Está en la página 1de 30

TEMA II

LOS TRATADOS INTERNACIONALES EN EL DERECHO ARGENTINO1

El artículo 31 del texto constitucional establece que la Constitución Nacional, las leyes dictadas
por el Congreso y los tratados con las potencias extranjeras son la ley suprema de la Nación. Estos
últimos, son los llamados “tratados internacionales”.

Un tratado internacional es un acuerdo celebrado por escrito entre Estados y que está regido
por el derecho internacional.2 Una cuestión central es determinar cuál es la relación entre
Constitución, tratados internacionales y leyes. La forma en que se resuelva esa relación tendrá
consecuencias de extrema importancia, particularmente, cuando existe un conflicto o
contradicción entre un tratado internacional y una norma de derecho interno, como la Constitución
o una ley.

A grandes rasgos, la relación entre los tratados internacionales y el derecho interno pueden
clasificarse en dos grandes grupos: los sistemas monistas y los sistemas dualistas, aunque dentro
de cada grupo se pueden encontrar variantes.

Según Kelsen, en los sistemas dualistas hay dos sistemas normativos distintos, el derecho
internacional y el derecho estatal o interno de cada país, independientes entre sí, aislados
recíprocamente3. Las normas del derecho internacional están dirigidas a los países, mientras que
los destinatarios de las normas de derecho interno son las personas. En consecuencia, una norma
internacional, por ejemplo, contenida en un tratado, para ser aplicable a una persona debe estar
incorporada en el derecho interno o “internalizada”, por ejemplo, a través de una ley. Mientras no
se produzca la “internalización”, la norma internacional no puede ser invocada por una persona y
los jueces no podrían aplicarla en una disputa.

Adicionalmente, así como se incorpora una norma internacional por una ley al derecho interno,
también se la puede excluir a través de otra ley. En consecuencia, como el tratado internacional y
la ley tienen igual jerarquía, en caso de colisión, se aplica el principio de que norma posterior
deroga la anterior, correspondiendo aplicar la última norma aprobada.

Para los sistemas monistas, en cambio, el derecho internacional y el derecho interno o estatal
forman parte de un único sistema jurídico; y para configurar un sistema unitario es necesario que
uno se encuentre subordinado al otro4. Por lo tanto, hay dos posibilidades, que el derecho
internacional esté subordinado al derecho estatal o interno; o, por el contrario, que el orden jurídico
internacional tenga primacía sobre el derecho interno de los Estados5.

1
Por María Alejandra Perícola y Mariano Genovesi
2
Conf. Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados art. 2° inc. 1) a).
La República Argentina aprobó la Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados mediante la ley 19.865,
publicada en el Boletín Oficial el 3 de enero de 1973.
3
Kelsen, Hans, Teoría Pura del Derecho, Editorial Porrúa, Ciudad de México, 10ª edición, 1998, pp. 330/331,
traducción de Roberto J. Vernengo.
4
Ibíd., pp. 334/5.
5
Ídem.

1
Como enseña Bidart Campos, en un sistema monista absoluto, los tratados internacionales
están por sobre la Constitución y el resto del derecho interno6. En los sistemas monistas
moderados, el derecho interno tiene primacía sobre el derecho internacional7.

En los fallos que estudiaremos a continuación, veremos cómo fue evolucionando la


jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia de la Nación respecto a la relación jerárquica entre
un tratado internacional y una ley. En otras palabras, al decir de Nino8, en caso de conflicto entre
un tratado internacional y una ley, si se mantiene la validez del tratado a expensas de la validez de
la ley, o viceversa.

I. NOTA INTRODUCTORIA AL CASO MARTIN & CIA.

Martin & Cía. Ltda. había realizado una importación de yerba mate proveniente de Brasil. Al
intentar retirar la mercadería del puerto de Rosario, la entonces Administración General de Puertos
le comunicó que no podía llevarse las mercaderías si previamente no pagaba una “sobretasa”
impositiva por “eslingaje, guincho y almacenaje” de acuerdo con lo establecido en el decreto ley
6575/58, ratificado por ley 14.467.

Martin & Cía. consideraba que no correspondía pagar la sobretasa. Su argumento era que el
artículo VII del “Tratado de Comercio y Navegación entre la República Argentina y la República
de los Estados Unidos del Brasil” firmado en 1940 y ratificado por ley N° 12.688 establecía que
estaban libres tasas, derechos o sobretasas referidas a la importación de determinados productos
provenientes de Brasil, entre los que se encontraba la yerba mate.

Reproducción del artículo VII del “Tratado de Comercio y Navegación entre la República Argentina y la República
de los Estados Unidos del Brasil” del 23 de enero de 19409

6
Bidart Campos, Germán, Tratado Elemental de Derecho Constitucional Argentino¸ Tomo I-A, Ediar, Buenos Aires,
1ª reimpresión, 2007, p.464.
7
Ver como ejemplo de sistema monista moderado la sentencia C-400-98, 10 de agosto de 1998, de la Corte
Constitucional de Colombia, disponible en https://www.corteconstitucional.gov.co/relatoria/1998/c-400-98.htm.
“Como vemos, es jurisprudencia reiterada de esta Corte que, en el plano interno, la Constitución prevalece sobre los
tratados, por lo cual un convenio contrario a la Carta es inaplicable”. Ibíd., párr. 44.
8
Nino, Carlos Santiago, Introducción al análisis del derecho, Buenos Aires, Astrea, 2da. ed., 2001, p. 154.
9
Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto, Dirección de Tratados, Biblioteca Digital de
Tratados, disponible en https://tratados.cancilleria.gob.ar/

2
Sin embargo, en 1958, el decreto-ley 6575 había establecido que el tratamiento preferencial
reconocido en los convenios internacionales de comercio para las mercaderías de importación no
alcanzaba a las retribuciones por servicios portuarios. En consecuencia, con fundamento en esa
norma, la Administración Nacional de Puertos exigió el pago de la sobretasa.

Para no perder las mercaderías, Martin & Cía. realizó el pago e inició un reclamo
administrativo, primero, y luego una demanda judicial contra la Administración General de
Puertos para que le devolviera el dinero, lo que técnicamente se denomina “juicio de repetición”.
Tanto en primera como en segunda instancia se hizo lugar al reclamo de Martin & Cía., se declaró
la inconstitucionalidad del decreto ley 6575/58 y se ordenó a la Administración General de Puertos
devolver el dinero correspondiente a la sobretasa.

La demandada (la Administración General de Puertos) disconforme con la sentencia de la


Cámara de Apelaciones interpuso recurso extraordinario ante la Corte Suprema de Justicia de la
Nación a fin de que revoque la sentencia recurrida.

Martin & Cía. Ltda. S.A. c/ Administración General de Puertos s/ repetición de pago
Corte Suprema de Justicia de la Nación
Fallos: 257:99
6 de noviembre de 1963

Vistos los autos: “Martin & Cía. Ltda. S.A. c/ Administración General de Puertos s/
repetición de pago”.

Y Considerando:

…Omissis…

4°) Que es pertinente analizar, en primer término, la cuestión atinente a la jerarquía de los
tratados internacionales y de las leyes de la Nación, en cuanto unos y otras integran el
ordenamiento normativo interno de la República. La realidad de esta aserción deriva, sin duda, de
lo preceptuado por el art. 31 de la Constitución Nacional en cuanto establece que la misma
Constitución, las leyes que en su consecuencia se dicten por el Congreso y los tratados con las
potencias extranjeras son la Ley Suprema de la Nación. Y la consideración del punto es propia de
los jueces nacionales, al tenor de la enunciación que, en cuanto a su competencia, y reiterando la
del art. 31 —con la salvedad del art. 67, inc. 11— hace el art. 100 de la propia Constitución.

5°) Que estos preceptos constitucionales y los con ellos concordantes, sustentan el orden
jerárquico de las normas que rigen en la República, tanto en el ámbito nacional como provincial,
en que el problema es susceptible de plantearse, con iguales características. Y es con base en tal
jerarquía que se sustenta incluso el control de constitucionalidad de unas y otras, que la ley
encomienda en último término a esta Corte — Fallos: 248:189 y sus citas; conf. Corwin, The
Constitution of the United States of America, p. 556, y siguientes—.

3
6°) Que corresponde establecer que ni el art. 31 ni el 100 de la Constitución Nacional atribuyen
prelación o superioridad a los tratados con las potencias extranjeras respecto de las leyes
válidamente dictadas por el Congreso de la Nación. Ambos —leyes y tratados— son igualmente
calificados por el Congreso de la Nación y no existe fundamento normativo para acordar prioridad
de rango a ninguno.

7°) Que esta conclusión es también la adoptada por la doctrina y la jurisprudencia


norteamericana, con fundamento igualmente en un texto análogo al del art. 31 de la Constitución
Nacional, la "supremacy clause" de la Constitución de los Estados Unidos, a saber, la cláusula 2ª
del art. VI — conf. Corpus iuris secundum, vol. 87, p. 943; v. también Cooley, Constitutional
Limitations, vol. I, p. 25 y sigts., nota 2; Willoughby, Principles, p. 236 y sigts.; Corwin, The
Constitution of the United States of America, p. 418 y siguientes—.

8°) Que se sigue de lo dicho que rige respecto de ambas clases de normas, en cuanto integrantes
del ordenamiento jurídico interno de la República, el principio con arreglo al cual las posteriores
derogan a las anteriores. En su expresión clásica: "Leges posteriores priores contrarias abrogant",
ha sido también admitido como consecuencia necesaria de la igualdad jerárquica señalada por la
doctrina y la jurisprudencia norteamericana, antes recordada.

9°) Que corresponde todavía señalar que el derecho internacional, con base en la distinción
entre los tratados en cuanto convenios entre distintas potencias y como normas del ordenamiento
jurídico nacional interno, remite también la solución, en el segundo aspecto, a la organización
constitucional respectiva — conf. Kelsen, Hans, Principles of International Law, Nueva York,
1952, p. 419; H. Lauterpach, Regles Générales du Droit de la Paix, Rec. del Cours de l'Académie
de Droit International, 1937, t. IV, p. 144; Verdross, Derecho Internacional Público, 3ª ed.,
Madrid, 1957, p. 72; Oppenheim, Tratado de Derecho Internacional Público, Barcelona, 1961,
vol. I, tít. I. cap. IV, ps. 21 y 22—. A lo que debe añadirse que la posible cuestión de orden
internacional subsistente es ajena, como principio, a la jurisdicción de los tribunales de justicia
internos. Y depende de circunstancias atinentes a la conducción de las relaciones exteriores de la
Nación, sujetas a reclamo por las altas partes contratantes, a cuyo respecto no cabe decisión por
esta Corte — conf. Corwin, ob. y lug. citados—.

10°) Que el Tribunal estima que el decreto-ley 6575/58 (ley 14.467) es modificatorio del
Tratado de Comercio y Navegación celebrado con la República del Brasil en 1940 y aprobado por
ley 12.688. Cualesquiera sean las objeciones de orden técnico a la redacción del mencionado
decreto-ley, no es dudosa la voluntad legislativa, en cuanto a la pertinencia del pago de las gabelas
de que trata la causa.

11°) Que a ello corresponde agregar que la reforma del régimen legal no puede ser impedida
so color de la independencia del Poder Judicial, respecto de la opinión del Legislativo o Ejecutivo.
Consideraciones de tal tipo, adecuadas respecto de la práctica en la aplicación de normas dudosas
subsistentes, no lo son cuando media derogación válida, como sin duda resulta del art. 17 del Cód.
Civil y del acatamiento que los órganos de aplicación del derecho deben a las leyes vigentes —
Fallos: 249:37 y 425 y otros; conf. Willoughby, Principles, ps. 36/37, nota 6; Fallos: 211:83,
consid. 5° y sus citas—. Por lo demás, la interpretación armonizante, especialmente pertinente en

4
supuestos de orden constitucional, no puede llegar a desconocer el fin manifiesto de la ley, en su
letra y en su espíritu —Fallos: 242:128; 250:427; 253:344 y otros—.

12°) Que se sigue igualmente de lo expuesto que la inconstitucionalidad alegada del decreto-
ley 6575/58, con fundamento en los arts. 67, inc. 19, y 86, incs. 2° y 14 de la Constitución Nacional,
no es admisible. El argumento remite, en efecto, a las cuestiones dilucidadas en los considerandos
anteriores en cuanto a la respectiva derogabilidad de leyes nacionales y tratados con las potencias
extranjeras, como integrantes del ordenamiento jurídico interno, a cuya solución corresponde estar.

13°) Que la facultad del Tribunal para reconocer respecto de las cuestiones propuestas en la
causa, resulta también de lo ya expresado en los considerandos, con fundamento en los preceptos
de los arts. 31 y 100 de la Constitución Nacional.

14°) Que, por último, lo resuelto en anteriores precedentes de esta Corte no es óbice a la
solución a que se llega. En ellos, en efecto, la específica materia del presente pronunciamiento —
aplicación del decreto-ley 6575/58— no fue objeto de solución expresa.

15°) Que siendo suficientes las consideraciones que anteceden para la solución de la causa, se
hace innecesario el análisis de los demás puntos argüidos en ella.
Por ello, habiendo dictaminado el Procurador General, se revoca la sentencia apelada en lo que ha
sido objeto de recurso extraordinario. —Benjamín Villegas Basavilbaso. —Aristóbulo D. Aráoz
de Lamadrid. —Pedro Aberastury. —Esteban Imaz. —José F. Bidau.

II. COMENTARIOS Y PREGUNTAS

Martin & Cía. era la denominación de una sociedad anónima productora de yerba mate fundada
en 1894 cuyo producto estrella era la yerba “La Hoja”. La empresa tenía depósitos en el sur de la
ciudad de Rosario sobre las barrancas del Río Paraná y por esa razón la zona es llamada Barrio
Martin, donde posteriormente tuvo lugar un importante desarrollo inmobiliario. En 2008, la
sociedad fue declarada en quiebra y la empresa continuó su actividad a través de una cooperativa
de trabajo conformada por ex trabajadores de Martin & Cía.

5
Preguntas:

1. Según el fallo, ¿el artículo 31 de la Constitución Nacional entonces vigente le otorgaba a los
tratados internacionales prelación sobre las leyes?
2. ¿Cuáles son los argumentos que utiliza la Corte Suprema para no aplicar el tratado con Brasil?
3. ¿Qué significado tiene la locución latina leges posteriores priores contrarias abrogant? ¿Por
qué es utilizada por la Corte Suprema?
4. ¿La sentencia podría inscribirse dentro de la corriente dualista o monista? ¿En caso de que lo
considere monista, sería absoluta o moderada?

III. NOTA INTRODUCTORIA AL CASO EKMEKDJIAN c. SOFOVICH

El sábado 11 de junio de 1988, en la emisión del programa “La Noche del Sábado” conducido
por el señor Gerardo Sofovich, el escritor Dalmiro Sáenz se refirió a Jesucristo y a la Virgen María
con palabras que Miguel Ángel Ekmekdjian consideró irrespetuosas, ofensivas y blasfemas.

Ekmekdjian, al sentirse agraviado en sus sentimientos religiosos, remitió una carta documento
a Sofovich y lo intimó a que leyera una carta en la que él le contestaba a Sáenz en el mismo
programa. Según noticias periodísticas, la contestación de Ekmekdjian a los dichos de Sáenz, tenía
14 páginas. Como Sofovich se negó a leer la contestación, Ekmekdjian inició un juicio de amparo,
fundado en el derecho de réplica que, según su criterio, le concedía el art. 33 de la Constitución
Nacional y el art. 14.1 del Pacto de San José de Costa Rica aprobado por ley 23.054 y vigente para
la República Argentina desde el depósito del instrumento de ratificación el 5 de setiembre de 1984.

Ekmekdjian, Miguel A. c. Sofovich, Gerardo y otros.


Corte Suprema de Justicia de la Nación
Fallos: 315:1492
7 de julio de 1992

Vistos los autos: "Recurso de hecho deducido por Miguel Ángel Ekmekdjian en la causa
Ekmekdjian, Miguel Ángel el Sofovich, Gerardo y otros", para decidir sobre su procedencia.

Considerando:

1°) Que la Sala H de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil rechazó el amparo


interpuesto por Miguel Angel Ekmekdjian, en ejercicio del derecho de réplica, contra Gerardo
Sofovich. Contra dicho pronunciamiento el actor dedujo recurso extraordinario, cuya denegación
motiva la presente queja.

2o) Que de acuerdo a lo expuesto por el recurrente, lesionado profundamente en sus


sentimientos religiosos, a fs. 84/85 promovió demanda de amparo contra Gerardo Sofovich, para
que se lo condenara a leer en el programa "La Noche del Sábado", -que se emitía por el canal 2 de
televisión-, una carta documento que le remitiera contestando a Dalmiro Sáenz, quién expresó

6
frases que consideraba agraviantes en relación a Jesucristo y a la Virgen María, en la audición del
Sábado 11 de junio de 1988. Que, como la carta no fue leída, debió iniciar juicio de amparo,
fundado en el derecho de réplica que, según su criterio, le concede el art. 33 de la Constitución
Nacional y el art. 14.1. del Pacto de San José de Costa Rica aprobado por ley 23.054 y vigente
para la República Argentina desde el depósito del instrumento de ratificación el 5 de septiembre
de 1984.

3o) Que el fundamento central utilizado por el a quo para rechazar las pretensiones del actor
consiste en considerar que el art. 14.1 del Pacto de San José de Costa Rica consagra el derecho de
respuesta "en las condiciones que establezca la ley", razón por la cual el propio tratado inhibe la
autofuncionalidad de la respuesta normada en él mientras no se reglamenten sus requisitos
sustanciales y se regule procesalmente su ejercicio. Considera, en consecuencia, que el derecho de
respuesta no tiene carácter operativo, como lo resolviera esta Corte en el caso E.60.XXII
"Ekmekdjian, Miguel Angel c/ Neustadt, Bernardo y otros s/ amparo", el 1 de diciembre de 1988.

…Omissis…

6°) Que, de manera preliminar, cabe dejar claramente sentado que en esta causa no se encuentra
en tela de juicio que la libertad de prensa, en su acepción constitucional, es condición necesaria
para la existencia de un gobierno libre y el medio idóneo para orientar y aun formar una opinión
pública vigorosa, atenta a la actividad de los poderes públicos. En tal carácter es un adecuado
instrumento de ordenación política y moral en la Nación. Este pensamiento responde en última
instancia al fundamento republicano de la libertad de imprenta, ya que no basta que un gobierno
dé cuenta al pueblo de sus actos; sólo por medio de la más amplia libertad de prensa puede
conocerse la verdad e importancia de ellos y determinarse el mérito o responsabilidad de las
autoridades intervinientes. Dentro de ese marco, las empresas periodísticas configuran el ejercicio
privado de funciones de interés social, ya que su actividad está dirigida al bien de la sociedad y
por tanto de todos y cada uno de sus miembros. En tal sentido, esta Corte ha dicho que "entre las
libertades que la Constitución Nacional consagra, la de la prensa es una de las que poseen mayor
entidad, al extremo de que sin su debido resguardo existiría tan solo una democracia desmedrada
o puramente nominal. Incluso no sería aventurado afirmar que, aun cuando el art. 14 enuncie
derechos meramente individuales, está claro que la Constitución, al legislar sobre la libertad de
prensa, protege fundamentalmente su propia esencia democrática contra toda posible desviación
tiránica" (Fallos: 248:291).

7°) Que en este caso, por el contrario, el núcleo de la cuestión a decidir radica en la tensión
entre la protección del ámbito privado de la persona en cuanto lesiona el respeto a su dignidad,
honor e intimidad; y el derecho de expresar libremente las ideas ejercido por medio de la prensa,
la radio y la televisión. Es decir, se trata del equilibrio y armonía entre derechos de jerarquía
constitucional, y en definitiva, de la tutela de la dignidad humana, en tanto se vea afectada por el
ejercicio abusivo de la información. En particular, corresponde decidir si el denominado "derecho
de réplica o respuesta" integra nuestro ordenamiento jurídico como un remedio legal inmediato a
la situación de indefensión en que se encuentra el común de los hombres frente a las agresiones a
su dignidad, honor e intimidad cuando son llevadas a cabo a través de los medios de comunicación
social.

7
8o) Que a lo largo de los siglos XVII y XVIII y hasta fines del siglo XIX la cuestión de pensar
y expresar el pensamiento se resolvía en la lucha de los individuos frente al Estado por la conquista
de la libertad de expresión y la consagración del derecho de prensa. Estas reivindicaciones
individuales, verdaderas conquistas del liberalismo, se encuentran consagradas en el art. 11 de la
Declaración de los Derechos del Hombre: "la libre comunicación de pensamientos y expresiones
es uno de los derechos más preciosos del hombre; todo individuo puede escribir, hablar, imprimir
libremente". Pero en nuestro tiempo, -se aduce- por obra y gracia de la revolución técnica, los
contendientes en la lucha por el dominio y control de los medios de comunicación han cambiado.
El individuo como sujeto activo está virtualmente eliminado. Quienes se enfrentan son el Estado
y los grupos; y los grupos entre sí.
…Omissis…

10) Que, como ya se señalara, en el análisis valorativo del denominado "derecho de respuesta",
no sólo se encuentra en juego la tutela de la libertad de expresión o el derecho de imprimir sin
censura previa, sino también la adecuada protección de la dignidad, la honra, los sentimientos y la
intimidad del común de los hombres y por consiguiente la garantía jurisdiccional para el
sostenimiento de estos valores de la personalidad, garantía que puede encontrar un medio apto de
ejercicio a través de la rectificación, respuesta o procedimientos que se aproximen a ese objeto.
Ambos valores deben ser debidamente sopesados, sin perder de vista que, con la respuesta, se trata
de asegurar el derecho natural, primario, elemental a la legítima defensa de la dignidad, la honra y
la intimidad. A que la vida del común de los hombres no sea convertida en materia de escándalo
por el periodista, el comentarista o el locutor de turno. A que su vida, su privacidad, su honra siga
siendo suya; a seguir respetándose a sí mismo.

11) Que está fuera de discusión que los que manejan los medios de comunicación social -los
medios técnicos de información-, ejercen influencia sobre la opinión pública y que el
extraordinario poder de sugestión de esas técnicas en la elaboración de estructuras mentales,
condiciona la vida humana.

Por otra parte, nadie puede negar ni desconocer la influencia enorme de signo positivo que han
ejercido y ejercen los medios de información y la comunicación colectiva. La humanidad ha
entrado en una nueva era iluminada, precisamente, por los progresos técnicos y científicos.
…Omissis…

La prensa de nuestro país debe ser objeto de la máxima protección jurisdiccional en todo cuanto
se relacione con su finalidad de servir legal y honradamente a la información y a la formación de
la opinión pública, es decir, a la función que le compete en servicio de la comunidad.

No obstante, ese especial reconocimiento constitucional no significa impunidad (Fallos:


310:508) ni elimina la responsabilidad ante la justicia por los delitos y daños cometidos, pues en
nuestra Constitución no ha existido el propósito de asegurar la impunidad de la prensa. Si la
publicación es de carácter perjudicial y si con ella se difama o injuria a una persona, se hace la
apología del crimen, se incita a la rebelión o la sedición, no pueden existir dudas acerca del derecho
del Estado para reprimir o castigar tales publicaciones (Fallos: 167:138).
…Omissis…

13) Que entre las técnicas de prevención y de seguridad para evitar, atenuar y reparar los abusos
y excesos en que incurren los medios de comunicación se encuentra el ejercicio de los derechos

8
de respuesta y de rectificación. En este sentido, resulta un antecedente relevante de la creación
normativa de este derecho, el proyecto de Código de Honor de periodistas de las Naciones Unidas,
admitido por una comisión de la Asamblea General de 1952, que estableció en su art. 2 o que "la
buena fe con respecto al público constituye el fundamento de todo periodismo auténtico. Cualquier
información que, una vez hecha pública se revelase incorrecta o nociva, deberá ser rectificada
espontáneamente y sin demora. Las opiniones y las noticias no confirmadas serán presentadas
como tales y tratadas en consecuencia".

…Omissis…

Asimismo, además del agraviado, también gozan de este derecho los parientes en Bélgica (ley
de 1961), Dinamarca (ley 330 de 1976), Francia (le droit de réponse de 1881), Uruguay (art. 7 de
la ley 16.099). Otras legislaciones lo otorgan a las personas-morales: Austria (1981), Suiza (ley
1937), Chile (ley 15.479), Uruguay y Francia. La Convención sobre Derecho de Rectificación de
las Naciones Unidas de 1952, lo instituye para los Estados.

Pero hay coincidencia universal, de que el mismo no puede ser reconocido a partidos o
ideologías políticas, para evitar que paralice la función esencial que cabe a la prensa, en un país
que comulga con ideales democráticos.

14) Que, en ese orden de ideas, el derecho de respuesta o rectificación se encuentra incorporado
en varias constituciones provinciales; así en la de Catamarca, art. 15; en la de Formosa, art. 12; en
la de Jujuy, art. 23; en la de La Pampa, art. 8; en la de Neuquén, art. 22; en la de Salta, art. 23; en
la de San Juan, art. 25; en la de San Luis, art. 21; en la de Santa Cruz, art. 15; en la de Santa Fe;
art. 1 1; en la de Santiago del Estero, art. 20 y en la de Tierra del Fuego, art. 47. Actualmente ha
sido reconocido, con excepción de Cuba, en la mayor parte de los países de América Latina y
también en Europa Occidental.

En el ámbito nacional, a su vez, existen procedimientos que se correlacionan con el derecho de


respuesta. El derecho a la intimidad y al honor tienen una estructura tutelar en el artículo 1071 bis
del Código Civil, que establece que "el que arbitrariamente se entrometiere en la vida ajena
publicando retratos, difundiendo correspondencia, mortificando a otro en sus costumbres o
sentimientos, o perturbando de cualquier modo su intimidad y el hecho no fuere un delito penal",
podrá pedir al juez, "de acuerdo con las circunstancias, la publicación de la sentencia en un diario
o periódico del lugar, si esta medida fuese procedente para una adecuada reparación". Esto se
complementa, en cuanto al honor, con lo dispuesto por el art. 114 del Código Penal, que determina
que "cuando la injuria o calumnia se hubiere propagado por medio de la prensa... el juez o tribunal
ordenará, si lo pidiere el ofendido, que los editores inserten en los respectivos impresos periódicos,
a costa del culpable, la sentencia o satisfacción".

15) Que, en nuestro ordenamiento jurídico, el derecho de respuesta, o rectificación ha sido


establecido en el artículo 14 del Pacto de San José de costa Rica que, al ser aprobado por ley
23.054 y ratificado por nuestro país el 5 de septiembre de 1984, es ley suprema de la Nación
conforme a lo dispuesto por el art. 31 de la Constitución Nacional. Cabe, entonces, examinar si -
como afirma el recurrente- aquella disposición resulta directamente operativa en nuestro derecho
interno o si, por el contrario, es menester su complementación legislativa.

9
16) Que, en tal sentido, la violación de un tratado internacional puede acaecer tanto por el
establecimiento de normas internas que prescriban una conducta manifiestamente contraria,
cuanto por la omisión de establecer disposiciones que hagan posible su cumplimiento. Ambas
situaciones resultarían contradictorias con la previa ratificación internacional del tratado; dicho de
otro modo, significarían el incumplimiento o repulsa del tratado, con las consecuencias
perjudiciales que de ello pudieran derivarse.

17) Que un tratado internacional constitucionalmente celebrado, incluyendo su ratificación


internacional, es orgánicamente federal, pues el Poder Ejecutivo concluye y firma tratados (art. 86,
inc. 14, Constitución Nacional), el Congreso Nacional los desecha o aprueba mediante leyes
federales (art. 67, inc. 19 Constitución Nacional) y el Poder Ejecutivo Nacional ratifica los tratados
aprobados por ley, emitiendo un acto federal de autoridad nacional. La derogación de un tratado
internacional por una ley del Congreso violenta la distribución de competencias impuesta por la
misma Constitución Nacional, porque mediante una ley se podría derogar el acto complejo federal
de la celebración de un tratado. Constituiría un avance inconstitucional del Poder Legislativo
Nacional sobre atribuciones del Poder Ejecutivo Nacional, que es quien conduce, exclusiva y
excluyentemente, las relaciones exteriores de la Nación (art. 86, inc. 14 Constitución Nacional).

18) Que la Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados -aprobada por ley 19.865,
ratificada por el Poder Ejecutivo Nacional el 5 de diciembre de 1972 y en vigor desde el 27 de
enero de 1980- confiere primacía al derecho internacional convencional sobre el derecho interno.
Ahora esta prioridad de rango integra el ordenamiento jurídico argentino. La convención es un
tratado internacional, constitucionalmente válido, que asigna prioridad a los tratados
internacionales frente a la ley interna en el ámbito del derecho interno, esto es, un reconocimiento
de la primacía del derecho internacional por el propio derecho interno.

Esta convención ha alterado la situación del ordenamiento jurídico argentino contemplada en


los precedentes de Fallos: 257:99 y 271:7, pues ya no es exacta la proposición jurídica según la
cual "no existe fundamento normativo para acordar prioridad" al tratado frente a la ley. Tal
fundamento normativo radica en el art. 17 de la Convención de Viena, según el cual "Una parte
no podrá invocar las disposiciones de su derecho interno como justificación del incumplimiento
de un tratado".

19) Que la necesaria aplicación del art. 27 de la Convención de Viena impone a los órganos del
Estado argentino asignar primacía al tratado ante un eventual conflicto con cualquier norma interna
contraria o con la omisión de dictar disposiciones que, en sus efectos, equivalgan al incumpli-
miento del tratado internacional en los términos del citado art. 27.
Lo expuesto en los considerandos precedentes resulta acorde con las exigencias de cooperación,
armonización e integración internacionales que la República Argentina reconoce, y previene la
eventual responsabilidad del Estado por los actos de sus órganos internos, cuestión a la que no es
ajena la jurisdicción de esta Corte en cuanto pueda constitucionalmente evitarla. En este sentido,
el Tribunal debe velar porque las relaciones exteriores de la Nación no resulten afectadas a causa
de actos u omisiones oriundas del derecho argentino que, de producir aquel efecto, hacen cuestión
federal trascendente.

10
20) Que en el mismo orden de ideas, debe tenerse presente que cuando la Nación ratifica un
tratado que firmó con otro Estado, se obliga internacionalmente a que sus órganos administrativos
y jurisdiccionales lo apliquen a los supuestos que ese tratado contemple, siempre que contenga
descripciones lo suficientemente concretas de tales supuestos de hecho que hagan posible su
aplicación inmediata. Una norma es operativa cuando está dirigida a una situación de la realidad
en la que puede operar inmediatamente, sin necesidad de instituciones que deba establecer el
Congreso.

En el supuesto del art. 14.1 su redacción es clara y terminante en cuanto otorga, en las
situaciones que allí se describen, el derecho de rectificación o respuesta, aunque remitiendo a la
ley aquellas particularidades concernientes a su reglamentación. La norma expresa: 1. "Toda
persona afectada por informaciones inexactas o agraviantes emitidas en su perjuicio a través de
medios de difusión legalmente reglamentados y que se dirijan al público en general, tiene derecho
a efectuar por el mismo órgano de difusión su rectificación o respuesta en las condiciones que
establezca la ley". 2. "En ningún caso la rectificación o la respuesta eximirán de las otras res-
ponsabilidades legales en que se hubiere incurrido". 3. "Para la efectiva protección de la honra y
la reputación, toda publicación o empresa periodística, cinematográfica, de radio o televisión
tendrá una persona responsable que no esté protegida por inmunidades ni disponga de fuero espe-
cial".

La interpretación textual según la cual toda persona "tiene derecho a..." despeja la duda sobre
la existencia de la alegada operatividad. No sucede lo mismo en otros artículos en los que se
establece que "la ley debe reconocer" (art. 17) o "estará prohibido por la ley" (art. 13, 5).

21) Que la interpretación del Pacto debe, además, guiarse por la jurisprudencia de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos -uno de cuyos objetivos es la interpretación del Pacto de
San José (Estatuto, art. 1). Ante la consulta hecha a dicho tribunal acerca de si cuando el art. 14.1
dispone que el derecho de rectificación o respuesta se ejercerá "en las condiciones que establezca
la ley", quiere decir que dicho derecho sólo es exigible una vez que se emita una ley formal que
establezca las condiciones en que el mismo puede ser concretamente ejercido, contestó rechazando
este argumento y afirmando que allí se consagra un derecho de rectificación o respuesta en favor
de toda persona, ya que "el sistema mismo de la Convención está dirigido a reconocer derechos y
libertades a las personas y no a facultar a los Estados para hacerlo" (Opinión Consultiva OC-7/86,
"Exigibilidad del derecho de rectificación o respuesta" (arts. 14.1, 1.1 y 2), Serie A, N° 7, pág. 13,
par. 14). Llegó a la opinión unánime en el sentido de que el art. 14.1, "reconoce un derecho de
rectificación o respuesta internacionalmente exigible" (Ibídem, p. 19, letra A) y que la frase "en
las condiciones que establece la ley" se refiere a cuestiones tales como "si los afectados tienen
derecho a responder en espacio igual o mayor, cuándo debe publicarse la respuesta una vez
recibida, en qué lapso puede ejercerse el derecho, qué terminología es admisible, etc." (Ibídem, p.
14, par. 27), pero que "el hecho de que los Estados partes puedan fijar las condiciones del ejercicio
del derecho de rectificación o respuesta, no impide la exigibilidad conforme al derecho
internacional de las obligaciones que aquéllos han contraído conforme al artículo 1.1... En
consecuencia, si por cualquier circunstancia, el derecho de rectificación o respuesta no pudiera ser
ejercido por "toda persona" sujeta a la jurisdicción de un Estado parte, ello constituiría una
violación de la Convención" (p. 15, par. 28).
…Omissis…

11
22) Que, el derecho de respuesta o rectificación tiene por finalidad la aclaración, gratuita e
inmediata frente a informaciones que causen daño a la dignidad, honra e intimidad de una persona
en los medios de comunicación social que los difundieron. En cuanto a su encuadre jurídico, no se
reduce a los delitos contra el honor ni requiere el ánimo de calumniar o de injuriar, ni el presupuesto
de la criminalidad delictiva. No se trata de la querella por calumnias o injurias, ni la acción por
reconocimiento de daños y perjuicios

…Omissis…

Es decir, que así como todos los habitantes tienen el derecho de expresar y difundir, sin censura
previa, su pensamiento -ideas, opiniones, críticas- por cualquier medio de comunicación; así
también todo habitante -que por causa de una información inexacta o agraviante sufra un daño en
su personalidad- tiene derecho a obtener mediante trámite sumarísimo una sentencia que le permita
defenderse del agravio moral mediante la respuesta o rectificación, sin perjuicio del ejercicio de
las restantes acciones civiles y penales que le pudieren corresponder.

…Omissis…

25) Que cualquiera sea el nombre que se le hubiese asignado a la acción intentada en estos
autos, por aplicación del principio iura curia novit, esta Corte está facultada a superar óbices
formales cuando se trata, como en el sub examine, de una persona que se ha sentido mortificada
en sus sentimientos más profundos por expresiones ínsitamente agraviantes para su sistema de
creencias, considerando la presencia de un acto ilícito o en su caso, de un abuso del derecho. En
sentido estricto, Dalmiro Sáenz con sus expresiones vertidas en la audición de Gerardo Sofovich
-quien posibilitó el uso del medio-, interfirió en el ámbito privado del señor Miguel Angel
Ekmekdjian, conmoviendo sus convicciones más profundas. Esta conducta -reconocida por el
demandado a fs. 102/105- ha interferido arbitrariamente en la vida ajena, mortificando sus
sentimientos, lo que implica un verdadero agravio a un derecho subjetivo tutelado por el legislador.

26) Que en los autos "Ekmekdjian, Miguel Angel c/ Neustadt, Bernardo y otros s/ amparo",
esta Corte por voto mayoritario reiteró el criterio expuesto en la sentencia dictada in re "Costa,
Héctor Rubén el Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires y otros", C.752 XIX y C.753 XIX,
del 12 de marzo de 1987, según el cual "el derecho a rectificación o respuesta, contenido en el art.
14.1. de la Convención Americana sobre Derechos Humanos no ha sido objeto aún de
reglamentación legal para ser tenido como derecho positivo interno" y que toda restricción a la
prensa "debía estar prevista expresamente en una norma jurídica sancionada por el órgano
legislativo" (in re "Sánchez Abelenda, Raúl el Ediciones de la Urraca S.A. y otros", Fallos:
311:2553, Considerandos 9° y 10 y sus citas). Si bien por las razones expuestas fundamentalmente
en los anteriores considerandos 15 a 20, en su actual composición este Tribunal no comparte los
precedentes citados, resulta útil señalar que aquéllos guardan sólo analogía formal con el presente.
En efecto, en el primero de ellos, el actor trataba de obtener un espacio para replicar opiniones
emitidas por el ex Presidente Dr. Arturo Frondizi. En cambio, en el sub examine, el recurrente en
su carácter de católico militante, se sintió agraviado en lo profundo de su personalidad y de sus
convicciones por las expresiones vertidas sobre Jesucristo y la Virgen María, por Dalmiro Sáenz,
en la audición del demandado y remitió la carta que obra a fs. 61/67 solicitando su lectura en
ejercicio del derecho de respuesta. No se trata pues de una cuestión vinculada con juicios públicos

12
sobre materias controvertibles propias de las opiniones, sino de la ofensa a los sentimientos
religiosos de una persona que afectan lo más profundo de su personalidad por su conexión con su
sistema de creencias.

27) Que la defensa de los sentimientos religiosos, en el caso a través del ejercicio del derecho
de respuesta, forma parte del sistema pluralista que en materia de cultos adoptó nuestra
Constitución en su art. 14. Es fácil advertir que, ante la injuria, burla o ridícula presentación -a
través de los medios de difusión- de las personas, símbolos o dogmas que nutren la fe de las
personas, éstas pueden sentirse moralmente coaccionadas en la libre y pública profesión de su
religión, por un razonable temor de sentirse también objeto de aquel ridículo, difundido en
extraordinaria multiplicación por el poder actual de los medios de comunicación masiva.

…Omissis…

28) Que resta, por fin, formular algunas precisiones sobre la forma de ejercicio del derecho
de respuesta. En tal sentido, se reitera que la importancia que los medios de comunicación social
tienen en la sociedad contemporánea, y la situación estratégica que se reconoce a la prensa escrita
dentro del sistema constitucional argentino, los obliga moral y materialmente a cumplir con
responsabilidad sus funciones, para beneficio de los mismos y de la comunidad; y evitar, corregir
y reparar los abusos y excesos que pudieren cometer. En particular, cuando la información afecta
la reputación, la honra y el honor de las personas violando el derecho que todo hombre tiene a su
intimidad, fama y estima, toda vez que no puede quedar la personalidad humana a merced del
poder de los medios.
…Omissis…

29) Que, asimismo, la respuesta o rectificación tutela bienes de naturaleza civil, no política
ni electoral. La mayoría de las noticias contestables no son ilícitas y la respuesta es sólo un modo
de ejercicio de la misma libertad de prensa, que presupone la aclaración razonablemente inmediata
y gratuita en el mismo medio que publicó la información considerada ofensiva, en trámite simple
y expeditivo, sin perjuicio del ejercicio de las acciones civiles o penales que pudieran corresponder
al afectado.

30) Que, en efecto, no cabe confundir las consecuencias de una condena criminal
sustentada en el artículo 114 del Código Penal -que presupone la tramitación de todo un proceso
judicial ordinario con amplitud de debate y prueba- con el ejercicio del derecho de rectificación o
respuesta. Aquella disposición tiende a que se repare el honor en la misma forma, modo o
semejanza que la conferida por el ofensor en los casos en que la ofensa hubiere sido propalada por
la prensa. Es así que, en tal supuesto, la reparación deberá hacerse en el mismo periódico, en el
mismo lugar y con los mismos caracteres que la noticia injuriosa. Más aún, si la sola publicación
del escrito de retractación fuera insuficiente para reparar el honor del ofendido, se ha considerado
necesario que sea precedido por el comentario injurioso y que la declaración se refiera a él.

…Omissis…

32) Que, por tal razón, y por su propia naturaleza, el espacio que ocupará la respuesta no
debe exceder del adecuado a su finalidad, y en modo alguno debe ser necesariamente de igual
extensión y ubicación que el que tuvo la publicación inicial; ello, desde luego, en un contexto de
razonabilidad y buena fe, pero evitando una interpretación extensiva del instituto' que lo* torne

13
jurídicamente indefendible y ponga en peligro el regular ejercicio del derecho de información,
pilar básico de las instituciones republicanas (Fallos: 31 1:2553). En el caso, resulta suficiente con
la lectura de la primera hoja de la carta del actor obrante a fs. 61.

Por ello, se hace lugar a la queja, se declara procedente el recurso extraordinario y se revoca la
sentencia apelada. Se condena al demandado, señor Gerardo Sofovich, a dar lectura únicamente a
la primera hoja de la carta del actor obrante a fs. 61, en la primera de las audiciones que con ese
nombre u otro similar actualmente conduzca el demandado (art. 16, segunda parte, de la ley 48).
Costas por su orden en razón de la complejidad de la causa. Agréguese la queja al principal y
remítase.

RICARDO LEVENE (H) (en disidencia) - MARIANO AUGUSTO CAVAGNA MARTÍNEZ -


RODOLFO C. BARRA - CARLOS S. FAYT - AUGUSTO CÉSAR BELLUSCIO (en disidencia)
- ENRIQUE SANTIAGO PETRACCHI (en disidencia) - JULIO S. NAZARENO -EDUARDO
MOLINÉ O'CONNOR (en disidencia) - ANTONIO BOGGIANO.

IV. PREGUNTAS Y COMENTARIOS

Comentario:

Miguel Ángel Ekmekdjian fue profesor titular de Derecho Constitucional de la Facultad de


Derecho de la Universidad de Buenos Aires hasta su fallecimiento en junio de 2000. Su prematura
partida privó al país de su lúcido análisis y de un luchador comprometido con la vigencia irrestricta
del sistema democrático. Muchos de sus discípulos continúan hoy con la enseñanza del Derecho
conforme la impronta que él le diera.

Con anterioridad al fallo que estamos analizando, Miguel Ángel Ekmekdjian había intentado,
sin éxito, que la Corte Suprema de Justicia de la Nación declarase la operatividad del derecho de
réplica consagrado en el Pacto de San José de Costa Rica. El 1° de diciembre de 1988, el Alto
Tribunal había rechazado la pretensión de Ekmekdjian de que Bernardo Neustadt permitiera
responderle al ex presidente Arturo Frondizi ciertos conceptos que había vertido en su programa
televisivo “Tiempo Nuevo” que Neustadt conducía junto con Mariano Grondona y que era el
programa de televisión de contenido político de mayor repercusión en los primeros años de la
recuperación democrática (ver considerando 26° del voto de la mayoría).

Preguntas:

1. ¿Cuál es el argumento central defendido por la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil


para rechazar el amparo interpuesto por Ekmekdjian?

2. ¿Se discute en el caso la libertad de prensa? Justifique.

3. ¿Qué se propone decidir concretamente la Corte Suprema?

4. ¿Qué es el derecho a réplica?

14
5. Identifique las normas de carácter internacional que son traídas a cuenta para decidir la
cuestión.

6. ¿Cuál es la conclusión del fallo respecto de la supremacía constitucional? ¿Cuál es la


interpretación que se efectúa del art. 31 de la Constitución Nacional?

7. ¿La sentencia podría inscribirse dentro de la corriente dualista o monista? ¿En caso de que lo
considere monista, sería absoluta o moderada?

V. LA REFORMA CONSTITUCIONAL DE 1994

Dos años después de que la Corte Suprema se apartara de sus precedentes y estableciera
pretorianamente en el caso Ekmekdjian que los tratados internacionales tienen jerarquía superior a
las leyes, los constituyentes de 1994 plasmaron en la reforma constitucional una nueva relación
entre Constitución Nacional, tratados internacionales y leyes, que pivotea entre los artículos 27 y
31 (que mantuvieron su redacción original), por un lado; y el artículo 75 (que corresponde al
artículo 67 de la Constitución histórica y que sí fuera reformado), por el otro.

Las reglas que surgen del juego de los tres artículos pueden sintetizarse así:

1) El artículo 27 obliga al Gobierno Federal a afianzar sus relaciones de paz y comercio con las
potencias extranjeras por medio de tratados que estén en conformidad con los principios de
derecho público establecidos en la Constitución Nacional.

2) El artículo 31 establece que la Constitución Nacional, las leyes dictadas por el Congreso y los
tratados con las potencias extranjeras son la ley suprema de la Nación.

3) Hay ciertos tratados internacionales de derechos humanos que tienen igual jerarquía que la
Constitución Nacional. Estos tratados internacionales sobre derechos humanos son los
enumerados en el artículo 75 inc. 22 de la Constitución Nacional10. También tienen jerarquía
constitucional aquellos tratados sobre derechos humanos que el Congreso Nacional incorpora
por una mayoría especial de dos tercios de la totalidad de los miembros de la Cámara de
Diputados y del Senado de la Nación11.

10
Ellos son la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre; la Declaración Universal de Derechos
Humanos; la Convención Americana sobre Derechos Humanos; el Pacto Internacional de Derechos Económicos,
Sociales y Culturales; el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y su Protocolo Facultativo; la Convención
sobre la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio; la Convención Internacional sobre la Eliminación de todas
las Formas de Discriminación Racial; la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación
contra la Mujer; la Convención contra la Tortura y otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes; y la
Convención sobre los Derechos del Niño.
11
El Congreso de la Nación aprobó por las mayorías especiales otros tres tratados internacionales que gozan de
jerarquía constitucional, son la Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada de Personas (ley 24556), la
Convención sobre imprescriptibilidad de los crímenes de guerra y de los crímenes de lesa humanidad (ley 24584) y la
Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad (ley 26378).

15
Según establece el artículo 75 inc. 22, esos tratados, en las condiciones de su vigencia, tienen
jerarquía constitucional, no derogan artículo alguno de la primera parte de la Constitución y
deben entenderse complementarios de los derechos y garantías por ella reconocidos.

Los tratados sobre derechos humanos enumerados en el artículo 75 inc. 22 o los que se
aprueben con las mayorías especiales fijadas en esa norma integran lo que se denomina el
“bloque de constitucionalidad” argentino. Enseña Bidart Campos, que el bloque de
constitucionalidad es un conjunto normativo que parte de la Constitución y que añade y
contiene disposiciones, principios y valores que son materialmente constitucionales fuera del
texto de la constitución escrita y sirven para acoplar elementos útiles en la interpretación de la
constitución y en la integración de sus vacíos normativos.

4) Los restantes tratados internacionales aprobados por el Congreso con otras naciones y
organizaciones internacionales y los concordatos con la Santa Sede tienen jerarquía superior a
las leyes (art. 75 inc. 24), pero no tienen jerarquía constitucional.

5) Dentro de los tratados internacionales, el artículo 75 inc. 24 distingue a los tratados de


integración que delegan competencias y jurisdicción a organizaciones supraestatales en
condiciones de reciprocidad e igualdad, y que respeten el orden democrático y los derechos
humanos. No solo esos tratados tienen jerarquía superior a las leyes, sino también las normas
dictadas por los órganos supranacionales a quienes se facultó a emitir normas vinculantes y de
alcance general.

Un ejemplo de organización supraestatal de integración es el MERCOSUR12. Las normas


emitidas por los órganos del MERCOSUR con facultades decisorias son obligatorias para la
Argentina y los restantes miembros y, en nuestro caso, tienen jerarquía superior a las leyes.

En los fallos que siguen analizaremos la evolución de la jurisprudencia de la Corte Suprema


respecto a la jerarquía de los tratados internacionales con posterioridad a la reforma constitucional.

VI. NOTA INTRODUCTORIA AL CASO CAFÉS LA VIRGINIA

La Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI) fue constituida por el Tratado de


Montevideo de 1980 y nuclea actualmente a trece países latinoamericanos (Argentina, Bolivia,
Brasil, Chile, Colombia, Cuba, Ecuador, México, Panamá, Paraguay, Perú, Uruguay y Venezuela).
Su objetivo es crear un área de preferencias económicas tendiente a la constitución de un mercado
común latinoamericano.

A tales efectos, ALADI dispone de tres herramientas principales: a) una preferencia arancelaria
regional que se aplica a productos originarios de los países miembros frente a los aranceles
vigentes para terceros países; b) acuerdos de alcance regional que comprende a todos los
miembros; y c) acuerdos de alcance parcial que alcanza a dos o más miembros (artículos 6 y 9 del

12
El MERCOSUR fue creado por el Tratado de Asunción el 26 de marzo de 1991 y su estructura institucional
establecida por el Protocolo de Ouro Preto del 17 de diciembre de 1994.

16
Tratado de Montevideo de 1980). La estructura jurídica de ALADI es la que sirve de sustento al
Mercosur y otros acuerdos regionales de integración.

El conflicto suscitado en el caso Cafés La Virginia se vincula a la aplicación del acuerdo parcial
N° 1 entre Brasil y Argentina que establecía el compromiso de no gravar con impuestos la
importación de café, junto con la de otros productos. La conocida empresa Cafés La Virginia había
importado café crudo en grano que provenía de Brasil, al cual la Aduana le había aplicado un
impuesto conocido como derecho de importación conforme la resolución Nº 174/86 del Ministerio
de Economía. Cafés La Virginia cuestionó la validez de la resolución N° 174/86 y demandó a la
Aduana para que le devolviera las sumas que había pagado por tal concepto, lo que conoce
técnicamente como acción de repetición.

Cafés La Virginia S. A. s/ apelación


Corte Suprema de Justicia de la Nación
Fallos: 317:1282
13 de octubre de 1994

Vistos los autos: "Cafés La Virginia S.A. s/ apelación (por denegación de repetición)".

Considerando:

1º) Que la sentencia de la Sala II de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Contencioso


Administrativo Federal, al revocar parcialmente lo resuelto por el Tribunal Fiscal de la Nación (fs.
117/119), hizo lugar al reclamo de la actora en cuanto a su derecho a repetir de la Administración
Nacional de Aduanas la suma abonada en concepto de "derecho de importación adicional"
(resolución M.E. N° 174/86, artículo 2°) por la introducción al país de café crudo (verde) en grano
originario de Brasil, al amparo del despacho N° 92.251/86. En cuanto al reclamo de devolución de
los importes abonados en concepto de gravamen con destinación al Fondo Nacional de Promoción
de Exportaciones (arts. 22 y 23 de la ley 23.101), la cámara confirmó la decisión del Tribunal
Fiscal que tuvo por bien cobrado el tributo. Contra esa sentencia del 14 de agosto de 1990 (fs.
159/160 vta.), las partes agraviadas interpusieron sendos recursos extraordinarios, el Fisco
Nacional a fs. 171/177 vta. y la actora a fs. 207/221 vta. Ambos fueron concedidos por el a quo
mediante el auto de fs. 260.

…Omissis…

5°) Que la primera cuestión consiste en dilucidar si se ha producido una auténtica colisión entre
las disposiciones de un Tratado internacional y la norma que emana de una resolución ministerial.

Corresponde señalar que no se halla controvertido que la mercadería correspondiente al


despacho N° 92.251 -una partida importada para consumo de café crudo verde en grano, originario
de Brasil- se encuentra comprendida en los productos cuyo tratamiento arancelario fue negociado
en el acuerdo de renegociación de las concesiones otorgadas en el período 1962/1980 (acuerdo de
alcance parcial Nº 1) suscripto entre la Argentina y el Brasil el 30 de abril de 1983 (en vigencia al
tiempo de producirse el despacho a plaza que interesa en este litigio), dentro del marco de acuerdos
internacionales contemplados en la Sección III del Tratado de Montevideo de 1980 (artículos 7° y

17
siguientes). Para tal producto el acuerdo N° 1 prevé un "gravamen residual" del 0%, que significa
el compromiso de no establecer impuestos -cualquiera que fuese su denominación- por encima del
nivel previsto (en el caso, del 0%). Por su parte, la resolución N° 174 dictada por el ministro de
Economía el 26 de febrero de 1986 aclara en su inciso 1° el incremento de preferencias
porcentuales dispuesto por la anterior resolución N° 476/85 y en su inciso 2° -que es el que interesa
en esta causa— establece que "las importaciones de mercaderías amparadas por instrumentos de
negociación...que prevean gravámenes residuales, estarán sujetas al pago de un derecho de
importación adicional del diez por ciento (10%) hasta el 31 de marzo de 1986". Posteriormente,
mediante la resolución del mismo Ministerio N° 258/86, la medida fue prorrogada hasta el 31 de
diciembre de 1986.
6°) Que la interpretación que propone el recurrente del Tratado que establece la ALADI y del
acuerdo de alcance parcial N°1 -y que coincide con la argumentación que sustenta la decisión del
Tribunal Fiscal de la Nación de fs. 117/119 (remisión a la causa 6028-A)- no surge ni de la letra
del artículo 47 del Tratado de Montevideo de 1980 ponderada en su contexto, ni de su espíritu. En
efecto, los tratados deben ser interpretados de buena fe -art. 31, inciso 1°, de la Convención de
Viena sobre Derecho de los Tratados, aprobada por ley 19.865, ratificada el 5 de diciembre de
1972 y en vigor desde el 27 de enero de 1980- y desde esta pauta hermenéutica esencial no es
coherente sostener que el Tratado sólo consagra un compromiso ético pero no jurídico, una
expresión de buena voluntad de los países signatarios para "tratar de aplicar" ventajas, favores,
franquicias, etc. Por el contrario, el Tratado habla de los "derechos y obligaciones" que se
establecen en los acuerdos de alcance parcial, de procedimientos de negociación y de revisión
periódica -que no tendrían sentido si los compromisos asumidos fuesen sólo éticos- y de cláusulas
de salvaguarda y de denuncia, lo cual desvirtúa la tesis de la compatibilidad entre el marco
vinculante del Tratado y la modificación unilateral de los beneficios negociados (arts. 7 y 9 de la
Sección III del Capítulo II). El artículo 63 (disposiciones finales) del Tratado de Montevideo de
1980 permite descartar sin mayores argumentos la inteligencia que el recurrente otorga a la "fle-
xibilidad" como principio rector del sistema. En efecto, la citada norma regula el mecanismo para
"desligarse" del Tratado, para formalizar la denuncia y para suprimir la vigencia de los derechos
y obligaciones emergentes de un acuerdo de alcance parcial respecto de un país miembro
denunciante.
8°) Que en atención a la imperatividad de los compromisos asumidos por nuestro país en el
marco del acuerdo de alcance parcial N° 1, la norma material contenida en el artículo 2° de la
resolución ministerial 174/86 entra en abierta colisión con la norma material que surge del Tratado
binacional. La aplicación por los órganos del Estado argentino de una norma interna que transgrede
un tratado -además de constituir el incumplimiento de una obligación internacional- vulnera el
principio de la supremacía de los tratados internacionales sobre las leyes internas (causa
F.433.XXIII "Fibraca Constructora S.C.A. c/Comisión Técnica Mixta de Salto Grande", del 7 de
julio de 1993; arts. 31 y 75, inc. 22, de la Constitución Nacional).
9°) Que lo afirmado por esta Corte en la causa citada en el considerando precedente -y que
modifica la doctrina de Fallos: 257:99 y 271:7-en el sentido de que el art. 27 de la Convención de
Viena sobre Derecho de los Tratados impone a los órganos del Estado argentino -una vez
resguardados los principios de derecho público constitucionales-asegurar primacía a los tratados
ante un conflicto con una norma interna contraria pues esa prioridad de rango integra el orden
jurídico argentino y es invocable con sustento en el art. 31 de la Carta Magna, bastaría para
rechazar el agravio del Fisco Nacional.

18
Pero es pertinente precisar las consecuencias que tal posición comporta desde el punto de vista
de la validez constitucional de la delegación de funciones que consagran los artículos 664 y 665
del Código Aduanero, cuya interpretación también se ha controvertido en autos.
10) Que es indudable que la facultad de imponer gravámenes y contribuciones corresponde al
Congreso de la Nación (artículos 17 y 52 de la Constitución Nacional) y que este principio de
legalidad fiscal determina que el poder administrador no pueda recaudar ninguna contribución que
no haya sido creada por acto legislativo formal. Sin embargo, se acepta que el legislador confiera
cierta autoridad al Poder Ejecutivo o a un cuerpo administrativo a fin de reglar pormenores de la
obligación tributaria, siempre que la política legislativa haya sido claramente establecida (doctrina
de Fallos: 270:42; 304:1898; 306:788 entre otros). Esta delegación impropia se concreta en el art.
664 de la ley 22.415 que autoriza al Poder Ejecutivo al ejercicio de facultades delegadas dentro de
la orientación prefijada por la ley.

Ahora bien, según lo expresado, el legislador no tiene atribución para modificar un tratado por
una ley y si bien podría dictar una ley que prescribiese disposiciones contrarias a un tratado o que
hiciese imposible su cumplimiento, ese acto del órgano legislativo comportaría una transgresión
al principio de la jerarquía de las normas (art. 31 de la Constitución Nacional) y sería un acto
constitucionalmente inválido.

Habida cuenta de que el legislador no puede delegar una facultad que no tiene, desde el punto
de vista de la legitimidad de una delegación siempre está presente -lo diga la norma delegante en
forma expresa o no- esa directiva de que ni una ley ni otra norma de rango inferior pueden violar
un tratado internacional.
…Omissis…

En conclusión, la resolución ministerial N° 174/86 constituye en este orden de ideas un acto


ilegítimo de ejercicio de atribuciones fuera del marco jurídico de la delegación y ello es definitivo
para fundar el rechazo del recurso del Fisco Nacional.
…Omissis…
17) Que cabe concluir que ni la ley 23.101 ni el decreto 179/85 abarcan en su ámbito de
aplicación material al producto negociado en el acuerdo de alcance parcial N ° 1 y que, en
consecuencia, no justifican el cobro de derechos pretendido por ese concepto por el Fisco Nacional,
que debe ser condenado a restituir los importes percibidos.
Ninguna relevancia tiene el argumento dado por el a quo relativo a que el artículo 665 del
Código Aduanero no alcanza a los tributos de afectación especial (fs. 157 vta.) pues, tal como se
ha afirmado en el considerando 11, la "obligación de respetar los convenios internacionales
vigentes" es una directiva implícitamente contenida en toda delegación legal en atención a la
obligación que pesa sobre el órgano legislativo -y sobre todo órgano del Estado argentino- de evitar
la transgresión de un tratado internacional.

Por ello, se confirma el fallo apelado en lo atinente al agravio del Fisco Nacional y se lo revoca
respecto del agravio de Cafés La Virginia S.A. En consecuencia, se ordena la devolución a la
actora de la suma pagada en concepto de gravamen Fondo ley 23.101 (art. 16, segunda parte, ley
48). Con costas. Notifíquese y remítase.

19
RICARDO LEVENE (H) — AUGUSTO CÉSAR BELLUSCIO — JULIO S. NAZARENO —
EDUARDO MOLINÉ O'CONNOR (en disidencia) — ANTONIO BOGGIANO (según su voto)
— GUILLERMO A. F. LÓPEZ — GUSTAVO A. BOSSERT.

VII. PREGUNTAS Y COMENTARIOS

Al igual que en el caso Martin & Cía., el conflicto suscitado en el caso Cafés La Virginia es
respecto a la aplicación de un tratado con Brasil que exime de pagar impuestos o sobretasas a
determinadas importaciones desde ese país y también en el contexto de una acción de repetición.
En Martin fue la yerba mate, mientras que una importación de café en el caso en estudio.

1. El primer asunto que resuelve la Corte Suprema consiste en dilucidar si se ha producido


una auténtica colisión entre las disposiciones de un tratado internacional y la norma que
emana de una resolución ministerial (Considerando 5) ¿Por qué?

2. Con relación al principio de la supremacía constitucional ¿Cuál es la conclusión a la que


arriba la Corte Suprema, a meses de la reforma constitucional de 1994?

3. ¿En base a qué artículo de la Constitución Nacional reformada se cambia el esquema de


jerarquía constitucional hasta entonces vigente?

VIII. NOTA INTRODUCTORIA AL CASO MINISTERIO DE RELACIONES


EXTERIORES

En los fallos precedentes, hemos visto como fue evolucionando la jurisprudencia de la Corte
Suprema de la Nación hasta establecer en Ekmekdjian la jerarquía superior de los tratados
internacionales sobre las leyes. También cómo este cambio pretoriano, se materializó poco después
en la reforma constitucional.

Años después, la Corte Suprema de Justicia de la Nación acuñó el concepto de control de


convencionalidad a partir de la jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos,
concepto que ya estaba implícito en Ekmekdjian y los fallos que le siguieron. En efecto, en el
precedente Mazzeo13, el Alto Tribunal luego de ratificar que los jueces, como parte del aparato del
Estado, están obligados a velar para que los efectos de las disposiciones de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos no se vean mermados por la aplicación de leyes contrarias a
su objeto y fin, estableció que “el Poder Judicial debe ejercer una especie de "control de
convencionalidad" entre las normas jurídicas internas que aplican en los casos concretos y la
Convención Americana sobre Derechos Humanos”14, para lo cual debe tener en cuenta no sólo el
tratado, “sino también la interpretación que del mismo ha hecho la Corte Interamericana, intérprete
última de la Convención Americana”15.

13
Corte Suprema de Justicia de la Nación, “Mazzeo, Julio Lilo y otros s/ recurso de casación e inconstitucionalidad”,
Fallos: 330:3248, 13 de julio de 2007
14
Ibíd., considerando 21)
15
Ídem.

20
Más tarde, en el precedente “García Méndez”, la Corte Suprema ratificó el deber del Poder
Judicial de realizar el control de convencionalidad señalando que “´garantizar´ los derechos
humanos implica para el Estado el deber de tomar todas las medidas necesarias para remover los
obstáculos que puedan existir para que los individuos puedan disfrutar” de aquéllos. Entre esas
medidas, incluye el ejercicio del "control de convencionalidad" entre las normas jurídicas internas
aplicables inconcreto y los tratados internacionales enunciados en el art. 75, inciso 22, de la
Constitución Nacional16.

Establecida entonces la jerarquía superior de los tratados internacionales sobre las leyes, queda
en pie el interrogante respecto a qué ocurre en caso de un conflicto entre la Constitución Nacional
y un tratado internacional; o, más aún, cuando ese hipotético conflicto es con un tratado
internacional sobre derechos humanos que forma parte del bloque de constitucionalidad y que tiene
jerarquía constitucional.

Este tema es, precisamente, la cuestión central que tuvo que dilucidar la Corte Suprema en el
caso “Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto s/ informe sentencia dictada en el caso
‘Fontevecchia y D’Amico vs. Argentina’ por la Corte Interamericana de Derechos Humanos”.

El caso tiene sus orígenes cuando la revista “Noticias” de Editorial Perfil publica en los
números del 5 y del 12 de noviembre de 1995 una tapa con el título “¿El hijo de Menem?” y en la
otra “La otra familia de Menem”. Los números incluían fotos y notas respecto a la presunta
existencia de un hijo no reconocido del entonces Presidente de la Nación, Carlos Menem.

Menem demandó civilmente a los periodistas Jorge Fontevecchia y Hector D’Amico que se
desempeñaban como editores de “Noticias”, reclamando una indemnización por el daño moral
causado por la supuesta violación del derecho a la intimidad.

Luego de un largo proceso judicial, la Corte Suprema confirmó la sentencia de la Cámara de


Apelaciones que había condenado a los periodistas, pero redujo la indemnización por daño moral
de $ 150.000 a $60.000, suma equivalente en esa fecha a sesenta mil dólares. El Alto Tribunal
consideró que los demandados habían lesionado en forma ilegítima el derecho a la intimidad,
tutelado por el art. 19 de la Constitución Nacional y por los arts. 17, párrafos 1° y 2° del Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos, y 11, párrafos 2° y 3°, de la Convención Americana
sobre Derechos Humanos.

16
Corte Suprema de Justicia de la Nación, “García Méndez, Emilio y Musa, Laura Cristina s/ causa N° 7537”, Fallos
331:2691, considerando 7°).

21
No obstante, en noviembre de 2001, Jorge Fontevecchia, Héctor D’Amico y Horacio Verbitsky
-en representación de la Asociación Periodistas— iniciaron un proceso en la Corte Interamericana
de Derechos Humanos alegando que la sentencia de la Corte Suprema había violado el derecho a
la libertad de pensamiento y de expresión (art. 13 de la Convención Americana sobre Derechos
Humanos), por lo que solicitaron se declarara su responsabilidad internacional.

Diez años después, en noviembre de 2011, la Corte Interamericana declaró que el Estado
argentino había violado el derecho a la libertad de expresión reconocido en el citado art. 13 en
perjuicio de los periodistas y que el Estado argentino debía dejar sin efecto la sentencia que
condenó a pagar la indemnización, publicar el fallo completo de la Corte Interamericana y
reintegrar a los señores Fontevecchia y D’Amico las sumas pagadas en concepto de indemnización
y las costas de los procesos internos e internacional.

En el año 2012, el Ministerio de Relaciones Exteriores envío un oficio a la Corte Suprema


solicitando que se dé cumplimiento, en lo que corresponda y de conformidad con la competencia
asignada, con lo resuelto por la Corte Interamericana de Derechos Humanos.

Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto s/ informe sentencia dictada en el caso


‘Fontevecchia y D’Amico vs. Argentina’ por la Corte Interamericana de Derechos
Humanos
Corte Suprema de Justicia de la Nación
Fallos: 340:47
14 de febrero de 2017

Vistos los autos: “Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto s/ informe sentencia dictada
en el caso ‘Fontevecchia y D’Amico vs. Argentina’ por la Corte Interamericana de Derechos
Humanos”.

Considerando:

3°) El 29 de noviembre de 2011 la Corte Interamericana, después de seguir el trámite propio


del procedimiento en sede internacional -en el que solo intervinieron las presuntas víctimas y los
representantes de nuestro país y se ponderaron las pruebas allí ofrecidas-, declaró que el Estado
argentino había violado el derecho a la libertad de expresión de los peticionantes (art. 13, CADH).
Afirmó allí que la sentencia constituía per se una forma de reparación (parte resolutiva, pto. 1 de
la sentencia "Fontevecchia y otros v. Argentina", p. 40) y, adicionalmente, dispuso que el Estado
argentino debía:
a. dejar sin efecto la condena civil impuesta a Jorge Fontevecchia y Héctor D’Amico, así
como todas sus consecuencias;
b. publicar un resumen oficial de su sentencia elaborado por la Corte Suprema, por una sola
vez, en el Diario Oficial y en un diario de amplia circulación nacional, así como publicar la
sentencia completa de la Corte Interamericana en la página del Centro de Información Judicial de
la Corte Suprema; y
c. entregar las sumas reconocidas en dicho fallo, comprensivas del reintegro de los montos
de condena oportunamente fijados en la sentencia de la Corte Suprema de Justicia, como de los

22
correspondientes a las reparaciones admitidas en su decisión internacional (daño material, gastos
derivados del trámite del proceso interno como del procedimiento internacional).

4°) En cuanto al punto “b” la medida ha sido cumplimentada -en lo que a este Tribunal
compete- mediante la publicación instrumentada a través de dos portales: el Centro de Información
Judicial y la página de jurisprudencia del Tribunal, ámbito donde figura también la publicación de
la sentencia dictada por esta Corte en la causa “Menem”.

En relación al punto “c”, vale destacar que las obligaciones allí impuestas se encuentran
fuera del alcance de las presentes actuaciones, toda vez que –en esta instancia- no resulta necesaria
la intervención judicial para que el Estado argentino proceda voluntariamente a su cumplimiento,
de acuerdo con la distribución constitucional de competencias entre los distintos poderes del
Estado.

Finalmente, respecto del punto “a”, la Dirección General de Derechos Humanos del
Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto de la Nación remitió a esta Corte Suprema un oficio
en el que se hace saber el pedido formulado por la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación
a este Tribunal para que cumpla, en lo que corresponda y de conformidad con su competencia, la
sentencia dictada por la Corte Interamericana de Derechos Humanos en el caso “Fontevecchia y
D’Amico vs. Argentina”, en fecha 29 de noviembre de 2011 (fs. 37 del expte. 6439/2012).

…Omissis…

6°) Se encuentra fuera de discusión que las sentencias de la Corte Interamericana, dictadas
en procesos contenciosos contra el Estado argentino son, en principio, de cumplimiento obligatorio
para este (art. 68.1, CADH) (conf. doctrina de Fallos: 327:5668, voto de la jueza Highton de
Nolasco, considerando 6°). Dicha obligatoriedad, sin embargo, alcanza únicamente a las
sentencias dictadas por el tribunal internacional dentro del marco de sus potestades remediales. En
efecto, es con ese alcance que el Estado argentino se ha obligado internacionalmente a acatar las
decisiones de la Corte Interamericana.

7°) Corresponde analizar en esta instancia, entonces, si la orden contenida en la parte


resolutiva de la sentencia en cuestión (punto 2), en tanto dispone “dejar sin efecto la condena civil
impuesta a los señores Jorge Fontevecchia y Héctor D’Amico” en la causa “Menem” ha sido
dictada dentro del marco de atribuciones previsto por la CADH y puede ser cumplida por esta
Corte a la luz del ordenamiento constitucional nacional. La respuesta negativa se impone por las
razones que se expondrán a continuación.

8°) Desde la perspectiva de las obligaciones internacionales asumidas por nuestro país,
deben tenerse en consideración los principios estructurales del sistema interamericano de
protección de derechos humanos, el que se autodefine como subsidiario. Así, se afirma que la
CADH crea “una protección internacional, de naturaleza convencional coadyuvante o
complementaria de la que ofrece el derecho interno de los Estados americanos” (Preámbulo
CADH). Esta subsidiariedad se manifiesta, entre otras, en la exigencia convencional de
agotamiento de los recursos internos en forma previa al acceso al sistema regional (cfr. arts. 46.1.a
y 61.2 CADH) y en el principio de que la Corte Interamericana no actúa como una instancia más

23
en los casos tratados por las Cortes nacionales. La Corte Interamericana no constituye entonces
una “cuarta instancia” que revisa o anula decisiones jurisdiccionales estatales sino que, siguiendo
los principios estructurales recordados, es subsidiaria, coadyuvante y complementaria (véase, entre
otros, Corte IDH, caso “Perozo y otros v. Venezuela”, sentencia de 28 de enero de 2009, Serie C,
núm. 195, párr. 64).

9°) El mismo Tribunal internacional ha sostenido que “la Corte Interamericana no tiene el
carácter de tribunal de apelación o de casación de los organismos jurisdiccionales de carácter
nacional; sólo puede en este caso, señalar las violaciones procesales de los derechos consagrados
en la Convención que hayan perjudicado al […] afectado en este asunto, pero carece de
competencia para subsanar dichas violaciones en el ámbito interno […]” (Corte IDH, caso “Genie
Lacayo”, sentencia del 29 de enero de 1997, Serie C, núm. 30, párr. 94). Por su parte, también la
Comisión Interamericana de Derechos Humanos ha enfatizado estos principios al manifestar que
la protección internacional que otorgan los órganos de supervisión de la Convención es de carácter
subsidiario y que no puede hacer las veces de un tribunal de alzada para examinar supuestos errores
de derecho o de hecho que puedan haber cometido los tribunales nacionales (conf. Comisión
Interamericana de Derechos Humanos, Informe 39/96. Caso 11.673. Argentina, 15 de octubre de
1996, puntos 48 y 51).
…Omissis…

11) A la luz de estos principios, dejar sin efecto la sentencia dictada por esta Corte Suprema
en la causa “Menem” en virtud de la orden de la Corte Interamericana (punto 2 de la parte
resolutiva y párr. 105) —lo cual es sinónimo de “revocar” conforme la primera acepción de esta
palabra en el Diccionario de la Real Academia Española— implicaría transformar a dicho tribunal,
efectivamente, en una “cuarta instancia” revisora de las sentencias dictadas por esta Corte, en clara
violación de los principios estructurantes del sistema interamericano y en exceso de las
obligaciones convencionalmente asumidas por el Estado argentino al ingresar a dicho sistema. En
efecto, la idea de revocación se encuentra en el centro mismo del concepto de una “cuarta
instancia”, en tanto una instancia judicial superior supone la capacidad de revisar las decisiones
del inferior y, en su caso, dejarlas sin efecto. Reconocer a la Corte Interamericana tal carácter
implicaría, por otra parte, la paradoja de que esa instancia revisora hubiera sido ejercida en un
proceso que no reconoce continuidad con el desarrollado por esta Corte, al ser diferentes sus
elementos fundamentales, tales como las partes y la prueba.

12) Por otra parte, la Corte Interamericana, al ordenar dejar sin efecto la sentencia de esta
Corte pasada en autoridad de cosa juzgada, ha recurrido a un mecanismo restitutivo que no se
encuentra previsto por el texto convencional. Este análisis textual es de fundamental importancia,
puesto que la letra de los tratados -en el contexto de sus términos y teniendo en cuenta su objeto y
fin (art. 31, Convención de Viena sobre Derecho de los Tratados)- determina los límites de la
competencia remedial de los tribunales internacionales. Por definición, los tribunales
internacionales son órganos con competencia limitada de la manera prescripta en los instrumentos
que los han constituido (Michael Reisman, “Has the International Court Exceeded its Jurisdiction”,
American Journal of International Law, vol. 80, año 1986, p. 128) y carecen de una jurisdicción
inherente e inalterable para seleccionar los remedios que quieran (Chittharanjan Felix
Amerasinghe, “Jurisdiction of International Tribunals”, Kluwer Law International, La Haya, 2003,
p. 389).

24
13) En este sentido, la CADH establece que “[c]uando decida que hubo violación de un
derecho o libertad protegidos en esta Convención, la Corte dispondrá que se garantice al lesionado
en el goce de su derecho o libertad conculcados. Dispondrá asimismo, si ello fuera procedente,
que se reparen las consecuencias de la medida o situación que ha configurado la vulneración de
esos derechos y el pago de una justa indemnización a la parte lesionada.” (art. 63.1, CADH). En
consecuencia, el tenor literal de la norma no contempla la posibilidad de que la Corte
Interamericana disponga que se deje sin efecto una sentencia dictada en sede nacional.

…Omissis…

15) A pesar de que la Corte Interamericana ha dispuesto en algunas ocasiones el uso de


este remedio calificándolo como una forma de reparación, ha reconocido explícitamente que en
muchos casos tal remedio es improcedente. Así, ha sostenido que “[p]uede haber casos en que
aquella [la in integrum restitutio] no sea posible, suficiente o adecuada (cfr. Usine de Chorzów,
fond, supra 43, p. 48). De esta manera, a juicio de la Corte, debe ser interpretado el artículo 63.1
de la Convención Americana” (Corte IDH, 10 de septiembre de 1993, “Aloeboetoe y otros v.
Surinam”, Serie C 15, párr. 49; el subrayado es agregado; en igual sentido, Corte IDH, “Blake v.
Guatemala”, 22 de enero de 1999, Serie C 48, párr. 42).

16) En este caso, dejar sin efecto la sentencia de esta Corte pasada en autoridad de cosa
juzgada es uno de los supuestos en los que la restitución resulta jurídicamente imposible a la luz
de los principios fundamentales del derecho público argentino. Desde esta perspectiva
constitucional, el art. 27 de la Carta Magna prescribe “[e]l Gobierno federal está obligado a
afianzar sus relaciones de paz y comercio con las potencias extranjeras por medio de tratados que
estén en conformidad con los principios de derecho público establecidos en esta Constitución”
(subrayado añadido). Estos principios reseñados se traducen en el modo en que deben ser
interpretadas las obligaciones asumidas por el Estado argentino. El constituyente ha consagrado
en el art. 27 una esfera de reserva soberana, delimitada por los principios de derecho público
establecidos en la Constitución Nacional, a los cuales los tratados internacionales deben ajustarse
y con los cuales deben guardar conformidad (Fallos: 316:1669; entre otros).

17) Entre dichos principios inconmovibles se encuentra, sin duda alguna, el carácter de esta
Corte como órgano supremo y cabeza del Poder Judicial, conforme surge del art. 108 de la
Constitución Nacional (Fallos: 256:114; 289:193; 318:986; 319:1973; 328:2429; 329:3235, 5913;
330:49, 251; 338:1575; entre muchos otros). Revocar la sentencia firme dictada por este Tribunal
implica privarlo de su carácter de órgano supremo del Poder Judicial argentino y sustituirlo por un
tribunal internacional, en clara transgresión a los arts. 27 y 108 de la Constitución Nacional.

18) Esta interpretación es reflejo de una fuerte tradición en la práctica constitucional


argentina expresada, por ejemplo, en la denominada “fórmula argentina” -sostenida en la
Conferencia de Paz de La Haya de 1907 por los delegados Roque Sáenz Peña, Luis María Drago
y Carlos Rodríguez Larreta- mediante la cual se excluían de los tratados de arbitraje obligatorio
las cuestiones que afectaban a la Constitución de cada país. Esta fórmula “ha nacido de los
términos y del espíritu de nuestra Constitución, los que no podían ser desvirtuados por ningún

25
tratado sin exponerse a caer en nulidad” (Carlos Saavedra Lamas, “En torno a la Constitución que
nos rige”, Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales, Buenos Aires, 1957, p. 21).

En el mismo sentido se expresó Joaquín V. González al sostener que "[u]n tratado no puede
alterar la supremacía de la Constitución Nacional, cambiar la forma de gobierno, suprimir una
provincia o incorporar otras nuevas, limitar atribuciones expresamente conferidas a los poderes de
gobierno, desintegrar social o políticamente al territorio; restringir los derechos civiles, políticos
y sociales reconocidos por la Constitución a los habitantes del país, ni las prerrogativas acordadas
a los extranjeros ni suprimir o disminuir en forma alguna las garantías constitucionales creadas
para hacerlos efectivos […] En cuanto la Constitución Nacional sea lo que es, el art. 27 tiene para
la Nación significado singular en el derecho internacional. La regla invariable de conducta, el
respeto a la integridad moral y política de las Naciones contratantes" (Joaquín V. González, Senado
de la Nación, Diario de Sesiones, sesión del 26 de agosto de 1909, volumen IX, pág. 52).

19) Esta comprensión del art. 27, lejos de haber sido alterada por la reforma de 1994, ha
sido reafirmada con ella. Así lo ha entendido el constituyente argentino cuando al otorgar jerarquía
constitucional a la CADH -entre otros tratados internacionales sobre derechos humanos- ha
establecido expresamente que sus normas “no derogan artículo alguno de la primera parte de esta
Constitución”, reafirmando la plena vigencia de los principios de derecho público establecidos en
la norma fundamental como valladar infranqueable para los tratados internacionales (doctrina de
Fallos: 317:1282).

20) En virtud de lo expuesto, no corresponde hacer lugar a lo solicitado por la Secretaría


de Derechos Humanos de la Nación. Lo dicho hasta aquí no implica negar carácter vinculante a
las decisiones de la Corte Interamericana, sino tan solo entender que la obligatoriedad que surge
del art. 68.1 debe circunscribirse a aquella materia sobre la cual tiene competencia el tribunal
internacional (art. 63, CADH; arts. 27, 75 inc. 22 y 108, Constitución Nacional).

Por ello, habiendo dictaminado la señora Procuradora General, se desestima la presentación


de fs. 1. Hágase saber y archívese.

Ricardo Luis Lorenzetti - Elena I. Highton de Nolasco - Juan Carlos Maqueda (en disidencia)-
Horacio Rosatti (según su voto)- Carlos Fernando Rosenkrantz.

Voto del Señor Ministro Doctor Don Horacio Rosatti

Considerando:
…Omissis…

Con relación al inciso a) del considerando 2°, que refiere a lo dispuesto en el punto 2 de la
parte resolutiva del pronunciamiento del tribunal internacional, en cuanto establece “dejar sin
efecto la condena civil impuesta a los señores Jorge Fontevecchia y Hector D’Amico, así como
todas sus consecuencias (…) en los términos del párrafo 105”, el que -en lo que aquí interesa-
refiere que “el Estado debe dejar sin efecto dichas sentencias en todos sus extremos, incluyendo,
en su caso, los alcances que estas tengan respecto de terceros; a saber: a) la atribución de
responsabilidad civil de los señores Jorge Fontevecchia y Héctor D’Amico (…) c) así como

26
cualquier otro efecto que tengan o hayan tenido aquellas decisiones”, la viabilidad de su
cumplimiento debe ser analizada a la luz de las posibilidades que brinda nuestro sistema jurídico.
En tal sentido, inicialmente, no puede soslayarse en esta instancia que la orden del tribunal
internacional en cuanto impone al Tribunal Supremo de la Nación dejar sin efecto una sentencia
dictada dentro del ámbito de su competencia no solo parece ir más allá de las atribuciones -propias
y específicas- de la Corte IDH (en especial respecto de lo dispuesto en el art. 63.1 de la CADH),
sino que encuentra un obstáculo insalvable en disposiciones constitucionales que esta Corte
Suprema no puede desatender y por cuya protección debe velar.

5°) Que, en efecto, esta Corte no puede desconocer que la CADH fue incorporada con
jerarquía constitucional a nuestro orden jurídico sin que tal incorporación suponga derogar artículo
alguno de la primera parte de la Constitución Nacional (art. 75, inciso 22 de la Constitución
Nacional), dentro de la cual destaca el art. 27.

El constituyente ha consagrado en el citado art. 27 una esfera de reserva soberana (margen


de apreciación nacional) delimitada por “los principios de derecho público establecidos en la
Constitución Nacional”, a los cuales los tratados internacionales -y con mayor razón aun la
interpretación que de tales tratados se realice- deben ajustarse y con los cuales deben guardar
conformidad.

A partir de esta cláusula no es posible hacer prevalecer automáticamente, sin escrutinio


alguno, el derecho internacional -sea de fuente normativa o jurisprudencial- sobre el ordenamiento
constitucional. Esta interpretación es reflejo de una fuerte tradición en la práctica constitucional
argentina, tal como supo exponerlo Joaquín V. González: “un tratado no puede alterar la
supremacía de la Constitución Nacional, cambiar la forma de gobierno, suprimir una provincia o
incorporar otras nuevas, limitar atribuciones expresamente conferidas a los poderes de gobierno,
desintegrar social o políticamente al territorio; restringir los derechos civiles, políticos y sociales
reconocidos por la Constitución a los habitantes del país, ni las prerrogativas acordadas a los
extranjeros ni suprimir o disminuir en forma alguna las garantías constitucionales creadas para
hacerlos efectivos… En cuanto la Constitución Nacional sea lo que es, el art. 27 tiene para la
Nación significado singular en el derecho internacional" (Joaquín V. González, Senado de la
Nación, Diario de Sesiones, sesión del 26 de agosto de 1909, volumen IX, pág. 52).

6°) Que el carácter supremo de las decisiones de esta Corte de Justicia, cabeza del Poder
Judicial de la Nación según lo dispuesto por el art. 108 de la Constitución (Fallos: 256:114;
289:193; 319:1973; 328:2429; 329:3235 y 5913; 330:49 y 251; 338:1575, entre muchos otros),
configura un elemento constitutivo de tales principios de derecho público a los que refiere el art.
27 examinado precedentemente.

Esta potestad jurisdiccional, calificada como la más alta y eminente del ordenamiento
jurídico argentino, connatural con la responsabilidad institucional que le corresponde a esta Corte
como titular del Departamento Judicial del Gobierno Federal (conf. Fallos: 330:3109; 338:1216,
y causa FLP 8399/2016/CS1 “Centro de Estudios para la Promoción de la Igualdad y la Solidaridad
y otros c/ Ministerio de Energía y Minería s/ amparo colectivo”, sentencia del 18 de agosto de
2016), se sustenta con el carácter inalterable de sus pronunciamientos regulares, firmes y pasados
en autoridad de cosa juzgada, no siendo posible “dejarlos sin efecto” –lo cual supone “revocarlos”

27
conforme con la primera acepción de la expresión “revocar” del Diccionario de la Lengua Española
de la Real Academia- si es ello lo que se pretende en el presente caso.

7°) Que en tales condiciones, el punto 2 de la parte dispositiva del pronunciamiento del
Tribunal internacional (identificado como ítem a) del considerando 2°) de este fallo) debe ser
interpretado de manera armónica con el ejercicio de la máxima potestad jurisdiccional estatuida
en el sistema republicano sostenido por el ordenamiento constitucional argentino (arts. 1°, 108 y
116 de la Constitución Nacional). De lo contrario, se erigiría a la Corte IDH como una instancia
“revisora” o “casatoria” de decisiones jurisdiccionales estatales, categoría que excede el carácter
coadyuvante y complementario de la jurisdicción internacional, atributos que se desprenden del
Preámbulo de la CADH (conf. arg. Corte IDH, caso “Perozo y otros v. Venezuela”, sentencia de
28 de enero de 2009, párrafo. 64; Corte IDH, caso “Genie Lacayo”, sentencia del 29 de enero de
1997, párrafo 94).

8°) Que en virtud de lo expuesto, en un contexto de “diálogo jurisprudencial” que procure


mantener la convergencia decisional entre los órganos con competencias para dirimir conflictos
en los ámbitos nacional e internacional, reconociendo a la Corte IDH como último intérprete de la
CADH (art. 62, puntos 1 y 3 CADH) y a la Corte Suprema de Justicia de la Nación como último
intérprete de la Constitución Nacional Argentina (arts. 116 y 117 de la Constitución Nacional),
cabe concluir que la reparación ordenada en la sentencia de la Corte Interamericana encuentra
adecuada satisfacción mediante la concreción de las medidas mencionadas en los párrafos segundo
y tercero del precedente considerando 4°), no siendo posible concretar la revocación formal del
decisorio nacional –si es ello lo que se pretende- sin violentar lo dispuesto por los arts. 27 y 75 inc.
22) de la Constitución Nacional Argentina, cláusulas por cuya observancia esta Corte debe velar.

De acuerdo con la reseña efectuada en relación a las medidas adoptadas por distintos
órganos del Estado argentino y con el alcance señalado en los considerandos precedentes, se tendrá
por cumplimentada la sentencia de la Corte IDH de conformidad con el compromiso asumido por
el art. 68.1 de la CADH.

Por ello, habiendo dictaminado la señora Procuradora General, se desestima la presentación


de fs. 1. Hágase saber y archívese.
Horacio Rosatti.

Disidencia del Señor Ministro Doctor Don Juan Carlos Maqueda

Considerando:
…Omissis…

3°) Que a partir de la reforma constitucional de 1994, y de acuerdo con lo dispuesto en el


art. 75, inc. 22, de la norma fundamental, las sentencias de la Corte Interamericana de Derechos
Humanos pronunciadas en causas en las que el Estado argentino sea parte deben ser cumplidas por
los poderes constituidos en el ámbito de su competencia y, en consecuencia, son obligatorias para
la Corte Suprema de Justicia de la Nación.

28
Por ello, esta Corte, como uno de los poderes del Estado argentino y conforme lo previsto
en el art. 68.1 de la misma convención, debe cumplir y ejecutar el pronunciamiento del tribunal
interamericano (ley 23.054; art. 75, inciso 22, de la Constitución Nacional; doctrina de Fallos:
326:2968 “Cantos”, disidencia del juez Maqueda; 327:5668 “Espósito”, voto de los jueces
Belluscio y Maqueda; 334:1504 “Derecho”, voto del juez Maqueda; 336:1024 “Carranza
Latrubesse”, voto del juez Maqueda y resolución CSJN 477/15 del 25 de marzo de 2015 en expte.
n° 4499/13 “Mohamed vs. Argentina”).

4°) Que el deber de cumplir la decisión adoptada por la Corte Interamericana responde a
un principio básico del derecho sobre la responsabilidad internacional del Estado, según el cual
los Estados deben acatar sus obligaciones convencionales internacionales de buena fe (pacta sunt
servanda), y de conformidad con lo dispuesto en la Convención de Viena sobre el Derecho de los
Tratados de 1969, no pueden, por razones de orden interno, dejar de cumplir las obligaciones ya
asumidas, so pena de verse comprometida la referida responsabilidad (art. 27 de la citada
convención; conf. Fallos: 315:1492, considerandos 18 y 19, in fine; 318:373, considerando 4°,
párrafo segundo y 334:1504, considerando 3°, último párrafo, del voto del juez Maqueda).

5°) Que a la luz de lo expresado, haciendo mérito de los fundamentos inequívocos que
sustentaron el fallo de la Corte Interamericana en el caso “Fontevecchia y D’Amico vs. Argentina”
y dado que dicho pronunciamiento debe ser cumplido por los poderes constituidos del Estado
argentino en el ámbito de su competencia, corresponde a esta Corte Suprema, según lo establecido
en el párrafo 105 del citado fallo, dejar sin efecto la sentencia dictada por este Tribunal –con otra
composición- en los autos “Menem, Carlos Saúl c/ Editorial Perfil S.A.” (Fallos: 324:2895) y, en
consecuencia, también la de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil que es su antecedente,
así como todas sus consecuencias, inclusive los alcances que hubieran tenido respecto de terceros.

6°) Que como lo ha precisado el tribunal interamericano en su fallo y con el fin de evitar
futuros cuestionamientos, cabe aclarar que dicha solución importa dejar sin efecto la atribución de
responsabilidad civil de los señores Jorge Fontevecchia y Héctor D’Amico y la condena al pago
de una indemnización, de intereses y costas y tasa de justicia dispuesta oportunamente, así como
cualquier otro efecto que tengan o hubieran tenido las referidas decisiones.

7°) Que por resolución de fecha 22 de noviembre de 2016, la CIDH declaró que el Estado
argentino había dado cumplimiento a la medida de reparación relativa a la publicación de su
sentencia en la página web del Centro de Información Judicial (párrafo 108, punto c).

8°) Que en esa misma resolución, la CIDH también resolvió dejar abierto el procedimiento
de supervisión de cumplimiento respecto de las restantes medidas de reparación, entre ellas, la
relacionada con dejar sin efecto la condena civil.

En consecuencia, con el presente pronunciamiento este Tribunal, en lo que resulta de su


competencia, da íntegro cumplimiento con lo ordenado por la sentencia de la Corte Interamericana
de Derechos Humanos, sin que corresponda efectuar consideración alguna respecto de las
obligaciones de pago establecidas en los párrafos 105, 128 y 129 de la citada decisión, que
dependen de medidas administrativas y de otra índole que pertenecen al ámbito de competencia
de otros poderes del Estado argentino.

29
Por ello, y oída la señora Procuradora General, en cumplimiento del punto 2 de la parte
dispositiva de la sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos en el caso
“Fontevecchia y D’Amico vs. Argentina”, se dejan sin efecto los fallos dictados por este Tribunal
y por la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil en la citada causa “Menem”, en cuanto
atribuyeron responsabilidad civil e impusieron una condena a los señores Jorge Fontevecchia y
Héctor D’Amico.

En consecuencia, se rechaza la demanda deducida por Carlos Saúl Menem contra Jorge
Fontevecchia, Héctor D’Amico y Editorial Perfil Sociedad Anónima. Agréguense las actuaciones
remitidas por el Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto de la Nación al principal. Notifíquese
a Carlos Saúl Menem, a Jorge Fontevecchia, a Héctor D’Amico, a Editorial Perfil S.A., a la
Secretaría de Derechos Humanos del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos y a la Dirección
General de Derechos Humanos del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto. Fecho,
devuélvanse los autos principales al juzgado de origen.

Juan Carlos Maqueda.

IX. COMENTARIOS Y PREGUNTAS

Como hemos visto, la cuestión de la relación jerárquica entre la Constitución Nacional y los
tratados internacionales de derechos humanos ha dividido a la Corte Suprema. Es de destacar que
dos de sus integrantes, los jueces Maqueda y Rosatti, fueron miembros de la Asamblea
Constituyente de 1994 y que, en el caso, tienen posiciones encontradas.

Preguntas:

1. Según la mayoría de la Corte Suprema, en caso de colisión entre la Constitución Nacional y


un tratado internacional de derechos humanos, ¿cuál tiene primacía y en qué condiciones?

2. ¿Cuáles son los argumentos del voto en minoría del Dr. Maqueda que propone revocar la
sentencia de la Corte Suprema? ¿Hace alguna consideración respecto a la jerarquía de los
tratados sobre derechos humanos?

3. El voto concurrente del Dr. Rosatti menciona al “diálogo jurisprudencial”. Explique en que
consistiría ese diálogo.

4. ¿Si la contradicción fuera entre la Constitución Nacional y un tratado internacional que no


forma parte del bloque de constitucionalidad: ¿sería posible declarar la inconstitucionalidad
del tratado?

5. ¿La sentencia podría inscribirse dentro de la corriente dualista o monista? ¿En caso de que lo
considere monista, sería absoluta o moderada?

30

También podría gustarte