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La impunidad para los que cometen delitos contra el ambiente y los recursos

naturales llegó a su fin con la Ley 292633 que modifica el Título XIII del Código
Penal peruano, que sanciona con penas mucho más duras los delitos ambientales.
Un ejemplo de la aplicación de la modificatoria del Código Penal han sido las
multas a Pluspetrol en torno a las declaratorias de emergencia ambiental en
cuencas de Loreto, y la pena privativa de la libertad de 4 años sentenciada a tres
pescadores que usaron dinamita para extraer 200 kilos de especies marinas en el
ámbito de la Reserva Nacional Paracas, importante reserva marino costera del
país.
Precedentes como este dan cuenta de la efectividad de esta modificatoria, un
logro del Ministerio del Ambiente, capacitado para ejercer adecuadamente las
funciones de fiscalización y control del cumplimiento de esta norma, ya que cuenta
con jueces ambientales y especialistas del Ministerio Público en todo el país. Esto
pueden imponer penas privativas de la libertad de tres años como mínimo y diez
años como máximo, dependiendo de la gravedad del delito.

Algunos de los delitos ambientales considerados en el Código Penal son: delitos


de contaminación del ambiente; el incumplimiento de las normas relacionadas al
manejo de residuos sólidos; el tráfico ilegal de residuos peligrosos; el tráfico ilegal
de especies de flora y fauna silvestre protegida, de especies acuáticas,
depredación de flora y fauna silvestre; el tráfico ilegal de recursos genéticos;
delitos contra bosques o formaciones boscosas; el uso indebido de tierras
agrícolas; la alteración del ambiente o paisaje; entre otros de vital importancia para
la defensa de un ambiente sano y seguro para los peruanos.

LOS CRÍMENES AMBIENTALES NO SE DETIENEN DURANTE LA PANDEMIA

César Ipenza, Abogado

Desde el inicio del Estado de Emergencia en Perú, el 16 de marzo, se han


realizado 2.000 intervenciones contra delitos ambientales, el 60% de ellos por
minería ilegal. En esta columna el experto en derecho ambiental pide estar alertas
a la flexibilización de los estándares ambientales y no bajar la guardia contra el
crimen en la extracción de recursos naturales.

El actual contexto es poco claro para muchos. La pandemia ha puesto en


evidencia que el crecimiento económico y los ahorros del país han servido para
atender parcialmente la urgencia, pero no para planificar y tener servicios públicos
decentes que nos permitan enfrentar ahora esta crisis de manera adecuada.
Ese es el caso, por ejemplo, de las actividades ilícitas. En plena pandemia la
ilegalidad no se ha detenido en la Amazonía; sino veamos cómo en Madre de Dios
a pesar del estado de emergencia la minería ilegal ha continuado operado. En
este tiempo el Ministerio Público ha realizado 50 operativos de persecución e
interdicción de la minería ilegal. Lo mismo ocurre con el tráfico de madera. 
En Ucayali, en las provincias de Pucallpa y Atalaya en estas semanas la madera
ilegal está siendo transportada hacia centros de procesamiento, pues en esta
temporada los stocks de madera talada son altos y necesitan sacarlos por río, de
lo contrario será imposible transportarlos. Una situación similar se observa en la
pesca ilegal, que no ha dejado de operar en nuestra costa, y Chimbote es un caso
emblemático; así también la minería ilegal en Casma. 
El recuento de los hechos de destrucción del ambiente y los crímenes en la
Amazonía y otros territorios del país desde que comenzó la emergencia es largo.
Solo desde el inicio del Estado de Emergencia (16 de marzo) se han realizado
2.000 intervenciones contra delitos ambientales en todo el Perú, el 60% de ellos
por minería ilegal. Esto se explica por la alta rentabilidad del oro en estos días. La
proyección del precio de la onza (28,3 gramos) era de US$ 1.500, pero esta ha
sido superada largamente y hoy supera los US$ 1.702. 
La situación es compleja y preocupante, pues a mayor precio del oro mayor
también será la incidencia sobre su explotación ilegal, que no solo destruye
ecosistemas y afecta a la salud de la gente, sino a la sociedad misma. El
transporte interno de productos de primera necesidad no está restringido y hay
información de la policía de que se estaría usando para movilizar el “oro” de zonas
ilegales. 

ES LA OPORTUNIDAD PARA COMENZAR A CONSTRUIR UN PAÍS MÁS


SOSTENIBLE

Lo mismo ocurre con el transporte de insumos usados en esta actividad en varias


regiones, como el caso del cianuro y explosivos. La Fiscalía Especializada en
Materia Ambiental y de la Policía Nacional han intervenido insumos que estaban
destinados al cerro El Toro en La Libertad, donde hay mucha presencia de minería
ilegal.
A inicio de la cuarentena los compradores de oro de Madre de Dios aprovecharon
el contexto y pagaban el gramo a 80 soles, cuando el precio real era de más de
198 soles. Durante estas semanas han acopiado el oro y tienen stocks
importantes, y buscan venderlo. 
Salir de esta crisis debe llevarnos a replantear hacia adelante políticas públicas
más eficaces contra el crimen, pensando en el uso sostenible de nuestros
recursos, pero en beneficio de todos, respetando en todo sentido, el ambiente.
Sin embargo, debemos estar alertas de que ciertos grupos económicos formales, y
también asesores vinculados a mineros informales e ilegales, empiecen a exigir
-poniendo de excusa la crisis social y económica- la flexibilización de normas y
estándares, bajo el argumento de que “impiden dinamizar los proyectos y la
economía”.  
La pandemia nos debe llevar a reflexionar que la opción de la flexibilización
ambiental solo afectará más nuestra vida y ambiente. Es una oportunidad, para
que cambiemos, y comencemos a construir un país más sostenible, donde se
garantice la calidad de vida en un ambiente más sano.
 

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