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COMITÉ EDITORIAL

DEL CEIICH-UNAM

Norma Blazquez Graf


Gloria Patricia Cabrera López
Horacio Cerutti Guldberg
Gian Cario Delgado Ramos
Diana Margarita Favela Gavia
Olivia Joanna Gall Sonabend
Rogelio López Torres
Elisa Margarita Maass Moreno
Isauro Uribe Pineda
Pueblos
urbanos
identidad, ciudadanía
y territorio en la
ciudad de México

Lucía Alvarez Enríquez


Coordinadora

MEXICO 2011
Primera edición, junio del a ñ o 2011

D.R. © 2011
UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO
CENTRO DE INVESTIGACIONES INTERDISCIPLINARIAS
EN CIENCIAS Y HUMANIDADES
Torre II de H u m a n i d a d e s 4° piso
Circuito Interior, Ciudad Universitaria
México, 04510, D. F.
www.ceiich.unam.mx

©2011
Por características tipográficas y de diseño editorial
MIGUEL ÁNGEL PORRÚA, librero-editor

Derechos reservados conforme a la ley


ISBN 978-607-401-430-3

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del contenido de la presente obra, sin contar previamente con la au-
torización expresa y por escrito de los editores, en términos de lo así
previsto por la Ley Federal del Derecho de Autor y, en su caso, por los
tratados internacionales aplicables.

IMPRESO EN MÉXICO PRINTED IN MEXICO


INTRODUCCIÓN.
LOS PUEBLOS Y LA CIUDAD DE MÉXICO

IVÁN GOMEZCÉSAR HERNÁNDEZ

E n la ciudad de México del siglo XXI, existen más de cien pueblos de


origen prehispánico o colonial ubicados tanto en la zona rural y semi-
rural del sur como en las regiones plenamente urbanizadas. No hay
una sola de las 16 delegaciones que conforman el Distrito Federal que no
tenga este tipo de asentamientos (Mora, 2008). Estos pueblos han permane-
cido históricamente invisibilizados para la ciudad y su régimen político y en
una condición de subalternidad. Hasta tiempos muy recientes se han hecho
visibles para el gobierno local y para el resto de los habitantes de la ciudad;
esto se debe en buena medida a que en algunas zonas de la urbe, estos pue-
blos han generado movilizaciones y acciones de protesta en respuesta a di-
versas políticas locales que los han afectado. Su aparición en escena ha sido
tan significativa que ha dado lugar a que por primera vez en su historia éstos
sean reconocidos en la legislación capitalina. En este año que corre han sido
introducidos en la Ley de Participación Ciudadana, como entidades sociales
específicas y, en consecuencia, han sido reconocidas para ellos ciertas moda-
lidades particulares de representación (los Consejos de los Pueblos). De igual
manera, por vez primera se está debatiendo en la Asamblea Legislativa del
Distrito Federal una ley específica sobre Pueblos Originarios y Comunidades
de Origen Étnico en el Distrito Federal, lo que significa un reconocimiento
relevante, inédito en la vida política capitalina.
Estas circunstancias de los llamados pueblos originarios han motivado el
trabajo que se presenta en este volumen y ha dado lugar a una exploración
académica colectiva sobre este tema. La primera inquietud al respecto ha
sido indagar acerca de la relación que históricamente han mantenido estos
pueblos con la ciudad de México y cómo han subsistido a lo largo de casi

V
VI • IVAN GOMEZCÉSAR HERNÁNDEZ

cinco siglos ante procesos de transformación tan relevante como los que han
tenido lugar en la Cuenca de México. Para acercarnos a esta realidad se pre-
senta de inicio un recorrido por la historia de esta relación.

LOS PUEBLOS ORIGINARIOS Y LA CIUDAD DE MÉXICO

La ciudad de México, una de las más pobladas del mundo, desde lo alto semeja
una gigantesca mancha de cemento y asfalto. Aun para quienes la habitan no es
fácil distinguir que está asentada en una cuenca natural que, en otro tiempo,
albergaba una inmensa laguna. Sobre una de las islas, se levantaba la ciudad de
México-Tenochtitlan, la capital de un vasto imperio que comprendía parte im-
portante de lo que hoy es México. Pero, además de esa gran ciudad, la cuenca era
un complejo formado por varias ciudades y muchos pequeños pueblos que, al
momento de la conquista, sumaban más de 200 centros poblacionales que al-
bergaban a cerca de dos millones de personas (González Aparicio, 1988).
La nueva ciudad colonial española se levantó sobre las ruinas de la capital
de los mexicas y su herencia marcó para siempre a la nueva metrópoli. Sus
edificios fueron diseñados por arquitectos de España, pero construidos por
mano de obra indígena, muchas veces utilizando las piedras de las pirámides
destruidas y la huella de las construcciones y los caminos precedentes. En una
fecha tan temprana como 1524 comenzó a construirse la nueva traza e inme-
diatamente el centro fue habitado por los conquistadores, de tal manera que
en 1528 la isla de Tenochtitlan era una nueva realidad (Mier y Terán, 2005).
Como símbolo de este proceso, la catedral se erigió encima de los restos del
templo de Hutzilopochtli, la deidad principal de la ciudad mexica.
Se estableció así un aspecto fundamental del imperio español que, a decir
de José Luis Romero, concebía a las ciudades como "vigorosos centros de con-
centración de poder", que aseguraran la presencia de la cultura europea (Ro-
mero, 2005: 9). Esta acción, la ocupación física y simbólica de los espacios del
antiguo poder político y religioso, seguía la máxima del aniquilamiento de las
viejas culturas y del sometimiento de su población, lo que quedó plasmado en
el escudo de la ciudad refundada: en el centro, dos torreones de Castilla fran-
queados por leones montados sobre la laguna y alrededor una fila de nopales, que
representaban a los pueblos indios sometidos.
Pero el entorno de la nueva ciudad se mantuvo, incluso a pesar del severo
despoblamiento, a causa de la violencia propia del proceso de conquista, la
explotación del trabajo indígena y, sobre todo, por la propagación de enferme-
dades nuevas, para las que la población local no tenía defensas naturales.
INTRODUCCIÓN • VII

Pese a las dimensiones de la catástrofe, existen numerosas pruebas que


demuestran la capacidad de adaptación de los pueblos de la cuenca al nuevo
estado de las cosas. Por supuesto, fue importante su papel como trabajado-
res, de tal manera que la construcción de la ciudad y el desarrollo de las ac-
tividades económicas serían impensables sin su aporte. También fue muy
destacado su papel como productores agrícolas. Los españoles pronto descu-
brieron que era mucho mejor dejar en manos indígenas el abasto agrícola y
los cultivos traídos de la Península se desarrollaban bajo sus cuidados.
Los pueblos de la cuenca poseían una agricultura desarrollada que com-
binaba el uso de chinampas, la pesca y caza ribereñas con la agricultura de
montaña por medio de terrazas. En particular fue importante la producción
agrícola por medio de chinampas, que consistían en fracciones rectangulares
de tierra que se le ganaban al lago, sostenidas por hileras de un tipo de árbol,
el ahuejote, que literalmente abraza la tierra con sus raíces. Las chinampas
eran alimentadas por los nutrientes depositados en el lodo y permitían le-
vantar hasta tres cosechas anuales. Esta cultura agrícola permitió a los pue-
blos contar con una base económica propia y también con un importante
grado de autonomía a lo largo de la Colonia.
Apoyados en alianzas con las órdenes religiosas, especialmente los francis-
canos, los pueblos de la cuenca de México aprovecharon aspectos de las Leyes
de Indias y aprendieron argucias legales para defender sus territorios ante las
cortes coloniales, como lo demuestran los documentos conocidos como Títu-
los Primordiales. Varios de estos títulos siguen en manos de las comunidades
del Distrito Federal.
Los pueblos se plegaron a las reglas impuestas por el poder español, pero
mantuvieron en cierta forma la lógica de su organización precedente: cada
uno tenía un territorio, un dios o santo particular, un templo en su honor,
un tlatoani o gobernador que al principio descendía de los linajes principa-
les, y una población basada en el parentesco y los compadrazgos. Los pueblos
se subdividían en calpultin o barrios que reproducían ese esquema. Esta for-
ma modular o simétrica permitió una unidad orgánica y una gran plastici-
dad a los pueblos, que podían crecer o disminuir su tamaño (Lockhard,
1999). De esta manera, si bien durante el periodo colonial desaparecieron
las grandes unidades políticas, subsistieron los pueblos constituidos como
agrupaciones de familias, unificadas por un territorio y un santo patrono.
De esta manera, los pueblos originarios de la cuenca de México se man-
tuvieron durante el periodo colonial y parte del siglo XIX. El surgimiento de
nuevas instituciones como los ayuntamientos y los cabildos, y más adelante
municipios o municipalidades, fueron más cambios de forma que en la prác-
VIII • IVAN GOMEZCÉSAR HERNÁNDEZ

tica siguieron subordinadas a las costumbres que habían prevalecido en el


tiempo de la colonia (Guarisco, 2007).
Sin embargo, el predominio de las ideas anticomunales dentro de corrien-
tes del liberalismo triunfante fueron modificando las cosas y obligando, por
ejemplo, a que los pueblos se vieran obligados a comprar sus propias tierras,
en particular aquellas de importancia general, como las que les garantizaba
el acceso al agua, que de esta manera siguieron siendo colectivas pese a ser
legalmente propiedad privada.
A finales del siglo xx, en el largo periodo de Porfirio Díaz, la voracidad de
las haciendas llevó a una nueva ofensiva para despojar ele sus tierras a los
pueblos de todo el país, incluyendo la capital. Entre otras cosas, los hacenda-
dos aprovecharon la desecación de partes de las lagunas die Texcoco, Chalco
y Xochimilco, financiada por el gobierno, y se quedaron con las tierras resul-
tantes del proceso. Fueron comunes todo tipo de arbitrariedades lo que expli-
ca por qué, cuando estalla la Revolución mexicana en 1910 y Emiliano Zapata
levanta la bandera de restitución de tierras a los campesinos, muchos de los
pueblos de la cuenca simpatizaron con el Ejército Libertador del Sur y le
brindaron su apoyo.
El poder central y los grandes capitales asentados en la capital se preocu-
paron mucho por el aliado natural que tenía el zapatismo en los pueblos
originarios y su fuerte incidencia en la zona sur de la ciudad. Bien sabida era
la presencia del cuartel general de Zapata en Milpa Alta o el apoyo del ejér-
cito suriano a las celebraciones religiosas de Semana Sarta en el pueblo de
Iztapalapa. La participación de los revolucionarios permitió continuar una
tradición que databa de 1833 y había sido suspendida por la prefectura de
Xochimilco unos años antes. Por ello representó una muestra más de poder
popular frente a la dictadura.
La violencia que vivieron los pueblos originarios, en especial en la zona
sur limítrofe con el Estado de México y con Morelos llevó a la destrucción y
desocupación forzada de muchos de ellos. Lo anterior, aunado a la incidencia
de la llamada gripe española y otras enfermedades, cobró tal nivel de vidas
que los que regresaron a refundar sus pueblos eran menos de la mitad de
los que habían salido.
La alianza con los Zapatistas explica por qué al final de la Revolución, entre
1916 y 1917, para detener la influencia de Zapata en esa región, el nuevo ré-
gimen comenzó muy temprano a afectar una porción de las haciendas para
repartir tierras entre los campesinos. De hecho se trata de los primeros repar-
tos agrarios en todo el país, y significativamente fueron en los pueblos chi-
INTRODUCCIÓN • IX

namperos de Iztapalapa, Mixquic y Xochimilco, además del norteño pueblo de


Cuautepec y más adelante muchos otros pueblos de la cuenca.
Tales repartos tuvieron un sentido político más que una respuesta a las de-
mandas de los pueblos: la dotación por jefe de familia fue muy pequeña y de
baja calidad, mientras que muchos de los grandes propietarios conservaron las
mejores tierras, además de que en los repartos agrarios de varios pueblos nunca
pasaron del papel, dada la influencia y habilidad políticas de los hacendados.
Sin embargo, pese a sus limitaciones, el reparto agrario contribuyó a que
los pueblos se fortalecieran, además de que varios de ellos nunca habían deja-
do de tener en sus manos las tierras de chinampas, así como sus bosques.
Pero, a partir de 1940 el crecimiento exponencial de la urbe trastocó la situa-
ción. A fines de esa década el gobierno federal inició el proceso de expropiación
de las tierras de labor de muchos pueblos para convertirlas en reserva territo-
rial para el establecimiento de unidades habitacionales y de industrias. La
enorme migración campo-ciudad fue canalizada hacia terrenos de los pueblos,
como los casos de Iztapalapa, el Ajusco Medio y el Pedregal de Santo Domin-
go, por mencionar algunos casos relevantes. Entre 1950 y 1980, más de medio
centenar de pueblos vieron severamente trastocadas sus condiciones de vida,
de tal forma que muchos desaparecieron en apariencia.
En la mayor parte de los casos, la pérdida de la tierra fue un proceso en el
que menudeó la injusticia y el uso desmedido del poder central. Tal es el caso de
los 16 pueblos de Iztapalapa, donde expropiaron sus chinampas por medio
de un decreto presidencial. Además, los montos de la indemnización no corres-
pondieron al valor de los terrenos, y todavía hoy, 30 o 40 años después, existen
organizaciones que exigen el pago para muchos de los afectados. Al destruir esta
porción de las chinampas desapareció una importante herencia del mundo pre-
hispánico. Otro caso es el de la comunidad de San Pedro Mártir que ha sufrido
14 expropiaciones, incluyendo los terrenos que hoy albergan el Colegio Militar.
Los pueblos afectados no sólo perdieron la tierra. A la par desaparecieron
sus autoridades civiles, que subsistían precariamente desde 1929 cuando se
suprimió la figura del municipio para imponer las delegaciones políticas en
la capital. La base campesina de muchos pueblos fue destruida de tajo. Pero,
en medio del asfalto, varias decenas de pueblos y barrios originarios mostra-
ron una asombrosa capacidad de resistencia y una gran vitalidad. Pese a que
su territorio quedó reducido a la zona habitacional, los pueblos mantienen su
decisión de seguir existiendo aferrados a su organización social y a su cultura,
dentro de la cual la religiosidad popular ocupa un sitio relevante.
Todo habitante de la ciudad de México es testigo del paso solemne de las
peregrinaciones, de la algarabía de las fiestas patronales, o de cómo se para-
X • I VAN GOMEZCÉSAR HERNÁNDEZ

liza, por ejemplo, una importante vía rápida para dar paso a la celebración de
la victoria de las tropas nacionales contra la invasión francesa en el siglo xix
en el pueblo del Peñón de los Baños. Son muy pocos los días en que la gran
urbe no se ilumina con los fuegos de artificio de las fiestas de los pueblos.
El caso de Iztapalapa, al oriente de la ciudad, es bastante ilustrativo. Allí
existe, como se comentó líneas atrás, una magna representación de la pasión de
Cristo, que nació cuando la región era azotada por una epidemia del cólera mor-
bus. Actualmente esa celebración congrega a más de un millón de personas.
Pero, a partir de la segunda mitad del siglo xx, coincidiendo con la expropiación
de sus tierras, aparecieron varias representaciones más en los pueblos de esa
demarcación, lo que parece indicar que uno de los mecanismos de defensa de los
pueblos es renovar o fortalecer su unidad en torno a la religiosidad popular. El
dramatismo del via cruris parece ser un espejo de su propia realidad.
Una de las características más sobresalientes de los pueblos originarios y
que mayor impacto ha tenido sobre la ciudad es la defensa de sus tierras que
es a la vez la defensa de los recursos naturales. Tal es el caso, por ejemplo, de
la experiencia de los comuneros de Milpa Alta. Entre 1974 y 1982 desarro-
llaron una importante lucha por detener la tala de los bosques a manos de
una compañía papelera e impidieron el despliegue de compañías fracciona-
doras en el bosque. Otro tanto puede decirse de la movilización realizada en
la década de los noventa, por Santa Cecilia Tepetlapa para impedir la insta-
lación de campos de golf que hubieran dañado de manera irreversible el en-
torno ecológico de Xochimilco, o la defensa que los ejidatarios de San Mateo
Tlaltenango hacen de sus tierras y el bosque del Desierto de los Leones.
Pese a su resistencia, la presión ha sido tan fuerte que algunos grupos han
sucumbido, y con ellos naufragan los mecanismos internos de sanción social
en contra de quienes venden la tierra para obtener dinero fácil y transformar
tierras de cultivo en zona urbana, lo que ha acelerado la ¡pérdida de suelo de
conservación. En áreas industriales como Azcapotzalco subsisten con dificul-
tad pueblos o barrios originarios. Inclusive en áreas residenciales de capas
medias, encontramos por ejemplo, el pueblo de Tlacoquemécatl, en plena co-
lonia del Valle o el de San Lorenzo Xochimanca, cuyo territorio era el Parque
Hundido, ambos en zonas residenciales muy conocidas de la ciudad.
Los pueblos de la cuenca han sufrido un proceso de invisibilización, que
ha llevado a que no se respeten sus nombres y su misma condición de pue-
blos. No existen estadísticas confiables sobre ellos y los que han concluido
su proceso agrario son oficialmente considerados colonias. Sin embargo, en
las últimas dos décadas se aprecia un proceso de fortalecimiento de las iden-
tidades de los pueblos de la cuenca, como expresión de desarrollos propios y
INTRODUCCIÓN • XI

de los cambios políticos en la capital del país. No cabe duda de que actual-
mente existen mejores niveles de interlocución entre los pueblos y las auto-
ridades capitalinas, sin dejar de existir contradicciones incluso muy serias,
como son las existentes en torno a obras que, como el metro, afectan zonas
agrícolas, forestales o tradicionales de Iztapalapa y Tláhuac, o las que se
proyectan en Cuajimalpa.

LOS PUEBLOS EN LA ACTUALIDAD

Actualmente se pueden distinguir al menos tres tipos de pueblos, que corres-


ponden a tres regiones del Distrito Federal. Más que una clasificación, tal
tipología busca identificar los procesos de consolidación de los pueblos. Cabe
aclarar también que es una visión general que indica tendencias y no puede
comprenderse de manera absoluta o tajante.
1. Los pueblos rurales y semirurales ubicados en la zona sur y surponien-
te del Distrito Federal, que poseen la superficie de bosques y zona de chi-
nampas todavía en producción.
Son cerca de 50 pueblos distribuidos en las delegaciones de Milpa Alta,
Xochimilco y Tláhuac, así como partes de Tlalpan, Magdalena Contreras,
Alvaro Obregón y Cuajimalpa. De ellos, son seis los pueblos chinamperos que
subsisten: San Pedro Tláhuac y San Andrés Mixquic en la delegación Tláhuac,-
San Luis Tlaxialtemalco, Santa María Nativitas, Santa Cruz Acalpixca y San
Gregorio Atlapulco en la delegación Xochimilco. Pese al crecimiento urbano,
estos pueblos continúan siendo abastecedores de legumbres y flores para la
ciudad y constituyen una valiosa herencia de las culturas prehispánicas.
Estos pueblos se caracterizan porque al menos parte de su subsistencia
depende de la tierra (agropecuaria, silvícola o recientemente turismo ecoló-
gico) y poseen en su mayor parte formas de representación civil (enlaces terri-
toriales, subdelegados y otras figuras).
Dentro de los pueblos originarios, se trata de los actores más organizados
y con la vida comunitaria más completa. Poseen un complejo calendario ri-
tual apoyado en un sistema de cargos que funciona con una gran eficacia y
poseen un considerable grado de autonomía en muchas de sus decisiones.
2. Pueblos urbanos con un pasado rural reciente. Se trata de pueblos muy
semejantes a los mencionados líneas arriba, pero que perdieron su carácter
rural y agrícola en las últimas 4 o 5 décadas. Son más de 30 pueblos ubicados
en las delegaciones de Iztapalapa, Coyoacán, Iztacalco, Benito Juárez, Ve-
nustiano Carranza y parte de las delegaciones mencionadas antes.
XII • IVÁN GOMEZCÉSAR HERNÁNDEZ

Su transformación a entidades urbanas se debe a la venta de la tierra por


la presión del crecimiento urbano y sobre todo a las expropiaciones presiden-
ciales aplicadas las más de las veces arbitrariamente y con el uso de la fuerza.
Al perder la tierra, estos pueblos perdieron también, en su mayoría, formas
de representación cívicas, y sólo poseen los sistemas de cargos tradicionales
basados en las mayordomías, las fiscalías y otras, así como en algunos casos,
una representación agraria muy limitada. En otros casos han aprovechado
dar cierta continuidad a su representación cívica mediante los nombramien-
tos de representantes vecinales.
Aunque varían mucho los casos, en general se trata de pueblos con una
importante y en ocasiones vigorosa vida comunitaria, especialmente en sus
celebraciones. Y pese a que sin duda fueron gravemente afectados por la
desaparición de su antigua forma de vida, muchos pueblos de este tipo
muestran un proceso de fortalecimiento.
3. Pueblos urbanos con una vida comunitaría limitada. Se trata de más de
una treintena de pueblos ubicados en el centro y norte del Distrito Federal, en
las delegaciones Cuauhtemoc, Miguel Hidalgo, Gustavo A. Madero y Azcapot-
zalco, cuya existencia como comunidades era más precaria desde hace más de
un siglo.
Muchos de estos pueblos fueron revitalizados por los repartos agrarios,
pero las prontas expropiaciones y otros factores no les permitieron consolidar
una vida comunitaria más amplia. No obstante, son apreciables una gran di-
versidad de estrategias de subsistencia, así como la voluntad en muchos de
ellos de continuar existiendo. Mantiene algunas festividades fundamentales y
con frecuencia participan también de peregrinaciones hacia, otros pueblos.
Pese a que son evidentes las diferencias entre pueblos rurales, pueblos ur-
banos con fuerte vida comunitaria y pueblos que carecen de esto último, es
claro que comparten las tres características que los definen como pueblos ori-
ginarios, a saber: todos cuentan con un claro origen prehispánico o colonial;
están constituidos por grupos de familias que poseen una noción de territorio
originario y se nuclean alrededor de una o varias organizaciones comunitarias
que garantizan la continuidad de sus principales celebraciones.
4. Existen pueblos de otros orígenes que se han asimilado a formas de
organización de los pueblos originarios. En la ciudad de Mé:rico, además de los
pueblos originarios que descienden de poblaciones prehispánicas y colonia-
les locales, existen otros pueblos que comparten muchas de las características
y que incluso son considerados como tales. Entre ellos se pueden distinguir
diferencias importantes:
INTRODUCCIÓN • XIII

a) Los pueblos producto de desplazamientos antiguos de otras entidades


y que, pese a no tener su raíz más antigua en el Distrito Federal, están
establecidos en él desde hace más de un siglo. Tal puede ser el caso de
San Juan Aragón, en la Gustavo A. Madero, que es un pueblo trasla-
dado de otra entidad. Salvo este dato, comparte el resto de las caracte-
rísticas de los pueblos originarios, por lo que no pareciera haber moti-
vos para diferenciarlo del resto.
b) Los pueblos conformados por asentamientos mucho más recientes y de
una población que no constituía anteriormente ni pueblo ni comunidad.
Tal es el caso de Tepepan, en Xochimilco, cuyos integrantes, que tienen
orígenes muy diversos, por decisión propia se han asimilado a la forma de
organización de los pueblos originarios que son vecinos suyos.
c) Pueblos recientes que también han asimilado formas de organización
de los pueblos originarios pero que, a diferencia de los anteriores, es-
tán conformados por población campesina e indígena que emigró a la
ciudad, ya sea de una o de varias etnias y comparten por tanto muchas
características culturales y comunitarias.

En estas circunstancias se mantienen los pueblos urbanos de la ciudad de


México, que son el objeto de atención de este trabajo. Nuestro interés se centra
en comprender los complejos procesos a través de los cuales los pueblos han
logrado sobrevivir y adaptarse a las condiciones de la urbe, preservar su condi-
ción de pueblos, manteniendo sus identidades y formas de autorregulación, así
como construir una relación con la comunidad política capitalina y defender su
pertenencia a través de ejercer diversas modalidades de ciudadanía.
Con esta perspectiva, hemos integrado el presente volumen, resultado de un
proceso de investigación colectivo, interdisciplinario e interinstitucional, finan-
ciado por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, en el cual hemos querido
ofrecer una visión particular de estas entidades sociales, los pueblos urbanos,
que forman parte de la vida cultural, política y social de la ciudad de México. La
particularidad de esta visión radica en buena medida en la mirada interdiscipli-
naria con la que hemos pretendido acercarnos al objeto de estudio, en una inter-
pretación multidimensional de estos pueblos que ha puesto la atención en sus
circunstancias territoriales, culturales, sociales y políticas, en el énfasis puesto
en su relación con la ciudad y en la intención manifiesta de poner de relieve la
diversidad de características que manifiestan estos pueblos.
Con estos supuestos integramos el presente volumen con siete capítulos:
en el primero se presenta el marco conceptual y metodológico que da susten-
to a este trabajo, así como las preguntas sustantivas que orientaron la inves-
XIV • I VAN GOMEZCÉSAR HERNÁNDEZ

tigación. En el segundo capítulo se ofrece un análisis territorial de los pue-


blos y de los cambios en sus condiciones con relación a la ciudad a lo largo
del proceso de transformación del territorio urbano durante el siglo xx. En
los siguientes cinco capítulos se presentan cinco estudios de caso, que corres-
ponden a cinco pueblos ubicados en cinco zonas diferenciadas de la ciudad:
el occidente (Cuajimalpa), el norte (Gustavo A. Madero), el oriente (Iztapa-
lapa), el centro-oriente (Coyoacán) y el sur (Tláhuac).
La selección de las zonas y de los estudios de caso tuvo como propósito
ofrecer, en primera instancia, una visión que pusiera de relieve la diversidad
que presentan los pueblos urbanos; y, en segundo término, evidenciar la cir-
cunstancia de que la ubicación de estos pueblos se encuentra en las distintas
zonas del territorio del Distrito Federal. De esta manera, el tercer capítulo
está dedicado el pueblo de San Pablo Chimalpa, en Cuajimalpa, el cuarto al
pueblo de Cuautepec, en Gustavo A. Madero, el quinto al de Santa María
Aztahuacán, en Iztapalapa, el sexto a Culhuacán, en Coyoacán e Iztapalapa,
y el séptimo a San Pedro Tláhuac, en la delegación Tláhuac; se finaliza con
un Epílogo a manera de cierre de la reflexión.

Mapa 1. Ubicación de los pueblos en el contexto del Distrito Federal

SIMBOLOGIA
Delegaciones del Distrito Federal
1. Alvaro Obregón
2. Azcapotzalco
3. Benito Juárez
4. Coyoacán
5. Cuajimalpa
6. Cuauhtemoc
7. Gustavo A. Madero
8. Iztacalco
9. Iztapalapa
10. Magdalena Contreras
11. Miguel Hidalgo
12. Milpa Alta
13. Tláhuac
14. Tlalpan
15. Venustiano Carranza
16. Xochimiko

PUEBLOS

Fuente cartográfica: ocim, 2005


Elaboración: María Alejandra Moreno Flores
INTRODUCCIÓN • XV

Merece una especial mención en este trabajo el Consejo Nacional de


Ciencia y Tecnología, al que extendemos nuestro más amplio agradecimien-
to por el financiamiento durante tres años del proyecto "Pueblos originarios,
democracia, ciudadanía y territorio en la ciudad de México", cuyos resulta-
dos dieron origen al presente trabajo.

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Capítulo 1

PUEBLOS URBANOS: ENTORNO CONCEPTUAL


Y RUTA METODOLÓGICA

MARÍA ANA PORTAL ARIOSA


LUCÍA ÁLVAREZ ENRÍQUEZ

L
os conceptos utilizados en toda investigación son constructos que se
redefinen en el proceso mismo de investigar. Surgen de bagajes teóricos
que se confrontan con las realidades sociales estudiadas en campo, y
en ese vaivén se resignifican y se delimitan generando un marco teórico es-
pecífico.
El proceso aquí mostrado implica un trabajo colectivo de reelaboración
conceptual que traza el camino de esta investigación. Este trazado represen-
ta al mismo tiempo una revisión de la construcción y reelaboración de los
conceptos empleados y la ruta seguida para esto. Es decir, implica una re-
flexión metodológica sobre el proceso realizado.
Este fue un recorrido que estuvo mediado por la interdisciplina, dado
que la composición del equipo de investigación integró las miradas de
sociólogos, antropólogos, geógrafos e historiadores -no siempre coinci-
dentes-, lo cual obligó a realizar un trabajo colectivo intenso para acercar
dichas miradas, enriqueciendo de esta manera la reflexión final. La inter-
disciplina resultó más un punto de llegada que uno de partida; más una
práctica sistemática de reflexión, que un imperativo teórico dado: es pues
una construcción conjunta que marcó el proceso mismo de la investiga-
ción.
La hipótesis de inicio consistió en considerar que en la ciudad de México
conviven distintas identidades y formas de pertenencia y de organización
que implican diferentes maneras de comprender y ejercer la democracia y la
ciudadanía. Tales diferencias trascienden el marco jurídico político estable-
cido y se vinculan a dinámicas socioculturales -ancladas en los llamados
pueblos originarios- cuya estructura obedece a elementos de tipo histórico,

1
2 • MA. ANA PORTAL ARIOSA Y LUCÍA ÁLVAREZ ENRÍQUEZ

étnico y de clase. Estas dinámicas se manifiestan en las formas de concebir


y organizar los tiempos y espacios sociales y, a través de ellos, de concebir y
organizar el mundo y la experiencia urbana, así como de regular la vida so-
cial, incidiendo de manera significativa en los procesos locales de construc-
ción de ciudadanía.
Consideramos que el proceso de globalización, que implica transforma-
ciones económicas, políticas, territoriales y sociales, ha alcanzado a la ciu-
dad de México en las últimas décadas y ha tensado la contradicción existen-
te entre tres lógicas estructurales: la lógica societal de los pueblos originarios,
la lógica propia del proceso de urbanización que segmenta y rearticula el es-
pacio urbano y la lógica centralista del régimen político local. Y esta es una
circunstancia histórica que implica un enorme reto para la construcción de
un régimen democrático.
En ese contexto, la pretensión fue estudiar las diversas formas de or-
ganización que se gestan en los pueblos originarios de la ciudad de México
y explorar las modalidades en que sus habitantes ejercen y hacen suyo el
concepto de ciudadanía, así como las maneras específicas en que, a partir
de ello, generan procesos de organización y de participación ciudadana.
Estos procesos implican necesariamente formas diferenciadas de cons-
truir pertenencias y membresías, por lo que también se consideró impor-
tante retomar diversos ejes en la construcción de las identidades locales:
territorio, comunidad, memoria, etcétera., e identificar la existencia de
instancias y mecanismos internos de autorregulación política, adminis-
trativa y cultural que subsisten en los pueblos, y que frecuentemente entran
en contradicción con las instituciones y mecanismos del régimen político
local (delegacional, municipal y del gobierno central del Distrito Federal),
y del federal.
Lo anterior ubicado en un contexto espacial y político amplio: el de la
ciudad de México, que nos permitiese observar pueblos con características
contrastantes a partir de ejes compartidos que favorecieran las comparacio-
nes entre los casos analizados.
Es importante señalar que en el proceso de construcción teórica se acu-
dió a un plano general de definición conceptual y a un plano particular, que
refiere a la manera en cómo se realizó la apropiación de cada una de las no-
ciones y se articuló a los intereses de la investigación.
En este marco, los dos conceptos centrales fueron el de ciudadanía y el
de pueblos originarios. A partir de ellos aterrizamos en el concepto de iden-
tidad, en cuya definición se logró tejer nuestra propuesta de abordaje teórico,
buscando integrar los dos primeros conceptos.
PUEBLOS URBANOS • 3

ACERCA DE LA CIUDADANÍA

En relación a la ciudadanía hay que decir que ésta alude en principio a la


pertenencia a una comunidad política de individuos y grupos; y también a
la plena competencia de éstos ante esta comunidad. Se trata de una condi-
ción que remite en primera instancia, como se reconoce comúnmente, a
derechos y obligaciones, a la existencia de reglas compartidas y observadas y
a la vigencia de la igualdad de los individuos ante las leyes y las institucio-
nes. Pero el asunto de fondo de la ciudadanía es el de la inclusión. La perte-
nencia y la plena competencia de los individuos se registra y verifica en la
capacidad inclusiva e integradora que ofrecen la comunidad, el Estado, el
régimen político, la ciudad; en la capacidad de integrar a los diferentes, de
distribuir beneficios, de compartir atribuciones, de atender los asuntos co-
munitarios y de construir en común; y se verifica también en la capacidad de
los individuos para tomar parte en las exigencias de la vida en común. Refie-
re a prácticas y condiciones que de ida y vuelta, en una doble dirección,
idealmente promueven y afirman una inclusión integral, que trasciende los
contornos de la exclusiva igualdad individual ante la ley (Alvarez, 2009).
Es por esto que el concepto de ciudadanía constituye uno de los ejes con-
ceptuales de nuestro proyecto y el punto de referencia central para el aborda-
je de la problemática de los pueblos originarios en la ciudad de México. Se
trata de la ciudadanía en una doble dimensión: en tanto pertenencia y enti-
dad identitaria que cohesiona internamente a las comunidades étnicas o a
los pueblos urbanos, y en tanto pertenencia a la que se aspira y la que al
mismo tiempo se reclama en relación a la comunidad política urbana y al régi-
men político del Distrito Federal.
En esta doble dimensión el concepto de ciudadanía al que apelamos tiene
su anclaje al mismo tiempo en la tradición occidental, adoptada mediante
los procesos de mestizaje cultural y político, y en la tradición indo-colonial
(mesoamericana).

LA TRADICIÓN OCCIDENTAL

En la modernidad occidental, a partir del siglo xvm, el concepto de ciudada-


nía referido históricamente a la pertenencia a las ciudades, se convierte en el
referente distintivo de la nación y alude a la membresía de los individuos a
realidades sociales y culturales diferentes que depositan en los valores de li-
bertad e igualdad los principios articuladores de su relación política ante y
4 • MA. ANA PORTAL ARIOSA Y LUCÍA ÁLVAREZ ENRÍQUEZ

frente al Estado. El ciudadano es el individuo que forma parte de este Estado


nacional y participa en las decisiones que le competen mediante mecanis-
mos predeterminados como el voto y el sistema de representación.
En el siglo xx, la teoría social define a la ciudadanía como el tránsito del
"status al contrato" y como una membresía social urbana directamente vincu-
lada al desarrollo de la modernidad concentrada en las ciudades. Diversos
autores (Weber, Durkheim, Parsons, Toennies) coinciden en una concepción
de ciudadanía como conjunto de prácticas sociales que definen el ser miem-
bro de una sociedad altamente diferenciada en la cultura y en las institucio-
nes, y donde la solidaridad social se sustenta en valores universales. La ciu-
dadanía que aquí se reconoce se define en clara oposición a otras formas
particulares de integración social, como la familia, la comunidad local y ve-
cinal y la etnia (Ramírez, 2008).
En la segunda mitad del siglo xx, la ya clásica visión de T.H. Marshall
(1977) desarrolla una concepción evolutiva de la ciudadanía que se centra en
los derechos y distingue tres etapas de desarrollo de éstos: la civil o legal, la
política y la social. La primera comienza a formalizarse en el siglo xvn y re-
fiere a los derechos de propiedad, amparo y juicio individual y justo; la se-
gunda se desarrolla en los siglos xvm y xix paralelamente a la democracia
parlamentaria y a la institucionalización del sistema de partidos, y remite al
derecho al voto, a la libre asociación y a la participación en los órganos de
gobierno; y la tercera se despliega durante el siglo xx y refiere a los derechos
de bienestar y seguridad social: derechos laborales, seguro de desempleo,
servicios de salud y educación, esta dimensión se traduce en las distintas
naciones occidentales en la vigencia del Estado de Bienestar.
El aporte de Marshall apunta a atender la contradicción existente en las
sociedades modernas entre capitalismo y democracia, así como a la que se
expresa entre igualdad política formal y desigualdad social. Su visión lleva
implícita la institución del Estado de Bienestar como respuesta a estas con-
tradicciones, mediante el establecimiento de derechos que suponen un prin-
cipio redistributivo ante el impacto negativo del mercado y la desigualdad
social capitalista (Turner, 1993).
De acuerdo con Turner (1993), la ciudadanía así entendida puede ser
vista como generadora de solidaridad social, pero al mismo tiempo funge
también como motor de diversos conflictos políticos y sociales, al generar
expectativas que no logra satisfacer en realidad ante los problemas estructu-
rales del capitalismo. De esto deriva en buena medida el cuestionamiento de
si existe una sola forma de ciudadanía o distintas formas situadas en contex-
tos culturales, políticos y sociales diferenciados. Esto es así, debido a que las
PUEBLOS URBANOS • 5

modalidades de ciudadanía diferenciada pueden generarse desde arriba (el


gobierno y la institucionalidad) o desde abajo (movimientos sociales, revuel-
tas ciudadanas, etcétera), dando lugar a ciudadanías pasivas (otorgamiento
de derechos desde arriba) o activas (conquista de derechos desde abajo); en
otro recorte, también es posible que se generen en el ámbito público o en el
privado. Para este autor, esta línea de análisis sugiere que la combinación de
los ejes abajo/arriba y público/privado conduce a identificar y diferenciar for-
mas y nociones distintas de ciudadanía que pueden observarse a través de
culturas diferentes, de la tradición de diversos Estados nacionales y, tam-
bién, a través del concepto mismo de ciudadanía (Ramírez, 2008).
De acuerdo a lo anterior, resulta erróneo plantearse una teoría unitaria
de la ciudadanía, pues es claro que en las sociedades contemporáneas han
emergido distintas formas de ciudadanía acordes con sus diferentes procesos
de modernización y la estructuración de sus Estados nacionales. El proceso de
la ciudadanía social, en el marco del siglo xx se ha revelado en una doble
dimensión; por una parte, a través de medios normativos e institucionaliza-
dos de reconocimiento y membresía social (desde arriba) y, por otra parte,
mediante las condiciones sociales heterogéneas que promueven el conflicto
y las luchas sociales en función de las demandas insatisfechas. De aquí que
la ciudadanía se instituya a través de procesos institucionales de inclusión
social y a partir de las muy diversas condiciones de exclusión que dan lugar
a numerosos movimientos sociales en busca de ser incluidos en los paráme-
tros de la comunidad política de pertenencia.
La construcción de ciudadanía no es, por tanto, únicamente el resultado
de un reconocimiento legal y la acreditación de pertenencia a una "comuni-
dad" política abstracta, sino la búsqueda del ejercicio de una condición efec-
tiva de pertenencia y adscripción a una comunidad social tangible, mediante
la asunción de compromisos y obligaciones públicas, pero también mediante
el goce de derechos, el acceso a una vida digna y la participación en los bene-
ficios del desarrollo comunitario. La búsqueda de inclusión en estas condi-
ciones ha implicado históricamente complejos y conflictivos procesos de
confrontación y diálogo con el régimen instituido, protagonizados por diver-
sos actores políticos y sociales, que han propiciado en largos periodos trans-
formaciones institucionales, reconocimiento de derechos ciudadanos, re-
orientación de políticas públicas y adecuaciones normativas significativas
(Álvarez, 2006).
La búsqueda de inclusión de los actores sociales se ha expresado median-
te muy diversas acciones articuladas a partir de sus distintas condiciones de
exclusión; se pueden mencionar, entre otras:
6 • MA. ANA PORTAL ARIOSA Y LUCÍA ÁLVAREZ ENRÍQUEZ

- Los movimientos sociales y prácticas colectivas que "se apropian" de


distintos espacios de la política formal, reglas, normas e instituciones
ya constituidas, y que representan para los actores un aprendizaje nor-
mativo.
- Los movimientos por la inclusión territorial, jurisdiccional, de servi-
cios, de derechos, que pueden expandir la normatividad y las reglas de
convivencia estatal.
- La ocupación y creación de espacios públicos donde sectores sociales
excluidos o no visibles se hacen presentes a través de modalidades
propias, espontáneas o tradicionales.
- Las prácticas colectivas que reivindican identidades, comunidades y
derechos puntuales, que apuntalan y cuestionan las relaciones socia-
les y ponen en tela de juicio la normatividad establecida, ampliando el
catálogo de derechos, de reglas y de instituciones en vigencia.
- Las demandas de comunidades étnicas por el reconocimiento de sus
derechos colectivos en la ciudad o en la nación.
- La participación de los actores en la búsqueda por incidir en las políti-
cas públicas y en la orientación de las acciones del Estado.

Los procesos de construcción de ciudadanía representan de este modo la


lucha de los actores por la reducción de las exclusiones (San Juan, 2003);
pero para que este proceso sea reconocido y se haga efectivo es necesario que
se exprese en la creación de espacios y medidas institucionales que reviertan
la exclusión e instituyan mecanismos de inclusión. Esto se traduce, en pri-
mer lugar, en la ampliación del sistema de los derechos formales de las per-
sonas, políticos, económicos, sociales y culturales, pero también en el desarrollo
de los contenidos reales de tales derechos, mediante la formulación de polí-
ticas públicas que los pongan en vigencia (Borja, 2000).
Para que la condición de ciudadanía se haga efectiva es necesario que la
acción social vaya más allá de la gestión inmediata de las demandas y, al
mismo tiempo que atienda este plano, esboce o promueva también valores y
reglas de convivencia, cuestione las relaciones de dominación o de desigual-
dad, promocione valores culturalmente pertinentes de igualdad y libertad, o
propicie la identificación de los individuos y los grupos con los valores y las
reglas de convivencia instituidas (Mouffe, 2000). Este proceso supone igual-
mente la adopción de compromisos y responsabilidades de los individuos y
los grupos para con la comunidad inmediata o para con la sociedad; el mero
acceso a beneficios económicos o a bienes y servicios no acredita la condi-
ción ciudadana,- lejos de ello convierte a los individuos más bien en recepto-
PUEBLOS URBANOS • 7

res pasivos o en beneficiarios. La condición de plena competencia como


miembros de la sociedad hace necesaria la respuesta social, el compromiso
tangible de los individuos, su incidencia en el debate sobre los asuntos de
interés común y su participación en la satisfacción de las necesidades colec-
tivas. La construcción de ciudadanía apela así a una dimensión que involu-
cra a los individuos en el interés general (Álvarez, 2006).
En tiempos más recientes, la noción de ciudadanía ha trascendido su
adscripción exclusiva a la problemática de la relación ciudad/Estado y a la
relación sociedad/Estado nacional. En el marco actual de cambios globales y
la nueva relación Estado/economía/sociedad el tema de los derechos ciuda-
danos se ha desplegado y se ha orientado hacia problemáticas particulares,
grupos específicos y minorías, dando lugar a los llamados derechos de cuarta
generación, o derechos difusos, que se refieren a temáticas particulares y
condiciones de grupos constituidos; aquí entran los temas del desarrollo, la
ecología, el género, la homosexualidad, los intereses grupales de pueblos,
naciones, etnias, mujeres, consumidores, jóvenes, etcétera (Kymlicka, 1996;
Turner, 1922).
Los contenidos de la ciudadanía se traducen así en: pertenecía, identi-
dad, reconocimiento y participación.

LA TRADICIÓN INDO COLONIAL

La ciudadanía para los pueblos de origen indígena adquiere un significado


real durante la Colonia, en la época de la transición ibérica hacia la Repúbli-
ca. El proceso de constitución de la comunidad política liberal en el antiguo
continente trae a la América hispánica la condición de ciudadanía que inte-
gra a los españoles y a los criollos, pero incorpora también a los indígenas y
mestizos, al reconocer la condición de vecino como constitutiva del sujeto
ciudadano. La Constitución de Cádiz (1812) transforma la comunidad local
en la fuente de los derechos políticos liberales que mediante la vecindad se
extiende hasta los indígenas. El ser vecino confiere a la ciudadanía su conno-
tación orgánica al territorio de pertenencia (Carmagnani y Hernández,
2003) y da pie para el reconocimiento dentro de la nación no únicamente a
los ciudadanos individuales adscritos a una entidad universal, sino a la inte-
gración de las comunidades y los pueblos que forman parte de los virreina-
tos, en este caso de la Nueva España.
De este modo la condición de ciudadanía se despliega a la vez en una
doble dimensión: la abstracta universal y la particular comunitaria. Esto trae
8 • MA. ANA PORTAL ARIOSA Y LUCÍA ÁLVAREZ ENRÍQUEZ

a su vez dos visiones de nación distintas para los españoles y para los indí-
genas; para los primeros representa una entidad unitaria de individuos,
mientras que para los segundos representa una entidad plural, un conjunto
de pueblos (Guerra, 2003).
Algunos autores, como Aniño (2003) señalan que la noción de ciudadanía
y la condición que de ella emana fueron difundidas en la Nueva España antes
de la independencia y fueron apropiadas por los pueblos, mediante los muni-
cipios indígenas, para defender su condición de pueblos ante el Estado liberal
e impedir así la destrucción de sus identidades comunitarias. Esto es, los indí-
genas y mestizos habitantes de los pueblos utilizaron la noción liberal de ciu-
dadanía para cubrir con un reconocimiento legal su condición comunitaria
dentro de la República y protegerse ante la tendencia liberal homogeneizante.
Este autor destaca la particularidad de la condición de ciudadanía que emerge
de este proceso, como un gran potencial del caso mexicano que produjo lógicas
peculiares de sincretismo cultural y político a través de las cuales estos pue-
blos fueron adaptándose al proceso de occidentalización, al mismo tiempo que
lograron preservar su condición comunitaria.
La ciudadanía posee entonces en este proceso una dualidad en lo que a
su acepción se refiere, que se mantiene a lo largo de varias décadas y de algún
modo persiste en la actualidad en el ámbito de los pueblos indígenas y de
otras etnias en nuestro país y en la ciudad de México. Es una condición de-
finida y asumida de manera diferenciada por la institucionalidad central vi-
gente y por las comunidades periféricas, y para comprenderla en su cabal
complejidad en México, es necesario reconocer las diversas dimensiones
sociales y culturales que esta institución adquiere en el tránsito hacia la so-
ciedad liberal.
En esta disparidad de acepciones se advierte no obstante un sustrato co-
mún que remite al justnaturalismo católico de la tradición colonial, que es
el que las prácticas de los actores sociales sobreponen al nuevo lenguaje libe-
ral. De ello resulta un nuevo léxico político inventado por las comunidades
locales, a través del cual éstas logran mantener y controlar la continuidad
con el liberalismo y la discontinuidad. Esto se traduce en los variados inten-
tos de los pueblos por redefinir y adaptar la ciudadanía a valores, memorias
y prácticas, verdaderamente distintas a las oficiales, a través de las cuales
mantienen su confrontación con la "modernidad política" (Aniño, 2003).
Con la Constitución de Cádiz, al ser reconocido el vecino como el ciuda-
dano de la República, a la soberanía abstracta y homogeneizadora se contra-
puso en el mismo texto y en la realidad una ciudadanía diferente, de carácter
básicamente territorial, que dependía totalmente de las comunidades loca-
PUEBLOS URBANOS • 9

les; con este hecho la comunidad local fue transformada por la Constitución
como fuente de derechos políticos, y al ser el indígena un vecino-ciudadano,
la comunidad indígena quedó transformada también de facto en esta fuente
de derechos constitucionales. Algunos de estos derechos fueron los políticos,
a votar y ser votados, y a constituir parte de las instituciones gubernamenta-
les de los municipios. En este proceso numerosos municipios fueron consti-
tuidos por indígenas y mestizos y mediante sus prácticas del pasado colonial
y sus estrategias de apropiación de los nuevos recursos liberales, muchos de
estos municipios electivos con el tiempo se transformaron en un poder juris-
diccional autónomo,- con esto se otorgó a la ciudadanía el valor de un dere-
cho a la constitución de autogobiernos locales (Aniño, 2003). También de
aquí emanó la proclamación de municipios soberanos que reivindicaban su
derecho a aceptar o no la autoridad de los gobiernos, con base en una libertad
no concedida por la Constitución, sino preexistente a ésta.

El municipio liberal, con la posibilidad que ofrecía de reubicar las tierras bajo su
jurisdicción, se convirtió en un instrumento de las comunidades para defender-
se de los aspectos amenazantes de la igualdad liberal. Tierra, ciudadanía y justi-
cia estructuraron de esa manera un sujeto institucional nuevo, distinto del
proyectado en la Constitución, expresión directa de los intereses y de las cultu-
ras locales mexicanas. Todo este cambio institucional se realizó al margen del
control del Estado colonial y de las élites criollas,- fue un proceso autónomo de
los pueblos, y por consiguiente alteró no sólo el antiguo orden sino también el
nuevo (Aniño, 2003: 74).

En todo este proceso de constitución de la ciudadanía subyace el recono-


cimiento de dos esferas distintas, la de la ciudadanía "natural", legitimada
por las actas de adhesión de los ciudadanos libremente convocados en asam-
blea por los municipios y la "constituida", legitimada por medio del voto. La
primera instituida de alguna manera desde las leyes de Indias que reconocie-
ron siempre a los vecinos el derecho de reunirse en asamblea para decidir
sobre asuntos del bien común-, y la segunda por el principio de representa-
ción de la Constitución de Cádiz.
De este modo, las comunidades indígenas pasaron a formar parte de la
nueva nación republicana, pero basadas en sus propios intereses y creencias,
constituyeron otra idea de nación. En la idea de nación que se formula en
1877 corresponde a un esquema bastante complejo que "articula principios
modernos con mitos y lenguajes jurídicos de la tradición colonial y del jus-
naturalismo católico, pero no del oficial de la tradición escolástica" (Aniño,
10 • MA. ANA PORTAL ARIOSA Y LUCÍA ÁLVAREZ ENRÍQUEZ

2003). El primer elemento histórico que define la patria-nación indígena


mexicana es la legitimidad de los títulos de ocupación del suelo antes de la
llegada de los españoles.
Resulta interesante que por los elementos aquí vertidos la idea de ciuda-
danía que proviene de la tradición indo-mestiza mexicana es una ciudadanía
compleja, que involucra elementos de la ciudadanía liberal republicana con
elementos políticos y culturales de las comunidades indígenas precolombi-
nas. Se trata de una ciudadanía desdoblada en una doble dimensión, como
pertenencia a un pueblo y como pertenencia colectiva, comunitaria, a una
nación. Sin embargo, es importante destacar que de manera individual, esta
ciudadanía no desarrolló un sentido de pertenencia al Estado sino que, por
el contrario, reforzó y legitimó su resistencia contra él.
Ahora bien, recuperando las dos tradiciones anteriores, encontramos dos
vertientes de análisis que les son comunes y que hemos recuperado como
líneas de reflexión y observación para la investigación sobre la ciudadanía en
los pueblos urbanos en el caso de la ciudad de México. Una es la que refiere
a la ciudadanía como pertenencia y que supone un sustrato de identidad que
se construye en relación con la comunidad (al pueblo, a la ciudad o al Esta-
do); y la otra es la que remite a la ciudadanía como generación de derechos,
a la que se consideran acreedores y son reclamados por los miembros de una
comunidad: derecho al territorio, a los recursos naturales, a los bienes públi-
cos, a la participación en los asuntos públicos, a la diversidad, al patrimonio
histórico cultural, entre otros. Hemos asumido a ambas líneas de reflexión
como una guía metodológica para la reconstrucción de la ciudadanía en los
pueblos originarios.

LOS PUEBLOS EN LA CIUDAD: PUEBLO ORIGINARIO/PUEBLO URBANO

La delimitación de los llamados pueblos originarios implicó un ejercicio de


reflexión teórica en dos dimensiones: como categoría analítica y como ele-
mento definitorio de la elección de nuestro universo de estudio.
Como todo concepto el de pueblo originario tiene una historia, reciente
por cierto, ya que según información de Teresa Mora (2009: 27) el término
se acuñó en 1996 por los pobladores de Milpa Alta en el marco del Primer
Foro de Pueblos Originarios y Migrantes Indígenas del Anáhuac. Con esta
noción se asumen como legítimos herederos de los antiguos pobladores del
Anáhuac, por lo que tienen derecho incuestionable a su territorio. Pero al
mismo tiempo es un término que los distingue de los pueblos indígenas del
PUEBLOS URBANOS • 11

resto del país. En este sentido, el concepto nace cargado de un significado


político, ideológico e identitario e implica una delimitación geográfica ya que
se refiere exclusivamente a los pueblos ubicados en la cuenca de México.
Aparece entonces una primera distinción: entre pueblos migrantes (indí-
genas) y pueblos originarios, que se diferencian fundamentalmente por el
tipo de demandas que cada uno realiza: en el primer caso -los migrantes-
buscan reconocimiento jurídico como comunidades indígenas y representa-
ción política como tales; la principal demanda de los originarios se refiere el
reconocimiento jurídico de sus formas tradicionales de organización, de su
territorio y de sus recursos naturales.
Si bien en ambos casos se habla de "derechos políticos" y de "especifici-
dad cultural", posiblemente la mayor diferencia entre ellos está en el recono-
cimiento jurídico del territorio y los recursos naturales.1 Pero también hay
un plano ideológico e identitario de distinción: los originarios reconocen un
pasado prehispánico, pero no se consideran indígenas. Esto es fundamental
en el proceso de autoidentification.
Esta distinción representa un punto central en su delimitación teórica,2
ya que conceptualmente no deben ser equiparados los pueblos originarios a
los pueblos indígenas, pues sus características, sus problemáticas y sus de-
mandas son diferentes.3
En el proceso de definir a los pueblos originarios como nuestra materia
de trabajo, se identificó que la mayoría de los autores que nos precedieron4
en esta tarea los definieron fundamentalmente a partir de criterios culturales
tales como:

a. Tienen un origen prehispánico reconocido.


b. Conservan el nombre que les fue asignado durante la Colonia, com-
puesto por el nombre de un santo o santa patrona y un nombre náhuatl;
aunque hay algunos casos en el que sólo conservan uno u otro.

'Al respecto véase Pablo Yanes, Virginia Molina y Osear González (2004).
2
Hacemos énfasis en la idea de delimitación teórica pues, como veremos más adelante,
sabemos que el concepto tiene una dimensión política que en la actualidad involucra la lucha
por su reconocimiento jurídico en la ciudad, lo cual tiene otras implicaciones.
3
La definición de lo indio, ha sido un tema histórico y de debate en la antropología mexi-
cana. Desde Gamio hasta nuestros días ha sido sumamente problemático encontrar los crite-
rios para definir a los grupos indígenas en México. Pero también representa un problema
práctico en la definición de políticas públicas y para la aplicación de programas sociales. A la
fecha prácticamente el único que opera es el criterio lingüístico como se utiliza en el censo.
4
Véanse textos como los de Andrés Medina (2007); Sánchez (2006); Mora (2009), entre otros.
12 • MA. ANA PORTAL ARIOSA Y LUCÍA ÁLVAREZ ENRÍQUEZ

c. Mantienen un vínculo con la tierra y el control sobre sus territorios y


los recursos naturales.
d. Reproducen un sistema festivo centrado en las fiestas patronales y
organizado a partir del sistema de cargo.
e. Mantienen estructuras de parentesco consolidadas.
f. Tienen un panteón sobre el que conservan control administrativo.
g. Reproducen un patrón de asentamiento urbano particular caracteriza-
do por un centro marcado por una plaza a la que rodean, principal-
mente, la iglesia, edificios administrativos y comercios.

En la diversidad de pueblos que existen en la ciudad de México -117 según


datos de Teresa Mora (2009: 28)- y la complejidad de sus dinámicas con la urbe,
condujo a poner en cuestión el sentido del pueblo originario debido a que:

a. No todos los pueblos tienen un origen netamente prehispánico. Mu-


chos de ellos fueron creados durante el periodo colonial y casi todos
fueron refundados después de la Revolución de 1910.
b. Aún los pueblos de origen prehispánico sufrieron fuertes transforma-
ciones durante el periodo colonial y adquirieron estructuras institucio-
nales y simbólicas diferentes a lo que se pudiera considerar como
"original", es decir, han soportado procesos de hibridación y sincretis-
mo que los han llevado a incorporar prácticas y elementos mestizos,
transformando así su carácter clásicamente indígena.
c. Asimismo, muchos de ellos han perdido control sobre su territorio y
sobre todo de sus recursos naturales (el agua, la tierra, etcétera) lo que
los ha despojado de sus principales elementos constitutivos.
d. Y, finalmente, es muy diferente la experiencia histórica de los pueblos
del norte de la ciudad que de manera muy pronta se incorporaron a
procesos industriales y urbanos, que los del sur, sur oriente y sur po-
niente, que conservan una estructura agraria que en ocasiones todavía
opera y cuyos procesos de urbanización son sumamente tardíos.

Esta manera de definir a un pueblo originario pronto mostró sus límites,


dado que si se quiere comprender la dinámica urbana en su conjunto -que
era uno de los intereses primordiales del trabajo- definir un fenómeno social
por sus rasgos nos enfrentó a problemas clasificatorios que rápidamente nos
ubicaron en los terrenos del escencialismo, la "autenticidad" y lo "genuino",
cerrando el concepto e impidiendo ubicarlo en la complejidad de sus redes y
sus conexiones con lo urbano.
PUEBLOS URBANOS • 13

Si se toma en cuenta que el desarrollo de la ciudad necesariamente ha


impactado, de manera desigual y diferenciable, a los pueblos asentados en la
cuenca de México,5 entonces ¿qué pueblos entrarían en esta clasificación? y
¿qué tipo de criterios históricos, geográficos, demográficos y socioculturales
los delimitarían?
Al formular la pregunta sobre ¿cómo romper con el escencialismo?, se
pensó que la multitemporalidad y la heterogeneidad espacial y la manera en
que los distintos actores sociales se hacen cargo de ello, podría significar un
acercamiento a un comprensión diferente del fenómeno.
El trabajo de campo realizado en las distintas zonas de estudio dio cuen-
ta muy pronto de que al respecto existían profundas diferencias, dado que los
pueblos se encuentran articulados a la ciudad de muy diversas maneras: al-
gunos con procesos de urbanización tempranos y con densidades demográfi-
cas muy altas, frente a otros, con una vocación agrícola presente y con pro-
cesos de urbanización muy tardía. Pueblos dedicados al comercio y a los
servicios, frente a pueblos que combinan las actividades agrícolas con las
urbanas,- pueblos densamente poblados -como, por ejemplo, Cuautepec y su
entorno con más de 300,000 habitantes- frente a otros que no rebasan los
10,000; algunos que usan el náhuatl frente a otros totalmente monolingües
en español; aquellos que reconocen su pasado indígena frente a los que se
reconocen sólo como mestizos, entre otros.
Estas circunstancias de diferenciación, condujeron a identificar que la
manera de romper con el problema metodológico del listado de rasgos con-
sistía en analizar aspectos específicos temporo/espaciales, porque es allí -en
las formas en que se estructuran y se usan los tiempos y espacios sociales-
en donde se construye la diferencia en los lugares urbanos.
Se llegó a la conclusión de que un barrio popular, un pueblo, una colonia,
una unidad habitacional, un barrio residencial, etcétera, son espacios urba-
nos diferenciables, no sólo por su estructura urbana o por los servicios con
los que cuenta -que en muchos casos pueden ser similares- sino por la for-
ma en que se concibe, se ordena y se consume el espacio, y por la forma en
que se ordena la vida (organización temporal).
En esta perspectiva, la reproducción de las diferencias culturales entre
los grupos sociales -en este caso urbanos- se da entonces, "en función del
uso, la organización y el control que se ejerce sobre el tiempo y el espacio"
(Aguado/Portal, 1992: 69).

5
La cuenca tiene distintas regiones, que a grosso modo se divide en una lacustre, una
serrana y una de valle.
14 • MA. ANA PORTAL ARIOSA Y LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

TIEMPO Y ESPACIO

De esta manera, la definición de pueblos originarios, más que a partir de un


cierto tipo de rasgos, como señalamos antes, se tendría que dar en función
de la manera específica en que éstos ordenan sus tiempos y sus espacios. De
aquí derivan algunas preguntas, como: ¿cuáles son los ejes centrales de ese
ordenamiento? ¿Cuál es la historia de dicho ordenamiento? ¿En qué se dis-
tingue de otros espacios urbanos?
Para hacer operativas estas reflexiones retomamos la idea de Guadalupe
Valencia cuando plantea que:

El tiempo es la manera en que existimos. Por eso desaparece cuando cesa nues-
tro estar en el mundo: somos tiempo. El tiempo es la cualidad misma de la
existencia, es su forma de estar; de ahí que su nombre se enmascare y se con-
funda con los de las cosas a las que hace existir. Acaso el tiempo no sea sino
"una redundancia de la realidad en su devenir".6 Una manera de ser de las cosas
que se oculta en la penumbra del lenguaje,- que se enmascara y se nos escapa
cada que pretendemos atraparlo (Valencia, 2010).

En este sentido, el tiempo se puede pensar en dos vertientes: como historia


-que implica un orden cronológico-; y como ritmo de vida -asociado a ciclos.
Por otra parte, el espacio es concebido más que como un "contenedor" de las
prácticas sociales, como una red de vínculos de significación que se establece
al interior de un grupo social con las personas y las cosas, mientras que el
tiempo sería el movimiento de esa red, con un ritmo, una duración y una
frecuencia (Aguado/Portal, 1992: 72). Estos supuestos evidencian una dis-
tancia con las definiciones esencialistas, al hacer énfasis en los procesos y en
la constructividad del espacio. Retomando a Doreen Massey, consideramos
que "el espacio es necesariamente parte integral de ese proceso de construc-
ción y también un producto del proceso" (Massey 2005: 107). Como conte-
nido y contenedor de las prácticas sociales el espacio es un marco desde
donde se organizan las prácticas, pero es también lo que significan esas prác-
ticas ordenadas culturalmente:

Todo grupo social construye y se apropia del tiempo y del espacio, modificándo-
lo y construyéndose a sí mismo en el proceso, a partir de un capital cultural
determinado (Aguado/Portal, 1992: 69).

6
Cfr. Étiene Klein, Las tácticas de ciónos, Siruela, Madrid, 2005, p. 29.
PUEBLOS URBANOS • 15

Para Massey el espacio es la dimensión que hace posible la existencia de


la multiplicidad, de la diversidad, y enfatiza la importancia de reconocer la
espacialidad de la vida social como lugar de relaciones, interacciones, en-
cuentros y desencuentros, que intervienen en la construcción de la historia
de comunidades diferentes.
En este punto es importante distinguir entre territorio y espacio. Para Pa-
tricia Ramírez Kuri (2009), el espacio se había entendido como una noción
abstracta que alude a la extensión física de una superficie sin límites precisos,
sin embargo, al concebirlo como construcción social y cultural, se entiende
entonces como un lugar permeado de intención, de acción y de significado, en
contextos y circunstancias históricas específicas. Mientras tanto, el territorio,
como categoría concreta, alude a las formas de apropiación y valoración de un
espacio determinado. De acuerdo con Gilberto Giménez:

[...] el territorio resulta de la apropiación y valoración de un espacio determina-


do [...], esta [...] puede ser de carácter instrumental-funcional o simbólico ex-
presivo. En el primer caso se enfatiza la relación utilitaria [...] mientras que en
el segundo se destaca el papel de territorio como espacio de sedimentación sim-
bólico cultural, como objeto de inversiones estético afectivas o como soporte de
identidades individuales y colectivas. [...] las necesidades económicas, sociales
y políticas de cada sociedad [...] su producción está sustentada por las relaciones so-
ciales que lo atraviesan; [...] el territorio es también objeto de operaciones sim-
bólicas y una especie de pantalla sobre la que los actores sociales [...] proyectan
sus concepciones del mundo. Por eso el territorio puede considerarse como zona
de refugio [...] pero también como paisaje, como belleza natural, como entorno
ecológico privilegiado, como objeto de apego efectivo [...] como 'geosímbolo'
(Giménez, 2000: 24).

Consuelo Sánchez Rodríguez, por su parte, considera que la historia es


un instrumento de la geopolítica de todos los pueblos, y "no es posible com-
prender el significado que tiene el territorio para los pueblos originarios sin
tomar en cuenta su propia percepción histórica del mismo"; por lo que el eje
es la representación histórica de la territorialidad (Sánchez Rodríguez, 2006:
13). Esta idea obliga a profundizar sobre los contextos históricos de los pue-
blos, como elemento central de su definición.
En función de lo anterior, cabe preguntarse ¿cuál es la forma específica
en que los pueblos de hoy articulan y ordenan sus tiempos y sus espacios?; y
esta pregunta es pertinente porque las referencias al tiempo y al espacio no
sólo los van a diferenciar de otros espacios de la ciudad, sino son algo que
16 MA. ANA PORTAL ARIOSA Y LUCÍA ÁLVAREZ ENRÍQUEZ

también les permite distinguir sus especificidades frente a otros pueblos.


Entonces, ¿cómo concretar los conceptos de tiempo y espacio haciéndolos
operativos para los propósitos de esta investigación?
A partir de aquí se definieron cuatro planos para ordenar el material obte-
nido en campo: espacio social / territorio; historia / ritmos, todo ello en el or-
denamiento de la vida cotidiana. Estos planos pensados no como estancos
cerrados, sino a partir de sus interacciones y conexiones hacia adentro (al in-
terior del pueblo) y hacia fuera (en relación con la dinámica urbana). A partir
de ello se buscó generar procesos relativamente homogéneos que permitieran
hacer ejercicios de comparación entre los pueblos elegidos para esta investiga-
ción, observando aquellas variables constantes y aquellas cambiantes.
Fue en ese marco en que realizó una revisión de las primeras definiciones
de pueblo originario, reenfocándolas desde la perspectiva temporo espacial.
Como parte de la discusión interna del proyecto se realizaron diversos
ejercicios reflexivos que generaron documentos de discusión interna. En ese
marco, Iván Gomezcésar (2010) formuló una propuesta de definición de
pueblo originario en el contexto de la discusión de la recientemente elabora-
da "Ley Indígena y de Pueblos Originarios de la ciudad de México". A partir
de su reflexión se distinguen cuatro aspectos definitorios de los pueblos ori-
ginarios en torno a los cuales es posible articular los planos antes propuestos
y vislumbrar algunas de sus características nodales, utilizando los ejes de
tiempo y espacio como parámetros de reflexión:

1. Tienen como base un conjunto de familias autoidentificadas como


originarias; esto se expresa en la predominancia de algunos apellidos
que son claramente identificables.

Es decir, tienen una historia que parte de las redes de parentesco, que se
constituye en una suerte de mito de origen y que permea la organización
territorial (ya que generalmente los originarios ocupan las partes centrales
del pueblo). Esta es una diferencia fundamental frente a otros espacios urba-
nos en donde el parentesco no tiene una función fundacional. El parentesco
se constituye en parte del espacio social y del territorio. Lo cual nos lleva a
que:

2. Poseen un territorio en el que se distinguen espacios de uso comuni-


tario y para desarrollar la vida ritual. Una parte de los pueblos poseen
terrenos agrícolas o forestales en forma de ejidos, propiedad privada o
comunidad agraria y por tanto su noción de territorio es clara. Pero
PUEBLOS URBANOS • 17

incluso en aquellos pueblos que han perdido sus terrenos y han queda-
do reducidos a medios urbanos, existe una idea de espacio originario,
en el que se identifica un centro y otros espacios comunitarios, entre
los que las más de las veces se cuenta la iglesia o capilla, la plaza, el
mercado y el panteón.

Aquí el territorio está ordenado a partir de visiones de mundo específicas


-en donde se mezclan no sólo lo prehispánico con lo colonial, sino también
elementos contemporáneos característicos de la llamada modernidad- gene-
rando un patrón de asentamiento urbano particular.

3. Su continuidad está basada en formas de organización comunitaria y


un sistema festivo, que tiene como elemento central un santo o santa
patrona. En el sistema festivo pueden apreciarse elementos culturales
de origen mesoamericano, colonial y una permanente capacidad de
adaptación a las nuevas influencias culturales de su entorno, que no
se reducen a los elementos religiosos.

Espacio y organización están totalmente articulados. La fragmentación


de los espacios y de la vida social, característicos de muchos de los espacios
urbanos, para el caso de los pueblos adquiere una dinámica diferente. El terri-
torio es ritmado por la organización festiva, la cual no es un apartado de la
vida (un momento de excepción) sino es la vida misma.

4. Las festividades religiosas y cívicas cumplen la función de generar li-


derazgos en torno a los nombrados para ejercer los cargos, y para el
colectivo es el medio para refrendar la pertenencia al pueblo, contribu-
yendo a la continuidad de las identidades locales. El santo patrón y
otras deidades son la base a partir de las cuales se establecen nexos
duraderos con otros pueblos.

En este punto se vislumbra la dimensión política de lo antes dicho: el


poder no sólo atraviesa la vida social sino que se articula a las estructuras
tradicionales (al sistema de cargos) al mismo tiempo que se articula a las
instancias del régimen político y de la ciudad. Dicho de otra manera, las estru-
cutras de poder pasan por las redes de parentesco, constituyéndole en un
rasgo particular del poder local. Esto genera una concepción diferente del
mismo y una lógica de gobierno distinta en donde lo comunitario prevalece
sobre lo individual y la estructura de parentesco obliga a una lógica que po-
18 • MA. ANA PORTAL ARIOSA Y LUCÍA ÁLVAREZ ENRÍQUEZ

dríamos llamar de "cara a cara" y procesos de rendición de cuentas en donde


se juega mucho más que un puesto: el prestigio, la pertenencia, el reconoci-
miento.
Recapitulando sobre lo antes expuesto, consideramos que es necesario
repensar y distinguir el concepto de pueblo originario en dos sentidos: como
concepto teórico y como propuesta política.
Como propuesta política tiene su propia agenda cuyo resultado más visi-
ble hasta ahora es la Ley Indígena y de Pueblos Originarios de la ciudad de
México, y el reconocimiento de estos pueblos en la reforma más reciente de la
Ley de Participación ciudadana. Aquí el uso de la noción de "originario" ad-
quiere sentido en la medida en que se reclama un territorio, recursos, reco-
nocimiento y visibilidad frente a las instancias gubernamentales de la ciu-
dad.
Como concepto teórico, que tendencialmente ha sido construido desde
la mirada esencialista, como se señaló antes, presenta algunos problemas.
De ellos, el que resulta más difícil de resolver es el que nos ubica en un es-
cenario en donde se favorece la comprensión "cerrada" de pueblo originario.
Esta tendencia no sólo dificulta la construcción analítica de las redes y las
interconexiones entre los espacios urbanos, sino que nos impide compren-
der las cambiantes dinámicas políticas y sociales a su interior, así como los
procesos históricos que han conformado las profundas diferencias entre pue-
blos de la misma ciudad. Es decir, impide ver el cambio, el conflicto y las
transformaciones, así como los vínculos con lo urbano.
El término mismo de originario contiene aspectos esenciales o esencia-
listas de la identidad ya que implica procesos de autenticidad, imposibles de
resolver y que conducen a preguntas tales cómo ¿desde dónde se construye
esa autenticidad?, ¿quiénes son los depositarios de ésta?, ¿desde dónde y
cuándo se determina el origen?
Como investigadores es necesario tomar distancia de este proceso para
ubicarlo en otra dimensión, como parte de los fenómenos urbanos. Sin em-
bargo, no se puede hacer caso omiso de su existencia política, ideológica y
simbólica. Si políticamente constituye una realidad social es necesario con-
siderarlo y atenderlo. Pero, ¿cómo redimensionarlo para romper con la idea
esencialista que conlleva el mismo término de "originario"?
Una posibilidad es acudiendo al concepto de identidad, en la medida en
que entendemos lo "originario" como parte de las identificaciones que los
pueblos hacen sobre sí mismos. Se trata del reconocimiento de un punto de
partida colectivo que les permite resignificar el pasado y que se constituye en
una identificación social a través de la cual reconocen su pertenencia y asu-
PUEBLOS URBANOS • 19

men un lugar en el mundo, al tiempo que son reconocidos por otros en ese
lugar. Es pues una práctica de espaciación.
Cabe señalar que este concepto de originario no se contrapone al de ur-
bano. Los pueblos originarios son preexistentes a la condición urbana actual,
de allí que son considerados sin duda como originarios. Sin embargo, hasta
mediados del siglo xx se desarrollaron también en una dimensión rural. La
transformación de fondo se da a partir de la relación contemporánea con la
ciudad. Si bien lo que les da identidad es el vínculo con la tierra, esta tierra
cambia de sentido convirtiéndose en lugares, que muchas veces pasan a ser
lugares urbanos. Lo anterior nos llevó a preguntarnos si una característica
del pueblo es entonces lo rural. Al respecto consideramos que:

a. La relación de los pueblos con la ciudad no se da sólo por la urbani-


zación.7
b. La connotación de ciudad igual a moderno, y pueblo igual a rural no
opera de manera absoluta. Aquí no se entiende lo rural como lo opues-
to a lo urbano, se refiere a procesos tales como tipo de actividades
económicas, la introducción de los servicios y la transformación de la
vivienda, entre otros.
c. El crecimiento de la ciudad no implicó sólo la incorporación de los
pueblos de manera pasiva, es decir, se desarrollaron diversas estrate-
gias de inserción.
d. También es necesario tomar en cuenta la dinámica del crecimiento
interno de los pueblos y sus necesidades específicas. El proceso urbano in-
terno no es necesariamente urbanización.

Ahora bien, es importante tener presente el contexto en el que se gene-


ran estos procesos identitarios, la ciudad de México; de ahí que no estemos
hablando entonces de cualquier proceso identitario, sino de procesos ancla-
dos histórica, económica y culturalmente en la vida urbana. Es decir, en territorios
históricamente construidos y apropiados con relación a procesos urbanos
específicos, lo que les otorga formas particulares de entender, ordenar y sig-
nificar los tiempos y espacios sociales. Esto condujo a considerar y proponer

7
Es importante distinguir entre lo urbano y la urbanización. Lo urbano se refiere a los
procesos internos que vinculan actividades propias del pueblo con prácticas citadinas, mien-
tras que la urbanización se refiere a aquellos indicadores que dan cuenta de actividades eco-
nómicas de mejoramiento de los niveles de bienestar y de la vivienda e inmuebles del pueblo,
consolidación de las vías de comunicación, etcétera.
20 • MA. ANA PORTAL ARIOSA Y LUCÍA ÁLVAREZ ENRÍQUEZ

la utilidad y pertinencia de hablar entonces de pueblos urbanos, definidos


éstos no a partir de rasgos inamovibles, sino de procesos identitarios en
construcción continua, en movimiento, que se insertan en los procesos de la
ciudad.
Al identificar la inserción de los pueblos en la ciudad, surge de inmedia-
to el tema de la pertenencia y la problemática de la construcción de ésta en
el contexto de la ciudad. En este sentido, el ordenamiento temporo/espacial
es uno de los fundamentos de la cultura porque implica la construcción de
las formas de pertenencia y conlleva la delimitación del adentro y del afuera,
de las fronteras simbólicas de adscripción: es decir, los procesos identitarios.
De aquí que se considerara necesario abordar además de la dimensión polí-
tica de la pertenecía, que implica la condición de ciudadanía, la dimensión
cultural, que supone la condición de identidad. Es desde la identidad como
se define el concepto de pueblo urbano, ya que es una categoría que permite
hacer operativos los elementos constitutivos de la ciudadanía.

ACERCA DE LA IDENTIDAD

El concepto de identidad se integró como un tema eje de la discusión, dado


que existen diversos mecanismos mediante los cuales los pueblos urbanos se
construyen a sí mismos y se distinguen tanto de otros pueblos como de otros
espacios de la ciudad. Pero, ¿qué implicaciones metodológicas y teóricas ten-
dría esta propuesta? ¿Desde qué perspectiva trabajar un concepto tan com-
plejo y discutido como el de identidad?
En este sentido, es importante puntualizar brevemente el concepto de
identidad, como uno de los rasgos distintivos de los pueblos. Se parte de la
idea de que la identidad refiere a un constante proceso de identificaciones
que reproduce un grupo social a partir de sus experiencias históricas. Es un
proceso que se recrea permanentemente a partir de prácticas culturalmente
determinadas y que tiene que ver con tres aspectos centrales:

1. La permanencia en el tiempo: es decir, los mecanismos y estrategias


culturales que garantizan la supervivencia, individual y colectiva.
2. La distinción: que se refiere a los procesos de diferenciación frente a
otros.
3. La adscripción: mediante la cual, una vez diferenciadas, las colectivi-
dades se asumen como parte de un determinado grupo social y con un
territorio con el que se identifican.
PUEBLOS URBANOS • 21

La identidad no es un objeto, ni un conjunto de rasgos predeterminados,


como una fotografía que queda grabada de manera permanente. Es un proce-
so cambiante, que se recrea a través de la memoria de individuos y grupos, y
es siempre relativo: los individuos nos definimos -en lo individual como en
lo colectivo- con relación al afuera, en contraste y oposición a otros, y en cir-
cunstancias específicas.
Se trata de un concepto que tiene que ver con la idea de unidad -sin la
cual no puede pensarse ningún proceso identitario- pero de una unidad "re-
lativa" que se descompone y se recompone de manera continua en, por lo
menos, dos ejes: el que vincula lo individual a lo colectivo y el que vincula la
estabilidad al cambio.
En este sentido, el proceso identitario se gesta siempre en dos planos:

• Plano individual (que siempre será nuestro inevitable punto de parti-


da) que es el de la identidad como experiencia, como vivencia corporal,
la cual se construye desde nuestra individualidad.
• Plano social, colectivo, que implica la memoria como construcción
social, a partir de un marco cultural particular, en donde se encuen-
tran inmersos los sujetos.

A través de esta reproducción en dos planos -distinguibles pero total-


mente imbrincados- grupos e individuos garantizan la permanencia en el
tiempo, la generación de identificaciones culturalmente determinadas y con
ello la adscripción. Finalmente, a partir de esa adscripción se produce la di-
ferenciación frente a otros.
Ahora bien, para el análisis de la identidad es fundamental el concepto
de identificación. La identidad social se recrea a partir de la forma concreta
en que las colectividades se construyen, se recrean y se apropian de las iden-
tificaciones sociales. (Portal, 1997). Es a partir de ellas como los sujetos re-
conocen sus semejanzas con los miembros de su grupo, al tiempo que se
distinguen de los sujetos de otros grupos; se construyen así a partir de un
doble movimiento: de "adentro" hacia "afuera" y de "afuera" hacia "aden-
tro", en razón de la capacidad de interpelación que tengan "adentro" los
significados gestados "afuera".
Estas identificaciones conformadas a partir de experiencias concretas
históricamente determinadas varían en el tiempo. Esto se traduce en pre-
guntas tales como: ¿cómo me ven los otros? ¿de qué manera me nombran?;
y de esas identificaciones ¿con cuáles me quedo o cuáles de ésas influyen en
la manera en que me miro a mí mismo y cómo me considero en relación al
22 • MA. ANA PORTAL ARIOSA Y LUCÍA ÁLVAREZ ENRÍQUEZ

grupo social? Es en este sentido que definimos la identidad como un "proce-


so de identificaciones históricamente apropiadas que le confieren sentido a
un grupo social y le dan estructura significativa para asumirse como unidad"
(Aguado/Portal, 1992 :47).
La capacidad de autoidentificación y de apropiación de las identificacio-
nes ajenas se gesta en un proceso histórico en el cual el grupo se autodefine
y es definido por otros en contextos sociales y culturales específicos, muchas
de las veces anclados a territorios concretos, de tal suerte que a partir de es-
tas identificaciones se van conformando los sujetos sociales y se van incor-
porando los cambios.
Estos procesos de identificación social son procesos ideológicos, es decir,
que se realizan en prácticas sociales. Las identificaciones se constituyen en
evidencias sociales al ser apropiadas grupalmente y en este proceso se con-
vierten en parte constitutiva de la ideología y de la cultura.8
En este contexto, la identidad se construye en lo concreto, y requiere de
procesos selectivos. No la podemos pensar como algo definible de una vez y
para siempre: se define en momentos históricos específicos a partir de prác-
ticas concretas.
Si esto es así, hay que reflexionar en torno a ¿cuáles son las identificacio-
nes sociales que distinguen a los pueblos de la ciudad? ¿A partir de qué ejes
históricos construyen su pertenencia? ¿Cómo se transforman éstas en el
tiempo? ¿Cómo se anclan al espacio?
Se puede pensar pensar que la primera identificación que los define es la
idea de pueblo. El origen está amarrado al lugar -simbólico y real- que es
más que un territorio: es el espacio social en donde se tejen todas las relacio-
nes sociales.
Como construcción identitaria -en movimiento- en la definición de
pueblo encontramos más que tiempos cronológicos, tiempos cíclicos, regu-
lados por el ciclo festivo, a partir de la idea contrastante del antes y el ahora.
Esto no quiere decir que no haya la noción de historia -con su consecuente
cronología- sino que el énfasis está dado en el mareaje del ciclo ritual que
ordena la vida y le da sentido.

8
En el libro Identidad, ideología y ritual se desarrolla ampliamente el concepto de eviden-
cia ideológica, la cual, en síntesis, proponemos como: "... una unidad inseparable en donde
entran en juego lo somático y lo cultural, que si bien se nutren de la experiencia inmediata,
la transforma en una representación para los individuos de dicha cultura ya que es útil para la
acción sin ser explicativa del fenómeno" (Aguado/Portal, 1992).
PUEBLOS URBANOS • 23

El pueblo representa igualmente el origen, el punto de partida. Allí tam-


bién encontramos movimiento. El origen es referencia de momentos distin-
tos e imbricados: lo prehispánico, lo colonial, lo contemporáneo.
Pero la pertenencia se delimita también a partir de la noción de parien-
tes. Se es en función del territorio, pero fundamentalmente en función de las
familias que lo pueblan. Las relaciones de parentesco le dan solidez y estruc-
tura a la organización social, lo cual les provee de una columna vertebral
sólida a partir de lo cual tejen sus redes hacia fuera y hacia adentro.
Los ejes territorio/parentesco/sistema ritual, genera formas específicas de
organización, representación y participación atravesadas por el plano político.
Es desde allí desde donde se construyen los derechos y obligaciones bajo la
lógica de la reciprocidad y las necesidades de la comunidad. Esta conciencia de
lo colectivo, de lo comunitario, es incomprensible sin los ejes anteriores.
Todo ello se materializa a través de prácticas cotidianas que se constitu-
yen en estrategias culturales, que garantizan la permanencia en el tiempo
-de generación en generación- y generan referentes concretos que les permi-
ten distinguirse de otros y reconocer su lugar en el mundo.
La identidad en tanto proceso en movimiento, favorece romper las esen-
cias, para comprender los constrastes y las redes que a partir de ellos se
construyen.

REFLEXIÓN FINAL

Los hallazgos durante este proceso de investigación llevaron a cuestionar el


bagage teórico inicial y a reconceptualizar los puntos de partida. Un elemen-
to sustantivo en este proceso lo constituyó la interdiscicplina que modificó
las miradas disciplinarias -histórica, antropológica, sociológica, socio territo-
rial y política- de cada uno de los participantes. La interdisciplina permitió
observar el fenómeno de estudio desde una dimensión múltiple e integral y
a replantearnos tanto la manera en que se concibió el problema inicialmente
como la posibilidad de incorporar nuevos elementos analíticos. Un ejemplo
de ello fue la ampliación de la dimensión territorial hacia aspectos tales
como las fronteras físicas y simbólicas, la mirada de región, las formas de
propiedad y tenencia de la tierra, más complejas y profundas de lo que se
consideró en un inicio.
Otros aspectos relevantes, fueron el cuestionamiento de las nociones pre-
vias iniciales en su dimensión atemporal y transespacial, así como la com-
prensión de las tensiones y dinámicas en las redes sociales entre pueblos y
24 • MA. ANA PORTAL ARIOSA Y LUCÍA ÁLVAREZ ENRÍQUEZ

ciudades y la manera en que éstas se construyen. De igual manera, resultó


importante poder marcar y explicar la diferencia entre lo urbano y la urbaniza-
ción, que tendencialmente se han entendido como expresiones equivalentes.
Desde luego hubo preguntas que no se consiguieron responder a cabalidad
y se identificaron aspectos que sin duda requieren continuarse trabajando;
particularmente el referente a la visión esencialista en torno al concepto de
pueblos originarios y el que refiere a la tensión entre lo rural y lo urbano.
Entre otras, queda pendiente una tarea central: la elaboración de una
propuesta de tipología de los pueblos urbanos que permita a los estudiosos
del tema encontrar elementos de contraste y comparación, con un marco
teórico desde donde sustentarla.
Finalmente, resulta importante plantear la necesidad de la realización de
un censo, que permita profundizar sobre el número de pueblos realmente
existentes en la ciudad de México y el número de habitantes que congregan
en conjunto, para comprender cabalmente su peso demográfico y su valor
político y cultural en el contexto de la ciudad capital.

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PUEBLOS URBANOS • 25

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Capítulo 2

LOS PUEBLOS DEL DISTRITO FEDERAL,


UNA RECONSTRUCCIÓN TERRITORIAL

MARÍA SOLEDAD CRUZ RODRÍGUEZ, ALEJANDRA MORENO,


LETICIA CRUZ RODRÍGUEZ Y MARISOL GUTIÉRREZ

EL POBLAMIENTO TRADICIONAL Y LA DIMENSIÓN TERRITORIAL


EN LA URBANIZACIÓN RECIENTE

Uno de los primeros problemas para explorar el papel de los pueblos en el terri-
torio metropolitano es el hecho de que las fuentes actuales que dan cuenta de
las características socio demográficas de la población urbana en la ciudad
de México no reconoce figuras de poblamiento como colonias, fraccionamien-
tos, barrios, pueblos, etcétera. Toda la información que se procesa y sistemati-
za el INEGI1 homologa toda la diversidad del poblamiento en las AGEB urbanas,2
que a fin de cuentas se convierten en una delimitación física arbitraria que
sólo da cuenta de la cantidad de población, sus características socioeconómi-
cas y de la superficie que se densifica en el crecimiento urbano.
Las características y diferencias de las formas de poblamiento de la ciu-
dad, desde la década de los ochenta, se han elaborado a partir de trabajos
realizados por investigadores urbanos interesados en este tema y por instan-
cias del gobierno de la ciudad dedicados a políticas urbanas de carácter social.
De esta manera, la configuración del territorio en la zona metropolitana de
la ciudad de México ha sido abordada fundamentalmente desde la investiga-
ción académica y de alguna manera ha sido retomada por instancias de go-
bierno, en las que el perfil social y político de sus intervenciones ha requeri-
do de elementos que expliquen la diversidad de intereses y de identidades
(barriales, de los pueblos, de las colonias) urbanas. Esta situación en el caso

'Instituto Nacional de Estadística Geografía e Informática.


2
La AGEB es la unidad que el INEGI define para contabilizar la población urbana del país.

27
28 • MA. SOLEDAD C, ALEJANDRA M., LETICIA C. Y MARISOL G.

de los pueblos ha dividido su presencia en el espacio urbano en torno a dos


dimensiones: la territorial y la relacionada con la histórica identitaria.3 Este
trabajo abordará fundamentalmente la parte territorial.
La premisa desde la dimensión territorial para estudiar el papel de los
pueblos esta constituida por los antecedentes prehispánicos y coloniales que
imponen sus rasgos en el proceso de metropolización de la ciudad de México
a partir de la mitad del siglo xx.

LOS PUEBLOS EN LA HISTORIA TERRITORIAL


DE LA ZONA METROPOLITANA DE LA CIUDAD DE MÉXICO

La presencia de los pueblos en el valle de México es un antecedente histórico


fundamental que marca las características del poblamiento de este territorio
una vez consumada la conquista. El eje organizador del poblamiento en la
Colonia inició con la separación entre ciudades para españoles y pueblos
de indios. Durante los siglos xvi, xvn y todavía hasta el xvm, este criterio de
segregación étnica determinó las zonas colonizadas por los españoles y la
reorganización territorial de las zonas más pobladas en aquel entonces. En
esta reorganización del poblamiento, los españoles retomaron algunas de las
formas que los antiguos mexicas habían utilizado para ejercer el dominio
político y tributario de los pueblos dominados en diferentes territorios.
En este contexto, se retoma el concepto de altepetl que había sido el eje
central de la organización de los pueblos en la época prehispánica. En térmi-
nos generales, el altepetl refería a un territorio constituido por varios compo-
nentes llamados calpullis y a un gobernante dinástico denominado tlaotani.
Se trataba de una figura de gobierno socioterritorial, ya que varios calpullis
(cuatro, seis, siete o hasta ocho) conformaban un altepetl. Cada calpulli te-
nía un gobernador y un origen étnico relacionado con un linaje, sin embargo
había un orden jerárquico relacionado con la importancia o el dominio de un
"tlatoani mayor". De esta manera aunque existían varios tlatoanis, siempre
había uno al que se subordinaban los demás; el tlatoani más importante era
el encargado de recoger el tributo y entregar la parte correspondiente a otro
3
Esta dimensión ha sido retomada fundamentalmente por antropólogos y politólogos que
han retomado la historia de los pueblos como eje central para explicar la sobrevivencia de
prácticas sociales comunitarias, que se reflejan en las fiestas religiosas, de inmuebles y plazas
con valor histórico, y de espacios en los que existen intereses políticos heterogéneos derivados
de las particularidades propias de la estructura de la población del pueblo (como la distinción
entre nativos y avecindados).
LOS PUEBLOS DEL DISTRITO FEDERAL • 29

tlatoani de mayor jerarquía, de otro altepetl. Se trataba de una organización


administrativa territorial, que respetaba la organización interna y los gober-
nantes de cada calpulli. Además consideraba una organización de la tenencia
de la tierra que garantizaba la propiedad del gobernante y las propiedades de
los calpullis para satisfacer las necesidades de la población y pagar el tributo.
En este sentido, a la llegada de los españoles la población indígena estaba
organizada en "altepetls complejos" con la organización ya referida (Lochart,
1999).
Es importante señalar, que para los indígenas esta forma de organización
político territorial no implicaba la referencia a la existencia de núcleos urba-
nos. Con la reorganización Colonial, los españoles tenían como referencia
inmediata la existencia de asentamientos humanos que se definían de acuer-
do al número de población que vivía en ella y se clasificaban en villas, ciuda-
des, aldeas. El altepetl es reconocido por ellos como una organización de
personas que domina un territorio y que definen como pueblo, y que por lo
tanto se diferencia de las ciudades y villas. Así la estructura territorial y de
gobierno de los altepetls se retomaron y se reconocieron como los pueblos
de indios. Un altepetl como cabecera se constituía por los ithuaüi (vecindades)
y calpulli (barrios) de un territorio que generalmente tenían algún origen
común. A lo largo de este periodo, a las subdivisiones de los pueblos indíge-
nas se les llamó barrios porque habían quedado fuera de la ciudad española;
estos barrios continuaron asignados a sus cabeceras [altepetl). Los españoles
definieron como "cabeceras" a los elementos que correspondían a los "alte-
petls mayores" y como "sujetos" a los que correspondían a los altepetls su-
bordinados denominados barrios o estancias (Gibson, 1967).
De esta manera, el poblamiento del territorio de México quedaría deter-
minado por: la conformación de núcleos de población urbana definidos de
acuerdo a las legislaciones españolas tradicionales y la población "rural"
constituida por los pueblos de indios. Estos últimos lograron mantener su
estructura relacionada con el linaje, la organización jerárquica de diferentes
gobernantes (también denominados caciques) y la "relativa autonomía" del
manejo de los recursos proporcionados por la corona española (tierras de los
pueblos) para pagar los tributos. En suma, para algunos historiadores se tra¿
ta de la formación de dos repúblicas: la española (concretizada en el territo^
rio en ciudades y villas) y la indígena, constituida por los pueblos [altepetls)
(Cruz, 1991).
Durante los tres siglos coloniales esta organización de pueblos se man-
tuvo con algunos cambios. En el siglo xvr prácticamente se mantuvo el pa-
trón de distribución territorial de la población indígena, y la organización del
30 • MA. SOLEDAD C, ALEJANDRA M., LETICIA C. Y MARISOL G.

altepetl permaneció en tanto se logró traducir en términos administrativos


la jerarquía de los diferentes gobernantes de los pueblos. En el siglo XVII la
drástica disminución de la población indígena intensifica la política españo-
la de congregaciones,4 cuestión que genera la desaparición de altepetls y la
concentración de la población en otros pueblos. Este proceso determinó el
reforzamiento de las cabeceras, para lo cual se dieron nuevos criterios para
diferenciarla de manera sustancial de sus "sujetos". Es importante mencio-
nar que este sistema de cabeceras y sujetos fue retomado por la Iglesia para
fortalecer la labor de evangelización de los indígenas. Así se introducen una
serie de elementos que dieron paso a una transformación del espacio del
pueblo cabecera, como la construcción de mercados, iglesias, plazas, traza
inicial cuadrangular, etcétera Estos cambios espaciales así como la estabili-
zación y recuperación demográfica de la población indígena, con el paso del
tiempo, ya en el último siglo colonial, llevó a que también los pueblos se
definieran en función del número de población residente, cuestión que des-
plazó el concepto socio territorial del altepetl.
Para terminar con este breve recorrido del periodo colonial, es importan-
te resaltar que los pueblos de indios tuvieron tierras que podían ser dedica-
das al cultivo, al pastoreo o a los usos comunes de la población (corno la re-
colección de carbón entre otras cosas). La estructura de la propiedad de los
pueblos no se basó en la propiedad individual sino en una propiedad "comu-
nal" ya que la gestión, uso y posesión de las mismas radicaba en el núcleo
denominado pueblo. De esta manera, la propiedad de la tierra también se
vinculó con los elementos políticos del altepetl y con las prácticas comuni-
tarias tradicionales en los pueblos de indios.
Por otra parte, también es necesario llamar la atención sobre la organiza-
ción territorial de esta época que tuvo como eje vertebral la separación tajan-
te entre las ciudades como núcleos urbanos y la población indígena organi-
zada en cabeceras y sujetos. Ambos con leyes diferentes y con formas de
gestión administrativa relacionadas, en el primer caso, con el gobierno de las
ciudades y, en el segundo, con la recaudación eficiente de los tributos indíge-
nas, pero que reconocía la autonomía de la administración de los pueblos.
Hacia el siglo xvm con la consolidación de las haciendas y ranchos aparecen
nuevos pueblos que no tendrán relación alguna con el altepetl originario.

4
Ante la radical disminución de la población indígena hacia el siglo xvn, la Corona espa-
ñola realiza una política de poblamiento tendiente a "congregar" a los indios que habían so-
brevivido en un solo pueblo. Esto determinó una movilidad importante de la población indí-
gena, la desaparición de pueblos y tierras, y la consolidación de otros.
LOS PUEBLOS DEL DISTRITO FEDERAL • 31

LA PÉRDIDA DE LA AUTONOMÍA DE LOS PUEBLOS


Y LOS CAMBIOS TERRITORIALES

El siglo XIX y la construcción de una nación independiente inició con una cla-
ra ofensiva contra los pueblos y sus tierras. La derogación de la República de
indios y la reorganización política administrativa del territorio en torno al
municipio transformó de manera radical la situación de los pueblos. La igual-
dad de derechos políticos entre españoles e indios significó la incorporación de
los pueblos a las reglamentaciones político-administrativas que se generaron
en torno a la construcción de la República. En este sentido, la prohibición de
que las corporaciones (dentro de las cuales estaban consideradas los pueblos)
tuvieran propiedades implicó la pérdida de gran parte de las tierras de los pue-
blos, sólo lograron mantener aquellas que correspondían al fundo legal del
pueblo. Algunos pueblos dividieron sus tierras en propiedades individuales y
lograron mantenerlas (como en el caso del pueblo de Los Reyes la Paz en el
Estado de México, y de Santo Tomás Chiconautla en Ecatepec), sin embargo
esta estrategia no se generalizó, por lo que prácticamente se despojó a los an-
tiguos pueblos de indios de sus tierras (Cruz, 2001).
Además de la pérdida de las tierras de los pueblos, otro elemento importan-
te que desarticuló los vínculos entre los pueblos fue la reorganización político-
administrativa. Si bien al final del periodo colonial el declive de la organización
cabecera-sujetos era un hecho, la relación de prácticas sociales comunes (en
torno a las fiestas religiosas, y la "gestión comunitaria de los bienes del pueblo")
y la vinculación territorial entre los pueblos era inegable. Con la organización
municipal como célula de la organización política adniinistrativa se inician una
serie de cambios en la delimitación territorial que trastornaron los vínculos es-
tablecidos por los pueblos durante siglos. Si bien se mantiene la figura de cabe-
cera, y algunos pueblos obtienen esta categoría (de hecho hay vestigios de algu-
nos pueblos que logran convertirse en municipios) (Lira, 1983; Mora, 2007),
ésta asume una serie de tareas administrativas y de centros de actividad comer-
cial importante. Los pueblos son considerados en tanto que forman parte de un
territorio municipal en el que tienen que pagar impuestos y formar parte de los
diferentes niveles de la estructura política que va del gobierno central, al estatal
y al local; y si todavía fueran propietarios de tierras, estas pasaban directamente
a formar parte de las propiedades municipales (Lira, 1983).
En el caso del Distrito Federal hubo otro tipo de cambios, la creación
territorial de un Distrito que albergara al gobierno central de la República
implicó cambios de delimitación territorial y de pertenencia para los pue-
blos. La definición de los límites tuvo cambios importantes desde su crea-
32 • MA. SOLEDAD C, ALEJANDRA M., LETICIA C. Y MARISOL G.

ción en 1828 hasta la definitiva en 1898 e involucró los territorios de los


estados de México y Morelos. Esto implicó que muchos pueblos que habían esta-
do ubicados en el Estado de México pasaran a la jurisdicción del Distrito
Federal (Mora, 2007). Además de la indefinición territorial del Distrito Fede-
ral en este periodo, la organización política administrativa tuvo muchos
vaivenes relacionados directamente con las vicisitudes de la organización
política del país. En estos años existieron diferentes modalidades de organi-
zación del territorio, se crearon departamentos, después distritos, prefectu-
ras, municipalidades. El periodo es confuso y la historia está por hacerse
(Herrera, 2000).
De manera aparente esto sólo significaba para los pueblos el pago de im-
puestos y contribuciones en otro territorio. Sin embargo, dado las relaciones,
redes y prácticas sociales y culturales de los pueblos generadas durante siglos
en torno a la figura cabeceras-sujetos, esto no fue asimilado durante mucho
tiempo.
El mismo proceso sucedió al interior del Distrito Federal cuando de la
delimitación de las municipalidades que prevaleció durante el siglo xix hasta
1928, se pasó a la creación de las delegaciones, con límites muy distintos a
las municipalidades precedentes. Esto, de igual manera que en el caso ante-
rior, provocó que pueblos cabecera que pertenecían a la municipalidad de
Coyoacán pasaran a la delegación Iztapalapa (como Culhuacán), o de perte-
necer a Xochimilco al otro día estuvieran en Milpa Alta. Otro tipo de casos
fue cuando algunos barrios que se relacionaban con pueblos cabecera fueron
separados de manera artificial por la delimitación territorial. Con el creci-
miento del área urbana y de los mismos pueblos, estos cambios han genera-
do problemas referidos a los límites de tierras de los pueblos que trascienden
la delimitación física delegacional.
Otro de los cambios importantes del siglo xix fue el impulso dado en el
periodo porfirista a la centralización del poder político en la ciudad de Méxi-
co, cuestión que influyó de manera directa a que en este espacio se realizaran
importantes proyectos urbanísticos, electrificación e introducción de infra-
estructura urbana. Todo esto generó un importante ensanchamiento de la
urbe que se expresó en la aparición de nuevas colonias tanto para clases pu-
dientes como para los trabajadores que alimentaban a las nuevas industrias
ubicadas en la ciudad. Los linderos de la ciudad empiezan a alcanzar a los
pueblos circunvecinos, y al paisaje rústico se agregarán las nuevas construc-
ciones urbanas denominadas colonias, figura que aún no es muy utilizada en
esta época para referirse a la configuración de la ciudad (Cruz, 1994).
LOS PUEBLOS DEL DISTRITO FEDERAL • 33

LA DESAPARICIÓN VIRTUAL DE LOS PUEBLOS


EN EL TERRITORIO METROPOLITANO DE LA CIUDAD DE MÉXICO

Así, para fines del siglo XIX se cuenta con un poblamiento rústico en el que
la presencia de los pueblos, barrios, villas, ciudades, colonias, haciendas,
ranchos, etcétera, muestran la heterogeneidad del paisaje mayoritariamente
rural. Las poblaciones se distinguen sólo por el número de población, y por
la importancia administrativa de las cabeceras municipales. La carta coro-
gráfica de García Cubas elaborada en 1877 da cuenta de estas características
territoriales, de manera particular para el Distrito Federal. De hecho este
documento es de utilidad fundamental para la reconstrucción de los límites
territoriales de este territorio ya que para este año todavía no estaban total-
mente definidos. Las actuales delegaciones de Alvaro Obregón, Magdalena
Contreras, una proporción muy importante de Tlalpan, la región de los
Ajuscos, y una gran parte de Gustavo A. Madero, la cercana a la Sierra de
Guadalupe, eran parte del Estado de México. Hacia fines de este siglo, en
1899, se elaboró otra carta corográfica en la que los límites actuales del Dis-
trito Federal ya están definidos. Ambos documentos son de ayuda funda-
mental para rastrear y ubicar a los pueblos que formaban, y que aún son
parte, del territorio urbano del Distrito Federal.
Durante la primera mitad del siglo xx las definiciones de las categorías
del poblamiento que marcaba García Cubas se mantienen. Los pueblos se
consideran como parte del territorio del Distrito Federal y fuera de la ciudad
de México. La Ley de Organización Política y Municipal del Distrito Federal de
1903 reconoce 13 municipalidades, en las que se encuentran una ciudad,
colonias, ranchos, haciendas pueblos y poblados. La desaparición de las mu-
nicipalidades en el Distrito Federal en 1929 y la creación de las delegaciones
también incidieron en cambios territoriales en los pueblos. En algunos casos
las tierras quedaron en dos delegaciones limítrofes, en otros, antiguos barrios
fueron separados de sus pueblos (cabeceras iniciales).
De 1917 a 1940 algunos pueblos tendrán cambios importantes al ser con-
siderados como sujetos agrarios de dotación de tierras ejidales. En este periodo
una parte importante de los pueblos fueron dotados de tierras ejidales y en las
delegaciones del sur, en Tlalpan y Milpa Alta se ratifican terrenos comunales
(Cruz, 1994). Llama la atención que las tierras dotadas y ratificadas se locali-
zaron de acuerdo a los antiguos linderos y límites de las propiedades de los
pueblos y haciendas con antecedentes coloniales y del siglo XIX; de nuevo, las
delimitaciones político-territoriales (como son las delegaciones) no tuvieron
ninguna incidencia en la localization de los ejidos de los pueblos. Esto tam-
34 • MA. SOLEDAD C, ALEJANDRA M., LETICIA C. Y MARISOL G.

bien generó graves problemas, ya que las tierras ejidales de algunos pueblos
que se urbanizaron posteriormente se pueden encontrar en dos delegaciones
limítrofes e incluso hasta en algún municipio mexiquense.
Las leyes orgánicas del Distrito Federal hasta 1960, reconocieron un
territorio organizado en función de las formas del poblamiento rural y de la
propiedad agraria. Después de la reforma agraria desaparecen las haciendas
y aparecen los ejidos y las tierras comunales; y se mantendrán las colonias
como figura del poblamiento urbano. El Censo de 1960, reconoció la organi-
zación territorial de un México todavía rural. Se identifican ciudades que van
hasta más de 10,000 habitantes, pueblos y villas con población entre 500 y
10,000 habitantes y ranchos y rancherías inferiores a 500 habitantes.
La creciente urbanización y el proceso de metropolización de la ciudad
cambiará de manera radical la forma y categorías para describir y caracterizar
el poblamiento del territorio de la zona metropolitana del valle de México. El
Censo de 1970 es el último que da cuenta de un poblamiento heterogéneo y
diferenciado en el que se pueden encontrar todavía, pueblos, colonias, barrios,
etcétera. A partir de esta década, justo cuando se asume por las autoridades
federales que México es ya un país urbano, porque la mitad de su población
vivía en ciudades, desaparecen de la configuración territorial, en este caso
del Distrito Federal, la categoría de pueblo.
El proceso de urbanización y las características de la población urbana se
convierten en el eje rector del análisis del territorio y de su poblamiento. El
supuesto de esta nueva etapa se identificó en el análisis de la población des-
de la relación rural-urbana, concebida como un continuum cuyo fin se cons-
tituía en la inexorable urbanización del territorio y del poblamiento rural
(Unikel, 1976). De aquí que las categorías del poblamiento se redujeran a
considerar la cantidad de habitantes, la relación con el centro de la ciudad y
las actividades económicas. De esta manera ya no se hizo referencia a pue-
blos, colonias y barrios, sino a localidades y estas se definieron de la siguien-
te manera:

a) localidades rurales: menos de 5,000 habitantes;


b) localidades mixtas-rurales: entre 5 y 10,000 habitantes;
c) localidades mixtas urbanas: entre 10 y 15,000 habitantes,- y localida-
des urbanas: mayores a 15,000 habitantes (Cruz, 1994).

De 1980 hasta ahora, la metodología de conteo censal del INEGI tiene


como base la homologación de la población urbana a partir de las ageb, lo
que redujo aún más esta forma de dar cuenta de la relación de la población
LOS PUEBLOS DEL DISTRITO FEDERAL • 35

y el territorio urbano. Para 1990 se trabajó con AGEB, y dividió la contabilidad


de la población en localidades urbanas (definidas como aquellas que tienen
más de 2,500 habitantes) y rurales (menores a 2,500 habitantes).
La definición de los componentes del poblamiento y su relación con el
territorio quedan a cargo de las leyes orgánicas de los gobiernos locales, funda-
mentalmente municipales y en el caso que nos ocupa del Distrito Federal.
Son estas legislaciones donde se inicia el rastreo de la existencia de los pueblos.
Es importante hacer notar que si se quisiera realizar un análisis territorial de
la presencia de los pueblos en las últimas décadas; sería imposible hacerlo
con los datos censales de los últimos 30 años, es necesario reconstruir la
historia territorial de los pueblos a partir de las grandes líneas planteadas en
estas cuartillas.
En este sentido, en las siguientes partes del trabajo se realiza un análisis
de la configuración territorial de los pueblos en cuatro delegaciones: Cuaji-
malpa, Tláhuac, Coyoacán, Iztapalapa y Gustavo A. Madero. Los ejes cen-
trales para ordenar el estudio son los planteados arriba y en particular se
refieren a la diferenciación territorial entre pueblos de indios y ciudades es-
pañolas,- la relación diferenciada entre los pueblos cabeceras y sujetos, cues-
tión que incide en la traza interna de los pueblos y en la definición de cabe-
ceras municipales; las vicisitudes de los cambios en las delimitaciones
territoriales de las unidades político administrativas; el impacto de la refor-
ma agraria en la configuración de la propiedad de la tierra y el proceso de
urbanización; y, finalmente la incidencia de las particularidades del procesos
de urbanización y de la legislación político-administrativa del Distrito Fede-
ral en la organización territorial de los pueblos.
De esta manera se presenta para cada delegación una reconstrucción
histórica de su configuración territorial a partir de los pueblos, y se ejempli-
fica con el estudio de un pueblo las particularidades de su estructura interna
y de su relación con el proceso de urbanización. Para los casos de los pueblos
se trabajó con base en la información del Observatorio Urbano de la ciudad
de México (OCIM),5 con los datos históricos por localidades del INEGI y con
fotografías áreas del google earth digitalizadas a partir de la cartografía del
OCIM. Los casos de los pueblos que se presentan son los que se estudiaron
por el equipo de investigación de pueblos originarios.

5
E1 OCIM está conformado por un equipo de investigadores de la maestría en Planeación
y Políticas Metropolitanas en la UAM Azcapotzalco, que han trabajo desde hace ya varios años
en la conformación de Sistemas de Información Geográfica para la Zona Metropolitana de la
ciudad de México.
36 • MA. SOLEDAD C, ALEJANDRA M., LETICIA C. Y MARISOL G.

Mapa 1. Ubicación de los pueblos en el contexto del Distrito Federal

Fuente cartográfica: OCIM, 2005


Elaboración de María Alejandra Moreno Flores

LA HISTORIA TERRITORIAL DE LOS PUEBLOS

LA DELEGACIÓN CUAJIMALPA

En la Carta corográfica de 1877 Cuajimalpa ya era parte del territorio del


Distrito Federal, lo que ahora es la delegación Alvaro Obregón y Magdalena
Contreras eran parte del Estado de México.6 Para este año la entonces muni-
cipalidad de Cuajimalpa tenía una estructura de poblamiento relacionada
con el ámbito rural y estaba constituida por dos cabeceras de municipalidad
en pueblo, Cuajimalpa que es reconocido como el centro de población indí-
gena más antiguo (Cuauhximalpan [Gibson, 1967]), y Santa Fe, pueblo indígena
fundado bajo el auspicio de don. Vasco de Quiroga bajo el principio de "hos-
pital" como modelo de la vida cristiana en comunidad, su fundación data de
1531 (Kubler, 1982: 234-235). Además se identificaban tres pueblos: San

6
E1 territorio de estas dos delegaciones ya aparecen como parte del Distrito Federal en la
Carta corográfica de 1899 realizada por Manuel Fernández Leal.
LOS PUEBLOS DEL DISTRITO FEDERAL • 37

Pablo Chimalpa, San Bernabé y Acopilco; tres haciendas: Contadero, las


Maromas y la Venta; un rancho, el Tianguillo, y tres barrios: La Plaza, Tres
Cruces y El Calvario.
Para fines del siglo XIX, se integran al Distrito Federal los actuales terri-
torios de las delegaciones Alvaro Obregón y Magdalena Contreras, que eran
parte del Estado de México. Hacia 1929 Cuajimalpa deja de ser municipali-
dad y se transforma en delegación, lo que implicó también cambios en las
delimitaciones de las delegaciones. En estos años se presentan transforma-
ciones en la estructura del poblamiento relacionados con los cambios terri-
toriales y con el aumento de la población en algunos barrios que pertenecían
a otra unidad político administrativa.
Mapa 2. Cuajimalpa en la Carta corográfica de 1877

Fuente. Carta corográfica del Distrito Federal, 1877. La simbología se añadió al documento original
38 • MA. SOLEDAD C, ALEJANDRA M., LETICIA C. Y MARISOL G.

La reconstrucción del plano del poblamiento en 19007 indica la desapa-


rición como cabecera de Santa Fe y del pueblo de San Bernabé. No hay estu-
dios ni muchos datos sobre el porqué de esta transformación, como ya se
mencionó arriba la historia territorial de los pueblos en la ciudad de México
a partir del siglo XIX está por hacerse, así que sólo se pueden plantear algunas
hipótesis al respecto. En lo que se refiere a Santa Fe, el supuesto del que se
parte es que dejó de tener importancia como centro de población. Con res-
pecto al pueblo de San Bernabé, ubicado al sur de la delegación y muy cerca
de la actual delegación Magdalena Contreras, se puede suponer que con los
cambios en las delimitaciones municipales hacia fines del siglo XIX, dejó de
ser parte de Cuajimalpa.
Si bien desaparecen dos pueblos de la escena territorial, aparecen otros
dos: San Mateo Tlaltenango y Contadero. Con esto Cuajimalpa queda cons-
tituida por cinco pueblos: Cuajimalpa, Chimalpa, Acopilco, San Mateo y
Contadero. Para completar la estructura territorial se identifican ocho ran-
cherías, un rancho y los restos de la hacienda La Venta.
Para 1970 la estructura del poblamiento de la delegación aún mantiene
los rasgos generales del poblamiento tradicional, sin embargo ya se observan
indicadores de la creciente urbanización de ciudad de México. Aparece la fi-
gura de colonias, y el criterio de definición de un pueblo estuvo directamente
relacionado con el número de habitantes del lugar y ya no con su presencia
territorial en el pasado. De esta manera, para la década que nos ocupa, Cua-
jimalpa tenía cuatro colonias, cinco pueblos, trece rancherías y un rancho. Es
importante hacer notar que en este caso las colonias no se refieren a asenta-
mientos urbanos, tal como los conocemos ahora, se trata de colonias cam-
pestres en las que los habitantes pudientes de la ciudad de México pasaban
los fines de semanas en el amable paisaje forestal y campirano que predomi-
naba en esta época en la delegación.
Aquí es importante hacer un alto para señalar las diferencias de origen
que existen entre los pueblos que conformaron la estructura territorial de la
delegación Cuajimalpa hasta 1970. Se trata de cinco pueblos, uno, Cuaji-
malpa, con antecedentes históricos muy claros de su importancia como
"cabecera", lo que se expresó a través del tiempo en ubicarla como centro de
los servicios político-administrativos de la delegación. Su traza original se
mantiene y se caracteriza por la importancia de la construcción de su iglesia,
la plaza y la ubicación de los edificios que atienden los servicios públicos y
administrativos. A la cabecera se unen dos pueblos con antecedentes histó-
7
Archivo histórico de localidades del INEGI.
LOS PUEBLOS DEL DISTRITO FEDERAL • 39

ricos de sujetos desde la colonia San Lorenzo Acopilco y Chimalpa, por lo


tanto siempre fueron reconocidos como pueblos de origen indígena.
A los pueblos anteriores se agrega el caso de San Mateo Tlaltenango,
también reconocido como pueblo indígena, pero que no formaba parte de las
relaciones territoriales del Distrito Federal por lo menos hasta el siglo XIX,
prácticamente se incorpora a la historia del territorio defeño en el siglo xx.
El pueblo estaba localizado en el Estado de México, después en las delegaciones
Magdalena Contreras y Alvaro Obregón8 y finalmente queda en Cuajimalpa.
Tal parece que el pueblo tenía relaciones conflictivas con el pueblo de Santa
Rosa Xochiac, que en el siglo XIX pertenecía al Estado de México y para el
siglo xx ya es parte de Alvaro Obregón. Ambos poblados presentan conflictos
referentes a los límites de las tierras de los pueblos, inicialmente esto podría
tener su explicación en el hecho de que San Mateo posiblemente era barrio
de Santa Rosa en el siglo XIX, por lo que con la separación política territorial
y con el aumento de su población, seguramente logró independizarse y con-
vertirse en pueblo.9
El pueblo de Contadero es un caso distinto a los anteriores, sus antece-
dentes no son de un poblamiento indígena, en la Carta corográfica de 1877
se identifica como un poblamiento relacionado con un rancho, que con el
paso del tiempo se convirtió en un centro de población y se le denominó
pueblo. De los cinco pueblos reconocidos en Cuajimalpa fue el que tuvo me-
nos habitantes (en 1900 contaba con 225 habitantes, mientras que Acopilco
tenía 1,794).10 Con el paso del tiempo la población creció de manera impor-
tante debido en gran medida al crecimiento de la ciudad y al poblamiento del
lugar por habitantes urbanos que construyeron sus casas campestres, así,
entre 1950 y 1960 pasó de 950 habitantes a 1,686, lo que representó un
incremento poblacional del 77 por ciento.
La Ley Orgánica del Distrito Federal del 20 de diciembre de 1970 modi-
ficó de manera importante la percepción del poblamiento tradicional de la
delegación. Esta ley omite todos los referentes del poblamiento rural, barrios,
rancherías. Como un efecto de la ley referida, los pueblos de Cuajimalpa
dejan de considerarse como una categoría de definición de la estructura del
poblamiento y se conurba a todos los pueblos existentes, a excepción de Lo-

"Recordemos que en esta época las delimitaciones de las delegaciones cambian constan-
temente y sus territorios se redeflnen, lo que da paso a nuevas delegaciones.
9
Datos obtenidos del archivo histórico de las localidades de INEGI y de algunas entrevistas
realizadas con pobladores de los pueblos.
'"Archivo histórico de las localidades de INEGI.
40 • MA. SOLEDAD C, ALEJANDRA M., LETICIA C. Y MARISOL G.

renzo Acopilco, al pueblo de Cuajimalpa. Con esto desaparecieron de la


geografía territorial de la delegación, y en su conjunto del Distrito Federal,
la figura de pueblo11 y aquellas relacionadas con los barrios, rancherías, etcétera.
Este hecho redujo de plumazo el poblamiento rural tradicional y promovió
la centralización y crecimiento urbano en torno al pueblo de Cuajimalpa,
que se consolidó como el centro urbano y administrativo de la delegación
(Cruz y Moreno, 2007).

Mapa 3. Cuajimalpa y los pueblos en 1970

Fuente cartográfica, OCIM, 2005


Elaboración: María Alejandra Moreno Flores

La conurbación de los pueblos incluyó a localidades rurales con catego-


rías de ranchos, rancherías, lo que implicó por una parte, el no reconoci-
miento de la existencia territorial de los poblados con características tradi-
cionales. Es importante resaltar que dicha conurbación no fue física, sino
que simplemente se sumó la población de las localidades desaparecidas (que
por cierto no todas colindaban con Cuajimalpa) a la cabecera administrativa.
Un efecto de lo anterior también fue la transición inmediata de las comuni-

n
La que sólo se retomará por el Gobierno del Distrito Federal para efectos de la política
social.
LOS PUEBLOS DEL DISTRITO FEDERAL • 41

dades rurales a localidades urbanas sólo por haber aumentado el número de


su población.
A finales de los años setenta, la delegación tenía una significativa urba-
nización caracterizada por:

1) Áreas dedicadas a sectores sociales altos, éstas se concentraban en desa-


rrollos de vivienda residencial en torno a la cabecera delegacional,
Contadero y el fraccionamiento Vista Hermosa,-
2) Por un poblamiento importante en los pueblos y
3) Por zonas aisladas en las que todavía el crecimiento urbano no era tan
evidente y en las que existían poblamientos pequeños con característi-
cas rurales.

Las actividades económicas se realizaban alrededor de la cabecera del


pueblo de Cuajimalpa, existía poca relación con otras delegaciones urbanas
y su perfil se centraba en las necesidades locales de la población que se con-
centraba fundamentalmente en los pueblos de Contadero y San Mateo Tlal-
tenango.
Este panorama se transformará hacia la última década del siglo xx. Las
grandes inversiones realizadas para refuncionalizar la delegación a partir de
la realización del macroproyecto Santa Fe, a mediados de los años ochenta,
determinaron en los albores del siglo xxi la aparición de un patrón de urba-
nización y poblamiento totalmente diferente al que históricamente la dele-
gación había tenido. El paradigma de la construcción de espacios globales a
partir de la generación de grandes mails comerciales y de conglomerados de
edificios corporativos y residenciales de alto nivel se impuso al poblamiento
tradicional y a la herencia territorial de los pueblos.
De esta manera, a partir de 1990 y hasta 2005 la importancia de la urba-
nización de alto nivel en la delegación subordina los rastros del poblamiento
rural. Los datos censales de población indican prácticamente la desaparición
de la población rural, ya que la población urbana en 1990 era el 94 por cien-
to de la población total, para el 2005 la población rural apenas representó el
0.5 por ciento del total de habitantes. Sin embargo, la estructura de la dele-
gación por tipo de poblamiento muestra que para el año 2000, 30 por ciento
de la población se ubica en colonias populares,- 15 por ciento en poblamiento
residencial alto,- 43 por ciento en pueblos conurbados,- y 11 por ciento en
pueblos no conurbados. En estos datos resalta una cuestión interesante, la
ausencia del tipo de poblamiento residencial medio y la marcada diferencia-
ción espacial y social existente entre grupos de altos ingresos y el poblamien-
42 • MA. SOLEDAD C, ALEJANDRA M., LETICIA C. Y MARISOL G.

to popular constituido por habitantes de colonias populares y de los pueblos


(Cruz y Moreno, 2007).
Los datos anteriores muestran la importancia del poblamiento tradicio-
nal, aunque esto no se refleja en los datos de la población rural. Entre 1990
y 2000 la población en pueblos conurbados creció en 31 por ciento, en los no
conurbados el incremento llegó al 159 por ciento. Si a esto le agregamos la
existencia de 44 localidades rurales (con menos de 2,500 habitantes) com-
prenderemos que el territorio de la delegación se caracteriza por una marca-
da presencia de poblamientos "urbanos" y "rurales" (en estos últimos se
consideran a los pueblos y las localidades pequeñas).
La ambivalencia entre lo urbano y lo rural se expresa en el territorio por
una parte, en una transición forzada de los pueblos, con características rurales
(trabajo de la tierra, propiedad ejidal, densidades bajas de población y vivienda)
a colonias urbanas; y, por otra, en la coexistencia de fraccionamientos y con-
juntos residenciales con colonias populares y poblamientos dispersos en tierras
rurales. Así, el Programa de Desarrollo Urbano delegacional reconoce que por
su ubicación y por sus características geográficas privilegiadas y su escasa con-
taminación del aire, la delegación se ha convertido en un lugar idóneo para el
desarrollo de grandes extensiones de habitación residencial que desplaza a la
población nativa, así como a la población de ingreso medio y bajo, las que
ocupan terrenos en suelo de conservación; por supuesto que eso da paso al
crecimiento acelerado de sus poblados rurales.

EL PUEBLO DE SAN PABLO CHIMALPA

San Pablo Chimalpa durante la Colonia fue un pueblo indígena sujeto de la


cabecera Cuajimalpa; durante el siglo XIX se mantuvo con la categoría de
pueblo y en 1970, con la Ley orgánica del Distrito Federal, perdió, por lo
menos en la administración local territorial, la categoría de pueblo y pasó a
formar parte de Cuajimalpa.
En el siglo xx, el pueblo tuvo hasta 1940 una presencia importante en el
territorio de la actual delegación, de hecho en esta época fue uno de los pue-
blos más importantes, junto con Acopilco.12 El crecimiento demográfico
entre 1910 y 1940 fue cerca de 11 por ciento, pasó de 878 habitantes a 925,
y durante este periodo concentró de 30 a 20 por ciento de la población total
en los pueblos de la delegación. A partir de la segunda mitad del siglo, la

'•Archivo histórico de las localidades del INEGI.


LOS PUEBLOS DEL DISTRITO FEDERAL • 43

población mantuvo su crecimiento, pero la cabecera de Cuajimalpa comenzó


a concentrar la mayor parte de la población, razón por la cual el pueblo dis-
minuyó su importancia en el poblamiento territorial.
Gráfica 1. Distribución de la población entre los pueblos
de la delegación Cuajimalpa de 1900 a 2005

0% 20% 40% 60% 80% 100%


Fuente: Gráfica elaborada a partir de los datos del archivo histórico de localidades de INEGI.

Cuadro 1. Población de San Pablo Chimalpa 1990 2005

Año 1990 Í995 2000 2005


AGEB 1 5744 7061 7109 7828
AGEB 2 0 0 312 414

Durante las décadas 1960-1990 la población se cuadruplicó, y a partir de


entonces su ritmo de urbanización tuvo un desarrollo importante. Sin em-
bargo, su localización en la periferia de Cuajimalpa le ha permitido mante-
ner características rústicas y con ello una configuración territorial corres-
pondiente a un pueblo. El pueblo y sus alrededores (correspondientes a las
AGEB urbanas) tiene una superficie, para 2005, de 159.11 hectáreas, una po-
blación total de 8,242 habitantes. De su superficie total, 40.41 hectáreas es
44 • MA. SOLEDAD C, ALEJANDRA M., LETICIA C. Y MARISOL G.

área urbana (25.3 por ciento), 65.69 hectáreas es área boscosa (41.2 por cien-
to) y 53.11 hectáreas corresponden al área no urbanizada o tierras de cultivo
(33.3 por ciento).
En general, el territorio del pueblo tiene usos rurales y se distinguen dos
zonas que corresponden a las AGEB identificadas por el INEGI. La primera de
ellas tiene una superficie de 146.57 hectáreas, de las cuales 37.03 son área
urbana; 58.89 son boscosas, y 50.62 son área no urbanizada y tierras de
cultivo. Esta parte corresponde a la urbanización inicial del pueblo, que, como
ya se comentó antes, inicia hacia 1950, la propiedad ocupada es fundamen-
talmente privada.
En esta parte se encuentra el centro del pueblo, determinada por una
zona patrimonial definida en el Plan de Desarrollo Delegacional consti-
tuida por 17.38 hectáreas, dentro de las cuales se ubica la iglesia princi-
pal y el panteón (éste tiene una superficie aproximada de 4,000 m2),
además de la mayor concentración urbana. Las calles en la zona urbana
se encuentran pavimentadas, existen lotes de tamaño regular (120 m2
aproximadamente), ocupados casi al 100 por ciento. Las vialidades más
importantes están pavimentadas y son muy amplias. Conforme los asen-
tamientos se van extendiendo del centro hacia los extremos en forma
concéntrica, los lotes se van haciendo más grandes (entre 300 y 500 m2)
y con menor densidad de ocupación. El mayor crecimiento se observa
hacia el noreste y el sur, donde los asentamientos colindan con el bosque
y con algunas zonas de siembra.
Al interior del área urbana se identifican áreas verdes con grandes árbo-
les, que sin duda fueron parte del bosque que rodea al pueblo. En sus alrede-
dores, en la zona no urbanizada se encuentran algunos asentamientos dis-
persos sin vialidades bien definidas, los lotes son mucho más grandes (hasta
3,500 m2) y con una gran importancia del terreno desocupado sobre la vi-
vienda. Hacia el suroeste la mayor parte de estas tierras se distinguen como
terrenos de cultivo.
La segunda zona que forma parte del pueblo corresponde a la reciente
urbanización de la primera década del presente siglo. Se localiza al sur de
la primera y tiene una superficie de 12.57 hectáreas, de las cuales 3.38
corresponden al área urbana, 6.7 a bosques y 2.49 no están urbanizadas, el
tipo de propiedad es privada. Los asentamientos que se ubican aquí están
en lotes grandes (aproximadamente. 250 m2), con amplias áreas arboladas
y sin vialidades importantes, en los alrededores no se observan tierras de
cultivo.
LOS PUEBLOS DEL DISTRITO FEDERAL • 45

Las características de urbanización del pueblo corresponden a un perfil


rústico relacionado con una periferia rural que rodea la creciente urbaniza-
ción de la delegación Cuajimalpa. El mantenimiento de su estructura terri-
torial tradicional llama la atención, en un contexto en el que la urbanización
determinada por los procesos globales se presenta de manera abrumadora.
Sus formas de relación con el entorno rural, con la creciente urbanización y sus
mecanismos internos para mantener sus formas tradicionales de vida son
temas importantes para profundizar.
Las características del pueblo llaman la atención sobre la ambivalencia
existente entre los procesos urbano y rural. Este aspecto es muy importante
ya que en él se expresan las contradicciones territoriales de dos procesos con
determinantes distintas que se encuentran en un mismo territorio. La pervi-
vencia de prácticas rurales, la fuerte presión para la urbanización de zonas
boscosas y la ocupación de suelos de conservación para vivienda urbana y
para la vivienda de las localidades rurales, son sólo algunos de los aspectos
que marcan la problemática de las tierras que se encuentran en la periferia
de los pueblos de la delegación Cuajimalpa.

Mapa 4. Urbanización de las tierras del pueblo de San Pablo Chimalpa 2005

El polígono delimita el crecimiento del pueblo hasta 1970, el resto corresponde a décadas posteriores de urbanización.
Fuente cartográfica, OCIM, 2005
Elaboración. María Alejandra Moreno Flores/Marisol Gutierrez
46 • MA. SOLEDAD C, ALEJANDRA M., LETICIA C. Y MARISOL G.

LA DELEGACIÓN TLÁHUAC

La constitución del territorio delegacional de Tláhuac ha pasado por varios


cambios a través del tiempo. En la Carta corográfica del Distrito Federal de
1877, el territorio se organizaba por Distritos, los que estaban conformados por
vanas municipalidades. En el mapa 5 se puede observar la constitución general
del territorio, es importante recordar que para esta época aún existían los lagos
de Xochimilco y Chalco con una extensión importante. De hecho, los pueblos de
Tláhuac todavía eran parte de la ribera del lago de Chalco. y algunos territorios
del surpomente eran aún parte del Estado de México.

Mapa 5. Distritos y municipalidades en la zona de Tláhuac en 1877

El Distrito de Xochimilco constituía una zona en la que predominaba un


importante poblamiento con antecedentes indígenas. La importancia de los
pueblos era tal, que algunos de ellos y sus alrededores formaban municipios
su configuración territorial no tiene relación alguna con las actuales delega-
ciones de Iztapalapa, Xochimilco, Tláhuac y Milpa Alta, ya que se trata de
LOS PUEBLOS DEL DISTRITO FEDERAL • 47

una sola región. En este documento de 1877 se identifican dos cabeceras de


Distrito en pueblo: Tláhuac y Mixquic; cinco pueblos: S. Catarina, Tlalten-
co, Zapotitlán, Ixtayopa y Tetelco, y la hacienda de Tetelco (mapa núm. 6).
En la Carta corográfica de 1899, los Distritos cambian por Prefecturas y
mantienen su constitución con varios municipios. No se identifican cam-
bios importantes, permanecen los municipios considerados en la carta de
1877 y se agrega el municipio de Tlaltenco.
Mapa 6. Los pueblos de Tláhuac en 1877

Fuente: Carta corográfica del Distrito Federal 1877. La simbología se añadió en el documento original

La historia de la constitución territorial de la delegación de 1900 a 1930


no se ha realizado, y por ahora no tenemos muchos datos para perfilarla. Lo
que sí es importante señalar es que sin duda hubo varias definiciones de los
límites territoriales, ya que en este primer tercio de siglo, los pueblos identi-
ficados ahora como parte de la delegación cambiaron continuamente de
adscripción territorial. Los datos nos muestran que todos los pueblos presen-
taron cambios en la municipalidad:13
• San Pedro Tláhuac: en 1910 pasa a la municipalidad de Xochimilco,
regresa en 1926.

'•'Archivo histórico de las localidades del INEGI.


48 • MA. SOLEDAD C, ALEJANDRA M., LETICIA C. Y MARISOL G.

• San Andrés Mixquic: en 1900 está en la municipalidad de Mixquic co-


mo cabecera, en 1910 pasa a Xochimilco y en 1926 pasa a Tláhuac.
• San Juan Ixtayopan: en 1910 pasa a la municipalidad de Xochimilco y
en 1926 regresa a Tláhuac.
• San Nicolás Tetelco: en 1910 pertenecía a la municipalidad de Mix-
quic, en 1910 pasa a Xochimilco y en 1926 regresa a Tláhuac.
• Santa Catarina Yecahuitzotl: en 1900 pertenecía a la municipalidad de
Tlaltenco, en 1910 pasa a Iztapalapa y en 1930 pasa a Tláhuac.
• San Francisco Tlaltenco: en 1900 estaba constituida en municipali-
dad y el pueblo como cabecera, en 1910 pasa a Iztapalapa y en 1930
a Tláhuac.
• Santiago Zapotitlán: en 1900 pertenecía a la municipalidad de Tlalten-
co, en 1910 pasa a Ixtapalapa y en 1930 pasa a Tláhuac.

Para 1930 los siete pueblos arriba mencionados pasan a ser parte de la
delegación Tláhuac, y a partir de esa década la configuración del territorio se
mantiene estable hasta la fecha. Llama la atención que de 1900 a 1970 la
distribución de la población se da de manera equilibrada entre los pueblos.
En este periodo la población fluctuó en San Andrés Mixquic de 17 por ciento
a 12 por ciento; San Juan Ixtayopan de 12 a 11 por ciento; San Francisco
Tlaltenco de 26 a 21 por ciento; Santiago Zapotitlán del 15 a 21 por ciento
y San Pedro Tláhuac que concentró 18 a 27 por ciento; estos tres líltimos
pueblos se distinguen como los más poblados.
En 1970 con la Ley Orgánica del Distrito Federal, San Francisco Tlalten-
co y Santiago Zapotitlán, pasaron a considerarse como parte de la cabecera
de San Pedro Tláhuac, con lo que se intensificó el crecimiento demográfico de
los pueblos. Después de la conurbación, se hace clara la alta concentración
de la población en la cabecera, llegando a 85 y 86 por ciento y para los cuatro
pueblos restantes concentraron en promedio 3.7 por ciento de población en
los años que van de 1990 a 2005. Los ritmos de crecimiento de los tres pue-
blos "conurbados" se modificaron significativamente. Entre 1940 y 1950 de
los pueblos de San Francisco Tlaltenco y Santiago Zapotitlán creció en 45 y
46 por ciento, respectivamente, cuando en el periodo inmediato anterior fue
de 17 y 7 por ciento. En el periodo de 1960 a 1970 el incremento fue notable
ya que pasó a un porcentaje de crecimiento de 83 y 101 por ciento, respecti-
vamente. El caso de San Pedro Tláhuac fue similar en el primer periodo,
pero no así entre 1960 y 1970, años en los que alcanzó sólo el 33 por ciento
(véase cuadro 2).
LOS PUEBLOS DEL DISTRITO FEDERAL • 49

Cuadro 2. Población de los pueblos de Tláhuac 1900-2005

POBLACIÓN
PUEBLOS 1900 1910 1921 1930 1940 1950 1960 1970 1980 1990 1995 2000 2005
Tláhuac 1752 2079 2017 2793 3296 4818 5936 13850 146923 174198 214341 257092 294415
(cab)
San Andrés 1661 1737 1832 2147 2552 3364 4285 6045 0 9850 10913 11739 12525
Mixquic
San luán 1127 986 1047 1507 1913 2595 3620 5654 0 11358 17215 19359 22668
Ixtayopan
San Nicolás 720 720 468 561 683 902 1340 1906 0 4649 5043 5879 3573
Tetelco
Santa 529 474 230 390 470 650 679 2112 0 5585 6690 7248 8416
Catarina
Yecahuizotl
San 2482 2292 1998 2313 2711 3934 5743 10521
Francisco
Tlaltenco
Santiago 1451 1306 1509 2069 2218 3248 5163 10393
Zapotitlán

Fuente: Elaboración a partir de los datos del archivo de las localidades, INEGI 1900-2005.

La delegación Tláhuac ya para el siglo xxi es una de las delegaciones pe-


riféricas de la ciudad de México, todavía con marcados rasgos rurales: 27.6
por ciento de su superficie tiene usos urbanos y el resto está constituida por
las áreas de preservación ecológica. De 1950 a 1970 se consideró como una
delegación en transición de rural a urbana, actualmente se considera total-
mente urbana (Ibarra, 2000), pero mantiene una actividad agrícola impor-
tante y gran parte del poblamiento de la delegación está constituido por siete
pueblos que han mantenido su presencia en el territorio desde principios del
siglo xx. Después de este tipo de poblamiento le siguen en importancia las
colonias populares y, finalmente, los conjuntos habitacionales.
En el patrón de urbanización de la delegación se pueden identificar
tres ejes: el primero, se ubica en el centro de la delegación en torno a San
Pedro Tláhuac, lugar del que parte la vialidad principal, avenida Tláhuac,
con dirección hacia el sur que ha generado una área continua de urbani-
zación hacia el pueblo de San Juan Ixtayopan,- el segundo eje en el noro-
riente de la delegación, vinculado con el desbordamiento de la urbaniza-
ción de la delegación de Iztapalapa, en el que se localizan las colonias
populares y algunos asentamientos irregulares, así como los pueblos de
50 • MA. SOLEDAD C, ALEJANDRA M., LETICIA C. Y MARISOL G.

Mapa 7. Los pueblos de Tláhuac y el suelo de conservación en 2005.

San Francisco Tlaltenco y Santiago Zapotitlán; y un tercer eje al sur de la


delegación, que ha crecido a menor ritmo en los que se encuentran los pue-
blos sureños de San Andrés Mixquic y San Nicolas Tetelco. La parte
nororiente y central de la delegación ha crecido fundamentalmente en
tierras ejidales.

EL PUEBLO DE SAN PEDRO TLÁHUAC

En el análisis territorial del pueblo se distinguen ocho barrios y tres colonias


relacionados con su dinámica de crecimiento. Los barrios son: La Asunción,
Santa Ana, San Mateo, La Guadalupe, San Miguel, La Magdalena, Los Reyes
y San Andrés. Las colonias son San José, Santa Cecilia y La Habana. El pueblo
de San Pedro Tláhuac no tuvo un incremento significativo de población en la
década de 1990 a 2000. Sin embargo, sí tuvo un crecimiento relevante en cuan-
to a la construcción de vivienda pues para este periodo el incremento fue de 43
por ciento. Para el quinquenio 2000-2005 la población creció 32 por ciento, y la
vivienda mantuvo el ritmo de la década anterior, se incrementó 48 por ciento.
LOS PUEBLOS DEL DISTRITO FEDERAL • 51

El proceso de urbanización del pueblo se identifica a partir de 1953 e inicia


en el centro y se expande hacia la periferia. Entre 1953 y 1970 el crecimiento
ocupa fundamentalmente tierra propiedad privada y algunas ejidales; se da
hacia el norte en las colonias San José (que eran tierras ejidales) y Santa Ceci-
lia, y en el barrio La Asunción; y hacia el sur en el barrio San Andrés. En los
años recientes del 2000 al 2005 la urbanización se ha extendido en propiedad:
ejidal y privada, en esta última es en la que se presenta un fuerte incremento
de vivienda (casi 60 por ciento con respecto a 2000). A pesar de que la zona
ejidal es considerada por las autoridades locales como suelo de conservación
su urbanización no se ha evitado, pero sí ha determinado que el patrón de los
asentamientos localizados en ellas sean dispersos, ya que se identifican am-
plias zonas sin urbanizar (cerca de 68 por ciento, 134 hectáreas).
El análisis de la morfología territorial del pueblo muestra cuatro zonas. La
primera corresponde al casco del pueblo, se identifica como la zona patrimonial y
tiene calles pavimentadas. Este espacio está conformado por la iglesia, el mercado,
el panteón (que ocupa una extensión de 3.22 hectáreas) y las oficinas de gobierno.
La traza es irregular, se observan lotes grandes que oscilan entre los 600 m2 y 1,200
m2, lo que explica el amplio tamaño de las manzanas, sin embargo, también exis-
ten lotes de 200 m2 producto de la subdivisión de los lotes (cuestión que responde
a las necesidades de crecimiento demográfico de los habitantes del pueblo). Con
base en las características de las viviendas, se puede decir que el poblamiento es
popular, ya que la mayor parte de la zona es de color gris, con pocos espacios arbo-
lados, con más de 90 por ciento construido y está densamente poblado.
La segunda zona se localiza al norte del casco del pueblo, es propiedad
ejidal y se urbanizó a partir de la parcelación de tierras de cultivo. Aquí se
ubica la colonia Santa Cecilia, su traza es regular, las características de la
vivienda corresponden a colonia popular, la superficie de los lotes oscila en-
tre 132 y 103 m2. Las calles están pavimentadas y en general hay pocos es-
pacios verdes, a excepción del deportivo Tláhuac.
La tercera zona corresponde también al poblamiento de una colonia popu-
lar y se observa una mayor densificación de la vivienda. Los lotes son peque-
ños, van de 80 m2 a 126 m2, en el centro del polígono no se observan grandes
espacios arbolados como jardines o parques, los lotes están más saturados, y
la mayor parte de las construcciones para vivienda están en color gris. Su traza
es poco regular, en algunas fracciones al sur del polígono se observa una retícula
más amplia con respecto al poniente de la zona donde es más angosta.
La cuarta zona corresponde a un poblamiento rural disperso, de muy re-
ciente creación, es parte de la zona chinampera y del suelo de conservación del
Distrito Federal. Al suroriente se observa un conjunto habitacional abierto con
52 • MA. SOLEDAD C, ALEJANDRA M., LETICIA C. Y MARISOL G.

espacios verdes y campos de terracería. Aunque los lotes son más grandes que
la zona dos y tres, oscilan entre los 250 m2 y los 600 m2, las características de la
vivienda corresponden a un poblamiento popular. En la parte sur, se observa
una parte arbolada, el resto del área está sin urbanizar, se trata de tierras sin
cultivar, con terrenos planos, limpios y susceptibles de urbanizar.
San Pedro Tláhuac, de manera similar que San Pablo Chimalpa en la delega-
ción Cuajimalpa, tiene un marcado contraste entre la urbanización y los proce-
sos rurales. Gran parte de sus tierras forman parte del suelo de conservación del
Distrito Federal y su crecimiento demográfico está relacionado más con el desdo-
blamiento de la población del pueblo que con la invasión de la expansión urbana.
Estos son elementos que es importante considerar en la problemática urbana y
rural que presentan las delegaciones del sur del Distrito Federal.

Mapa 8. Propiedad de la tierra y urbanización del pueblo de San Pedro Tláhuac 2005

LAS DELEGACIONES COYOACÁN E IZTAPALAPA,


UNA HISTORIA TERRITORIAL COMPARTIDA: "L.OS CULHUACANES"

"Los Culhuacanes" corresponde a una amplia zona que se caracteriza por la


presencia de varios pueblos que en la Colonia conformaron un solo territo-
rio, pero que con el paso del tiempo quedaron divididos entre la delegación
de Coyoacán e Iztapalapa. Su historia territorial es compleja, ya que la orga-
LOS PUEBLOS DEL DISTRITO FEDERAL • 53

nización de los pueblos tiene antecedentes prehispánicos, que después se


modifican con las peculiaridades de la Colonia (en la zona se crea "la villa de
Coyoacán" poblamiento español muy importante en su momento), y en el
siglo XIX y xx la zona fue alterada por continuos cambios en las delimitacio-
nes territoriales administrativas. Finalmente, los pueblos y barrios vincula-
dos ancestralmente quedaron separados en dos delegaciones limítrofes.
Los antecedentes de Coyoacán se ubican en la fundación de una villa de espa-
ñoles. El concepto español de "villa" alude a un poblamiento urbano, y durante la
Colonia "la villa de Coyoacán" siempre fue considerada como una ciudad impor-
tante, no sólo porque Cortés la fundó sino que fue un sitio estratégico para cam-
biar, en algún momento crítico, el lugar de la ciudad de México como el centro del
poder colonial.14 Al igual que en otros lugares de México, los pueblos de indios se
mantuvieron en la periferia de las ciudades españolas. La "villa" se estableció como
cabecera española, se le dieron más recursos y la población que habitó en la zona
fue de mayor nivel económico, con el paso del tiempo se incrementó el valor de la
propiedad. Todos estos elementos determinarán en los años posteriores el desarro-
llo urbano de la zona y la preeminencia territorial de la villa española.
En el caso de Iztapalapa, se le reconoce como una zona prehispánica impor-
tante en el valle de México, era una zona lacustre en la que la actividad chinam-
pera se llevaba a cabo por los pueblos localizados en las zonas ribereñas del lago de
México y Texcoco. Desde la Colonia hasta su creación como delegación su orga-
nización territorial correspondió a la de pueblos de indios, separados de la ciudad
y con la presencia significativa de actividades agrícolas y ganaderas. Su desarrollo
urbano posterior estará marcado por esta presencia de pueblos y tierras con activi-
dades relacionadas con el trabajo de la tierra y las actividades lacustres.
Las diferencias de los procesos de urbanización que se manifiestan en las
delegaciones de Coyoacán e Iztapalapa fueron determinados por la organiza-
ción histórica del territorio desde la época colonial. La creación de una "villa
española" en este territorio subordinó al poblamiento indígena en pueblos, y
con ello aparecerá una zona de influencia claramente dominada por la "ciu-
dad española". Este proceso se expresó en las definiciones de las cabeceras de
pueblos y municipales de la zona. En la época colonial Coyoacán se conside-
ró como "villa", mientras que en lo que hoy es Iztapalapa existieron varios
pueblos cabeceras con sus respectivos pueblos-sujetos.

"Durante casi toda la etapa colonial el gobierno virreinal siempre consideró a Coyoacán
como un lugar estratégico al cual mudarse en caso de rebeliones indígenas, inundaciones o
castastrófes "naturales de la ciudad" (Cruz, 1991).
54 • MA. SOLEDAD C, ALEJANDRA M., LETICIA C. Y MARISOL G.

Cuadro 3. Los pueblos en la zona de "Los Culhuacanes"

Pueblos Delegación

Pueblo Los Reyes Iztapalapa


San Antonio Iztapalapa
Pueblo Culhuacán Iztapalapa
Barrio Tula Iztapalapa
San Simón Iztapalapa
San Andrés Tomatlán Iztapalapa
Santa María Tomatlán Iztapalapa
Pueblo San Francisco Coyoacán
(Incluye los barrios de
San Juan, Santa Ana
y La Magdalena)
Zonas habitacionales Coyoacán
ubicadas en la zona urbana
ejidal de San Francisco Culhuacán

Fuente: Plan del Desarrollo Urbano Delegacional, 1997.

Las vicisitudes en las delimitaciones territoriales estuvieron presentes en


Iztapalapa y Coyoacán e incidieron también en la definición de las cabeceras. En
1861 existían en el Distrito Federal cuatro prefecturas o distritos: Guadalupe
Hidalgo, Tacuba, Xochimilcoy Tlalpan; dentro de ésta última se ubicaban cinco
municipios: Iztapalapa, San Ángel, Coyoacán, Iztacalco y Tlalpan de los cuales
cada uno tenía sus cabeceras. Para el caso de Coyoacán la cabecera fue por su
importancia histórica la "villa de Coyoacán"; mientras que para Iztapalapa, Iz-
tacalco y Tlalpan eran pueblos. La presencia significativa de los pueblos en Izta-
palapa, explica por qué se distinguen tres pueblos con categoría de cabecera
hasta el siglo XIX, San Francisco Culhuacán, Santa María Aztahuacán e Iztapa-
lapa. A partir de esta época, el criterio del número de habitantes de los pobla-
mientos definirá también la categoría adquirida, ya sea pueblo o barrio. Los
cambios en el comportamiento demográfico de los pueblos incidió en su perma-
nencia como pueblos. Así, por ejemplo en caso del pueblo de los Reyes Culhua-
cán (ubicado en los alrededores de Coyoacán), se registra como pueblo en 1877,
pocos años después en 1900 se considera barrio.15

15
Hasta 1950 que vuelve a tener la categoría de pueblo. Esto responde seguramente a su
cercanía con el pueblo de Culhuacán y la importancia de éste y seguramente al tipo de reía-
LOS PUEBLOS DEL DISTRITO FEDERAL • 55

En la Carta corográfica de 1877 aparecen en la zona de Coyoacán e Izta-


palapa cuatro Cabeceras de Municipalidad: Coyoacán (cabecera "ciudad"),
San Francisco Culhuacán, Iztapalapa y Aztahuacán (pueblos cabecera). En
ese documento todavía los pueblos formaban parte de una sola unidad terri-
torial y pertenecen a Iztapalapa. Seguramente con la desaparición de las
municipalidades y la definición territorial de las delegaciones, los pueblos
que hasta entonces habían estado en un solo territorio se dividen entre la
delegación Coyoacán e Iztapalapa. De esta manera, las tres antiguas cabece-
ras de pueblos quedan localizadas de la siguiente manera: San Francisco
Culhuacán en Coyoacán y el resto de los pueblos en Iztapalapa (véase mapa 5).
La urbanización de los pueblos tuvo características muy distintas a las que
se identifican en la "villa de Coyoacán", la delimitación de las delegaciones
también incidirá en las formas de urbanización en su territorio.
En la zona de los Culhuacanes, el proceso de urbanización se da primero
en los pueblos de Los Reyes y Culhuacán entre 1929 y 1953, posteriormente
de 1953 a 1970 se desarrolla San Francisco Culhuacán, y finalmente, entre
1970 y 1990 crecen todos los conjuntos habitacionales en la Zona Urbana
Ejidal de San Francisco Culhuacán.
Mapa 9. La zona de "Los Culhuacanes" en las delegaciones Coyoacán e Iztapalapa

Fuente: Cartográfica y datos OCIM 2005


Delimitaciones zona Culhuacanes: Con base en la invesitgación realizada para el proyecto
"Pueblos Originarios, Democracia, Ciudadanía y Territorio en la Ciudad de México"
Elaboración: Marisol Gutiérrez Cruz

ciones establecidas entre ambos poblamientos, tan sólo para 1921 Los Reyes se censa con
éste y lo dan de baja en los registros hasta 1950.
56 • MA. SOLEDAD C, ALEJANDRA M., LETICIA C. Y MARISOL G.

LA DELEGACIÓN DE COYOACÁN

En 1521 Hernán Cortés estableció en Coyoacán su cuartel general y fundó


aquí el primer ayuntamiento de la cuenca de México. En esa época los asen-
tamientos como Coyoacán y Tacubaya formaban parte del Marquesado de
Cortés y como tenían mayor población que los pueblos se les otorgó la cate-
goría de villas. Por decreto, el 16 de diciembre de 1899 Coyoacán se integró
al Distrito Federal. En las primeras décadas del siglo xx se convirtió en zona
de quintas y casas de fin de semana para las clases acomodadas de la ciudad de
México.
El primer periodo de crecimiento urbano en Coyoacán se dio entre 1820
y 1929 en la zona donde se ubicó la "villa de Coyoacán" y los pueblos de San
Mateo Churubusco y San Lucas. Con el paso del tiempo estos pueblos fue-
ron absorbidos por la cabecera y a partir de 1910 dejaron la categoría de
pueblos y fueron incorporados totalmente a la villa. La importancia histórica
de la localidad de Coyoacán como cabecera en esta época se manifestó con
una alta concentración de la población con respecto a los pueblos registrados
en aquel entonces. El proceso de urbanización en los años posteriores se dio
a partir de la cabecera y su crecimiento se fue desarrollando hacia el sur has-
ta ocupar el territorio por completo.
A partir de 1929 y hasta 1953, laiirbanización avanzó hacia el sur y el orien-
te donde se ubican los pueblos de Los Reyes, La Candelaria y San Pablo Tepetla-
pa. El tercer periodo se da entre 1953 y 1970, fue el más intenso, ya que casi se
urbaniza por completo el territorio de la delegación, el proceso se orientó hacia
el sur y el oriente con lo que se integraron los pueblos de San Francisco Culhua-
cán, Santa Ursula Coapa y Copilco el Alto. Es notable la importancia de "villa
Coyoacán" en el crecimiento de la zona, aunado a esto la presencia de los pue-
blos en la dinámica de la delegación fue muy importante. Hasta 1950 la pobla-
ción en los pueblos representó en promedio 78.6 por ciento del total de habitan-
tes de la delegación,- en la segunda mitad del siglo xx se identifica una baja
importante, hacia 1960, los pueblos significaron 59 por ciento y en 1970 fue de
36 por ciento.16 El pueblo que absorbió el crecimiento poblacional en estas déca-
das fue justamente San Francisco Culhuacán y la zona urbana ejidal de éste en

16
Cinco hasta 1950: La Candelaria, Los Reyes, San Francisco Culhuacán, San Pablo Te-
petlalpa y Santa Úrsula Coapa. Siete a partir de 1960 y hasta la conurbación en 1970, que
incluye a estos cinco y dos más: Copilco el Alto y Copilco el Bajo.
LOS PUEBLOS DEL DISTRITO FEDERAL • 57

Cuadro 4. Población de los pueblos de Coyoacán 1900-2005

POBLACIÓN
PUEBLOS 1900 1910 1921 1930 1940 1950 3960 1970 1980 1990 2000 2005
Coyoacán 1607 9333 11329 16484 23724 46030 54866 31045 597129 640066 640423 628063
(Cabecera)
La 443 s/d 474 525 862 1559 4261 6547
Candelaria
Los Reyes 709 s/d 911 1067 1639 3046 6225 11016
San 799 1393 369 1059 1315 1983 12108 17909
Francisco
Culhuacán
San Pablo 485 s/d 696 1058 1250 2294 4217 5784
Tepetlapa
Santa 497 s/d 1432 1443 2006 3570 4830 6813
Úrsula
Coapa
San Lucas 488 0

San Mateo 483 0


Churubusco

Copilco el 2826 5840


Alto
Copilco el 3813 2345
Bajo

Fuente: Elaboración a partir de los datos del Archivo Histórico de las Localidades, INEGI 1900-2005.

el cual se ubican un importante número de unidades habitacionales. Por Ley


Orgánica del Departamento del Distrito Federal del 29 de diciembre de 1970,
todos los pueblos se conurban a la localidad de Coyoacán (véase cuadro 4).
El último avance en el crecimiento urbano de la delegación ocurre entre
1970 y 1990,17 y con ello se ocupó por completo el territorio de la zona de
Los Pedregales y de las actuales unidades habitacionales ubicadas en las
cercanías del pueblo de San Francisco Culhuacán, colindantes con la dele-
gación Iztapalapa. Desde su formación como delegación, este territorio
tuvo una tendencia a ser ocupada por colonias de nivel residencial medio y
alto, de aquí que en la actualidad una parte importante de la delegación
esté ocupada por este tipo de poblamiento; en otra zona se distinguen los
pueblos; las colonias populares que se concentran mayoritariamente en la
17
Datos de periodos de urbanización de Observatorio de la Ciudad de México (OCIM). UAM-
Azcapotzalco. 2005.
58 • MA. SOLEDAD C, ALEJANDRA M., LETICIA C. Y MARISOL G.

zona de los Pedregales y los conjuntos habitacionales ubicados en su mayor


parte en la zona de los Culhuacanes (límite con Iztapalapa).
En Coyoacán, para el año 2005, la mayor parte del suelo era propiedad
privada. En los pueblos de San Francisco Culhuacán, San Pablo Tepetlapa y
Santa Ursula Coapa existieron zonas ejidales; también se identificó una área
de propiedad comunal en los Pedregales, zona cercana a Copilco el Alto y Los
Reyes. A pesar de ser terrenos de propiedad ejidal o comunal, la mayoría de
ellos fueron vendidos para lotificarse y actualmente forman parte de la urba-
nización de la delegación.
Es importante llamar la atención sobre que el desarrollo urbano de la
delegación tuvo tres ejes centrales:

1) El primero está relacionado directamente con la importancia de la


antigua villa colonial de Coyoacán, sus alrededores mantuvieron en
el transcurso de la historia territorial una evolución urbana que con-
sideró el equipamiento y los servicios urbanos necesarios para una
población residente de nivel económico medio y alto, algunos pueblos y
barrios como Churubusco, Santa Catarina se convierten en asenta-
mientos residenciales.
2) El segundo tiene referencia directa con los pueblos anteriormente
conjuntados en un solo territorio, los Culhuacanes, en este caso
los pueblos tuvieron un desarrollo totalmente diferenciado, los
que quedaron del lado de Coyoacán tuvieron mejores equipamien-
tos y servicios, mientras que los que quedaron en Iztapalapa su
urbanización se orientó totalmente al poblamiento popular. Llama
la atención que la existencia de tierras ejidales, en las etapas más
intensas de la urbanización fueron consideradas como reservas de
suelo urbano, ya que su urbanización tendió a la creación de uni-
dades habitacionales.
3) El último eje, está ubicado en la zona de los Pedregales y en algunos
pueblos que estaban en este territorio pero que no tuvieron necesaria-
mente antecedentes de pueblos de indios, como el caso de Copilco y
Santa Ursula, en estos casos la urbanización popular se desarrolló de
manera abrumadora a partir de invasiones muchas veces masivas en
los años setenta del siglo xx.
LOS PUEBLOS DEL DISTRITO FEDERAL • 59

Mapa 10. Etapas de urbanización y pueblos en Coyoacán

Fuente cartográfica y datos, OCIM, 2005.


Elaboración, María Alejandra Moreno Flores/Marisol Guitiérrez

Mapa 11. Propiedad de la tierra y pueblos en Coyoacán

Fuente cartográfica y datos, OCIM, 2005.


Elaboración, María Alejandra Moreno Flores/Marisol Guitierrez
60 • MA. SOLEDAD C, ALEJANDRA M., LETICIA C. Y MARISOL G.

LA DELEGACIÓN DE IZTAPALAPA

Iztapalapa es un territorio con antecedentes prehispánicos muy importantes


ya que Culhuacán junto con Teotihuacán fueron a lo largo de los primeros
3,000 años de urbanización de la cuenca de México los únicos dos asenta-
mientos que alcanzaron un alto nivel de prestigio y trascendencia en la épo-
ca.18 En el siglo x Iztapalapa se fundó por las relaciones entre los culhuas y
los mexicas en las faldas del Cerro de la Estrella, se estableció como su capi-
tal a Culhuacán.
En el periodo colonial este territorio mantuvo su organización territorial
basada en los pueblos de indios y concentró un número importante de ellos.
Con estos antecedentes se comprende que la distribución de la población se
hiciera de manera más o menos homogénea en los pueblos existentes en la
zona, de aquí que hacia inicios del siglo xx el pueblo de Iztapalapa, no concen-
trara la mayor parte de la población (gráfica 2). En un parágrafo anterior ya se
hizo referencia a las vicisitudes de los cambios territoriales en el siglo XIX, aquí
sólo es importante resaltar que Iztapalapa se mantuvo como municipalidad
desde mediados del siglo XIX hasta diciembre de 1928 cuando desaparecen las
municipalidades del Distrito Federal y se forman las delegaciones.
En Iztapalapa sí se registraron varios cambios de municipalidad entre
1910 y en 1928 en los que se vieron afectados siete pueblos que pasaron a la
municipalidad de Iztapalapa provenientes de las municipalidades de Hasta-
huacán, General Anaya y Tlaltenco: Santa María Hastahuacán, San lorenzo
Tezonco, Santa Cruz Meyehualco, Santa Martha Acatitla, Santiago Acahual-
tepec, San Andrés Tetepilco y San Andrés Tomatlán. Los pueblos que resal-
gue acuerdo con Edmundo López de la Rosa en Historia de las Divisiones Territoriales de
la Cuenca del Valle de México "... En múltiples relaciones indígenas encontramos el vocablo
Tollan, que literalmente significa "en el lugar de espadañas o tules". Dicho término, sin embar-
go, en el contexto en cuestión, adquiere un sentido metafórico. Designa sitios donde abundan
agua y vegetación. Su semántica culminó al fin como expresión del ámbito más adecuado de
asentamiento para la comunidad, hasta llegar a significar la idea de población grande y flore-
ciente, ciudad y metrópoli. Se habla de Tollan Teotihuacán, Tollan Chollolan, Ibllan Xocotitlán,
Tollan Culhuacán..., las ciudades de Teotihuacán, de Cholula, de Xocotitlán y de Culhuacán.
Partiendo de la voz tollan se derivó la de Toltecatl, el habitante de una Tula, el poblador de una
ciudad o metrópoli. A su vez, el vocablo Toltecatl hizo suyo el sentido de hombre refinado, sabio
y artista. De él se formó a la postre el abstracto Toltecayotl: el conjunto de todo aquello que
pertenece y es característico de quienes viven en una Tollan, una ciudad. Los relatos en náhuatl
nos dicen que una Toltecayotl abarcaba los mejores logros del ser humano en sociedad: artes
y urbanismo, escritura, calendario, centros de educación, saber acerca de la divinidad, conoci-
miento de las edades del mundo, orígenes y destino del hombre" (1980: 18-19).
LOS PUEBLOS DEL DISTRITO FEDERAL • 61

tan su papel de concentradores importantes de población (después de la ca-


becera), desde 1900 hasta 1940 son Culhuacán y Santa María Aztahuacán
(gráfica 2).
Gráfica 2. Distribución de la población entre los pueblos de la delegación Iztapalapa 1900-2005

Iztapalapa (Cabecera)

Culhuacán

Sta. Ma. Huastahuacan

San Marcos Mexicaltzingo

Aculcoo

San Juanico Nextipac

San Lorenzo Tezonco

Sta. Cruz Meyehualco

Sta. Marta Acatitla

Santiago Acahuakepec

Magdalena Atlazolpa

San Andrés Tomatlán

San Lorenzo Xicoténcatl

San SEbastián Tecoloxtitlán

Fuente: Gráfica elaborada a partir de los datos del Archivo Histórico de las Localidades del INEGI.

Después de la Revolución mexicana, Iztapalapa se mantuvo como un


pueblo más sin mucha significación, sin embargo, desde el primer tercio del
siglo xx su territorio presentó fuertes presiones hacia la urbanización popu-
lar. En un estudio realizado por Montano (1984) se muestra cómo desde los
años treinta existen proyectos tendientes a urbanizar tierras rústicas y a los eji-
dos recién formados. Hacia 1950 se inicia de manera rotunda el proceso de
urbanización en los alrededores de la cabecera (pueblo de Iztapalapa) y en las
zonas aledañas de lo que ahora es la delegación Iztacalco.
En el curso de las cuatro décadas posteriores a 1950, el territorio delegacio-
nal se ha urbanizado fundamentalmente a partir de la formación de numero-
62 • MA. SOLEDAD C, ALEJANDRA M., LETICIA C Y MARISOL G.

sas colonias populares, se calcula que en este periodo se formaron unas 200
colonias de carácter popular y unas 30 zonas de clase media alta. Este intenso
proceso de urbanización tuvo como causas principales la amplia oferta de sue-
lo barato para vivienda popular, la mayor parte sin infraestructura básica, y la
construcción de múltiples conjuntos habitacionales impulsados por la política
habitacional de los años setenta, aunado a la buena accesibilidad de la zona
por medio de la red vial que la articula con el resto de la ciudad y a la disponi-
bilidad de servicios de transporte público.19 Los pueblos desaparecen de su
nomenclatura hacia 1970 con la Ley Orgánica del Departamento del Distrito
Federal expedida el 29 de diciembre de dicho año.
En el proceso de urbanización de la delegación Iztapalapa se identifican
tres periodos: el primero se da entre 1929 y 1953 en las zonas donde se ubi-
can los pueblos; el segundo periodo va de 1953 a 1970 y se desarrolla en las
tierras de los alrededores de los pueblos como crecimiento de los mismos.
Finalmente, el tercero de 1970 a 1990, cuando ocurre el mayor crecimiento
urbano y se ocupan gran parte de las tierras ejidales que existieron en las
cercanías del antiguo Lago de Santa Marta y en la Sierra de Santa Catarina.20
Las colonias populares se localizaron en la zona mencionada, así como en
áreas de difícil acceso o en áreas naturales protegidas como el Cerro de la
Estrella y la Sierra de Santa Catarina.21
Actualmente la estructura de poblamiento de la delegación Iztapalapa
está definida por pueblos conurbados, colonias populares y conjuntos habi-
tacionales. En mucha menor proporción se encuentran las colonias residen-
ciales de nivel medio. Para el año 2005, la mayor parte del suelo de la dele-
gación Iztapalapa era de propiedad privada, aunque aún se encontraban
algunas zonas de propiedad ejidal cercana a los pueblos de Santa María Az-
tahuacán, Santa Cruz Meyehualco, San Lorenzo Tezonco, San Andrés To-
matlán y Culhuacán. La mayoría de estos terrenos han sido vendidos para
lotificarse y están completamente urbanizados.
En este territorio resalta un desarrollo urbano definido a partir de la pre-
sencia de los pueblos. El proceso de urbanización inicia prácticamente en al-
gunos de ellos y la expansión urbana se da en sus tierras ya sea ejidales o de
los mismos pueblos. Llama la atención la casi homogeneidad del poblamiento

"Programa Delegacional de Desarrollo Urbano 1997.


20
Idem.
21
De acuerdo con datos de la Coordinación Ejecutiva de Vigilancia Ambiental, de la Se-
cretaría del Medio Ambiente del Distrito Federal, en Iztapalapa se encuentran 39 Asenta-
mientos Humanos Irregulares en 57.92 hectáreas, ubicados en el Cerro de la Estrella y en la
Sierra de Santa Catarina. 2006.
LOS PUEBLOS DEL DISTRITO FEDERAL • 63

popular en la delegación, casi todo el poblamiento se refiere a colonias popu-


lares22 y crecimiento de los pueblos. Como ya se indicó antes, seguramente
esto se debe a la disponibilidad de suelo urbano, que estaba considerada en las
tierras ejidales que existieron en la zona. La desecación de los lagos, la desapa-
rición de las chinampas y con ello las actividades agrícolas fueron otros de los
elementos que explican la creciente urbanización de la zona. Lo que vale la
pena rescatar aquí, es que a fin de cuentas los pueblos si bien tienen una pre-
sencia importante en el territorio su significación en el proceso de urbaniza-
ción y su papel en la configuración territorial es poco considerado, probable-
mente por la subordinación de los pueblos en la historia del Distrito Federal.

Mapa 12. Etapas de urbanización y pueblos en Iztapalapa

Fuente cartográfica y datos, OCIM, 2005


Elaboración: María Alejandra Moreno Flores/Marisol Guitiérrez

EL PUEBLO DE SANTA MARÍA AZTAHUACÁN

El pueblo de Santa María Aztahuacán se ubica al nororiente de la delega-


ción Iztapalapa, con una superficie de 414.54 hectáreas. El poblado consti-
tuía una de las dos Cabeceras de Municipalidad en pueblo de la zona de
Iztapalapa (Carta corográfica de 1877), en el periodo de 1910 a 1928 el
pueblo fue parte de la municipalidad de Iztapalapa. Desde entonces ha
22
Iztapalapa es una de las delegaciones con mayores problemas de tenencia de la tierra,
de dotación de agua potable y de servicios urbanos.
64 • MA. SOLEDAD C, ALEJANDRA M., LETICIA C. Y MARISOL G.

mantenido su importancia sobre los otros pueblos, concentró entre 1900 y


1940 el 12 por ciento de la población total de los pueblos de Iztapalapa,
ocupando el tercer lugar después de la cabecera y de Culhuacán ¡en aquel
entonces se trataba de un total de 11 pueblos más la cabecera, de 1950 y
hasta 1970 se trató de 15 pueblos).
De los elementos que constituyen el casco de un pueblo (iglesia princi-
pal, el kiosco, la plaza, el mercado y el panteón), solamente sobrevive la
plaza principal con la iglesia del siglo xvn y la traza urbana original: irregular
y con terrenos que alguna vez fueron de grandes superficies (600 m2, aproxi-
madamente) y que a través de los años han sido subdivididos para cumplir
con las necesidades de las familias que ahí habitan y de la población que ha
llegado posteriormente.23 Esta es una característica con la que también se
puede identificar el casco de una cabecera con la de un pueblo sujeto, ya que
es en aquéllas se da mayor jerarquía a la plaza principal y los edificios que se
ubican a su alrededor; en algunos pueblos sujetos aparecen los mismos ele-
mentos pero en proporciones menores o sencillamente o ninguno. Por estos
componentes el INAH24 ha catalogado el pueblo como Zona Patrimonial. En
esta zona la mayor parte del uso del suelo es de vivienda unifamiliar y no se
tienen terrenos de reserva para crecimiento posterior, es decir que se encuen-
tra totalmente urbanizado.
El resto del territorio del pueblo está constituido por la zona urbana eji-
dal de Santa María Aztahuacán, en la que se ha desarrollado una zona habi-
tacional mezclada con industria que ha llegado a ser de importancia mayor
para la zona y para la delegación. A pesar de su relevancia, esta zona también
representa un riesgo para la población ya que en ella se desarrollan indus-
trias peligrosas que manejan productos altamente inflamables o tóxicos.25 Es
muy sencillo distinguir que toda esta área se desarrolló posteriormente al
pueblo tradicional, ya que su traza urbana es regular y su lotificación tam-
bién. El tamaño de los lotes varía dependiendo del uso que se les da, para uso
industrial tienen aproximadamente 1,500 m 2 y para uso habitacional 450 m2
con varias construcciones en un mismo terreno. Esta zona se encuentra
también totalmente urbanizada, sin posibilidad de crecimiento posterior.

23
Información basada en lo escrito por Jan Bazant (2001), en Periferias Urbanas. Expan-
sión incontrolada de bajos ingresos y su impacto en el medio ambiente.
24
Instituto Nacional de Antropología e Historia.
"Datos del Plan Delegacional de Desarrollo Urbano. 2005.
LOS PUEBLOS DEL DISTRITO FEDERAL • 65

En cuanto a la caracterización del poblamiento de la zona y los periodos


de urbanización de identifican: la zona que corresponde al casco del pueblo
está clasificada por el Observatorio Urbano de la ciudad de México, OCIM,
como cabecera conurbada y se urbanizó entre 1929 y 1953; mientras el resto
de su territorio (la zona urbana ejidal) se caracteriza como colonias popula-
res, se desarrollan entre 1953 y 1970.26 El tipo de propiedad en la zona de
Santa María. Aztahuacán corresponde, en las colonias Monte Albán y Pue-
blo Santa María Aztahuacán, a propiedad privada urbanizada en 1970 y se
ubica en el periodo de urbanización más antiguo (1929-1953). Un importan-
te porcentaje es propiedad ejidal, ocupada por las colonias Zona Urbana
Ejidal Santa María Aztahuacán y Ampliación de la Zona Urbana Ejidal San-
ta María. Aztahuacán, su desarrollo urbano se dio entre 1953 y 1970.27
A pesar de encontrarse completamente incorporado al área urbana y sin
posibilidades de crecer más, Santa María Aztahuacán ha mantenido su im-
portancia a nivel de la delegación. Esto se debe al reconocimiento del lugar
entre los pobladores más antiguos del pueblo por sus tradiciones y antece-
dentes históricos y también, como se había mencionado antes, debido al
desarrollo industrial que se ha ubicado en esta zona. Igualmente ha conser-
vado algunas de sus tradiciones ancestrales como la forma de celebrar los
matrimonios y los velorios y en especial la realización de su carnaval.
Mapa 13. Propiedad de la tierra y urbanización del pueblo se Santa María Aztahuacán

26
OCIM.
27
Idem.
66 • MA. SOLEDAD C, ALEJANDRA M., LETICIA C. Y MARISOL G.

LA DELEGACIÓN GUSTAVO A. MADERO

Esta delegación se ubica al norte del Distrito Federal y limita con la sierra de
Guadalupe, cordillera que divide actualmente el Distrito Federal del Estado
de México, su antecedente inmediato es la municipalidad de Guadalupe Hi-
dalgo (existente hacia la mitad del siglo XIX). La historia territorial de los
pueblos en esta zona es muy compleja, ya que a través del tiempo, la delega-
ción ha pasado por muchos cambios que han modificado su estructura terri-
torial. La superficie de la delegación ha cambiado constantemente desde la
segunda mitad del siglo XIX hasta 1941 (cuando quedan por fin definidos tal
como se conocen ahora); estos cambios se relacionan con los cambios histó-
ricos, en los que se delimitan las fronteras del Distrito Federal, de la delega-
ción Azcapotzalco y del municipio mexiquense de Tlalnepantla (con el que
actualmente colinda). Estos procesos inciden en los cambios de adscripción
de los pueblos y en la diversidad existente entre ellos, ya que no todos ellos
refieren al antecedente colonial de pueblos de indios.
Durante el periodo colonial no existían las delimitaciones entre el Dis-
trito Federal y el Estado de México, todo era parte de un mismo territorio y
la organización territorial de los pueblos que actualmente forman parte de la
delegación tuvo tres ejes:

1) La creación del santuario de Guadalupe.


2) La primacía de la cabecera del pueblo de Tlalnepantla con sus pue-
blos sujetos (estos últimos se localizaban fundamentalmente en el
norponiente, norte y nororiente de lo que hoy es el Distrito Federal).
3) La existencia de pueblos cercanos al santuario pero que estaban suje-
tos a la cabecera de Azcapotzalco.

En el caso del pueblo de Guadalupe, su antecedente inmediato no es la pre


existencia de un pueblo de indios. Los datos históricos indican que está relacio-
nado directamente con la creación del santuario de la virgen de Guadalupe, cuyo
culto tiene bases prehispánicas relacionadas con la diosa Tonatzin. Como es del
conocimiento general, la Villa de Guadalupe refiere a la construcción del culto a
la virgen desde el siglo xvi, la importancia dada por las autoridades coloniales
tanto al culto como al lugar determinó que se erigiera un pueblo con el nombre
de Guadalupe en 1741, año en que se define su fundo legal. La impoitancia de
la Villa de Guadalupe subordinó sin problema a algunos pueblos existentes en ía
zona como: Santa Isabel Tola, San Pedro Zacatenco y Santiago Atzacoalco.
La cabecera quedó en la Villa y los pueblos mencionados fueron sus sujetos. La
LOS PUEBLOS DEL DISTRITO FEDERAL • 67

Villa a partir de entonces fue considerada un poblamiento importante, las prác-


ticas relacionadas con el culto a la virgen subordinaron totalmente a los pueblos
de indios existentes en los alrededores, situación que perdura durante toda la
historia territorial de la conformación de la delegación y que determina la poca
visibilidad de los pueblos desde el siglo XVIII a la fecha.
Mapa 14. La organización territorial de los pueblos en Gustavo A. Madero

Fuente corográfica del Distrito Federal de 1899. Manuel García Leal

Más hacia el norte, ya en pleno territorio de la sierra de Guadalupe, se


ubicaron un número importante de pueblos que mantuvieron relaciones con
la cabecera de Tlalnepantla (entre ellos San Lucas Patoní, Cuautepec, Tico-
mán, etcétera). La importancia de este poblado se ha mantenido a través de
la historia ya que de ser una cabecera de pueblo colonial, desde el siglo XIX se
ha mantenido como cabecera municipal hasta la fecha. La constitución de
su actual configuración territorial estuvo determinada por la definición de los
límites del Distrito Federal en la segunda mitad del siglo XIX. Este proceso
68 • MA. SOLEDAD C, ALEJANDRA M., LETICIA C. Y MARISOL G.

también impactó a los pueblos sujetos, ya que de pertenecer a Tlalnepantla


pasaron a ser parte del Distrito Federal.
En el territorio más central de la actual delegación se localizaban los
pueblos de San Bartolo Atepehuacán, San Juan Hitzahuac, Santiago Atepetlac
y Santa María Capultitlán, estos pueblos tenían relación fundamentalmente
con Azcapotzalco.28 Coatlayauhcan se convirtió en Magdalena de las Sali-
nas, ya que sus tierras estaban anegadas y desoladas por lo que sus habitan-
tes se dedicaron a la explotación de la sal y del tequesquite. Algunos de estos
pueblos, en algún momento de la historia de la delegación también pasaran
a ser parte del territorio de Guadalupe Hidalgo, para después integrarse to-
talmente a lo que sería la delegación Azcapotzalco.
La lejanía de los pueblos del norte con respecto a la Villa de Guadalupe, la
frontera geográfica de la sierra de Guadalupe y los cambios de adscripción de
los pueblos que inicialmente estaban en Azcapotzalco, fueron elementos que
incidieron en una falta de articulación así como de comunicación entre los
pueblos del territorio delegacional. Cuestión que sin duda impacta en la poca
presencia y consideración de las autoridades urbanas de estos poblados.
La conformación de la municipalidad de Guadalupe Hidalgo tiene sus
antecedentes territoriales en la Carta corográfica de 1877, documento en el
que ya aparece, pero con la mitad del territorio de lo que actualmente se
conoce. Como ya se mencionó, la parte correspondiente a la sierra de Gua-
dalupe pertenecía a Tlalnepantla en el Estado de México. La estructura de
poblamiento estaba constituida por:

• Una cabecera de Distrito en ciudad: la Guadalupe Hidalgo.


• Diez pueblos: San Lucas Patoni, San Bartolo (Atepehuacán), Zacatenco,
Isabel Tola, Atzacoalco, Aragón (Villa), Santiaguito (Santiago Atepetlac),
Magdalena (de las Salinas), Calpatitlán (Calputitlán) y Ticomán.
• Cuatro haciendas: la Escalera, la Patera, Ahuehuetes y Aragón.

Es importante resaltar en esta estructura el caso del pueblo de San Juan


de Aragón, que tampoco tiene antecedentes coloniales de pueblo de indios.
El pueblo se constituye en 1856, cuando el presidente Comonfort entregó
tierras a los pobladores cercanos para fundar el pueblo (Cruz, 2001). Dada
su "reciente formación", en el siglo que nos ocupa, rápidamente es integrado
como parte de la municipalidad de Guadalupe Hidalgo.

28
Programa Delegacional de Desarrollo Urbano de Gustavo A. Madero, 1997. Anteceden-
tes históricos.
LOS PUEBLOS DEL DISTRITO FEDERAL • 69

Hacia fines del siglo XIX, en la Carta corográfica de 1899, el territorio de la


municipalidad de redefine y se amplía considerablemente. La sierra de Gua-
dalupe se anexa y junto con él un pueblo más, Cuautepec, ubicado prácticamen-
te en la serranía, que por supuesto había sido parte del Estado de México y
era sujeto de Tlalnepantla. En esta nueva delimitación San Lucas Patoní
queda definitivamente en el municipio de Tlalnepantla y se considera dentro
de los límites del Distrito Federal al pueblo de San Juan de Aragón. Es im-
portante señalar que el territorio que quedó adscrito al Distrito Federal sepa-
ró territorialmente al municipio de Tlalnepantla, ya que la sierra de Guada-
lupe como parte del Distrito, dividió a este municipio en dos territorios
separados, el oriente y el poniente. Este cambio territorial incidió de manera
fundamental en la situación y en el arraigo territorial de los pueblos ubica-
dos en esta zona y en la intensa y caótica urbanización popular que se dará
a partir de la segunda mitad del siglo xx.

Gráfica 3. Distribución de la población entre los pueblos


de la Delegación Gustavo A. Madero 1900-1970

Gustavo A. Madero |Cab|


Cuautepec el Alto
Capultitlán
San |uan de Aragón
Santa Isabel Tola
Santiago Atzacoalco
San Bartolo Atepehuacán
San Pedro Zacatenco
Santa Ma. Ticomán
Santiago Atepetlac
Tlacamaca
Magdalena de las Salinas
Cuautepec de Madero
Estanzuela

Fuente: Gráfica elaborada a partir de los datos del Archivo Histórico de las Localidades del INEGI.

Hacia 1900 la cabecera de Guadalupe Hidalgo concentraba la mayor


parte de la población (57 por ciento), de hecho en torno a ella aparecieron las
primeras colonias urbanas en el norte de la ciudad (como la colonias Carrera
Lardízabal/Constitución de la República, el crecimiento de éstas dieron paso
70 • MA. SOLEDAD C, ALEJANDRA M., LETICIA C. Y MARISOL G.

a la formación de la actual colonia Martín Carrera). En la estructura del po-


blamiento le seguía en importancia Cuautepec con el 15 por ciento del total
poblacional en la municipalidad, San Juan de Aragón con el 8 por ciento y
Ticomán con el 7 por ciento. Para 1910 ya era notorio el incremento en la
cabecera ya que para esta época se concentraba al 72 por ciento de la pobla-
ción de la municipalidad.
Es importante señalar que con el cambio de municipalidades a delegacio-
nes al iniciar el año de 1929, desaparece como tal la municipalidad de Guada-
lupe Hidalgo,- el antiguo territorio quedó dividido entre las delegaciones de
Azcapotzalco e Iztacalco. El 7 de agosto de 1931 se decidió conforma]' de nue-
vo el territorio de la antigua municipalidad de Guadalupe Hidalgo, pero ahora
como delegación. Esta delegación duró como tal poco tiempo ya que días des-
pués (el 21 de agosto) vuelve a desaparecer. Diez años más tarde, en diciembre
de 1941, la delegación reaparecerá de manera definitiva, pero ahora con el
nombre de Gustavo A. Madero.29 Sin duda alguna todos estos cambios impac-
taron a los pueblos, por lo menos se puede afirmar que la ausencia en la con-
tinuidad de la integración territorial de la delegación ayudó a que los pueblos
mantuvieran sus relaciones con las antiguas cabeceras: Tlalnepantla y Azca-
potzalco. Esto no sólo impidió la visibilidad de los pueblos en la estructura
territorial delegacional, sino que los mantuvo vulnerables al intenso proceso
de urbanización que se desarrolla en la segunda mitad del siglo xx.
Otro proceso importante de considerar en la historia de la delegación es
el reparto agrario, ya que algunos de sus pueblos fueron beneficiados por la
dotación y restitución de tierras ejidales. El pueblo de Cuautepec fue uno de
los primeros en recibir tierras (en 1917 se le dan 200 hectáreas a este pobla-
do); otros pueblos beneficiados en la década de los años veinte fueron San
Juan de Aragón, Santiago Atzacoalco, San Bartolo Atepehuacan, Magdalena
la Salinas, Santa María Ticomán, San Pedro Zacatenco, Santa Isabel Tola y
Santiago Atepetlac. En el periodo que va de 1917 a 1947 se entregaron en
total 3,719.75 hectáreas a los pueblos mencionados arriba (Cruz, 1994).
Llama la atención como este proceso fue totalmente ajeno a las vicisitudes
de las delimitaciones territoriales, a fin de cuentas no importaba la pertenen-

29
Op. cit. Decreto del 7 de agosto de 1931 dispuso que el nombre de la delegación, Guadalupe Hi-
dalgo, fuera cambiado por el de Gustavo A. Madero. Muy pronto, sin embargo, el Decreto del H. Congre-
so de la Unión, publicado el 21 de agosto, dividió al Distrito Federal en ciudad de México y 11 delegacio-
nes. Una de las que desaparecen es la de Gustavo A. Madero, parte de cuyo territorio quedó considerado
en la de Atzcapotzalco y otra parte en la de Ixtacalco. En la Ley Orgánica del Distrito Federal del 31 de
diciembre de 1941 reapareció esta delegación dentro de la división territorial de la entidad, con el nombre
de Villa Gustavo A. Madero.
LOS PUEBLOS DEL DISTRITO FEDERAL • 71

cia a cualquier municipalidad o delegación, ya que el reparto agrario respon-


dió a la lógica agraria derivada del proceso revolucionario.
La existencia de los ejidos fue muy breve en la delegación, la creación de
la delegación Gustavo A. Madero en 1941 coincidió con el proyecto indus-
trializador de México y de manera particular de la ciudad de México. El go-
bierno federal decidió que esta delegación conjuntamente con la de Azcapotzalco
constituyera el espacio territorial para iniciar, fomentar y consolidar las acti-
vidades industriales. De esta manera, en la década de los cuarenta se expro-
pia una importante superficie de tierra ejidal para construir y habilitar la
zona industrial Vallejo. Los pueblos más vinculados a Azcapotzalco fueron
afectados por las expropiaciones para las nuevas industrias, posteriormente,
a fines de los cuarenta e inicios de los cincuenta se llevaron a cabo expropia-
ciones para la construcción de equipamiento educativo, en este sentido el
IPN se construye en tierras ejidales de los pueblos de Zacatenco y Santa Isa-
bel Tola (Cruz, 1982).
De esta manera hacia mediados del siglo xx, la tendencia hacia la indus-
trialización de la delegación estaba claramente definida. Esto tuvo un impac-
to definitivo en las actividades de los pueblos, ante este perfil y la pérdida de
sus tierras, desaparecieron en muy poco tiempo las actividades agrarias en
esta parte de la ciudad. La industria trajo consigo la necesidad de espacios
habitacionales para los trabadores, cuestión que impulsó la acelerada forma-
ción de colonias populares en tierras de los pueblos o cercanas a ella. En este
caso, en esta delegación el proceso de urbanización se presentó de manera
intensa y avasalladora, para los pueblos significó la pérdida de sus ejidos, de
las tierras de los pueblos y la urbanización de un entorno con características
industriales, con un poblamiento creciente a partir de colonias populares, y
de la construcción de unidades habitacionales para los trabajadores.
De manera similar a las otras delegaciones en 1970, la Ley Orgánica del
Distrito Federal conurbó a todos los pueblos y los poblados tradicionales
existentes hasta entonces a la localidad de Gustavo A. Madero. El crecimien-
to urbano de la delegación se intensificó en esta década, el poblamiento po-
pular se desborda sobre las zonas más alejadas de la parte central de la dele-
gación y sube por la sierra de Guadalupe. Esta zona constituye un lugar
estratégico ya que colinda con el municipio de Tlalnepantla, cuya sección
oriental también se incorporó en la misma época a la industrialización (tam-
bién a costa de las tierras de pueblos como Santa Clara Xalostoc y Santa
Clara Coatitla). Algunos puntos de la delegación se distancian de este proce-
so, ya que en torno al antiguo poblado de la Villa de Guadalupe se desarro-
72 • MA. SOLEDAD C, ALEJANDRA M., LETICIA C. Y MARISOL G.

lian colonias de carácter medio y residencial como son: Lindavista, Zacaten-


co, Guadalupe Insurgentes y Guadalupe Tepeyac.
Mapa 15. Propiedad de la tierra y pueblos en Gustavo A. Madero

Fuente cartográfica, OCIM, 2005


Datos, OCIM, 1970
Elaboración: María Alejandra Moreno Flores.

EL PUEBLO DE CUAUTEPEC

Los antecedentes históricos del pueblo se encuentran en el mapa de Sigüen-


za y el Códice de García Granados, en el que se identifica el topónimo de
Cuautepec. En los documentos de los Anales de Tlatelolco aparece como
pueblo y territorio perteneciente a los señores de Azcapotzalco. Durante el
periodo colonial, esta zona tuvo cambios importantes, para la segunda mitad
del siglo xvi, Cuautepec se convirtió en un pueblo-sujeto de Tlalnepantla.
Como producto de la evangelización y el control eclesiástico de la época a
cada pueblo se le daba un prefijo cristiano que se añadía a su nombre indíge-
na, de esta manera el pueblo adquirió el nombre de Santa María Cuauhte-
pec. No se encontraron muchos datos sobre los antecedentes del pueblo, los
testimonios indican que durante los siglos xvii y xvm no hubo cambios para
el pueblo y su relación se mantuvo fundamentalmente con su cabecera.
Para la segunda mitad del siglo XIX, Cuautepec era un pequeño pueblo
típico de las cercanías de la capital del país. En los textos de García Cubas,
LOS PUEBLOS DEL DISTRITO FEDERAL • 73

así como en la Carta corográfica elaborada por él, no aparece referencia


alguna que vincule al pueblo a la ciudad. Su adscripción territorial corres-
ponde en esta época al municipio de Tlalnepantla en el Estado de México.
A fines del siglo que nos ocupa, en la Carta corográfica de 1899 la zona
correspondiente a la sierra de Guadalupe ya es parte del Distrito Federal,
por lo que ya se identifica al pueblo como "Cuautepec" dentro de los lími-
tes del Distrito Federal. En este periodo el pueblo estaba dentro de los lin-
deros de la antigua hacienda La Escalera, que también aparece registrada
en la Carta corográfica a la que hacemos referencia. Las crónicas de los
habitantes originales del pueblo lo refieren como una localidad típica del
porfiriato: con una vinculación muy cercana a la hacienda, ya que la pobla-
ción laboraba como peones y labriegos; con actividades relacionadas con la
extracción de recursos naturales para la construcción; y con una activa
participación en la construcción del ferrocarril.
En 1900, Cuautepec ya forma parte de los 10 pueblos registrados en el
municipio de Guadalupe Hidalgo dentro de los límites territoriales del Distri-
to Federal. Durante la primera mitad del siglo xx el pueblo fue uno de los más
importantes de la delegación, después de la cabecera municipal, Guadalupe,
llegó a concentrar la mayor parte de la población existente en los pueblos (sin
considerar la cabecera). En 1900 concentró 33 por ciento del total de pobla-
ción, en 1921 45 por ciento, en 1930 50 por ciento y en 1940 33 por ciento de
la población. A partir de 1950 decae la población de Cuautepec debido a con-
flictos internos entre los pobladores (por pugnas entre barrios) que llevaron a
la división del pueblo. Una parte importante de la población residente abando-
na el casco original y se funda otro pueblo, en territorios que eran propiedad
de los nativos del pueblo, que se denominó como Cuautepec el Bajo; el pueblo
original se reconoció como Cuautepec el Alto o Cuautepec de Madero.
Así, para el año 2005, el pueblo de Cuautepec de Madero se ubica en la
parte norte de la actual delegación de Gustavo A. Madero, tiene una superfi-
cie de 2,419.05 hectáreas, de las cuales 62.7 por ciento está urbanizado y el
resto corresponde a suelo de conservación. Su urbanización se inicio de ma-
nera acelerada en 1970 y se caracterizó por una fuerte formación de colonias
populares en la sierra de Guadalupe, zona en la que actualmente la delega-
ción detecta los principales problemas de asentamientos irregulares y defi-
ciencias en la dotación de servicios básicos.
La traza del pueblo es de calles irregulares, anchas y pavimentadas. En el
casco se identifican como construcciones importantes la Plaza Hidalgo y la
iglesia de la Preciosa Sangre de Cristo (que data el siglo xvi), hacia el sur se ubi-
ca el panteón de Cuautepec. Hasta 1960 el pueblo era muy pequeño y se en-
74 • MA. SOLEDAD C, ALEJANDRA M., LETICIA C. Y MARISOL G.

contraba rodeado por un paisaje característico de la serranía campirana, de


hecho, las montañas y lomeríos lo mantuvieron relativamente aislado de la
administración delegacional. Cuatro décadas más tarde la avasallante urbani-
zación cambió radicalmente el paisaje, por grandes lomeríos grises, densa-
mente poblados por colonias populares y con ausencia de áreas verdes.
Mapa 16. Propiedad de la tierra del pueblo de Cuautepec 2005

Ante la expansión de la urbanización, las características físicas del pueblo


apenas se mantienen ya que su entorno está caracterizado por una urbaniza-
ción popular casi homogénea. Con el paso del tiempo el ejido fue ocupado por
colonias populares y expropiado para construir el Reclusorio Norte de la ciudad
de México, y el remanente se declaró por el gobierno del Distrito Federal como
suelo de conservación. Es importante notar que la propiedad privada existente
en la zona siguió la misma tendencia de urbanización que los ejidos.
El crecimiento urbano inicial se dio a partir de Cuautepec barrio Alto, de
aquí se extendió, primero hacia las zonas bajas de los cerros en terrenos casi
planos, hasta ir ocupando cada vez zonas más altas en los mismos cerros, lo
que provocó terrenos con pendientes importantes y que ponen la vivienda en
alto riesgo. La más reciente urbanización (1979-1990) se ha dado en mayor
LOS PUEBLOS DEL DISTRITO FEDERAL • 75

medida en las zonas altas. De acuerdo con el Plan de Desarrollo de la Dele-


gación, 50 por ciento de su territorio se encuentra constituido por estratos
bajos que tienen ingresos familiares bajos y pertenecen a la clase popular baja
y media baja. Esta población se ubica en colonias localizadas en la zona nor-
te de la delegación, en las faldas de la sierra de Guadalupe y en las zonas
noreste y suroeste.
Las características de la vivienda en esta zona son de urbanización popu-
lar, en el tipo de construcción predominan las fachadas en color gris, sin
terminados, lo que indica una construcción por etapas progresiva; el tamaño
promedio del lote es de 200 m2 ocupado al 80 por ciento; y se distinguen al-
gunos terrenos baldíos grandes. Se identifica un déficit importante de servi-
cios urbanos, de equipamiento educativo, deportivo, de salud y cultural. Lo
anterior se debe fundamentalmente a la lejanía histórica y física de la dele-
gación, y a la poca importancia que el gobierno delegacional ha dado a este
tipo de poblamiento. Además de todo lo anterior sus características topográ-
ficas han sido un fuerte obstáculo para que se introduzca equipamiento y
servicios suficientes para la población que habita la zona. Desde la perspec-
tiva de los pobladores de Cuautepec todo esto ha mantenido al pueblo rele-
gado y desvinculado de la cabecera delegacional.
A pesar de las transformaciones económicas y sociales, producto de la
fuerte urbanización popular, Cuautepec mantiene algunos aspectos que ca-
racterizan a los pueblos. Esto se manifiesta en la pervivencia simbólica de las
fiestas religiosas y cívicas que son muy importantes para la vida de la comu-
nidad y que contribuyen a la cohesión de los nativos del pueblo. De las fies-
tas que se celebran, la más importante para los originarios es la fiesta patro-
nal del Señor de Cuautepec (celebrada el 1° de junio), seguida de la fiesta del
cuarto viernes de Cuaresma que se realiza regularmente en marzo y dura
tres días (ésta es la más conocida y concurrida). Entre las fiestas cívicas que
perduran son las del 15 y 16 de septiembre. Se mantienen presentes elemen-
tos simbólicos del casco del pueblo, tal es la caso de la plaza y la iglesia, es-
pacios que permiten la convivencia social y el desarrollo de actividades cul-
turales en Cuautepec. En este sentido, en los últimos años, los originarios
del pueblo han realizado obras en la Plaza Hidalgo que aluden al rescate de
las tradiciones de las familias fundadoras del pueblo. Este esfuerzo de distin-
ción y de pertenencia a un espacio rodeado mayoritariamente por colonias
populares, ha implicado problemas con los "otros pobladores urbanos" en
torno al rescate de los espacios públicos, cuestión que plantea la discusión
sobre quiénes pueden hacer uso de estos espacios, los "originarios del pue-
blo" exclusivamente o también los "colonos urbanos".
76 • MA. SOLEDAD C, ALEJANDRA M., LETICIA C. Y MARISOL G.

REFLEXIONES FINALES

Es difícil plantear conclusiones sobre este trabajo, la exploración del papel de


los pueblos en la configuración territorial muestra la gran heterogeneidad exis-
tente en los diferentes espacios del Distrito Federal. A pesar de la importancia
histórica de los pueblos en el poblamiento del Valle de México, ellos no son
considerados como elementos constitutivos del territorio actual. Sin duda esto
deja un vacío importante para explicar muchos de los problemas actuales re-
lacionados con la urbanización popular, el crecimiento urbano de los pueblos,
la relación de los pueblos ubicados en la periferia urbana y la urbanización, los
problemas de límites entre delegaciones y pueblos, etcétera.
La Ley Orgánica del Distrito Federal de 1970 prácticamente desapareció
a los pueblos de la estructura del poblamiento urbano. La creciente urbani-
zación absorbió de manera absoluta una forma de poblamiento que fue y es
característica de una ciudad, en la que la mayor parte de su historia los pue-
blos han sido elementos sustanciales en su desarrollo. A pesar de esto, si
bien en los datos oficiales de la ciudad no existen los pueblos, en la nomen-
clatura cotidiana de la urbe ellos están presentes, no sólo con la superviven-
cia de sus costumbres y fiestas, sino en los rasgos territoriales como su traza,
sus formas particulares de vivienda y su relación con las diferentes formas
de urbanización, y con las instancias de administración y gestión urbana.
En este sentido la historia territorial de los pueblos en el Distrito Federal
permite identificar algunos ejes centrales que explican la estructura actual
de algunas delegaciones. Estos ejes tienen un carácter histórico, pero sus
efectos en la estructura actual son evidentes. En esta parte, retomaremos
algunos de ellos con el objeto de plantear algunas reflexiones y posibles lí-
neas de trabajo para profundizar este tema.
Uno de los ejes principales que dan cuenta de la organización territorial
y su desarrollo desde la Colonia hasta la actualidad es la división básica en-
tre la ciudad española y los pueblos de indios. Este trabajo muestra que los
pueblos de indios en general fueron subordinados a la presencia de pobla-
mientos españoles. El caso de Coyoacán es bastante claro en este sentido,
sus antecedentes de ciudad española sin duda alguna determinó que en los
siglos XIX y xx la zona tuviera inversiones importantes para mantener a una
población con nivel económico más o menos elevado. La diferencia de equi-
pamiento entre la zona de influencia de la villa española y los pueblos es
bastante clara en la zona de los Culhuacanes. No sólo la villa española tuvo
esta preeminencia, el poblado de Guadalupe en la actual delegación Gustavo
A. Madero, creado por las autoridades españolas para sostener el culto gua-
LOS PUEBLOS DEL DISTRITO FEDERAL • 77

dalupano, tuvo un efecto similar al de Coyoacán, la subordinación y hasta la


invisibilidad de los pueblos en el territorio.
La organización colonial de los pueblos en cabeceras y sujetos también
tuvo efectos territoriales importantes. Aun cuando estas redes tuvieron un
claro objetivo de dominación colonial económica y evangelizadora, llama la
atención la permanencia de las relaciones entre los pueblos a través del tiem-
po. Incluso cuando en el siglo XIX desaparece la distinción entre ciudades es-
pañolas y pueblos de indios, las cabeceras se siguen reconociendo como una
forma administrativa eficaz para gobernar el territorio. Muchas cabeceras de
pueblo en la Colonia, mantuvieron su importancia en el siglo XIX y en la pri-
mera mitad del siglo xx, y se reconocieron como partes fundamentales del
Distrito Federal. En zonas en las que predominaban los pueblos, como Iztapa-
lapa y Tláhuac, existieron varias cabeceras de pueblo reconocidas.
Esta forma de organización territorial también tuvo efectos internos en los
pueblos, su organización espacial, la traza y las construcciones importantes
estuvieron relacionadas con el hecho de ser pueblos cabeceras o no. La diver-
sidad existente de la organización espacial de los pueblos tiene relación directa
con los antecedentes de pueblos cabecera o sujeto. Sin embargo, la existencia
de una traza inicial basada en esta relación indica no sólo los antecedentes
históricos del lugar, sino también la configuración interna del pueblo.
Otro efecto importante de la relación cabecera-sujeto fue la pervivencia
de relaciones territoriales referidas a las actividades religiosas y festivas de
los pueblos. Estas relaciones, que se pueden plantear como identitarias, sin
duda tienen un antecedente colonial y hasta prehispánico, y se basaron en la
existencia de un territorio organizado en función de la administración de
varios pueblos. Su división en años posteriores, en diferentes instancias terri-
toriales para su gestión, no afectó la relación entre los pueblos, cuestión que
explica en los casos estudiados aquí la diversidad de los ejes de la estructura
territorial y urbana, así como la independencia de los pueblos de la adminis-
tración urbana y la poca atención de ésta hacia los mismos.
La existencia de una continuidad territorial a través del tiempo en el Distrito
Federal es un supuesto cuestionado en este trabajo. Las delimitaciones territoria-
les administrativas en el Distrito Federal son relativamente recientes. Los límites
del Distrito Federal quedaron conformados prácticamente al iniciar el siglo xx, y
su organización y delimitación territorial interna, que pasa de prefecturas, muni-
cipalidades a delegaciones, se definió hasta la década de los cuarenta. Mientras
esto sucedió hubo desde el siglo XK una cantidad importante de cambios en las
definiciones territoriales. Esto plantea preguntas en torno a la forma en que se
negocian los territorios del Estado de México y del Distrito Federal, y la pérdida
78 • MA. SOLEDAD C, ALEJANDRA M., LETICIA C. Y MARISOL G.

de territorios de municipios como el de Tlalnepantla, que queda dividido en dos


zonas separadas (que en la actualidad se presentan como dos áreas diferentes con
serios problemas de gestión urbana). Los cambios de adscripción de los pueblos,
del Estado de México al Distrito Federal, de diferentes municipalidades y delega-
ciones es otro elemento que podría explicar los conflictos de linderos entre los
pueblos. Lo que llama la atención es que dentro de los pueblos, todos estos cam-
bios administrativos no tuvieron efectos, tal parece que el proceso de formación
de un nuevo gobierno local no incidió en su organización social y política interna.
Esto sólo puede conocerse a partir del estudio de casos que aborden esta cuestión.
De todo esto, lo que es importante puntualizar es que la conformación territorial
administrativa del Distrito Federal no contribuyó a integrar a los pueblos en la
nueva estructura del poblamiento urbano.
Si bien en este trabajo no se profundizó mucho en el proceso agrario y su
relación con los pueblos y su urbanización, sí se pudo identificar que el reparto
agrario tampoco tiene relación con la división territorial. La lógica del proceso agra-
rio, de las relaciones entre diferentes pueblos son totalmente ajenas a la orga-
nización territorial del Distrito Federal. Estos elementos también forman parte
de la compleja problemática en la que ejidatarios, pueblos y población relaciona-
da con ellos se conforman como actores activos de la vida urbana.
Finalmente, una de las reflexiones más importantes derivadas de este
trabajo es la diversidad existente entre los pueblos urbanos del Distrito Fe-
deral. Si bien parece que una gran parte de los pueblos que existen en este
territorio tiene antecedentes coloniales, algunos fueron creados directamen-
te por diferentes autoridades, como los casos de Santa Fe en Cuajimalpa y de
Guadalupe en Gustavo A. Madero, también hay pueblos que se crean en el
siglo XIX con una lógica totalmente distinta a la colonial, como San Juan de
Aragón también en la Gustavo a Madero. Aunque parecen casos aislados es
importante considerar la diversidad interna de los pueblos si en algún estu-
dio se quisiera profundizar en sus aspectos territoriales.
Una de las cuestiones finales que hay que plantear para terminar este
trabajo, es que sin duda los pueblos en su relación con el proceso de urbani-
zación han presentado efectos diferenciados y en muchos casos problemáti-
cos. Gran parte de sus tierras han sido ocupadas por colonias populares y
unidades habitacionales, tal parece que la urbanización tomó sus tierras y ellas
se poblaron con grupos de bajos recursos económicos, y con serios proble-
mas de equipamiento y servicios urbanos. Lo que llama la atención es que
esto no subsumió su estructura, de hecho mantienen su "identidad territo-
rial" ya que se identifican con una traza urbana distinta a las colonias urba-
nas y con prácticas sociales que se han recreado a través del tiempo.
LOS PUEBLOS DEL DISTRITO FEDERAL • 79

BIBLIOGRAFÍA

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Capítulo 3

SAN PABLO CHIMALPA, CUAJIMALPA

MARÍA ANA PORTAL


CRISTINA SÁNCHEZ MEJORADA

INTRODUCCIÓN

Lo que distingue a un pueblo urbano del resto de los asentamientos de la


ciudad es la manera en que construyen, usan, significan y se apropian de sus
tiempos y sus espacios. Esta forma de construcción y apropiación se da a
partir de procesos históricos amplios, en territorios concretos, que se consti-
tuyen en el contexto indispensable para comprender sus particularidades.
San Pablo Chimalpa, corresponde al grupo de pueblos que Iván Gomezcé-
sar tipifica como:

pueblos rurales y semirurales ubicados en la zona sur y surponiente del Distrito


Federal, que poseen la superficie de bosques y zona de chinampas todavía en
producción [...] que se caracterizan porque al menos parte de su subsistencia
depende de la tierra (agropecuaria, silvícola o recientemente turismo ecológico)
y poseen en su mayor parte formas de representación civil (enlaces territoriales,
subdelegados y otras figuras) [...] con los actores sociales más organizados y con
la vida comunitaria más completa (Gomezcésar, 2010: 2).

Sin embargo, se distingue de éstos por estar ubicado en Cuajimalpa de


Morelos, actualmente una de las delegaciones más dinámicas y con mayores
índices de crecimiento, en el sur poniente de la ciudad.
De los cuatro pueblos que conforman esta delegación, Chimalpa es reco-
nocido como uno de los más antiguos. Estos dos aspectos -su antigüedad y
el hecho de que se ubique en una delegación con un desarrollo acelerado
y con una vocación de modernización de punta- lo convierte en un lugar que

81
82 • MARÍA ANA PORTAL Y CRISTINA SÁNCHEZ MEJORADA

se debate entre la conservación de sus poderosas tradiciones ancladas en un


sistema de organización socio-religioso sumamente complejo, y una ciudad
que tiende a incorporarlo rápidamente a su lógica espacio-temporal.
Situado a cuatro kilómetros de la cabecera delegacional, colinda al po-
niente con San Jacinto y Zacamulapa en el municipio de Huixquilucan, Es-
tado de México; al norte con San Lorenzo Acopilco y el bosque de La Venta;
al sur y oriente con San Pedro Cuajimalpa y la colonia Zentlapatl. Esta ubi-
cación lo coloca en una zona de grandes contrastes tanto económicos, como
políticos y sociales, ya ha sido uno de los polos de mayor desarrollo urbano
desde hace por lo menos 20 años. Pero también resulta un lugar estratégico
por su colindancia con Huxquilucan que a su vez es uno de los municipios
más ricos del país, con procesos de urbanización muy importantes.

Mapa 1. Ubicación y colindancias de la delegación de Cuajimalpa

Fuente: Boletín Finsemaneando ciudadanosenred.com.mx


SAN PABLO CHIMALPA, CUAJIMALPA • 83

La delegación de Cuajimalpa es una zona boscosa, con ríos, barrancas y


manantiales que actualmente ocupa 71 kilómetros cuadrados1 en la sierra de
las Cruces, importante conjunto montañoso que se localiza en la parte este del
cinturón volcánico transmexicano y constituye un límite físico entre las cuen-
cas de México y Toluca. Este conjunto está conformado por ocho estratovolca-
nes2 que vistos de sur a norte son: Zempoala, La Corona, San Miguel, Salazar,
Chimalpa, Iturbide, la Bufa, la Catedral, así como otras estructuras menores
como el volcán del Ajusco o el cerro del Teopazulco en Chimalpa.
De origen prehispánico, se consolidó durante la Colonia como pueblo y
mantuvo una larga tradición de leñadores y carboneros, acompañado de agri-
cultura y ganadería de subsistencia. Durante el siglo XIX y principios de xx,
San Pedro Cuajimalpa pasó de pueblo a cabecera de municipio y a partir de
1929 es cabecera delegacional.
Como señalamos antes la delegación Cuajimalpa está conformada por
cuatro pueblos (San Mateo Tlaltenango, San Lorenzo Acopilco, San Pedro
Cuajimalpa y San Pablo Chimalpa) y 54 colonias, muchas de ellas de inva-
sión o de reacomodo, que conviven con fraccionamientos residenciales para
personas con alto poder adquisitivo, así como con modernos edificios donde
se establecen grandes corporativos, en especial en el área de Santa Fe y sus
alrededores (incluida la carretera a Toluca), un megaproyecto urbano que
detona el desarrollo de la zona a partir de los años noventa.
En ese contexto, Cuajimalpa se ha caracterizado por ser un lugar de mu-
chos contrastes socioeconómicos, por tener un crecimiento y un proceso de
urbanización tardío, si lo comparamos con el resto de la ciudad, y por un
crecimiento poblacional vertiginoso: en 1980 había 91,200 habitantes en
toda la delegación; para 1990 la poblaban 119,669 personas, cinco años des-
pués 136,865; en el 2000 habían 151,222 habitantes3 y para el 2005 ya eran
172,172 habitantes.4 Sin embargo, el mayor incremento absoluto de pobla-
ción se dio justamente entre 1970 y 1980, cuando se incrementó el proceso
de urbanización, con un incremento de la población de 36,200 habitantes a
86,725 (Preciat y Contreras, 2000: 565).

'Esto representa 4.7 por ciento del total de territorios del Distrito Federal.
2
Un estratovolcán es un tipo de volcán cónico y de gran altura, compuesto por múltiples
capas de lava endurecida. Al respecto se puede consultar a Vicente Araña Saavedra y José
López Ruiz (1974).
3
Esto significa que creció 3.2 veces entre 1970 y el 2000.
••Documento elaborado por Soledad Cruz con base en el Archivo Histórico del INEGI, el Con-
teo General de Población 1995 y 2005 y el Censo General de Población y Vivienda 1980-2000.
84 • MARÍA ANA PORTAL Y CRISTINA SÁNCHEZ MEJORADA

Esta dinámica -que implica 24 por ciento de crecimiento anual- la ubica


como una de las cuatro delegaciones con mayor crecimiento poblacional del
Distrito Federal, y responde a dos procesos: por un lado, al crecimiento na-
tural de la población, y por otro, con un creciente proceso de migración tan-
to de sectores populares provenientes de otros estados de la República -prin-
cipalmente del Estado de México, Michoacán, Puebla e Hidalgo- como del
propio Distrito Federal, en donde también se incluyen sectores altos y me-
dios que originalmente vivían en Polanco o Las Lomas de Chapultepec.
Mapa 2. Estructura de poblamiento en la delegación Coajimalpa en 1938

Cartografía delegacional, OCIM, 2005


Estructura de poblamiento con base en el plano
ejidal de 1938, Cuajimalpa, Archivo General Agrario.
Localidades. Archivo Histórico de las Localidades INECI
Elaboración: María Alejandra Flores

La migración de las clases altas atraídas por el megadesarrollo de la zona ha


generado, según el mapa de ingresos del Instituto Nacional de Estadística Geogra-
fía e Informática ¡INEGI) que esta zona -particularmente en el área de Santa Fe- sea
la única en donde conviven territorialmente las personas de mayor ingreso per
capita, junto a aquellas con los menores ingresos de la ciudad (Moreno, 2009).
Todos estos grupos -tanto los de muy altos ingresos como los de meno-
res ingresos- se asientan en esta zona porque que todavía cuenta con impor-
tantes extensiones de terreno disponibles para compra, muchos de los cuales
provienen precisamente de las tierras y bosques pertenecientes histórica-
mente a los pueblos. Ello se puede observar en el hecho de que mientras el
SAN PABLO CHIMALPA, CUAJIMALPA • 85

conjunto del Distrito Federal tiene una densidad de población de 2,130 ha-
bitantes por km2, Cuajimalpa sólo alcanza 497 hab/km2.5
En la dimensión territorial llama la atención que todos los pueblos de la
delegación se ubican en las zonas altas, mientras que los fraccionamientos
residenciales ocupan las partes bajas de las colinas, principalmente la zona
noreste de la delegación, aunque también llegan a ocupar algunas zonas de
estas montañas en terrenos que antes pertenecieron a los pueblos.
Este dinamismo la coloca -junto con Milpa Alta y Tláhuac- dentro de lo
que se han considerado delegaciones "jóvenes". Es decir, que a diferencia de las
otras delegaciones del Distrito Federal cuya población tiende a mantenerse
estable en su crecimiento provocando el aumento en la edad promedio de su
población,6 Cuajimalpa tiene una población promedio de 24 años de edad.
Este aspecto es muy importante cuando se traduce en necesidades de servicios
y otros aspectos socioeconómicos que tendrán que ofertar las autoridades a
mediano y largo plazo. Lo antes descrito, ha generado una enorme presión
sobre los territorios de los pueblos, que han vendido grandes extensiones de
sus tierras de labor -principalmente propiedad privada y ejidal- para dar paso
a la construcción de fraccionamientos residenciales cerrados y colonias popu-
lares perdiendo así mucho de sus territorios originales. Esto se expresa en el
hecho de que si para 1950 la población económicamente activa dedicada a
labores agropecuarias y forestales representaba 46 por ciento de los habitantes
de la delegación, para 1990, sólo era 1.3 por ciento, de tal suerte que para 1997
46 por ciento del suelo era para uso habitacional, 15 por ciento mixto y 4 por
ciento de recreación, lo que nos deja un reducido 35 por ciento para activida-
des agropecuarias y zonas de conservación (Preciat y Contreras, 2000: 566).
Frente a esta dinámica de crecimiento, las autoridades delegacionales y
la ciudadanía enfrentan un consecuente deterioro ecológico ya que 30 por
ciento de su población se asienta en suelo de conservación. Esto se traduce
en escasez de agua, problemas de contaminación del aire, ríos y barrancas,
presión sobre el precio de la tierra, pérdida de terrenos agrícolas y una pro-
funda transformación en el perfil laboral de su población.
Es en este contexto que ubicamos a San Pablo Chimalpa. Considerado, en el
Programa Delegacional de Desarrollo Urbano, todavía como poblado rural,7 ocupa

5
Breviario de la Delegación Cuajimalpa de Morelos, 2009.
6
Por ejemplo, en Benito Juárez la edad mediana de los residentes es de 33 años.
7
De acuerdo al Programa Delegacional de Desarrollo Urbano que se presentó en el 2007,
pero no fue aprobado, la nueva versión se puso a consulta de la población hace unos meses y
en ella se siguen definiendo los pueblos de Cuajimalpa como rurales.
86 • MARÍA ANA PORTAL Y CRISTINA SÁNCHEZ MEJORADA

158.52 hectáreas que se asientan en un área boscosa entre pendientes y dos barran-
cas, la del río Borracho al norte y poniente y Honda al oriente, cruzadas todavía
por algunos ríos y manantiales provenientes del Cerro Teopazulco, que surten de
agua potable a la comunidad. Por lo mismo tiene una topografía irregular que ha
determinado tanto el trazo irregular de sus calles, como su imagen urbana.
De estas 158.52 hectáreas 40.41 son área urbana, 65.69 son área boscosa
y 53.11 corresponden al área no urbanizada o tierras de cultivo.8 La topogra-
fía accidentada debiera representar un límite al crecimiento; sin embargo, la
poligonal del pueblo ha sido rebasada hacia las zonas de barranca o arbola-
das, al establecerse asentamientos irregulares, muchos de ellos en zonas de
riesgo. Entre los asentamientos irregulares están: El Carmen, río Borracho,
Almeya, Panazulco, Acazulco, Ahuastitla,9 Camino a Moneruco y Camino a
Chimalpa. Hacia el suroriente del poblado se encuentran terrenos agrícolas
de propiedad privada.
Ahora bien, a pesar de encontrarse en medio de lugares pujantes inmer-
sos en procesos modernizadores y globalizadores, paradójicamente Chimal-
pa es un pueblo con una estructura tradicional consolidada, que tiene meca-
nismos propios de reproducción y formas de organización que determinan
tanto los ritmos de la vida cotidiana como sus espacios.
Lo que llamamos estructura tradicional hace referencia a dos dimensio-
nes que caracterizan a San Pablo Chimalpa: la dimensión espacial/territorial,
que se distingue de otros pueblos de la zona por estar constituida sólo por
propiedad privada, y la dimensión temporal que se refiere a las formas de
organización cívica y religiosa, la cual es articulada por las relaciones de pa-
rentesco, ritmando la vida tanto festiva -cuyo eje lo constituye un complejo
sistema festivo que tiene como núcleo la fiesta patronal- como cotidiana de
la comunidad. Todo ello construido a lo largo del tiempo a partir de procesos
específicos como veremos en estas páginas.
Lo que a continuación presentamos es una reflexión en torno a la cons-
trucción del espacio social, el territorio y la organización del pueblo atrave-
sado por la idea del tiempo histórico y el tiempo como mareaje de ritmos en
la vida cotidiana. De allí que esté dividido en dos grandes apartados que
muestran este proceso.

"Consultado en la base de datos del Observatorio Urbano de la Ciudad de México, OCIM-SIG,


elaborado por María Soledad Cruz Rodríguez.
9
Estos son algunos de los parajes que conforman el pueblo, que se ubican en la periferia
y es a donde se han ido vivir los hijos y nietos de los originarios, los consideran irregulares
pues se encuentran en suelo de conservación.
SAN PABLO CHIMALPA, CUAJIMALPA • 87

CHIMALPA: ESPACIO SOCIAL Y TERRITORIO

Si, como planteamos al principio, la reproducción de las diferencias cultura-


les entre los grupos sociales -en este caso urbanos- se da, en función del uso,
la organización y el control que se ejerce sobre el tiempo y el espacio, la pregunta
obligada es ¿cómo se da este proceso en el caso de San Pablo Chimalpa?
¿Cuáles son los ejes organizativos fundamentales?¿Qué lo diferencia de
otros pueblos urbanos?
El espacio es concebido más que como un "contenedor" de las prácticas
sociales, como una red de vínculos de significación que se establece al inte-
rior de un grupo social con las personas y las cosas, mientras que el tiempo
sería el movimiento de esa red, con un ritmo, una duración y una frecuencia
(Aguado y Portal, 1992: 72).

... el espacio es necesariamente parte integral de ese proceso de construcción y


también un producto del proceso (Massey, 2005: 107).

Es al mismo tiempo contenido y contenedor de las prácticas sociales; es


un marco desde donde se organizan las prácticas, pero es también lo que
significan esas prácticas ordenadas culturalmente. El espacio es, así, funda-
mento de los saberes locales ya que no se conoce ni se aprende en abstracto,
"el conocer está ligado al espacio vivido y a la tipología del territorio" (Labor-
da, 2006: 70). Para este autor, el espacio vivido:

... no es un mero soporte, una sustancia primaria, sino un canon de realidad,


que otorga sentido a lo que se percibe, pues integra la ideología, es decir, lo que
sigue la lógica propia de las ideas de la comunidad: su conciencia, sus creencias
y mitos, sus valores y objetivos. En definitiva, las leyes de la representación de
esta comunidad son las que levantan los principios de interpretación y de con-
sistencia de lo físico, de lo exterior (Laborda, 2006: 71).

En este contexto el espacio social es una abstracción o, como dice


Massey (2005), ... "no es superficie". El territorio en cambio hace refe-
rencia a lo materialmente fáctico. De ahí que tanto el espacio social
como el territorio son producto de un proceso social específico. Esto nos
lleva a preguntarnos ¿cuál es la forma histórica y social en que San Pa-
blo Chimalpa construye, articula y ordena su espacio y el territorio en
que habita?
88 • MARÍA ANA PORTAL Y CRISTINA SÁNCHEZ MEJORADA

Históricamente Chimalpa surge en la época prehispánica, más como un


caserío disperso que como una población consolidada, que por su ubicación
-en la serranía del Teopozulco y de cara a la zona otomí- recibió su nombre,
el cual quiere decir: "sobre el escudo" que viene de las palabras del náhuatl
chimalli que significa escudo y pan sobre. En efecto, este asentamiento juga-
ba el papel de escudo o barrera de contención para evitar que los otomís
cruzaran las fronteras. Se dice incluso que era un fuerte militar, sin embargo,
no hay claros vestigios de ello, aunque en las tierras de Chimalpa se han
encontrado puntas de lanza de obsidiana y otros enseres.
Es durante la época colonial cuando realmente se consolida como pueblo
al formar parte del Marquesado del Valle.

LA CONSTRUCCIÓN DEL TERRITORIO DE CHIMALPA DURANTE LA COLONIA

Tres años después de consumarse la conquista de México -Tenochtitlán, el


emperador de España, Carlos I, premió a Cortés con una "merced real" que
SAN PABLO CHIMALPA, CUAJIMALPA • 89

consistió en la donación de 23,000 vasallos (españoles e indios) a perpetui-


dad, con jurisdicción civil y criminal, y las concesiones del Título de Mar-
qués del Valle y de Capitán General de la Nueva España. En la carta de do-
nación se hace expresa mención de los alcances territoriales y jurídicos de la
merced real.10 Territorialmente el Marquesado era muy grande. La superficie
otorgada a Cortés incluía 22 pueblos y múltiples poblados y barrios ubicados
en lo que hoy se conocen como los estados de Oaxaca, Veracruz, Distrito
Federal, Estado de México, Morelos y Michoacán, aunque no presentaban
una unidad territorial pues se hallaban en varias regiones separadas entre sí.
Por lo mismo, los pueblos donados fueron agrupados en nueve jurisdicciones
conformadas del modo y la manera que lo estaban las de la Real Corona:

1) Alcaldías mayores, que en este caso eran tres: Cuernavaca, de las Cua-
tro Villas Marquesanas (Oaxaca), Tuxtla y Cotaxtla.
2) Corregimientos, que eran cinco: Coyoacán, Yecapixtla, Oaxtepec, Te-
huantepec, Toluca y Charo Matlalcingo.

El Corregimiento de Coyoacán tenía una extensión de 550 km2. Su ca-


becera era la Villa del mismo nombre y contaba con 34 poblados. A esta ju-
risdicción estaban sujetos los pueblos: Mixcoac, San Agustín de las Cuevas,
San Ángel, Churubusco, Tacubaya y San Pedro Cuajimalpa, incluidos sus
barrios y poblados: San Pablo Chimalpa, San Lorenzo Acopilco y San Mateo
Tlaltenango. Tanto los alcaldes como los corregidores eran gobernadores de
sus respectivas localidades. Sus funciones administrativas eran muy varia-
das y tenían que ocuparse del cobro de los tributos, de repartir las 600 varas
de tierra en redondo que por ley se daban a toda comunidad erigida en pue-
blo, de tomar medidas si se presentaban epidemias, y ocuparse de mantener
puentes y caminos en buen estado. Para cumplir con sus funciones los alcal-
des y corregidores podían nombrar a un teniente. En Cuajimalpa había un
teniente del corregidor de Coyoacán (García Martínez, 1969).

10
A partir de la conquista de tierras mesoamericanas por la corona española, en 1521,
ésta empezó a repartir a los pobladores españoles "mercedes reales", en tierras, como remu-
neración por los servicios prestados a la conquista material y espiritual de los pueblos indí-
genas. Las mercedes eran concesiones sobre uso de suelo y no donaciones de tierra en plena
propiedad, pero pronto estas concesiones se fueron transformando en derecho a la propiedad
sobre terrenos colindantes de los pueblos de indios, a través de la venta de bienes realengos
o baldíos y el acaparamiento de tierras de comunidad. La República de españoles coexistió
con la República de Indios, éstos eran "encomendados" al "señor español" quien debía garan-
tizar la instrucción religiosa y recaudar el tributo en especie o trabajo.
90 • MARÍA ANA PORTAL Y CRISTINA SÁNCHEZ MEJORADA

Entre 1530 y 1534 Hernán Cortés realizó una serie de litigios contra el
Ayuntamiento de México para demostrar los límites y posesión del Marque-
sado del Valle que le había sido otorgado por el rey. Le interesaba proteger,
por su cercanía a la ciudad de México, sus propiedades de Tacubaya y Co-
yoacán, pero en especial el camino de la ciudad a Lerma y Toluca, donde
había ricos cultivos y grandes haciendas ganaderas de su propiedad.

Cortés decidió demostrar sus privilegios y derechos de posesión fundando a los


lados del camino real a Toluca, pueblos de indígenas11 con todas las formalida-
des de la ley a que recurrían para garantizar sus actos, colocó en el gobierno de
dichos poblados a un gobernador indígena de toda su confianza y le otorgó las
tierras inmediatas (Valdés, 1983: 93).

Entre la serie de documentos que presentó Hernán Cortés para defender


sus tierras se encontraba el códice Cuauhximalpan que fuera creado para
demostrar cómo el conquistador había donado y otorgado el control de cier-
tos pueblos y barrios a determinados caciques indígenas, los cuales en con-
traparte se volverían subditos del marquesado y vasallos del rey español,
como lo indica -para Cuajimalpa- el propio códice:

Ha quedado todo esto registrado para que todos los habitantes del pueblo lo
sepan y firman las autoridades contemporáneas, nobles y funcionarios que
parecen incluir a Don Gabriel Cuauhtlecoatzin, Tecocomoc, Don Melchor
Cuauhtlecoatzin (hijo de Moctezuma II) Tlayacanqui y Juan Caciqvie. El tla-
cuilo12 o escribano firma como Lucas Mateo. La concesión se dio en el mo-
mento de la llegada del primer virrey de Nueva España, en el año de 1535

H
En 1534 Hernán Cortés procedió a fundar varios pueblos y a dotar de tierras a otros que
ya existían, como San Pedro Cuajimalpa, San Pablo Chimalpa, San Lorenzo Acopilco y San
Mateo Tlaltenango y los que se encuentran en otras circunscripciones como: San Bartolo
Ameyalco, Santa María Magdalena, San Jerónimo, San Bernabé Texotitlán, Santa Lucía, Te-
telpan Axciotzingo, San Nicolás y Santa María Axoxoxco. Casi todos ellos estaban situados
en los caminos de Mixcoac, Coyoacán y Tacubaya a la Casa Real de Cortés ante su presencia
y la de todos los habitantes del pueblo, en el que se describen las características de las tierras y
sus linderos (Báez Recillas, 2000). En este proceso una de las acciones que se efectuaron fue
la de imponer un nombre católico a cada pueblo con nombre indígena, conservando ambos.
12
Los tlacuilos eran los encargados de dibujar los códices en que los indígenas llevaban
registros de toda naturaleza. Para formar los códices usaban papel de amate, piel de venado,
tela de algodón tejida en telar de cintura, y, tal vez, papel de maguey, así como tinta, exclusi-
vamente negra y roja, para las pinturas y glifos. Los códices se guardaban, doblados a manera
de biombos, en amoxcalEs, o casas de códices (Wikipedia).
SAN PABLO CHIMALPA, CUAJIMALPA • 91

(véase: ficha de la foja 20v, en el capítulo 6, estudio analítico del texto]. Al


parecer teniendo a Hernando Cortés, conquistador de México y quién poste-
riormente recibió el título de "marqués del valle..." como el gran señor (huey
tlatocatzin). A él deberían entonces pagarle tributo en lo inmediato, a éste
último debía tomar su parte y entregar a la administración de la corona en
esta Nueva España la parte correspondiente. En el folio 25v, líneas 10-14 se
dice que en la casa real se reunieron todos los habitantes y ante su presencia
se realizó, escribió y/o firmó, este papel de tierras. Tal vez, como representante
de los habitantes del pueblo de Cuajimalpa firmó el nombrado Juan Cacique,
por los nobles (al menos de su propio linaje), Don Gabriel y Don Melchor
Cuauhtlecoatzin Tlayacantzin y Tecocomoc. No hay nombre que indique la
presencia del linaje Xihuytl Temoc tzin, a nuestro parecer el de mayor impor-
tancia y probable principal interesado como particular en la elaboración del
escrito; más que nada como miembro de los primeros fundadores y goberna-
dores de esta tierra de quien por cierto, su último representante aparece en el
códice en el folio 5v (Don Francisco) y quizá sea el mismo del folio 5r, quien
gobernaba a la llegada de los castellanos (Báez y Recilla, 2000).

San Pablo Chimalpa, por encontrarse en un camino secundario que debía


recorrerse por barrancas y laderas muy empinadas (que resultó un camino
poco transitado para pasar al valle de Toluca), es poco mencionado en la his-
toria y eso dificulta la interpretación de lo ocurrido. No obstante, los poblado-
res de Chimalpa narran -a partir de lo que sus antepasados les dijeron- que
originalmente el pueblo se encontraba en la cúspide del cerro, lo que permitía
mucha mayor visibilidad de la zona y el valle, pero que después se asentaron
en la zona un poco más plana, donde actualmente se encuentra y donde había
un estanque de agua o manantial al que bajaban a tomar agua los animales del
monte, en especial los venado.13 Allí se construyó una pequeña capilla o ado-
ratorio, en torno al cual se edificaron las primeras viviendas.

La posición de la iglesia de San Pablo Chimalpa tiene todos los elementos para
pensar que también había una pirámide o un templo debajo. La iglesia estaba, o
ese espacio está construido sobre lo que fue un manantial, a mitad del cerro, es
algo extraño, pero hay vestigios. Incluso a principios del siglo pasado hay quie-
nes dicen que todavía era zona pantanosa, que circulaba agua. Otras personas
dicen que en la segunda torre se escucha como circula agua. Lo cierto es que al
estar un manantial en medio del cerro, para las culturas prehispánicas era algo

'De ahí que a los chimalpenses se les conozca con el sobrenombre de venados.
92 • MARÍA ANA PORTAL Y CRISTINA SÁNCHEZ MEJORADA

relevante y por lo tanto merecía la construcción de un templo, un adoratorio, tal


vez no de grandes dimensiones, pero sí importante. Lo que propició que las per-
sonas que vinieron a evangelizar dieran por hecho que ese sería un punto reli-
gioso, y por el sincretismo que se dio en la conquista pudieron fundar una capi-
lla o un templo. 14

Esta práctica corresponde también a la necesidad que tenían los españo-


les y en especial los evangelizadores de agrupar a los indios dispersos por el
territorio15 en puntos precisos del mismo y más cerca de las cabeceras o pue-
blos centrales. Pero la reorganización de la población indígena en congrega-
ciones y el establecimiento de las encomiendas tenía también una orienta-
ción económica ya que facilitaba el pago del tributo en dinero, especie y
servicio personal, estableciéndose para lo mismo el repartimiento de indios
destinados principalmente al trabajo agrícola, forestal y al de los centros
mineros. Se dice que:

Los indios que habitaban los pueblos de Cuauhximalpan, Chimalpan y Acopilli


no aceptaron pagar un tributo en dinero, así que se les pidió que talaran los
bosques que rodeaban estos pueblos, el tributo fue su trabajo y la madera era
entregada en la ciudad (Valdés, 1983: 25).

Con esta política, la cabecera San Pedro Cuajimalpa se fortaleció y creció,


en especial porque en ella se ubicaba el mercado, la iglesia y oficinas guberna-
mentales en torno a la plaza cívica. Los barrios o poblados aledaños (Acopilco,
San Mateo y Chimalpa) también siguieron aglutinando población en especial
en torno a las capillas e iglesias que se empezaban a construir en estas zonas.
Algunas fuentes señalan que fueron los dominicos los que iniciaron la cons-
trucción de la capilla de San Pablo en 1700, lo cual es posible ya que la construc-
ción de la iglesia de San Pedro Apóstol de Cuajimalpa se atribuye a esta misma
orden, quienes iniciaron la construcción de ese templo en 1628, aunque se
concluyó con todo y su torre norte hasta 1785. En los entornos de dicha zona
se encuentra también el Convento del Desierto de los Leones, fundado en
1604, por los Carmelitas descalzos.16

'"Entrevista realizada a Ernesto García.


15
Lo que se llamó congregaciones de indios.
16
Dentro de esta orden se acostumbraba, a manera de penitencia y reposo espiritual, ha-
bitar los llamados "desiertos", palabra destinada por ellos al referirse a lugares aislados, bos-
cosos, pintorescos y alejados del bullicio humano. En estos sitios los frailes realizaban peni-
tencias como la autoflagelación y el ayuno, así como votos de silencio. Inicialmente el
SAN PABLO CHIMALPA, CUAJIMALPA • 93

El Templo de Chimalpa dedicado al apóstol San Pablo -de ahí su nom-


bre- se conservó, hasta principios del siglo xx, como una construcción mo-
desta, de adobe, con una sola torre. Poco a poco los habitantes la han ido
restaurando y ampliando y se constituye en un referente central para el pue-
blo, ya que hasta la fecha forma parte de su identidad además de que ha de-
finido el patrón de asentamiento del poblado: en torno a la iglesia se estruc-
tura el poblado, y a su alrededor se desarrolla gran parte de la vida social,
como veremos más adelante.
Otro aspecto importante de tomar en cuenta es el territorio que se va
construyendo durante el periodo colonial. En este momento la estructura de
la propiedad territorial de los pueblos no se basó en la propiedad individual
sino en la propiedad comunal. Las tierras indígenas se poseían y explotaban
de manera comunal y no podían enajenarse. Existía el fundo legal, que con-
sistía en la mínima extensión que debía tener un pueblo de indios. Era como
el casco o lindero que no comprendía tierras de labor designadas para la sub-
sistencia comunitaria y se le denominaba ejido.

Los pueblos de indios también se favorecieron con la dotación de ejidos, dehesas


y fundos legales. El ejido, que en esa época no tenía nada que ver con la forma
de la propiedad que actualmente se conoce, era aquella extensión de tierra con-
cedida a los pueblos, villas y ciudades para uso común y gratuito de sus habitan-
tes, su superficie no debía estar ocupada por casas o edificios públicos. Es impor-
tante notar que los ejidos no eran tierras de labranza, ni se trataba de tierras de
comunidad, más bien se identificaban como tierras comunes dedicadas a satis-
facer las necesidades colectivas del pueblo (como el pastoreo y la recolección de

convento se iba a establecer en Puebla, no obstante, por esos tiempos ocurrió la milagrosa
aparición de la imagen de San Juan Bautista en San Mateo Tlaltenango ante Fray Juan de la
Madre de Dios (fraile franciscano), a quien se le indicó construir una iglesia en el pueblo,
construcción que se inició en 1571. Se dice que años después este mismo santo indicó a los
carmelitas construir su convento en los montes llamados de Santa Fe. Cuellar (la persona que
financió la obra) aceptó cambiar la ubicación del convento, para lo cual se consiguió el permi-
so del virrey Marqués de Montes Claros y la fundación se llevó a cabo el 16 de diciembre de
1604, aunque el convento se concluyó en 1611. Por diversas razones los frailes solicitaron,
después de la independencia, dejar el convento (entre éstas se encuentran las frecuentes disputas
en torno a la propiedad de la tierra, el clima, las batallas que se libraron ahí, la ocupación del
convento por parte de los insurgentes, entre otras. Una vez que el nuevo convento terminó
de construirse -en los montes de Nixcongo en Tfenancingo hoy Estado de México- se fueron
y lo entregaron a la jurisdicción de la ciudad de México. Estas tierras después serían solicita-
das por los habitantes de Chimalpa a manera de restitución de tierras.
94 • MARÍA ANA PORTAL Y CRISTINA SÁNCHEZ MEJORADA

leña). La dehesa era una superficie cualquiera de terrenos acotada por cercas,
vallas y paredes, destinada al pastoreo del ganado (Cruz, 2001: 28).

El ejido era entonces el terreno de uso común para la explotación de


montes, pastos y aguas que se encontraba a la salida del pueblo. Estaba ex-
cluido de ser sembrado o labrado para uso particular.
Las tierras de repartimiento, de parcialidades, o llamadas comúnmente "par-
celas de común repartimiento", provenían de las tierras otorgadas a las familias
en usufructo, con obligatoriedad de utilizarse siempre. Sus productos, como en
este caso el carbón y la madera, se destinaban a cubrir determinados gastos pú-
blicos de la comunidad y estaban libres de arbitrios e impuestos.17 Había terrenos
que se destinaban para el pastoreo de los animales, práctica que se mantuvo has-
ta la mitad del siglo xx como relatan los habitantes de Chimalpa:

... los campesinos de aquí lo que querían era que las tierras produjeran, no les
importaban tanto las inmobiliarias y todo eso, lo que les importaba es que pro-
dujera, y como allí no se producían muy bien porque los padres no la cultivaban,
sólo la dejaban así que estuviera como monte, como llano, nada más tenían
pasto. Entonces para lo único que lo utilizaban los de aquí era para llevar a sus
animales, pasando Cuajimalpa está un como rancho, y los llevan y los dejan allí
porque lo único que hay allí son pastos. Es para lo único que lo utilizaban por-
que la tierra era tan infértil que no se producía nada. 18

A partir de los siglos xvn y xvm se favoreció la formación de haciendas y


ranchos a través de las llamadas "composiciones de tierras" que consistían
en regularizar los títulos falsos o defectuosos contratados con la corona. Es-
tos nacen de terrenos baldíos o bienes realengos vendidos por la corona, en
donde este tipo de composiciones eran determinantes para saber qué tierras
estaban baldías y disponibles; asimismo se constituyeron de mercedes otor-
gadas para las estancias ganaderas -que pese a las prohibiciones reales com-
binaban las actividades ganaderas con las agrícolas-. Con todo ello se con-
formó un tipo de propiedad de españoles, que se localizaba en los linderos de
los pueblos. Así, regularizaron tierras apropiadas ilícitamente y adquirieron

17
Boletín informativo de la Dirección General de Archivo Histórico y Memoria Legislati-
va., año ni, núm. 24 http://www.senado.gob.nrx/content/sp/memoria/content/estatico/con-
tent/boletines/boletin_24.pdf. Senado de la República, marzo-abril, 2003.
'"Entrevista con la señora Ofelia Martínez, originaria de Chimalpa, abril de 2008.
SAN PABLO CHIMALPA, CUAJIMALPA • 95

otras más a bajo costo.19 Las haciendas crecieron a partir de asentamientos


fijos de trabajadores agrícolas, residentes y asalariados y a partir del despojo
de las tierras de los pueblos indios.
La estructura en cuanto a la propiedad de la tierra se modificó de manera
profunda a partir de la Independencia pero sobre todo al finalizar el siglo XIX,
cuando, auspiciada por la política porfiriana, se presenta el mayor proceso de
acaparamiento de tierras, se constituyen grandes haciendas y se forman ran-
chos. En el caso de Cuajimalpa se identifican tres grandes haciendas: La
Venta, Jesús del Monte y Buenavista (mapa 2).
Este proceso de acaparamiento de tierras sufrirá un importante revés
después de la Revolución de 1910, en donde se pueden observar nuevas ten-
dencias en torno a la propiedad de tierra y su distribución.

EL IMPACTO DE LA REFORMA AGRARIA

Después de triunfar al frente del Ejército Constitucionalista, en abril de


1916, Venustiano Carranza estableció definitivamente su gobierno en la
ciudad de México e inmediatamente se propuso llevar a cabo reformas socia-
les, entre ellas las relativas a la cuestión agraria, un problema social y nacio-
nal, para lo que dispuso que se legalizaran las reformas agrarias que preten-
día el Plan de Ayala.20 Inspirada en los lincamientos de la propuesta de
Andrés Molina Enríquez21 y redactada en Veracruz por Luis Cabrera -colabo-
rador de Carranza-, fue expedida la Ley Agraria, el 6 de enero de 1915, en la
que se concebía al ejido no como un nuevo sistema de tenencia, sino como
reparación de una injusticia.

"Aunque los pueblos de indios no contaban con instrumentos legales de tipo


español para protegerse de despojos, porque organizaban y legitimaban sus tierras de
manera interna según sus costumbres particulares, algunos lograron conseguir con-
firmaciones sobre sus propiedades porque continuaron pagando tributo y eso conve-
nía a los intereses de la corona. Véase Bernardo García Martínez, "Estancias, ha-
ciendas y ranchos. 1540-1750", en Ibidem, tomo n, p. 20.
20
El periódico de México. http://www.elperiodicodemexico.com/historia_agraria.plip.
"Promulgación de la Ley Agraria del 6 de enero de 1915".
21
En 1909, el abogado mexiquense Andrés Molina Enríquez escribió un libro al que inti-
tuló: "Los grandes problemas nacionales", en éste hacia referencia a la gravedad de la situa-
ción del campo mexicano y propuso algunas soluciones, sin embargo, su obra no tuvo mucha
resonancia.
96 • MARÍA ANA PORTAL Y CRISTINA SÁNCHEZ MEJORADA

Esta ley pretendía restablecer el patrimonio territorial de los pueblos despo-


jados y crear nuevas unidades con terrenos colindantes a los pueblos que se ex-
propiarían para el efecto. A fin de que tal mecanismo se llevara a cabo, los pue-
blos debían enviar su solicitud a una comisión agraria local, la cual decidía sobre
la justicia de la restitución o dotación y en caso de proceder cualquiera de las
dos, tornaba al comité particular ejecutivo la orden de deslinde y entrega provi-
sional. El dictamen sobre cada caso lo resolvía una comisión nacional agrícola;
por su parte, el Poder Ejecutivo expedía los títulos respectivos,- las personas afec-
tadas podían apelar. Los beneficiarios de esta ley eran los "pueblos", concepto
que la misma ley no definía con exactitud. Además, el campo mexicano incluía
otros sectores sociales a quienes la ley les era indiferente, entre ellos: medieros,
arrendatarios, peones agrícolas y acasillados que, inconformes con las reformas
carrancistas, recurrieron a la violencia. Ante tal situación, Carranza expidió un
manifiesto a la nación el 11 de junio de 1915, en el que declaró que para resolver
el problema agrario no habría más confiscaciones de tierras, sino que la cuestión
se resolvería por la distribución equitativa de tierras que aún conservaba el go-
bierno, así como por la reivindicación de aquellos lotes de que hubieran sido
ilegalmente despojados individuos o comunidades. Esto se haría mediante la
compra y expropiación de grandes lotes -si fuera necesario- y por los demás
medios de adquisición que autorizaban las leyes del país. En este manifiesto se
agregaba también que las propiedades que se hubieran adquirido legítimamente
por individuos o gobiernos legales, siempre y cuando no constituyeran un privi-
legio o monopolio, serían respetadas. Tal era el caso de Chimalpa.
Aunque los postulados de la Constitución de 1857 y la ley del 6 de enero
no se contradecían, el Artículo 27 de la Constitución Política de los Estados
Unidos Mexicanos del 5 de febrero de 1917 fue el que mejor expresó los an-
helos revolucionarios. En él se contemplaron las bases para iniciar la Refor-
ma Agraria. Su base jurídica señala que corresponde a la nación el dominio
territorial y será ésta la que otorgue la propiedad privada a los particulares.
En su redacción original, dicho precepto propone el fraccionamiento de los
latifundios, el desarrollo de la pequeña propiedad, el fomento de la. agricul-
tura y la prevención de los recursos naturales.
No es difícil pensar que esta situación es la que haya motivado al señor
Cenobio González (dueño desde 1892 por herencia, de una porción de la
Hacienda de la Venta22) a vender en 1921 una superficie de 28 hectáreas 22
áreas y 27 centiáreas a los señores, originarios de Chimalpa, Práxedis Mar-

22
Según consta en los documentos agrarios la hacienda de la Venta se empezó a fraccionar
desde 1886, uno de los dueños, el señor Margarito Vásquez le vendió al señor Lenz (dueño de
SAN PABLO CHIMALPA, CUAJIMALPA • 97

tínez, Máximo Pérez, Cirilo Granados y Desiderio Romero en $5,000.00. 23


Quienes a su vez fraccionaron y vendieron a las demás familias del pueblo,
en lo que hoy se conoce como Loma del Padre.24
Sin embargo este proceso no estuvo exento de conflictos:

... por el Yaqui toda esa parte de por allí, eso pertenecía a nosotros. Pero no nada
más porque sí: eso pertenecía a unos padres, por eso le llamaban la Loma del
Padre. Mi papá me contaba que el tenía por allí unos terrenitos, bueno que los
había adquirido porque en ese tiempo un tal representante Máximo Pérez, vino
y le dijo: "...mira, ya hablé con los padres; me mandó llamar el delegado y el
subdelegado y me dijo que van a vender todos esos terrenos, entonces nos los
ofrecen a nosotros". Pero fíjese cómo plantearon las cosas: vamos a comprar
todos esos terrenos que es de los padres, el monte, la loma de los padres y de
acuerdo a lo que den ustedes de dinero se les darán unos terrenitos. Fuimos
dándole el dinero a él, a Don Máximo, según los recursos que nosotros tenía-
mos, y después nos entregó según le habíamos dado, una parcelita, y bueno los
que dieron más pues recibieron parcelas más grandes. Y resulta que era en la
época en que se les estaba recogiendo la tierra a los grandes caciques, a los pa-
dres y todo eso. Y el representante de aquí que era -yo digo- o más ignorante o
más listo para que se quedara con esos terrenos, porque se quedó con muchísi-
mos terrenos y luego fue el más rico de aquí, y compró los terrenos y luego los
repartió, cuando en lo que es Cuajimalpa, San Mateo y Acopilco, se ponen muy
listos y lo expropian y se quedan con todo, por eso ellos tienen ejido y tienen
comuneros. Sólo los de Chimalpa compramos y pequeños terrenos. La Loma del
Padre no era tierra muy fértil no producía porque los padres la dejaron así como
monte. Entonces los de aquí, que sólo les interesaba que la tierra produjera, pues
tuvieron que llevar sus animales allí porque había pastos. La tierra era tan infér-
til que pues no les servía.25

la fábrica de papel Loreto y Peña Pobre) 254 hectáreas de monte para contar con la materia
prima (madera) para la fabricación del papel.
"Según consta por escritura de 30 de diciembre de 1921, ante el notario Antonio Sán-
chez Aldana y registrada el 9 de febrero de 1922 en el número 68 a fojas 44 vuelta del tomo
35 de la sección primera de Tacubaya con estos linderos: al norte con propiedad de Práxedis
Martínez; al sur con la antigua Hacienda de La Venta; al oriente con la compañía de Tranvías
de México y con barranca; y al poniente con la Hacienda de La Venta estando a la fecha (1929)
viva esta inscripción. Archivo Agrario Expediente 24/3, legajo 1. Fojas 120-12.
"Archivo Agrario Expediente 24/3, legajo 1. Fojas 041-064.
"Entrevista realizada por María Ana Portal a mujer originaria de 65 años en abril de
2008.
98 • MARÍA ANA PORTAL Y CRISTINA SÁNCHEZ MEJORADA

Por otra parte, estas reformas motivaron a los habitantes de los pueblos
a exigir la restitución de sus tierras. Los pobladores de San Pablo Chimalpa
hicieron lo propio solicitando dotación de tierras ejidales de la Hacienda de
La Venta, en concreto las tierras de Loreto y Peña Pobre, como consta en los
documentos agrarios:

Los que suscribimos, vecinos del pueblo de Chimalpa, Delegación de Cuajimalpa,


Distrito Federal, comparecemos ante usted para solicitar de acuerdo con el artícu-
lo 27 constitucional [...] la dotación de tierras ejidales y con la petición no perse-
guimos otra cosa que nuestro mejoramiento económico, pues siendo trabajadores
del campo vivimos en una situación precaria, que nos vemos privados hasta de los
más indispensable [...]. La dotación de tierras a que hacemos mención, solicitan-
do parte de la Hacienda de La Venta, jurisdicción de Cuajimalpa Distrito Federal,
por ser nosotros hombres de clase humilde y trabajadores de campo. La citada
propiedad es del señor Alberto Lens, extranjero dueño también de una fábrica de
papel, y por lo tanto, él no trabaja estas tierras por lo que consideramos de toda
justicia pasen a poder de mexicanos, que las necesitamos para que con nuestro
trabajo coman nuestras familias. [...] Protestamos a usted nuestros respetos. Chi-
malpa, Cuajimalpa, Distrito Federal, a 26 de septiembre de 1936.- Presidente,
Esteban Romero.- Secretario, Gilberto Hernández, Vocal Primero Arnulfo Pérez,
Vocal Segundo Inocencio Olivo.- Eufemio Alva, Melesio Pérez, Antonio Pérez, Juan
Hernández, Andrés Romero, Manuel Romero, Ricardo Pérez, Victoriano Nava,
Teodoro Alva, Emilio Pérez, más treinta y cinco firmantes.26

La respuesta del tribunal en torno a la solicitud realizada para recuperar


tierras del Desierto de los Leones fue positiva, no obstante el Jefe del Depar-
tamento del Distrito Federal no lo aceptó por tratarse de un Parque Nacio-
nal, conforme el siguiente argumento:

... en los casos concretos de los expedientes de los pueblos de Chimalpa y el de


el Contadero, en opinión del suscrito, el C. Jefe del Departamento, no debe
aprobar los dictámenes de la Comisión Agraria Mixta del Distrito Federal, por
no estar apegados a la ley, ya que el Parque Nacional del Desierto de los Leones no
puede ser afectado por dotaciones ni restituciones de carácter agrario como se

26
Diarío Oficial, Sección Primera, México, miércoles 14 de octubre de 1936, tomo
núm. 36, p. 11. Publicación de Solicitud de Dotación de Ejidos presentada por los
XCVIII,
vecinos de Chimalpa, Distrito Federal. Rubrica el C. Adolfo Ruiz Cortines, Presidente de
la República.
SAN PABLO CHIMALPA, CUAJIMALPA • 99

demuestra a continuación: con fecha 28 de abril de 1937, publicado en el Diario


Oficial de 7 junio próximo pasado, es decir, con anterioridad a la fecha de las
resoluciones, que son del Io de los corrientes, el C. Presidente de la República
expidió el siguiente acuerdo: 'a los departamentos agrario y forestal y de caza y
de pesca.- considerando que los bosques de las más altas cumbres de las serra-
nías, tienen un importante papel de protección contra la denudación del suelo
[...] considerando.- que es urgente y necesario restaurar por la vía natural o en su
caso, por la artificial, el estado boscoso de esas cumbres para que presten bene-
ficiados antes apuntados [...] considerando los parques nacionales tienen las
características de bienes del dominio público y que sobre estos bienes el gobier-
no federal estima indispensables someterlos a un régimen especial, sin prejuicio
de dictar las medidas que tienden a asegurar el aprovechamiento de los pastos,
maderas muertas y demás esquilmos que no perjudiquen ni destruyan dichos
parques, en beneficio exclusivo de los ejidos o núcleos de población rural inme-
diatos a los mismos, con fundamento en el artículo 39 del reglamento de la ley
federal de 5 de abril de 1926 [...] por todo lo anterior, esta oficina opina que el
parque nacional del Desierto de los Leones no puede ser afectado por dotaciones
agrarias para los pueblos de Chimalpa y el Contadero [...] rubrica Jefe de Oficina,
Antonio Ortiz Mena, 20 de julio de 1937.27

Para los efectos descritos (solicitud de tierras ejidales) entre el 2 y 7 de


noviembre de 1936 se realizó un censo de empadronamiento de todos los
vecinos de San Pablo Chimalpa, "arrojando como datos totales los siguien-
tes: 850 habitantes, 259 jefes de familia y 296 individuos capacitados para
recibir parcela".28 Más adelante, algunos de ellos, siguieron comprando
terrenos de Cuajimalpa, rancho San José, Zentlapatl, etcétera.
Este proceso explica el hecho de que la tierra en Chimalpa sea en su to-
talidad propiedad privada. Sin embargo, dichos terrenos, si bien fueron com-
prados por cuatro o cinco jefes de familia, involucró la cooperación de todos
los habitantes, de tal suerte que una vez adquiridos, eran distribuidos entre los
vecinos de acuerdo a la aportación que dieron para la compra de los mismos.
Un aspecto que llama la atención es que en este proceso de "privatización"
de la tierra, se mantuvo la antigua estructura de tierras comunales o de uso

17
Diarío Oficial, México, sábado 21 de agosto de 1937, tomo CIII, núm 45, p. 40-41. Resolu-
ción en el expediente de dotación de ejidos del pueblo El Contadero, Distrito Federal, negativa.
28
Solicitud del estado que guarda el expediente de Chimalpa en la Comisión Agraria Mix-
ta del Distrito Federal. Rúbricas del presidente Esteban Romero y el secretario Pedro Hernán-
dez de la Comisión "Tierra y Libertad", 11 de enero de 1937.
100 • MARÍA ANA PORTAL Y CRISTINA SÁNCHEZ MEJORADA

común. Es decir, formalmente no hay tierras comunales, sin embargo exis-


ten tierras de uso público que se compran colectivamente para uso comuni-
tario (como las tierras donde brotan los manantiales, en donde se instaló el
tanque de agua, etcétera) o se compran individualmente y luego son donadas
al pueblo para construir espacios comunitarios como las escuelas (primaria
y secundaria), el gimnasio, la CONASUPO, el centro de salud, el centro comu-
nitario, etcétera. Esto le da una característica sui generis al espacio público
del poblado ya que jurídicamente es propiedad privada.

EL SIGLO xx. LA REVOLUCIÓN COMO REFUNDACIÓN MODERNA


DEL PUEBLO: SU POBLACIÓN Y VIDA COTIDIANA

El censo de 1900 da cuenta de que en Cuajimalpa residían 4,882 personas y


en Chimalpa 741, es decir 15 por ciento de la población total de la munici-
palidad, misma que para 1910 la población se había incrementado ligera-
mente (331 habitantes más).
La Revolución de 1910, trajo graves problemas a Cuajimalpa. En su terri-
torio boscoso se produjeron numerosos combates entre Zapatistas y carrancis-
tas. De acuerdo con Alfonso Taracena (I960)29 Cuajimalpa fue ocupada en
varias ocasiones por el Ejercito Zapatista. Miles de hombres del ejército del sur
combatieron el 12 de febrero de 1915 contra los Carrancistas en Cuajimalpa
y Santa Fe, siendo rechazados aquéllos, quienes se refugiaron en el Desierto de
los Leones. Al siguiente día, los Carrancistas continuaron su contraataque
sobre la línea de Cuajimalpa y Santa Fe, obligando al general Quintanilla y a
sus 600 hombres a entregar las armas. El 28 de enero, de 1916, se libró un
nuevo combate en Cuajimalpa entre carrancistas y Zapatistas.
Estas confrontaciones provocaron una profunda alteración en las condicio-
nes en las que transcurría la vida de las familias de esa región. La mayor parte
de los pobladores de San Pablo tuvieron que adaptarse a las nuevas y más difí-
ciles condiciones: la violencia, la escasez de alimentos, la destrucción de las
viviendas y las cosechas y la irrupción continua de fuerzas destructivas de
fuera -carrancistas o Zapatistas- que obligaron a las familias a establecer me-
canismos de defensa y sobrevivencia. Algunos se enlistaron en el ejército za-

29
Alfonso Taracena en su libro La verdadera revolución mexicana relata la historia de
Valentín Reyes, un revolucionario que venía del pueblo del Ajusco y que aún es recordado por
los viejos de la región por las tropelías que cometió. Entre otras cosas recuerdan, así nos lo
dijeron en entrevistas, que les cortaba una oreja para distinguirlos de los carrancistas.
I

SAN PABLO CHIMALPA, CUAJIMALPA • 101

patista, pero la gran mayoría huyeron y se refugiaron en los pueblos vecinos de


Huixquilucan, sobre todo en el pueblo de San Jacinto, San Juan Yautepec y en
Santiago Yancuitlapan (Santiaguito), en el Estado de México, también en las
cañadas donde había cuevas que les permitían ocultarse, entre la que destaca
la cueva ubicada en el paraje conocido como "el rancho".
La población tuvo que arreglárselas para continuar con su vida, para buscar
el sustento, para cuidar sus pertenencias, para comunicarse con los seres que-
ridos, para curar sus enfermedades y sepultar a sus muertos en especial aquellos
acaecidos por la influenza española. Esta "gripa", como ellos le llaman, ocasionó
una gran mortandad en la ciudad que se propagó por todos lados.

Ellos, nuestros padres y abuelos, la sufrieron, pues nos platicaban que salieron
de aquí del pueblo a esconderse quién sabe por dónde y ya después cuando se
retiraron los soldados [...] ya entraron a su pueblo [...] dicen que los soldados
sacaban todo lo que había, algunas cosas de la iglesia las escondieron en la torre,
cuando regresaron los habitantes de Chimalpa ya no había nada de sus cosas
[...] sus cobijas, todo lo que dejaron (...) ya no encontraron nada (...)
Pues sí (...) ahora sí que volvieron a comprar todo... es lo que nos platicaba mi
papá, porque ellos sufrieron tanto de la revolución como del hambre (...) Vino la
necesidad de hambre, vino el tiempo de la gripa y que muchas familias se murie-
ron, ya francamente no tenían nada (...) ni para su caja (ataúd) ahora sí que los
enredaban en un petate y ya nada más abrían una zanja para que los meterían,
quién sabe cuántas personas murieron (...) es lo que nos platicaba (...) Sí hubo una
gripe (después de la revolución) y una carestía (...) ahí donde le dicen El Contade-
ro ahí nos fuimos a formar toda la noche para que pudiéramos comprar un kilo de
masa y esconderla porque si nos la veían nos las quitaban y pues teníamos que
caminar hasta el 14 kilómetros de la carretera México-Toluca, hasta Becerra. Pues
para que consiguiéramos íbamos dos, para que uno se formara y otro sacara para
traer hasta cinco kilos, pero donde nos vieran nos los quitaban...30

Por todo ello consideramos que el periodo revolucionario y lo que de


éste se deriva representa una suerte de refundación "moderna" de los pue-
blos de la zona. Tal es el caso de San Pablo Chimalpa, que prácticamente se
despobló para ser rehabitado una vez que terminó el conflicto armado y se pre-
sentaron las condiciones para el retorno, asegurando e incluso acrecentando
sus propiedades. Poco a poco la vida cotidiana volvió a tomar forma, los
campos volvieron a cultivarse y la vida se restauró.

30
Entrevistas a señoras originarias de Chimalpa, julio de 2009.
102 • MARÍA ANA PORTAL Y CRISTINA SÁNCHEZ MEJORADA

En ese sentido, encontramos cambios significativos en varias direccio-


nes: la recuperación del territorio donde se establece el poblado, la transfor-
mación demográfica, el aumento en las extensiones que se tenían en propie-
dad a partir de la iniciativa de cinco personas de comprar los terrenos
aledaños, como ya lo hemos comentado, pero también a nivel organizativo
-tanto festivo como cívico- ya que podemos considerar que tanto las fiestas
como las formas en que se organizan también fueron refundadas a partir de
la memoria que de ellas se tenía y con los elementos nuevos que incorpora-
ron después del retorno.
Líneas arriba comentábamos que en 1936 se realizó un censo agrario con
objeto de determinar quiénes tenían derecho y quiénes no a la dotación o res-
titución de sus tierras. En un análisis más detallado de este documento encon-
tramos que de los 850 habitantes que se reportan, 417 eran hombres y 433
mujeres, por lo que desde estos años se aprecia la tendencia demográfica de
una proporción mayor de mujeres, quienes estaban dedicadas fundamental-
mente a las labores domésticas y crianza de los hijos. No obstante, a pesar de
que no se les reconoce formalmente en el censo como trabajadoras agrícolas,
la gran mayoría comenta que tuvieron una participación activa en el cuidado
de los animales, en la cosecha, en las faenas y ayudaron o eran responsables de
la venta de productos. Un dato interesante es que, para esos años, predomina-
ba la población adulta, 40 por ciento tiene menos de 18 años. Las familias no
son extensas, en promedio están compuestas por cuatro miembros (porcentaje
que disminuye pues hay varias parejas jóvenes sin hijos), se trata fundamen-
talmente de familias nucleares, unas cuantas extensas, en especial porque vi-
ven con la madre o el padre viudo. Otro dato que destaca es que la mortandad
infantil era muy alta, todas las mujeres que entrevistamos nos hablaron de
algún hijo muerto, por lo general recién nacidos o pequeños, los que logran
pasar la adolescencia en general sobrepasan la esperanza de vida de aquel mo-
mento. En esos años, 15 por ciento era mayor de 60 años (el más longevo en
el censo tenía 93 años) y, según nos han relatado los entrevistados, al menos
uno de sus padres llegó vivir más de 80 años. De hecho nosotros entrevista-
mos a varias mujeres y hombres que sobrepasaban esa edad. En el censo al que
hacemos alusión eran más los hombres mayores de 60 años. Una de las prin-
cipales causas de muerte entre los hombres eran problemas derivados del alco-
holismo, una cuestión de salud pública en Chimalpa, hasta la actualidad.
Los vínculos con la ciudad tuvieron que ver tanto por la situación de
paso de esta zona hacia el centro del país, como con la intensa vida econó-
mica. Así, las crónicas de los siglos xviii y XIX comentan que era frecuente ver
a los arrieros con sus muías cargadas de leña o carbón, recorriendo las veré-
SAN PABLO CHIMALPA, CUAJIMALPA • 103

das, entre bosques y campo, dirigirse a Santa Fe, Tacubaya y al corazón de la


ciudad para vender o intercambiar (trueque) sus productos, especialmente
madera y carbón.
Esta actividad perduró hasta la mitad del siglo xx, cuando se prohibió la
explotación del carbón:

.. .Antes hacíamos carbón y había muchas horneras. Las horneras se han perdido
hasta la fecha; pero antes las horneras se usaban para hacer carbón. Yo aprendí
de mi papá a hacer el carbón, aquí, enfrente del terreno [...] Ahí en el monte
duraba todo un año para hacer el carbón, terminaba ése y se iba para acá atrás.
Hay una historia muy especial de los carboneros de Chimalpa, que bajaban unos
a vender y otros a hacer carbón aquí y tenían sus negocios en Tacubaya, lo trans-
portaban por medio de trenecito [...] Por ejemplo la familia de mi madre tenían
carbonerías en el Centro Histórico, de hecho mi madre me ha referido sitios es-
pecíficos donde estaban las carboneras y cómo se tenía que trasladar de una car-
bonera a otra porque ya no había alrededor [...] Mi señor hacía carbón en los
montes. Hacían carbón de encino, de tronco también sabía hacer; aquí se vendía,
luego de aquí lo llevaban para Tacubaya, había unos señores que se encargaban,
lo compraban, lo bajaban [...] tenían sus animales y lo llevaban hasta Tacubaya
[...] yo estoy mala de los pulmones porque trabaje mucho tiempo el carbón. Aquí
mismo lo hacíamos, como este terreno era un monte, era un bosque, entonces
todos nosotros, arrancábamos troncos, tirábamos árboles y aquí mismo se traba-
jaban los hornos, no lo acarreábamos ni nada, aquí mismo estaban los hornos
[...] Cuando se prohibió la venta de carbón a mí me agarraron una vez y me lle-
varon a la venta, a mí y a dos señoras nos tuvieron tres días y yo cargando un
niño. Sí nos dejaron salir, pero agarraron el camión donde íbamos con todo y
costales y ahí nos subieron, entonces íbamos y veníamos después porque quería-
mos que nos entregaran el carbón pero ya no nos lo dieron. Nos lo recogieron
ellos, fuimos hasta el centro a la forestal, fuimos nosotros y los que nos agarra-
ron, nos llevaron. Finalmente no nos hicieron nada porque éramos señoras.31

La producción de carbón era el centro de la economía del pueblo, y según


relatan había división del trabajo: unos vendían la madera y/o alquilaban sus
tierras para que en ellas produjeran carbón, otros se dedicaban a producirlo -en
sus propias tierras- o en terrenos alquilados especialmente aquellos que produ-
cían grandes cantidades para vender en las carbonerías de Tacubaya, Mixcoac,

31
Testimonios captados en diversas entrevistas realizadas a hombres y mujeres del pue-
blo, durante 2009.
104 • MARÍA ANA PORTAL Y CRISTINA SÁNCHEZ MEJORADA

en el Centro, en la Roma, en Lindavista (lugares que nos han referido) o en los


hornos de tabique como en Santa Fe, el Capulín o en Las Águilas. Algunos sólo
surtían a las carbonerías, otros eran dueños de ellas o las administraban. Tam-
bién la producción del pulque era relavante, eran tlachiqueros, producían pulque
y, -en especial las mujeres- lo vendían en Tacubaya. Todos cultivaban maíz,
hortalizas, leguminosas, tenían árboles frutales y ganado, la mayor parte para el
autoconsumo, aunque algunos también vendían estos productos en la ciudad.
Según nos comentan, trasladarse a la ciudad de México era relativamen-
te fácil, aunque al mismo tiempo complicado pues antes de 1957 no había
vialidad por donde transitara el transporte público, por lo que se tenían que
ir caminando a La Venta o al Contadero que era por donde pasaba el tranvía
eléctrico que iba a Tacubaya.32 Ahí en Tacubaya transbordaban hacia el cen-
tro, La Merced o adonde fueran.

Había los sábados, domingos y días festivos una ruta llamada La Venta, que
salía de la Alameda de Tacubaya, hacia La Venta en el Desierto de los Leones,
esta ruta era de mucho peligro por sus subidas y bajadas tan pronunciadas, entre
otros lugares pasaba cerca de Santa Fe, donde se encontraba la fábrica de muni-
ciones del Ejército, esta ruta era el máximo deleite de todo excursionista que
gustaba de ir a La Venta, estos tranvías sólo lo operaban tranviarios que en el
último año no hubiesen tenido ningún accidente, era un honor entre el gremio
trabajar en esa ruta y además tenían un sobresueldo. Era común en la Alameda
de Tacubaya, subir al tranvía por las ventanillas, las cuales estaban protegidas
por tres o cuatro hileras de barrotes horizontales, los cuales cubrían cuatro o
cinco ventanillas, pero estas rejas se podían bajar hacia afuera, sirviendo de es-
calera, para ganar lugar. Recuerdo varias ocasiones en que estuve formado para
subir al tranvía por la puerta, y al llegar adentro el tren estaba ya Heno.33

Y, en efecto, era tan peligroso que en dos ocasiones hubo accidentes fuertes, el
último fue en 1953. En ese accidente murieron varias personas, y el conductor,
conocido de varios de los chimalpenses, quedó paralítico y a partir de ahí se can-
celó la vía. Los habitantes de los distintos pueblos de Cuajimalpa se organizaron
para que se habilitaran las calles y pudieran transitar los transportes públicos.
También nos han comentado que cuando regresaban de la ciudad se ba-
jaban en la terminal de La Venta y de ahí se venían caminando entre las

M
Esta línea se inauguró en 1913 e iba a Santa Fe. Años después se extendió a La Venta.
M
Héctor Galán Pame, Los tranvías de la ciudad de México 1850-1970, cfi. página web
h ttp .7/www. mexicomaxico.org/Tranvias/TRANVIAS. htm
SAN PABLO CHIMALPA, CUAJIMALPA • 105

veredas del bosque. Como no había luz eléctrica en el pueblo se alumbraban


con antorchas, velas o quinqués. El pueblo se electrificó en 1957.
Cabe mencionar, que la carretera principal, Cuajimalpa-Huixquilucan,
que dentro del pueblo lleva el nombre de Constitución, se logró gracias a la
participación de los pobladores por medio de faenas permanentes. Al principio
se trataba de un camino de terracería que los vecinos fueron acondicionando
para poder transitar; en 1938, según consta en una carta que nos fue mostrada
por los habitantes, 34 se le hace la solicitud formal al presidente Lázaro Cárde-
nas para que apoye con el material necesario para concluir con la carretera. Lo
interesante es que debido a que su actividad principal -la explotación de los
bosques- había sido prohibida,- le proponen al gobierno que se les contrate -se
les pague un sueldo- para construir la carretera y de esa manera no tener que
desplazarse a la ciudad a conseguir trabajo, y así se hizo.35
Fue en el año de 1952 que se retoma el trabajo de la carretera. El subdelegado
de Chimalpa gestionó con las autoridades correspondientes, en ese entonces el
delegado de Cuajimalpa, Ascención Chon Almaráz, para concluir el trazo de la
vialidad principal. Durante el lapso de tiempo 1952-1953 se siguió con el trabajo
de la apertura de la brecha que se había comenzado en 1938. Se hacía mediante
faenas que las compañías organizaban; a cada persona se le daba un tramo para
ir abriendo, y lo hacían con diferentes herramientas. La faena era solamente por
dos o tres horas, comenzaban aproximadamente a las cuatro de la mañana y
terminaban a las siete, se programaban a esta hora con el fin de que los partici-
pantes (entre ellos hombres y mujeres) pudieran realizar sus actividades diarias
sin que la faena obstaculizara sus horarios normales. Tal y como comenta la se-
ñora Asunción, originaria del pueblo de Chimalpa:36

... la carretera eran nomás puras veredas, no eran carreteras, eran caminos anchos
pero no eran carreteras. Entonces un señor que se llamaba Cecilio (Romero) fue el
que metió; solicitó los carros, pero primero estaba bien angostita la carretera apenas
cabía un camión. Entonces, cuando ya se amplió la carretera nosotros íbamos a
trabajar [...] los sargentos nos decían "a ustedes les toca mañana trabajar. A las
cuatro de la mañana nos íbamos porque no íbamos en el día, a las cuatro de la ma-
34
La carta tiene fecha del 20 de septiembre de 1938. Fue proporcionada por los habitantes
del pueblo.
35
En las entrevistas recogimos varios testimonios de personas que fueron contratadas
para la construcción de ésta y otras carreteras de la zona. También se nos ha indicado que
varios de los caciques del pueblo se dedicaron a la construcción, como Teófilo Romero, quie-
nes a su vez trabajaban para el Departamento del Distrito Federal.
36
Entrevista realizada a la señora Asunción Rosales en julio de 2009.
106 • MARÍA ANA PORTAL Y CRISTINA SÁNCHEZ MEJORADA

ñana; íbamos a la carretera, arreglando los tramos que nos daban de ella para irla
ampliando, íbamos tres señoras y tres señores,- íbamos seis para no ir en el día. Ya
para las siete regresábamos a almorzar y nos íbamos a trabajar, pero ya nosotros
habíamos hecho la faena. Por eso me da coraje que luego en Tacubaya me dicen
"fórmese señora" ¡pues si vieran lo que trabajó uno!, nosotros trabajamos mucho en
la carretera cargando la tierra con la carretilla, rascar con el pico, con azadón, como la
gente se acomodaba, pero si nosotros los trabajamos [...] Aquí había un contratis-
ta de carreteras era el señor don Teófilo Romero; él hacia los contratos y ya llevaba
a la gente a donde les pedían él era el contratista yo me acuerdo todavía [...] Antes
se hacían faenas para iniciar la carretera, por compañías cada ocho días o cada quin-
ce días le daban su tramo (de carretera) a cada compañía para hacer sus faenas. Y
ahora ya no se usa, ahora vienen del departamento (delegación).

Una vez construida la carretera la primera línea de autobuses que llegó


a Chimalpa fue la de Monte de las Cruces, mejor conocidos como los Aco-
pilcos.37 Los dueños de la línea ofrecieron sus servicios a la población de San
Pablo Chimalpa, e incluso los invitaron a asociarse con ellos con objeto de
poder ampliar la línea. Antes de esto se transportaban en animales de carga
o a pie, después para hacer uso de este servicio, los habitantes tenían que
caminar hasta la parada de Contadero, después transbordaban en Tacubaya
y posteriormente se desplazaban al centro o diferentes partes de la ciudad.
Cabe mencionar que en la actualidad Tacubaya sigue siendo un punto de
referencia importante para los chimalpenses.
El agua es uno de los elementos que ha estructurado la vida de San Pablo
Chimalpa: algunos mitos giran en torno a este elemento, como por ejemplo la
referencia de que la iglesia se erigió al lado de un manantial, o bien la leyenda
del Torito.38 De igual modo se preservan algunas tradiciones entorno a ésta,
como la bendición del agua el sábado de gloria en Semana Santa; el pueblo está ro-
deado de manantiales, ojos de agua y ríos que hasta mediados del siglo pasado
eran referentes de la vida cotidiana de los chimalpenses. Ante la falta de servi-
rse les conoce así por ser originarios de Acopilco los dueños de los autobuses y quienes
formaron la compañía. Después invitaron a personas de otros pueblos a ser socios. Varias
personas de Chimalpa participaron y adquirieron camiones.
38
Cuentan algunas personas que debajo de la cima del cerro de Toepazulco habita un toro
encadenado que cuida el pantano rodeado de bellas flores y que por un orificio esta imagen se
puede observar. Este toro algún día, furioso, buscará su libertad y el cerro se derrumbará
abriendo paso a un torrente de agua que acabará con el pueblo. Esta historia era contada a los
niños del pueblo para que no se portaran mal con sus padres pues una actitud grosera podría
poner furioso al toro que vivía en la punta de la montaña.
SAN PABLO CHIMALPA, CUAJIMALPA • 107

ció de agua potable en la comunidad, los habitantes tenían que acarrear este
vital líquido en chochocoles (cantaros de barro) del río Atitla. El día comenzaba
cuando los hombres bajaban a bañarse a las cinco de la mañana en los manan-
tiales de Izpitzu; las pencas de magueyes eran acondicionadas para servir como
regadera. Más tarde las mujeres lo hacían acompañadas de sus hijos pequeños
para también lavar la ropa. Los chimalpenses guardan en su memoria colectiva
estas actividades y la importancia que tiene el agua para ellos.

Antes no había agua aquí, íbamos a lavar hasta el río todo el día, teníamos nues-
tras piedrotas para lavar (en Izpitzu), todo el día paradas en el agua,- el agua nos
llegaba hasta el estomago, era un río grande y yo creo que eso fue lo que nos hizo
daño, yo y otra hermana mía que ya murió...39

La introducción del agua potable en San Pablo Chimalpa se fue realizan-


do por etapas. La primera de ellas, como ya se mencionó, fue en 1935, cuando
los habitantes del pueblo compraron los terrenos donde se ubica el manan-
tial, en Moneruco; en 1936, el agua llegó al pueblo mediante una red de hi-
drantes que se instalaron en diferentes puntos, a donde iban los habitantes
para acarrearla hasta sus viviendas. Cabe destacar que hay indicios de que en
los trabajos de entubamiento, las mujeres que habían perdido a sus esposos,
participaron transportando los tubos para esta red.

... imagínese, el agua para servirse en lo doméstico se tenía que traer con cánta-
ros de barro, las mujeres o los hombres con botes y con un palo que se le llama-
ba aguantador porque era cargarlo a los hombros y con un bote a cada lado. Esos
manantiales están, yo calculo, como a unos 800 metros de aquí del pueblo, del
centro. Entonces de ahí se empezó a alimentar a los habitantes, después para
que ya no se sufriera tanto, se compró el terreno de Moneruco, esos son límites
de Acopilco y Chimalpa. Se compró porque ahí hay un manantial de agua y como
queda por el lado sur del pueblo pues fue fácil. Una vez que se compró, se ges-
tionó todo para poder entubar el agua y que llegara a los hidrantes, esto fue en
1938, después de 20 años se introdujo la red para las casas del pueblo. Todo se
hizo con faenas y la cooperación del pueblo, sólo venían los contratistas e inge-
nieros para guiar el trabajo.40

39
Entrevista realizada por María Ana Portal, Cristina Sánchez Mejorada y Monserrat
Espín a la señora Felicitas, 2010.
40
Entrevista realizada por María Ana Portal, Cristina Sánchez Mejorada y Monserrat
Espín, al señor Irineo Galicia, 2009.
108 • MARÍA ANA PORTAL Y CRISTINA SÁNCHEZ MEJORADA

En 1945, se hace la conexión al tanque denominado Las Manzanitas,


ubicado entre los límites de La Venta y del Desierto de los Leones; al igual
que otros pueblos, Chimalpa se conectó a este sistema de abastecimiento de
agua potable. En estas obras el pueblo participó en faenas donde hacían las
cepas para introducir las tuberías, mientras que el gobierno dotó del material
necesario para estas obras.

ESPACIO Y VIDA PÚBLICA. GOBIERNO Y GESTIÓN

Los procesos anteriores no se dieron de manera aislada sino siempre de cara al


desarrollo de la ciudad de México, a sus transformaciones y a sus vaivenes polí-
ticos y geográficos, los cuales impactaron de manera importante tanto al espacio
social como al territorio y a las formas de organización de Chimalpa. Así, la
historia de las transformaciones jurídico-administrativas de la ciudad nos per-
miten observar las formas en que el pueblo se fue construyendo a sí mismo en
tensión entre la conservación de sus tradiciones y su articulación a lo urbano.
El Distrito Federal se funda el 18 de noviembre de 1824 y se establece a
la ciudad de México como sede oficial de los poderes de la nación a la que se
le asignó la superficie comprendida en un círculo de dos leguas (8,800 metros),
tomando como centro la plaza mayor. Cuajimalpa, como buena parte de los
pueblos de la periferia, se ubicaba fuera del círculo y por tanto siguió perte-
neciendo al Estado de México. Esta situación se mantuvo hasta el 20 de fe-
brero de 1837 cuando se cambió el sistema de gobierno nacional por el de
una República Centralista con departamentos en vez de estados. En este
periodo desapareció el Distrito Federal para convertirse en el Ayuntamiento
de México. Con ello aumentó su ámbito de gobierno tomando bajo su con-
trol los denominados partidos de Tláhuac, San Ángel y Guadalupe, lo que es
más o menos el territorio actual del Distrito Federal menos las delegaciones
Tláhuac, Milpa Alta y el sur de Tlalpan, los cuales formaron parte del De-
partamento de México con capital en Toluca.
En cada cabecera de distrito había un prefecto nombrado por el gobernador
y confirmado por el Presidente de la República. Sus funciones eran políticas,
policiacas y administrativas. En los lugares del distrito que no eran la cabecera
había subprefectos que actuaban como auxiliares y tenían dentro de su jurisdic-
ción atribuciones en materia de policía, salubridad, comodidad, ornato, orden y
seguridad. En las rancherías como, en aquel entonces, Cuajimalpa y Chimalpa,
había Jueces de Paz que realizaban todo lo conducente para el bien mayor del
vecindario. Estas funciones de la autoridad local permanecieron vigentes hasta
SAN PABLO CHIMALPA, CUAJIMALPA • 109

entrado el siglo xx. Inclusive, se vincula la estructura de las compañías -estruc-


tura central en la organización del pueblo como veremos más adelante- al ejer-
cicio de orden y seguridad de este tiempo, ya que las compañías mantienen una
lógica militar -sargentos y cabos- y en sus orígenes cumplían estas funciones.
En 1847 se recuperó lo establecido en la Constitución de 1824: el general
Santa Anna a través de un decreto publicado el 16 de febrero de 1854 des-
marcó minuciosamente la extensión del Distrito Federal y se le dividió en
ocho prefecturas centrales interiores (ocho cuarteles en los que se dividía la
municipalidad de México) y tres exteriores que tenían por cabecera: Tlalne-
pantla (norte), Tacubaya (poniente) y Tlalpan (sur).

La de Occidente (su cabecera Tacubaya), limitaba al N.O., con el propio camino


de San Pedro, hasta el molino viejo, comprendiendo a este lugar lo mismo que
el pueblo de Azcapotzalco y otros. Al S.O. tocaban a esta prefectura los pueblos
de Sayavedra, Ranchería de Apaxco y Chimalpa del Norte, y tomando al Sur con
alguna inclinación al Este, Huisquilucan; Chimalpa del Sur hasta la Maroma,
de aquí al N.E. seguía por el Camino de Toluca, quedando dentro de la Prefectu-
ra Sta. Fe, Tacubaya y Chapultepec (DDF, 1941).

El 5 de marzo de 1862 otro decreto dio forma y creó varios de los municipios
que formaban el Distrito Federal. El sistema quedó con 17 municipios, que se
repartían en cuatro partidos: Guadalupe Hidalgo, Xochimilco, Tlapan y Tacuba-
ya. Este último se integraba por los municipios de Tacubaya, Tacuba, Santa Fe y
Mixcoac. En ese lapso, se agregó a ese Partido el Municipio de Cuajimalpa, el que
se conformó por instrucciones del gobernador del Distrito Federal, Anastasio
Parrodi (quien tenía la facultad de definir las poblaciones, villas y barrios corres-
pondientes a cada Partido), con parte del territorio de Santa Fe y San Ángel.
Así se fundó el Municipio de Cuajimalpa que a su vez se integraba por
los pueblos de San Pedro Cuajimalpa, San Mateo Tlaltenango, San Pablo
Chimalpa y San Lorenzo Acopilco, las haciendas Buena Vista y La Venta y
las rancherías de Tianguillo y Maromas, y se incorpora formalmente al Dis-
trito Federal. La cabecera del Municipio -San Pedro Cuajimalpa- no contaba
con un ayuntamiento sino con un prefecto nombrado por el gobernador del
Distrito Federal, funcionario que a su vez dependía del gobierno federal.

Parece, sin embargo, que el Ayuntamiento no quedó instaurado sino hasta el 6


de febrero de 1862 y la existencia de dicha municipalidad fue reconocida en la
División Electoral del Distrito que hizo el gobierno por Reglamento de 3 de Sep-
tiembre de 1867, en su artículo Io fracción II, que dice el Séptimo Distrito se
110 • MARÍA ANA PORTAL Y CRISTINA SÁNCHEZ MEJORADA

forma de la Prefectura de Tacubaya, cuyas municipalidades son la de la cabecera,


Tacuba, Mixcoac, Cuajimalpa y Santa Fe. En otro documento se hace constar la
extensión superficial de la municipalidad y la que corresponde a cada uno de sus
pueblos: Cuajimalpa (cabecera), Acopilco, Chimalpa, San Mateo y Santa Lucía,
de las rancherías de Tianguülo y Maromas y de las fincas La Venta, el Desierto
y Buena Vista... (Archivo Agrario. Fojas 021-024. Enero de 1925).

A finales del siglo, el gobierno porfirista se dispuso y logró llevar a cabo


una serie de tratados y acuerdos para definir y aclarar problemas territoriales
que había entre las diferentes entidades de la federación, en el caso del Dis-
trito Federal se lograron acuerdos con el Estado de México y Morelos, e in-
ternamente se organizó el Distrito Federal en una municipalidad, seis pre-
fecturas (antes partidos) divididos en municipios, los cuales se agrupaban en
1899 en: Municipalidad de México y las Prefecturas de Guadalupe Hidalgo,
Azcapotzalco, Tacubaya (que seguía abarcando los municipios de Tacubaya,
Mixcoac, Cuajimalpa y Santa Fe); Coyoacán. Tlalpan y la de Xochimilco
(Ley de Organización Política y División Territorial, 1899).
Por su complejidad y la falta de órganos municipales capaces de llevar a
cabo los actos de gobierno, en 1903, se decidió modificar el número y exten-
sión del municipio, quedando dividido el Distrito Federal en 13 entidades,
12 municipios (Guadalupe Hidalgo, Azcapotzalco, Tacuba, Tacubaya, Mix-
coac, Cuajimalpa, San Ángel, Coyoacán, Tlalpan, Xochimilco, Milpa Alta e
Iztapalapa) y la municipalidad de México, que era propiamente la ciudad de
México (Ley de Organización Política y Municipal del Distrito Federal, 26
de marzo de 1903).
A partir de este decreto Cuajimalpa se deslinda de Santa Fe y éste junto
con Santa Lucía se mantiene en Tacubaya.41 La ranchería de Contadero, an-
tes de Santa Fe, pasa a la jurisdicción de Cuajimalpa. Para esos años en el
Municipio de Cuajimalpa residían 4,882 personas, 15 por ciento de la cuales
vivían en San Pablo Chimalpa. Como vemos aquí, a diferencia de otros pue-
blos de la zona, Cuajimalpa y sus pueblos mantuvieron una relativa estabi-
lidad en sus fronteras, lo que le evitó los graves problemas de linderos y de
pertenencia que pueblos del norte, sur y del oriente de la ciudad enfrentaron
en algunos momentos cuando pertenecían al Estado de México y luego eran
regresados a la normatividad del Distrito Federal.

En el territorio de lo que ahora es la delegación Alvaro Obregón.


SAN PABLO CHIMALPA, CUAJIMALPA • 111

La Ley de 190342 reconocía la existencia de ayuntamientos en las muni-


cipalidades en las que se dividía el Distrito Federal, los cuales conservaban
su función administrativa, pero se suprimió su personalidad jurídica mante-
niéndose como cuerpos consultivos y de vigilancia. En cada municipalidad
había un Ayuntamiento y en las foráneas un prefecto político por cada una
de ellas, nombrados y removidos por el Presidente de la República. En las
poblaciones que no fueran cabeceras de municipio, como el caso de Chimal-
pa, había comisarios de policía y jueces de paz.
Cabe señalar que la figura de juez de paz hace referencia a un tipo de
órgano jurisdiccional que aparece en la tercera parte del siglo XIX y cobra
fuerza al principio del xx, en la medida en que se complejiza el papel de los
prefectos. Habitualmente eran órganos judiciales unipersonales con jurisdic-
ción en el ámbito local, generalmente un municipio o poblado en el que no
existía un juzgado de primera instancia y eran atendidos por jueces no pro-
fesionales (no abogados).43 Se encargaban de resolver controversias de escasa
cuantía en materia civil, así como el enjuiciamiento de las faltas, es decir, las
infracciones penales más leves. Fundamentalmente se buscaba que los con-
flictos sometidos a su competencia fueran solucionados mediante la conci-
liación entre las partes, según reglas de equidad o conforme a las costumbres
particulares de la comunidad donde el juez prestaba sus servicios (Derecho
Consuetudinario) es decir, usos y costumbres. Una de las señoras del pueblo
nos comentaba que un familiar: "no tenía estudios, pero sabía leer y escribir
y leía mucho. Entró a trabajar a la municipalidad como barrendero, pero se
fijaron en él porque sabía muchas cosas, poco a poco fue ascendiendo hasta
que llegó ser juez".44 De la misma manera nos mostraron un oficio fechado
en 1914 en donde el Primer Jefe Constitucionalista Venustiano Carranza,
nombra al señor Balbino Romero como juez de paz de Chimalpa.45 Entre
1898 y 1930, según recuerdan algunos de los entrevistados, fueron designa-
dos jueces de paz: Clemente Pérez, Lázaro Galicia, Juventino López, Arnulfo
Pérez, Pascacio Romero, Zacarías Pérez, Máximo Pérez H., Cirilo Granados
e Inocencio Olivo.

^Diario Oficial de la Federación. Ley de Organización Política y Municipal del Distrito


Federal, 26 de marzo de 1903.
43
La figura del Juez de Paz se mantiene a la fecha, en la delegación Cuajimalpa lo hay,
solamente que ahora se requiere se abogados titulados y con experiencia, tienen que realizar
exámenes y ganar concurso de oposición. Y son designados por el consejo de la judicatura del
Distrito Federal.
""Entrevista realizada a la señora Enedina Hernández, originaria de Chimalpa, 2010.
"Documento obtenido del archivo de Chimalpa, en la Galería del pueblo.
112 • MARÍA ANA PORTAL Y CRISTINA SÁNCHEZ MEJORADA

Con la Constitución de 1917, se restableció a los ciudadanos del Distrito


Federal la posibilidad de hacerse presentes en los municipios, conforme a las
siguientes bases constitucionales:

a) El Distrito Federal y los territorios se dividirían en municipalidades


con extensión territorial y número de habitantes suficientes para po-
der subsistir con sus propios recursos y poder contribuir a los gastos
comunes.
b) Cada municipio estaría a cargo de un ayuntamiento de elección popu-
lar directa.
c) El gobierno del Distrito Federal estaría a cargo de gobernadores que
dependían directamente del Presidente de la República, quien los
nombraba y removía libremente.46

En ese mismo año, con la expedición de la Ley Orgánica del Distrito y


Territorios Federales47 se estableció una sola unidad de mando para el gobierno
del Distrito Federal y se ampliaron las facultades del gobernador y sus colabo-
radores. Los ayuntamientos actuaban en esos asuntos en el ámbito puramen-
te local, y cuando tales servicios, por su extensión o alcance, abarcaban dos o
más municipalidades, su atención quedaba a cargo del gobierno de la entidad.
Entre las principales funciones del gobernador se encontraban: la ejecución de
las leyes federales y locales, la prestación de los servicios públicos, la ejecución
de obras públicas y el mando de la policía, entre otras. La principal autoridad
política municipal era el presidente municipal quien se auxiliaba con delega-
dos que funcionaban en las poblaciones de cada municipalidad,48 pero sus
funciones eran realmente muy limitadas y prácticamente no tenían recursos.
Por otro lado, la ambigüedad de la ley para definir las facultades de cada ins-

46
Véase Fracción VI, Artículo 73 de la Constitución de 1917.
*7 Diario Oficial, t. V 4 a . época, num. 87, 14 de abril de 1917, pp. 414-417.
48
Se tiene conocimiento que el primer prefecto político de Cuajimalpa fue Ángel González y
le siguieron Juan de Mata González y Lucio Cortés pero se desconocen las fechas. Después fueron:
Enrique Rivera (1903-1910); Pedro Segura (1910-1912), Rómulo Luna (1912-1913), José María
Leyva, nombrado por Madero (1913-1914): Marcelino Nava, nombrado por Huerta (1914-1915):
Pedro Muciño, electo (1915-1919): Maurilio Sánchez, nombrado por Carranza (1920-1920):
Margarita Vázquez, electo (1921-1923): Enrique Segura, electo (1923-1925): Jacinto Ortiz, electo
(1925-1929). En Chimalpa entre 1918 y 1929 hubo 13 Delegados Municipales que por lo general
duraban sólo un año en el cargo. En 1927 el señor Julián Mora fue Regidor.
SAN PABLO CHIMALPA, CUAJIMALPA • 113

tancia de gobierno federal, territorial y local49 y también las propias vicisitudes


y competencia políticas, dieron lugar a una serie de conflictos de orden políti-
co y social, que llevaron a que el 31 de diciembre de 1928, siendo presidente
Emilio Portes Gil, se promulgara la Ley Orgánica del Distrito y de los Territo-
rios Federales, en la que quedaron establecidas las facultades de gobierno y
administración que ejercería el Presidente de la República a través de un de-
partamento administrativo y político, el Departamento del Distrito Federal.
Las funciones encomendadas al Departamento serían desempeñadas por un
Jefe del Departamento para todo el Distrito, quien a su vez sería jefe del De-
partamento Central y también de los 13 delegados, en las poblaciones forá-
neas. En esta ley orgánica el Distrito Federal fue dividido en dos zonas, princi-
pales conocidas popularmente como:

a) La Zona Interior, conocida como Departamento Central, y que com-


prendía las antiguas municipalidades de México, Tacuba, Tacubaya y
Mixcoac, y
b) La Zona Exterior, compuesta por trece delegaciones: Guadalupe Hidal-
go, Azcapotzalco, Iztacalco, Coyoacán, General Anaya, San Ángel,
Magdalena Contreras, Cuajimalpa, Tlalpan, Iztapalapa, Xochimilco,
Milpa Alta y Tláhuac (Sánchez Mejorada, 2005).

En 1941 se vuelve a modificar la ley Orgánica del Distrito y de los Territo-


rios Federales y de nueva cuenta se divide el territorio en la ciudad de México y
12 delegaciones, Cuajimalpa mantiene sus límites originales. La ciudad de
México sería la capital del Distrito Federal y las cabeceras de las delegaciones
serían las poblaciones con el mismo nombre. En estas cabeceras debía haber un
delegado que tuviera a su cargo la administración de los servicios públicos loca-
les, y que además asistiera puntualmente a las juntas mensuales que celebrara
el Jefe del Departamento del Distrito Federal para tratar asuntos relativos al
mejoramiento y la coordinación de los servicios públicos de su demarcación.
Debían informar al Jefe del Departamento de las irregularidades o deficiencias
que advirtieran y podían proponer los remedios más adecuados a las mismas.
Para el desempeño de sus funciones podían auxiliarse con los subdelegados que
fueran necesarios, a juicio del Jefe del Departamento, los cuales desempeñarían
su encargo en las poblaciones que fueran cabeceras de su delegación como pue-
blos y villas, como fue el caso de San Pablo Chimalpa.

49
Lo que implicaba la duplicidad y evasión de facultades, la restricción de atribuciones,
conflictos electorales, disensiones internas, entre otros.
114 • MARÍA ANA PORTAL Y CRISTINA SÁNCHEZ MEJORADA

Cabe señalar que a raíz de que México le declara la guerra a los países del
eje, en mayo de 1942, en México, pero especialmente en el Distrito Federal,
se toman una serie de medidas para la defensa de la ciudad. Entre éstas des-
tacan la Ley de Servicio Militar Nacional que se pone en vigencia con objeto
de capacitar civiles para responder a las necesidades de la guerra y fortalecer
y respaldar a los efectivos del ejército. Además del servicio militar obligatorio
se estableció la instrucción militar para aquellos que tenían entre 19 y 45
años, y se instituyeron los Comités de Defensa Civil. De acuerdo con el De-
creto.50 Los órganos de ejecución de la defensa civil eran las autoridades civi-
les, los comités centrales, comités regionales y subcomités regionales, bajo
el impulso de las comandancias militares. Los comités regionales residían
en las cabeceras delegacionales y los subcomités en los otros centros de po-
blación como los pueblos, tarea a la que se abocaron las delegaciones de
manera prioritaria. En la ciudad se formaron 24 comités regionales, 12 en la
ciudad de México y los otros 12 en las delegaciones políticas. La presidencia
y vicepresidencia de los mismos recaía en las autoridades civiles y la secreta-
ría en un representante de las organizaciones campesinas (en el caso de los
12 cuarteles de la ciudad de México, esta responsabilidad recaía en represen-
tantes de las organizaciones obreras). También se nombraron jefes de man-
zana que eran los responsables de realizar un censo de aquellos que se en-
contraban en posibilidades de alistarse y estimular la participación de sus
vecinos. Por otra parte el Partido Nacional Revolucionario desde 1937 pro-
puso que obreros y campesinos se prepararan militarmente y se incorpora-
ran a los 180 batallones que se conformaron en el Distrito Federal (Sánchez
Mejorada, 2001).
Esto operó de manera más radical a partir de 1942, no obstante, los ve-
cinos de Chimalpa nos mostraron un documento dirigido al general Lázaro
Cárdenas a través del cual le solicitan armas y municiones y le informan que
el 15 de septiembre de 1937 se reunieron los viejos revolucionarios del 8o
distrito y que en esta reunión acordaron organizar las defensas sociales para
salvaguardar las instituciones y el gobierno. Al mismo tiempo decidieron
nombrar al compañero Filiberto Manzo, director del Desierto de los Leones,
jefe de las Defensas Sociales de ese distrito y a los comandantes de las defen-
sas: Mauricio Pérez de San Mateo Tlaltenango, Teófilo Romero de San Pablo
Chimalpa, Lorenzo Pérez de Acopilco y Benjamín Vázquez de Cuajimalpa.

^Gaceta Oficial del Distrito Federal. Decreto que instituyó la Defensa Civil en el Distrito
Federal el 14 de agosto de 1942.
SAN PABLO CHIMALPA, CUAJIMALPA • 115

Diversos analistas de la época han señalado que este ejercicio sirvió más
como un instrumento social para abatir las diferencias sociales de educación
y cultura que como un instrumento real de formación militar. Con ello coin-
ciden los habitantes de Chimalpa, quienes señalan que haber realizado su
servicio militar y/o haberse incorporado a las milicias sociales fue muy im-
portante pues se alfabetizaron, y mejoraron y ampliaron sus conocimientos
básicos (primaria y a veces secundaria), desarrollaron ciertas habilidades y
sobre todo descubrieron otras cosas. Ellos dicen que esto fue importante
pues les permitió ver las cosas de otra forma, los avances que había en la
ciudad y la necesidad de modernizar su pueblo. También les permitió esta-
blecer y fortalecer contactos con las autoridades y otros miembros del parti-
do. Cabe también destacar que estos comités de defensa civil sirvieron de
base para que el Partido de la Revolución Mexicana (1938) y posteriormente
el Partido Revolucionario Institucional (1946), hicieran trabajo proselitista a
nivel del territorio.51
En 1947 se hicieron ajustes a la legislación y se permitió que los subdele-
gados fueran electos a través de un plebiscito, el requisito era que fueran
nativos del pueblo y se les reconociera como personas honorables. A partir
de entonces se nombraba a los subdelegados cada tres años, aunque podían
repetir en el cargo. Los subdelegados eran funcionarios auxiliares pagados
por el Departamento y su papel consistía fundamentalmente en ser los in-
termediarios entre la población y la delegación, pero especialmente con el
Departamento Central. Algunos de los subdelegados en San Pablo Chimalpa
comentan que ellos atendían todos los problemas y necesidades y gestiona-
ban directamente en el Departamento pues era allí donde había recursos y
tenían más atribuciones, ahí realmente se resolvían sus problemas.
La mayor parte de su trabajo tenía que ver con la gestión de los servicios
y obras públicas, lo cual implicaba no sólo promover ante las autoridades
centrales los recursos y la introducción de los servicios, sino organizar la
cooperación de la población para garantizar los materiales y la mano de obra
que habría de necesitarse.

Tampoco existía una red de agua, solamente había hidrantes públicos en la vía
pública y de ahí tomaban el agua. Estos hidrantes se hicieron en 1937 y prove-
nían de un manantial cerca de Acopilco, se llama Moneruco. Fue el primer
manantial que abasteció de agua a Cuajimalpa y la tubería estaba hecha a base
de tubo galvanizado. Como consecuencia del aumento de la población, el agua

5
'Entrevista colectiva a varios ex representantes del pueblo, julio de 2010.
116 • MARÍA ANA PORTAL Y CRISTINA SÁNCHEZ MEJORADA

que provenía de estos hidrantes, no cubría las necesidades del pueblo en cuanto
a este servicio, así que el subdelegado solicitó traer el agua del Desierto de lo
Leones. El sudelegado gestionó ante el delegado quien a su vez lo solicitó al De-
partamento Central, el que hizo un estudio. La labor de hacer la cepa (la excava-
ción para colocar las tuberías) fue a base del pueblo y la asesoría técnica corrió
por parte del departamento del Distrito Federal es decir, los vecinos trabajamos
en conjunto con las instituciones las que tenían como intermediario al subdele-
gado del pueblo.52

Además de estas atribuciones los subdelegados tenían autoridad para


sancionar a aquellos vecinos que cometieran faltas a la moral, intervenieran
en riñas y pleitos entre familiares y vecinos, y en función del agravio ponían
una multa. Había también un comisariado que hacía las veces de policía y
estaba al tanto de que se fijaran las multas.

Abajo del kiosco había una pequeña habitación que era donde los encerrábamos.
Si alguno robaba, le pegaba a su mujer o se emborrachaba le imponíamos faenas
de castigo, tenía que ir trabajar durante ocho días o más según la falta y en lo
que se necesitara que fuera para el beneficio del pueblo. Hay constancias tam-
bién, cartas, que muestran como los delegados de Cuajimalpa remitían a los
detenidos a la cárcel de la subdelegación para que estuvieran detenidos por una
semana, misma en la que también realizarían trabajos comunitarios, por ejem-
plo los trabajos para la introducción del agua del Moneruco en 1935.53

La instancia que permitía la participación organizada de la población


eran las Juntas de Mejoramiento Moral, Cívico y Material, "célula política y
social básica de la comunidad vecinal", como se definían formalmente. Estas
juntas aparecen desde el siglo XIX y a través de ellas se pretendió incorporar
a los distintos sectores sociales para la ejecución de los programas destina-
dos a la superación moral de los individuos y su colectividad, por lo que en
materia de obras públicas tenían que priorizar aquellas con un directo bene-
ficio social (Faya, 1981).
Las juntas estaban integradas por un presidente, secretario y los vocales
que se consideraran necesarios para la gestión. Ellas recibían el material y

"Entrevista realizada a Salvador Arias Romero, subdelegado entre 1966-1970, junio del
2009.
53
Conversación con el señor Hermilo Pérez, 2009. Documento presentado por el señor
Leopoldo Galicia, julio de 2010.
SAN PABLO CHIMALPA, CUAJIMALPA • 117

organizaban a los vecinos para las faenas.54 En el caso de San Pablo Chimal-
pa esto se hacía, como lo hemos comentado, retomando la estructura orga-
nizativa religiosa de Fiscales y Compañías, estructura sobre la que profundi-
zaremos en el siguiente apartado.
Por ejemplo, para construir la carretera Cuajimalpa-Chimalpa (que era
muy angosta), se convocó a las ocho compañías y a cada una se le asignaron
los tramos sobre los que iba a trabajar. El Departamento del Distrito Federal
puso la maquinaria y les dio los materiales, los pobladores eran responsables
de transportar y acarrear los materiales al lugar donde se encontraba la obra
y realizar las faenas de construcción del camino. Cada compañía ponía a dos
personas -hombres o mujeres- por día y en total se reunían al menos 16 per-
sonas para cada faena. Así fue durante el año que duró la obra. No obstante,
las gestiones para que se realizara la carretera duraron cinco años. De la
misma forma se introdujo la red de agua potable, el drenaje, el alcantarilla-
do, se ampliaron y empedraron las calles, se construyeron las escuelas, etcé-
tera, siempre con el trabajo y colaboración económica de la población.
Las autoridades delegacionales eran las responsables de constituir las
Juntas de Mejoras Materiales y de fomentar la participación de la comuni-
dad. La prensa e informes de gobierno dan cuenta de la gran cantidad de
trabajo aportado por los vecinos.55 Por otro lado, debido a las limitaciones
presupuéstales de las delegaciones, en los decretos de los presupuestos de
egresos, se planteó claramente que las direcciones y dependencias del Depar-
tamento del Distrito Federal tendrían a su cargo la atención de los servicios
públicos en las delegaciones; principalmente en aquellas donde se carecía de
personal, o bien, de asignaciones especiales para la atención de dichos servi-
cios, por encontrarse estos centralizados, como era el caso de Cuajimalpa.
Por el propio proceso de urbanización y poblamiento, la gestión pública
en las delegaciones empezó a complicarse. Al ser los delegados y subdelega-

^Faenas, tequio, mano vuelta, son los diferentes nombres como se conocen las acciones
de solidaridad y reciprocidad en algunas comunidades en México. Es un sistema de trabajo
gratuito, en donde se apoyan colectivamente obras de construcción, ya sea a nivel de una fa-
milia, o en obras para la colectividad, en donde los miembro del grupo se compromete a rea-
lizar trabajos de mejoras diversas, de tal suerte que cuando él o su familia necesitan, por
ejemplo, construir su casa o arreglar la calle, etcétera, cuenta con el trabajo colectivo para
hacerlo en la medida en que ellos trabajaron, para otros, en su momento.
55
Las obras de las delegaciones se consideraban dentro del plan de trabajo diseñado para
el conjunto del Distrito Federal y por ende no contaban con presupuesto propio. Todos los
requerimientos los cubría el Departamento Central y en esta instancia se establecían también
los convenios con los contratistas que desarrollaban las obras.
118 • MARÍA ANA PORTAL Y CRISTINA SÁNCHEZ MEJORADA

dos los intermediarios entre la población y las autoridades centrales y al te-


ner que organizar a la población para la introducción de los servicios, entre
otras tareas, empezaron a cobrar mayor presencia política y su papel en la
organización de las elecciones se volvió cada vez más destacado.
En las elecciones que tuvieron efecto al finalizar el sexenio de Miguel Ale-
mán claramente se aprecia este fenómeno. Asimismo destaca la redistribución
de los distritos y la franca incorporación de las delegaciones al proceso electoral
a través de un fuerte trabajo proselitista de los partidos políticos, en especial del
Partido Revolucionario Institucional. En el caso de Chimalpa la articulación con
el partido se daba a través de la Confederación Nacional Obrero Popular (CNOP)
y en concreto la Confederación de Pequeños Propietarios.
En 1970 el Distrito Federal sufrió otra transformación importante cuan-
do se modificó la Ley Orgánica: su territorio se dividió en 16 delegaciones a
las que se desconcentraron ciertas funciones y atribuciones. Dichas atribu-
ciones serían ejercidas por un delegado y un subdelegado general quienes a
su vez descansaban en cuatro grandes subdelegaciones: la de Obras y Servi-
cios, Administrativa, de Desarrollo y Bienestar Social, y la Jurídica y de Go-
bierno. Sus principales funciones eran: atender y vigilar la debida prestación
de los servicios públicos; expedir, otorgar y revalidar licencias,- prestar servi-
cios de carácter asistencial; coadyuvar con la Dirección General de Policía
y Tránsito y Bomberos; atender las demandas sociales de la población (espe-
cialmente en torno a la regularización de la tenencia de la tierra), y promover
y vigilar la formación de las Juntas de Vecinos.
En 1978 de nueva cuenta se modificó la Ley Orgánica introduciéndose
una importante modalidad en la estructura de participación y gestión.56 A
partir de esta nueva reglamentación y en un esfuerzo por incorporar a la po-
blación en la resolución de los ingentes problemas de la ciudad, en enero de
1980 se promovieron e instituyeron los Órganos de Colaboración Vecinal y
ciudadana. Una nueva fórmula de participación que combinó elementos de
ejercicios anteriores, retomó la idea de Consejo Consultivo de la ciudad,
pero ahora con una representación territorial más que sectorial. Se estableció
así una estructura piramidal en cuyo vértice superior se ubicaba el Consejo
56
En 1978 se modifica nuevamente la Ley Orgánica del Distrito Federal, y en la lógica de
fomentar la participación de los vecinos en la toma de decisiones que estipula que el Consejo
Colectivo y las Juntas de Vecinos podrán conocer oportunamente los planes y programas de
obras y servicios para proponer y adicionar modificaciones. Con esta atribución se les faculta
para defender a nombre de los capitalinos los intereses vecinales. En aquel entonces esto permi-
tió que las asociaciones de residentes y juntas de vecinos discutieran los Programas de Barrio y
los Planes Parciales de sus respectivas delegaciones.
SAN PABLO CHIMALPA, CUAJIMALPA • 119

Consultivo de la ciudad, integrado por los presidentes de las 16 Juntas de


Vecinos; éstas a su vez se encontraban integradas por los presidentes de las
Asociaciones de Residentes, de tantas colonias, fraccionamientos, unidades
habitacionales, barrios y pueblos como hubiera en la delegación, que se inte-
graban por los jefes de manzana, quienes eran electos por los vecinos de cada
una de las manzanas de su localidad (Sánchez Mejorada, 1997).
En el caso de Cuajimalpa desaparecieron las subdelegaciones y en los
pueblos también se formaron las Asociaciones de Residentes 57 como la de
San Pablo Chimalpa que vino a sustituir a la Junta de Mejoras Materiales
pero también al subdelegado.
El presidente de la Asociación de Residentes seguía haciendo las veces de
subdelegado, solamente que ahora sin paga, y se auxiliaba para la gestión de un
secretario, tres vocales y los jefes de manzana. Todos ellos electos en la
asamblea que se convocaba (el mismo día en todo el Distrito Federal) para
ese efecto.
La conformación de esta estructura de gestión significó, además del con-
trol, formalizar la injerencia de los vecinos en el gobierno y/o la gestión de-
legacional reconociéndolos, básicamente, como sujetos de consulta o bien
como responsables directos de la prestación de bienes y servicios públicos.
Las diferentes Asociaciones de Residentes que representaron a Chimalpa
entre 1980 y 1998 se abocaron a la gestión de los servicios, dado que el pue-
blo crecía y las necesidades cada vez eran mayores.
El pueblo de San Pablo Chimalpa destacó por el nivel de trabajo y cola-
boración entre los vecinos del pueblo, especialmente los originarios. Resulta
interesante que en dos ocasiones ganaron premios: en 1962 se ganaron un
premio de limpieza con el que se construyó parte del kinder. Asimismo, en
el marco del programa de solidaridad se premió al pueblo por haber realizado el
mejor trabajo comunitario con 10 millones de pesos (de aquella época) con
los que se construyó el Centro de Salud:

Después de ese trabajo, también el pueblo que sacara mejor calificación en su


trabajo por lo grande que fuera, obtenía un premio de 10 millones de pesos,
cuando todavía no le quitaban los ceros al dinero. Esos 10 millones que se gana-
ron se compro parte [...] porque se lo gano Chimalpa, del Centro de Salud, por-
que el dueño de esa propiedad es originario de aquí, compro esa propiedad y
donó una parte para el servicio del Centro de Salud [...] pero como no era total-

57
En otras delegaciones se mantuvo esa estructura a la que también se le denominó
Enlaces Territoriales pero seguían teniendo las mismas funciones.
120 • MARÍA ANA PORTAL Y CRISTINA SÁNCHEZ MEJORADA

mente amplio (sic) para instalar todo eso que era necesario se tuvo que: comprar
y esos 10 millones se le tuvieron que dar a ese señor más otra parte que se reunió
por cooperación que se hizo y se le compró más terreno y se hizo esa construc-
ción que hasta ahorita está funcionando.58

Como veremos más adelante esta capacidad organizativa y de acopla-


miento a los procesos de transformación de la ciudad, se relaciona con la
estructura tradicional del sistema de cargos y las fortalecidas redes de parentes-
co. Aunque debe decirse que estos procesos de gestión, en donde la mayoría
de la población participaba, no estaban exentos de conflictos al interior del
pueblo por diversos intereses y concepciones sobre los problemas y las for-
mas de atenderlos.
Un caso paradigmático y muy doloroso para los pobladores fue el del
entubamiento del agua potable a principios de los ochenta. Un grupo cerca-
no al Partido Mexicano de los Trabajadores identificó que la introducción y
entubamiento del agua potable proveniente de sus manantiales respondía
más que a la necesidad de agua de la población a las necesidades de las na-
cientes y crecientes zonas residenciales del poniente de la ciudad y por lo
mismo se opusieron rotundamente y con mucha beligerancia a la introduc-
ción de la misma. Así lo relata una de las principales activistas:

Entonces tuvimos que hacer a un lado la autoridad del señor de la Asociación de


Residentes y formamos una comisión que se llamo la Comisión del Agua, enton-
ces esta comisión se dio a la tarea de investigar, ir a la delegación, de decir que
esto que estaban haciendo, que dónde iban los tubos para qué, y todo eso porque
nosotros tenemos un depósito de agua allá arriba que es el que surtía de agua,
entonces los tubos que metieron los metieron hasta el depósito porque era obvio
que por ahí se iba a sacar el agua de los manantiales. Se hizo un gran movimiento,
mucha gente participó, gente que nunca había participado, esto fue, más o menos
por los setenta, en el sexenio de López Portillo. Fue en ese tiempo que se hizo, y
entonces bueno, se hacían las comisiones, nunca había habido un movimiento así
tan grande, fue enorme toda la gente participa, les llega hasta el alma lo del agua,
y nosotros formamos parte de la comisión. Por si fuera poco, uno de los terrenos
más afectados era de mi papá en ese tiempo y mi papá, como ya estaba grande
como que no decía nada, pero la gente nos apoyó a mí y a mi hermano para decir-
les que bueno, nosotros no íbamos a dejar que ahí hiciera nada porque ahí se hizo
con cárcamo y un edificio para captar agua y se la querían llevar, entonces decía-

58
Entrevista realizada al señor Irineo Galicia, 2009.
SAN PABLO CHIMALPA, CUAJIMALPA • 121

mos "cómo se la van a llevar" en el pueblo había llaves en la calle para traerla con
cubetas, ¿con qué nos íbamos a abastecer?, no teníamos agua adentro. Hicimos
una encuesta y apenas el 30 por ciento de la población tenía agua adentro el resto
no tenía, todos íbamos a las llaves de la calle. Entonces logramos que introdujera
el agua potable a las casas, se le dio al 10 por ciento. Fue un logro pero nos costó
mucho, muchísimo, bueno nada más aquí enfrente donde esta ahorita la tortille-
ría ahí todavía terreno vacio, muy grande lleno de maíz bueno todo eso estaba
lleno de granaderos cuando nosotros tuvimos el movimiento, así entre al maíz se
metieron, trajeron tanquetas, fue terrible, lo hicieron porque nosotros vivíamos
aquí, y bueno pues nosotros éramos la parte más dura y que no dejaba que se lle-
varan el agua y que no subieran y todo eso, finalmente cedimos para que se hicie-
ra el cárcamo y que se trajera el agua pero en algún momento logramos que se
cerraran incluso los tubos que ya se habían metido. No se llevaron el agua.. ,59
Los primeros jóvenes de aquí que llegaron a la UNAM, empiezan a traer ideas del
marxismo, del comunismo, toda esa cuestión en un pueblo rico en tradiciones,
muy solidario, entonces se empiezan a marcar las primeras diferencias, empie-
zan a haber grupos. Se empezó a conformar un grupo que creía en las tradicio-
nes y que pagaban en las fiestas (para su realización) y el otro, aquellos que
no[...] este grupo se desliga a partir de 1980, para ser exacto se desliga a partir
de 1978, ese año es cuando se da la ruptura donde se hacen dos grupos total-
mente marcados, que hasta la fecha persisten.60

LAS TRANSFORMACIONES DEL PUEBLO:


URBANIZACIÓN Y NUEVAS FORMAS DE VIDA EN EL CHIMALPA DE HOY

El crecimiento demográfico y físico de Chimalpa se da directamente relacio-


nado con la introducción de los servicios y el equipamiento básico. Es decir,
en el momento en que se inicia la urbanización.
Es aquí cuando podemos plantear una transformación sistemática y con-
solidada del espacio social y de la forma de apropiación y uso del territorio.
Después de que se introduce la luz, se entuba el agua y se construye la
carretera que los comunica a Cuajimalpa, la vida cotidiana en San Pablo
Chimalpa empieza a cambiar notablemente y su población aumenta de ma-
nera considerable. Tan sólo entre 1970 y 1990 la población se duplica y a

'Entrevista realizada a la señora Ofelia Martínez originaria de Chimalpa, junio de 2009.


'Entrevista realizada al señor Raúl López originario de Chimalpa, 12 de diciembre de 2009.
122 • MARÍA ANA PORTAL Y CRISTINA SÁNCHEZ MEJORADA

partir de entonces cada 10 años la tasa de crecimiento es superior al prome-


dio del resto de la ciudad.

... para finales de los setenta y toda la década de los ochenta, cuando se empezó a
vender de manera más libre (antes no era muy común que la gente quisiera com-
prar o vender en Chimalpa, todavía había eso de conservar los terrenos familiares
y se trata de conservarlos o hacer la compra venta- entre la misma población ori-
ginaria), se comienza a fraccionar y vender a quien los quisiera comprar, así co-
mienza la migración, sobre todo de comunidades del Estado de México, de Mi-
choacán incluso, que tenían que venir a trabajar a la ciudad de México y esta ruta
les permitía acceder a un punto donde podían establecerse y quedar a la mitad de
sus lugares de trabajo y su origen, buscan este tipo de espacio.. .61

El crecimiento natural de la población ha llevado a la necesidad de dividir


y cederles a los hijos y a los nietos un pedazo de tierra donde vivir. Las fami-
lias se han multiplicado y con ellas la necesidad de viviendas. Tan sólo en el
año 2000 se contabilizaron 1,596 viviendas y para 2005, 1,889, es decir, en
cinco años hay 293 viviendas más. Es común ver en un lote varias casas -por
lo general autoconstruidas por sus habitantes- y en éstas varias familias.
Después de subdividir y heredar a nuevas generaciones comenzaron a
vender sus tierras de cultivo -de acuerdo a las necesidades económicas de
sus dueños- con lo que aparecen nuevas colonias y asentamientos, como los
que se encuentran en Zentlapatl, el Carmen, La Papa, y Loma del Padre.

... ¿qué pasa? Pues los hijos empiezan a crecer, se casan, tienen necesidad de otras
casas, y fueron tirando los árboles, -porque aquí cada uno tenía su casita y en
cada casita sus árboles, inclusive algunos tenían su milpa en la casa y cultivaban
su maíz, su frijol, su calabaza [...], pero era un pueblo donde todo el mundo tenía
árboles- esto realmente se deforma a partir del 85 -del terremoto- porque mucha
gente se viene a vivir aquí y mucha gente vende sus terrenitos: que dame quinien-
tos pesos por este tanto, o dame mil pesos por este otro. Se empezó a construir y
le dieron al traste a todo esto. [...] La gente por la situación económica dice bueno:
yo necesito dinero y no tenemos, o mi hijo necesita una carrerita, o necesito un
coche, y hay gente que cambia su terreno por un coche [.. .]. 62

"Entrevista realizada a Ernesto García Romero, joven originario del pueblo que también
está reconstuyendo la historia de su pueblo, mayo de 2009.
"Entrevista realizada a la señora Ofelia Martínez, habitante originaria del pueblo, abril
de 2008.
SAN PABLO CHIMALPA, CUAJIMALPA • 123

Esto trajo consigo un cambio radical en el perfil ocupacional del pueblo


pues muchos abandonaron sus tierras de labor, y se ocupan de empleados,
choferes, maestros, albañiles, comerciantes, etcétera, tanto en Cuajimalpa
como en otras delegaciones de la ciudad.
Mapa 3. Zonificación de San Pablo Chimalpa63

63
Elaborado por Monserrat Espín, tomando como base recorridos sobre el territorio y el
Plan de Desarrollo Urbano de Cuajimalpa 1997. Cartografía OCIM. Imagen Google Earth,
2010.
124 • MARÍA ANA PORTAL Y CRISTINA SÁNCHEZ MEJORADA

Actualmente el territorio de Chimalpa está organizado a partir de cuatro


espacios claramente definidos:

a) El casco: que es la parte central del pueblo y según el Plan Parcial de


Desarrollo Urbano de 1997 contiene la zona patrimonial. El casco es
un polígono que está delimitado al norte por la calle Encinal, al orien-
te por la calle Atitla, al sur por la calle y cerrada de la Concordia y al
poniente por la calle Fraternidad y Andador hasta su entronque con
Prolongación Constitución. Se caracteriza por sus pendientes y el sue-
lo accidentado. En esta parte del pueblo se localiza la iglesia, el pan-
teón, la escuela primaria "Valerio Trujano", el Centro de Salud, el jar-
dín de niños "Gabino Palma" y el centro comunitario. Es en esta zona
donde se ubica la mayor parte del comercio. Es una planicie donde se
encuentra el equipamiento más reciente. Sobre la calzada que va al
Tecnológico se encuentran ubicados el gimnasio Chimalpa, el cual
cuenta con dos canchas de basquetbol que en su momento son acon-
dicionadas como canchas de voleibol y fútbol de salón, también cuen-
ta con un ring de box y lucha e instructores de atletismo. También
podemos encontrar el Centro de Estudios Técnicos y de Servicios
Núm. 29 (cETys 29) y la Secundaria Diurna 289 (ambos construidos
en 1982).
b) El Carmen, ubicada en la parte baja del pueblo está limitada, al sur por
la calle Encinal y su intersección con Prolongación Juárez, al oriente
por calle Atitla; al norte y al poniente está delimitado por el área de
preservación ecológica de Cuajimalpa. Esta porción de territorio se
caracteriza por estar rodeada de recursos forestales por encontrarse en
la zona de las barrancas. Se trata de un asentamiento irregular en don-
de familias que vienen de otros lugares de la ciudad o del país han
comprado y autoconstruido sus viviendas. La zona no cuenta con to-
dos los servicios. El nombre se le atribuye a que una persona del pue-
blo puso ahí un nicho con la imagen de la virgen del Carmen como
una forma de protección para evitar la tala y desmonte que se venía
dando en la zona. No obstante a finales de los años setenta se empezó
a fraccionar.
c) El Teopazulco, es la zona del pueblo enclavada en las partes altas y
montañosas, cuyos límites son, al oriente avenida. Constitución, al
sur las tierras comunales de San Lorenzo Acopilco, al poniente con
el río Borracho -que también delimita a la delegación Cuajimalpa y el
municipio de Huixquilucan- y al norte por la calle y cerrada de la
SAN PABLO CHIMALPA, CUAJIMALPA • 125

Concordia. Este lugar se caracteriza por contar con algunas ranche-


rías donde sus pobladores se dedican a la agricultura de autoconsu-
mo y a la cría de animales. Cabe señalar que en la parte baja de esta
zona se presenta un poblamiento de nivel económico medio alto que
se caracteriza por residencias de descanso. Muchos de los terrenos de
esta zona son propiedad de los originarios que viven en el casco del
pueblo, los cuales están destinados a la siembra o la cría de anima-
les. A esta zona del pueblo los servicios básicos no han llegado en su
totalidad, aunque si se cuenta con energía eléctrica y teléfono en al-
gunos casos.
d) También, en la zona baja del pueblo, se encuentra ubicado el fraccio-
namiento Rancho Santa Laura y Xalitemi, en donde la mayoría de los
habitantes son personas de fuera que compraron terreno a los origina-
rios de este lugar.

A pesar de la creciente urbanización y poblamiento, como se puede apre-


ciar en la foto aérea todavía hay una buena cantidad de bosque: 42 por cien-
to y de superficie no urbanizada: 33 por ciento. Por otro lado, si bien se
conserva el patrón de asentamiento original nucleado por la iglesia, encon-
tramos una diversidad de construcciones que poco a poco han ido desplazan-
do las tradicionales viviendas de adobe y madera (foto 2).
126 • MARÍA ANA PORTAL Y CRISTINA SÁNCHEZ MEJORADA

Por encontrarse en la periferia del Distrito Federal y por la manera cómo


se pobló, San Pablo Chimalpa manifiesta una gran heterogeneidad en el ni-
vel económico de sus habitantes. Este pueblo -con un pasado ligado a la
producción de carbón y leña y agricultura de autoconsumo- hoy en día pre-
senta una composición socioeconómica diversa en donde la mayor parte de
la población se dedica al comercio (68 por ciento).
Otro aspecto importante que ha impactado la forma de vida es el nivel de
escolaridad que se ha incrementado considerablemente en las últimas déca-
das ante la presencia de una mayor oferta en la zona, aunque todavía la
mayoría de la población sólo concluye la educación básica (primaria y secun-
daria)64 y un porcentaje pequeño tiene acceso a la educación superior. Sin
embargo, se reconoce en el proceso educativo una poderosa vía para el mejo-
ramiento de las condiciones de vida por lo que se observa un esfuerzo por
parte de los padres para que sus hijos tengan acceso a mayores niveles de
estudio.

TRANSFORMACIONES POLÍTICAS Y DE REPRESENTACIÓN

Una de las transformaciones más importantes que se pueden observar en el


pueblo se dio en la dimensión política se relaciona con los procesos de "de-
mocratización" que se han desarrollado en las últimas décadas tanto en la
ciudad como en el país. La llegada de diversos partidos y las modificaciones
en la estructura política de la propia ciudad, han transformado de manera
profunda las formas de representación del pueblo, sus estrategias de gestión
y la articulación con las instituciones del gobierno central.
En 1994 la Cámara de Diputados aprobó el Estatuto de Gobierno del Distrito
Federal. Dicho estatuto aunque no tiene las facultades de una Constitución local,
sí es un instrumento jurídico que se encuentra por encima de la Ley Orgánica que
durante 65 años rigió al gobierno y la estructura administrativa del Departamento
del Distrito Federal. Regula aspectos de estricto derecho político como la distribu-
ción de atribuciones entre los poderes de la Unión y los órganos locales de gobier-
no de la administración pública del Distrito Federal, incluyendo la participación
ciudadana. En este estatuto se reconocían como figuras de participación los Con-
sejos ciudadanos y se mantienen las figuras de Asociaciones de Residentes y Jefa-
turas de Manzana. En 1997 por primera vez hay elecciones para elegir al Jefe de

"Anteriormente la mayoría de la población cursaba sólo la primaria y en muchas ocasio-


nes no la concluían. Esto es notable entre pobladores de 50 años o más.
SAN PABLO CHIMALPA, CUAJIMALPA • 127

Gobierno del Distrito Federal, y a partir del 2000 a los delegados. Por ello, la com-
petencia política entre partidos se incrementa de manera notable a nivel territo-
rial. Para el caso de Chimalpa, esto va a incidir y a fragmentar a los vecinos ya que
en una población pequeña el impacto del multipartidismo es mucho mayor, aun-
que en realidad solamente se identifican dos grupos claramente confrontados
fundamentalmente por cuestiones ideológicas. Aún así, en las elecciones para
elegir a los Consejeros ciudadanos en Cuajimalpa65 la población participó de ma-
nera activa:

En San Pablo Chimalpa, Delegación Cuajimalpa, el elevado nivel de participa-


ción en las elecciones de consejeros ciudadanos (55.7 por ciento) es atribuido a
la fuerte cohesión que la estructura del sistema de cargos da a la comunidad al
permitir la comunicación entre los grupos domésticos, sean nativos o avecinda-
dos (Gómez, 1998: 78).

En 1998 se aprueba la Ley de Participación ciudadana a partir de la cual


desaparecen los Consejos Delegacionales y las asociaciones de residentes y
aparecen los Comités Vecinales. A cada Comité Vecinal le corresponde un
número de integrantes que oscilará entre siete como mínimo y 15 como
máximo. La elección de los Comités Vecinales se llevó a cabo el domingo 4
de julio de 2000, por medio del voto universal, libre, secreto y directo de los
ciudadanos inscritos en el padrón. De acuerdo con la Ley, la integración de
los Comités Vecinales se realizó de manera proporcional bajo el principio
de cociente natural resto mayor. Es decir, a la planilla que tuviese más votos
se le otorgaría un número determinado de lugares, la que le sigue ocupa
otros y la que le sigue otros, de manera proporcional de acuerdo al número de
votos obtenidos. Si al realizar la operación resta una cantidad menor a uno, el
lugar se le otorga a la que tuvo mayor votación (Sánchez-Mejorada, 2009).
Por tanto los Comités Vecinales se integraron no sólo con los miembros de
una planilla, sino de todas las que contendieron. En el caso de San Pablo Chi-
malpa se registraron tres planillas, la primera integrada por militantes o ex mi-
litantes del PRI encabezada por Enrique Romero, la segunda por simpatizantes
del PAN encabezada por el ingeniero Jaime Pérez con 15 personas y la tercera por
los que tradicionalmente han sido reconocidos como la oposición y más radica-

65
Las elecciones para constituir a estos Consejos (representantes de 365 áreas vecinales) se
realizaron en junio de 1995. Los Consejos Delegacionales estuvieron en funciones hasta 1997,
ya que por acuerdo del 13 de noviembre de 1996, en el contexto de la negociación de la reforma
política a nivel federal, el Congreso de la Unión determinó que éstos desaparecerían ese año.
128 • MARÍA ANA PORTAL Y CRISTINA SÁNCHEZ MEJORADA

les dentro del pueblo, encabezada por la señora Ofelia Martínez integrada por 12
personas. El día de la elección emitieron su voto 1,840 personas, casi 1,000
votos fueron para la primera, poco más de 500 para la segunda y cerca de 300
para la tercera. Por ello la planilla se conformó por seis personas de la primera,
cuatro de la segunda y dos de la tercera. Una conformación de este tipo implica
que los miembros de los Comités Vecinales difícilmente podrían trabajar juntos
y llegar a acuerdos dado que eran contrincantes en la contienda política, con
proyectos y propuestas diferentes. Si a esto le agregamos que durante 10 años no
ha habido nuevas elecciones, no es de sorprendernos que los Comités no pudie-
ran cumplir con los objetivos para los que fueron creados.
En el caso de Chimalpa, desde el primer año trabajaron pocos, no obstante
realizaron diversas actividades. Al año, los que se mantenían activos, presenta-
ron su informe de trabajo. A este informe acudió y dio respuesta el delegado de
Cuajimalpa, Francisco de Souza (residente del Contadero que contendió y ganó
por el PAN, y ahora trabaja en el gobierno de Marcelo Ebrard). Continuaron tra-
bajando durante cuatro años, pero al no haber elecciones empezaron a desaten-
der el asunto, incluso el que lo encabezaba se incorporó a trabajar en 1a delega-
ción. Ante esto, y argumentando que era necesario que se reciclara el comité, los
miembros del éste que provenían de la planilla tres convocaron a una asamblea
y empezaron a realizar diversas actividades y gestiones. No obstante, no conta-
ban con la suficiente legitimidad y al no volver a haber elecciones, poco a poco
se fueron desafanando de la gestión en general, aunque mantuvieron un trabajo
importante en torno al rescate y actividades ecológicas. Ahora son los que enca-
bezan la discusión del Programa de Desarrollo Urbano de la Delegación de
Cuajimalpa. El que se quedó a cargo de las diversas gestiones y a atender los
problemas del pueblo es el señor Enrique Martínez, de edad avanzada, quien
atiende fundamentalmente los problemas y controversias entre los vecinos.
Recientemente se reincorporó el anterior presidente del comité, pues legítima-
mente, al no haber habido elecciones, le corresponde el nombramiento.
Digamos que durante al menos cinco años se dio un impasse en la gestión
debido a varios de los factores enunciados, generándose un vacío de poder y un
problema de legitimidad del originalmente electo. Esto ha provocado que la
comunidad no participe en cuestiones de gestión como lo hacía antes, quedan-
do un tanto a la deriva y a las posibilidades individuales de intervención.
El Comité Vecinal reactivado (en buena medida porque se aproximan las
elecciones) está gestionando de manera muy activa actividades culturales y muy
especialmente la celebración del bicentenario y centenario de la Independencia
y la Revolución con una gran fiesta en el pueblo. Forma parte y participa de un
consejo asesor que integró el delegado con representantes de colonias residen-
SAN PABLO CHIMALPA, CUAJIMALPA • 129

ciales, populares, fraccionamientos y pueblos de Cuajimalpa.66 No obstante,


esto ha generado inconformidades y ha sido muy mal visto por los pobladores.
Desde nuestro punto de vista el proceso de transformación se dio de ma-
nera notoria cuando se da el cambio en la estructura vecinal, es decir de Asocia-
ciones de Residentes al de Comité Vecinal, fundamentalmente por la forma de
elección y representación vecinal. Las Asociaciones de Residentes, como he-
mos dicho, se integraban por los jefes de manzana -en Chimalpa las manza-
nas están conformadas fundamentalmente por familiares o personas muy
cercanas- quienes eran electos por sus vecinos de forma directa y en asamblea
(como se elegía al subdelegado), en tanto la elección de los Comités Vecinales,
integrados por planillas previamente registradas en el Instituto Electoral del
Distrito Federal, se da en las urnas a través del voto libre y secreto, lo que corres-
ponde más a la lógica de la política liberal. Aunque en el caso de Chimalpa -se-
gún comentan los originarios- antes de las elecciones ellos acordaron quiénes
integraría la planilla en una asamblea y estaban conformes con ella, el proble-
ma fue que a los tres años no hubo elecciones (así lo determinaron las autori-
dades de la ciudad) y no pudieron ser nombrados a los nuevos representantes
y por lo mismo tampoco hubo una competencia sana.
La fuerza de la figura del subdelegado y después la de la mesa directiva de
la Asociación de Residentes en San Pablo Chimalpa, se daba en la medida en
que su prestigio y autoridad se apoyaba en los usos y costumbres del poblado
y en el sistema de parentesco. Es decir, el sistema de cargos religiosos -consti-
tuido por dos figuras: la de fiscales y la de las Compañías como veremos más
adelante- eran los medios para llevar a cabo la gestión al hacerle llegar al
delegado las principales demandas del pueblo. En algunas ocasiones las
Compañías actuaban por iniciativa propia para mejorar las condiciones de la
comunidad sin que se acudiera a la delegación para solicitar algún servicio,
pero siempre a partir de acuerdos discutidos en asamblea y con el relativo
consenso de la población, incluidos los representantes.
El debilitamiento de la figura del representante o líder del Comité Vecinal,
ha traído como consecuencia, una suerte de inmovilización y de invisibilización
del pueblo frente a las autoridades delegacionales en donde se desdibuja el carác-
ter colectivo y prevalece el sentido individual en la gestión de servicios.
En este contexto, el sistema de cargos religiosos paradójicamente se for-
talece al constituirse en la estructura organizativa más importante, que da
sustento a la lógica y al sentido de reproducción del pueblo.

66
Entrevista a los señores Enrique Romero, Enrique Martínez del Comité Vecinal de Chi-
malpa. Julio 2010.
130 • MARÍA ANA PORTAL Y CRISTINA SÁNCHEZ MEJORADA

TIEMPO Y ORGANIZACIÓN: RITMOS DE LA VIDA COTIDIANA

Partimos de la idea de que una de las formas en que se expresa el tiempo


-pensado como ritmo y frecuencia de una comunidad- es en función de la
organización social.
En el caso de Chimalpa este proceso resulta muy claro en la medida en
que esta organización social tiene como eje central el ámbito religioso que se
va a articular con los procesos cívicos, generando un complejo sistema festi-
vo que marca los ciclos anuales de la comunidad y ritma su vida cotidiana.
Este sistema, construido a partir de la red de parentesco, constituye un ele-
mento fundamental para entender la dinámica del pueblo.

LAS FAMILIAS

Una diferencia central entre los pueblos y otros lugares de la ciudad donde
los vínculos sociales se establecen a partir de relaciones laborales, políticas o
civiles entre otras muchas, son los lazos de parentesco. Es decir, aunque hay
diversos tipos de relaciones que también pueden ser laborales, políticas, por
afinidad religiosa, etcétera, lo que aquí se privilegia es la relación entre fami-
lias. Es a partir de estos lazos como se organizan los espacios y prácticas más
importantes del pueblo.
En San Pablo Chimalpa las familias y las redes de parientes son particu-
larmente importantes, pues es a través de ellos como se construye una parte
fundamental de su identidad y de su pertenencia al pueblo. La propia histo-
ria del lugar inicia siempre en relación a las familias.

... primero vinieron del pueblo de Tacuba, esa es una historia más larga, pero de
ahí han venido las descendencias, porque los que ya estamos aquí: los Galicia,
los Romero, los Pérez, los Hernández, los Martínez, los Arias esos ya somos
totalmente originarios [...] Antes de la revolución de Carranza y Zapata ya exis-
tían esas familias aquí.67

Pertenecer es apellidarse de una determinada manera. Es conocer de


quién se es hijo, nieto, hermano, primo o tío. Esa es una de las formas en
que se distinguen de los de afuera, de los avecindados o fuereños.

Entrevista realizada al señor Irineo Galicia, junio de 2009.


SAN PABLO CHIMALPA, CUAJIMALPA • 131

La mayoría de aquí [del pueblo] se conoce por los apellidos. Mencionan apellidos
que ya no son de aquí y nosotros que nos conocemos como Romero, Pérez, Her-
nández, García, Martínez...68

Resulta interesante revisar los árboles genealógicos de las familias para


darse cuenta de lo complejo de estas relaciones y las alianzas entre familias
a partir de los matrimonios (se anexa el de la familia Romero).
Las relaciones de parentesco se expresan en todos los ámbitos de la vida
cotidiana, pero de manera muy clara por lo menos en dos ámbitos funda-
mentales: a) en la historia del pueblo pensada desde su territorio, y b) en la
organización social.

PARENTESCO, HISTORIA Y EL TERRITORIO

La refundación del pueblo después de la Revolución de 1910, como señalamos


en la sección anterior, estuvo determinada por la forma en que se consolidó el
territorio del poblado: a partir de la compra de los terrenos en los que hoy se
asienta el pueblo. Este proceso se relaciona con la intervención de cuatro jefes
de familia que, como señalamos anteriormente, compraron los lotes, los sub-
dividieron y los vendieron posteriormente al resto de las familias:

Cuando se compraron los terrenos allá, que eran de la ex Hacienda de La Venta,


se compró desde el límite con el bosque hasta la carretera que limita Zentlapatl,
todo eso se compró y precisamente don Dimas Pérez fue uno de los que tenía
propiedades ahí en Loma de la Papa, porque su papá que se llamó Máximo Pérez
y otro señor Práxedis Martínez [...] y Desiderio Romero, Cirilo Granados y Cris-
pin Romero, bueno ellos fueron los encargados de comprar toda la ex hacienda
[...] y cuando ya acabaron de vender los lotes, tuvieron que quedarse con una
parte de propiedad, por eso tienen allá [...] También don Natividad que fue hijo
de Práxedis Martínez, como don Dimas que fue hijo de don Máximo que él tenía
propiedades, porque fueron los principales de la compra [...] don Dimas fue hijo
de don Máximo Pérez. Don Dimas fue de 1907, mi papá de 1905.
El dueño de esta ex Hacienda de La Venta [...] creo que se apellido González, de
Cuajimalpa [...] originarios de Cuajimalpa, ellos compraron más antes esas pro-
piedades y luego el hijo de ese señor González, que vendió esta parte de la ex
hacienda, que la compra Chimalpa, su hijo se queda como heredero y [...] posee

'Entrevista realizada a habitante originaria de 22 años, 2009.


132 • MARÍA ANA PORTAL Y CRISTINA SÁNCHEZ MEJORADA

la hacienda de San José de los Cedros, desde Aurrera lindando por este lado
[nororiente] con Jesús del Monte hacia abajo todo para allá hasta San Fernando,
se quedó como heredero el hijo de ese señor González y como los señores de
aquí cumplieron el compromiso de pagar lo de la ex hacienda, les ofrece nueva-
mente a los mismos de aquí más de la ex hacienda, les ofrece esa parte de terre-
no todo lo que es el territorio y de nuevo compran [...] entran de nuevo don
Máximo, don Desiderio, don Cirilo Granados [...] y no recuerdo quién más,
pero son los señores que vuelven a comprar y después de comprado lo vuelven a
vender con los mismos vecinos de aquí por lotes, por partes chicas lo venden.69

El territorio está marcado desde su origen por estos lazos familiares. La


fundación moderna del poblado se sustenta en nombres y apellidos y de allí
se desprende toda la lógica de cómo está organizado. En el censo de 1936 los
apellidos que destacan son: Romero, Alba, Segura, Pérez, Alva, Galicia,
Arias, Muciño, Rosales, López, Hernández, De la Rosa, Granados, Nava,
Olivo, Villaluz y Carrillo.
Esta forma de organización marca una lógica que no se encuentra fre-
cuentemente en las ciudades: el territorio está dividido por grupos familia-
res, no sólo por la herencia o compra de los terrenos y su eventual fragmen-
tación con el fin de repartirlos entre todos los hijos, sino también porque el
pueblo -como vimos antes- está dividido en parajes y en estos parajes gene-
ralmente viven núcleos familiares. Esto hace que haya una distribución
particular de las familias en el territorio.
Así, por ejemplo, se reconoce que muchos de los miembros de la familia
Pérez viven en uno o dos parajes específicos:

La mamá de mi papá -esposa de Teófilo- era Mónica Pérez Martínez, porque de


ahí empiezan todos los Pérez [...] aquí era una veredita nada más. Aquí se llama
Topozanco (calle de Fraternidad); de aquí para allá (teniendo como referente la
Privada de Fraternidad y al poniente de donde nos encontramos) es Corrazulco.
Topozanco era por parte de mi abuelita, de los Pérez. Corrazulco era de los Pé-
rez, todo por acá era de los Pérez y también Romero en Tlayeca. Ahí vivía el
abuelito del señor Margarito. Enfrente estaba Miltonco, por donde vivía don
Hilarión y el finado Landino, que fue el mayor de ellos.. 7°

69
Entrevista realizada la señora Felicitas Pérez originaria de Chimalpa, de 83 años, 2009.
'"Entrevista realizada a la señora Felicitas Pérez Reyes originaria de 83 años, 5 de
octubre de 2009.
SAN PABLO CHIMALPA, CUAJIMALPA • 133

Mapa 4. Parajes con sus nombres en náhuatl71 El territorio adquiere


entonces un sentido parti-
cular a partir de la presen-
cia de familias y hay una
suerte de territorialización
del parentesco, de ahí que
como hemos descrito la or-
ganización comunitaria
por manzanas también fun-
cionó bien.
Lo anterior no quiere
decir que las familias per-
manecen siempre en un
sólo lugar o que no haya
movilidad dentro del terri-
torio, por el contrario, el
crecimiento natural de
ellas ha hecho que se habi-
te más allá de los parajes
familiares a través de la
compra y venta de terre-
nos, inclusive habitando
lugares más distantes que
anteriormente pertenecían
al pueblo y que con el tiempo se convirtieron en colonias -como Zentlápatl,
la Papa, o San Fernando- en donde también se tienen terrenos en propiedad
y se heredan a las nuevas generaciones.

LA ORGANIZACIÓN SOCIAL

La organización del pueblo tiene como eje central dos estructuras articuladas
entre sí, pero que implican ámbitos organizativos de diverso orden: las Com-
pañías y las fiscalías. La primera se relaciona con la estructura de parentesco
y la segunda con el ámbito de lo religioso. Es a través de ellas donde se gene-
ran los referentes de identidad más importantes, gestándose plenamente la

71
Este mapa fue laborado por Hugo Núñez con base en el mapa que se encuentra en k Gale-
ría del pueblo elaborado por el señor Roberto Arias y la información del señor Leopoldo Galicia.
134 • MARÍA ANA PORTAL Y CRISTINA SÁNCHEZ MEJORADA

pertenencia o no de sus habitantes. Lo que nos interesa mostrar aquí es pre-


cisamente la compleja articulación entre ambas y la estructura social que les
da sustento.

LAS COMPAÑÍAS

Las Compañías son grupos de parientes representados por dos cargos: el de


sargento y el de cabo. Estos cargos se rotan anualmente entre los miembros
activos de las mismas e implican un compromiso muy importante frente a
la comunidad.
Son ocho compañías que están formadas por un número variable de pa-
dres de familia -entre 150 y 400 personas por compañía-. Cabe señalar que
existió una novena compañía compuesta por mujeres, pero sobre ello abun-
daremos más adelante.
Aunque no se sabe a ciencia cierta el origen de éstas, al parecer surgen
vinculadas a los rondines que antiguamente se hacían para la protección del
pueblo. Algunas personas consideran que ya existían desde el siglo XIX.

[...] ya desde entonces, mi abuelo formó parte de una Compañía, nosotros so-
mos de la quinta [...] Se formó, la primera, la segunda, la tercera, la cuarta, la
quinta, la sexta, la séptima y la octava [...] La idea de hacer compañías y los
sargentos es para que junto con los fiscales las festividades salieran mejor, pero
estos sargentos se encargan de pedirle a los habitantes una cooperación para
poder quemar cohetes [...], ahora se acostumbran castillos, antes también pero
era mínima la cosa. La mitad, cuatro compañías se encargan de quemar juegos
pirotécnicos, y cuatro compañías se encargan de pagarle a la bandas de música,
que se necesitan siempre en la festividad [...] esa es la función de estas personas
para hacer más amplia la fiesta [sic], que salga más lujosa. Porque los fiscales lo
único de lo que se encargan es de adornar la iglesia y también con los mismos
sargentos ponerse de acuerdo y hacer que las festividades que se hacen en todo
el año, según sus fechas, salgan mucho mejor.72

Fue en 1928 cuando las Compañías se organizaron y se dividieron las


labores que les corresponde realizar, de tal suerte que a la tercera, cuarta,
quinta y sexta, se les asignó la compra de cohetes para alegrar la fiesta y a los
de la primera, segunda, séptima y octava atender la promesa de comprar un

"Entrevista realizada a la señora Felicitas Pérez Reyes, originaria de 83 años, 2009.


SAN PABLO CHIMALPA, CUAJIMALPA • 135

castillo. Después se comenzaron a designar a las Compañías para atender a


los visitantes de otros pueblos que llegaban durante la fiesta patronal a dejar
la promesa.73 Todo ello en estrecha relación con los fiscales y con el fin de
engrandecer la fiesta patronal.
Ahora bien, aunque hay una historia general de cómo las compañías
asumieron los compromisos que ahora tienen, cada compañía tiene su pro-
pio origen y su historia particular. Por ejemplo, de la séptima compañía hay
documentos que muestran que existe desde 1916 y estaba compuesta por
unas 20 familias.
La pertenencia a ellas se establece cuando los hijos de cada padre de fa-
milia -miembro de una compañía- contraen matrimonio. En ese momento
pasan a formar parte de la compañía de su padre, lo que implica que deberán
pagar las cuotas anuales y participar en las actividades del grupo. En algunas
ocasiones los yernos se integran en la compañía de su suegro cuando éste no
tiene hijos. Las mujeres forman parte de la compañía de sus padres y cuando
se casan pasan a la del marido. Cuando una mujer se casa con alguien de
fuera, éste puede integrarse a la compañía de su suegro si así lo desea.
Cada Compañía tiene un apellido predominante, aunque claro está que
se amplían a través de los matrimonios. Por ejemplo:

... si hablamos de la Ia hay puros Romeros o gran parte,- si hablamos de la 8a hay


gran parte de Hernández; en la 7a Hernández, pero son de otros Hernández di-
ferentes, y así son prácticamente familia con pura familia. [...] Ahora la 2a son
Pérez, Villaluz, Pantaleones, y Albas. En la 3a hay Albas pero son otro tipo de
Albas diferentes. Por decir: "Yo soy Alba pero con b grande, yo soy Alva pero con
v chica". Hay Musiños, a los que les decimos los conejos porque son un mundo,
[... ] En la 4a hay Albas, Galicias y otros tipos de familia también, los Nava.74

La elección de sargentos y cabos se realiza un domingo antes del día de


muertos, y para que las Compañías estén coordinadas entre sí se nombra
anualmente un presidente de todas las compañías.
73
Las promesas o correspondencias son un sistema de intercambio recíproco entre comu-
nidades, en donde el santo festejado recibe regalos de los pueblos con los que tienen estable-
cidos estos compromisos. Con ello queda obligado a llevar un regalo de igual valor o más al
santo que le llevó dicho regalo, el día de la fiesta correspondiente. La Compañía recibe a las
siete promesas o correspondencias que llegan al pueblo el día de la fiesta a la virgen de Dolo-
res, que es la fiesta principal.
74
Entrevista colectiva realizada a los tres fiscales que desempeñaron el cargo durante
2009, abril de 2010.
136 • MARÍA ANA PORTAL Y CRISTINA SÁNCHEZ MEJORADA

Cada padre de familia aporta una cuota anual para los gastos de la igle-
sia, cantidad que será entregada a los fiscales. En 2010 había registrados
1,800 personas que aportaban cuotas a los fiscales.
La relación entre fiscales y sargentos es muy estrecha pues juntos orga-
nizan las festividades del pueblo y acuerdan la forma en que se invierte el
dinero sobrante de las cuotas que reciben para hacer mejoras al pueblo.

Primero nacen los fiscales, encargados de la iglesia, después nacen los sargentos que
se encargan de las festividades y van juntos porque son de la misma religión.75

El pago de las cuotas es sumamente importante y se lleva un registro


minucioso de las mismas ya que de ello depende si una persona puede ser
enterrada en el panteón del pueblo y si se repican las campanas cuando mue-
re. De hecho el panteón está dividido en ocho secciones. Cada una corres-
ponde a una Compañía. Los hombres de las Compañías tendrán que mante-
ner limpia y arreglada su sección, lo cual se hará colectivamente dos veces al
año: el 3 de mayo y dos días antes del día de muertos. Esta es una de las
funciones centrales de las compañías, pues a través de ella se determina
quiénes tienen derechos -y desde luego deberes- como miembros del pueblo
y quiénes no los tienen.
Las personas que no cooperan pagando las cuotas correspondientes no
son enterradas en el panteón del pueblo,- son enterradas fuera, generalmente
en el panteón de Cuajimalpa.
Además de las funciones antes señaladas -el aportar una cuota para los cas-
tillos y los cuetes que se queman en las fiestas, recibir las promesas o correspon-
dencias que vienen de los pueblos vecinos, y cuidar el panteón- las Compañías
tienen otras actividades sustantivas: se encargan de la promesa de la caña en la
fiesta grande y anteriormente eran los encargados de distribuir las faenas para
las obras de mejora del pueblo, en donde los habitantes del pueblo trabajaban
voluntariamente como señalamos anteriormente. Asimismo, se encargan de
hacer las festividades -junto con los fiscales- dentro de la población.
Cada Compañía tiene -como señalamos antes- históricamente asignada
una correspondencia: a la primera le toca Santiaguito, a la segunda, quinta,
sexta San Bartolo, a la cuarta Cuajimalpa, a la tercera Copilco, a la séptima
Santa Rosa y a la octava Tecamachalco. Ellos se encargan de darles de comer
y de atender a todos los que llegan a visitar a la virgen.

75
Idem.
SAN PABLO CHIMALPA, CUAJIMALPA • 137

Cuando Chimalpa va a cumplir sus compromisos con los pueblos que les
visitaron en su fiesta, todas las compañías se unen para cobrar una coopera-
ción con el fin de llevar las correspondencias a cada pueblo en el momento de
su festividad: un castillo, una banda, cuetes. Allí ya no van como compañías
sino como pueblo. Es decir, se presentan frente a los otros pueblos como San
Pablo Chimalpa. Hay un orden en esta tarea que tiene que ver con las fechas
en que se celebra a los otros santos: primero a San Bartolo Ameyalco, le sigue
Cuajimalpa, luego Santiago Yancuitlapan, San Lorenzo Acopilco, Santa Rosa
Xochiac y terminan el ciclo anual con San Miguel Tecamachalco.
La quema de castillos es una cuestión muy importante para los habitan-
tes del pueblo ya que tienen fama de que son los castillos de Chimalpa los
mejores de la región. Esto conlleva varias actividades: contratar a los maes-
tros en pirotecnia, brindarles un lugar de trabajo en el pueblo para que ar-
men el castillo, darles hospedaje y alimentación, etcétera.
El trabajo para llevar una correspondencia a otro pueblo es intenso pues
los sargentos van casa por casa invitando a los habitantes del pueblo a que los
acompañen a visitar a uno u otro santo dependiendo de la fiesta que sea. La
cantidad de gente que asiste a una correspondencia depende de muchos fac-
tores, pero algunos de ellos son presencia, prestigio y capacidad de convocatoria
que tengan los sargentos dentro de su comunidad: 76

Es importante la amistad que tengan los sargentos en su momento porque invi-


tan y lo acompañan más gente. A veces los jóvenes son -sino secos- más apar-
tados y aunque la labor de ellos es invitar a uno por uno: "señores aquí está mi
cooperación y no se les olvide que tal día salimos para Tecamachalco..." Hay
veces que los jóvenes no hacen esa labor -insignificante pero es importante-
porqué cuando lo hace así la gente dice: "me invitó mi sargento, ah que bueno,
no voy pero estoy enterado", saben de lo que se trata.77

En ese sentido, los sargentos cumplen también una función informativa


de tal suerte que ayudan a la comunicación al interior de pueblo para que la
gente sepa lo que acontece en él.
También cumplen un papel primordial en la organización para las mejo-
ras del pueblo y para la gestión e introducción de servicios. Son ellos los que

76
Que a una promesa asita un número grande de personas es importante porque el pueblo
en su conjunto queda bien, adquiere visibilidad y prestigio frente a los demás pueblos de la
zona, al mismo tiempo que refuerza su presencia como colectividad.
"Entrevista colectiva realizada a los tres fiscales que desempeñaron el cargo durante
2009, abril de 2010.
138 • MARÍA ANA PORTAL Y CRISTINA SÁNCHEZ MEJORADA

convocan a la comunidad, por ejemplo, para pintar la barda que delimita el


panteón, para quitar el pasto y la basura que se haya dentro y fuera de este
espacio, para abrir caminos, para arreglar las calles, etcétera.
De hecho parte de la fortaleza de las Compañías y de su crecimiento
tienen que ver con esta capacidad de gestión y solución de las necesidades
colectivas. Por ejemplo:

... vamos a trabajar la parte lateral de la iglesia. Necesitamos cantera. Hacia allá hay
unos bancos de cantera: le toca a Juanito Hernández -por decir- que es de la prime-
ra compañía que es el primer grupo. Así va naciendo. Y él invita a sus hermanos, a
sus tíos y así sucesivamente. [...] Es como un árbol que va creciendo.78

No todas las Compañías son iguales en cuanto a número de miembros,


o a capacidad económica. Hay Compañías que tienen más recursos que otras
porque sus miembros son más ricos o porque hay un número mayor de per-
sonas. Eso les permite tener un mayor control sobre las actividades que se
realizan y sobre su presencia en las fiestas y en el pueblo en general.

Hay compañías que son poderosas porque sus padres siempre tuvieron más re-
cursos y más tierras. Otras compañías no tienen ese respaldo.79

Cabe señalar que en 1974, por iniciativa de la señora Claudia Romero,


se fundó la novena compañía. El objetivo era apoyar las fiestas con los gastos
de los castillos con la idea de que no se perdiera una costumbre importante
para el pueblo.

En realidad aquí se gasta mucho dinero en todas las fiestas que hay aquí. Enton-
ces yo formé un grupo, cuando empezamos éramos como 40 personas y cuando
terminamos fuimos como 60 mujeres, se le puso [el nombre] de Novena Com-
pañía, éramos las Damas Voluntarias [...] así se le puso. Nosotras lo iniciamos
porque en ese tiempo estaban unas personas como encargadas del pueblo que
decían que ya se habían perdido las costumbres, se perdieron porque era mucho
el dinero que se gastaba, sobre todo en fuegos pirotécnicos se quema mucho
dinero [...] decían que se tenía que acabar esa costumbre [...] Entonces un grupo
de mujeres nos juntamos y dijimos que a poco nomás los hombres pueden,

n
Idem.
79
Idem.
SAN PABLO CHIMALPA, CUAJIMALPA • 139

también nosotras las mujeres podemos, no hay que dejar que la tradición de
nuestro pueblo se termine.
Mi papá se llamaba Ismael Romero Martínez y el fue igual un gran representan-
te del pueblo, ellos fueron los que abrieron las carreteras, el agua, porque inclu-
sive mi hijo ahí tiene los papeles donde consta que desde el abuelito Teófilo, que
era el papá de él, ellos fueron los que iniciaron Los Pueblos Unidos, por eso
ahora se les llama Pueblos Unidos como es Tecamachalco, San Bartolo (Ameyal-
co), Santa Rosa, Acopilco, Santiago (Yancuitlalpan), Chimalpa, Cuajimalpa [...]
son los pueblos donde se van a dejar las promesas. Por ejemplo, nosotros acaba-
mos de dejar una promesa, se llevó un castillo a San Miguel Tecamachalco, que
acaba de pasar la fiesta. Entonces así se formó esa Novena compañía.80

La Compañía duró 19 años, de los cuales 15 estuvieron a cargo de Clau-


dia Romero. En ella participaban principalmente mujeres que no tenían es-
posos: madres solteras, viudas, solteras, etcétera. Al igual que en las otras
compañías se cobraba cooperación y tenían asignada la promesa de San Bar-
tolo Ameyalco.

Por ejemplo, le voy a mostrar el primer recibo que fue en 1978, que fue del pri-
mer castillo que dimos nosotros y que nos costó 2,500 pesos, En ese tiempo
éramos 40 y nos toco de a 20 pesos.81

En algunos casos había mujeres casadas, cuyos esposos cooperaban en la


compañía que les correspondía, y aparte de ello, las mujeres cooperaban en
la novena.
Los castillos eran diseñados bajo la supervisión de la señora Claudia y
estaban a cargo del señor Dionisio Puentes, maestro de la pirotecnia y de
renombre del pueblo de San Mateo Tlachichilpa, en Almoloya de Juárez.
Pero no sólo se encargaban de los castillos, también llevaban promesa a otros
lugares.

Nosotros, al igual que los hombres, llevamos la promesa aquí a Zentlapatl, aquí
están las fotografías de lo que año con año donábamos...82

""Entrevista realizada a la señora Claudia Romero, 11 de octubre de 2009.


S1
ldem.
n
Idem.
140 • MARÍA ANA PORTAL Y CRISTINA SÁNCHEZ MEJORADA

Los compromisos adquiridos no son sólo de palabra. Se reafirman por


escrito. Así lo que se otorga de regalo como parte de la promesa se registra en
la iglesia y queda para la posteridad. La señora Claudia nos lo explica de esta
manera al mostrarnos una fotografía suya:

Ahí estoy firmando cuando estoy dejando la promesa en la colonia Zentlapatl,


porque levantan el acta de lo que uno lleva y todo eso [...] entonces uno tiene
que firmar.

Uno de los problemas que enfrentaron las mujeres de la 9 a Compañía era


tener la solvencia económica para sostener la onerosa cooperación requeri-
da, ya que muchas veces no contaban con ingresos propios o tenían salarios
bajos. Así, por ejemplo, en 1978 el costo del castillo fue de 2,500 pesos y
para 1981 había aumentado a 28,000 pesos. 83
Con el tiempo fue difícil mantener ese ritmo de cooperación y poco a poco
ya no hubo entre las que formaban el grupo quiénes se comprometieran, por
lo que desapareció. Sin embargo, el empeño que pusieron durante el tiempo
que se sostuvo la novena compañía fue muy importante. Muchas de ellas con-
tinúan de diferentes maneras su compromiso con el pueblo y con sus creen-
cias. Participan en las diversas Asociaciones, son voluntarias en eventos especia-
les, y desde luego juegan un papel central durante las fiestas religiosas pues
son las encargadas de abrir las puertas de sus casas a los visitantes y darles de
comer a todos ellos, generando vínculos de amistad y compadrazgo que asegu-
ran la continuidad tanto de las familias como de las tradiciones.

... yo aquí guiso tres días, porque tenemos muchas amistades, gracias a Dios,
viernes, sábado y domingo [...] a las once de la mañana ya está el moiito y si
ustedes gustan, este año, si Dios nos permite llegar, los invitamos a que vengan
a comer [...] Que hoy me sobra [mole] para mañana lo doy para los tacos, es
decir, luego vienen amistades que también nosotros vamos a los pueblos que
nos conocen, que compadres o así amigos, nos dan un taco pues yo también les
pongo el taco, a mí me gusta todo calientito en el momento. Así era [...] luego
mi yerno me decía "suegra yo pongo el refresco", mi hijo "pues yo te voy a dar
para el pollo mamá" y yo pues compro el mole verdad...

83
Había además que conseguir un lugar donde armar el castillo que reuniera las condicio-
nes de seguridad necesarias, pues es una actividad peligrosa. Asimismo había que pagar los
pasajes para ir a buscarlos y darles de comer a los señores encargados de la pirotecnia durante
varios días en lo que concluían sus trabajos, entre otros gastos.
SAN PABLO CHIMALPA, CUAJIMALPA • 141

LA DIMENSIÓN RELIGIOSA DE LA ORGANIZACIÓN SOCIAL: LAS FISCALÍAS

Los fiscales son tres: primero, segundo y tercer fiscal. Siempre hombres, 84
que se encargan del mantenimiento de la iglesia, de apoyar y organizar los
diferentes elementos que requiere una fiesta, y en general de procurar mejo-
ras al pueblo.

Las fiestas nos han mantenido unidos pero pasa una cosa, en las fiestas se reúne
una buena cantidad de dinero [...] Para hacer la fiesta se invierte entre uno y dos
millones de pesos, la delegación pide que se le aporte una cantidad de dinero
pero ellos no aportan nada. Nosotros sacrificamos a nuestra familia para poder
cumplir con todas esas cooperaciones que nos piden y ¿qué beneficio tenemos?
Otra: llega a haber algunas ganancias y bueno ese dinero ¿a dónde se va? hay que
invertirlo en cosas provechosas: comprar terrenos, ampliar el centro de salud,
captar más agua, por ejemplo, comprar una propiedad en el paraje Tlacotitla,
ahí hay un nacimiento de agua muy bueno y se puede captar esa agua y llevarla
al cárcamo.85

Es decir, lo religioso y lo cívico están ideológica y prácticamente enlaza-


dos. El concepto de fondo es el de comunidad. Se hace aquello que reditúa
primero a la comunidad y luego al individuo.
Ahora bien, ser fiscal es un privilegio y una obligación. Implica el sacri-
ficio personal por el bien de la colectividad. Es un cargo al que se aspira por-
que otorga prestigio si se realiza cabalmente. Hace visible a las personas y a
sus familias, y está siempre bajo la atenta mirada del pueblo, que exige y
reclama su correcto desarrollo.
El cargo dura un año y para acceder a él hay un protocolo bien estableci-
do: el primero de enero se realiza el cambio de fiscales. Este momento es
muy importante porque garantiza la continuidad de las tradiciones. A las
once de la mañana del primer día del año, acólitos, sacristanes, fiscales y
párrocos entran en procesión hasta el altar de la iglesia. La misa comienza
con el anuncio de que se celebrara la sucesión de los fiscales.
Al finalizar, el sacerdote pide a los asistentes levantar el brazo derecho y
jurar por la virgen de los Dolores para que la honren y le sirvan todo el año.

84
La justificación de por qué las mujeres no pueden ser fiscales es porque no pueden tocar
las campanas de la iglesia -tarea sustantiva de los fiscales- ya que si lo hacen las campanas
se quiebran.
85
Entrevista realizada a los señores Irineo Galicia y Flavio Margarito Romero, 2009.
142 • MARÍA ANA PORTAL Y CRISTINA SÁNCHEZ MEJORADA

Sin importar edad, filiación política, situación económica, edad o sexo, todos
los asistentes lo hacen. Con este juramento se legitiman y se salvaguardan las
tradiciones, es un compromiso para quienes se identifican con ellas, un gusto
de quienes las celebran pero también una obligación para quienes viven ahí.
Después del juramento, los acólitos toman en sus manos los báculos que
representan el cargo de fiscal y los presentan ante la feligresía que los con-
templa con respeto. Acto seguido, el sacerdote le pide a los fiscales salientes
que pasen al frente para que sean reconocidos por su labor, lo cual sucede
con un sonoro aplauso de todos los presentes. Los acólitos que se habían
colocado al costado del altar le entregan al sacerdote los báculos correspon-
dientes a cada uno de los cargos: el que se le entrega al primer fiscal es un
bastón de mango curvo; el del segundo fiscal es una cruz y el del tercer fiscal
es una cruz con doble travesano. Todos son de metal. Estos báculos se guar-
dan en la iglesia y se sacan sólo para la ocasión.
Los fiscales dan un último mensaje a la comunidad de San Pablo Chi-
malpa, en el orden de su jerarquía.
Los acólitos seden su lugar a los fiscales salientes y al sacerdote y pre-
sentan a la comunidad a los nuevos fiscales. Los fiscales salientes uno a
uno van entregando los báculos que les otorgaban el reconocimiento de su
cargo, a los fiscales entrantes. De inmediato los nuevos fiscales empiezan
sus quehaceres.86
A pesar de que formalmente el cargo concluye ese día, los fiscales sa-
lientes dedican los siguientes meses en enseñar algunos de los aspectos
básicos del trabajo de fiscal a los nuevos fiscales. Asimismo, va casa por
casa de todas las personas que cooperaron a presentarles personalmente a
los nuevos fiscales.87 El nombre de los nuevos fiscales se da a conocer seis
meses antes, durante la promesa a San Miguel Tecamachalco el 29 de sep-
tiembre.
Hay dos formas para asumir el cargo de fiscal: por invitación de los
fiscales salientes o cuando una persona voluntariamente se propone para
hacerlo. Generalmente los fiscales salientes van a la casa de algún miem-
bro respetable de la comunidad y le hacen la invitación. La persona les
dice que lo va a pensar y que necesita consultarlo con su familia y ponen
cita para una segunda visita. Pueden ser varias las visitas antes de que
una persona acepte un cargo. Para ello, entre otras cosas, tomará en cuen-

86
Información obtenida del Reporte de Campo elaborado por Hugo Sánchez Pineda.
87
En 2009 la lista de personas que cooperaron era de 1,800 y la cooperación anual para la
fiesta fue de 150 pesos por cada una de ellas.
SAN PABLO CHIMALPA, CUAJIMALPA • 143

ta su situación económica, pues se necesita solvencia económica, ya que


durante todo el año no podrán trabajar pues dedicarán todo su tiempo a
la iglesia y al pueblo. Asimismo necesitan de su familia para que los res-
palde pues hay mucho trabajo que se reparte entre los miembros de la
familia del fiscal.
Una vez que se da una respuesta positiva la persona que acepta buscará
a las otras dos personas que constituirán la fiscalía. Casi siempre son perso-
nas de su confianza que elige entre los parientes, compadres y amigos. Ge-
neralmente la persona a la que primero se invitó ocupará el cargo de primer
fiscal, teniendo una jerarquía mayor y por tanto mayor responsabilidad. Los
cargos de segundo y tercer fiscal se distribuyen ya sea también por el orden
en que fueron invitados o se ponen de acuerdo y se decide quién ocupará
cada cargo.
En el archivo de la iglesia se tiene el registro de las personas que han
participado como fiscales desde 1946, pero los habitantes del pueblo consi-
deran que esa forma de organización es más antigua y data de por lo menos
100 años. Ambas afirmaciones seguramente son ciertas si pensamos -como
propusimos antes- que el pueblo se refundo después de concluido el conflic-
to armado de 1910 y de haber superado todas las vicisitudes posteriores a él.
De allí que consideramos que, en efecto, tanto las fiestas como la propia
organización social del pueblo fueron reconstruidas y resignificadas durante
las primeras décadas del siglo xx.

LA DIMENSIÓN FESTIVA

Es importante destacar que la definición de pueblo está articulada a las fies-


tas, fundamentalmente -pero no de manera exclusiva- a la fiesta patronal.
No podemos pensar en un pueblo de México que no tenga fiestas en todo el
año. Muchas de ellas estaban relacionadas en su origen a los tiempos de
siembras y a los de cosecha, a los momentos de lluvia y a los de secas, a la
abundancia y a la escasez.
En los pueblos ubicados en la ciudad estas distinciones se van borrando
en la medida en que dejan de ser agricultores y se dedican a otras labores,
pero permanecen muchas de las estructuras festivas de antes, y se reprodu-
cen con los nuevos elementos que introduce la urbanización.
144 • MARÍA ANA PORTAL Y CRISTINA SÁNCHEZ MEJORADA

Cuadro 1. El calendario festivo

1" Cambio de fiscales 2 Día de la Candelaria o levan-


6 Reyes Magos tamiento del Niño 20 Domingo del mes: Promesa a
2o Domingo del mes: Promesa a 3o Domingo del mes: Promesa Santiago Yancuitlapan (Huixqui-
a San Pedro Cuajimalpa en lucan)
San Bartolo Ameyalco en honor
vísperas de cuaresma. Carna- 19 Fiesta anual de la Iglesia de
al Dulce Nombre de Jesús
val. San José de lo Cedros
4o Domingo del mes: Promesa a
24 Conmemoración del día de
San Lorenzo Acopilco en honor a
la Bandera
Nuestro Padre Jesús
21 Conmemoración del Natalicio
de Benito Juárez

Fecha variable (marzo o abril) 3 Día de la Santa Cruz. Lim- Promesa a Zentlápatl en honor al
Viernes Santo, fiesta grande a la pieza del panteón Divino Rostro
virgen de los Dolores 5 Batalla de Puebla 2°Jueves del mes: Jueves de Cor-
Semana Santa 10 Día de las Madres pus
30 Día del Niño 15 Día de San Isidro Labrador 24 Día de San Juan Bautista
en donde se bendice a los ani- 29 San Pedro y San Pablo (fiesta
males ya sean mascotas o para chica)
el campo.
4°Domingo del mes: Promesa
a Santa Rosa Xochiac en honor
al Divino Rostro

16 Celebración a Nuestra Seño- 2 celebración de Nuestra Se- 15 Conmemoración de la Inde-


ra del Carmen ñora de los Angeles, con una pendencia
celebración eucarística 16 Desfile conmemorativo
31 de julio, 1 y 2 de agosto ce- 29 Promesa a San Miguel Teca-
lebración en la iglesia de San machalco en honor a San Miguel
Pablo Chimalpa en honor a los Arcángel
Santos Jubileos.

2o o 3o Domingo: Carrera del 1° y 2 o Día de Muertos 12 Fiesta en honor a la virgen de


Venado 22 Día de Nuestra Señora de Guadalupe
28 y 29 Limpieza del panteón Santa Cecilia patrona de los 16 al 24 Posadas
músicos 25 Natividad de Cristo
31 Misa de fin de año
SAN PABLO CHIMALPA, CUAJIMALPA • 145

Las fiestas son una parte central de la vida en San Pablo Chimalpa por-
que les permite recrear quiénes son a través de sus formas organizativas.
Todas las fiestas se realizan con la participación de diversas organizaciones
interrelacionadas entre sí: los fiscales, las compañías, los grupos y las asocia-
ciones: Comité de Fiestas Patrias, Asociación de Guadalupanos, de la Virgen
del Carmen, Pastoras, Rezanderos, Grupo Unión, Grupo Amistad, Grupo
Progresista, entre otros. Los habitantes del pueblo participan de manera in-
dividual, pero sobre todo a través de estas organizaciones ya que casi siempre
son miembros de una o varias de ellas.
La organización festiva -centrada en dos cargos pero donde participan
diversas organizaciones locales- van a generar un ritmo y una lógica tempo-
ral particular. La vida de sus habitantes se estructura fundamentalmente a
partir de estas celebraciones que se constituyen en un verdadero sistema ri-
tual de largo alcance. En él no sólo se reproducen prácticas religiosas, sino
todo un mundo de creencias de visión de mundo que garantizan un sentido
cultural de la comunidad. El ritmo se establece precisamente por los mo-
mentos festivos que irrumpen en el ritmo cotidiano de la vida diaria. De
hecho toda la vida cotidiana parece tener un solo sentido: la fiesta. El mo-
mento más importante de este proceso lo representa la fiesta patronal, cons-
tituida por dos fechas: la de la virgen de Dolores -que se considera la fiesta
mayor y dura cuatro días- y la de San Pablo Apóstol -fiesta menor que dura
sólo dos- del santo patrón que da nombre al pueblo.
El porqué se celebran dos fiestas patronales, en donde paradójicamente
la importante es la de la virgen y no la del santo patrón que otorga el nombre
al poblado, seguramente tiene que ver con procesos históricos que se deberán
profundizar en otros trabajos. Para algunos autores esto se relaciona con
creencias prehispánicas en donde se articulaba el ciclo ritual a procesos agra-
rios por lo que se tenía la veneración a un dios articulado al tiempo de lluvias
y otro vinculado a las secas. Y en efecto, la virgen de Dolores pertenece al
tiempo de sequía ya que se celebra el viernes santo -con fecha variable entre
marzo y abril- mientras que a San Pablo le corresponde el 29 de junio, cuan-
do ya ha iniciado la temporada de lluvia.
El calendario festivo es muy extenso y en él se incluyen tanto fiestas re-
ligiosas como conmemoraciones cívicas, que como podemos ver en el cuadro 1,
incluyen actividades durante todo el año. No encontramos un mes en donde
no se celebre algo.
La estructura de parentesco es el sostén de todo el proceso religioso, pero
también lo es del proceso político y de representación ya que en la vida de un
sujeto se espera que ocupe uno o todos los cargos que mantiene la organiza-
146 • MARÍA ANA PORTAL Y CRISTINA SÁNCHEZ MEJORADA

ción del pueblo. Esto es interesante, ya que cuando se genera un vacío de


poder político, como consecuencia de los procesos jurídicos de la ciudad, el
sistema de cargos puede sostener cierto poder que da cohesión a la comuni-
dad en su conjunto.

REFLEXIONES FINALES

Sin lugar a dudas San Pablo Chimalpa es un pueblo sui generis en su estruc-
tura y organización, que pese a su ubicación y su relativa lejanía, siempre se
ha mantenido muy cerca, en lo afectivo y en lo económico, de la ciudad. En los
testimonios de sus habitantes, la ciudad nunca apareció como algo lejano y
extraño a ellos sino por el contrario, como un referente cercano, cotidiano, que
marca -de manera diferente a la fiesta- el ritmo de sus vidas en lo laboral, lo
comercial, en lo político y en la gestión entre otros, en el continuo ir y venir.
Sin embargo, por la riqueza natural de sus tierras, bosques y ríos, no han
tenido una relación de dependencia o de sumisión ya que siempre fueron
autosuficientes en cuanto a la alimentación y siempre tuvieron recursos
económicos para poder intercambiar su producción por otros bienes y servi-
cios. Este entorno natural, como dice Cynthia Radding:

... no es un mero telón de fondo escénico del drama humano, sino que forma
parte del relato histórico; la naturaleza abarca el ambiente físico, con sus restric-
ciones topográficas, climáticas, hidrográficas y biológicas, así como los paisajes
creados por el hombre y los significados culturales que conllevan [...] Cultura y
naturaleza se combinan en procesos históricos de adaptaciones recíprocas. La
creatividad humana y sus efectos ponen en marcha fuerzas sociales y económi-
cas de producción y reproducción, destrucción y renovación, con múltiples re-
percusiones tanto en la naturaleza como en la sociedad a lo largo del tiempo
(Radding, 2005).

A través de su historia y de su relación con el territorio han construido


identidad y ciudadanía. Identidad en el sentido de pertenencia y de sentido cul-
tural; ciudadanía vista como una dimensión política de esa pertenencia, que
implica derechos y obligaciones y un concepto propio de participación en los
asuntos públicos, en tanto que sean de interés colectivo.
Antes, como ahora, tanto la lógica territorial como la social se sostienen
en la estructura de parentesco, dando unidad relativa -construida histórica-
mente- al pueblo y generando referentes de identidad sólidos, que marcan
SAN PABLO CHIMALPA, CUAJIMALPA • 147

claramente el lugar -o los lugares- desde donde se tejen la redes entre ellos,
con otros pueblos y con la ciudad.
La propiedad de la tierra sin duda les ha dado, en lo particular y en lo
colectivo, bastante autonomía. Ellos han creado y recreado las normas de
intercambio, social y político. La conflictiva relación con el gobierno dele-
gacional y de la ciudad, aunado a los procesos internos de organización
-muchas veces también conflictivos- han llevado a construir un concepto
de lo público entendido como aquello construido por la colectividad: la
iglesia, el kiosco, la explanada, las calles, las danzas, la música y las ban-
das, etcétera, son parte del patrimonio local, en donde las autoridades,
políticas y eclesiásticas, tienen poca injerencia -porque históricamente no
han sido partícipes en su consolidación- y sólo ocasionalmente aparecen
como invitados de la comunidad. En este sentido, el espacio es público
en tanto le pertenece a la colectividad, aun cuando en sentido formal, pue-
da ser propiedad privada.
Este elemento es interesante ya que, a pesar de los procesos de privatiza-
ción de la tierra surgidos en el siglo xx, prevalece un sentido comunal que
reconocemos desde el tiempo prehispánico.
Los problemas organizativos son múltiples y la lucha por el poder entre
los diversos grupos es muy clara, no obstante, cuando va de por medio la
dignidad del pueblo y todo aquello que les genera identidad y fuertes vínculos
como: parentesco, fiestas religiosas y civiles, autoridades religiosas, políticas
y civiles, sus tierras y los servicios, actúan como algo homogéneo. Frente la
adversidad, los problemas internos y la desatención de las autoridades, se
presentan como actores colectivos, no individuales.
En este complejo proceso entre lo tradicional y lo "moderno" llama la
atención que permanecen vigentes prácticas como la toma de decisiones
en asambleas y por consenso, el reciclaje de los cargos y la rendición de
cuentas.
Hemos podido comprobar que, como dice Salmerón (2001: 39), el indi-
viduo mismo no existe socialmente sino como parte de una colectividad re-
gida por normas enraizadas en el parentesco.

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Capítulo 4

CUAUTEPEC, GUSTAVO A. MADERO

LUCÍA ÁLVAREZ ENRÍQUEZ

INTRODUCCIÓN

Cuautepec es uno de los numerosos pueblos situados en el Distrito Federal,


cuyos primeros asentamientos poblaron la cuenca de la ciudad de México
desde la época prehispánica. De entonces a la fecha es un pueblo que ha te-
nido una evolución peculiar, desarrollándose en ciertas épocas (la Colonia)
en una relación más cercana con lo que actualmente corresponde al Estado
de México: Tenayuca, Tlalnepantla y Chalma, y en épocas recientes (siglo
xx), en relación más estrecha con la ciudad de México.
Actualmente, Cuautepec forma parte de un conjunto de pueblos ubicados
desde tiempos antiguos en el norte de la cuenca: Magdalena de las Salinas,
Capultitlán, San Juan de Aragón, Santa Isabel Tola, Santiago Atzacoalco,
San Bartolo Atepehuacán, San Pedro Zacatenco, Santa María Ticomán, San-
tiago Atepetlac, Tlacamaca y Estanzuela, todos ellos situados en la actual
delegación Gustavo A. Madero. Sin embargo, su desarrollo cultural e incluso
territorial estuvo siempre más emparentado con los pueblos de lo que hoy en
día conocemos como el territorio mexiquense y mantuvo por tanto muy es-
casa relación con la zona de la Villa de Guadalupe, que representó el referen-
te histórico y político más importante para el resto de los pueblos de la de-
marcación.
Se ubica en el extremo norte de la capital del país, en la circunscripción
de la delegación Gustavo A. Madero, en una franja de territorio alejada del
resto del Distrito Federal y adentrada de lleno en los municipios del Estado
de México: Tlalnepantla y Ecatepec; rodeado por la Sierra de Guadalupe y
colindando al sur con Ticomán. Actualmente abarca un territorio extenso

151
152 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

(2,419 hectáreas) y densamente poblado (305, 302 habitantes), debido al


crecimiento acelerado que experimentó a partir de los años setenta por im-
portantes oleadas migratorias del interior del país y por la atracción de po-
blación que ejerció el proceso de industrialización de los municipios mexi-
quenses colindantes.
De este modo, Cuautepec es un pueblo multicultural, con población
originaria de composición indígena y mestiza, y con importantes asenta-
mientos también indígenas y mestizos de otras etnias, provenientes de dis-
tintas entidades de la República: Estado de México, Oaxaca, San Luis Potosí,
Hidalgo, Guanajuato, Michoacán, Guerrero y Puebla.

Elaboración: Natalia Tenorio Tovar.


CUAUTEPEC, GUSTAVO A. MADERO • 153

La población originaria está compuesta por un conjunto amplio de fami-


lias constituidas a partir de 55 apellidos, que se concentran en torno a sus
dos plazas históricas centrales: Plaza Hidalgo, en Cuautepec Barrio Alto, y
Jardín Madero, en Cuautepec Barrio Bajo. Desde finales del siglo XIX existió
la división del pueblo en dos asentamientos, reconocidos entonces como dos
barrios: el "Barrio de arriba" que creció en torno a la iglesia de La Preciosa
Sangre de Cristo, y el "Barrio de abajo", que extendió el poblamiento hacia el
sur; esta diferenciación fue reconocida administrativamente hasta 1950,
cuando ambas circunscripciones fueron registradas como Cuautepec Barrio
Alto y Cuautepec Barrio Bajo.
Alrededor de la zona central constituida por las dos plazas la población
más reciente se distribuye habitando en 55 colonias populares y cuatro uni-
dades habitacionales. La extensión urbanizada y el crecimiento demográfico
han hecho de Cuautepec una de las zonas más densamente pobladas del
Distrito Federal; a pesar de haber sido una región agrícola con importantes
áreas boscosas y ejidales, actualmente es una zona altamente urbanizada
con escasas áreas verdes.
Las fuertes oleadas migratorias han hecho de Cuautepec un pueblo
complejo y difícil de aprehender, dado que la gran mayoría de la población
no comparte ya la misma historia y las mismas tradiciones. Éstas se man-
tienen y se expresan con fuerza, pero de manera fragmentada, dado que
cada uno de los grupos y etnias asentados ejerce sus derechos sobre el
territorio y realiza sus propias fiestas y costumbres. El vínculo con la tierra
se ha desdibujado debido a la pérdida de la mayor parte del ejido, permane-
ce en la memoria de algunas familias pero no existe ya un referente que le
dé sustento; y las prácticas comunitarias han desaparecido en su mayor
parte.
En el pueblo se realizan escasas actividades económicas agrícolas y de
sobrevivencia, por lo que el modo de vida de la población se encuentra ya
muy hgado a la vida de "afuera", a la vida urbana, de ahí que los contornos entre
la vida del pueblo y la de la ciudad tiendan a diluirse. Sin embargo, entre los
núcleos de originarios permanece una vivencia de ser "pueblo" que los man-
tiene ligados al ejercicio de sus costumbres, en el reconocimiento de sus la-
zos de parentesco y en sus formas de identidad. Se trata de una vivencia
compleja, que se entremezcla con una cotidianidad entrelazada con las prác-
ticas citadinas pero que lucha por sobrevivir. Y desde esta vivencia se man-
tiene igualmente otra, que es la de la pertenencia a la propia ciudad de Méxi-
co, con relación a la cual existe también un fuerte sentimiento de "ser
parte".
154 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

EL ESPACIO DEL PUEBLO

Este es un pueblo con un origen prehispánico y colonial, pero su historia


más próxima se ubica en el tránsito del siglo XIX al xx, momento históri-
co en el que el pueblo, conocido entonces como Santa María Cuautepec,
pertenecía aún al territorio de Tlalnepantla, Estado de México, y en el
que mantenía una relación tensa y conflictiva con los dueños de la Ha-
cienda de La Escalera, situada en la zona y una de las más antiguas de la
Nueva España. Las propiedades de la hacienda rodeaban prácticamente al
pueblo y ejercían fuerte presión sobre las tierras de éste amenazando
constantemente con invadirlas, hacia finales del siglo XIX usurparon in-
cluso algunas de las propiedades del pueblo y dieron lugar a un fuerte
enfrentamiento.
En estos tiempos se mantenía aún vigente la estructura de las haciendas
modernas en el país, con las modalidades conocidas de explotación del tra-
bajo sustentadas en la mano de obra de peones acasillados y labriegos, en
grandes plantaciones, el desarrollo industrial y textil, el uso del ferrocarril y
la electricidad.1 La Hacienda de La Escalera no era la excepción, por el con-
trario, era una de las más extensas y poderosas del centro del país y luchaba
por extender sus dominios en la zona.
En el contexto de este conflicto se llevó a cabo la redefinición de los lími-
tes territoriales del Distrito Federal y del Estado de México. El 13 de: diciem-
bre de 1898 se firmó el convenio de los límites entre la Villa de Guadalupe y
Tlalnepantla, a partir del cual Santa María Cuautepec,2 con sus barrios Alto
y Bajo, pasó a ser parte del Distrito Federal, y más adelante, el 7 de febrero
de 1899 se incorporó a la municipalidad de la Villa de Guadalupe. El conflic-
to se agudizó al grado que llegó a llamar la atención del entonces presidente
Porfirio Díaz, quien favoreció los intereses de los dueños de la Hacienda y
amenazó a los pobladores de Cuautepec con desterrarlos de su territorio
y transferirlos a las lejanas tierras de Yucatán, si mantenían su postura ante
la disputa.

'Cuautepec era uno de los pueblos por los que pasaba el ferrocarril; había un ramal de
Tenayuca a Cuautepec, que derivaba de la ruta México-Tlalnepantla-Monte Alto, necesario
para el traslado de la cantera y la piedra que se extraía de los cerros de la zona, así como de la
madera de los encinos que se explotaban en los alrededores, y se llevaba hacia la ciudad de
México. Entrevista con el maestro Rafael Mendoza, en julio de 2007.
2
G. Padilla, Monografía municipal de Tlalnepantla, Ibluca, Emahia, 1998.
CUAUTEPEC, GUSTAVO A. MADERO • 155

Panorámica de Cuautepec. Fotografía de Sandra Hernández.

Los testimonios de algunos de los vecinos originarios aseguran, actual-


mente, que fue a partir de este momento cuando los habitantes del pueblo
asumieron como estrategia de sobrevivencia y de defensa de su territorio, la
necesidad de extenderse dentro de él y poblar más intensamente la zona de
Barrio Bajo, con la idea de asegurar la posesión sobre el mismo. De este
modo algunas de las familias originarias emigraron hacia el sur del pueblo y
se asentaron en su entorno.3
A pesar de que legalmente el conflicto por las tierras no favoreció a los
pobladores de Cuautepec, en enero de 1903 la dueña de la Hacienda de La
Escalera, la señora Dolores Barrón de Rincón Gallardo cede una porción de
la propiedad adjudicada a la Hacienda a los vecinos del pueblo.4 En la minu-
ta del contrato se establecen diversas cláusulas, en donde se estipula, entre
otras cosas, la cesión a título gratuito al pueblo de seis y media a siete y me-
3
Entrevista con la maestra Sofía Viveros, originaria de Barrio Bajo, 27 de mayo de 2009.
escritura número 76 por el Notario Público Alberto Ferreiro, de enero de 1903.
156 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

dia caballerías que habrán de dividirse entre sus vecinos con arreglo a la ley;
igualmente la obligación de la señora propietaria de la hacienda de costear la
entubación del agua para dicho pueblo; el reconocimiento del pueblo de
Cuautepec de que no tiene a su favor y a cargo de la Hacienda de La Escalera
las servidumbres de pastos, vías y otras que en épocas anteriores ha alegado
indebidamente; finalmente la concesión al pueblo de las vías de comunica-
ción que daban salida por los cerros: la primera para Cuautitlán, la segunda
para Coacalco y la tercera para Ecatepec.5
La extensión y los límites del pueblo se mantuvieron estables durante
la primera década del siglo xx, y fueron modificados sólo hasta después de la
Revolución mexicana, cuando fue objeto del reparto agrario. Durante el periodo re-
volucionario Cuautepec no se involucró en la guerra y tampoco estuvo compro-
metido con alguna de las facciones que en ella participaron. Por distintos testi-
monios se sabe que algunos de sus pobladores apoyaron a los Zapatistas y a los
carrancistas y también que algunos de éstos se convirtieron en sus seguidores.
Tanto carrancistas como Zapatistas estuvieron de paso por el pueblo, se asenta-
ron de manera provisional en los alrededores, se abastecieron de alimentos y
contaron con ayudas aisladas, pero no tuvieron nunca un apoyo manifiesto por
parte de la población local. De lo que sí existen testimonios es de que en determi-
nado momento, Carranza se escondió en el pueblo y que la gente lo protegió.6
De este modo, el proceso revolucionario no tuvo un impacto significativo
para la vida del pueblo; sin embargo, como aconteció en muchas otras poblacio-
nes del país, la guerra dejó pobreza, desabasto, incertidumbre e inestabilidad;
también desorden en la tenencia de la tierra, debilitamiento de los hacendados
y reclamos de seguridad con relación a las propiedades. En este marco, una vez
terminada la guerra de revolución, la gente del pueblo solicitó al nuevo presiden-
te, Venustiano Carranza, ser beneficiarios del reparto agrario prometido por la
nueva Constitución. Originalmente lo que se solicitó fue la restitución de las
tierras, pero para que ésta procediera era necesario que la gente del pueblo entre-
gara documentos fidedignos que confirmaran su posesión legítima sobre el terri-
torio y que sus tierras las habían perdido con posterioridad al 25 de junio de
1856. Como el pueblo no logró cubrir tales requisitos, la "restitución" no proce-
dió y lo que operó fue la "dotación" de tierras.

información recuperada del texto Cuauhtepec: memorias de ayer y hoy, Programa de


Apoyo a los Pueblos Originarios, Secretaría de Desarrollo Rural y Equidad para las Comuni-
dades, GDF, 2010.
6
Entrevista a la maestra Sofía Viveros, mayo de 2009.
CUAUTEPEC, GUSTAVO A. MADERO • 157

De este modo, Cuautepec fue objeto de su primera acción agraria el 6 de


diciembre de 19177 que procedió a través del reparto de tierras; se le dotó
de 200 hectáreas de tierras ejidales, que fueron expropiadas a la Hacienda de
La Escalera, beneficiando a 312 personas que adquirieron la categoría de eji-
datarios. El presidente Carranza distinguió al pueblo acudiendo a entregar
en forma personal las escrituras del ejido. Con ello Cuautepec pasó a ser el
primer pueblo en recibir dotación de ejidos en el Distrito Federal, lo que
muchos consideran fue la recompensa que el presidente dio al pueblo por
haberlo ayudado durante la guerra revolucionaria. Las tierras recibidas en-
tonces corresponden actualmente a las colonias Zona Escolar y Santa Tere-
sa, al Reclusorio Norte y una parte del Deportivo Carmen Serdán.
A partir de esta dotación y de la creación del ejido, se gestó en el pueblo
un nuevo actor importante que, desde entonces, pasaría a ser de los princi-
pales protagonistas del acontecer local: los ejidatarios. Este actor se convirtió
en una suerte de autoridad relevante, que participaba en los conflictos inter-
nos del pueblo y representaba a la población originaria en la interlocución y
gestión ante las autoridades delegacionales y centrales del Distrito Federal.
La llegada del ejido contribuyó en mucho a la estabilidad de la tenencia de la
tierra en el pueblo y mitigó sin duda los conflictos en torno al territorio, sin embar-
go, al haberse entregado a cada ejidatario media hectárea, también fragmentó la
propiedad para el cultivo de los productos naturales. De este modo, la producción
agrícola se atomizó y disminuyó la rentabilidad de la tierra. A pesar de que hubo
una continuidad de la producción agrícola, la producción de pulque y la crianza de
animales, los cambios en la tenencia de la tierra modificaron la importancia de las
actividades económicas y la gente del pueblo fue orientándose poco a poco hacia el
comercio y otras actividades productivas, algunas de éstas fuera de los contornos
del pueblo, en Tlalnepantla, la Villa de Guadalupe y la ciudad de México.8
En 1927, por solicitud de sus habitantes, Cuautepec fue objeto de su se-
gunda acción agraria, que operó por la vía de la "ampliación". En este año le
fue entregada una superficie de 644 hectáreas, de las cuales 600 pertenecían a
la Hacienda de La Escalera y 44 a la finca Pirineos y Anexas.9 Estas tierras

7
Diario Oficial, del 26 de diciembre de 1917.
8
Jorge, Rojas, "Cuautepec, sentimental y turbulento", en El reportaje moderno (antolo-
gía), Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, 1976, p.86. Citado en Imágenes e
historias de Cuauhtepec, Proyecto de Apoyo a los Pueblos Originarios (PAPO), del Gobierno del
Distrito Federal, 2009.
9
Diano Oficial, 8 de julio de 1929, citado por Alma Zenón, en "Rememorando y descu-
briendo un pueblo que se resiste al olvido; memoria y territorio en Cuauhtepec", tesis de li-
cenciatura en la Escuela Nacional de Antropología e Historia, México, 2009.
158 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

pertenecen actualmente a la colonia Loma de la Palma. A esta acción agraria,


siguió una tercera, que correspondió a la segunda ampliación solicitada por el
pueblo en 1934.10 En esta ocasión la superficie fue de 56 hectáreas, que corres-
ponden ahora a las colonias: La Pastora, Benito Juárez, El Arbolillo y Castillo
Grande. Finalmente, la última ampliación se dio en 1945,11 con más de 31
hectáreas, de las cuales 12 fueron donadas por su propietario, Ramón Echeni-
que, y el resto eran terrenos que ya habían sido ocupados por los ejidatarios;
algunas de estas tierras fueron antes parte del rancho del Arbolillo.
En las décadas que siguieron a la revolución, no obstante los cambios
jurisdiccionales y territoriales, Cuautepec permaneció aislado del resto de la
ciudad de México,- las condiciones orográficas del territorio y la falta de vías
de comunicación eran factores que no contribuían a la integración del pue-
blo a la capital. Esta situación empezó a cambiar hasta la década de los trein-
ta, cuando Cuautepec recibió la visita del presidente Lázaro Cárdenas y co-
menzó a ser objeto de mayor atención por parte del gobierno local. Fue en
estos años cuando se construyó la carretera a la Villa, que abrió una comu-
nicación directa con otras poblaciones de la ciudad y puso al pueblo en con-
tacto con la vida urbana.
Con todo, las condiciones de vida de Cuautepec no cambiaron sustan-
tivamente hasta mediados del siglo pasado. Permaneció como un asenta-
miento con vida pueblerina, con tradiciones y costumbres propias, y con
un sustento en las actividades agrícolas y ganaderas,- éstas estaban orienta-
das principalmente al autoconsumo, aunque algunos productos eran co-
mercializados en ciertos mercados y tianguis en La Villa, La Merced y
Tlalnepantla. Se producía básicamente maíz, frijol, hortalizas, calabaza y
nopal, además del pulque que fue un producto tradicional en la zona. Tam-
bién se realizaban algunas actividades comerciales y otras ligadas a la in-
dustria extractiva, con la explotación de la cantera proveniente de los cerros
aledaños.

CARACTERÍSTICAS TERRITORIALES

Como se ha mencionado, Cuautepec pertenece actualmente a la circunscrip-


ción de la delegación Gustavo A. Madero, la zona ubicada más al norte del
Distrito Federal. Esta zona fue denominada así a partir del siglo xx, dado que

10
Diarío Oficial, 4 de noviembre de 1939, op. cit.
"Diario Oficial, 4 de octubre de 1947, op. cit.
GJAUTEPEC, GUSTAVO A. MADERO • 159

en el siglo anterior una parte pertenecía al Estado de México y otra a la capi-


tal de la República. A finales del siglo XIX la mayor parte del territorio actual
de la Gustavo A. Madero formaba parte de una de las cuatro municipalida-
des del Distrito de México la municipalidad que llevaba por nombre Guada-
lupe Hidalgo,- las otras tres eran: Tacubaya, Tacuba y Azcapotzalco.
La estructura de poblamiento de este territorio está registrada en la carta
corográfica de 1877, y corresponde a una Cabecera de Distrito en ciudad, diez
pueblos y cuatro haciendas. La Cabecera de Distrito era Guadalupe Hidalgo,
los diez pueblos eran San Lucas Patoni, San Bartolo (Atepehuacan), Zacaten-
co, Santa Isabel Tola, Atzacoalco, Aragón (Villa), Santiaguillo (Santiago Ate-
petlac), Magdalena (de las Salinas), Calpatitlán (Calputitlán) y Ticomán,- y
las cuatro haciendas eran La Escalera, Ahuehuetes, Patera y Aragón. Como
se puede observar, Cuautepec el Alto aún no se encuentra registrado en esta
Carta, debido a que en estos años todavía formaba parte del Estado de Méxi-
co, lo mismo que el pueblo de Tlacamaca. Es hasta 1900, cuando el Institu-
to Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI) presenta el primer
registro de estos pueblos en el Distrito Federal.
En el plano delegacional, el proceso de urbanización avanza por distin-
tos poblados en los diferentes periodos durante el siglo xx. Entre 1920 y
1929 se da en la parte que corresponde entonces a Guadalupe Hidalgo,
Carrera Landizabal y la Hacienda de Aragón. Entre 1929 y 1953 crece ha-
cia los pueblos de Santiago Atzacoalco, Capultitlán, Tlacamaca, San Barto-
lo Atepehuacan y de manera incipiente hacia los pueblos de San Juan de
Aragón y Cuautepec el Alto. De 1953 a 1970 avanza sobre San Pedro Zaca-
tenco, Ticomán, Santa Isabel Tola, Santiago Atepetlac y hacia el norte en
el territorio donde estuvo asentada la Hacienda Ahuehuetes. Finalmente,
entre 1970 y 1990 la urbanización cubrió todo el norte de la delegación, en
la zona que corresponde actualmente a Cuautepec el Alto y Cuautepec de
Madero (el Bajo).
Con relación al tipo de poblamiento, en esta delegación predomina el de
colonia popular, ya que la mayor parte de la población aquí asentada corres-
ponde a la de ingresos bajos y medios,- después al de unidades habitaciona-
les, que fueron creadas en la parte suroriente en los terrenos aledaños al
pueblo de San Juan de Aragón, en donde se identifica también la Ciudad
Central que pertenece al periodo de urbanización más antiguo.
En cuanto al tipo de propiedad, la predominante es sin duda la propiedad
privada, situada en la zona urbanizada a partir de 1970, en donde también
se ubicaban algunos terrenos de propiedad ejidal que mediante un proceso
de regularización cambiaron más adelante a propiedad privada. La propiedad
160 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

de tipo comunal fue identificada en una parte muy acotada que corresponde
al poblado de Santa Isabel Tola y la propiedad ejidal se concentra básicamen-
te en el pueblo de Cuautepec, aunque ésta ha sufrido una notable reducción
en las últimas décadas.
En este marco delegacional la situación de Cuautepec respecto al pobla-
miento y a la urbanización es complicada y conflictiva, debido a que se trata
de un conjunto amplio de asentamientos densamente poblados, algunos de
ellos irregulares y distribuidos de manera caótica en el territorio. La superfi-
cie total de este conjunto amplio de asentamientos identificados como
Cuautepec (el Alto y el Bajo) es de 2,419 hectáreas, de las cuales 1,517.88
son urbanizadas y 901.17 corresponden a terrenos no urbanizados, como
cerros y reservas ecológicas. Tiene una población total de 305,002 habitan-
tes y un total de 68,162 viviendas.
Como se mencionó antes, se trata de una zona relativamente aislada
debido a su ubicación geográfica, y es en buena medida por esta razón que
ha carecido y carece aún de equipamiento y servicios suficientes para la
atención a la numerosa población que la habita. La carencia de equipa-
mientos y de servicios es menor en la parte sur, cercana a Ticomán y Acue-
ducto de Guadalupe, que es una zona concentradora de actividades comer-
ciales y de servicios a nivel delegacional, dado que en esta parte se
encuentran importantes equipamientos como el Reclusorio Norte, el De-
portivo Carmen Serdán, los centros comerciales Chedrahui y Wal Mart, los
predios de la Dirección General de Operación Hidráulica y el caso antiguo
de la Hacienda El Arbolillo. Desde el punto de vista urbano, en esta área se
identifican tres centros de barrio que son: Cuautepec Barrio Alto, El Arbo-
lillo y La Palma.
El proceso de urbanización en esta zona se ha dado a partir de Cuautepec
Barrio Alto, que es donde se ubica la fecha de urbanización más antigua:
1929. Desde este poblado el proceso ha avanzado primero en sus alrededo-
res y después en las áreas bajas de los cerros, en terrenos casi planos; más
adelante creció hacia zonas más altas de los mismos cerros hasta cubrir
buena parte de éstos, generando construcciones en grandes pendientes y
por tanto viviendas en situación de alto riesgo. La parte más antigua ocupa
alrededor de 130 hectáreas y coincide con la zona patrimonial y el centro
de barrio de Cuautepec Barrio Alto, registrados en el Plan Delegacional de
Desarrollo. La zona urbanizada entre 1953 y 1970 ocupa 710 hectáreas y
la zona urbanizada más recientemente, entre 1979 y 1990, ocupa 1,562
hectáreas,- la mayor parte de estas últimas se ubican en las partes más altas
de los cerros (véase mapa).
CUAUTEPEC, GUSTAVO A. MADERO • 161

En términos de población, este proceso de urbanización se expresa en un


aumento drástico de población en la zona que pasa de 5,961 habitantes en
1950 a 287,831 en el año 2000 y a más de 300,000 en la actualidad.12
De acuerdo con la información del Plan de Desarrollo de la Delegación,
el 50 por ciento de este territorio se encuentra constituido por estratos bajos
que tienen ingresos familiares bajos e inconstantes y pertenecen por ello a
las clases populares baja y media baja. Estas colonias se encuentran localiza-
das en la zona norte del territorio, en las faldas de la sierra de Guadalupe, y
algunas también en las zonas noreste y suroeste. En estas partes del territo-
rio se ubican igualmente varios poblamientos irregulares que carecen en su
mayoría de servicios básicos,- entre éstos se encuentran Tlalpexco, Malacates
y Ampliación Malacates.
La mayor parte del territorio de Cuautepec es propiedad privada con ex-
cepción de la colonia Arboledas de Cuautepec El Alto, el terreno del Reclu-
sorio Norte y dos áreas de conservación ecológica, que corresponden todas
éstas a la propiedad ejidal. Como se ha señalado, este tipo de propiedad
constituye una parte minoritaria y se ha reducido en las últimas décadas
debido a expropiaciones para equipamientos y reserva ecológica, y también a
la venta de numerosos terrenos de los ejidatarios originales (véase mapa).
De acuerdo con las características del poblamiento en Cuautepec se han
identificados cuatro zonas: residencial medio, conjuntos habitacionales, colo-
nias populares y zona patrimonial. La primera zona, residencial medio se en-
cuentra en el sur de Cuautepec. La zona de conjuntos habitacionales está
conformada por las colonias Solidaridad Nacional, El Arbolillo, Unidad Habi-
tacional CTM y Unidad Habitacional El Arbolillo 2, en estas colonias existen
tanto viviendas unifamiliares como plurifamiliares; es también una zona con
importantes equipamientos y buenos servicios, que fue urbanizada en dos
periodos, primero entre 1953 y 1970 y más adelante entre 1970 y 1990.
La zona de colonias populares es la más extensa, ocupa una superficie de
1,136 hectáreas y se divide en zona plana, zona antigua y zonas altas. Las tres
zonas cuentan con ciertas características similares, como la construcción de
viviendas unifamiliares populares, y de techos grises, así como la carencia
notable de áreas verdes. En la primera de ellas la traza es regular y las calles
están pavimentadas, en la segunda la traza es más irregular y las calles pavi-
mentadas, pero en la tercera, es donde se encuentran los asentamientos más
irregulares y la carencia de servicios más alta. Algunas de las colonias que se

12
Datos recuperados de los Censos Nacionales de Población y Vivienda; véase Sandra
Hernández, "Monografía de Cuautepec", mimeo, p. 31.
162 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

encuentran en esta zona son: La Pastora, Benito Juárez, Chalma de Guadalu-


pe, Loma de la Palma, Juventino Rosas, El Tepetatal, La Casilda, Arboledas de
Cuautepec El Alto, Malacates y Compositores Mexicanos.
Finalmente, la zona patrimonial se ubica en Cuautepec el Alto, su perio-
do de urbanización es el más antiguo y corresponde a 1929-1953. La traza
de sus calles es irregular, pero éstas se encuentran pavimentadas y son an-
chas; al igual que las colonias populares, sus techos son grises y posee muy
escasas zonas verdes. Aquí se encuentra ubicada la plaza principal "Jardín
Hidalgo" y también la iglesia más importante de todo el pueblo La preciosa
sangre de Cristo, construida en el siglo xvm (aproximadamente en 1767), lo
cual indica el terreno del casco del pueblo.
A lo anterior, hay que agregar el área correspondiente a la reserva ecoló-
gica conformada por la Sierra de Guadalupe, que es una de las pocas zonas
reconocidas como Áreas Naturales Protegidas en el norte de la ciudad de
México. Posee una gran importancia para los territorios conurbados por ser
uno de los pocos pulmones naturales y un espacio también de esparcimiento
para la población. Sin embargo, es un área constantemente amenazada debi-
do a la fuerte presión urbanizadora que proviene de los crecientes asenta-
mientos irregulares.

CAMBIOS RECIENTES Y SITUACIÓN ACTUAL

De acuerdo con los antecedentes históricos y el proceso de urbanización del


norte del Distrito Federal, es posible identificar algunos de los cambios sus-
tantivos que sufrió la zona y comprender las características que actualmente
la definen. Entre estos cambios destacan algunos de carácter económico, que
tienen que ver de manera particular con las relaciones de trabajo y las activi-
dades económicas que se desarrollaban en este lugar. Como se ha menciona-
do, el trabajo de la tierra en esta zona durante el siglo XIX se dio a través de
la organización de las Haciendas, y esto determinó en buena medida que los
trabajadores no fueran campesinos, en sentido estricto, ligados al trabajo de
la tierra a través de la pequeña propiedad privada; su condición fue más bien la
de peones acasillados que vivían en pequeños poblados y laboraban en las
propiedades de los hacendados. Fue hasta después de la Revolución mexica-
na cuando tomaron formalmente posesión de la tierra mediante el Reparto
Agrario y la propiedad ejidal, y se dedicaron a actividades agrícolas para el
autoconsumo y algunos intercambios comerciales. Por estas circunstancias,
y debido al proceso de industrialización de los municipios colindantes, a las
CUAUTEPEC, GUSTAVO A. MADERO • 163

subsiguientes oleadas migratorias y al intenso proceso de urbanización, el


trabajo con la tierra no fue definitorio de la actividad económica del pueblo
durante el siglo xx; por el contrario, éste tendió a desaparecer a medida que
transcurrieron las décadas y fue sustituido progresivamente por la actividad
comercial.
Otro cambio significativo estrechamente ligado al anterior, fue el tránsi-
to de la vida pueblerina a la vida urbana, que se dio de manera paralela por
el abandono de las actividades agrícolas y el progresivo avance de la urbani-
zación. El pueblo originario, constituido por los dos poblados de Cuautepec
Barrio Alto y Cuautepec Barrio Bajo, con una población mestiza más o me-
nos homogénea y una vida autorreferente y endogámica, rápidamente se fue
rodeando de numerosas colonias populares, con población perteneciente a
distintas etnias que provenían de diferentes estados de la República y de la
propia ciudad de México. De este modo, la extensión del pueblo creció hacia
los tres costados colindantes con el Estado de México, alcanzó los cerros y
absorbió algunas de sus laderas hasta convertirse en una de las áreas más
pobladas de la ciudad capital. También se transformó en una población mul-
ticultural, en la que los usos y costumbres se multiplicaron, diferenciándose
entre sí y diversificando la naturaleza de las fiestas populares y las celebra-
ciones; con las nuevas colonias surgieron también nuevas parroquias, ritua-
les y festividades que se asentaron sin mayor resistencia por parte de la po-
blación originaria.
La reducción de la tierra ejidal y la creciente pérdida de los ejidos confor-
mados en la época posrevolucionaria, ha sido otro de los grandes cambios de
la zona, que contribuyó en mucho al tránsito de la vida campirana a la vida
urbana. Esta transformación se ha observado por dos vías paralelas; la pri-
mera, la venta de los lotes por sus propietarios ejidatarios; la segunda, por las
expropiaciones que ha realizado el gobierno para reserva ecológica y equipa-
miento urbano.
El caso de la venta de terrenos ha ocurrido principalmente a partir de los
años sesenta; en esta época:

... empezaron también las personas a vender sus terrenos porque eran lotes de
3,000 a 5,000 metros cuadrados y pues el problema era que ahí se sembraba por
temporal; hubo una época de sequías y ya no se sacaba la cosecha, ya no era
redituable, y las familias eran numerosas, y pues tenían que sobrevivir; entonces
se les hizo fácil vender sus terrenos y fraccionarlos; les dieron las posesiones a
las personas y muchos ya no terminaron de pagarlas. Por otra parte, con la lle-
gada de los nuevos asentamientos había el temor de las invasiones, entonces,
164 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

los que tenían ejidos dijeron "antes de que me lo invadan lo malbarato" y lo


vendieron, entonces ya no se podía sembrar porque no había agua aquí; el agua
era de la lluvia para las cosechas del temporal, la mano de obra, lo mismo y con
el problema de que llegó la industrialización a Tlalnepantla, en esos años, los
jóvenes en lugar de trabajar el campo decían "¡Vamonos a la fábrica!'; y ya no
se interesaron por cultivar el campo.13

La realización de las expropiaciones fue también progresiva a partir de


los años setenta, cuando el gobierno realizó la primera gran expropiación
para la construcción del Reclusorio Norte (1972), y otras para la regulariza-
ción de la tenencia de la tierra a través de la Comisión para la Regularización de
la Tenencia de la Tierra (Coret). En 1990 se llevó a cabo la expropiación ma-
yor, de 500 hectáreas de la Sierra de Guadalupe, para la zona de reserva, a
partir de la cual el pueblo perdió en conjunto cerca de 1,000 hectáreas de sus
tierras ejidales. Esta situación generó numerosos problemas con la tenencia
de la tierra y mucha irregularidad con la posesión de la misma, dado que
numerosos ejidatarios se inconformaron y se metieron a litigios en defensa
de sus propiedades.
A partir de esto, el ejido conservó únicamente 60 hectáreas en propiedad
ejidal y 300 hectáreas en propiedad privada, que tiene bajo su posesión. Al
respecto comenta un ejidatario:

..la otra parte que nosotros le llamamos el cerro de Moctezuma, es el que esta-
mos en posesión más de 1,600 propietarios, en donde actualmente todavía se
siembra. Y ahí sí diríamos que es comunitario entre comillas, porque ya está
parcelado y cada propietario está en posesión de su parcela; entonces no es un
bien comunitario. Y fuera de eso no tenemos otro tipo de propiedades comuni-
tarias, únicamente dos manantiales que sí lo son.14

Actualmente existen 540 ejidatarios en Cuautepec; 490 regularizados y


cerca de 60 que se encuentran en juicio o realizando diversos trámites para
la regularización de su propiedad; pero existen numerosos ejidatarios ya sin
tierras y la mayor parte de las tierras que fueron ejidales, se encuentran aho-
ra ocupadas con distinto tipo de equipamientos.

"Entrevista con la maestra Sofía Viveros, originaria de Cuautepec barrio bajo, en mayo
de 2009.
1
"Entrevista con el señor Humberto Mondragón, originario de Cuautepec y ex Comisario
Ejidal, en marzo de 2008.
CUAUTEPEC, GUSTAVO A. MADERO • 165

En otra vertiente, el tránsito se dio también en dirección directa hacia la


búsqueda de la vida de la ciudad de México. Ante el desdibujamiento de las
actividades agrícolas y la explosión de necesidades de sobrevivencia y desarrollo
de una población en expansión, cada vez mayor número de gente se fue in-
sertando en las actividades citadinas y adhiriéndose a la dinámica y las cos-
tumbres de la vida urbana. En busca de trabajo, de opciones educativas y
culturales, los pobladores de Cuautepec trascendieron rápidamente sus fron-
teras y hacia la segunda mitad del siglo xx se integraron de lleno a la vida
urbana. A ello contribuyó, sin duda, la apertura de vías de comunicación
entre el pueblo y la ciudad: (la apertura de las dos calles principales que co-
nectaron al pueblo con Ticomán, La Villa, y el centro de la ciudad, el acceso
de numerosas líneas de transporte a la zona y la ausencia de numerosos
equipamientos (escuelas, clínicas, hospitales, centros culturales, etcétera) y
servicios públicos, como el teléfono, que atraían a la población local hacia
distintas zonas de la ciudad.
Virtualmente el pueblo dejó de ser pueblo y se transformó en zona urba-
na; de ser un poblado que era requerido incluso como set cinematográfico
para la realización de numerosas películas en la época de oro de cine nacio-
nal,15 por sus características pueblerinas, pasó a ser un conglomerado de
colonias populares, de aspecto popular y densa población. Sus fronteras se
modificaron, pasando de ser un poblado delimitado por símbolos territoria-
les y naturales de algunos kilómetros a la redonda en torno a sus dos plazas
principales: la sierra de Guadalupe, el cerro del Chiquihuite, la vía del ferro-
carril, etcétera, a una gran área de 2, 419 hectáreas que actualmente se ex-
tiende por el norte, oriente y occidente hasta tres municipios del Estado de
México, y hacia el sur con el pueblo de Ticomán.
Para tener una idea de los cambios generados por el desarrollo urbano,
podemos decir que actualmente, la zona de Cuautepec cuenta con dos via-
lidades secundarias a nivel de la delegación: calle Cuautepec-Venustiano
Carranza y Avenida Río de los Remedios. Otras vialidades importantes
son: Chalma-La Villa-Pto. Mazatlán y avenida Tecnológico-Francisco Villa-
Juárez-La Ventisca. Estas vialidades, sin embargo, no son suficientes para
el traslado y la comunicación de la densa población y de la cantidad de
vehículos de la zona con el resto de la ciudad de México; hace falta una

15
La zona de Cuautepec sirvió, en efecto, de escenario a películas tales como Los tres
huastecos (1948), La oveja negra (1949), No desearás a la mujer de tu hijo (1949), La mujer
que yo perdí (1949) y Las mujeres de mi general (1950). Véase Imágenes e historias de Cuauhtepec,
Proyecto Apoyo a los Pueblos Originarios (PAPO), GDF.
166 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

vialidad importante que comunique las vialidades primarias de la delega-


ción con la zona habitacional.
Por otra parte, existe un corredor de baja intensidad que comprende los
lotes con frente a vías primarias y secundarias, a lo largo de las cuales predo-
mina el uso mixto, vivienda, comercios y servicios, así como equipamiento
básico. Este corredor presenta características de centro de barrio y está for-
mado por las calles: avenida Cuautepec, Emiliano Zapata, Venustiano Carran-
za, Juventino Rosas, Santa Teresa, 5 de Mayo, Miguel Lerdo de Tejada, Ran-
cho Grande y Felipe Angeles.
En lo que toca al equipamiento urbano, existen seis deportivos, entre los
cuales se encuentra la ciudad Deportiva Carmen Serdán; dos clínicas de la Se-
cretaría de Salud, una clínica del Instituto Mexicano del Seguro Social, una clí-
nica odontológica de la UNAM, el CONALEP de la Gustavo A. Madero, el CECATI
No. 156, el Centro Escolar Benemérito de las Americas (propiedad de los mor-
mones), una preparatoria del GDF, una Unidad de la Universidad Autónoma de
la ciudad de México, tres Casas de la Cultura, dos Bibliotecas y un Centro Eco-
lógico para las personas de la tercera edad. También está el Reclusorio Norte,
asentado en un terreno ejidal expropiado, numerosas tiendas de autoservicio y
mercados, así como diversos tianguis sobre ruedas. En términos de la influencia
a nivel delegacional el Centro Escolar Benemérito de las Americas, el Reclusorio
Norte y el Deportivo Carmen Serdán tienen gran relevancia.
Por las características de la zona, la situación de los servicios es irregular y
más bien precaria. El servicio de agua potable es problemático: la infraestruc-
tura existente -la red de distribución, las estructuras de abastecimiento y el
bombeo-, es sin duda insuficiente para el abasto de los habitantes. La mayor
parte de las colonias ubicadas en los asentamientos irregulares tienen la nece-
sidad de abastecerse de agua mediante el servicio de carros de tanque que lle-
gan a ellos cada tercer día. Algo semejante ocurre con el drenaje, dado que una
parte importante de las viviendas no cuentan con la infraestructura adecuada
y las descargas se hacen todavía a cielo abierto, con todos los riesgos que ello
implica. Finalmente, la energía eléctrica sí llega a la mayor parte de las vivien-
das, excepto a aquellas ubicadas en los asentamientos irregulares.
A pesar de estos cambios inminentes, la gente que habita en la zona conti-
núa nombrándolo e identificándolo como "pueblo", aunque en términos reales
el "pueblo" antiguo ha quedado reducido a unas cuantas colonias (Palmatitla,
del Bosque, El Carmen, Zona Escolar, Ahuehuetes, Cocoyotes, "Valle de Madero,
El Arbolillo, La Pastora y Benito Juárez) y un grupo amplio de familias que habitan
en torno a las plazas centrales: Jardín Hidalgo y Plaza Madero (también conoci-
da como Plaza del Carmen, por la iglesia ahí ubicada). Sin embargo, hay que
CUAUTEPEC, GUSTAVO A. MADERO • 167

mencionar que buena parte de los habitantes de las colonias nuevas, creadas a
partir de los años cincuenta y setenta, sí reconocen como referentes de la zona
("del pueblo") espacios y símbolos del pueblo antiguo, tales como las plazas
centrales, y la iglesia de La Preciosa Sangre de Cristo y los panteones; igualmen-
te, muchos de ellos participan en las fiestas tradicionales realizadas por las fami-
lias originarias y que corresponden a las celebraciones históricas, de origen colo-
nial, con fuerte arraigo en el pueblo originario.

ESPACIO Y VIDA PÚBLICA

El asunto del espacio en Cuautepec es también un tema conflictivo, debido


a la numerosa población y a la densidad de viviendas. Como se ha mencio-
nado, es una zona preponderantemente urbanizada y cuenta por tanto con
muy escasos espacios verdes. Con la excepción de la Sierra de Guadalupe
que está en sus bordes, del Jardín Hidalgo, la plaza de Barrio Bajo, el parque
Juventino Rosas y un área de los deportivos, la mayor parte del territorio es
asfalto, y las áreas verdes son indudablemente insuficientes y desproporcio-
nadas con relación al resto de la zona.
En estas circunstancias, los espacios públicos no coinciden generalmente
con las áreas verdes, sino con las propias calles y algunos equipamientos,
como las escuelas, los centros deportivos, el Salón Ejidal y la Casa del Pue-
blo, que se encuentra ubicada en el Jardín Hidalgo a un costado de la iglesia
principal, en Barrio Alto. La vida pública de los habitantes del pueblo, tanto
las fiestas tradicionales, como las celebraciones cívicas, los actos de tipo po-
lítico, numerosas actividades comerciales (tianguis) y las actividades recrea-
tivas y de esparcimiento se llevan a cabo muy frecuentemente en la calle, en
particular en las avenidas principales: Cuautepec-Emiliano Zapata-Venus-
tiano Carranza y Juventino Rosas, que corresponden a la misma avenida, y
Guadalupe Victoria-Ezquerra, que corresponden a la otra principal.
Entre los espacios públicos relevantes se encuentra sin duda el parque
Juventino Rosas, que posee para los habitantes del pueblo importante signi-
ficado, pues es un espacio en homenaje a uno de los personajes que la gente
identifica como amigo de la población: Juventino Rosas; no era originario,
pero era amigo de una familia nativa (los Carbajal) y pasaba largas tempora-
das por allá; cuentan que estuvo enamorado de una de las mujeres de esa
familia, y fue a ella (Mariana Carbajal) a quien dedicó su conocido vals Sobre
las Olas, escrito en el parque a la orilla de un arroyo que pasaba por ahí.16
16
Entrevista con el señor Rafael Mendoza, originario de Cuautepec, en julio de 2007.
168 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

También se encuentra el Deportivo Carmen Serdán que tiene campos e


instalaciones muy extensas y sirve para el esparcimiento y las actividades de-
portivas de niños y jóvenes,- así como algunos campos deportivos aislados que
se conservan en algunas de las áreas ejidales que no han sido vendidas ni ex-
propiadas. Pero los dos espacios públicos por excelencia del pueblo son las dos
plazas de armas, el Jardín Hidalgo y el Jardín Madero, que se ubican, respecti-
vamente, en Cuautepec Barrio Alto y en Cuautepec Barrio Bajo. Es en éstas en
donde se llevan a cabo la mayor parte de las actividades públicas y las que
constituyen un fuerte referente histórico, especialmente para las familias ori-
ginarias. En el Jardín Hidalgo se encuentra la iglesia La Preciosa Sangre de
Cristo y el kiosko principal; se encuentra rodeada de numerosos comercios
establecidos y también aloja una edificación histórica que fue sede de las ofici-
nas de la sudelegación territorial, y a la que actualmente se le conoce como "La
Casa del Pueblo". En el Jardín Madero, se encuentra otro kiosco y un edificio
con valor patrimonial, que fue el juzgado del pueblo décadas atrás; actualmen-
te son oficinas del Registro Civil y del Gobierno del Distrito Federal. Muy
cerca de esta plaza, a una cuadra de distancia, se ubica la iglesia de la Señora
del Carmen, que es la segunda en importancia en la zona.

Kiosco del Jardín Hidalgo, Cuautepec Barrio Alto.


Fotografía de Alma Zenón.
CUAUTEPEC, GUSTAVO A. MADERO • 169

Con relación a la calle como espacio público hay que decir que Cuaute-
pec es un pueblo populoso y generalmente las calles están copadas por sus
pobladores. No es un pueblo pacífico y solitario sino un poblado dinámico,
alegre y con mucho movimiento; es común ver el tránsito permanente de la
gente por sus numerosas arterias o reunidas en pequeños grupos en torno a
los puestos de vendimia, afuera de las escuelas, en los comercios callejeros o
en las esquinas. La gente está muy presente en la calle durante el día, e in-
cluso en las noches acostumbra recorrerla y ocupar sus distintos espacios. Es
gente de todas las edades la que la ocupa, pero por las tardes y noches son los
jóvenes los que más se apropian de ella. En particular los fines de semana
tienen sitios selectos en los que acostumbran juntarse para emigrar después
a una fiesta o a una tocada.
También los atrios de las iglesias son espacios usualmente utilizados
para festividades y otras actividades de carácter público; son lugares de reunión
de las mujeres y los niños, así como de las familias que asisten semanalmen-
te a las misas parroquiales. Debido a tradición y a la fuerte influencia de las
iglesias en la vida del pueblo, estos sitios son importantes para la población
y constituyen un referente del patrimonio común.
La situación de los espacios públicos es, sin embargo, conflictiva ya que
no todos están abiertos a la plena disposición de los habitantes del pueblo.
En algunos casos, éstos han sido apropiados por algunas organizaciones de
pobladores, y son ellos quienes de algún modo "administran" tales espacios,
y deciden el tipo y las condiciones para su uso.
Este es el caso, por ejemplo, del Jardín Hidalgo de Barrio Alto que está
bajo la custodia y el control de una organización social, que es de las que más
se han preocupado por la defensa del territorio y la preservación de las tradi-
ciones. También es el caso del atrio de la iglesia La preciosa Sangre de Cristo,
que por voluntad de esta organización ha pasado de ser espacio de esparci-
miento y reunión a estacionamiento público. En una situación semejante se
encuentra la llamada Casa del Pueblo, que está igualmente bajo la custodia
de la misma organización de originarios, y son éstos quienes la regulan y
quienes han definido su perfil. En términos generales, se usa para reuniones
de los allegados de esta organización y para la celebración de algunas activi-
dades políticas y culturales, pero se ha erigido también como el espacio cen-
tral en torno al cual se desarrollan los actos cívicos y festivos de las fiestas de
Barrio Alto. Se trata de una edificación particular que esta organización
de originarios ha pretendido convertir en un símbolo de la historia, la iden-
tidad y la lucha de las familias nativas por conservar las tradiciones y el
control de la gestión del territorio. Posee en uno de sus costados un mural,
170 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

que representa el testimonio de los orígenes del pueblo, la lucha de los habi-
tantes de Cuautepec en defensa de su pueblo, y el reconocimiento de las fa-
milias originarias que lo han habitado. En la parte del frente tiene un enor-
me retablo con una frase de un poblador originario ya difunto, que reza: "Mis
ideales siempre fueron conservar y preservar las costumbres y tradiciones de
mi pueblo Cuauhtepec, espero que mis hijos, hermanos y amigos guarden y
continúen este legado", Andrés de la Cruz Ortiz, q.e.p.d.17 la cual ha preten-
dido ser promovida como un emblema para los nativos.
La situación de estos espacios públicos es conflictiva debido a que existe una
abierta disputa por sus usos y su administración. Los miembros de la organiza-
ción que los custodia y administra defienden su derecho a este ejercicio:

Decidimos expropiarlos al templo de Cuautepec (se refiere al Jardín Hidalgo y a


la Casa del Pueblo), lo que era el atrio, porque el atrio, era el panteón primero de
Cuautepec; entonces un cura por ahí decidió pavimentar y quitar las tumbas,
cometiendo un homicidio contra la tradición de Cuautepec; entonces nosotros
decidimos retomar el atrio, lo convertimos en estacionamiento público, que
como resultado nos atrae recursos, para la situación de la fiesta del pueblo.18

Sin embargo, no existe una consulta ni una representación reconocida


por los habitantes del pueblo, ni aún del conjunto de las familias originarias,
para la definición de estos usos del espacio público. Esta misma organización
ha asumido la administración de los usos del Jardín Hidalgo, otorgando per-
misos y cobrando comisiones a organizaciones de comerciantes ambulantes
que ocupan los pasillos del jardín de diferente manera, durante las fiestas
patronales y en la vida cotidiana. De tal forma que el Jardín no está disponi-
ble para la realización de otro tipo de actividades. A pesar de esta situación,
el Jardín Hidalgo es la plaza más grande de todo el pueblo y donde tienen
lugar las principales festividades de Barrio Alto.
Este tipo de conflicto no existe en todos los espacios públicos del pue-
blo; la mayor parte de éstos permanecen abiertos al libre tránsito de las
personas y a su libre ocupación para actividades recreativas y culturales
diversas y, en general, están administrados por la delegación. Únicamente
con la Sierra de Guadalupe ocurre algo similar, con relación al acceso res-
tringido por parte de la población, dado que una parte de ésta es reserva

17
Esto significa: "Que en paz descanse".
1
entrevista con Pablo Peña, habitante originario y miembro de la Alianza Democrática
ciudadana Cuautepec siglo xxi, octubre de 2007.
CUAUTEPEC, GUSTAVO A. MADERO • 171

ecológica y otra parte ha sido privatizada y ocupada por las grandes televi-
soras y otras compañías de comunicación. Además, un tramo de la colin-
dancia del pueblo con los bosques de la sierra ha sido bardeada por protec-
ción ecológica y por motivos de seguridad, de tal manera que existen en
realidad pocos accesos a esta área que históricamente fue parte de los pa-
seos cotidianos de la población:

.... Todo lo que son los cerros de la zona norte, sí eran como espacios abiertos de la
comunidad; había ojos de agua, se iba ios fines de semana, se hacían días de cam-
po, nadaban y se llegaba con las familias y todo lo necesario para instalarse todo
el día. Se acostumbraba ir al bosque a la zona boscosa o ir a algunas cuevas, "al
cerro", así se le decía, el cerro era un referente común identitario [...] Antes servía
para ir de día de campo, como es un poco agreste, se llegaba y se quedaban ahí las
familias, y los que querían se iban al cerro de la Cruz, a donde de vez en cuando
la gente del pueblo hacía peregrinaciones [... ] Pero ahora ya no, ya es prácticamen-
te imposible, por la inseguridad que hay; está bardeado y sólo se puede entrar por
dos o tres lugares por donde hay brecha, pero digamos, cruzar por en medio del
bosque por la zona arbolada, ya no, está controlado el acceso, entonces práctica-
mente ha desaparecido el "ir al cerro".19

De este modo, en tiempos recientes el ámbito del espacio público se ha


restringido en Cuautepec y por la misma razón existe una fuerte disputa y
presión sobre los que existen actualmente.

LOS TIEMPOS DEL PUEBLO

LA PERTENENCIA Y LA PRESENCIA DEL TIEMPO HISTÓRICO

Antecedentes históricos

De acuerdo con distintas fuentes y testimonios se sabe que en la zona que se


ubica actualmente el pueblo de Cuautepec, se estableció uno de los primeros
asentamientos de la cuenca de México, cuyos habitantes ocuparon el área al-
rededor de 2,500 a 400 años antes de nuestra era. Los primeros restos arqueo-
lógicos en este territorio correspondieron a cerámica, herramientas de piedra
y hueso y a figurillas de terracota ("caritas sonrientes") en la zona conocida

"Entrevista con Cuauhtemoc Ochoa, originario de Cuautepec, en mayo de 2008.


172 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

como "El Arbolillo", ubicada en la parte central de Cuautepec. 20 A esta época


situada en el preclásico pertenecen también los asentamientos de Zacatenco y
Ticomán, dentro del área geográfica de la hoy delegación Gustavo A. Madero.
Los primeros pobladores que habitaron esta zona fueron los tepanecas, que
fueron el tercer grupo en llegar a la cuenca después de los xochimilca y los chal-
ca, hacia el siglo XIII, después de una larga travesía desde Chicomoztóc. Sus
asentamientos principales fueron Tacuba, Tlalnepantla, Azcapotzalco, Tacuba y
Tenayuca, de donde se extendieron hacia el norte al vencer a los otomíes en
Ecatepec, Cuautepec e Iztacala, de acuerdo con Los Anales de Cuautitlán.11
Más adelante, en el periodo posclásico, entre los siglos xi y xvi, existen
evidencias de que el grupo establecido en la zona era de origen chichimeca,
de las tribus provenientes del norte que llegaron y se establecieron ahí. Entre
los principales asentamientos hegemónicos de la zona se encuentra Tenayu-
ca, para esos años adscrito bajo la influencia tolteca. Años más tarde, antes
de la llegada de los españoles, durante la época mexica en el posclásico, los
asentamientos más importantes de la región eran Ecatepec, en primer lugar,
Tenayuca y Coacalco, en la parte norte.
Cuautepec siempre estuvo ligado a Tenayuca y era parte de sus tributa-
rios. De esto y sus orígenes existen menciones en diversas fuentes importan-
tes como la Tira de la peregrinación, el Códice Granados y el Mapa de Si-
güenza y Góngora. Se dice que a la llegada de los españoles, Cuautepec era
un lugar de culto, debido a la altura de los cerros que lo rodeaban, por tanto
era la sede de importantes fiestas religiosas y lugar de sacrificios; de esto da
cuenta Fray Bernardino de Sahagún en sus crónicas:

En las calendas del primer mes del año, que se llamaban quauiteoca, y los mexi-
canos le llamaban ailcahualco, el cual comenzaba segundo día de febrero, ha-
cían gran fiesta a honra de los dioses del agua o de la lluvia llamados Tlaloque
[...] Los lugares donde mataban los niños son los siguientes: el primero se llama
Quauhtépetl: es una sierra eminente que está cerca de Tlatelolco [...] A los ni-
ños o niñas que ahí mataban componíalos con los papeles teñidos de color en-
carnado (Sahagún, 1989).22

20
Véase Charles Gibson, Los aztecas bajo el dominio español, México, Siglo XXI, 2003,
pp. 5-6.
21
Véase Horacio Sentíes, Antecedentes históricos de la Gustavo A. Madero, México, DDF,
1990, p. 15.
22
Bernardino de Sahagún, Historia general de las cosas de Nueva España, México, Porrúa,
1989, p. 98.
CUAUTEPEC, GUSTAVO A. MADERO • 173

Entre los años 1000 y 1010 de nuestra era un líder chichimeca llamado
Xólotl, emigró con su grupo al valle de México y se estableció en el área de
Tenayuca en donde formó un imperio del que Cuautepec fue parte. Los de-
cendientes de Xólotl se erigieron en gobernantes y mantuvieron el control
sobre la región, vinculándose de manera importante con los gobernantes de
Tlatelolco y de otros pueblos del valle de México. Existe la versión de que
de esta casta de gobernantes descendió Cuauhtemoc, el último emperador
mexica.23 Por estos antecedentes, la relación entre Cuauhtepec y Tenayuca
siempre fue cercana y ambas mantuvieron también un fuerte vínculo con
Tlatelolco, que era sin duda el señorío más importante de la parte norte de
la isla principal del Lago de Texcoco.
De entonces data el significado que se ha adjudicado al nombre del
pueblo, pues en las fuentes antes mencionadas, se registra un topónimo
que representa un águila encima de un cerro, que en el Códice García Gra-
nados es identificado como el cerro de Quauhtepec, en donde, según Los
Anales de Tlatelolco, aparece el pueblo de Cuauhtepec como territorio per-
teneciente a los señores de Azcapotzalco.24 De aquí que el nombre de
Cuauhtepec provenga de cuauhtli: águila, y tépetl: lugar, y signifique "Cerro
del águila" o "Lugar de águilas".25
Lo anterior muestra que Cuautepec tiene claros antecedentes prehispánicos
y es por ello uno de los pueblos incuestionablemente originarios del valle de
México, en el sentido de que es de origen indígena y preexistente a la fundación
de la Nueva España y a los pueblos que se crearon en la época colonial.
Después de la llegada de los españoles, como muchos otros pueblos,
Cuautepec pasó a formar parte de la nueva organización articulada por los
españoles y se convirtió en una visita, lo que significó un pequeño poblado
que quedó adscrito a una suerte de capital religiosa llamada cabecera de doc-
trina. Estas cabeceras eran poblados grandes en donde se establecieron las
parroquias y las residencias clericales, y tenían bajo su adscripción a diversos
pueblos que eran las visitas. En este caso, la cabecera fue Tlalnepantla, y

"Horacio Sentíes, "La historia de Cuautepec", en Apuntes al vuelo, año XII, num. 138,
julio 2005, p. 12.
24
Véase "Los pueblos y las genealogías en el Códice Tlachialoyan García Granados", nota
introductoria al Códice Tlachialoyan García Granados, p. 49 citado en Comité PAPO, Catálogo
fotográfico. Imágenes e historias de Cuauhtepec, México, GDF, p.15.
25
Cabe señalar que debido a esta transformación del nombre y a sus antecedentes prehis-
pánicos y coloniales, todavía actualmente algunos pobladores de la zona acostumbran escribir
Cuauhtepec, con "h", en lugar de Cuautepec. Sin embargo, de manera oficial esta zona ha
sido reconocida sin la "h", sólo como Cuautepec.
174 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

Cuautepec quedó bajo su circuito. En esta época a todos los pueblos se acos-
tumbraba otorgarles un prefijo cristiano para acompañar a su nombre origi-
nal, y a partir de entonces el pueblo se llamó Santa María Cuauhtepec.
A partir de entonces existió cierta confusión con respecto al nombre correcto
del pueblo, pues en ocasiones se hace referencia a éste como Santa María
Coatepec, en otras como Cuauhtepec, en otras como Quauhtepec y, final-
mente, también como Quauhtepeque. Al respecto, en todo caso lo que hay
que decir es que depende en mucho de las fuentes consultadas y de si éstas
refieren al antes o después de la conquista, pero todos estos refieren al mis-
mo pueblo del que nos estamos ocupando.
Cuando llegó el reparto del territorio entre los españoles y las nuevas
familias allegadas en función de su participación en las diversas fases de la
conquista, se dio paso a las Encomiendas, que consistían en la asignación de
un territorio a una persona para que éste la explotara, la usufructuara y man-
tuviera el control sobre sus pobladores; también se pretendía que se lograra
la pacificación de la zona. La primera persona que se hizo cargo de la zona de
Cuautepec fue don Diego de Mendoza Austria Moctezuma, quien era reco-
nocido como hijo de Cuauhtemoc y bajo cuya tutela quedó también la región
de Tlatelolco. A ello se debe que por muchos años esta parte del territorio
fuera conocida como "El rincón de Don Diego".
Este personaje, que era igualmente descendiente de Moctezuma, contri-
buyó al reordenamiento territorial y político de la zona posterior a la con-
quista, y gobernó también Tlatelolco, formando un gran cacicazgo. Le fueron
concedidas las cédulas reales en donde se asignaban las tierras bajo su man-
do. A su muerte, sus herederos mantuvieron el cacicazgo por un tiempo
hasta que, por diversas causas, éste se fue diluyendo. El momento de su oca-
so coincidió con la instauración en la Nueva España del régimen virreinal y
con la fundación de las grandes haciendas en el centro de México.
Como ya se ha mencionado, en la época de las grandes haciendas, la de
San José de la Escalera fue la que se creó en la zona de Cuautepec. Lo que se
sabe acerca de ésta es que tuvo varios dueños en distintas etapas, entre los
cuales destacaron: Cristóbal de Tapia, hijo del conquistador Andrés de Tapia,
Luisa Vanegas, Antonio Vallejo, Pablo Oyagúren, Mará Vallejo y el doctor
Juan Pérez de Oyagúren.26
Al igual que el resto de las Haciendas, la de La Escalera se caracterizó por
el trabajo de explotación y la división de sus tierras. Un primer sector era el

26
Véase Horacio Sen ties, La Villa de Guadalupe. Historia, estampas y leyendas, México,
DDF, 1991, pp. 66-68.
CUAUTEPEC, GUSTAVO A. MADERO • 175

mejor ubicado, comunicado y con sistema de riego; era conocido como de


"explotación directa" y contaba con dos áreas, una destinada al comercio y
otra al autoconsumo. Un segundo sector estaba formado por tierras pobres,
que carecían de infraestructura y se daban en arrendamiento, aparcería o
colonato. Finalmente estaba un tercer sector, en donde se ubicaban las tierras
no explotadas que eran conservadas como reserva.27
El trabajo de explotación en las haciendas propició que los hacendados
quisieran extender sus propiedades, ya fuera de manera legal o ilegal, y que
se apropiaran frecuentemente de las tierras de los pueblos circundantes, ge-
nerando con éstos un sinnúmero de conflictos. Este fue el caso que se obser-
vó entre el pueblo de Santa María Cuautepec y la Hacienda de La Escalera
por varios años, al que ya se ha hecho referencia.
Dentro de los antecedentes importantes de Cuautepec vale la pena des-
tacar su relación histórica con Tlalnepantla, dado que ésta fue muy relevan-
te en sus orígenes y se mantuvo por varios siglos, e incluso de diversas ma-
neras se prolongó hasta la mitad del siglo xx. Esta relación tuvo su origen en
la época prehispánica, cuando el pueblo era sujeto de Tlatelolco, pero se
afianzó en el siglo xvii, cuando éste pasó a formar parte de la cabecera de
Tlalnepantla que pertenecía a su vez a la Encomienda de Tacuba. Santa Ma-
ría Coatepec, era entonces su nombre. Esta relación se dio en el marco en el
que con fines del cobro del tributo indígena se articuló una estructura de
organización de los pueblos basada en el criterio de la división parroquial, y
en el caso de la ciudad de México fueron consideradas nueve de las catorce
parroquias existentes, a las cuales se agregaban las que formaban los pueblos
foráneos, y los barrios situados en otra jurisdicción parroquial, como Ixtacal-
co, la Villa de Guadalupe, las doctrinas de Tacuba y Tacubaya y el curato de
San Antonio de las Huertas.28
Reconocimiento de una población y un territorio con pasado común.
El núcleo del pueblo: linajes y familias originarias

Se ha mencionado ya que de los cerca de 300,000 habitantes de Cuautepec


únicamente una parte minoritaria es la que corresponde a la población ori-
ginaria y es por tanto la población base del pueblo que pervive. Es difícil sa-
ber con exactitud cuántas personas la conforman, pero lo que sí se puede
documentar es que permanecen apellidos históricos de familias que han es-
27
Vease Cuauhrepec: memorias de ayer y hoy, PAPO, op. cit.
28
Vease Andrés Lira, Comunidades indígenas frente a la ciudad de México: Tenochtitlan y
Tlatelolco, sus pueblos y sus barrios, 1812-1919, México, El Colegio de México, 1995, p. 32.
176 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

tado asentadas en este territorio por más de un siglo y que se consideran a sí


mismas parte del patrimonio del lugar.
De acuerdo con distintas fuentes y testimonios, entre los que destacan
actas notariales y actas de cabildo del siglo XIX, se registran en la actualidad
alrededor de 51 apellidos originarios, que corresponden a familias amplia-
das que habitan en distintas colonias de Cuautepec. Es decir, no se trata
únicamente de núcleos familiares (familias nucleares) sino de familias ex-
tensas con ascendencia que se han reproducido y han permanecido en su
mayor parte en Cuautepec. Los apellidos que aparecen en las actas y también
en el mural de la Casa del Pueblo son: Cedillo, Nolasco, Carbajal, Tinoco,
Fragoso, Peña, López, Montano, Ayala, Mata, García, Fuentes, Roldan,
Torres, Mendoza, de la Paz, Téllez, Zúñiga, González, Montiel, Santillán,
Jiménez, Olopa, Pacheco, de la Cruz, Mondragón, Carrión, Arenas, Plata,
Alfaro, Celestino, Pineda, Lazcano, Cumbres, Chávez, Ortega, Noriega,
Carrillo, Vidaurri, Viveros, Zamudio, Corona, Ramírez, Frías, Reyes, Ta-
pia, Escamilla, Arroyo, Oscoi, Duran y Díaz.29
De estos apellidos es frecuente encontrar numerosos habitantes en
Cuautepec, y algunos de éstos se reivindican como parte de los linajes más
antiguos del pueblo y los más persistentes. Entre éstos destacan: Cedillo,
Peña, Oscoi, Olopa, Carrillo, Mendoza, Viveros, Tinoco, Torres, Mondragón,
de la Cruz y Plata, algunos de los cuales se reconocen como de la quinta o
sexta generación de su familia, y cuentan entre sus miembros con personas
de más de 90 y 100 años. Las 51 familias, constituyen el núcleo duro del
pueblo y son básicamente las que participan en la conservación de las tradi-
ciones y en la reproducción de distintas prácticas culturales.
En la memoria de estas familias, más que un sentido histórico de la im-
portancia de largo plazo del asentamiento, lo que prevalece es una memoria
de mediano plazo, que remite a sucesos, personajes y costumbres de finales
del siglo XIX y del transcurso del xx, y que se expresa en un fuerte arraigo al
territorio, las fiestas de origen colonial, y en numerosas costumbres cotidia-
nas que hacen a la vida social (pueblerina), a las relaciones y ceremonias fa-
miliares, al vínculo con las poblaciones cercanas y a la relación con el entor-
no natural: el campo, los cerros y, más recientemente, el ejido.
En términos de la preservación de la historia del pueblo, entre los ori-
ginarios ha existido el interés por trasmitir a las nuevas generaciones lo

29
Comisión Local Agraria del Distrito Federal, Registro Agrario Nacional de la Secretaría
de la Reforma Agraria, 26 de octubre de 1936.
CUAUTEPEC, GUSTAVO A. MADERO • 177

que fue Cuautepec y la importancia que ha tenido; al respecto comenta


Mario Plata:

... ves precisamente esas cosas, que los hijos y los nietos ya no preservan o no
tienen la imagen de lo que fue Cuautepec es lo que nos invita a mantenerlo y a
seguirlo preservando. Por eso nos interesó hacer lo del mural de la Casa del
Pueblo porque llegaban los niños y nos preguntaban ¿qué es Cuautepec?, ¿por
qué se llama Cuautepec?, ¿qué significa? Y pues uno no siempre tiene esa infor-
mación, y es bonito que tengan la preocupación por querer saber.30

Sin embargo, vale la pena aclarar que en los intentos por reconstruir esa
historia del pueblo, como señala Cuauhtemoc Ochoa también originario,31
hay igualmente muchos mitos y fragmentos construidos por los mismos
pobladores. No toda la historia que la gente del pueblo conoce o recuerda
está documentada. Pero como ocurre frecuentemente, esos mitos o fragmen-
tos reconstruidos por la gente se vuelven parte de su "verdad" y los conser-
van en el discurso como parte de su historia y de las vivencias compartidas.
En este sentido, existen por ejemplo menciones frecuentes a los brujos y
los curanderos del pueblo, quienes eran muy reconocidos porque curaban
y hacían brujería con hierbas de la zona. Dado que Cuautepec era una zona
aislada y alejada de la ciudad, los habitantes no tenían oportunidad de visitar
a los médicos y asistir a los hospitales; acudían por tanto a las personas re-
conocidas del pueblo que curaban con métodos naturales o energéticos. Una
curandera aún viva explica sobre esto:

Desde jovencita empecé a curar, sin mentirles, saben con qué curaba yo, me van
a perdonar lo que les voy a decir; para quietarles el aire me quitaba yo el fondo
y los limpiaba yo con el fondo, y les echaba yo humo de cigarro y los limpiaba
con un huevo y el árbol, y mire, se me aliviaba la gente [...] [Para el espanto]
tendía yo una cobija allá afuera, y hacía una cruz de cal y ahí los acostaba yo,
luego iba yo con la piedra y le gritaba su nombre: "responde me llamo fulano de
tal, otra vez, tres veces". Y luego les echaba el agua de colonia y la pomada
de cigarro y ya: "órale, ya levántate y vete"... [Para los partos] yo no necesité que
me viera un viejo o una vieja ¿sabe qué le decía yo a mi esposo? "Sácate con tu
enfermera, córrele cabrón no te quiero aquí" ¿Sabe qué me tomaba yo? Sopacle

'Entrevista con el señor Mario Plata, de Cuautepec Barrio Alto, en septiembre de 2009.
Entrevista con Cuauhtemoc Ochos, de Cuautepec Barrio Alto, en mayo de 2008.
178 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

con un pedazo de chocolate, me bañaba y me secaba: "Tú tráeme mis cobijas y


sácate de aquí, déjame sola".32

Otra evocación frecuente es Cuautepec como lugar campirano y como


vergel. En la memoria de estas familias es frecuente identificar la nostalgia por
aquel pueblo rodeado de cerros y de un entorno natural prolífico y colorido,
que dista mucho de la extensa zona asfaltada que actualmente lo identifica:

¡Cuautepec era un valle muy bonito!, con unas 40 o 50 familias. Toda la gente
se dedicaba al cultivo del maíz, frijol, haba, calabaza, maguey, tuna y nopal;
había huertas muy bonitas en el pueblo con toda clase de frutas como granadas,
zapote blanco, higo, capulín, manzana, naranja y todo esto en tiempos de lluvia
¡Era un vergel! [...] Se sembraba mucho maíz y mi papá tenía dos colotes de
cinco palos, donde se guardaba el maíz; en esta época en las milpas se levantaba
la cosecha y aunque no era negocio, si sobraba, se llevaba a vender a Tlalnepantla,
al Centro, al mercado del Carmen, a la Merced, a la Plaza Hidalgo y a San Joa-
quín, en los camioncitos que teníamos aquí.33

Acerca del entorno natural y de la fauna del lugar existen también mu-
chos recuerdos y vivencias de la gente, dado que, en tanto ambiente campi-
rano, los paseos y la vida cotidiana de las personas estaba muy ligada a la
relación con la naturaleza. En cuanto a los cerros, recuerda don Avelino San-
tillán Mondragón:

De los que yo me acuerdo que rodean Cuautepec, comenzando al oriente con el


Chiquihuite, el Cuautis, Joya de Nieve, el Cerrito Colorado, y de ahí al norte:
el Moctezuma, había otro que le decían El Tecolote, el Pulpito, el Mirador, y para el
poniente: el Águila, la Viuda, Binguineros, el Panal, el puerto Metates, el Piedras
Negras, luego la Corona y el Tenayo. ¡Era una cosa muy bonita el valle de cerros
que rodean Cuautepec! [...] de animales había: conejo, armadillo, coyote, víbora
de cascabel, que había bastante; íbamos al cerro a cazar conejos para comer,
había tejón, zorrillos, tlacuaches y también gato montes. En el cerro de Piedras
Negras había muchos coyotes, había poquitas casas en el cerro que tenían sus
chivos, y como a las 6 o 7 de la tarde oías el chilladero de coyotes. No nos daban

32
Entrevista con la señora Clementina Suaste Sánchez, originaria de Barrio Bajo, en junio
de 2009. Véase Memorias de ayer y hoy... op. cit.
33
Entrevista con el señor Avelino Santillán Mondragón, originario de Barrio Bajo, en julio
de 2009. Véase Memorias de ayer y hoy... op.cit.
CUAUTEPEC, GUSTAVO A. MADERO • 179

miedo, íbamos al cerro a cuidar las vacas y nos encontrábamos con los coyotes
y los correteábamos a pedradas; luego nos decían que atacaban, pero no, nunca
nos pasó nada [...] [De aves silvestres] había gorrión, huitlacoche, calandria,
azulejos, carpinteros, colibrí, cardenal, chumbinero, primaveras, golondrinas,
tórtola de las dos: de cola blanca y otra chuquita que chillaba al volar, de esas
había muchas; había lechuza, zopilote, tecolote, también había muchas águilas
allá por el cerro de la Joya de Nieves, por la tarde aparecían volando en el cerro,
pero ¡eso ya se acabó!...34

En estas evocaciones es usual el recuerdo común de los medios de trans-


porte de finales de siglo XIX y hasta mediados del siglo xx, que eran básica-
mente, primero, los animales y las carretas, después, el ferrocarril, y más
adelante, dos camioncitos que durante muchos años fueron el enlace de la
gente del pueblo con Tlalnepantla y la ciudad de México. El ferrocarril repre-
senta todo un símbolo para la gente porque distinguía al pueblo con el hecho
de tener una estación particular, lo que no era común para los pueblos de
entorno:

El ferrocarril de Monte Alto, llamado "Monte Alto-Cuautepec" con sus rutas


[estaciones] intermedias,- una era Tenayuca. En el proceso de modernización de
Porfirio Díaz, la espina dorsal fue el ferrocarril, como una forma de acercar a los
pueblos, como sería el internet actualmente. [En] los pueblos [con] importancia
productiva siempre hubo ferrocarril doméstico,- a Cuautepec le tocó por la situa-
ción de los productos agrícolas, la cantera, la mica, para la fabricación de cerá-
mica que era importante. Entonces Porfirio Díaz decide poner un ramal del tren
de Monte Alto a Cuautepec, con un solo vagón de pasajeros que casi nunca se
llenaba, el que iba siempre lleno era el de la cantera y productos agrícolas. Orgu-
llosamente podemos decir que con la cantera de Cuautepec se construyeron [...]
Las avenidas de la ciudad de México...35

En los años treinta, cuando se abrieron los caminos hacia la ciudad de


México y Tlalnepantla, se introdujo al pueblo el otro medio de transporte
original que fue el camión. En estos años no había rutas oficiales desde la
ciudad hasta el pueblo, así que los camiones que comenzaron a circular y a
comunicar a Cuautepec con el entorno fueron de particulares. Estos camio-

34
Entrevista con Avelino Santillán Mondragón, originario de Cuautepec, en julio de
2009, Imágenes ehistorias de Cuautepec... op. cit.
35
Entrevista con Pablo Peña Martínez, originario de Barrio Alto, en julio de 2009.
180 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

nes tenían sólo tres corridas diarias de Cuautepec a su destino y de regreso.


Salían muy temprano por las mañanas, a partir de las 4:30 y regresaban
hasta tarde por las noches; así que la gente tenía que aprovechar los horarios
establecidos si quería viajar a la ciudad. Al respecto comenta el maestro Ra-
fael Mendoza:

... únicamente teníamos la salida a la carretera que va de aquí a la Villa; bueno


en ese tiempo sólo había dos camioncitos de transporte, antes de esos camion-
citos la gente se trasladaba a la Villa o a Tlalnepantla a pie, otros a caballo, otros
en burro [...] pero por allá de 1930-1932, hubo dos personas, pues de las más
riquillas del Cuautepec que compraron un camioncito [...] en ese tiempo el ca-
mión de pasajeros sería del tamaño del microbús, no cabía mucha gente cuando
mucho 30 gentes, y cómodamente viajaban,- ya había camiones, pero no había
carretera, era pura terracería; a veces llovía mucho ahí por La Pastora y pues a
veces ahí se atoraban los camiones y ya no salían. ¿A qué salía la gente tempra-
no? A vender nopales, a vender tunas, a vender hierbas como quelites, calabaza,
flor de calabaza, que era lo que producían los terrenos y los iban a vender a La
Villa [...] El dueño del camioncito de arriba era don Apolonio Tinoco y el de
abajo era don Jesús Tinoco. Eran los choferes que llevaban y traían; había dos o
tres corridas en la mañana, una corrida empezaba a las 4:30, acá por donde está
la iglesia y el kiosco estaba la terminal, y silbaba el camión y yo lo oía, y mi
abuelo decía: "Va a bajar el camión, hay que prepararnos" [...] Otro camión salía
alas 5:30 y otro a las 7:30.36

En relación a las comunicaciones de Cuautepec con el entorno existe, sí,


el recuerdo de la relación con la ciudad de México, con la Villa de Guadalupe,
con La Merced, con el centro de la ciudad; sin embargo, subyace de manera
más cercana la relación con Tlalnepantla y los pueblos del Estado de México.
Como se ha mencionado, anteriormente el pueblo perteneció a este territo-
rio y desde tiempos remotos el vínculo con los poblados de esta zona fue
mucho más estrecho que con la ciudad de México. La vida cotidiana de los
habitantes de Cuautepec y los lazos familiares se sostenían de manera más
intensa con la población mexiquense:

Nuestra relación con la ciudad era muy distante porque había un solo camión
que salía para la Villa y salía a las 7 de la mañana y si no lo alcanzábamos pues
ya no nos íbamos [...] Había relación con la Villa de Guadalupe y hasta el cen-

36
Entrevista con el maestro Rafael Mendoza, de Barrio Alto, en julio de 2007.
CUAUTEPEC, GUSTAVO A. MADERO • 181

tro, con el Zócalo, para las compras; pero más que nada era con la Villa y La
Merced que iban por la fruta y las verduras; sin embargo, la relación se hacía
más con Tlalnepantla, la gente de aquí del lugar iba mucho a Tenayuca. Por
ejemplo, las familias convivían mucho con San Bartolo Tenayuca, con San Lu-
cas, con San Miguel Chalma, con Chalmita; se emparentaban y había compa-
drazgos y la convivencia como que jalaba a más gente. Por ejemplo, nosotros
íbamos mucho a Tlalnepantla porque nuestros padrinos eran de allá; entonces
había mucha convivencia y migración, por los lazos y compadrazgos de familias que
se casaron. Por ejemplo, Chela Tinoco, su mamá era de Santa Cecilia; de los
Jiménez, sus compadres eran de Chalma y también por ejemplo había relación
con los de San Bartolo Tenayuca, había mucha migración.37

Se hace mucha referencia a la relación afectiva, familiar y amistosa con


Tlalnepantla, y se diferencia claramente de la relación formal "oficial" con la
ciudad de México, a la cual era necesario acudir a realizar numerosos trámi-
tes debido a la pertenencia jurisdiccional al régimen capitalino. Se mencio-
nan los trámites para el pago de las contribuciones, las gestiones en la teso-
rería, en el Departamento Central, en la delegación, etcétera. Y, más
adelante, la relación laboral con distintas dependencias del gobierno federal
o local.
De este modo, se hace evidente el conflicto de pertenencia que para los
pobladores de Cuautepec significó el cambio de adscripción del Estado de
México al Distrito Federal. Mientras que con el primero existía una pertene-
cía histórica y una relación cultural, natural, con la capital de la República se
fue desarrollando una relación más bien forzada y, en muchos casos, obliga-
da por los efectos de la urbanización de la zona, por la necesidad de realizar
trámites y por la búsqueda de opciones laborales o educativas.
A todo esto es importante agregar la memoria acerca de la vida del pue-
blo que se llevaba a cabo en Cuautepec. Existe en el recuerdo de numerosos
originarios, la nostalgia de una convivencia pueblerina en la que todos se
conocían, se ubicaban por las familias de pertenencia y participaban de di-
versas ceremonias y festividades familiares. Los bautizos, las primeras co-
muniones, las fiestas de 15 años, las bodas y los sepelios eran frecuentemen-
te ocasiones de reunión de buena parte del pueblo, sea de Barrio Alto o de
Barrio Bajo, de manera diferenciada. Así también estos acontecimientos
eran motivo para una organización de tipo comunitario en los que el evento
no era responsabilidad únicamente de la familia involucrada sino que toma-

Entrevista con la maestra Sofía Viveros, de Barrio Bajo, en mayo de 2009.


182 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

ban parte de manera natural los vecinos de la calle o de los alrededores. La


maestra Sofía Viveros narra su experiencia:

... ya no es el pueblo que fuimos porque antes éramos una casa por la loma y
otra por otra loma y teníamos una mejor convivencia, bonita pues, por ejemplo
que era cumpleaños de alguien o fiesta de alguien y todos acudíamos a esa reunión,
a Barrio Alto o a Barrio Bajo. Todavía en los años sesenta se ponía "domicilio
conocido" y todo sabían donde era. Ahora todo eso ya se perdió.38

El tema del ejido, es otro referente obligado de los originarios de Cuaute-


pec,- de una forma o de otra está en la memoria de la gente y forma parte de
su historia común. En algunos prevalece la parte histórica, y al orgullo que
refiere al hecho de que el pueblo haya sido uno de los primeros sitios que fue
objeto de dotación de tierras ejidales después de la Revolución. En otros, la
referencia es a la presencia del ejido como permanencia de la vida campirana
y de la actividad agrícola en la zona. Otros más reivindican a los ejidatarios,
más que al ejido, como un actor relevante y activo del pueblo que ha soste-
nido a lo largo de los años importantes episodios de defensa de las tierras de
los nativos. Algunos otros, lo que ponen de relieve son los agravios al ejido
por parte del gobierno y de particulares que lo han atacado, mediante ventas
y expropiaciones, y han acabado de esta manera con uno de los patrimonios
más importantes de la gente del lugar. Finalmente, para otros es un emble-
ma que reivindica parte de la "personalidad" propia del pueblo, a pesar de
que en términos reales la porción ejidal y su influencia en la vida del pueblo
ha sido siempre bastante reducida.
Como quiera que se le vea, el ejido está presente en los testimonios de
los originarios de Cuautepec y, sin duda, forma parte de sus referentes iden-
titarios:

Hoy [los ejidatarios] ya no tenemos nada, más que una parte del Cerro del Chi-
quihuite, tenemos 200 hectáreas que están reconocidas [...] Nosotros lo campe-
sinos teníamos nuestros terrenitos, sembrábamos allá en el monte. Entonces
esa posesión la fuimos tomando y tomando y fue de los ejidatarios [...] Como
en 1990 se quiso venir a expropiar para la sierra de Guadalupe, pero como vie-
ron aquí en la escritura que decía "Propiedad privada de la Señora Dolores Rin-
cón Gallardo" ya no le pagaron a los ejidatarios esas 450 hectáreas del lado del
norte del pueblo. Sin embargo, ni el gobierno se las quedó ni se las dejó al pue-

'Idem.
CUAUTEPEC, GUSTAVO A. MADERO • 183

blo. El pueblo somos nosotros los ejidatarios, somos los que actualmente recla-
mamos el pueblo [...] Y reclamamos porque ya no tenemos autoridades legíti-
mas de aquel tiempo que vean realmente por el pueblo [...] No se ha
desaparecido el ejido, porque tenemos todavía cinco predios que acreditamos
con escritura, y una superficie en el cerro del Chiquihuite que son 200 hectá-
reas, y lo de la parte norte.39

El ejido es sin duda algo que los originarios consideran como parte cons-
titutiva del pueblo, pues en su memoria del mediano plazo éste aparece liga-
do a los episodios más relevantes de Cuautepec. A esto hay que agregar que
los ejidatarios, por derecho y por decreto, son todos originarios y que en ese
sentido el ejido está en la historia de Cuautepec:

Las condiciones necesarias para ser ejidatario eran: ser nativo del pueblo y ser
mayor de edad, sin embargo no había mucha gente en Cuautepec, entonces
por eso muchas familias tienen más de un derecho; cada derecho era para una
cabeza de familia, pero muchas personas tenían hijos que ya podían trabajar la
tierra, y de esa manera muchas familias obtuvieron más derechos que otras,
porque los hijos ya estaban en posesión, incluso cuando vienen las siguientes
ampliaciones entran gentes menores [de edad] porque era necesario. Realmen-
te de las primeras personas que recibieron el ejido [podemos mencionar a]
Cornelio Cedillo,- yo creo que podríamos decir que es el padre del ejido; fue un
señor muy luchador, muy combativo, y es de los que recibieron el ejido por
primera ocasión.40

Otro elemento identitario que aparece con frecuencia en las narraciones de


la gente es el pulque, dado que fue un producto muy recurrente en el pueblo.
Algunos afirman que la zona de Cuautepec se caracterizó por ser fuerte pro-
ductora de pulque; mientras otros aseguran que el pueblo no era productor
pero que ahí se distribuía y circulaba ampliamente, e incluso que estaba insta-
lada ahí una aduana para la comercialización de este producto. La cuestión es
que, en efecto, de acuerdo a los testimonios, el pulque se consumía de manera
popular en las fiestas familiares y del pueblo y en la vida cotidiana.

•"Entrevista con el señor Agustín Cedillo, ex Comisario Ejidal y originario de Cuautepec


Barrio Alto, en junio de 2008.
""Entrevista con Arturo Torres Peña, originario de Barrio Alto, en julio de 2009, en Me-
morias de ayer y hoy... op.cit.
184 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

Se habla de la existencia de numerosas pulquerías, a las que se nombraba


como "tendajos". El más importante de Barrio Alto se llamaba Sobre las
Olas, en honor a Juventino Rosas, se localizaba en la calle contigua a la plaza
Hidalgo, y era propiedad de la familia Carbajal; el de Barrio Bajo se llamaba
La conquista y pertenecía al señor Eulalio Tinoco y a doña Lucina Chapa de
Tinoco, se ubicaba en medio de la calle que sale del Jardín Madero hacia la
iglesia del Carmen.41 De estos tendajos sobreviven algunos muy tradiciona-
les principalmente en Barrio Alto. Sobre este tema, narra Pablo Peña:

Este producto [...] salía de Cuautepec a diario para la ciudad de México. En ese
momento [se refiere a la época porfiriana] había más de 3,000 pulquerías en la
ciudad, era económicamente para Cuautepec bastante fuerte. Aquí se conocían
todas las variedades de maguey, se sabía raspar, capar, se sabía el término de
cuando se acababa de raspar y de cuando se empezaba [...] Si fue un capital [im-
portante] el pulque, hasta que llegó la cerveza, que vino a deshancar al pulque
como una producción industrial contra la producción artesanal. Por muy efi-
ciente que sea el pulque siempre va a ser artesanal y la cerveza es en masa,
abarata los precios. Vino un ataque muy fuerte en los años treinta, encabezado
por José Vasconcelos en contra del pulque, por la penetración de la cerveza, por-
que ni siquiera en el porfiriato que ya estaba la [cerveza] "Cuauhtemoc", aquí la
"Moctezuma" había impactado tanto. Cuando ven que no había mucha ganan-
cia en la cerveza la convierten en la mejor del mundo y, encabezados por José
Vasconcelos en sus famosas cuestiones culturales, dice que el pulque ya no ser-
vía, que era porquería todo aquello, [así] lo desbanca la cerveza [...] Todos toma-
ban pulque, no podía faltar el pulque en la mesa de la gente de Cuautepec; era
remedio [...] además, ¡lo que conllevaba el maguey! Se hacía el lazo para amarrar
animales, servía de techo y de paredes en las chozas de la gente pobre, servía de
alimento con los gusanos de aguamiel [...] se hacía atole. En la época de la rece-
sión económica de la gripe española, lo que llegó a comer la gente de Cuautepec
fue la tortilla revuelta con el memechal y el olote, no había nada más que comer
y hacían tortillas de ello. El quiote, la flor capeada con huevo, es un manjar, por
eso es una representación de la fecundidad humana, la parte del hombre; el
quiote, es el pene que brota erecto y el semen es la flor blanca del pulque,- es la
fecundidad del pulque.42

41
Véase Alma Zenón, tesis de licenciatura, op. cit.
42
Entrevista con Pablo Peña, originario de Barrio Alto, en julio de 2008, en Memorias de
ayer y hoy... op. cit.
CUAUTEPEC, GUSTAVO A. MADERO • 185

Finalmente, entre otros referentes de los originarios de Cuautepec existe


la permanente alusión a diversos personajes que de distintas maneras han
sido parte de la vida del pueblo o le han dado a éste alguna relevancia. En
términos generales no se habla de personajes nacidos ahí, sino de gente que
en distintas circunstancias o situaciones ha visitado el pueblo, ha generado
algún episodio memorable o ha reivindicado alguna faceta de la vida en este
lugar. En esta perspectiva existen en la memoria de los originarios personajes
tan diversos como el presidente Carranza, el compositor Juventino Rosas, el
actor Pedro Infante, el general Cárdenas y el pintor José María Velasco, nin-
guno de los cuales fue oriundo de ahí, pero todos han sido apropiados de
diversas maneras por sus habitantes y se han convertido en una suerte de or-
gullo para los lugareños:

Me interesa que se dé a conocer, por ejemplo, que Cuautepec fue el lugar donde
se inspiró Juventino Rosas para su vals Sobre las Olas-, aparte de esto, que Pedro
Infante, como muchos artistas filmaron muchas películas aquí en el pueblo, y
así como esto, antes de todo, el señor presidente Venustiano Carranza venía
mucho con la familia del señor Cornelio Cedillo; fue un hombre que tuvo mu-
cha relación con él y que estuvo muy cerca del presidente Carranza, incluso por
gestiones del señor Cedillo, Cuautepec se incorpora al Distrito Federal, pues
antes era parte del Estado de México. Todo eso mucha gente no lo sabe. Y hay
mucha historia, incluso José María Velasco venía a pintar aquí sus acuarelas al
cerro del Chiquihuite; en fin, hay mucha historia que rescatar.43

En el recuento de personajes importantes que visitaron Cuautepec o rea-


lizaron alguna labor ahí, algunos originarios ligados a la historia política re-
ciente del pueblo, incluyen a Cuauhtemoc Cárdenas, quien en el marco de
la campaña de las elecciones de 1988 y en la formación del Frente Democrá-
tico Nacional (FDN) estuvo en el pueblo y generó la adhesión de numerosos
simpatizantes. Incluso se afirma que es a partir de entonces cuando clara-
mente la gente de la zona se vuelca a la izquierda, después de haber sido
básicamente priista, y Cuautepec se convierte en un bastión de apoyo para
el futuro Partido de la Revolución Democrática:

43
Entrevista con el señor Francisco Mondragón, originario de Barrio Bajo, en marzo de
2008. Cabe aclarar que el testimonio ha sido transcrito de manera fiel a la narración del en-
trevistado sin corregir la información que él trasmite.
186 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

... yo creo que es el momento más acabado en la historia de Cuautepec: la llega-


da de Cuauhtemoc Cárdenas. Ese día cayó un aguacero, todos [estábamos] mo-
jados, [con] el ingeniero totalmente empapado lleno de lodo llegamos a Barrio
Alto ¡se le cayó un zapato y no lo encontraba!, ¡se tocaron las campanas a todo
vuelo! ¡Fue magnífico, es el momento histórico más importante, más que el
ejido, más que todo, más importante históricamente hablando, es Cuauhtemoc
Cárdenas...!44

Estos son algunos de los elementos que se han podido recuperar de los
aspectos inscritos en la memoria de los originarios de Cuautepec que remi-
ten a una vivencia identitaria. Además de lo aquí registrado, existe una me-
moria clara y un fuerte arraigo con algunas de las costumbres más conserva-
das, como es el caso de las formas de organización comunitaria y fiestas
religiosas, cívicas y populares, a las cuales, por su importancia, se ha reser-
vado un apartado especial.
Formas de organización comunitaria y fiestas populares

El tema de las formas de organización comunitaria es uno de los aspectos de


la historia del pueblo más difusos y poco aludidos, teniendo como referencia
al pueblo antiguo y a la historia de éste. Al parecer, con la excepción del ejido
y del Comisariado Ejidal, existe escasa memoria al respecto y, en realidad,
existen pocos espacios de referencia. Se puede decir que es uno de los ámbi-
tos de la vida del pueblo que más rápidamente se perdió y fue desapareciendo
poco a poco a la luz de los intensos procesos de urbanización que tuvieron
lugar durante el siglo xx.
Actualmente, las formas de organización comunitaria que se mantienen
son básicamente las que se relacionan con la organización de las fiestas cívi-
cas y religiosas, y en algunos casos las que tienen que ver con la conservación
de los vínculos identitarios con las comunidades de origen, que es la situa-
ción de las comunidades de migrantes de origen indígena o aquellos que
proceden de lugares específicos del país. Pero, en todo caso, se trata aquí de
agrupaciones muy fragmentadas y endógenas y no de formas de organiza-
ción generales para el pueblo de Cuautepec.
De manera paralela, a lo largo del siglo xx y en la actualidad, han existi-
do un tipo de organizaciones de carácter más bien político, avocadas a la
gestión de demandas diversas y de servicios, que no han sido necesariamen-

'Entrevista con Pablo Peña, originario de Barrio Alto, en libro PAPO.


CUAUTEPEC, GUSTAVO A. MADERO • 187

te comunitarias, ligadas a las costumbres del pueblo, sino de carácter veci-


nal, algunas independientes y otras más relacionadas con los partidos políti-
cos. Por sus características y sus propósitos, este tipo de organizaciones se
tratarán en un apartado posterior.
Pero tratándose de la organización comunitaria existen muy pocos regis-
tros de la costumbre de agruparse, como sucede en otros pueblos, para acti-
vidades de trabajo colectivo {faenas o tequios), para atender necesidades de
obra del pueblo, para realizar alguna labor de interés común, e incluso algún
trabajo ligado a la iglesia. Lo más sobresaliente al respecto es la organización
para las fiestas del pueblo, y aun en este caso, lo que se observa en Cuaute-
pec son modalidades peculiares más modernas de agrupación. No sobrevive
ninguna forma de organización que evoque a las mayordomías o al sistema
de cargos, y existe, en cambio, muy poca memoria al respecto.
Entre los escasos testimonios de organización comunitaria, se ha podido
recuperar la referencia a la participación en labores relacionadas con la con-
servación de la iglesia principal del pueblo, en diversos momentos de la se-
gunda mitad del siglo xx:

En la iglesia no había sacerdote de planta, mandaban padres de la Villa cuando


había una flestecita o algo así, después llegó el padre Bernardo que fue el primer
sacerdote de planta [...] Luego vino el padre León Rudnik, yo sí tuve mucha
amistad y relación con él, porque hicimos un patronato donde se arregló la igle-
sia y yo fui el tesorero de ese patronato, siendo Gonzalo Carvajal el presidente y
Juventino Plata el secretario,- como era chico el pueblo se dividió en cuatro par-
tes y entre amigos y compañeros les daba yo las libretas para que fueran por
zonas y la cooperación era de 20 o 25 centavos cada ocho días y así se fue jun-
tando para la iglesia. Se arregló el techo porque se trasminaba, se le metió vari-
lla, también se arregló donde se hacía la misa,- todo eso lo hicimos nosotros, ya
no se juntó dinero y eso fue como en 1950 o 1955. Después vino el padre Rafael
López y se pusieron los pisos, porque eran de tarima o duela, también arregla-
mos lo del órgano que era de madera y se hizo todo de cemento y quedó muy
bien [...] cada mes se hacía corte de caja, actualmente yo tengo los papeles de
esa época, hasta la chequera de pago donde íbamos a depositar el dinero y todo
eso, así fue la situación...45

"Entrevista con el señor Avelino Santillán Mondragón, originario de Cuautepec, en julio


de 2009. Libro PAPO.
188 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

Más allá de esta referencia al trabajo comunitario convocado por la igle-


sia y avocado a ella, lo que existe en la memoria de manera muy vaga en
este aspecto es la existencia de las mayordomías para la realización de las
fiestas religiosas. Es interesante observar que el recuerdo de este tipo de or-
ganización no es frecuente y en la mayor parte de los habitantes actuales de
Cuautepec, incluso de algunas personas de edad adulta y ancianos, no existe
el registro de esta estructura de cargos. Da la impresión de que no fue muy
arraigada y no formó parte vital de la vida del pueblo. Algunas referencias al
respecto son las del maestro Rafael Mendoza, la maestra Sofía Viveros y el
señor Avelino Santillán. Con relación a la organización de las fiestas de Barrio
Alto recuerda Rafael Mendoza:

Había mayordomía, sí, la mayordomía estaba auxiliada por varias personas que
les llamaban topiles; los topiles eran señores que tenían que andar de casa en casa;
cada quien tenía su área para visitar a los vecinos, pues ya los vecinos sabían que
iban a llegar y había que donar a la iglesia cinco o diez centavos, y los que no te-
nían daban semillas, maíz, frijoles, huevos, aves, para gastos de la iglesia porque
el día del santo del Cristo venían padres, venían otras gentes de la alta iglesia, y
lógicamente había que atenderlos y darles de comer, darles pues todo el sustento
de los días que estuvieran ahí, [...] eso se daba en esa forma [...] [también] el ma-
yordomo tenía mucho en cuenta los petates, los zarapes, las almohadas para que
durmieran los músicos y a veces gente que los venía a ayudar.. ,46

La maestra Sofía Viveros hace referencia a la organización de las mayor-


domías a partir de la iglesia:

... se reunían, se hacía una junta con el cura, el sacerdote, y de ahí sacaban lo
que iba a ser el fiscal y el mayordomo y ellos se encargaban de toda la fiesta, de
los juegos, de las luces pirotécnicas, de los eventos que se iban a realizar, y en-
tonces a la fiesta del Cuarto Viernes, que es la tradicional de Cuautepec, venían
las familias desde unos ocho días antes o más, y venían también a traer sus
cosas, como era un intercambio comercial, entonces venían y ponían sus pues-
tecitos.47

Finalmente, el señor Avelino Santillán narra su recuerdo de estas formas


de organización:

46
Entrevista con el maestro Rafael Mendoza, de Cuautepec Barrio Alto, en julio de 2007.
"'Entrevista con la maestra Sofía Viveros, de Cuautepec Barrio Bajo, en mayo de 2009.
CUAUTEPEC, GUSTAVO A. MADERO • 189

Las fiestas de Cuautepec eran muy bonitas, se organizaban en el pueblo, que era
chico, entre todos; en esa época el Io de julio era la fiesta del patrón de la iglesia
[...] se hacía una especie de patronato, había una persona que la asignaban con
cierta anterioridad de uno o dos años y lo nombraban el topil, o los topiles, y el
mayordomo, y aquí a varias personas les tocó ser uno de ellos, como el señor
Tomás López, otro [fue] don Trinidad Fragoso y mi abuelo Emilio Mondragón, y
se hacía muy bonita la fiesta; ahí en la casa del mayordomo les daban de comer
a los músicos y a toda la gente, porque hacían una recaudación antes de la fiesta,
salían unos señores que estaban en la iglesia con el séquito [peregrino] cargando,
y en cada casa llegaban y les daban: frijol, blanquillos, gallinas, guajolotes, ha-
bas, lo que quisiera dar la gente y eso lo juntaban para el día de la fiesta, y las
mujeres de los encargados ayudaban a limpiar y a hacer comidas; llegábamos a
la casa del mayordomo y decía: "pásenle a comer", junto con los músicos, con
unas 20 o 25 gentes...48

Como se puede observar en las narraciones, existe la mención a la exis-


tencia de mayordomos, de mayordomías, de "topiles" y fiscales, como la
gente encargada de organizar las fiestas del pueblo, pero no hay registro en
los testimonios recabados de lo que pudiera ser una estructura de cargos,
propiamente dicha, y tampoco de las funciones pormenorizadas de los que
eran los miembros de estas mayordomías. Por ello no se sabe a ciencia cierta
en qué medida se desarrollaron estas formas de organización que son tradi-
cionales en la mayor parte de los pueblos, incluso en varios de la ciudad de
México. Tampoco se sabe por cuánto tiempo existieron y cuando desapare-
cieron de Cuautepec.
Lo cierto es que la gran mayoría de los habitantes del pueblo no tiene en
su memoria estas modalidades de organización comunitaria y no hacen re-
ferencia a ellas. De igual manera, no hay testimonio, como en otros pueblos,
de que los cargos de fiscal o de topil fueran buscados o hasta disputados por
los nativos y fueran detentados con orgullo, como muestra de gran honor
ante la comunidad. Lo anterior sugiere que tanto la nomenclatura como los
cargos pueden haber sido adoptados por imitación de otros pueblos, pero que
no constituyeron parte sustantiva de la vida comunitaria en el caso de Cuau-
tepec. Sin embargo, este es un aspecto en torno al cual no hay suficiente
información como para poder corroborarlo.

48
Entrevista con el señor Avelino Santillán, originario de Cuautepec, en julio de 2009.
Libro PAPO.
190 • LUCÍA ALVAREZ ENRIQUEZ

Lo que si resulta interesante es que a pesar de no haber contado con estas


estructuras o, en su caso, de que éstas no hayan permanecido a lo largo de
los años, la costumbre de las fiestas se ha mantenido, así como la tradición
de que éstas sigan siendo organizadas por gente de la comunidad. Cierta-
mente, no se trata de una organización de toda la comunidad, sino de algu-
nas partes de ésta; sin embargo en el caso de las fiestas religiosas como en el
de las cívicas, son grupos de originarios los responsables de organizarías,
buscar el financiamiento y conducirlas.
La organización de las fiestas es distinta en Barrio Alto, en Barrio Bajo y en
las colonias aledañas; cada ámbito de Cuautepec ha seguido tradiciones distin-
tas, dependiendo de los grupos étnicos de origen en el caso de las colonias, de las
costumbres de las familias originarias, en el caso de Barrio Bajo, y del vínculo de
los originarios con agrupaciones políticas, en el caso de Barrio Alto. Ni en Barrio
Alto ni en Barrio Bajo existe un registro claro de cómo ocurrió el proceso de
transformación de las mencionadas mayordomías a las actuales modalidades
de organización comunitaria en función de las fiestas, pero ésta se mantiene y
ha adoptado ciertas características peculiares en cada una de estas zonas.
Las fiestas son numerosas y se llevan a cabo a lo largo del año, pero como
se mencionó antes, la mayor parte de ellas son "barriales", ligadas a las tra-
diciones de las etnias migrantes, o muy locales. Únicamente existen tres
fiestas religiosas y una cívica que se hacen extensivas al conjunto de los ha-
bitantes de la zona y en las que participan tanto las colonias como las áreas
del pueblo antiguo. Estas fiestas son: la del Santo patrono (el Cristo sangran-
te o Señor de Cuautepec), el Io de julio, la del Cuarto Viernes de Cuaresma,
en marzo-abril, la de Nuestra Señora del Carmen, el 16 de julio, y las fiestas
patrias, el 15 y 16 de septiembre. Las dos primeras se llevan a cabo en Barrio
Alto, la tercera en Barrio Bajo y la fiesta cívica se realiza en las dos zonas,
pero de manera separada.
Como sucede en muchos pueblos, las fiestas que se conservan no se reali-
zan de la misma manera que antes. La mayor parte de éstas ha sufrido modi-
ficaciones con el paso de los años y ha adoptado nuevas modalidades. En algu-
nos casos, los cambios se registran en la forma de organización y en los grupos
que se encargan de ello, en otros en la secuencia de los momentos de la fiesta,
y en otros más, en la omisión o el agregado de elementos de la fiesta. En el
caso de Cuautepec se verifica en general un cambio significativo en los tres
aspectos, y existe una añoranza entre la población por las "fiestas de antes".
Sin embargo, lo significativo es que a pesar de las grandes transformaciones
urbanas y demográficas que ha padecido la zona en las últimas décadas, estas
fiestas se mantienen y convocan a buena parte de la población.
CUAUTEPEC, GUSTAVO A. MADERO • 191

La fiesta patronal del Io de julio

En términos generales, se puede decir que esta es la celebración principal del


pueblo, ya que es la fiesta dedicada al santo patrono del lugar: el Cristo san-
grante. Sin embargo, debido a la tradición no es la fiesta más popular y más
masiva dentro del pueblo, pues es un evento que se ha conservado básica-
mente en su aspecto ritual y no conlleva actividades propiamente festivas,
como bailes y romerías. Se trata de una fiesta sagrada que se concentra en la
veneración al santo patrono y en el culto a éste a través de una procesión.
En décadas pasadas esta fiesta era organizada por grupos de originarios
en coordinación con el párroco de la iglesia, y se llevaba a cabo en Barrio
Alto en torno a La Preciosa Sangre de Cristo. En el pasado era una fiesta que
convocaba a numerosos visitantes de las poblaciones aledañas, principal-
mente de los pueblos del actual Estado de México. Algunos testimonios re-
fieren a cómo se realizaba esta celebración alrededor de los años treinta:

Venía mucha gente a venerar al santo, mucha gente; venían de Santa Cecilia, de
Tlalnepantla, de San Lucas, de Tenayuca, de Chalma, de Chalmita y caminaban
sobre todo sobre el carril donde pasaba el tren [...] venían gentes muy limpias,
muy aseadas, traían su comida, traían sus canastos, venían con su familia,- al-
gunos venían descalzos, otros con huaraches, traían hasta sus petates y alrede-
dor de la iglesia hay un arroyo, que ahora es una cosa muy fea porque corre el
agua de la parte alta, pero antes había arboles, estaba todo arbolado, entonces
ahí descansaban, buscaban su lugar, y dejaban por ahí su lunch y entraban a la
iglesia a darle gracias al santo porque era un año más de vida que ellos pudieron
haber visitado, y también almorzaban o comían. Pero los padres organizaban la
procesión, y como el atrio en ese tiempo era limpio y no había estorbos, en cada
esquina construían unas enramadas que ellos les decían pozas; en cada enrama-
da, abajo, ponían una mesa bien adornada con un mantel y con ceras, y salía el
santo y lo llevaban a cada enramada y ahí descansaba, eran las cuatro enrama-
das. Después de eso salía la procesión, alrededor del poblado [...] acudían en la
procesión todas las personas que venían de visita de diferentes lugares y todos
los nativos de aquí. Claro, la procesión se hacía con cohetes, con música, iba el
padre, iban cargando al Cristo, descansaban y volvían a seguir la caminata has-
ta llegar a la iglesia nuevamente. Ya cuando llegaban a la iglesia pues ya era un
repique de campanas, y toda la gente satisfecha porque ya había convivido con
el santo. Y pues lógicamente [había] fuegos pirotécnicos, había toritos, había
castillos que todavía los hacen, y pues el gusto de que todavía hasta las ocho o
192 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

nueve de la noche alguien cargaba los toritos y ahí andaban corriendo alrededor
[...] y la gente se divertía.49

A pesar de ser la fiesta más significativa de Cuautepec desde el punto de


vista religioso existe poca información con respecto a su desarrollo y conser-
vación a través de los años y a las particularidades de su realización. Actual-
mente se sigue llevando a cabo con una participación más reducida y con
escasos visitantes de los otros pueblos. Es una fiesta que se concentra prin-
cipalmente en la procesión. Uno de sus organizadores comenta sobre esto:

Nosotros la realizamos en lo clásico, lo que es pasear al Cristo en las calles del


pueblo, las mañanitas con sus tamboras, sus mariachis y el pueblo. Lo que ha-
cemos en sí es un reencuentro espiritual más que nada con la iglesia, partiendo
de las misas que hacemos en honor a los fieles difuntos, a los comerciantes, al
pueblo en general; entonces, eso es lo que principalmente se hace.50

En el caso de esta fiesta y de la del Cuarto Viernes de Cuaresma, ambas


de Barrio Alto, la organización es muy peculiar, pues aunque está depositada
en los originarios es una organización política: la Alianza Democrática ciu-
dadana Cuauhtepec Siglo xxi, la que se hace cargo del evento. En este caso
no existen "Comisiones" ni "Encargados" ni "Comisionados", elegidos entre
los habitantes del pueblo para tal efecto, sino un grupo de originarios de edad
madura (no ancianos) que por decisión propia y apelando a la conservación
de la tradición, han asumido la responsabilidad y se han hecho cargo de los
festejos.
De acuerdo con la información disponible, no existe una claridad con
respecto a cómo se dio el tránsito hacia esta forma de organización, de las
mayordomías de los años treinta y de las Comisiones posteriores a la orga-
nización política actual, contamos únicamente con los testimonios de los
miembros de la organización actual en donde argumentan y justifican su
decisión de hacerse cargo de los festejos para conservar la tradición. Al res-
pecto, narra Pablo Peña:

Mira, la situación de la fiestas de Cuautepec salía muy cara, bastante cara, en-
tonces se acostumbraba a que se nombrara un Comité, aquí eran comités pro-
fiesta, de fiesta patronal; entonces este comité se elegía entre los vecinos, se

"'Entrevista con el maestro Rafael Mendoza, de Cuautepec Barrio Alto, en julio de 2009.
50
Entrevista con el señor Mario Plata, originario de Barrio Alto, en septiembre de 2009.
CUAUTEPEC, GUSTAVO A. MADERO • 193

llamaba a una asamblea, se elegía a un comité y ese comité trabajaba todo el año
para la evolución de la fiesta. Uno de sus objetivos era pedir de casa en casa con
los vecinos cooperación para la fiesta, dando un recibo y bueno [...] la gente
cooperaba y se hacía la fiesta. Pero conforme fue creciendo Cuautepec a la gente le
fue interesando menos esta situación porque no se sentía con el arraigo de la
fiesta, ya no se identificaban, entonces se fue perdiendo. La gente dejó de coope-
rar, a la gente le dejó de importar ser parte de ese comité, porque ese comité, en
su momento, hasta los años setenta, te daba una categoría durante todo el año
[...] Te daba una categoría social, como una categoría religiosa, porque entonces
tenías permitido que el santo descansara en tu casa, en ciertas fechas, que la
banda fuera a tocar a tu casa; era tan interesante, que la gente gastaba su lana,
le daba de comer a la banda y todo ese rollo, pero se perdió con el crecimiento
urbano, a la gente le dejó de importar y se perdió totalmente, entonces la Alian-
za, en mi caso no como una cuestión religiosa sino como una cuestión de cultu-
ra, en el caso de Felipe si fue una cuestión religiosa, [porque] es sumamente
creyente o [el caso] de Chucho o del difunto Andrés, decidimos rescatarla, decidi-
mos hacer la fiesta otra vez cuando ya nadie la hacía. La fiesta se reducía a que iban
e instalaban las ferias y las romerías y eso era la fiesta, entonces nosotros decidimos
rescatarla y decidimos realizarla, se rescata y se realiza la fiesta pero ahora a través
de una organización política, ya no dirigida por nadie sino por nosotros.51

De este modo ocurrió la transformación en la organización de las fiestas


de Barrio Alto, de una organización tradicional comunitaria, a una liderada
por una agrupación política. Al parecer, en efecto, la tradición de las fiestas se
fue desdibujando con el crecimiento poblacional y con la saturación de la zona
y se mantuvo por varios años como un acontecimiento más bien económico y
de diversión, sin un liderazgo claro por parte de las organizaciones tradiciona-
les de los originarios y tampoco de la Iglesia. En esas circunstancias, este gru-
po de originarios ligados a la organización política mencionada, vinculada a su
vez con el Partido de la Revolución Democrática (PRD), tomó la iniciativa y
reorganizó las fiestas tratando de recuperar su sentido original.
Este tránsito ocurrió recientemente, en 1990, y de entonces a la fecha
ambas fiestas se llevan a cabo pretendiendo convocar a la mayor parte de la
población. Al decir de sus organizadores, todos ellos pertenecientes a fami-
lias originarias, existe un interés profundo en este compromiso, que consiste
en no dejar que Cuautepec pierda su sentido histórico y originario y conser-
ve las tradiciones que le han dado identidad. En este sentido, los integrantes

51
Entrevista con Pablo Peña, originario de Barrio Alto, en octubre de 2007.
194 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

de la Alianza Democrática realizan una serie de actividades, además de las


fiestas, que se dirigen en la misma dirección, como es el caso de la gestión
de la Casa del Pueblo, y de diversos talleres y prácticas que se llevan a cabo
en esta sede.
Ciertamente, no existe un consenso evidente entre los nativos de Cuautepec
con relación al liderazgo asumido por la Alianza en estas tradiciones, y tam-
poco sobre las modalidades que han adoptado las fiestas actualmente, sin
embargo, no parece que se haya generado en los últimos años una resistencia
de su gente al respecto y tampoco que haya surgido algún otro grupo que
dispute esta actividad. De esta manera, es sin duda una experiencia intere-
sante, y hasta cierto punto inédita, la forma en la que se han conservado las
fiestas en Cuautepec. A la fecha no se sabe de otro pueblo en la ciudad de
México cuyas fiestas estén coordinadas por una organización política; esta es
una singularidad de este pueblo.
La tiesta del Cuarto Viernes de Cuaresma

Al lado de la fiesta del Santo patrono, está la fiesta de Cuarto Viernes de


Cuaresma, que es sin duda la fiesta más popular de Cuautepec. Es una cele-
bración también de carácter religioso y por ello ligada a la iglesia, pero tam-
bién es un evento festivo al que la gente acude masivamente a divertirse. Es
una de las fiestas más antiguas que se realiza desde el siglo XIX, de manera
alternada, con otras fiestas de la región que tienen su sede en los pueblos
aledaños de Cuautepec, como parte de una secuencia de festejos, que ratifi-
can el vínculo de este pueblo con los poblados del Estado de México. Esta
fiesta se realiza, como su nombre lo indica, el cuarto viernes de cuaresma
(que es el cuarto viernes a partir del miércoles de ceniza), que corresponde de
manera variable a los meses de marzo y abril. Sobre el origen de esta fiesta
narra el padre Rafael López:

Mire, resulta que cuando los misioneros estaban de planta en lo que ahora es la
catedral de Tlalnepantla y no podían ir a todos los pueblitos [de la zona], entonces
[a cada uno] le asignaban [...] el primer viernes de cuaresma, el segundo viernes,
el tercer viernes, el cuarto viernes le tocó a Cuautepec y el quinto le tocó a San
Juanico [...] Ahora ya está todo comunicado, pero antes era puro cerro e iban ca-
minando, entonces, ahí se acomodaban y prácticamente se quedaban una semana
ahí los misioneros y hacían la gran fiesta. Ahora, ¿por qué [era así] ? Le voy a ex-
plicar [...] en tiempos prehispánicos el cerro del Chiquihuite era un centro cere-
monial donde iban a la guerra florida que Moctezuma hacía para juntar doncellas,
CUAUTEPEC, GUSTAVO A. MADERO • 195

engordarlas y luego ofrecérselas a Huitzilopochtli o a Tláloc para que en la prima-


vera hicieran grandes caravanas del Arbolillo, de Zacatenco, de Tenayuca, de to-
dos esos lugares [...] entonces, en grandes comunidades iban al cerro y llevaban a
las doncellas y a los niños y entonces el sacerdote, se las llevaba, les metía el cu-
chillo de pedernal, les sacaba el corazón y se lo ofrecía al sol para que les enviara
lluvia en abundancia [...] Llegan los misioneros, ven esas cosas y dicen "caramba,
cómo están haciendo eso muy bárbaro', y [entonces] llevaron al Cristo sangrante
y lo empezaron a pasear por todos los campos para pedirle lo mismo que le pedían
a los anteriores, que les mandaran la lluvia y tuvieran buena siembra. Y con cohetes,
con todo lo clásico de aquel entonces, y sigue esa tradición. Y desde entonces,
desde que yo me acuerdo, siempre que sacan el cuarto viernes al señor de Cuau-
tepec, siempre ha llovido [...] Entonces es para eso, cambiando la crueldad de
sacrificar seres humanos por el Cristo sangrante que les llenó los ojos y el corazón
a los indígenas y lo admitieron fácilmente. Los misioneros de antes eran gente
muy preparada, muy culta, eran franciscanos que venían del convento de Tlalne-
pantla [...] de eso viene el cuarto viernes.52

Esta fiesta se ha realizado entonces desde tiempos remotos y ha consti-


tuido una parte importante de la identidad del pueblo. Como otras costum-
bres, ha sufrido transformaciones importantes desde que Cuautepec era un
pueblo más auténtico y acotado, y mantenía una forma de vida más comu-
nitaria. Acerca de esta fiesta en la primera mitad del siglo xx, narra la maes-
tra Sofía Viveros:

Cuando yo era niña, para las fiestas, en las casas se hacía comida y cualquier per-
sona que llegara a la casa, pues se le daba de comer: desde la mañana había tama-
les, atole, café, luego la comida del medio día, había romeritos, bacalao, que lo
remojaban y lo secaban, lo capeaban, como si fueran chiles rellenos. Las personas
llegaban y se les ofrecía la agüita de horchata, de chía, de jamaica, el pulque cura-
do y el pulque natural [...] eso era normal, era una convivencia muy bonita...
También se acostumbraba prepararse para la fiesta, todo se estrenaba el día de la
fiesta, la casa lucía, las cortinas eran de manta de cielo y la orilla la hacían a gan-
cho, las servilletas de las tortillas también las bordaban, o sea que era estrenar la
casa para recibir a la personas; luego era la misa de la Asunción y llegaban las fa-
milias todos estrenando ropa, zapatos, y era muy bonito. La cuestión de estrenar

'Entrevista con el padre Rafael López, antiguo párroco de Cuautepec el Alto, en julio de
196 • LUCÍA ALVAREZ ENR/QUEZ

también era una tradición que tenía que ver con las fiestas prehispánicas del "fue-
go nuevo", en las cuales se rompía todo y todo se renovaba.53

Esta fiesta se ha modificado considerablemente con el paso del tiempo,


pero en esencia, se mantienen aspectos básicos de la misma como el recorri-
do del santo por el centro del pueblo y la misa con las mañanitas al santo
patrono. La gente del pueblo se junta en la iglesia y participa de estos even-
tos, que se realizan de acuerdo a un programa previo elaborado por la orga-
nización de los originarios de la Alianza Democrática en acuerdo con el párro-
co de la iglesia. Se elabora el programa y se da a conocer en lugares públicos
para que la gente esté al tanto de los horarios de cada actividad.
Pero entre las actividades de esta fiesta están también nuevas costum-
bres, como la vendimia en la plaza y la romería, en la que participan nume-
rosos comerciantes ambulantes que establecen sus puestos en la plaza Hi-
dalgo. Igualmente los juegos mecánicos en la misma plaza, las peleas de
gallos en palenques improvisados, las carreras de caballos, que se llevan a
cabo en ciertas partes de los cerros, tardeadas de jóvenes y los bailes popula-
res. En este sentido, la fiesta del cuarto viernes no es únicamente una cele-
bración religiosa, sino un acontecimiento festivo y de diversión, que tiene
opciones para los distintos tipos de población de la zona y para las distintas
edades:

Es una costumbre esperar el día de la fiesta porque [...] vaya, se espera con gus-
to, para dar gracias por los favores que hayas recibido. Los que siembran, pues
porque cosechen bien, porque haya algo benéfico económicamente para ellos.
Pero para los más chavos, que no entienden a veces las ideas de las personas
adultas, pues es un día de cotorreo, un fin de semana de diversión y ya. Pero
para la gente que participa en los preparativos, sabemos que es estar pensando
en sacar el Cristo a pasear.54

En realidad en esta fiesta se da una combinación de actividades que van


desde las más religiosas y tradicionales emparentadas con las antiguas cos-
tumbres, hasta actividades económicas y de entretenimiento. En las carreras
de caballos, por ejemplo, se acostumbra asistir al cerro con toda la familia o
con grupos de amigos, llevar comida y bebidas alcohólicas y sentarse a convi-

53
Entrevista con la maestra Sofía Viveros, de Cuautepec Barrio Bajo, en mayo de 2009.
54
Entrevista con la señora Leonila Tinoco, ex Comisaria Ejidal de Cuautepec, en mayo de
2009.
CUAUTEPEC, GUSTAVO A. MADERO • 197

vir con otras familias mientras se lleva a cabo el evento. También llegan gru-
pos musicales como tríos o grupos norteños que animan la convivencia. Esto
coexiste con el paseo del Santo por el pueblo, seguido por la gente devota y
acompañado de bandas musicales; el recorrido culmina en la iglesia, a donde
regresa el santo, y las bandas musicales continúan tocando en el kiosco de la
plaza para la gente que pasea entre los puestos y los juegos mecánicos.
Por la noche se lleva a cabo el baile popular, que tiene lugar en sitios
adaptados para la ocasión, y a veces en el salón ejidal. Se contratan grupos
musicales diversos y se baila durante varias horas; a estos bailes asiste pobla-
ción de todas las edades y de las distintas colonias de Cuautepec. Existe una
tradición de contratar a los mejores grupos de la región o de la ciudad, como
muestra del esplendor con que se realiza la fiesta. En numerosos testimonios
se hace referencia a la presencia de orquestas típicas como la de Pérez Prado
y Acerina y su danzonera, entre los cincuenta y los sesenta, actualmente se
llevan a cabo con grupos menos conocidos o locales.
Aunque para numerosos originarios la fiesta "ya no es como antes" y
existen muchas quejas de que se ha convertido en asunto de lucro y comer-
cialización, la fiesta continúa realizándose ineludiblemente cada año en las
mismas fechas y es, sin duda, un acontecimiento que se espera con gusto y
que marca una pausa en la vida de los lugareños. Se sabe que vendrá y de
distintas maneras la gente se dispone para ello. La plaza se adorna y cambia
de fisonomía, algunas calles se cierran y la iglesia se abre para recibir a los
devotos.
Algunas personas han manifestado su desacuerdo con la forma en que
actualmente se lleva a cabo esta fiesta, pues no coinciden con la introduc-
ción de actividades comerciales y con el hecho de que exista cierta discrecio-
nalidad en el otorgamiento de permisos y lugares para los vendedores que
participan de la vendimia. Sin embargo, hay un reconocimiento de que la
actual organización se ha interesado efectivamente en mantener la tradición
y en conseguir que la fiesta se realice.
Con relación al financiamiento, la fiesta ya no se sostiene con la coope-
ración de los vecinos, como era antes, actualmente el gasto fuerte proviene
de la gente de la Alianza Democrática y de los cobros y comisiones que ob-
tienen de los comerciantes que se asientan en la plaza, de los dueños de los
juegos mecánicos y de las cuotas de los taxis piratas. Se trata, como señala
Pablo Peña, de un financiamiento sui generis para una fiesta de este tipo,
porque la mayor parte proviene de los agremiados de la organización política.
Esta circunstancia hace que la organización tenga autonomía en la realiza-
ción de la fiesta:
198 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

... hasta ahorita somos autónomos porque ni la delegación participa. Es más, si


usted nota, somos autónomos hasta para dar el grito en la casa del pueblo, por-
que lo sentimos muy nuestro, que todavía nos pertenece.55

De este modo, la fiesta del Cuarto Viernes continúa siendo una tradición
en Cuautepec; una tradición reconvertida, transformada y actualizada de
acuerdo a nuevas circunstancias, a nuevas formas de gestión, a la participa-
ción de nuevos actores, nuevos grupos de población y nuevas generaciones,
y a la diversificación también de las actividades que se realizan en la zona.
La fiesta de la Señora del Carmen

Esta es la fiesta principal de Barrio Bajo, que se lleva a cabo el 16 de julio en


torno a la iglesia del Carmen. Es una fiesta más contemporánea, porque la
iglesia también es más reciente (mediados del siglo xx), sin embargo, es una
fiesta tradicional que convoca a toda la gente de esta zona. Al igual que la del
Cuarto Viernes, es una fiesta religiosa y de esparcimiento, en la que se com-
binan distintos tipos de actividades, aunque, en términos generales, prevale-
cen las religiosas muy ligadas a las costumbres de la iglesia.
La fiesta consiste principalmente en la realización de un novenario, las
mañanitas a la virgen muy temprano, y después una serie de celebraciones
que la gente del pueblo acostumbra concentrar en ese día: bautizos, confir-
maciones, primeras comuniones, la misa de la Asunción y otras misas, ade-
más de los rosarios. Todo esto se lleva a cabo en la iglesia, de acuerdo a un
programa previamente establecido.
Otra parte de la fiesta se realiza en una de las calles principales, la Benito
Juárez, y en el Jardín Madero, donde tiene lugar la kermes, donde se instalan
los juegos mecánicos y se realiza la feria, y donde se hace también el baile y
algunos otros eventos culturales. Hay igualmente vendimia y romería.
En términos de organización esta fiesta tiene una tradición distinta a la
del Cuarto Viernes, pues en este caso no hay antecedentes de mayordomías
o algo semejante. Se habla más bien de Comités, como las formas que adop-
taron los vecinos organizados en función de la fiesta:

Para los Comités era una cuestión puramente vecinal; nos reuníamos y hacía-
mos votaciones para ver quién era el presidente, el secretario, el tesorero y los
vocales [...] obviamente cada quien se autoproponía o proponíamos a gente que

"Entrevista con Mario Plata, originario de Cuautepec el Alto, miembro de la Alianza


Democrática y parte del grupo organizador de las fiestas, en septiembre de 2009.
CUAUTEPEC, GUSTAVO A. MADERO • 199

fuera responsable y que supiéramos que haría buenos manejos de lo que se re-
colectaba.56

Este Comité se encargaba de organizar la fiesta y de hacer la colecta para


financiarla, la cual, por tradición, no provenía de los vecinos sino de los par-
ticipantes en la fiesta o de los usuarios de la calle, como el comercio ambu-
lante o los tianguistas. En general, se acostumbra pedir cooperación a los
dueños de los juegos mecánicos, a los que ponen puestos de artesanías, y a
las personas de los puestos de los tianguis que se ponen los domingos y los
martes.
Esta organización fue originalmente independiente, es decir, solamente
vecinal. Sin embargo, con el paso de los años tuvieron lugar algunos conflic-
tos vecinales que llevaron a los organizadores, recientemente, a solicitar la
intervención de las autoridades:

Ahora ha cambiado un poquito la modalidad porque el Comité que se formaba


los únicos que lo reconocíamos eran los vecinos, no había ninguna autoridad
que dijera quién la iba a organizar, pero entonces se empezó a corromper y em-
pezaron a haber conflictos por los grupitos que se formaban, y por eso empezó a
participar la autoridad, en este caso la delegación; apenas el año anterior, la de-
legación dio el primer reconocimiento oficial por parte de la Dirección General
de Participación ciudadana a quienes formamos el Comité. Anteriormente era
reconocido por todos los vecinos; eran los vecinos de las calles en donde se ha-
cían los festejos los que podían votar, las colonias principales, el castillo Chico,
la colonia del Carmen, la Madero y la del Bosque [...] pero este año fue la dele-
gación la que organizó el proceso de elección. Uno de los requisitos fue que se
formaran planillas y nada más participaron dos planillas, y a la que ganó se le
entregó el reconocimiento como Comité, es el primer Comité reconocido legal-
mente por la Gustavo A. Madero.57

Como se puede observar, se trata de un caso cualitativamente distinto al


de Barrio Alto, en donde la defensa de la autonomía para la realización de la
fiesta es imperativo. En Barrio Bajo, se ha establecido un acuerdo con la dele-
gación y se ha oficializado. De la misma manera, existe un cierto acuerdo con
la iglesia, la cual se hace cargo de organizar la parte correspondiente a las acti-
vidades religiosas, con cierta independencia del Comité. A cargo de éste que-

56
Entrevista con el señor Raymundo Carvajal, de Barrio Bajo, en octubre de 2008.
57
ídem.
200 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

dan principalmente, la kermes, la romería, el baile, la contratación de los


grupos musicales y los juegos pirotécnicos. Existe también la convención de
que este mismo Comité es el encargado de organizar las fiestas patrias en Barrio
Bajo, y que de la fiesta del Carmen deben salir los recursos para éstas.
Finalmente hay que mencionar que la fiesta del Carmen es una fiesta
puramente local que no tiene la tradición de un vínculo o intercambios con
fiestas de pueblos aledaños; únicamente con Barrio Alto existe un intercam-
bio y se invitan mutuamente a sus festejos, aunque, cabe mencionar en este
aspecto, que existe también cierta competencia entre las dos zonas por la
originalidad y el esplendor de sus fiestas. Cada uno reivindica la propia como
"la mejor" o "la más relevante".
Las fiestas cívicas

Otra de las peculiaridades de Cuautepec con relación a las fiestas populares,


es que, a diferencia de lo que ocurre en otros pueblos, las celebraciones que
se llevan a cabo en éste son también de carácter cívico, y que éstas son tan
importantes para los lugareños como las religiosas. Este tipo de fiestas se
centran básicamente en la celebración de las fiestas patrias, es decir el 15 y
16 de septiembre.
Como se había mencionado, realizan tanto en Barrio Alto como en Barrio
Bajo, en cada caso con modalidades propias y de manera paralela. Son celebra-
ciones que se realizan desde hace varias décadas y cuya organización está en
manos de los originarios; comenta sobre esto el maestro Rafael Mendoza:

Nosotros hicimos de la fiesta del 15 de septiembre una fiesta muy bonita; todas
las gentes cooperaban. Me acuerdo, no había ningún puesto en la placíta,- ador-
nábamos el kiosco, adornábamos lo que ahora llaman la Casa de la Cultura; se
adornó muy bonito, se pintó, podamos los arbolitos, los caleamos, se les puso
su moño tricolor, y todas esas cosas, se dio el grito el día 15 y acudimos todos
los que trabajábamos; se llenó todo muy bonito ¿no? Hubo la coronación de
nuestra reina y al día siguiente hubo desfile, invitábamos a las escuelas [...] en
ese tiempo eran únicamente dos, la Felipe Barriozabal y la Juventino Rosas que
es la escuela pionera de Cuautepec. Fue hace muchos años porque ahora ya hay
muchas escuelas, hay como treinta y tantas y con doble turno, ¿verdad? [...]
Entonces se formaba un contingente enorme porque también los padres de fa-
milia desfilaban, con carro alegórico para la reina, todo muy bonito con música.
Originalmente así se hacía la fiesta del 15 de septiembre, acostumbraban toda-
vía a subir los músicos con carros de esos de redilas y ahí iban toque y toque, y
CUAUTEPEC, GUSTAVO A. MADERO • 201

cohetes y cohetes cuando pasaba el desfile de los niños; así se hacía pero ya no
se puede hacer esto por tanto tráfico.. .58

Actualmente, en el caso de Barrio Alto, la responsable es igualmente la


Alianza Democrática ciudadana Cuautepec Siglo xxi, y en el caso de Barrio
Bajo es el mismo Comité quien organiza la fiesta religiosa. En las dos zonas
se trata de una celebración en la que participan de manera rigurosa las auto-
ridades delegacionales y las de las Direcciones Territoriales (antes "subdele-
gaciones") de Cuautepec, también algunas escuelas primarias y a veces algu-
nas secundarias del pueblo y de los alrededores y desde luego, los vecinos del
lugar. Resulta interesante el hecho de que a pesar de ser una celebración cí-
vica, generalmente se cuenta con la representación de la iglesia, especial-
mente en Barrio Alto, es decir, con la presencia del párroco en turno. De tal
manera que es un acontecimiento significativo que convoca a distintos acto-
res del pueblo.
La celebración consiste en la realización de un programa nutrido de acti-
vidades ceremoniales y festivas. Comienza en general, con el izamiento de la
bandera en las plazas centrales (jardín Hidalgo y Jardín Madero) por la ma-
ñana, que se hace de manera casi simultánea con la presencia de los subde-
legados de la zona y casi siempre con la presencia del propio delegado de la
Gustavo A. Madero. Es decir, es una ceremonia a la que las autoridades le
reconocen cierta importancia y la avalan con su presencia. En el izamiento
se encuentran presentes algunas escuelas, la banda de guerra y vecinos inte-
resados. El delegado, algunos maestros o directores de las escuelas y algún
miembro de la organización convocante transmiten mensajes y emulan la
importancia de la fiesta, posteriormente se canta el himno nacional.
Después de este acto, se procede a llevar ofrendas a los héroes de la patria
cuyas estatuas se encuentran en distintos lugares de Cuautepec. Se realiza
una suerte de procesión a pie hasta los monumentos, se depositan las ofren-
das y se emiten nuevamente mensajes alusivos a la fecha, a los aconteci-
mientos respectivos y a los héroes participantes.
Por la noche, se arma una romería en las plazas y a veces la verbena po-
pular, y se convoca a la población para la celebración del grito. En ocasiones
se invita a alguno de los subdelegados a darlo o a alguna autoridad de la de-
legación, aunque también suele elegirse a un miembro del Comité organiza-
dor. En el caso de Barrio Alto, en general, lo da alguno de los miembros de la
Alianza Democrática o algún vecino notable invitado por esta organización.

58
Entrevista con el maestro Rafael Mendoza, de Barrio Alto, en julio de 2009.
202 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

En particular en esta última zona existe un simbolismo especial en este acto,


con el que reivindican su reconocimiento como pueblo y su autonomía para
la realización de este tipo de eventos que en otras partes de la ciudad gene-
ralmente quedan en manos de las autoridades (delegados o jefe de gobierno).
El hecho de que aquí el grito lo den los vecinos originarios representa para
éstos de algún modo el refrendo de su autoridad sobre la zona.
El día 16 se realiza un desfile con la participación de algunas escuelas y con
carros alegóricos y se lleva a cabo la coronación de la reina, en Barrio Bajo.
Sobre esta trayectoria narra el actual presidente del Comité de esta zona:

... es una fiesta cívica. Lo curioso es que de los recursos que se generan en la
fiesta del Carmen se tiene que financiar la fiesta cívica y nada tiene que ver una
con otra [...] el Comité maneja el evento, es el mismo Comité para las dos fies-
tas; lo que se acostumbra es primero gestionar apoyos en la delegación, se da el
grito, lo da el presidente del Comité. Lo que se acostumbra [también] es lanzar
la convocatoria para seleccionar a la reina de las fiestas patrias,- dentro de los
requisitos que se manejan son chicas de 15 a 18 años, no les pedimos que estén
estudiando, o que sean guapas [...] es para todas las que quieran participar, y la
forma de seleccionarlas es con la venta de votos, la que venda más votos es
la que queda como reina [...] Hay baile, grupos, antojitos mexicanos, juegos
pirotécnicos, los 21 cañonazos, la quema del castillo, pero también se hace la
invitación a la asociación de charros para el 16 hacer el desfile [...] Obviamente
no es el mismo formato cada año, porque van cambiando los comités, pero lo
que siempre hay es el izamiento de bandera y el grito. La plaza principal se llena
[...] El 16 de septiembre se cita a la reina, a las princesas que son las que menos
votos vendieron, se preparan los carros alegóricos y con la asociación de charros
hacemos el desfile, que sale de la plaza principal a Barrio Alto, esa es la conexión
con Barrio Alto, porque llegamos al Jardín Hidalgo y ahí hay otros charros y se
hace otra pequeña ceremonia de izamiento a la bandera, y luego se hace el recorrido
de regreso a Barrio Bajo.59

La tradición de la elección de la reina se realizaba también en Barrio Alto


hace algunas décadas, pero es algo que ya se perdió y se lleva a cabo actual-
mente sólo en Barrio Bajo. Sin embargo, en general, el resto de las activida-
des son muy semejantes en las dos zonas, y a pesar de que existe cierta co-
nexión entre ambas fiestas en cada plaza hay una organización particular. Al
igual que las fiestas religiosas, estas fiestas se llevan a cabo anualmente.

59
Entrevista con el señor Raymundo Carvajal, de Barrio Bajo, en octubre de 2008.
CUAUTEPEC, GUSTAVO A. MADERO • 203

EL TIEMPO PRESENTE

La convivencia en la diversidad

Como se ha comentado antes, debido al intenso proceso de urbanización de


la zona de Cuautepec y a las fuertes oleadas migratorias, actualmente es un
espacio multicultural. Esto no se refiere únicamente a que la gente que lo
habita proviene tanto de la ciudad de México como de distintas entidades
federativas, sino también a que, en términos étnicos, la población es mayo-
ritariamente mestiza, pero está compuesta igualmente por diversas etnias de
distintos lugares del país. De la misma manera, existe población que pro-
fesa distintas religiones e incluso iglesias para distintos cultos: católica,
mormona, evangelista, entre otras. Por esta circunstancia, a pesar del legen-
dario origen indígena de mexicas y chichimecas, y de la primacía de la reli-
gión católica, hoy en día es un territorio variopinto, en el que tienen lugar
manifestaciones culturales muy diversas. La maestra Sofía Viveros comenta
al respecto:

Pues yo pienso que ya se está mostrando un cambio aquí en el pueblo, porque


mire, estas personas que llegaron empezaron también a traer sus costumbres y
su tradición. Por ejemplo, acá en Palmatitla, llegó gente de Michoacán y enton-
ces se trae al Señor de los Milagros, y hacen la fiesta ahora en agosto; allá en San
Martín, allá por La Brecha, y en El Arbolillo, la Candelaria, que es el 2 de febre-
ro; y se van haciendo así, cada colonia ya tiene su propia fiesta. Por acá anda
también la Virgen de San Juan de los Lagos, la virgen del Rosario de Oaxaca, el
Señor de Chalma y según cada quien va trayendo lo suyo es una diversidad de
costumbres...60

Esto ha dado lugar a que lo que es "la tradición", propiamente dicha, no


sea unitaria sino plural y a que la gente de la zona conviva cotidianamente
con distintas costumbres, lenguas y festividades religiosas. De este modo, la
identidad de la gente de Cuautepec es compleja y hasta cierto punto difusa.
Ciertamente existen costumbres más hegemónicas, como las señaladas en
los apartados anteriores, y referentes históricos definidos que comparte la
parte mayoritaria de la población, que son las que aquí se han marcado como

'Entrevista con la maestra Sofía Viveros, de Barrio Bajo, en mayo de 2009.


204 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

los aspectos identitarios del pueblo antiguo, pero en relación al "pueblo"


nuevo difícilmente se pueden definir:

... sobre todo en la parte de la zona urbanizada con la nueva oleada de los años
ochenta, hay indígenas ñañús, hay varios grupos de Oaxaca, unos son zapotecas
otros son mixtéeos, y bueno, eso también hace que la identidad de Cuautepec
sea tan difusa, es decir: ¿Cuautepec de quién o para quién?61

Ante esta situación, y probablemente por la frecuencia de las influencias


exteriores y el asentamiento de poblaciones de orígenes diversos, en Cuaute-
pec sucede un fenómeno poco común en los pueblos de la ciudad, que es la
baja intensidad de la conflictividad entre los originarios o nativos y los avecin-
dados.62 Ha sido tanta la emigración en las últimas décadas que de algún modo
los originarios se han habituado a la convivencia con otros grupos sociales y
otras culturas sin que esto entrañe un conflicto particular. La convivencia que
se aprecia es tan cordial o tan difícil como la que se da en otros barrios popu-
lares y no parece estar mediada por la circunstancia de ser o no ser nativo. En
términos generales, existe una convivencia pacífica entre los distintos grupos,
etnias y costumbres. En general se ha aceptado la presencia de "los otros",
pues los unen necesidades y problemas que los afectan por igual.
Las fiestas hegemónicas de la zona son, sin duda, las de Barrio Alto y
Barrio Bajo, y éstas convocan a la población en general de Cuautepec; en
tanto que las fiestas de las colonias y de los distintos grupos étnicos o de
provincia, son de carácter más bien local, pero se admite la participación
de la gente de otras colonias o de las zonas centrales, de tal manera que tam-
poco hay conflicto o exclusión en este ámbito.
Otro fenómeno que resulta peculiar en este aspecto de la convivencia
es el del panteón. A diferencia de lo que acontece en la mayor parte de los
pueblos tradicionales de la ciudad, en Cuautepec el panteón ya no es con-
siderado como patrimonio exclusivo de los originarios. Al parecer, por tra-
dición fue exclusivo y estuvo manejado por los originarios, pero desde hace
varias décadas es considerado de orden civil y es administrado por el go-
bierno central:

"Entrevista con Cuauhtemoc Ochoa, originario de Barrio Alto, en mayo de 2008.


62
Esta conflictividad existió en un inicio y existe la percepción entre algunos originarios
de que la llegada de los avencidados cambió el pueblo, sin embargo, no existe una confronta-
ción permanente y profunda.
CUAUTEPEC, GUSTAVO A. MADERO • 205

El panteón tiene una historia muy simpática, digo yo. Me platicaba mi abuelo
que en un principio a los difuntos los sepultaban frente a la iglesia; todavía ahí
hay losas con el nombre de algunos difuntos, pero después vieron que ya no
cabían ahí y seleccionaron el lugar en donde está ahora. Cuando terminaron de
bardearlo dijeron "pues ya, ahora a ver quién lo estrena; a la persona que lo es-
trene le vamos a hacer su fiesta, lo traemos con música, con cohetes e invitamos
a toda la población de Barrio Alto y de Barrio Bajo [...] porque entre los dos barrios
se cooperaron para gestionar el terreno y para bardearlo [...] Y pues que se va
muriendo un señor de Barrio Bajo, y ya luego se supo, en ese tiempo con pocos
habitantes y ante un acontecimiento tan importante, pues dieron a saber que
ese mismo día en la noche se muere un señor de acá de arriba [Barrio Alto], y
entonces se mueren los dos y acordaron las familias que el sepelio fuera a la
misma hora y que los dos entraran al mismo tiempo, y así lo hicieron; y enton-
ces dividieron el terreno, la parte entrando hacia el sur para Barrio Bajo y la
parte del norte para Barrio Alto [...] después fueron aumentando los muertitos,
pero como es un panteón que es del Departamento [del Distrito Federal] nos
llegaban también muertitos de la Villa, muertitos del centro, de todas partes.63

Finalmente, en relación a la convivencia en la diversidad, cabe mencionar


que la existencia de originarios y avecindados, y de distintos grupos sociales y
distintos actores ha mantenido en el aire la pregunta formulada en el testimo-
nio de Cuauhtemoc Ochoa: ¿Cuautepec de quién y para quién! Y se puede
decir que en este aspecto, sí existe cierta conflictividad, dado que ha habido, y
a la fecha se mantiene, un interés primordial de los originarios, o al menos de al-
gunos grupos de éstos, por reclamar y hacer patente su derecho sobre el
territorio y su primacía por la gestión de los espacios considerados como co-
munitarios (espacios públicos). Esto se abordará en el siguiente apartado.
La disputa por el territorio y formas propias de gestión

Acerca de esta temática, es importante reconocer en principio que Cuautepec


es un pueblo en el que subyacen muy escasas formas de organización comuni-
taria y, por tanto, prácticamente no existen autoridades tradicionales recono-
cidas por los originarios y por la población en general. Esto es significativo
porque hay dificultades para el reconocimiento de las autoridades oficiales y
para el ejercicio del poder sobre el territorio y los bienes del pueblo.

'Entrevista con el maestro Rafael Mendoza, de Barrio Alto, en julio de 2009.


206 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

Como en otros pueblos, en éste existieron antes dos figuras que eran re-
conocidas como autoridades por la gente: el juez de paz y el subdelegado. En
el primer caso, se trataba de una persona que llegaba al pueblo nombrado por
los tribunales de la ciudad de México, y que cumplía funciones de interme-
diación entre los vecinos, de solución de problemas de la convivencia en el
pueblo y de asuntos varios relacionados con la vida en la comunidad, incluso
asuntos familiares de desavenencias o violencia interna. El juzgado de paz
estaba ubicado en la plaza Madero de Barrio Bajo y ahí atendía a la gente. En
la memoria de los pobladores esta figura es recordada, hacia los años cin-
cuenta y sesenta como una autoridad:

Un juez de paz era aquí como un notario, pues ellos también tenían hechuras
de documentos que acreditaban propiedades privadas. Había un pleito e iban
con el juez de paz, era la máxima autoridad.64

Sin saber cómo, después de los años sesenta estos jueces desaparecieron
y sus funciones no fueron recuperadas por otro tipo de actor o autoridad. Es
uno de los numerosos cambios que experimentó Cuautepec en la segunda
mitad del siglo xx.
Por otra parte, estaban los subdelegados (hoy directores territoriales), que
eran los intermediarios entre el pueblo y las autoridades delegacionales.
Aunque no se encontraron referencias precisas sobre el procedimiento, se
sabe que estos eran electos por la gente del pueblo, y en ese sentido eran re-
presentantes de éste ante las autoridades. Sus funciones se circunscribían
básicamente a la gestión de necesidades y la atención a los problemas urba-
nos; así como a la realización de los trámites correspondientes.
Esta figura subsiste en Cuautepec, básicamente con las mismas funcio-
nes, sólo que actualmente no se trata de representantes de la población sino
de funcionarios de la Delegación nombrados por el delegado en turno. Exis-
ten tres subdelegados, uno por cada una de las circunscripciones delegacio-
nales, que son las correspondientes a las zonas 8, 9 y 10.
La otra autoridad reconocida en el pueblo ha sido, sin duda, el Comisa-
riado Ejidal, que, como se mencionó antes, ha atendido tradicionalmente de
manera específica la problemática de los ejidatarios, y, durante las últimas
décadas, la situación particular que ha enfrentado el ejido en el pueblo ante
la embestida de las ventas de terrenos, la fragmentación de los ejidos y las
expropiaciones. El Comisariado tiene entre sus funciones la de velar por los
64
Entrevista con el señor Agustín Cedillo, de Barrio Alto, en junio de 2008.
CUAUTEPEC, GUSTAVO A. MADERO • 207

intereses de los ejidatarios, procurar la legalización de su situación, gestionar


los pagos de los terrenos expropiados y la emisión de las escrituras de los
terrenos, además de "ver que se cumpla la ley agraria en este territorio".65
Como autoridad agraria históricamente realizaba las gestiones ante las auto-
ridades correspondientes: Tribunal agrario, Comisión de Regularización de
la Tenencia de la Tierra (CORET), Comisión de Recursos Naturales (CORENA), la
Delegación, etcétera; sin embargo, en las últimas décadas el Comisariado ha
perdido presencia social y económica. Por este motivo se mantiene única-
mente como un referente de identidad de los originarios, pero sin capacidad
real de interlocución de la población en general.
En este marco, hacia los años ochenta, afloró un nuevo actor en Cuaute-
pec que de alguna manera se ha asumido también como autoridad y ha rea-
lizado diversas acciones orientadas a disputar a las autoridades oficiales y a
los líderes del Partido Revolucionario Institucional (y actualmente también
con algunos del PRD), el territorio y algunos bienes públicos del pueblo. Se
trata de la organización de originarios que se ha mencionado reiteradamente:
la Alianza Democrática ciudadana Cuautepec Siglo xxi, la cual ha asumido
un papel protagónico en las últimas décadas y ha tenido como iniciativa la
"expropiación" y la gestión de algunos inmuebles y espacios públicos, a
nombre de la comunidad.
Se trata de una organización singular que conjunta su carácter de "origi-
naria" con el de una agrupación "de izquierda", que tiene su origen en el
movimiento democrático generado en torno a Cuauhtemoc Cárdenas en
1988. En tanto originarios y gente de izquierda los miembros de esta organi-
zación han asumido la misión de recuperar para el pueblo lo que le pertene-
ce por derecho propio: su territorio, sus bienes públicos, su tradición y su
cultura y también su autoridad. La decisión que dio lugar a estas iniciativas
acontece en una coyuntura particular:

CORET (la Comisión de Regularización de la Tenencia de la Tierra) llega aquí


porque en 1988 todo lo que era la base priista de las organizaciones vecinales,
pasan a formar parte del Frente Democrático Nacional; entonces, con algunas
gentes que veníamos de la izquierda formamos un movimiento muy fuerte en
Cuautepec, a través de la candidatura del ingeniero Cuauhtemoc Cárdenas, y
ganamos la Asamblea de Representantes, la diputación federal, que era de las
primeras que se ganaba; se gana por voto directo, se le gana a Salinas de Gortari

65
Entrevista con la señora Leonila Tinoco, en ese tiempo Comisaria Ejidal de Cuautepec,
y la primera mujer en detentar el cargo, en mayo de 2008.
208 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

[...] Entonces como ve Salinas que esta es una zona contraria al PRI, contraria a
su gobiemo[...] decide traer programas clientelares, como es la regulación de la
tenencia de la tierra, entonces entra CORET a través del gobierno de Camacho
Solís, del Departamento del Distrito Federal; entonces CORET toma en sus ma-
nos una serie de terrenos y de instalaciones de Cuautepec para poner sus ofici-
nas, una en la hoy Casa del Pueblo, otra fue un terreno que está en la bajada del
Cerrito y otra fue un terreno en la Brecha. Bueno, [ante esto] un día en la noche
hicimos una asamblea, una serie de gentes nativas de aquí, con algunos donati-
vos, y decidimos retomar lo que era nuestro, que era de Cuautepec, del pueblo
de Cuautepec [...] En esta situación decidimos dos cosas: uno, crear un Comité de
Defensa de Cuautepec, como su nombre lo dice, íbamos a defender Cuautepec,
¿de qué? Una, del embate salmista y del embate camachista del Distrito Federal,
y, otra, de la situación de Antorcha [Popular] que le habían dado rienda suelta
para invadir zonas ecológicas de aquí y tres proyectos de vivienda para atraer
muchos clientes, ¿no? Y tres, más militantes,- en esa asamblea [...] como prime-
ra medida que tomamos junto con un grupo de ejidatarios, fue retomar el terre-
no del Cerrito, que perteneció a un ejidatario de Cuautepec; desalojamos a CORET,
sacamos sus cosas y las echamos a la calle y tomamos posesión del terreno
[...]Luego, fuimos a la Brecha y se tomó el terreno, actualmente por ahí hay un
proyecto de un centro comunitario; y la última medida fue desalojar lo que es la
Casa del Pueblo, y esa sí la tomamos en físico, tomamos posesión de ella los
nativos y después vino la otra medida de desalojar a los líderes del PRI que tenían
controlado el comercio informal en el jardín Hidalgo; fueron las medidas que se
hicieron. Y por eso pues ya del 89 para acá es que tenemos la Casa del Pue-
blo.66

Este testimonio da pie para precisar algunas cuestiones importantes:

1) En este pueblo sí existen aún formas propias de gestión y apropiación del


territorio y de los bienes públicos por la población originaria.
2) Estas formas de apropiación se han llevado a cabo en nombre del derecho
propio de los originarios al acceso y control de estos recursos, pero también
en el marco de una disputa política.
3) Como ocurre en otros pueblos y en otras zonas de la ciudad de México, la
disputa por el territorio y los bienes públicos no se da únicamente en rela-
ción con los avecindados, sino que entran en juego otros actores relevantes

66
Entrevista con Pablo Peña, de Barrio Alto y miembro de la Alianza Democrática ciuda-
dana Cuautepec Siglo xxr, en octubre de 2007.
CUAUTEPEC, GUSTAVO A. MADERO • 209

como son los partidos políticos, los comerciantes, algunas organizaciones


sociales, las constructoras y el propio gobierno del Distrito Federal.
4) Tanto las organizaciones de nativos como los partidos y el gobierno desarrollan
prácticas clientelares y corporativas para el acceso y uso de los recursos de la
zona.
5) Debido a este tipo de procesos, y después de haber sido bastión del PRI,
Cuautepec ha sido en las últimas décadas una zona muy politizada, con un
perfil mayoritariamente de izquierda y, desde el punto de vista partidista,
afín al PRD.67

Es importante mencionar, sin embargo, que este tipo de prácticas de admi-


nistración y gestión de los bienes públicos por parte de esta organización de
originarios no cuenta con el consenso del conjunto de los nativos del pueblo
antiguo; para algunas familias este manejo representa un atropello para la
comunidad, debido a que espacios públicos como el atrio de la Preciosa Sangre
de Cristo, el Jardín Hidalgo y la Casa del Pueblo no cumplen funciones para
todos sino solamente las que decide la Alianza Democrática. El atrio es actual-
mente un estacionamiento, el Jardín Hidalgo es sede de comerciantes infor-
males ligados a la Alianza y en la Casa del Pueblo se llevan a cabo únicamen-
te actividades asignadas por esta organización. Sin embargo, hay que decir, que
no ha habido a la fecha otra organización interesada en administrar estos es-
pacios y que dispute por tanto la gestión de la Alianza.
La gestión y la representación

Otra dimensión de la dinámica de la vida cotidiana de Cuautepec ha sido la


correspondiente a la gestión que como pueblo y como zona ampliada se ha
realizado en función de las demandas y necesidades de la población,- así como
las formas de organización y representación que los pobladores han instru-
mentado para tal efecto. Tanto la dinámica como las modalidades han cam-
biado con el paso del tiempo y en muchos casos se han ido adaptando a las
opciones organizativas que les ha ofrecido el mundo institucional, ya sea
central, delegacional o partidario.
Como se ha observado, este pueblo ha contado históricamente con esca-
sas formas de organización comunitaria, y la mayor parte de éstas se ha
concentrado en el ámbito festivo y religioso. De aquí que la organización
para los asuntos de la gestión se encuentre más emparentada con una orga-
67
Esto no implica que no existan actualmente otras organizaciones afines al PRI que con-
tinúan disputando el territorio en la zona.
210 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

nización de tipo "vecinal" o "barrial" que comunitaria. Este tipo de organiza-


ciones tiene su trayectoria en la historia reciente de Cuautepec y, debido a
las múltiples necesidades del pueblo en transformación, ha sido una trayec-
toria relevante por los bienes conseguidos.
La organización vecinal ha estado históricamente ligada a la población
originaria o a los antiguos habitantes; sin embargo, en tiempos más recien-
tes, ha emergido también en las colonias nuevas y ha estado dirigida por
población avecindada. Por las características territoriales, de aislamiento y
escaso desarrollo urbano en el contexto de la ciudad de México, el menú de
necesidades de la población de esta zona ha sido muy nutrido desde hace
varias décadas. Desde los servicios más elementales como el agua y el drena-
je hasta los más desarrollados como la educación, la vialidad y la seguridad
han formado parte de las demandas en cuestión:

Bueno, nosotros fuimos formadores porque no había organización aquí [...] Nos
organizamos porque llegamos a Cuautepec sin nada, ni agua, ni drenaje, ni pa-
vimento, ni calles, ni transporte, ¡nada! Había carros de transporte, uno o dos,
que hacían servicio de aquí a la Villa, pero solamente medio los tenía la parte
céntrica, lo demás nada [...] nos dimos a la tarea de hacer un programa, muy
analfabetas pero hicimos un programa [...] En el sesenta completamos el progra-
ma pero chocábamos con una situación muy grande: en la Gustavo A. Madero
los empleados ponían "Cuautepec, Estado de México", imagínese, entonces fue
una situación muy dura porque no se sabía ni dónde estaba Cuautepec. No apa-
recía ni en la Guía Roji [...] y entonces nos dimos a la tarea de hacer un plano
de Cuautepec; este plano lo hizo el doctor Maya, un general retirado muy en-
trón,- él nos hizo el primer pianito desde un punto de vista general del Distrito
Federal y entonces con ese nos movíamos.68

Las primeras organizaciones vecinales surgieron en la década de los se-


senta y fueron muy versátiles, adaptándose a las características de la admi-
nistración pública y realizando muchas veces gestiones directas con las au-
toridades y los representantes en turno; ya sea con el Departamento del
Distrito Federal, con la delegación Gustavo A. Madero o con los diputados.
Se trataba de organizaciones que pretendieron mantenerse independientes
pero que en algunos momentos entraron a las estructuras partidarias o cor-
porativas para tener acceso a la gestión.

68
Entrevista con el señor Miguel Ochoa, avecindado de Barrio Alto, con 50 años de vivir
en el pueblo; en abril de 2008.
CUAUTEPEC, GUSTAVO A. MADERO • 211

Uno de los grupos más activos proviene de un conocido "Club 14-20",


que se formó en 1960, en el que participaban de manera voluntaria tanto
originarios como avecindados que originalmente tuvo un sentido más bien
cultural, pero que contaba con gente con mucha iniciativa y con interés por
mejorar las condiciones de vida de sus familias y del pueblo en general. De
esta organización emergieron otras, que fueron integrándose con presidentes
de distintas colonias con numerosos problemas, como Zona Escolar, La Pas-
tora, Benito Juárez, Castillo Chico, El Tepetatal, El Carmen, La Forestal, La
Casilda, entre otras.
Hacia finales de los sesenta estas organizaciones se articularon con la
estructura delegacional a través de figuras institucionalizadas como el "Co-
mité de Mejoramiento Moral, Cívico y Material de Cuautepec", que funcio-
nó más bien en Barrio Alto. Y más adelante la organización vecinal también
se articuló con la estructura del PRI, a través de la Confederación Nacional de
Organizaciones Populares, formando el "Primer Comité Regional de la Gus-
tavo A. Madero". Las organizaciones agrupadas en torno a estas estructuras
fueron modificando sus estrategias de gestión y cambiando también sus es-
pacios de actuación y sus interlocutores. Cuando se dio la escisión del PRI a
finales de los ochenta, la mayor parte de las agrupaciones emigró al FDN y
posteriormente al PRD.
En este trayecto, se fueron gestionando para Cuautepec servicios básicos
como el agua, el teléfono, el correo, el transporte, el drenaje y las vialidades,
además de asuntos varios relacionados con la legalización de las formas de
propiedad:

Pues estuvimos en un principio, como en el 75 u 80, exigiendo los servicios,


inclusive yo recuerdo que cuando llegamos a vivir aquí teníamos una sola toma
de agua para toda la colonia, en la colonia Zona Escolar. Posteriormente hubo
necesidad de organizarse con los vecinos para colocar tuberías y tener una toma
por calle, una toma por manzana; posteriormente para poner agua potable en
todas las casas, la pavimentación, el drenaje, luego unirse a agrupaciones como
era el movimiento proletario independiente para exigir el cableado de las líneas
telefónicas. Los servicios que entraban a la comunidad eran pagados por todos
los colonos; en Zona Escolar nos tocó pagar coladeras, drenaje, banquetas, ca-
bleado, todo...69

69
Entrevista con la maestra Rosario Segundo, avecindada de la colonia Zona Escolar, en
octubre de 2009.
212 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

El desarrollo y la urbanización de Cuautepec, como ha sucedido en numero-


sas colonias populares, ha sido producto principalmente de la labor de las orga-
nizaciones vecinales. En muy pocos casos ésta ha derivado de la iniciativa guber-
namental. Existe entre la población local un importante aprendizaje con relación
a la necesidad de la organización vecinal para el logro de los bienes comunita-
rios, y ha sido por esta vía que se han conseguido la mayor parte de los beneficios
de los que actualmente goza la zona. Para ello, se han ensayado diversos tipos de
liderazgos y modalidades de organización, adaptándose en ocasiones a la oferta
gubernamental y al sistema corporativo, pero constituyendo a veces también
agrupaciones propias, independientes de las instituciones:

... yo creo que hubo una etapa en la que los representantes de las colonias tuvie-
ron una gran labor, entre los setenta y los ochenta porque yo recuerdo que cuan-
do llegué todo era magueyes, sembradíos y demás. Cuando los ejidatarios em-
piezan a ver que se está poblando la zona entonces trataron de regularizarse.
Pero en eso los representantes de las colonias tuvieron un papel muy fuerte[...]
En realidad eran gente que estaba en el gobierno priista; entraban a trabajar para
el PRI, entraban como gestores, pero en muchos casos trabajaban también para la
comunidad. Era a través del sistema corporativo que ellos fueron dando a
la comunidad los recursos que necesitaba [...] Esto ocurrió en la mayor parte de
las colonias.70

En la época priista se aprovecharon las instancias abiertas por el partido


oficial; cuando surgió el PRD, numerosas organizaciones se acogieron a este
partido y los vecinos de la mayor parte de las colonias se adscribieron a las
asambleas vecinales y a los programas que emergieron del gobierno de López
Obrador. Sin embargo, permanecieron algunas asociaciones independientes
que, sin estar en pugna con el gobierno perredista, desarrollaron sus estrate-
gias de gestión por fuera de sus contornos.
A través de las agrupaciones independientes se llevó a cabo en los años
noventa la gestión de una clínica IMSS, la número 49, cerca de El Arbolillo, sin
ninguna adscripción política formal. Fue producto de una organización local
de jubilados y pensionados y de la Asamblea Cívica de Colonias y Unidades
Habitacionales del Norte del Distrito Federal. Esta última organización fue
"autónoma, autonombrada y no institucionalizada", y todavía existe,- su obje-
tivo ha sido "mantener viva la organización vecinal en Cuautepec". 71

70
Idem.
71
Entrevista con el señor Miguel Ochoa, de Cuautepec Barrio Alto, en diciembre de 2009.
CUAUTEPEC, GUSTAVO A. MADERO • 213

Entonces formamos una organización que se llamaba "Asamblea cívica de colo-


nias" que ha tenido por objetivo traer los servicios a Cuautepec. Ahora, por
ejemplo, acabamos de lograr un servicio social, que no es cualquier cosa: una
clínica de salud, que fue un trabajo de 10 años, pero que no se dejó y no se dejó.
Siendo simpatizantes perredistas y lograr una cosa así, para nosotros fue un
triunfo. Teníamos que ser de dos caras. El que llevaba todo este trabajo era un ser-
vidor. Yo llegaba después de trabajar y andaba en reuniones todavía a las 9, 10 y
11 de la noche en los cerros, pero no me daba miedo, andaba organizando a la
gente para esta gestión [...] Esta organización todavía existe, el día que yo me
muera se acaba.72

A pesar de que la organización vecinal en Cuautepec ha estado frecuen-


temente ligada a las instancias oficiales y partidarias, el caso de los Comités
Vecinales no prosperó. Éstos fueron electos e instalados en las distintas Uni-
dades Territoriales, pero no lograron arraigar en la población, de tal manera
que no han fungido como instancias de representación de la población. La
gestión y la representación en Cuautepec continúa llevándose a cabo de ma-
nera fragmentada,- en ocasiones por vías institucionalizadas como los parti-
dos políticos, los diputados locales, las asambleas vecinales y los programas
gubernamentales; en otros casos a través de organizaciones independientes
o de gestores particulares.
Como en otros pueblos, existen las instancias conocidas como Direccio-
nes Territoriales, que, como se mencionó antes, cumplen una función de
intermediación para la gestión entre la población y el gobierno delegacional;
pero se trata de instancias institucionales, que tienen al frente a funciona-
rios designados por la Delegación y que no son, por ello, representantes de la
gente. No existe, como en otros pueblos, la figura del Coordinador de Enlace
Territorial, que formalmente es un funcionario delegacional pero que en nu-
merosos casos es electo por la comunidad y cumple por ello auténticas fun-
ciones de representación. De este modo, la representación en Cuautepec es
muy precaria.
Para concluir este aspecto, hay que decir que en esta zona existen, pese a
todo, numerosas formas de organización; las cuales, en términos generales,
trabajan en la gestión de intereses particulares de grupo y responden a lógi-
cas propias. Son muy escasas las organizaciones que se han constituido con
un carácter más comunitario y que estén interesadas en la gestión de las

entrevista con el señor Miguel Ochoa, de Cuautepec Barrio Alto, en abril de 2008.
214 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

necesidades del pueblo antiguo o de la población general de la zona.73 Entre


estas últimas podemos reconocer el trabajo de la Alianza Democrática ciu-
dadana Cuautepec Siglo xxi y la Asamblea Cívica de Colonias.
Algunas otras agrupaciones de la zona son: Molineros y tortilleras de
Cuautepec, Organización de taxistas piratas y legalizados, Organización
de microbuseros de las rutas 18 y 88, Comité de Defensa de Cuautepec,
Frente ciudadano, Alianza de Organizaciones Sociales, Cuautepec en Mar-
cha, Alianza de Barrios de Cuautepec, Unión de Colonias Populares, Antorcha
Popular, Frente Popular Francisco Villa, y algunas organizaciones deportivas,
religiosas y de la tercera edad.

REFLEXIÓN FINAL

Las peculiaridades actuales que definen a Cuautepec y los rasgos de su evo-


lución histórica y urbana de las últimas décadas han hecho de ésta una zona
difícil de definir. En efecto, las cualidades de "pueblo" se han desdibujado y
tienden cada vez más a diluirse; la apariencia física de la zona y su dinámica
de vida cotidiana se parecen más en estos tiempos a las de un área popular
urbana y, en cierto modo, una zona semi marginal de la ciudad que a un
pueblo urbano; las actividades económicas del pueblo antiguo vinculadas al
trabajo de la tierra y a la ganadería se han disminuido drásticamente, y la
propia tierra cultivable se ha reducido a su mínima expresión.
Cuautepec ha sido objeto de algunos de los cambios más dramáticos que
han experimentado las zonas periféricas de la ciudad de México a partir de la
segunda mitad del siglo xx: alta densidad poblacional, fuertes migraciones,
proliferación de poblamientos populares, irregularidad urbana y de tenencia
de la tierra, carencia de servicios básicos y fuertes problemas de vialidad,
sanidad y seguridad. A esto se añade que se trata de una zona, desde los
tiempos de la hegemonía del PRI, muy politizada, cuyo territorio y capital
político han estado en disputa por distintos partidos políticos, grupos de
interés y agrupaciones sociales; de tal manera que ha estado marcada por
una fuerte presión de intereses poblacionales, políticos, económicos y hasta
culturales (religiosos).
En este marco, es relevante que sobrevivan identidades, vínculos, tradi-
ciones y costumbres de un pueblo antiguo que perteneció siempre a este

73
Esto se ha debido en gran medida a la diversidad de intereses de la población y de los
grupos existentes.
CUAUTEPEC, GUSTAVO A. MADERO • 215

territorio y cuyos herederos mantienen el interés por conservar y hacer valer.


Es un asentamiento complejo y en cierta medida "en transición", que con-
serva aspectos identificables de pueblo y al mismo tiempo posee un claro
perfil urbano popular. En él es posible encontrar formas peculiares de vivir
en espacio/tiempo, de apropiarse del territorio y de un interés manifiesto por
imprimirle su sello y asegurar que permanezca bajo su custodia, aun a pesar
de que la tierra ejidal prácticamente ha desaparecido y el territorio común se
circunscribe a las plazas centrales, los espacios públicos y las calles aledañas.
En este sentido, la disputa de los originarios por el territorio es intensa y
posee aún la pretensión de otorgar a éste una cierta orientación comunitaria,
como ámbito de pertenencia de quienes comparten una historia y han habi-
tado en ese lugar por generaciones y generaciones.
También permanece aquí una manera peculiar de vivir el tiempo, princi-
palmente el tiempo largo, los ciclos anuales que se traducen en la periodici-
dad de las actividades festivas y religiosas. Más allá de la dinámica de vida
cotidiana impuesta por la integración a la dinámica urbana, los habitantes
de este pueblo mantienen la referencia de un tiempo circular, que se renueva
año con año a través de los rituales cívicos y religiosos, a los que dan vida las
organizaciones comunitarias.
Mediante estas vivencias y la recreación de festividades y actividades
comunitarias es que se afirma y confirma la identidad de los que aquí habi-
tan. En la población originaria existe una memoria del antes, del ayer y del
pasado común, que alimenta las prácticas contemporáneas y les da sentido.
A pesar de las modificaciones que han experimentado las fiestas y las cele-
braciones, la adoración de las deidades principales: el Cristo Sangrante y la
Señora del Carmen significa la continuidad en esa experiencia y el punto de
comunión entre estos pobladores; así como la repetición anual de las fiestas
religiosas y la referencia permanente de los geosímbolos (como el cerro del
Chiquihuite y la Sierra de Guadalupe) que han estado ahí desde que los ha-
bitantes tienen memoria de los orígenes del pueblo. De tal manera que, aun
inmersos en la vida urbana y alternando su cotidianidad con numerosas etnias
y culturas fuereñas, la identidad permanece y se recrea.
De forma paralela se vive también la pertenecía a la ciudad, la conciencia
de ser pueblo, pero igualmente parte de la ciudad; y esto es así debido en gran
medida al acelerado proceso de urbanización de la zona de Cuautepec que
integró virtualmente el pueblo a la ciudad y le confirió nuevas características
urbanas. Sin embargo, existe la percepción de ser una parte abandonada y
descuidada por el gobierno tanto delegacional como central, que no ha sido
atendida e incorporada como otras zonas de la ciudad. En este sentido la
216 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

pertenencia a la ciudadanía capitalina es algo que se vive como conflictivo y


que se ha convertido en un reclamo permanente de los habitantes de Cuau-
tepec. A éstos les ha costado mucho trabajo llamar la atención de las autori-
dades capitalinas y ser objeto de consulta e interés por parte de éstas. Es un
pueblo que durante el siglo xx, después de la revolución, tuvo que organizar-
se de manera expresa y movilizarse permanentemente para obtener servicios
y ser escuchado por las autoridades; de ahí que el reclamo de reconocimien-
to haya sido una demanda siempre presente. No obstante, también ha sido
un pueblo muy activo y participativo en la vida política del Distrito Federal,
particularmente en las décadas recientes, cuando se ha hecho partícipe de
los cambios políticos recientes.
Por todo lo anterior, en el desarrollo reciente de Cuautepec no se trata de
una lucha frontal entre modernidad y tradición, sino de ser tomado en cuen-
ta como parte de la sociedad capitalina y de tener acceso a sus beneficios; de
igual manera, se trata de mantener lo propio: la tierra, los espacios comuni-
tarios, las tradiciones y la memoria, en el seno de la avalancha urbanizadora
y homogeneizadora que tiende a borrar identidades y patrimonios. Esto no
ocurre únicamente con la población originaria sino también con algunos
grupos de avecindados que se han apropiado del lugar y están interesados en
preservarlo.
En esta perspectiva, el proceso de Cuautepec es sin duda importante y atrac-
tivo, además de sugerente y revelador en relación con la complejidad de la inte-
gración de los procesos culturales y populares particulares a la vida de la ciudad.
Entre otras cuestiones importantes, pone de relieve la necesidad de instancias y
espacios de intermediación entre estas poblaciones y las autoridades delegado-
nales y del gobierno central, con facultades reconocidas, capaces de gestionar las
necesidades propias de estas poblaciones y trabajar en la conservación de su
patrimonio.

BIBLIOGRAFÍA

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Capítulo 5

SANTA MARÍA AZTAHUACÁN, IZTAPALAPA

IVÁN GOMEZCÉSAR HERNÁNDEZ

S anta. María Aztahuacán, de aztatl (garza), hua (posesivo) y can (locati-


vo), significa "lugar de los que poseen garzas" o "lugar de garzas". Es un
pueblo de origen prehispánico que se mantuvo merced a sus chinam-
pas y a los productos de la laguna hasta mediados del siglo xx y que ha logra-
do adaptarse a una de las zonas urbanas más densas en la ciudad de México,
tanto por la concentración de la población, como de los problemas derivados
de este crecimiento: la delegación Iztapalapa. Es, pues, un sobreviviente de
un largo y complejo proceso. Las presentes notas buscan dar cuenta de esa
historia y mostrar algunas de sus particularidades.

VIVIR EN IZTAPALAPA

Santa María Aztahuacán está ubicada en la delegación de Iztapalapa que,


con 1,820,888 habitantes (conteo de 2005), es la más poblada de la ciudad
de México (concentra 20.9 por ciento del total de sus habitantes) y el muni-
cipio más grande en este sentido de todo el país, pero también es una de las
zonas urbanas con mayores conflictos.
La ubicación de Iztapalapa, que forma parte del oriente del Distrito Fede-
ral, permite apreciar su condición de espacio de frontera: colinda hacia el sur
con Tláhuac y Xochimilco, región en que aún subsisten pueblos chinampe-
ros, de los que otrora formó parte. En cambio, al poniente colinda con dos
delegaciones de capas medias y altas: Coyoacán y Benito Juárez. De hecho,
el cambio comienza en las zonas territoriales de Churubusco y Granjas, que

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2 2 0 • IVAN GOMEZCÉSAR HERNÁNDEZ

poseen los niveles de desarrollo más elevados y son las más occidentales de
la propia Iztapalapa.
En cambio, el camino hacia el oriente y el norte es donde se concentran
los problemas de pobreza y desigualdad y se continúan naturalmente hacia los
municipios de Nezahualcóyotl, La Paz y Chalco Solidaridad, en el Estado
de México. Más adelante, en esa misma dirección, están Chimalhuacán
y Chalco, que también han seguido un crecimiento poblacional acelerado y
caótico.
El primer dato a resaltar de Iztapalapa es, por supuesto, la concentración
poblacional. Es la delegación o municipio más poblado del país, aunque segui-
do de cerca por Ecatepec, en el Estado de México. En el año 2000 representó,
según Conapo, la suma de los 1,849 municipios menos poblados del país.
Pero es la zona oriente de la delegación donde se condensan los proble-
mas. Un análisis sociodemográfico arroja que allí se presentan las siguientes
características:

• Es la región en que residen el mayor número de inmigrantes a la ciu-


dad de México: entre 23 y 49 por ciento en las diferentes AGEB que
conforman la región.
SANTA MARÍA AZTAHUACÁN, IZTAPALAPA • 221

• Es la que concentra la población más joven: entre 50 y 60 por ciento


tienen menos de 24 años.
• No asisten a la escuela 25 por ciento de los niños entre 6 y 14 años;
esto en la delegación que tiene el mayor analfabetismo del Distrito
Federal (24 por ciento del total).
• Es donde existen, junto con la zona territorial de Tezonco, los más
bajos ingresos promedio, en una delegación de por sí pobre: 53.5 por
ciento recibe dos salarios mínimos o menos, y 74 por ciento tiene que
vivir con tres salarios mínimos (Arango, 2010).

Estos datos permiten tener una idea del contexto en el que se desenvuel-
ven los pueblos originarios asentados en el oriente de Iztapalapa y dan la
medida de las dificultades que han tenido que sortear. Para ello es menester
hablar de los orígenes, cuando Iztapalapa no era sinónimo de índices de delin-
cuencia o de rezago social, sino la referencia obligada era la península.

LA PENÍNSULA DE IZTAPALAPA

Para un habitante actual de la ciudad de México no es fácil imaginar a Izta-


palapa como una península, pero eso fue durante mucho tiempo: un brazo
de tierra que dividía por el lado sur al gran lago del valle de México. Una
pequeña serranía, la sierra de Santa Catarina le daba vida y terminaba en el
Huizachtépetl, conocido ahora como Cerro de la Estrella.
La península durante una época del año solía ser inundada por la cre-
ciente del lago y quedaba dividida en dos: el lado más occidental, donde se
localizaban los importantes poblados de Iztapalapa, Mexicaltzingo y Cul-
huacán, y el lado oriental, donde se encontraba Aztahuacán y un grupo de
pueblos de los que nos ocuparemos a continuación.
Es importante destacar una característica básica de la región: el lago te-
nía una parte salada -el lago de Texcoco-, ubicado hacia el norte de la penín-
sula, y la parte de agua dulce -el lago de Xochimilco- localizado en el sur.
Existía una gran obra conocida como el albarradón que comenzaba en Izta-
palapa y terminaba en Atzacoalco que separaba y buscaba controlar el movi-
miento de ambos tipos de aguas.
De la circunstancia geográfica se desprende una característica básica de
los pueblos del oriente de la península de Iztapalapa: eran pueblos ribereños
de la parte salada del lago. Esto los distinguía tanto de los que estaban ubi-
cados en la otra parte de la península, que son los mencionados Iztapalapa,
222•IVANGOMEZCÉSARHERNÁNDEZ

Mexicaltzingo y Culhuacán, como de los que estaban, del lado sur de la sierra,
como Tezonco y Tlaltenco, en el lago de Xochimilco (mapa 1).

Los pueblos del oriente de Iztapalapa, todos ellos con documentación


que avala su existencia desde el México antiguo son, en el orden en que se
encuentran de poniente a oriente: Santa Cruz Meyehualco, Santa María
Aztahuacán, San Sebastián Tecoloxtitlán, Santa Martha Acatitla y Santiago
Acahualtepec. Cabe aclarar que uno de ellos, Tecoloxtitlán, fue considerado
hasta hace apenas unas décadas un barrio del pueblo de Acatitla.
Los cinco pueblos conforman una región bien delimitada, en tanto com-
parten una misma zona geográfica, que fue la costa norte del oriente de la
península de Iztapalapa: son los pueblos de la parte salada del lago. Pese a
que tenían diferencias en cuanto a su vocación productiva artesanal o co-
mercial, todos ellos tenían en la agricultura chinampera una base funda-
mental de su economía, así como en la caza y la pesca en el lago.
Es de destacarse que, hasta fechas muy recientes, Aztahuacán jugó mu-
chas veces el papel de pueblo principal de este conjunto de pueblos. Su im-
portancia se confirma por las menciones que existen en diversos documen-
tos. En el Códice Xólotl se identifica con un jeroglífico que muestra una
garza parada sobre un monte de donde brota agua y en el Códice Aubin sola-
mente con la figura de la garza. Chimalpain señala que en el siglo XII Azta-
SANTA MARÍA AZTAHUACÁN, IZTAPALAPA • 223

huacán limitaba con Chalco Amaquemecan, lo que indica que tenía una
considerable área de influencia.1
Pero la mención más detallada aparece en el Códice Iztapalapa, un docu-
mento de finales del siglo XVII. María Raquel Crespo, quien ha estudiado
este códice, señala que

Resalta la importancia jurídica que Santa María Aztahuacán tenía en el mo-


mento de la realización del códice. Observamos lo anterior porque el tlacuilo
dibujó su tecpancalli -casa de justicia- y a dos personajes históricos del manus-
crito, a quienes se da un tratamiento de muchísimo respeto: aztacahuacanecat-
zitzin: "los muy respetados aztahuacanos". Más adelante se vuelve a hacer én-
fasis en la nobleza aztahuacana: totecuyohuan pipilti altepehuaque
aztapahuacaneca "nuestros nobles señores naturales aztahuacanos".
Las tierras de Santa María Aztahuacán consignadas en el Códice Iztapalapa
pertenecían a los naturales de Aztahuacán únicamente. No se generaliza la pro-
piedad de la tierra, como en otros sitios, a tlaltepehuaque o ymaxca altepehuan-
que, sino que se especifica tlalaztahuacaneca -tierra de aztehuacanos-. Este es
otro elemento más que indica la importancia de este pueblo [...]2

Los nombres de los nobles aztahuacanos eran To Petólo Tayatzin y Ton


Pelaltino Te Xante Malia Xilomatzin, o sea: don Pedro Tayatzin y don Ber-
nardino de Santa María Xilomatzin. 3
Durante la mayor parte de la colonia, Aztahuacán, referido en los docu-
mentos como Ixtahuacan, fue estancia de Tenochtitlan, lo mismo que otros
pueblos chinamperos. Su economía dependía de la agricultura, de la pesca y
de la caza de patos y otros animales de la laguna.
El modelo de organización de parcialidades y estancias, especialmente las
que se encontraban distantes, fueron gradualmente abandonadas, de tal forma que
muchos pueblos del sur de la cuenca, entre ellos Aztahuacán, fueron transfe-
ridos a la jurisdicción de Mexicaltzingo al final de la Colonia.4
La existencia de una base económica propia permitió que los pueblos
chinampanecos del sur de la cuenca gozaran de una cierta autonomía de
jacto. El control económico indígena incluía la ruta de canoas a través de los

'Grupo Cultural Ollin, Aztahuacán ayer y hoy, 2007, pp. 15-16.


2
María Crespo, El códice de Iztapalapa, citado por Tenorio Castillo, 2010, p. 20.
3
Grupo Cultural Ollin, op. cit., p. 18.
"Charles Gibson, Los aztecas bajo el domio español, 1519-1810, 2000, pp. 318 y 384.
224•IVANGOMEZCÉSARHERNÁNDEZ

lagos de Chalco y Xochimilco, que penetraba hasta el centro de la ciudad por


la acequia real y terminaba cerca de la plaza principal.5
Además, tal como lo argumenta Gibson, la política colonial permitió el
surgimiento de gobiernos propios, si bien limitados al nivel de cabecera. Esto
es, los españoles desarticularon las estructuras de poder más amplias, pero les
resultó útil establecer su control sobre la base de contar con gobiernos locales que
les garantizaran sus principales intereses: la organización de la mano de obra,
la producción y el abasto de alimentos a las poblaciones españolas, el pago de
los tributos y el avance de la evangelization, entre otros.
Lo anterior explica la elección de funcionarios propios y la existencia de
prácticas en esos pueblos que seguían el modelo del gobierno municipal es-
pañol, pero en las que también está presente la lógica indígena del altépetl.
Según Lockhard, las encomiendas, las parroquias rurales y las municipalida-
des, fueron construidas sobre los altépetl ya existentes. Se trata de un modo
celular o modular: partes relativamente separadas y autónomas [calpulli-cal-
putin), que constituían el todo, cuya unidad consistía en el número y dispo-
sición de esas partes, su relación idéntica con respecto a un punto de referen-
cia común, y su rotación ordenada, cíclica. Sobre esa base se creaban grandes
unidades.
Requerían un territorio, un conjunto de partes constitutivas cada una con
su nombre propio (calpulli) y un gobernante dinástico [Üatoani), así como un
templo (recinto del dios étnico especial) y un mercado. Cada calpulli debía
tener dioses particulares, nombres asociados a rasgos geográficos o a filiacio-
nes étnicas y jefes. Los calpultin serían desdoblamientos poblacionales y tam-
bién grupos externos aceptados. Serían microcosmos del altépetl, que a su vez
se dividían en secciones o distritos, cada uno de los cuales tenía un líder res-
ponsable de la asignación de tierras, de los impuestos y otras actividades. Los
calpultin contribuían a las obligaciones comunes del altépetl.
Un conjunto de altépetl, dispuestos numéricamente y, de ser posible,
simétricamente, iguales y separados y, no obstante su igualdad, jerarquiza-
dos en orden de procedencia y rotación, constituía el estado más grande, al
que también se consideraba un altépetl. Los altépetl reforzaban sus lazos
mediante alianzas matrimoniales. Esto explica la gran plasticidad del altépetl.
Podía crecer naturalmente o por absorción de inmigrantes, o por lo contra-
rio, que se redujera de tamaño y alcance.
Los españoles no se enfrentaron a un "imperio" unificado. Subsistían los
altépetl dispuestos a negociar con conciencia histórica y deseos de mantener
5
Ibidem,p. 371.
SANTA MARÍA AZTAHUACÁN, IZTAPALAPA • 225

sus fortalezas. Buscaron liberarse de las cargas impositivas a que estaban


sujetos, por lo que, desmoronada la Triple Alianza, el camino era negociar
con los altépetl. Se sucedió la fragmentación: la gran diversidad de pequeñas
etnias. El modelo de los calpultin se reproducía hasta el plano de la familia
ampliada.6
Como señala Guarisco, en el periodo colonial, los pueblos indios del
valle de México se fincaron como una agrupación de familias, alrededor de
un territorio en el que la ciudadanía se adquiría cuando el hombre formaba
una familia. Al casarse, los indios de un pueblo adquirían tierra de reparti-
miento para el sustento de su familia y, junto a ello, los derechos políticos
potenciales para ser electo para un cargo dentro de la República de Indios, lo
que iba aparejado con una serie de obligaciones frente a la iglesia, y frente a
los gobernantes. Las primeras consistían, sobre todo, en la cesión de trabajo
y dinero excedentario para las actividades culturales.
Las leyes preservaron el carácter excluyente de los gobiernos indios al
prohibir que cualquier español, mestizo o mulato, participara de ellos. Fue-
ron principalmente dos los derechos básicos de estos pueblos: contar con
tierras y aguas suficientes para su subsistencia y el derecho a tener un tribu-
nal capaz de administrar justicia.
Importa destacar las atribuciones de las autoridades indígenas, porque va
a existir una notable continuidad de varias de ellas a través del tiempo: te-
nían autoridad en materia de justicia interna en sus pueblos en asuntos
menores; actuaban también como jueces agrarios, encargados de vigilar y
distribuir la tierra; organizaban los trabajos colectivos en la tierra del común
y en las obras públicas, así como el manejo de los Bienes de Comunidad.
Tenían dos asociaciones paralelas, la fiscalía "una asociación administrativa
de la iglesia" sobre la que el párroco delegaba funciones auxiliares y la cofra-
día del pueblo, encargada de "organizar el culto y sufragar los gastos". Cada
unidad que dependía de la República, tenía sus propias autoridades, las más
de las veces electas por periodos de un año.7
La existencia de un sistema jurídico en el que, independientemente de la
normativa escrita, en la práctica los pueblos indios mantenían un cierto
grado de autonomía política, va a explicar la capacidad de estos pueblos de
transitar sin grandes problemas a las nuevas estructuras que se impusieron
en el fin de la Colonia y en el siglo XIX.

'James Lockhart, Los nahuas después de la conquista, 1999.


'Claudia Guarisco, Los indios del valle de México, 2003, p. 62.
226•IVANGOMEZCÉSARHERNÁNDEZ

Como expresión de las reformas que trajo consigo la Constitución de


Cádiz en España, en 1813-1814, en pleno proceso de la revolución de inde-
pendencia en la Nueva España, se formaron 11 ayuntamientos en el valle de
México. En ese marco, Mexicaltzingo se dividió en Iztapalapa, Culhuacán,
Churubusco, Tezonco, Iztacalco y Aztahuacán.
Como señala Guarisco, en el tránsito al México independiente, los in-
dios del valle de México pactaron con los no indios la adopción de nuevas
instituciones que, pese al cambio formal hacia los cabildos, en la práctica
siguieron subordinadas a las costumbres que habían prevalecido en el tiem-
po de la colonia.8
A través de la conversión de sus repúblicas en ayuntamientos indígenas,
muchos indios de hecho siguieron viviendo de acuerdo a las costumbres es-
tablecidas en la Colonia. Las funciones de los ayuntamientos, dictadas en
1825, prolongaron las atribuciones de sus autoridades en materia de justicia,
que cubrían una gama muy amplia de asuntos.
Una buena parte del siglo XIX ha sido muy poco historizada y en la me-
moria oral de los pueblos raramente aparecen elementos de esa época. Se
sabe que va a cambiar de categoría política como efecto de los numerosos
cambios de un siglo muy complejo: Aztahuacán pasó, como muchos otros
pueblos, de ayuntamiento a municipalidad y a municipio, hasta que las pos-
trimerías del porfiriato anunciaron grandes cambios.

EL INICIO DEL SIGLO XX Y LA REVOLUCIÓN MEXICANA

Al inicio del siglo xx, Aztahuacán y los tres pueblos que de él dependían te-
nían características que los asemejaban a una gran parte de pueblos indios
del país. Según el censo de 1900, organizado por Antonio Peñafiel, Aztahua-
cán era una municipalidad de la prefectura de Xochimilco, con una pobla-
ción total de 4,545 habitantes, de los cuales 1,067 eran de Santa Martha
Acatitla, 534 de Santiago Acahualtepec, 931 de Santa Cruz Meyehualco y
2,013 propiamente de Aztahuacán.
El primer dato que llama la atención es el carácter fuertemente endogámi-
co, 4,441 habitantes eran originarios de la región, o sea 98 por ciento. Sabían
leer y escribir 546, lo que representa 12.3 por ciento, lo que pese a todo se
comparaba favorablemente con buena parte del país. En los cuatro pueblos
se contabilizaron 1,330 jacales, 712 casas de un piso y sólo una de dos pisos.

ibidem, p. 23.
SANTA MARÍA AZTAHUACÁN, IZTAPALAPA • 227

Las principales ocupaciones reportadas fueron: profesores: dos hombres


y seis mujeres; comerciantes, 27; arrieros, 105 y peones de campo, 1,114.
Este es el segundo dato que llama la atención: el número de peones equivalía
a 80 por ciento de los hombres adultos, lo que parecería expresar una gran
uniformidad social. Pero, en realidad, estaba presente una gran desigualdad
social.
El pueblo de Aztahuacán, como los otros pueblos ribereños, vivió duran-
te el porfiriato la ofensiva de las haciendas y de los caciques. Todo el oriente
de Iztapalapa quedó bajo la férula de la hacienda del Peñón, y los recuerdos
hablan en particular de Justo Chávez en Tecoloxtitlán, pero también de los
Acevedo y José Alejandre en Aztahuacán, del amo Torres en Acatitla y de la
familia Díaz en Acahualtepec.
Guillermo González Cedillo, quien recogió el testimonio de sus padres y
abuelos señala:

Don Justo Chávez se valía del hambre y la pobreza del pueblo,- algunos campe-
sinos le empeñaban los documentos de sus tierras o de sus casas a cambio de
algún préstamo y en caso de no pagarlo en cierto tiempo, se quedaba con la pro-
piedad empeñada. Además funcionaba en su casa la tienda de raya, donde pres-
taba dinero y alimentos a cambio de propiedades, haciéndolo acumular una gran
riqueza, además de la que poseía en tierras desde el 19 de noviembre de 1895,
año en que su compadre, Porfirio Díaz Mori, le había dotado de 591 hectáreas,
23 áreas, 82 centiáreas gracias al compadrazgo que tenían.9

Así es como se hizo dueño de tierras de varios pueblos, entre ellas el Pe-
ñón del Marqués y su laguna, así como las lagunas de Chachacuaco, Iztapil,
Santísimo y El Salado. Controlaba buena parte del comercio de patos, chi-
chicuilotes, pescados y otros productos de la laguna. Además, Justo Chávez
"se casaba con las mujeres que quería para cobrarse las deudas, de esta ma-
nera formó varios matrimonios con diferentes señoras y tuvo hijos con cada
una de ellas".10

Una vez iniciado el movimiento revolucionario -agrega González Cedillo-, los


pueblos de San Sebastián Tecoloxtitlán, Santa Marta Acatitla, Santiago Acahu-
latepec y Santa María Aztahuacán fueron presa fácil y flanco débil para el ataque
de los rebeldes y federales. Empezaron a sufrir constantes asaltos por parte de

'Guillermo González Cedillo, "Cuatro pueblos en la lucha zapatista", 1991, p. 110.


10
Ibidem, p. 126.
228 • IVAN GOMEZCÉSAR HERNÁNDEZ

todo tipo de facinerosos que aprovechando la situación hacían de las suyas; por
ser los primeros al oriente de la ciudad, eran los más atacados. Dicen los abuelos
que siempre tenían que estar pendientes de que el cerro de San Pablo y en la
sierra de Santa Catarina no hubiera señales de lumbre, porque entonces había
que esconder sus pertenencias y animales, y esconderse ellos mismos en subterrá-
neos. Las lumbreras indicaban que los rebeldes seguramente bajarían a los pueblos
para surtirse de alimentos; en ocasiones se llevaban a las jóvenes o señoras de
las casas y en muchos casos ya no se volvió a saber de ellas.11

Las cosas se agudizaron a partir del ascenso al poder del general Huerta,
pues echó mano de la leva, esto es, una política indiscriminada de incorporar
hombres al ejército, aun contra su voluntad. Además, en general, las medi-
das represivas contra los pueblos aumentaron. En esas condiciones y en es-
pecial después de que las tropas federales colgaron a varios rebeldes origina-
rios de los pueblos del oriente de Iztapalapa, muchos lugareños se sumaron
a las filas del Ejército Libertador del Sur, encabezado por Emiliano Zapata.
Una parte de ellos decidió incorporarse a la tropa del general de División,
Everardo González, el zapatista más importante de toda la zona sur del Dis-
trito Federal y de parte del Estado de México: con él combatieron en Morelos
y en los estados aledaños. Otra parte formó una fuerza militar bajo las órde-
nes de Herminio Chavarría, quien llegó a ser general brigadier dentro de la
división del general morelense Amador Salazar.
El general Chavarría murió muy pronto, en 1915, como consecuencia de
complicaciones de una herida en combate. Se le confirió el honor, que com-
partió con algunos otros Zapatistas, de ser enterrado en el atrio de la iglesia
de su pueblo. Sin embargo, en su caso, sus restos fueron poco después desen-
terrados y profanados por personas fieles a su acérrimo enemigo, Justo
Chávez. El caso de Chavarría merece un estudio particular, pues subsisten
en Aztahuacán opiniones encontradas sobre su figura. 12
Como en toda la zona sur del Distrito Federal, los recuerdos de la revo-
lución están cargados de dolor:

Las familias de estos pueblos sufrieron los estragos de la revolución, pues los
padres de familia, hermanos y abuelos se habían ido a pelear. Solas y sin protec-
ción alguna, se iban a vivir con amistades o compadres que tenían en algunos
pueblos circunvecinos, como Tlaltenco, Tláhuac, Milpa Alta, Santa Ana Tlaco-

n
Ibidem, p. 107.
12
Grupo Ollin, op. cit. y González Cedillo, op. cit.
SANTA MARÍA AZTAHUACÁN, IZTAPALAPA • 229

tenco, Tulyehualco, Santa Anita, Mixhuca, Iztacalco, Mexicaltzingo, Iztapalapa,


Chimalhuacán, Zumpango, Xaltocan, Tlalpizáhuac, Ayotla o Chalco. Algunos
ya no volvieron y se quedaron para siempre en esos lugares. Otros [...] regresa-
ron a sus pueblos sufriendo toda clase de apuros.13

El recuerdo más fuerte fue la masacre que llevó adelante el ejército en


contra de los pueblos del oriente de Iztapalapa como represalia por su sim-
patía con el zapatismo y por la noticia de que el propio Emiliano Zapata
había estado en Aztahuacán: fueron cateados casa por casa y todos los hom-
bres encontrados, incluidos algunos muy jóvenes, fueron colgados. Otro re-
cuerdo imborrable es cuando la población civil, hombres y mujeres, armados
sólo de aperos de labranza y antorchas, expulsaron a los federales de la igle-
sia de Santa Marta, que había sido convertida en cuartel y las imágenes reli-
giosas habían sido profanadas.
Después de largos años de inestabilidad y violencia, sobre los pueblos
cayó como una maldición la enfermedad. En 1916, favorecida por la hume-
dad de la laguna, hubo una epidemia de paludismo, que se prolongó hasta
1918, año en que además apareció la influenza española, ocasionando am-
bas una gran mortandad en toda la región.
Finalmente, entre 1919 y 1920 la lucha cesó y los habitantes de los pue-
blos iniciaron su retorno:

El regreso fue lento. Los que habían ido a vivir a Mixquic también empezaron a
llegar a sus pueblos, que se volvieron a llenar de vitalidad; se iniciaron nueva-
mente sus costumbres de labor, así como en la laguna las armadas de pato;
muchos de ellos se vieron obligados a irse al centro para desempeñarse en algu-
na fábrica o trabajo manual.
Nuevamente la consanguinidad de los pueblos se reconocía con la unión de sus
miembros y su regreso.14

La importante participación de Aztahuacán con el general Chavarría en


las filas del zapatismo está consignada en un documento encontrado en el
Archivo General de la Nación en el que están nombrados cada uno de los
revolucionarios que participaron bajo sus órdenes: son más de 200 nombres,
lo que da una idea de la relevancia del hecho. 15

"González Cedillo, op. cit., p. 113.


l4
Ibidem, p. 149.
15
Grupo Ollin, op. cit.
230 • IVAN GOMEZCÉSAR HERNÁNDEZ

Pero el costo había sido muy alto. Toda Iztapalapa, cuya población mayo-
ritaria entonces era de los pueblos, va a sufrir una grave mortandad y aban-
dono: el censo de 1921 revela la pérdida de más de la mitad de la población,
una afectación similar a la del estado de Morelos, corazón del zapatismo. En
el caso de Aztahuacán, la población de 1910 es un número similar a la de
1950, o sea que tardó 40 años en recuperarse. Este dato por sí solo muestra
las difíciles circunstancias que tuvo que afrontar.

LA REFORMA AGRARIA

Una de las repercusiones de la presencia zapatista en la zona fue que el nue-


vo gobierno emergido de la revolución echó mano del reparto agrario para
"pacificar" la zona y generar condiciones de gobernabilidad. Eso es lo que
explica que el más temprano de los repartos -en este caso restitución- fue en
el pueblo de Iztapalapa, a fines de 1916, aun antes de que se firmara la nue-
va Constitución. Además, entre 1922 y 1924 se dotó a los pueblos iztapala-
penses de Tezonco, Culhuacán y Mexicaltzingo.
Entre 1924 y 1930 se dotó a los pueblos del oriente de Iztapalapa, con excep-
ción de Santa Cruz Meyehualco, cuyas tierras eran comunales (cuadro 1).
Llaman la atención las cifras del reparto. Si se considera el caso de Azta-
huacán, el número de beneficiarios es prácticamente la totalidad de las fami-
lias, si consideramos que fue registrada una población de alrededor de 1,000
personas en 1921, y de ellos los padres de familia serían muchos menos. El
promedio de hectáreas dotadas es de poco más de dos por beneficiario. En el
resto de los pueblos la situación es similar. El censo de ejidatarios de Azta-
huacán se fue depurando hasta quedar 180 que es el número actual.
Cuadro 1. Dotación agraria en los pueblos del oriente de Iztapalapa

Año Superficie (hectáreas) Beneficiarios


Santa Martha Acatitla 1924 591 324
Santa María Aztahuacán 1925 1,000 422
Santiago Acahualtepec 1930 184 161
Totales 1,775 907

Fuente: Everardo, Escárcega, La Reforma Agraria en el Distrito Federal, México, CEHAM.


SANTA MARÍA AZTAHUACÁN, IZTAPALAPA • 231

De las mil hectáreas dotadas a Aztahuacán, sólo 128 eran cultivables,


mientras que el resto eran ciénegas y cerros comunitarios. Sin embargo, se-
ñala Chirino.

La distancia que separaba al pueblo de Aztahuacán de los terrenos ejidales y


dado que la mayoría de los nuevos ejidatarios no tenían necesidad real de nue-
vas tierras, en poco tiempo el ejido constituido en los terrenos de la exhacienda
del Peñón Viejo quedó totalmente abandonado.16

Lo anterior indica que una parte importante de las tierras chinamperas


continuaron en manos de los campesinos durante el porfiriato.
Con todo, la acción agraria, y la destrucción del poder de los principales
latifundistas de la zona, permitieron que el pueblo se recampesinizara, es
decir, muchos de los que, dado el despojo de sus tierras, habían sido conver-
tidos básicamente en peones, pudieron nuevamente regresar a sus trabajos
de la tierra y, en este caso, también del agua. Es interesante apuntar que se
revitalizó la antigua tecnología cultural que representa el cultivo mediante
chinampas, y que habían sido obligados a abandonar.
Sin embargo, esta revitalización se enfrentaría unas décadas después a dos
factores negativos. En primer lugar, las tierras fueron invadidas por el salitre -debe
recordarse que estaban del lado salado del lago-, lo que hizo que bajara la pro-
ductividad agrícola. El comisario ejidal refiere que, en opinión de su padre, el
exceso de salitre se debió en parte al empleo de una técnica de barbecho errónea:
"la gente pensando que al escarbar más la tierra, al hacer más profundo el bar-
becho iba a tener mejor productividad, fue como la fueron ensalitrando".
Todavía más grave fue la presión que comenzó en la década de los cua-
renta por el incontenible crecimiento poblacional. Los campesinos de Azta-
huacán se vieron en la disyuntiva de vender sus tierras o esperar a que los
expropiaran. Es por ello que no opusieron tanta resistencia como la que se
observó por ejemplo en Iztapalapa y estuvieron más dispuestos a vender o
negociar sus terrenos.
Aun así, varios de ellos se mantuvieron fieles hasta el final a su herencia
campesina. Todo mundo recuerda, por ejemplo, "la chinampa de don Tran-
quilino, que se encontraba a un costado de lo que actualmente es la Primaria
Cuauhtemoc, desapareció en los años setenta, siendo esta la última en ha-
cerlo".17

I6
Luis Chirino Castillo, Aztahuacán ¡Donde ya no volarán las garzas!, s/f.
17
Citado por Tenorio, op. cit., p. 38.
232 • IVAN GOMEZCÉSAR HERNÁNDEZ

Las expropiaciones comenzaron en la zona oriente de Iztapalapa menos


de tres décadas después de las primeras dotaciones (cuadro 2).
Cuadro 2. Expropiaciones de tierras en los pueblos del oriente de Iztapalapa

Año Superficie (ht


Santiago Acahualtepec 1950 184
Santa María Aztahuacán 1950 128
Santa Martha Acatitla 1950 247
Santa Martha Acatitla 1954 3
Santa María Aztahuacán 1958 152
Santa Martha Acatitla 1976 326
Santa María Aztahuacán 1985 628

Fuente: Everardo Escárcega, La Reforma Agraria en el Distrito Federal, México, CEHAM.

Entre 1950 y 1985 se le expropiaron a Aztahuacán 908 hectáreas. La


primera expropiación fue a favor de la entonces Secretaría de Comunicacio-
nes y Obras Públicas, para construir una antena de telecomunicaciones. El
pueblo solicitó la electrificación a cambio. Después fueron afectadas otras
152 hectáreas a favor del Departamento del Distrito Federal "para los relle-
nos sanitarios mal llamado Santa Cruz Meyehualco, digo mal llamados
porque al final de cuentas eran tierras de Santa María Aztahuacán, eran par-
te de las 1,000 hectáreas con se nos dotó". La expropiación de 1985 fue para
regularizar lo que de facto había pasado: la venta de terrenos para la cons-
trucción de las colonias y la zona industrial aledañas.
Si bien los asuntos agrarios han dejado de tener la importancia del pasa-
do, en Aztahuacán existe una representación ejidal encargada de los proce-
sos de regularización pendientes, de las indemnizaciones que aún no se cu-
bren y de los remanentes de la propiedad ejidal.
Dentro de ellos hay dos terrenos que guardan una especial significación
para el pueblo: los terrenos del panteón y una zona conocida como Los Teati-
nos. Este último, cuyo nombre al parecer deriva de una organización monacal,
es un terreno en el que existía un cerro de tezontle, del que sólo queda una
elevación rocosa de formas caprichosas, debido a la explotación que durante
mucho tiempo se llevó a cabo. Se dice que de ahí salió mucho del tezontle que
cubre los edificios del centro histórico. Era un terreno de común del pueblo y
de los ingresos que de él se obtenían se construyó la ampliación de la iglesia.
SANTA MARÍA AZTAHUACÁN, IZTAPALAPA • 233

En el pueblo hay quienes sostienen la idea de que en este espacio se de-


sarrollaba el culto a Xochiquetzalli, diosa de la fertilidad, pero que a partir
del levantamiento de un monasterio de los agustinos, evangelizadores de la
región, en un paraje de esos cerros llamado Minirrayas, se impuso la celebra-
ción de la virgen del Rosario cada 7 de octubre, fecha que coincide con la
cosecha de maíz en las partes altas.18
Parte de la estrategia para revitalizar esa celebración fue hacer una gran
fiesta precisamente en el terreno de Los Teatinos, que también es sede de
parte de las festividades del carnaval. Cuando la organización ejidal se per-
cata de que está en riesgo de ser expropiado este terreno, el comisariado eji-
dal señala que "convenimos con la CORETT para que reservaran cuatro hectá-
reas de esa zona para el centro ceremonial de usos y costumbres de Santa
María Aztahuacán". Finalmente se perdieron varios de los juicios y el terre-
no quedó sólo de 23,000 metros cuadrados, "escriturados a favor de los eji-
datarios, pero sabemos bien que es para el pueblo de Santa María Aztahua-
cán o sea es para el uso y disfrute de las festividades o de usos y costumbres
del pueblo de Santa María Aztahuacán".19
Es interesante apuntar que existe una cierta contradicción entre los eji-
datarios, que son los propietarios legales del predio, y las organizaciones de
grupos de comparsas, o sea quienes hacen uso sistemático de Los Teatinos.
Existen voces dentro de los primeros que alegan por repartir esa tierra entre
sus familiares, mientras que del lado de las comparsas existe la petición de
que los ejidatarios cedan las escrituras del predio. Es por ello especialmente
importante que se haya reservado el uso para centro ceremonial.
Los Teatinos quedaron fuera del pueblo y están rodeados de las colonias
populares Xalpa, Citlalli, Tenorios y la Unidad Habitacional Teatinos. Son
zonas deficitarias de áreas verdes y por lo tanto este espacio les resulta atrac-
tivo. Los jóvenes de las colonias realizan graffiti en las peñas y con frecuen-
cia usan los recovecos existentes para reunirse, tomar, fumar y otras activi-
dades. Resulta interesante que el mismo espacio sea escenario de
importantes fiestas del pueblo de Aztahuacán, y que a la vez sea compartido
por las bandas de jóvenes de las colonias.
El otro predio comunitario de propiedad ejidal es el panteón. Posee su pro-
pia organización comunitaria integrada por un patronato. El comisariado eji-
dal señala que la defensa de esas dos hectáreas sería suficiente para que conti-

18
Chirino Castillo, op. cit., p. 22.
''Entrevista realizada al doctor Pedro Romo Castillo, comisariado ejidal de Aztahuacán,
el 15 de octubre de 2009.
234 • IVAN GOMEZCÉSAR HERNÁNDEZ

núe existiendo la organización ejidal, porque "es algo por lo que siempre se ha
luchado". El panteón tiene una barda de piedra hecha a mano por los presos
que "es un patrimonio del pueblo". En este caso, la organización ejidal garan-
tiza que este espacio continúe siendo "para usos y costumbres del pueblo de
Santa María Aztahuacán, porque son tradiciones que tenemos y por ese cachi-
to de tierra tendríamos que seguir existiendo como núcleo agrario".

FAMILIA Y SOCIEDAD EN EL SIGLO XX

Como se ha señalado, Aztahuacán vivió un siglo de crisis y de grandes trans-


formaciones: el despojo y la injusticia durante el último periodo del porfiria-
to; la violencia de la Revolución mexicana, que tuvo consecuencias muy se-
rias en cuanto a la pérdida de vidas humanas y, por último, la invasión
urbana y la extinción de sus terrenos de labor, con lo que se dio fin a su for-
ma de vida campesina.
El cuadro 3 permite apreciar una dinámica poblacional muy diferenciada
entre el pueblo de Aztahuacán y la delegación Iztapalapa:
Entre 1910 y 1930, ambos decrecieron debido a las repercusiones del
movimiento armado. Pero existe una diferencia significativa: mientras la
delegación se recuperó con cierta rapidez y ya en 1950 tuvo un crecimiento
importante (que es, por cierto, mucho mayor a lo que indican los datos,
puesto que para esa fecha se le ha separado Iztacalco, que se convirtió en
delegación propia), el pueblo de Aztahuacán tiene en ese año la misma po-
blación que 40 años atrás.
Cuadro 3. Población de la delegación Iztapalapa y de Santa María Aztahuacán (años seleccionados)

1910 1930 1950 1970 2000


Delegación Iztapalapa 24,507 21,917 76,621 522,095 1,773,343
Santa María Aztahuacán 2,080 1,687 2,094 6,622 11,952

Fuente: Censos de Población y Vivienda.

Un fenómeno tan agudo de despoblamiento y lento crecimiento tuvo,


por supuesto, implicaciones en todos los órdenes. Fue producto de la mor-
tandad generada por la violencia revolucionaria, el hambre y las enfermeda-
des, pero también el abandono. Y está ligado a la noción de derrota. Como
reflexiona el comisariado ejidal:
SANTA MARÍA AZTAHUACÁN, IZTAPALAPA • 235

Santa María Aztahuacán quedó mal (después de la revolución). Yo creo que si Santa
María no hubiera sido Zapatista, a lo mejor no hubiéramos quedado tan mal.
Aquí se tomaron represalias como en todas partes cuando se abraza una corrien-
te y pierde y nosotros fuimos de los vencidos al final de cuentas, porque muere
Zapata, es traicionado. (Entrevista al doctor Romo)

De 1950 en adelante tiene lugar un crecimiento extraordinario de la


delegación, que pasa de 76,000 habitantes ese año a medio millón 20
años después, y a 1800,000 en 2000, o sea que crece más de 20 veces en
medio siglo. En cambio, el pueblo crece, pero a un ritmo mucho menor
(cuadro 3).
Pero si ya el dato numérico es muy contrastante, si agregamos la compo-
sición de la población resulta mayor. Iztapalapa creció como consecuencia de
la migración interna del Distrito Federal, pero de manera importante de la
migración externa de otros estados, principalmente a partir de población de
escasos recursos, muchas veces de origen campesino. Así tenemos, por
ejemplo, que la delegación cuenta con la más alta concentración de pobla-
ción de origen indígena en la capital. De donde resulta que Iztapalapa repre-
senta una gran diversidad y complejidad sociales.
En cambio, el dato más elocuente del pueblo es que, pese a la radical
transformación que significó pasar de pueblo rural a urbano, Aztahuacán
mantiene un carácter claramente endogámico: la población nacida en la co-
munidad sumó 10,009 personas en el 2000, lo que representa 85 por ciento
de la población total, mientras que las restantes 1,804 personas (15 por cien-
to del total) fue de los nacidos fuera de la comunidad.
La transformación de rural a urbano significó, entre otras cosas, el acceso
a la luz eléctrica en 1957 y poco después al drenaje y agua potable, a la pavi-
mentación primero de la calle principal y en general el acceso a los bienes y
servicios urbanos básicos. En todo ello, cómo se verá más adelante, fue muy
importante la movilización y la capacidad de negociación de líderes del pue-
blo. Pero significó también la destrucción del paisaje campirano, de las ace-
quias, las trajineras y canoas, de los cultivos y de la comida basada en los
productos de las lagunas.
Muchos de los campesinos se transformaron en trabajadores, obreros,
costureros que se dedican al trabajo de maquila, son empleados de gobierno
o comerciantes. Sin duda fue una ventaja que en los terrenos que fueron del
pueblo se instalara una zona industrial, que se convirtió en una de las prin-
cipales fuentes de trabajo. Allí se localizan fábricas o bodegas de Ricolino,
Broncolín, Duracel y otras. El XII Censo de Población de 2000 señala que
236 • IVAN GOMEZCÉSAR HERNÁNDEZ

69.8 por ciento de los habitantes de Santa María Aztahuacán, el pueblo y sus
colonias, son obreros o empleados. 20
El factor familia siguió teniendo mucha importancia en el paso de cam-
pesinos a trabajadores, cómo se muestra en el siguiente testimonio:

.. .nosotros somos lo que se llama pueblo y siempre hay una persona que sale a
trabajar, entonces esta persona cuando consigue un buen trabajo y jala gente,
para empezar a la familia, te jalas a los hermanos, a los primos, a los tíos, en-
tonces, si es un trabajo grande ya el primo llama a otro amigo y, pues, se empie-
za a hacer la comuna.. .21

En su investigación sobre Aztahuacán, Morales encontró una estrate-


gia de solidaridades. Las personas

obtienen los empleos asalariados utilizando sus redes sociales de reciprocidad,


las cuales les dan seguridad no sólo económica sino también emocional. En
cuanto a los trabajos realizados por cuenta propia se observa que en algunos
casos no sólo participa la familia sino también la unidad doméstica por lo que se
participa quedando implícito que el trabajo beneficiará a todos los actores que
conforman dicha unidad.22

De igual forma, la fortaleza de la estructura familiar y la ocupación


sistemática de los espacios públicos del pueblo es lo que explica que el fe-
nómeno del pandillerismo, sin dejar de estar presente, tenga una dimen-
sión mucho menos acusada que en otras colonias del oriente de Iztapalapa,
que, como se dijo atrás, es una de las zonas más conflictivas del Distrito
Federal.
Es importante anotar que, para las personas del pueblo, los "originarios"
no lo son sólo por haber nacido en el pueblo, sino por su pertenencia a algu-
na de las familias reconocidas, es decir, por tener la raíz allí. En opinión de
Tenorio Ochoa, en Aztahuacán son esencialmente 15 apellidos los predomi-
nantes: Chavarría, Alonso, Corona, Castillo, Acevedo, Romo, Torres, Cedi-
11o, Chirino, Flores, Alejandre, Galindo, Medina, Vázquez y Palma. 23 Esta

20
Berenice Morales, "Aquí somos pueblo y no podemos negarlo", s/f., p. 80.
"Ibidem, p. 79.
21
Ibidem, p. 87.
"Tenorio, op. cit.
SANTA MARÍA AZTAHUACÁN, IZTAPALAPA • 237

lista difiere un poco de una anterior, que agrega seis apellidos Ávila, Casta-
ñeda, Constantino, Gutiérrez, Hernández y Montes.24

LAS FIESTAS DE AZTAHUACÁN

No cabe duda que las festividades en Aztahuacán es uno de los aspectos en


que es más visible la vitalidad de este pueblo. Si sólo se conoce este aspecto,
sería muy difícil imaginar las adversidades a que se han enfrentado a lo largo
del siglo. Existen varios trabajos, todos recientes, que abordan el sistema de
fiestas de Aztahuacán (Grupo Ollin, 2007; Morales, s/f; Tenorio Ochoa,
2010) por lo que aquí sólo haremos una breve semblanza general.
Existen varias grandes festividades religiosas al año, que incorporan a
buena parte del pueblo. La principal es la fiesta patronal, la Asunción de
María, organizada a través de una mayordomía. Dura más de diez días, en
que se realizan nueve misas.
Otras cinco fiestas cuentan con la compleja estructura de la mayordo-
mía: la Candelaria, la Cera del Santísimo, la Santísima Trinidad, la virgen de
Guadalupe y la virgen del Rosario. En todos los casos existe un mayordomo
principal; dos regidores, un secretario y un tesorero. La base son los socios
(entre 100 y 300), cuya composición se apoya en las familias involucradas,
que son quienes aportan las cuotas. Pero es un hecho que cada vez es más
común que avecindados participen como socios, lo que les da derecho de
participar en las fiestas, asunto que abordaremos más adelante.
La organización de otras fiestas que no cuentan con mayordomía es muy
parecida: la base está compuesta por las familias, cuentan con un día fijo en
el calendario y un espacio para su realización, que puede ser una ermita en la
calle o un lugar dentro de alguna casa. Al parecer, lo que cambia es la escala en
que funcionan con base en una cierta jerarquía y presencia. Así es como van
desde las festividades consagradas por la tradición, que involucran una com-
pleja organización, que duran varios días, ocupan los espacios comunitarios
más importantes e implican cuantiosos gastos, hasta las más sencillas, que
ocupan espacios menos relevantes.
De igual forma hay que apuntar que se trata de un proceso dinámico;
mientras algunas fiestas crecen y se fortalecen, otras decaen. Este es el caso
de la fiesta de San Pedro, que se celebra en lo que antiguamente era un ojo de
agua y hoy está organizada sólo por una familia.

'Chirino, op.cit, p. 41.


238 • IVAN GOMEZCÉSAR HERNÁNDEZ

Entre las fiestas emergentes están las de San Judas Tadeo (el santo de las
causas difíciles) y Santa Cecilia, así como recientemente la Santa Muerte.
Esta última es un buen caso para ejemplificar la dinámica en que crece un
culto y la competencia que se establece entre las imágenes: inició en 2005 o
2006, como cumplimiento de una promesa, cuando un habitante cayó en el
reclusorio y al salir le construyó un altar en la calle. Existieron al principio
conflictos con otros creyentes católicos porque se asociaba la imagen de la
Santa Muerte a la delincuencia y por el tipo de celebración más "juvenil" o
contestataria, en que tenían lugar tocadas de rock.
Una vez que los organizadores se percataron de la resistencia de habitan-
tes del pueblo, decidieron eliminar los aspectos que provocaban mayor repu-
dio, cesan las tocadas y se realizan rosarios y una peregrinación hacia Tepa-
tepec, Hidalgo, donde se encuentra el santuario más importante de la Santa
Muerte, que logra convocar a personas del pueblo, pero también de Xochi-
milco, Chalco, Tepito, Neza, Amecameca y Pachuca.
A pesar de no poseer el reconocimiento del Estado o de la Iglesia,

sus fieles realizan el evento como si formara parte del calendario de fiestas reli-
giosas del pueblo [...] la procesión contiene elementos muy parecidos a los de la
fiesta patronal del pueblo -como la banda, los cohetes, la procesión, las paradas
en las casas donde se ofrecen alimentos y bebidas alcohólicas- y sus seguidores
buscan ese reconocimiento.25

Otras de las expresiones festivas más importantes son las peregrinacio-


nes. Las más importantes son a Chalma, Estado de México, y a Tlanepantla
y Tepalcingo, Morelos, aun que ésta última se ha reducido considerablemen-
te. Dentro de la ciudad destaca la peregrinación a la Villa de Guadalupe y
más recientemente a San Hipólito, sede de San Judas Tadeo.
La cercanía geográfica, pero también cultural e histórica con los otros pue-
blos del oriente de Iztapalapa, se aprecia también en las celebraciones religio-
sas. Un caso muy destacado es el Carnaval, tal vez la festividad más grandiosa,
que logra una gran concurrencia, en que participan las vistosas comparsas de
Charros y Chichinas. Antiguamente se organizaba por barrios, pero ha crecido
hasta sumar más de 20, algunas de ellas muy pequeñas.
Esta festividad congrega expresiones de devoción muy fuertes, como la
procesión del santísimo y la bendición de la cera, con las manifestaciones
más estruendosas de algarabía, que dura varios días. Y sin duda ha sido las más

'Morales, op. cit., pp. 69-70.


SANTA MARÍA AZTAHUACÁN, IZTAPALAPA • 239

exitosa en congregar no sólo a la población de los originarios, sino a la de


otros pueblos y de numerosos avecindados, especialmente los jóvenes atraí-
dos por los bailes y, en general, lo llamativo de la fiesta.
El Carnaval se ha transformado en un espacio compartido con el resto de
los pueblos de la zona oriente, en que cada año se ponen de acuerdo para que
las principales actividades no coincidan, sino que sigan un orden que permi-
ta a los pobladores participar en todas las que puedan, además de intercam-
biar danzantes y otras actividades.
Otra festividad que se comparte y que ha cobrado creciente importancia
es la bajada de la Cruz del cerro del Peñudo, o cerro de las Cruces, que es el
punto de referencia más importante del pueblo, visible prácticamente desde
cualquier punto, aun de Los Teatinos o el panteón. Inició en 1975 a instan-
cia de vecinos de la Unidad Habitacional de Santa Cruz Meyehualco. Esta
fiesta precede al día de la Santa Cruz, el 3 de mayo, cuando se realiza una
procesión encabezada por personas de Meyehualco y seguida por la colonia
ejidos de Santa María y del pueblo de Aztahuacán.

Cada uno de ellos tiene su cruz en lo alto del cerro. Es interesante apuntar
que la composición de los participantes vecinos de la unidad Habitacional de
Santa Cruz y de la colonia ejidos de Aztahuacán está conformada mayoritaria-
mente por jóvenes, mientras que los del pueblo de Aztahuacán son visiblemen-
te gente de mayor edad. Si en alguna ocasión falta alguna de las organizaciones
para la bajada de la cruz las dos restantes se encargan de hacerlo.
240 • IVAN GOMEZCÉSAR HERNÁNDEZ

Muchas de las festividades estaban ligadas al calendario agrícola, por


ejemplo, en el carnaval antiguamente la ceremonia concluía con "la cuelga"
en que en cada extremo se colocaba un danzante: de un lado estaba un hom-
bre vestido de mujer, que representaba la primavera, y del otro, un hombre
que representaba el invierno,- quien venciera representaba el clima que pre-
dominaría en el siguiente ciclo.26
En la parafernalia que se aprecia en la mayoría de las fiestas de Aztahua-
cán se mezcla una religiosidad profunda, una actitud de devoción verdadera
con la música, los bailes, el estampido de los cohetes, de los "toritos" y de los
castillos, los disfraces de las chichinas o de los charros -elaborados con hilo
de oro-, la abundancia y generosidad con que se comparte la comida y tam-
bién la bebida. Se llega, incluso, a excesos, como el que participantes en la
fiesta descarguen sus armas disparando hacia el cielo en los momentos de
mayor paroxismo.
Aunque las fiestas son muy antiguas, y posiblemente contengan elemen-
tos mesoamericanos, lo cierto es que estas expresiones de vistosidad extre-
ma son el resultado de adaptaciones más bien recientes. Como muestra
Karina Tenorio, en el caso de la mayordomía de la virgen de la Candelaria se
dio un quiebre a principios de los años ochenta. Anteriormente la imagen se man-
tuvo por un largo periodo en manos de una señora, quien era la responsable
de realizar una celebración que al final del periodo convocaba a pocas perso-
nas, en su mayoría de edad avanzada. Una vez que otras personas se hicieron
cargo de la mayordomía, se replanteó la fiesta y se le incorporaron nuevos
elementos: los mayordomos se cambian cada año y existe una fuerte compe-
tencia entre ellos,- la base de socios se amplió considerablemente,- se le agre-
garon bailes populares que son de gran atracción para los jóvenes: el resultado
es que hoy la fiesta es de nuevo un foco de atracción y en ella participan mu-
chos avecindados, que incluso se han integrado como socios y realizan sus
aportaciones como el resto.
Tal como se ha venido comentado, una constante en las festividades de
Aztahuacán es una creciente participación de los avecindados, lo cual repre-
senta una particularidad destacada que distingue a este pueblo de otros, en
los que la relación con la población de los originarios es más tirante y donde
incluso las fiestas son uno de los factores de confrontación. Ello tiene que
ver, en primer lugar, con el proceso de poblamiento de las colonias. Parte de
las familias de los originarios construyeron viviendas en las colonias aleda-
ñas, como Ejidos de Aztahuacán o Ampliación Ejidal, de tal manera que h

'Tenorio, op. cit.


SANTA MARÍA AZTAHUACÁN, IZTAPALAPA • 241

población se entremezcló en estos espacios. Es probable que también haya


jugado un papel importante el tipo de migración predominante en el oriente
de Iztapalapa, en la que se sabe hay una presencia destacada de población
oaxaqueña con tradiciones comunitarias a la que no le resultaron extrañas
las costumbres festivas de Aztahuacán. Se da el caso de que en las colonias
se organizan festividades propias, en las que el modelo es evidentemente el
pueblo. En paraje Zacatepec se realiza la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús
sobre la base de la cooperación de los vecinos y cuenta con muchos de los
elementos comunes a las fiestas: castillos, toritos, bailes.
Algunas festividades expresan elementos del pensamiento mesoamerica-
nos. Tal es el caso, sin duda, del día de muertos, aunque también es eviden-
te la permanente adaptación de esta fiesta. Aztahuacán comparte con mu-
chos pueblos indios el profundo sentido de la ofrenda. Pongamos el caso de
doña Petrita, famosa en Aztahuacán por el celo con que recuerda a sus muer-
tos. Desde mucho tiempo antes se prepara todo para transformar la sala de
la casa en espacio de la celebración, que seguirá el canon, el primer día, para
recibir a los muertos de muerte no natural, como los accidentados,- el segun-
do día, los muertos niños y el día 2 de noviembre, los muertos adultos. La
ofrenda, que cubre la pared del fondo, en un espacio de cinco por tres metros,
tiene todo lo necesario, desde la silla y el petate para que descansen los
muertos, y el jorongo para el frío, hasta la tilma, el morral y la canasta para
que se lleven lo que quieran. Y por supuesto, está llena de comida, con el pan que
se hace especialmente para ese día y las frutas y viandas que más gustaban,
incluidos guisos, agua, bebidas alcohólicas y cigarros.
El dato más interesante es que la mayor parte del espacio, unos ocho por
cinco metros lo ocupa una estructura metálica hecha ex profeso en que se
colocan los cirios. El costó, ese año, fue de 38 pesos, por unidad y suman
unos 115. Cada uno de ellos representa a una persona, y el riguroso control
lo lleva doña Petrita en un cuaderno, de la misma forma que lo llevó su ma-
dre y su abuela. Puede ser que alguna persona decida sumar a un fallecido
recientemente, que puede ser familiar o no. En este caso, se agrega una vela
más, y se tiene claro registro de su colocación.
En otra casa me tocó observar cómo, llegado el momento, un niño de la
familia va leyendo el nombre de cada uno de sus muertos y en ese orden se
va sirviendo en la ofrenda la comida caliente, con su dotación de tortillas, de
la misma manera que se sirve a los vivos. La noche del día 2 es el momento
más importante y en algunas casas hay mariachis en vivo. Doña Petrita saca
su armónica y les dedicaba varias piezas a sus deudos.
242 • I VAN GOMEZCÉSAR HERNÁNDEZ

A la par tienen lugar las celebraciones públicas, una tradicional y en


cierta forma recuperada recientemente y otra, el hallowyn, producto de las
mixturas culturales de las últimas décadas. La primera es conocida como
los tintilimales, expresión que al parecer es una onomatopeya del sonido
de las campanas, y consiste en que un pequeño grupo de personas, al fren-
te de las cuales quien dirige al grupo lleva un cráneo en las manos (que
anteriormente refieren era verdadero), mientras quienes lo siguen llevan
tilmas de ixtle. Van recorriendo las casas y piden permiso para entrar. Fren-
te a la ofrenda, hacen un breve rezo y al final el que encabeza el grupo so-
licita a la mujer del hogar, mediante la expresión "male, cabito" que le dé
un cabo de vela que ya no use. Reciben, además, panes, frutas y otros bie-
nes de las ofrendas con los que van llenado sus tilmas. Al final, a eso de la
una o dos de la madrugada, llevan todos los cabos a la iglesia antigua y los
colocan alrededor del atrio: son la ofrenda para todos aquellos muertos que
no son convocados, para todos los olvidados. Antiguamente las velas en-
cendidas se colocaban en la parte alta de la iglesia, lo que constituía un
espectáculo único, pero se abandonó por resultar riesgoso, dado que el edi-
ficio está en malas condiciones.
Mientras esa celebración tradicional, que estuvo en riesgo de perderse
pues sólo una familia la conservaba y ha renacido gracias a la voluntad de
algunas personalidades y grupos culturales, entre ellos el muy activo
Grupo Ollin, en otros espacios abiertos del pueblo tienen lugar ruidosas
celebraciones del hallowyn, donde los habitantes, especialmente jóvenes
y niños, se visten de dráculas y momias, piden dulces y marchan en las
calles. Aparentemente no habría diferencias con otros lugares de la ciu-
dad, pero no es así. En Aztahuacán hasta esta celebración de origen nor-
teamericano impuesta por el cine y la televisión tiene un sello totalmen-
te propio. Cada barrio va organizado, y precedido por una banda de
música contratada, esto es, sigue un patrón parecido al resto de las fies-
tas, pues implica una organización familiar y territorial y los niveles de
participación son mucho más altos que en cualquier colonia del Distrito
Federal.
La concepción sobre la muerte no se expresa solamente el 31 de octubre,
y el 1 y 2 de noviembre. Está presente en todo el ceremonial de los velorios.
Es frecuente dar de comer a los asistentes, empezando por la persona fallecida: se
le sirve en primer lugar junto al cajón el alimento caliente acompañado de
tortillas o pan, y después al resto de los presentes, que es básicamente la fa-
milia. El recorrido al panteón va acompañado de una banda, que suele tocar
música alegre de moda. En el panteón no hay enterradores profesionales: es
SANTA MARÍA AZTAHUACÁN, IZTAPALAPA • 243

la propia familia y las amistades quienes se encargan de todos los aspectos


del entierro incluido cavar la fosa.
La comitiva rumbo al panteón va engrosando hasta formar un nutri-
do contingente, que tiene que atravesar la avenida Ermita Iztapalapa,
cuyos ocho carriles son paralizados por unos minutos, ante la sorpresa
de los automovilistas, que difícilmente se atreven a manifestar abierta-
mente su oposición. Como comentó Citlalín Hernández, recordando un
dicho de su padre: "se quedaron con los terrenos pero deben respetar
nuestras costumbres". A diferencia de Los Teatinos, el panteón está
abierto sólo para los pobladores originarios, integrantes de alguna de las
familias reconocidas.
El sistema de cargos y el calendario festivo es un recurso cultural de pri-
mordial importancia que le ha permitido al pueblo mantener una cohesión
colectiva. Es el resultado de algunas prácticas comunitarias fundamentales,
entre ellas estarían la elección anual de los mayordomos, que garantiza una
rotación rápida de la toma de decisiones y establece una competencia muy
clara por lograr cada vez los mejores resultados. De igual manera es muy impor-
tante la rendición de cuentas: cada administración está obligada a informar
de los ingresos que recibe y los gastos realizados, lo que posibilita una base de
confianza. Se puede decir que en el sistema de cargos hay un ejercicio verda-
dero de autonomía, dado que, pese al carácter religioso de la mayor parte de
las fiestas, la intervención de la iglesia es secundaria y lo mismo se puede
decir de las autoridades gubernamentales.
Las fiestas son, además, "un mecanismo de reafirmación de su espacio,
pues cuando realizan procesiones y recorren calles, avenidas y ejes viales,
van trazando de manera simbólica las líneas de su territorio".27 Sirven como
mecanismo de refrendo de la pertenencia al pueblo y a la vez para alimentar
su red de relaciones con la región del oriente de Iztapalapa a la que pertenece
Aztahuacán, así como con otros pueblos.
Un dato de la capacidad de adaptación de Aztahuacán a su entorno urba-
no es que, en las últimas décadas se ha levantado la exigencia de ser origina-
rio del pueblo para integrarse como socio de una mayordomía y excepcional-
mente incluso como mayordomo: esto ha redundado en una capacidad de
integración de los avecindados al sistema de fiestas. Esta estrategia de adap-
tación exitosa, es una de las particularidades de Aztahuacán respecto a los
pueblos originarios que conservan su carácter rural o semirural, en los que
la relación originarios-avecindados suele ser más difícil.

27
Arturo Permsquia, "Iztapalapa, la otra cara de la moneda: sus pueblos originarios", 2005.
244 • I VAN GOMEZCÉSAR HERNÁNDEZ

FORMAS DE REPRESENTACIÓN

Las formas de representación civil y política en Aztahuacán, al depender del


sistema político de la capital de la república, fueron crecientemente acota-
das. El considerable grado de autonomía que conservaron los pueblos de Iz-
tapalapa durante la Colonia y parte del siglo XIX concluyó con la mayor
centralidad política que se impuso desde la última década de la dictadura de
Porfirio Díaz mediante la figura de las prefecturas. Después de la revolución,
se restableció el municipio, pero por un corto tiempo, cuando Aztahuacán
todavía no se recuperaba del todo de la contienda armada.
En 1929 se reestructura el poder en la capital con el surgimiento de las
delegaciones. Los pueblos entonces pasan a ser subdelegaciones y los subde-
legados a ser nombrados directamente por el delegado. La práctica de votar y
elegir directamente a sus representantes se limita grandemente al intervenir
los poderes de una autoridad política superior, que conforme crece explosiva-
mente la delegación, menos tiene que ver con los pueblos. Además, los dele-
gados ahora eran nombramientos directos del regente, por lo que el autorita-
rismo se reforzó. Además de acotada su autoridad civil, los pueblos debieron
enfrentar la división de atribuciones: ahora los comisariados ejidales ejercían
importantes espacios de poder.
En el periodo posrevolucionario y pese a la debilidad en que queda, el
pueblo de Aztahuacán todavía da pruebas sólidas de su voluntad de creación
comunitaria. Como resultado de los ingresos colectivos que se generaban
con las armadas o caza de patos de la laguna, un comité ciudadano se puso
al frente para construir el reloj monumental en el centro de la plaza del pue-
blo, que todavía hoy es uno de sus mayores orgullos. La nueva obra guardaba
armonía con el edificio del juzgado de paz, construido a fines del siglo XIX.
Los grandes cambios que trajo consigo la urbanización tuvieron que es-
perar hasta 1957, cuando se introdujo la luz eléctrica, y más adelante el agua
potable. Pero cada cambio exigió la movilización del pueblo, como fue el
caso de la electrificación negociada con el gobierno local en el marco de la
primera expropiación agraria.
El subdelegado tal vez más recordado es Eusebio Hernández, mejor cono-
cido como "el Chicuarotas", que significa el revoltoso en náhuatl. Su gobier-
no comenzó a principios de los años sesenta. "El Chicuarotas", como mu-
chos otros de sus paisanos, había salido desde muy joven de su pueblo para
ganarse la vida primero como diablero en el mercado de La Merced y más
adelante como chofer de camión materialista, lo que le permitió recorrer
buena parte del país e incluso Estados Unidos. Cuando regresó a Aztahua-
SANTA MARÍA AZTAHUACÁN, IZTAPALAPA • 245

can, se empeñó en trabajar por el desarrollo del pueblo. Logró que lo nom-
braran subdelegado y en un corto tiempo, a partir de organizar a los comer-
ciantes, gestionó que se construyera el mercado y más adelante un jardín de
niños. Se le recuerda también por el impulso a una sala que impartía cursos
de costura, bordado, corte y confección y otros oficios destinados a una po-
blación con fuertes problemas de desempleo.
Durante su gestión se construyó una carretera federal cercana, por lo que
los camiones materialistas pasaban por el medio del pueblo en una calle que no
tenía pavimento, lo que generaba mucho polvo. Don Eusebio aprovechó la
circunstancia y movilizó a la gente para que cerraran el paso a los camiones
hasta que se pavimentó la calle principal. Se cuenta que tenía un carácter
muy fuerte, andaba siempre armado y muchas veces él mismo castigaba a
infractores menores con penas corporales. Aún no concluía su periodo cuan-
do fue asesinado, al parecer por intervenir en contra de los intereses de per-
sonas que medraban con los terrenos ejidales.28
La figura de subdelegado, aunque muy debilitado, se mantiene hasta
1970, cuando el presidente Echeverría decide conformar las Juntas de Veci-
nos, que eran 20 por delegación, nombrados por el propio delegado. Su fin
era encausar y contener la participación ciudadana y fueron considerados en
su momento como articuladores de la promoción electoral. Tan desdibujado
estaba el poder civil en Aztahuacán que no hubo oposición capaz de impedir
la destrucción de uno de sus monumentos, el Juzgado de Paz, que fue derri-
bad impunemente en 1973.
De ahí en adelante se darán muchos cambios en torno a la representa-
ción vecinal en el Distrito Federal, decididos desde el poder central, que se
comentan a continuación, pero que en resumen tendrán muy pocos efectos
positivos en Aztahuacán:
En 1978 se añaden las Asociaciones de Residentes que estaban confor-
madas por Comités de Manzana. La función de ambas figuras era identificar
las demandas vecinales, enviarlas a las autoridades y mantener informada a
la población de sus avances. Eran, pues, órganos auxiliares de las delegacio-
nes sin representación vecinal.
Esto cambió en 1989, cuando se transforman de Comités a Jefes de
Manzana y junto con las Asociaciones de Residentes se les confiere un carác-
ter representativo: son electos 40,700 Jefes de Manzana y 1,652 Asociacio-
nes de Residentes. Ese fue el primer proceso electivo de carácter vecinal
desde 1928.

'Entrevista al señor Hernandez, hijo de don Eusebio, marzo de 2010.


246 • I VAN GOMEZCÉSAR HERNÁNDEZ

Apenas seis años después, lo que revela las debilidades de esa elección,
se introduce la figura de Consejos ciudadanos, uno por delegación, electos
por sufragio directo y secreto. Esta nueva centralización tampoco tiene ma-
yor efecto y en 1999, una vez que en la capital de la República pierde el PRI
su monopolio sobre el gobierno, el primer Jefe de Gobierno, Cuauhtemoc
Cárdenas abóle los inoperantes Consejos ciudadanos e impulsa la figura de
Comités Vecinales. Fueron electos 1,352 comités vecinales, uno por cada
unidad territorial.29
Aunque en la mayor parte del Distrito Federal estas elecciones generaron
muy poco entusiasmo, pasaron casi desapercibidas logrando muy baja parti-
cipación ciudadana, eso no fue el caso de Aztahuacán. Allí fueron verdadera-
mente unas elecciones competidas. En Aztahuacán existía desde mucho
antes una estructura de poder ligada al partido gobernante, el PRI, y a la de-
legación de Iztapalapa que hacía muy difíciles los cambios. En opinión del
actual representante del pueblo "la gente que se ponía ahí era para robarle al
pueblo [...] para todo pedían cooperación". Eran intermediarios con las auto-
ridades y para cada gestión imponían una cuota: para poner la luz, arreglar
una luminaria, para el servicio de pipas de agua. Si alguien se les oponía,
usaban su poder para intimidar. "Siempre ganaban por que decían si no me
apoyas te voy a joder por otro lado, y si tu tenías una tiendita, te echaban
[a]los inspectores, ellos mismos los traían y tenías que ir a verlos: échame la
mano, mira me van a clausurar y pues estabas de parte de ellos".
Uno de sus principales recursos era que obtenían grandes ingresos por
manejar las romerías de las fiestas, las ferias y el panteón. "Estábamos har-
tos de que para todo era dinero y nos tenían así porque las autoridades apo-
yaban mucho a estos grupos", señala el actual representante del pueblo.
La oposición a esas prácticas era muy grande y en la coyuntura de 1999 se
organizó en una planilla para participar en las elecciones. Las planillas ligadas
al PRI, al percatarse de que corrían riesgo de perder sus posiciones privilegiadas,
comenzaron a difundir rumores, como decir que la oposición iba a cerrar la
iglesia y que iba a enterrar a las personas paradas en el panteón. Ante ello,
la planilla independiente contraatacó diciendo que iba a dar mantenimiento
a la iglesia sin pedir contribuciones, y que iba a dejar de pedir cuotas a las
mayordomías y a la feria, que seguramente fueron puntos que redundaron en
un buen apoyo popular. Así, pese a que se presentaron cinco planillas, la única
independiente ganó la mayoría el día de las elecciones.

'Gustavo Emmerich, Las elecciones en la ciudad de México, 1376-2005, 2005.


SANTA MARÍA AZTAHUACÁN, IZTAPALAPA • 247

Las cosas, sin embargo, no eran tan fáciles. La ley preveía que las plani-
llas perdedoras se integrarían al Comité, y en este caso las cuatro planillas
que perdieron hicieron causa común, influidas por la estructura de poder y
sumaron ocho miembros del comité, mientras que la planilla independiente
alcanzó siete. Con esa mayoría, se convirtieron en un dique a la puesta en
marcha de los cambios e incluso pretendieron mantener sus antiguas prácti-
cas. El punto de quiebre fue cuando en las reuniones con el delegado, se le
dio la razón al nuevo comité de que las mayordomías manejaran directa-
mente sus recursos: al carecer de una fuente segura de ingresos, que era la
exacción a las organizaciones encargadas de las celebraciones religiosas, se
quitó la base a los grupos que se habían beneficiado indebidamente durante
largo tiempo.
Superado el conflicto inicial, la representación del pueblo retomó algu-
nas de las tareas que se tenían en las subdelegaciones, como la organización
de las festividades cívicas y sociales, como son la celebración del año nuevo,
el día de reyes, el día del niño, el día de las madres, el grito de independencia, el
desfile del 16 de septiembre y la conmemoración de la Revolución mexicana.
También continúa encargado de gestionar permisos ante la delegación para
cerrar calles cuando se realizan fiestas familiares, cuando se solicitan pipas
de agua, vigilar las instalaciones de la iglesia y otras.
Ahora los comités vecinales han perdido peso político, dado que desde
hace una década es un puesto que no se ha renovado porque, de manera
inexplicable, en todo el Distrito Federal no se ha abierto el proceso para
la renovación de esta figura. Por esa razón, en Aztahuacán su principal
tarea tal vez sea la de encarnar un juzgado de paz. Los siguientes son
ejemplos de cómo el representante del pueblo interviene en los conflictos
del pueblo:

... por ejemplo, que el señor tiene problemas con ella, que porque sus niños rompie-
ron sus vidrios y entonces vienen y nosotros [no les decimos] vayanse a la delega-
ción, simplemente les decimos: mira me dice la señora que tus niños fueron a
romper los vidrios y dice que tiene varios testigos y te van a poner una demanda.
¿Cuánto puedes pagar?, compra esos dos vidrios, te puedes gastar como 30 pesos
[... ] y evítate problemas. Mira, de puros pasajes ir y venir a la delegación vas a pagar
200, 300 pesos y la vergüenza de que te vas a ir a parar a la delegación. Dale sus dos
vidrios y ya que se calme la señora. Si verdad, pues dile, y ya voy: mire doña, le van
a pagar sus dos vidrios: es lo que quiero que me paguen, no, que yo lo voy a deman-
dar y lo voy a meter al bote. Evítense problemas doña, ¿qué es que quiere usted? Que
se repare el daño, bueno, está bien ya voy y le digo saben que los vidrios se los van
248 • I VAN GOMEZCÉSAR HERNÁNDEZ

a poner y ya; pero dígale que ya no quiero ver esos chamacos por acá, por que los voy a
agarrar y los voy a llevar a la delegación. Señora, no haga eso porque la pueden acu-
sar de secuestro y ¿sabe usted que es un secuestro? Va usted al bote y la van a encerrar.
Pero eso no es cierto. Eso lo decimos nosotros, las autoridades no; van a decir que sí
porque usted tiene el niño y eso está penado. Bueno, está bien, ya que se vayan los
escuincles y se va. La gente tiene problemas y tratamos de solucionarlos. Cuando
son problemas muy graves mejor los mandamos con los diputados de aquí, pues
conocemos a varios diputados y ya los mandamos.
[si] están peleando una propiedad, pues allí no podemos nosotros intervenir o que
la señora la golpearon y que está herida, ahí nosotros ya no podemos. Sabe usted,
si quiere llegar a un acuerdo, hable con la señora, pagúele sus curaciones, sus
honorarios y ahí queda y tratamos de intermediar las cosas. Y cuando dicen: no
es que yo no estoy de acuerdo, yo quiero demandarlo, háganlo, yo le aconsejo que
no, porque va a gastar mucho tiempo y dinero, no importa. Cuando ya se aferran
es cuando les decimos, vayanse con la diputada, porque ahí nosotros no nos po-
demos meter ni darle un abogado, ellos sí tienen y ya los mandamos. Pero cuando
dicen, bueno, está bien que me paguen mis curaciones y mis honorarios y es
cuando vamos con la otra parte y le informamos: sabe que la señora quiere el pago
de sus curaciones y sus honorarios y cuánto gana diario, pues tanto, dile que le
voy a dar una quincena y ya; oiga doña dicen que le van a dar una quincena, si
está bien, que me los den y ya se arreglan y ahí quedó el problema.
[si la esposa dice] yo lo voy a demandar y es cuando le pregunto, bueno lo quieres
o ya no lo quieres, no es que sí lo quiero y ya mandamos traer al muchacho y tú
¿quieres a tu esposa o no la quieres, por qué le pegas? Pues la verdad, por esto y
por lo otro, pero yo sí la quiero. Bueno pues entonces mejor platiquen, lleguen a
un acuerdo, porque tú lo quieres y él te quiere, mejor lleguen a un acuerdo. Por
qué no se sientan a platicar y llegan a un acuerdo y ya los mando traer y se ponen
a discutir todas sus cosas y ya uno interviene, mira si llegas y ella no te ha hecho
tu cena, no la golpees, aguanta y dile: sabes que, prepara la cena, ayúdale, los dos
trabajan y es que es un matrimonio y si tú la quieres y ella te quiere, cual es el
problema y ya llegan a un acuerdo y al rato ya vienen, gracias señor Alejandro, nos
hizo reaccionar, recapacitar y es que esa es la forma en que podemos apoyarlos.
Porque si les decimos como no falta que les digan: dale una chinga y córrela y
búscate otra, eso es lo que hacen muchos y sí la corren y demandan y es un pro-
blema serio. Nosotros hemos salvado muchos matrimonios y a muchachos que
han querido matar a sus esposas.30

30
Entrevista al señor Alejandro Corona, representante del pueblo Santa María Aztahua-
cán, Io de octubre de 2009.
SANTA MARÍA AZTAHUACÁN, IZTAPALAPA • 249

El representante del pueblo guarda cierto prestigio entre la comunidad de


originarios "debido a que él y su familia afianzan constantemente su identi-
dad y pertenencia a través de su participación en ciertos rituales religiosos o
fiestas tradicionales"31 por ejemplo, se dedican a la elaboración de carros
alegóricos para los carnavales y organiza una de las ofrendas más vistosas del
día de muertos.
Pero la existencia de esta figura es precaria. Carece de atribuciones lega-
les claras. No tiene ningún tipo de apoyo económico gubernamental. Carece
de oficina o espacio donde operar, por lo que trabaja en su casa. Lo asombro-
so en realidad es que siga operando, a diferencia de la mayor parte de la
ciudad, donde esta figura ha sucumbido al no existir un marco normativo
adecuado y una política de Estado que la apoye.

CONCLUSIONES

Santa María Aztahuacán es uno de los pueblos históricos de la ciudad de


México. Existen constancias documentales de ello y una memoria históri-
ca viva de su origen entre sus pobladores. Pertenece a una región -el orien-
te de Iztapalapa- integrada por otros cuatro pueblos con los que comparte
origen e historia y de los que fue cabeza por mucho tiempo.
La existencia de una región es parte de la explicación de la capacidad
de sobrevivencia y la vitalidad de Santa María Aztahuacán, pues existen
numerosos lazos de relación y solidaridad entre ellos, como son el paren-
tesco y el compadrazgo, así como la organización conjunta de algunas
fiestas.
El pueblo de Aztahuacán y la región de pueblos del oriente de Iztapala-
pa vivió graves crisis durante el siglo xx: el despojo y la opresión durante
las postrimerías del porfiriato, la mortandad y el abandono que trajo con-
sigo la Revolución de 1910 y la pérdida de sus tierras agrícolas y comuni-
tarias, y por tanto, de su forma de ser campesina a partir de la década de
los cuarenta.
Pese a estar integrado a una de las zonas urbanas más complejas y satu-
radas, el pueblo de Santa María Aztahuacán ha logrado conservar su estruc-
tura poblacional básica, apoyada en las familias "originarias" expresado de
diferentes maneras:

Morales, op. cit.


250 • IVAN GOMEZCÉSAR HERNÁNDEZ

a) En los casos como el presente, en que el pueblo ha perdido sus terre-


nos de cultivo y comunitarios, el sentido del territorio tiene como
sustento la residencia de las principales familias del pueblo: hay pues
un territorio histórico originario y otro móvil: el de la memoria y el
actuante. Se tiene claro lo que el pueblo fue (los terrenos agrícolas y
comunitarios), y lo que el pueblo es (los sitios que continúan habitan-
do).
b) Las familias son el basamento concreto del sistema de cargos: las ma-
yordomías tienen como socios principalmente a sus propios familia-
res, aunque por supuesto esto no excluye la participación de otros no
familiares. Cuando un mayordomo asume el cargo, de facto está com-
prometiendo a toda la familia extensa, en la que son visibles ciertos
roles más o menos fijos, como es la participación de las mujeres en la
elaboración de la comida.
c) Además de la participación en los diversos trabajos que implica una
mayordomía u otro cargo, la familia apoya mediante donativos econó-
micos o en especie: la carga, pues, no es individual, sino colectiva y
esencialmente familiar.
d) Es importante destacar que entre la estructura familiar y el sistema de
cargos se da la continuidad cultural: los principales personajes involu-
crados son los mayores (hombres y mujeres), gentes de respeto que
permiten una suerte de continuidad generacional. Es un liderazgo na-
tural que posibilita la incorporación de los jóvenes mediante un proce-
so paulatino y competido. En ese proceso se generan los intelectuales
entendidos como organizadores de la cultura.
e) Familia y "ciudadanía" del pueblo: una vez que un joven se casa o tie-
ne hijos, ya se le puede pasar a cobrar su cooperación para celebrar la
fiesta y empieza a ser parte de un colectivo, a través de su condición de
representante y jefe de su familia ante la comunidad.
f) En el tránsito de campesinos a trabajadores, empleados, comerciantes
y otras labores urbanas, también la estructura de la familia ha jugado
un importante papel.

En un pueblo urbanizado como Aztahuacán, la noción de territorio se


sustenta en:

a) La memoria histórica de la población.


b) Los espacios comunitarios que existen y tienen un uso colectivo: el
panteón y Los Teatinos, la plaza y el reloj de principios de siglo, su
SANTA MARÍA AZTAHUACÁN, IZTAPALAPA • 251

símbolo; el mercado, y por supuesto, el cerro del Peñudo o de las cru-


ces, que domina todo el paisaje.
c) Los espacios que habitan las familias originarias.

Pese a las grandes transformaciones ocurridas en el siglo xx, el calenda-


rio festivo y el sistema de cargos continúan mostrando una gran vitalidad y
son una expresión clara de la capacidad de adaptación a los cambios, espe-
cialmente al nuevo entorno urbano. Una de las claves ha sido la transforma-
ción de las fiestas de tal forma que sean capaces de atraer a la población del
entorno. Otro tanto ha significado la flexibilización de los criterios de perte-
nencia a la base de las mayordomías, en los que cada vez es más frecuente
que participen avecindados.
La estrategia de Aztahuacán responde claramente a una existencia urba-
na. Así, pese a que en su vestimenta y sus costumbres se puede apreciar un
gusto campesino, los aztahuacanos son personas completamente integradas
a la ciudad: desde sus trabajos y negocios y estudios, como en sus capacida-
des de actuar.

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Capítulo 6

CULHUACÁN, IZTAPALAPA Y COYOACÁN*

PATRICIA RAMÍREZ KURI"

INTRODUCCIÓN

Culhuacán "lugar de los colhuas" es uno de los pueblos de origen prehispá-


nico más antiguos en la ciudad de México. Este pueblo originario es un lugar
histórico-patrimonial que ha sufrido multiples alteraciones y cambios socio-
territoriales que se expresan en las actividades humanas cotidianas, funcio-
nales y rituales, y en su morfología física y social. Situado en la actual fron-
tera entre Coyoacán e Iztapalapa, Culhuacán es un espacio que ha sido
apropiado, valorado, y delimitado geográfica y simbólicamente por habitan-
tes y usuarios locales y de la ciudad. Se inscribe en una micro-región urbana
más amplia que históricamente formó parte del territorio del pueblo hasta el
siglo xx, cuando las expropiaciones de tierras ejidales desde la década de los
años cincuenta, trazaron la pauta para la incorporación de los pueblos de

'Este estudio es parte de un proyecto coordinado por Lucía Álvarez Enríquez, titulado
Pueblos originarias, territorio y ciudadanía (CEIICH-UNAM, HS-UNAM, UACM, UAM-A, UAM-I, CONACYT).
Mi gratitud por el apoyo invaluable y generoso de don Agustín Rojas, cronista del pueblo de
Culhuacán. A vecinos y mayordomos del pueblo les doy las gracias por sus voces, experien-
cias, testimonios y puntos de vista, que fueron una valiosa contribución para que este estudio
pudiera realizarse. Agradezco el apoyo del grupo de becarios del proyecto: María de Lourdes
Velasco y Lilian Lorenzo durante un semestre en 2009, y a Osear Armando Cruz, becario
durante 2008, quien realizó la monografía sobre Culhuacán, y participó en el trabajo de cam-
po, en la investigación documental, hasta el primer semestre de 2010. A Marcela Meneses y
a Violeta Rodríguez, les doy las gracias por su apoyo sensible y desinteresado en una etapa de
realización de este estudio.
"Investigadora del Instituto de Investigaciones Sociales, Universidad Nacional Autóno-
ma de México.

253
254 • PATRICIA RAMÍREZ KURI

estas delegaciones a la expansión y crecimiento urbano de la ciudad de Méxi-


co con usos predominantemente habitacionales para albergar a nuevos resi-
dentes.
El pueblo de Culhuacán, condensa elementos geo-simbólicos e identita-
rios inscritos en el entorno construido que revela la diversidad de relaciones
socio-culturales y de poder que han intervenido en la producción del espacio
social, transformándolo en un "soporte de la memoria colectiva" (Giménez,
2000). Como lugar patrimonial, comparte la historia urbana de la capital del
país al ser resultado de procesos históricos, políticos y socio-culturales que
han transformado la estructura, la imagen y las funciones del territorio. Por
ello, la realidad urbana local y micro-regional de Culhuacán, nos propone pen-
sar en la importancia y significado de ser pueblo en una ciudad capital como
la nuestra, donde los procesos urbanos han tendido a desplazar a las tradicio-
nes, subordinándolas a proyectos modernizadores. Y donde los habitantes de
las micro-geografías urbanas reconstruyen y reivindican su identidad a partir
de un conjunto de referentes materiales y simbólicos, de relaciones y de prác-
ticas sociales que revelan formas diversas de ser ciudadanos.
En esta línea de reflexión, Mariana Portal destaca que la tierra y el paren-
tesco son dos factores centrales que influyen en el significado de ser pueblo
y en las prácticas sociales que le dan especificidad. Estos factores articulados
por la devoción religiosa producen y reproducen identidades sociales muy
diversas. Las creencias religiosas cruzan las relaciones que se generan entre
estos dos factores, cumpliendo un papel ordenador en términos simbólicos
donde el santo patrón es la representación principal (Portal, 1997: 45). Al
hablar de los pueblos originarios como aquellos asentamientos antiguos en
el centro de México, Iván Gomezcésar (2008) se refiere a las comunidades
con ascendencia prehispánica, pero también, aquellas fundadas por los espa-
ñoles, o bien, refundadas y reconocidas después de la conquista y durante la
Colonia, como parte del reordenamiento de poblaciones y territorio ante las
tendencias al despoblamiento, entre otros factores. En la ciudad de México,
nos dice, se trata de pueblos que se consideran como tales, que no necesaria-
mente se identifican como indígenas y que reconocen su ascendencia hispá-
nica.
Al recuperar estos enfoques, tratamos de acercarnos desde el pueblo de
Culhuacán, a los cruces socioculturales donde convergen prácticas tradicio-
nales y modernas que revelan la manera como distintos actores urbanos
usan y se apropian de la heterogeneidad multitemporal que distingue a so-
ciedades como la nuestra (García Canclini, 1989: 15). En este sentido, el
pueblo de Culhuacán es un espacio urbano de interacción social y de identi-
CULHUACÁN, IZTAPALAPA Y COYOACÁN • 2 5 5

ficación simbólica, donde convergen en la actualidad elementos materiales e


inmateriales prehispánicos, coloniales y aquellos de los distintos momentos de
la modernidad del siglo XIX y de la modernización del xx. Se trata de un con-
texto micro-regional diverso y heterogéneo, donde distintos miembros de la
sociedad local y de la ciudad desarrollan actividades cotidianas, funcionales
y rituales que los acercan o los separan. Con esta perspectiva, nos aproxima-
mos a la identidad como un proceso que se construye en la relación entre
unos y otros, a partir de un cúmulo de experiencias significativas, comparti-
das y discordantes. Estas experiencias están cruzadas por referencias yuxta-
puestas que alteran, redennen y resignifican las relaciones de pertenencia
hacia este lugar concreto y las formas de integración social.
En Culhuacán, la población originaria, está constituida en grupos familia-
res que por generaciones han transmitido referentes simbólicos y formas orga-
nizativas a partir de las cuales participan en la vida pública. El desarrollo de
prácticas sociales y religiosas da continuidad y sentido a las tradiciones cultu-
rales que se renuevan en el sistema de cargos y en las fiestas patronales que se
celebran en el curso del año. Estos aspectos determinan que, a diferencia de los
residentes que llegaron a vivir a la micro-región durante el último medio siglo
y en años recientes, para los habitantes con antecedentes de parentesco desde
el siglo XIX y principios del xx, el pueblo sea un lugar referente de identidad,
asociado a la disputa por la tierra y por el derecho al lugar social y simbólico.
Esta disputa, asociada a la defensa del patrimonio cultural, es una cuestión
central que cruza la espacio-temporalidad de este lugar histórico, lo que ha
influido en la reconstrucción del discurso y en el redimensionamiento de los
significados que grupos diferentes, asignan a la experiencia urbana.
La ciudadanía emerge aquí como categoría de análisis y como proceso que
se construye asociado al significado de ser pueblo en la ciudad, y nos acerca a
la comprensión de las formas de pertenencia al territorio, a la región y al lugar,
y a las formas de acceso a los recursos urbanos. Este proceso, se expresa en la
trama de relaciones y de prácticas socio-culturales que se inscriben en el en-
torno construido, y que revelan en el espacio social del pueblo, la manera in-
terconectada como se transformáis ciudadanía y la identidad.
Los procesos urbanos nuevos y pre-existentes hasta la primera década del
siglo xxi, se han impuesto en forma no prevista en la vida del pueblo, enfatizan-
do las condiciones de desigualdad y los conflictos urbanos aún no resueltos por
la reivindicación de derechos sociales, patrimoniales y urbanos. Estas cuestiones
tienen que ver con la experiencia de ser ciudadano del pueblo y de la ciudad; lo
que implica el reconocimiento de la pluralidad de demandas y de formas
de organización y de participación en asuntos de interés común. En el contexto de
256 • PATRICIA RAMÍREZ KURI

la ciudad de México, este estudio pone atención en los procesos y prácticas que
han influido en la producción y transformación del espacio local y de la vida
pública cotidiana y ritual en el pueblo de Culhuacán y sus 11 barrios.

EL ESPACIO DEL PUEBLO DE CULHUACÁN EN EL TIEMPO

LA PRODUCCIÓN DEL ESPACIO LOCAL Y DEL LUGAR HISTÓRICO

Culhuacán es un espacio local y micro regional que históricamente se ha


producido en tensión con los procesos socio-territoriales, culturales y urbanos
de la capital del país. Esta situación se expresa en la disputa por la tierra, en
la defensa de las tradiciones e identidades locales, y en las contraposiciones
derivadas de la convergencia problemática de procesos y de actores sociales
diferentes -hegemónicos y subalternos-. También se expresa en el predomi-
nio de condiciones socio-económicas desventajosas y de pobreza de los habi-
tantes, en la tendencia al deterioro de la calidad del entorno urbano local y
del espacio público, y en la existencia de intereses diferentes e incluso opues-
tos, articulados a procesos urbanos locales, regionales y globales.
El espacio local del pueblo se ha producido social, histórica y simbólica-
mente en estrecha relación con las transformaciones de la ciudad de México.
En este proceso se distinguen continuidades, rupturas y conflictos que han
dejado huella en el entorno construido y han alterado el significado que le
asignan los habitantes al lugar de origen donde se construye cotidianamente la
experiencia de vida urbana. El espacio del pueblo actualmente se superpone
a las delimitaciones político-administrativas contemporáneas, a través de
prácticas individuales y colectivas de los diversos actores sociales que usan y
se apropian del entorno construido: calles, plazas, calzadas, escuelas, igle-
sias, panteones, canales, viviendas, parques, bardas, tianguis, mercados,
entre otros elementos.

ANTECEDENTES PREHISPÁNICOS Y COLONIALES DE CULHUACÁN

Los orígenes más referidos de Culhuacán están vinculados con los Tolte-
cas, pero se ha reconocido que la presencia previa de grupos humanos en la
región antecede a los aztecas en su ubicación en la cuenca del Valle de
México. Distintas referencias históricas afirman que Culhuacán fue funda-
do desde tiempos ancestrales, alrededor de cinco siglos antes de la era cris-
CULHUACÁN, IZTAPALAPA Y COYOACÁN • 2 5 7

tiana por migrantes del norte del país al Valle de México. Estudios recien-
tes explican que en el espacio local de Culhuacán se han encontrado "restos
culturales -fundamentalmente cerámicos- que permiten establecer de ma-
nera general una ocupación humana evidenciada al menos desde el periodo
Preclásico Medio, 100 a 500 A.C" (Vanegas, 1995: 38). En la actualidad
este pueblo se ha constituido en un referente de las culturas primigenias
del México prehispánico. Por ello Gibson (1994: 42) afirma que "la historia
de los tlatoque de la propia Culhuacán es de las más antiguas del valle".
Este autor explica que las civilizaciones clásicas que abarcan los primeros
nueve siglos de la era cristiana desarrollaron una sociedad teocrática gran-
diosa y altamente organizada pero enigmática en términos de su decaden-
cia y las causas que la generaron. En el periodo posclásico que abarca seis
siglos antes de la llegada de los españoles, se habla de una

nueva inmigración de los pueblos tolteca, chichimeca, otomí y azteca [...] -y de


que- en una serie de cambios de poderes, las comunidades de Xaltocan, Culhua-
cán y Azcapotzalco ascendieron y cayeron como centros de autoridad (Gibson,
2007: 8).

En este contexto, en el siglo vn Culhuacán adquiere mayor desarrollo y


visibilidad en el contexto de ciudades prehispánicas a raíz de la llegada de
los toltecas procedentes de Tula en el año 670, "quienes lo fundaron como
la primera ciudad del valle de México" (Rojas, 2007: 31).1 Para el siglo xi,
las culturas arcaicas se habían transformado profundamente y Culhuacán
se había constituido en señorío independiente, hegemónico en la región. Se
afirma que "es en Culhuacán donde Mixcoatl, gran jefe y reconocido
guerrero fundó la primera capital tolteca" (Bedolla y Venegas, 1997: 12). A
partir de entonces y hasta el siglo xiv, se consolida como centro ceremo-
nial, religioso, cultural, político y social. El referente geo-simbólico princi-
pal fue el Cerro Culhuacán -cuya forma da nombre al pueblo-, en la actua-
lidad Cerro de la Estrella (Huizachtepetl), lugar de representación de la
ceremonia del "Fuego Nuevo", cada 52 años del calendario mexicano. El
glifo de Culhuacán nos muestra precisamente este "cerro encorvado" em-
blema sagrado que también se ha interpretado como "lugar de los abuelos"
y como "montaña torcida. El cronista del pueblo Agustín Rojas, habla del
significado,

'Domingo Francisco de San Antón Muñón (Chimalpáhin Cuauhtlehuanitzin), Memorial


breve acerca de la fundación de culhuacán. (Los manuscritos de Paria), UNAM, 1988.
258 • PATRICIA RAMÍREZ KURI

Comenzaremos por decir que Culhuacán es el cerro de la Estrella y el poblado


establecido en su proximidad, el nombre quiere decir "lugar que tiene curva o
prominencia" o "lugar con joroba como lo indica su glifo" (Rojas, 2007: 30).

Culhuacán ha ganado calificativos como "el legendario pueblo de ascen-


dencia teotihuacana que creció en los márgenes del lago de Tezcoco" (Flores-
cano, 1999: 139). Expresa las formas de organización socio-territorial de los
pueblos indígenas de la región central de México representadas por los "alté-
petl". Lockhart explica que estas unidades territoriales de escala variable
gozaban de soberanía real o potencial, y se articulaban en grandes confedera-
ciones que "carecían de un solo centro [...] y compartían deberes y beneficios"
(Lockhart, 1999: 27). Antes de la conquista, los imperios,

... eran conglomerados en los que algunos altépetl dominaban y otros eran su-
bordinados, pero tanto a la unidad que daba tributo como a la que lo recibía se
le llamaba invariablemente altépetl [...] los requerimientos mínimos para un
altépetl, en la acepción nahua de la palabra [...] era un territorio, un conjunto
[...] de partes constitutivas cada una con su nombre propio, y un gobernante
dinástico o tlatoani [...] en el centro de México, en casi cualquier altépetl se
conservaba la tradición de haber sido establecido por inmigrantes en la misma
forma que tenía en el siglo xvi (Lockhart, 1999: 28-29).

Como forma organizativa de la vida comunitaria nahua y del orden so-


cial local un altépetl estaba constituido por un templo, algún mercado y un
conjunto de sub-unidades llamadas calpolli,

Un altépetl ya establecido tendría un templo principal, símbolo de su soberanía


[...] también alguna clase de mercado central [...] a las partes constitutivas del
altépetl, se les conoce con el nombre de calpolli, término que significa literal-
mente "casa grande" [...] subunidades del altépetl. El número de los calpolli no
era cosa dejada al azar [...] Con frecuencia cada parte tenía su propio dios (Lockhart,
1999: 30-31).

Hacia mediados del siglo xiv (1347) Culhuacán es invadido por los mexi-
cas, es sometido transformándose en pueblo tributario, proveedor de produc-
tos agrícolas a través de canales, calzadas y acueductos, a la ciudad de Tenochtitlán,
capital del imperio azteca. Esta condición prevalece hasta la conquista en el
siglo xvi (1521), cuando, bajo el dominio español, la región se transforma en
encomienda creada como recompensa para los conquistadores, incorporan-
CULHUACÁN, IZTAPALAPA Y COYOACÁN • 2 5 9

do las "unidades prominentes llamadas altépetl [...] a las que llamaron pue-
blos" (Lockhart, 1999: 47).2 La extensión de su territorio antes y después del
dominio del imperio mexica alcanzó dimensiones regionales. Se habla de la
delimitación y alcance de su territorio de influencia de diferentes maneras,
incluso se mencionan enclaves culhuas en la región de Texcoco y presencia
en Cuauhtitlán (Gibson, 2007; Sejourné, 1991).
En Culhuacán, la producción agrícola chinampera y el labrado de piedra
volcánica conocida como "recinto", abastece a la capital durante el periodo
colonial que abarca tres siglos de procesos discontinuos. En este periodo y como
parte de la organización socio-territorial y del proceso de evangelization, Cul-
huacán se divide en 18 barrios, cada uno con nombre de un santo católico
pero conservando el topónimo (Gorbea Trueba, 1959). La devoción religiosa
desde entonces actúa como referente de identidad central de la vida pública
local representado en la fiesta como práctica socio-cultural y ritual que preva-
lece hasta nuestros días. El cronista del pueblo explica que,

Durante la época prehispánica, en Culhuacán se explotaban sus canteras para


tener tezontle y piedra, también se obtenía agua de sus manantiales para llevar-
las a Tenochtitlan, como pago de tributo o para realizar trueque con ella. La
primera como material de construcción para levantar el templo mayor y la se-
gunda en virtud que los manantiales del lugar no tenían la calidad de la proce-
dente de Culhuacán. Durante la Colonia se siguió esta costumbre para la cons-
trucción de sus palacios y templos, terminando esta actividad hasta la década de
1930 con la construcción del monumento a la Revolución y el Palacio Legislati-
vo (A.R. 14-02-2008).

Interesa mencionar en forma esquemática que durante la Colonia se


introducen nuevas formas organizativas y de propiedad de la tierra basadas
en las parroquias, municipalidades, haciendas, ranchos, parajes, barrios,
obrajes y los conventos que cumplieron una función importante como cen-
tros evangelizadores y educativos. Estas formas, coexisten con formas de
propiedad comunales y prácticas culturales que les antecedieron. El altépetl
es incorporado durante el dominio español adquiriendo la definición de pue-

2
"En su diccionario de 1571 [...] fray Alonso de Molina, define altépetl como 'pueblo' [...]
'Pueblo' o 'ciudad' es frecuentemente la mejor traducción al español en cualquier caso
[...] 'Pueblo' significa no sólo una localidad sino también el conjunto de los habitantes de un
lugar y, en este sentido, el término español era perfecto, porque cada altépetl se imaginaba a
sí mismo como un pueblo perfectamente separado" (Lockhart, 1999: 28).
260 • PATRICIA RAMÍREZ KURI

blo. Lockhart señala que "todo lo que los españoles organizaron fuera de sus
propios asentamientos en el siglo xvi [...] fue sólidamente construido sobre
altépetl individuales ya existentes" (Lockhart, 1999: 28).3
Los pueblos indios incorporan a las estructuras y jerarquías sociales y políti-
cas coloniales, elementos significativos de las formas organizativas prehispánicas
y adoptaron formas de representación del modelo colonial.4 La continuidad de
estos elementos y su incorporación a los títulos y a las nomenclaturas del mo-
delo español fueron centrales no sólo en el desarrollo de los gobiernos munici-
pales, de los cabildos y de su funcionamiento independiente en la región del
valle de México. Tal es el caso de los títulos de alcaldes, regidores y escribanos.
También elementos de las formas de organización territorial y de poblamiento
que se permearon en esquemas coloniales desde el siglo xvi, como lo fueron las
congregaciones y los corregimientos que se apoyaron en el altépetl.5 De acuerdo
con Lockhart, durante la Colonia se distingue la existencia de estas unidades
independientes en la estructura sociopolítica indígena del México central, lo que
no alude "tanto a una fragmentación u homogenización sino a un proceso des-
centralizador que era una de las posibilidades inherentes en la organización so-
ciopolítica indígena desde el principio" (Lockhart, 1999: 88).
Este panorama nada exhaustivo de los complejos procesos de continuidad y
discontinuidad que modificaron la relación sociedad-territorio y cultura durante el
dominio colonial, es de interés para comprender al pueblo de Culhuacán en la ac-
tualidad. Las comunidades desarrollaron durante 300 años, formas colectivas de
resistencia y de supervivencia a partir de complejas prácticas sociales y simbólicas
que se prolongan hasta las primeras décadas del siglo XIX. En este siglo se introduce
la categoría de ciudadanía en un sentido occidental y liberal, no sólo al léxico políti-

3
"Como secuela a la creación de las encomiendas en la década de 1520, llegó el establecimien-
to de las doctrinas o parroquias indias [...] En la década de 1530, los funcionarios españoles empe-
zaron el proceso de reconformar el gobierno indígena siguiendo el modelo de las municipalidades
españolas. Una vez mas las unidades eran en gran medida las mismas" (Lockhart, 1999: 47).
"Está claro que los nahuas igualaron, en un sentido general, las estructuras y los cargos
sociopolíticos de antes de la conquista con los del periodo que la siguió, y hubo supervivencias
significativas de un periodo al otro (Lockhart, 1999: 60).
5
"La distribución esencial del altépetl y el calpolli no fue afectada. Muchas de estas "con-
gregaciones" parecen ser algo similar o lo mismo que la institución formal del cabildo de tipo
español en un altépetl, con la consiguiente confirmación de sus límites y los de sus partes
constitutivas...esta también se apoyaba en el altépetl, aunque no siempre en una clara rela-
ción de uno a uno, pues la mayoría de los casos los corregimientos contenían varias munici-
palidades indígenas [...] En un número no pequeño de casos, todo un altépetl complejo se
convirtió en un solo corregimiento, y el todo continuó funcionando a la vez como una unidad
municipal" (Lockhart, 1999: 72-74).
CULHUACÁN, IZTAPALAPA Y COYOACÁN • 2 6 1

co, constitucional y al debate público. También es usada y apropiada por las comu-
nidades indígenas para defender su identidad ante el estado liberal lo que se expresa
en la primera mitad del siglo XK en las décadas posteriores a la Independencia.
Antonio Aniño (1999: 63), al hablar de los orígenes excepcionales de la
ciudadanía en México, plantea que previo al surgimiento del Estado nacional
emerge una "ciudadanía liberal y pluriétnica" con arraigo territorial, que
influye en las relaciones posteriores entre los gobiernos y los pueblos. Su
fuerza radica en que durante décadas "fue monopolizada por los pueblos [...]
reprodujo lógicas de sincretismo cultural y político no muy distintas de las
que en los tres siglos coloniales habían permitido a las comunidades adap-
tarse a la occidentalización..." De acuerdo con este autor, este proceso favo-
rece la construcción de un "liberalismo popular" -que nace en el constitucio-
nalismo gaditano y no en las guerras civiles-, entendido como "la adhesión
política de los pueblos al partido liberal y su monopolio sobre algunas insti-
tuciones liberales" que ocurre en décadas anteriores a la formación de la
República (Aniño, 1999: 64).6 La discusión estaría menos en el significado
de la ciudadanía y más en la manera diferenciada en la que se usa tanto por
el Estado como por los distintos actores sociales y entonces preguntarse,

cuánto este particular tipo de ciudadanía liberal y pluriétnica, nacida antes del
Estado nacional y con un fuete arraigo en el territorio, pesó luego sobre las rela-
ciones entre los gobiernos y los pueblos donde [...] vivía la mayor parte de la po-
blación[...] En suma, no cuenta lo que es la ciudadanía, sino el uso diferenciado
que de ella pueden hacer el Estado y ciertos actores sociales (Aniño, 1999: 64).

En convergencia con este enfoque destaca aquel que plantea que precisa-
mente en el siglo que transcurre de la Independencia a la Revolución (1810-
1910), se expresa un nacionalismo popular. Este nacionalismo -en contraste

6
Antonio Aniño (1999: 66), explica que las estrategias materiales e inmateriales cons-
truidas por los pueblos indígenas y no indígenas durante la Colonia entran en crisis con la
independencia y la República al enfrentar "el fin de su diversidad jurídico-institucional
y la transformación de los comuneros en ciudadanos [...] en sujetos nuevos sin ninguna co-
nexión con el pasado [...] se tiene la impresión de que las comunidades intentaron, con cierto
éxito, contener las amenazas más peligrosas para su identidad, al menos durante unas déca-
das. Este éxito [...] fue favorecido por un proceso más general que he llamado 'desliz de la
ciudadanía' y que involucró también a los pueblos no indígenas. Con el término 'desliz' he de-
finido el más notable cambio institucional que se consumó en el interior de las nuevas estruc-
turas constitucionales ideadas en Cádiz y difundidas en la Nueva España entre 1812-1814 y
1820-1824: la inesperada conquista, por parte de los pueblos, de la nueva ciudadanía liberal.
262 • PATRICIA RAMÍREZ KURI

con el nacionalismo de élite-, representado por comunidades campesinas e


indígenas que luchan simbólica y políticamente por una idea de nación y de
identidad distinta, defiende a través de diversas estrategias el territorio, la au-
tonomía y las tradiciones histórico-culturales en las que, la religión popular
cumple un papel cohesionador (Héau y Giménez, 2005). Esta defensa de una
identidad distinta, cuestiona el nacionalismo oficial y los mitos acerca de las
formas de integración cultural de las comunidades étnicas (Gutiérrez, 2001).
En esta línea de reflexión, se afirma que en el siglo XIX la historia de Méxi-
co "ha sido en buena parte la historia de una larga disputa entre una concep-
ción autonomista y descentralizadora de la nación propia de las comunidades
campesinas, y una concepción centralista e integradora de la misma, propia de
las élites políticas" (Héau y Giménez, 2005: 107). Podemos pensar entonces,
que esta disputa al articular identidad y ciudadanía, da continuidad en el siglo
xx, a la tensión histórica entre formas autonómicas y formas centralizadas de
organización social, de gestión y de gobierno. Se expresa en el territorio cru-
zando las nuevas y antiguas demandas de los movimientos sociales, así como
las diversas luchas de los pueblos a favor del reconocimiento de sus diferencias
y de la reivindicación de derechos territoriales, sociales, culturales, políticos,
urbanos, patrimoniales y jurídicos, entre otros.
El siglo XIX condensa en el país y en la capital, transformaciones sin prece-
dentes en las formas de organización socio-territorial, económica, política,
cultural y jurídica. Inscrito en las recurrentes modificaciones de las divisiones
político-territoriales de la ciudad de México, Culhuacán, pasa a formar parte
de Coyoacán y durante la primera mitad del siglo, vive los efectos sociales y
territoriales de la Independencia (1810), de la creación del Distrito Federal
(1824), de las guerras de intervención (1847). Y, durante la segunda mitad del
mismo siglo, del liberalismo de Juárez y de la Reforma. La desamortización de
las propiedades de las corporaciones religiosas y civiles (1856) inscrita en estos
procesos, provocó el inicio de una notable reorganización espacial durante la
dictadura porfirista, que introduce un discurso modernizador articulado a la idea
de progreso social e impulsa la concentración de la propiedad en particulares,
la ruptura con la traza colonial y la introducción de conceptos franceses y en
menor escala ingleses (Morales, 1978; Cruz, 2001).
En este contexto nacional, la ciudad de México recupera la centralidad política
y económica que había perdido después de la Independencia. En circunstancias de
inestabilidad política se introducen una serie de cambios en la división territorial
del Distrito Federal, y se establece un poder central fuerte que impulsa una orga-
nización socio-territorial y política del país a partir de la capital que se reconfigura
como la ciudad más importante del país (Moreno Toscanoy Florescano, 1977). En
CULHUACÁN, IZTAPALAPA Y COYOACÁN • 2 6 3

los años que marcan el cambio del siglo xrx al xx, se introducen nuevos cambios
jurídico-políticos en la organización territorial y en la estructura socio-económica
y comienza un importante crecimiento demográfico impulsado por un intenso
proceso migratorio rural-urbano paralelo a la expansión urbana de la ciudad sobre
el entorno rural que la rodeó desde la Colonia.7 Surgen los primeros fracciona-
mientos y colonias modernas, las grandes avenidas, la luz eléctrica, el ferrocarril y
las primeras tiendas departamentales. En el espacio urbano del núcleo central de
la ciudad de México y en los pueblos dispersos en torno a las delegaciones centra-
les, se producen procesos de privatización del suelo y de incorporación al libre
mercado asociados a distintas formas de segregación socio-espacial de los grupos
más pobres, indígenas y no indígenas hacia la periferia.

CULHUACÁN EN LA CIUDAD DE MÉXICO DURANTE EL SIGLO XX

El cambio de siglo, del xrx al siglo xx, se distinguió por la condición de exclusión
de los pueblos de la vida política de la capital y del país, asociada a formas de des-
precio y racismo, a las privatizaciones y a los despojos por parte de las haciendas.
En las tres primeras décadas del siglo xx y paralelo a la continua reubicación
de la población, el núcleo central de la ciudad de México registra un aumento
notable de 344,000 habitantes en 1900 a 1029,000 en 1930. De acuerdo con las
referencias históricas de la ciudad de México, en Coyoacán e Iztapalapa, desde
1900 se localiza un cúmulo de pueblos que, con marcadas variaciones registraba
21,510 habitantes incluyendo las respectivas cabeceras. En el caso de Coyoacán,
los nueve pueblos existentes tenían una población de 3,904 habitantes que inclu-
yendo la villa en el Centro Histórico (cabecera con 1,607 habitantes) ascendían a
5,511 habitantes. En el mismo año, el 20 por ciento de esta población se concen-
traba en Culhuacán, uno de los nueve pueblos ubicado en el oriente, donde habi-
taban 799 personas. Para 1921, esta población había descendido casi a la mitad, y
representaba sólo el 10 por ciento del total de habitantes de los pueblos (3,882
habitantes), decremento que pensamos asociado al reacomodo socio-espacial im-
pulsado por el proceso revolucionario, que se recupera hasta los años treinta cuan-
7
En 1898-1899, se redefinen los límites geopolíticos del Distrito Federal, con un superfi-
cie de 1,483 km2. Mientras en 1900 este territorio estaba dividido en 22 municipalidades y
seis distritos, en 1903 se introduce una nueva subdivisión que establece 13 municipalidades
(Meyer, 2000j. En este mismo año la capital pasa a depender del Ejecutivo federal a través de
la aprobación de la Ley de Organización Política y Municipal del Distrito Federal, decretada
por Porfirio Díaz, que con el argumento de evitar el enfrentamiento de poderes, limita la fun-
ción de los ayuntamientos a la de los órganos consultivos (De Gortari, 1987).
264 • PATRICIA RAMÍREZ KURI

do se registran 1,059 habitantes en el pueblo de Culhuacán, equivalente a la


quinta parte de la población de los pueblos de la delegación.
Al iniciarse la segunda mitad del siglo xx, en 1950, la población de Cul-
huacán casi se había duplicado respecto a los años treinta, alcanzando 1,983
habitantes equivalente a l ó por ciento de la población total de los pueblos de
Coyoacán que ascendía a 12,452 personas. Dos décadas después, en 1970,
San Francisco Culhuacán había alcanzado una población de 17,909 habitan-
tes y los pueblos de la delegación registraban 56,254 habitantes.8 Estos pue-
blos se conurban a la delegación en 1970 de acuerdo con los lineamientos
establecidos en la Ley Orgánica del Departamento del Distrito Federal en el
mismo año. En esta delegación, existen además once barrios reconocidos,
cuatro de ellos integran el pueblo de San Francisco Culhuacán: San Juan,
San Francisco, Santa Ana y La Magdalena.
Mapa 1. Estructura de poblamiento en la delegación Coyoacán

N SIMBOLOGlA

Fuente: Cartografía y datos OCIM. Archivo Histórico INEGI


Elaboración: Marisol Gutiérrez Cruz

"Los ocho pueblos restantes en la delegación Coyoacán son: La Candelaria, Los Reyes, San
Pablo Tepetlapa, Santa Úrsula Coapa,. San Mateo Churubusco y San Lucas (barrios con antece-
dentes de pueblos), Copilco el Alto (pueblo con antecedentes de rancho) y Copilco el Bajo (con
antecedentes de pueblo desde 1960). Observatorio de la ciudad de México OCIM-UAM-A (2009),
Secretaría de Desarrollo Urbano, Programa Delegacional de Desarrollo Urbano (1997).
CULHUACÁN, IZTAPALAPA Y COYOACÁN • 2 6 5

En el caso de Iztapalapa, los 17 pueblos registrados en 1900 estaban


habitados por una población de 15,999 habitantes incluyendo la cabecera
donde se concentraba cerca de la mitad de esta población (7,171 habitan-
tes). Cuihuacán concentraba la cuarta parte de la población total de los
pueblos, equivalente a 2,174 habitantes, proporción que baja en las déca-
das posteriores a la Revolución y se incrementa a partir de los años cin-
cuenta cuando el conjunto de pueblos de la delegación registraba ya más de
30,000 habitantes (30,342), sin considerar la cabecera. Esta cifra, en dos
décadas (1970), se incrementa a 116,515 habitantes, de los que la porción
de la micro-región de estudio en esta delegación, concentraba 24,253 per-
sonas: Cuihuacán 8,698; Los Reyes, 12,634, y San Andrés Tomatlán,
2,921 personas. Los pueblos de Iztapalapa se conurban en 1980 a esta de-
legación, quedando ubicados en la micro-región de estudio cuatro de éstos:
los tres mencionados y Santa María Tomatlán.9 En esta delegación existen
además ocho barrios de los cuales tres, San Antonio, Tula y San Simón
forman parte de Cuihuacán.10

DE LA REVOLUCIÓN A LA ACTUALIDAD

Durante la dictadura de Porfirio Díaz, la agudización de los conflictos


agrarios por el despojo de tierras de los pueblos otorgadas y reconocidas
en la Colonia fueron factores -entre otros-, que contribuyeron al comen-
zar el siglo xx al resurgimiento de la lucha histórica por la tierra y por la
autonomía municipal. En la primera década del el siglo xx y en el contex-
to de la Revolución mexicana, Cuihuacán formaba parte de la región
agrícola que se extendía en la franja sur de la ciudad de México. La pobla-
ción rural carecía de escolaridad formal y la producción agrícola de una
parte se desarrollaba a través de cultivos de temporal y de subsistencia
que los habitantes llevaban a cabo en pequeñas chinampas. De otra, a

'Los 16 pueblos restantes en la delegación Iztapalapa son: Santa María Aztahuacán, San
Marcos Mexicaltzingo, Acúleo, San Juanico Nextipac, San Lorenzo Tezonco, Santa Cruz Me-
yehualco, Santa Martha Acatitla, Santiago Acahualtepec, Magdalena Atlazolpa, San Andrés
Tetepilco, San Andrés Tomatlán, Los Reyes, San Lorenzo Xicoténcatl, San Sebastián lecolox-
titlán, El Arenal y San Andrés más arriba {Ibidem, 2009 y 1997).
10
En Iztapalapa, San Andrés Tomatlán tiene antecedentes como pueblo desde el siglo xrx,
en 1874, mientras Los Reyes, sus antecendentes son como barrio del pueblo de Cuihuacán y
datan de 1921. Archivos Históricos, INEGI, Observatorio de la ciudad de México, OCIM-UAM-A,
2009.
266 • PATRICIA RAMÍREZ KURI

través del sistema de haciendas y tiendas de raya donde trabajaba la po-


blación local una parte del año en condiciones laborales de precariedad,
abusos y malos tratos de capataces y caciques. Tres eran las haciendas
que se extendían en torno al pueblo: San Antonio Coapa, La Soledad y
San Nicolás Tolentino. La historia de despojos de tierras y recursos hacia
los habitantes por los hacendados se hace más evidente durante el porfi-
riato lo que entre otras cuestiones, contribuye a que el pueblo de Culhua-
cán diera apoyo a los Zapatistas y a que muchos de sus vecinos se incor-
poraran al movimento revolucionario. Don Agustín Rojas, cronista y
mayordomo del pueblo señala al respecto que:

Los culhuacanenses se entregan a la causa y luchan a su lado con la única espe-


ranza de vencer o morir defendiendo esa causa, como fue el caso de nuestro ve-
cino del barrio de Tomatlán, don Próspero García que por su convicción y méri-
tos llegó a ser coronel zapatista...(Rojas, 2007).

El reclamo legítimo de restitución de tierras condensado en el proyecto


político del movimiento revolucionario zapatista (Plan de Ayala y Plan de San
Luis) incorpora en 1911 a los pueblos del sur de la ciudad de México en una
lucha común (Héau y Giménez, 2005). Es en este contexto de la Revolución
mexicana, que Culhuacán cumple un papel activo como lugar de tránsito y de
alojamiento de las tropas Zapatistas, a las que se incorporan vecinos y familias
del pueblo apoyando la causa del movimiento revolucionario en lucha por la
reivindicación de derechos por la distribución de las tierras y sus recursos,
pertenecientes a las haciendas y ranchos (Rojas, 2008).
Una de las consecuencias del proceso revolucionario quedó expresada en
la Constitución de 1917, que incorporó en el artículo 27 el derecho de los
pueblos a la propiedad de la tierra al institucionalizar la propiedad privada, la
propiedad ejidal y de las comunidades. Antonio Azuela explica al respecto que
el texto de este artículo genera múltiples confusiones debido a que establece

la existencia de dos modalidades del sistema de propiedad privada: la de los in-


dividuos y la de los "pueblos", hoy llamados "núcleos agrarios". Si bien se acla-
ra11 que se trata de dos tipos de propiedad privada que reconoce a los pueblos

"Antonio Azuela señala que se trata de la interpretación de uno de los autores del texto
constitucional en el tema, Andrés Molina Enríquez, quien aclararía en 1922 que en "nuestro
sistema de propiedad privada" existen "dos modalidades, [...] la individual", por un lado, y la
"comunal de los pueblos", por el otro (Molina Enríquez, 1922).
CULHUACÁN, IZTAPALAPA Y COYOACÁN • 2 6 7

como propietarios de sus tierras y les devuelve su existencia como personas ju-
rídicas, esta interpretación se abandona por aquella que distingue entre tres ti-
pos de propiedad: la pública, la privada y la social (Azuela y Cancino, 2007).

Este autor señala que uno de los poderes esenciales de todo Estado es la
expropiación, porque elimina en forma legítima la propiedad a favor de un
interés considerado superior y en su dimensión política tiene el propósito de
regularizar la tenencia de tierra. En este enfoque, la expropiación es un me-
canismo jurídico-político en la reconfiguración de las nuevas estructuras de
propiedad inscritas en el proceso de urbanización de la ciudad de México, en
el que cumple "una forma de mediación política fundamental" (Azuela, Herrera
y Saavedra, 2009). En el caso del régimen agrario mexicano fue "hasta 1992,
la única manera de regularizar la posesión de los habitantes pobres de las
áreas urbanas surgidas en tierras ejidales o comunales, era a partir de una
expropiación" (Azuela, Herrera y Saavedra, 2009: 16-17).12
En el periodo posrevolucionario y en el contexto de la Reforma Agraria,
en los años veinte, se dota al pueblo de tierras ejidales pertenecientes a la
Hacienda de San Antonio Coapa. En esta misma década (1929), al consti-
tuirse las delegaciones políticas del Distrito Federal y sus nuevas delimita-
ciones geográficas que conservan hasta la actualidad, una porción del terri-
torio del pueblo de Culhuacán es incorporada a la Delegación Iztapalapa y la
otra, de menor escala a la Delegación Coyoacán.13 En el marco de este pro-
ceso y aun predominando en el territorio una clara distinción entre lo rural
y lo urbano, la lucha previa de los culhuacanenses se plantea ante el gobier-
no como demanda de restitución de las tierras que previamente tomaron las
haciendas. El proceso, iniciado en 1918, implicó la validación de los títulos
de propiedad de los demandantes, algunos de los cuales se habían otorgado
desde la época colonial, sin embargo se ha señalado que esta demanda no
tuvo efectos debido a que no hubo comprobación legal. Ante esta situación,
se solicita la dotación de tierras, que fue aprobada en 1922 por una exten-
sión de "640 hectáreas, dieciocho áreas, setenta y un centiáreas de tierras
tomadas de la hacienda de San Antonio Coapa, propiedad de la señora María

12
Explica este autor que en virtud de que la ley declaraba "inexistentes" las ventas de di-
chas tierras, el gobierno tenía que expropiar para legalizar las ventas realizadas por los cam-
pesinos a los nuevos habitantes de sus tierras en las periferias urbanas.
"Proceso que inicia en 1928 con la presidencia de Plutarco Elias Calles y concluye en
1929 con Emilio Portes Gil como presidente y M. Puig Casauranc como regente de la capital
(Davis, 1999).
268 • PATRICIA RAMÍREZ KURI

Escandón de Buch" (Archivo de la Comunidad de Culhuacán, ASFC).14 Fue


hasta el 25 de marzo de 1923 cuando se incorpora por decreto presidencial
al marco jurídico como derecho legal la dotación definitiva de tierras al pue-
blo de Culhuacán a través de la asignación de 700 hectáreas de la hacienda
de Coapa (Archivo General Agrario, 1928 y 1923, 23/35).1S Existe referencia de
otras demandas de dotación ocurrida en décadas posteriores, tales como la
de un terreno a un costado de la capilla en el barrio de San Antonio (1936),
y de construcción de un campo deportivo en San Francisco (1940).16
El acelerado proceso de urbanización y de industrialización que inicia des-
de los años cuarenta en la ciudad de México, tiene efectos profundos en el
pueblo de Culhuacán al modificar la relación territorio-sociedad en la forma,
la estructura y las actividades de sus habitantes, y con esto, el régimen de pro-
piedad de la tierra. Los conflictos por la tierra resurgen desde finales de los
años treinta y cuarenta con las primeras expropiaciones, pero se agudizan du-
rante las décadas posteriores -de los cincuenta hasta los setenta-, al avanzar
el acelerado proceso de urbanización de la ciudad que impulsa transformacio-
nes sin precedentes en la micro-región de pueblos y barrios de Culhuacán.
Destaca paralelo a esto, la donación de tres parcelas por acuerdo de la junta
ejidal para la creación de un campo deportivo ejidal en 1943, cuya construc-
ción quedaría bajo la responsabilidad del entonces Departamento Central de
la ciudad.17 Las primeras expropiaciones se orientan a la ampliación de la es-
tructura vial (1938) y a favor de trabajadores del Sindicato de la Compañía de
Teléfonos Ericsson (1947) lo que genera quejas de ejidatarios.18
Es notable que en 1939 el Cuerpo Consultivo Agrario aprueba la crea-
ción y nombramiento de cinco comisariados ejidales correspondientes a la
organización y división interna del territorio del pueblo en cinco núcleos
ejidales. Al respecto, existen referencias de que en 1942, a partir de una eva-
u
Periodo presidencial del general Alvaro Obregón 1920-1924, y de la regencia de Abelar-
do Rodríguez, 1923-1924 (Davis,1999).
15
Archivo General Agrario, expediente núm. 23/35 legajo 1 de 2, Dotación de Tierras Eji-
dales. Diario Oficial de la Federación, 9 de abril de 1923. Véase Coyoacán, Monografía 2009.
"•Periodo presidencial del General Lázaro Cárdenas, 1934-1940 (Davis, 1999).
17
Con base en acuerdo de la junta ejidal y para la creación de un campo deportivo los
vecinos deciden la donación de tres parcelas: 829, 833 y 835. Los dueños de estos terrenos
serían reubicados a otra parte del ejido. 17 de junio a 23 de diciembre de 1943, Archivo Ge-
neral Agrario, expediente núm. 23/35 legajo 1 de 2, Dotación de Tierras Ejidales.
18
Ibidem, de acuerdo con un informe del AGA, en 1938 se realiza la expropiación para e]
camino Iztapalapa-Tláhuac, por una superficie de 42,287.70 metros cuadrados con un costo
de 2.20 el metro cuadrado. Y, en 1947 se registra una queja de expropiación a siete ejidatarios de
Culhuacán a favor de trabajadores del Sindicato de la Compañía de Teléfonos Ericson.
CULHUACÁN, IZTAPALAPA Y COYOACÁN • 269

luación oficial se argumentó que la subdivisión de tierras de acuerdo a las


delimitaciones de los barrios se contraponía a la lógica del Ejido y contrave-
nía la ley.19 No obstante esta afirmación, la situación deriva en 1945 en la
solicitud y demanda de los ejidatarios de San Francisco a favor de la división
oficial del ejido con el argumento de que el pueblo de Culhuacán está cons-
tituido por cinco barrios.20 Esta demanda culmina el 21 de febrero de 1950
con la aprobación del dictamen para la división de los ejidos en cinco nú-
cleos, y con el decreto presidencial que determina que la dotación previa de
las 700 hectares de tierras ejidales, se subdividiría en cinco núcleos de pobla-
ción que formarían los ejidos definidos de acuerdo a la delimitación de los
cinco barrios en beneficio de 1,036 ejidatarios (Archivo General Agrario
1950, 231.3./35).21 Se establecen a partir de entonces las Zonas Urbanas
Ejidales (ZUE) creadas en la ciudad desde 1942 como áreas de vivienda y ser-
vicios para ejidatarios (Cruz, 2001). En Culhuacán se delimitan tres en los
siguientes barrios: los Reyes Culhuacán, Santa María Tomatlán y San An-
drés Tomatlán.22
La nueva división territorial se establece al comenzar la década de los
años cincuenta de la siguiente forma: cuatro de los núcleos ejidales de pobla-
ción, Culhuacán, Los Reyes Culhuacán, San Antonio Culhuacán y San An-
drés Tomatlán, quedan ubicados en la frontera de la Delegación Iztapalapa
con la delegación Coyoacán. En ésta, en colindancia con los cuatro núcleos
19
En 1942, el evaluador afirmó en este sentido que, "se ha dividido a posteriori a razón
directa de sus barrios y en contraposición con la lógica técnica del ejido, en cinco comisaria-
dos ejidales", Archivo General Agrario, Expediente 272.2/35, legajo 1.
20
Presidencia de Manuel Ávila Camacho 1940-1946 y de Javier Rojo Gómez en la regen-
cia de la capital (Davis, 1999).
21
Presidencia de Miguel Alemán Valdez 1946-1952 y de Fernando Casas Alemán en la
regencia de la capital (ídem., 1999).
21
Idem. Existen testimonios de que en asamblea general organizada por los miembros del
Comisariado Ejidal el 15 de marzo de 1948 el pueblo de San Francisco Culhuacán acordó
dividir el núcleo principal correspondiente a Culhuacán y se establecieron las porciones eji-
dales correspondientes a cada uno de los cinco núcleos: San Francisco Culhuacán 162-16-25
(ciento sesentay dos hectáreas., dieciséis áreas y veinticinco centiáreas); San Antonio, 68-00-00
(sesenta y ocho hectáreas); Culhuacán, 128-62-50 (ciento veintiocho hectáreas, sesenta y dos
áreas y cincuenta centiáreas); Culhuacán, zona urbana, 13-20-00 (trece hectáreas, y veinte áreas);
Tomatlán, 165-46-25 (ciento sesenta y cinco hectáreas., cuarenta y seis áreas y veinticinco
centiáreas); Tomatlán zona urbana, 17-16-25 (diecisiete hectáreas., dieciséis áreas y veinti-
cinco centiáreas); Los Reyes, 101-35 (ciento una hectáreas., treinta y cinco áreas); Los Reyes
zona urbana, 19-60 (diecinueve hectáreas., y sesenta áreas) y Parque Nacional Cerro de la
Estrella, 24-43-75 (veinticuatro hectáreas., cuarenta y tres áreas y setenta y cinco centiáreas).
El total es equivalente a 700 hectáreas.
270 • PATRICIA RAMÍREZ KURI

anteriores, queda ubicado el quinto núcleo, correspondiente al pueblo de


Culhuacán y tres barrios que lo integran: La Magdalena, Santa Ana y San
Juan.23 Surgen con estos cambios, diversas demandas sociales de ejidatarios
entre las que destacan aquellas en favor de la creación de un pozo de agua
(1950), de construcción de lavaderos y baños públicos (1951), de deslinde de
terrenos por ocupaciones irregulares (1956), de permuta (1957) y quejas por
conflictos de límites entre los ejidos Culhuacán y la Zona Urbana Ejidal de
Tomatlán (Archivo General Agrario, 23/35, 1959).24 En esta misma década
el Departamento del Distrito Federal expropia con fines de utilidad pública
una porción de tierras ejidales para instalar siete bombas con el propósito de
incrementar el abasto de agua de la ciudad de México (Archivo General
Agrario, 1956).25
En las décadas subsiguientes Culhuacán se incorpora a las transforma-
ciones urbanas aceleradas de la capital del país, que se había convertido en
sede de la producción manufacturera e industrial del país. En el pueblo de
Culhuacán la expansión urbana de la ciudad se expresa a través del desarro-
llo de grandes proyectos habitacionales y de infraestructura vial, y en el sur-
gimiento de colonias populares en las tierras ejidales expropiadas, lo que
modificó la morfología social y urbana de los pueblos y barrios. La década de
los sesenta marca un hito en la historia urbana del pueblo en el siglo xx.26 Lo
más notable en esta década fue la expropiación de los cinco núcleos de tierras
ejidales en agosto de 1965 sustentada en cinco decretos presidenciales lo que
genera múltiples reuniones y asambleas ejidales que se realizan los dos años
subsiguientes (1966-1967), para que los vecinos decidieran lo que ocurriría
con las indemnizaciones y las demandas colectivas sobre cada núcleo eji-

23
La división del pueblo en 1948 incluía nueve porciones ejidales que incluían el Parque
Nacional Cerro de la Estrella, establecido por decreto presidencial el 27 de julio de 1938,
afectando veintitrés parcelas. El 22 de mayo de 1950 por resolución presidencial (doc. 22) se
aprueba la división de los ejidos, publicada en el Diario Oficial el 29 de mayo de 1950 (doc. 8),
lo que implicó que el pago de predial fuera en forma separada por cada núcleo (doc. 68). Ar-
chivo General Agrario, Expediente 231.3/35, legajo 1 de 2.
24
Presidencia del Adolfo Ruiz Cortinez 1952-1958 y Ernesto P. Uruchurtu en la regencia
de la capital (Davis, 1999).
25
Se declara la expropiación de 162.70 metros cuadrados con el compromiso de pagar una
indemnización de 371.91 pesos. Decreto de expropiación, Diario Oficial, 30 de abril, 1956,
Archivo General Agrario, doc. 2 y 3.
26
En los inicios de los años sesenta se registran casos como la solicitud de expropiación a
favor de la Secretaría de Salubridad y Asistencia para la creación de un centro de salud
(1961).
CULHUACÁN, IZTAPALAPA Y COYOACÁN • 2 7 1

dal.27 Al referirse a las expropiaciones, el testimonio de un habitante explica


que,

Al expropiarse el ejido al ejidatario se le privó de un medio de vida dejándolo


desamparado, pues, de la parcela que aunque era de temporal obtenía maíz,
frijol y forraje para alimentar a su familia y a sus animales, estos últimos al
cuidado de la esposa e hijos [...] le llaman, ganadería de traspatio [...] por ejem-
plo el que tenía vacas pues ni compraba leche y tenía para vender, el que tenía
gallinas pues ahí tenía sus pollos pues, para sus gastos.

Esta situación se inscribe en un mismo proceso iniciado desde los años


treinta prolongándose hasta los noventa. Se expresa en una secuencia con-
flictiva de expropiaciones y de intervenciones que transforman de manera
profunda la organización social y territorial del pueblo. Respecto a las de-
mandas de indemnizaciones por expropiaciones de tierras ejidales y comu-
nales, lo que ocurría, siguiendo a Antonio Azuela, era que "se pagaban mal
y tarde" o, peor aún, "mal y nunca", lo que se explica porque,

durante décadas, la propiedad de los núcleos era notoriamente débil; era una
forma de propiedad (una modalidad, según el lenguaje de la Constitución mexi-
cana) caracterizada por la subordinación política; la relativa facilidad con la que
los núcleos eran expropiados y mal indemnizados para dar paso a obras públicas
era parte de esa relación. No obstante, eso ha cambiado radicalmente en las úl-
timas décadas (Azuela et. al, 2009).28

Una de las decisiones fue que el monto de las indemnizaciones formaría


parte del Fondo Nacional de Fomento Ejidal para que los ejidatarios lo usa-
ran posteriormente. Entre las demandas se encuentra la creación de zonas
urbanas como "beneficio último de la revolución" para las siguientes genera-

27
Los decretos expropiatorios fueron firmados por el entonces presidente Gustavo Díaz
Ordaz (1964-1970) y por Uruchurtu, Jefe del Departamento del Distrito Federal. Se realiza
para la creación de un "núcleo de población formado por habitaciones populares, escuelas,
mercados, campos deportivos, edificios públicos, albergues infantiles, un hospital infantil, un
asilo para ancianos, calles, parques, jardines y servicios públicos" (ASFC).
28
Antonio Azuela et. al, (2009), al referirse a la capacidad de los núcleos ejidales, propie-
tarios de tierras, de resistir las expropiaciones promovidas desde el gobierno federal explica
que "Durante las décadas en que el autoritarismo mexicano se combinaba con "políticas de
desarrollo" (en particular las relacionadas con las grandes infraestructuras) las expropiaciones
afectaban mayoritariamente a los núcleos agrarios".
272 • PATRICIA RAMÍREZ KURI

ciones sin tierra. A las demandas de creación de zonas urbanas ejidales se


agrega la petición de lotes y casas para los ejidatarios (Archivo General Agra-
rio, 1965-1967).29 Antes de finalizar la década, en 1969, se realiza otra ex-
propiación a favor de la Hidroeléctrica Amacuzac en el pueblo de San Fran-
cisco [Ibidem, 1969).30 Para 1970, se establece la existencia de un total de
288 ejidatarios, de éstos, 191 con derechos registrados vigentes y 97 por re-
gulalizar [Ibidem, 1970, doc. 527). En esta década de los años setenta, se
emiten nuevos decretos de expropiación de tierras con fines de utilidad pú-
blica y procesos especulativos de compra-venta de suelo urbano. Se inician
también las quejas por falta de pago de indemnizaciones.31
En este contexto, surge el conflicto en el barrio de San Francisco por la
expropiación de terrenos ejidales que no se destinaban a usos agrícolas sino
que estaban rentados en forma ilegal por los propietarios para hornos de ta-
bique en parcelas donde además se ubicaban construcciones precarias y
provisionales que albergaban a los trabajadores de los hornos. En este caso,
tanto el Comisariado Ejidal como quienes se denominaban propietarios de
estos hornos reclamaron indemnización (1966).32 El informe del año si-
guiente indica que había un total de 418 hornos -no todos funcionaban-,
establecidos en 245 parcelas. No obstante que se establece que la situación
contraviene los lineamientos del código agrario, se acuerda dividir la indem-

29
Las demandas en cada núcleo fueron las siguientes: en Los Reyes, la ampliación de la
Zona Urbana Ejidal (ZUE); en San Andrés la formación de una ZUE en terrenos expropiados
además de lotes de 500 m2 y la indemnización de los terrenos expropiados por la Secretaría
de Obras Públicas para construcción de la carretera México-Tulyehualco, demanda comparti-
da por San Francisco y Culhuacán. San Antonio solicitó la formación de una ZUE y San Fran-
cisco demandó lotes para los ejidatarios de 500 m2 y de 200m2 para sus hijos, y, Culhuacán
además de la indemnización demandó la creación de una ZUE y casas para los ejidatarios,
(does. 25-29, del 3 de diciembre de 1966 y 16 de abril de 1967). En el caso de la Hidroeléctri-
ca, se expropian 2.47 hectáreas con una indemnización de 86,450 pesos (doc 11, Diario Ofi-
cial, sábado 23 de enero, 1969). Documentos firmados por el Comisariado Ejidad y las fami-
lias firmantes, Perez, Galicia, Rosas, Salas, Salvador, García, Luna, de la Rosa, Castillo
Linares, Peña, Nava, Damián, Lagunas, Salinas, Domínguez, Pasten, Rodríguez, Cacho, Ro-
cha y Martínez, entre otras (Archivo General Agrario, espediente 272.2/35 legajo 1 de 2).
30
Se reporta una superficie expropiada de 2.47 hectáreas con una indemnización de 86,450
pesos. Publicación en el Diario Oficial, sábado 23 de enero de 1969. Ibidtm., legajo 1.
31
Presidencia de Luis Echeverría Alvarez 1970-1976, y de Alfonso Martínez Domínguez
(1970-1971| y Octavio Sentíes (1971-1976) en la regencia de la capital (Davis, 1999).
32
En el caso del centro de salud, la superficie afecada fue de 7,200 m2. En el segundo caso,
de los hornos se argumenta que se construyeron sin consentimiento del Comisariado Ejidal.
7 de julio, 1966, does. 16-18, Archivo General Agrario, expediente 271.2/35, legajo 1 de 2.
CULHUACÁN, IZTAPALAPA Y COYOACÁN • 2 7 3

nización en 60 por ciento para los ejidatarios y el 40 por ciento para los
propietarios de los hornos.33
Es importante mencionar que, de acuerdo a la información consultada
en el Archivo General Agrario y a testimonios de los habitantes, posterior a
las expropiaciones y paralelo a procesos de compra-venta de suelo, resurgie-
ron en la década de los setenta diversas quejas y solicitudes ante las institu-
ciones para: obtener constancias de propiedad; conocer si los terrenos se si-
tuaban o no en la zona ejidal con intenciones de venderlos; dar solución a
problemas de tierras relacionadas con límites y linderos, o con invasiones y
violencia contra los habitantes de Culhuacán, o bien, con derechos de ave-
cindados por despojos causados por no pagar las cuotas a líderes, entre otras
cuestiones.
Al finalizar la década de 1970 y comenzar los años ochentas,34 la conflicti-
vidad no resuelta en el caso de Culhuacán, se expresó entre otras cuestiones,
en la solicitud de los ejidatarios al delegado agrario en el Distrito Federal de la
extinción legal de los núcleos ejididales de Culhuacán (26 de agosto de 1983)
con el argumento de que no existen más tierras cultivables.35 La solicitud se
negó argumentando que los demandantes carecían de facultades para deman-
dar la extinción de los ejidos, y se pone en duda que se trate de una decisión
del pueblo a través de una asamblea. Continúan en esta década las quejas por
falta de pago de las expropiaciones y solicitudes de amparo (agosto de 1986)
por el Comisariado Ejidal de San Francisco ante el Juzgado de Distrito en Ma-
teria Agraria y de aclaraciones del barrio de San Antonio (enero de 1987) por
las expropiaciones de 1965.36 Estas cuestiones aluden tanto a la falta de certe-
za de diversos miembros de la comunidad de Culhuacán ante los cambios
ocurridos, asociados a la ambigüedad del régimen agrario, así como al reclamo
por la reivindicación de derechos sociales y patrimoniales. Un habitante origi-

33
Informes sobre la situación de los hornos de tabique, 2 de febrero y 4 de mayo de 1967.
El 28 de febrero en Acta del Comisariado Ejidal se establece que se pagó 40 por ciento a los
dueños de los hornos y que los horneros se obligan a desocupar el ejido al recibir la indemni-
zación. Firman el Comisariado Ejidal, Isaías Flores, presidente Isaías Silva Fragoso, secreta-
rio, y, por los representantes de los horneros, Juan Flores Mendoza, Marcelino Castro, José
Luna Peña y Maximino Benitez. Archivo General Agrario.
34
Presidencia de J. López Portillo 1976-1982 y de C. Hank González en la regencia de la
capital (Davis, 1999).
35
Presidencia de Miguel de la Madrid Hurtado 1982-1988, y de Ramón Aguirre Velásquez
en la regencia de la capital [ídem).
36
Archivo General Agrario, expediente núm. 272.2/35, legajo 1 y 2. Documentos 239,
241-245.
274 • PATRICIA RAMÍREZ KURI

nario del pueblo habla de estas cuestiones problemáticas que convirtieron al


ejidatario en obrero o en comerciante:

Cuando se expropió el ejido hubo graves problemas por el incumplimiento de


las autoridades en el pago correspondiente y la falta de claridad en los conve-
nios, y abusos hacia los ejidatarios, que al asesorarse de abogados estos actuaron
sin ética profesional. El ejidatario tuvo que convertirse en comerciante ambu-
lante, en obrero de fábricas y empresas, algunas afortunadamente seguras como
la Compañía de luz, la de teléfonos, mientras otras, no dieron ninguna garantía
al trabajador [...] otros se quedaron poniendo un puestecito, un comercio.

Para la primera mitad de la década de 1980 en el país y en la capital con-


tinúan con mayor fuerza las protestas de organizaciones ejidales y comuni-
tarias que se oponen a las condiciones de precariedad de las indemnizaciones
y al inclumplimiento de los acuerdos respecto a las expropiaciones, lo que
condujo "al gobierno federal a instaurar la práctica de convenir con los ejida-
tarios o comuneros, los términos de las indemnizaciones". En los espacios
urbanos y particularmente en las ciudades la regularización de la tenencia de
la tierra apoyada en decretos y acciones expropiatorias de acuerdo con Azuela
y Cancino, evidenció las ambigüedades del régimen agrario. Estos autores
argumentan que los ejidatarios en calidad de propietarios vendían sus tierras
a pobres urbanos,

... en casi todos los casos han sido los mismos miembros de los núcleos quienes
han vendido su tierra a los pobres urbanos (o a algún intermediario) y a pesar de
que la ley definía esa práctica como un delito, jamás fue perseguida por las au-
toridades. Así, unas ventas que la ley declara "inexistentes" (pero que han sido
toleradas a cambio del apoyo político de las organizaciones campesinas) han
sido sistemáticamente legalizadas a través de la CORETT, que es el organismo
que ha llevado a cabo el programa de regularización urbana más duradero del
mundo (Azuela y Cancino, 2007).

Estas ambigüedades del régimen agrario expresadas en la compra-venta


ilegal de tierras derivada de las expropiaciones, influyeron entre otras cues-
tiones, en la condición de debilidad o de fortaleza de los núcleos agrarios,
contribuyendo a la expansión del mercado ilegal del suelo.

La ficción legal de la inexistencia de las ventas hechas por los campesinos adqui-
rió de ese modo una enorme eficacia, ya que hizo invisible el mercado ilegal de
CULHUACÁN, IZTAPALAPA Y COYOACÁN • 2 7 5

la tierra, en prejuicio de millones de habitantes pobres de las periferias urbanas.


Aquí el uso de la expropiación manifiesta una fortaleza, no una debilidad, de los
propietarios de la tierra (Azuela y Cancino, 2007). 37

En la década de los noventa, en el contexto del orden económico neolibe-


ral y de transformaciones en la relación Estado-sociedad y territorio inicia-
dos en la década previa, se modifica el artículo 27 constitucional en 1992, lo
que hace posible el cambio de titularidad de tierras de propiedad ejidal, su
lotificación, privatización y venta. Esta medida influye en los procesos urba-
nos que se producen en los pueblos de la ciudad de México y este es el caso
de San Francisco Culhuacán, que en la misma década comienza con nuevos
decretos de expropiación de tierras,38 y de regularización de la tenencia de la
tierra de tres secciones de la colonia Presidentes Ejidales (1991).39 Estos úl-
timos decretos, hacen referencia a los acuerdos y convenios celebrados 20
años atrás, en los años setenta, con los núcleos ejidales con el compromiso
del entonces Departamento del Distrito Federal de lotificar y urbanizar las
colonias a través del fideicomiso propuesto para tal propósito.40
El surgimiento de nuevas realidades urbanas ha generado mayor diversidad
y heterogeneidad socio-territorial lo que se expresa en la forma, en la estructu-
ra y en las funciones contemporáneas del pueblo y de su micro-región.
La problemática aún no resuelta respecto a los núcleos ejidales y el recla-
mo de los pagos pendientes de las indemnizaciones por las expropiaciones
de estas tierras en los años sesenta resurge en 1994, cuando se emite un
nuevo amparo por parte de los ejidatarios. En éste, se pronuncian en defensa
de los acuerdos incumplidos por el Departamento del Distrito Federal. Ante

37
Con ello, la expropiación ha dejado de ser un "acto de imperio"; al menos en apariencia,
se trata de una merma del poder de expropiar, que es uno de los elementos que definen la
soberanía en los Estados modernos (Azuela, 2007).
38
Se registran en estos años al menos tres expropiaciones en Culhuacán: la primera el 30
de septiembre de 1991 que aparece en el Diario Oficial, hace referencia a decreto previo de
expropiación en 1975 a favor del Departamento del Distrito Federal, legajo 6, documento 9.
La segunda, solicitada por la CORETT se publicó en la Gaceta Oficial del DDF el 29 de junio de
1992, legajo 5, documento 86. La tercera, publicada en el Diario Oficial el 17 de mayo de 1994,
legajo 6. Archivo General Agrario, expediente 272.2/35.
^Presidencia de Carlos Salinas de Gortari (1988-1994) y como regente Manuel Camacho
Solís (1988-1993) (Davis, 1999).
""Decreto de Regularización publicado en el Diario Oficial, 13 de agosto de 1991. Archivo
General Agrario, 272.2/35 legajo 5, pp. 34-35.
276 • PATRICIA RAMÍREZ KURI

esta situación, se produce un informe del historial agrario de Culhuacán,41 y


en diciembre del mismo año, en asamblea ejidal, a la que asisten 93 ejidata-
rios del pueblo, se crea una comisión encargada de dar seguimiento a los
acuerdos en cuestión.42 Según testimonios y documentos de la comunidad,
las inconformidades de los ejidatarios expresadas en tres amparos frente a lo
que definen como despojo, y una serie de mesas de negociación con presen-
cia de las partes involucradas, las que fueron suspendidas en 1998.
El proceso de dotación de tierras y de expropiación posterior -reseñado
en forma no exhaustiva-, en el caso del pueblo de San Francisco Culhuacán,
fue muy complejo porque además de los problemas derivados de los cambios
en las delimitaciones territoriales, de la falta de claridad en los deslindes de
predios, de los usos irregurales por renta o venta ilegal para usos no agrícolas
o para nuevos asentamientos con nuevos residentes, y de los acuerdos in-
cumplidos por parte de las instituciones co-responsables de las expropiacio-
nes, se produjeron problemas en las relaciones sociales y de poder al interior
de la micro sociedad de ejidatarios. Estos problemas están asociados a con-
flictos surgidos desde que se constituye el ejido, derivados de la imposición
de prácticas y acciones que afectaron las relaciones internas de convivencia
entre los miembros de la comunidad, provocando división y malestar social entre
los habitantes, dejando huella en la memoria colectiva.
Un ejemplo de esta situación es que los liderazgos que representaban a
los ejidatarios, asignaron los mejores y más próximos terrenos para unos,
mientras para otros se asignaron las tierras en condiciones desventajosas en
lo que se refiere a la calidad del suelo y al acceso a la parcela. Al ser la tierra
un referente de identidad, los habitantes originarios no pensaron realmente
en privatizarla sino en la búsqueda de alternativas para continuar trabajando
colectivamente sus parcelas. Por ello, cuando dan inicio las expropiaciones y
posteriores regularizaciones resurgen formas de resistencia de los ejidatarios
como actores colectivos, a lo que podríamos llamar un doble sentido de des-
pojo y de agravio. El proveniente de las instituciones y el provocado por el
papel de las representaciones y liderazgos de las organizaciones que debían
actuar a favor del interés general de la comunidad. En los dos casos se debi-
litaron los vínculos de confianza.

41
E1 informe del historial agrario del ejido señala entre otras cuestiones que se ha expropiado
una superficie que excede a la concedida. 26 de octubre, 1994, Ibidem., legajo 2, documento
131.
42
Asamblea Informativa, 14 de diciembre, 1994, Ibidem, legajo 2, documento 133.
CULHUACÁN, IZTAPALAPA Y COYOACÁN • 2 7 7

Interesa mencionar, con base en los testimonios aportados de habitantes


originarios de Culhuacán, los siguientes factores particulares que influyeron en
el papel que jugaron los ejidatarios como actores colectivos en los procesos de
cambio expuestos en este apartado: el primer factor es que al dotarse los ejidos,
se formaron parcelas de media hectárea en promedio, las cosechas eran de con-
sumo doméstico sin posibilidad de excedente significativo para comercializar. A
esta situación se agregan limitaciones para trabajar la tierra por la falta de agua
como recurso común para riego, asociadas a la condición de agricultura de sub-
sistencia y de temporal que distinguió a la micro-región. El segundo factor es
que no había rotación con otros cultivos, por ejemplo, haba o frijol, lo que fue
afectando la producción. Predominaba el monocultivo de maíz, y se producía
alfalfa para alimentar al ganado. El tercer factor es que ante esta situación aso-
ciada a la necesidad de ingresos adicionales, una parte de los ejidatarios comen-
zaron a salir a trabajar durante la semana en actividades urbanas en otras loca-
lidades próximas o lejanas de la ciudad, como albañiles y carpinteros en la
industria de la construcción o como técnicos en servicios en compañías de telé-
fonos, de comunicación, de electricidad, entre otras.
Un cuarto factor es que los habitantes que salían y se empleaban como asa-
lariados fuera de la micro-región, trabajaban su tierra los fines de semana -sába-
do y domingo-, solos o con el apoyo de peones de campo. También rentaban las
parcelas y la producción se dividía a la mitad entre el arrendador y el propietario.
Entre los que se quedaban y se dedicaban a actividades agropecuarias de tiempo
completo, había casos en que trabajaban varias parcelas, llegando a abarcar has-
ta cinco hectáreas y a tener hasta 30 vacas para la producción de leche y queso,
lo que hacía más rentable la actividad agropecuaria. El quinto factor es que la
producción fue decreciendo debido a que realmente no había condiciones para
trabajar la tierra de manera redituable y sustentable. Esto ocurre de manera
paralela a la llegada de nuevos residentes que no conocían el trabajo de la tierra,
y que se establecieron en colonias de reciente creación como fue el caso del Mi-
rador, asentamiento que inicia con 400 viviendas familiares. Existen testimo-
nios que afirman que los nuevos residentes se robaban el maíz de la cosecha lo
que derivó en tensiones y hostilidades entre unos y otros.
Finalmente, la expropiación más reciente con fines de interés público
se llevó a cabo en el año 2008 en dos terrenos baldíos de propiedad priva-
da, con una extensión de 17,000 metros cuadrados (16 hectáreas) ubica-
dos en la avenida Tláhuac en la delegación Iztapalapa. La realizó el go-
bierno del Distrito Federal mediante un decreto que declaró de utilidad
pública estos terrenos, con el propósito de ampliar el panteón de Culhua-
cán, el cual incorporará 5,000 espacios adicionales, a la capacidad actual
278 • PATRICIA RAMÍREZ KURI

de aproximadamente dos mil lápidas.43 Esta acción respondió a la deman-


da de los 11 barrios del Pueblo de Culhuacán ante la saturación del pan-
teón existente y de los conflictos derivados por la falta de espacios para
defunciones.44 El proceso expropiatorio ha sido complicado y no ha con-
cluido debido al conflicto de intereses surgido a raíz de que los dueños se
ampararon y no aceptan indemnización. A causa de este litigio la propie-
dad está resguardada por el gobierno de la ciudad de México y las obras
aún no han comenzado.

SOBRE EL PROCESO DE URBANIZACIÓN

Las transformaciones y conflictos por la tenencia de la tierra mencionados


en el apartado anterior, se inscriben en el proceso de urbanización que se
desarrolla en Culhuacán en el siglo xx. En este proceso se distinguen tres
etapas. La primera etapa, de 1929 a 1953, abarca de finales de los años vein-
te hasta comienzos de los años cincuenta y corresponde a la urbanización de
los pueblos de Los Reyes Culhuacán, de Culhuacán y de los barrios de San
Antonio, Tula y una porción de San Simón. La superficie que ocupa es de
136.65 hectáreas ocupadas un 100 por ciento por un tipo de poblamiento
con rasgos propios de colonias populares. La traza es irregular como resulta-
do de los cambios ocurridos en el proceso de expansión del pueblo asociado al
crecimiento demográfico, a la subdivisión de los lotes que previamente eran de
500 a 1,000 metros cuadrados -para responder a las necesidades de las fami-
lias que se multiplicaron y a su adaptación a la irregularidad de las parcelas, lo
que transforma los caminos rurales de terracería en calles urbanas.45 En el área
tradicional, correspondiente al espacio local de pueblos y barrios, se delimita
una parte de las zonas patrimoniales de Iztapalapa (OCIM, 2009).46
La segunda etapa de urbanización (1953-1970), corresponde a los pueblos
de San Andrés Tomatlán y Santa María Tomatlán, así como a los barrios de La

43
"Les abren espacio a más muertos", nota de Alberto Cuenca en el periódico El Univer-
sal, 2 de noviembre, 2008.
44
Entrega el GDF lotes a pueblos nahuas para que amplíen panteón. Nota de i^ngel Bola-
ños y Josefina Quintero, en La ¡ornada, domingo 2 de noviembre, 2008. La noticia publicada
en distintos medios de comunicación habla del terreno de propiedad federal, sin embargo,
testimonios recabados para este estudio afirman que se trata de propiedad privada.
45
Una parte importante de la información presentada en este apartado se desarrolló con base
en el documento de trabajo proporcionado para este proyecto, por el OCIM-SIG-UAM-I, 2009.
46
De acuerdo con los Programas de Desarrollo Urbano de Coyoacán e Iztapalapa, 1997.
CULHUACÁN, IZTAPALAPA Y COYOACÁN • 2 7 9

Magdalena, San Juan Culhuacán, Santa Ana Culhuacán y San Francisco Cul-
huacán. A éstos se agregan las zonas urbanas ejidales de Santa. María y San
Andrés Tomatlán, Estrella Culhuacán y una parte del ex ejido de San Francisco.
En estos años se edifican en los ejidos de Culhuacán las unidades habitacionales
Culhuacán sección I, II y y el STUNAM. La superficie ocupada en esta etapa es de
373.11 hectáreas., de las que el 59.02 por ciento corresponde a colonias popula-
res, con características elevada densidad, escasos espacios arbolados, con predo-
minio de color gris, no obstante que se observan algunos techos de color. En
esta zona de colonias populares, los lotes oscilan de 110.05 a 280.43 metros
cuadrados, el ancho de las calles varía de 5 a 6.7 metros y el de las avenidas al-
canza 9.14 metros. 19.3 por ciento corresponde a unidades habitacionales y
1.93 por ciento a unidades habitacionales de densidad media. Es notable que el
11.2 por ciento de la superficie ocupada por vivienda residencial media, presen-
ta menor densidad, traza irregular y lotes más grandes que los de las colonias
populares, con superficies de 200 a 350, incluso hasta 516 metros cuadrados en
construcciones altas que podrían ser edificios departamentales.
En esta zona de vivienda media se identifica una porción del espacio patri-
monial de Culhuacán, en los barrios de San Juan, Santa Ana y San Francisco,
donde se ubica el panteón y la capilla de Santa Ana. Los asentamientos irregu-
lares surgidos en la franja del Canal Nacional en la Cuchilla de La Magdalena
representan 0.35 por ciento. Estos asentamientos albergan alrededor de ochen-
ta familias, colindan con conjuntos habitacionales y equipamiento urbano.47
Los conjuntos habitacionales edificados en esta zona presentan características
homogéneas en su interior, de traza reticular y con zonas de estacionamiento
y áreas compartidas. En la forma y perfil de estos conjuntos se distingue por
un lado edificios en línea sin áreas verdes. Por otro, edificios paralelos articu-
lados por un cubo para las escaleras o donde se ubica la bomba de agua, con
escasos espacios verdes o arbolados (OCIM, 2009).
Hay que subrayar que este tipo de crecimiento popular estuvo influido
por la concepción que orientó la formación de la delegación Iztapalapa como
un espacio para asentamientos populares. La superficie restante está desti-
nada a equipamiento urbano y representa 8.1 por ciento. Se distingue en
esta zona, la Escuela Superior de Ingeniería Mecánica y Electrónica (ESIME)
que se ubica en el suroriente con una extensión de 25.51 hectáreas, y al nor-
te una planta de tratamiento de agua en el barrio de La Magdalena. Para
1970, la década de mayor crecimiento urbano, predomina la propiedad pri-

47
El Programa de Desarrollo Urbano de Iztapalapa los reconoce como asentamientos
irregulares.
280 • PATRICIA RAMÍREZ KURI

vada y urbanizada, la traza es irregular en los pueblos y barrios, y es regular


en las unidades habitacionales de acuerdo a la lotificación de las parcelas.
La tercera etapa de urbanización ocurre de 1970 a 1990. En esta etapa el
crecimiento urbano se extiende hacia el sur del pueblo, en las tierras ejidales de
Culhuacán, a partir de la proliferación de colonias populares y conjuntos habi-
tacionales. Se observan tres formaciones espaciales diferentes. La primera
corresponde a las colonias populares establecidas en las zonas urbanas ejidales
de Los Reyes, Estrella Culhuacán, San Andrés Tomatlán y Santa María Tomatlán,
El Mirador, Valle de las Luces secciones I, II, III y la ampliación Valle de las Lu-
ces, Fuego Nuevo, 12 de Diciembre, la Ampliación San Francisco, ex ejido de
San Francisco, entre otras. Se observa en el entorno construido de una parte la
traza reticular, edificaciones de color gris, de elevada densidad y con lotes que
oscilan de 65 a 180 y hasta 260 metros2, en los que se regristra más de una vi-
vienda. De otra, se distinguen tres conjuntos habitacionales, una ladrillera en el
nororiente de la zona urbana ejidad de Los Reyes -sin urbanizar al igual que
el camino al panteón del Cerro de La Estrella-, pocos espacios verdes o arbola-
dos, y por último, tres canchas de fútbol.
La segunda formación corresponde a los Conjuntos habitacionales de Cul-
huacán sección III, IV, VII, X-A, VIII, IX-A, IX, X, INFONAVIT Piloto V, Unidad
Habitacional Canal Nacional, CROC VI, Unidad Habitacional STUNAM. Se trata de
espacios homogéneos en la forma y estructura interior, de edificios en línea, con
una retícula regular, de elevada densidad y con área de estacionamientos. Los es-
pacios verdes o arbolados no están integrados a los edificios y son de uso común.
Se distingue una tercera formación físico-social representada por conjuntos habi-
tacionales homogéneos, pero menos densificados, con espacios arbolados entre
un edificio y otro, espacios comunes de recreación y áreas de estacionamiento. La
superficie ocupada es de 540.3 hectáreas, de las que 68.1 por ciento corresponde
a los conjuntos habitacionales, el 24.4 por ciento a las colonias populares y 7.5 por
ciento a conjuntos habitacionales de densidad media. La propiedad predominante
es la urbanizada desde 1970 cuando CORETT y la Secretaría de la Reforma Agraria
regularizaron colonias de propiedad ejidal y comunal.
Ante los conflictos derivados de la irregularidad en tierras de propiedad pri-
vada, la instancia responsable de resolverlos fue la Dirección General de Regu-
larización Territorial (DGRT). Se distinguen casos tales como San Francisco
Culhuacán, que tenía asentamientos irregulares en tierras ejidales y conflictos
agrarios derivados de expropiaciones a tierras ejidales y comunales. Y las tierras
del pueblo de Los Reyes, que tenía asentamientos irregulares en el ex ejido de
San Francisco Culhuacán, Presidentes Ejidales y el Pueblo de los Reyes. La traza
regular predomina como resultado de la notificación de las parcelas.
CULHUACÁN, IZTAPALAPA Y COYOACÁN • 281

En esta etapa de urbanización capitalista (1970-1990), como hemos


visto, se intensifica en la micro-región de Culhuacán la construcción de
fraccionamientos, unidades habitacionales, espacios comerciales, deporti-
vos y recreativos. Además de las más grandes unidades habitacionales en
la ciudad de México y en el país, la CTM Culhuacán y la Alianza Popular
Revolucionaria, en tierras ejidales en la primera mitad del siglo xx, se edi-
fican planteles educativos como La Universidad Autónoma Metropolitana,
plantel Xochimilco; la Escuela Superior de Ingeniería Mecánica y Electró-
nica (ESIME) del Instituto Politécnico Nacional; un Plantel de la Escuela
Naval Militar, una preparatoria y dos colegios de bachilleres. Lugares públi-
cos como la Alameda del Sur (122,000 m2), la casa de cultura "Ricardo
Flores Magón", el parque zoológico "Los Coyotes" (1985) con 13.8 hectá-
reas de extensión y el Parque Recreativo Los Culhuacanes (la franja de
Taxqueña, de tres hectáreas de extensión), el gimnasio "Francisco José Mú-
jica", el deportivo "José de Jesús Clark Flores" y la alberca semiolímpica
"Bicentenario de Benito Juárez García".

EL PROCESO DE URBANIZACIÓN RECIENTE

Culhuacán, se sitúa en una micro-región urbana del centro oriente de la


capital del país, entre las delegaciones Coyoacán e Iztapalapa. En la escala
micro-regional, se extiende en una superficie de 1,050 hectáreas, donde
habitan 210,390 personas distribuidas en pueblos, barrios, colonias y gran-
des unidades habitacionales. El acervo habitacional para esta población de
acuerdo con cifras oficiales, es de 51,690 viviendas. En la actualidad en
Culhuacán coexiste el espacio socio-cultural histórico con el espacio geo-
político y administrativo contemporáneo. El espacio socio-cultural históri-
co está integrado, por 11 localidades "tradicionales". Éstas son los pueblos
y barrios históricos de Culhuacán, a los que se agregan en los registros de
principios del siglo xx los pueblos de Los Reyes de Culhuacán, San Andrés
Tomatlán y Santa María Tomatlán. Y los barrios de La Magdalena, San
Juan, Santa Ana, San Antonio, San Simón y Tula. Estos lugares ocupan en
su conjunto 33.4 por ciento de la superficie y concentran el 36.4 por ciento
de la población total (76,651 habitantes).48

48
Cifras obtenidas de Conteo de Población, INEGI, IRIS-SCINCE por AGEB- 2008 y de OCIM-
SIG-UAM-A, 2009, Osear Cruz, 2010.
282 • PATRICIA RAMÍREZ KURI

Cuadro 1. El Pueblo de Culhuacán. Población y barrios por delegación 2005

Iztapalapa Coyoacán
Población 52,108 hab. Población 24,543 hab.
Culhuacán San Francisco
Los Reyes La Magdalena
San Antonio Santa Ana
Tula San Juan
San Simón
Santa María Tomatlán
San Andrés Tomatlán

De otra parte, el espacio geo-político y administrativo contemporáneo


se configura superpuesto al anterior, a través del surgimiento sobre todo en
la segunda mitad del siglo xx de múltiples colonias, conjuntos departa-
mentales y grandes unidades habitacionales, edificadas en tierras que fue-
ron de propiedad ejidal y pertenecieron a los pueblos. Entre éstas, se en-
cuentran colonias populares, zonas urbanas ejidales y unidades habitacionales
que ocupan la mayor parte de la superficie equivalente al 66.6 por ciento, donde
se concentran 133,739 habitantes lo que equivale al 63.6 por ciento de la
población total de la zona.49
Entre el espacio socio-cultural histórico y el espacio geo-poli tico con-
temporáneo, se extiende el Canal Nacional, lugar emblemático de paso y
de movilidad que cruza con rutas peatonales y amplios camellones arbola-
dos, los barrios de San Antonio, Tula, Tomatlán, La Magdalena y San Fran-
cisco. En la imagen urbana del pueblo es una marca territorial del paisaje
agrícola y lacustre que la antecedió, y que en años recientes ha sido objeto
de programas de rescate institucionales y de acciones vecinales para su
conservación.50 Este amplio camino de agua se puede observar desde dis-
tintos ángulos de la traza urbana que, a través de puentes y grandes aveni-

49
Entre las colonias destacan Valle del Sur, Estrella del Sur, El Mirador, Fuego Nuevo,
Doce de Diciembre, ex ejido San Francisco, Ampliación San Francisco y Valle de las Luces I,
II y III. Y, las Unidades Habitacionales Valle de las Luces, San Marcos, Zona Urbana Ejidal
(ZUE| Estrella Culhuacán, Zona Urbana Ejidal (ZUE) Los Reyes, Zona Urbana Ejidal |ZUE)
Santa María Tomatlán, CTM Culhuacán secciones de la I a la X-A, CROC VI, STUNAM, Canal
Nacional, INFONAVIT piloto V IRIS-SCINCE, 2008 y OCIM-SIG-UAM-A, 2009.
50
Véase Monografía de Culhuacán, Osear. Cruz, 2010.
CULHUACÁN, IZTAPALAPA Y COYOACÁN • 2 8 3

das, articula al pueblo de Culhuacán, a los barrios y a la micro-región, a la


estructura vial y de transporte de la ciudad de México y delimita a las co-
lonias, unidades habitacionales y asentamientos surgidos en el siglo xx.
Esto ocurre a través de cinco vialidades primarias que interconectan a las
delegaciones de Coyoacán con Iztapalapa: la calzada Taxqueña (prolonga-
ción de Miguel Ángel de Quevedo), cruza horizontalmente el pueblo de San
Francisco -de poniente a oriente- y entronca con la avenida Tláhuac. El eje
tres oriente que pasa por Culhuacán de norte a sur y divide a San Antonio
en dos porciones territoriales. Es en la calzada Taxqueña donde se constru-
yó en años recientes (2006) el puente vehicular que es parte del Eje Troncal
Metropolitano. En estas vialidades, de 2008 a la fecha, se construye la lí-
nea 12 del metro como parte de la ampliación de la infraestructura urbana
del Distrito Federal. A éstas se agregan, la calzada de la Virgen -norte a
sur- y la calzada de las Bombas y la calzada del Hueso que cruzan transver-
salmente la porción sur de la zona.51 En las vialidades y calles principales
se concentran diversos servicios comerciales formales e informales, y el
equipamiento urbano.
Entre los profundos cambios en la morfología física y social que se pro-
dujeron en el pueblo asociados al proceso de urbanización del siglo xx, des-
tacan esquemáticamente:

• disolución de los límites geográficos del lugar histórico


• procesos migratorios rural-urbanos e intraurbanos
• modificaciones en el régimen de propiedad: expropiación de ejidos,
privatizaciones y fenómenos especulativos en el mercado del suelo
• modificaciones en la estructura económica y en las actividades pro-
ductivas locales
• agotamiento del paisaje rural de tierras de cultivo
• predominio de usos habitacionales para sectores populares y pobres
urbanos
• surgimiento de nuevas demandas de suelo, vivienda y servicios urbanos
• políticas y acciones urbanas de infraestructura y vivienda de la ciudad
hacia la micro-región y hacia el pueblo
• surgimiento de nuevas fronteras materiales, sociales y simbólicas en-
tre barrios y colonias, y entre la micro-región y la ciudad

51
Programas delegacionales de Coyoacán e Iztapalapa (1998); OCIM-SIG-UAM-A, 2009;
2000.
284 • PATRICIA RAMÍREZ KURI

• acciones concertadas entre instituciones de vivienda, empresas priva-


das y habitantes, para la parcelación y venta de tierras intensificando
el proceso de urbanización y la llegada de nuevos residentes
• deterioro ambiental y patrimonial
• desempleo e inseguridad
• macro-proyectos urbanos: distribuidor vial (2003) y linea 12 del metro
Tláhuac

EL ESPACIO-TIEMPO CONTEMPORÁNEO

ESPACIO LOCAL Y ESPACIO SOCIAL

Al comenzar el siglo xxi, el pueblo de Culhuacán es un espacio local notable-


mente diferente al que prevaleció hasta la primera mitad del siglo xx. El
proceso de urbanización modificó la forma de vida rural, articulada a la tierra
y a las actividades agrícolas, imponiendo un modo de vida urbano. En el úl-
timo medio siglo los habitantes de este lugar histórico-patrimonial, viven los
efectos del tránsito de una economía predominantemente industrial a una
economía comercial y de servicios, así como de los cambios en la relación
entre el Estado y la sociedad. En la actualidad este pueblo se sitúa en el cen-
tro-oriente del Distrito Federal, en una micro-región urbana consolidada en
la frontera entre las delegaciones de Coyoacán e Iztapalapa, dos de las 16
subdivisiones político-jurídicas y administrativas básicas de la organización
socio-territorial del Distrito Federal (cuadro 2). En esta ciudad capital del
país, se concentran recursos económicos, financieros y culturales, y circulan
flujos de capital, de comunicación, de información y de imágenes.'2
Entre Coyoacán e Iztapalapa existen diferencias en extensión, funcio-
nes y actividades, en la estructura social y urbana, así como en las proble-
máticas socio-urbanísticas que revelan complejas características socio-
territoriales y político-culturales. Las condiciones no sólo son diversas
sino marcadamente desiguales en la calidad, en la distribución y en el ac-

52
De acuerdo con Gustavo Garza (2000), la ciudad de México forma parte de un subsis-
tema urbano que incluye las 16 delegaciones del Distrito Federal, 40 municipios del Estado
de México, uno de Hidalgo, 22 de Puebla-Tlaxcala, seis de Toluca, seis de Cuernavaca, Mo-
relos y dos de Pachuca, Hidalgo. Esta mega-ciudad, está estructurada a través de un com-
plejo entramado de lugares, de redes sociales, de interacciones y de actividades locales, re-
gionales y mundiales.
CULHUACÁN, IZTAPALAPA Y COYOACÁN • 2 8 5

Mapa 2. Estructura de poblamiento en la delegación Iztapalapa 1950

Fuente Cartografía y datos OCIM. Archivo Histórico INEGI


Elaboración: Marisol Gutiérrez Cruz

ceso arecursos urbanos.53 Iztapalapa es la delegación más poblada del Dis-


trito Federal con elevados índices de marginalidad y pobreza. En contraste,
Coyoacán ocupa el cuarto lugar en población y no obstante que es un espa-
cio local con marcadas desigualdades socio-espaciales, en promedio tiene
bajos niveles de marginalidad, pero entre las localidades que registran altos
y muy altos niveles en esta Delegación, destaca el barrio de San Francisco
Culhuacán. Cada delegación representa un espacio local de gobierno y de
gestión del espacio social y urbano, distinguiéndose igual que las demás

53
Las cifras presentadas en este apartado fueron obtenidas del Censo General de Población y
Vivienda, 2000 y Conteo de Población, 2005, IRIS-SCINCE por AGEB, 2008; y Monografía de Culhuacán,
Osear Cruz, 2010.
286 • PATRICIA RAMÍREZ KURI

Cuadro 2. El Pueblo de Culhuacán en la ciudad de México 2000-2005


Población y Superficie

Categoría Culhuacán Delegación Delegación Distrito Zona Metro-


Coyoacán Iztapalapa Federal polüana del
Valle de Mexico
(ZMVM)54

SUPERFICIE Micro-región 53.63 km2 116.67 km2 1,500.04 4,645.30 km2


1,050 has. kms2
Pueblos y barrios 5,400 has. 11,667 has.
300 has.
POBLACIÓN Pueblos y barrios
2000 77,994 640,423 hab. 1,773,343 8,605,239 18,396,677
POBLACIÓN Micro-región
2005 200,732 628,063 hab. 1,820,888 8,720,916 19,239,910
Pueblos y barrios
76,651

Fuente: INEGI, Censo General de Población y Vivienda, 2000, y Conteo de Población, 2005. OCIM-UAM.

delegaciones del Distrito Federal, por estar delimitadas y jurídicamente


establecidas con criterios y propósitos político-administrativos.
Estas delegaciones revelan una historia urbana y de poblamiento muy diferen-
te que ha influido en las sucesivas transformaciones sociales y urbanas ocurridas
al interior de los barrios antiguos y localidades modernas que integran esta micro-
región. La urbanización de Iztapalapa inició en el siglo xx entre los años de 1929
y 1953, y las formaciones físico-sociales predominantes son las colonias popula-
res y los conjuntos habitacionales. En contraste, los antecedentes de la urbaniza-
ción en Coyoacán inician en el siglo XIX, en la Villa Coyoacán, cabecera situada al
norte. Tienden a predominar en esta delegación formaciones físico-sociales resi-
denciales medias y medias-altas que alternan con colonias populares, pueblos y
barrios antiguos en el centro geográfico donde se ubican, entre otros, los pueblos
de Los Reyes y La Candelaria, y colonias populares como Santo Domingo y Ajus-
co, y en el oriente donde se ubica San Francisco Culhuacán.
Las diferencias son notables si consideramos el grado de marginación en
cada una de estas delegaciones. En el cuadro 3 podemos observar que mien-

54
Superficie estimada para la ZMCM. Comprende la población del Distrito Federal de 40
municipios del Estado de México y uno de Hidalgo. La proyección que contempla 58 munici-
pios presenta una cifra de 18,652 habitantes para el mismo año. Gustavo Garza, 2000.
CULHUACÁN, IZTAPALAPA Y COYOACÁN • 287

Cuadro 3. Coyoacán e Iztapalapa, comparación de grados de marginación


por Unidades Territoriales (UTS)

Coyoacán. Iztapalapa
Población total: 640,423 habs. Población Total: 1,773,343 habs.

Por Por
Grado de marginación UUTS Población ciento UUTS Población ciento

Muy Alta 4 82,471 12.9 65 761,332 42.9


Alta 9 133,339 20.8 45 388,813 21.9
Media 7 45,799 7.1 46 444,089 25.1
Baja 25 129,783 20.3 15 107,638 6.1
Muy Baja 71 249,031 38.9 15 71,471 4.0

Fuente: Sistema de Información Económica, Geográfica y Estadística, SIEGE, Secretaría de Desarrollo Econó-
mico, D.F, 2003, en: http:/Avww.siege.df.gob.mx/geografico/delegaciones.html Fecha de consulta: 22 de julio
de 2010.

tras en Coyoacán la población en condiciones de alta y muy alta margina-


ción representa 33.7 por ciento, en Iztapalapa esta proporción asciende a
casi 65 por ciento de la población total.
En la escala local observamos que los 11 barrios que integran el pueblo de
Culhuacán en las dos delegaciones concentran población con niveles altos y
muy altos de marginalidad, expresando algunos de los principales efectos so-
ciales del desarrollo urbano desigual de la capital del país (cuadro 4).
Cuadro 4. Culhuacán. Marginalidad

Bairío(s) Población Grado de marginación

La Magdalena y San Juan 9,291 Muy Alto y alto en mayor escala


San Francisco y Santa Ana 14,413 Muy Alto. Alto y medio en Sta. Ana
San Antonio 6,142 Alto. Muy alto en torno
al Canal Nacional
San Simón 5,961 Alto y medio
(y la ZUE Estrella Culhuacán) Muy alto en Cerro de la Estrella
Tula 1,842 Alto y medio. Muy alto en
colindancia con San Francisco
288 • PATRICIA RAMÍREZ KURI

Cuadro 4 (Continuación)

Barrio(s) Población Grado de marginación

Culhuacán centro 6,595 Alto y medio


(y la colonia El Mirador)
Los Reyes 7,379 Alto, bajo y muy alto
San Andrés Tomatlán 5,392 Alto, medio y muy alto
Santa Maria Tomatlán 12,465 Muy Alto sobre todo en colindancia
con el Canal Nacional
Total 69,480

Fuente: Elaboración propia con base en el Sistema de Información Económica, Geográfica y Estadística, SIEGE,
Secretaría de Desarrollo Económico, D.F, 2003, en: http://www.siege.df.gob.mx/geografico/delegaciones.html
Fecha de consulta: 22 de julio de 2010.

De otra parte, destaca que más de la mitad de la población es menor de


30 años, y es claro el predominio de población infantil de 0 a 14 años (29.69
por ciento) y de jóvenes con edades de 15 a 29 años quienes en el 2000 re-
presentaban cerca de 30 por ciento de la población. Los grupos de 30 a 49

Gráfica 1. Culhuacán
CULHUACÁN, IZTAPALAPA Y COYOACÁN • 2 8 9

años abarcan 27 por ciento mientras los adultos mayores de 50 años poco
más de 12 por ciento (gráfica 1).55
Observamos también, que la proporción de población económicamente
activa (PEA), representa 54.34 por ciento predominando las actividades en el
sector terciario que ocupan a poco más de la mitad de esta población. Es
notable de una parte, el predominio de personas con ingresos muy bajos re-
gistrándose un 42 por ciento que percibe de uno hasta dos salarios mínimos,
mientras 10 por ciento percibe menos de uno. Y 34 por ciento se sitúa en
niveles salariales de dos a cinco salarios mínimos. Salta a la vista que las
mujeres representan 71 por ciento de la población analfabeta, en contraste
con 29 por ciento de hombres en 2005, no obstante que el analfabetismo se
reduce significativamente en el mismo periodo (Cruz, 2010). Estos indicado-
res ilustran en forma muy esquemática la desigualdad social y de género que
distingue a la vida urbana en el pueblo de San Francisco Culhuacán.

USOS Y APROPIACIONES DEL ESPACIO

En la primera década del siglo xxi, en el contexto del capitalismo flexible y


de la economía de mercado, en el pueblo de Culhuacán ya no hay tierras de
cultivo y las actividades económicas de los habitantes dejaron de ser agríco-
las desde hace casi medio siglo. Los usos agropecuarios no están permitidos
de acuerdo con los lincamientos de zonificación y usos de suelo en los res-
pectivos programas de desarrollo urbano de las delegaciones donde se ubica
la micro-región del pueblo. Sin embargo, aún existen algunas familias que
en sus predios de propiedad privada han conservado un espacio en el traspa-
tio de sus hogares para la cría de aves o establos destinados a la cría de gana-
do vacuno para uso doméstico y comercialización a escala micro-local de
productos lácteos tales como leche y quesos. Predomina la propiedad priva-
da, pero existen algunos predios de pequeña escala de propiedad colectiva
ejidal como es el caso de terrenos de canchas de fútbol, y del Deportivo Cul-
huacán perteneciente al Comisariado Ejidal y al grupo de ejidatarios. Otros
casos de propiedad colectiva son las que pertenecen a la Mayordomía del
Calvario, asociación civil propietaria de un terreno contiguo a la Plaza Leona
Vicario, frente a la Capilla del Calvario; dos panteones vecinales administra-

55
Para el 2005 se observa una tendencia a la disminución de la población infantil y joven
(0-34 años) en los barrios de las dos delegaciones, pero es mayor en Coyoacán donde se regis-
tra un decremento de aproximadamente 10 por ciento.
290 • PATRICIA RAMÍREZ KURI

dos por patronatos integrados por habitantes "originarios" del pueblo. Y la


Capilla del Señor del Calvario en el centro de Culhuacán.
El espacio urbano contemporáneo del pueblo de Culhuacán, es espacio
urbano construido, habitado y de elevada densidad. En la primera década del
siglo xxi, este pueblo es un espacio local de pequeños propietarios privados
donde predomina la heterogeneidad socio-territorial. Al hablar del espacio
local actual y de su delimitación, don Agustín Rojas, cronista y mayordomo
de Culhuacán, nos dice que,

Culhuacán en la actualidad pertenece a las delegaciones de Coyoacán e Iztapala-


pa, cuyos límites los fija el Canal Nacional. Está formado por once barrios, perte-
neciendo cuatro a Coyoacán y el resto a Iztapalapa, estos barrios son independien-
tes en sus festividades locales, uniéndose en su totalidad para celebrar la fiesta de
la Santísimo Trinidad en la Capilla del Calvario (A.R., 14-02-2008).

Existen diferencias en el tamaño de las localidades y de los predios, en


el tipo y calidad de vivienda, en los usos sociales de los lugares públicos; en el
tipo de familias, en las edades, actividades, escolaridad, gustos y preferen-
cias, así como en las formas organizativas de los habitantes. Estas dife-
rencias se inscriben en el entorno construido, mostrando no sólo los efec-
tos fragmentadores y segregadores de los cambios y de las políticas urbanas
instrumentadas en la ciudad de México. También revelan distintos niveles
de pobreza, formas de exclusión, tensiones y conflictos latentes derivados de
los cambios en la tenencia de la tierra, de la manera como ocurrieron es-
tos cambios y de las formas de apropiación, uso y control del espacio ur-
bano.
En la actualidad, los usos y funciones predominantes son habitacionales
unifamiliares, plurifamiliares, multifamiliares y mixtos coexistiendo con
usos comerciales y de servicios. En la última década han ocurrido múltiples
cambios en el espacio público local que influyen en la vida local. Una familia
originaria del barrio de Tula cuenta que los principales cambios en la prime-
ra década el siglo xxi han sido los puentes, el incremento del comercio y de
los automóviles. Agregan que proliferaron los bancos, las empresas automo-
trices, Elecktra se expandió y hay más puestos de comercio ambulante. En
efecto, además de los mercados locales y de los tianguis de fin de semana,
prolifera un cúmulo de micro y pequeños negocios: tiendas de abarrotes, de
alimentos, fondas, tiendas de artículos para el hogar, talleres mecánicos y
refaccionarías, entre otros. En muchos casos estos negocios desdoblan su
oferta de servicios hacia la calle disputándose el uso de las banquetas con los
CULHUACÁN, IZTAPALAPA Y COYOACÁN • 2 9 1

peatones, con los puestos de periódicos y de alimentos preparados al mo-


mento como jugos y tacos, o bien con puestos de dulces y cigarros, y con el
comercio callejero. Se distinguen también las empresas medianas y grandes:
supermercados, panaderías, tiendas de electrónicos, de muebles, de ropa, de
automóviles, entre otras, a las que se agregan empresas financieras, como
son los bancos.
Es notable en la imagen urbana de los barrios y en las principales calles
y avenidas que delimitan al pueblo, la saturación de publicidad comercial
derivada de la abundancia de anuncios y espectaculares de establecimientos
comerciales, entre los que se distingue Elecktra, Soriana, Telmex, productos far-
macéuticos Similares y un amplio repertorio de productos de consumo. La
diversidad de usos y de usuarios coexiste con la intensiva movilidad urbana
cotidiana de peatones, de automóviles privados, de vehículos de carga y des-
carga y de transporte público.

ESPACIO PÚBLICO. LOS LUGARES COMUNES Y LA CONVIVENCIA EN LA DIVERSIDAD

En ciudades como la nuestra, el espacio público en la escala local y micro-


regional, alude a dos dimensiones articuladas de la vida urbana: los lugares
comunes y abiertos a todos, y las relaciones, prácticas y usos sociales que en
estos se llevan a cabo. En estas dimensiones se expresa la calidad física y
relacional del entorno construido donde se desarrollan formas de vida públi-
ca, de organización social y de apropiación colectiva del espacio habitado. A
partir de estas dimensiones nos acercamos a la manera como habitantes y
usuarios conviven, realizan actividades funcionales y rituales que le dan
sentido a la experiencia urbana de la gente. En Culhuacán, las calles y las
plazas, las iglesias y los atrios, el exconvento y los mercados, son lugares
públicos por excelencia a los que podemos agregar el parque, el deportivo y
los panteones, que cumplen un papel activo y significativo en las formas de
convivencia de las comunidades locales. Una residente que ha vivido 20
años en el pueblo, emparentada con una familia originaria señala que,

Culhuacán es un centro de actividades, es un centro de cultura, incluso tene-


mos nuestro ex convento de Culhuacán que cada ocho días nos brinda muchí-
simas actividades, desde música, pintura, cursos de verano para los niños,
muchísimas actividades. Tenemos el centro de Culhuacán, el Centro Comu-
nitario de Culhuacán también ahí tenemos muchas actividades por parte de la
delegación (E.F. 3-06-2010).
292 • PATRICIA RAMÍREZ KURI

Se trata de lugares de encuentro, de movilidad, de sociabilidad y de ac-


tividad que la gente usa no sólo en la vida cotidiana sino también en las
fiestas y celebraciones abiertas a todos los que concurren. Estos lugares
tienen un núcleo central, La Santísima Trinidad, donde se ubica la capilla
del Calvario, que es el principal referente simbólico de los 11 barrios. Esta
capilla es identificada como espacio de devoción religiosa y de encuentro de
la comunidad, a cargo de los mayordomos y donde se lleva a cabo el cambio
de mayordomía. Es un lugar de celebraciones religiosas y punto de llegada
y de salida de las procesiones en las trayectorias de las fiestas patronales.
Un lugar central en el pueblo es la plaza de la Ancianidad también llamada
Leona Vicario que se extiende frente a esta parroquia siendo el punto de
referencia para todos los barrios, rodeada de casas de dos plantas habitadas
por familias originarias y, a excepción de los días de fiesta, cotidianamente
se usa para estacionar los vehículos de los vecinos. Al hablar de este lugar,
habitantes de distintos barrios consideran que es el más importante, pero
tiene problemas de descuido, falta de mantenimiento, seguridad en la no-
che y falta de servicio de luz. Con este espacio abierto de pequeña escala
entroncan dos calles centrales: la calle 16 de Septiembre que comienza en
un costado y la 15 de Septiembre que conduce a la plazoleta contigua con
su kiosco. En torno a este espacio se establece el tianguis semanal de fruta
y verduras. Frente al kiosco se ubica el Mercado de Culhuacán y la escuela
Gustavo A. Madero, en la calle Agustín de Iturbide que entronca con ave-
nida Tláhuac.
A un costado del núcleo central, destaca otra calle emblemática para la
comunidad, la calzada Morelos, donde se encuentra el ex convento de San
Juan Evangelista (1562-1569-1576) que data del siglo xvi y donde en la ac-
tualidad se encuentra el Museo de Culhuacán y el Centro Cultural Comuni-
tario. El ex convento es el principal espacio público local y translocal que se
usa como lugar de reunión y como centro cultural y de espectáculos donde
concurre gente del pueblo y de las colonias populares contiguas de las dos
delegaciones, pero también de otras localidades de la ciudad de México. Los
domingos, la mayoría de los visitantes y usuarios son de fuera del pueblo. En
esta calzada se ubica, contigua al exconvento, la iglesia de San Juan Evange-
lista (1880-1897) y el panteón de Culhuacán, para servicios de sepultura de
difuntos de los barrios del pueblo.56 Esta calzada es uno de los caminos que

56
A1 considerar al convento como la primera escuela de lenguas de la Nueva
España, Gorbea supone, pero dice no poder comprobarlo, que incluso Fray Bernardi-
no de Sahagún, tuvo una enstancia, durante la cual enseñó en este convento. Ade-
CULHUACÁN, IZTAPAIAPA Y COYOACÁN • 2 9 3

conducen al Cerro de la Estrella. Benito Juárez es otra calle articuladora co-


nocida por la población, paralela a avenida Tláhuac.
En San Francisco destacan las calles 5 de Mayo y Ejido. Esta última cam-
bia de nombre a Rosa María Sequeira al entroncar con la avenida de Los
Apaches en colindancia con las unidades habitacionales y la Escuela Naval
Militar. Al hablar de la calle 5 de Mayo, un grupo de jóvenes cuenta acerca
de las bandas juveniles,

5 de mayo sale de avenida Taxqueña [...] donde está ubicada la iglesia de San
Francisco [...] ahí se encuentran varias banditas que se traen riña y cuando hay
fiesta y se realiza un baile pues ahí se realizan hasta los golpes. Pues ora que sí
que es como todo [... ] pues es que es el Barrio de San Francisco, y no es por los que
van, pero hay mucha delincuencia, mucha drogadicción, todo eso [...] Pues [...]
ora sí que los chavos no se meten con los mismos del barrio, ora sí que respetan
lo que es San Francisco (29-05-2010).

Al interior de San Francisco, destacan dos calles emblemáticas, la Miguel


Hidalgo que introduce al barrio desde avenida Taxqueña y la calle Santa Ana,
calle de salida que se extiende perpendicular a la primera, conduce a la pla-
zoleta y a la parroquia. Santa Ana es donde se encuentra el panteón para los
servicios de sepultura de los cuatro barrios ubicados en Coyoacán. Los prin-
cipales lugares donde se reúne la gente, son las pequeñas plazas barriales,

Algunos barrios cuentan con una pequeña plazuela donde celebran sus festivi-
dades o diversos eventos. El ex convento ahora es el principal centro de reunión
donde se realizan espectáculos cada domingo (A.R. 14-02-2008).

La calle se usa como vía de comunicación, es importante para los habi-


tantes como lugar de paso y de movilidad en el día, pero existen problemas
que afectan su calidad física y social, tales como asaltos, robo de auto partes
y drogadicción. Las calles centrales en la noche representan un lugar de in-
seguridad y de falta de servicios, como señala un habitante

... efectivamente, algunos maleantes han tomado estas calles poco transitadas
para cometer actos ilícitos, y algunos vecinos para depositar sus bolsas de basu-

más este autor fecha así la trayectoria del convento: la edificación fue iniciada en
1562, terminada antes de 1569 y ampliada hacia 1576. La iglesia actual del ex-con-
vento se construyó entre 1880 y 1897 (Gorbea, 1959: 10).
294 • PATRICIA RAMÍREZ KURI

ra que después los perros sin dueño se encargan de esparcir dando una imagen
de calle sucia, pese a que diariamente el barrendero la recoge [Ibidem, 2008).

Una joven adolescente que vivió su infancia en el pueblo y regresa con


sus padres a visitar a la familia, habla de los usos de los espacios públicos,

... son comidas familiares, venimos aquí al mercado, los domingos se pone el
tianguis y venimos todos a comprar.. .o pasamos aquí al convento un rato.. .ten-
go amigos pero casi no me dejan salir...solo platico con ellos por teléfono o por
la computadora...(N.V 30-V-2010)

Los problemas de seguridad pública han generado miedo hacia la calle por
parte de jóvenes y adultos, quienes en diversos testimonios hablan de calles
identificadas como puntos problemáticos debido a las condiciones físicas de
las banquetas donde camina la gente, por la falta de iluminación o por la pre-
sencia de personas con problemas de alcoholismo o de consumo de drogas,

... no salgo mucho y no salgo sola [...] por ejemplo, la calle de Benito Juárez
está muy sola, entonces me dicen "si ves a algún señor te pasas del otro lado o
tipos drogándose, ahí con la mona o lo que sea, te pasas del otro lado. Siento que
hay que andarse cuidando de la gente..." [Ibidem, 30-05-2010).

Algunos testimonios aluden a calles que tenían nombres conocidos y


han cambiado de nombre, como es el caso de la calle Jacobo Wats en el barrio
de San Simón. En el caso del barrio de Tula, el más pequeño, no hay un nú-
cleo central, está cruzado por una sola calle sin banqueta,

Es una sola calle, ni banquetas hay, por ejemplo donde vivimos nosotros [...] no
hay banquetas [...] no hay plaza ni nada (J.S., 3-04-2008).

El Canal Nacional, el deportivo Culhuacán y los panteones, son lugares


de importancia para la gente por los usos sociales y simbólicos que se llevan
a cabo y porque revelan prácticas sociales inscritas en problemáticas de la
vida del pueblo. Respecto al Canal Nacional los vecinos consideran que la calidad
mejoró un tiempo pero se ha degradado,

Se arregló para paseo, lo inauguraron con una canoa [...] la gente comenzó a ir
a caminar pero se fue deteriorando, con basura, por tanto hay ratas. Hay gente
que se droga o se emborracha. Asaltan... (E.S. 6-07-2008).
CULHUACÁN, IZTAPALAPA Y COYOACÁN • 2 9 5

Un vecino originario del pueblo, habitante del barrio de San Antonio


Culhuacán y miembro de la organización de rescate del Canal Nacional ex-
plica que,

... conocí el Canal Nacional en su fase principal [... Jcuando había mucho árbol,
mucha vegetación, mucha fauna, desgraciadamente se dejó caer. Ahora un gru-
po de vecinos nativos de aquí de Culhuacán, estamos tratando de que el canal
no se nos pierda. El tramo que nos corresponde, si ustedes lo ven, siempre está
limpiecito, es a base del trabajo de los vecinos. Los que estamos jubilados, por
ejemplo yo, tenemos el tiempo suficiente, los jóvenes que trabajan, vienen el
sábado o domingo y nos ayudan...(B.R. 29-05-2010).

El Canal fue objeto de recuperación en el 2006 como resultado de un


proyecto urbano entre las delegaciones Iztapalapa y Coyoacán. Se rediseña-
ron áreas verdes y arboladas, con bancas de concreto distribuidas a lo largo
del paseo peatonal rehabilitado, y al interior del agua del canal se introduje-
ron patos y una canoa de madera para uso de los vecinos. Sin embargo, la
posterior falta de mantenimiento ha deteriorado la calidad de este lugar in-
fluyendo en los usos y en los usuarios,

Lo que hace falta al canal es limpiarlo, ya sea el lirio o de, igualmente, el pasto,
las plantas, porque le digo, cuando lo inauguraron pues se veía bien bonito,
arregladito, el pastito bien cortadito y todo alumbrado, bien, lo que es estar bien
arreglado, pero ahorita hay muchas lámparas fundidas, se ve muy oscuro
(M.A.R. 1-06-2010).

En las condiciones físico-ambientales actuales del Canal, destacan pro-


blemas de contaminación del agua que están produciendo la muerte de los
patos en una parte del Canal,

... y no crea, que otra vez se nos volvieron a morir, ya no tenemos ni uno otra vez y
ya los enterramos, yo la semana pasada vine a enterrar los únicos cinco que queda-
ban. Pero es raro, nada más se pone así muy triste, se deja flotar en el agua y ahí se
queda. Y de aquel lado está bien sucio y ahí hay patos, fíjese [...] Los gansos que ven
ustedes allá son de nosotros, los tuvimos que mandar para allá porque aquí estaban
muriendo [...] es raro que nada más en esta parte ser nos mueran [...] no está lim-
pio, nada más vean. Ahorita hay mucha carpa... (B.R. 29-05-2010).
296 • PATRICIA RAMÍREZ KURI

Los usos públicos, sociales y funcionales del Canal expresan fenómenos


de apropiación irregular y de disolución social. De una parte, a un costado
del Canal se distingue el uso irregular de un área verde por una base del
transporte público, transgrediendo acuerdos con la comunidad, obstruyendo
el paso peatonal y ocupando porciones del jardín,

si usted ve allá a los señores de los micros, ya agarraron como base, aquel era un
jardín y ya se lo echaron y nadie les pone un hasta aquí eh [...] ya no dejan ni
pasar... (B.R. 29-05-2010).

De otra, los vecinos afirman que existen fenómenos de drogadicción en


grupos de jóvenes que usan el Canal como lugar público de reunión sobre
todo durante la noche y madrugada, lo que representa un problema que preocu-
pa a los vecinos,

Después de las 10 están aquí un montón de muchachas y muchachos, ven la


patrulla, se acuestan todos, la patrulla no es capaz de subirse. Nos han prome-
tido [...] que iban a acabar con esto, iba a mandar a su gente que subiera y que
caminara, nunca lo hizo y [...] un día vengan a las 10, 11 de la noche y vean
cómo está... (B.R. 29-05-2010).

Al comentar que existen pocos espacios públicos en el pueblo, entre los


que destaca el deportivo, una residente originaria integrante de

... no tenemos espacios públicos, ya no hay. Si [...] se piensa vender el deportivo


a Walmart, entonces ¿dónde van a ir nuestros hijos? Yo lo veo muy encaminado a
que se haga, yo no le veo intenciones ni al jefe de gobierno ni a la jefa delegado-
nal que hagan esa compra (C.R 3-06-2010).

Al referirse al panteón vecinal de Culhuacán, explica que si bien hay un


patronato, hay problemas de saturación y de irregularidad,

antes cada quien tomaba un lugarcito y luego se regularizaba [...] ahora se satu-
ró, no se puede caminar como antes, hay problemas de irregularidad de tumbas
...(E.S. 6-07-2008).57

"Testimonio de una adulta joven (35 años), ex residente del barrio de Tula. Regresa los
fines de semana a visitar a su familia originaria del lugar, es co-propietaria de la casa de
CULHUACÁN, IZTAPALAPA Y COYOACÁN • 2 9 7

En el pueblo de Culhuacán, los espacios de sociabilidad y entretenimien-


to son escasos, particularmente para jóvenes. Aparte del ex convento y su
oferta cultural, los cines más cercanos están en Tláhuac o en Miramontes.
Con pocas excepciones, como el ex convento, el parque Culhuacán y la pla-
zuela adoquinada en la calle de Santa Ana y Los Reyes, frente a la capilla, en
los espacios cotidianos predomina la baja calidad física, de equipamiento y
la inseguridad. Este es el caso de los lugares habilitados en años recientes
con juegos infantiles, bancas y columpios en los camellones que quedaron
debajo de los puentes nuevos edificados en los primeros años de esta década
en la avenida Taxqueña. Su diseño de concreto, cerrado con maya ciclónica
para prevenir accidentes, sitúa al transeúnte y usuario ante la vialidad pri-
maria de rápida circulación que se extiende por ambos lados. Estos lugares
son de paso, no se usan para estar y no atraen a la comunidad por la conta-
minación por humos tóxicos, por el ruido de vehículos y por el polvo.

TRADICIONES, FIESTAS Y CELEBRACIONES

Las fiestas patronales son representaciones socio-culturales de tradiciones


autónomas de los pueblos en las que se expresan las formas de organización
de los poderes locales. Las familias originarias son las que han asumido el
compromiso de preservar estas tradiciones y la responsabilidad de organizar
las fiestas que se realizan durante todo el año. El sistema de cargos es la base
de esta organización en la que es central la figura de los mayordomos de cada
barrio bajo la coordinación del mayordomo mayor que al igual que los pri-
meros son nombrados cada año. Entre estas familias destacan apellidos tales
como Rojas, Rosas, Nava, Morales, Juárez, Reyes, Salas, Silva, Pasten, Salva-
dor, Galicia, Luna, Valverde, entre otras. Al hablar de quienes son los origi-
narios del pueblo, don Agustín, cronista y miembro del grupo para el Resca-
te Histórico Cultural del Pueblo de Culhuacán, afirma que no es posible
conocerlos a todos,

Hace algunos años todos los habitantes de los barrios nos conocíamos, o lo
identificábamos de dónde era o de qué familia procedía por su apellido, ahora
con tanta gente es imposible (A.R., 5-07-2008).

los padres que siempre ha tenido modificaciones para construir vivienda para los hijos. Es
enfermera del IMSS y residente de la delegación Cuauhtemoc.
298 • PATRICIA RAMÍREZ KURI

En el contexto local, las fiestas patronales condensan el esfuerzo de la


comunidad por conservar y reproducir el sentido de ser pueblo y las tradicio-
nes que se representan periódicamente en el espacio público. En Culhuacán
se relizan alrededor de 85 festividades durante el año. Todas las fiestas son
importantes pero la más grande es la fiesta de la Santísima Trinidad, en la
que se rinde homenaje al Señor del Calvario y se realiza entre mayo y junio
con la participación de los 11 barrios.

esta festividad es la más grande de todos los barrios de Culhuacán, todos los
barrios vienen a festejar al Señor del Calvario y como le digo, es la fe lo que nos mue-
ve a nosotros, queremos mucho al Señor del Calvario y pues aquí estamos
(M.A.R., Io- 06-2010).

En el 2010 la fiesta se realizó durante la semana que abarca del domingo


30 de mayo al domingo 6 de junio. En la víspera se llevó a cabo una proce-
sión encabezada por los mayordomos, para recibir la visita de mayordomos
y miembros del pueblo de Xaltocan, Xochimilco. Esta procesión parte acom-
pañada de una banda musical desde la capilla del Calvario, hasta el parque
Culhuacán. Sigue la trayectoria peatonal acostumbrada atravesando la plaza
y calles principales hasta cruzar el puente que conduce hacia la avenida Tax-
queña hasta llegar al parque Culhuacán, donde ocurre el encuentro con
miembros de la comunidad de Xaltocan.58 Posterior al saludo se unen a la
procesión y hacen el mismo recorrido a la inversa hasta llegar al punto de
origen, la capilla del Calvario. La comunidad de Xaltocan trae una portada
para el altar de la capilla y al llegar se prepara el guacamole para los tacos que
se brindan a todos los asistentes que se reúnen posteriormente en el atrio de
la capilla. La portada que se coloca en la entrada de la capilla este año estuvo
a cargo de la mayordomía de San Francisco. Las portadas son estructuras
significativas hechas de productos de la tierra, tales como semillas y flores
diferentes, que terminan de armar en la plaza Leona Vicario, a la vista de los
asistentes. Acerca del diseño y costo de las portadas que asciende a 80,000
pesos aproximadamente, una participante nos cuenta que,

58
Cruza la plaza Leona Vicario, recorre la calle 15 de septiembre, atraviesa la avenida
Tláhuac hacia el puente vial, caminando sobre éste por un costado, y permitiendo la circula-
ción de los automóviles por el otro, con el apoyo de cuida-coches locales que reorientan el
flujo vehicular con una banderilla roja.
CULHUACÁN, IZTAPALAPA Y COYOACÁN • 2 9 9

lo realizan ahora si que las cabezas más antiguas, que ya tienen varios años en
esto, ellos son los que ya tienen sus patrones. El costo de la portada, realizarla
desde el armado del bastidor hasta ya tenerla presentada es de alrededor de unos
80,000 pesos, más o menos, nada más en gastos de portada. Es una cooperación
de todo el grupo.

Los lugares donde se desarrolla la fiesta son la capilla del Calvario, el


atrio que es el espacio donde se instala la cocina, el comedor y la música
para los que concurren a desayunos, comidas y meriendas. La plaza Leona
Vicario, el centro de encuentro y de actividad, donde bailan las comparsas,
donde se arman y encienden los castillos, y donde terminan de montarse las
portadas para la parroquia. Las calles que colindan con esta plaza de pequeña
escala, se iluminan para la fiesta, en éstas se instala el tianguis de alimentos
y bebidas, y la gente camina, entra y sale del lugar. Este año no hubo feria ni
juegos como en otras ocasiones, una joven vecina cuenta al respecto que,

por estas fechas es la fiesta y generalmente se pone la feria en esta calle, creo que
es Morelos [...] y esta vez no hubo juegos [...] la gente se unió para no permitirlos
porque obstruyen las calles para el paso de la gente que vive allá en Valle de las
Luces, creo que se llama así [...] los chavos se drogaban y nada más venían a eso
[...] hay un montón de puestos que vendían cervezas...la gente se unió para un
buen fin común [...] tenemos las fiestas ya más tranquilas (N.V 30-V-2010).

La fiesta patronal está a cargo de los mayordomos, donde el mayordomo


mayor cumple un papel de autoridad y de coordinador de los demás con
atribuciones de tomar decisiones,

se podría decir que el mayordomo mayor es el que lleva la batuta de los mayor-
domos de cada barrio [...] de la comida o de las cosas que se van a hacer aquí
en la parroquia para las festividades, pues es el que tiene la última palabra...
(M.A.R., 3-06-2010).

La fiesta comienza y termina diariamente con música, comida y casti-


llos, las misas se celebran a medio día. Para esto se usan los recursos de la
mayordomía y de acuerdo a testimonios cada uno de los ocho mayordomos
principales aporta una contribución de 10,000 pesos. El domingo es el pri-
mer día, abren en la mañana con la banda y los mariachis para darle las
mañanitas al Señor del Calvario, y recibir a los barrios de Coyoacán: San
Francisco, San Juan, La Magdalena y Santa Ana. Al hablar de la organización
de la fiesta el mayordomo mayor explica que,
300 • PATRICIA RAMÍREZ KURI

... tenemos que ir viendo, primero, nuestra aportación [... ] cuánto vamos a
aportar para pues la comida, los refrescos, todo lo que se va a hacer. Igualmente
pues tenemos que prepararnos desde antes para tener la parroquia en buenas
condiciones, pintarla, este, hacerle su remodelación para que se vea bien ¿no?
para que se vea presentable (M.A.R.,l°-06-2010).

Durante la fiesta, cada día inicia a las ocho de la mañana con la llegada
del barrio que corresponde con la imagen de la parroquia. Los recibe el ma-
yordomo mayor y los mayordomos de la capilla,

... vienen los barrios que les toca hacer la festividad con sus imágenes, nosotros
pues los invitamos a que pasen aquí al terreno de la parte de atrás de la parro-
quia para que se tomen un café y tamales o lo que les invitemos ¿no? Y, en la
tarde del domingo vienen, les llamamos vísperas del barrio que le toca el lunes
[...] el barrio de Los Reyes, traen nosotros le llamamos "el mayorcito" a una
imagen que va a todos los barrios y se la llevan para que otro día por la mañana
también vengan a darle las mañanitas al señor del Calvario [...] sigue la comida,
y por la noche la quema de castillo (M.A.R., Io- 06-2010).

A partir del lunes se inicia la llegada de los siete barrios de Iztapalapa,


comenzando con Los Reyes. El martes corresponde a Culhuacán, que orga-
niza la festividad de ese día que concluye con la quema del castillo que algu-
nos consideran el más grande, en la plaza Leona Vicario,

... en la noche va a ser la quema del castillo, del barrio de Culhuacán [...] luego hay
como piques de los barrios a ver quién quema el castillo más grande y más bonito.
Antes de la fiesta nos vienen a ver para pedirnos de favor que les prestemos las ins-
talaciones y la magnitud de su castillo yo pienso ahora que va a ser el más grande
porque va a poner hasta luces alrededor de la parroquia... (M.A.R., 1-06-2010).

Al hablar del origen de esta fiesta que tradicionalmente ha sido el día de la


Santísima Trinidad, y de la celebración del martes con relación a la aparición del
Señor del Calvario a los trabajadores de la cantera, en el lugar donde está la ca-
pilla, una residente originaria que habita frente a la plaza nos cuenta que,

soy originaria de Culhuacán y lo que les pueda contar, lo poquito o mucho, lo sé


por mis padres y mis abuelos [...] Trabajaban en la cantera, porque no había
trabajo más que ese, sacar piedra [...] el domingo no trabajaron, el lunes estaban
eruditos y llegaron hasta el martes a trabajar, le ponen un cuete a la piedra para
CULHUACÁN, IZTAPALAPA Y COYOACÁN • 3 0 1

que tronara, fue cuando apareció el Señor del Calvario eh, y entonces la fiesta
es: la Santísima Trinidad, que es domingo y el martes, que es cuando encontra-
ron al Señor del Calvario (M.L.M, 1-06-2010).

De acuerdo con este testimonio, el terreno para la capilla fue cedido por
un vecino del lugar y todo el pueblo cooperó para la edificación, de aquí que
corresponde un día de celebración a cada barrio, que organizan los mayordo-
mos con la secuencia siguiente:

el pueblo de San Francisco el domingo, el lunes Los Reyes, el martes Culhuacán


que, como le dije ¡la mera fiesta! Porque ese día se apareció, miércoles no hubo
quién lo agarrara y lo agarraron los mayordomos que están en El Calvario, que
son los ocho de uno de cada barrio, el jueves le toca a San Simón, viernes a los
famosos de San Antonio, que siempre están diciendo que son los principales, y
lo son, sábado le toca a Tula, domingo Tomatlán y San Andrés, y ahí termina la
fiesta (M.L.M, 1-06-2010).

Al referirse al origen de la imagen del Señor del Calvario, el cronista del


pueblo, explica que de acuerdo con la tradición oral la imagen data de mediados
del siglo xw, con la presencia de los Agustinos en Culhuacán. Pero en realidad,
la imagen es del siglo XVII y se ha relacionado con el Señor del Sacromonte, la
imagen de Amecameca con la presencia de los Dominicos y, con el Señor de
la Cuevita en Iztapalapa, mucha gente les llama los hermanitos porque creen
que son de la misma época. Se trata de apariciones de cristos crucificados como
el señor de Chahna. Al hablar de la capilla del Señor del Calvario explica que,

Es la capilla más importante que tiene Culhuacán, su imagen del Santo Entierro
ha sido venerada desde el siglo xvi por todos los culhuacanenses y los pueblos
vecinos, principalmente Xochimilco y Tlálpan (Rojas, 2007: 54).

La fiesta del martes Io de junio del 2010 finalizó el día con la quema de un
castillo espectacular en la plaza Leona Vicario, que se transformó en un espacio
de celebración del pueblo, con una concurrencia masiva que reunió a grupos
sociales locales y translocales diversos en edad y género. Los vecinos que habitan
en torno a esta plaza se reunieron en las azoteas con sus familias a observar la
parroquia üurninada y el espectáculo de pirotecnia que cubrió el cielo de colores
que caían sobre la mirada de la multitud, y no obstante la proximidad, transcurrió
sin incidentes ante el asombro y disfrute de todos los participantes. Al comentar
acerca del gusto por la fiesta que se celebra afuera de su casa, nos dice,
302 • PATRICIA RAMÍREZ KURI

Mire, me gusta, pero a la vez la detesto, porque me ponen los castillos aquí en-
frente. Yo nunca los gozo, los castillos, porque tengo que estar pendiente. El año
pasado llegaron los cuetes hasta acá, me rompieron la instalación de la lavadora
y por ese motivo es que no, ponen las bombas ahí, que es lo que no quisiera yo
abajo del castillo ponen las bombas (M.L.M, 1-06-2010).

Entre los jóvenes que asisten a la fiesta se encuentran los que participan
organizando y bailando en la comparsa, para quienes participar en este evento
es significado de unión y en esta fiesta fueron convocados para bailar atrás de
la portada de San Francisco. Cuentan algunos de estos jóvenes que les gusta la
fiesta, el castillo, la comida y el baile, socializan toda la semana en grupo, in-
vitan a amigos que no son del pueblo, pero no participan en la organización.
Para estos jóvenes, hijos de quienes son o han sido mayordomos, "la experien-
cia [...] la tienen los padres, nosotros no, casi no". Afirman que "les llama la
atención ser mayordomos" pero no en esta etapa en la que participan poco en
los rituales religiosos, desconocen al Culhuacán prehispánico, saben de los
ejidos y de aquellas actividades agropecuarias de los padres y abuelos, pero no
conocen la experiencia de las expropiaciones. Conocen los barrios y las calles
pero no perciben problemas relevantes en éstos. Asisten a la fiesta por diver-
sión y entretenimiento otros grupos de jóvenes locales y translocales que
mantienen una relación marginal con la comunidad local organizada.
En la fiesta y en su organización también participan aquellos habitantes
que se han integrado a las familias originarias a través del matrimonio con
descendientes, estableciendo lazos de parentesco y relaciones de pertenencia
con el lugar. Este es el caso de hijos (as) de migrantes de otros estados, como
Oaxaca, Puebla o Zacatecas, que se establecieron hace aproximadamente
cinco décadas en barrios y colonias aledañas. El testimonio de una de las
participantes dice lo siguiente,

Llego aquí porque mi familia emigra de Zacatecas, originalmente viene de allá y


radican en un pueblo -colonia- que se llama Fuego Nuevo, aquí cerquita. Al
contraer matrimonio me vengo a radicar a Culhuacán, mi esposo es originario
deaquí(E.F. 3-06-2010).

La comida es un elemento muy importante durante la fiesta, provee aten-


ción e inclusión de todos los concurrentes que comparten platillos tradiciona-
les que revelan el sincretismo entre lo prehispánico y lo colonial, a través de
productos de la tierra que mezclan aromas, sabores y colores. La preparación
está a cargo de un amplio equipo de mujeres que laboran todo el día en la co-
CULHUACÁN, IZTAPAIAPA Y COYOACÁN • 303

cina instalada en el atrio de la capilla. Entre los platillos se distinguen los tacos
de guacamole, los tamales de frijol y de pescado (miztlapique), los chilaquiles,
las enchiladas de mole, el mole de olla y arroz. El agua de jamaica, el café y el
pan de dulce complementan los alimentos. Una madre de familia casada con
un oriundo de Culhuacán, habla del papel de las mujeres "primordialmente
en el trabajo de cocina" en las fiestas organizadas por las mayordomías,

Las mujeres, generalmente en todas las mayordomías, nos encargamos de lo que


son los alimentos, alimentar a la gente que está trabajando, desde los desayunos,
cenas, el apoyo de las ayudadoras, darles a ellas su aportación de que estuvieron
trabajando todo el día, su taco; y los hombres se dedican al trabajo de transportar las
bases de las portada, de armarlas, de subirlas, incluso de enflorar, ese trabajo ya es
mixto, pero de transportar la portada es un trabajo ya masculino (E.F. 3-06-2010).

El contenido católico-religioso de la fiesta se condensa en la capilla del Cal-


vario, porque pertenece a la comunidad y está bajo el cuidado de los mayordo-
mos quienes se encargan de invitar a un sacerdote para la celebración de las
misas. La capilla no pertenece a ninguna mitra, es independiente de las demás
iglesias y la más representativa de todos los barrios. Por tanto no tiene un párro-
co asignado por ninguna orden religiosa y formalmente no está reconocida por
el obispado. El conjunto de reglas y recursos materiales y humanos que implican
estas celebraciones, se organizan a través del sistema de cargos, en forma inde-
pendiente de la parroquia de San Juan Evangelista y sin el apoyo del párroco que
pertenece al seminario secular de Tlalpan. De acuerdo con testimonios de la
comunidad estas órdenes no están de acuerdo con este tipo de celebraciones
independientes e incluso quieren que desaparezca la mayordomía, lo que podría
relacionarse con cuestiones económicas y de control de recursos.
Las fiestas y las peregrinaciones "han marcado la historia del pueblo [.. .]has-
ta nuestros días, Culhuacán ha sido referencia como punto de llegada después
de un viaje largo en busca de un mejor lugar" (Rojas, 2007: 43). En la actualidad,
cumplen un papel articulador entre la sociedad y el territorio lo que se expresa
en la amplia convocatoria que tienen hacia grupos distintos, para compartir
generosamente la ritualidad, la sociabilidad, la comida y la bebida, lo que con-
vierte a las calles, plazas, y al atrio de la parroquia, en lugares públicos abiertos
a todos. Las formas de apropiación colectiva que ocurren en estos lugares reve-
lan al pueblo desde diferentes formas organizativas y prácticas sociales impulsa-
das por las mayordomías, a las que se incorporan grupos de residentes, vecinos
y asistentes locales y translocales, y comerciantes de alimentos y bebidas que
despliegan sus puestos de venta en torno a la plaza Leona "Vicario. Estas prácti-
304 • PATRICIA RAMÍREZ KURI

cas socio-culturales no están siempre, ni necesariamente articuladas en forma


directa a la devoción religiosa y a la fe cristiana.
Culhuacán. Algunas celebraciones y fiestas, 2010

Fecha Lugar

6 de enero Barrio de Los Reyes


17 de enero San Antonio
2 de febrero, día de La Candelaria
Semana santa, desde el miércoles Parroquia del Calvario y plaza Leona Vicario
de ceniza al domingo de resurrección*
1 de mayo Barrio de Tula
3 de mayo (día de la Santa Cruz)
Mayo-junio * Fiesta de la Santísima Trinidad Parroquia del Calvario y plaza Leona Vicario
24 de junio Barrio de San Juan
22 de julio Barrio de La Magdalena
26 de julio Barrio de Santa Ana
6 de agosto Capilla del Calvario
4 de octubre Barrio de San Francisco
28 de octubre Barrio de San Simón
1 y 2 de noviembre celebración de día de muertos
30 de noviembre Barrio de San Andrés
8 de diciembre Santa María Tomatlán
12 de diciembre día de la Virgen de Guadalupe
Diciembre (posadas)
25 de diciembre (nacimiento del niño Dios)
27 de diciembre Parroquia de Culhuacán

*En estos casos las fechas son movibles.


Fuente: Asociación por el Rescate Histórico Cultural del Pueblo de Culhuacán, Las voces de Culhuacán, Programa de
Apoyo a las Culturas Municipales y Comunitarias (PACMYC), UACM, Coordinación de Proyectos de Enlace Comunita-
rio, Secretaría de Cultura del Distrito Federal, Centro Comunitario Culhuacán y Ce-Acatl A.C., México, 2006,
pp. 87-112.
CULHUACÁN, IZTAPALAPA Y COYOACÁN • 305

Peregrinaciones, Culhuacán

Fecha Lugar

Febrero Santuario del Señor de las Misericordias, Coyoacán, Distrito Federal.


Miércoles de ceniza Amecameca, Estado de México.
Tercer viernes de cuaresma Tepalzingo , Estado de Morelos.
Mayo - junio Virgen de Xaltocan en Xochimilco.
Agosto San Juan de los Lagos, Jalisco.
Agosto Santuario del Señor de Chalma, Estado de México.
Septiembre Virgen de los Milagros en el estado de Tlaxcala.
Noviembre Tepeyac a saludar a nuestra Tonantzin la Virgen de Guadalupe
Fuente: Agustín Rojas Vargas, Relatos, leyendas y cuitas de Culhuacán, GDF (Programa de Apoyo a los Pueblos
Originarios), México, Asociación por el Rescate Histórico Cultural del Pueblo de Culhuacán, UACM, Coordi-
nación de Proyectos de Enlace Comunitario, 2007, pp. 43-44.

Durante estas celebraciones concurren públicos muy distintos a la plaza,


al museo y a la calle, en unos casos atraídos menos por la tradición religiosa,
y más por el espectáculo, el entretenimiento y la sociabilidad. El consumo de
bebidas alcohólicas cruza las formas de diversión que se realiza en los luga-
res públicos. En otros caso, sin duda existe un vínculo claro entre parentesco
y religiosidad como referentes de "lo nuestro" y de "nosotros" que recrean
formas particulares de identidad social que resurgen en cada fiesta.

VIDA PÚBLICA FORMAS DE ORGANIZACIÓN Y DE PARTICIPACIÓN PROPIAS

En Culhuacán existen diversas formas de vida pública socio-política y


cultural, en las que intervienen distintos actores sociales: mayordomos,
ejidatarios, habitantes, comerciantes, instituciones públicas y representantes de
gobierno delegacional y central, organizaciones sociales locales, agentes in-
mobiliarios, instituciones financieras privadas y públicas, entre otros.
Interesa poner atención en organizaciones sociales independientes que
cumplen un papel activo en la vida pública local, en la conservación del
patrimonio histórico, arquitectónico y cultural, plantean demandas ante las
instituciones de gobierno, intervienen con propuestas y acciones ante
problemas de interés general, y expresan puntos de vista diferentes frente
a las transformaciones ocurridas y sus efectos. Entre éstas organizaciones, el
306 • PATRICIA RAMÍREZ KURI

sistema de cargos y la mayordomía -como parte del primero-, se distingue


por ser la forma de organización local propia que más presencia, autoridad y
respeto tiene en la comunidad, por ser responsable de las fiestas, de dar
continuidad a las tradiciones y de conservar la parroquia.
Al hablar del significado de ser mayordomo, explican estos representan-
tes que es un acto de fe y de servicio al Señor del Calvario, y con esto, de
relación social con la comunidad local en una labor cotidiana de interacción
y de cooperación, con el propósito común de la obtención de recursos para
conservar la parroquia y las celebraciones tradicionales. Recuperando pun-
tos de vista de los participantes,

Mire, ser mayordomo es la fe, la fe nuestra hacia el Señor del Calvario [...] invo-
lucramos a toda la familia porque en nuestro barrio nos corresponde andar con
una demandita ¿no sé si sepa usted qué es una demandita? (M.A.R., 3-06-
2010).

Cada mayordomo de cada barrio, visita a los vecinos con una represen-
tación en pequeña escala del Señor del Calvario, conocida como demandita,
que es

una réplica del Señor del Calvario pero en pequeño, y andamos en todo el barrio
cada semana, ya sea sábado o domingo para el mantenimiento de aquí de la
iglesia [...] se podría decir que el mayordomo mayor es el que lleva la batuta de
los mayordomos de cada barrio, [...]de la comida o de las cosas que se van a
hacer aquí en la parroquia para las festividades pues es el que tiene la última
palabra... (M.A.R., 3-06-2010).

Se trata de una labor familiar y de redes familiares que construye y con-


serva lazos sociales y afectivos, relaciones de cooperación y de solidaridad
entre los vecinos del barrio,

mi esposa también anda aquí conmigo, mis hijas también se involucran, bueno,
involucramos a toda la familia [...] mucha gente ha sido solidaria con nosotros,
mucha gente nos acompañó en los momentos difíciles que nosotros vivimos e
igualmente este, la mayordomía pues nos sirve ¿no? Le digo, es la fe de nosotros con
el Señor del Calvario, que igual yo andaba muy deprimido por esta pérdida y no sé,
me quise refugiar aquí con el Señor del Calvario y pues aquí estamos, estamos ha-
ciendo la mayordomía lo mejor que se pueda... (M.A.R., 3 de junio de 2010).
CULHUACÁN, IZTAPALAPA Y COYOACÁN • 3 0 7

El testimonio de una participante en la mayordomía, con relación de


parentesco político con una familia originaria, habla de la importancia del
origen y de la tradición,

Para mí es muy importante porque yo creo que tenemos un origen y el origen no


lo podemos negar, no podemos ser una persona sin raíces [...] yo no soy de Cul-
huacán, pero como mexicana estoy involucrada en cualquier tipo de rito que se
realice en cualquier pueblo. Me encanta mi tradición, me encanta cómo es
México, yo creo que no podría vivir en otra parte del mundo, porque lo que es Méxi-
co me endulza la boca solamente mencionarlo (E.F., 3-05-2010).

La experiencia de un mayordomo de Culhuacán que ocupó el cargo en años


recientes habla del sentido de responsabilidad hacia la imagen y hacia la comuni-
dad que aporta sus donativos para los gastos y mantenimiento de la parroquia,

pues para mí es algo muy hermoso, algo que no lo vas a volver a vivir [...] impli-
ca tener mucha responsabilidad hacia la imagen. Nosotros somos representan-
tes de cada pueblo, de cada barrio [...] lo que me gusta es que la gente es muy
amable [...] nos dan un donativo de cinco, diez, quince pesos, de a cincuenta
centavos, un peso, todo para la manutención aquí de la iglesia, es para pagar
agua, predio [...] todo lo que se requiere [...] esa es nuestra labor como mayor-
domos (RC.A.I, 09-02-2008).

El punto de vista de una residente originaria que no participa en la orga-


nización de la fiesta ni en la mayordomía pero que sus familiares han parti-
cipado, expresa lo siguiente,

¿Qué es la mayordomía? Pues que se junta uno de cada pueblo, mayordomo de


San Antonio, mayordomo de tal parte, o sea que son ocho y [...] suba al Calvario
para que vea lo que hace la mayordomía, ahí se dará usted cuenta cómo está la
iglesita [...] para atrás esta una cuevita [...] la han arreglado con sus jardines y
todo, eso es lo que hacen los mayordomos (ML.M. I o . junio-2010).

En convergencia con las mayordomías, se han desarrollado organizacio-


nes civiles que se expresan en defensa y conservación del patrimonio histó-
rico y cultural, y en demanda de la recuperación y mejora de la calidad de los
espacios públicos. Este es el caso del Grupo Cultural Culhuacán que ha he-
cho denuncia pública acerca de la posibilidad de compra-venta con Wal
Mart, del Deportivo Culhuacán predio que aún es propiedad ejidal,
308 • PATRICIA RAMÍREZ KURI

vemos que quieren vender parte de ese patrimonio que todavía es el deportivo.
No estamos en contra de que lo vendan, que lo vendan, pero al gobierno, para
que sea parte de la comunidad (CE 3-06-2010).

En este discurso de defensa del patrimonio, surge el referente de la tierra


expropiada, lo que se entiende como un despojo a favor de la urbanización,
que al no derivar en mejores condiciones de bienestar y de calidad de vida
para los habitantes, abre la interrogante, aún sin respuesta, acerca de los
propósitos de la expropiación.

también en el cerro de la Estrella muchos fueron despojados de esa parte, las


expropiaron, y no entendemos por qué después mediante intereses fueron todos
urbanizados. En ese caso, decían muchos de los vecinos: pues hubiéramos inva-
dido nosotros, para tener un poco más de tierra. Porque nos las quitaron y des-
pués vemos que se formaron las colonias, no entendemos cuál fue el objetivo de
la expropiación (CE 3-06-2010).

Pero, no obstante que se habla de despojo en el Cerro de la Estrella, hay


que aclarar que en éste no hubo expropiación, lo que ocurrió fue que los eji-
datarios, en calidad de propietarios vendieron tierras, lo que según algunos
testimonios fue auspiciado por el Comisariado Ejidal de entonces. Respecto
al deportivo, esta organización propone que el gobierno de la ciudad y la de-
legación compren el predio a los ejidatarios y que se rescaten los 12,500
metros para uso público de la comunidad. Sin embargo, el hecho de que el
gobierno compre el predio no garantiza el uso público de la propiedad,

Hemos solicitado [una audiencia] con el jefe de gobierno, pero nos dicen que
ellos están en veremos y la delegación igual, lo están estudiando [...] No sé qué es-
tudian, porque hay una línea dorada que nos está rozando, hay un deportivo que
va a ser un centro comercial, es atroz, son 12,500 metros que puede ser refores-
tado con plantas originales y ya lo metimos a mejoramiento barrial para que se
rehabilite, para que sea el lugar de esparcimiento de nuestras familias (CE 3-
06-2010).

De acuerdo con los testimonios de miembros de esta organización, lo


que buscan es un espacio de comunicación con las instituciones y sus repre-
sentantes para demandar servicios, seguridad, mejoramiento de calles y la
rehabilitación del deportivo, cuya defensa dio lugar en el 2009 a una protes-
ta pública -que se difundió en los periódicos- en la que participaron niños y
CULHUACÁN, IZTAPALAPA Y COYOACÁN • 3 0 9

familias de la comunidad en demanda del rescate de este lugar para usos


deportivos. Las demandas de esta organización van más allá, al considerar la
necesidad integral de mejoramiento de la calidad física del entorno y de la ima-
gen arquitectónica, en los once barrios que integran el pueblo de Culhua-
cán,

con una arquitectura como la de este espacio, que es muy antiguo y que se reha-
bilite el centro deportivo con una cancha empastada, con buenas gradas, con
espacios para los pequeños. Lo que queremos es que mejoramiento barrial se
meta, pero con una buena propuesta de un arco para los barrios, con una arqui-
tectura como la del ex convento (C.P. 3-06-2010).

La reivindicación de ser pueblo se expresa en la demanda legítima de


mejoramiento de la imagen arquitectónica del lugar histórico, en la que se
distingue el reclamo de elementos de distinción como pueblo originario pre-
hispánico, frente a localidades contiguas como las unidades habitacionales,
con las que no desean ser confundidos, porque se consideran diferentes,

¡nos confunden con la unidad CTM! No somos unidad, somos un pueblo prehis-
pánico, pero no tenemos algo que diga "Pueblo de Culhuacán", "Barrio de Los
Reyes", "Barrio de San Simón" (C.P. 3-06-2010).

En la lucha por la reivindicación y reconocimiento de ser pueblo origina-


rio prehispánico han tenido una participación activa en apoyo a la Ley de
Pueblos Originarios y a la protección de usos y costumbres. Han asistido a
foros, a diplomados, mesas de discusión,

y vemos que a nivel internacional la norma 169 protege estos usos y costumbres y
tradiciones, los fomenta o, vamos, es una riqueza que todavía otros países los
conservan y la motiva, pero aquí no [...] otras [...]organizaciones civiles tienen
más apoyos, hasta económicos o de vivienda. Es lo que vemos, que nosotros que
somos de aquí, que somos originarios, que no nos hemos movido de aquí duran-
te siglos, porque nuestras tierras no las vendemos, las heredamos. Las que con-
servamos vienen decretos presidenciales y las expropian, para qué, para hacer
unidades habitacionales como la Unidad CTM que todavía hasta la actualidad se
les deben a los ejidatarios (C.P. 3-06-2010).

Esta organización ha impulsado formas de comunicación en red con resi-


dentes de cada barrio, creando una página en internet para difundir la condi-
310 • PATRICIA RAMÍREZ KURI

ción de Culhuacán como patrimonio histórico-cultural, y estableciendo víncu-


los con organizaciones sociales afines y con instituciones públicas. Presentaron
propuestas de participación ciudadana en proyectos de conservación del espa-
cio patrimonial a través del Programa de Mejoramiento Barrial. Con estos
programas y a través del apoyo de la Secretaría de Cultura, proponen impulsar
el proyecto guardianes del patrimonio para que en un sentido pedagógico, vin-
cule a la sociedad y a las instituciones para la valoración y conservación del
espacio local y del lugar patrimonial. Reconocen que en las fiestas patronales,
en las tradiciones y en las costumbres es donde se condensa el sentido de co-
munidad y de solidaridad vecinal. Sin embargo, para distintos miembros de la
comunidad en estos espacios existe una tendencia al individualismo, un re-
pliegue hacia lo personal y hacia lo privado familiar asociado a una desconfian-
za creciente hacia la política institucionalizada y hacia los intereses en juego
ya sea de partidos o de grupos. En muchos casos existe la percepción de que
los partidos políticos se acercan en tiempos de elecciones y posteriormente es
difícil acceder a los representantes de gobierno. Un testimonio explica que
existe un gran interés de conservar las tradiciones culturales,

... lo primero es consensar con los vecinos y después llevar a cabo una buena
rehabilitación de esos espacios [...] lo que nosotros hemos hecho es, a partir de
las cosas culturales, enlazarnos con diferentes organizaciones o vecinos para ver
cómo podemos hacer un frente común contra este avasalle del sistema, o de la
mancha urbana que crece día con día [...] nos ponemos de acuerdo para decir
¿tienes alguna mesa de trabajo en el gobierno para que nos invites a participar?
(C.P. 3-06-2010).

Existen diversas organizaciones que han participado activamente en la


reconstrucción de lo público como espacio social, cultural y político y como
práctica colectiva. Organizaciones como la Asociación Civil por el Rescate
Histórico y Cultural de Culhuacán, buscan abrir espacios de participación
con propósitos comunes y vinculantes a través de la cultura y de acciones
a favor de la conservación del patrimonio que generen condiciones de bienes-
tar para la comunidad local. Tienen vínculos de cooperación en escala
distinta con todas las organizaciones de Culhuacán, con las delegaciones
políticas, así como con las Secretarías de Cultura, de Educación y con el
Programa de Apoyo a los Pueblos Originarios (PAPO) del Gobierno del Dis-
trito Federal. También, con el Instituto Nacional de Antropología e Histo-
ria (INAH), y con universidades públicas como es el caso de la Autónoma de
CULHUACÁN, IZTAPALAPA Y COYOACÁN • 311

la ciudad de México (UACM) y con la Coordinación de Proyectos de Enlace


Comunitario.
En este sentido, existen avances significativos en la ampliación de la
participación ciudadana de grupos organizados que proponen y toman par-
te activa en proyectos que obtienen recursos institucionales orientados
tanto a la difusión de la historia y de las tradiciones culturales a través de
publicaciones, así como al desarrollo social y al mejoramiento de los barrios,
lo que ha contribuido a la revalorización de los lugares públicos y del patri-
monio histórico, cultural y arquitectónico. Este es el caso del barrio de San
Antonio que fue beneficiario del Programa de Mejoramiento Barrial y como
parte de los trabajos y recursos obtenidos de este programa adquirieron
herramientas para conservar y limpiar el agua del Canal Nacional y las
áreas verdes con la participación de los vecinos adultos y jóvenes. Se planea
iniciar la reforestación con la aprobación del Programa para una segunda
etapa en este mismo año.
En contraste, la participación es aún muy restringida o nula en la toma
de decisiones acerca de la realización de grandes proyectos urbanos de im-
pacto local. Todavía es muy limitada para enfrentar y dar solución a los se-
veros problemas locales que afectan a la gente y que degradan el entorno lo-
cal. A esto se agrega que en Culhuacán los coordinadores de enlace territorial
no son electos por la comunidad, son nombrados por las delegaciones res-
pectivas y generalmente no son del pueblo sino personal de la delegación. Se
mencionan en forma esquemática tres ejemplos de situaciones problemáti-
cas en las que la participación ciudadana enfrenta restricciones.
El primero es el caso del proyecto y la construcción de la línea 12 del me-
tro. En 2008 hubo una invitación por parte de la diputada local Lourdes Alon-
so, a una reunión para informar acerca del proyecto de construcción del metro.
A la reunión asistió un grupo de habitantes de Culhuacán y de San Andrés, a
quienes les informaron acerca de los estudios para la realización del metro y
se expusieron las vías alternas por donde podía pasar la línea 12. De acuerdo
con algunos testimonios, se plantearon cuatro alternativas: la primera en el
eje 3, señalando el inconveniente de que tendrían que levantarse las construc-
ciones ya hechas a lo que se agrega la limitante del tipo de suelo fangoso ya que
fueron terrenos de chinampas. La segunda se refería al Canal Nacional, opción
difícil de considerar por ser patrimonio histórico que podría ser afectado por la
realización del proyecto. La tercera se planteaba a partir del metro Constitu-
ción, trazada a espaldas del Cerro de la Estrella hasta la calzada Tláhuac. Y la
cuarta alternativa fue su ubicación en la calzada Tláhuac, precisamente donde
312 • PATRICIA RAMÍREZ KURI

se está construyendo actualmente, para conectar la línea con el metro Consti-


tución, con un tramo subterráneo y otro superficial.
Diversos actores locales argumentan que la decisión acerca de la elección
entre las opciones expuestas no fue resultado de una participación democrática
de los habitantes, y que realmente no se llevó a cabo una auténtica consulta
pública en un sentido amplio que considerara las distintas posiciones y argu-
mentos. Esto no obstante el interés de distintos actores locales y de las movili-
zaciones realizadas por habitantes y miembros de organizaciones sociales.

Aquí en Culhuacán, bueno, desgraciadamente los problemas que hay pues son
ahorita las obras del metro. Creo yo que nos afectaron, nos afectan mucho por-
que nuestro pueblo, éste es el centro de los ocho barrios, vamos a llamarlo así
aunque no sean lineales exactamente un círculo, pero este es el centro de ocho
barrios que ya quedaron divididos en un inicio por el eje, posteriormente por el
puente, en lo sucesivo por el metro. Entonces se va fraccionando. La gente que
venía, que acostumbraba venir por las fiestas eran colas de gente, calles cerradas
por la gente, no se podía pasar (E.F., 3-05-2010).

En el caso de Culhuacán, el proyecto urbanístico de ampliación del


metro hacia el oriente del Distrito Federal, específicamente hacia Tláhuac,
tiene y tendrá un impacto directo en la vida cotidiana del pueblo. Esta si-
tuación abre un debate entre miembros de la comunidad local no sólo de-
bido a que las obras y las excavaciones alteran temporalmente las rutinas
diarias, las formas de comunicación y de movilidad de los habitantes. Tam-
bién, y quizá sobre todo, por la falta de certeza ante los posibles efectos
negativos, y porque al trazar una nueva frontera física en este lugar histó-
rico-patrimonial, pone en cuestión si la ubicación de la línea 12 era la
mejor alternativa viable a favor de la conservación del espacio local del
pueblo. A esto se agrega que se han reabierto dudas acerca de posibles ha-
llazgos arqueológicos, debido a que no está permitido que la gente se acer-
que por razones de seguridad, pero tampoco se ha brindado la posibilidad
de que se realice un recorrido con representantes del pueblo y autoridades
institucionales.

Nosotros [...] como comunidad [...] estuvimos en el movimiento a la defensa


-ante las afectaciones- del metro lo que se venía y lo que estamos sufriendo
ahora [...] no dejan que se acerque uno [...] nosotros sabemos que aquí van a
encontrar muchas cosas, oímos muchos rumores y leyendas, pero el aval, el
rescate de salvamento arqueológico del INAH dice que no hay nada. Pues tal vez
CULHUACÁN, IZTAPALAPA Y COYOACÁN • 3 1 3

haya un contubernio ¿no? [...] es una línea que están haciendo y que va para
adelante, aunque sabemos que el objetivo es Tláhuac, para urbanizarlo como se
urbanizó Culhuacán hace tiempo (CE 3-06-2010).

En la actualidad estas obras nuevas se realizan sobre un espacio ya


construido en décadas previas, lo que pone en duda que aún existan piezas
arqueológicas donde se llevan a cabo las excavaciones del metro. Sin em-
bargo, existen testimonios que en los años setenta en construcciones pú-
blicas y privadas trabajadores de la construcción encontraron vasijas, ído-
los y osamentas, que fueron reportadas y posteriormente depositadas en
bodegas del INAH. De otra parte, el debate no niega la importancia de am-
pliar la infraestructura de transporte público local, de la ciudad y regional,
que beneficia la movilidad física de distintas poblaciones y los tiempos de
traslado para realizar actividades urbanas cotidianas de trabajo, estudio o
recreación. Se trata más bien de los espacios de participación de la sociedad
local en asuntos que afectan el entorno que habitan. En el espacio local, el
efecto segmentador de las obras del metro, se suma a las consecuencias
no previstas, ni deseadas, de las intervenciones urbanas ocurridas en décadas
previas, y a las más recientes tales como el eje 3 y el puente, vialidades que
con el propósito de resolver el congestionamiento vial en las calzadas Tlá-
huac y Taxqueña, trazaron divisiones físicas al interior, lo que enfatizan la
separación social entre los barrios, que carecen de espacios de articulación
urbana entre uno y otro. Un ejemplo es que si bien las rutas tradicionales
de las fiestas patronales continúan siendo las mismas, se llevan a cabo en
las nuevas vías rápidas, en las que las trayectorias peatonales se superpo-
nen a las dinámicas vehiculares y a las velocidades que las distinguen con
los riesgos que esta situación conlleva.
El segundo asunto problemático es la inseguridad y la delincuencia en
los lugares públicos, en las calles de los distintos barrios y en las rutas pea-
tonales del Canal Nacional. Esta situación en el ámbito local no sólo tiene
que ver con las deficientes condiciones de equipamiento, tales como ilumi-
nación y con la manera como se lleva a cabo el servicio de vigilancia. Tam-
bién es producto de procesos urbanos más amplios de disolución social,
que en el espacio local se reproducen favorecidos por las condiciones de
pobreza, desempleo, subempleo, falta de alternativas de futuro, violencia
familiar, entre otros. El tema de la inseguridad genera temor en los habi-
tantes quienes hablan de riesgo de ser asaltados, de casos de robos a mano
armada a transeúntes, robo de autopartes e incluso robo de niños, desapa-
riciones de personas,
314 • PATRICIA RAMÍREZ KURI

Culhuacán no es una zona violenta, pero [...]a últimas fechas, se oyen balazos
en la madrugada, cosa que no se oía, o sea a lo mejor antes [...] y de un año
para acá, se escuchan ráfagas, se escuchan balazos, se pone medio tenso el am-
biente. Se ha dado el robo de infantes en esta zona [...] ¿encarcelamiento como
tal?, pues a los raterillos de la zona, pero en cuestión de secuestros o de desapa-
recidos, que yo sepa, no (E.F., 3-05-2010).

Algunos problemas de seguridad y de violencia se han asociado con pro-


blemas de consumo de drogas. Un ejemplo es la ruta del Canal Nacional
entre el barrio de San Antonio y el de La Magdalena donde incluso se han
denunciado casos de violaciones,

Los problemas que tenemos es mucha drogadicción, falta de seguridad pública,


porque pasan muchas patrullas todo el día, pero en la noche, después de las
ocho, usted no ve una sola patrulla...aquí está lleno de jóvenes drogándose,
haciendo cosas. Entonces quisiéramos [...] se hiciera una vigilancia más cons-
tante, tanto de Coyoacán como de Iztapalapa [...] Estas bancas pedimos que se
nos quitaran porque en la que está casi a la salida de Árbol de Fuego, hubo una,
no, dos violaciones [...] están las actas levantadas en Venustiano Carranza, por
eso, porque como no se ve, nada más se agachan los chavos... (B.R. 29-05-
2010).

El tercer asunto es la drogadicción que afecta a todos por ser un fenóme-


no de disolución social, familiar y un problema de salud pública, pero sobre
todo afecta a los jóvenes y tiende a fracturar los vínculos sociales entre los
miembros de la comunidad local,

Hay reuniones vecinales en las cuales procuramos exponer ese tipo de temas.
Conocemos, más bien, ubicamos a nuestras personas, digamos a nuestros borra-
chitos de cajón, a nuestros muchachitos adictos, ya de cajón. Es gente que no se
involucra en pleitos ni nada, nada más ellos andan en sus cosas. Pero procura-
mos que por lo menos las áreas estén limpias, que no tengan basura, que por lo
menos, si ya sabemos que tenemos ese tipo de problemas, que no tenemos nin-
guna injerencia en ellos [...] que eso a lo mejor, en algún momento, detone en
ellos de que "pues ya no lo voy a hacer aquí, mejor me voy a otro lugar". Algo
debe de aportar ¿no? (E.F., 3-05-2010).

Este problema, aún no resuelto, ha derivado en tensiones y conflictos


entre miembros de la comunidad, en algunas ocasiones con formas de vio-
CULHUACÁN, IZTAPALAPA Y COYOACÁN •315

lencia por intentos de algunos vecinos de impartir justicia por propia mano,
al desalojar a golpes a estos jóvenes, algunos de los cuales recurrentemente
dejan marcas de graffiti en bancas, puentes y bardas,

Nosotros no queremos meternos en problemas porque vamos a tener represa-


lias, nos han dado ganas de venir y [...] allá en Tomatlán se los hicieron eh, los
agarraron a golpes a todos, solamente así [...] Inclusive, mire, desgraciadamente
la gente de aquí [...] solapa mucho a sus hijos. Una vez agarramos a unos jóve-
nes y se nos echaron encima hasta los mismos vecinos que ¿por qué tenemos
nosotros que hacer esto? [...] el puente de aquel lado todo graffiteado, nosotros
lo pintamos y lo mantenemos, ahora otra vez lo vamos a pintar y va a ver que
15 días y lo vuelven a graffitear... (B.R. 29-05-2010).

De acuerdo con diversos testimonios las adicciones en adolescentes y


jóvenes se ha convertido en un problema muy delicado que afecta a todos,
sin embargo no existen espacios de atención para estos grupos. Una vecina
de Culhuacán expresa que,

pues la drogadicción aquí en Culhuacán es una situación muy severa [...] aquí
se vende, se compra, los chicos muy pequeños empiezan con "el activo". Enton-
ces son problemas realmente difíciles, pero yo creo que así como que una solu-
ción no es algo que sea tan fácil [...] aparte del activo pues marihuana, cocaína,
piedra, todo ese tipo de drogas, me imagino que hasta drogas sintéticas (E.F. 3-
06-2010).

A estos problemas se agregan otros que tienen que ver con la obstrucción
de las rutas peatonales, banquetas y calles por el comercio formal e informal
o por empresas de transporte. Este es el caso del paradero de microbuses que
obstruyen el paso en una esquina del canal y ocupan el jardín,

ninguna autoridad nos ha hecho caso, ya hemos metido pedimentos a la SE-


TRAVI y nada más no [...] entonces a través de ellos vamos a tratar de que res-
peten el jardín y que, así como habíamos quedado [...] nada más llegaran tres
y se fueran [...] la verdad este paseo se hizo para la gente, vienen en la maña-
na, usted viera, señoras grandes, señores grandes, jovencitas, todos aquí...
(B.R. 29-05-2010).
316 • PATRICIA RAMÍREZ KURI

Organizaciones sociales en Culhuacán, 2008-2010

Organización Tema y campo de participación

Asociación civil por el rescate histórico y cultu- Cultura, historia y difusión


ral de Culhuacán
Agrupación que se forma para el proyecto del Cultura e historia
libro sobre educación en Culhuacán
Organización del Comisariado ejidal, tipo pa- Cultura y esparcimiento en el deportivo y deman-
tronato da de los pagos que aún se les debe desde la expro-
(cinco grupos) piación
Patronato del panteón Cultura

Mayordomía del Calvario A.C. Cultura y tradición


Sociedad de padres de familia Educación

Grupos de la tercera edad Entretenimiento

Asociación de Colonos de San Francisco Política


Culhuacán
Ojo Vigía A.C. Ecología y política

Grupo Cultural Culhuacán Cultura y Patrimonio


Comerciantes del mercado de Culhuacán Comercio
Tianguistas Comercio

Los problemas sociales que se producen en el espacio local y que se


expresan en forma conflictiva en los lugares públicos, rebasan la capacidad
de la micro-sociedad para generar soluciones socialmente integradoras.
Esto no obstante la diversidad de organizaciones sociales existentes. Algu-
nos problemas compartidos son la baja calidad de los lugares públicos de
movilidad o de encuentro, la precarización del trabajo, la inseguridad en
los espacios públicos, formas de violencia en la calle y en el espacio fami-
liar, fenómenos de alcoholismo y adicciones. Entre los grupos sociales más
vulnerables a esta situación destacan las mujeres y los jóvenes, presentán-
dose casos de suicidios de adolescentes, consumo de drogas e inhalantes
tóxicos como PVC (sustancia tóxica para limpieza de tuberías de metal), y
dos casos de violaciones. Estos problemas están generando debate al inte-
rior de la comunidad de vecinos organizados, pero existe una sensación de
vulnerabilidad ante temas de seguridad y delincuencia, de drogadicción y
CULHUACÁN, IZTAPALAPA Y COYOACÁN • 3 1 7

de violencia. Aquí surge el caso de los jóvenes con problemas de adicción a


las drogas, por lo que los vecinos demandan a las instituciones la erradica-
ción de estas prácticas, y la modificación de elementos físicos del paisaje
como son las bancas de concreto que por su diseño sirven de refugio para
la realización de prácticas sociales negativas o para actos delictivos. Pero
aún no se han generado acuerdos comunes ni se han planteado propuestas
específicas por parte de las organizaciones sociales o de las instituciones
públicas para atender a estos grupos y contrarrestar los fenómenos que
producen estas formas de disolución social.
El papel de las instituciones en este proceso es fundamental no sólo en
la búsqueda de medidas que contrarresten los procesos que producen estos
problemas, también en el diseño de políticas y estrategias que, en reciproci-
dad con la comunidad, enfrenten las consecuencias. Sin embargo, la comu-
nicación necesaria entre la ciudadanía y las instituciones enfrenta una serie
de obstáculos que desgastan la participación ciudadana. Entre estos, desta-
can las formas burocráticas y los mecanismos para introducir trámites, que-
jas y denuncias, el tiempo que se requiere y el desconocimiento de cuáles son
las instancias a donde recurrir para un tema u otro, la falta de información
y claridad por parte de las instituciones hacia las comunidades, la falta de
relaciones cara a cara con representantes y funcionarios de las instancias
de gobierno. En muchos casos los habitantes no saben a quién recurrir, cuá-
les son sus derechos y qué tipo de apoyo pueden demandar de las institucio-
nes. Esta situación provoca que el rumor se convierta en un elemento de
interpretación de la realidad y de construcción de la vida pública. En este
contexto problemático tiende a predominar el malestar social y el debilita-
miento de la confianza de la ciudadanía hacia las instituciones.
Para el pueblo, existe un sentido individual y colectivo de un nosotros
que tiene como referente la relación con el lugar histórico, los vínculos con
la comunidad a través del parentesco, de la devoción religiosa y la defensa
del patrimonio histórico y cultural. En este sentido de nosotros, las institu-
ciones de gobierno, las localidades vecinas y la ciudad misma no son necesa-
riamente, ni siempre, un referente propio. En la experiencia de vida cotidia-
na existe en unos y en otros un discurso que alude a lo que son y a lo que no
son, lo que influye debilitando o fortaleciendo las formas de integración (Por-
tal, 1977: 47). Los vínculos sociales son frágiles entre diferentes, originarios
y avecindados, pero también, entre la sociedad organizada y las instituciones
del gobierno locales y centrales. Aquí surge una cuestión que tiene que ver
con la noción de lo que es propio del pueblo como lugar de pertenencia y lo
que le es ajeno con relación a los efectos de los procesos urbanos y a la diver-
318 • PATRICIA RAMÍREZ KURI

sidad de habitantes y usuarios del espacio contemporáneo. Existe en la gente


del pueblo una percepción de que los lugares colindantes con los barrios, que
tienen contigüidad física-social como las zonas urbanas ejidales, las unida-
des habitacionales y las colonias populares, no son parte del pueblo. Algo
similar ocurre en la percepción de vecinos de las unidades habitacionales
hacia la gente del pueblo y sus lugares. Los testimonios de unos y otros ilus-
tran esta situación. Al hablar de la gente del pueblo de Culhuacán, una resi-
dente de las unidades habitacionales CTM colindantes, expresa que,

pues es que, la verdad es el medio ambiente que tienen ahí ellos, voy a hablarles
de San Francisco, que la verdad es un ambiente de pobreza, de mucha pobreza y
la verdad eso es lo que ha causado que sea un pueblo de muchos vicios y de corrup-
ciones, y de narcos que viven ahí también... no son proveedores de aquí, porque
aquí a la vuelta tenemos un grupito también de muchachos que se envician
pues, y ellos les traen el cómo se llama, el encargo y ellos se encargan de distri-
buirlo (R.M.C. 27-06-2010).

Entre los grupos que habitan en San Francisco, que no son originarios,
sino que migraron del campo a la ciudad cinco décadas atrás, se establecie-
ron en tierras del pueblo y se incorporaron a la vida social del lugar, sin em-
bargo, tienen una relación distante con las tradiciones locales; destaca el si-
guiente testimonio,

Yo tengo 50 años en este santo lugar. Soy voceadora. Lo hago con mucho gusto,
con mucha alegría, esta es mi vida. Tengo siete hijos, 23 nietos, 11 bisnietos [...]
nacida en Huajuapan de León, Oaxaca. Ahora radico en San Francisco, llegue de
24 años [...] y acabo de cumplir 75 [...] la calle antes era puro lodo [...] pura
tierra. En el pueblo puras nopaleras y ahora ya ha cambiado demasiado la colo-
nia. Sí, vi fincar a todas -las unidades habitacionales-. Todo todo, todo esto yo
lo vi fincar (E.G.O.3-06-2010).

El pueblo de Culhuacán como actor colectivo tiene una larga historia


de reconstrucción, de resistencia y de lucha por su integridad como pueblo
originario prehispánico. Esta lucha legítima, se expresa en las formas par-
ticipativas y organizativas que de manera constante reivindican el valor del
espacio histórico y patrimonial, de la tradición y de la identidad vinculada
al lugar. Sin embargo, aún existen limitaciones en las formas de comunica-
ción y de cooperación entre ciudadanos e instituciones, y también en las
formas participativas para que la comunidad intervenga en las decisiones
CULHUACÁN, IZTAPALAPA Y COYOACÁN • 3 1 9

públicas respecto a lo que ocurre en el entorno, con el propósito de mejorar


en forma incluyente la calidad de vida de todos los que usan y habitan los
lugares del pueblo.

REFLEXIÓN FINAL

En el pueblo de Culhuacán convergen tiempos, espacios y representaciones


sociales que en la actualidad expresan el pasado prehispánico, colonial y
preindustrial antecedentes de los cambios sucesivos impulsados por la urba-
nización capitalista, que en el último siglo produce en el territorio de la
ciudad de México una geografía social desigual y fragmentada. Los esfuerzos
transformadores y las acciones modernizadoras que han incorporado en el
curso del último siglo al pueblo de Culhuacán a la dinámica urbana de la
capital del país, tuvieron efectos desintegradores no previstos en las formas
de planeación, en las políticas urbanas y en los acuerdos políticos y sociales.
Estas políticas y acciones revelan una concepción excluyeme de ciudad que
ha tendido a desplazar a la población originaria local para incorporar tierras
ejidales al mercado urbano del suelo, reubicar a amplios sectores de la pobla-
ción urbana de la ciudad que demandan suelo y vivienda, y para ampliar la
infraestructura vial y de servicios habitacionales, educativos, de salud, hi-
dro-eléctricos, de comunicación, entre otros. De una parte, se atiende una
importante función ya sea habitacional, de equipamiento o de articulación
urbana entre localidades periféricas y centrales, a través de vías rápidas, de
puentes vehiculares y de transporte público. Pero, de otra, la concepción que
sustenta a estas intervenciones en el espacio local y micro-regional, ha con-
tribuido a trazar nuevas fronteras socio-espaciales que han enf atizado las
tendencias fragmentadoras entre barrios, pueblos y colonias debilitando
las posibilidades de generar formas de integración social y urbana.
Los procesos urbanos ocurridos hasta la primera década del siglo xxi, se
imponen en forma no prevista en la vida y tradiciones del pueblo. Al inte-
rior de este espacio local y micro-regional convergen condiciones de preca-
riedad social, laboral y urbana, revelando una marcada desigualdad frente
a otras localidades urbanas de la ciudad de México y conflictos sociales que
requieren solución. Estos conflictos expresan, quizá, sobre todo la manera
como se construye la ciudadanía, como práctica social y como lucha por
los derechos sociales, lo que tiene que ver con la reivindicación de la iden-
tidad y con el reconocimiento de la pluralidad en las formas de organiza-
ción y de participación.
320 • PATRICIA RAMÍREZ KURI

El estudio realizado muestra que como actor colectivo el pueblo enfrenta


en la actualidad una serie de situaciones problemáticas que afectan a la co-
munidad local, como comunidad de ciudadanos, porque debilitan los víncu-
los sociales, las relaciones de confianza entre unos y otros, y hacia las insti-
tuciones, y degradan el sentido de lo público como espacio de todos. Esto
tiende a ocurrir en la escala local, con relación a las formas de cooperación,
de confianza y de compromiso entre grupos sociales diferentes que habitan
barrios distintos y comparten problemáticas similares. Pero sobre todo ocurre
en la escala micro-regional, donde en condiciones de proximidad física, esca-
samente se han construido relaciones de comunicación y redes de cooperación
en la experiencia urbana compartida durante el último medio siglo, entre ori-
ginarios y avecindados, entre la gente del pueblo, las colonias populares y las
unidades habitacionales. La condición de desigualdad, no está disociada de
estas realidades urbanas nuevas y preexistentes, ni de los problemas locales
y micro-regionales que han erosionado la vida pública.
Frente a esta situación, las formas participativas y organizativas inde-
pendientes impulsan la reconstrucción de lo público, resisten a los efectos
desestructurantes de la urbanización y de la modernización de la ciudad, a
través de la revaloración constante del espacio del pueblo y sus tradiciones,
como referente de identidad social y urbana. Lo hacen al apropiarse material
y simbólicamente del lugar, mediante autoridades, prácticas y representacio-
nes socioculturales propias, heredadas no sólo del legado mesoamericano y
del colonial católico-hispánico. También, lo hacen con elementos del "libe-
ralismo popular" del México independiente inscrito en aquella modernidad
del siglo XIX que traza, en las últimas décadas un hito en la refundación del
pueblo. Este proceso discontinuo de refundación se prolonga en el siglo xx de
la Revolución a la posr-evolución,- de la Reforma Agraria con las dotaciones
de tierras ejidales a las expropiaciones de estas tierras para responder a las
necesidades y funciones habitacionales, y de equipamiento para la urbaniza-
ción capitalista en una ciudad capital como la nuestra, en expansión acele-
rada, sustentada en un discurso modernizador. Este discurso y las acciones
políticas, sociales y urbanísticas que se fueron materializando en el territorio
en el curso del último siglo, fueron desplazando al espacio social del pueblo
y a los poderes locales a una condición de subalternidad.
No obstante que los cambios urbanos modernizadores durante el siglo xx
han tendido a arrasar y a fragmentar las culturas y las tradiciones locales de
los pueblos, éstas se han conservado hasta principios del siglo xxi. El sistema
de cargos revela en la actualidad tradiciones socio-políticas con usos y cos-
tumbres que se ponen en escena en los lugares públicos durante las fiestas,
CULHUACÁN, IZTAPALAPA Y COYOACÁN • 3 2 1

reconstruyendo la identidad basada en el lugar de pertenencia, donde con-


verge la memoria de la tierra y sus ciclos agrícolas, la devoción religiosa y el
parentesco. La micro-sociedad organizada ha jugado un papel activo, entre
otras cuestiones, al dar continuidad a las tradiciones a través de formas or-
ganizativas que cohesionan a la comunidad. También, al hacer visibles los
fenómenos que ocurren en el espacio público y patrimonial, al tomar parte
en labores orientadas a la conservación de la calidad de los lugares, al propo-
ner a las instituciones proyectos vinculantes y de cooperación para dar solución
a algunos de los problemas que se producen en los lugares que habitan. Sin
embargo, aún enfrentan restricciones para su inserción en la participación
ciudadana democrática en asuntos públicos.
En la política institucionalizada, el pueblo ha tenido un lugar limitado en
el debate público, una voz restringida para hablar de los fenómenos sociales
que los afectan y una capacidad de acción acotada para contrarrestar los efec-
tos de los cambios urbanos en el espacio local y patrimonial. Un ejemplo
reciente, es el caso de la construcción de la línea 12 del metro y otro, que
Culhuacán no figura en el IFE, por estar incorporado al Mirador, lo que impo-
ne restricciones en términos de reconocimiento y de participación política.
Estas cuestiones, además de revelar la existencia de obstáculos para lograr
formas democráticas de participación ciudadana institucionalizada en deci-
siones públicas, han debilitado la confianza de la ciudadanía hacia las insti-
tuciones y han contribuido a que se intensifique la tensión entre el espacio
social histórico del pueblo y el espacio social producido por la urbanización
del siglo xx y de la primera década del xxi. Sin embargo, los rasgos histórico-
geográficos comunes al espacio social de los pueblos y barrios, se superponen
a través de la tenacidad de las prácticas socio-culturales, y de la fortaleza de
las formas organizativas, a los conflictos urbanos y a las delimitaciones for-
males que cruzan las fronteras geo-políticas interiores.

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Archivo General Agrario, D.F., Culhuacán. Expediente núm. 272.2/35, Expropia-
ción de bienes ejidales.
Archivo General Agrario, D.F., Culhuacán, San Francisco. Expediente núm. 231.3/35,
Fusión y división de ejidos.
Archivo General Agrario, D.F, Culhuacán, San Francisco. Expediente núm. 272.2/35,
Expropiación de bienes ejidales.
Asamblea Informativa, 14 de diciembre, 1994, Ibid, legajo 2, documento 133.
Gaceta Oficial del Distrito Federal, 19 de julio de 2007.
Programa Delegacional de Desarrollo Urbano de Coyoacán, Gaceta Oficial del Dis-
trito Federal, México, Gobierno del Distrito Federal, 10 de abril de 1997 y 2008
en edición, aún no publicado.
Programa Delegacional de Desarrollo Urbano de Iztapalapa, Gaceta Oficial del Dis-
trito Federal, México, Gobierno del Distrito Federal, 10 de abril de 1997 y 2008
en edición, aún no publicado.

Periódicos y recursos electrónicos

El Universal, 1 de mayo de 2010.


La Jornada, 2 de noviembre de 2008.
Papeles de Iztapalapa, 1 de mayo de 2010
www.pueblodeculhuacan.blogspot.com
Capítulo 7

SAN PEDRO TLÁHUAC, TLÁHUAC

LUCÍA ÁLVAREZ ENRÍQUEZ'

INTRODUCCIÓN

San Pedro Tláhuac es uno de los siete pueblos asentados en lo que actual-
mente es la delegación Tláhuac, en la parte suroriental del Distrito Federal.
Al igual que los otros seis, forma parte de los numerosos pueblos que se es-
tablecieron y prosperaron en la cuenca de México a la orilla de los lagos, en
particular, en este caso, del lago de Chalco. San Pedro Tláhuac, conocido en sus
primeros tiempos como Cuitláhuac Ticic formaba una pequeña isla en el
seno de este lago, y es por ello un pueblo no sólo de origen prehispánico sino
un pueblo con una poderosa tradición lacustre.
Por su ubicación, San Pedro Tláhuac, ha formado parte por muchos años
de la extensa zona rural agrícola del valle de México e incluso de la misma
zona perteneciente al Distrito Federal. Esto le ha dado una de las peculiari-
dades que hasta hoy en buena medida conserva, que es su vocación agraria y
su vida campirana; se desarrolló como un pueblo sumamente ligado al tra-
bajo de la tierra y también como un asentamiento muy vinculado con el ci-
clo de la vida lacustre, con las actividades acuícolas, con su flora y su fauna.
Por la misma razón, es un pueblo que históricamente creció conservando
una dinámica de vida diferenciada de la de la ciudad. Esta misma razón hace
que se trate de un pueblo que posee también una importancia estratégica
para el desarrollo extenso y la sustentabilidad de la ciudad y del valle de

'Investigadora del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humani-


dades de la UNAM.

327
328 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

México, debido a que sus recursos representan valiosas reservas de alimen-


tación del acuífero urbano y de equilibrio ecológico.
El hecho de que la capital del país se haya extendido durante la segunda
mitad del siglo xx preferentemente hacia el norte y el oriente ha sido uno de
los factores que ha contribuido a que la zona donde se asientan los pueblos
de Tláhuac haya permanecido virtualmente alejada en términos territoriales de
la vida urbana. De esta manera, más que un pueblo urbano fue en realidad
un pueblo con características muy rurales. Su vínculo con la ciudad de Méxi-
co se mantuvo lejano y fue hasta la segunda mitad del siglo xx cuando éste
se fortaleció y aumentó la comunicación con la ciudad mediante la emigra-
ción cotidiana de nativos a la capital en busca de trabajo y formación educa-
tiva, y también a través del enlace directo que proporcionó la avenida Tlá-
huac. Esta avenida no es reciente, procede también de la época prehispánica,
pero fue reconstruida varias veces y se ha mantenido como la principal vía
de acceso a esta zona.

Elaboración: Masaya Lastra Salas


SAN PEDRO TLÁHUAC, TLÁHUAC • 329

Estas características han sido generales para la mayor parte de los pue-
blos de la actual Delegación de Tláhuac, de los cuales San Pedro es la cabe-
cera. Los otros pueblos son: San Andrés Mixquic, San Juan Ixtayopan, San
Nicolás Tetelco, Santa Catarina Yecahuizotl, San Francisco Tlaltenco y San-
tiago Zapotitlán. San Pedro colinda al norte con Tlaltenco, el Canal Revolu-
ción y la calle Riachuelo Serpentina, que divide el Ejido de Tláhuac del de
Tlaltenco; al sur con Tulyehualco, y el río Amecameca, ya desecado; al orien-
te con el Estado de México, el municipio de Valle de Chalco, y Mixquic, y al
occidente con Zapotitlán y San Luis Tlaxialtemalco, Xochimilco.
Los pueblos de Tláhuac crecieron siempre muy vinculados en cambio con
los pueblos de Xochimilco, e incluso durante algún tiempo éstos fueron parte
de la municipalidad de Xochimilco. La distancia y el relativo aislamiento con
respecto a la vida de la ciudad hicieron que los pueblos de Tláhuac, y en particular
San Pedro, lograran conservar por más tiempo sus costumbres, sus caracterís-
ticas propias y también sus actividades económicas. Las tierras de San Pedro
fueron, y algunas lo son aún muy propicias para la siembra de numerosos
productos y la cría de ganado y de animales de granja. La característica de que
San Pedro sea, incluso hoy, una zona chinampera le confirió un importante
lugar como sustento de la producción agrícola del sur del valle de México. Ac-
tualmente mantiene importantes extensiones de tierra con diferentes caracte-
rísticas, no todas propicias para la actividad agrícola: la chinampería, la ciéna-
ga, los humedales y la zona ejidal.
Otra característica de San Pedro Tláhuac ha sido la conservación por
muchos años de su población nativa; habiéndose registrado muy escasas
oleadas migratorias y siendo por tanto relativamente baja la población de
avecindados. Hasta décadas muy recientes se han desarrollado asentamien-
tos de fuereños y se han construido colonias ajenas a los barrios tradiciona-
les, donde habita la población originaria. Los barrios tradicionales son ocho
y se encuentran en el perímetro original del pueblo, mientras que las nuevas
colonias se han establecido hacia la parte norte, contigua a la ciudad de
México y al pueblo de Tlaltenco. Los barrios son La Asunción, San Mateo,
Santa Ana, La Guadalupe, San Andrés, Los Reyes, La Magdalena, San Juan
y San Miguel; mientras que las principales colonias son: La Habana, Santa
Cecilia, San Andrés, San José, Tierra y Libertad y Quiahuatla.
La población originaria ha crecido a un ritmo muy bajo y el pueblo se
mantiene con baja densidad demográfica. En estas circunstancias, a diferen-
cia de otros pueblos, éste es un poblado que mantiene básicamente las cos-
tumbres propias de la población nativa y prácticamente no presenta rasgos
de multiculturalidad étnica, es decir, asentamientos de grupos étnicos diver-
330 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

sos. Lo que sí puede observarse en cambio, pese a todo, es la proliferación de


usos, costumbres y manifestaciones diversas de la cultura urbana, que han
sido introducidas paulatinamente por la población joven.
Por su ubicación y la posesión de importantes recursos naturales, desde
hace décadas San Pedro Tláhuac y los pueblos aledaños, han sido objeto de
fuertes presiones políticas, económicas y culturales que han derivado de los
constantes intereses de urbanización de la zona por parte del gobierno local
y de promotores privados, las cuales han amenazado la posesión de las tierras
de los nativos y han puesto en riesgo la conservación de los recursos ecológi-
cos. Esta circunstancia ha generado una fuerte conflictividad social, y ha
colocado a los habitantes de estos pueblos en situación de resistencia, po-
niendo en entredicho la cualidad ciudadana de estos pobladores como inte-
grantes de la ciudad de México.

EL ESPACIO DEL PUEBLO

Tláhuac es un pueblo de origen indígena y prehispánico que creció y se desarro-


lló en una pequeña isla del gran lago de Chalco y fue conocido como Cuitláhuac
Ticic. Este lago estaba dividido por una calzada que conectaba las islas con
tierra firme y dividía el lago en dos: Chalco y Xochimilco. Durante muchos
años se mantuvo como una isla, pero posteriormente fue conectándose con el
macizo que albergaba a la ciudad de México y quedó ligada a ésta.
En su historia más reciente, en el tránsito del siglo XIX al xx el territorio
de Tláhuac, como muchos otros de la capital del país en esos años, estuvo
ocupado y organizado mediante grandes haciendas que establecieron una
modalidad predominante de explotación de la tierra y de ocupación de la
mano de obra. En este caso fue la hacienda de Xico, la que articuló el cultivo
de la tierra y concentró buena parte de la fuerza de trabajo. La actividad pre-
ponderante de la hacienda no impidió, sin embargo, que en estas tierras
permaneciera el trabajo agrícola y acuícola de la población originaria y que se
mantuvieran numerosas tierras en manos de los campesinos bajo la propie-
dad comunal. Los nativos cultivaban sus tierras y eventualmente se ocupa-
ban también en la hacienda para completar su manutención, pero no aban-
donaron el trabajo agrícola y las actividades ligadas al campo.
La mayor parte de los pueblos de la zona fueron de carácter ribereño y
estuvieron articulados en torno al antiguo Lago de Chalco, por lo cual, desde
los tiempos prehispánicos la población lugareña se dedicó a diversas activi-
dades agrícolas y lacustres. Hasta finales del siglo XIX, la caza, la pesca y los
SAN PEDRO TLÁHUAC, TLÁHUAC • 331

productos agrícolas fueron fundamentales para la economía de las poblacio-


nes asentadas en la zona. El elemento base de la agricultura fueron las chi-
nampas, que proliferaron en toda la cuenca del valle de México, particular-
mente en los lagos de Chaco y Xochimilco. Hasta estos años, las chinampas
del Lago de Chalco se dedicaron principalmente a la producción de maíz,
hortalizas, frutas y flores, permitiendo que los habitantes de los pueblos se
dedicaran a la agricultura con muy buenos resultados (Anaya, 1993).
El Lago de Chalco fue primordial entonces para la sobrevivencia de los
pueblos de la zona, y fue también un muy importante medio de comunica-
ción comercial para éstos, que los conectaba con los pueblos de Xochimilco
y con el centro de la ciudad de México (mercados de Jamaica y La Merced),
mediante la acequia real, permitiéndoles comercializar sus productos.
En esta misma zona prosperaron también las haciendas, atraídas y bene-
ficiadas por los atributos de los recursos del lugar. Su instauración constitu-
yó desde el principio una fuerte competencia para la economía tradicional y
por tanto una fuente permanente de conflicto para los nativos. Como en
otras zonas del país, las técnicas de cultivo tradicionales de los lugareños
alternaron con las modalidades propias de explotación de las haciendas y los
pueblos ribereños mantuvieron una constante resistencia ante la expansión
de las haciendas. Sin embargo, éstas se expandieron, ampliaron sus áreas de
cultivo, introdujeron maquinaria agrícola, construyeron canales para irriga-
ción y utilizaron fuerza de trabajo de los propios pueblos.
332 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

Una de las haciendas más importantes de la zona fue la de Xico, propie-


dad del empresario Iñigo Noriega, personaje muy cercano a Porfirio Díaz,
quien llegó a Chalco con pretensiones modernizadoras e hizo de sus propie-
dades unidades modelo de trabajo agrícola, cualitativamente diferentes de
las haciendas tradicionales. Entre otras cosas, se distinguió por llevar a cabo
esta modernización a costa de la usurpación y explotación de los recursos
naturales que pertenecían a las comunidades indígenas, como el agua, la
tierra laborable y los montes (Anaya, 1997).
Aprovechando las bondades y concesiones que su amistad con el presiden-
te Díaz le confería, íñigo Noriega avanzó en pocos años en la apropiación de
las tierras de la zona, ya sea mediante adquisiciones desventajosas con los
propietarios originales o mediante usurpaciones directas con el uso de la fuer-
za. Esto dio lugar a sucesivos conflictos y numerosas luchas de resistencia de
los pueblos en defensa de sus propiedades y de sus recursos. Son numerosos los
enfrentamientos registrados hacia finales del siglo XIX y principios del xx, así
como los litigios inútilmente abiertos por los pueblos en contra del empresario
(Díaz Soto y Gama, 2002: 506-509), a pesar de los cuales, la hacienda de Xico
logró prosperar al lado de otras empresas del hacendado.
Sin embargo, las pretensiones de expansión de Iñigo Noriega no queda-
ron ahí, y avanzaron hacia el lago de Chalco, el que se propuso desecar en
beneficio de la ampliación de las tierras cultivables. Así, en 1894, presentó
una solicitud formal al gobierno federal para llevar a cabo esta empresa, ar-
gumentando que en esos tiempos el aprovechamiento del lago era mínimo
por parte de los nativos, dado que no tenía más beneficio que la caza de patos
y la pesca en pequeña escala. En cambio, afirmaba, las tierras de ahí obteni-
das podrían ser ampliamente aprovechadas para la producción del maíz y
otros cereales,- asimismo aseguraba que, de acuerdo a experiencias de hacien-
das de otras zonas del país, las tierras emergentes de la desecación de lagos
al cabo de unos años se convierten en terreno extremadamente fértil para la
agricultura.
Con estos argumentos y su cercanía con Díaz, íñigo Noriega logra en
1895, de parte del Congreso de la Unión, el permiso para llevar a cabo la
desecación del lago de Chalco. Para esta obra se construyen entonces nume-
rosos canales, bordos, instalaciones de bombeo y un canal que atravesaba de
sur a norte la laguna. Mediante estas obras las aguas del lago fueron siendo
expulsadas hasta lograr la desecación y, con ello, la expansión de los terrenos
cultivables.
La desecación del lago de Chalco trajo consigo importantes y rotundos
cambios para la zona,- al mismo tiempo que se extendían las áreas de cultivo,
SAN PEDRO TLÁHUAC, TLÁHUAC • 333

se construyeron caminos, carreteras y vías férreas para el traslado de los


productos con fines de comercialización. También se construyeron edificios
para oficinas, instalaciones para empleados y peones, y se introdujo nume-
rosa tecnología para la producción agrícola (Anaya b y Trujano, 1993).
El cambio en la ecología y en el paisaje fue también contundente, pues
un componente fundamental había desaparecido: el lago.

Un paisaje que había permanecido casi sin cambios durante varios siglos -afir-
ma Tortolero- en el último tercio del siglo XIX observó por lo menos los siguien-
tes procesos: la introducción de ferrocarriles, la construcción de diques y obras
de irrigación de los ferrocarriles,- la apertura de dos grandes fábricas en la zona
(la papelera San Rafael y la textilera Miraflores); la tala de bosques para ser apro-
vechados como recurso en las industrias papelera y ferrocarrilera y para formar
nuevos asentamientos como los ranchos; la creación de compañías agrícolas, las
cuales introdujeron nuevos cultivos y nuevas técnicas... (Tortolero, 364)

El ferrocarril fue un factor muy importante porque sería a partir de en-


tonces un medio primordial para el traslado y la comercialización de los
productos. En estos años se creó la Compañía de Xico y San Rafael, para
construir una línea de comunicación entre la ciudad de México y Atlixco. La
explotación del ferrocarril comenzó en 1898 y transportaba entonces pro-
ductos forestales, agrícolas, industriales, minerales y ganaderos; pero lo que
se exportaba de manera primordial era el maíz, el pulque y el trigo (Hiernaux,
Lindón y Noyola, 2000: 104).
Por la parte de los pueblos, el descontento acumulado aumentó y se lleva-
ron a cabo numerosas acciones de protesta en Chalco, Huitzilcingo, Mixquic,
San Juan Ixtayopan, Tláhuac y Tetelco. Afloraron las demandas contra el em-
presario por usurpación de tierras y destrucción de casas, tierras de labor y
chinampas (Anaya, 19997: 309). Algunos pueblos como San Juan Ixtayopan,
Mixquic y Tláhuac solicitaron ayuda directamente al presidente Díaz, debido
a que íñígo Noriega les impedía cultivar sus tierras y utilizarlas para que pas-
tara su ganado, además de que las obras de la desecación habían inundado sus
tierras dejándolas inutilizables, y recibían constantes y agresivas amenazas del
empresario. Estas demandas se fundaban, entre otros argumentos, en la exis-
tencia de los títulos primordiales que fueron otorgados a los pueblos ribereños
por el Virrey Antonio de Mendoza. Estos conflictos, fueron en gran medida,
los antecedentes de la guerra revolucionaria en la zona.
Los pueblos afectados por las obras de desecación fueron San Juan Ixta-
yopan, Mixquic, Tlaltenco, Tulyehualco, Tláhuac, Tlalpizáhuac, Tecómitl,
334 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

Tetelco, por parte del Distrito Federal, y Huitzilzingo, Santa Catarina Ayotzingo,
Ayotla, Chalco, San Martín Xico, San Gregorio Cuautzingo, San Lorenzo
Chimalpa, San Lucas Amalinalco y San Martín Cuautlalpan, del Estado de
México (Beltrán, 1998: 11).
A pesar de los conflictos y contradicciones, una peculiaridad de Tláhuac
fue mantener a la población ligada de manera directa a la propiedad y al tra-
bajo de la tierra, lo que dio lugar a que convivieran dos modalidades distintas
del trabajo de la tierra y, también, al menos dos perfiles distintos de trabaja-
dores del campo: los campesinos originarios y los peones de la hacienda. En
estas circunstancias, el trabajo agrícola ha estado ligado siempre a la activi-
dad de sobrevivencia del pueblo, se ha sostenido como una vocación sustan-
tiva de la zona y ha formado una parte muy importante del sustento econó-
mico y cultural de la gente de San Pedro Tláhuac.
Durante el periodo revolucionario, la gente de la región estuvo ligada al
zapatismo, principalmente los pueblos de Chalco y Amecameca fueron parte
de la zona de influencia de esta tendencia revolucionaria. Los agravios acumu-
lados en relación a los hacendados y en particular a íñigo Noriega por los
procesos antes mencionados, constituyeron poderosos motivos que alenta-
ron a los campesinos y trabajadores de los pueblos a unirse a las fuerzas Za-
patistas, sobre todo tomando en cuenta que el empresario continuó expan-
diendo sus propiedades, explotando a los trabajadores de sus empresas y
usurpando terrenos y recursos hasta bien entrado el siglo xx, es decir, los
motivos continuaron afirmándose.
Fue hasta que llegó Madero a la presidencia cuando íñigo Noriega fue
confrontado por el poder y obligado a responder, al menos en parte, a las
demandas de los campesinos mediante indemnizaciones. A la llegada de
Victoriano Huerta a la presidencia su ciclo se cumplió y se dio por concluida
la concesión que le había sido otorgada para desecar el lago, no obstante
continuó protegido por el poder; pero cuando el huertismo fue derrotado, el
empresario perdió la protección y fue fusilado en Chalco.
Las propiedades de íñigo Noriega fueron ocupadas por los zapatistas,
especialmente la hacienda de Xico, que fue convertida en cuartel general;
más adelante los zapatistas se retiraron a las montañas y fueron los carran-
cistas quienes las invadieron. A partir de 1925 el gobierno federal se apropió
de las propiedades del empresario, debido a que éste tenía fuertes deudas con
la Caja de Préstamos para Obras de Irrigación y de Agricultura (Bautista,
311; Anaya, 1997: 87).
En el proceso revolucionario San Pedro Tláhuac participó de manera
colateral, ya que de manera activa no participó como pueblo en la guerra. Se
SAN PEDRO TLÁHUAC, TLÁHUAC • 335

sabe que, como otros pueblos del sur de la ciudad, fueron partidarios de esta
facción y prestaron servicios de apoyo a las tropas que llegaban o atravesaban
por el territorio: alimentación, vestido, resguardo. También, algunos pobla-
dores, fueron parte de la leva que los Zapatistas recuperaban en la zona. Se
conocen algunos nombres de personajes locales que tomaron parte directa-
mente en el proceso e integraron las tropas: Francisco Enríquez, Domingo
Mateos, Pedro Martínez, Crescencio Ruiz, Hermenegildo Mendoza y Catari-
no Pérez.
Después de la guerra, en 1923, el pueblo de San Pedro Tláhuac realizó
una solicitud de restitución de tierras para cultivo y de una parte de la lagu-
na, la cual fue denegada por el gobierno debido a que se consideró que no
tenían derechos preexistentes con relación a las mismas y que eran propie-
dad de la nación.1 En lugar de esto, San Pedro Tláhuac fue acreedor a una
dotación de tierras por parte del gobierno en el mismo año 1923, correspon-
diente a 1,048 hectáreas, 50 áreas, que fueron tomadas de la hacienda de
Xico.2 Una parte de este territorio corresponde actualmente a las colonias:
San José y Santa Cecilia, así como a la colonia ejidal San Miguel de las Ta-
blas. Con esta dotación en buena medida se estabilizó el problema de la
propiedad de las tierras y se reorganizó el terreno para su explotación, asegu-
rándose su vocación agraria y legitimando la propiedad colectiva. Posterior-
mente, en 1935 el pueblo de Tláhuac solicitó una ampliación de las tierras
ejidales, que le fue resuelta favorablemente en agosto de 1936.3
Con este acontecimiento surgieron en el pueblo los ejidatarios, como
nuevo actor que habría de ser por mucho tiempo un importante protagonis-
ta del desarrollo local. Se convirtieron en una suerte de autoridad para la
población, que organizaba a buena parte de los pobladores, los representaba
en asuntos diversos ante las autoridades centrales y delegacionales, era in-
termediario en conflictos locales y se encargaba de ser el gestor de distintas
demandas y servicios. Hasta la actualidad, los ejidatarios se mantienen acti-
vos y organizados, atendiendo principalmente los problemas relacionados
con la tenencia y operatividad de la tierra, pero participan también en otros
asuntos de interés general que atañen a la vida pública, como la obra pública,
la legislación y los abusos de autoridad; permanecen, sin duda, como un re-
ferente importante de la vida del pueblo.

diario Oficial, 16 de agosto de 1923.


2
Idem.
3
Diarío Oficial, 31 de agosto de 1936.
336 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

La actividad de los ejidatarios se mantiene vigente en buena medida de-


bido a la permanencia de las tierras ejidales en la zona y del cultivo de éstas.
Como se ha mencionado, la vocación agrícola de San Pedro permanece a
pesar de las fuertes amenazas de urbanización de estas tierras, y esta voca-
ción ha sido defendida no sólo por los ejidatarios involucrados de manera
directa, sino por otros actores que identifican en ella un sustento básico para
la propia ciudad de México,- de ahí la importancia de su conservación.

CARACTERÍSTICAS TERRITORIALES

El pueblo de San Pedro Tláhuac pertenece a la delegación también denomi-


nada Tláhuac, y constituye un territorio que en cierto periodo perteneció a
lo que hoy es la delegación Xochimilco, antes municipalidad. A partir de la
fragmentación del Distrito Federal durante el siglo xx, en 1928, en las 16
delegaciones actuales, es que existe Tláhuac como territorio jurídica y polí-
ticamente diferenciado del resto de las delegaciones del Distrito Federal.
La delegación Tláhuac se encuentra ubicada en la parte suroriental de la
capital de la República, formando un polígono irregular en esta zona. Es un
territorio que ha pasado por distintas etapas de urbanización mostrando
distintos tipos de poblamiento. Las etapas de urbanización corresponden, la
primera, de 1929 a 1953, la segunda, de 1953 a 1970, la tercera, de 1970 a
1990 y la más reciente, de 1990 al 2005.
Los tipos de poblamiento que se pueden observar en el ámbito delegacional
son los de: cabecera conurbada, pueblo conurbado, colonias populares, conjun-
tos habitacionales, poblamiento predominantemente no habitacional y pobla-
miento no habitacional. Los dos últimos son predominantes, dadas las caracte-
rísticas rurales del territorio. De la misma manera, existe una extensa y
mayoritaria proporción del territorio bajo la característica de suelo de conserva-
ción.4 Y los tipos de propiedad predominante son: propiedad ejidal, propiedad
privada y zona urbanizada, los cuales se distribuyen en el territorio delegacional
de manera irregular pero en una proporción más o menos homogénea.
En la Carta Corográfica del Distrito Federal de 18775 se puede observar
la estructura antigua de poblamiento de esta zona,- se identifican las jerar-
quías de los pueblos y se distinguen los distritos y las municipalidades. Como
se ha mencionado, en estos tiempos Tláhuac era parte de la municipalidad

"Fuente cartográfica: OCIM, UAMA. 2005, véase mapa.


5
Véase Antonio García Cubas, Carta corográfica del Distrito Federal, México, 1877.
SAN PEDRO TLÁHUAC, TLÁHUAC • 337

del distrito de Xochimilco, y su estructura de poblamiento presentaba a Tlá-


huac y a Mixquic como cabeceras de Distrito en pueblo, a Santa Catarina,
Tlaltenco, Zapotitlán, Ixtayopan y Tetelco, como pueblos, y a Tetelco, tam-
bién como hacienda.
Estos poblados se mantienen básicamente en la misma calidad durante
el siglo xx. Para 1900 y hasta 1970 de manera oficial, de acuerdo al Instituto
Nacional de Estadística, Geografía e Informática ¡INEGI), se siguen recono-
ciendo los mismos pueblos, bajo los siguientes nombres: San Pedro Tláhuac,
San Andrés Mixquic, San Juan Ixtayopan, San Nicolás Tetelco, Santa Cata-
rina Yecahuizotl, San Francisco Tlaltenco y Santiago Zapotitlán. A partir de
1970 San Francisco Tlaltenco y Santiago Zapotitlán se conurban a la cabe-
cera municipal de Tláhuac y se mantienen independientes los otros cinco
pueblo, hasta el año 2000.
Un dato que vale la pena mencionar, es que el INEGI identifica nuevas
estructuras de poblamiento hasta 1990, que es cuando reconoce a más de 30
localidades de tipo rural en toda la delegación con muy baja población, que
no sobrepasa los 120,000 habitantes. Entre 2000 y 2005 algunas localidades
desaparecen y otras emergen con la cualidad de "nuevas localidades", pero
siempre con baja población y sin rebasar un máximo de 40 en todo el terri-
torio delegacional; a éstas se les marca oficialmente con una categoría polí-
tica "indefinida". Todo esto es relevante porque muestra una de las caracte-
rísticas propias de la zona que es su baja densidad de población y la amplitud
del territorio disponible no poblado.
Con relación a San Pedro Tláhuac, sí es posible afirmar que posee una
clara estructura de poblamiento de pueblos y barrios. En la delimitación del
polígono del pueblo se identifican claramente los barrios de: La Asunción,
Santa Ana, San Mateo, la Guadalupe, San Miguel, La Magdalena, Los Reyes, San
Juan y San Andrés,- y las colonias antes mencionadas.
En lo que a población se refiere, San Pedro ha tenido un aumento de po-
blación significativo apenas muy recientemente, hasta el periodo que parte
de 1990 en adelante. Entre este año y el 2005 pasó de 29,437 habitantes a
46,705, esto es, tuvo un aumento de 42.61 por ciento de población.6 Este
aumento se expresó también territorialmente en la formación de dos nuevas
Áreas Geoestadísticas Básicas (AGEB).
El proceso de urbanización del pueblo avanzó del centro hacia la periferia; la
fecha más antigua de esta urbanización es de 1929 a 1953. El siguiente periodo
de urbanización se da entre 1953 y 1970 y avanza hacia el norte, por las colonias

6
Censos Generales de Población y Vivienda, XI y XII.
338 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

San José y Santa Cecilia y el barrio de La Asunción, y hacia el sur por el barrio
de San Andrés. La urbanización se expande sobre propiedad ejidal en lo que corres-
ponde a la colonia San José, el resto se da sobre el área urbanizada en 1970. El
siguiente periodo es entre los años 2000 y 2005, y se extiende sobre la propiedad
ejidal y la zona urbanizada en 1970; en esta última se observa un importante
aumento de viviendas (cerca de 60 por ciento con relación a la que había en el
año 2000), mientras que en la zona ejidal la urbanización se da de manera dis-
persa, dado que el 60 por ciento (cerca de 134 hectáreas) permanece sin urbani-
zar y es considerada como suelo de conservación.7
En cuanto a la morfología del pueblo, podemos decir que en San Pedro se
identifican cuatro zonas predominantes. La primera de ellas es la identifica-
da como zona patrimonial, en donde la traza es la propia de un pueblo, es
decir, una traza irregular, con lotes grandes que oscilan entre los 600 y los
1,200 m2; sin embargo, recientemente se pueden encontrar también lotes
más pequeños, de alrededor de 200 m2, que responden al proceso de subdi-
visión de lotes (Bazant, 2001) debido a las necesidades de crecimiento demo-
gráfico y subdivisión de las familias del pueblo.
En esta primera zona, las calles están pavimentadas y las manzanas son
irregulares. El casco del pueblo está formado por la iglesia principal (San
Pedro Apóstol), el mercado, el panteón y las oficinas del gobierno delegado-
nal, todos éstos componentes que corresponden a la estructura tradicional
de un pueblo. Esta zona corresponde a la fecha de urbanización más antigua,
por lo cual es considerada precisamente como zona patrimonial.
Por las características de las viviendas, se puede decir que corresponden
a un poblamiento de tipo popular, dado que la mayor parte de los techos de
la zona son de color gris, existen pocos espacios arbolados, está densamente
poblado y más del 90 por ciento del territorio está construido.
La segunda zona es el polígono que se encuentra al norte del casco del
pueblo y que se urbanizó a partir de la parcelación de las tierras de cultivo,
en un territorio que antiguamente fue ejidal y otra parte correspondía a la
zona urbanizada en 1970. La traza es regular, las características de la vivien-
da coinciden con las de colonia popular con lotes promedio que oscilan entre
los 103 y los 132 m2. Las calles están pavimentadas y no cuenta con espacios
verdes, con la excepción del Deportivo Tláhuac.
La tercera zona responde también a las características de las colonias
populares, pero a diferencia de la zona del casco del pueblo, en ésta existe
una mayor densificación de la vivienda. Los lotes en general son pequeños,
7
Datos de Alejandra Moreno, en "Análisis territorial de San Pedro Tláhuac", mimeo.
SAN PEDRO TLÁHUAC, TLÁHUAC • 339

entre los 80 y los 126 m2, y están saturados de población y la mayor parte de
las viviendas son de color gris. Casi no existen espacios arbolados como jar-
dines o parques, y los pocos espacios verdes se encuentran a las orillas de la
zona, hacia el norte y el poniente.
Finalmente, la cuarta zona corresponde a un poblamiento rural disperso
de muy reciente creación pues incluso no aparece aún en el Censo del 2000.
Al poniente de la zona existe un conjunto habitacional abierto con espacios
verdes y campos de terracería, sin embargo la mayor parte de la zona es de
características populares, con lotes grandes que van desde los 250 hasta los
600 m2. En este territorio se ubica una parte amplia de la zona chinampera
y se encuentra también el Lago de Los Reyes, en cuya parte sur existe una
extensión arbolada; el resto del área permanece sin urbanizar y corresponde
a tierras de cultivo; son terrenos planos, limpios y susceptibles de ser urba-
nizados.8 Vale la pena mencionar que esta parte de la zona es considerada
parte del suelo de conservación y posee además el reconocimiento de zona
de Rescate Ecológico (RE).9
Las principales calles que atraviesan el pueblo son avenida Tláhuac y
Ferrocarril San Rafael Atlixco, que corren de norte a sur; Juan Palomo y Re-
forma Agraria (hoy conocida como Alberto Alvarado Arámburu), que corren
de oriente a poniente, y otras dos calles más cortas pero significativas que
son: Severino Ceniceros y Nicolás Bravo.
En términos de equipamiento San Pedro Tláhuac es muy precario, tres
secundarias públicas, una Casa de la Cultura, un hospital materno infantil,
dos centros de salud y un deportivo. Esto se debe en buena medida a que en
términos generales la delegación Tláhuac ha sido una de las delegaciones
más descuidadas con relación al equipamiento y servicios urbanos, hasta
muy recientemente se han construido algunas opciones. Al respecto comen-
ta el director general de Desarrollo Económico y Rural de Tláhuac:

.... Hasta hace tres años [... ] en el tema de salud con lo único con lo que contá-
bamos era con puros centros de salud a nivel de consulta externa, ni siquiera
con quirófano; un materno infantil con 20 camas. No tenemos ninguna clínica
del ISSSTE, ninguna clínica del IMSS; en materia de salud la gente se nos moría,

8
Ver datos de clasificación en Alejandra Moreno, op. cit.
9
Las zonas de Rescate Ecológico (RE) son zonas intermedias entre el área urbanizada que
han perdido sus características originales y donde se presentan fuertes presiones para ser
destinadas a usos urbanos, se planteas para usos extensivos que permitan su reforestación y
restauración como espacios abiertos.
340 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

pero afortunadamente apenas el jueves pasado se inauguró el primer hospital, pero


fue una lucha. En materia deportiva lo único que teníamos era terrenos delimi-
tados por una barda, pintados, con tres palos en cada extremo, que eran nues-
tros deportivos, sin infraestructura de riego, todos los pueblos tienen, porque
afortunadamente son generosos, principalmente los ejidos. El único espacio
digno, se podría decir, es el Frontón Ixtayopan, el de Tetelco, y nada más ; pero
no teníamos albercas, no teníamos gimnasios dignos, no teníamos parques de
diversiones, aunque se cuenten el Bosque de Tláhuac, y Solidaridad, porque
pues realmente son lugares de esparcimiento, pero no deportivos. En educación
son alrededor de 90 escuelas a nivel preescolar, primarias, secundarias, CETIS, un
Bachilleres un Conalep, y no teníamos ninguna escuela a nivel profesional y a
nivel licenciatura. En el 90 se hizo una escuela para posgraduados, maestrías en
mecatrónica y todo, pero a nivel licenciatura nada. Luego el gobierno federal, yo
no sabía la noticia [...] pero están los Institutos Tecnológicos que han generado
ingenierías [...] y afortunadamente el Tláhuac ya se van a abrir tres campus [...]
entonces se gestionó que en materia educativa por lo menos ya los habitantes
puedan tener acceso a más opciones para tener nivel, porque lo único que tenía-
mos eran carreras técnicas. Respecto al entretenimiento cultural, no tenemos
un solo teatro, no tenemos un solo cine [...] y hay solamente una sala a la que
llamamos "sala de arte", que queremos utilizar como teatro, como cine, como
foro y ya se acabó.10

CAMBIOS RECIENTES Y SITUACIÓN ACTUAL

De acuerdo con los antecedentes históricos y con las características agrícolas


y acuícolas de la zona de Tláhuac, el pueblo de San Pedro se mantuvo hasta
tiempos muy recientes alejado de la ciudad de México y en particular del
área urbanizada. Como se ha mencionado, la mayor parte del territorio fue
ocupada por poblados pequeños y grandes extensiones de terreno cultivable
y de áreas lacustres, de tal manera que las actividades económicas principa-
les fueron siempre la agricultura, la ganadería, la caza y la pesca. Aun en
tiempos de las haciendas estas actividades se mantuvieron y coexistieron
con las nuevas técnicas de cultivo modernizadas, algunas manufacturas e
incluso con las industrias del papel y los textiles.

'"Entrevista con el señor Víctor Samuel Cadena Valverde, director general de Desarrollo
Económico y Rural de la Delegación Tláhuac, abril de 2010.
SAN PEDRO TLÁHUAC, TLÁHUAC • 341

A pesar de que la modernización traída por íñigo Noriega implantó cam-


bios drásticos en el paisaje y la ecología del lugar, la vocación originaria de la
zona permaneció y mantuvo a San Pedro y a los pueblos aledaños en una
situación de pueblos semi-rurales o semi-urbanos, vinculados con la ciudad
pero con vida propia y en buena medida autosuficiente. Con la llegada del
ejido en 1923 se reforzó esta vocación y la mayor parte de la población se
avocó al cultivo de la tierra y los recursos naturales.
Sin embargo, esta situación empezó a cambiar hacia mediados del siglo
xx, cuando en la búsqueda de fuentes de alimentación de agua para la ciudad
y las zonas cercanas se comienzan a entubar canales de la zona Tláhuac, a
desecar algunas de sus lagunas, a deforestar las áreas boscosas y, con ello,
a desequilibrar el medio ambiente natural. Estas circunstancias dificultan la
recarga de los acuíferos y desprovee a los campesinos de condiciones para sus
cultivos. Es entonces cuando la gente comienza a salir a la ciudad en busca
de otras actividades para mantener a sus familias y a generar con ello un
fenómeno nuevo en el desarrollo del pueblo: la emigración. Alrededor de los
años cincuenta la gente empieza a abandonar el pueblo:

... entonces, al cambiar la forma económica de mantener a las familias, mu-


chos, los más aventurados, los que más visión tienen, o los que sus necesidades
son mayores, son los que empiezan a emigrar a la ciudad de México, y a olvidar-
se del campo. Pero resulta curioso: no están preparados para vivir en la ciudad,
ni preparados para tener un oficio en la ciudad; son gente que toda su vida ha
trabajado el campo, son gente que sus ancestros les enseñaron el cultivo agríco-
la, y así llegan a la ciudad. Es por eso que cuando platicamos de la influencia de
la ciudad de México en Tláhuac, la primera parte es para cubrir sus necesidades
primarias: mantener a la familia, mejorar económicamente; y por esa parte, es
un cambio radical para la gente de Tláhuac, porque la tierra ya no da el sustento,
deja de ser prioritario el no salir,- se deja el orgullo de lado, ya que antiguamente
era difícil que la gente se decidiera a salir, porque no era necesario. Nosotros ya
no lo vimos, pero a través de pláticas con las personas mayores fuimos encon-
trando que antes se sembraba y se cosechaba entre 8 y 12 veces al año, gracias a
las chinampas, legumbres, hortalizas, maíz, flor; pero al cambiar eso radical-
mente entonces se empieza a buscar el sustento en otro lado, eso por una parte.
En otro aspecto, digamos en el educativo, se empieza a tener la visión de que el
hijo se prepare y de que ya no sea parte del campo, sino que tenga otra visión,
otra manera de vivir,- y entonces empiezan a emigrar hacia la ciudad, los que
342 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

podían sostenerlo, pues tenemos primero que tener una profesión [...] A partir
de ahí es el cambio radical...11

La emigración se verifica como un fenómeno nuevo, no recurrente en el


pueblo, a partir de estos años, dado que anteriormente la gente era muy ape-
gada al propio pueblo y a la tierra, y difícilmente se pensaba en vivir de otra
manera o en alejarse de sus cultivos. Sin embargo, las condiciones de modi-
ficación del territorio y de los recursos naturales obligan a la gente a buscar
otras opciones fuera del lugar. Más adelante, y hasta la fecha, esto se convier-
te en un proceso natural que se va convirtiendo en parte de la dinámica de
las familias, de los trabajadores y de los jóvenes. Pero para llegar a esto se
pasaron algunos momentos difíciles en la mentalidad y en la forma de vida
de la gente,- un caso particular fue el de las mujeres cuando comenzaron a
emigrar:

La mentalidad de los hombres de aquí era completamente cerrada en ese aspec-


to, las primeras mujeres que se van allá a la ciudad son totalmente denigradas
aquí, ¿por qué? [...] Hace un rato hablábamos de que no se estaba preparado
para ir a la ciudad, de que no se sabe vivir en la ciudad; la gente forzosamente va
a trabajar en los servicios, a servir de cocineros, de jardineros, de empleadas
domésticas [...] en ese sentido, las mujeres son denigradas aquí en Tláhuac, por
esa manera de ir, por el orgullo, la vanidad y la ceguera de nuestros padres y
abuelos. Mientras el hijo iba creciendo se le estiraba la liga, se le daba más liber-
tad, más formas de buscar y de expresarse, pero en esa misma medida a la mujer
se le iba cortando, se le tenía que cuidar como si fuera algo precioso y no un ser
humano que también tiene sentimientos e ideas propias, ¿verdad?12

Otro cambio significativo para la vida de San Pedro y en general para los
pueblos de Tláhuac, ligado al proceso anterior, ha sido la pérdida de influen-
cia del ejido en la zona. Precisamente por el fenómeno migratorio y los pro-
cesos de abandono del campo, las tierras ejidales han sido descuidadas y al-
gunas hasta abandonadas. En San Pedro Tláhuac para los ejidatarios ha sido
un orgullo serlo y mantener su condición de trabajo de la tierra, así como el
perfil agrícola de su pueblo. El ejido ha representado para ellos parte de su
identidad, de su pertenecía y de su herencia histórica, entonces, el abandono

"Entrevista con don Juventino Ortega, originario de San Pedro Tláhuac, 10 de diciembre
de 2009.
n
Idem.
SAN PEDRO TLÁHUAC, TLÁHUAC • 343

de estas tierras ha significado una pérdida importante que va más allá del
cambio de actividades económicas y la búsqueda de nuevas opciones de so-
brevivencia. Esto ha llevado consigo la pérdida de otros rasgos importantes
de identidad; a pesar de que San Pedro ha conservado su vocación sustanti-
va, mucho de lo que significó el ser ejidatario se ha perdido y, con ello, otras
costumbres, como el trabajo colectivo, el apoyo, la solidaridad, el arraigo al
territorio:

...[El ejido] es parte de nuestra identidad y nuestra herencia histórica [...] la


mayoría que pertenece al ejido lo ve también como una reserva. A nosotros nos
ha interesado que esta reserva no se convierta en zona urbana, sino en agrícola,
que cumpla su función para la que fue destinada, como un sustento, como un
bien económico; desde este ángulo, con estas dos cosas, se valora y se tiene y se
siente orgullo por esta tierra. Pero en estos tiempos, con las emigraciones, la
tristeza es que la mayor parte está tirada, no está trabajada, está abandonada.
Uno de los aspectos prioritarios para mí fue lograr que la tierra se volviera ren-
table, y lo hemos platicado con otros compañeros ejidatarios de otros pueblos
que han hecho producir a los desiertos (...) Esto no es un desierto y tenemos
ventajas que los otros pueblos no tienen, pero la desventaja es la organización,
hemos perdido la organización colectiva, estamos desorganizados, hemos perdi-
do el trabajo en común, no sabemos ya hacerlo, nos han enseñado a ser indivi-
dualistas...13

De manera paralela a la emigración de los pobladores y al abandono del


campo se dio también otro cambio importante en las últimas décadas que ha
afianzado la pérdida de la vocación agrícola de la zona, que ha sido la venta
de las tierras de cultivo o de las propiedades privadas de los habitantes de
San Pedro, dando lugar a la construcción de colonias nuevas y casas habita-
ción con un perfil diferente al de las viviendas tradicionales y la estructura
de los barrios. En este proceso han intervenido varios factores, entre ellos la
falta de incentivos a la producción agrícola por parte de los gobiernos, el de-
terioro de las tierras cultivables: erosión, irregularidad en la tenencia, bajo
nivel de productividad, etcétera.
Esto ha propiciado que algunos propietarios originarios se decidieran a
vender sus parcelas o sus hectáreas a precios altos con los cuales han podido
acceder a un mejor nivel de vida dentro de la ciudad. En su lugar, han creci-
do, aún de manera moderada, las zonas habitacionales de nuevo tipo, que

l3
Idem.
344 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

han sustituido a las viviendas tradicionales, con amplios espacios, jardines y


el clásico patio trasero para la cría de animales, por casas habitación peque-
ñas o edificios de departamentos. Esto ha comenzado a dar un perfil mixto
al pueblo y ha cambiado el panorama habitacional.
Otro de los cambios más recientes, muy conílictivos en la zona y aún en
proceso, es el que ha traído la construcción de la línea 12 del Metro, que
comenzó apenas hace poco más de un año. Este es un cambio que ha causa-
do inquietud y fuertes reacciones por parte de los pueblos de Tláhuac, en
particular de Tlaltenco, por tres motivos principales: la ausencia de una con-
sulta pública en tiempo y forma con los distintos actores de los pueblos; la
afectación a áreas de cultivo, donde se instalará la terminal de la línea 12; y
por el impacto ecológico y la transformación de imagen urbana y perfil del
desarrollo local que traerá consigo la instalación de la estación terminal para
la zona.
En estos cambios se juega mucho para los pueblos de Tláhuac, pues en-
tre otros aspectos está precisamente la amenaza de perder o cambiar drásti-
camente el perfil agrícola de la zona y dejar atrás toda vocación de trabajo de
la tierra, además de afectar fuertemente a la ecología del lugar y con ello
también el equilibrio ecológico de la propia ciudad de México.
Hay que mencionar también que conjuntamente con la construcción de
la línea 12 del Metro han existido en los últimos años otros proyectos urba-
nizadores que atentan contra este perfil agrícola de Tláhuac; entre éstos está
la construcción de un basurero en la sierra de Santa Catarina y de un penal.
En conjunto, estos proyectos pretenden avanzar en la urbanización y moder-
nización de la zona, aun a costa de los riesgos que conlleva la transformación
de estas áreas para la ciudad de México:

...cuando tú ves un plano desde el aire, lo que tú distingues es que la sierra de


Santa Catarina, que es montaña, en la parte alta, que es Iztapalapa, está todo
urbanizado, y ahí está el límite de las delegaciones, y la parte que corresponde a
Tláhuac es verde, aunque es sierra está totalmente verde, porque hay una cultu-
ra mucho más agrícola. Por tanto hoy representa Tláhuac un bastión importan-
tísimo para mantener el equilibrio ecológico de la ciudad, es lo que muchos han
llamado "sustentabilidad" [...] Un segundo elemento de la urbanización es la
estación terminal de la línea 12, que es un gran conflicto, en el cual los vecinos
de Tláhuac están participando [... ] Tláhuac representa entonces un bastión
importantísimo para mantener esta idea, todavía utópica hoy, de que la ciudad
necesita su campo agrícola y su recarga acuífera y su verde, su verdor, y esta
zona es muy importante para la ciudad, importantísima, esta zona verde que
SAN PEDRO TLÁHUAC, TLÁHUAC • 345

tenemos, que puede ser un bosque y una zona agrícola, porque todavía tenemos
chinampas que están en toda la parte de Tláhuac, San Gregorio, Tulyehualco y
un poquitito todavía quizás de Xochimilco...14

Los cambios que se avecinan y que de algún modo ya están en ciernes


son importantes tanto por el impacto ambiental y de imagen urbana de la
zona como por las afectaciones directas al modo de vida y a las actividades
de la gente de San Pedro y de algunos de los pueblos aledaños. Más allá de
los especialistas existe gente dentro del pueblo preocupada seriamente por
las afectaciones de estos proyectos y por el futuro de la calidad de vida de sus
habitantes y de la sobrevivencia de la propia ciudad:

Lo que nosotros hemos dicho es que tenemos que conservar toda esta zona, no
nada más Tláhuac, sino Milpa Alta, Xochimilco y la parte montañosa del Ajusco
porque todo eso debe ser intocable, debe conservarse esta franja verde porque la
vida de la ciudad de México no va a sobrevivir [...] creo que va a haber sobreviven-
cia pero no vida porque de ahí proviene una parte muy importante del agua que
consumen los habitantes del Distrito Federal En esta zona de Santa Catarina y en
las partes con mayor capacidad de filtración que sobrepasan al Popocatéped y al
Iztaccíhuatl y al Ajusco, aquí se filtra más agua que ahí, porque montañas más
jóvenes se están llevando el agua, y en lugar de que dijeran "hay que hacer un
proyecto para inyectar agua a los mantos acuíferos, hay que, [...] reforestar y todo
eso"; en vez de eso hacen todo lo contrario: la urbanización [...] Deberían de hacer
otro tipo de proyectos antes que pensar en un basurero en pleno Cerro de Santa
Catarina, en donde van a contaminar el agua que bebemos, no sólo los de Tláhuac
sino una parte considerable de la ciudad de México.. ,15

Buena parte de la comunidad está decididamente en contra de la intro-


ducción de estos proyectos modernizadores,- sin embargo, algunos están a
favor de ellos, en particular del Metro, por los beneficios naturales que supo-
ne, y otros se han manifestado por una opción intermedia que acepta los
cambios pero acompañados de reglas, mecanismos y proyectos de preserva-
ción del medio ambiente, de consultas a la población y de respeto a las cos-
tumbres de los pueblos.
Uno de los problemas que mayor reacción ha causado es que para el de-
sarrollo de estos proyectos no se han realizado las consultas o negociaciones

'"Entrevista con el arquitecto Jorge Legorreta, de la UAM-A, mayo de 2010.


1
entrevista con Baruc Martínez, originario de San Pedro Tláhuac, julio de 2009.
346 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

con la población en los términos en que lo establece la Ley. Existe inconfor-


midad entre importantes grupos de vecinos con relación a que las "consul-
tas" se han hecho de manera parcial y maniquea, para cubrir el requisito le-
gal estipulado, pero sin que haya habido una convocatoria amplia a los
distintos grupos de la población involucrados e interesados en la problemá-
tica en cuestión. En particular el tema del Metro ha sido poco consensuado
y debatido, y se han tomado decisiones importantes sin tomar en considera-
ción los intereses de los habitantes afectados:

... el problema que yo veo es que el gobierno ha actuado mal en los procedimien-
tos, con alevosía y ventaja, y lo digo por esto, porque el gobierno sabe que toda-
vía en los pueblos originarios la gente actúa de acuerdo a sus costumbres y tra-
diciones, y estos terrenos han sido herencia de sus antepasados, en donde existe
a lo mejor un documento ya antiguo que ellos toman para acreditar su propie-
dad; sin embargo en la actualidad, y jurídicamente hablando, este papel no les
sirve a ellos de nada a pesar de ser una costumbre y tradición [...] y considero
que si hubiese habido buena voluntad de un gobierno de apoyar a los ejidatarios
en esta negociación, de apoyar a los pequeños propietarios, hubiesen cruzado
primero un proyecto o un programa de regularización de documentos; yo creo
que ahí se vería la buena fe o la buena voluntad de un gobierno: "Yo te apoyo a que
te regularicen, a que tengas tu documento que te acredite y después negocia-
mos", sin embargo, aquí ha sido al revés...16

En cuanto a las posturas con respecto a la introducción del Metro, éstas


varían, como se ha mencionado, de acuerdo a los intereses de los distintos
actores. Las ejidatarias, por ejemplo, se manifiestan abiertamente en contra
de este proyecto debido a que consideran que sus tierras son:

Un patrimonio, una herencia, de eso vivimos y es algo que tiene que ver con
el medio ambiente con la situación alimenticia mundial, porque es un benefi-
cio para el Distrito Federal, no nada más para nosotras. Todo va de la mano.
Por cada metro cuadrado de pavimento se pierden muchos litros de agua pota-
ble [...] quieren que la ciudad de México sea autosuficiente en materia de agua,
pero cómo lo van a hacer si están pavimentando todo. Ebrard está impulsando
sus azoteas verdes, pero qué ridiculez hacer eso teniendo aquí la tierra para

16
Entrevista con el señor Miguel Ángel Palma, entonces coordinador de Enlace Territorial
(CET), de San Pedro Tláhuac, julio de 2009.
SAN PEDRO TLÁHUAC, TLÁHUAC • 347

producir. No entendemos por qué hacerlo artificial si aquí tenemos todo natu-
ral.17

Mientras que el entonces Comisario Ejidal ofrece una visión más conci-
liadora que recupera la importancia de la introducción del Metro al mismo
tiempo que el respeto a la vocación natural de Tláhuac y el respeto a las tra-
diciones del pueblo:

... nosotros como ejidatarios, como vecinos de Tláhuac, como parte de una comu-
nidad originaria, hemos planteado que sí, el metro es un servicio público necesa-
rio [...] hemos llegado a la conclusión de que el metro es importante [...]; sin
embargo, en lo que no estamos de acuerdo es en la extensión de tierra que han
tenido que adquirir y agandallarse, pues en algunas partes la han adquirido y en
otras la han agandallado, y aquí lo que ha faltado es hacer las cosas bien, y eso es
lo que estamos peleando [...] Lo cierto es que hay mucho descontento [...] Yo
hubiera querido haber tenido la oportunidad de entrar con el gobierno a esa nego-
ciación, porque creo que lejos de generar tanto conflicto pudo haber generado un
polo de desarrollo importante para los vecinos ejidatarios, porque cómo es posible
comprar a 600 pesos el metro. No me lo pagues a valor de hoy, págamelo a valor
de tres años [...] Fíjese qué triste ¿no? me da mucha tristeza porque somos prehis-
pánicos, estamos aquí desde antes de 1500; todo ese tiempo hemos tenido esta
tierra bajo nuestra custodia, la hemos trabajado, la hemos querido, nos hemos
inundado, hemos sufrido sequías e incendios, y de repente viene alguien y le pone
un precio de 600 pesos el metro ¡qué deplorable, qué denigrante para aquel que lo
recibe, ¿no? [...] No debería de ser así. Bienvenida la modernidad, bienvenido el
metro, bienvenidos los servicios como el tren suburbano, pero no debería impac-
tar de manera agresiva, la manera de pensar, la manera de vivir, de convivir con la
tierra, como se ha hecho durante años, durante siglos, diría. Y podríamos hacerlo
de manera armoniosa, estará usted de acuerdo conmigo, sin que esto le impacte a
la gente en sus costumbres, en la cultura, al contrario, que esto propicie una con-
vivencia, una cosa no tiene que estar peleada con la otra...18

Estas son las circunstancias en las que actualmente se vive, lo que los
vecinos de San Pedro llaman "la entrada de la modernidad", "la urbaniza-

17
Entrevista con Isidra Ramírez y Maribel Sánchez, originarias trabajadoras agrícolas de
San Pedro Tláhuac, septiembre de 2009.
18
Entrevista con el señor Benjamín Rioja, originario y entonces Comisario Ejidal de San
Pedro Tláhuac, diciembre de 2009.
348 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

ción" y los proyectos urbanos; todo lo cual, sin duda, reporta significativos
cambios para la vida de los lugareños y la dinámica propia del pueblo.

ESPACIO Y VIDA PÚBLICA

A pesar de las grandes extensiones territoriales con las que cuenta San Pedro
Tláhuac, sus espacios públicos son muy limitados. Existen en realidad muy
escasos espacios que convoquen la presencia de los vecinos y sirvan para el
esparcimiento y la reunión. El espacio más importante de este tipo es sin
duda la plaza central, compuesta por la iglesia de San Pedro Apóstol, el edi-
ficio delegacional, la plaza externa a ésta y la explanada de la delegación,
ubicadas todas en la parte patrimonial del pueblo. A un costado de esta plaza
se encuentra el mercado central y el museo local.
En esta plaza tienen lugar los acontecimientos más relevantes y signi-
ficativos para el pueblo, tanto de carácter social, como cultural y político.
Es ahí en donde se realizan las actividades principales de las fiestas patro-
nales, las ferias, las procesiones, los eventos culturales de los grupos de
pobladores y de la delegación, y también donde tienen lugar las reuniones
de tipo político: mítines, asambleas, jornadas electorales, reuniones oca-
sionadas por el toque de campanas que convoca a los habitantes a reunirse
para ser informados de algún acontecimiento o para tomar decisiones de
interés colectivo.
La plaza central, al igual que otros espacios públicos, es regulada por las
autoridades delegacionales y son éstas quienes disponen los usos de las dis-
tintas áreas y el calendario de actividades. Sin embargo, con frecuencia los
espacios de la plaza son ocupados de manera temporal u ocasional por la
gente del pueblo para realizar eventos o actividades festivas, dado que existe
cierta permisibilidad al respeto. También existe tolerancia para la instala-
ción de ciertos puestos de vendimia de la gente local, con productos tradicio-
nales de la zona.
A pesar de que la gente del pueblo no interviene de manera directa en la
disposición de los usos de la plaza, sí se ha manifestado y ha incidido en
ocasiones con relación a la ocupación de ésta por actores ajenos a la pobla-
ción local. En este sentido, se han registrado conflictos importantes con
grupos de ambulantes, de fuereños que han llegado a ocupar la plaza y han
pretendido establecerse en ésta. Hace apenas unos años tuvo lugar un fuerte
enfrentamiento entre los comerciantes ambulantes y los vecinos del pueblo,
que derivó en la expulsión de los comerciantes de la plaza.
SAN PEDRO TLÁHUAC, TLÁHUAC • 349

En casos como este y en el periodo de las fiestas patronales, la población sí


toma parte en la disposición del uso de la plaza. En el caso de las fiestas, son
los Comisionados encargados de la organización festiva los que poseen cierta
autoridad para organizar las actividades en la plaza y disponer de los espacios.
Pero en la vida cotidiana es la delegación la encargada de regular su uso.
En otro orden se encuentra el uso de las calles como espacio público, más
allá de las actividades referidas a la vialidad, el tránsito de personas y los encuen-
tros cotidianos. Las calles son el espacio de apropiación de la población para sus
fiestas tradicionales. En cada barrio existen festividades particulares que se apro-
pian de las calles para el paso de las procesiones, las romerías, la vendimia, los
castillos y los bailes. En la mayor parte de los barrios no existen parroquias y es
entonces en la calle donde se instalan las capillas o los nichos de devoción: alta-
res, cruces, etcétera. Otras actividades que se realizan en las calles son las pro-
cesiones de difuntos y algunas festividades del día de muertos.
Los otros espacios públicos que sirven para la reunión y el esparcimiento
de la gente del pueblo son: el deportivo San José Tláhuac, el parque Juan
Palomo y la explanada del Lago de Los Reyes, a un lado del embarcadero.
Más allá de estos espacios, no existen en el pueblo lugares públicos de reunión
y diversión. Las reuniones familiares y de amistades se realizan preferente-
mente en las casas.

LOS TIEMPOS DEL PUEBLO

LA PERTENENCIA Y LA PRESENCIA DEL TIEMPO HISTÓRICO

Antecedentes históricos

Lo primero que hay que decir en referencia a los antecedentes históricos re-
motos de San Pedro Tláhuac es que su población originaria proviene de la
época prehispánica y que formaba parte de los grupos nahuas que se asenta-
ron en la cuenca de México. Estos grupos eran migrantes de un lugar ubica-
do en el norte del actual territorio mexicano llamado por algunas fuentes
Chicomoztoc y conocido en otras como Aztlán. Entre estos grupos se encon-
traban el azcapotzalcatl, el xochimilcatl, el chalcatl, el acolhua, el uexotzin-
catl, el colhuácatl, el mexícatl, y el cuitlahuácatl.19 Este último es el que
corresponde a la actual zona de Tláhuac y del cual ésta toma su nombre.
19
Véase Anales de Tlatelolco. Unos Annales históricos de la nación mexicana y Códice
Tlatelolco, versión preparada y anotada por Heinrich Berlin, México, Rafael Porrúa, 1980.
350 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

No existe referencia clara en relación a la fecha exacta del origen de este


asentamiento ni de la fundación de Cuitláhuac Ticic, dado que esta pobla-
ción no cuenta con tradición escrita propia que lo corrobore (Martínez,
2009: 18). Las escasas referencias al respecto se encuentran en los Anales de
Cuautitlan, en donde se puede verificar lo siguiente:

(...) 3 conejo (1222)... En este mismo año los grandes personajes beneméritos y
caballeros chichimecas llamados Cuauhtlotlin tecuhtli, Huitzin, Tlicoatzin,
Chalchiuhtzin y Chahuaquetzin, fundadores de Cuitláhuac y señores de Ticic,
se repartieron por Xico, Chalco y el mismo Tláhuac, según se dijo.20

Esto corresponde a cerca de 200 años antes de la llegada de los españoles


a tierras mexicanas. En cuanto al origen de la población de Cuitláhuac, exis-
te una versión de que éstos provienen del señor Mixcóatl, quien bajó al tular
de Cuitláhuac en donde se sangró su miembro y de su sangre nació su dinas-
tía, conocidos entonces como los tzompanteuctin, que fueron tanto los po-
bladores como los gobernantes de la isla. Los gobernantes fueron los encar-
gados de establecer el altépetl, con sus cuatro tlahtocayotl o nauhtecuhtli, o
barrios indígenas, que fueron los siguientes: Ticic, al oriente, Teopancalcan,
al norte, Atenchicalcan, al poniente y Tecpan al sur. Según fuentes orales, el
templo principal de Ticic se encontraba en los cimientos de lo que actual-
mente es la iglesia de San Pedro Apóstol en el centro de San Pedro Tláhuac
(Martínez, 2009).
Durante la época prehispánica la isla de Cuitláhuac fue objeto de diver-
sas invasiones por parte de algunos de los grupos más poderosos que pobla-
ban la cuenca y fue un pueblo sujeto a éstos. Primero fueron los Chalca, más
adelante por Azcapotzalco, con lo que por un tiempo pasó a formar parte del
poderío tepanecatl; finalmente, con la expansión de la conocida Triple Alian-
za (Tenochtitlan, Tlacopan y Tezcoco), pasó a formar parte del imperio mexi-
ca, hacia el año 1431. Es decir, Cuitláhuac fue básicamente un pueblo some-
tido que gozó en realidad de escasa independencia y fue obligado a tributar
tanto a Tenochtitlan como a Tezcoco.
En esta situación se mantuvo Cuitláhuac prácticamente hasta la llegada
de los españoles, que ocurrió en esta zona hacia 1519. Para los conquistado-

20
Anales de Cuautitlan, noticias históricas de México y sus contornos, José Fernando
Ramírez (comp.), Faustino Chimalpopoca (tx), México, Publicación de los Anales del Museo
Nacional, 1885, p. 84. Citado por Baruc Martínez, Tláhuac: atisbos históricos sobre un pue-
blo chinampero, mimeo, 2009, p. 19.
SAN PEDRO TLÁHUAC, TLÁHUAC • 351

res este pueblo fue objeto de mucha atención, debido a su ubicación estraté-
gica tanto en el plano económico como en el político-cultural, por ser la
puerta de acceso a otras importantes regiones para la evangelización: la mon-
taña y la zona ribereña. En el año 1524, llegó al altépetl de Cuitláhuac hay
Martín de Valencia, uno de los "doce" frailes franciscanos encargados del
proceso de evangelización en la parte de la cuenca. Desde Cuitláhuac había
fácil acceso hacia la zona tlahuíhcatl (en Tierra caliente), a la región de la
Milpa (actualmente Milpa Alta) y a la llamada provincia de Chalco-Amaca-
mehcan, formada por numerosos pueblos cabecera y sujetos, y por ello se
convirtió en un punto nodal para los evangelizadores. Años más tarde, con
la expansión de la orden religiosa de Santo Domingo, Cuitláhuac dejaría de
estar bajo la influencia de los franciscanos y pasaría a la de los dominicos.
Esto aconteció hacia 1554 y la presencia de los dominicos permaneció en la
zona por alrededor de dos siglos, en el transcurso de los cuales se llevó a cabo
de manera cabal la evangelización de los pueblos aledaños.
La presencia de los dominicos se mantuvo estable en Cuitláhuac hasta el
siglo XVIII, cuando tuvieron lugar los fuertes conflictos entre el clero regular
(franciscanos, dominicos, agustinos y jesuítas) y el clero secular (la cúpula
hegemónica de la religión católica) por el control de las poblaciones indíge-
nas. En esta disputa, los pueblos tomaron parte por el clero regular, debido a
la fuerte compenetración de éste con la población; sin embargo, al cabo del
conflicto, fue el clero secular el que resultó fortalecido y esto culminó con la
secularización de las parroquias religiosas de la Nueva España. Esto se debió
en buena medida a la instauración en España de la política liberal de los
Borbones, quienes accedieron al trono español en este mismo siglo, con el
fin de recuperar el control perdido por los Habsburgo en varios órdenes ad-
ministrativos (Martínez, 2009).
La derivación de este conflicto consistió en que las distintas órdenes
religiosas tuvieron que ceder sus antiguos territorios al clero secular en el
momento en el que falleciera el religioso encargado de cada pueblo. El proce-
so final de la secularización -afirma Gibson- y la innovación de los inten-
dentes-delegados que les sucedieron en el ámbito político, se llevaron a
cabo en el siglo xvm, de acuerdo con las órdenes reales que exigían el cese
de toda administración mendicante a la muerte del personal clerical ¡Gibson,
1978: 113).
Con este proceso, las órdenes mendicantes perdieron su influencia en las
comunidades indígenas, así como los privilegios de los que gozaban, como
eran el control sobre la mano de obra nativa y las propiedades agrícolas y de
ganado. Cuitláhuac experimentó este cambio en 1754, cuando pasó a manos
352 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

del clero secular, con la llegada del primer párroco Domingo Francisco Gon-
zález de la Zarza.
Mientras la evangelización se llevaba a cabo y los dominicos mantenían
el control en este ámbito sobre Cuitláhuac, en términos políticos se llevó a
cabo el proceso de conversión de las tierras comunales indígenas en Encomien-
das y la instalación del gobierno indígena bajo el control español. Como es
sabido, las Encomiendas fueron dotaciones de tierras y de mano de obra in-
dígena a los españoles, en donde los indígenas tenían la obligación de tri-
butar a su encomendero y éste, a su vez, tenía la obligación de vigilar que los
indígenas fueran evangelizados.
En el caso de Cuitláhuac, la Encomienda se dio al cargo de Juan de Cue-
vas, quien era reconocido como "escribano mayor de Minas" en el gobierno
colonial. Este personaje mantuvo la Encomienda hasta 1578, y ésta mantu-
vo la misma extensión que el antiguo altépetl de Cuitláhuac mantenía en
tiempos prehispánicos, con sus pueblos sujetos, sus lagunas y sus montes.
Con relación al gobierno indígena hay que mencionar que, en el caso de
Cuitláhuac, los españoles no respetaron la estructura de las cuatro cabeceras
en la isla, pues el altépetl de carácter "complejo" que constituía la isla fue
considerado como "simple" y esto trajo cambios y ajustes a su jurisdicción.
Sin embargo, sí fueron respetados los antiguos sujetos de la isla, y fueron por
tanto considerados como partes integrantes de esta municipalidad. Estos
sujetos eran: Santiago Tzapotitlan, San Francisco Tetlalpan, Santa Catarina
Cuauhtli Itlacuayan y San Martín Xico (Martínez, 2009).
Este altépetl fue también en estos tiempos afectado por la Congregación,
que como es sabido era una suerte de reducción o ajuste de los territorios que
consistió en trasladar o reducir varias poblaciones a un solo sitio, generalmen-
te un pueblo cabecera. La instalación de las Congregaciones trajo con frecuen-
cia problemas de límites y conflictos entre los indígenas y los españoles. En el
caso de Cuitláhuac, los conflictos principales se dieron en relación con la ha-
cienda de San Nicolás Buenavista, propiedad de los jesuítas, y la estancia de
ganado del capitán español Francisco Tousedo de Brito; los pleitos eran en
torno a los perjuicios que ambas propiedades causaban en sus terrenos de cul-
tivo y en sus territorios, dado que en estos límites se encontraban pueblos
sujetos con estancias de ganado menor y chinampas de cultivo.21
Estos conflictos fueron en buena medida muestra de las dificultades me-
nores y mayores que en este periodo y en adelante tuvieron los pueblos indí-

21
Veáse Archivo General de la Nación, Tierras, vol. 104, exp. 4. Citado por Baruc Martí-
nez... op. cit., p. 61.
SAN PEDRO TLÁHUAC, TLÁHUAC • 353

genas con las distintas instituciones de la Colonia: Congregación, Hacienda,


etcétera, por la posesión y defensa de sus tierras. En todos estos conflictos,
los pueblos de distintas regiones y los de Cuitláhuac no fueron la excepción,
acudieron persistentemente a la existencia de los Títulos primordiales, como
fuente de acreditación de su propiedad y de legitimación del usufructo de su
territorio.
Los Títulos primordiales son documentos con los que cuentan algunos
pueblos indígenas como garantía de su posesión de sus tierras originarias.
Hay coincidencia entre distintos autores en que éstos fueron elaborados en
el siglo XVII en una época en la cual los pueblos indígenas tuvieron fuertes
enfrentamientos con los españoles en torno a la tenencia de la tierra. El tema
central de estos Títulos es la defensa de la tierra y su contenido refiere a as-
pectos tales como: referencias a los tiempos mesoamericanos, a cómo gana-
ron sus tierras, a la llegada de los españoles y a la adopción del cristianismo,
a la visita de los virreyes para ratificar sus posesiones (en particular se habla
de Antonio de Mendoza y Luis de Velasco), a los recorridos realizados por las
autoridades indígenas para establecer los linderos y contienen también, en
general, una suerte de exhortación a las nuevas generaciones, a las ya naci-
das y a las que aún no nacen, para que defiendan y mantengan el territorio
de sus pueblos (Martínez, 2009: 63).
El pueblo de San Pedro (Cuitláhuac) tiene también sus Títulos primor-
diales, y ha sido con base en ellos que en distintas ocasiones durante los
pasados siglos se han defendido las tierras del pueblo. Son documentos difí-
ciles de localizar pues no existe una publicación formal sobre éstos,-22 en ellos
se hace mención de cómo los cuitlahuacah ganaron la tierra por medio de la
guerra a los chalcah, de la epidemia que padecieron cuando emigraron los
españoles, de la verificación de las tierras por parte del virrey, del estableci-
miento de los linderos por parte de las autoridades, etcétera. Cuentan tam-
bién, como la mayor parte de los Títulos, con la exhortación final a los po-
bladores del lugar para que lo conserven y lo defiendan.23
A finales del siglo xvin, con la instrumentación de nuevas disposiciones
por parte de los borbones en España, se abolieron los Corregimientos, las
alcaldías mayores y los gobiernos internos, y esto condujo a la reestructura-
ción del orden político. En el nuevo orden los pueblos de Tláhuac pasaron a
ser parte de la nueva jurisdicción de Chalco.

22
La versión más accesible de los Títulos es la copia realizada por el licenciado Faustino
Chimalpopoca, originario de Tláhuac, que se localiza en la Biblioteca Nacional de México.
23
Ver los "Títulos de los indios de Cuitláhuac", citado por Baruc Martínez, op. cit., p. 66.
354 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

La lucha por las tierras y la autoridad de los pueblos fue una constante
durante la Colonia, en el transcurso de la cual los habitantes de los pueblos
fueron adaptando su lucha a las circunstancias generadas por los cambios
del régimen virreinal y las nuevas legislaciones. Así también, en el siglo XIX,
ante el proceso de Reforma encabezado por Benito Juárez y ante los procesos
de desamortización de los bienes eclesiásticos y los bienes muertos, los pue-
blos de Tláhuac enfrentaron nuevamente la amenaza de sus posesiones dado
que, en 1856, fueron despojados de sus tierras comunales. Esta nueva situa-
ción provocó el levantamiento armado de los campesinos indígenas de Chal-
co, en 1868, mediante el cual defendían sus tierras y desconocían al régimen
liberal juarista.24
Con estos antecedentes, se arriba al porfiriato y la zona de Tláhuac y
Chalco entran en el régimen de las haciendas, e inician una nueva etapa de
defensa del territorio, la propiedad, los recursos naturales y el patrimonio
indígena, tema que ya se ha tratado en un apartado anterior.

RECONOCIMIENTO DE UNA POBLACIÓN Y UN TERRITORIO


CON PASADO COMÚN. EL NÚCLEO DEL PUEBLO: LINAJES Y FAMILIAS ORIGINARIAS

El pueblo de San Pedro es, a diferencia de lo que ocurre con otros con una
preponderante población originaria y únicamente algunas de las nuevas co-
lonias es de avecindados. Difícilmente se puede calcular la población origi-
naria exacta, pero entre los pobladores la mayor parte se conocen y recono-
cen como parte oriunda del lugar. Como en todos los pueblos, existen
familias con tradición de largo plazo y apellidos reconocidos; entre éstos en-
contramos: Galicia, Ortega, Ruiz, Martínez, Torres, Ramírez, Palacios, Rive-
ra, Osorno, Mateo, Barranco, Téllez, González, Chavarría y Pérez. Estos
apellidos y otros más corresponden a un conjunto amplio de 800 o 900 fa-
milias que fueron reconocidas como el núcleo del pueblo desde los años
veinte del siglo pasado, a partir del reparto agrario. En un primer momento
fueron beneficiarías 850 familias y más adelante, en los años treinta, se aña-
24
Cabe mencionar que esta lucha tenía antecedentes en la alianza que algunas personas
de Tláhuac habían establecido con el emperador Maximiliano en defensa de su patrimonio
histórico. Algunos personajes representativos de Tláhuac, como el licenciado Faustino Chi-
malpopoca Galicia, fueron cercanos a Maximiliano y partidarios de las tendencias conserva-
doras. El licenciado Galicia fue un indígena tlauaquense, hablante del náhuatl y muy prepa-
rado que realizó inclusive algunas traducciones de decretos emitidos por el imperio de
Maximiliano a la lengua de los indígenas. Véase Baruc Martínez, op. cit., p. 77.
SAN PEDRO TLÁHUAC, TLÁHUAC • 355

dieron 50 o 60 más. Dentro de las familias originarias existe un reconoci-


miento y un cierto compromiso natural:

... cuando son los velorios, por ejemplo, pues llega toda la gente del pueblo, sea
o no sea pariente, aunque aquí sí buscamos el árbol genealógico, todos estamos
emparentados, a veces ya muy lejanamente pero seguimos estando, ¿no? Y re-
conocemos eso ligas de parentesco, y por eso cuando suceden ese tipo de even-
tos, como los velorios, pues llega la gente y se ponen a ayudar, a hacer comida,
a preparar lo del panteón y todo eso.. ,25

Esta población ha sido la portadora de las tradiciones de San Pedro, tanto


de las festivas y religiosas como de las sociales y culturales. Además de los
testimonios documentales y gráficos, es en la memoria de estas familias
donde han estado registrados muchos de los momentos, los rasgos y los as-
pectos significativos para este pueblo. Entre éstos destaca desde luego la vida
campirana muy ligada a la agricultura y al entorno lacustre de la zona, que
constituyeron siempre, y aún constituyen en buena medida, el marco de re-
ferencia de la vida del pueblo: los canales, el lago, las chinampas, el ejido, las
canoas, los cerros, las brechas, los campos coloridos, las milpas, los pastiza-
les, son los elementos recurrentes de este paisaje, muy distante hasta hace
pocos años de la vida urbana.
En este sentido, la vivencia y la concepción del campo y del trabajo en el
campo han sido elementos importantes que la gente recuerda con cierta nos-
talgia porque en la actualidad han cambiado mucho para las nuevas genera-
ciones:

... hoy para los niños y los jóvenes de Tláhuac, el campo es algo muy diferente a
lo que había hace 30 o 40 años. La mentalidad entonces era principalmente estar
fuerte para poder ir al campo, para poder trabajarlo, eso era una de las premisas
básicas, y ahora esto ha cambiado. Hemos tergiversado eso, lo hemos cambiado
por privilegiar la educación formal, y hemos desdeñado la educación fami-
liar...26

Algunas personas mayores afirman que actualmente para las nuevas ge-
neraciones el trabajo en el campo ha cambiado de rango. Hoy se considera

25
Entrevista con Baruc Martínez, originario, julio de 2009.
26
Entrevista Benjamín Rioja, entonces Comisario Ejidal de San Pedro Tláhuac, diciembre
de 2009 .
356 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

algo sucio, algo denigrante, algo que es menospreciado, porque al lado de la


vida de los profesionales formados en la ciudad, ser campesino o ejidatario
es algo que ha venido a menos y se ha desprestigiado. A pesar de la fuerza y
la presencia que aún conserva el campo en esta zona, el campo ha sido muy
abandonado, tanto por los gobiernos locales y centrales de la ciudad de Méxi-
co, como por la misma gente del pueblo. Sin embargo, la vida rural sigue
siendo un importante referente en la tradición de la población y un elemen-
to central en la conformación de sus tradiciones. Entre éstas se hace mucha
referencia al trabajo comunitario y a ciertas modalidades de trabajadores
particulares a los que da lugar la labor del campo:

[Después de la Revolución]... nace el trabajo comunitario en el campo, en donde


yo, como dueño de una parcela, invito a mi compadre, a mi amigo, a mi herma-
no, a mi vecino para que vayamos a trabajar en mi lugar, cuando me toque a mí;
y cuando les toque a ellos, también, vamos a sembrar, a trabajar, a limpiar cana-
les para sacar adelante las cosechas. Pero además, cuando ya la milpa está en
elote y tiene que cuidarse, pues porque se la roban, nace un trabajador nuevo "el
milpero", el que va a estar en forma constante allá en la milpa, que va recorrer
los lugares, y es el responsable de que no se roben la cosecha, de que esté vigila-
da y de rendirle un informe al Comisariado ejidal. Y crea su propia fiesta como
cuestión de gracias [...] Esa fiesta consiste en que les piden a los vecinos que
tienen más tierras dentro del pueblo, que les regale un pedazo para crear una
capillita, y se les concede, y ahí empiezan en junio y terminan en diciembre, el
trabajo de cuidar la milpa termina en los últimos días de octubre [...] entonces
ellos crearon una fiesta el 11 de diciembre dedicada a la virgen de Guadalupe,
fundan esa tradición, el Día del Milpero, así le llaman. Hoy ya desapareció, pues
ya no hay milpa que cuidar.. ,27

En esta vida campirana, la relación con el agua era también un aspecto


sustantivo, en distintas dimensiones, tanto como alimento personal y para
el campo, como diversión, proveedora de otras actividades económicas y
fuente de vida para la flora del lugar:

Sí, el agua era parte de nuestra vida cotidiana, el agua fluía en la forma de pensar
y de vivir de la gente [...] una forma de identidad es ésa, el recuerdo del agua, de
los canales, de la fuente, de la pesca, de las flores, y toda la agricultura que se
desarrolla a partir de la abundancia del agua [...] comparativamente a algunas

"Entrevista con don Juventino Ortega, originario, mayo de 2010.


SAN PEDRO TLÁHUAC, TLÁHUAC • 357

gentes se les ha escuchado que en esa época nadie se enfermaba de caries, casi
todas nuestras gentes mayores fallecían con la dentadura íntegra y era por el
agua que tomaban, como era agua corriente y no agua contaminada, y también
por el tipo de alimentación que influía directamente, era fresca, natural, esto sí
influía, e influía también el orgullo de haber nacido en Tláhuac...28

Respecto a la vida campirana, la presencia del ejido ha sido otro de los re-
ferentes sustantivos del pueblo y parte constitutiva de la vida de la comunidad.
Como se ha mencionado, el ejido fue extenso en Tláhuac y su forma de orga-
nización fue la base de la producción agrícola a partir de la Revolución y hasta
la actualidad. Es también la porción mayoritaria de la tierra cultivable y la que
hoy en día se mantiene más activa. Para numerosos originarios y en particular
para los ejidatarios el ejido es un ámbito de identidad y uno de los pocos ám-
bitos de vida comunitaria que se mantienen en el pueblo.
Dentro del mismo ámbito de la vida campirana, las chinampas son otro
elemento que se encuentra registrado en la memoria y en la vida cotidiana
de los tlahuaquenses. Como es sabido, las chinampas son de los inventos
más originales y relevantes de los pueblos prehispánicos de la cuenca de
México, a través de los cuales estos pueblos lograron su reproducción y un
(abastecimiento) alimentario abundante y rico en variedad. Las chinampas
han sido por ello también un elemento identitario ligado históricamente a la
vida cotidiana de los pueblos lacustres, particularmente los asentados en la zona
sur del antiguo lago:

Yo, cuando era chiquilla, acompañaba a mi abuelito a las chinampas, ahí íba-
mos a pescar pescaditos y pescadotes, cada tercer día, los comíamos en tamal,
fritos, los ajolotes; y a mí la rana me daba una impresión muy fea, pero después
de probarla, olvídese, comía yo un rico manjar. Entonces de lo que me acuerdo
es que yo todavía comí todo lo que producía Tláhuac en las chinampas, en la
laguna, pescaditos, ranas, ajolotes; se veía el agua clarísima. Yo me ponía boca
abajo y se veían los pescaditos, y mientras mi abuelito los pescaba yo los iba
juntando en una cubetita.29

Las chinampas eran una fuente de alimentación autosuficiente que a la


gente del pueblo le daba la seguridad de la supervivencia:

2S
Idem.
"Testimonio de ejidataria 1 de San Pedro Tláhuac, entrevistada en mayo de 2010.
358 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

... cuando éramos chamacos nos llevaban a las chinampas, a cultivar, como
decía, zanahorias, lechugas, rábanos, la tierra de las chinampas daba todo para
comer, aparte de lo que había en el agua; entonces no había necesidad de que
uno fuera a trabajar a la ciudad de México,- nuestros padres trabajaban en las
chinampas y de ahí sacaban todo para vender y alimentarse; teníamos todo,
pero ahora ya no lo tenemos.. .30

A pesar de los fuertes cambios ambientales y ecológicos que ha padecido


la zona de Tláhuac, las chinampas se han conservado y se han mantenido como
uno de los sustentos básicos de la actividad agrícola. Aún hoy, hay chinam-
peros que mantienen la producción de estas tierras e incluso viven comple-
tamente de su producción. Hay gente joven que a pesar de la tendencia al
abandono del campo, ha retomado el trabajo agrícola a través de este medio
y se ha propuesto desarrollarlo en una perspectiva de largo plazo:

Yo retorno al campo a partir de un producto que se llama amaranto, también


tengo un terreno en Tulyehualco, en Xochimilco, y de ahí empecé a ver la im-
portancia que tiene el campo, y también con mi carrera pues se ve que financie-
ramente te deja [...] Yo directamente vivo de eso; hago todo el proceso, como
antiguamente se hacía, desde sacar el lodo, utilizamos todavía animales, algu-
nas tecnologías nuevas como el tractor, para ayudarnos un poquito, pero básica-
mente todo es muy primitivo, se puede decir [...] Mi terreno son chinampas
aproximadamente de 2, 500 metros; ahorita solamente estamos ocupando dos
porque somos dos personas y no nos damos abasto, pero en un futuro estamos
pensando en alquilar peones, darle trabajo a la gente de Tláhuac, porque al final
de cuentas es lo que queremos, para que siga manteniendo los terrenos. Aparte
la tierra da muchas experiencias nuevas, a diferencia de estar atrás de un escri-
torio, yo ya lo viví y no es que no me guste la oficina, pero el campo es un lugar
maravilloso, se convive mucho con la naturaleza, es un medio completamente
diferente para la gente, al menos yo no lo había vivido hasta hace algunos años
que empecé a experimentar el campo.31

El cultivo de las chinampas está también vinculado a ciertos ritos de


inicio y fin de temporada, para la bendición de las semillas que se han
de sembrar, y por el agradecimiento a Dios y a la naturaleza por las cose-

30
Testimonio de ejidataria 2, de San Pedro Tláhuac, entrevistada en mayo de 2010.
31
Entrevista con Ulises Martínez, joven chinampero de Tláhuac y licenciado en mercado-
tecnia, abril de 2010.
SAN PEDRO TLÁHUAC, TLÁHUAC • 359

chas obtenidas. De este modo, el trabajo de la tierra es todavía una realidad


en San Pedro y es también un referente histórico para su población; la ma-
yor parte de la gente originaria está ligada de una u otra forma a la vida del
campo.
Entre los numerosos referentes de San Pedro está también el barquito de
vapor y el ferrocarril. Se dice que el barquito funcionaba antes de la guerra
revolucionaria, a principios del siglo xx, y que era uno de los principales me-
dios de transporte del pueblo a lo largo de los canales. Comunicaba a San
Pedro y a los pueblos ribereños hasta el mercado de La Merced, y a través de
canoas transportaban los productos de la zona para ser vendidos en el centro
de la ciudad. En tanto que el ferrocarril, como se mencionó antes, se fundó
hacia finales del siglo XIX, y constituyó por mucho tiempo el principal medio
de transporte de la población y los productos de la zona. En la memoria de
mucha gente se conserva el recuerdo del paso del ferrocarril, de la estación
en Tláhuac y de los usos y costumbres de la gente en torno a su llegada al
pueblo. Cuentan que el ferrocarril generaba la vendimia en la estación, gran-
des romerías y hasta ambiente festivo por la llegada del tren; la gente se
preparaba con distintos productos (maíz, tamales, ensartas de rana, flores,
pescado, etcétera) para recibir a los viajeros o despedir a quienes hacían uso
de este medio. En general se utilizaba más bien para el transporte de produc-
tos, pero también lo usaban los viajeros para ir y venir a la ciudad.

Canales de San Pedro Tláhuac. Foto de (osé Román Ruiz Hernández.


360 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

Otra de las tradiciones importantes del pueblo es la de la música. Se dice


que históricamente han existido importantes músicos en el pueblo y un gran
gusto por esa expresión cultural. Esto se ha desarrollado tanto a nivel indivi-
dual como familiar y escolar. No se sabe muy bien de donde proviene esta
tradición pero hay una historia y varias generaciones de músicos en San Pe-
dro. Uno de los orígenes lo atribuyen a la labor de un sacristán que fomentó
esta expresión artística y la formación musical en los niños y los jóvenes:

Ahhh, no es por presunción pero en Tláhuac se tiene esa tradición; me podría


equivocar, pero la voy a llamar "vocación musical", desde la época de mi abuelo.
Él vivió hasta los años sesenta, y ya había dos bandas cuando él era joven, de
viento, grandes bandas, y pues últimamente, como hay mucha semilla, la tradi-
ción no desaparece. Llegaron a decir los del pueblo vecino: "En Tláhuac creo que
hasta los perros son músicos" [...] Y lo que pasa es que aquí me imagino que debe
haber sido algún sacerdote, no tengo mucho conocimiento, que impulsó la edu-
cación musical [...] pero últimamente sabemos que sobre todo se debió a un
sacristán, de apellido Mendoza, que en su tiempo preparó a muchos mucha-
chos. Lo que pasa es que este señor tuvo algo de estudio, tuvo buena prepara-
ción, acabó la preparatoria, tenía mucho conocimiento de religión y era muy
carismático; le gustaban las actividades artísticas, ejecutaba la pintura para or-
namentar y era músico y creo que hasta escribía. Don Daniel se preocupó por
impulsar la educación musical, fue tanto así que él enseñó notas, solfeo, porque
la mayor parte de los músicos de acá no son líricos, saben nota, pues los apoyó
con el método de la música, y también, aparte de ello, preparaba coros para can-
tar música sacra en las iglesias.32

En otra vertiente, hay quienes afirman que se trata más bien de una tra-
dición familiar:

... pues es de los papas, los abuelos; por ejemplo, yo, la familia de mis abuelos
la formaban 11 hermanos que se apellidaban Torres; esos 11 hermanos tocaban,
uno tocaba el violin, otro el contrabajo, otro el cello, entonces formaron un gru-
po. Estos señores pues les dejaron a sus hijos la herencia, o no sé, los instru-
mentos, y le siguieron; después vino mi papá. Fue un gran organista, formó su
coro y todo, participaba en las ceremonias allá en la iglesia, y así, después uno

'Entrevista con el señor Alberto Félix Luna Calzada, originario, febrero de 2010.
SAN PEDRO TLAHUAC, TLAHUAC • 361

de mis hijos toca el piano, y así va la sucesión. Te dejan la herencia de ser mú-
sico, por eso parte de la tradición de Tláhuac es que hay muchos músicos.33

De aquí que en San Pedro exista también una fiesta importante el 22 de


noviembre por el día del músico.

FORMAS DE ORGANIZACIÓN COMUNITARIA

El tema de la organización comunitaria es algo presente en la vida del pue-


blo, básicamente en el ámbito ejidal y de las fiestas populares. Debido a la
influencia de la vida campirana y las labores agrícolas, el trabajo colectivo
era algo común tanto en el campo como en el mismo pueblo; ha sido fre-
cuente la costumbre de "colaborar" en asuntos comunes (públicos) y tam-
bién en asuntos individuales o familiares. En este sentido es un pueblo con
una tradición de agrupamiento, de vida colectiva, de labores en común.
En cuanto al trabajo en el campo han existido algunas costumbres de
apoyarse en el cultivo de la tierra, en la preparación de la misma, en la cose-
cha y en las actividades colaterales como la limpia de los canales, en el caso
de las chinampas, y las modalidades de comercialización de los productos.
En el caso de la vida cotidiana del pueblo, han existido modaüdades como las
faenas que fueron el prototipo del trabajo colectivo comprometido de los
habitantes de San Pedro. Éstas se llevaban a cabo hasta hace algunos años en
función de alguna obra o construcción en bien de la comunidad, así como
en función también de alguna necesidad inminente provocada por algún fe-
nómeno natural o alguna emergencia. Las faenas se organizaban:

Para algún beneficio de la población, limpiar calles, abrir calles; en el campo, que
ir a abrir zanjas, que hubo una inundación, que se reventó en Naranjo, que es
un río del agua que venía antes de los volcanes, entonces en el tiempo de lluvias
se reventaba el bordo y se inundaba todo eso, entonces había que ir a las faenas
de apoyo [...] (las faenas) eran voluntarias porque era trabajo en beneficio, en-
tonces para lo que había de necesidad, abrir una calle, limpiar la calle, porque
antes estábamos en callejones sin salida, y hubo una autoridad que convocó a la
gente y entonces se ampliaron las calles, y ahí va uno a hacer las faenas.34

'Entrevista con la señora María Guadalupe Torres, originaria, mayo de 2010.


'Entrevista con el señor Carlos Trejo Mejía, originario, diciembre de 2009.
362 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

Estas faenas eran generalmente convocadas por el Comisariado Ejidal o


con el toque de campanas, que ha sido siempre una modalidad tradicional
de llamar a la población para realizar alguna faena, transmitir algún comu-
nicado de interés comunitario o para discutir asuntos de interés común y
tomar decisiones en asamblea. Este toque es realizado por "los principales"
o los líderes del ejido o los comisionados de las fiestas. Piden permiso al párroco
y con el toque de campanas llaman al pueblo.

Hay un toque que nosotros conocemos como "de junta", quiere decir que hay algo
extraordinario, y ahí va la gente a la iglesia o a la explanada de la delegación".35

El toque de campanas sólo lo pueden hacer los hombres, las mujeres no


están autorizadas para ello; y se realizaba principalmente para las faenas,
pero más adelante se convirtió también en un llamado para convocar a la
población para atender otro tipo de asuntos. Es algo que ha perdido la fre-
cuencia en la actualidad pero que aún acontece en situaciones especiales,
como problemas con las autoridades, alguna invasión de tierras o desacatos
a las costumbres del pueblo.
En los últimos años esto ha sido retomado nuevamente,- en una ocasión,
ante la inconformidad de la población con respecto a la falta de transparen-
cia en el uso de los recursos de algunos comisionados, organizadores de las
fiestas y ante la falta de rotación de éstos, se les reclamaron cuentas claras y
el cambio de mesa directiva. En otra ocasión, se dio ante la invasión de la
plaza y de la explanada delegacional por comerciantes ambulantes de Tepito,
es decir, por fuereños, gente ajena al pueblo que traía fayuca y mercancía de
contrabando. Esto ocurrió en la segunda mitad de los noventa y generó una
fuerte movilización de la población ante la falta de intervención de las auto-
ridades, lo cual derivó en la limpia de la plaza y de la explanada delegacional
de ambulantes. Una tercera ocasión, el toque de campanas aconteció ante
una situación de manejos indebidos de las limosnas y los recursos de la igle-
sia por parte del cura, al cual la población le pidió cuentas y lo corrió del
pueblo.36
De esta manera, el toque de campanas ha sido una modalidad de organi-
zación y de movilización comunitaria que agrupa al pueblo cuando éste se
encuentra amenazado por alguna situación particular, o cuando está necesi-
tado de tomar alguna decisión importante. Si bien esto ha disminuido su

35
Idem.
36
Entrevista con Baruc Martínez, julio de 2009.
SAN PEDRO TLÁHUAC, TLÁHUAC • 363

intensidad, es una costumbre que continúa y que la gente del pueblo recono-
ce como un código especial interno.
Otra de las formas de organización comunitaria que se conservan en
San Pedro es, sin duda, el Comisaríado ejidal, que continúa activo y pre-
sente en la vida cotidiana del pueblo. En la medida en que el ejido es algo
vivo en San Pedro, los ejidatarios se mantienen como un actor activo y
participativo, si bien no está exento de conflictos y diferencias internas. No
se trata, como en otros casos, de un ámbito con relevancia solamente his-
tórica y simbólica sino de un actor relevante, con vida propia y con intere-
ses vigentes:

Hemos intentado hacer una organización viva, pensante y actuante,- esto es que
tenemos bien delimitado y bien ubicado cuál es el perímetro de nuestro ejido, y
entonces cualquier cosa que se relacione con ello, acude el representante, o si es
algo más importante, todo el Comisariado ejidal en pleno, o si es algo aún ma-
yor se convoca a asambleas y reuniones informativas donde acuden hasta 600
ejidatarios, y al acudir estas personas, esta información se va multiplicando,
porque ellos lo trasmiten a sus hijos, esposos, esposas y familiares que son el
tercer círculo para informar de las cosas que afectan al ejido, y eso, rápido, sirve
como una difusión de la información para tomar acciones [...] Nosotros en el
ejido hemos tratado de que prevalezca la organización, y de hecho ha prevaleci-
do, es quizás una de las organizaciones representativas del pueblo que son muy
respetadas por la autoridad, eso por principio de cuentas.37

El Comisariado ejidal es una organización en función de la tenencia de


la tierra y de las necesidades de los ejidatarios, pero, en cuanto tal, también
ha tomado parte en los asuntos públicos del pueblo, y se ha convertido por
ello en un actor relevante. Sin embargo, esta situación ha cambiado en dis-
tintas épocas desde su constitución como ejidatarios, dado que algunos go-
biernos delegacionales y centrales han dado mayor reconocimiento al Comi-
sariado y algunos otros han pretendido minimizar su importancia y su
presencia política. El reconocimiento como actores públicos es una lucha
que mantienen viva los ejidatarios:

... lo que estamos haciendo es tratar de organizamos al interior, tenemos mu-


chos asuntos penales, legales, jurídicos que se venían postergando, tenemos
tierras en disputa, tenemos límites, tenemos división interna [...] Hay muchos

37
Entrevista con el señor Juventino Ortega, originario, diciembre de 2009.
364 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

problemas en cuanto a la distribución de la tierra, estamos trabajando en eso


[...] Nosotros somos núcleos agrarios, sí, hemos visto que hoy en día tenemos
algo de presencia en la vida política delegacional y que también somos utiliza-
dos, pues mientras no se requiera nuestra presencia en asuntos políticos no so-
mos requeridos, pero en cuanto hay algo que tiene que ver con tierras, con
apoyos, con asuntos relacionados con el campo, entonces sí nos requieren,- y eso
hay que cambiarlo, pero no es fácil porque el gobierno está acostumbrado a que
en cuanto te truena los dedos ahí están los comisariados y tampoco va por ahí
el asunto [...] Nosotros somos un número determinado de personas que tene-
mos bajo nuestra custodia y bajo nuestra tutela un número determinado de
hectáreas, esa es organización que está reconocida por la ley a nivel federal, y la
sociedad tiene por otro lado una serie de necesidades, una de las cuales es la nece-
sidad de tierra, para escuelas, para servicios públicos, mercados, lo que usted me
diga, y antes lo que el gobierno en turno le exigía al ejido era crear esos servicios
públicos [...] Pero el gobierno tiene que proveer esos servicios, tiene que com-
prar tierras [...] los comisariados ejidales no tienen ninguna obligación de obse-
quiar tierra; tiene que haber un convenio, un consenso, y a lo mejor se puede
vender con la anuencia de la asamblea a un precio económico, o donar, pero
será siempre con la anuencia de la asamblea.38

De esta manera, el Comisariado ejidal, en tanto poseedor y regidor de


tierras, tiene un poder considerable en el pueblo, y su papel dentro del mis-
mo resulta importante incluso para la atención a los problemas de la comu-
nidad. Su situación hace que también se convierta en un actor que tiene un
peso específico entre la población y que debe ser considerado para los asun-
tos públicos y la toma de decisiones que afectan a la población local. Conser-
va aún una capacidad de movilización y puede por ello ejercer presión sobre
las autoridades para la definición de los problemas comunitarios. Por esta
misma razón, es un actor que tiene injerencia en las decisiones que involu-
cran los intereses del pueblo y capaz de generar resistencia ante los proyectos
urbanos definidos por los gobiernos central y delegacional, como es el caso
de la construcción de la línea 12 del Metro.
La otra forma de organización comunitaria tradicional de gran relevancia
en San Pedro es sin duda la organización de las fiestas populares, en particu-
lar, las de los santos patronos del pueblo y de los barrios. Por ser una de las

38
Entrevista con el señor Benjamín Rioja, entonces Comisario ejidal de San Pedro,
diciembre de 2009.
SAN PEDRO TLÁHUAC, TLAHUAC • 365

organizaciones más importantes e integradoras del pueblo les dedicamos un


apartado especial.

LAS FIESTAS POPULARES

Las fiestas populares siguen teniendo en el pueblo un lugar especial tanto en


el acontecimiento en sí mismo, como en lo relativo a la organización que le
da forma y la realiza cada año. A diferencia de otros pueblos de la ciudad de
México, en éste no existen actualmente las mayordomías, como estructuras
tradicionales de organización de las fiestas; se dice que éstas existieron hace
muchos años y que cumplían esta función, pero lo cierto es que hace varias
décadas que no forman parte de la vida comunitaria de San Pedro. En la me-
moria de algunos nativos pervive el recuerdo de las mayordomías, pero de
manera lejana y relativa. No hay mucha referencia a ellas en los testimonios
de la población, de tal manera que no dejaron huella y lo que ha permaneci-
do es la organización de los Comisionados como los responsables de la orga-
nización y realización de las fiestas.
Los Comisionados son los encargados de la fiesta pagana, porque la reli-
giosa le compete más bien a la parroquia; existen a nivel del pueblo y a nivel
de los barrios, dado que en ambos planos se llevan a cabo las fiestas patrona-
les. En general la elección de los Comisionados es en asambleas o reuniones
comunitarias en donde los nativos proponen a algún candidato por su tra-
yectoria, por su reconocimiento, por ser una persona honesta, interesada en
la comunidad o por ser simplemente alguien de confianza, pero generalmen-
te se trata de personas mayores. A partir de las propuestas se definen los
candidatos y se lleva a cabo la votación de manera libre y secreta.
Se integra el grupo de Comisionados y se nombra un presidente, un se-
cretario y un tesorero, y queda formada la Comisión. En general, el cargo es
por un periodo de dos años, y una vez cumplido este plazo se realizan nue-
vamente elecciones y se sustituye a la anterior Comisión. Sin embargo,
particularmente en los barrios, existe la tradición de permanencia indefinida
de los Comisionados. Se eligen una vez y mientras ellos no pidan ser susti-
tuidos o mientras la población esté contenta con su trabajo, no hay nuevas
elecciones. En algunos barrios los Comisionados llevan hasta 30 o 40 años
en el cargo y nadie ha pedido sustituirlos. En estos casos, lo que sucede es
que se da la rotación de responsabilidades y cargos entre los mismos Comi-
sionados: el presidente pasa a ser secretario y el tesorero presidente o vice-
versa. Por otra parte, existe una relación y comunicación entre las distintas
366 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

organizaciones de Comisionados de los barrios y del pueblo, pero está esta-


blecida claramente la autonomía de cada grupo para llevar a cabo sus funcio-
nes de la manera que consideren conveniente.
En lo que a la organización de la fiesta se refiere, los Comisionados son
encargados de recolectar las cuotas entre la población,- cada año se establece
la cuota correspondiente y ellos la recaudan para formar el fondo que finan-
ciará la fiesta. En general, las cuotas son voluntarias, pero se establece un
referente y sobre eso se da la cooperación. A partir de ahí se avocan a armar
el calendario y el programa de las fiestas y a ver todos los pormenores para
que la fiesta se lleve a cabo, desde la coordinación con la iglesia para las mi-
sas, las procesiones y las mañanitas a los santos patronos, hasta la organiza-
ción de la feria y los eventos culturales y festivos que formarán parte del
programa: contratación de grupos musicales, acuerdos con los vendedores
que establecerán los estands para la vendimia, convocatoria a los grupos
culturales que presentarán algún número artístico, etcétera.
Los Comisionados tienen la obligación también de rendir cuentas de su
trabajo y de los gastos realizados:

Nosotros también hacemos la invitación a la propia comunidad, porque muchas


veces las personas nos preguntan qué hacemos con todo el dinero que se recau-
da; entonces ya les decimos para qué es y les damos recibo de lo que nos dan
ellas, de su cuota, y en ese recibo va bien especificado. También les entregamos
en la colonia y en los barrios, tenemos dos años que les vamos entregando un
informe donde vea la comunidad todos los gastos que se llevan a cabo; tanto lo
que recibimos, lo que son los ingresos como los egresos, y se les comprueba,
para que de alguna manera también estén de acuerdo, porque muchas veces
también hay gente que protesta, y pues de alguna manera también hacemos la
invitación a esas personas para que también se den cuenta de la forma de parti-
cipar porque muchas veces nos dicen que nosotros tenemos un sueldo y no es
cierto. Aquí nosotros lo hacemos porque tenemos voluntad, y de alguna forma
porque queremos invitar a los demás a que participen...39

Los Comisionados tienen muy clara su función exclusivamente como or-


ganizadores de las fiestas, y a pesar de que son considerados por ello como una
suerte de autoridad moral por la población dejan muy claro que ellos no son
actores políticos y no se prestan, por tanto, a dar apoyos determinados a los

39
Entrevista con el señor Román Ruiz, Comisionado de San Pedro Tláhuac, en julio de
2009.
SAN PEDRO TLÁHUAC, TLÁHUAC • 367

partidos políticos o a los candidatos. Como grupo, se avocan a las fiestas y ya


cada uno como persona puede tener la preferencia política que desee y partici-
par como tal en actos de carácter político. Sin embargo, los Comisionados
tienen también otra función, en relación con el panteón, pues la participación
de los nativos en la fiesta está íntimamente relacionada con su derecho a ser
admitido para su entierro en el panteón del pueblo. La participación en la coope-
ración de la fiesta se considera como un compromiso de la comunidad para
con el pueblo y quien no participa de esta manera con el pueblo queda exclui-
do entonces de su derecho al panteón. De esta manera, los Comisionados
tienen la función también de entregar a las autoridades una lista de los habi-
tantes que dan cooperación para la fiesta para que éstas a su vez, llegado el
momento, le otorguen el permiso para su ingreso al panteón.
El grupo de los Comisionados está organizado en dos Comisiones, la
religiosa, que acuerda con el párroco la parte que corresponde a la festividad re-
ligiosa, y la de la Feria, que lleva a cabo todas las gestiones para las distintas
actividades de la parte pagana. Cada grupo de comisionados de los barrios o
colonias trabaja en función de su barrio o colonia, pero en el caso de la fiesta
patronal principal del pueblo, la de San Pedro Apóstol, se coordinan todos
estos grupos y participan en conjunto articulados por el grupo de Comisio-
nados centrales.
En el caso de los barrios la participación es semejante, se forma el grupo
de Comisionados, se da la cooperación y se organiza el calendario festivo y
el programa de actividades. No obstante, como se mencionó antes, en algu-
nos aspectos hay autonomía y cada barrio introduce sus modalidades pro-
pias. Por ejemplo, en el barrio de la Asunción, se establece una cuota anual
para el conjunto de fiestas del pueblo, no se centra únicamente en la del
barrio y por ello la cuota es elevada, asciende a 1,500 pesos por familia, y se
procura que todas las familias del barrio aporten la misma cantidad.
Cabe mencionar que, en términos generales, para los Comisionados es un
honor ser parte del grupo y es algo que muchos nativos buscan como parte de
su identidad y de su compromiso con el pueblo. El ser Comisionado es muy
reconocido en el pueblo y está íntimamente ligado al aspecto religioso:

Nosotros formamos parte de la Comisión por nuestra fe [...] la fe que, ahora sí,
nos inculcaron, porque ya ve que nuestros aztecas tenían sus propias religiones,
eran idólatras, no conocían a Dios; entonces, a partir de que llegaron los espa-
ñoles nos inculcaron la fe que es de Jesucristo, la de Dios, la fe cristiana, enton-
ces los que estamos aquí en la Comisión estamos más que nada por esa fe, en-
368 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

seguida, ya lo demás se deriva a lo pagano, que viene siendo, como le dije hace
rato, nuestras costumbres y tradiciones que viene siendo nuestra cultura.40

Para algunos otros, se trata de una motivación religiosa pero también es


cuestión de tradición, se participa por herencia familiar y por darle continui-
dad a una tradición:

... pues es algo que es parte de una magia que la imagen nos inculca; mi abuelo
fue Comisionado, y yo a partir de ahí traigo un poco esto; pero también es una
magia que la imagen y la religión a mí me impone, yo necesito algo y le digo
"¿sabes qué? Necesito esto", y me ha echado la mano. Entonces me integro con
ellos porque yo siempre he estado a favor de las costumbres y tradiciones del
pueblo, entonces todo esto a mí me ha orillado a estar con ellos (los Comisiona-
dos), me motiva a seguir trabajando, por nuevas cosas, cosas que ya se han
perdido dentro del pueblo y del barrio, pero que ya las estamos rescatando.41

Y hay otros Comisionados que aseguran que para ellos la motivación a


participar en las Comisiones es la competencia y la rivalidad con los otros
barrios, pues así como hay colaboración y compromiso entre éstos hay tam-
bién el orgullo particular de pertenecer a cada barrio y por tanto la necesidad
de ser "los mejores" en la organización de las fiestas. El sentir o saber que la
fiesta de su barrio fue la mejor, es un móvil muy importante para algunos
Comisionados.
Hay que mencionar, en el caso de San Pedro, que a diferencia de otros
pueblos en éste ha habido un interés especial de los jóvenes por participar en
la organización de las fiestas. No de los jóvenes en su conjunto, pero sí de
algunos grupos que se han cuestionado el porqué de las tradiciones se encar-
gan únicamente los mayores y por qué ellos no tienen un papel relevante. En
este sentido, se han planteado la necesidad de participar:

Nosotros somos hijos de Comisionados, o sobrinos o nietos, o de ejidatario,


entonces eso estaba vinculado de alguna manera, porque a pesar de que nosotros
salíamos para estudiar una carrera en la universidad, o la preparatoria, a fin de
cuentas nos metíamos mucho en esto porque nuestros abuelitos eran campesi-
nos, la mayoría de nuestros abuelos, de todos, eran campesinos, hijos de Comi-
sionados, hijos de ejidatarios, entonces eso fue lo que a nosotros nos llegó; lo

40
Entrevista con Comisionados del Barrio de La Asunción, mayo de 2010.
41
ídem.
SAN PEDRO TLÁHUAC, TLÁHUAC • 369

sabíamos, lo entendíamos, lo apoyábamos de alguna manera, pero nunca había-


mos entrado a un grupo como tal, hasta que decidimos vincularnos con los
Comisionados para la feria.42

Estos jóvenes vivían en una tensión permanente entre lo que significaba


la vida "en la ciudad" a donde iban a estudiar y convivían con el modo de
vida urbano, y lo que significaba la vida en un pueblo con tradiciones y cos-
tumbres distintas; esto, por una parte, les abría el horizonte hacia otros co-
nocimientos, otros referentes y otros modos de vida, pero, por otra parte, les
generaba la necesidad de revalorar su propio modo de vida, sus tradiciones y
costumbres. De ahí que buscaran la manera de involucrarse de manera más
directa con su pueblo:

... entonces nos encontramos con un reto de si nosotros podemos colaborar con
nuestro pueblo, pues vamos a poner nuestro granito de arena, y vamos a trabajar
en la difusión de nuestras tradiciones, de lo que nosotros estamos seguros que es
parte de nuestra vida y que se está perdiendo, porque a nosotros nos toca vivir esa
transición de que por necesidad te tienes que ir a vivir fuera [...] para ir a la prepa
te tienes que ir a otra delegación, a Coyoacán, a Tlalpan o a Xochimilco, y para ir
a la universidad te tienes que a lo mejor ir a la UAM a la UNAM, pero a fin de cuen-
tas te sacan de tu entorno, pues, de tu vida. Entonces ya regresas tarde de trabajar
o de estudiar y te pierdes de toda la dinámica de lo que es el pueblo; entonces
nosotros entramos ahí, en lo que es hasta una transición ideológica, de que noso-
tros nos hemos ido a estudiar fuera de nuestro pueblo, y tenemos que regresar a
empaparnos de todas las tradiciones, de toda la cultura. Entonces, esa ideología,
de una u otra manera gana adeptos, nos juntamos varios y colaboramos en la or-
ganización de nuestra feria, pues esa es la idea general.. ,43

De este modo, en San Pedro ha habido participación de los jóvenes en la


organización y realización de la fiesta patronal, lo que representa un hecho
singular dado que en la mayor parte de los casos son las personas mayores
las interesadas en conservar las tradiciones de los pueblos, mientras los jó-
venes tienden a apartarse de éstas o a vivirlas de una manera ajena.
En relación con las fiestas, existen muy diversas, desde las de cada barrio
hasta las generales de todo el pueblo; entre estas últimas, además de la fiesta

42
Entrevista con miembros del grupo STAF: "Siempre trabajando a favor de la fiesta", ori-
ginarios, septiembre de 2007.
i3
ldem.
370 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

patronal está la de Año Nuevo, la del santo Jubileo y las de Semana Santa. Sin
embargo, indudablemente la más importante es la del santo patrono San Pe-
dro Apóstol, que se celebra el 29 de junio, día de San Pedro y San Pablo. La
fiesta comienza el 20 de junio, con un recorrido del santo patrón por todo el
pueblo, el cual es acompañado por una banda de música y truene de cohetes.
Este recorrido termina con el regreso del santo a la iglesia. Lo que sigue es el
día 28, cuando por la noche se realiza una procesión que acompaña al santo
patrón en su recorrido por los canales de la chinampería. En este recorrido va
el santo en un altar que se instala sobre una canoa especial con una abundan-
te ofrenda con los productos de la región: flores, frutos, hortalizas, etcétera En
la canoa del santo va la reina de la fiesta y las princesas, y va al frente de una
larga procesión de canoas (las trajineras) en donde las familias del pueblo si-
guen al santo en su recorrido; en el transcurso van tronando cohetes y se que-
man castillos. Este recorrido culmina en el lago de Los Reyes, en donde el
santo es recibido con júbilo y música por la gente del pueblo. Al tocar nueva-
mente tierra, el santo es llevado a la iglesia en donde se le da una serenata.
Al día siguiente se inicia muy temprano con las mañanitas y con repiques
de campanas,- a la misma iglesia se llevan bandas de distintos barrios (San
Mateo, La Magdalena, La Guadalupe) y en ocasiones también mariachi. Pos-
teriormente sigue la misa solemne a la una de la tarde, que es la misa princi-
pal; esto se acompaña con fuegos artificiales y cohetes de todo tipo. Por la
noche algunos barrios llegan con su aporte a quemar también algunos fuegos
artificiales: castillos, bombas, ruedas voladoras, cohetes de luz, etcétera Mien-
tras todo esto acontece, la parte central del pueblo está ocupada por largas y
nutridas filas de estands de ropa, comida, música, artesanías y toda clase de
productos, además de distintos escenarios en donde se ofrecen espectáculos
muy diversos y la feria de juegos mecánicos. La fiesta en su conjunto dura dos
semanas, durante las cuales la dinámica del pueblo cambia, se cierra la calle
principal y la gente se ocupa en pasear, bailar, comer y divertirse.

EL TIEMPO PRESENTE

La convivencia en la diversidad

Por sus características y su ubicación (medianamente distante de la zona


urbana) San Pedro Tláhuac es un pueblo básicamente de originarios,- como
se ha comentado antes, la mayor parte de la población es gente que nació en
el pueblo o en los alrededores, en otros pueblos de la misma delegación. Por
SAN PEDRO TLÁHUAC, TLÁHUAC • 371

este motivo, la población fuereña es realmente minoritaria y el fenómeno de


la diversidad social y cultural no es tan visible. Sin embargo, como en la
mayor parte de los pueblos de la ciudad de México, en algún momento del
proceso del siglo xx ha llegado a establecerse gente de otras regiones y se ha
formado la población avecindada.
En el caso de este pueblo, este fenómeno comenzó a darse hacia los años
cincuenta, cuando se funda la primera colonia externa a los barrios históricos:
la colonia Santa Cecilia. Se trata de una colonia nueva en esos tiempos que fue
muy mal recibida por los lugareños debido a que además de traer gente externa
llegó a modificar la imagen del pueblo y a trastocar sus costumbres:

La mayoría no se quería ir a vivir a esa colonia, y todavía no entendemos por qué


la fundaron, la mayoría siente desprecio por esa tierra, no tienen idea de lo que es
ese suelo, porque no hay servicios de ningún tipo hasta los cincuenta, pues Tlá-
huac no tiene entonces todos los servicios ni las tomas de agua a nivel indivi-
dual, todas son públicas y tenemos que acarrear el agua en cubetas y darle de
beber a los animales ahí en las tardes cuando los vecinos no estén. El pero es que
no entendemos la razón por la que la fundan, si en ese tiempo, aparte de que el
número de familias era reducido, la mayoría teníamos espacio físico suficiente
para vivir y heredar a los hijos. En Tláhuac todas, absolutamente en todas las
casas se tenía la casa, el patio y el traspatio, la casa en medio del solar y el patio
para todas nuestras fiestas de carácter personal, y el traspatio se utilizaba para
guardar los implementos del campo, o el ganado, tanto el mayor como el menor,
entonces consistía en vacas, caballos, burros y otros tenían puercos, gallos, borre-
gos [...] Entonces llega gente que no siente apego por esas tierras, y ese es el fe-
nómeno que sucede en la década del 50, desde la parte centro de la ciudad en
donde ha empezado a crecer y crecer ésta, y los menos aptos económicamente
van vendiendo allá sus propiedades y se van saliendo hacia la periferia, entre
esos lugares está Tláhuac, porque lo que les pagaban allá por un solar pequeño,
que les exigía muchos impuestos que no podían pagar, les sirve para comprar acá
dos o tres solares; mucha tierra con el dinero que les dan allá. Pero eso se lo
venden los mismos tlahueños, nosotros somos quienes les abrimos la puerta,
aunque después los tratamos en forma muy despectiva. Nosotros no nos vamos,
sino que nada más nos burlamos de los que vienen, y i cómo les decimos?: Ave-
cindados.44

'Entrevista con el señor Juventino Ortega, originario, mayo de 2010.


372 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

De este modo, la creación de nuevas colonias es una de las vías a través


de las cuales llega gente ajena a Tláhuac y comienza una suerte de choque
social y cultural con ellos que no es bien recibido por la comunidad y les
genera enfrentamientos por varios años. Se crea una rivalidad muy clara con
los que van llegando, una suerte de menosprecio por no ser parte de la comu-
nidad, por no ser como ellos y no tener las mismas costumbres. En este
sentido, se reconoce una mentalidad bastante cerrada por parte de la gente
del pueblo frente a los inmigrados y mucha intolerancia. Se da una rivalidad
entre las costumbres de unos y otros y un resquemor por el hecho de que al
llegar al pueblo mediante la compra de un terreno, los nuevos habitantes
adquieren derechos sobre su propiedad y automáticamente pasan a ser parte
de los propietarios del pueblo. Por estas razones, históricamente, la relación
con los avecindados no es buena y propicia mucho rechazo por parte de la
población originaria:

Sí, eso ha sido desde siempre, incluso cuando los viejitos del pueblo hablaban
mal de los avecindados, los que hablaban el náhuatl o el mexicano les llama-
ban "chichicahcalacqueh" que significa "perros invasores".45

Otro de los fenómenos que generó la inmigración fue también la llegada


de trabajadores del campo que después de haber cumplido un periodo de
trabajo en el pueblo decidían quedarse y establecerse ahí. Algunos se casaban
con lugareños, otros se emparentaban de diversas maneras con la gente
oriunda y se quedaban,- de esta manera, fue creciendo la población no nativa
y ampliando el núcleo de avecindados:

Mucha gente ha llegado a Tláhuac y se ha establecido, así tenemos profesores de


primaria, trabajadores capacitados, pero sobre todo, en la década de los sesenta
y setenta, cuando todavía levantábamos la milpa, venía gente de Puebla, de Hi-
dalgo y principalmente de la serranía de Tlaxcala y del Estado de México, como
peones, que a veces duraban aquí una semana, dos semanas con la familia, para
ayudar a levantar la cosecha, traerla, acomodarla, y se iban; trabajadores tempo-
rales que normalmente llegaban en octubre y se iban por enero,- pero muchos de
ellos se casaron aquí, y bueno, hoy, nosotros al mirar el listado ejidal, nos en-
contramos con que los apelativo originales han cambiado, como un 20 por
ciento son apellidos nuevos. Así que su influencia ha sido enorme.46

45
Entrevista con Baruc Martínez, julio de 2009.
46
Entrevista con el señor Juventino Ortega, mayo de 2010.
SAN PEDRO TLÁHUAC, TLÁHUAC • 373

La llegada de los avecindados dio lugar a la creación de otras colonias y


también a la adopción de usos y costumbres no usuales en el pueblo, que con
el paso de los años fueron siendo aceptadas e incluso adoptadas, en algunos
casos, por la gente nativa. Una de las nuevas prácticas que se observaron fue
de carácter político, y consistió en la organización vecinal de las colonias
para la gestión de los servicios. Ésta fue vista como algo novedoso en la me-
dida que la gente del pueblo estaba más bien acostumbrada, y lo mantiene
aún, a que ese tipo de gestión venía de fuera, directamente de las autoridades
y no suponía la existencia de una forma de organización particular del pue-
blo. En ese sentido, en buena medida, fue en las colonias en donde comen-
zaron primero a tener servicios urbanos.
La organización de las colonias trajo también consigo la participación de
las mujeres "en política" (es decir en la gestión), práctica que originalmente
fue muy mal vista en este pueblo con una fuerte tradición machista, que con-
sideraba que el lugar de las mujeres estaba en la casa. Sin embargo, esto es
considerado por algunos nativos como una de las influencias positivas de los
avecindados que ha traído también importantes cambios para la comunidad.
Otra de las influencias positivas ha sido la introducción del deporte como
una práctica recurrente y benéfica para niños y jóvenes. Anteriormente el
deporte no era bien visto en el pueblo debido a que se consideraba una ma-
nera de perder el tiempo, un tiempo que debía ser empleado más bien en las
labores del campo y el trabajo de la tierra. Esto era así porque tradicional-
mente la gente mayor pensaba en heredar sus parcelas a los hijos y debía por
tanto formarlos en las labores del campo, por lo que se acostumbraba que
desde pequeños éstos acompañaran a sus padres y se ocuparan en esta acti-
vidad. De esta manera, el deporte llegó a ser un "distractor" que comenzó a
llamar la atención de las generaciones jóvenes y a distraerlos del interés por
el campo. Sin embargo, a la larga, fue también una práctica adoptada e inte-
grada a la vida comunitaria.
Así, ciertamente el fenómeno de los avecindados actualmente no es tan
conflictivo como en otros pueblos y ha caminado básicamente hacia un proce-
so de coexistencia pacífica, pero ha transitado por todo un periodo difícil de
contradicciones y adaptaciones que adquieren nueva algidez cuando otros gru-
pos organizados externos ajenos a la comunidad pretenden instalarse en los
predios del pueblo; este ha sido el caso por ejemplo del frente Popular Francis-
co Villa, que en tiempos recientes ha llegado a establecerse en el lugar.
Por otra parte, el hecho de que algunos vecinos de San Pedro se hayan
establecido en las colonias nuevas ha generado conflictos y confusiones CidíL
vez que en el pueblo se tratan asuntos de interés comunitario en los que se
374 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

considera que tienen derecho a participar únicamente los originarios, pues


usualmente se acostumbraba a que en estos asuntos sólo se convocaba a la
gente de los barrios tradicionales y no a los de las colonias, pero actualmen-
te la población se ha mezclado y las colonias reclaman por tanto su derecho
a participar también en estos asuntos.
Finalmente, es importante señalar que han sido importantes algunas de
las prácticas introducidas por los avecindados y han enriquecido sin duda la
vida comunitaria, logrando cierta hibridación cultural, sin embargo, San
Pedro es a pesar de todo un pueblo con predominio de población originaria
que permanece con un fuerte arraigo a sus tradiciones y persiste en mante-
ner su perfil como pueblo ante la influencia de la vida urbana:

Nosotros somos gente con una tradición y una cultura original, que hemos so-
brevivido a pesar de los abusos, desde la época prehispánica; hemos sufrido
abusos, hemos sufrido inclemencias del tiempo, hemos tenido malos gobernan-
tes, hemos tenido influencias externas, hemos tenido muchas traiciones, pero
hemos sobrevivido, y lo veo como un pueblo, como un lugar que ha sobrevivido,
a pesar de la lejanía de la ciudad, y que tenemos esa forma de ser muy diferente a
cualquier citadino, aunque estemos dentro del Distrito Federal. No nos conside-
ramos tanto citadinos, no somos tanto habitantes de una ciudad, porque nuestro
origen es esto, nuestro origen es más bien rural; hoy en día puede encontrar
todavía, para bien o para mal, muchas casas con aves de corral, muchas casas
con establos, porque esa ha sido nuestra historia; a lo largo de toda la vida he-
mos tenido nuestra forma de generar nuestro alimento a través de nosotros
mismos, por la autoproducción y al autoconsumo...47

La disputa por el territorio y las formas propias de gestión

La disputa por el territorio en San Pedro Tláhuac ha sido una cuestión añeja,
que ha tenido que ver con distintos procesos que han atentado contra las
formas establecidas de propiedad en el pueblo, y especialmente contra el
ejido. Se mencionó ya la llegada de los avecindados a las colonias nuevas que
ha representado un fuerte impacto, no sólo por el arribo de gente externa,
sino por los cambios introducidos en relación con las características de las
casas habitación, diseño urbano y usos y costumbres. En este caso, los cam-

47
Entrevista con el señor Benjamín Rioja, originario y entonces Comisario ejidal de San
Pedro Tláhuac, diciembre de 2009.
SAN PEDRO TLÁHUAC, TLÁHUAC • 375

bios se han generado de manera natural por el nuevo fenómeno de pobla-


miento, pero se respetó la propiedad, dado que los recién llegados adquirie-
ron sus lotes de manera legal.
Sin embargo, conjuntamente con este proceso, han tenido lugar otros en
los que de distintas maneras se ha tratado de transformar la vocación agríco-
la de Tláhuac expropiando tierras del ejido para urbanizar la zona a través,
también, de construir colonias nuevas. Esto ha provocado fuertes conflictos
por la tierra, dado que al expropiar el ejido, numerosos ejidatarios han queda-
do virtualmente sin tierra, perdiendo así el sustento de su propia identidad.
No obstante, en estos casos, nadie ha quitado los derechos a estos ejidatarios
que fueron beneficiados originalmente con el reparto agrario, a pesar de ha-
ber perdido sus tierras. De este modo, se ha generado una situación confusa
y peculiar al mantenerse en el pueblo un determinado número de ejidata-
rios, alrededor de 130, sin tierras.
La disputa por las tierras ejidales ha tenido también otras características
que han derivado de invasiones por parte de población del Estado de México,
proveniente de Valle de Chalco. Ante el crecimiento enorme de este muni-
cipio en los años ochenta la amenaza de la invasión al ejido de Tláhuac
creció, pero esta invasión se detuvo en buena medida porque los terrenos de
Tláhuac, que eran más bajos que los de Valle de Chalco, se fueron inundan-
do con las aguas de desecho del drenaje de los nuevos asentamientos del
Estado de México.
Esta inundación con aguas residuales, contaminadas han echado a
perder la tierra y la han erosionado, impidiendo así que sea cultivada. Con
el paso de los años, la inundación ha ido creciendo; actualmente se tiene
una extensión aproximada de 450 hectáreas anegadas que representan un
riesgo para la flora y la fauna locales, así como para la propia población.
Esto ha sido motivo de un constante conflicto con las autoridades, centra-
les y delegacionales, que a decir de los ejidatarios no han tomado cartas en
el asunto y no han hecho nada para tratar esas aguas o para desalojar las
tierras.
Esta situación y este tipo de conflictos en relación con el territorio se han
trasladado también a otros asuntos como es el de las modalidades de apro-
vechamiento de los recursos naturales. Teniendo en cuenta la riqueza acuí-
cola e hídrica de la zona, los ejidatarios de Tláhuac se han interesado en
promover desarrollos sustentables y proyectos que aprovechen la riqueza
local, respetando las tierras ejidales y el perfil de la zona, y han mantenido
al respecto negociaciones con las autoridades, sin obtener respuestas Satis-
factorias para ambas partes:
376 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

... nosotros podríamos proyectar la zona y el Distrito Federal como una zona
autosuficiente en agua, autosuflciente en cuanto a recursos naturales, proyectar
desarrollos ecoturísticos en concordancia con los intereses de los ejidatarios,
pero desafortunadamente no vemos voluntad política, no vemos que les interese
el problema del agua; en realidad tenemos aquí una ventana de oportunidad que el
gobierno, no sé si por opacidad o por negligencia no lo intenta hacer. Nosotros
hemos propuesto, hemos ido a reuniones con jefes de gobierno, con algunos
secretarios, con el jefe delegacional en turno y le hemos dicho que este es un
delito ambiental, el verter aguas residuales a cielo abierto es un delito ambien-
tal; hicimos denuncia ante la Profepa [...] y hasta la fecha no hemos recibido un
solo centavo por daños, indemnización, daños ambientales, y ahí hay apoyos en
materia agrícola a cuentagotas, muy peleados, muy discutidos, y eso es lo que
tenemos, esa es la realidad de Tláhuac.48

En relación con las autoridades existe otro ámbito de conflicto con res-
pecto al territorio que se ha venido alimentando por varios años. Se trata de
la recurrente petición a los ejidatarios de donaciones de tierra o cesión
de derechos de ciertas tierras por parte del gobierno para la construcción de
equipamiento y de servicios públicos. Desde el punto de vista del gobierno,
los ejidatarios, en tanto poseedores de las tierras, están en condiciones de
ceder ciertas porciones en bien de la comunidad y reclaman a éstos tal acti-
tud; mientras que los ejidatarios, defienden sus derechos sobre el territorio y
reclaman al gobierno su deber de resolver por sus propios medios estas nece-
sidades de la comunidad. Desde su punto de vista, el gobierno es el que de-
tenta el monopolio de la fuerza pública, del dinero y del patrimonio inmobi-
liario y es a él a quien compete proporcionar los servicios requeridos por la
sociedad.
Otro caso relevante sobre este tema es sin duda, el de la construcción de
la línea 12 del Metro, ya mencionado en un apartado anterior, en el que la
afectación de la propiedad de la tierra y el destino del territorio es lo que se
encuentra en el centro de la pugna.
En este núcleo de conflictos, las disputas de los distintos actores por
el territorio en San Pedro Tláhuac se relacionan de una u otra forma más
con las tierras cultivables que con la superficie urbanizada. En el caso de
este pueblo, la disputa no se da en torno a los lugares públicos, como las
plazas, las calles principales o los equipamientos,- en términos generales,
entraña casi inexorablemente la lucha entre la conservación del perñl

4S
Idem.
SAN PEDRO TLÁHUAC, TLÁHUAC • 377

agrícola de la zona y la urbanización de la misma. En algunos casos, esto


tiene lugar entre actores comunitarios, como sucede entre los ejidatarios
y los habitantes de las nuevas colonias o los potenciales invasores de las
tierras, pero en muchos otros, el conflicto se desarrolla entre los actores
sociales, casi siempre los ejidatarios o los chinamperos, y el gobierno, sea
éste delegacional, central o incluso el federal. En estos casos las disputas
tocan principalmente el territorio y los recursos naturales que, por un
lado, son considerados por la población como parte de su patrimonio,
intocable, y, por otro, son considerados por las autoridades como reserva
expropiable o rescatable para el desarrollo de proyectos de "interés públi-
co" que frecuentemente trascienden las necesidades directas de la pobla-
ción local.
Gestión, participación y representación

En San Pedro Tláhuac, como se ha señalado, sobreviven diferentes formas de


organización comunitaria que son las modalidades de organización que ca-
racterizan al pueblo,- y en la contraparte, existen muy escasas formas de
agrupación contemporáneas o institucionales, de tipo barrial, civil o vecinal.
Las organizaciones más reconocidas y significativas para el pueblo son, sin
duda, la de los Comisionados, para las fiestas paganas y religiosas, y la de los
ejidatarios, ambas de carácter comunitario. Además de éstas, ligadas a la
vida cotidiana del pueblo, únicamente existen algunas agrupaciones gremia-
les, como la de los canoeros, con fines más bien de promoción turística, y
algunas otras de deportistas.
De esta manera, la gestión de las necesidades del pueblo es una práctica
que se lleva a cabo de manera directa mediante los trámites de los particula-
res en la delegación, mediante los ejidatarios, en el caso de los asuntos rela-
cionados con las tierras cultivables, o a través de las autoridades y de la
única figura local de representación que es el Coordinador de Enlace Territo-
rial. Con esto se quiere decir que si bien en Tláhuac existe una proclividad a
la atención colectiva de algunas de las necesidades de la vida comunitaria y,
en ese sentido, a la participación de la comunidad en ciertos asuntos de in-
terés común, a través de las faenas, el toque de campanas o las asambleas
ejidales, es cierto también que no existe una tradición de organización veci-
nal para la gestión pública, o una tradición de organización social para la
atención de otros problemas que atañen a la comunidad, como la salud, la edu-
cación, los servicios públicos, etcétera.
378 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

Como ocurre en la mayor parte de los pueblos sureños del Distrito Fede-
ral, la figura más relevante de la representación ciudadana, y de la propia
comunidad es el Coordinador de Enlace Territorial, que es una figura impor-
tante pero compleja, debido a que es al mismo tiempo un empleado, a suel-
do, de la delegación, y un representante elegido por el pueblo. Este funciona-
rio sustituye a lo que en el caso de otras delegaciones son los subdelegados
territoriales, con la única y sustantiva diferencia de que éste es elegido por la
comunidad y, en ese sentido, es reconocido también como un auténtico re-
presentante del pueblo; aunque cabe mencionar que es también una figura
que con frecuencia intenta ser promovida por el propio gobierno delegacio-
nal. Es el enlace real entre éste y la delegación, la figura de intermediación
entre la autoridad y la gente, el encargado de gestionar sus demandas, de
atender sus necesidades, de resolver cierto tipo de conflictos internos, en
suma, de ver por el bien de la comunidad.
Debido a sus funciones, este personaje se ha convertido en una figura cla-
ve para la representación y visibilidad del pueblo, así como en un gestor por
excelencia y un mediador en los conflictos de la comunidad. Actualmente se
han delimitado un tanto sus atribuciones, pero en otros momentos ha llegado
a fungir incluso como "Juez de paz" en este y en otros pueblos. Sin embargo,
las capacidades reales y las atribuciones que le reconoce la norma delegacional
se limitan a la gestión y la intermediación y tiene en realidad poca injerencia
en la toma de decisiones, en el manejo de presupuestos y en la instrumenta-
ción de soluciones efectivas a los problemas de la comunidad:

El Coordinador de Enlace Territorial es una figura importante porque, precisa-


mente, el Coordinador es el enlace, quien tiene el contacto directo con la comu-
nidad, es quien trabaja el diagnóstico de necesidades de la gente, en todos los
rubros, en servicios urbanos, en obras [...] sin embargo, nosotros entregamos
diagnósticos, entregamos gestiones y no vemos resultados, la autoridad no res-
ponde. Y también lo digo con mucha franqueza, yo entre febrero y marzo a la
fecha tengo unas estadísticas de la gestión que yo manejo en donde me indican
que del 100 por ciento de gestión que yo he tramitado, si acaso se ha tramitado
el 20 por ciento, eso me indica que realmente no se está haciendo el trabajo, son
diagnósticos que le deberían de servir al jefe delegacional como indicador, para
pulsar él cuáles son las áreas de los pueblos que están fallando, sin embargo,
tampoco lo quieren ver.49

"'Entrevista con el señor Miguel Ángel Palma, coordinador de Enlace Territorial de San
Pedro Tláhuac, julio de 2009.
SAN PEDRO TLÁHUAC, TLÁHUAC • 379

Para la gente del pueblo este coordinador es su representante, goza en


general de reconocimiento y es la persona a la cual acude la gente para la
atención a sus necesidades, sean éstas individuales o colectivas, es por ello
un personaje importante en la comunidad que es electo en jornada pública,
por votaciones, mediante la competencia de planillas. Es también el promo-
tor de programas y proyectos de gobierno que pueden dar beneficios a la
gente del pueblo y, en términos generales, se asume que es la persona que
participa con las autoridades en la negociación de las demandas y de los pre-
supuestos siempre en favor del pueblo.
Vale la pena mencionar que actualmente este cargo es ya reconocido en
la nueva reforma de la Ley de Participación ciudadana como un representan-
te ciudadano de los pueblos originarios y su elección es ahora normada por
este instrumento.
En términos de la representación se encuentra desde luego la interven-
ción de los partidos políticos, que al igual que en otras delegaciones buscan
adeptos para sus plataformas y votantes para sus fuerzas políticas. En el caso
de San Pedro, ha sido el Partido de la Revolución Democrática el que ha te-
nido mayor presencia y el que se ha mantenido al frente de la delegación
durante los últimos años, sin embargo, su gestión ha sido controvertida,- no
goza actualmente de un amplio consenso entre la gente del pueblo y ha man-
tenido más bien una relación conflictiva con los distintos actores.
También, dentro del ámbito de la representación está el tema de los Co-
mités Vecinales que, como ocurrió en la mayor parte de la ciudad, fueron
electos en 1999. La integración de estos Comités se llevó a cabo de manera
formal con escasa participación de la población, algunos se mantuvieron en
funciones por algún tiempo pero no fueron, en general, adoptados como es-
pacios efectivos de representación por parte de la comunidad, pues la única
representación reconocida era la del Coordinador de Enlace Territorial. Algu-
nos testimonios al respecto indican que éstos no fueron significativos y que
acabaron muriendo por inanición.
En lo que se refiere a la dinámica interna del pueblo se han gestado tam-
bién algunos otros tipos de organización social que han tenido como propó-
sito contribuir al desarrollo cultural de la población y atender sus necesida-
des en esta materia. Este es el caso del mismo grupo de jóvenes, hijos de
Comisionados, ejidatarios y originarios, que en otro momento se involucró
en la organización de la fiesta patronal, en apoyo a la labor de los Comisio-
nados (el STAF), y en tiempos más recientes han generado distintas opciones
de investigación, cursos y prácticas culturales con la gente del pueblo:
380 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

... nosotros también estábamos en esa transición de decir, bueno, "es que la fe-
ria no lo es todo", es una parte importante un vínculo importante y a fin de
cuentas es un trampolín que te proyecta con tu pueblo, porque estás ahí presen-
te; pero ahora nosotros estamos en la etapa de probar un reto más cultural,
queremos decirle al mundo: "Aquí está Tláhuac", y no vamos más lejos, con los
niños. ¿Cuál fue nuestro reto esta vez? Vamos a enseñarles a hacer radio, a hacer
video, porque queremos medir cómo andan ellos en su conocimiento de la cul-
tura del pueblo, y de hecho estamos preocupados, muchísimo, porque estos ni-
ños no saben nada...50

En esta perspectiva, este grupo ha continuado trabajando en distintos


proyectos de apoyo a las actividades y al conocimiento cultural de San Pedro.
En esta búsqueda han conseguido apoyos gubernamentales y han realizado
cursos, videos y documentales, dirigidos tanto a niños, como a adolecentes
y a la gente mayor del pueblo, con el Proyecto de Apoyo a los Pueblos Origi-
narios (PAPO) del Gobierno del Distrito Federal. Actualmente se han nombra-
do "Centro de producción de medios. Delegación Tláhuac", y su trabajo
continúa en esta dirección, en función del fortalecimiento de la vida comu-
nitaria:

Para nosotros es una oportunidad importante, porque nosotros estamos llenos


de ideas, queremos darle el realce a nuestras tradiciones, queremos darle el real-
ce que realmente tiene el día de muertos aquí, queremos hacer miles de cosas,
queremos hacer teatro, radio, radionovelas, video. Para nosotros nuestro objeti-
vo es un bien común, para la comunidad.51

De esta manera, existen también este tipo de iniciativas de organización


que ciertamente no tienen como propósito la gestión ni la negociación polí-
tica, pero están involucradas con una participación peculiar de rescate y
fortalecimiento cultural, conducida por la gente joven del pueblo.
Finalmente, dentro de las formas de participación es importante poner
de relieve la movilización de la gente del pueblo, en particular los ejidata-
rios, cada vez que se toman decisiones que comprometen los bienes del
pueblo, como es el caso de la tierra y los recursos naturales. En estos casos,
la participación se da en distintos planos, por una parte, como resistencia
y oposición a las decisiones tomadas o a las medidas diseñadas para alguna

50
Entrevista con miembros del grupo STAF, septiembre de 2007.
sl
Idem.
SAN PEDRO TLÁHUAC, TLÁHUAC • 381

intervención; por otra parte, como movilización que avanza hacia los espa-
cios institucionales y busca la interlocución; por último, como medida de
presión que reclama la consulta por parte de las autoridades a la comuni-
dad afectada.
Este tipo de participación ocurre generalmente ante situaciones de ex-
propiación o ante la puesta en marcha de proyectos urbanos que de una u
otra manera atenían contra los bienes comunitarios, y son diseñados y defi-
nidos sin previa consulta a la gente del pueblo. Este ha sido el caso de la línea
12 del Metro, del proyecto de basurero municipal y de otros proyectos que
afectan la zona. La naturaleza de los proyectos que ponen en cuestión la vo-
cación tradicional de Tláhuac inquietan y preocupan a la población, pero un
agravio mayor se da cuando esto sucede sin tomar en cuenta la opinión, los
argumentos y las necesidades de esta población. De aquí que este tipo de
participación reconozca como móvil la circunstancia de que se pasa por en-
cima de la comunidad y ésta no es tomada en cuenta para la definición de
proyectos catalogados como de "interés público":

No, aquí nunca nos han consultado, por eso es en mucho la pelea de los pueblos
originarios, es decir, no nada más es cuestión cultural; esto de los pueblos origi-
narios evidentemente tiene un matiz político que no se reconoce porque la gen-
te de allá, del gobierno central, viene y crea su Consejo de Pueblos, así como una
cuestión de folclor, de una cosa nada más folclórica, así de "mire aquí tenemos
todavía un reducto de lo que fue nuestro pasado"; pero no se le da la connota-
ción que realmente tiene, y no nada más en el discurso, hay que empezar por las
acciones, pues ¿cómo respetar a los pueblos originarios? Pues reconociendo que
tienen derechos colectivos sobre su territorio, y eso no se quiere reconocer por-
que le quitas un montón de beneficios al gobierno; él sabe que tenemos tierras
y que las tierras están subiendo de precio, que pueden entrar las compañías in-
mobiliarias, y que de hecho ya existen proyectos por acá de casas Geo. Entonces
es mucho dinero el que se está jugando acá y el gobierno no va a permitir que se
hagan esas modificaciones a la legislación para que los pueblos originarios ten-
gan realmente estos derechos colectivos que decimos, que vienen de atrás...52

Los mecanismos de consulta ciudadana en materia de expropiaciones,


obras públicas y desarrollo urbano existen en la normatividad federal y en la
local, sin embargo, con frecuencia son omitidos o se llevan a cabo de mane-
ra irregular, de forma tal que en sentido estricto las comunidades afectadas

'Entrevista con Baruc Martínez, originario, julio de 2009.


382 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

no son tomadas en cuenta, y en estas situaciones tales comunidades no


cuentan con instancias y mecanismos para la interpelación y defensa de sus
derechos. Por esta circunstancia se recurre a la participación en la modalidad
de movilización y resistencia, que es también uno de los recursos propios de
este pueblo.

REFLEXIÓN FINAL

El pueblo de San Pedro Tláhuac representa uno de los casos prototípicos de


los pueblos llamados originarios en la ciudad de México: con un origen pre-
hispánico, una fuerte herencia mesoamericana y colonial, un intenso arraigo
al territorio, la preservación de cualidades agrícolas, la conservación de no-
tables tradiciones, una fuerte identidad comunitaria, la presencia de linajes
y una numerosa población originaria y la vigencia de algunas formas de or-
ganización comunitaria. En este sentido, se trata de un pueblo que ha man-
tenido aspectos sustantivos de su esencia comunitaria, ha sobrevivido a las
amenazas urbanizadoras y ha mantenido una cierta distancia con el modo
de vida urbano.
Estas características no suponen, sin embargo, que San Pedro Tláhuac
haya permanecido ajeno a los cambios del entorno, al crecimiento de la ciu-
dad y a transformaciones internas generadas en gran medida por su doble
relación de diferenciación e integración con respecto a la ciudad de México.
Ciertamente, su distancia real de la urbe le ha permitido mantener una di-
námica propia y resguardar sus tradiciones, pero las limitaciones impuestas
por las características de esa vida pueblerina y por las condiciones de atraso
de la delegación, han propiciado también, de manera intensa, la constante
emigración de los pobladores a las partes centrales de la ciudad. Para trabajar
o para estudiar, para buscar atención médica o desarrollo cultural, desde
hace décadas los nativos del pueblo se han integrado, a veces muy a su pesar,
de manera cotidiana a la vida urbana. Esta circunstancia ha sido difícil para
los tlahuaquenses, quienes en general conservan un muy fuerte arraigo por
su pueblo y no lo abandonan con frecuencia de manera permanente, pero se
ven obligados a desarrollar sus actividades cotidianas de forma paralela entre
el pueblo y la ciudad.
Este ir y venir a la ciudad ha generado cambios en algunas costumbres,
algunos benéficos como la moderación del machismo y el reconocimiento de
la participación de las mujeres en distintas actividades de la vida moderna,-
otros son cambios difíciles como el desapego de los jóvenes de la vida interna
SAN PEDRO TLAHUAC, TLÁHUAC • 383

del pueblo y su acceso al mundo de la frivolidad y el individualismo; y en


otros casos hay también cambios negativos, como el abandono del campo y
el descuido de los recursos naturales. También ha habido cambios en la ima-
gen urbana y la hibridación de algunas costumbres (algunas festividades, las
formas de organización y las de participación), introducidas por la creación
de las nuevas colonias y el establecimiento de la población avecindada.
Con todo y estos cambios, hay aspectos que se conservan claramente
dentro del pueblo. Uno de ellos es la manera de vivir el espacio y el tiempo.
En el primer caso persiste un profundo apego al territorio, tanto al rural como
al urbanizado, al espacio simbólico y cargado de historia que éste representa;
el territorio es ante todo el ámbito del desarrollo de su gente y su cultura y
un valiosísimo legado de las generaciones pasadas. Hacia el interior del pue-
blo no existe una fuerte disputa por el territorio, están claros los espacios de
pertenencia del pueblo frente a los avecindados y la conflictividad al respecto
ha sido relativamente manejable. El ámbito fuerte de disputa en este campo ha
sido hacia afuera, con los actores externos que han pretendido apropiarse del
territorio e imprimirle un perfil diferente al originario: el propio gobierno
(delegacional o central), las inmobiliarias, los comerciantes.
En relación con la forma de vivir el tiempo, ésta se expresa en los ritmos
de la vida cotidiana, que supone una dinámica más pausada influida en bue-
na medida por los horarios naturales de las labores del campo, aún en vigen-
cia, pero que ha incorporado también el ir y venir a la ciudad, como una
práctica permanente que marca el diario transcurrir del pueblo. Pero de igual
manera está el tiempo largo, el de los ciclos anuales, marcado principalmen-
te por la periodicidad de las fiestas religiosas y paganas, y, también por el
nutrido calendario de las diversas festividades a lo largo del año, lo que los
pobladores han introyectado como el tránsito natural de la vida del pueblo.
A pesar de los cambios más recientes, el pueblo conserva también un
perfil semirural y una vocación agrícola significativa, lo que le otorga una de
sus cualidades más notables y mantiene a la población ligada a esa forma de vida.
La gente del pueblo manifiesta en este sentido una pertenencia primaria al
pueblo y una pertenencia ubicada en un plano secundario a la ciudad. Se
saben parte del Distrito Federal y reconocen su integración política al gobier-
no central y al régimen urbano (incluido el gobierno delegacional), sin em-
bargo, no se identifican como "capitalinos"; su arraigo evidente está en el
pueblo.
Este arraigo y la permanencia del perfil semiurbano es lo que hace, en
gran medida, que la población reaccione de manera intempestiva a los aires
de urbanización que vienen de fuera, generalmente del gobierno central. Y
384 • LUCÍA ALVAREZ ENRÍQUEZ

en este ámbito la gente del pueblo sí reclama su derecho a la participación en


la definición de los proyectos o políticas de carácter público que afectan a su
territorio y a su modo de vida. En primer lugar, porque afectan sus propieda-
des y los recursos bajo su resguardo (tierras, aguas, cultivos) y, en segundo
lugar, porque estos proyectos traen consigo cambios relevantes que modifi-
can el paisaje, las costumbres y el modo de vida del pueblo: urbanización de
los terrenos agrícolas, introducción de comercio externo que afecta al merca-
do interno, asentamiento de nuevos avecindados, contaminación de tierras
y aguas.
En estos casos lo que se reclama no es el respeto absoluto a la dinámica
del pueblo y de su entorno; lo que prevalece no es una negativa intransigen-
te a las necesidades de cambio que reclama la ciudad y el propio pueblo. Lo
que se demanda es la participación de los pobladores en el diseño de esas
políticas y en la elaboración de propuestas viables que introduzcan los cam-
bios tomando en consideración los intereses de los afectados y la conserva-
ción del perfil de la zona, como una parte importante de la ciudad y para la
ciudad. Sin embargo, para la formulación de este tipo de demandas y para el
ejercicio de este tipo de participación, no existen los mecanismos ni las ins-
tancias adecuadas. Las modalidades actuales de participación y representa-
ción no han sido suficientes para darles cause y propiciar una intervención
apropiada por parte de la comunidad.
De esta manera, el ejercicio de la democracia se ha desarrollado pero ha
sido limitado en el pueblo. Hacia adentro, existen modalidades aceptadas y
eficientes de elección y participación, para los Comisionados de las fiestas,
para el Comisariado Ejidal y para el Coordinador de Enlace Territorial; pero
hacia afuera adolece de importantes problemas, dado que los habitantes del
pueblo no tienen acceso a los medios necesarios para intervenir en las deci-
siones que los involucran, de esta manera, su condición de ciudadanos no es
reconocida, y es por el contrario permanentemente vulnerada. Esta es una de
las tareas pendientes de atender.

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A MANERA DE EPÍLOGO

¿POR QUÉ LOS PUEBLOS EN LA CIUDAD DE MÉXICO?

Con el trabajo aquí presentado hemos querido poner de relieve algunos as-
pectos que consideramos de primera importancia con relación a la existencia
de los pueblos urbanos de la ciudad de México, en la perspectiva de volver la
mirada al lugar que ocupan y a su participación dentro de la dinámica de
la vida urbana. En esta línea, uno de los propósitos centrales de la investiga-
ción consistió en mostrar la diversidad política, social y cultural de la ciudad
de México, a partir del acercamiento a los pueblos urbanos como espacios
locales significativos que tienen una fuerte presencia en la historia de la ciu-
dad y que en la actualidad conservan sus particularidades como elementos
constitutivos de la metrópoli.
En este contexto, el trabajo de los distintos autores se orientó hacia la
recuperación de la manera como los pueblos reconstruyen permanentemen-
te la identidad, la pertenencia y las formas de vivir la ciudadanía en la ciudad
de México, como una muestra de la diversidad y de la complejidad de nues-
tra ciudad, en tanto comunidad política y en tanto espacio público de convi-
vencia. En este proceso, se analizaron las distintas formas de apropiación de
la ciudad, de los espacios y del territorio, que tienen los pueblos, haciendo
énfasis en comprender que existen distintas maneras de vivir la ciudad, tan-
to por los numerosos actores que participan en ella como por los diferentes
grupos sociales que la habitan.
Otro interés primordial consistió en poner en cuestión la visión hegemó-
nica que se tiene de la ciudad como ámbito moderno por excelencia, hacien-
do evidente que en el mismo territorio coexisten espacios, asentamientos y

387
388 • A MANERA DE EPÍLOGO

comunidades modernas, tradicionales e incluso semi-rurales. Por ello, una


de las vertientes de análisis consistió en mostrar la lucha de las identidades
locales por conservar sus espacios, recursos y formas de vida ante los irrever-
sibles procesos la urbanización y modernización de la ciudad.
Cabe mencionar que los pueblos urbanos en la ciudad de México han
experimentado, a partir de la segunda mitad del siglo xx los efectos de la
urbanización acelerada, del tránsito de una economía agrícola local, a una
predominantemente industrial, y en las últimas décadas a una economía
comercial y de servicios, lo cual, asociado a profundas desigualdades econó-
micas y sociales, revela la construcción de una modernización excluyente.
Es notable en este contexto, la resistencia de estas comunidades que se
han expresado en la vida pública como actores colectivos en defensa de la par-
ticularidad que representan y de las tradiciones socio-culturales que los distin-
guen. El sistema de cargos es, sin duda, la forma de organización más signifi-
cativa de la vida social y de la vida pública de los pueblos, que revela en la
actualidad tradiciones socio-políticas con usos y costumbres que se ponen en
escena en los lugares públicos durante las fiestas, reconstruyendo la identidad
basada en el lugar de pertenencia, donde convergen el arraigo al territorio, la
memoria de la tierra y los ciclos agrícolas, la devoción religiosa y el parentesco;
pero existen también otras formas de organización relevantes como: las asam-
bleas comunitarias, los comisariados ejidales y las agrupaciones de comisiona-
dos,- todas las cuales conviven cotidianamente con otras muchas modalidades
organizativas que se despliegan en el escenario urbano.
Las micro-sociedades organizadas, expresadas en los pueblos urbanos,
juegan un papel activo en la dinámica urbana, al dar continuidad a las tradicio-
nes a través de actividades y prácticas rituales que cohesionan a la comunidad,
así como al hacer visibles los fenómenos que ocurren en el espacio público y
patrimonial, en donde toman parte en labores orientadas a la conservación de
la calidad de estos lugares y proponen a las instituciones proyectos vinculato -
rios y de cooperación para dar solución a los problemas que en ellos emergen.
Sin embargo, aun enfrentan restricciones para su inserción en las prácticas
participativas en función de asuntos y decisiones públicas.
Históricamente, en la política institucionalizada, los pueblos urbanos en
la ciudad de México han tenido un lugar limitado en el debate público, una
voz restringida para hablar de los fenómenos sociales que los afectan y
una capacidad de acción muy acotada por la falta de reconocimiento y de
espacios de participación. Esta situación ha comenzado a transformarse en
años recientes con la reforma a la Ley de Participación ciudadana, donde
existe ya un reconocimiento explícito a los pueblos,- y con la elaboración de
A MANERA DE EPÍLOGO • 389

la Ley de Pueblos Originarios y Comunidades de Origen Étnico de la ciudad


de México, que ha generado un amplio debate público en torno al tema. Una de
las vertientes de este debate ha insistido en la necesidad de distinguir las
diferencias entre los más de 100 pueblos existentes en distintas regiones
del Distrito Federal. En principio, se distinguen los pueblos rurales y semi-
rurales; los pueblos urbanos con un pasado rural reciente y los pueblos urba-
nos con una dinámica comunitaria restringida en contraste con los dos pri-
meros.
La distinción entre los pueblos resulta relevante en función del análi-
sis de la integración de éstos a los distintos procesos urbanos, así como
en función del diseño de políticas públicas diferenciadas de acuerdo con
sus distintas circunstancias. Estas diferencias entre los pueblos reclaman
igualmente la pertinencia de la elaboración de una tipología que permita
identificar y caracterizar con precisión la diversidad existente entre los
propios pueblos. En otro plano, el debate ha insistido también en la nece-
sidad del reconocimiento jurídico tanto de las formas de representación
política y social, como del territorio materializado en el lugar histórico y
patrimonial.
En esta línea de reflexión ha surgido, de una parte, la necesidad de reva-
lorar la ciudadanía a partir de la diversidad existente, dado que sin duda al-
guna la manera de vivir la pertenencia y de apropiarse de la ciudad en los
pueblos es cualitativamente distinta de aquella que existe en otras localida-
des urbanas. Del mismo modo, es notable la exigencia de los pueblos de to-
mar parte en las decisiones de los asuntos que los involucran así como en
aquellos de interés general para los habitantes de la ciudad. Esta situación se
manifiesta en las luchas por el territorio, por los recursos (naturales, urbanos
y económicos), por la participación en la definición de las políticas urbanas.
De otra parte, ha surgido también la necesidad de otorgar a los pueblos un
sentido político (como ciudadanías y como actores colectivos) más allá del
reconocimiento exclusivamente cultural que les ha sido históricamente asig-
nado. Esta discusión se inscribe en el debate público más amplio, en torno a
la pluralidad cultural y a los derechos diferenciados de las distintas comuni-
dades que integran la ciudad.
En el debate académico y político sobre la ciudad, el conjunto de temas
tratados son sin duda relevantes para la cabal comprensión de la vida urba-
na, para la construcción de una comunidad política incluyente, la formu-
lación de políticas públicas integrales y para la construcción de una vida
pública democrática. Es preciso asumir igualmente que la existencia de los
pueblos urbanos posee en sí misma un valor sustantivo para la superviven-
3 9 0 • A MANERA DE EPÍLOGO

cia de la ciudad, al ser éstos los poseedores de una buena parte de los recur-
sos naturales y de las zonas de reserva ecológica. Todo esto plantea el desa-
fío de asumir que la historia y la realidad de los pueblos urbanos es parte
constitutiva de la realidad y de la problemática urbana, lo que conduce a
repensar, entre otras cuestiones, las formas de gobierno y de representa-
ción de la ciudad.
ÍNDICE

INTRODUCCIÓN. LOS PUEBLOS Y LA CIUDAD DE MÉXICO


Iván Gomezcésar Hernández V
Los pueblos originarios y la ciudad de México VI
Los pueblos en la actualidad XI
Bibliografía XV

Capítulo 1
PUEBLOS URBANOS: ENTORNO CONCEPTUAL Y RUTA METODOLÓGICA
María Ana Portal Ariosa y Lucía Alvarez Enríquez 1
Acerca de la ciudadanía 3
La tradición occidental 3
La tradición indo colonial 7
Los pueblos en la ciudad: pueblo originario/pueblo urbano 10
Tiempo y espacio 14
Acerca de la identidad 20
Reflexión final 23
Bibliografía 24

Capítulo 2
Los PUEBLOS DEL DISTRITO FEDERAL, UNA RECONSTRUCCIÓN TERRITORIAL
María Soledad Cruz Rodríguez, Alejandra Moreno,
Leticia Cruz Rodríguez y Marisol Gutiérrez 27
El poblamiento tradicional y la dimensión territorial
en la urbanización reciente 27
Los pueblos en la historia territorial
de la Zona Metropolitana de la Ciudad de México 28
392 • ÍNDICE

La pérdida de la autonomía de los pueblos y los cambios territoriales 31


La desaparición virtual de los pueblos
en el territorio metropolitano de la ciudad de México 33
La historia territorial de los pueblos 36
La delegación Cuajimalpa 36
El pueblo de San Pablo Chimalpa 42
La delegación Tláhuac 46
El pueblo de San Pedro Tláhuac 50
Las delegaciones Coyoacán e Iztapalapa,
una historia territorial compartida: "Los Culhuacanes" 52
La delegación de Coyoacán 56
La delegación de Iztapalapa 60
El pueblo de Santa María Aztahuacán 63
La delegación Gustavo A. Madero 66
El pueblo de Cuautepec 72
Reflexiones finales 76
Bibliografía 79

Capítulo 3
SAN PABLO CHIMALPA, CUAJIMALPA
María Ana Portal y Cristina Sánchez Mejorada 81
Introducción 81
Chimalpa: espacio social y territorio 87
La construcción del territorio de Chimalpa durante la Colonia 88
El impacto de la Reforma Agraria 95
El siglo xx. La Revolución como refundación moderna del pueblo:
su población y vida cotidiana 100
Espacio y vida pública. Gobierno y gestión 108
Las transformaciones del pueblo:
urbanización y nuevas formas de vida en el Chimalpa de hoy 121
Transformaciones políticas y de representación 126
Tiempo y organización: ritmos de la vida cotidiana 130
Las familias 130
Parentesco, historia y el territorio 131
La organización social 133
Las Compañías 134
La dimensión religiosa de la organización social: las fiscalías 141
La dimensión festiva 143
Reflexiones finales 146
Bibliografía 147
ÍNDICE • 393

Capítulo 4
CUAUTEPEC, GUSTAVO A. MADERO
Lucía Alvarez Enríquez 151
Introducción 151
El espacio del pueblo 154
Características territoriales 158
Cambios recientes y situación actual 162
Espacio y vida pública 167
Los tiempos del pueblo 171
La pertenencia y la presencia del tiempo histórico 171
El tiempo presente 203
Reflexión final 214
Bibliografía 216

Capítulo 5
SANTA MARÍA AZTAHUACÁN, IZTAPALAPA
Iván Gomezcésar Hernández 219
Vivir en Iztapalapa 219
La península de Iztapalapa 221
El inicio del siglo xx y la Revolución mexicana 226
La reforma agraria 230
Familia y sociedad en el siglo xx 234
Las fiestas de Aztahuacán 237
Formas de representación 244
Conclusiones 249
Bibliografía 251

Capítulo 6
CULHUACÁN, IZTAPALAPA Y COYOACÁN
Patricia Ramírez Kuri 253
Introducción 253
El espacio del pueblo de Culhuacán en el tiempo 256
La producción del espacio local y del lugar histórico 256
Antecedentes prehispánicos y coloniales de Culhuacán 256
Culhuacán en la ciudad de México durante el siglo xx 263
De la Revolución a la actualidad 265
Sobre el proceso de urbanización 278
El proceso de urbanización reciente 281
El espacio-tiempo contemporáneo 284
394 • ÍNDICE

Espacio local y espacio social 284


Usos y apropiaciones del espacio 289
Espacio público. Los lugares comunes
y la convivencia en la diversidad 291
Tradiciones, fiestas y celebraciones 297
Vida pública, formas de organización
y de participación propias 305
Reflexión final 319
Bibliografía 321

Capítulo 7
SAN PEDRO TLÁHUAC, TLÁHUAC
Lucía Alvarez Enríquez 327
Introducción 327
El espacio del pueblo 330
Características territoriales 336
Cambios recientes y situación actual 340
Espacio y vida pública 348
Los tiempos del pueblo 349
La pertenencia y la presencia del tiempo histórico 349
Reconocimiento de una población y un territorio
con pasado común. El núcleo del pueblo: linajes y familias originarias 354
Formas de organización comunitaria 361
Las fiestas populares 365
El tiempo presente 370
Reflexión final 382
Bibliografía 384

A MANERA DE EPÍLOGO 387


¿Por qué los pueblos en la ciudad de México? 387
Pueblos urbanos: identidad, ciudadanía y territorio en la ciudad de México,
se terminó de imprimir en la ciudad de México durante el mes de junio
del año 2011, a los 25 años de la creación del Centro de
Investigaciones Interdisáplinarias en Ciencias y
Humanidades. La edición, en papel de 75
gramos, estuvo al cuidado de la
oficina litotipográfica de
la casa editora.
ISBN 978-607-401-430-3

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