La OIT (Organización Internacional del Trabajo), en el Convenio 155, define el acoso laboral como “la acción verbal o psicológica de índole sistemática, repetida o persistente por la que, en el lugar de trabajo o en conexión con el trabajo, un grupo de personas hiere a una víctima, la humilla, ofende o amedrenta”.
Por su parte, la Ley 1010 de 2006, en su Artículo 2, indica que el acoso
laboral es “toda conducta persistente y demostrable, ejercida sobre un empleado, trabajador por parte de un empleador, un jefe o superior jerárquico inmediato o mediato, un compañero de trabajo o un subalterno, encaminada a infundir miedo, intimidación, terror y angustia, a causar perjuicio laboral, generar desmotivación en el trabajo, o inducir la renuncia del mismo”.
Este fenómeno se vuelve cada vez más común dentro de las
organizaciones, en donde se evidencia que son las mujeres las principales víctimas de este flagelo. Frases intimidantes, gritos y uso de términos descalificativos, prohibición de realizar ciertas funciones y retiro de la carga laboral. Este tipo de conductas hacen parte del acoso laboral, que muchas veces no es denunciado, sin embargo, desde la creación de la ley 1010 en Colombia se han reportado varios casos. Igualmente el maltrato laboral es la modalidad de acoso laboral con mayor incidencia en Colombia, “dada la mejor capacidad para probarla, en comparación con otras conductas como la persecución, la discriminación, el entorpecimiento, la inequidad o la desprotección laboral”.