Está en la página 1de 2

Centros clandestinos de detención (CCD) fueron instalaciones

clandestinas utilizadas por las fuerzas armadas y de seguridad en Argentina


para el secuestro, interrogatorio, tortura, exterminio y desaparición de
prisioneros políticos. Los mismos eran eslabones de una maquinaria mayor
que tenía una estructura vertical descentralizada y organizada por áreas.
Conformaban un circuito a lo largo y ancho del país y comprendían una
estructura represiva con jerarquías, zonas liberadas y códigos de detención.
En la jerga represiva se utilizaban dos conceptos: Lugar Transitorio de
Detención (LT) para hacer referencia a los centros que servían como primera
instancia de interrogatorio y tortura, en los cuales se decidía si el secuestrado
era liberado o trasladado a un Lugar Definitivo (LD) para su exterminio y
desaparición. También fueron denominados chupaderos, un eufemismo
usado por las fuerzas represivas para dar cuenta de los secuestros y las
desapariciones. El uso de la noción centro clandestino de detención
constituye un concepto eficaz para separar y distinguir la represión legítima
por parte del Estado, que implica potencialmente el respeto por los derechos
de los detenidos y la represión clandestina que niega todos estos derechos.
Estas instalaciones podían ser destacamentos, comisarías, cárceles, edificios
públicos, casas, o cualquier tipo de dependencia oficial o no, acondicionadas
para la detención clandestina. Podían estar en el trazado urbano de las
ciudades o en la periferia. Allí las personas eran llevadas luego de los
secuestros realizados en la vía pública o en sus casas particulares. Estos
espacios de clandestinidad fueron los lugares donde el terrorismo de Estado
ejecutó su plan sistemático de secuestro, tortura y exterminio/desaparición de
personas. En estos lugares, también, se crearon maternidades clandestinas
donde las secuestradas embarazadas eran mantenidas con vida hasta el
momento de su parto, para luego ser asesinadas y apropiados sus bebes. Si
bien su existencia masiva se da a partir del 24 de marzo de 1976 (golpe
militar), ya desde 1975, con el Operativo Independencia, funcionaron CCD
cómo la Escuelita de Famaillá (Tucumán), el Departamento de Inteligencia
de la Policía de Córdoba D2 y la prisión militar Campo de la Ribera
(Córdoba). Hacia el final de la dictadura (1982) muchos de estos edificios
fueron derrumbados o desfigurados en su arquitectura, tirando abajo paredes,
clausurando puertas, ventanas, escaleras a fin de que los testigos no logren
reconocerlos. La denominación centro clandestino de detención fue utilizada
por primera vez de manera descriptiva en el Informe de la CONADEP
(Editorial EUDEBA, 1985). Según esta Comisión hubo 340 centros clandestinos
de detención en toda la extensión del territorio nacional. Esta Comisión
realizó un trabajo de relevamiento y reconocimiento de los ex CCD para la
confección de su informe. Los testimonios de los sobrevivientes fueron
fundamentales para su reconocimiento. Fue a partir de estos testimonios que
se pudo comprobar y reconstruir la lógica del funcionamiento de estos
lugares, donde el secuestrado era despojado de todos sus derechos, tabicado e
interrogado bajo diferentes métodos de tortura.

Desde el año 2003, a partir de la ejecución de una política de Estado basada


en la constitución de espacios de memoria, se generó un proceso de
señalización de todos los ex CCD y la constitución de los más emblemáticos
en Sitios de Memoria (ESMA, La Perla, Escuelita de Famaillá, Garage
Olimpo, D2, entre otros). Estos sitios cumplen un rol central en el recuerdo
social del pasado represivo al abrir lugares para el duelo colectivo y el
recuerdo de las víctimas del terrorismo de Estado, así como propician un
espacio de diálogo pedagógico con las nuevas generaciones.

(Ludmila da Silva Catela)

También podría gustarte