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Los trastornos de salud mental son más comunes entre los presos que en la

población general (Eaton, Joseph Bienvenu, Nestadt, Volk, & Anthony, 2019)
(Reingle Gonzalez & Connell, 2014). Y los presos con enfermedades mentales no
tratadas tienen más probabilidades de ser arrestados nuevamente después de ser
liberados (Feder, 1991). Esto se da por la ausencia de la atención en la salud
mental tanto en trabajadores como en reclusos debido a el aislamiento social,
movilidad restringida y al no tener contacto con el mundo exterior los vuelve
vulnerables a presentar situaciones que afecten su salud mental que pueden
encaminar síntomas como el aislamiento, ansiedad, depresión y trastorno por
estrés postraumático; este proceso conlleva un deterioro en el funcionamiento
ocupacional y social, en el caso de los funcionarios, en la situación actual están
expuestos a situaciones estresantes sin antecedentes, esto puede aumentar los
niveles de estrés, ansiedad, y depresión durante el día, se puede presentar un
trastorno depresivo en la vida laboral por trabajar en una unidad de alto riesgo, el
cuidar de varias personas y la responsabilidad que conlleva es alto riesgo para
salud mental además la preocupación de llegar a casa y estar con sus seres
queridos sin saber el alto riesgo de contagio. Según [ CITATION ALO19 \l 3082 ] La
ausencia de atención en salud mental contribuye a que los presos fracasen cuando
vuelven a entrar en sus comunidades y círculos sociales. Puede que salgan de la prisión
sin estar equipados para manejar su estado de salud mental lo que los lleva continuar a
través de la “puerta giratoria” del encarcelamiento durante gran parte de su vida. se
necesita una transformación en la forma en que vemos el papel de las prisiones.

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