Uh… uh. Sentarme en la primera fila me da dolor de cabeza. ¿Qué hay de ti?
¿Eres un chico de primera fila?
—Siempre.
Puede haber sido mi imaginación, pero podría jurar que Cole dejó de masticar
por sólo una fracción de segundo. Pero fue tan sutil y breve que me sentí dudar
de haberlo visto detenerse, incluso mientras estaba pensándolo.
Pero una cosa no fue sutil: una de las chicas dejó de reír totalmente cuando nos
vio. De hecho, dejó de caminar, sus manos alcanzando a sus amigas a cada lado
de ella, casi como si estuviera asustada.
Miré otra vez a la chica, que estaba ahora distraída por sus amigas. Estaban
charlando, ruidosamente, y pasando una bolsa de caramelos de acá para allá.
—Me di cuenta —susurré—. Parecía lista para salir corriendo cuando te vio.
74
—Nah, no es nada como eso. Es de penúltimo curso. Sus padres son amigos de
mis padres. Solían ser, quiero decir. En realidad no salen juntos desde que nos
mudamos. Lo cual es bueno porque Maria es una especie de psicópata. Tiene que
ir a su terapeuta, como, tres veces a la semana. Loca.
Miré hacia atrás de nuevo. Era verdad que la chica parecía un poco desacoplada,
incluso sentada con sus amigas y hablando. De vez en cuando se volvían suaves
y vacíos, y miraba hacia abajo a su regazo con esta expresión realmente abstraída
en su cara. Y luego alguien la golpeaba, y casi podías verla salir de eso y comenzar
a reír de nuevo. Pero era una risa falsa. Una forzada. Él tenía razón totalmente.
Algo acerca de esa chica no parecía correcto.
—Entonces, ¿cómo es que se mudaron de Pine Gate de todos modos? Está tan
cerca.
Se encogió de hombros.
—¿Quién sabe? Mis padres simplemente decidieron mudarse. Querían una casa
más grande y encontraron una aquí.
Fue mucho más fácil ignorar a las chicas de Pine Gate detrás de nosotros después
de eso. Cole y yo nos sostuvimos las manos y tratamos de vencernos el uno al
otro respondiendo las preguntas del trivial de películas que fueron
desplazándose por la pantalla mientras la sala se llenaba.
75
Cole inmediatamente se inclinó hacia delante.
—Hey, colega —dijo—. Mi novia no puede ver contigo. ¿Crees que tal vez podrías
moverte a otro asiento?
El chico delante de nosotros sacudió la cabeza de nuevo y se volvió otra vez hacia
la pantalla, claramente terminando de discutir con Cole. Su cita se dio la vuelta y
miró a Cole.
—Hey, no pasa nada —dije—. Puedo ver si me inclino un poco a un lado. —Le di
una sonrisa tranquilizadora—. Volveré enseguida.
Pude oír risas familiares haciendo eco hacia fuera de él antes incluso de entrar.
Empujé la puerta para abrirla vacilante, y allí estaba el grupo de chicas de Pine
Gate paradas delante del espejo, atusando sus cabellos y poniéndose brillo de
labios. Maria se estaba lavando las manos.
76
Después de terminar, me abrí paso a un lavabo en el otro extremo de la pared.
Las chicas de Pine Gate estaban totalmente en silencio ahora, y pude sentirlas
mirándome mientras me lavaba las manos.
Finalmente una de ellas, una chica muy pecosa con rizos rebeldes, rompió el
silencio.
—¿Estás saliendo con Cole Cozen? —preguntó. La miré mientras sacaba dos
toallas de papel del toallero. Todas estaban mirándome. Todas excepto Maria.
Ella estaba mirando al suelo.
Se sintió raro decir esas palabras, especialmente desde que sólo supe que era su
novia durante unos cinco minutos ahora, pero no pude evitar sonreír
condescendientemente cuando lo dije.
Me encogí de hombros.
—Un poco de tiempo —dije evasivamente. Si Maria estaba un poco loca, como
Cole dijo, y yo lo creía totalmente, dado lo raro que ella estaba actuando, era
probable que sus amigas fueran extrañas, también. Capté un movimiento por el
rabillo del ojo. Maria había extendido la mano y tirado de la manga de Pecas, y
todas empezaron a susurrar otra vez.
Tiré mis toallas de papel y me dirigí a la puerta, lo que significaba que tenía que
pasar a través de su grupo. Casi pude sentir la temperatura descender cuando
pasé por delante de ellas, poniendo los ojos en blanco. ¿Muy celosas?
—Lo siento —susurré—. Quedé atrapada por tus amigas de Pine Gate. Tenías
tanta razón acerca de… —Pero me callé cuando me di cuenta de que el chico
grande delante de nosotros se había ido. Señalé al asiento vacío delante de mí—
. ¿Dónde han ido?
Cole sonrió.
Esto es, pensé. Esta es la parte acerca de las relaciones que siempre supe que
existía. La parte romántica. La parte de almas gemelas. Esto es lo que vi en
77
aquellas fotos de mis padres, felicidad, amor, sacrificio. Cosas reales. Aquí está.
Es mío.
Sacudí la cabeza.
78
Traducido por PaulaMayfair
—E
stoy empezando a enloquecer —dijo Bethany, sonando sin
aliento en el teléfono. Ella había estado ejercitándose desde
nuestro primer Día de Vacaciones, diciendo que si ella iba a
estar explorando por chicos calientes, no podría estarse viendo toda flácida.
Podía oír el zumbido de su máquina para correr en el fondo—. Quiero decir,
necesito saber si vamos a ir en el verano o el invierno, por lo menos.
—Porque si vamos en invierno, puede que no sea capaz de ir. —Hubo un pitido,
y sus pasos se hicieron más fuerte. Ella estaba corriendo.
—Lo sé.
—Zack sólo quiere alguna conejita novata de esquí cayendo sobre él. Estoy
segura de que podríamos convencerlo de hacer rafting con una palabra: bikinis.
Bethany se rió entre dientes, oí más pitidos y sus pasos se hicieron aún más
fuertes y rápidos.
—Tengo que... irme —dijo aspirando aire—. ¿Podemos... juntarnos alguna vez...
antes del sábado?
—Sí —dijo—. Le enviaré un mensaje a... Zack y... se lo haré saber. —Hubo más
pitidos—. Mierda —gruñó Bethany y colgó.
El día siguiente transcurrió lentamente, casi como todos los días lo hacían ahora
que Cole y yo lo habíamos hecho oficial. Parecía como si el reloj apenas se
moviera durante todo el día hasta el séptimo período, y luego el avanzaría
79
rápidamente. Cole había estado sacando sobresalientes en su clase de Inglés, por
lo que en su mayoría pasamos nuestro tiempo en el laboratorio jugando futbolín
con un triángulo de papel, leyendo mis viejos poemas e intentando ponerlos en
una canción, o besándonos en la esquina entre el gabinete de suministros y la
pared, donde la señora Moody no podía vernos si miraba en la puerta. A veces, si
no tenía que trabajar, iríamos al desagüe después de la escuela, y tocaría su
guitarra mientras yo lanzaba piedras al agua.
Pero hoy Cole no parecía estar en un estado de ánimo tan juguetón como
siempre. Él estaba cabizbajo y de inmediato comenzó a quejarse del señor
Heldorf, su profesor de historia mundial.
Traté de estirarme y sostener sus manos sobre el escritorio, como siempre, pero
él deslizó sus manos hacia abajo sobre su regazo malhumorado.
Me senté con la espalda recta en la silla. Nunca había visto a Cole así. Su estado
de ánimo era tan oscuro que casi podía ver que irradiaba de él. Por lo general
estaba feliz y emocionado de estar cerca de mí. Pero no hoy. Realmente no sabía
qué hacer con este Cole. Intenté sonreír, esperando que esto ayudara.
Puso los ojos en banco y negó con la cabeza. —Esa era mi mamá. Ella siempre
tiene algún tipo de problema que necesita ser resuelto. Siempre me llama o me
hace llevarla a algún lugar o alguna otra mierda. Nunca termina con ella.
80
Cogió mis manos con las suyas y apretó.
—Nah. Sólo alguna mierda. Escucha, no quieres oír hablar de eso. —Se puso de
pie—. Voy a ver si el señor Heldorf tiene un segundo. Me pondré al día contigo
más tarde. —Se inclinó y besó mi oreja.
—Está bien —dije—. Estaré en casa un poco más tarde, sin embargo. Bethany,
Zack y yo vamos a Shubb's de después de la escuela. Planificando el viaje, por
supuesto.
—La madre de Cole llamó. Tuvo que irse —dije—. ¿Está bien si me voy a la
biblioteca?
—Dos órdenes de palitos de pan de queso —le dijo Zack la camarera—. Y una
jarra de Coca. —Se tocó el pecho—. A mí, señoras.
81
—No —dijo Zack, agarrándonos alrededor del cuello—. Quiero decir,
literalmente. A mí. —Nos atrajo hacia su pecho.
Nuestras bebidas llegaron y Bethany usó eso como su oportunidad para tratar de
encaminarnos correctamente de nuevo.
—Creo que el verano sería mejor, también. Podría tomar algunas clases en la
universidad comunitaria en otoño —dije, y mientras lo decía, me sorprendió que
realmente lo dijera en serio. Por toda mi vida, todo estaba llevándonos hasta este
viaje a Colorado. Todo. Nunca consideré que realmente sucedería después.
Shannin se fue a la universidad con becas. Bethany se iría a la universidad,
también. Zack iría a la escuela de actuación. Y yo... nunca había llenado el espacio
en blanco antes. Siempre me encogía de hombros cuando la gente preguntaba.
Era como si nunca hubiera considerado que después de que llegara a Colorado
y resolviera el misterio de por qué mi madre estaba tan empeñada en llegar allí
tendría que volver a mi propia vida. O empezar mi propia vida. Fuera lo que fuese.
Me encogí de hombros.
—Genial —dijo.
82
sentarse con ella y sus amigas de primer año en el almuerzo. No es sorprendente
que lo hiciera. Zack tenía más confianza en sí mismo que nadie que yo hubiera
conocido. Podría quitarse del medio sentándose en una mesa de primer año.
Todo el mundo preferiría morir. Incluso la mayoría de los estudiantes de primer
año.
—Algunos de esas novatas están bien construidas —dijo, una tira de queso
colgando de su labio inferior—. ¿Cómo es que ninguna de las dos se veía así
cuando eran estudiantes de primer año?
—¿Invitaste a Cole aquí? —preguntó Bethany. Una vez más, el tono de su voz
sonaba como si ella me estaba acusando de algo, aunque no sabía exactamente
qué.
Disparé una mirada a Zack. Estiró su boca en una amplia sonrisa falsa.
Saltó al principio, pero sonrió cuando se volvió hacia mí y deslizó sus brazos
alrededor de mi cintura.
83
—No. Pero no es un gran problema. Todavía puedo probar para el baloncesto.
—Él me abrazó más fuerte—. Mmm, te sientes bien. Pero no quiero interrumpirte
con tus chicos. Sólo quería verte. —Estaba de regreso el Cole al que estaba
acostumbrada, feliz y amable.
—No estás interrumpiendo nada —dije. Zack sólo tendría que acostumbrarse a
él y a Bethany no le importaría, siempre y cuando todavía estuviéramos
planeando nuestro viaje—. Ven aquí.
Miré a través del apartado a Zack, desafiándolo a decir algo más. Debe de haber
recibido la sugerencia porque se calló.
—Tal vez podamos encontrar algún lugar para esquí acuático —dije—. ¿Beth?
¿Hay un lago en algún lugar?
—Sin esquí, no hay viaje —dijo Zack. Él pisoteó el pie debajo de la mesa—. El
hombre —anunció con voz de Ricky Ricardo— ha puesto su pie en el suelo, ¡Lucy!
Bethany se rió.
84
—Ja ja, son tan divertidas —dijo Zack—. Da la casualidad de que soy un dios en
patines. Lo rompería en mil pedazos.
—Definitivamente.
—Tú sabes, Gran C —dijo Zack—, eso no es una mala idea. Alex, tal vez deberías
conservar a este tipo después de todo.
Sentí a Cole tensarse a mi lado, pero traté de no reaccionar. Zack estaba siendo...
Zack. Y después de unos segundos, sentí a Cole relajarse. Tal vez, pensé. Sólo tal
vez podía eventualmente conseguir que estos dos se llevaran bien.
Cole asintió.
—¿Qué estás pensando? —pregunté, dando vuelta para que pudiera ver su
rostro, pero estaba encorvada demasiado abajo.
Él se encogió de hombros.
85
—Um, seguro —dijo Bethany, su pulgar picando la esquina de un pedazo de
papel, doblándolo hacia arriba—. Lo conseguiré para ti la próxima vez que te vea.
En el momento en que dejamos Shubb's, estaba sonriendo tan fuerte que mis
mejillas dolían. La idea de Cole yendo a Colorado con nosotros me hizo sentir
aún más emocionada por el viaje. Como si él pertenecía allí.
Mejor que eso, parecía que por fin todo el mundo se lleva bien. Tal vez esto se
resolvería después de todo.
86
Traducido por Kellylc
C
ole estaba esperando por mí en la cabina de atrás, como siempre. Desde
nuestra cita en el cine, cada noche después del trabajo, Cole podría entrar,
ordenar un café, deslizarse a la cabina de atrás y hacer los deberes
mientras esperaba por mí. Él se sentaba allí durante horas. A veces sólo me
miraba. De vez en cuando, cuando levantaba la vista del registro, me guiñaba un
ojo o tiraba un beso. Era la cosa más romántica que había visto nunca en mi vida.
—¿Es que no tiene amigos? —me preguntó Georgia una noche cuando Cole se
acercó al cierre en su auto, donde me esperaría hasta que terminara con la
limpieza.
—Sí, pero todos están haciendo sus propias cosas. Es nuevo, ¿recuerdas? Todos
ellos se conocen desde hace un par de años. Probablemente una vez que inicie
el baloncesto, no va a estar más aquí. Pienso que es romántico.
Georgia asintió.
—Y espeluznante —agregó.
—No es espeluznante.
—Todo lo que sé es que si alguien estuviera allí sentado toda la noche, todas las
noches mirándome, se me pondrían los pelos de punta.
87
todas las tardes en los días que no trabajaba y casi cada fin de semana. Incluso
había empezado a reunirse conmigo en mi casillero entre clases, lo que
significaba que Bethany, Zack y yo no teníamos ni ese pequeño periodo de
tiempo para ponernos al día todos los días. Y no estaba segura, pero pienso que
ellos estuvieron evitando The Bread Bowl porque sabían que Cole estaría allí.
Luego de que Cole hiciera la sugerencia de que viajáramos a Shubb’s, pensé que
todos empezaríamos a salir juntos. Y al principio realmente trate de que así
sucediera. Pero parecía que Cole irritaba a Zack sólo por estar allí, y con Bethany
sintiéndose atrapada en el medio, hubiera sido incómodo simplemente
desaparecer. Después de un par de días todo el mundo sintiéndose incómodo,
comenzaron a estar en mi casillero hasta que Cole llego ahí. Luego dejaron de
venir por completo.
—Bueno —dijo Georgia—. Echo de menos a ese chico lindo. Siempre estaba lleno
de él cuándo venía aquí.
—¿Zack? Sí. Siempre estaba lleno de él y punto. —Sonreí sólo de pensar acerca
de eso, todas las cosas alocadas que hizo Zack sólo para conseguir una sonrisa
de Bethany y mía. Le echaba de menos. Hice una nota mental para ir a su casa y
salir por un par de minutos.
—Es genial tener amigos tan cerca —dijo Georgia, cerrando la caja fuerte. Se
sentó con la espalda recta antes de regresar a la silla—. Hemos terminado pollito
—dijo durante un bostezo—. ¡Conduce con cuidado! Y dile a Zack que venga
alguna vez.
Me jalo hacia sus brazos. —No tienes que hacerlo —dijo—. Entra. Tengo algo
para ti.
88
—Está bien —dije—. Pero sólo por un minuto. Me tienes que traer de vuelta a mi
coche. Necesito hacer una parada donde Zack esta noche.
Cole abrió su puerta y se metió dentro, se arrastró a través del asiento del
pasajero. Se puso tras de mí y encendió el auto.
Cole hizo un sonido evasivo y encendió la radio. Fuimos en coche por un par de
kilómetros, mientras saqué el lazo de mi cabello y puse mi brazo fuera en la
ventana abierta, tratando de quitar el aroma de sopa de patata y levadura que
siempre se aferra a mí luego de mi turno del trabajo.
Cole salió del auto y trotó hacia el patio de recreo. Se puso de pie, mirando hacia
el equipo de juego, pateando las llantas del ferrocarril cercadas. Lo seguí con
curiosidad.
El levantó la vista. Le hice señas para que se acercara. Dio un paso por encima de
los vagones del ferrocarril y se movió lentamente hacia mí. Yo me alzaba sobre
él, mis manos plantadas en mis caderas.
3
Merry-go-round: Carrusel para niños.
89
Me reí, sosteniendo mis brazos en alto formando una V hacia el cielo.
—¿En serio? —dijo Cole, en algún lugar cerca de mí—. ¿A qué velocidad crees
que puedas hacerlo, dueña del carrusel?
—¡Tan rápido como puedas girarla, cariño! —Me reí y el carrusel se sacudió
debajo de mí otra vez—. ¡Guau! Grité, doblando las rodillas y sosteniendo mis
brazos hacia fuera frente a mí para equilibrarme—. ¡Eso es rápido!
El carrusel se tambaleó otra vez. Y otra vez. Podía escuchar a Cole haciendo
gruñidos por el esfuerzo, estaba empujando muy fuerte. Y el mundo giraba a mí
alrededor cada vez más rápido, hasta que todo se volvió una oscuridad
vertiginosa. Ya no podía distinguir las luces del aparcamiento, mucho menos
averiguar en qué relación me encontraba con él.
Cole gruño y el carrusel giró más rápido. Mi pie derecho se deslizó unos cuantos
centímetros hacia el borde. Mis brazos giraban mientras trataba de mantener el
equilibrio. Traté de mirar hacia abajo, para encontrar las barras, pero estaba
demasiado desorientada. El mundo comenzó a balancearse hacia arriba y abajo
como si estuviera en un barco bajo una tormenta.
—Cole —dije, mis manos a tientas frente a mí—. Detente. Es demasiado rápido.
Pero Cole sólo gruñó y el carrusel comenzó a dar vueltas de nuevo. Otra vez, mi
pie se deslizó y mis brazos se giraron violentamente frente a mí.
—¡Detente! —Dije más alto esta vez—. ¡En serio! ¡Es demasiado rápido!
—Cole, ¡Detente! —grité, el viento tiró lágrimas hacia mis sienes—. ¡Me voy a
caer!
Sentí que una barra golpeaba mi cadera. Yo estaba dando bandazos de un lado
hacia otro ahora. Traté de agarrarme de una barra con las manos pero estaba
demasiado confundida para encontrarla, a pesar de que sólo estaba ahí.
—Cole —gemí—. Detente. —Pero para entonces ya era demasiado tarde. Mis
zapatos se deslizaban a través del metal pulido, y sabía que tenía que hacer algo
si no iba a salir lastimada.
Me dejé caer de rodillas y busqué con mis manos a tientas hasta que encontré
una barra, luego me envolví alrededor de la barra firmemente y dejé que mis
piernas se deslizaran tras de mí. Casi inmediatamente, la punta de mi zapato
90
captó astillas de madera de la rueda y las extraje, gritando cuando mis brazos se
sacudieron fuertemente con la curva del final de la barra. La rueda bajó de
velocidad, y mis piernas chocaron con Cole.
—Te quedaste fuera, dueña del carrusel —dijo con un tono de burla en su voz.
Ya se había detenido, pero Cole no hizo ningún movimiento para ayudarme a
levantarme. Incliné mis rodillas en las astillas de madera y me agarré del mango
de la barra, apoyando mi frente en el metal frío mientras me quedaba sin aliento.
—No. —Eché chispas, mirándolo con furia—. Yo te estaba gritando. ¿Por qué no
te detuviste? —Me detuve a mí misma de hacerle la siguiente pregunta: ¿Estabas
intentando lastimarme?
—Oh, Por favor, Alex —dijo. Sentí el cambio del carrusel cuando se sentó en la
ranura a mi lado. Metió la mano entre los barrotes y movió mi cabello fuera de
mi cara. Puso su mano bajo mi barbilla y la levantó para que pudiera verlo—. No
iba a dejar que te lastimaras.
Lo miré.
Pero cuanto más entrecerraba mis ojos hacia él, más suave se volvía su rostro.
Acarició con el pulgar mi mejilla.
—Te amo.
En ese momento, fue como si nada más importara. En ese instante, toda mi furia
se desvaneció bajo su toque. La intensidad de los ojos de Cole fue como nunca
la había visto antes, como si estuviera admirando algo precioso, algo que él no
podía comprender. Su cara estaba llena de ternura y no sé cómo se las arregló
para brillar bajo la oscuridad. Si mi corazón no hubiera estado bombeando
furiosamente, habría comenzado en ese momento. Él nunca me dijo que me
amaba antes.
Me golpeó un recuerdo de una vez cuando era niña, le pregunté a papá si mamá
“fue su amor a primera vista”. Estábamos en el garaje, donde había estado
91
ayudándolo a arreglar el auto. Él había estado retorciendo alguna pieza del auto
dándole vueltas y vueltas con una toalla bajo sus manos, y se detuvo mirando al
espacio por un segundo. Luego echó una mirada hacia atrás muy rápido y espetó:
—Alex, yo no tengo tiempo para… Pásame esa llave. —Y empujó su cabeza hacia
atrás bajo el capo del auto en el que estaba trabajando, caso cerrado.
Así que más tarde, sobre los platos, le pregunté a Shannin si creía en el amor a
primera vista, y ella me había mirado directamente a los ojos cuando dijo:
—No. Debido a que sólo amas verdaderamente a tu alma gemela, y desde que
tu alma gemela es la otra mitad de ti… tú lo has visto antes, ya sabes, en el cielo.
Hasta ahora.
Pero en cambio, la mano de Cole encontró la mía y la tiró hacia arriba. Me puse
de pie, mis ojos nunca dejando los suyos. Se deslizó de nuevo en el carrusel y yo
me senté en su regazo, sintiendo un cosquilleo y algo como… bueno, como ese
tipo de momento que no sucede en la vida real. No a chicas ordinarias como yo.
—Tengo algo para ti —dijo. Metió la mano en su bolsillo y sacó un pequeño oso
de peluche, rizado y blanco, vistiendo una camisa roja que decía “Te amo”. Me lo
entregó—. Es nuestro aniversario de un mes —dijo.
92
—No vayas a casa de Zack esta noche —susurró Cole en mi cuello.
Lo que Cole y yo queríamos era ser felices como en las fotos en esa caja bajo mi
cama. Sólo que seríamos mucho mejores.
93
Traducido SOS por PaulaMayfair
C
elia y yo nos sentamos en la mesa de la cocina, los papeles repartidos en
frente de nosotras, el teléfono en el medio de la mesa en "altavoz". Papá
estaba en el trabajo, e hicimos a Shannin saltarse su clase de sociología de
la tarde para que pudiéramos hablar con ella sobre la fiesta.
—Voy a estar a cargo de la tarta —dije—. Chocolate sobre chocolate, con “Feliz
quincuagésimo cumpleaños, Michael”, ¿no?
—Sí —la voz de Shannin sonó en el altavoz—. Y, Celia, estás llamando a las
abuelas, ¿no?
—Ya lo hice —dijo Celia, inclinándose sobre el teléfono—. Y la tía Jules ya lo sabe.
Ella está haciendo algunas llamadas también.
—Todavía estoy trabajando en eso —dijo Shannin—. Pero estoy bastante segura
de que si Celia se lo pide a las abuelas, se van a hacer cargo. La abuela Shirley
vive para ese tipo de cosas.
—Sí —dijo Shannin por teléfono—. Creo que lo tenemos todo hecho. Y con un
montón de tiempo de sobra. Estamos en buena forma.
94
—No, creo que todavía puedo ir a mi última clase si me voy ahora —respondió
Shannin—. Estamos bien, Ceel. Hablaremos de nuevo antes de que vuelva a casa,
¿de acuerdo? Puedes calmarte al respecto ahora.
—Genial —respondí, antes de Celia pudiera decir nada—. Hablamos más tarde,
Shan. ¡Chao!
Celia me dio una mirada herida y agarró el auricular antes de Shannin pudiera
colgar. Mientras ella decía sus despedidas a Shannin, reuní los papeles, los llevé
a mi habitación y los escondí en el cajón de mi escritorio bajo mis papeles de
Colorado.
Además, Cole era tan increíble. Siempre tan romántico. Siempre me llamaba "sólo
para decirte que te amo." Siempre traía cosas: un animal de peluche, una rosa,
una pulsera de dijes. Siempre esperándome en el trabajo, en mi coche, en mi
casillero. Siempre.
Metí los papeles de cumpleaños de forma segura y cerré el cajón, apartando mis
sentimientos de culpa. Vería a Zack y Bethany en la fiesta de esta noche.
Hablaríamos entonces. Tal vez podría incluso hacer que Zack y Cole se gustaran.
Tal vez se convertirían en amigos. Yo sabía que era una posibilidad remota, pero
tenía que seguir intentándolo.
95
Asentí con la cabeza y la seguí a su sala de estar, que era brillante, alegre, limpia
y olía ligeramente a limón y pino. Tan diferente de nuestra sala de estar de
mierda. En cierto modo, Celia no había estado demasiado lejos ese día cuando
estaba limpiando, no me importaría pedir prestada a la madre de Zack sólo un
poco. No es por otra razón que la de hacer que nuestra sala oliera tan bien.
—¿Está Zack?
—Siéntate, siéntate, sí, está —dijo. La madre de Zack siempre tenía su manera de
hacer oraciones así. Era una especie de conocida por decir cosas como: ¿Por qué?
Sí ,¿te gustaría una bebida? Yo de hecho conseguí una alfombra nueva aquí, toma
un refresco, gracias por notarlo, ¿te gustó? A veces era difícil seguirla, y su
costumbre de decir frases tontas juntas realmente molestaba a Zack, pero
siempre me pareció que era una increíble y perfecta mamá. Siempre pensé que
Zack tenía tanta suerte y ni siquiera lo sabía—. Preparándote para una fiesta, esto
es una sorpresa, toma asiento, él no dijo que ibas a venir.
Sonrió.
Oí pasos arriba y una puerta abriéndose. Luego los pasos se hicieron más fuertes
y más rápidos mientras Zack bajaba las escaleras, con el pelo todavía mojado y
pegado a su frente. Puso una expresión curiosa en cuanto me vio.
—Uh, está bien —dijo finalmente—. Estaba yendo con Bethany, pero puedo
llamarla.
Como si fuera una señal, hubo dos golpes en la puerta y se abrió. Bethany entró.
Me vio y casi se detuvo en seco, sorpresa registrándose en su rostro.
96
—Alex —dijo—. ¿Vienes con nosotros?
—En realidad, yo estaba hablando con Zack de todos nosotros yendo juntos —
dije.
Empujó sus gafas sobre la nariz y puso su giganto-cartera más alto en su hombro.
Como de costumbre, había papeles, cuadernos y periódicos derramándose fuera
de la parte superior de ella. Sólo Dios sabía lo que Bethany guardaba en su bolso.
Tal vez toda una biblioteca.
—Bueno, sí —dijo.
—Gracias —dijo—. Me encanta tu suéter. —Miré hacia abajo y las dos nos reímos.
—Tal vez —dijo riendo—. ¿Cómo van las cosas? Contigo, quiero decir.
—¿En serio?
—Lo sé. —Unos pocos pasos más. Me detuve de nuevo—. ¿Por qué no?
—No estoy segura. Pero creo que algo se hundió entre ellos en el vestuario el
otro día.
97
Bethany se encogió de hombros otra vez.
—¿Estás realmente segura de este tipo, Alex? —preguntó—. Quiero decir, porque
Zack lo hace sonar como un verdadero idiota, ¿sabes?
Me sentí un poco decaída. Zack todavía odiaba a Cole, lo que significaba que mi
idea de conseguir que todo el mundo se gustara entre sí esta noche era aún más
difícil de lo que pensaba en un principio.
—Oh —dijo cuando miré de vuelta a ella—. ¿Cole va a ir? —No pude descifrar la
expresión de su cara. ¿Fue sólo sorpresa, o había algo más allí también? Zack lo
hace sonar como un verdadero idiota. ¿Estaba Zack volviendo a Bethany contra
Cole, también?
—Sí —dije—. Sólo pensé que lo sabías. Pensé que iríamos todos juntos. Ustedes
realmente no han tenido la oportunidad de conocerlo.
Zack nos había alcanzado y se paró al lado de Bethany. No fue difícil en absoluto
a decir lo que pensaba por la mirada en su rostro.
—Vamos, Zack —le supliqué mientras Cole salía del coche, la expresión de su
rostro era una mezcla perfecta de las miradas de Bethany y Zack: sorpresa
mezclada con disgusto. Cole no había dicho nada sobre meterse en el vestuario
con Zack, pero me di cuenta al mirar su rostro que algo estaba pasando. Me
preguntaba si podría oírnos—. Ni siquiera le das una oportunidad. Es un muy
buen chico, lo juro.
—Está bien —dijo ella, dejando salir el aire en un soplo—. ¿Por qué no? Un tipo
así de caliente no puede ser tan malo, ¿verdad? —Sonrió.
98
La abracé.
—Gracias. Sabía que podía contar contigo, Beth. —Miré a Zack, mi cara
suplicando.
Pero cuando los tres con los brazos enlazados comenzamos a caminar hacia el
camino de entrada, podría haber jurado que vi una mirada gélida caer sobre la
cara de Cole.
99
Traducido por PaulaMayfair y Jo
M
anejamos casi todo el camino sin que nadie hablara.
—Claro —dijo, una sonrisa obviamente forzada extendiéndose por sus mejillas—
. Cuantos más, mejor.
Bethany miró a Zack con inquietud, pero los ojos de Zack no dejarían los de Cole.
Finalmente, ella le tiró de la manga de la camisa.
—¿Cómo diablos estás, Gran C? Te ves musculoso esta noche —dijo cuando fue
directo en la cara de Cole. Dio una palmada en el hombro de Cole una vez, sacó
un palillo de la nada, se lo metió en la boca, y se metió en el asiento trasero junto
a Bethany.
100
—Son mis amigos —susurré—. Él está tratando de aligerar las cosas. —Pero, en
realidad, yo ni siquiera podía convencerme a mí misma.
—Ah, se me olvidaba —dijo ella. Sacó un fajo de papeles y lo extendió por sobre
el asiento delantero—. La información que querías sobre el viaje a Colorado, Cole.
—Oh, bien —dije, tomando los papeles. Los sostuve y los sacudí un poco—. Tus
cosas de Colorado —dije con una voz cantarina.
—Sí, genial —dijo Cole, su voz tan fría era como nada que hubiese oído viniendo
de él antes—. Mira eso. La mierda que pedí hace semanas. Realmente amable de
tu parte hacerlo bien, Bethany. —Él bajó la ventanilla, cogió los papeles de mi
mano, y los arrojó a la calle.
—¿Qué demonios fue eso? —dije, pero la sorpresa hizo mi voz débil, y sonaba
como un leve gemido bajo el viento azotando a través de la ventana abierta de
Cole.
—Bueno, ya sabes, Gran C —dijo Zack—. Eras la persona importante número uno
en su lista, pero estaba tan abrumada por lo increíble que eres, que nunca podría
reunir el coraje para estar en tu presencia.
—No, Alex, deja que tus amigas digan lo que piensan. Está bien. Por favor,
continúen, señoritas.
101
—Cole, detente —dije. Me agaché y empujé su mano de mi rodilla, sintiendo
moretones donde sus dedos acababan de clavarse. Oí a Zack reír en el asiento
trasero, y Bethany acallarlo—. Chicos —dije sin poder hacer nada, pero no sabía
cómo terminar. Obviamente, mi idea de poner a todos juntos iba a terminar como
un desastre total. Me encogí en mi asiento y cerré los ojos. Iba todo mal.
—Lo siento mucho —dijo Bethany, su voz cargada de sarcasmo—. Tal vez es sólo
que no tuve la oportunidad de dártela aún. No he visto a Alex desde que empezó
a salir contigo. —Pude escuchar la culpa en su voz—. Además, queríamos tener
un “buen” momento en ese viaje. —Dejó la acusación colgar en el aire.
—Aw, pero vamos, Bethany —dijo Zack con una voz simpática realmente falsa—
. Un viaje no sería un viaje sin Gran C aquí. Su segundo nombre es diversión.
Cole giró hacia el lugar del refugio. Hizo un sonido de tos extraño en la garganta
y se detuvo en un lugar de estacionamiento debajo de un árbol. La noche apenas
comenzaba a caer, y no podía distinguir a nadie dentro del refugio, pero parecía
como si la mitad de la escuela ya estuviera allí. De repente, no quería ser uno de
ellos. No estaba de humor de fiesta.
—Dame un puto descanso. Alex puede ser demasiado tonta como para ver lo
que ustedes son, pero yo no. Tú... —apuntó a Zack—, simplemente quieres entrar
en los pantalones de mi novia, y tú… —apuntó a Bethany—, estás demasiado
desesperada para ver eso. Es obvio que te gusta este idiota. Pero nunca vas a ser
lo suficientemente buena, porque quiere a Alex. ¿Por qué no los dos toman el
viaje solos? Tal vez encuentren una conexión de amor. Ser el premio de consuelo
entre sí.
Abrí mi boca para decir algo, pero honestamente no sabía qué decir. Estaba
furiosa con Cole, furiosa con Zack, furiosa conmigo misma, y tan avergonzada.
No había palabras correctas.
Cole abrió su puerta y salió. Tiró el asiento hacia adelante y se inclinó para mirar
el asiento trasero.
102
—Sal del maldito auto, hermano mayor —dijo en una voz que sonaba más como
un gruñido—. Y lleva a tu fanática número uno contigo. —Se giró, caminó a mi
lado del auto y abrió la puerta de un tirón.
Ambos salieron del auto, y los observé caminar hasta el refugio, el brazo de Zack
envuelto alrededor de los hombros de Bethany, y la cabeza de Bethany
apoyándose en el lado de Zack.
Me sentí cada vez más pequeña, volviendo a ver la escena en mi cabeza. Intenté
descifrar dónde se había arruinado todo. Era casi increíble para mí que sólo hace
veinte minutos había estado caminado entre Zack y Bethany, con los brazos
entrelazados como lo hacíamos desde que éramos niños, convencida de que esta
iba a ser una noche perfecta y que se enamorarían de Cole justo como yo lo había
hecho. ¿Cómo pudo Cole lanzar esos papeles por la ventana? ¿Cómo pudo tratar
así a Bethany? Puede que no le gusten, pero él sabía cuán importantes eran
Bethany y Zack para mí.
Podría haber dicho algo. Debería haber dicho algo. Ellos eran mis mejores
amigos. Bethany sólo estaba tratando de ser una ayuda. Qué gran mejor amiga
era yo. Debería haber sacado la cara por ellos. Maldición, debería haber sacado
la cara por mí misma.
103
—¿Qué hay de Bethany? Fuiste tan malo con ella. Probablemente nunca me
volverá a hablar —dije, con mis lágrimas cayendo lentamente—. Y estabas
equivocado acerca de Zack. —Estaba defendiendo a Zack por hábito de mejor
amiga. La verdad era que estaba tan enojada con él como lo estaba con Cole.
Zack sí lo presionaba cada vez que Cole estaba alrededor. Llamándolo Gran C.
Realmente, de una manera, Zack lo había empezado, ¿no? ¿Qué tipo de amigo
hace eso?
—Le hice un favor a Bethany —dijo Cole—. Cuando Zack se dé cuenta de que
eres mía y no puede tenerte, ella tendrá una oportunidad con él.
Sacudí mi cabeza.
Él estiró sus pulgares y secó las lágrimas de debajo de mis ojos, luego besó mis
mejillas donde las lágrimas habían estado. Me incliné hacia él, sintiéndome
miserable y con tanta culpa como el infierno. Yo había hecho esto. Había
lastimado a todos. Todo esto era mi culpa. Nunca debería haber empujado mis
amigos hacia él.
Bethany y Zack eran mis mejores amigos, pero no podía permitirme cualquier
extraño triángulo amoroso justo ahora. No podía permitir que ellos odiaran a
Cole por ninguna razón real y que empujaran sus botones cada vez que nos
juntáramos.
Ellos no entendían a Cole. Acerca de la manera que me sentía por él. La manera
en que me tocaba tan suavemente y me miraba a los ojos con tanta bondad. Esas
cosas no sólo se iban porque él se enojaba y perdía la paciencia.
104
No dejaría que cualquier cosa extraña que estuviera pasando entre Bethany y
Zack pusiera las cosas raras entre Cole y yo. Éramos tan perfectos juntos.
105
Traducido por RoChIiI
L
a fiesta no fue divertida, a pesar de que todo el mundo estaba allí, y la gente
había traído todo, desde pelotas de voleibol hasta perros calientes. Incluso
con las puertas del coche abiertas de par en par y la música a todo volumen,
troncos apareciendo y barriles de hielo fluyendo. Esto iba a ser una de esas épicas
fiestas de las que todo el mundo habla todo el año. El tipo de fiesta que queda
en la historia de la escuela. Y todavía no era divertida.
Pero no pude evitarlo. Nada estaba bien. Había asentido cuando me había pedido
perdón, pero yo todavía estaba enojada.
Zack y Bethany estaban en el otro lado del refugio, sentados en el suelo junto a
la fogata por sí mismos. El rostro de Bethany estaba rosa y triste, y de vez en
cuando Zack recogería una hoja o un palo del suelo y lo lanzaría al fuego.
Ninguno de los dos me miraba. Si ellos levantaban la vista, rápidamente
desviaban la mirada. Era como si yo no existiera.
Yo sabía lo suficiente como para saber que Zack, por lo general el payaso en un
evento como este, estaría normalmente justo en el centro del juego de voleibol,
"accidentalmente" tropezando y cayendo sobre una de las chicas
(preferiblemente la que tuviera la menor cantidad de ropa), y al principio todo el
mundo se reiría y pensarían que era gracioso y luego con el tiempo las chicas se
cansarían de ser magulladas y lo sacarían a patadas, y él vendría a donde Bethany
y yo estábamos y jugaríamos algún tonto juego como Joder, Casarse, Matar, y él
nombraría a todas las chicas sobre las que estaba. O tal vez, si Bethany y yo nos
sentíamos malvadas, podríamos empezar una partida de Reta a Zack a Hacer
Cosas Estúpidas, como comer bichos y subir árboles en su ropa interior. Cosas
106
que habíamos estado haciendo que haga desde que teníamos siete. Cosas que
nunca se cansó de hacer ni se enojó por ello.
Pero aun así. Cole se había pasado de la raya. Y yo no entendía cómo podía
hacerme daño de esa manera, sólo para molestar a Zack. No entendía por qué
tenía que hacer daño a Bethany. Ella sólo trataba de ser agradable. Bethany no
sabía cómo ser otra cosa más que agradable. No entendía por qué Cole no podía
esperar hasta que nos quedáramos solos y decírmelo a mí en vez de en sus caras
y arruinarles la noche.
107
Y sobre todo, no entendía por qué lo había dejado pasar.
A medida que la noche avanzaba y pensé las cosas, empecé a perdonar a Cole
cada vez menos. Era más fácil estar enojada cuando él no estaba acariciando mis
mejillas con sus dedos y diciéndome que me amaba y estaba celoso. Era más fácil
estar enojada con él y que tal vez Zack tenía razón. Quizá Cole era una
herramienta.
Pero Zack no estaba allí cuando Cole llevaba mi mochila al coche después de que
sonara la campana final del día. Zack no estaba allí en el cine o en el centro
comercial, cuando en verdad me sentía como la reina de Cole. No sabía cómo
suavemente Cole podía acariciar mi brazo, o como eso me hacía sentir por dentro
o lo cálido que se sentía mi cuello cuando Cole caminaba junto a mí con su brazo
alrededor de él.
Por encima de todo, Zack no sabía cómo, finalmente, me sentía como si... por
primera vez en mi vida... alguien me amaba. Alguien que podía hablarme más
que con mitad de oraciones. Alguien que podía ser más que un collar descolorido
y un montón de fotos antiguas en una húmeda caja de zapatos debajo de mi
cama. Cole era real. Su toque era real. Su suavidad era real.
Cuando por fin llegó la mañana, yo estaba más confundida que nunca. Yo amaba
a Cole, al menos, creo que lo hacía, pero nunca había quedado atascada con
cualquier persona que hubiera herido a Bethany y Zack. Y por primera vez desde
que nos conocimos, yo estaba realmente enojada con Cole. Y estaba enojada con
Zack. Diablos, creo que estaba enojada con todos.
Papá estaba en la cocina, de pie ante el fregadero con una taza de café, cuando
fui a la planta baja para el desayuno. Me acerqué a él, me puse de puntillas y le
besé en la mejilla. Como de costumbre, no dijo una palabra o hizo un movimiento
para besarme de vuelta. Sólo tomó un sorbo de su café de nuevo, mirando hacia
el espacio.
—Buenos días, papá —le dije, estirándome sobre él para alcanzar un plato de la
rejilla de secado al lado del fregadero.
—Lo siento por llegar tan tarde anoche —le dije—. Cole estaba terminando un
partido de fútbol.
—Más como que Cole se estaba emborrachando —dijo Celia, desde la sala de
estar, llevando un cuenco medio lleno de leche. Su cabello estaba parado en
108
trozos grasientos alrededor de su cabeza, y ella aún llevaba sus pantalones de
pijama y camiseta de tirantes.
—Eso no es lo que dijo Zack —replicó ella—. ¿Lo conoces, Zack? ¿Tu supuesto
mejor
amigo? Él me envió un mensaje anoche. Me dijo sobre lo que pasó. —Caminó
perezosamente a mi alrededor a la pileta y dejo el cuenco.
Esperé a que papá me presione para obtener detalles sobre Cole. Una parte de
mí quería que lo hiciera. Quería que él me preguntara quién era este hombre y si
lo que decía Celia era cierto. Quería decirle que estaba enojada y que Zack estaba
causándose problemas él sólo y que me sentía mal por Bethany, pero que aún
amaba a Cole, y yo quería que papá me aconsejara sobre lo que se suponía que
debía hacer ahora.
109
Pero no lo hizo. Terminó su café, enjuago la taza, y la metió en el lavavajillas, todo
en silencio. Me senté en la mesa a comer mi cereal, deseando que él dijera... algo.
Cualquier cosa.
—¿Vas a trabajar? —le pregunté con la boca llena de cereal. Podía escuchar el
filo en mi voz.
Papá gruñó.
—Tengo que trabajar hoy, también, así que voy a verte... —comencé, pero él ya
había dejado el cuarto, un murmullo que no podía distinguir su reconocimiento
de que él me había oído. Suspiré.
—Adiós, Alex. Que tengas un buen día, cariño. Te quiero —dije en voz baja en mi
plato. De repente, ya no tenía apetito. Agarré el cuenco y arrojé el cereal en el
fregadero, escuchando a la estrecha puerta de entrada y el coche de papá en
marcha en el camino de entrada. Al mismo tiempo oí la ducha en el piso de arriba
y las voces con eco del estéreo de Celia.
Era casi imposible creer que tan sólo dos días antes, pensé que tenía exactamente
lo que siempre había querido. Esa persona que me haría su mundo. Quien diría
que me amaba y lo diría en serio. Dos mejores amigos que estaban ahí para mí,
sin importa qué.
Hoy, todo el mundo estaba haciendo fuera sus propias cosas, y yo estaba
totalmente sola.
Sólo que esta vez, no era sólo mi familia la que me daba la sensación de soledad.
Con Zack y Bethany enojados conmigo, estar sola realmente se sentía así.
110
Traducido por PaulaMayfair y Itorres
P
or primera vez en la historia, llegué tarde al trabajo.
La ducha de Celia se cerró, y subí las escaleras para tomar la mía. A mitad de
lavarme el pelo, me di cuenta de que había estado tan distraída por las
acusaciones de Celia sobre Cole y por papá dejándome sin decir palabra y por
Zack segando sin reconocerme que había perdido la noción del tiempo.
—Lo siento, lo siento —dije, respirando con dificultad mientras corría pasado la
oficina de los gerentes para registrarme—. Perdí la noción del tiempo.
111
—Gracias —dije, tomando la visera—. Justo lo que siempre quise. —Pero Georgia
no respondió con una de sus observaciones inteligentes habituales. Reconocí la
voz cortante y los labios fruncidos y movimientos de cabeza contundentes. La
había visto usarla con otros empleados, siempre cuando estaba molesta. Mi
estómago se retorció mientras me daba cuenta de que, por primera vez en la
historia, ella estaba enojada conmigo. Dios, ¿estaba todo el mundo enojándose
conmigo ahora?
—Tienes que salir allí —dijo—. Greg se quedó hasta tarde para cubrirte hasta que
llegaras. Consigue el registro. El almuerzo comenzará pronto.
—Vamos, vamos a hablar —dijo. Luego, más fuerte, hacia la cocina—. ¿Jerry?
¿Puedes ver el registro, por favor?
112
Al principio, ella no dijo nada. Sólo se agachó y abrió la caja fuerte, lanzó una
bolsa de depósito vacío, y cerró la pesada puerta. Pensé que tal vez ella todavía
estaba enfadada, y, más que eso, pensé que me volvería loca si no decía algo
pronto. Pensaba que correría por la calle gritando si una persona más me hacía
la ley del hielo.
Pero después de que ella cerró la caja fuerte, se inclinó hacia atrás, pasó los dedos
por debajo de sus gafas para frotarse los ojos, y luego me miró y sonrió.
—Día ocupado —dijo—. Ha estado así toda la semana. Ven, déjame arreglarte.
Ella me indicó que me diera la vuelta y lo hice. Su silla chirrió, y luego sentí la
visera y la banda elástica ser sacada de mi pelo. Mi pelo cayó contra mi espalda
de nuevo, y entonces las manos de Georgia lo cogieron de vuelta, alisando con
destreza los lados y arriba.
—No eres tú misma hoy, querida —dijo, su voz amortiguada en torno a lo que
supuse que era la correa de la visera o la banda de goma.
Me encogí de hombros.
Agitó su mano hacia mí. —Oh, cariño, sólo estaba bromeando. Todo el mundo
tiene un mal día. Pero escucha. Dave ha estado rondando mucho últimamente.
He oído de Nan que en la tienda Clancy Avenue ha estado en un alboroto.
Cogimos un gerente robando en la tienda del centro y está convencido de que
estamos todos por él ahora. Nan dice que está despidiendo a la gente a diestra
y siniestra, por las cosas más pequeñas, y es por eso que el viejo Grano en el
culoha estado husmeando tanto.
113
Ella asintió con la cabeza.
Me recosté contra la puerta. La última cosa que necesitaba era perder mi trabajo.
Todavía tenía sólo alrededor de la mitad del dinero que iba a necesitar para
Colorado, y eso era si Bethany no pensaba en más cobros adicionales como casas
rodantes y observación de estrellas en los chalets de montaña. Pensar en
Colorado me dio mi punzada habitual de malestar, y mis dedos se desviaron hacia
mi collar. Pero esta vez el malestar no era porque sabía que estaba cada día más
cerca de finalmente salir allí, sino debido a lo que había sucedido con Bethany la
noche anterior. Dudaba que el arrebato de anoche de Cole hubiera hecho
cancelar el viaje, pero ella probablemente se preguntaba si tal vez me gustaría
cancelar. Habíamos estado en discusiones antes, y siempre nos reconciliamos.
Sólo esperaba que esta vez no fuera diferente.
Supongo que no podía culparla. La hija de Georgia, Lily, había estado en algún
tipo de accidente cuando era un bebé, lo que la hizo tener todo tipo de
problemas físicos y de retraso en su desarrollo. Georgia no hablaba mucho de la
salud de Lily, y sólo llevaba a Lily a la tienda en muy raras ocasiones. Ella y su
esposo trabajaban duro para conseguir lo mejor de todo para su hija, pero no
tenían mucho dinero, y Georgia estaba constantemente preocupada por su
trabajo.
114
Georgia se levantó y puso su mano en mi brazo.
—Ahora a sal y ponte a trabajar, tú mocosa malcriada. ¿Crees que esa línea de
enfrente se va a arreglar por sí misma mientras chismorreas?
Estaba cortando con tanta diligencia que ni siquiera escuché la voz de Cole.
Georgia se aclaró la garganta de manera significativa, y miró hacia arriba. Ella
tenía una mirada de advertencia en sus ojos. Yo sabía lo que significaba esa
mirada: No te quedes ahí hablando todo el día. Tenemos trabajo que hacer.
115
lanzó una mirada de reojo otra vez. Casi podía oír sus pensamientos: ¡Piensa en
Lily!
Cole se acercó un par de pasos hacia el mostrador y se puso de pie justo en frente
de mí. Podía oler su colonia. El olor hizo que mis manos temblaran, a pesar de
que quería estar enojada con él.
—No puedo hablar —le susurré, sin levantar la vista—. Tengo que terminar esto.
—Esperaré —dijo.
De pronto sentí su mano tocar mi mejilla. Miré hacia arriba. Estaba tendido sobre
el mostrador, mirándome directamente a los ojos. Su mano acarició mi mejilla
tan suave que podría haber caído allí mismo en el suelo.
A pesar de mí misma, sonreí. Era algo en su tacto, mucho más real que las cosas
extrañas que había dicho y hecho la noche anterior. Y no podía evitarlo. Lo
amaba.
—Alex, ¿ya están picados los huevos? —Y justo en ese momento el hechizo se
rompió.
Todo el mundo tiene un mal día, había dicho Georgia. Todo el mundo. Incluso
Cole. Tal vez eso es todo lo que fue anoche, un mal día de Cole. Colosalmente
malo, pero perdonable.
116
Pasé mucho tiempo mirando hacia arriba, no me pilló por sorpresa cuando
Bethany entró.
—Alex —dijo—. Tu amiga necesita hablar contigo. —Ella frunció los labios y
luego articuló, Que sea rápido.
—Nos gustaría hablar contigo —dijo ella, sonando extrañamente formal—. Zack
y yo ¿Puedes venir?
—Escucha, acerca de anoche… —le dije, pero se detuvo en seco cuando su cara
bruscamente se encontró con la mía. Sus ojos aún se veían muy rojos.
—No quiero hablar de eso aquí —dijo—. Sé que él está sentado justo allí, y no
quiero empezar nada. La cosa es que... bueno, la cosa es que tenemos que hablar.
En casa de Zack. ¿Vendrás?
Miré por encima del hombro hacia Cole, cuya cara había conseguido una
apariencia plana. Él no me estaba mirando, más bien parecía, estar dispuesto a
darse la vuelta y voltear su cara. Dudé. De repente, la ley del hielo que había
estado recibiendo todo el día no se veía tan mal. Todo el mundo con ganas de
hablar, de repente parecía mucho peor.
—Estaré en casa a las seis —le dije. No miré hacia atrás a Cole. Pero no lo
necesitaba. Podía sentirlo mirando de todos modos.
117
Traducido SOS por PaulaMayfair
A
pesar de que Georgia se había relajado sobre mí, para cuando acabé, la
hora punta de la cena estaba realmente empezando, y su tensión había
puesto a todos de mal humor. Me encontré deseando que Grano en el
culo sólo se apareciera y declarará que todo estaba bien y la sacara de su miseria.
Realmente, Georgia era una gerente impresionante, y era tan honesta como el
día es largo. Dave no tenía nada de qué preocuparse con una tienda que ella
mantenía. Me hubiera gustado que ella pudiera ver eso, también.
Me alegré de salir de allí. Y me alegró no tener que trabajar de nuevo por unos
días. Tal vez Dave se calmaría y Georgia sería la misma de nuevo.
Di un paso hacia el comedor, donde Cole seguía sentado. Se puso de pie cuando
entré, y caminó hacia mí.
—Algo me dice que vas a pasar por alto mi pequeña infracción —dijo, agarrando
mi cinturón con los dedos y tirando de mí hacia él—. No me escriba una
infracción, Oficial Alex —gimió falsamente. Me besó en la frente.
118
Sonreí y me incliné hacia él. Se sentía tan bien. Cálido. Relajado. Cómodo. Y a
pesar de la noche anterior, todavía se sentía... seguro. Si cerraba los ojos y lo
aspiraba, casi podía hacerme creer que nada había ocurrido la noche anterior.
Incliné mi rostro hacia él, y usó su dedo para empujar hacia arriba una de las
esquinas de mi boca y luego la otra. Puse los ojos en blanco, pero la sonrisa se
quedó. Él se inclinó y besó cada esquina de mi boca, luego la nariz y cada ojo. En
el momento en que él me jaló más cerca, mis ojos se cerraron y respiraba su olor
y la sensación de los músculos de sus brazos alrededor de mí, y de repente no
podía recordar cómo había estado tan enojada con él. La ira sólo se fue.
Una vez dentro, no se movió. Sólo se sentó allí, sus manos yaciendo flojas en su
regazo, mirando al frente a la pintura descascarada en la pared del fondo del The
Bread Bowl. Lo miré y volvió la cabeza hacia los coches que pasaban, y en una
ocasión vi como la puerta de atrás se abría y Jerry arrastraba una bolsa de basura
al contenedor de basura, todo el tiempo mirando el auto de Cole con suspicacia.
Me hundí un poco más en el asiento.
Parpadeé.
—Lo sé. Pero quería decírtelo otra vez hoy. Ya sabes, no en el calor del momento.
Me di cuenta de que estuviste muy enojada toda la noche.
—Ellos son mis mejores amigos —dije—. Ni siquiera entiendo lo que pasó.
Bethany estaba tratando de ser agradable. Lo que hiciste fue realmente... malo.
Miró a la pared pelada, tamborileando los dedos pulgares sobre sus muslos
rítmicamente.
—Ella está controlando —dijo—. Ella te controla. Sabes eso, ¿cierto? Con toda
esta mierda de Colorado... —se interrumpió, sacudiendo la cabeza—. ¿Cuál es el
119
asunto con este viaje de todos modos? Sabes, nunca preguntaría si estás bien
conmigo yendo a un viaje fuera de la ciudad con otra chica. Una “mejor amiga”.
—Hizo comillas en el aire con los dedos mientras decía las dos últimas palabras.
De repente tenía sentido para mí. Sí, Cole estaba celoso de Zack. Eso ya lo sabía.
Pero él estaba celoso sólo porque no lo sabía todo. ¿Cómo podría? Cada vez que
habíamos hablado de nuestras familias, cambiaba de tema tan rápido como
podía. No tenía la menor idea de lo que significaba para mí mantener a mis
mejores amigos en mi vida. No tenía ni idea de cuántas veces habían estado allí
para mí, o cuántas veces había estado ahí para ellos. No estaba allí cuando
hicimos el plan de ir a Colorado para averiguar el misterio de mi vida. No estaba
allí cuando nos comprometimos a hacer este viaje juntos, los tres, sentados en la
pila de leña en el patio trasero de Bethany. No tenía ni idea de nada de eso.
Incliné una pierna debajo de mí y me volví hacia él. Cogí su mano, parando el
tamborileo agitado, y tiré de ella en mi regazo. Sus mejillas se habían sonrojado
con círculos rojos sobre ellas. Estiré la mano y toqué una. Se sentía caliente bajo
mis dedos.
—Colorado es todo para mí —dije—. Lo ha sido desde que tenía ocho años y mi
padre me dio esto. —Saqué el collar atrapasueños de debajo de mi camisa y lo
dejé colgar entre el dedo y el pulgar.
Dejé caer el collar en mi pecho y sostuve su mano entre las mías, mirando
directamente a sus ojos. Y le dije todo. Le hablé de mamá muriendo. Le hablé de
las fotos y la forma en que solía obsesionarme con ellas cuando era pequeña, y
por papá llamando mamá loca como un gallinero de mierda. Le hablé de las
pesadillas y la terapia y el collar que se suponía iba a traerme el cierre y la forma
en que nunca me lo había quitado desde entonces, y sobre Shannin y Celia y
cómo nunca parecía importarle realmente. Le hablé de cómo papá apenas podía
atarse los zapatos en la mañana, y mucho menos hacer algo para cuidar de
nosotras, incluso después de tantos años.
120
Se trataba de resolver el misterio. Obtener las respuestas que papá no podía, o
no quería, proporcionar. Se trataba de estar donde mamá quería ir y poner su
memoria a descansar. Era sobre mí subiendo en una montaña y ver si podía
sentirla allí. Se trataba de mi vida, y no podía dejarlo pasar porque uno de mis
mejores amigos era un chico. Necesitaba saber que ella no estaba sólo...
abandonándome. Que había algo mejor en Colorado. Tenía que haberlo. No me
dejó atrás a causa de... un capricho. Un estúpido viaje de carretera.
Había hablado hasta que el sol se había bajado completamente y las luces se
habían encendido, bañándonos en un resplandor anaranjado. Los vehículos
pasando por allí estaban usando sus faros ahora, y me alegré de la sensación de
intimidad en el coche.
—Tienes que entender —dije, trazando la parte posterior de la mano de Cole con
el dedo—. Esto es algo que tengo que hacer. Y tengo que hacerlo con mis mejores
amigos, porque han estado allí a través de todo. Ambos. A veces incluso más Zack
que Bethany.
Cole se había quedado en silencio a través de todo lo que dije, y cuando terminé,
él no se movió durante unos minutos. Luego, lentamente, con suavidad, sacó la
mano de debajo de la mía. Con un dedo, trazó la correa de mi collar.
—Tengo que ir a casa —dije—. Tengo que hablar con... —Hice una pausa al
principio, luego me senté un poco más erguida y acabé—. Tengo que hablar con
Bethany y Zack. Sobre lo de anoche. Tengo que arreglar las cosas con ellos.
121
—Tengo que estar en casa a las siete —dije, la curiosidad ganando a lo largo de
mi sentido de urgencia. Sólo tendría que decirle a Bethany y Zack que había
tenido que trabajar un poco más, es todo. Ellos lo entenderían. Siempre lo hacían.
Cole encendió la radio y fue a la calle, golpeando el pedal del acelerador con
tanta fuerza que me sentí presionada en mi asiento. Tenía una determinada
expresión en su rostro. La misma que había estado usando la última noche en el
lago mientras jugaba al fútbol. La que decía que iba a conseguir exactamente lo
que quería, sin importar quién o qué se pusiera en el camino. La que decía
"ganador".
—Vamos —dijo, abriendo la puerta—. Quiero que veas lo que te estás perdiendo.
—Él salió y cerró la puerta, pero esta vez, en lugar de caminar y abrir la mía, se
quedó donde estaba. Abrí la puerta y salí, mirándolo por encima de su coche.
No me dijo una palabra más mientras lo seguía adentro, preguntándome por qué
su voz sonaba tan amarga cuando dijo la palabra "ella".
122
Traducido SOS por PaulaMayfair
L
a casa estaba completamente a oscuras cuando entramos. Como una cueva,
casi. Y si no hubiera sido por el zumbido haciendo eco del diálogo de
comedia en la distancia, seguido de ataques de risas pregrabadas, habría
pensado con certeza que Cole y yo estábamos solos.
Cole depositó sus llaves con un estrépito en una pequeña mesa junto a la puerta,
luego atravesó la habitación del frente tan rápido que tuve que seguirlo
rápidamente para mantenerle el ritmo. Traté de tomar tanto como que pude
mientras caminábamos, pero era difícil en la oscuridad.
La casa parecía mínimamente decorada. Sin cuadros en las paredes. Sólo un par
de chucherías aquí y allá en el escaso mobiliario, sólo formas indescifrables en la
oscuridad. Una canasta en el suelo con una manta derramando fuera de ella. Una
vela aquí. Un libro allí. Me preguntaba si el resto de sus cosas todavía estaban en
cajas de mudanza, o si su casa siempre parecía tan desnuda.
Negué con la cabeza. Él agarró una lata de algo y la abrió y cerró la nevera y
envolviendo la habitación en lo que parecía una oscuridad aún más sombría.
¿Cole siempre vivía así? ¿Paseando por una casa sombría, escuchando la risa
graciosa y barata durante toda la noche?
—Vamos. Quiero que conozcas a mis padres. —Se detuvo en lo alto de las
escaleras y extendió un brazo hacia mí. No podía ver su rostro en las sombras y
estaba repentinamente agradecida de ello. Algo me decía que era sombrío. Algo
me decía que la calidez del chico acariciando mi mejilla y diciéndome que me
123
esperaría hasta el fin de los tiempos había desaparecido en el momento. Caminé
hacia él lentamente, luego tomé su mano y la sostuve mientras me guiaba por
las escaleras.
—Hey, chicos —dijo en una voz plana—. Quería que conocieran a mi novia, Alex.
—¿Qué demonios estás haciendo, Cole? No puedo ver la televisión, ¡maldita sea!
—Papá. Se trata de Alex —intentó Cole de nuevo, y esta vez el hombre, al menos,
reconoció que estaba en la habitación, incluso si él no me veía exactamente.
124
Me volví hacia el otro sillón, donde Cole estaba apuntando, y casi salté. Había
pensado que nadie estaba en la silla, pero sentada, acurrucada prácticamente en
una bola, estaba una mujer muy delgada con grandes y vacíos ojos. Su cabeza
descansaba contra el reposabrazos, sus piernas levantadas en el asiento, sus
manos sosteniendo sus pantorrillas apretadas. Tenía el aspecto de un bebé
mayor, escondida, asustada por una tormenta eléctrica. Ella parpadeó
lentamente, asimilándonos, pero no dijo ni una palabra.
—Entonces —dijo—. ¿Alex, que dijiste? ¿Eres una chica? —Se rió, como si hubiera
hecho una broma particularmente divertida—. Cuando yo tenía tu edad, Alex era
un nombre de muchacho. No sales con un chico, ¿verdad, Cole? —De nuevo con
la risa—. Caray, tendría que patearte el culo si estuvieras saliendo con un
muchacho.
La mujer parpadeó con sus ojos gigantes y los desplazó de vuelta a un espacio
de linóleo sobre tres pies delante de ella.
Oí el otro reclinable moverse de nuevo, y la voz del papá de Cole retumbó tan
fuerte que realmente me hizo saltar esta vez.
—Brenda, Cole tiene compañía. —Dio una carcajada que me hizo ponerme una
pulgada más cerca Cole—. Ella no es muy buena con la gente. Mujer asustada de
su propia sombra. ¿No es así, Brenda?
La mujer se irguió para sentarse y miró por encima del brazo del sillón a su
marido. Ella hizo un ruido en la parte posterior de su garganta y murmuró algo
que no pude entender. No estaba segura de si ella estaba hablándome a mí, a
Cole o al padre de Cole, y me moví inquieta. Afortunadamente, el programa de
televisión volvió, y el padre de Cole estaba absorto una vez más.
—¿Quieres que te lleve algunos refrescos? —dijo una voz mansa a nuestras
espaldas. Tan pequeña y nasal que podría haber sido confundía con un maullido
125
o un chillido electrónico. Vi un bulto sombrío colgando sobre el lado de silla de
la mamá de Cole, er, de Brenda, que supuse sería su cabeza.
—No, Brenda, quédate ahí —respondió Cole. Detecté algo en su voz. ¿Molestia,
tal vez? ¿Vergüenza?
—Por el amor de Dios, Brenda, van arriba. Pueden conseguir sus propios
refrescos. Ellos quieren estar solos —explotó el padre de Cole otra vez. Y le oí
continuar mientras subíamos las escaleras de vuelta a la cocina—. Jesús, ¿siempre
tienes que sofocar a la gente?... Entonces, ¿qué si están allí solos?... Déjalo en paz,
joder... Esto es por qué estás siempre...
—Cierra los ojos —dijo, y lo hice. Oí un clic y vi la luz entrando a través de mis
párpados—. Está bien, puedes abrirlos —dijo. Abrí los ojos y entrecerré los ojos.
La lámpara que había encendido daba poca luz, pero aún dolía, y parpadeé un
par de veces para acostumbrarme—. Lo siento —murmuró—. Este lugar es un
desastre. Brenda nunca limpia nada.
Se agachó y cogió algo de ropa sucia y luego la tiró en un sillón junto a la ventana.
Estudié la habitación mientras él ordenaba. Una vieja silla de mimbre al lado de
la ventana, un pequeño amplificador y la guitarra en el suelo delante de él. La
lamentable cómoda en la pared del fondo, en la parte superior un denso bosque
de trofeos. Cama, sin hacer, frente a la cómoda. Una mesita de noche modesta al
lado de la cama, con un par de vasos vacíos, un reloj alarma que parecía sucio, y
una foto de mí que había dado a Cole en nuestra tercera cita. Cogí la foto,
sintiendo cálida por dentro.
Nadie nunca había mantenido una foto mía al lado de su cama antes.
—Siéntate, si quieres —dijo Cole, haciendo un gesto con la cabeza hacia la cama
mientras él cogía un par de zapatos y los arrojaba en el armario. Pensé en Bethany
y Zack esperándome en casa de Zack. Ellos me estaban esperando. Miré el reloj,
estaba definitivamente llegando tarde, pero todavía había tiempo. Consideré
decirle a Cole que necesitaba llegar a ellos. Que tenía que hacer las paces con
ellos, y entre más tardara en hacerlo, más difícil sería. Pero había algo en su rostro
que me dijo que no estaría de ánimo para discutir sobre Bethany y Zack esta
126
noche. Algo en la oscuridad que todavía rodaba en él, incluso en la luz, me dijo
que necesitaba que me quedara. Me senté en el borde de la cama y puse la foto
de nuevo en la mesa de noche, con la esperanza de que Bethany y Zack serían
comprensivos durante unos minutos más.
Él se encogió de hombros.
—Más o menos. La viste. Papá dice que si no puede actuar como una madre, no
debería tener el título. Empezó a llamarla Brenda a mi alrededor desde que puedo
recordar. Supongo que lo cogí. —Pateó algunos libros bajo de su cama mientras
hablaba.
—¿Siempre, um..?. —Me fui apagando. ¿Cómo decía lo que estaba pensando?
¿Siempre parece un zombi? ¿Siempre habla en chillidos y yace acurrucada en su
silla como si estuviera tratando de desaparecer?
Me quedé en silencio. Nunca había pensado en ello antes, está molesto por una
madre que estaba "demasiado allí." ¿Pensaría que era irritante tener siempre a
alguien husmeando en mi vida personal? No lo sabía. Una cosa sobre mi padre
era que podría tener toda la privacidad del mundo, si quería.
Cole se sentó a mi lado en la cama y se inclinó hacia delante, con los codos sobre
las rodillas, con las manos colgando entre las piernas. Él dejó escapar un gran
suspiro.
—Yo sólo... quería que los conocieras —dijo—. Quería que vieras que entiendo
lo que se siente desear una madre. Desear una familia. Siempre lo he querido,
también. —Él se acercó y empujó mi pelo detrás de mi oreja—. Creo que esto es
lo que nos ha unido —susurró—. Ambos nos necesitamos mutuamente. Los dos
nos entendemos.
127
Asentí. Estaba en lo cierto. Supe en ese momento, en cada parte de mi cuerpo,
que Cole tenía razón. Estábamos destinados a estar juntos. Entendía. Sólo porque
había un cuerpo físico de una madre en su casa no significaba que tenía una
mamá. Entendía lo que era desear algo perfecto, un cuento de hadas. Entendía lo
que era estar solo en tu familia. Me entendía. Y yo lo entendía.
Bethany y Zack... podían decir que entendían. Podían estar allí para mí en los Días
de Colapso. Podían planear el viaje a Colorado y decir que estarían allí para mí
cuando llegara a la cima de la montaña. Ellos podían apreciar la historia de mi
familia. Pero nunca habían sabido en realidad lo que se sentía ser yo. Tenían
familias felices. Tenían familias enteras. Nunca suspiraban por el amor, siempre
estaba allí sólo para que lo tomaran.
Así que cuando él se inclinó y me besó, me dejé perdonarlo por lo que pasó la
noche anterior. No sólo decirlo, sino que realmente creerlo. Y cuando él me
empujó sobre la cama, susurrando:
—Alex. Eres mi alma gemela. —También lo sentí. Se sentía como caer, sólo que
no había aterrizaje para esta caída.
Y cuando apagó la luz y me besó en los párpados y los hombros desnudos y los
dedos, me abrí a él por completo. Nunca fui querida por nadie antes. Realmente
nunca pertenecí a nadie antes, no de esta manera. Cole me tenía, corazón, alma,
cuerpo. Y se sentía correcto.
128
Traducido SOS por PaulaMayfair
B
ethany y Zack estaban de pie en mi casillero cuando di la vuelta a la
esquina después del período final del jueves. Mi estómago se redujo
cuando los vi. Había estado temiendo toda la semana. Me sentía tan
culpable por haberlos dejado plantados la noche del sábado, los había estado
evitando desde entonces. Pero la próxima semana era Acción de Gracias, y papá,
Celia y yo siempre cenábamos en la casa de Zack, y después de cenar donde Zack
siempre iba donde Bethany para ayudarla a decorar su árbol de Navidad, así que
sabía que eventualmente tendría que enfrentarme a ellos. No estaba todavía
segura de qué decir cuando lo hiciera.
Zack se veía ultra genial, con la espalda pegada a la taquilla junto a la mía
pasivamente mirando por las puertas laterales de la escuela, donde los rezagados
se acumulaban en sus coches y chillaban fuera de la zona de aparcamiento.
Bethany me miró de frente, sus brazos cruzados sobre el pecho incómodamente,
su gigante bolso tirando uno de sus hombros un par de pulgadas más bajo que
el otro. Unas cuantas hojas marchitas asomaban la parte superior de la bolsa. Lo
más probable es que Bethany rescatara un árbol joven de una grieta en la acera
o algo así.
Por la mirada en el rostro de Zack, esto no iba a ser lindo. No los culpaba por
estar enojados de que nunca me presentara para nuestra "reunión", pero también
sabía que nunca lo entenderían por qué no podía levantarme y dejar a Cole
después de lo que había pasado entre nosotros.
Me moría de ganas de decirle a Bethany que había tenido una "primera vez" y
que se sentía increíble y surrealista y que estaba asustada, pero muy enamorada
y muy segura de que había hecho lo correcto.
Pero sabía que no lo aprobaría. Sabía que no sólo todavía me culparía por no
presentarme donde Zack como había prometido, sino que pensaría que había
cometido un error, sobre todo porque fue con Cole. Ella no sería feliz por mí.
Y había algo más, también. Algo que sucedió en el mismo segundo que asentí
cuando Cole preguntó si lo que estaba haciendo estaba bien. Cambié. Nunca
sería "su Alex" de nuevo. Me tenían que compartir con Cole, porque ahora tenía
129
un pedazo de mí que ellos nunca habían tenido y nunca jamás lo regresaría. Y no
había manera de que Bethany o Zack, ambos vírgenes, a pesar de los repetidos
intentos de Zack para convencernos de que lo había "hecho tres cuartas partes "
con Lynesia Mahan en el cine en el séptimo grado, nunca podría entender eso.
Pero Cole no había ido a la escuela hoy, él me envió un mensaje que tenía "cosas
familiares" de las que hacerse cargo, y tendría que enfrentarme a ellos por mi
cuenta.
—Zack —dijo Bethany, extendiendo la mano y tocándole el brazo. Puso los ojos,
metió un palillo de dientes en su boca, y volvió a su postura.
—¿Cosas? —dijo Bethany, su cara se enrojeció. Ella empujó sus gafas de nuevo,
a pesar de que no se habían deslizado por su nariz en absoluto desde la última
vez—. Quieres decir Cole.
130
—¡Oh, lo sabemos! —gritó Zack con una voz sarcástica. Se apartó de las taquillas
y empezó a bajar por el pasillo—. Definitivamente lo sabemos. Pero gracias por
recordárnoslo. Por si acaso se nos olvidó —escupió por encima del hombro—.
Bethany, te esperaré en el auto.
—¿Qué demonios? Dije que lo sentía. ¿Cuál es su problema? —Saqué otro libro,
lo metí en mi mochila con enojo, y cerré la puerta del armario.
—Oh, no lo sé —dijo Bethany—. ¿Tal vez sea que tu novio nos trató como mierda?
¿Tal vez es que probablemente te trata como la mierda, también? O tal vez es
porque desde que has estado saliendo con él no has hecho nada con nosotros.
Tus mejores amigos. —La palabra " mejores" estaba llena de sarcasmo, y creo
que en realidad hice una mueca cuando lo dijo de esa manera.
—Te equivocas —le dije—. Él me trata como si fuera lo mejor que le ha pasado.
Y él me entiende. A diferencia de mis mejores amigos. —Traté de saturar
"mejores" con sarcasmo también, pero fracasé miserablemente. Sólo sonaba
necesitada. Porque en el fondo creo que sabía que ella tenía razón.
Ella consideró esto por un segundo, su cuerpo poco a poco perdiendo algo de
su rigidez. Después de un rato, suspiró, rodando sus ojos de forma espectacular,
y luego asintió.
—Está bien —dijo—. Lo entiendo. Todavía estoy enojada, pero... sé cómo estaría
si Randy supiera que existiera. Lo entiendo.
Sonreí y la abracé.
131
—Zack solía ser tu mejor amigo, también —dijo en mi cabello. Me di cuenta de
que no me estaba abrazando de vuelta.
—Lo sé.
Gemí.
—El abuelo de Zack, ya sabes, El Abue Dinerales, dijo que se sentiría mejor acerca
de nosotros en uno de esos que en el mierdamóvil, así que se ofreció a pagar por
todo el asunto. ¡Vamos a estar montando con estilo! —Chasqueó los dedos e
hizo un pequeño deslizamiento moderno por el pasillo, las hojas cayendo de su
bolso y dejando un rastro en el suelo. Me reí.
—Nena, puedo hacer cualquier cosa. —Tenía una mirada seria—. Cole no va a
tratar de convencerte de no ir en este viaje ahora, ¿verdad?
132
Zack parecía como que alguien le hubiera disparado con una pistola paralizante.
Saltó, maldiciendo, y salió del auto.
—Oh, está bien —dijo Zack, poniéndose de pie y saltando por encima hacia
nosotras utilizando su andar arrogante—. Está bien, chicas. Adelante. Ríanse. La
Venganza es una perra, sólo para que lo sepan.
—Pero es una lástima —añadí entre risas—. Estaba esperando que orinaras tus
pantalones. —Hice sonar mis dedos en un humilde movimiento—. Tal vez la
próxima vez.
Chillamos, gritamos y reímos hasta que nuestros estómagos dolían mientras nos
hacía cosquillas sin descanso. Pronto todos estábamos un montón en el asfalto
del estacionamiento, riendo y pateándonos y cansándonos.
Casi me sorprendió lo bien que se sentía. No había sentido esa luz desde antes
de la fiesta del lago. Se sentía más que bien. Se sentía necesario. Necesitaba a
estos chicos, no importa quién más estuviera en mi vida.
Hice una pausa por un segundo y luego agarró su mano y me puse de pie, a su
lado. Me agaché y cogí mi mochila.
—Estoy bien —dije—. Estoy estacionada allí. —Señalé mi coche unos espacios
abajo.
133
—Genial —dijo.
Nos sonreímos el uno al otro. Todo perdonado. Sin grandes disculpas necesarias.
Éramos mejores amigos. No había nada que no pudiéramos superar.
—Sí —dije. No añadir que Cole tenía alguna función familiar para ir a esta noche
y que era la única razón por la que no iba a estar con él—. Poniéndome al día de
las tareas de esta noche.
—¿Quieres venir donde Zack? Todavía tenemos que hablar sobre el viaje —dijo—
. Quiero decir, que te dije sobre la casa rodante, y no hay un montón de otros
cambios, pero... hey, vamos a hacer galletas.
Ella sonrió.
Ella echó la cabeza hacia atrás, y rugieron fuera del estacionamiento. Deslicé mi
mochila en el piso y cerré la puerta. Hubo un chillido en la entrada de la escuela
mientras Zack conducía rápidamente, lo cual era un requisito prácticamente en
nuestra escuela, todo el mundo lo hacía.
Justo después de su coche se retiró, sin embargo, otro salió detrás de él,
lentamente, tranquilamente.
134
Traducido por Itorres
T
odo estaba bien de nuevo.
Volví a casa y corrí dentro, subiendo las escaleras para dejar la mochila
en mi habitación. Me puse unos pantalones de pijama, recogí mi pelo en
una coleta desordenada y me asomé por la ventana en dirección hacia la
calzada de Zack. Su coche ya estaba allí, lo que significaba que me estaban
esperando.
La casa se encontraba en silencio, papá no traería a Celia del Club Anual del libro
hasta después de las seis. Garabateé una breve nota en la parte trasera de un
sobre y lo puse sobre la mesa de la cocina, avisándoles que estaría en casa de
Zack, luego caminé hacia afuera, arrastrando los pies a través de la hierba en mis
calcetines, el frío se filtró rápidamente en los dedos de mis pies.
Ella levantó la vista, y un poco de cabello salió del pañuelo que tenía en la cabeza,
cayendo sobre su frente.
1
Scrapbooking: Libro de recortes o técnica de personalizar álbumes de fotografías.
135
—Hola —dije, deslizándome hacia ellos. Esperé que Bethany se balanceara contra
Zack otra vez y llene mi dedo con masa para galletas mientras ella estaba
ocupada.
Él asintió con la cabeza hacia nosotras, luego volvió su atención a Zack. —Hola,
amigo. ¿Puedes ayudarme a llevar el bebedero de pájaros de tu madre al patio
trasero? Esa cosa pesa una tonelada.
136
—Algo así —dijo su padre, riendo y sacudiendo la cabeza—. Chicas, no sé cómo
lo soportan.
—Buena idea —dijo el Sr. C, y luego se metió de nuevo en el garaje con Zack.
—Beth —dije—. Tengo que decirte algo. Pero tienes qué jurar que no se lo dirás
a Zack.
Asentí. —
Es por eso que no llegué la noche del sábado. Él me llevó a conocer a sus padres.
Ellos son horribles. Su padre es realmente malo, y su madre es como un zombi.
Fuimos a su habitación y... —Me encogí de hombros, mis manos descansando en
mi regazo.
—Guau —dijo Bethany—. No puedo creer qué lo hiciste... no habías llegado tan
lejos.
137
—No te enojes —dijo a la defensiva—. Es sólo que... ¿estás segura de qué estás
haciendo lo correcto? —Empujó sus gafas, dejando una mancha de masa
grasienta de galleta en el puente de su nariz.
—Quiero decir, sí, eso es bueno, pero... Bueno, es sólo que él fue tan agradable
en Shubb, y luego en la fiesta del lago fue tan... —Su voz se apagó.
No era así como se suponía que sería. Se suponía qué Bethany estaría
emocionada por mí y me preguntaría por detalles.
—Él estaba teniendo una mala noche en la fiesta del lago, Beth —le dije—. Si
llegaras a conocer al verdadero Cole, también lo amarías.
—Estoy feliz por ti —dijo ella—. Pero es que... no quiero que te hagan daño. Cole
no parece... tan bueno.
—Tú no lo conoces —le dije en voz baja—. No como yo. —Abrí mi lata de refresco
y miré por la puerta corrediza de cristal al patio trasero, donde Zack y su padre
estaban de pie junto al bebedero para pájaros, con las manos en las caderas,
charlando. Parecía tan injusto que por fin había encontrado a alguien que me
amaba, finalmente me había enamorado de alguien lo suficiente como para llegar
hasta el final, y tenía que defenderlo así de mis mejores amigos.
—Lo sé —dijo ella—. Pero... —Se inclinó hacia delante y miró dentro del tazón
de masa para galletas de nuevo—. ¿Recuerdas cuando te dije que él y Zack
tuvieron en una pelea en el vestuario hace unas semanas? ¿Sabes por qué estaban
peleando? —preguntó.
—Se pelearon porqué Cole seguía hablando de cómo quería llevarte a la cama.
Estaba siendo bastante asqueroso al respecto, por lo que Zack intervino.
138
—Asqueroso, ¿cómo?
Se encogió de hombros. Se echó hacia atrás y uso su uña para rascar un poco de
masa de galleta de la parte delantera de sus vaqueros. Zack y su padre se alejaron
del patio trasero, volviendo hacia la casa.
Está bien, así que hablaba de mí en el vestuario. Eso fue vergonzoso, pero no era
el fin del mundo. Tal vez él no estaba tratando de ser "asqueroso". Tal vez sólo
estaba expresando deseo. Cole no me avergonzaría a propósito.
Bethany no conocía a Cole como yo. Ninguno de ellos. ¿Y si a ellos Cole nunca
les llegaba a gustar? Bueno, tendrían la opción de apoyarme o no. Eso sería todo
para ellos. No era la única mejor amiga en este escenario.
139
Traducido por Kasycrazy
N
o vi a Cole en absoluto al día siguiente.
Pero una cosa era perdonarlo por el primer par de horas del día. En el almuerzo,
empecé a sentirme muy molesta. Se suponía que yo debía ser su respiro de las
cosas malas. Se suponía que yo sería su otra mitad de “solo”. Pensaba que ya nos
habíamos abierto con nuestros problemas familiares por ahora.
140
colgaba y apagaba el teléfono. Pero nunca había pasado un día entero sin
hablarme.
Estaba retrasado. Realmente retasado. Había sacado mi tarea, pero me sentía tan
perdida y trastornada, mis ojos escocían, y no me podía concentrar en nada.
Finalmente, justo antes de que la campana sonara, irrumpió a través de la puerta.
—Llegas tarde —dije, tragando saliva para evitar que las lágrimas se derramaran.
Estaba tratando de sonar indignada, pero mi voz tenía un anillo lastimero que me
hizo sonar desesperada, asustada y quejumbrosa. Quería sonar cabreada.
Me miró bruscamente.
—¿Y?
—¿Y?—dije—, ¿dónde has estado hoy? Ni siquiera me has saludado. ¿Cuál era tu
asunto familiar ayer? ¿Por qué no me llamaste?
—Guau —dijo él, inclinándose hacia atrás con una media sonrisa arrogante en su
rostro. El aire de la habitación realmente comenzaba a parecerme desagradable.
Algo en él se sentía más que de mal humor. Más que enfadado—. Tienes un
montón de preguntas.
El silencio se extendió entre nosotros. Mis ojos prácticamente dolían ahora, y eso
era todo lo que podía hacer para mantenerlos húmedos. Todo lo que sabía era
qué necesitaba salir de allí inmediatamente, antes de que me echara a llorar o…
antes de que me diera cuenta exactamente de porqué de repente me sentía tan
incómoda. Me levanté, echando los libros y papeles a mi mochila lo más rápido
que pude.
—Creo que tendremos que dejar esto hoy, ¿vale? —dije, pateándome
mentalmente de nuevo por la oscilación de mi voz. Empecé a cerrar mi mochila.
—No lo creo.
141
agarrando mi muñeca, lo suficientemente fuerte como para dejar moretones de
nuevo. Y la forma en la que sus labios estaban presionados juntos en una fina
línea, me decía que esto no era un accidente. Me apretaba la muñeca a propósito.
—Suéltame, Cole. Me voy. —Apretó con más fuerza, sus dedos clavándose en mi
piel, y girando lo suficiente para hacer que mi muñeca latiera—. Ouuu —susurré,
doblando las rodillas y tirando hacia atrás—. Eso duele. Suéltame. Hablo en serio,
Cole.
Parecía como si siempre me hubiera mirado así. Después, se acercó más y susurró:
Pero apretó con tanta fuerza que ahora estaba temblando. Mis dedos volviéndose
morados, con la circulación cortada por lo que no podía doblarlos.
—Los vi —dijo, su cara volviéndose roja, su voz convirtiéndose en ese grito ronco
que ponía mis brazos con piel de gallina. Lo alcancé con mi otra mano y tiré de
sus dedos. No se movieron, él era demasiado fuerte—. Los vi tocándose el uno al
otro ayer en el estacionamiento. Parecía un verdadero festival de amor. Muy
acogedor.
142
En la palabra “también”, me soltó la muñeca para meterla en mi estómago y
darme un fuerte empujón. El alivio de mi muñeca duró poco, mientras caía hacia
atrás por la fuerza de su empujón, volcando la silla y golpeando mi cadera con
fuerza contra el suelo. Estaba tan aturdida, no me podía mover. La muñeca y la
cadera me dolían.
Se puso de pie sobre mí, respirando fuerte a través de sus fosas nasales como un
animal. Trepé hasta mis rodillas, lo que no era fácil con una sola mano y con una
cadera que no podía mover. No podía decir nada. Y las lágrimas se habían ido
repentinamente, también.
—¿No es lo suficientemente malo que tenga que lidiar con la mierda de Brenda,
no, Alex? No es suficiente que tenga que quedarme en casa para cuidar de ese
pedazo de mierda. Sino que tomas la primera oportunidad que tienes cuando no
estoy cerca y me engañas con el idiota de tu vecino.
—No vas a joder conmigo, Alex —gruñó con una voz que no le había escuchado
nunca—. No eres lo suficientemente inteligente para hacerlo, de todos modos.
Te atraparé. Cada. Momento.
—Está bien.
Me mantuvo allí durante algunos segundos más, después me soltó con un medio
empujón y se trasladó de nuevo a su lado de la mesa. Cogió su mochila y se la
colgó al hombro, con la misma calma con la que lo haría en un día ordinario.
Mientras tanto, yo estaba frotando el lateral de mi cabeza dónde había agarrado
mi pelo, concentrándome solamente en mantenerme de pie, con mis rodillas
143
temblando mucho. Tratando de entender todo lo que acababa de pasar. Todo
había sucedido tan rápido, que era casi como si me lo hubiera imaginado.
Con la mochila en su lugar, finalmente habló. Su voz era normal de nuevo, no ese
gruñido áspero que adoptó minutos antes. En su lugar, sonaba agotado, cansado,
calmado.
Se deslizó por la puerta y dejó que se cerrara con un suave shush, de repente,
estaba sola.
Mi muñeca.
Mi cadera.
Mi cabeza.
Mi cuello.
¿Cómo era posible que este fuera el mismo chico que apoyaba su mano
ligeramente contra la mía, rasgueando acordes y poniendo música a mi poesía?
¿Cómo era ésta la misma persona en la que había confiado que me mantendría
a salvo en la cima del desagüe? ¿Quién besó mis párpados en su habitación?
No sabía qué hacer, así que me puse a trabajar. Pasé unos minutos ordenando la
mesa y las sillas, con todo mi cuerpo temblando. No podía usar realmente mi
mano izquierda, la que había agarrado, así que hice una especie de medio
empujar, medio colocar las cosas de vuelta a su lugar.
Una parte de mí no podía creer lo que acababa de pasar. La mayor parte de mí,
realmente. Como si tal vez sólo fuera un sueño del que me despertaría,
temblorosa y molesta, pero muy contenta con que todo hubiera terminado. Pero
una parte de mí sabía que era verdad, lo que acababa de experimentar. Parte de
mí lo había sabido en la fiesta del lago. Parte de mí había sentido algo peligroso
en Cole incluso desde aquél entonces. Pero nada como esto. Nunca, ni en un
millón de años, podría haber prevenido esto.
144
cadera ya lucía un moretón hinchado, tan morado que prácticamente parecía
rojo.
Sentí que debía decirle a alguien lo que acababa de sucederme. Correr gritándolo
por el pasillo. Llamar a la policía. Decírselo al Sr. Nagins, el consejero escolar.
Hacer algo. Llamar a Bethany. Correr a la puerta de al lado y sacar a Zack del
laboratorio. Llamar la atención de alguien, y…
¿Y qué? ¿Enseñarles mis moretones? ¿Decirles sobre la fiesta del lago? ¿Sobre el
carrusel dónde me asustó a propósito? ¿Decirles que había tenido sexo con él de
todos modos, incluso después de que me había asustado? ¿Decirles que había
buscado excusas para él esa noche?
Sabía cómo trabajaba esta escuela, si una persona se enteraba, todo el mundo lo
sabría inmediatamente. Y no estaba preparada para ser el ejemplo de violencia
doméstica de la escuela. ¿Has escuchado lo que le ha pasado a Alex Bradford?
Dios, yo nunca sería tan estúpida. Patearía su trasero.
Y, Dios, ¿qué hay de Bethany? “No parece tan bueno”, había dicho. “Ten cuidado”.
Si le dijera lo que acababa de hacer, pensaría que estaba en lo cierto con él.
Demostraría su certeza.
Y lo peor, no podía creer que esto me estuviera pasando a mí, si le dijera a todo
el mundo la verdad, Cole me odiaría. Nunca me perdonaría.
145
Me odié a mí misma por pensar incluso sobre los sentimientos de Cole en este
momento, pero simplemente no podía evitarlo.
Crucé mis brazos sobre mi escritorio y recosté mi cabeza sobre ellos, lloré,
pensando en todas esas cosas y más. Pensando que esto no era como Cole. Él
estaba estresado. Tenía que estarlo, porque normalmente no hacía esto. Eran sus
problemas familiares.
Tal vez yo lo había empujado a hacer esto. Lo había empujado al dejar que Zack
me hiciera cosquillas en el estacionamiento y al no decirle que iba su casa esa
noche, no explicándole que Bethany estaba allí y que habíamos estado comiendo
masa de galletas y hablando de la caravana.
Tal vez incluso debería haberlo invitado a venir. Haber hablado con Bethany y
Zack sobre dejar que se nos uniera.
Debería haberle hecho ver que eso era completamente inocente. Que yo era
completamente inocente.
¿Qué habría pensado si yo fuera él? Por supuesto que habría pensado que algo
estaba pasando. Me habría enfadado, también, si hubiera visto a Cole saliendo
de la casa de una chica por la noche. Me habría sentido herida. Habría estado
impactada.
Y de alguna manera eso resultó ser lo peor de todo. A pesar de que estaba herida,
avergonzada, incómoda y enfadada de que me hubiera hecho esto a mí, todavía
lo amaba. Todavía sentía como si estuviéramos destinados a estar juntos. Todavía
lo quería. Y lo había arruinado.
146
Traducido por maphyc
C
elia se dio cuenta de mi muñeca de inmediato.
—De ninguna manera —dijo—, eso no es nada. Eso es horrible. —Retiró la sabana
e intentó agarrar mi mano.
—Me la golpeé con una puerta en el trabajo, ¿vale? No tiene importancia. ¿Qué
quieres Celia?
—Buenos días para ti también, Maria Sunshine. Sólo quería decirte que Shannin
llamó, y las abuelas están totalmente absortas con la comida de la fiesta de papá.
Encargaste el pastel, ¿verdad?
Rodé mis ojos. No con la fiesta otra vez. Lo juro, Celia, algún día con su
persistencia iba a hacer a un hombre completamente miserable. Todavía
teníamos unos meses para prepararlo todo, sin embargo, me preguntaba cada
día si había encargado el pastel, el cual no había encargado. Simplemente tenía
demasiadas cosas en mi mente.
—Me pondré a ello —le dije, deslizándome hacia el otro lado de la cama y
mirando el reloj. Tenía que trabajar en una hora. Lo que significaba que tenía que
tomar una ducha, vestirme, desayunar, y encontrar la manera de ocultar estos
moretones, con no mucho tiempo. Y todavía no había tenido noticias de Cole
147
desde ayer. Pensar en lo que pasó, hizo que la tristeza y el miedo cayeran sobre
mí de nuevo—. ¿Llamó Cole esta mañana?
—No. No lo hizo. No hacer llamadas telefónicas tiene que ser una de las cosas
más fabulosas que tienen en común. Se suponía que tenía que hablar con
Shannin hoy. Ella va a estar súper cabreada si no encargas el pastel, ya sabes.
Dijiste que te encargarías de eso, así que está esperando que lo hagas
Dejé la frase sin terminar mientras cerraba la puerta del baño. Pero la escuché al
otro lado llamando.
—El mundo entero no gira alrededor de Cole, ¡sabes! —Sus pasos resonaron por
el pasillo hacia su dormitorio, y abrí la ducha tan caliente como podía.
Nada mal. Mucho mejor de lo que estaba. Probablemente nadie se daría cuenta.
Tendrías que estar realmente buscando.
148
llegando demasiado tarde para meditar sobre ello, por lo que simplemente dejé
el coche en el estacionamiento y entré, pero sólo para estar segura, me dirigí
hacia la puerta frente a la salida del estacionamiento.
No. No Cole.
Estaba tan distraída al entrar por las puertas de The Bread Bowl, que casi me
estrello contra el pecho de Dave.
—Guao —dijo, con una sincera cara de enfado cruzando su rostro. Estaba
sujetando un tazón de sopa y lo elevó por encima de su cabeza para evitar que
se derramase—. Ve con cuidado, Anna.
—Casi.
Georgia tocó algunos números en la vieja máquina de sumar que estaba situada
en su pequeño escritorio, y luego anotó un número en un formulario.
—Hay un nuevo lote de bollos listos para ir al frente. Y mira qué más está listo
para poner. Sólo sigue ocupada y te irá bien.
—Sí. Estoy bien —mentí. Y por alguna razón que no podía explicar por completo,
las lágrimas brotaron de mis ojos. Volví la cara hacia abajo y actué como si me
149
estuviera cepillando algo de mi delantal para evitar que Georgia lo notara.
Cuando volví a mirar hacia ella, estaba entrecerrando los ojos hacia mí, con la
cabeza inclinada hacia un lado.
—No pareces la misma en estos días, chica. Espero que estés cuidando de ti. No
haciendo nada estúpido.
—Si tú lo dices —dijo—. Tengo muchas cosas que discutir contigo. Eso sí, no
hagas nada estúpido, o voy a ir a por ti yo misma.
Zack entró con sus padres para almorzar. Trajeron a Celia con ellos, quien se
quedó mirándome con una actitud súper presumida en su cara todo el tiempo,
sin duda diciéndoles cuan horrible hija era por no encargar el pastel de papá aún.
O quizás ella simplemente parecía presuntuosa porque era Celia.
Lo miré.
Movió las cejas hacia arriba y hacia abajo sugestivamente. —Bueno, doctor, tengo
este dolor en mi…
150
—Ja, ja, ja —le dije sin expresión—. No puedo jugar. El dueño está aquí hoy.
—Dudo que Dave llame hacer gilipolleces contigo, cubrir las necesidades de sus
clientes. ¿Dónde está Bethany?
—En casa. Haciendo de niñera, creo. Tratando de ganar algo de dinero para
nuestro viaje. Sigue diciendo algo sobre el deseo que tiene de comprar un poco
de piel auténtica nativo americana o algo así. Si me aburro lo suficiente, voy a ir
y la molestaré. Dejar que los niños me aten o algo así. A menos que quieras ser
voluntario para el trabajo... —Otra vez con lo de los ojos sugerentes.
—Parece que estás muy ocupado con señorita Personalidad para ir a pasar el rato
con alguien más.
Celia se deslizó junto a Zack. Él llevo la mano hacia atrás y le pasó un brazo
alrededor de los hombros.
—¿Qué? ¿Mi chica? —dijo Zack, arrastrando las palabras—. Ella puede ir conmigo.
—Escuchen niños, me encantaría charlar, pero ¿necesitan que les recuerde qué
se supone debo estar trabajando? Y si pierdo mi trabajo, no hay viaje a Colorado.
151
—Mmm, Beverly Hills —dijo Zack, haciendo rodar el palillo—. Hogar de rubias
calientes en pantalones muy cortos.
Celia hizo una mueca y le dio una palmada en el pecho, retorciéndose de debajo
de su brazo.
Celia gritó cuando él la tocó, y los rostros de varios clientes se volvieron hacia el
mostrador. Ella lo empujó hacia atrás.
—¡Tocada! —dijo. En voz alta. Y lo siguiente que supe es que estaban bateando
en las manos del otro, Zack saltando alrededor en una pose de esgrima, hablando
en un acento francés.
Sentí a alguien detrás de mí. Pero siguieron con su espectáculo, Celia gritando:
—: ¿Qué, vas a tocarme con tu desagradable muñeca? ¿La has visto, Zack? Es
asquerosa. ¡Tocada! ¡ja ja!
Se me cayó el estómago. Tenía miedo de mirar detrás de mí, para ver quien había
oído el comentario de Celia. Mi conjetura es que todo el mundo en el restaurante
lo había escuchado.
Me di la vuelta.
—Lo siento —le dije—. Esa es mi hermana. Ella es sólo... —Me callé, no estaba
segura de qué decir que no hiciese que grano en el Culo se enojase aún más de
lo que ya estaba.
152
Georgia, que había sido la que había estado de pie detrás de mí, en primer lugar,
no dijo ni una palabra. Se quedó mirando mi muñeca, que extendí en frente de
mí torpemente, agarrando la espátula en el aire.
La cara de Dave era pétrea y roja. Cómo ver a alguien construir un muro de ladrillo
justo en frente de ti. Su mandíbula se movió hacia afuera un par de veces, y tomó
un respiro gigante. Casi esperaba que dejara salir el aire en un vendaval de gritos,
pero en su lugar simplemente dijo con mucha calma—: Este no es un lugar para
ti y tus amigos, o hermanos, lo que sea, para perder el tiempo. No puedo permitir
que los clientes estén molestos por un par de niños luchando alegremente
enfrente de la caja.
—Yo les decía... —le dije, pero él levantó una mano para hacerme callar. Se volvió
a Georgia, que seguía mirando mi muñeca. Dejé la espátula sobre el plato y hundí
mi mano tan hondo como pude en el bolsillo del delantal.
—¿Esto pasa todo el día? —preguntó, haciendo un gesto hacia mí—. ¿Es por eso
que esta tienda está perdiendo dinero? ¿Están los amigos de tus empleados
ahuyentando a todos los clientes, mientras beben recambios de soda gratis y
actúan como si este fuera su patio de recreo personal?
—No —dije, antes de Georgia pudiera incluso abrir la boca—. No. Nosotros no
jugamos por aquí. Además, mi hermana y su amigo estaban allí con sus padres.
Ellos pagaron.
Georgia se acercó y puso su mano en mi brazo. No tuvo que hablar para que
comprendiera el mensaje alto y claro: No intervengas en esto. Esta es mi lucha
para pelear.
—Trato de disuadirlos de charlar cuando sus amigos están aquí. Pero con esta
tienda estando tan cerca de la secundaria, no puedo mantener a los adolescentes
fuera. Nos iríamos a pique. Esto… —Georgia hizo un gesto hacia el comedor—,
es realmente una cosa de una sola vez.
—Cada vez que estoy aquí, Anna está charlando con algún amigo u otro —Dave
contrarrestó.
153
Zack dijo adiós cuando se fueron, pronunciando la palabra lo siento en mi
dirección, y con mi mano izquierda me quede sosteniendo una bandeja medio
llena de galletas a un lado del mostrador, mi otra mano metida en el bolsillo del
delantal.
La saqué y la miré. Fui una estúpida al pensar que el corrector cubriría hasta los
moretones en forma de dedos. Todavía podía verlos, pareciendo podrido y negro
en una película de color beige.
154
Traducción SOS Itorres y Clary
D
urante un tiempo consideré simplemente ir a la oficina de Georgia y
sostener mi muñeca y contarle todo.
Después de todo, este era el tipo de cosas que le diría a mamá, ¿no?
Mostrarle los hematomas y llorar en su blusa y le decirle que todavía lo amas y le
preguntas qué se supone que debes hacer ahora. Y ella te daría consejos y diría
que te entiende y diciendo que eres hermosa y esto no te va a definir. Que no lo
hará, no importa qué, nunca definirá quién eres.
Había oído los gritos ahogados que venían desde detrás de la puerta de la oficina
mientras terminaba de almacenar las galletas. Se prolongó durante lo que pareció
una eternidad. La voz de David, al fondo, subiendo, bajando, subiendo, bajando,
luego una respuesta con la voz de Georgia, de manera constante en voz alta.
155
se retiró a la cocina, donde permaneció hasta pocos minutos antes de que mi
turno terminara.
Ella apoyó un codo sobre la mesa y se palmeó la frente y luego me miró, con los
ojos enrojecidos y llorosos, débiles detrás de sus gafas.
Una lágrima se deslizó debajo de sus gafas, y se limpió con un pañuelo de papel.
Podría jurar que vi echarle la más pequeña de las miradas a mi muñeca. Se puso
de pie, tomó una respiración profunda, se secó sus ojos de nuevo, y dijo:
Finalmente había comenzado a hacer frío en las noches, y deseaba haber traído
una sudadera con capucha conmigo. La brisa parecía azotar a través de mi
camiseta, y antes de que incluso me sentara estaba temblando.
Georgia puso las tazas sobre la mesa y sacó la misma silla en la que Bethany se
había sentado el día que vimos por primera vez a Cole aquí. Georgia usó su mano
para limpiar un par de hojas perdidas, luego se movió hacia el otro lado, hizo lo
mismo, y se sentó.
156
—Vaya, el invierno estará aquí antes de darnos cuenta —dijo, cogiendo su taza y
soplando en la parte superior. Pensé que tal vez podría ver flotar el vapor cuando
hizo eso, pero probablemente era sólo yo con la sensación de frío y pensando
que estaba más frío de lo normal.
—Se siente como que ya está aquí —le dije, acomodándome en la silla y
envolviendo ambas manos alrededor de mí taza—. Gracias por el chocolate
caliente.
—Lily ama el invierno —dijo, mirando por encima a la pista hacia los coches en
hora pico en fila de los semáforos, las luces delanteras encendidas y sus oscuras
ventanas—. Pero, oh, es un dolor, tratar de moverla de un lugar a otro con toda
la nieve y el aguanieve y hielo en una silla de ruedas. No estoy preparada para
ello todavía.
Georgia sonrió.
—Awww, le encanta este año. Tiene un gran maestro. Simplemente genial. —Se
quedó en silencio por un momento, saboreando el chocolate caliente. Seguí su
ejemplo y tomé un trago del mío también, calentándome al instante. El temblor
se calmó un poco, y tomé otro trago.
—Sabes —dijo al fin—, una cosa sobre el invierno es que puede ocultar una gran
cantidad de imperfecciones con toda esa grande y voluminosa ropa.
—Puedo usar cuello de tortuga y ocultar este maldito cuello de pavo que tengo.
Me reí.
—No tienes un cuello de pavo —le dije, a pesar de que, ahora que ella lo dijo,
podía ver totalmente porque lo nombró así.
157
—Chica, sólo espera. Eres hermosa, pero con el tiempo tendrás cuarenta, y lo
siguiente que sabrás que estás tragando y escondiéndote detrás del sofá porque
se acerca el día de Acción de Gracias.
—No sé por qué... —le dije, mi voz sonaba toda extraña con ese bulto—. ¿Cómo
qué?
Ella extendió la mano y agarró la mía, la cual apoyé distraídamente sobre la mesa
de nuevo. Mi muñeca en realidad no se veía amoratada bajo el corrector en la
oscuridad. Parecía una muñeca perfectamente normal, y si no hubiera sido por la
forma en que sus ojos se veían líquidos y en búsqueda, podría haber negado que
estuviera allí. En cambio, sólo me atraganté.
Y una vez más, tuve este pensamiento de que finalmente tenía mi oportunidad
de decir la verdad sobre lo que había ocurrido entre Cole y yo. Por fin tenía la
oportunidad de hablar acerca de eso. Para tener consejos.
Pero, una vez más, decir esas cosas se sentía como un problema. Sabía que iba a
trabajar más duro que el infierno para evitar que vuelva a ocurrir. Y si sacaba todo
fuera ahora, después cuando él regresara, todos lo odiarían y lo perdería de
seguro. El bulto avanzaba palpitando y empezando a querer salir pero no podía
soltarlo. Tenía que mantenerlo allí, ondulante y seguro.
Sacudí mi cabeza.
Ella cerró los ojos unos instantes y tomó una respiración profunda.
158
Una vez más, sentí como si mi muñeca estuviera en el fuego, sólo que esta vez el
fuego iba de mi brazo a mi cara, y estaba segura de que si abría mi boca una vez
más, todo podía salir de mí en una avalancha. Tiré mi mano lejos de ella y me
puse de pie, la parte de atrás de mis rodillas empujando la silla en el patio, con
un fuerte sonido.
—Me tengo que ir —dije. Y antes de que Georgia pudiera discutir, me di la vuelta
y atravesé el restaurante y salí por las puertas por donde había venido al
comienzo del día.
—Hola —dijo, empujándose del lado del auto y caminando por la acera—. Estaba
esperándote.
—Tuve una reunión con mi jefa —le dije, deteniéndome a una buena distancia
de él. Intentaba parecer fría y desinteresada, pero estaba segura de que podría
ver mi pecho jadeante y bajo la fuerza de mi corazón.
¿Estás espiándome ahora? Mi mente hizo eco de nuestra pelea anterior, pero alejé
ese pensamiento. Sólo hay una manera de entrar y salir del estacionamiento de
empleados de The Bread Bowl y requiere que pases por la tienda. Probablemente,
él sólo condujo pasándonos cuando llego aquí.
159
Me apreté contra él. Mi cuerpo sentía hambre de él, y durante un breve segundo
imaginé que nada había sucedido y que todo estaba bien. Todo era perfecto.
Aunque sabía que no lo estaba.
Él estaba deslizando sus manos por mis brazos. Se detuvo en mis manos y se
retiró, a inspeccionando mis muñecas. Las miró, soltó mi mano buena y trazó mi
muñeca herida suavemente con su dedo índice. La levantó y besó, suavemente,
tiernamente, una vez, dos veces, tres veces.
—Mi Emily Dickinson —susurró, y cuando buscó mi rostro de nuevo, pude ver
tristeza al igual que antes en el lago—. Estoy tan triste —dijo—. Mi Alex, lo siento
tanto.
—Deberías —le dije, mi voz irregular—. Tú sólo asumiste que me acostaba con
cualquiera. Ni siquiera me dejaste explicar.
—Te juro que nunca te haré daño otra vez —dijo en mi cabello. Y, luego, se volvió
conmigo a fin de que mi espalda estuviera contra el coche, y me besó como
nunca me habían besado antes, sus manos corriendo encima de mí, como si
estuviera reemplazando todas las partes que estaban en el presente, sin
interrupciones, sin daños.
Después de un largo tiempo, se empujó hacia atrás. Corrió sus manos a través de
su cabello, luego las paso a través de su cara, la cual estaba cubierta con rayas de
mi rímel. Utilizó su pulgar para limpiar mis mejillas, tan suavemente que apenas
pude sentirlo contra mi piel.
160
—Nunca te hare daño otra vez —susurró, y yo le creí.
Esto era nada, me convencí a mí misma. Podía arreglarlo. Podríamos arreglar esto
juntos.
Me alegré mucho de estar fuera de The Bread Bowl antes de decirle a Georgia la
verdad.
Podía sentir mi cuerpo relajado cuando él me tiró más contra él, como si estuviera
sosteniendo a un salvavidas, susurrando y dando besos en el vello de la nuca de
mi cuello. Y más que nada, estaba feliz que no tendría que decirle a nadie lo que
paso entre nosotros.
Una hora más tarde, mis labios estaban entumecidos por el dolor de todos los
besos, mis ojos cansados de todos los llantos, sabía que había hecho lo correcto
al mantener este secreto. Yo era todo lo que Cole tenía. Lo entendía. Y nosotros
podríamos trabajar en esto juntos. No me sentía culpable en absoluto por dejar
a Georgia sentada en el patio sola.
Simplemente… no esperaba que ella todavía estuviera allí cuando conduje por el
camino a mi casa, con los ojos en el auto de Cole siguiéndome.
161
Traducido SOS por PaulaMayfair
T
odavía llevaba el café que Cole había traído cuando me recogió para la
escuela, y casi se me cayó sobre él cuando Bethany se unió a mí.
—¿Qué? —dije, tirando el brazo lejos de sus manos agitadas para salvar a mi café.
Mickey Hankins tenía buenas razones para pensar que conseguiría el principal en
el musical. Después de todo, él había tenido el principal en todas las cosas de
teatro desde que estaba en el vientre materno. Pero Zack había trabajado muy
duro durante el verano en el campamento de drama e incluso había tomado
clases privadas de voz con una estudiante universitaria, una chica que llamaba
Pechos Grandes Belinda. Él estaba consiguiendo salir en su último año como un
principal en lugar del coro zumbante en una sola producción, y estaba
definitivamente fuera de la cabeza de Mickey Hankins.
162
—Oh, Dios mío, no puedo creer que me olvidé de pruebas la semana pasada.
¡Eso es increíble! —chillé—. ¿Dónde está?
—Afuera —dijo ella, mirando hacia las puertas dobles—. Quería llamar a su mamá
y decirle. Ella estaba muriendo por saber.
—¿Has oído eso? —dije con entusiasmo, tirando de su brazo. Había actuado tan
apenado en las dos semanas desde el incidente de la muñeca. Tenía la esperanza
de que haría otro intento en llevarse bien con Zack. O que al menos podía fingir,
por mi bien—. Vamos, salgamos y felicitémoslo. Tiene que estar tan feliz.
Bethany continuó.
—Está bien. Sí. Por supuesto —dije—. Tengo la noche libre. Vamos a estar allí.
—Cole —dije, volviéndome y serpenteando mis brazos con los suyos—. ¿No
puedes intentarlo? ¿Sólo por esta vez? ¿Por mí? —Pestañeé, tratando de hacerle
reír como había estado haciendo en el coche.
163
—Está bien —dijo—. No hay problema. Sólo voy a ir a la clase. —Me apretó la
mano, me dio un beso en la frente, sonrió a Bethany y se alejó.
Nos encontramos con Zack justo cuando atravesaba las dobles puertas desde
afuera. Su rostro estaba iluminado con una sonrisa tan amplia que pensé que
debería haberle dolido.
—¿Qué dijo tu madre? —dijo—. Apuesto a que ella horneará un pastel de hoy.
Excepto.
164
Traducción SOS por Lalaemk
P
ara el momento en que llegamos a ‘Manuel’s’, la práctica de baloncesto ya
llevaba media hora. Zack había tenido que parar en la oficina del Sr. Tucker
para recoger el guión de su papel en la obra.
Bethany y yo esperamos fuera de la oficina del Sr. Tucker, pensando que sólo
tomaría un minuto, pero al parecer el Sr. Tucker tenía planes de explicar toda la
obra a Zack mientras nos sentábamos en el pasillo, donde me puse cada vez más
agitada.
—¿A qué hora crees que terminé el baloncesto? —pregunté, mordiendo la piel
alrededor de la uña del dedo pulgar.
—En serio, Alex —dijo—. ¿Qué pasa si no llegas a la práctica de Cole a tiempo?
¿Qué va a hacer? ¿Romper contigo?
—Es sólo que... —Hice señas hacia la puerta del señor Tucker—. Quiero decir, iba
a estar de vuelta pronto. Pero esto está tomando una eternidad, y como que tenía
planes...
165
—No es así —dije en voz baja, herida. Pero antes de que pudiera decir nada más,
la puerta de la oficina del señor Tucker, por suerte, se abrió, y Zack salió, llevando
un guión en la mano.
Puse los ojos en blanco, pero decidí dejarlo pasar. Simplemente no tenía la
energía para jugar de intermediario entre ellos y Cole.
Una vez que entramos a Manuel’s, la tensión entre Bethany y yo se aligeró. Zack
era tan boyante que era imposible permanecer enojada. Siguió añadiendo la
palabra "el" al principio de todo y "o" al final de las mismas (Vamos a tener el
mesa-o para el tres-o, el favor-o) e insistió en decir "Hakuna matata" a todos los
que pasaban. Estábamos riendo incluso antes de sentarnos.
—Así que la noche de apertura será el diez de marzo —dijo Zack, sacando su
guión de su bolsillo y extendiéndolo sobre la mesa frente a él—. Van a venir,
¿verdad?
—Jar jar, ustedes son demasiado graciosas. Voy a contratar a un portero para
patear su trasero —dijo, limpiando el queso caído en su guión con el pulgar—.
Oigan, chicas, escuchen la letra de esta canción que tengo que cantar. 'Tengo
algo en mi mano, mi amor. Voy a dártelo, mi amor. Vivo para oír tu extasío. Esta
noche los dos estaremos extasiados. Por lo que tengo en mi mano es la diáfana,
brillante, luna romántica de diciembre’. Dios, ¿cuándo fue escrito esto?
166
—Oh Dios mío —Bethany jadeó entre risas—. ¿Cuál es el título de esa canción?
¿'La Espeluznante Canción Exhibicionista’? Tengo algo en mi mano, mi amor...
Me reí a carcajadas, escupiendo migajas de papas sobre la mesa hacia Zack, que
se secó la frente de forma dramática, manteniendo su cara seria mientras Bethany
y yo prácticamente caímos debajo de la mesa, riendo tan fuerte.
—Está bien, está bien —dijo—. Ríanse, ustedes dos. Adelante. Jar jar. Son tan
morbosas. —Pero cuando eso sólo nos hizo reír más fuerte, él perdió su cara seria
y se esforzó por no reír, también—. Muy bien, eso es todo, —dijo, visiblemente
tratando de mantenerse sereno—. Ustedes dos no paran de reír y yo tengo algo
en mi mano para ustedes. —Levantó un puño como si nos fuera a noquear.
No perdí tiempo para salir de la zona de aparcamiento, sólo en caso de que aún
pudiera alcanzar a Cole, incluso en el último minuto. Sería genial si pudiera hacer
que había estado allí todo el tiempo, observando, por un largo rato. Entonces tal
vez él nunca se daría cuenta.
167
Aparqué, salí, corrí a la puerta lateral por el gimnasio, y tiré de la palanca. No sé
lo que esperaba, supongo que tal vez que estaba equivocada. Que Cole todavía
estaba aquí, esperándome. Que su coche no se había ido y que me vería,
saludaría, y trotaría a abrazarme, su hombro sudoroso contra mi mejilla.
—Oye, Cole —le dije al correo de voz—. Estoy en la escuela. Parece que me lo he
perdido. Lo...
Colgué y me mordí el dedo pulgar de nuevo, pensando las cosas. Si iba a su casa,
lo más probable es que estaría muy enojado conmigo. Pero lo más probable era
que ya estuviera muy enojado de todas maneras. Y si tal vez acudía a él esta
noche, podría suavizar las cosas. Si esperaba hasta mañana en la escuela, sólo
tendría unos minutos entre clases para hablar con él.
Estaba decidido.
168
Traducido por RoChIiI
B
renda abrió la puerta. Había luces encendidas en la cocina detrás de ella, y
pude tener una buena mirada de ella por primera vez.
—Alex —dijo en ese pequeño maullido de ella, tirando para abrir la puerta y
dando un paso al costado para dejarme entrar—. No sabía que Cole te estaba
esperando. Entra.
Parpadeé hacia ella. Era casi como si fuera una mujer completamente diferente.
Había una olla de sopa hirviendo a fuego lento en la estufa a su espalda, y la luz
del horno estaba encendida, iluminando un lote de magdalenas dentro. Había
música saliendo de una radio encima del refrigerador, y se balanceo un poco con
ella mientras hablaba.
Era como cuando el padre de Cole estaba alrededor, Brenda era una especie de
zombi, pero cuando él se iba, estaba viva.
Una vez más, estaba atorada con dolor por Cole y con lo que él tenía que vivir.
Brenda era todo menos la madre perfecta, y su padre era tan brusco y mordaz.
169
quisiera pasar el rato en su casa. No me sorprendía que él fuera tenso e
impredecible a veces.
—¿Quieres quedarte a cenar, Alex? —dijo por encima del hombro—. Vamos a
tener bastante.
—Está bien —le dije, haciendo caso omiso de las protestas de mi estómago,
todavía lleno de guacamole y tortilla. Esto podría ser una gran manera de hacer
las paces con Cole, cena con él y su mamá. Por la forma en que estaba actuando
esta noche, puede que incluso pasáramos un buen rato.
Ella me miró, y por tan sólo una fracción de segundo me pareció ver esos agujeros
negros detrás de sus gafas de nuevo. Pero sus pequeños diminutos labios de niño
se detuvieron en una sonrisa, y ella asintió con la cabeza.
—Por supuesto.
Subí los escalones. La puerta de Cole estaba abierta. Podía oír sonidos metálicos
suaves saliendo de la habitación y di un paso hacia el umbral para verlo sentado
en su amplificador, de espaldas a la puerta, tocando su guitarra eléctrica, que no
estaba enchufada. Me quedé en la puerta, aferrándome al marco ligeramente con
mis dedos, y lo observé.
Tuve planes con él primero, y lo dejé por Zack y Bethany, después de que el
hiciera un esfuerzo por ser comprensivo acerca de por qué había cambiado
nuestros planes.
170
—Cierra la puerta —dijo Cole, haciéndome saltar. No se había dado la vuelta, no
había dejado de rasguear su guitarra, pero sabía que estaba allí—. Dije cierra la
puerta —repitió cuando no respondí.
Entré e hice lo que había pedido, pero paré justo en la puerta, sin saber qué hacer
a continuación. No se volvió a mirarme, no dejó de rasguear. ¿Se suponía que
debía ir con él? ¿Esperar a que venga a mí? Esta era la parte de nuestra relación
que estaba empezando a realmente odiar, la parte en la que tenía que tratar de
adivinar lo que le haría feliz. O, con más precisión, lo que le impediría enojarse.
—Salí más tarde de lo que pensaba —le dije, tratando de mantener la voz lo más
cerca de lo normal posible—. Fui a la escuela, pero todo el mundo se había ido.
—Sí. Nos habíamos ido. Eso es lo que hacemos cuando la práctica terminó hace
una hora.
171
Me puse rígida.
—No soy una puta, y no estoy haciendo nada con él. Y él es mi mejor amigo —
le dije, mi voz más alta y temblorosa—. No es totalmente inaudito que un chico
y una chica sean mejores amigos sin nada más sucediendo, ya sabes.
—Lo que sea, puta —dijo—. ¿Tú y Bethany le dieron un buen regalo de
felicitaciones por conseguir el papel grande en la obra?
—Deja de llamarme así, Cole. Si eres demasiado denso para ver que...
—¿Denso? —La ira brilló en sus ojos y vi los músculos de su estómago tensarse,
pero no me importaba. Estaba enojada.
—No vuelvas a decirme qué hacer —dijo Cole, tan lleno de furia que pedazos
espumosos de saliva se reunían en las esquinas de su boca—. Nunca vuelvas a
decirme qué hacer. Lo juro por Dios, Alex. No. Lo. Hagas. —Él sacudió mi cuello
con cada palabra, mi cabeza tirando atrás y adelante como el de una muñeca de
trapo.
172
en mis oídos y el hecho de que mi ojo se sentía como gelatina y mis rodillas
querían salir de debajo de mí.
—Está bien —lloré, mi ronca voz pasando más allá de su estricto control sobre
mi garganta. Llevé mi mano hasta mi cara, porque no podía pensar en otra cosa
que decir o hacer más que cubrirme y estar de acuerdo con todo lo que él dijera.
Lo que sea que hiciera falta para hacer que parara—. Está bien, está bien, de
acuerdo, lo siento —lloré, las lágrimas saliendo de mis ojos en ríos, a pesar de
que los tenía firmemente cerrados.
Mi estómago se tambaleó, y tuve que apretar los dientes para retener el vómito.
—¿Por qué no escribes sobre ello en uno de tus pequeños poemas estúpidos? —
dijo en un momento dado, pero no respondí. Estaba demasiado asustada como
para levantar mi rostro, para mirarlo de frente.
Nada de esto tenía sentido. Todavía tenía las líneas débiles de moretones en el
interior de mi muñeca. Yo había estado orgullosa de mí misma por haberlo
perdonado en ese momento. Me había convencido a mí misma de que era una
cosa de una sola vez. ¿Cómo pudo pasar esto otra vez?
Lloré tanto tiempo que casi me olvidé de Cole. Definitivamente perdí la noción
del tiempo. Y cuando sentí sus brazos deslizándose alrededor de mis hombros
desde atrás, salté.
173
El pánico me sacudió mientras me pregunté que me haría esta vez. ¿Sería posible
que él me matara aquí mismo en su habitación con su madre en la planta baja
tarareando y revolviendo la sopa?
Pero fue el cálido Cole el que me envolvió. La tensión en su cuerpo se había ido.
La furia en su voz toda drenada.
—Mi Alex —respiró en la parte de atrás de mi cuello—. Oh, Dios mío, mi Alex. —
Al igual que antes—. Perdóname. Me tienes que perdonar. No quise... yo no
quería tener que... Yo sólo me pongo tan celoso... Jesús, no quiero perderte... por
favor... por favor, no me dejes... no te vayas... Voy a hacerlo mejor... Dios, te lo
juro...
No dije nada. Sólo lloré con más fuerza, sin saber cómo seguir después de que
algo como esto había sucedido. ¿Levantarme y alejarme como si todo mi mundo
no acabara de ser destruido? ¿Cómo? ¿Cómo las piernas y los pies y los brazos y
los pulmones funcionan después de algo como esto?
Nos quedamos así por un largo tiempo. Me susurró cosas. Disculpas. Excusas.
Promesas.
Mantuve mi cara abajo en la oscuridad durante tanto tiempo que lo que acababa
de ocurrir comenzó a sentirse como un sueño. Como si estuviera a punto de
despertar en algo mejor. Como si fuera a abrir los ojos y las cosas serían brillantes
y bonitas.
En cambio, cuando por fin me dio la vuelta y parpadeé el mundo real de nuevo,
todo lo que vi fue borroso en el ojo derecho, y sentí un adormecimiento que
abarcaba todo.
Mi nariz estaba goteando hasta mi boca, y entrecerraba los ojos contra la luz, con
el pelo pegado a la cara. Y Cole parecía estar más o menos igual. Estábamos de
duelo juntos, y de alguna manera se sentía bien. Se sintió mejor. Por lo menos si
yo iba a ser miserable, no iba a serlo sola. Por lo menos se había hecho daño a sí
mismo, también.
174
mis mejillas, mi pelo, mis ojos, que dolían, pero había una desconexión tal entre
el dolor y mi cerebro que apenas me di cuenta.
Era como si el dolor perteneciera a otra persona. Alex estaba allí, pero no era yo.
Ella era alguien más, cerrándose, pieza por pieza.
Dejé de llorar.
Sólo miré.
Entumecida.
Pero era como verme a mí misma desde el extremo de un túnel largo y negro. La
pobre chica en el otro extremo, estaba herida y confundida y golpeada, y sentí
pena por ella.
175
Traducido por Kasycrazy
T
odo lo que hacía falta era una mirada en el espejo, la mañana siguiente,
para convencerme de que no había manera de que pudiera ir a ninguna
parte.
Mi ojo tenía una borrosa línea púrpura bajo él, probablemente algo que podía
cubrir con maquillaje con bastante facilidad, pero mi pómulo era un desastre.
Estaba hinchada y con moretones, y me dolía a la vista, mucho peor al tocarlo.
Camina fuera de casa con este aspecto, me dije a mí misma, y tendrás preguntas
que responder. ¿Y estás preparada para responderlas? ¿No? No lo creo.
Traté de lavarme la cara en el agua más fría que pudiera salir del lavabo, pero no
ayudó, excepto para calmar mi ojo, que se sentía como si tuviera papel de lija en
el párpado superior. Todavía era difícil abrir mi ojo completamente, y se
humedecía a la luz del sol.
—¿Puedes decirle a papá que llame a la escuela? Se supone que tengo que
trabajar esta noche, también, así que tendría que llamar a ambos.
—¿Son calambres?
—No —dije. ¿Por qué Celia no podía hacer nada fácil?—. Creo que es la gripe.
176
—Sólo… Celia, ¿puedes simplemente hacer esto por mí, por favor?
—Lo que sea. Pero si estás mintiendo para poder pasar el rato y tener sexo con
Cole durante todo el día, no esperes que te cubra. Inaceptable.
Sabía que Celia no me odiaba realmente. Pero la mayor parte de los días parecía
que lo hacía.
—Celia dice que estás enferma —dijo papá, parándose en el marco de la puerta,
con las manos colgando en sus costados con torpeza.
—Bien —dijo él, entrecerrándome los ojos. Presioné mi rostro más fuerte contra
la almohada, por si acaso en mi actuación teatral empecé a mostrar algo la
mejilla—. Bueno, si necesitas algo…
177
Pero su voz se apagó, y yo no estaba segura de si eso era una pregunta o una
afirmación. Golpeó la puerta un par de veces con un nudillo y luego comenzó a
dejar la habitación, pero pareció pensárselo mejor y volvió.
—Cuando llamé… esa mujer con la que trabajas —dijo él—, dijo que necesitaba
cuidarte realmente de cerca. Dijo que pensaba que tal vez estabas en algún
problema.
—Ella debe de haber querido decir que estamos en problemas con el propietario
en este momento, eso es todo. No estoy en ningún problema.
—Sabes lo que diría tu madre de los problemas —dijo, y yo asentí, incluso aunque
nunca supe lo que mi madre hubiera dicho acerca de nada. Si ella me hubiera
dicho algo alguna vez, no lo recuerdo. Sólo por una vez me hubiera gustado que
hubiera dejado de insistir en que yo sabía lo que mi madre habría dicho o hecho
acerca de algo y reconociera que yo, en realidad, no tengo ni idea.
Recorrió el pasillo. Unos minutos más tarde los oí a él y a Celia hablando mientras
se dirigían a la puerta principal, al fin pude relajarme.
Tomé una ducha, y el agua caliente se sentía como el cielo en mi ojo. Después
me vestí y cogí una bolsa de guisantes congelados. Durante el resto del día, me
apoyé contra mi cabecera mientras programas de entrevistas sin sentido y
telenovelas se retransmitían en mi televisión y sostenía los guisantes contra mi
mejilla. Mi mente estaba corriendo, intentando entender lo que había pasado la
noche anterior. Intentando entender lo que había hecho para provocar a Cole
esta vez.
178
sobreponerse a lo de Zack, y no entendía sus humores cambiantes o por qué
tenía que llamarme por nombres y hacerme sentir pequeña. No entendía que lo
había hecho romperse.
Dos veces en el día, cogí el teléfono y empecé a marcar a The Bread Bowl, no para
gritarle a Georgia por decirle a mi padre, sino para explicárselo. Decírselo todo.
Parar esta locura y todas esas cosas que estaba viviendo sin entender desde que
se filtraron en mi cerebro demasiado rápido. Ayúdame, Georgia, habría dicho.
Ayúdame a salir de esto.
Pero cada vez que empezaba a marcar los números, pensaba en lo que sería ser
“la chica golpeada”. Pensé en la gente susurrando en la escuela. En la mirada de
suficiencia de Celia. En Bethany y Zack sacudiendo tristemente sus cabezas y
diciendo que habían intentado decírmelo. En los consejeros y “hablar
detenidamente de la situación” y todo el mundo diciendo que era sorprendente
por que parecía que Cole y yo teníamos una relación perfecta.
Y, sí, tan furiosa como estaba… no pude evitar pensar en Cole. El infierno por el
que pasaría. La manera en la que sentiría que lo había traicionado. Lo perdería.
Tan loco como eso sonaba, lo perdería. Los besos. Los pequeños regalos
románticos y el llamarme Emily Dickinson. Las clases de guitarra. Las bromas
internas. El vertedero. Se irían y lo perdería.
179
Con todo lo que estaba pasando entre Cole y yo, y con Georgia y ahora papá,
también, no podía lidiar realmente con estos dos.
“Mjorat pronto”. No eran los deseos de un mejor amigo, realmente. Lo que dolía.
Pero no me sorprendió en lo más mínimo.
—He vomitado dos veces —gemí, cerrando los ojos como si estuviera
interrumpiendo mi sueño.
—Uh-huh —dijo—. He visto al chico-amante hoy. No parecía muy feliz. Tal vez
está enfermando, también.
Estaba tan sorprendida por el repentino interés de Celia en alguien que no era
ella misma, que casi me quedé sin aliento. Pero si hiciera una lista de la gente a
la que nunca sería capaz de decirle lo que estaba pasando conmigo, Celia estaría
en la parte superior de la lista. Tenía una boca grande, y prácticamente nunca le
gusté. Seguro que lo usaría en mi contra.
—Es sólo —dijo—. Es sólo que tu jefe le dijo a papá que tal vez estaba pasando
algo contigo. Zack y Bethany estaban hablando esta mañana de que tu novio en
un completo idiota, y el mismo día tú estás enferma y él se ve como la mierda.
Yo sólo… bueno, si necesitas hablar o algo.
180
Cerré mis ojos.
Se sentó allí durante un poco más de tiempo; luego sentí que se levantaba y abrí
mis ojos. Se encogió de hombros.
—Aunque, gracias —grité a sus espaldas, pero ella no me escuchó. Cerré mis ojos
de nuevo, preguntándome cuánto más podría mantener esto como un secreto.
La gente estaba hablando. Tendría que tomar una decisión pronto, tal vez dejar
a Cole o encontrar una manera de dejar de provocarlo.
Estar allí tumbada con los ojos cerrados se sentía tan bien, los mantuve así. Y
después de un tiempo realmente caí dormida, soñando que estaba acurrucada
en el suelo de la habitación de Cole, mi cara toda gorda e hinchada, mientras la
sopa burbujeaba en la cocina, Brenda haciendo sonidos de gatito y bailando
nanas, y mamá en la azotea con su cabello ardiendo en fuego, carcajeándose y
lanzando cosas desde el borde hasta el suelo.
—Pasaré a verte mañana, también —dijo—. Por si acaso. Aquí, estaba en tu coche.
—Me tendió una rosa, envuelta en papel de seda verde, una pequeña ramita
sostenida por el aliento de un bebé.
Tenía que averiguar cómo parar de hacer que Cole se enfadara tanto.
181
Traducido por Katt090
A
l día siguiente, Cole dejó otra flor en mi parabrisas, así que lo llamé.
Hablamos durante horas. Se disculpó. El prometió hacerlo mejor. Aceptar
mi amistad con Bethany y Zack. Parar de dejar al baloncesto y a sus padres
de ponerlo tan tenso. Volver a cómo eran las cosas antes.
Él me convenció de que esto era sólo una mala racha y si nos dedicamos a nuestra
relación en la forma en que decía ser, pasaríamos a través de ella sin ningún
problema. Seríamos más fuertes, y el tiempo en que me dio un puñetazo en la
cara sería algo feo que estábamos demasiado avergonzados para nunca hablar
acerca de nuevo, incluso el uno al otro.
Después de dos días con una "gripe estomacal", finalmente volví a la escuela. Era
un viernes, y estaba tan abrumada con el trabajo y con la revisión y reponiendo
mi cara varias veces, apenas tuve tiempo de ver a Cole, mucho menos a Zack y
Bethany.
Pero al final del día, cuando doblé la esquina en el laboratorio tutor, estaba Zack
sentado en el viejo escritorio en que solía sentarse en cuando le enseñaba antes.
—Ah, ella está tan ocupada que sus mejores amigos necesitan una razón para
verla ahora. —Él hizo el gesto de la celebración de un micrófono a la boca—.
Dígame, señorita Bradford, ¿cómo es evadir a los paparazzi?
182
—Vi la foto de la ducha en la Questioning Magazine, por cierto. Tu, uh... gorro de
ducha parecía increíble. Me quedé mirándolo durante horas. —Él hizo el gesto de
pegarse el micrófono en la cara. Me eché a reír.
—No, es bueno verte, Zack —le dije—. Es sólo que... ¿no se supone que debes
estar con Amanda en este momento?
—Celia es peor que los paparazzis —le dije—. Entonces, ¿en qué tienes que
trabajar?
—Joder, público exigente. Recuerdo a esta chica. Su nombre era Alex Bradford.
Solía reírse de hecho de vez en cuando —dijo, y luego se inclinó y sacó una hoja
de papel arrugado de su mochila—. Vocabulario —dijo—. Gran prueba el lunes.
Odiaba la forma en que su voz sonaba tan seria tan poco Zack-como era. Pero,
de verdad, no me dejó otra opción. No podía seguir desempeñando el juego de
flirteo con Zack. Aunque sabía que no significaba nada, que no podía seguir
invitando a las peleas entre mí y Cole así. Tuve que intentar mi mejor esfuerzo
para mantener las cosas fuera de escaparse de control. En muchos sentidos, el
humor de Cole era difícil de predecir y no tenía sentido. Pero en muchos sentidos
no podía culparlo por ser celoso de mi relación con Zack. Zack era coqueto. Y yo
le incitaba, probablemente debido a que siempre se sintió tan bien conseguir esa
atención. Pero ahora no lo quiero. No podía quererlo, porque quererlo hizo
parecer a Cole como si yo no lo quisiera.
183
Entonces, justo cuando estábamos a punto de hacer las maletas, la puerta se abrió
de golpe y Cole se pavoneó adentro.
—Hey, ustedes dos —dijo él, apareciendo detrás de Zack y dándole una palmada
en el hombro con buen humor. Si yo no lo hubiese estado viendo con mis propios
ojos, nunca lo hubiera creído—. Es viernes, ¡no se supone que trabajen tan duro
en un viernes!
Cole se rió en voz alta-una forzada carcajada, entonces se inclinó sobre Zack y
golpeó ligeramente en el hombro.
—No, pero el día es joven —dijo. Entonces, para mí—. Tienes razón, Alex, el tipo
tiene un sentido del humor.
—Sí, soy un comediante de verdad —dijo—. Escucha, Alex, ¿vas a estar alrededor
este fin de semana?
Asentí con la cabeza, lo que seguro estaba tocando entre ellos, pero volviendo
muy nervioso. Por favor, Zack, suplique en el interior. Sé que no sabes lo que te
estás metiendo aquí, pero podría salir lastimado si conviertes esto en un juego.
Y entonces mi corazón se hundió cuando lo pensé de esa manera. Podía salir
lastimada. A causa de una broma.
—Sí, por supuesto —dijo, nivelando sus ojos a Cole a propósito esta vez. Luego
de vuelta a mí—. Bethany va a venir a ayudarme a memorizar mi parte. Pensamos
184
que tal vez te gustaría venir, también. Dado que, ya sabes, no hacemos la cosa
del sábado más.
—Tal vez —le dije, odiando el temblor de mi voz y cómo me sentía eléctrica de
pie junto a Cole, a la espera de su respuesta, que estaba segura de que iba a ser
violenta.
—Hey, bebe, eso suena divertido —dijo Cole, golpeándome con su cadera—. Mi
papá me tiene haciendo algunas tareas lame-trasero este fin de semana, de todos
modos. ¿De esta manera no tendrás que sentirte mal por haberte dejado sola
todo el fin de semana, ya sabes, hombre? —Otra vez con ese amigable golpe en
el hombro. Me estremecí, pero Zack se paró tan constante que casi parecía que
estaba hecho de cemento.
Se dirigió hacia la puerta, con su guión enrollado de The Moon for Meand You en
un puño apretado.
—¡Nos vemos, hombre! Que tengas un buen fin de semana —Cole dijo después
de él.
—Hey, lo mismo para ti, Gran C, tú genial, chico genial —Zack volvió a decir sin
voltearse.
—Estoy tratando. Por ti. Dijiste que querías que lo intente, así que estoy tratando.
Sonreí.
—¿En serio?
—Sí. Me imagino que si te gusta, no puede ser tan malo. Y si voy a estar contigo
para siempre, y lo estoy, entonces es mejor que me acostumbre a salir con él. Y
185
Bethany, también. Tus amigos son mis amigos, bebé. —Se inclinó y suavemente
besó suavemente mi mejilla.
—Cualquier cosa por ti. Te dije que te lo compensaría a ti y lo dije en serio. Pero
nada bueno de aquí en adelante. Aquí. Tengo algo para ti. Presentes de Navidad
temprana.
Mirando hacia abajo en él, se me cayó el pelo y puse mi mano sobre el nuevo
collar y me volví hacia él.
—Pensé que podrías utilizar uno nuevo. Ahora no tienes que usar ese viejo todo
el tiempo más.
186
Podría haber argumentado. Podría haberle recordado que no me había quitado
el viejo desde que tenía ocho años de edad y yo no estaba dispuesta a empezar
ahora. Podría haberle dejado saber que tenía toda la intención de llevarlos a
ambos cada día. Que incluso pensaba que era genial para usarlos juntos-una que
me proteja de las pesadillas antiguas, y el otro que me proteja de las nuevas.
Pero por el momento lo único que podía pensar era, Gracias a Dios. Gracias a
Dios nunca le dije a nadie lo que había sucedido. Gracias a Dios no había perdido
la fe en él. Gracias a Dios regresó, el viejo Cole. Y gracias a Dios que tenía razón
acerca de él en el primer lugar.
Nos quedamos así hasta uno alrededor del otro por un largo tiempo,
balanceándome, nuestras cabezas apiladas, como si fuéramos una sola persona
dividida en dos y tratando de volver a estar juntos de nuevo. Entonces,
finalmente, él se apartó.
—Hey —dijo—. Vamos a zanja tutoría hoy. Vamos a ir a mi casa. Tocaré esa
canción que he estado escribiendo para ti. Brenda con su club de lectura, y el
trabajo de papá. Vamos a tener todo el lugar para nosotros.
—Sí —le susurré—. He tenido suficiente de la escuela por un día. —Me toqué la
mejilla—. No estoy en la programación de The Bread Bowl de esta noche,
tampoco. —Gracias a Dios. Eso le daría a mi mejilla un día más para sanar antes
de los ojos escrutadores de Georgia lo buscarían definitivamente.
—Está bien —le dije, pensando en lo maravilloso que se siente al salir de la casa
y ser sólo un rostro en la multitud, donde nadie me preguntaría qué le pasaba a
mi ojo—. ¡Suena genial!
—Un día entero y la noche con la chica que más quiero en este mundo —dijo,
recogiendo su mochila y conduciéndome a la puerta, nuestras caderas topándose
mientras caminábamos. Al igual que antes había algo oscuro y privado entre
nosotros.
187
O tal vez no es como antes. Nunca lo había visto tan feliz antes. Esto era nuevo.
Un nuevo Cole. Una nueva relación.
Él realmente estaba intentando. Estaba intentando por mí. Y eso es todo lo que
importaba, ¿verdad? No que una persona cometa un error, sino que aprende de
él y trata de ser mejor.
188
Traducido por Nnancyc
—¡A
lex! ¡La puerta! —gritó Celia desde el piso de abajo. Acababa de
llegar a casa del trabajo y estaba sacándome el uniforme.
—¡Un minuto! —grité. Me puse un par de vaqueros, deseando que Zack al menos
me hubiera dado tiempo para enviarle un mensaje a Cole para decirle que yo
estaba en casa.
No había visto a Cole en todo el día, aunque debería haber terminado con su
práctica para este momento. No había escuchado de él, y eso me preocupó
porque sabía que estaba estresado por la inauguración del torneo el viernes en
la noche. Su padre estaba hablando un poco más, al igual que él había estado
haciendo demasiado desde que los juegos comenzaron.
Pero a menudo, Cole se pasaría por The Bread Bowl después de la práctica del
sábado y pasaría el rato, esperando a que salga. Pero no se había aparecido hoy,
y con Dave pasando el rato todo el tiempo, Georgia había adoptado una política
estricta de “no-teléfonos-celulares”, así que no tenía forma de averiguar lo que
estaba pasándole.
189
Tendría que librarme de Zack rápidamente. Decirle que estaba demasiado
cansada para practicar. Mañana. Le prometería que le ayudaría mañana.
No era Zack sentado en el borde del sillón reclinable de papá. Era Cole, luciendo
ojos oscuros y brillantes. Energizado.
—No me dijiste que era Cole —dije, pero Celia estaba ignorándonos, mirando la
televisión, su pulgar trabajando en el teclado del teléfono celular.
Antes de que pudiera decir algo más, él estaba envuelto alrededor de mí,
abrazándome alrededor de mi cintura y alzándome, mis puntillas balanceándose
sobre la alfombra.
Una vez más, me abrazó. Se sentía tan bien después de un largo día de trabajo
estar envuelta en sus brazos.
Las cosas habían sido muy buenas entre nosotros últimamente. Las vacaciones
de navidad habían sido geniales para Cole. Sin escuela y práctica, parecía en
verdad relajado, y excepto por el ocasional estallido de ira, estábamos como
habíamos estado antes de que me golpeara. La semana pasada celebramos
nuestro cuarto mes de aniversario. Al fin había nevado por primera vez este año,
lo cual era un poco inusual para febrero, y nos acurrucamos en el sofá juntos,
mirando la nieve caer y bebiendo chocolate caliente. Un éxtasis romántico, como
algo que podías ver en las películas.
Quería que así se sintiera mi vida cada día, llegar a casa del trabajo y sentir a Cole
rodeándome. Esperando a una noche entera con él. Sólo los dos, todo bien.
190
Nos besamos, y escuché a Celia chasquear con su lengua desde encima del sillón.
—Tengo uno. Este —dije, soltando risitas y besando a Cole de nuevo, esta vez
más duro y más ruidosa para molestarla.
Él sonrió.
—Por supuesto. Estás jugando, ¿no? —dije con sarcasmo, dándole una sonrisa
enorme y parpadeando dramáticamente.
191
—Vamos —dijo—. Tengo algo que quiero comprarte.
Salimos y nos encontramos en la parte posterior del coche, donde entrelazó sus
dedos con los míos. Caminamos hacia el centro comercial de esa forma, felices y
tomados de la mano.
Dejó caer los brazos, rodó los ojos y vino alrededor detrás de mí, haciéndome
pasar a la tienda.
Una vez que estuvimos adentro, agarró mi mano otra vez y comenzó a tirarme.
Me hizo pasar la ficción, los libros de cocina y los de autoayuda, todo el camino
a la parte posterior de la tienda, donde al final se detuvo.
—Viajes —dijo. Pasó los dedos a lo largo de los estantes—. ¡Kansas, Nebraska,
ajá! Aquí está. —Sacó un libro del estante y lo sostuvo para mí.
Asintió.
—Y también encontré este. —Sacó otro libro y lo levantó: Soul of the Rockies.
Esta vez no leí el título en voz alta. No podía. Estaba demasiado sensible para
decir algo. En su lugar, lo tomé de sus manos y lo abrí, lo hojeé.
Las imágenes casi me dejaron sin aliento. Las montañas lucían tan hermosas, tan
mágicas. Podía casi sentir a mamá en el grano del papel debajo de mis dedos.
Me senté en el suelo en frente de los estantes, incapaz de apartar los ojos de las
fotos.
Había visto fotos de Colorado antes. Pero era diferente de mirar en pequeñas
miniaturas en la portátil de Bethany. Estas fotos eran tan vívidas y nítidas, tan
coloridas, que casi sentí como si ya estuviera allí. Podía entender por qué alguien
querría ir allí sólo para ver las montañas. Porque tal vez la belleza sería un motivo
suficiente.
192
Cole se sentó a mí lado.
—Cole —dije, pero no sabía cómo finalizar. Siempre me había dicho que me
entendía, pero también lo habían hecho Bethany y Zack. Y nunca lo supe con
seguridad, con todas sus charlas de coquetear, bandas de chicos sexys y ropa
nueva, si Bethany y Zack en verdad entendían lo que las montañas significaban
para mí, que no era sólo alguna tonta obsesión ni tampoco tomar unas
vacaciones.
Pero ahora lo sabía. Sabía que al menos una persona aquí lo entendía. Cole
entendía. Él entendía todo.
—Oh, y también quiero llevarte esos —dijo. Se puso de pie y caminó alrededor
del otro lado de los estantes mientras yo daba vuelta la página de las algunas
fotografías más, retrocediendo y mirando de nuevo a las que ya había visto.
Regresó y dejó caer dos mapas en mi regazo: Colorado y Kansas—. No creo que
ustedes se pierdan, pero sólo en caso. Estos son buenos, a prueba de agua.
Levanté los mapas en una mano y cerré el libro con la otra, luego dejé el libro
Frommer´s en mi regazo.
—Oh, y uno más. —Se estiró detrás de alguna guía de Walt Disney World y sacó
una edición rústica: Emily Dickinson—. Por si acaso, ya sabes, las montañas te
inspiran a escribir algo más de poesía —dijo.
193
Traducido por Ariadniss
L
os Bearcats habían estado teniendo una temporada horrible, y era, en cierto
modo, increíble que hubiésemos llegado al torneo. Se podía sentir la
tensión en las gradas, irradiando de los padres, que esperaban una gran
victoria para sus jugadores. Los estudiantes estaban allí sólo para hablar con los
otros. Para conseguir un poco de libertad. Hacer tonterías en la escuela. Liarse un
poco. Pelear un poco. Usar un poco de pintura en la cara.
Estaba allí sola. No había visto a Bethany desde hace dos semanas, desde el fin
de semana en que había ido a la casa de Zack para ayudarle a trabajar en sus
líneas y me había sentido como una tercera rueda todo el tiempo. Cole se había
suavizado con Bethany, y Bethany había respondido ignorándome
completamente. Apenas habló conmigo en toda la noche, no como si estuviera
enojada conmigo, sino como si no supiera qué decir. Esa fue la primera vez que
me sentí como una intrusa alrededor de Bethany y Zack. Siempre habíamos sido
los Tres Terribles, el monstruo de tres cabezas. Ahora ellos eran dos… y yo.
Sospechaba que estaba con Zack, trabajando en sus líneas de nuevo, en lugar de
estar en el juego. O tal vez estaban viendo una película. Todo lo que sabía era
que definitivamente no estaba dentro del grupo Zack/Bethany.
Incluso cuando Zack iba a sus sesiones de tutoría, en su mayoría sólo trabajamos.
Ya casi nada era personal entre nosotros. Dejó de hacer bromas y se sentó allí,
respondiendo a mis preguntas con rapidez.
Si tuviera que escribir un poema sobre la amistad, tendría que usar la palabra
torpe. Y rebuscado. Y cambiado.
Así que, sí, estaba un poco enojada con ellos por el momento por dejarme afuera
cuando finalmente había logrado que Cole dijera que era aceptable que ellos
estuvieran ahí. Y eso significaba que si quería ver jugar a Cole, tendría que ir al
partido sola. Parecía como si estuviera haciendo un montón de cosas sola estos
días.
194
el resultado final terminó siendo 62 a 23, una vergüenza para los Bearcats una
vez más.
Sabía que querría estar sólo por un poco de tiempo para tranquilizarse, sobre
todo porque tenía planes de ir a una fiesta después del partido en la casa de
Trent. Querría calmarse, y entrar en modo fiesta. Y las cosas estaban yendo bien
entre nosotros. Aprendí cuando dejarlo solo. Y este era sin duda uno de esos
momentos de dejarlo solo.
Así que me senté en las gradas, pensando en lo que le diría a Cole para relajarlo
cuando saliera de los vestuarios.
Lo siguiente que supe fue que toda mi fila estaba vacía, y cuando miré a mi
alrededor, me di cuenta que la mayoría de la gente se había ido.
Me puse de pie, y ahí fue cuando los vi: Zack y de Bethany, en el juego, sentados
justo media docena de filas detrás de mí, sus cabezas inclinadas juntas
compartiendo auriculares. ¿Estuvieron sentados allí todo el tiempo? ¿Cómo es
que no me dijeron nada?
—Alex —gritó Zack—. ¡No te había visto! —Pero me di cuenta que Bethany volteo
la cabeza ligeramente hacia un lado para ocultar una sonrisa cuando lo dijo.
Mentira. Sabían totalmente que estaba allí y me ignoraron. A propósito.
Bethany levantó bruscamente la cabeza, pero antes de que pudiera decir algo,
una chica que reconocí por andar por el casillero de Bethany, pero que no sabía
su nombre, toco a Bethany en el hombro. Bethany volteó y su rostro
malhumorado volvió a las sonrisas, sólo así. Se puso de pie y abrazó a la chica, y
las dos charlaron alegremente.
195
Zack pasó por encima de las gradas, saltando una fila tras otra hasta que estuvo
justo en frente de mí.
Zack asintió.
—Te gustará.
—No —dije, metiendo con furia mis brazos en mis mangas del abrigo—. De
ninguna manera.
—No me importa, Zack —dije, dándome cuenta demasiado tarde de que mi voz
era demasiado fuerte—. Este viaje no se trata ustedes teniendo un minuto de
diversión, o tal vez ustedes con sus casas rodantes y sus tatuajes de viaje de
carretera y su dinero de compras para suvenires nativos americanos reales, no
recuerdan de qué se trata.
Extendió las manos como si quisiera captar las ondas de sonido mientras salían
de mi boca y mantenerlas justo en frente de nosotros, y evitar que Bethany
escuchara. Pero era demasiado tarde. Ella y Tina ya nos estaban mirando,
haciendo coincidir las miradas horrorizadas en sus rostros.
—Bueno, podrías haberme engañado —gruñí, pasando por encima de las gradas
en frente de mí para acercarme a él—. ¡Quiero compartir el momento que he
estado esperando toda mi estúpida vida con La divertida Tina! —Le di un
sarcástico pulgar hacia arriba—. Un gran plan, chicos. ¡En serio!
—Lo que sea. Deja que se vaya —dijo en un muy molesto tono de voz, así que di
la vuelta y caminé más rápido.
196
Pero en lugar de girar a la derecha hacia el pasillo y esperar a Cole fuera del
vestuario de hombres como siempre hacía, giré a la izquierda y me empujé a
través de las puertas en el estacionamiento. No podía manejar las luces
fluorescentes de la escuela ahora mismo o el gimnasio húmedo y maloliente. Y
no podía manejar encontrarme con Bethany y Zack... y Tina... otra vez. En cambio,
encontré el coche de Cole y di semicírculos alrededor.
A pesar del juego horrible, había muchas fiestas. Las personas estaban
entreteniéndose, sacando bebidas de los refrigeradores en los asientos traseros.
Chicas siendo cargadas. Chicos animando cuando sus amigos salían del vestuario,
gritando cosas como: “Hey, hombre, era un equipo duro, pero te veías bien. Lo
hacías.”
Todos los padres habían salido del estacionamiento, cargando a los niños
pequeños durmiendo en sus hombros y arrastrando a los súper hiperactivos
niños de primaria detrás de ellos. Sus luces traseras estaban desapareciendo por
la calle principal hacia la ciudad, y el estacionamiento una vez más pertenecía a
los adolescentes.
Pero Cole se tomó tanto tiempo para salir de los vestuarios que incluso los
adolescentes se habían ido, dejando marcas de neumáticos en el asfalto y con las
ventanas abajo, gritando sin ninguna razón al cielo nocturno. Los únicos coches
que quedaban pertenecían a Cole y al entrenador Dample, que siempre se
quedaba por mucho tiempo después de los partidos, hasta después de que todos
los demás se hubiesen ido.
Por como sonaban las cosas, casi todo el mundo se dirigía a la casa de Trent. Me
preguntaba si Bethany y Zack iban allí, también. Genial. Probablemente llevarían
a la divertida Tina.
El pensamiento trajo nuevas olas de ira y desesperación. ¿Por qué? ¿Por qué no
podía algo alguna vez a ser fácil?
Caminé un poco más, pensando. Tal vez podríamos hablar de esto. Tal vez podría
hacerlos comprender que este viaje era demasiado personal para traer a gente
que no conocía, incluso aunque estuviera segura de que era una perfectamente
buena chica.
Tal vez podría explicarles que ahora que estaba con Cole, tenía que hacer esto
más que nunca. Necesitaba entender qué era tan importante allá en las
montañas. Lo necesitaba para demostrarme a mí misma que no importaba lo que
atrajo a mamá ahí afuera, yo debería haber sido más importante, maldita sea.
Necesitaba ponerle fin de una vez por todas, dejar de ser Alex, la niña que su
madre dejó atrás, y empezar a ser Alex, la chica que no era tan estúpidamente
necesitada y volátil. Ellos necesitaban saber eso. Necesitaban entender lo
197
insignificante que había estado sintiéndome últimamente y que sentía como si
pudiera restear esa insignificancia de vuelta al día cuando los policías estaban
lavando el cerebro de mamá de la carretera. Y cómo podría rastrear esa
insignificancia todo el camino desde ese día hasta el día que me fui de la casa de
Cole con una contusión en la mejilla. Deseaba como loca poder decirles sobre
Cole golpeándome. Entonces tal vez entenderían porqué necesitaba una prueba
de que era importante.
Pero para decirles eso, tendría que dejarlos entrar en mi secreto. Y ahora que Cole
y yo habíamos arreglado las cosas, no iba a hacer eso. No iba a ser la chica que
fue golpeada por su novio. Y no iba a dejar a Cole como el chico que golpeó a su
novia porque estaba frustrado y celoso. Él no siempre era ese tipo, pero nadie
jamás entendería eso.
—Oye, lo siento por el juego —dije, temblando más duro—. Ustedes totalmente
debieron haber ganado.
—¿Debimos?
Algo en su rostro me advirtió. Esta era de esas noches en que debía cuidar lo que
dijera, seguro. Parecía peligroso, y sabía por el pasado lo peligroso que podría
ser para mí.
—No quise decir... —dije, pero me detuve y mordí mi labio. Mi mente corría. ¿Qué
iba a decir? ¿Qué podía calmarlo? — ¿No vamos a lo de Trent?
198
mí otra vez. Todo lo que podía pensar era en esos dos golpes y mi mejilla
palpitante. Todo lo que podía pensar era en mi cuello rígido por acostarlo en una
mejilla durante dos días, fingir una enfermedad para no tener que mostrarle a la
gente mi cara hinchada y magullada. No podía pasar por eso otra vez.
—No, nos vamos a quedar aquí, y tú me vas a decir tus teorías sobre la forma en
que deberíamos haber ganado ese juego. Puesto que sabes mucho sobre
baloncesto. —Con eso, me empujó, ligeramente, moviéndome no mucho a un
lado. Lo hizo de nuevo tres o cuatro veces más, me recordaba a un oso jugando
con su presa antes de comerla.
—¿Qué? ¿Qué estabas “sólo” haciendo? ¿Eh? Adelante. Todos nosotros estamos
esperando.
Me empujó de nuevo, un poco más fuerte esta vez, me obligó a dar un paso hacia
atrás. Miré alrededor con nerviosismo. No había ningún "nosotros" a la espera de
escuchar nada. Darme cuenta de eso me asustó, no había realmente nadie aquí.
Básicamente, podía hacer lo que quisiera.
—Por favor, Cole —dije, con voz temblorosa. Odiaba que mi voz sonara como
así, como si estuviera suplicando por mi vida, pero, en cierto modo, era así—. ¿No
podemos ir a lo de Trent ahora?
Empujón.
Empujón.
199
Di un paso atrás con cada empujón, sin hacer ningún movimiento para caminar
hacia él de nuevo. Él estaba viniendo a mí en su lugar. Empujón. Paso. Empujón.
Paso. Estábamos a varios metros del coche ahora, y nos acercábamos a las
sombras de la línea de árboles que bordeaba el estacionamiento. Estaba
rogándole que se detuviera, envolviendo mis brazos fuertemente alrededor de
mi cintura. Quería dejar caer mis brazos de vuelta a sus mangas, pero tenía miedo
de parecer como si me resistía o, Dios no lo quiera, a empujarlo hacia atrás. Nunca
había intentado luchar con Cole antes, y no iba a empezar ahora. Tenía miedo de
lo mucho que me golpearía si lo hiciera.
Empujón. Paso.
Empujón. Paso.
—Crees que lo sabes todo, también, eso es lo que me mata. Crees que tienes
todas las respuestas. Escribes un estúpido poema de aficionados y te crees que
eres la mejor.
Empujón. Paso.
—No hay nada peor que una estúpida novia puta tratando... de decirte...
No hice ningún ruido esta vez. Estaba demasiado aterrada y sucedió muy rápido.
Pero en el último minuto, torcí el cuerpo hacia la caída, tratando, y fallando, de
sacar mis manos de la chaqueta apoyarme en ellas. En cambio, caí en la acera de
concreto que bordeaba el estacionamiento, mi hombro absorbiendo la mayor
parte del golpe, pero mi cara golpeo con fuerza contra el hormigón.
Y él rió.
Finalmente saqué los brazos de las mangas y levanté el brazo hacia mi cara. Mis
manos se retiraron mojadas, y en la oscuridad, mis dedos parecían negros.
200
Sangre. Mi hombro dolía, pero parecía estar bien. Pude moverlo. No estaba roto
ni nada. Pero mi barbilla se había roto, y mi labio, también. Sentí algo duro dentro
de mi boca y luego lo escupí en mi palma. Un pedazo de diente. Usé la lengua,
sentí el borde donde mi diente frontal se había roto. Una gran grieta.
Cole seguía riendo, agarrándose el estómago como si fuera la cosa más divertida
que hubiera visto alguna vez. Caminé alrededor de él, sosteniendo con la mano
mi cara, abrí la puerta del coche, y luego me senté.
Siempre había pensado que si me mantenía alejada de Zack y Bethany, Cole sería
feliz. Si hiciera que Zack dejara de hacerme cosquillas. Si dejaba de abrazar a mis
amigos. Si no hablaba sobre ellos o actuaba como si fueran una parte de mi vida,
entonces podría evitar que Cole explotara. Pero eso no funcionó.
Por primera vez, eso realmente me golpeó. No había nada que pudiera hacer para
mantener a Cole sin que explotara. No había nada que pudiera dejar, hacer mejor,
mantener alejado o decir. No tenía poder sobre lo que estaba pasando entre
nosotros. Cole lo tenía todo. Nuestra relación era como Cole la había creado. Él
era el encargado. Era el que tenía la palabra. Era a su pequeña marioneta,
moviéndome en la forma en que él quería.
201
Lo miré con incredulidad. ¿De verdad esperaba que yo fuera a una fiesta así? Me
veía horrible.
—¿En serio? Déjame ver. —Le mostré mis dientes, odiando cada centímetro de
él, pero sintiéndome muy distante para hacer algo al respecto, y miró mi boca—
. Oh, hombre, Alex. En realidad, no deberías ir caminando con las manos
atrapadas en la chaqueta de esa manera. —Y tuvo el descaro sonar serio cuando
lo dijo, como si estuviera realmente preocupado.
—¿Qué quieres decir? —dije con rabia, incapaz de aguantarme más tiempo—.
No estaba caminando. Me empujaste.
Así que así era como iba a funcionar ahora. No iba a dejar de hacerme daño, sino
que estaba a punto de empezar a negarlo. Bueno, eso me haría el día. No me
importaba si me compraba un millón de libros, si me conocía por dentro y por
fuera. No podía seguir con esto. No podía dejar que me hiciera daño y fingir que
todo era mi culpa. Amaba a Cole, pero en este momento, con mi diente hurgando
en un punto sensible en la punta de mi lengua y mi barbilla llena de sangre, ahora
lo odiaba más de lo que lo amaba.
Por primera vez desde que toda esta locura había comenzado, me di cuenta de
que nunca dejaría de hacer esto. No había nada que yo pudiera hacer para evitar
que él se saliera de sí. No había nada que pudiera hacer para detenerlo.
—Si yo iba a hacerte daño, no lo haría en un lugar donde la gente pudiera ver
eso —dijo—. Realmente eres estúpida, ¿verdad, Alex?
Nos miramos a los ojos durante un largo rato, negándome a moverme bajo la
presión de su nudillo, que fue empeorando con cada segundo desde que él lo
puso en mis costillas.
202
Traducido por Katt090
L
a casa de Trent estaba llena. Por supuesto. Si me hubiera visto increíble esa
noche, no habría nadie allí. Sin embargo camine viéndome como si acabara
de estar en una trituradora de madera, y había una multitud de alrededor
de un millón, y por supuesto Renee Littleton sería quien está de pie cerca de la
puerta delantera, porque tiene la voz más chillona, y si estás a menos de cien
kilómetros de Renee Littleton, puedes oír absolutamente cada palabra que dice
la chica.
—¡Oh, Dios mío! —gritó tan pronto como Cole y yo atravesamos la puerta—.
¡Alex! ¿Qué te pasó en la cara? —Y todas las personas en toda la casa, te lo juro,
me miraron. Incluso la música parecía golpear una nota ligera.
Miré a Cole, que todavía tenía esa mirada de “esperar hasta que escuches esta
hilarante historia” en su rostro.
—La estúpida tenía las manos dentro de su abrigo —dijo Cole, extendiendo las
manos.
Sentí que mi cara calentarse, en parte por la forma en que Cole estaba jugando
con esto como si fuera mi culpa, y en parte por los ojos clavados en ella. Renee
se puso tan cerca que podía oler el alcohol en su aliento.
—Lo sé —dije, pensando, más de lo que nunca sabrás, Renee. Más de lo que
nunca sabrás—. ¿Dónde está el baño?
Sus manos volaron para cubrir su boca, y sus ojos se abrieron como platos.
203
—Eso es lo que estoy diciendo. ¿Quién se rompe un diente en un maldito
estacionamiento? ¡Amigo! —le gritó a Ben Stoley, quien estaba a cargo de un
refrigerador en el comedor—. Por aquí.
Levantó las manos al estilo de receptor, y una lata difumino por el aire,
aterrizando con un golpe seco en el centro de su pecho. Varios chicos
aplaudieron y, por suerte, se olvidaron de mí. Incluyendo a Renee Littleton, que
estaba ocupada chillándole al chico junto a ella acerca de su reciente viaje a la
Isla del Padre.
Mis manos fueron a mi cara por su propia voluntad, y deje escapar un enorme
suspiro que era casi un grito. Había estado demasiado asustada de mirarme en
el espejo del coche de Cole, demasiado asustada de que vería lo mal que se veía
y llorara, y no quería darle la satisfacción de verme llorar. Pero, oh Dios mío,
parecía mucho peor de lo que pensaba que sería.
Abrí la boca, luego la cerré de nuevo. Como sospechaba, mi diente no estaba sólo
un poco astillado. Estaba astillado casi en la mitad, en un ángulo, apuntando
hacia abajo bruscamente en mi lengua. Mostré mis dientes y saqué la lengua a
través del hueco, entonces inmediatamente la retire por el dolor agudo en mi
diente. Ni siquiera sería capaz de comer con el diente así.
204
El entumecimiento desapareció entonces, y me puse a llorar, mirándome a mí
misma en el espejo mientras me lavaba, suavemente, la sangre en mi cara, sólo
para descubrir que no había mucho de que desprenderse. Era una raspadura
gigante. No me extrañaba que mi cara ardiera tanto. Toda la piel estaba a carne
viva.
—Caray —suspiró, agarrando una toalla del estante de toallas junto a ella y
empapándola bajo el agua corriente—. ¿Qué pasó?
La tristeza se sentía tan pesada que no podía hablar. No sabía cómo decirlo. No
sabía si todavía era seguro decirle cualquier cosa a Bethany. Abrí la boca, pero
todo estaba estancado, en algún lugar en el fondo de mí, tal como lo había estado
esa noche en el patio con Georgia, y sabía que no iba a suceder aquí, en el baño
de los padres de Trent, esta noche.
—Te caíste —dijo, sólo que no era una pregunta, sino una afirmación. Una
declaración de incredulidad. Cole podría estar en lo cierto acerca de mí, puedo
ser estúpida como el infierno, pero nunca podría acusar a Bethany de ser
estúpida.
—En la acera junto al coche —dije—. Yo estaba... —Cogí lo primero que me vino
a la mente—. Estaba corriendo.
Parpadeó, utilizó la parte posterior de su muñeca para empujar sus gafas sobre
la nariz, y luego volvió a limpiar.
—¿Qué se supone que significa eso? —Hice una mueca cuando ella tocó un
punto especialmente adolorido.
205
—Escucha, Alex, no te lo tomes a mal, pero... Zack y yo hemos estado hablando
de ti y de...
Me enderecé.
Alargó la mano y toco suavemente mis hombros. Fue como una divergencia del
apretón frío que Cole había usado tan sólo unos minutos antes que no podía
evitar alejarme.
Bajé la mano y tomé la toalla, la apreté, y sequé el espacio entre mi nariz y labio
superior.
—Se ve como una gran cosa de aquí —dijo. Luego, tocando suavemente de
nuevo, me quitó la toalla y comenzó a secar de donde lo había dejado—. Alex,
somos tus mejores amigos. Más como hermana y hermano, de verdad. Si ese
imbécil te ha lastimado...
En mi mente, estaba pensando que era ella. Esta era mi oportunidad para
finalmente confesar. Esta era mi oportunidad para dejar a Bethany entrar en lo
que había estado sucediéndome. Esta era mi oportunidad de tener a alguien a mi
lado.
Pero entonces me acordé de lo que había pasado en el juego. Lo que sea. Deja
que se vaya, había dicho. Lo que sea. Deja que se vaya, mientras abrazaba y
conversaba con Tina, e hizo planes por Tina para ir a Colorado con nosotros.
Amaba a Bethany, pero ya no estaba segura de que pudiera confiar en ella. Había
estado tan totalmente dedicada a Cole por meses, y no sabía a quién más podría
acudir.
Además, se trataba de algo que había estado pasando sólo entre Cole y yo por
meses. Nuestro secreto. Si le contaba acerca de él empujándome y rompiendo
mi diente, tendría que contarle lo de los golpes en su dormitorio.
206
historias una y otra vez, todo el mundo estaría enojado y decepcionado de mí.
Sería tan humillante.
Pero seguía retrocediendo, sosteniendo mis manos contra mis sienes pensando,
Esto es todo. Esta debe ser la parte donde voy casa loca-loca. Retrocedí hacia la
cama, pero subí rápidamente.
Se puso de pie.
—No —dije, señalándola con una mano, la otra todavía en mi sien—. Él no es...
Por favor, no digas nada a nadie, Bethany. Por favor. Lo tengo bajo control.
—No hay nada en que ayudar —dije, o tal vez grité, porque ahora que la puerta
estaba abierta, la música latía en mis sienes en la cima de todo lo demás, y de
verdad no podía prestar atención a otra cosa que el ruido en mi cabeza.
207
Encontré a Cole en el sótano, jugando al billar con Trent y un par de otros chicos
del equipo de baloncesto. Era sólo de ellos el cuatro ahí abajo, sin música, sin
Renee Littleton, sin Bethany. Podía pensar allá abajo.
—¡Hey, ahí está ella! —dijo Cole cuándo me vio. Tomó un largo trago de su lata
de cerveza.
Al final me quedé dormida, sólo para despertar de nuevo cuando alguien se dejó
caer a mi lado, lanzando un brazo por encima de mi hombro adolorido. Abrí los
ojos. Era Trent, y estaba muy borracho. Arrugue la nariz ante el olor de su aliento,
y recordé inmediatamente de mi cara pelada por el movimiento, que hizo que mi
cara se sintiera como si estuviera siendo destrozada por máquinas de afeitar.
Miré por encima del respaldo del sofá. El juego de billar había terminado, y todos
los otros chicos se habían ido.
Me abrí paso para salir de debajo de él, dejándolo fundirse en el sofá, sin dejar
de reír por encima de su broma. Con suerte se desmayaría. Durmiendo por la
borrachera. Con suerte el resto de la fiesta no destruiría su casa mientras él estaba
aquí debajo de bruces en el sofá.
El problema era que no podía encontrar a Cole en ninguna parte. Revisé todas
las habitaciones. Comprobé fuera. Su coche se había ido, también.
208
Me senté en el porche para tratar de averiguar qué hacer. Gente tropezaba por
delante de mí, se metían en sus coches, y se iban haciendo sonar fuertemente sus
motores. Me imaginé que pronto todo el mundo se había ido. Sólo yo y Trent,
roncando en el sofá del sótano, mi diente roto pudriéndose y siendo castigada
por bastante tiempo por no volver a casa.
Intercambiaron una mirada que no pude descifrar, y luego Zack se inclinó hacia
delante y apagó la PlayStation.
—Estoy listo para irme, de todos modos. Patear el trasero de Beth se estaba
haciendo repetitivo.
Ella le dio una palmada en el hombro, pero dejó el mando y salió de la habitación,
diciendo algo sobre buscar su bolso.
209
Traducido por flochi
M
edia hora después, había tomado una ducha, me vendé y estaba costada
en la cama, mirando fijamente las luces atravesando la ventana
reflejadas en el techo.
Mi barbilla todavía ardía, incluso más ahora que me había cortado el pedazo de
piel colgando. Mi nariz se sentía adolorida también, y mi diente, mientras que
exactamente no dolía, me irritaba al pasarle la lengua.
No podía dejarlo estar. Mientras yacía allí, pensando, empujaba mi lengua bajo
el borde afilado de los dientes una y otra vez. Golpe. Golpe. Golpe. Algo respecto
al dolor se sentía familiar y, aunque suene raro, bueno.
Porque al menos el dolor de mis dientes era algo con lo que podía contar. Algo
que podía esperar. Golpe Borde afilado. Golpe. Ouch. Bueno. Sabía que eso
llegaba. Podía predecir y entender mi diente roto.
¿Cómo todo se salió de control? ¿A dónde voy desde aquí? Tenía miedo
enfrentarme a los demás.
Debió hacerse muy tarde, porque yací allí por tanto tiempo que empecé a
contemplar simplemente huir a Colorado en ese mismo momento y quedarme
allá. Sin decirle a nadie dónde me había ido. Tenía suficiente dinero ahorrado
para llegar allí. Tenía un auto. Todo lo que necesitaba era conseguir un trabajo
una vez llegara allí. Todo lo que tenía que hacer era irme y dejar el dolor detrás
de mí.
Me senté y miré por la ventana. No pude ver nada, así que salí de la cama y retiré
completamente las persianas.
El auto de Cole estaba en la acera, la puerta del lado del conductor abierta. Estaba
parado en el patio, gritándole algo a alguien que estaba parado entre las sombras
del porche delantero de Zack.
210
Fue difícil entender lo que estaba diciendo. Sus palabras estaban mal articuladas,
y había un patio y un panel de vidrio entre nosotros, pero no se necesitaba ser
muy inteligente para entender lo que decía.
Jadeé, llevando mi mano a la boca, insegura de qué hacer. Una luz se había
encendido en la casa del otro lado de la calle, y vi a los vecinos levantar sus
persianas para asomarse. Dios, si Cole seguía con esto, papá se despertaría, y lo
último que necesitaba era intentar explicar por qué mi novio estaba gritando en
mi patio, tan borracho que apenas podía levantarse, a las tres de la madrugada.
Oh, y por cierto, ¿puedes pedirme una cita con el dentista inmediatamente?
Empecé a abrir la ventana para poder abrirla y, con suerte, silenciar a Cole. Pero
antes de que mis dedos pudieran abrir la traba, él volvió a gritar.
Luces se encendieron en otra casa del otro lado de la calle, y alguien salió a su
porche y gritó:
—¡Oigan!
En serio, Cole no era rival para Zack, que era al menos tan grande como Cole, y
no estaba borracho. Golpeó a Cole cinco veces por cada golpe de Cole, y
finalmente Cole dejó de contraatacar y simplemente se cubrió la cabeza. Zack
giró a Cole sobre su espalda y lo agarró de la camiseta, levantándolo del suelo,
luego dejándolo caer. Las manos de Zack cayeron flojas a sus costados.
211
Se veía como yo.
Después que la puerta de Zack se cerrara de un portazo, Cole rodó sobre el suelo
un poco, luego se puso de pie, escupiendo en el suelo.
No había manera de que pudiera averiguarlo esta noche, empezando por el chico
que amaba, por el que se suponía que era mi mejor amigo, lastimándome, y los
mejores amigos que lastimé en el juego de básquet levantándose por mí.
Zack había alzado la mirada a la ventana como si esperara que estuviera allí.
Como si supiera que estaba observando cómo golpeaba a Cole. Como si no sólo
le estuviera advirtiendo a Cole sino también a mí que no tenía miedo de
encargarse de Cole si tuviera que hacerlo, ya sea que me gustara o no.
También, hubo otra mirada en sus ojos. Una mirada que decía que no iba a
dejarme ser devorada por Cole. Una mirada que decía que siempre había
guardado mis espaldas y no iba a dejar de hacerlo ahora.
Quizás no estaba tan sola como había pensado. Quizás finalmente era momento
de hablar.
212
Capítulo 34
Traducido por Nnancyc
―D
éjame ver ―dijo Bethany cuando me deslicé en el asiento al
lado de ella. Era la noche de estreno de The Moon for Me
and You, y yo había tenido un cita tardía en el dentista, así
que había tenido que encontrarla aquí. El centro comunitario estaba abarrotado.
Estaba nerviosa por Zack, a pesar que sabía que él estaba entre bastidores
haciendo el tonto, ni un poquito nervioso.
―Sólo el viaje en coche ―dije, cerrando los labios y pasando mi lengua sobre la
superficie de mis dientes para remover cualquier resto de labial. Rebusqué en mi
bolso por un espejo así pudiera chequearlos.
―Ese chico ha estado dejando rosas en tu coche otra vez ―había dicho, la
pregunta permaneciendo, sin formularse, entre nosotros.
213
lunes, pero actuando como si nada hubiera sucedido jamás entre nosotros. Había
comenzado dejando las rosas en mi coche de nuevo, con notas dulces,
llamándome Emily Dickinson, diciendo que lo lamentaba y rogando por mi
perdón. Al igual que siempre.
Sólo que ahora... mi piel se ponía de gallina cada vez que me tocaba. Me irritaba
demasiado cada vez que hablaba. Me asustaba. Pero no lo había dejado. En este
punto, no sabía cómo.
―No lo sé ―le dije a papá, mirando a los árboles moverse rápidamente a medida
que pasábamos. Pasamos el desagüe, y mi estómago se convirtió en nudos. Si
sólo pudiéramos volver a ese mágico tiempo atrás, pensé. Si sólo pudiera
conseguir regresar muchas de las cosas de vuelta. Y antes de que incluso supiera
lo que estaba haciendo, solté―: Papá, ¿por qué mamá se fue?
Al principio no dijo nada. Sólo miró al frente, sus manos descansando en la parte
inferior del volante. En silencio, como siempre. Sin respuestas, sólo… silencio. Me
froté la frente con mi palma, esperando por lo que suponía sería únicamente más
silencio.
―Se metió con algún tipo quien afirmaba ser un curandero espiritual. ―Negó
con la cabeza, soltando una risa sardónica―. Él era un repartidor de blackjack
desempleado. Pero ella le creyó.
Abrió su puerta y salió, pero me quedé en mi asiento. No tenía sentido. ¿Por qué
mamá necesitaría un curandero espiritual? ¿Cuál era su relación si no era un
romance? ¿Y por qué mamá arriesgaría todo para estar con él? Quería
preguntarle a papá muchas cosas más, pero estaba parado en la parte de atrás
214
del coche, metiendo las llaves en su bolsillo, y sabía que había terminado de
hablar del tema.
Quería decirle a Bethany y Zack. Ver si tenían algunas respuestas más de las que
yo tenía. Ver si le encontraban sentido. Pero aún estaba aprendiendo a cómo
hablarles a mis mejores amigos de nuevo, después de todo lo que sucedió. Ya no
estaba segura de que estuvieran interesados. Ni siquiera estaba segura si seguían
interesados en nuestro viaje. Al menos, conmigo allí.
―Lo sé. Sólo estaba diciendo que espero que no te caigas de frente otra vez, es
todo. Un montón de personas mueren por caídas cada año. No quiero que seas
una estadística. ―Ella no tenía que explicarlo con claridad para que yo sepa lo
que quería decir. Ella creía lo de fue “sólo una caída” tanto como creía que yo
podía volar.
Nos pusimos de pie mientras una pareja avanzó en frente de nosotras hasta la
fila de sus asientos.
―Estaré bien ―dije, cuando nos ubicamos de vuelta―. ¿Pueden dejarlo pasar?
Mientras las luces de la sala se atenuaban me pregunté si tal vez era un asunto
de conseguir ayuda para cortar. Tal vez no tenía miedo de lo que él me haría a
mí o a Bethany y Zack si rompía con él; tal vez yo tenía miedo de estar sin Cole.
Tal vez estar con un abusador era mejor que estar totalmente sola de nuevo.
215
―Alex ―susurró, pero las luces de la sala fueron totalmente apagadas y la música
de apertura de la orquesta irrumpió a la vida, rompiendo cual sea el hechizo en
el que yo estaba―. Alex ―susurró de nuevo, pero entonces titubeó cuando el
hombre en frente de ella le lanzó una mirada furiosa.
Podríamos haber hablado más sobre ello. Podría haberle dicho sobre la noche
que Cole me golpeó. Podría haber entrado en el baño de mujeres y decirle sobre
los intentos de suicidios de Brenda y el papá de Cole, quien estaba muy segura
le pegó a Brenda también. Podría haberle dicho sobre mi muñeca y sobre Cole
llamándome puta cada vez que estaba enojado conmigo. Podría haberme dejado
llevar sólo lo suficiente por Zack cantando y por la mano suave de Bethany en mi
muñeca hasta decirle todo.
Pero las luces estaban encendidas otra vez, y eran brillantes y me sentía expuesta.
La familia al lado de mí comenzó a abrirse camino a la fila de abajo, y la audiencia,
incluyendo a Bethany y a mí, hizo un éxodo en masa hacia los baños, y el
momento se había ido.
Bethany fue directamente al baño, pero todo lo que en verdad quería era algo
para beber, así que giré hacia la cabina instalada por los estudiantes culinarios y
conseguí un refresco. Pagué por ello, luego di la vuelta, tomando un sorbo y casi
choqué con el pecho de Cole.
―Ahí está mi bella dama ―dijo con excesivo entusiasmo, besándome en la oreja.
De inmediato sentí la tensión familiar elevarse en mis hombros. Últimamente,
había tenido esa sensación tensa en mis hombros cada vez que me tocaba. Sonreí
sin ganas―. Estás hermosa esta noche. No me di cuenta que las personas se
ponían tan hermosas para ir a las obras de la escuela.
216
tiempo. Seguro que lucía como que tú y Bethany estaba teniendo una
conversación sería allí abajo.
Hizo una pausa lanzando la indirecta, y no tenía ninguna opción excepto tragar
la bebida que estaba sosteniendo en mi boca y hablar a mi favor. Me preparé a
mí misma para un puñetazo, un codazo o un pellizco, lo que significaría Sé lo que
estabas contándole. Negué con la cabeza. ―Sólo hablábamos sobre mi diente
nuevo. ¿Ves?
Mostré mi diente, y el rostro de Cole se iluminó. ―Allí está la boca que conozco
y amo.
―Se acercó más y me besó, luego se relamió los labios profusamente―. Mmm…
¡dulce! ―Se inclinó y susurró en mi oído―. El refresco no está nada mal, tampoco.
―Nuestra vieja broma.
―Oh, oye ―dijo Cole, sacando dos entradas de su bolsillo trasero. Las sostuvo
en alto―. Tengo dos asientos.
Ella podría tratar de conseguir que vuelva a mi asiento original. Causar una
escena. Hacer que las personas nos observaran. Obligarme a negar jamás haber
dicho algo. Obligarme a hacerla lucir como una tonta para salvarme a mí misma.
Pero por mucho que me preocupara que Bethany no entendería el por qué no
estaba sentándome con ella, sabía que Cole estaría enojado si la elegía por
encima de él. Y de ellos dos, Cole era al que le tenía mucho más miedo.
217
Y cuando comenzaron a oscurecerse, finalmente me encontró.
218
Traducido por Clary
T
an pronto como Cole tomó la esquina hacia el lago, sabía dónde íbamos.
Esta fue la primera vez que habíamos desaparecido a ninguna parte desde
el musical. No es que Cole no estuviera intentándolo. Sino que yo estaba
evitándolo.
Tenía miedo de estar a solas con él. Miedo de que me lastimara de nuevo. Miedo
de ser forzada a romper con él y luego él hiciera algo loco. Miedo de que hubiera
mucho más de mí para romper que sólo un diente. Otras partes de mí intactas en
el interior, donde las cicatrices no se muestran. Y miedo de que él encontrara esas
piezas intactas como un bocado.
Pero no importa cuanto lo intenté, y no importa las muchas veces que Bethany
trató de hablarme de él, yo no podía romper con él. Había algo familiar acerca
de Cole. Lo amaba. Lo entendía. Nos entendíamos. Y no te encuentras con algo
así todos los días. Si tú te rindieras con tu alma gemela... si lo dejaras ir a través
de tus dedos... ¿tú nunca serás amado de nuevo? Yo no lo sabía, y yo tenía miedo
de averiguarlo.
Cole avanzó cruzando a la derecha, como siempre, pero, cuando elevé mi pie
para unirme a él, sentí la familiar punzada de miedo subir en mi pecho. Había
pasado mucho tiempo desde que habíamos estado aquí. Era tan alto. Tan
peligroso. Y había pasado mucho entre nosotros desde la última visita hasta
ahora. Cole había llegado a ser mucho más peligroso desde entonces.
219
―Ven, Emily Dickinson ―dijo Cole, extendiendo su brazo hacia mí―. Yo no te
lanzare. ―Se rió como si hubiera hecho un chiste gracioso, pero mis rodillas
temblaron cuando me di cuenta que eso era exactamente lo que me daba miedo.
―No puedo ―dije, y casi se ahogó de la risa. Mis dientes castañeaban. ―Ha sido
demasiado tiempo.
―Gallina ―se burló. Entonces, como había hecho en nuestra primera cita, me
agarró de los codos y, caminando hacia atrás, me llevó a la mitad del camino de
la cornisa.
―¿Ves? Lo hiciste, gallina ―dijo. Se sentó, colgando las piernas por el borde del
concreto, y retrocedió, dándole palmaditas suaves en la tierra entre sus piernas,
igual que antes. ―Ven. Siéntate. ―Cuando sólo me quedé allí, mis brazos
cruzados contra la constante brisa fría, todo mi cuerpo temblaba, él rodó sus ojos
de nuevo―. Alex. No voy a dejar que nada te pase. Siéntate. Quiero decirte algo.
―Les dije a mis padres que ayer terminé con los deportes por mi bien ―dijo.
Sentí su vientre moverse hacia delante y hacia atrás de nuevo cuando tomó una
respiración profunda. ―Lo sé ―dijo―. Pero esta vez es diferente. Fui con un
consejero de la ira ayer. Yo estoy cambiando. Por ti, Alex. Yo estoy cambiando
porque te amo.
Alivio inundó mi cuerpo. Cole había hablado de cambiar antes, pero esta vez se
sentía diferente. Nunca había hablado de asesoramiento antes. A pesar de mi
220
misma, empecé a dejarme a mi misma creer que quizás esta vez él quería esto.
Volteé la mitad superior de mi cuerpo, por lo que pude ver en su rostro. Yo no
sabía qué decir. Todo podría ser diferente ahora. Todo podría ser como lo había
sido al principio. Yo podría tener a mi antiguo Cole de regreso. Quería llorar,
estaba tan feliz.
―Quiero casarme contigo, Alex ―dijo―. Quiero que estemos juntos para
siempre.
―Yo quiero eso también ―dije, y estaba sorprendida de lo cierto que era. A pesar
de todo lo que habíamos vivido, he querido este futuro con él. Y yo creía en él.
Cole retrocedió, lejos del borde del aliviadero, tirándome junto con él. Cuando
esto era seguro, Yo volteé hacia él, ajusté mis piernas alrededor de su cintura, y
nos besamos, olvidando el miedo. Olvidando la altura y de cómo el deslizamiento
más insignificante nos podía llevar a un largo camino hacia abajo.
221
Traducido por flochi
L
as cosas iban bien. Cole estaba yendo a terapia y parecía estar haciendo un
esfuerzo renovado para hacer que funcionara lo nuestro. Había vuelto a
llamarme Emily Dickinson y me estaba comprando cosas y haciendo que
todos pensaran que éramos la pareja perfecta. Sentí como si hubiéramos
atravesado un oscuro invierno y estuviéramos floreciendo nuevamente, junto con
las flores de primavera.
Se estaba esforzando tanto en hacer mejor las cosas, incluso yo empecé a dejar
que mi corazón crea en nosotros un poco otra vez. Y luego otro poco más. Y
luego de un mes sin arrebatos violentos, empezó a parecer como si todo eso que
sucedió estuviera en el pasado ahora, y él y yo lo lograríamos.
Sabía que Zack y Bethany odiarían la idea. Pero valía la pena luchar contra ellos
cuando pensaba en estar frente a un fuego rugiente, dejando atrás mi pasado,
acurrucada en los brazos de Cole, luego haciendo el amor en la cama de plumas
de una cabaña. Sonaba como el romanticismo que necesitábamos.
Además, Cole había estado hablando más y más de pasar el resto de nuestras
vidas juntos. Quizás oficialmente se propondría, seguiríamos adelante y nos
casaríamos allí mismo. Tendríamos dieciocho. Una boda en la cima de la
montaña. Hermoso.
Decidí sacar a colación la idea a Bethany y a Zack la siguiente vez que los viera.
Después de todo, ellos habían pedido llevar a Tina. Mi pedido de llevar a Cole
tenía mucho más sentido.
Esperé hasta que los vi juntos en la casa de Zack. Cada día observaba y esperaba,
y tan pronto como vi el coche de Bethany detenerse en la entrada de Zack, me
puse la chaqueta y corrí hacia allí.
222
—Hola —dije cuando la madre de Zack abrió la puerta—. ¿Están aquí?
—¡Alex! —declaró, con voz demasiado alta. Casi pensé que detecté una pizca de
algo en su voz que no pude identificar. ¿Cuánto le había contado Zack sobre
Cole? ¿Ella sabía sobre la pelea en su patio delantero?―. Bueno, cariño, ha
pasado mucho... entra... Zack está justo abajo... Zack, Alex está aquí... acabo de
hacer unos bocadillos... ¿necesitas algo?
Como esperaba, Zack y Bethany estaban sentados con las piernas cruzadas en el
suelo frente a la TELEVISION, jugando el mismo juego de carreras que habían
estado jugando en la fiesta de Trent. Bethany detuvo el juego cuando entré a la
sala.
—Sí —dije, y respiré hondo. No había una manera fácil de decir esto. Tenía que
acabar soltándolo—. Me estaba preguntando si Cole podía venir con nosotros.
Zack dejó salir una risotada, un simple “ja”, pero siguió jugando el juego. Bethany,
por otra parte, puso el mando en su regazo y se quitó las gafas.
223
—No —dije—. Escuchen. Sé que él no les gusta, pero promete que va a intentar
llevarse bien y... creo que podría proponerse.
Me levanté de la lavadora.
—En realidad, sí. Tendremos dieciocho. ¿Por qué no podemos casarnos allá?
Abrió el refrigerador y sacó una soda de naranja, sacó la parte superior y tomó
un sorbo. —Bueno, para empezar, él abusa de ti, Alex. —Me sobresalté,
parpadeando. Era la primera vez que me decía tan claramente lo que me había
estado negando incluso a mí misma.
—No ha hecho nada en mucho tiempo —dije, lo que era cierto—. Y será diferente
si estamos casados, porque entonces no tendrá que lidiar con la presión de sus
padres, la escuela, todo. Está yendo a terapia porque quiere hacerlo mejor. Por
nosotros. Por nuestro futuro.
Zack volvió a reír, esta vez como un “ja-ja”, pero no hubo rastro alguno de risa en
su rostro.
—¿Disculpa?
—Tiene razón —dijo Bethany—. Había renunciado al viaje de todos modos, dado
que dejaste de mostrar interés alguno. Pero si vas a llevar a Cole, estoy fuera. No
tendré nada que ver con ese sujeto.
Pude sentir la ira llenándome desde los dedos de los pies hacia arriba.
—Uno pensaría que serías más agradecida —dijo Bethany, agitando su lata de
soda en mi dirección.
—¿Debería ser más agradecida? —Esta vez yo fui la que rió, una risa ronca.
224
—Sí —dijo ella—. Zack casi fue arrestado por intentar protegerte de ese idiota.
Casi lo suspendieron por defenderte en el vestuario. Y tiene su boca destrozada.
Todo por ti, Alex.
—Ve a casa, Alex —dijo Zack. Presionó el botón para des-pausar, y el sonido de
la carrera empezó nuevamente.
Bethany limpió sus gafas con el faldón de su camisa y se las volvió a poner, luego
recogió el mando y también empezó a jugar.
—Dije adiós —dijo nuevamente Zack. Sin gritar. Sin maldecir. Sin ningún tipo de
emoción. Como si le estuviera hablando a un extraño. O a un perro.
—Bien —dije, intentando sonar ruda. Intentando salvar tanta cara como podía.
Intentando no sonar como si instantáneamente lamentara lo que acababa de
decir. Me fui dando pisotones a la escalera—. Pero si no aceptan a Cole, no me
aceptan a mí. Están fuera de mi vida.
225
—Es tu elección —dijo Bethany. Luego murmuró algo en voz baja que no pude
entender, y Zack murmuró en respuesta.
Subí a rastras las escaleras, sólo para encontrar a la madre de Zack parada en la
entrada esperándome. Parecía sombría. Como una especie de hada madrina que
había metido la pata y había enviado a alguien a la cámara de gas en vez de al
baile del príncipe.
—Oh, cariño —dijo ella, estirando la mano para acariciar mi cabello—. Oh, cariño,
estoy segura de que ellos... ¿pelearon?... Las cosas mejorarán... Zack y ese chico
no... Oh, cariño, me gustaría que haya algo que pudiera hacer para ayudar.
Y de repente hubo algo tan maternal respecto a ella que no quise tener nada que
ver con ella. Todo esto es tu culpa, rabié por dentro. Si no lo hubieras hecho ver
tan bien todos estos años, quizás nunca la habría extrañado . Quizás sería fuerte
como Celia y Shannin, y nunca me habría metido en este desastre. Esquivé su
toque.
—No lo hay —dije, y escapé a través del aire frío del sombrío crepúsculo, a través
de los patios, de regreso a mi habitación, donde podía fingir que todo tenía
sentido.
226
Traducido por Itorres
C
uando yo era una niña, hojeaba las fotos de mamá y papá constantemente.
Después de que las había rescatado de la basura, las había escondido en
una caja de zapatos debajo de mi cama, y cada vez que me sentía triste o
sola, las sacaba y miraba hasta que conseguí memorizar cada pequeño milímetro
granulado de ellas.
Solía contar historias sobre ellas. Hablar con mamá en ellas. Decirle que se veía
hermosa. Imaginar cómo se vería la siguiente fotografía si el fotógrafo tomara
una y luego otra y luego otra foto de ellos, haciendo que cobraran vida, como en
las películas.
Tenía mis favoritas: la de sus siluetas sentados con las piernas cruzadas bajo un
árbol, con las rodillas tocándose; una de los brazos de mamá siendo jalados en
direcciones opuestas por sus amigos, su sonrisa tan brillante; aquellas en las que
se podía ver en la cara de papá. Su amor por ella. Se consumía todo el tiempo.
Conmigo.
Mi vida.
Lo que no hubiera dado por una foto de mamá sosteniéndome o parada conmigo
o jugando conmigo y que estuviera feliz al respecto.
227
Después de la pelea con Bethany y Zack, cerré la puerta de mi dormitorio y me
arrodillé junto a mi cama. Busqué detrás de los libros y cajas de lápices de la
escuela primaria hasta que mis manos se posaron en el cartón familiar de la caja
de zapatos. La saqué y me senté en la cama con ella en mi regazo.
Había pasado tanto tiempo. ¿Tendrían el mismo aspecto en sus caras para mí
ahora como lo tenían entonces? ¿O abriría la caja sólo para descubrir que mamá
nunca se veía feliz? Que ella sólo se veía como si estuviera atrapada en un paseo
y quería, más que nada, zafarse de esto.
Poco a poco, quité la tapa de la caja. Mi respiración se cortó. Allí estaban. Así
como las recordaba. Miro. Mamá está sonriendo. Miro. Estaban tomados de las
manos. Miro. Tenían una vida feliz, y lo fue hasta Shannin, Celia, y empecé a notar
en las fotos que ella tenía esa mirada distante en sus ojos. No fue hasta que
nosotras estuvimos en las fotos que ella comenzó a soñar con Colorado.
Saqué una foto con manos temblorosas. Recordaba ésta, por supuesto. Mamá
estaba de pie a un lado de la carretera, con una cangurera atada alrededor de su
cintura. Sonreía tontamente y estaba sosteniendo una flor de modo que parecía
que estaba creciendo en la parte superior de su cabeza. Recordé todos esos
detalles sobre esta foto. Pero lo que nunca había notado antes era lo que había
en el fondo. Azul ennegrecido, nebuloso, monstruoso. Una montaña.
Me incliné sobre la imagen, mis ojos esforzándose por encontrar algún tipo de
pista. ¿Cuándo se tomó esta? ¿Dónde, mamá? ¿A dónde te dirigías? ¿Tú y tu
amigo sanador espiritual?
Salté, corriendo para ocultar la caja de ella. Incluso después de todos estos años,
todavía quería que esta vida dentro de la caja de fotos fuera toda mía. Celia y
Shannin no lo merecían. Coloqué la caja a un lado de mi cadera, y me deslicé por
el espacio entre la cama y la pared. Podía oír el roce de la cartulina en la pared
mientras caía, y el silbido del papel de las fotos cayéndose y aterrizando en el
suelo.
228
—Bien por ti. Vete —le dije, pensando, Ciertamente no perdió el tiempo en dar a
conocer las noticias. Tal vez debería sacar un cartel publicitario.
Pero Celia había visto su única oportunidad, y no estaba dispuesta a dejarla ir.
—¿Cómo? ¿Cómo es posible incluso que se te olvidara? Has tenido meses para
hacerlo, y te lo recordé, como mil millones de veces. Dios, Alex, ni siquiera te
puedo creer.
—He dicho que lo siento —le dije—. Lo ordenaré hoy. Se los pediré de urgencia
o algo así. No es el fin del mundo, Celia.
—Las abuelas ya lo pidieron. Shannin está súper enojada, para que lo sepas.
—Por supuesto que lo está. Debido a que todos en el mundo están enojados
conmigo en este momento. No me importa, ¿de acuerdo? Tengo mis propios
problemas. ¿Por qué no vas a buscar a Shannin y a Zack y a Bethany y todo el
resto del mundo y tienen una fiesta de “Odio a Alex”? ¿De acuerdo? Sólo... vete.
229
Celia estaba en silencio mientras cavé por una camisa y ropa interior limpia.
Entonces, justo cuando me volteé para ir al baño para prepararme para el trabajo,
ella dijo:
Me volteé.
—¿Zack te lo dijo?
Ella asintió. Todavía estaba de pie en su pose de cabreada, pero sus ojos estaban
grandes y húmedos. A pesar de que estaba en la escuela secundaria ahora, de
repente parecía una niña pequeña.
—Me dijo algunas otras cosas acerca de Cole, también. ¿Es cierto? ¿Él te lastima?
—No sé lo que voy a hacer —le contesté. Probablemente era la cosa más honesta
que había dicho en mucho, mucho tiempo.
—Bueno, tienes que hacer algo —dijo en voz baja, luego se volvió y salió de la
habitación, cerrando la puerta suavemente tras ella.
Dejé caer mi ropa en el piso del baño, y luego desplegué el pedazo de papel que
se había caído de mi mesita de noche cuando tomé la revista:
Mi pecho hueco
Levanté mis ojos a la parte superior del papel, sollozando. Todavía no lo había
titulado.
230
Me volteé y revolví en el cajón de la vanidad, sacando un viejo lápiz delineador
de ojos. Inclinándome sobre el mostrador del baño, garabateé "Amargo Final” en
la parte superior. Cole tenía razón… ese título era perfecto.
231
Traducido por Mutatingskyline
L
o único bueno que me pasó en todo el día es que Dave ya había estado en
The Bread Bowl y vuelto a casa. Georgia tenía el estado de ánimo más ligero
en el que la había visto desde que él había empezado a salir, y Jerry parecía
feliz, encendiendo la radio de la cocina y cantando cuando no había clientes en
el comedor.
Esa fue la razón por la cual fui tomada con la guardia baja cuando la chica cuya
orden estaba llevando agarró mi muñeca y tiró de mi brazo hacia ella,
inclinándose para mirar la parte inferior de mi bícep, una mirada afligida en su
rostro.
232
—¿Sigues con Cole? —repitió, señalando mi brazo.
—Tú eres la chica de Pine Gate —dije, y ella asintió—. Maria, ¿cierto? —El hombre
detrás de ella cambió el peso sobre sus pies impacientemente y suspiró.
—La ex-novia de Cole —dijo, mirando sobre su hombro como si esperase verlo
justo detrás de ella—. Sigues saliendo con él.
—Tengo clientes —dije. Pero lo dije sabiendo que no quería que Maria se fuera.
Tenía preguntas. Quería respuestas. Cosas que no tenían sentido en el cine
cuando todo estaba bien entre Cole y yo… ahora tenían perfecto sentido. Ella
había lucido como si quisiera largarse de ahí en ese momento. Ella había lucido…
asustada.
Maria está un poco loca había sido la explicación de Cole. Sus padres son amigos
de los míos. Solían serlo, quiero decir. ¿Por qué “solían serlo”, Cole? Ahora sabía
la respuesta, pensé.
Ella empezó a dirigirse al otro lado del mostrador, donde Jerry ya tenía su orden
en una bandeja.
—Mi descanso es en quince minutos —dije. Ella asintió y se dirigió a una mesa al
fondo, cerca de la entrada al patio.
—No se supone que hable de ello, realmente —dijo, sin apartar la vista de su
libro. Saqué la silla que estaba frente a ella y me senté. Deslizó un pedazo de
papel en el libro para marcar la página y lo metió en el bolsillo de su abrigo—.
Parte del litigio.
—No tanto —dijo—. Es más como que mis padres querían sacarle dinero a los
suyos para pagar las cuentas del hospital luego de que él me rompiera el brazo.
Sin pensarlo, me agarré la muñeca, la que él con tanta fuerza había sostenido en
el laboratorio del tutor. Ella lucía sombría.
233
—¿Supongo que sigue torciendo brazos?
No sé por qué, pero moví el mío hacia mi regazo, escondido bajo la mesa.
—No —dijo ella—. Él también golpeaba a esta chica de mi escuela, Jillian, cuando
salía con ella. Ella lo dejó, y él la acosó por un largo tiempo. Tuvieron que buscar
una orden de restricción. No me enteré de nada de esto hasta después, ya sabes
—levantó su brazo.
Asintió.
—Nada de esto está en los papeles porque todas somos casos menores. Pero,
como sabes, la gente habla. Y pronto todo el mundo sabía al respecto. Algunos
chicos le decían cosas. Lo amenazaban y eso, sabes.
—No puedo creerlo —dije, mi voz era apenas más que un susurro.
Me senté, aturdida, con la boca abierta. Un juez ordenó la terapia contra la ira.
Cole no iba porque quería mejorar por mí. Iba porque tenía que pagar por lo que
le hizo a Maria.
Ella se levantó, recogió su bolso del suelo, y sacó un juego de llaves de auto del
bolsillo de su abrigo. Levanté su bandeja.
234
Traducido por flochi
N
o se necesitaba un científico espacial para ver cuánto había cambiado mi
humor mientras estaba en el descanso. Volví aturdida y emocional, sin
querer tener nada que ver con las canciones de Jerry o las celebraciones
de Georgia. Lancé la coliflor de la familia Granito.
Todo en lo que podía pensar era que Maria no era la única otra. Él había estado
golpeando no sólo a mí sino a otras chicas. Lo que quería decir que Cole tenía un
problema. Y yo también, si iba a quedarme con él.
Dios mío, ¿qué estaba mal conmigo que siquiera estaba pensando en quedarme
con él? Chicas. Plural.
La cena fue larga y ocupada, por suerte distrayéndome, pero tan pronto como
terminó, me quedé con los pensamientos de mi cabeza otra vez. Imágenes
apresurándose. Las veces que él me hizo sentir pequeña. Las veces que me asustó.
Las veces que me lastimó.
Va a matar a alguien algún día, había dicho ella, y casi inmediatamente pensé en
sus dedos clavándose en mi cuello con mucha fuerza mientras con la otra mano
me golpeaba.
Y mira todo lo que había perdido, estando con él. Celia me odiaba. Había
defraudado a Shannin. Las abuelas sabían que algo sucedía, con certeza.
235
Necesitaba hablar con Georgia. El secreto estaba a la vista ahora. Maria lo sabía.
También Zack y Bethany. Probablemente la mamá de Zack. Ellos le habían dicho
a Celia. Pronto papá lo sabría también, y ¿qué diría para defender mis decisiones?
¿Cómo los convencería de que todavía necesitaba a este chico? ¿Cómo podía no
haberse acabado lo que había entre Cole y yo hasta ahora?
Me moví súper lento al comedor luego del cierre, para darle a Jerry suficiente
tiempo para limpiar la cocina y dejarla preparada para mañana. Barrí
cuidadosamente. Lavé las ventanas. Llené cada salero y pimentero con esmero.
Llené la barra de condimentos con servilletas y la mitad con pequeños paquetes
de mostaza y la otra mitad con salsa de rábano picante.
—Vaya —dijo ella—. Geoffrey no va a tener nada que hacer por la mañana.
—Ven —dijo ella—. Vamos a cerrar. —Y entonces, cuando seguí sin responder—
: Tierra llamando a Alex. Vamos, Alex.
Cerré el gabinete y me deslicé hasta el suelo. Así de pronto, fue como si una
avalancha hubiera caído sobre mí. Como si estuviera enterrada bajo metros de
barro y rocas y no pudiera respirar. No pudiera hablar. No pudiera moverme.
Fue uno de esos llantos que sentí como si no fuera a tener fin… como si la
respiración hubiera sido robada de mí. Y cuando finalmente conseguí hacer que
mis pulmones volvieran a moverse, jadeé en voz alta, un torrente de lágrimas
saliendo en jadeos ásperos y desiguales.
236
Y la dejé. Me incliné sobre ella. Dios, la necesitaba. Volví mi rostro sobre su
hombro y apreté sus brazos con manos como garras y me derretí y derretí hasta
que nada quedó.
Nos quedamos así un largo rato, y cuando me sentí tan agotada casi mareada,
Georgia empezó a hablar.
Nuevamente, una larga pausa. Supongo que ella estaba esperando que dijera
algo, pero no pude. Todo lo que pude hacer fue sentarme en mis oscuros
escombros y esperar.
Volví mi rostro hacia el costado, el frío aire contra mi nariz, pero seguí sin abrir
los ojos.
—Maldición —dijo—. Sabía que debería haber hecho algo. Alex. Cariño. Háblame,
¿sí? Puedes confiar en mí. Te ayudaré. Haré lo que necesites que haga. Pero tienes
que decirme qué está pasando.
Me miró, pude sentir el movimiento, pero no pude obligarme a abrir los ojos. No
podía admitir eso, que ella tenía razón. No podía admitir que ahora sabía que
debería haberme quedado en el patio con ella esa noche. Debería haberla dejado
advertirme sobre él entonces.
Esta vez cuando ella se movió, movió todo su cuerpo, sosteniéndome con sus
brazos por lo que me vi obligada a recostarme y abrir los ojos. Su rostro parecía
angustiado, pálido, como si acabara de regresar de la muerte.
—Eso es lo que él quiere que creas. Pero te conozco, Alex. No eres estúpida. Sólo
estás atrapada en algo demasiado grande para manejar tu sola. Déjame ayudar.
—No sé qué hacer —dije, las lágrimas empezando de nuevo, pero más suaves y
menos desesperadas esta vez.
—¿Y si no puedo?
237
Extendió la mano y me tocó el brazo.
—Lo amas.
Hablamos por otra hora, Georgia calentando chocolate caliente como había
hecho antes, y sacando dos galletas del estuche para nosotras. Sólo que esta
vez, en vez de sentarnos en el patio, nos quedamos en el suelo en frente de la
barra de condimentos, nuestras espaldas apoyadas contra el gabinete.
Le dije todo lo que había pasado. Le dije sobre el vertedero y sus promesas. Le
dije sobre la vez que me golpeó, y sobre mi diente y los pellizcos en mis brazos.
Le dije por qué Bethany y Zack nunca estaban cerca ahora y que me sentía como
si hubiera perdido a mis mejores amigos. Y le conté lo dulce que siempre era
después, regalándome flores y disculpándose y diciéndome que me amaba, y
cómo una parte de mí le creía y sentía lástima por él. Cómo incluso cuando sentía
dolor, seguía amándolo.
Y le conté de las fotos. Y sobre Colorado, y cómo quería ir allí para encontrar el
espíritu de mi madre, y cómo no podía explicarlo mejor que eso, y ella dijo que
entendía. Y le dije que siempre pensé en ella como mi madre, y lloró un poco
pero rió, también, y dijo, Bueno, entonces te ordeno, jovencita, a alejarte de ese
chico o estás castigada.
Y para cuando lavamos nuestras tazas y barrimos las migajas de las galletas y
apagamos las luces y cerramos la puerta, dejando el lugar brillante para el turno
de la mañana, me había decidido.
238
Traducido por Itorres
G
eorgia se había agachado hacia el interior para dejar una nota para el
administrador de la apertura acerca de algo del informe de Dave que
necesitaba estar redactado al final del día, y pasé por delante de ella,
tirando de mi sudadera a mi alrededor.
—¿Una buena fiesta? —dijo, y me di cuenta por el tono de su voz que estaba
enojado—. Te tomaste bastante tiempo. He estado esperando un largo rato.
—Tuve que cerrar —le dije, superándolo audazmente, con más audacia de la que
nunca había utilizado antes, a pesar de que estaba tan asustada que estaba
temblando. Incluso mi voz temblaba.
Me estremecí con más fuerza. ¿Cuánto tiempo había estado aquí? Mi boca se
movió mientras trataba de formar palabras, pero no sabía qué decir.
—Déjame adivinar lo que ustedes dos estaban hablando —dijo—. ¿El clima? —
Se rió con amargura de su broma. Saqué la llave del coche del bolsillo de mi
chaqueta y quité el seguro. Tomó la llave de mi mano y apretó el botón para
bloquear las puertas de nuevo.
239
Rápidamente, su brazo salió disparado y agarró la parte de atrás de mi cabello.
Hice un ruido, pero él me jaló más fuerte, girando mi cabeza hacia atrás para que
lo mirara directamente a los ojos.
En mi interior, rehíce mi fuerza. Tenía que hacerlo. Tenía que decirle adiós.
Ponerme de pie por mí misma. En defensa de mi futuro.
—¿Qué? Lo siento, ¿mi puta novia acaba de decirme que me calle? —dijo—. Ella
no se atrevería, porque sabe que le patearía el culo, incluso por pensarlo.
—No me toques —le dije, temblando tan fuerte que me castañeteaban los
dientes.
Juro que las pupilas de sus ojos brillaban, cada músculo de su cuerpo listo. Sus
ojos se deslizaron desde los míos hasta mi cuello, y por un momento pensé que
iba a estrangularme.
—Pensé que te dije que dejaras de usar este pedazo de basura —gruñó,
arrebatando el atrapa sueños de mi mamá de mi cuello y dejándolo libre. Sentí
el jalón de la correa de cuero, y por primera vez desde que tenía ocho años de
edad, estaba sola, desnuda, la barrera entre mis pesadillas y yo se había ido.
Sostuvo el collar roto en su mano por encima de mi cara y lo arrojó al otro lado
del estacionamiento. Lo perdí de vista en la oscuridad. Se había ido. Todo lo
240
importante para mí se estaba desmoronando, quebrándose. Todo había
desaparecido.
—¡Lo rompiste! —grité, porque no sabía que más gritar—. Se acabó. Aléjate de
mí. Nunca te acerques a mí otra vez.
Él se echó a reír. Como si lo que acababa de decir era la cosa más divertida que
jamás había oído en su vida. Como si mi empujón le hubiera hecho cosquillas.
Echó la cabeza hacia atrás y soltó una carcajada, largas risas irregulares en el cielo
nocturno.
Y luego, cuando se enderezó, se echó hacia atrás tan de repente que ni siquiera
vi lo que pasó hasta que abrí los ojos otra vez y descubrí que estaba en el suelo
junto a la rueda de mi coche.
Mi rostro herido. No como me dolía antes. Esta vez fue diferente. Me dolía y
hormigueaba y sentía entumecido y caliente. Cuando toqué a mi ceja, mi dedo
se deslizó en un corte profundo, y quité mi mano mojada con sangre. También
me había mordido la lengua y sentía sangre en mi boca. Me atraganté, escupí,
tratando de dar sentido a lo que acababa de suceder.
—¿Crees que eres grande ahora, eh? Hablas con esa perra loca, ¿y de repente
piensas que puedes sólo empujarme y decirme que se acabó? Nunca se acabará,
Alex, ¿me oyes? ¡Levántate! ¡Levántate, mierda!
—Por favor —empecé a lloriquear, igual que como tuve que hacerlo ese día en
su dormitorio—. Por favor, de acuerdo. Está bien. Para. Por favor.
241
—Duele, ¿no es así? —preguntó, dándome golpecitos en la parte posterior de la
cabeza dos veces con sus nudillos.
—¿A casa de Zack? —gritó en mi cara, tirando de mi brazo con más fuerza. Grité
y me empujó hacia atrás con tanta fuerza, me sentí ligera y vaporosa cuando la
parte de atrás de mi cabeza golpeó el pavimento.
Esto es todo, pensé. Maria tenía razón. Va matar a alguien y soy yo. No salí con
la suficiente rapidez. Es mi culpa. Y justo cuando empezó a no lastimarme más y
mis pensamientos comenzaron a derivar hacia otras cosas, se detuvo.
—Oye —gritó una voz. Abrí un ojo lo más que pude y vi a Georgia corriendo
hacia nosotros, dejando caer su bolso y su bolsa de basura y las llaves en la acera
mientras corría—. ¡Aléjate de ella! ¡Aléjate de ella!
Cole dio un paso atrás y levantó las manos, como si nunca me hubiera tocado
para empezar, y Georgia se metió entre nosotros dos, levantando sus brazos para
protegerme.
Sólo podía abrir un ojo. Pero incluso a través de ese único ojo pude ver la mirada
en los ojos de Cole que era como ninguna otra que jamás había visto en él antes.
Parecía enloquecido.
Va a matarnos a las dos, pensé, y no quería nada más que no haber involucrado
a Georgia en esto.
Pero no lo hizo.
—Está bien, ¡está bien! —gritó, respirando con dificultad, como si golpearme le
hubiera dado un buen entrenamiento—. Volverás, perra —dijo, pero no respondí.
Estaba demasiado ocupada cerrando los ojos y yendo hacia el lugar donde no
estaban rotos mis huesos y no estaba drenando mi sangre en las grietas del
estacionamiento, sintiéndome como un roto saco de arena desparramado en el
asfalto, segura de que nunca me movería de nuevo.
242
las voces que me hablaban y sentí que me llevaban, pero nunca abrí los ojos a de
cualquiera de ellos.
El negro detrás de mis párpados, no parecía ni de lejos tan negro como sería el
mundo si los abría de nuevo.
243
Traducido por Itorres
H
abía visitantes. Una gran cantidad de ellos. Chicos de la escuela. Primos
que no había visto en mucho tiempo. Vecinos. Bethany y Zack, que
parecían tristes y sombríos y trataron de hacer bromas, pero se fueron
demasiado rápido. Quería que se quedaran. Los extrañaba más que nunca.
Y allí estaba Brenda, que entró, tímidamente llevando una maceta de flores, se
veía tan vibrante contra su piel, era casi como esas fotografías, todas en blanco y
negro, pero con una cosa en color. Dejó la maceta en el alféizar y luego me miró,
retorciéndose las manos.
Todavía no me movía mucho, ni siquiera abría mucho los ojos, estaban tan
hinchados, pero asentí. Ya sabía esto. Georgia estuvo a mi lado de la cama tan
pronto como abrí los ojos, y fue lo primero que me dijo.
—Él dijo que lo empujaste primero —dijo. Luego sacudió la cabeza y miró por la
ventana, como si se arrepintiera de decirlo. Y entonces sólo salió. Y nunca regresó.
Supongo que tenía que ver por sí misma lo que su hijo había hecho esta vez.
Supongo que lo que vio debió de doler incluso para mirarlo.
Celia, también había llegado. Con Shannin, papá y las abuelas. Trajeron el pastel
de cumpleaños de papá y tuvimos una pequeña fiesta familiar en mi habitación
de hospital; Celia se veía tan amargada que hizo doler mi corazón, pero más
tarde, cuando papá, Shannin y las abuelas bajaron a la cafetería en busca de café,
volvió, con un libro en sus brazos.
244
Miró insegura por un momento, una especie de vacilación. Luego se dio la vuelta
hacia un lado de la cama, se subió a mi lado, al igual que solíamos hacer cuando
éramos pequeñas, y abrió el álbum en frente de nosotras.
—¿De dónde...
—Anoche dormí en tu cama —dijo—. Pensé que ibas a morir. Dejarnos como
mamá lo hizo. Y yo... sólo encontré la caja en el espacio entre la cama y la pared.
Ni siquiera sabía que todavía existían estas.
Pasó las páginas, flip, flip, flip, y allí estaban. Mamá y papá, hermosos, felices y
juntos.
—Papá las puso en orden —dijo Celia—. Ayer por la noche. Y agregó éstas. Las
ha estado guardando en su armario.
Unas páginas más adelante fueron adicionadas más: fotos de bebés. De Shannin,
mías, de Celia. Mamá con aspecto cansado y enamorada. Papá parece tan
orgulloso. Fotos de niñas, fotos de la escuela, fotos de nosotros en las
plantaciones de calabaza y deslizándonos por toboganes y de cumpleaños. Todas
estaban allí, la prueba de que nuestra madre nos amó.
Más tarde, cuando las abuelas se llevaron a Celia para cenar, papá estaba mirando
el álbum de foto silenciosamente al lado de la cama. Más que alguna vez, parecía
con el corazón roto.
—La Montaña Cheyenne —dijo—. Colorado Springs. Fuimos allí en nuestra luna
de miel.
La Montaña Cheyenne.
245
—Siempre dijo que la última vez que se sintió completa fue cuando estábamos
en las montañas.
—¿Es por eso que quería volver? ¿Debido a que extrañaba su luna de miel?
Dios, eso no podía ser, pensé. No pudo haberse suicidado sólo para volver a las
montañas por motivos sentimentales.
—Alex —dijo, mirando hacia a lo más profundo de mis ojos—, tu madre era
enferma mental. Y después de que ustedes nacieron, se enfermó más. No
pensaba bien. Dijo que amaba tanto a sus niñas, que cada vez que llorabas sentía
como un pedazo de ella estaba siendo erosionado. Se convenció de que no era
una madre lo suficientemente buena.
—No entiendo —dije—. ¿Por qué Colorado? ¿Por qué un sanador espiritual? No
tiene sentido.
Mi mente daba vueltas. No nos abandonó. Se estaba yendo por nosotras. Iba a
volver a nosotras, mejorada. Estaba tratando de curarse para poder amarnos
mejor.
246
Traducido por PaulaMayfair
H
abía estado en casa exactamente cuatro horas, desde el hospital, cuando
me llamó a mi celular.
Pero tenía curiosidad. Incluso después de todo lo que había pasado, tenía
curiosidad. Y me preguntaba cuán terrible sería todavía para él. Qué terrible
seguirá siendo. ¿Tendría que ir a la corte? ¿Aparecería mi papá? ¿Mi papá trataría
de demandar a su familia?
—Alex —dijo, con la voz amortiguada, como si estuviera apoyándose con fuerza
en el teléfono—. Mi Emily Dickinson.
No dijo nada más. Yo no dije nada. Sólo sentado ahí, con el sonido de la línea del
teléfono expandiéndose entre nosotros.
Y se me ocurrió que la curiosidad no era suficiente. Sólo... no tenía nada que decir.
Ya no más.
Y se quedó allí.
247
Traducido por PaulaMayfair
H
emos esperado un año. Parte de ese tiempo fue dejar que mis puntos se
curaran y mis huesos se volvieran fuertes otra vez y dejarme hacer las
paces con las cicatrices internas que serían mis compañeros para
siempre. Parte de ese tiempo fue trabajar, poniéndome de vuelta a un lugar
normal, o al menos lo más normal que se puede obtener cuando has pasado a
través de lo que había pasado. Parte de ese tiempo fue hablar, viajar a todas las
escuelas que podía conseguir y contarles mi historia. Todos los terapeutas dijeron
que ayudaría. Supongo que tenían razón. De todos modos, se sentía como si
fuera lo correcto para hacer. Incluso si a veces me hacía sentir como un bicho
raro, a veces me hacía extrañar a Cole y a veces me dejaba llorando en el asiento
del conductor de mi coche, no sabía si iba a poder llegar a casa.
Además, la vida continuaba. Para aquellos que no estaban tendidos en una cama
viviendo de los analgésicos, haciendo una mueca de dolor cada vez que trataban
de darse vuelta y tratando desesperadamente de olvidar las cosas buenas sobre
el hombre que hace una semana estaba sosteniendo su mano, la vida si
continuaba.
248
hecho. A causa de él realmente entendí el significado de la desolación. De la
desesperación. De la tristeza
Bethany fue a la universidad, como siempre dijo que haría. Estaba a tres estados
de distancia, lo que, a veces, se sentía como el otro extremo del mundo. Hizo
nuevos amigos y se enserió con un chico llamado Bryce, se unió a un grupo
activistas ambientales y una hermandad… “académica. Ya me conoces”, dijo, pero
por la cadencia en su voz supuse que era una hermandad académica muy social.
Y Zack consiguió un trabajo en un crucero… “sólo camarero por ahora”, dijo, pero
trabajaba duro por un papel en uno de sus espectáculos. A veces realmente
estaba en el otro extremo del mundo. Y casi nunca llamaba.
Pero cuando vinieron a casa para el descanso de Navidad, fuimos juntos al centro
comercial; terminando unos batidos en el patio de comidas, saque el tema de
Colorado y, a pesar que se dieron una mirada vacilante que en tantas ocasiones
había visto, estuvieron de acuerdo.
—Es un regalo para nosotros, ¿recuerdan? —dije, aunque la verdad era que sólo
quería ver las cosas hasta el final. Mis preguntas sobre mamá habían sido
contestadas. Ahora era el momento para dejarlo ir, y parte de mí necesitaba este
viaje, así podría decir que lo había hecho justo como siempre había dicho que lo
haría. Por lo que podría adoptar al menos algo de la determinación de Bethany.
El camino era como todas las películas de viaje por carretera que alguna vez había
visto. Los tres, manejando por la carretera en la casa rodante que el abuelo de
Zack alquiló para nosotros, todos aplastados dentro, juntos, riéndonos,
apoyándonos en los otros, jugando bingo, comiendo más papas fritas de lo que,
posiblemente, podría considerase saludable, y desconectándonos a través del
volante.
249
—No hace ninguna diferencia para mí —dijo Zack, respondiendo a la pregunta
de Beth—. Este es el show de Alex.
—No quieres hacer eso —dijo Zack. Declaró, sin preguntar—. Tienes miedo.
Terminó, todo lo que necesite para decidirme, fue ver emerger la montaña
delante del parabrisas, en un minuto no existía y al siguiente era tan grande que
llenaba toda nuestra visión, titilando en la oscuridad.
Nada.
250
Asentí, pero no me di cuenta hasta que Zack se acercó al otro lado mío y se inclinó
para limpiar una lágrima de mi mejilla con el pulgar ya que había estado sin
pestañear tanto tiempo, que mis ojos estaban llorosos.
—Sí. No —dije—. Ella no está aquí. Hemos venido hasta aquí, pero...no está aquí.
—Además estamos aquí. Siempre estamos aquí —dijo, sus palabras apretada
alrededor de un palillo.
—No tenemos que ir hasta allí —dijo Bethany—. Sólo podemos ir a casa.
Bethany estaba equivocada. Lo hicimos. Teníamos que ir allí. No sólo yo. Todos
nosotros. Porque, de una manera muy real, todos habíamos sido víctimas de la
muerte de mi madre. Todos habíamos sufrido. Nos necesitábamos para ir hasta
allí y ver que la montaña era una montaña y ella no estaba más que en ninguna
otra. Necesitábamos ver que no podíamos arreglarla...no podíamos arreglarme...
escalando una montaña, no más de lo que se podría arreglar haciendo lo mismo.
Y allí dejaría su collar. Tal vez, en un árbol. O en una roca. O lo colgaría encima
de un risco y lo dejaría ir.
251
—Carrera hasta la cumbre —dijo.
Sonreí.
—Estoy dentro.
—Eres la persona más fuerte que he conocido —dijo, y algo en la forma en que
lo dijo lo hizo verdad.
—La pizza está aquí —dijo Bethany, volviendo al balcón, pero ella entrelazó su
brazo de nuevo en el mío y apoyó la cabeza en mi hombro de nuevo, tal como lo
había estado antes.
252
Traducido por PaulaMayfair
Durante mi primer año, tomé dos cursos en psicología de mujeres. El primero fue
un curso presencial, pero el segundo fue un estudio independiente, y tuve que
elegir mi propio tema para el semestre. Elegí la violencia doméstica.
Quería aprender sobre el ciclo del abuso, lo que sucede con una mujer
emocionalmente y cognitivamente cuando sufre abusos. Mi objetivo era
descubrir la respuesta a la pregunta cada vez más popular, ¿por qué no sólo
escapó?
He oído decir las palabras "Yo nunca..." un montón de veces. "Yo nunca dejaría
que alguien me maltratara. ¡Golpéeme una vez y estaría fuera de allí, nene!" De
hecho, he escuchado a muchas mujeres decir algo en ese sentido. "Si un hombre
me golpeara..." nos gustaría decir, y luego tenemos todo tipo de cosas fuertes y
poderosas para seguir esa frase. Me pregunto cuántas mujeres han quedado
atascadas en una relación abusiva, sin idea de dónde ir o qué hacer si una vez
dijo: "Yo nunca..." o "Si un hombre me golpeara..."
Así que pasé el semestre aprendiendo sobre el ciclo, o patrón, de abuso. Aprendí
acerca de la etapa de la tensión constituyéndose, la etapa de los abusos y el
período de luna de miel de una relación abusiva. Averigüé todo sobre la
indefensión y el síndrome de persona maltratada. Sabía todo. Conocía
exactamente lo que pasaba en la mente de una mujer cuando se quedaba con un
abusador.
Pero ¿qué pasa con su corazón? ¿Dónde está el corazón en esos libros de texto?
253
Sospecho que Alex no es muy diferente de un montón de mujeres de ahí afuera,
atrapadas en una relación con un hombre que es realmente estupendo y
realmente sería perfecto si no fuera por una cosa horrible que hace de vez en
cuando. Amaba a Cole, y le dio un montón de razones para amarlo. Amaba su
relación. Amaba los buenos tiempos. Amaba la forma en que la hacía sentir
especial. Y estaba dispuesta a perdonarlo, de hacer excusas por él, de sentir pena
por él, porque lo amaba mucho.
De alguna manera, siento que este libro, esta exploración del lado del "amor" de
abuso, es la culminación de un proyecto que empecé hace más de una década
en el estudio independiente sobre la violencia doméstica. Y Alex me ha ayudado
a entender que si no estás realmente en la situación, tal vez no tienes idea de lo
que harías en absoluto.
-JB
254
Jennifer Brown es la autora de las aclamadas novelas para adultos jóvenes, Hate
List, Bitter End, Perfect Escape y Thousand Words. Su novela debut, Hate List,
recibió reseñas de tres estrellas y fue seleccionada como Mejor Libro para Jóvenes
Adultos por la ALA (American Library Association. Asociación Americana de libros), un
"Diez Perfecto" para VOYA (siglas de la revista Voice of Youth Advocates) y el mejor libro
del año para la Biblioteca de una Escuela. Bitter End recibió críticas de estrellas de parte
del Publishers Weekly y VOYA, y está en la lista de YALSA 2012 para Mejor Libro de
Ficción para Jóvenes Adultos.
La novela debut de Jennifer para secundaria, Life on Mars, será publicada en el 2014.
También escribe Woman’s Fiction bajo el nombre de Jennifer Scott.
Ella escribe y vive en la ciudad de Kansas, en el área de Missouri, con su marido y sus tres
hijos.
255
Moderadora
PaulaMayfair
Staff de Traducción
Staff de Corrección
Recopilación y revisión
LadyPandora
Diseño
PaulaMayfair
256
257