eran inagotables y que la contaminación, pérdida de la biodiversidad y de paisajes eran los costes
inevitables del progreso.
Actualmente existen dos tendencias principales: aquella que defiende un desarrollo sostenible de la economía (que consistiría en adaptar el actual modelo al nuevo problema medioambiental), y otra que defiende un decrecimiento de la economía (que apunta directamente a nuevos sistemas de organización económica).