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Si tomamos cualquier objeto común del tipo que supuestamente puede ser conocido por
nuestros sentidos, lo que éstos inmediatamente nos informan no es la verdad sobre el
objeto que está aparte de nosotros, pero solo la verdad sobre ciertas informaciones
sensoriales que, lo máximo que podemos llegar a percibir, depende de como estemos
relacionados con el objeto. Pero lo que directamente vemos y sentimos es tan solo
“apariencia”, nosotros creemos que esta apariencia es un signo de cierta “realidad” que
hay detrás. Pero si la realidad no es lo que aparenta, ¿tendremos algún recurso para
conocer esta realidad? Y si es así́, ¿tendremos algún recurso para dilucidar su
naturaleza?
La filosofía, si no puede responder a todas las preguntas que nosotros deseáramos, tiene
al menos el poder de hacer las preguntas que incrementan nuestro interés por el mundo,
y que así́ muestran lo extraño y lo maravilloso que está justo debajo de la superficie de
inclusive las cosas más comunes de nuestra vida cotidiana
La existencia de la materia
Pero dudar de la propia existencia no era posible, ya que, si él no hubiera existido, ningún
demonio podría haberlo engañado. Si él dudaba, entonces él debía existir. Así́ su propia
existencia era una absoluta certeza para él. “Pienso, luego soy”, dijo (Cogito, ergo sum);
con base en esta certeza él se puso a trabajar para construir de nuevo el mundo del
conocimiento que su duda metódica había convertido en ruinas
La naturaleza de la materia
Lo que hemos descubierto con respecto al espacio es lo mismo a lo que encontramos con
relación a la correspondencia entre las informaciones sensoriales y sus contrapartes
físicas. Si un objeto se ve azul y otro rojo, podemos razonablemente presumir que hay
cierta diferencia que corresponde a los objetos físicos; si dos objetos se ven azules,
podemos presumir que tienen correspondientemente una similitud. Pero no podemos
tener la esperanza de saber directamente sobre la cualidad en el objeto físico que lo hace
verse azul o rojo.
A pesar de que las relaciones de los objetos físicos tienen una gran cantidad de
propiedades cognoscibles, derivadas de la correspondencia de sus relaciones con las
informaciones sensoriales, los objetos físicos permanecen incognoscibles en su
naturaleza intrínseca, al menos de las que pueden ser descubiertas a través de los
sentidos. Permanece la pregunta sobre si hay algún otro método para descubrir la
naturaleza intrínseca de los objetos físicos.
Idealismo
Todo lo que puede ser conocido como existente, debe ser en cierto sentido mental. Esta
doctrina, que es sostenida ampliamente entre los filósofos, tiene diversas formas y está
sustentada sobre distintas bases. Esta doctrina es tan ampliamente sostenida, y es tan
interesante en sí misma, que inclusive el más breve estudio sobre filosofía debe darle
algún espacio.
Hemos visto que, si inclusive los objetos físicos tienen una existencia independiente, ellos
deben diferir bastante de la información sensorial, y que solo pueden tener una
correlación con la información sensorial, de la misma manera en que un catálogo tiene
una correlación con las cosas catalogadas en él.
Las bases sobre las que el idealismo se sustenta se derivan generalmente de la teoría del
conocimiento, es decir, de la discusión de las condiciones que las cosas deben satisfacer
para que nosotros podamos conocerlas.