Días grises, días claros, Los amaneceres purpúreos,
tibios revoloteos de mariposa, las mañanas irisadas,
que cual espinas de rosa, llenan escollos obscuros
tiñen con sangre el rubor de mis labios. de inefable luz abstracta,
II cada recodo de mi mundo,
La banalidad me agobia, perdido todo entre la nada. la felicidad me abraza, VI y el aliento que aún me sobra, Una legión de mi recuerdo en cenizas negras acaba. se aferra fiel a la esperanza; III una sonrisa añejada Mi vida se dibuja, me da el calor de un sol de esbozándose en un sueño, inverno.
que como aire en burbuja, VII
sin preludio mi alma estruja, Esto no es algo necio,
y el pincel termina muerto. esto no es un desdén,
IV Es que el violín que antes tocaba sus melodías de miel, ¡Ojalá fuera capricho!, ahora reprime mi pecho ¡ojalá fuera misterio!, y mis alegrías también. pero es realidad oculta,