Está en la página 1de 28

Hostilidad, psicofisiología y salud cardiovascular 23

Suma Psicológica, Vol. 14 N° 1


Marzo de 2007, 23-50,
ISSN 0121-4381

HOSTILIDAD, PSICOFISIOLOGÍA Y SALUD


CARDIOVASCULAR
Francesc Palmero*
Universidad Jaume I de Castellón, España
José Luis Díez
Horpital Dr. Pesset de Valencia, España
José Luis Diago
Hospital General de Castellón, España
Juan Moreno
Hospital General de Castellón, España
Luis Oblitas
Universidad del Valle de México
RESUMEN

En la actualidad, la etiología de la enfermedad coronaria sigue siendo algo


complejo y multifactorial, que implica aspectos genéticos, fisiológicos, quí-
micos, nutricionales, ambientales y psicosociales. Dentro de los aspectos
psicosociales, el primer ámbito de estudio abordó el Patrón de Conducta
Tipo A, configurado por: componentes formales, actitudes y emo-
ciones, aspectos motivacionales, conductas abiertas o manifies-
tas y aspectos cognitivos . De ahí se pasó a la localización del componente
tóxico en el constructo Tipo A, si es que existe algún factor capaz de prede-
cir la aparición de posteriores trastornos cardiovasculares. Actualmente, se
considera que el componente emocional del PCTA, particularmente el com-
plejo ira-hostilidad, parece la variable más importante para detectar a los
sujetos propensos a sufrir trastornos cardiovasculares.A partir de este
momento los esfuerzos de los investigadores se centraron en un doble ob-
jetivo. Por una parte, verificar la relación existente entre la hostilidad y la
enfermedad cardiovascular, y, por otra parte, mostrar la asociación entre la
hostilidad y la reactividad psicofisiológica cardiovascular. En el plano de
la dimensión conceptual y teórica, es necesario establecer qué componente
de la hostilidad, o qué interacción entre hostilidad y alguna otra variable,
posee la mayor capacidad predictiva del riesgo de enfermedad cardiovascular.

* E-mail: palmero@psb.uji.es

Suma Psicológica, Vol. 14 N° 1: 23-50, marzo 2007, Bogotá (Col.)


24 Francesc Palmero, José Luis Díez, José Luis Diago, Juan Moreno, Luis Oblitas

En el plano de la dimensión psicofisiológica, es necesario


homogenizar, hasta donde se pueda, los procedimientos de registro
psicofisiológico: a) en lo que se refiere a los parámetros selecciona-
dos para los estudios, b) en lo referido a la metodología de medición
de dichos los parámetros, c) en lo referido a la consideración de la
duración de la respuesta, y no sólo la intensidad de la misma.

Palabras clave: Hostilidad, reactividad psicofisiológica, salud


cardiovascular

ABSTRACT

At the present time, the aetiology of the coronary disease


continuesbeing something complex and multifactorial, that implies
genetic, physiological, chemical, nutritional, environmental and
psychosocialaspects. Within the psychosocial aspects, the first scope
of study approachedthe Type A Behavior Pattern (TABP), formed
by: formal components,motivational emotional, cognitive and open
behavioural aspects. At the moment, it is considered that the emotional
component of the TABP, particularly the complex anger-hostility,
seems the variable most important to detect to the subjects prone to
undergo cardiovascular diseases.At this moment the efforts of the
investigators were directed in a double objective. On the one hand,
to verify the existing relationbetween the hostility and the
cardiovascular disease, and, on the other hand, to show to the
association between the hostility and thepsychophysiological
cardiovascular reactivity. In the plane of the conceptual and theoretical
dimension, it is necessary to establish what component of the
hostility, or what interaction between hostility and some other varia-
ble, has the greater predictive capacity on he risk of cardiovascular
disease. In the plane of the psichophysiological dimension, it is
necessary to unify the procedures of psychophysiological recording,
in the referred to a) the parameters selected for the studies, b) the
methodology of measurement, c) the consideration of the duration of
the answer, and not only the intensity of the same one.

Key words: Hostility, psychophysiological reactivity cardiovascular


health  

Suma Psicológica, Vol. 14 N°1: 23-50, marzo 2007, Bogotá (Col.)


Hostilidad, psicofisiología y salud cardiovascular 25

ANTECEDENTES buscar otros factores de riesgo más


allá de los denominados “clásicos”.

L
os trastornos cardiovasculares
representan una de las princi- La investigación ha tomado un
pales causas de enfermedad y rumbo más amplio, considerando la
mortalidad en los países indus- etiología de la enfermedad coronaria
trializados. A modo de ejemplo, hace como algo complejo y multifactorial,
tan sólo dos décadas, los datos sobre que implica aspectos genéticos, fisio-
prevalencia y mortalidad causadas por lógicos, químicos, nutricionales, am-
esta enfermedad en Estados Unidos re- bientales y psicosociales. Dentro de los
sultaban alarmantes. Concretamen- aspectos psicosociales, los primeros
te, el número de personas afectadas intentos se centraron en el estudio del
por algún tipo de enfermedad del sis- modo en que los sujetos que padecían
tema cardiovascular superaba los 29 trastornos coronarios se enfrentaban
millones de casos, de los cuales más a las distintas situaciones. Es decir,
de un millón (cerca del 3,5%) tenían se estudió la posibilidad de que algu-
la muerte como desenlace (Daviglus, na forma particular de conducta pu-
Liu, Greenland & Dyer, 1998). diese tener una cierta relevancia a
Durante las últimas décadas, la la hora de entender el porqué de los
elevada prevalencia y tasa de morta- problemas cardiovasculares. Así, los
lidad causadas por los trastornos pioneros trabajos de Rosenman &
cardiovasculares ha llevado al progre- Friedman ponen de relieve el proba-
so en la búsqueda e identificación de ble papel que juegan ciertas conduc-
los factores de riesgo para el padeci- tas y rasgos de personalidad a la hora
miento de este tipo de trastornos, de entender la predisposición al
hallándose como factores más impor- padecimiento de trastornos cardiovas-
culares (Friedman & Rosenman,
tantes la edad, el sexo, el colesterol,
1959; Rosenman & Friedman, 1961).
la hipertensión, el consumo de taba-
A partir de la observación clínica de
co, y la obesidad. Sin embargo, a pe-
sus pacientes afectados por cardiopa-
sar de que la relación entre los
tía isquémica, acuñaron el concepto
anteriores factores de riesgo (común-
Patrón de Conducta Tipo A (PCTA), en
mente llamados factores “clásicos” de
el que se incluían todas aquellas con-
riesgo) y los trastornos cardiovas-
ductas y rasgos de personalidad que
culares ha sido establecida, dichos
encontraron de forma repetida en sus
factores, tanto si se les considera de
pacientes. Estos autores definieron
forma independiente, como si se les
dicho patrón como
considera de forma conjunta o
interrelacionada, no explican más del “...un complejo de acción-emoción, que
50% de la varianza en la predicción puede ser observado en cualquier per-
del riesgo a padecer alguna enferme- sona que se encuentra agresivamen-
dad cardiovascular, con lo cual la tesi- te implicada en un crónico e incesante
tura parece clara: es imprescindible conflicto para conseguir más y más en

Suma Psicológica, Vol. 14 N° 1: 23-50, marzo 2007, Bogotá (Col.)


26 Francesc Palmero, José Luis Díez, José Luis Diago, Juan Moreno, Luis Oblitas

el menor tiempo posible, y, si fuera nando como detonante que precipite


necesario, en contra de los esfuerzos eventos clínicos en pacientes con una
opositores de otras cosas o personas” arterosclerosis coronaria ya desarro-
(Rosenman, 1996, p. 91). llada, pudiendo encontrarse en la base
de cualquiera de dichas posibilidades,
Lo que caracteriza a este patrón de
tanto un incremento excesivo en la
conducta como elemento perjudicial
liberación de catecolaminas, que me-
para la salud de las personas que lo
dian la agregación plaquetaria, la for-
manifiestan es el peculiar estilo de
mación de trombos y la producción de
afrontamiento, basado en un uso abu-
arritmias cardiacas, como la produc-
sivo de estrategias activas, acompa-
ción de cambios hemodinámicos de
ñadas con respuestas emocionales de
relevancia, tales como el incremento
hostilidad y apresuramiento.
de la resistencia vascular periférica,
Así, el PCTA está configurado por:
de la presión sanguínea y/o de la tasa
componentes formales —voz alta, habla
cardíaca, aspectos éstos que pueden
rápida, excesiva actividad psicomotora,
tensión de la musculatura facial, ex- producir isquemia, coágulos o arrit-
cesiva gesticulación y otros manie- mias cardíacas (Rosenman, Brand,
rismos típicos—; actitudes y emociones Jenkins, Friedman, Strauss & Wurm,
—hostilidad, impaciencia, ira y 1975; Haynes, Feinleib & Kannel,
agresividad—; aspectos motivacionales 1980).
—motivación de logro, competitividad, Tras un período de auge, al menos
orientación al éxito, afán de supera- aparente, en el que parecían cumplir-
ción y ambición—; conductas abiertas se todas las predicciones hipotetizadas
o manifiestas —urgencia de tiempo, por los investigadores respecto al
prisa, rapidez, hiperactividad e impli- PCTA, y cuando la comunidad cientí-
cación en el trabajo—; aspectos fica comenzaba a asumir la relación
cognitivos —necesidad de control am- entre PCTA y trastornos cardiovas-
biental y estilo atribucional caracte- culares, también empiezan a surgir
rístico— (Friedman & Rosenman, resultados en los que se cuestionaba
1974). En definitiva, los resultados ob- dicha relación (Myrtek, 1995).
tenidos en múltiples investigaciones Son variadas, pero consistentes,
permitieron vislumbrar la posibilidad las causas a las que se ha atribuido el
de que este patrón conductual no sólo hallazgo de resultados contradictorios.
estuviese asociado con la cardiopatía En primer lugar, una posible expli-
isquémica, sino que incluso pudiera cación de dichos resultados puede ra-
ser considerado como un factor inde- dicar en las inconsistencias en cuanto
pendiente de riesgo para esta enfer- al tipo de instrumento de medida uti-
medad. El PCTA puede ejercer su papel lizado para evaluar el PCTA. Concre-
en la etiología y curso de la enferme- tamente, ha habido diversos
dad, bien actuando directamente en procedimientos, debiendo destacar los
el proceso aterogénico, bien funcio- siguientes: la Entrevista Estructurada,

Suma Psicológica, Vol. 14 N°1: 23-50, marzo 2007, Bogotá (Col.)


Hostilidad, psicofisiología y salud cardiovascular 27

el Inventario de Actividad de Jenkins reducido número de trabajos reali-


(JAS), la Escala Bortner, la Escala zados con muestras formadas por
Framingham, la Escala Thurstone, mujeres.
entre otras. El uso de técnicas tan dis- En tercer lugar, se ha argumenta-
pares en la evaluación del PCTA pue- do también, como explicación a las
de haber influido en esos resultados inconsistencias y contradicciones en
contradictorios. A esto hay que aña- la relación entre PCTA y trastornos
dir la falta de un criterio unánime a cardiovasculares, el hecho de que
la hora de aplicar instrumentos de aquél sea considerado como un
evaluación tales como la Entrevista constructo multidimensional. Es esta
Estructurada, en la que, no sólo se naturaleza multidimensional la que
evalúa el contenido de las respuestas puede conducir a inconsistencias a la
del sujeto, sino la forma de interacción hora de constatar su relación con los
entre el sujeto evaluado y el entrevis- trastornos cardiovasculares. Así, por
tador, que depende en gran medida del una parte, la elevada puntuación de
“estilo” del entrevistador al llevar a un individuo en cualquiera de los com-
cabo la entrevista. La entrevista ponentes o atributos del PCTA puede
estructurada (ES) —que ha sido el hacer que ese sujeto sea clasificado
principal instrumento para medir el como Tipo A; sin embargo, por otra
PCTA—, presentaba un muy bajo ín- parte, la elevada puntuación de un
dice de fiabilidad, ya que daba lugar a individuo en otro de los componentes
un bajo acuerdo entre jueces. El In- del PCTA también permite que dicho
ventario de Actividad de Jenkins individuo sea considerado como suje-
(JAS), desarrollado a partir de la ES to Tipo A. Cabe la posibilidad, harto
para subsanar los inconvenientes de probable, de que los dos individuos que
ésta, también fue cuestionado, pre- han sido considerados como Tipo A ten-
cisamente por la falta de coherencia con gan muy pocas cosas en común (salvo
las clasificaciones realizadas con la ES. la de la categorización de ambos como
En segundo lugar, debemos apun- Tipo A). Es decir, no está demostrado
tar el inadecuado tamaño y composi- que todos los atributos o componentes
ción de las muestras estudiadas en englobados dentro de este constructo
algunas investigaciones, puesto que, impliquen del mismo modo un patrón
aunque se hayan realizado estudios de predisposición a la enfermedad
con muestras suficientemente repre- coronaria. Puesto que las medidas
sentativas, muchos de los trabajos se existentes del constructo no explican
han llevado a cabo con muestras que qué diferentes aspectos del PCTA es-
no alcanzaban los 150 individuos. Ade- tán relacionados (o no) con las diferen-
más, gran parte de los estudios se han tes enfermedades cardiovasculares, y
realizado con muestras compuestas dado que algunos de los cuestionarios
casi exclusivamente por individuos de de autoinforme desarrollados con el fin
sexo masculino, existiendo tan sólo un de evaluar el PCTA parecen medir

Suma Psicológica, Vol. 14 N° 1: 23-50, marzo 2007, Bogotá (Col.)


28 Francesc Palmero, José Luis Díez, José Luis Diago, Juan Moreno, Luis Oblitas

principalmente actitudes y no conduc- plantea que las intensas emociones


tas, no es extraño que aparezcan negativas, precipitadas por las moles-
distorsiones en la medición de algu- tias habituales o eventos de la vida
nos de los más importantes componen- cotidiana, pueden afectar nuestra sa-
tes del PCTA, como son las conductas lud, incluso nuestra propia supervi-
observables. Como indicaba el propio vencia. Además, a las emociones
Rosenman (1996), el PCTA es un cabría añadir todas las cogniciones
constructo multidimensional que re- ante dichas situaciones o molestias,
presenta una manifestación del modo que estarían estrechamente unidas a
mediante el que las personas Tipo A las citadas emociones negativas.
perciben el mundo y a sí mismos. En- Cuando las variables implicadas eran
tre las principales características que bien controladas, se podía apreciar
se asocian con el PCTA están la agre- una asociación bastante evidente en-
sión, la competitividad, el apresura- tre el componente emocional del PCTA
miento y la hostilidad. La existencia con la incidencia del infarto de
de diferentes componentes dentro de miocardio (Jenkins, Rosenman &
un mismo constructo ha dificultado Friedman, 1966), así como con la in-
considerablemente su asociación con cidencia de cardiopatías isquémicas
la enfermedad cardiovascular. (Hecker, Chesney, Black & Frautschi,
En última instancia, esta situa- 1988; Matthews, Glass, Rosenman &
ción llevó a cuestionar la equivalen- Bortner, 1977).
cia entre el PCTA y el patrón de Este es el panorama que encontra-
predisposición a la enfermedad mos a lo largo de las dos últimas déca-
coronaria, siendo éste último el que das cuando se trata de establecer la
se relaciona con el padecimiento de relevancia de las variables psicoló-
enfermedades cardiovasculares. Así, gicas en las enfermedades cardiovas-
el interés científico comenzó a culares. El factor “no-físico” que se
focalizarse, de modo selectivo, en los erigía como potencial elemento de
distintos subcomponentes del PCTA, riesgo era el complejo ira-hostilidad.
para delimitar cuál de ellos era el ver-
dadero predictor de los trastornos EL COMPONENTE EMOCIONAL
cardiovasculares.
Hemos visto que, de las distintas crí-
El núcleo más amplio de la inves-
ticas formuladas al PCTA, la más
tigación intentó afinar más en la bús- impactante fue la de su consideración
queda de las características del PCTA como constructo multidimensional.
que incrementan la probabilidad de Esta importante cuestión ha dado lu-
padecer enfermedades cardiovas- gar a que se inicie la localización del
culares. Así, el punto de mira de los componente tóxico en el constructo
investigadores se centró en un con- Tipo A, si es que existe algún factor
cepto de remotas y profundas raíces capaz de predecir la aparición de pos-
en el ámbito de la psicología: aquel que teriores trastornos cardiovasculares.

Suma Psicológica, Vol. 14 N°1: 23-50, marzo 2007, Bogotá (Col.)


Hostilidad, psicofisiología y salud cardiovascular 29

Actualmente, se considera que el En efecto, a raíz de las críticas ver-


componente emocional del PCTA, par- tidas sobre el PCTA, y una vez éste fue
ticularmente el complejo ira-hostili- descartado como indicador de una
dad, parece la variable más importante mayor probabilidad de padecer un tras-
para detectar a los sujetos propensos torno cardiovascular, en distintos tra-
a sufrir trastornos cardiovasculares. bajos se pudo constatar que el estudio
Para medir este componente, el de la predisposición o propensión a los
instrumento más utilizado ha sido el trastornos cardiovasculares podía se-
Inventario de Hostilidad de Cook & guir siendo viable si se consideraba
Medley (Ho), siguiendo en frecuencia que el complejo ira-hostilidad era ese
de uso el Inventario de Hostilidad de factor tóxico capaz de incrementar el
Buss y Durkee (BDHI) y el Factor S de riesgo de ocurrencia de la enferme-
la Escala de Actividad de Jenkins1. De dad cardiovascular (Williams, Barefoot,
hecho, el Factor S correlaciona posi- Haney, Lee, Kong, Blumenthal &
tiva y significativamente con la me- Whalen, 1980; Barefoot, Dahlstrom &
dida de la hostilidad obtenida Williams, 1983; Shekelle, Gale, Ostfel
mediante otros instrumentos. & Paul, 1983; MacDougall, Dembroski,
Es decir, parecía que algunos com- Dimsdale & Hackett, 1985; Hecker
ponentes del PCTA sí que poseen cier- et al., 1988; Dembroski, MacDougall,
ta relevancia para el estudio de los Costa & Grandits, 1989; King, 1997;
trastornos cardiovasculares, mientras Rosenman & Palmero, 1998;
que los otros componentes parecen no Gallacher, Sweetnam, Yarnell, Elwood
tener ninguna vinculación clara con & Stansfeld, 2003).
este tipo de trastornos, incluso podrían
desempeñar alguna suerte de papel EL COMPLEJO IRA-HOSTILIDAD
protector de la salud del individuo
(Palmero, Codina & Rosel, 1993). Parece muy difícil ignorar la co-
nexión existente entre la ira y la hos-
tilidad. Dicha conexión posee
1
No parece descabellada esta posibilidad, si asu- connotaciónes de retroactividad posi-
mimos que el PCTA permitió en múltiples tra- tiva, de tal suerte que la ira es una
bajos predecir con bastante éxito la ocurrencia
variable que incrementa la probabili-
de trastornos cardiovasculares. Probablemen-
te, la divergencia de resultados se deba a que dad de que aparezca la hostilidad, y la
los individuos fueron categorizados como Tipo hostilidad incrementa la probabilidad
A mediante distintos criterios, entre ellos las
distintas subescalas que conforman el Jenkins de que se desencadene la ira. La figu-
Activity Survey (JAS), de tal suerte que —se ra 1 ilustra el proceso de la emoción
podría pensar— cuando el criterio utilizado fue
la escala S del JAS, el PCTA mostraba una de ira, en el que se encuentran in-
aceptable capacidad predictiva, mientras que, sertas la dimensión subjetiva o sen-
cuando se utilizaba cualesquiera otros facto-
timiento de ira y la dimensión
res o escalas del JAS, el constructo PCTA no
parecía un procedimiento apropiado para de- cognitiva o actitud de hostilidad, así
tectar el riesgo de enfermedad cardiovascular. como la repercusión de ambas varia-

Suma Psicológica, Vol. 14 N° 1: 23-50, marzo 2007, Bogotá (Col.)


30 Francesc Palmero, José Luis Díez, José Luis Diago, Juan Moreno, Luis Oblitas

bles sobre las distintas formas de res- estilo atribucional basado en la cog-
puesta. (Véase figura 1). nición de amenaza y en la presunción
Por lo que respecta a la hostilidad, de malevolencia por parte de los de-
es considerada como una variable más. Existe también otro tipo de defi-
compleja y de difícil conceptualización, niciones de la hostilidad, estando
de la que carecemos de una definición éstas basadas en la perspectiva
comprensiva. La hostilidad se podría multidimensional. Este tipo de defini-
definir como una actitud negativa ciones diferencia entre las tres for-
hacia los demás y hacia la misma mas de posibles manifestaciones que
naturaleza humana, que consiste en se hallarían incluidas en el concepto
su enemistad, denigración y rencor. de hostilidad: cognitivas, afectivo-
En general, la hostilidad implica la emocionales y conductuales. El com-
devaluación de los motivos y valores ponente cognitivo consiste en las
de los demás, y la expectativa de que creencias negativas sobre los demás;
la gente es fuente de malas obras; estas creencias producen tendencias
implica también el deseo de oponerse atribucionales que hacen más fácil
a los demás, en cuanto a aspectos de interpretar la conducta de los demás
relación, o incluso el deseo de causar- como amenazadora u opositora. El
les daño. Se trata de una actitud muy componente afectivo-emocional inclu-
dependiente de los aprendizajes socia- ye algunos estados emocionales como
les, que presupone la existencia de un la ira, el enfado, el resentimiento, el

FILTRO  ESTÍMULO
DISPOSICIONES
BIOLÓGICAS
JUICIOS Y PERCEPCIÓN
CREENCIAS PREVIAS CONSCIENTE
ESTADO AFECTIVO
ACTUAL

EVALUACIÓN/
VALORACIÓN
CONSCIENTES

OREXIS RESPUESTA
EXPERIENCIA RESPUESTA
(CONDUCTA DE COGNITIVA
SUBJETIVA (IRA) FISIOLÓGICA
AGRESIÓN) (HOSTILIDAD)

AJUSTES
REPRESIÓN CORPORALES
EMOCIONAL
CONDUCTA EXPRESIÓN SECRECIÓN
CONTROL NO CONTROLADA
INTENCIONAL HORMONAL
EMOCIONAL

RESPUESTA RESPUESTA
FISIOLÓGICA FISIOLÓGICA
MODERADA INTENSA
SOSTENIDA VARIABLE
DURADERA BREVE

FIGURA 1. El proceso de la ira y la hostilidad

Suma Psicológica, Vol. 14 N°1: 23-50, marzo 2007, Bogotá (Col.)


Hostilidad, psicofisiología y salud cardiovascular 31

disgusto y el desprecio. El componen- sen a sus niveles basales, justo


te conductual incluye la agresión, ex- cuando el estímulo estresor ha des-
presada de forma física y/o verbal, o aparecido.
de otros modos más sutiles y social- Por lo que respecta a la ira, es con-
mente aceptados. siderada como una emoción
Lo que tratamos de decir es que la displacentera que consiste en senti-
hostilidad es el resultado de las in- mientos que varían en intensidad des-
fluencias que puede haber recibido un de la irritación al enfado, furia o rabia.
individuo por parte de su medio am- Dichos sentimientos constituyen el
biente a lo largo de su vida, ya que el componente subjetivo o experiencial
factor genético parece tener una im- de la emoción de ira, y van acompa-
plicación muy reducida. Los sujetos ñados de forma característica por in-
que muestran hostilidad se caracte- crementos en la activación del
rizan por esperar lo peor de los demás, sistema nervioso simpático y del sis-
y se encuentran siempre a la defen- tema endocrino, tensión en la mus-
siva, creando ambientes en los que culatura esqueletal, expresiones
predomina la competitividad y la ten- faciales características, patrones an-
sión. Estos sujetos perciben el am- tagonistas de pensamiento y, a la vez,
biente como una lucha incesante y tendencias a comportarse de forma
competitiva para lograr el objetivo que agresiva. Este complejo emocional re-
pretenden; para ello, permanecen sulta más fácilmente elicitado por as-
constantemente alerta, pues temen pectos de relación; es decir, por
que su “enemigo” lleve a cabo conduc- situaciones interpersonales y socia-
tas malintencionadas con el fin de les. Por otra parte, al hablar de ira, cabe
impedirles que consigan su propósito. diferenciar entre su experiencia y su
Esta tensa situación deriva, lógica- expresión. La experiencia de la ira
mente, en sentimientos de ira en variará en intensidad, frecuencia y
numerosas ocasiones. Por otra parte, duración. La expresión de la ira no es
el hecho de que estas personas se más que una respuesta transaccional
encuentren en un estado de a las amenazas del medio, que sirve
hipervigilancia constante contribuye para regular el displacer emocional
a que tengan mayor predisposición a experimentado.
padecer una enfermedad cardio- El signo expresivo más significati-
vascular, ya que la activación de sus vo de la ira son los gestos faciales,
mecanismos de defensa para afrontar mientras que cognitivamente son
la situación —o estímulo estresor— muy frecuentes los pensamientos con-
perdura en el tiempo, cuando lo óp- tradictorios y contrapuestos (Palmero,
timo sería que se activasen en un Espinosa & Breva, 1995). En este or-
momento determinado y concreto den de cosas, hace unos años, Johnson
—el momento en el que se produce el (1990) proponía la existencia de tres
estrés— e inmediatamente retorna- estilos de afrontamiento ante un es-

Suma Psicológica, Vol. 14 N° 1: 23-50, marzo 2007, Bogotá (Col.)


32 Francesc Palmero, José Luis Díez, José Luis Diago, Juan Moreno, Luis Oblitas

tímulo estresor que produce ira, con agresión (Johnson, 1990). Por tanto,
el fin de disminuir dicha sensación no resulta casual que, con mucha fre-
displacentera: (1) estilo de supresión de cuencia, las investigaciones estuvie-
la ira (anger-in), caracterizado por el sen orientadas hacia la búsqueda de
hecho de que el sujeto afronta la si- la posible relación entre los trastor-
tuación inhibiendo la manifestación nos cardiovasculares y la ira, y más
abierta de la ira; prefiere reprimirla, concretamente con la supresión y/o
a pesar de sentir una intensa sensa- expresión de la misma (Palmero et al.,
ción de enfado, antes que expresarla 1995; Rutledge, Reis, Olson, Owens,
verbal o físicamente. (2) Estilo de ex- Kelsey, Pepine, Reichek, Rogers,
presión de la ira (anger-out), mediante Merz, Sopko, Cornell & Matthews,
el cual la persona tiende a expresar 2001). Sin embargo, siendo relevante
abiertamente su ira, manifestando la ira, parecía conveniente conside-
conductas airadas hacia sujetos u ob- rar también como variable notable la
jetos, tanto verbal como físicamente, hostilidad. La ira, como emoción que
pero sin intención de realizar ningún es, resulta temporalmente muy bre-
daño o perjuicio hacia la otra perso- ve, transitoria e inestable, por lo cual
resulta comprensible y necesario con-
na. Sin embargo, no podemos dejar de
siderar el componente cognitivo del
señalar que en numerosas ocasiones
complejo ira-hostilidad, ya que es más
estos episodios abiertos de ira dejan
estable, duradero y fácil de apresar en
paso a conductas de agresión por par-
las investigaciones (Siegman, 1994;
te del sujeto que sí denotan claras in-
Dembroski et al., 1989; Steptoe &
tenciones de dañar a la otra persona.
Whitehead, 2005). Además, como su-
(3) Estilo de control de la ira (anger-con-
geríamos anteriormente, la hostilidad
trol), mediante el que la persona in-
parece un elemento crucial para la
tenta canalizar toda la energía
ocurrencia de la ira, ya que disminu-
provocada por sus sentimientos de en-
ye los umbrales de disparo de esta
fado e ira, y proyectarla a otros fines
emoción: una persona hostil posee
más constructivos que la conducta una mayor predisposición o proclivi-
agresiva hacia el agente estresor, in- dad a estallar en un intenso arrebato
tentando llegar a una resolución po- de ira. Así pues, la consideración de
sitiva del problema que ha provocado la hostilidad parecía facilitar la tarea
dicha emoción displacentera. Ésta de localizar la eventual relación exis-
sería la alternativa más adecuada para tente entre procesos emocionales y
reducir la probabilidad de riesgo de enfermedades cardiovasculares
enfermedades cardiovasculares. (Palmero et al., 1995).
En el complejo ira-hostilidad, la ira A partir de este momento los es-
es considerada, en principio, como el fuerzos de los investigadores se cen-
componente esencial, ya que en mu- traron en un doble objetivo. Por una
chas ocasiones lleva a la hostilidad y, parte, verificar la relación existente
eventualmente, puede dar lugar a la entre la hostilidad y la enfermedad

Suma Psicológica, Vol. 14 N°1: 23-50, marzo 2007, Bogotá (Col.)


Hostilidad, psicofisiología y salud cardiovascular 33

cardiovascular, y, por otra parte, mos- Williams, Kuhn, Zimmerman &


trar la asociación entre la hostilidad Schanbers, 1991; Williams et al.,
y la reactividad psicofisiológica 1980; MacDougall, Dembroski &
cardiovascular. Krantz, 1981; Davis, Matthews &
En lo que se refiere a la relación McGrath, 2000; Kamarck & L.
entre la hostilidad y la enfermedad ovallo, 2003).
cardiovascular, algunos trabajos po- En ambos objetivos se intentaba
nen de relieve la posibilidad de que establecer la vinculación del compo-
la hostilidad sea el único componen- nente emocional con el riesgo de en-
te relacionado con el desarrollo, fermedad cardiovascular. Para ello, se
mantenimiento y progresión de las utilizó todo el arsenal tecnológico que
alteraciones cardiovasculares, ha- permitiera reforzar la objetividad de
ciendo pensar que dicha variable es los resultados obtenidos, posibilitan-
un factor independiente de riesgo do su verificación y replicación.
(Rosenman & Chesney, 1980; La metodología psicofisiológica,
Dembrosky & MacDougall, 1983; junto con todo el conglomerado de téc-
Williams, Barefoot & Shekelle, 1985; nicas y procedimientos, representaba
Sloan, Bagiella, Shapiro, Kuhl, la aproximación apropiada para esta-
Chernikhova, Berg & Myers, 2001; blecer la eventual vinculación exis-
Llabre, Spitzer, Siegel, Saab & tente entre variables psicológicas
Schneiderman, 2004). A estos traba- (particularmente las referidas a pro-
jos previos cabe añadir los estudios cesos emcionales) y el potencial ries-
longitudinales realizados, en los que go de enfermedad cardiovascular. Se
se confirma la probable capacidad hacía necesario demostrar el vínculo
predictiva de la hostilidad en la enfer- de unión entre una variable psico-
medad de infarto de miocardio lógica y una variable biológica. Di-
(Barefoot et al., 1983; Powell & cho vínculo se localizó en el
Thoresen, 1985, Hecker et al., 1988; funcionamiento psicofisiológico,
Eaker, Sullivan, Kelly-Hayes, particularmente en la reactividad
D’Agostino & Benjamin, 2004). cardiovascular. Esta relación entre los
Por lo que respecta a la relación factores psicosociales y la enfermedad
entre la hostilidad y la reactividad cardiovascular ha recibido el nombre
cardiovascular, los resultados obteni- genérico de “Hipótesis de la reactividad
dos mostraron una tendencia general- cardiovascular”, pudiendo comprobar
mente aceptable. Los estudios que existen múltiples trabajos
realizados en el ámbito del laborato- prospectivos que sustentan dicha hi-
rio ponían de relieve que, cuando se pótesis (Keys & Taylor, 1971; Schiffer,
emplean las tareas adecuadas, se ob- Hartley, Schulman & Abelmann, 1976;
serva una asociación entre la hostili- Manuck, Olsson, Hjemdahl &
dad y la reactividad cardiovascular Renhqvist, 1992; Steptoe, Cropley &
(Suárez & Williams, 1989; Suárez, Joekes, 2000).

Suma Psicológica, Vol. 14 N° 1: 23-50, marzo 2007, Bogotá (Col.)


34 Francesc Palmero, José Luis Díez, José Luis Diago, Juan Moreno, Luis Oblitas

EL APOYO PSICOFISIOLÓGICO cados en la formación de ésta, a sa-


ber: el factor mecánico y el factor quí-
El problema con el que sistemá-
mico. El factor mecánico tiene su
ticamente se encontraba la orienta-
efecto en las bifurcaciones y curvas
ción psicosomática consiste en la
de las arterias coronarias, en las cua-
demostración del vínculo de unión
les el flujo sanguíneo provoca turbu-
entre una variable psicológica, con
lencias que facilitan la lesión del
características subjetivas e intan-
endotelio y consiguientemente la fi-
gibles, y una disfunción, trastorno o
jación de la placa de ateroma. El me-
enfermedad, con características físi-
canismo químico actúa
cas, tangibles y observables. Si cupie-
principalmente a través de las
se la posibilidad de establecer
lipoproteínas; las placas que se crean
empíricamente que la ansiedad, o la
sobre las paredes arteriales están for-
ira, o cualquier otra emoción o varia-
madas por cristales de colesterol, que
ble psicológica en general, producen
proceden de las lipoproteínas. Ambos
un efecto concreto sobre una variable
mecanismos se encuentran seria-
fisiológica, o biológica en general, es-
mente influenciados por los factores
taríamos en disposición de sostener
y variables psicoso-ciales, especial-
que dicha variable psicológica es un
mente por las respuestas que ofrece
factor notable, y probablemente inde-
el organismo cuando se enfrenta a las
pendiente, referido al riesgo de sufrir
distintas situaciones de estrés o cuan-
algún trastorno en particular.
do experimenta intensos procesos
Pues bien, a modo de ejemplo, a
emocionales. En estas situaciones, se
partir de los resultados obtenidos en
produce un incremento de la tasa
distintas investigaciones, en la actua-
cardiaca y de la presión arterial, pro-
lidad se ha podido confirmar la rela-
vocando un incremento del flujo san-
ción existente entre los factores
guíneo y un aumento de las
psicosociales y la formación de la pla-
turbulencias. Asimismo, se produce
ca de ateroma, circunstancia ésta que
una importante movilización de
constituye la lesión básica que se pro-
lípidos, que es superior a los requisi-
duce en la enfermedad cardiovascular
tos metabólicos del organismo, y que
(EC) (Kaplan, Manuck, Clarkson,
facilita la agregación plaquetaria a las
Lusso, Taub & Miller, 1983; Manuck,
paredes arteriales y al tejido del cora-
Kaplan & Clarkson, 1983; Manuck,
zón. El sencillo modelo teórico que ex-
Kaplan & Matthews, 1986; Manuck,
plica dicha conexión queda reflejado
Kaplan, Adams & Clarkson, 1989;
en la figura 2.
Kaplan, Manuck, Adams, Weingand &
No obstante, la verificación em-
Clarkson, 1987). La relación entre los
pírica de la formulación teórica no
factores psicosociales y la formación
siempre se producía. En efecto, la aso-
de la placa de ateroma se puede expli-
ciación entre hostilidad y enfermeda-
car a partir de los mecanismos impli-
des cardiovasculares mediante el

Suma Psicológica, Vol. 14 N°1: 23-50, marzo 2007, Bogotá (Col.)


Hostilidad, psicofisiología y salud cardiovascular 35

IRA

ACTITUD HOSTIL

EPISODIOS DE DEMANDA
HÍPERVIGILANCIA CARDIOVASCULAR Y
NEUROENDOCRINA

REACTIVIDAD
PSICOFISIOLÓGICA

RIESGO DE
ENFERMEDAD
CARDIOVASCULAR

FIGURA 2. Modelo de la reactividad psicofisiológica

mecanismo de unión localizado en el De igual manera aparecen trabajos


funcionamiento psicofisiológico que no encuentran una vinculación
cardiovascular, reactividad psicofisio- entre la hostilidad y la reactividad
lógica cardiovascular, parecía mos- cardiovascular en diferentes estudios
trarse esquiva. Aunque en algunos de laboratorio (Smith & Allred, 1989;
estudios se confirmaba la existencia Carroll, Davey, Sheffield, Shipley &
de una asociación entre la hostilidad Marmot, 1997; Landeta, Barrenetxea,
y la enfermedad cardiovascular, el op- Corral & Otero, 1998). A estas
timismo inicial comenzó a decaer con inconsistencias hay que añadir que,
la aparición de las primeras en otro grupo de trabajos, la relación
inconsistencias. Nuevos estudios
entre hostilidad y reactividad viene
prospectivos encuentran dificultades
condicionada por el tipo de situación
a la hora de establecer la relación
de laboratorio diseñada o por la medi-
entre la hostilidad y las alteraciones
da de hostilidad empleada (Suárez &
cardiovasculares (Hällstrom,
Williams, 1990; Siegman, Anderson,
Lapidus, Bengtsson & Edstrom, 1986;
Herbst, Boyle & Wilkinson, 1992;
McCraine, Watkins, Brandsma &
Sisson, 1986; Leon, Finn, Murray & Allen, Stoney, Omens & Matthews,
Bayley, 1988; Hearn, Murray & 1993; Lawler, Harralson, Armstead &
Lupker, 1989; Maruta, Hamburgen, Schmied, 1993; Suárez, Harlan,
Jenkins, Offord, Colligan, Frye & Peoples & Williams, 1993; Suls & Wan,
Malinchoc, 1993; Fitzmaurice, 1993; Siegman, 1994; Shapiro,
Kubzansky, Rimm & Kawachi, 2003). Goldstein & Jammer, 1995).

Suma Psicológica, Vol. 14 N° 1: 23-50, marzo 2007, Bogotá (Col.)


36 Francesc Palmero, José Luis Díez, José Luis Diago, Juan Moreno, Luis Oblitas

Se propuso la existencia de diver- nuevamente, de las críticas, las cua-


sos factores que podrían estar entor- les versaban principalmente sobre las
peciendo la apreciación de la características de las manipulaciones
asociación entre hostilidad y enferme- metodológicas y, de nuevo, sobre la
dades cardiovasculares. En primer lu- multidimensionalidad del concepto.
gar, aparecen resultados dudosos que En función de esta última crítica
pueden deberse a diferentes métodos de reseñada, algunos autores considera-
muestreo y a la distinta duración del ron que le podría estar sucediendo al
tratamiento. En segundo lugar, se en- complejo ira-hostilidad lo mismo que
cuentran resultados contradictorios había sucedido con el patrón acuñado
que pueden estar producidos por dife- por Friedman & Rosenman, a saber,
rencias en las muestras estudiadas que la multidimensionalidad del
y por los métodos estadísticos utili- constructo suponía que algunas de sus
zados. En tercer lugar, pueden encon- dimensiones estuvieran relacionadas
trarse resultados significativamente con las EC, y otras, en cambio, fueran
diferentes debidos a la incorrecta com- neutras o incluso disminuyeran el
paración de resultados procedentes de riesgo a padecer dicha enfermedad. De
estudios metodológicamente distintos nuevo, aparecía la controversia, im-
—estudios retrospectivos, prospectivos, pulsando a los investigadores a locali-
de control de casos y transversales—, zar, de forma más nítida, el eventual
así como por la utilización de medidas papel de la hostilidad en el riesgo de
obsevacionales y de autoinforme. En sufrir trastornos cardiovasculares.
cuarto lugar, el procedimiento segui-
do para admitir a los sujetos en un SITUACIÓN ACTUAL
estudio también puede sesgar los re-
sultados, ya que pueden incluirse en La aparición de resultados contradic-
la muestra sujetos voluntarios y de torios está abriendo el abanico de po-
alto riesgo. En quinto lugar, la hostili- sibilidades en la planificación de
dad puede estar ligada a factores de nuevas investigaciones. Aunque son
riesgo para la salud en general que muchas las iniciativas que se están
pueden relacionarla indirectamente llevando a cabo en los últimos años,
con la enfermedad coronaria. Todos estimamos que algunos aspectos ten-
estos problemas que suscita la inves- drían que ser considerados y contro-
tigación de la relación existente entre lados, pues su propia relevancia hace
la hostilidad y la enfermedad de ellos piedras angulares en la loca-
cardiovascular derivan en una escasa lización de las variables psicológicas
frecuencia de asociaciones significa- que pueden jugar un papel destacado
tivas entre ambas (Rosenman & en la predicción de ocurrencia de la en-
Palmero, 1998; Strike & Steptoe, 2005). fermedad cardiovascular. Uno de es-
En última instancia, dichas incon- tos aspectos se refiere al propio
gruencias provocaron la aparición, concepto de la hostilidad, y el otro tie-

Suma Psicológica, Vol. 14 N°1: 23-50, marzo 2007, Bogotá (Col.)


Hostilidad, psicofisiología y salud cardiovascular 37

ne que ver con la fundamentación ta, obtenida a partir del Inventario de


metodológica de los procedimientos hostilidad (Ho) de Cook & Medley
psicofisiológicos llevados a cabo en las (1954), principal instrumento utiliza-
investigaciones. La relevancia de do para medir la hostilidad. El Ho cons-
estos dos aspectos no es un tema ta de siete subescalas: cinismo,
menor. Así, por una parte, si conside- sentimiento hostil, respuestas agresivas,
ramos que la hostilidad es —o puede atribución hostil, evitación social y otros.
llegar a ser— un factor de riesgo en la La escala de hostilidad compuesta es-
enfermedad cardiovascular, es nece- taría conformada por las subescalas de
sario que todos los investigadores con- cinismo, sentimiento hostil y respuestas
templen la misma acepción del agresivas. La hostilidad compuesta
concepto, utilicen los mismos instru- parece recoger la dimensión más
mentos para medir el concepto, y tra- cognitiva del inventario (Larson &
ten de controlar las distintas variables Langer, 1997; Boyle, Williams, Mark,
que pueden estar interfiriendo en la Brummett, Siegler, Helms & Barefoot,
medición de dicho concepto. Pero, ade- 2004). Por otra parte, más reciente-
más, por otra parte, es necesario ho- mente, Helmers & Krantz (1996) pro-
mogeneizar los criterios utilizados ponen la posibilidad de que la
para interpretar correctamente los hostilidad, en interacción con otras
resultados obtenidos con procedimien- variables, podría ser un mejor
tos psicofisiológicos, ya que, si acep- predictor de la reactividad cardio-
tamos la hipótesis de la reactividad vascular que la hostilidad por sí sola.
psicofisiológica como el mecanismo de Concretamente, la interacción de la
unión entre variables psicológicas y hostilidad y la defensividad, entendi-
trastornos biológicos, “es preciso medir da ésta última como la tendencia a
con las mismas unidades de medida”, reprimir aspectos de uno mismo no
es preciso pronosticar correctamente aceptados socialmente, podría ser con-
el potencial riesgo de futuras siderada como el más importante cri-
disfunciones. De este modo podrá terio para predecir la reactividad
realizarse la posterior comparación cardiovascular.
de los resultados obtenidos en distintos La combinación de la hostilidad y
estudios. la defensividad ha dado lugar a la apa-
rición de nuevos trabajos con el obje-
EL FACTOR CONCEPTUAL tivo de estudiar la relación entre la
hostilidad y la EC. En el momento pre-
Desde un punto de vista conceptual, sente, esta combinación conceptual
ha habido dos iniciativas que parecen parece ser una de las posibilidades
las más prometedoras. Por una parte, más prometedoras para mostrar la
Barefoot, Dahlstrom & Williams, (1983) relación que existe entre los factores
proponen una nueva medida de hosti- psicosociales y las EC a través de la
lidad, denominada hostilidad compues- reactividad psicofisiológica.

Suma Psicológica, Vol. 14 N° 1: 23-50, marzo 2007, Bogotá (Col.)


38 Francesc Palmero, José Luis Díez, José Luis Diago, Juan Moreno, Luis Oblitas

A la hora de medir este nuevo cardiovascular. Frente a estas perso-


constructo se ha empleado la combina- nas se encontraría otro subgrupo ca-
ción de dos instrumentos clásicos. Por racterizado por una baja hostilidad y
una parte, para medir la hostilidad, una alta defensividad que mostraría
se ha utilizado la escala de hostilidad una menor reactividad cardiovascular.
Ho (Cook-Medley, 1954), mientras que, De forma sintética, las dos conclu-
para medir la defensividad, se ha utili- siones que se pueden extraer de los
zado el cuestionario de deseabilidad so- trabajos comentados se refieren a dos
cial de Marlowe & Crowne (CRP) aspectos. Por una parte, las personas
(Crowne & Marlowe, 1964). con hostilidad defensiva muestran
Algunos trabajos previos, realiza- valores más elevados en la presión
dos con pacientes con enfermedades sanguínea en las situaciones de
coronarias, ponen de relieve que estrés (Helmers & Krantz, 1996), aun-
aquellos pacientes que obtienen altas que, más recientemente, Helmers
puntuaciones en hostilidad defensiva especifica que es la presión sistólica
muestran mayores índices de isquemia el índice que mejor refleja la elevada
durante una situación de estrés men- activación de los individuos hostiles
tal, mayor daño por perfusión y una defensivos (Mente & Helmers, 1999).
mayor duración de la isquemia duran- Por otra parte, las personas hostiles
te las actividades diarias (Helmers, defensivas muestran una mayor
Krantz, Bairey, Klein, Kop, Gottdiener reactividad general durante la fase de
& Rozanski, 1995). Asimismo, un es-
tarea que el resto de grupos que se
tudio de campo realizado con personal
pueden formar cuando se combinan las
sanitario muestra una mayor
variables de hostilidad y defensividad
reactividad cardiaca por parte de las
(Larson & Langer, 1997). No obstante,
personas con alta hostilidad defensi-
como se ha podido apreciar en estos
va cuando deben hacer frente a situa-
trabajos, también son variadas las
ciones de estrés (Jamner, Shapiro,
inconsistencias encontradas, incon-
Goldstein & Hug, 1991). Estos resulta-
sistencias que, al menos en parte, pro-
dos, generalmente obtenidos a partir
ceden de las distintas tareas utilizadas
de situaciones reales, parecen encon-
trar respaldo en los escasos trabajos para medir las variables cardio-
realizados en el laboratorio vasculares.
(Jorgensen, Abdul-Karim, Kahan & Estos resultados parecen sugerir la
Frankowsi, 1995; Shapiro, Goldstein pertinencia de ampliar el espectro de
& Jammer, 1995; Helmers & Krantz, investigaciones destinadas a afianzar
1996; Larson & Langer, 1997), en los la asociación entre variables psicoló-
que se aprecia la existencia de un gicas y reactividad cardiovascular,
subgrupo de personas, caracterizado entendiendo que este último aspecto
por una elevada “hostilidad defensiva”, es el nexo de unión entre aquéllas y
que muestra una mayor reactividad las enfermedades cardiovasculares. Es

Suma Psicológica, Vol. 14 N°1: 23-50, marzo 2007, Bogotá (Col.)


Hostilidad, psicofisiología y salud cardiovascular 39

decir, parece pertinente establecer si psicofisiológica tiene que ver con los
la hostilidad defensiva puede ser con- ajustes del organismo a las condi-
siderada como el componente tóxico ciones cambiantes de su medio
en relación con la enfermedad ambiente.
cardiovascular. La importancia de la reactividad
Hay ciertos aspectos en los traba- ha llevado a que se trate de perfilar
jos comentados que quedan sin acla- las características de la misma, ya
rar: 1) si bien consideran las fases de que, de no ser así, es difícil inter-
reposo —o de adaptación previa a la pretar los resultados heterogéneos
que muchas veces se obtienen. Así,
tarea— y de tarea, de forma sistemáti-
s e puede hablar de reactividad
ca dejan sin considerar la fase de re-
cardiovascular en un sentido amplio,
cuperación; 2) en los diseños de
estableciendo que el sistema
laboratorio, generalmente se suele
cardiovascular funciona para proporcio-
utilizar como tarea experimental al-
nar los nutrientes necesarios a los
guna actividad de estrés ficticio; 3)
distintos tejidos que conforman el
la actividad a realizar suele tener
organismo de un individuo. Para con-
una duración relativamente corta —
seguir este objetivo, el sistema car-
por término medio, en torno a los cinco
díaco y el sistema vascular funcionan
minutos.
de una manera combinada para garan-
EL FACTOR DE LA METODOLOGÍA tizar el éxito. Lógicamente, el siste-
PSICOFISIOLÓGICA ma cardiovascular se encuentra en
una incesante reactividad, pues ince-
Es evidente que los procedimientos
santes son también las distintas ne-
psicofisiológicos se han convertido en
cesidades a las que tiene que
un elemento imprescindible de las in-
responder. En un sentido más restric-
vestigaciones psicológicas a la hora de
tivo, el que procede de la investigación
comprobar la eventual implicación de
básica de laboratorio, la reactividad
las variables psicológicas en el riesgo
cardio-vascular se refiere a los cam-
de enfermedad. De forma genérica, el
bios fisiológicos que, desde una línea
parámetro estudiado ha sido la
base o fase de reposo, se producen
reactividad. Siendo importante el ni-
como consecuencia de algún agente
vel de activación que posee un orga-
estresor o estímulo particular
nismo en un momento dado, parece
(Palmero, Breva & Landeta, 2002).
tener más relevancia observar la for-
La investigación realizada hasta
ma que tiene ese organismo de adap-
nuestros días ha puesto de relieve que
tarse a las exigencias que le impone
los individuos en quienes se aprecia
el medio ambiente en el que lleva a
una reactividad muy intensa se en-
cabo su actividad diaria. Esto es: la for-
cuentran con un mayor riesgo de su-
ma de responder a la demanda de una frir trastornos cardiovasculares de
situación de estrés. La reactividad muy diversa índole (Manuck,

Suma Psicológica, Vol. 14 N° 1: 23-50, marzo 2007, Bogotá (Col.)


40 Francesc Palmero, José Luis Díez, José Luis Diago, Juan Moreno, Luis Oblitas

Kasprowicz, Monroe, Larkin & Kaplan, la reactividad, son varias las posibili-
1989; Manuck et al., 1992). El argu- dades, aunque existen dos que son las
mento que se defiende se refiere a la que con mayor frecuencia se llevan a
estereotipia de respuesta: si la cabo: la de los valores basales
reactividad cardiovascular es una ca- preestimulares y la de los valores
racterística fisiológica estable y con- basales de adaptación. La ley de los ni-
sistente en un individuo, es lógico veles basales es imprescindible para
encontrar los mismos patrones de res- entender la significación de la
puesta cada vez que el individuo se reactividad cardiovascular, ya que, si
enfrenta a una situación de estrés. la medida de la reactividad refleja el
Lógicamente, con algunas limitacio- grado de cambio desde un período de
nes, las situaciones de laboratorio reposo hasta una situación de res-
pueden ser consideradas como un puesta por efecto del estrés, lo rele-
procedimiento que aporta información vante es localizar la mejor forma de
acerca del funcionamiento fisiológico de medir ese cambio para establecer la
un individuo en la vida real (Allen, significación del mismo.
Sherwood, Obrist, Crowell & Grange, A nuestro modo de ver, en este
1987; Allen & Matthews, 1997). Aque- apartado de metodología psicofisioló-
llos individuos cuyo patrón de funcio- gica queda por resolver un aspecto que
namiento cardiovascular se caracterice consideramos crucial: la duración de
por la manifestación de grandes res- la reactividad. Es decir, siendo impor-
puestas son los que, con el paso del tante, que sin duda lo es, la magnitud
tiempo, es probable que experimenten de la respuesta que ofrece el organis-
alguna disfunción cardiovascular mo cuando aparece un estímulo o si-
(Everson, Kaplan, Goldberg & Salonen, tuación que supone un peligro o riesgo
1996; Markovitz, Raczynski, Wallace, de desequilibrio, tan importante o
Chettur & Chesney, 1998). más resulta el tiempo que invierte ese
Para medir la reactividad organismo en retornar a sus valores
cardiovascular, hay que tener en cuen- basales previos a la situación que pro-
ta, al menos, dos factores. Por una vocó su respuesta. En la figura 3 se
parte, los índices cardiovasculares que muestran las tres posibilidades de res-
se eligen para realizar la medición pro- puesta psicofisiológica tras la apari-
piamente dicha. Por otra parte, la me- ción de un estímulo importante.
todología empleada para establecer lo Como se puede apreciar, de las tres
que es la reactividad. En cuanto a los posibilidades, hay una, el denomina-
índices elegidos para medir la do patrón 1 (habituación), que sí que
reactividad, la frecuencia cardíaca, la es adaptativo, ya que el individuo, des-
presión sistólica y la presión diastólica pués de ofrecer la respuesta, va recu-
son los que con mayor frecuencia se perando progresivamente sus valores
utilizan. En cuanto al procedimiento basales. Las otras dos posibilidades no
metodológico empleado para calcular son adaptativas, pues, en un caso,

Suma Psicológica, Vol. 14 N°1: 23-50, marzo 2007, Bogotá (Col.)


Hostilidad, psicofisiología y salud cardiovascular 41

○ ○

○ ○

○ ○
Valor de

○ ○

○ ○

○ ○
la variable 3 (S)

○ ○

○ ○

○ ○
estudiada

○ ○

○ ○

○ ○
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○

○ ○

○ ○

○ ○
○ ○

○ ○

○ ○
2 (M)

○ ○

○ ○

○ ○
○ ○

○ ○

○ ○
○ ○

○ ○

○ ○
○ ○

○ ○

○ ○
○ ○

○ ○

○ ○
1 (H)

○ ○

○ ○

○ ○
No respuesta

○ ○

○ ○

○ ○
○ ○

○ ○

○ ○
○ ○

○ ○

○ ○
Estímulo Reactividad Recuperación

FIGURA 3. Modalidades de recuperación

patrón 2 (mantenimiento), después de yor frecuencia, mayor riesgo); inclu-


ofrecer la respuesta al estímulo en so se ha utilizado con notable asidui-
cuestión, el individuo se mantiene dad la combinación de la intensidad y
con el mismo nivel de que alcanzó al la frecuencia. Sin embargo, son muy
responder, mientras que, en el otro escasos los trabajos en los que se con-
caso, patrón 3 (sensibilización), los sidera la duración de la respuesta. Y,
valores de la variable en cuestión van a nuestro juicio, es un grave error,
incrementándose a medida que pasa pues esta circunstancia podría expli-
el tiempo. car una parte importante de la hete-
Como fácilmente se desprende de rogeneidad de los resultados obtenidos.
la representación gráfica, sólo el pa- El tiempo que tarda un individuo en
trón 1 puede ser considerado saluda- recuperar sus valores basales es, ade-
ble, y así queda reflejado en los más, un tiempo de exposición del or-
distintos trabajos que han utilizado ganismo a los efectos de las sustancias
este tipo de diseño experimental. En liberadas con la ejecución de la res-
cierta forma, es la consecuencia lógi- puesta. Y estos efectos puede que no
ca de la incorrecta consideración y sean tan adaptativos transcurrido un
control de la metodología psicofisioló- tiempo prudencial. La figura 4 ilustra
gica. Esto es, de los tres parámetros lo que tratamos de decir.
fundamentales en psicofisiología —fre- Esto es, sobre el patrón 1, que es
cuencia, intensidad y duración—, se la forma prototípica de respuesta
ha utilizado de forma genérica la in- adaptativa, podemos dibujar distintas
tensidad (a mayor intensidad, mayor posibilidades, todas ellas podrían re-
riesgo); se ha utilizado con mucha pro- cibir la notación de “perfil adaptativo”,
fusión también la frecuencia (a ma- pues en todas ellas se aprecia la ten-

Suma Psicológica, Vol. 14 N° 1: 23-50, marzo 2007, Bogotá (Col.)


42 Francesc Palmero, José Luis Díez, José Luis Diago, Juan Moreno, Luis Oblitas

○ ○
○ ○
Valor de

○ ○
○ ○
la variable

○ ○
○ ○
estudiada

○ ○
○ ○

○ ○
○ ○
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○

○ ○
○ ○

○ ○
○ ○
1”’ (MLR)

○ ○
○ ○

○ ○
○ ○
1” (LR)

○ ○
○ ○

○ ○
○ ○

1 (Adaptativo)

○ ○
○ ○

○ ○
○ ○

1’ (RR)

○ ○
○ ○

○ ○
○ ○

Estímulo Reactividad Recuperación

FIGURA 4. Tipos de recuperación adaptativa

dencia a la recuperación de los va- En un trabajo reciente (Palmero,


lores basales previos a la situación Breva & Landeta, 2002), utilizando la
que provocó la respuesta. Sin embar- hostilidad y la defensividad como va-
go, todos convendremos que, dentro riables independientes, formamos
d e l abanico de posibles perfiles cuatro grupos de personas: grupo con
adaptativos, hay algunos que lo son alta hostilidad y alta defensividad,
más que otros, La recuperación pue- grupo con alta hostilidad y baja
de producirse de forma rápida (RR), de defensividad, grupo con baja hostilidad
forma lenta (LR), incluso de forma muy y alta defensividad, grupo con baja
lenta (MLR). Hablando en todo caso de hostilidad y baja defensividad.
patrones adaptativos, al menos desde Para la medición de la hostilidad,
la formulación teórica, podríamos es- se utilizó la escala compuesta del In-
tablecer una gradación adaptativa que ventario Cook-Medley de Hostilidad (Ho),
iría desde la respuesta más adaptativa que, como ya hemos indicado, está for-
(patrón RR) hasta la menos adaptativa mada por las subescalas de cinismo,
(patrón MLR). De este modo, cabría la sentimiento hostil y respuestas agresi-
posibilidad de pensar que el hecho de vas. Para medir la defensividad, se
considerar sólo la intensidad de la res- utilizó el Cuestionario de deseabilidad
puesta, sin tener en cuenta la dura- social de Marlowe & Crowne.
ción de la misma, estuviera Los índices psicofisiológicos estudia-
enmascarando el auténtico papel que dos fueron la frecuencia cardíaca, la
pudiera jugar la hostilidad en el ma- presión sistólica y la presión diastólica.
yor o menor riesgo de sufrir un tras- Pudimos comprobar que el grupo
torno cardiovascular. con alta hostilidad y alta defensividad

Suma Psicológica, Vol. 14 N°1: 23-50, marzo 2007, Bogotá (Col.)


Hostilidad, psicofisiología y salud cardiovascular 43

obtiene los mayores valores en las efecto de interacción entre hostilidad


tres fases y en las tres variables es- y defensividad en la fase de tarea nos
tudiadas. Nuestros resultados coinci- indica que, con la utilización de la
den con los obtenidos en los pocos hostilidad sola, no habría aparecido
trabajos previos, en los que se encuen- ninguna diferencia significativa, he-
tra que las personas hostiles defensi- cho que pudimos comprobar con los
vas obtienen mayores valores en la análisis pertinentes. Son datos que
fase de tarea (Larson & Langer, 1997; sustentan la hipótesis referida a la
Mente & Helmers, 1999). Además, superioridad de la hostilidad defen-
dentro de la prudencia que debe ca- siva, respecto a la hostilidad sola,
racterizar este tipo de investigaciones, para predecir el funcionamiento
nuestros resultados amplían los ha- cardiovascular. Los perfiles que apa-
llazgos disponibles, pues, al incluir la recen son claramente adaptativos,
fase de recuperación, hemos podido aunque el hecho de que los individuos
constatar que este grupo de individuos hostiles defensivos muestren los va-
tarda más en recuperarse tras la si- lores más elevados durante la fase de
tuación de estrés; eso es lo que deno- recuperación denota que dicho perfil
tan los mayores valores encontrados es el menos adaptativo de los cuatro.
durante la fase de recuperación. Algo parecido ocurre con la presión
En cuanto a la tasa cardíaca, la sistólica. En la figura 6 se muestran
figura 5 permite apreciar los perfiles los perfiles de los cuatro grupos.
de los cuatro grupos de personas. En este caso, se aprecia la exis-
La tasa cardíaca aporta informa- tencia de efectos principales para la
ción interesante. La existencia de un variable hostilidad, tanto en la fase de

FIGURA 5. Tasa cardíaca (Valores promediados)

Suma Psicológica, Vol. 14 N° 1: 23-50, marzo 2007, Bogotá (Col.)


44 Francesc Palmero, José Luis Díez, José Luis Diago, Juan Moreno, Luis Oblitas

FIGURA 6. Presión sanguínea sistólica (Valores promediados)

tarea como en la fase de recuperación, hostilidad y defensividad en las fases


lo que significa que las personas que de tarea y de recuperación, hecho que
puntúan alto en hostilidad, como gru- denota los importantes valores que
po general, obtienen valores más ele- obtiene el grupo alto en hostilidad y
vados que las personas bajas en defensividad, es interesante reseñar
hostilidad. El hecho de que el grupo de que este grupo rompe la tendencia a
personas hostiles defensivas sea el la habituación que se aprecia en los
que obtiene esos valores más eleva- restantes grupos y en los restantes
dos, de nuevo, coincide con los traba- índices cardiovasculares. Es un he-
jos previos realizados en el ambiente cho notable, pues el perfil de los indi-
de laboratorio (Jorgensen et al., 1995; viduos hostiles defensivos no es
Shapiro et al., 1995; Helmers & Krantz, adaptativo, ya que se aprecia un in-
1996), confirma nuestra hipótesis, y cremento en la fase de recuperación
nos lleva a proponer que la hostilidad respecto a los valores obtenidos en la
defensiva, más que la hostilidad sola, fase de tarea. A nuestro modo de ver,
predice mejor el funcionamiento la presión diastólica, si bien sigue la
cardiovascular en situaciones de pauta de las otras variables durante
estrés. la fase de tarea, es la variable más
Por lo que respecta a la presión importante para detectar el funciona-
diastólica, estimamos que es el índi- miento cardio-vascular de los indivi-
ce en el que aparecen resultados más duos hostiles defensivos en la fase de
interesantes. La figura 7 muestra los recuperación.
perfiles de los cuatro grupos. En suma, la situación actual en el
Como se aprecia en la figura, ade- estudio de la relación entre hostilidad
más de la existencia de los efectos de y riesgo de enfermedad cardiovascular
interacción entre las variables de parece decantarse hacia la localiza-

Suma Psicológica, Vol. 14 N°1: 23-50, marzo 2007, Bogotá (Col.)


Hostilidad, psicofisiología y salud cardiovascular 45

FIGURA 7. Presión sanguínea sistólica (Valores promediados)

ción de nuevos horizontes que puedan L. (2005). Son aspectos atractivos que
ayudar a perfilar el verdadero papel merecen ser explorados.
que juegan las variables psicológicas
en general, y las afectivas en particu- DISCUSIÓN
lar. La hostilidad defensiva represen-
ta uno de los nuevos ámbitos en los que Nadie puede discutir que las enferme-
este tipo de estudios pueden aportar dades cardiovasculares se ven clara-
información relevante. En este mismo mente influenciadas por los factores
sentido, otra de las orientaciones más clásicos de riesgo aportados por el
recientes, también relacionada con la modelo bio-médico. No obstante,
hostilidad defensiva, está abriéndo- comoquiera que resultan insuficien-
se camino en el momento presente. tes para explicar la elevada inciden-
En ella se establece la probable exis- cia observada en este tipo de
tencia de una forma particular de enfermedades, parece evidente recu-
rrir a otro tipo de variables o factores.
afrontamiento, genéricamente deno-
Entre este tipo de nuevos factores, se
minada Personalidad Tipo D, que se
encuentra, qué duda cabe, la hostili-
caracteriza por una marcada tenden-
dad. Ahora bien, falta por dilucidar una
cia a la afectividad negativa y por una
serie de aspectos que, a nuestro modo
clara restricción, incluso inhibición
de ver, son esenciales.
completa, de la interacción social. Se En el plano de la dimensión con-
ha podido comprobar que esta forma ceptual y teórica, es necesario esta-
concreta de comportamiento puede blecer qué componente de la
predecir la ocurrencia de futuros tras- hostilidad, o qué interacción entre
tornos cardiovasculares (Pedersen, hostilidad y alguna otra variable, po-
van Domburg, Theuns, Jordanes & see la mayor capacidad predictiva del
Erdman, 2004; Denollet, 2005; Sher, riesgo de enfermedad cardiovascular.

Suma Psicológica, Vol. 14 N° 1: 23-50, marzo 2007, Bogotá (Col.)


46 Francesc Palmero, José Luis Díez, José Luis Diago, Juan Moreno, Luis Oblitas

En el plano de la dimensión and personality. Psychosomatic Medicine, 55,


505-517.
metodológica, son varios los aspectos
Barefoot, J.C.; Dahlstrom, W.C. & Williams, R.B.
a tener en cuenta. 1) Unificar crite- (1983). Hostility, CHD incidence, and total
rios para conformar las muestras; esto mortality: a 25 year follow-up study of
physicians. Psychosomatic Medicine, 45, 59-63.
es, a la hora de decidir si un individuo
es categorizado como hostil o no hos- Boyle, S.H.; Williams, R.B.; Mark, D.B.; Brummett,
B.H.; Siegler, I.C.; Helms, M.J. & Barefoot,
til, es necesario establecer protocolos J.C. (2004). Hostility as a predictor of survival
homogéneos para poder comparar los in patients with coronary artery disease.
Psychosomatic Medicine, 66: 629-632.
resultados obtenidos en distintas in-
Carroll, D.; Smith, G.D., Sheffield, D.; Shipley, M.J.;
vestigaciones. 2) En los experimentos
Marmot, M.G. (1997). The relationship
de laboratorio, es conveniente utilizar between socio-economic status, hostility,
situaciones de estrés real, ya que, and blood pressure reactions to mental
stress in men: Data from the Whitehall II
cuanto más se aproximen las simula- Study. Health Psychology, 16, 131-136.
ciones de laboratorio a la situación Cook, W.W. & Medley, D.M. (1954). Proposed
real, tanto mayor será el ajuste de las hostility and pharisaic-virtue scales for the
MMPI. Journal of Applied Psychology, 38, 414-
respuestas psicofisiológicas de la situa-
418.
ción de laboratorio a las respuestas
Crowne, D.P. & Marlowe, D. (1964). The approval
psicofisio-lógicas que muestran los in- motive: studies in evaluative dependence. New
dividuos habitualmente. 3) En el plano York: Wiley.

de la dimensión psicofisiológica, es ne- Daviglus, M.L.; Liu, K.; Greenland, P. & Dyer, A.R.
(1998). Benefit of a favorable cardiovascular
cesario homogeneizar, hasta donde se risk factor profile in middle age with respect
pueda, los procedimientos de registro to Medicare costs. New England Journal of
psicofisiológico: a) en lo que se refiere Medicine, Oct. 15, 339 (16), 1122-1129.

a los parámetros seleccionados para los Davis, M.C.; Matthews, K.A. y McGrath, C.E. (2000).
Hostile attitudes predict elevated vascular
estudios, b) en lo referido a la metodo- resistance during interpersonal stress in men
logía de medición de dichos and women. Psychosomatic Medicine, 62, 17-
25.
parámetros, c) en lo referido a la con-
Dembroski, T.M. & MacDougall, J.M. (1983).
sideración de la duración de la respues-
Behavioral and psychophysiological
ta, y no sólo la intensidad de la misma. perspectives on coronary-prone behavior. En
T.M. Dembroski, T.M. Schmidt & G. Blumchen
(eds.): Biobehavioral Bases of Coronary Heart
REFERENCIAS
Disease. Basel: Karger, 106-129.
Allen, M.T. & Matthews, K.A. (1997). Hemodynamic Dembroski, T.M.; MacDougall, J.M.; Costa, P.T. &
responses to laboratory stressors in children Grandits, G.A. (1989) Components of
and adolescents: The influences of age, race, Hostility as predictors of sudden death and
and gender. Psychophysiology, 34, 329-339. myocardiacal infarction in the multiple risk
Allen, M.T.; Sherwood, A.; Obrist, P.A.; Crowell, factors intervention trial. Psychosomatic
M.D. & Grange, L.A. (1987). Stability of Medicine, 51, 514-521.
cardiovascular reactivity to laboratory Denollet, J. (2005). Standard assessment of
stressors: a 2½ year follow-up. Journal of negative affectivity, social inhibition, and
Psychosomatic Research, 31, 639-645. Type D personality. Psychosomatic Medici-
Allen, M.T.; Stone, C.M.; Omens, J.F. & Matthews, ne, 67, 89-97.
K.A. (1993). Hemodynamic adjustments to Eaker, E.D.; Sullivan, L.M.; Kelly-Hayes, M.;
laboratory stress: The influence of gender D’Agostino, R.B. & Benjamin, E.J. (2004).

Suma Psicológica, Vol. 14 N°1: 23-50, marzo 2007, Bogotá (Col.)


Hostilidad, psicofisiología y salud cardiovascular 47

Anger and hostility predict the development heart disease. American Journal of
of atrial fibrillation in men in the Epidemiology, 111, 37-54.
Framingham offspring study. Circulation, 109,
Hearn, M.; Murray, D. & Luepker, R. (1989).
1267-1271.
Hostility, coronary heart disease, and total
Eng, P.M.; Fitzmaurice, G.; Kubzansky, L.D.; Rimm, mortality: a 33-year follow-up study of
E.B. & Kawachi, I. (2003). Anger expression university students. Journal of Behavioral
and risk of stroke and coronary heart disease Medicine, 12, 105-121.
among male health professionals.
Hecker, M.H.; Chesney, M.A.; Black, G.W. &
Psychosomatic Medicine, 65, 100-110.
Frautschi, N. (1988). Coronary-prone in the
Espinosa, M.; Breva, A. y Palmero, F. (1996). Mode- Western Collaborative Group Study.
los de reactividad y propensión a la enfer- Psychosomatic Medicine, 50 (2), 153-164.
medad cardiovascular en sujetos Tipo A y
Helmers, K.F.; Krantz, D.S.; Merz, C.N.B.; Klein, J.;
Tipo B. En F. Palmero y A. Breva (coords.):
Kop, W.J.; Gottdiener, J.S. & Rozanski, A.
Trastornos cardiovasculares. Influencia de los
(1995). Defensive hostility: Relationship to
procesos emocionales. Valencia: Promolibro.
multiple markers of cardiac ischemia in
375-397.
patients with coronary disease. Health
Everson, S.A.; Kaplan, G.A.; Goldberg, D.E. & Psychology, 14, 202-209.
Salonen, J.T. (1996). Anticipatory blood
Helmers, K.F. & Krantz, D.S. (1996). Defensive
pressure response to exercise predicts future
hostility, gender and cardiovascular levels
high blood pressure in middle-aged men.
and responses to stress. Annals of Behavioral
Hypertension, 27, 1059-1064.
Medicine, 18, 246-254.
Frankenhaeuser, M. (1979).
Jamner, L.D.; Shapiro, D.; Goldstein, I.B. & Hug,
Psychoneuroendocrine approaches to the
R. (1991). Ambulatory blood pressure and
study of emotion as related to stress and
heart rate in paramedics: Effects of cynical
coping. En R.A. Dienstbier (ed.): Nebraska
hostility and defensiveness. Psychosomatic
Symposium on Motivation. Lincoln: University
Medicine, 51, 285-289.
of Nebraska Press, 123-161.
Jenkins, C.D.; Rosenman, R.H. & Friedman, M
Frankenhaeuser, M. (1981). Coping with stress and
(1966). Components of the coronary-prone
work. International Journal of Health Services,
behavior pattern: their relation to silent
2, 491-510.
myocardial infarction and blood lipids. Journal
Friedman, H.S. & Rosenman, R.H. (1974). Type A of Chronic Diseases, 19, 599-606.
behavior and your heart. Nueva York: Knopf.
Johnson, E.H. (1990). The deadly emotions. The role
Friedman, M. & Rosenman, R.H. (1959). Association of anger, hostility and aggression in health
of specific overt behavior pattern with blood and emotional Well-being. Nueva York: Praeger.
and cardiovascular finding. Journal of the
American Medical Association, 169, 1286- Jorgensen, R.S.; Abdul-Karim, K.; Kahan, T.A. &
1296. Frankowsi, J.J. (1995). Defensiveness, cynical
hostility and cardiovascular reactivity: A
Gallacher, J.E.; Sweetnam, P.M.; Yarnell, J.W.; moderator analysis. Psychotherapy and
Elwood, P.C. & Stansfeld, S.A: (2003). Is Type Psychosomatics, 64 (3-4), 156-161.
A behavior really a trigger for coronary heart
disease events? Psychosomatic Medicine, 65, Kamarck, T.W. & Lovallo, W.R. (2003). Cardiovascular
339-346. reactivity to psychological challenge: Concep-
tual and measurement considerations.
Hällström, T.; Lapidus, L.; Bengtsson, C. & Edström, Psychosomatic Medicine, 65, 9-21.
K. (1986). Psychosocial factors and risk and
ischemic heart disease and death in women: Kaplan, J.R.; Manuck, S.B.; Adams, M.R.;
A twelve year follow-up of participants in Weingand, K.W. & Clarkson, T.B. (1987).
population study of women in Gothenburg, Inhibition of coronary atherosclerosis by
Sweden. Journal of Psychosomatic Research, propanolol in behaviorally predisposed
30, 451-459. monkeys fed an atherogenic diet. Circulation,
76, 1364-1372.
Haynes, S.G.; Feinleib, M. & Kannel, W.B. (1980).
The relationship of psychosocial factors to Kaplan, J.R.; Manuck, S.B.; Clarkson, T.B.; Lusso,
coronary heart disease in the Framingham F.M.; Taub, D.M. & Miller, E.W. (1983). So-
study: III: Eight year incidence of coronary cial stress and atherosclerosis in

Suma Psicológica, Vol. 14 N° 1: 23-50, marzo 2007, Bogotá (Col.)


48 Francesc Palmero, José Luis Díez, José Luis Diago, Juan Moreno, Luis Oblitas

normocholesterolemic monkeys. Science, 220, and atherosclerosis in cynomolgus monkeys.


733-735. Psychosomatic Medicine, 45, 95-108.
Kelsey, R.M. (1993). Habituation of cardiovascular Manuck, S.B.; Kaplan, J.R. & Matthews, K.A. (1986).
reactivity to psychological stress: Evidence Behavioral antecedents of coronary heart
and implications. En J. Blascovich y E.S. disease and atherosclerosis. Arteriosclerosis,
Katkin (eds.): Cardiovascular reactivity to 7, 485-491.
psychological stress and disease. Washing- Manuck, S.B.; Kaplan, J.R.; Adams, M.R. &
ton, D.C. American Psychological Clarkson, T.B. (1989). Behavioral elicited
Association, 135-153. heart rate reactivity and atherosclerosis in
Keys, A. & Taylor, H.L. (1971). Mortality and female cynomolgus monkeys. Psychosomatic
coronary heart disease among men studied Medicine, 51, 306-318.
for 23 years. Archives of Internal Medicine, Manuck, S.B.; Olsson, G.; Hjemdahl, P. &
128, 201-214. Rehnqvist, N. (1992). Does cardiovascular
King K.B. (1997). Psychologic and social aspects of reactivity to mental stress have prognostic
cardiovascular disease. Annual of Behavioral value in postinfarction patients? A pilot
Medicine, 19, 264-270. study. Psychosomatic Medicine, 54, 102-108.

Landeta, O.; Barrenetxea, A., Corral, S. & Otero, Manuck, S.B.; Kasprowicz, A.L.; Monroe, S.M.;
J. (1998). Componente expresivo de hosti- Larkin, K.T. & Kaplan, J.R. (1989).
lidad y reactividad al estrés. Ansiedad y Psychophysiologic reactivity as a dimension
estrés, 4, 215-225. of individual differences. En N.
Schneiderman, S.M. Weiss y P.G. Kaufmann
Larson, M.R. & Langer, A.W. (1997). Defensive
(eds.): Handbook of research methods in
hostility and anger expression: relationship
cardiovascular behavioral medicine. Nueva
to additional heart rate reactivity during ac-
York: Plenum, 365-382.
tive coping. Psychophysiology, 34, 177-184.
Markovitz, J.H.; Raczynski, J.M.; Wallace, D.;
Lawler, K.A.; Harralson, T.L., Armstead, C.A. &
Chettur, V. & Chesney, M.A. (1998).
Schmied, L.A. (1993). Gender and
Cardiovascular reactivity to video game
cardiovascular responses: what is the role
predicts subsequent blood pressure
of hostility? Journal of Psychosomatic
increases in young men: The CARDIA study.
Research, 37, 603-613.
Psychosomatic Medicine, 60, 186-191.
Leon, G.R.; Finn, S.E.; Murray, D.M. & Bayley, J.M.
Maruta, T.; Hamburgen, M.E.; Jenkins, C.A.; Offord,
(1988). The inability to predict cardiovascular
K.P., Colligan, R.C.; Frye, R.L. & Malinchoc,
disease from hostility scores or MMPI items
M. (1993). Keeping hostility in perspective:
related to Type behavior. Journal of Consul-
Coronary heart disease and the hostility
ting and Clinical Psychology, 56, 597-600.
scale on the Minnesota Multiphasic
Llabre, M.M.; Spitzer, S.; Siegel, S.; Saab, P.G. & Personality Inventory. Mayo Clinic
Schneiderman, N. (2004). Applying latent Proceedings, 68, 109-114.
growth curve modeling to the investigation
of individual differences in cardiovascular Matthews, K.A.; Glass, D.C.; Rosenman, R.H. &
recovery from stress. Psychosomatic Medici- Bortner, R.W. (1977). Competitive drive,
ne, 66, 29-41. pattern A, and coronary heart disease: a
further analysis of some data from the
MacDougall, J.M.; Dembroski, T.M. & Krantz, D.S. Western Collaborative Group Study. Journal
(1981). Effects of types of challenge on pressor of Chronic Disease, 30, 489-498.
and heart rate response in Type A and Type
B women. Psychophysiology, 18, 1-9. McCraine, E.W.; Watkins, L.O.; Bandsma, J.N. &
Sisson, B.D. (1986). Hostility, Coronary Heart
MacDougall, J.M.; Dembroski, T.M., Dimsdale, J.E. Disease incidence, and total mortality: lack
& Hackett, T.P. (1985). Components of Type
of Association in a 25 years Follow-up Study
A, hostility, and anger-in: Further of 478 physicians. Journal of Behavioral Me-
relationships to angiographic findings. dicine, 9, 119-125.
Health Psychology, 4, 137-152.
Mente, A. & Helmers, K.F. (1999). Defensive
Manuck, S.B.; Kaplan, J.R. & Clarkson, T.B. (1983).
hostility and cardiovascular response to
Behaviorally induced heart rate reactivity
stress in young men. Personality and indivi-
dual differences, 27 (4): 683-694.

Suma Psicológica, Vol. 14 N°1: 23-50, marzo 2007, Bogotá (Col.)


Hostilidad, psicofisiología y salud cardiovascular 49

Myrtek, M. (1995). Type A behavior pattern, Rutledge, T.; Reis, S.E.; Olson, M.; Owens, J.;
personality factors, disease, and Kelsey, S.F.; Pepine, C.J.; Reichek, N.;
physiological reactivity: A meta-analytic Rogers, W.J.; Merz, C.; Sopko, G.; Cornell,
update. Personality and individual C.E. & Matthews, K.A. (2001). Psychosocial
differences, 18, 491-502. variables are associated with atherosclerosis
risk factors among women with chest pain:
Palmero, F.; Codina, V. & Rosel, J. (1993) The WISE study. Psychosomatic Medicine,
Psychophysiological activation, reactivity, 63, 282-288.
and recovery in Type A and Type B scores
when in a stressful laboratory situation. Schiffer, F.; Hartley, L.H.; Schulman, C.L. &
Psychological Reports, 73, 803-811. Abelmann, W.H. (1976). The quiz
electrocardiogram: A new diagnostic and
Palmero, F.; Espinosa, M. & Breva A. (1995). Psico- research technique for evaluating the
logía y salud coronaria: historia de un tra- relation between emotional stress and
yecto emocional. Ansiedad y estrés, 1-2, ischemic heart disease. American Journal of
37-55. Cardiology, 37, 41-47.
Palmero, F.; Breva, A. & Landeta, O. (2002). Hosti- Shapiro, D.; Goldstein, I.B. & Jammer, L.D. (1995).
lidad defensiva y reactividad cardiovascular Effects of anger/hostility, defensiveness,
en una situación de estrés real. Ansiedad y gender, and family history of hypertension
estrés, 8 (2-3): 115-142. on cardiovascular reactivity.
Psychophysiology, 32, 425-435.
Pedersen, S.S.; van Domburg, R.T.; Theuns, D.;
Jordaens, L. & Erdman, R. (2004). Type D Shekelle, R.B.; Gale, M.; Ostfeld, A.M. & Paul O.
Personality is associated with increased (1983). Hostility, risk of coronary heart
anxiety and depressive symptoms in patients disease, and mortality. Psychosomatic Medi-
with an implantable cardioverter defibrillator cine, 45, 109-114.
and their partners. Psychosomatic Medicine,
Sher, L. (2005). Type D Personality: the heart,
66, 714-719.
stress, and cortisol. QJM, 98 (5): 323-329.
Powell, L.H. & Thoresen, C.E. (1985). Behavioral and
Siegman, A.W. (1994). From type A to Hostility to
physiologic determinants of long-term
Anger: reflections on the history of coronary-
prognosis after myocardial infarction. Journal
prone behavior. En A.W. Siegman y T.W.
of Chronic Diseases, 38, 253-263.
Smith (eds.) Anger, hostility and the heart.
Rosenman, R. H. (1996). Factores motivacionales y Hillsdale: Lawrence Erlbaum Associates, 1-
emocionales en el Patrón de Conducta Tipo 21.
A. En F. Palmero y V. Codina (eds.): Trastornos
Siegman, A.W.; Anderson, R.; Herbst, J.; Boyle, S.
cardiovasculares: influencia de los procesos
& Wilkinson, J. (1992). Dimensions of anger-
emocionales. Valencia: Promolibro, 89-112.
hostility and cardiovascular reactivity in
Rosenman, R.H. & Chesney, M.A. (1980). The provoked and angered men. Journal of
relationship of Type A behavior pattern to Behavioral Medicine, 15, 257-272.
coronary heart disease. Activas Nervosa Su-
Sloan, R.P.; Bagiella, E.; Shapiro, P.A.; Kuhl, J.P.;
perior, 2, 1-45.
Chernikhova, D.; Berg, J. & Myers, M.M.
Rosenman, R.H. & Friedman, M. (1961) Association (2001). Hostility, gender, and cardiac
of specific behavior pattern in women with autonomic control. Psychosomatic Medicine,
blood and cardiovascular findings. 63, 434-440.
Circulation, 24, 1173-1184.
Smith, T.W. & Allred, K.D. (1989). Blood pressure
Rosenman, R.H. & Palmero, F. (1998) Ira - hostili- responses during social interaction in high
dad, apoyo social y trastornos coronarios. and low cynically hostile males. Journal of
En F. Palmero y E.G. Fernández - Abascal Behavioral Medicine, 12, 135-143.
(eds.) Emociones y adaptación. Barcelona:
Steptoe, A.; Cropley, M. & Joekes, K. (2000). Task
Ariel.
demands and the pressures of everyday life:
Rosenman, R.H.; Brand R.J.; Jenkins, C.D.; Associations between cardiovascular
Friedman, M.; Strauss, R. & Wurm, M. (1975). reactivity and work blood pressure and heart
Coronary heart disease in the Western rate. Health Psychology, 19, 46-54.
Collaborative Group Study. Final follow up
Steptoe, A. & Whitehead, D.L. (2005). Depression,
experience of 8½ years. JAMA, 233, 872-877.
stress, and coronary heart disease: the need

Suma Psicológica, Vol. 14 N° 1: 23-50, marzo 2007, Bogotá (Col.)


50 Francesc Palmero, José Luis Díez, José Luis Diago, Juan Moreno, Luis Oblitas

for more complex models. Heart, 91: 419- reactivity. Psychosomatic Medicine, 53, 528-
420. 537.
Strike, P.C. & Steptoe, A. (2005). Behavioral and Suárez, E.C.; Harlan, E.; Peoples, M.C. & Williams,
emotional triggers of acute coronary R.B. (1993). Cardiovascular and emotional
syndromes: a systematic review and criti- responses in women: the role of hostility and
que. Psychosomatic Medicine, 67: 179-186. harassment. Health Psychology, 12, 459-468.
Suárez, E. & Williams, R. (1989). Situational Suls, J. & Wan, C.K. (1993). The relationship
determinants of cardiovascular and between trait hostility and cardiovascular
emotional reactivity in high and low hostile reactivity: A quantitative review and analysis.
men. Psychosomatic Medicine, 51, 404-418. Psychophysiology, 30, 615-626.
Suárez, E. & Williams, R. (1990). The relationships Williams, R.B.; Barefoot, J.C. & Shekelle, R.B. (1985).
between dimensions of hostility and The health consequences of hostility. En M.A.
cardiovascular reactivity as a function of Chesney & R.H. Rosenman (eds.). Anger and
task characteristics. Psychosomatic Medici- hostility in cardiovascular and behavioral
ne, 52, 558-570. disorders. Washington, DC: Hemisphere, 173-
185.
Suárez, E.; Williams, R.; Kuhn, C.; Zimmerman, E.
& Schanberg, S.M. (1991). Biobehavioral Williams, R.B.; Barefoot, J.C.; Haney, T.L.; Lee, K.L.;
basis of coronary-prone behavior in middle- Kong, Blumenthal, J.A. & Whalen, R.E. (1980).
aged men. Part II: serum cholesterol, the Type A behavior, hostility, and coronary
Type A behavior pattern, and Hostility as atherosclerosis. Psychosomatic Medicine, 42,
interactive modulators of psychological 539-549.

Fecha de envío: Octubre 05 de 2006


Fecha de aceptación: Octubre 28 de 2006

Suma Psicológica, Vol. 14 N°1: 23-50, marzo 2007, Bogotá (Col.)

También podría gustarte