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Justicia gHacemos lo que debemos? MICHAEL J. SANDEL Traduecién de Juan Pedro Campos Gémez Ty = E] principio de la mAaxima felicidad. El utilitarismo Em el verano de 1884, cuatro marinos ingleses quedaron a la deriva cn medio del mar, a miles de milla de terra firme, a bordo de un pequefio bote salvavidas. Su barco, el Mignonete, se habla ido a pique rea tormenta, Se habfan puesto 2 salvo en el bote con solo dos Trane de nabos en conserva ¥ sin agua dulce. Thomas Dudley era él capitin, Bawin Stephens sa primer oficial y Edmund Brooks un se enayo, wodos ellos hombres de excelente carictery seein los periddicos. TE cusrto hombre del bote era el grumete Richard Parker, de iecisieve anos de edad. Era huérfano,y ete era su primer viaje larB0 por el mar, Se habia enrolado, pese a que sus amigos Te aconsejaron {ue no To hiciese, spor las esperanza que aber ls ambicion de un Joven, creyendo que el vise haria de él un hombre Por desgracia, no fue asi. Desde el bote, os cuatro marinos en apuros avizoraban el hori- sonte con la esperanza de que passe wn barco y los rescatara, Dus vente Tos tes primeros las comieron pequefias raciones de nabos Al verte aia cogieron una rortuga. Durante unos cuantos dias subs teron gracias ala tortuga y Jos mabos que les quedaban. Pero nego, durante ocho dias, no comieron nada. Para enuonces, Parker, el grumete, yacia en la proa del ote. Ha- bia bebido agua salada, pese a las admoniciones de los otros, enfes> velo, Parecia que se estaba muriendo. En el decimonoveno dis de Tormento, el capitan Dudley sugirié que se echase a svertes guién 2 ei tenia que motir para que los otros viviesen. Pero Brooks se neg6, ¥ no se echd a suertes. asé un dia més,y seguia sin haber un barco a la vista. Dudley le pidio a Brooks que mirase a otra parte y 2 Stephens le indic® por qefas que habia que matar a Parker. Dudley offecié una plegaria, le dijo al chico que habfa llegado su hora y lo maté con una pequefia pavaja cortindole la yugular. Brooks abandon6 su objecién de con- ‘eencia y participé del siniestro festin. Durante cuatro dias, los tres hombres se alimentaron con el cuerpo y Ja sangre del grumete. ¥Y en esas les llegé la salvacién. Dudley describié el rescate en su. diario con un eufemismo que deja de una pieza: «En el vigesimo- cuarto dia, mientras desayundbamosr, apareci6 por fin un barco, que recogid a los tres supervivientes. A su vuelta a Inglaterra fueron arrestados y procesados. Brooks se convirtié en testigo de la acusa~ cién piblica. Dudley y Stephens fueron juzgados. Confesaron libre mente que habjan matado a Parker y se Jo habian comido, Sostavie~ ron que lo habjan hecho por necesidad. Suponga que wsted hubiese sido el juez. Qué habrfa sentencia- do? Para simplificar las cosas, deje aparte las cuestiones juridicas y suponga que habria tenido que dictaminar acerca de si matar al gru- ‘mete era moralmente aceptable. El mejor argumento de que dispondria la defensa seria el de ‘que, dado lo desesperado de las circunstancias, no quedaba més re- medio que matar a uno para salvar a tres. Si no hubiesen matado a uno para comérselo, es probable que hubieran muerto los cuatro. Parker, debilitado y enfermo, era el candidato légico, puesto que habria muerto pronto de todas formas.Y al contrario que Dudley y Stephens, nadie dependia de él. Su muerte no dejaba a nadie sin Sustento, no dejaba a una esposa y unos hijos apenados. Este argumento esta sujeto al menos a dos objeciones. La pri- mera, que cabe preguntarse si los beneficios de matar al grumete, tomados en su conjunto, zealmente superan a los costes. Incluso con~ ‘ando el niéimero de vidas salvadas y la felicidad de los supervivientes YY sus familias, permitir que se mate a alguien de esa forma podria tener malas consecuencias para la sociedad en su conjunto: debilitar 8 Ja norma que prohfbe el asesinato, por ejemplo, 0 aumentar la ten- dencia de la gente a tomarse la justicia por su mano, 0 hacer que a Jos capitanes les resulte mas dificil reclutar grumetes. En segundo lugar, aunque una vez tenidos en cuenta todos los aspectos los beneficios superen a los costes, zno nos invade acaso 1a acuciante sensacin de que matar a un grumete indefenso y comér~ ‘elo esti mal por razones gue van mis alla del célculo de los costes y beneficios sociales? No esté mal utilizar a un ser humano de ese modo, explotar su vulnerabilidad, quitarle la vida sin su consenti- miento, aun cuando beneficie a otros? ‘A quienes lo que hicieron Dudley y Stephens les resulte espan- oso les pareceri que la primera objecién es demasiado floja: acepta la premisa utilitaria de que la moral consiste en ver silos beneficios superan 2 los costes, y se limita a desear que se eche mejor la cuenta de las consecuencias sociales. ‘Si matar al gramete merece que se despierte la indignacién, la segunda objecién resultara mis pertinente: rechaza que lo que debe hhacerse consista simplemente en calcular consecuencias, los costes y Jos beneficios. Apunta a que la moral significa algo més, algo que tiene que ver con la manera en que los seres humanos deben tratar~ se entre Estas dos formas de abordar el caso del bote ilustran dos modos contrapuestos de enfocar la justia, Segiin el primero, la moralidad de un acto depende solo de sus consecuencias; deberd hacerse aque Ilo que produzca el mejor estado de cosas, una vez considerados (0- dos los factores. Segiin el segundo, no solo debemos preocuparnos, cen Jo que se refiere a la moral, por las consecuencias; hay deberes y derechos que debemos respetar por tazones independientes de las consecuencias sociales, ara resolver el caso del bote, asi como muchos dilemas menos ‘extremes con los que nos encontramos @ menudo, habremos de ex- plorar algunas de las grandes cuestiones de la filosofia moral y poli- fica: ;se reduce la moral a contar vidas y echar el balance de costes y beneficios, o hay deberes morales y derechos humanos tan funda mentales que sobrepujan tales cAlculos?Y si hay derechos asi de fan- 44 damentales —sean naturales, sagrados, inalienables 0 categéricos—, como sabremos cules son y qué les hace ser fundamentales? Ex uTmtanisMo be Jeremy BENTHAM Jeremy Bentham (1748-1832) no dejaba Ingar a dudas acerca de ‘donde se situaba él en esta cuestién. Se burlaba de la idea de los de~ techos naturales; os llamaba eun sinsentido con zancos». La filosofia que promovié tendria una gran influencia a lo largo del tiempo. To- davia hoy sigue teniendo mucho poder sobre el pensamiento de economistas, ejecutivos de empresas, gestores pliblicos y ciudadanos comunes, Bentham, filésofo moral y reformista legal inglés, fand6 la doc- trina del utilitarismo. Su idea principal se formula ficilmente y re~ sulta intuitivamente convincente: el principio mayor de la moral consiste en maximizar la felicidad, en maximizar la medida en que, tuna ver sumado todo, el placer sobrepuja al dolor. Segiin Bentham, debe hacerse aguello que maximice la utilidad. Por eutilidad» enten- dia cualquier cosa que produjese placer o felicidad y cualquiera que evitase el dolor o suftimiento, Llegé a ese principio siguiendo este razonamiento: a todos nos gobiernan las sensaciones de dolor y placer; son nuestros ramos so- eranos»; nos gobiernan en todo lo que hacemos y determinan ade- mis qué debemos hacer; el patron de lo que esti bien y de lo que esti mal «se ata a su tronos.? ‘A todos nos gusta el placer y nos disgusta el dolor. La filosofia utilitaria reconoce este hecho y Jo convierte en la base de la vida ‘moral y politica. El de maximizar la utilidad es un principio vélido no solo para los individuos, sino también para los legisladores. Cuan- do decide qué leyes o politicas deben instaurarse, un Estado deberia hacer cuanto maximizase la utilidad de la comunidad en su conjun- to. Qué es, al fin y al cabo, una comunidad? Segin Bentham, «un cuerpo ficticio» compuesto por la suma de los individuos que com- prende, Los ciudadanos y Jos legisladores, pues, deberian preguntarse 45 lo siguiente: si sumamos todos los beneficios de esta politica y resta- ‘mos los costes, sproduciri més felicidad que la alternativa? El argumento con que Bentham defendia el principio de que debemos maximizar la utilidad toma la forma de una aseveracion ‘osada: no puede haber fandamento alguno para rechazarlo. Todo ar- gumento mora, sostiene, ha de fandarse implicitamente en la idea de maximizar la felicidad. Puede que la gente diga que cree en ciet~ tos deberes 0 derechos absolutos, categoricos. Pero no tendri base alguna para defender esos deberes o derechos a no ser que crea que respetatlos snaximiza la felicidad humana, al menos 2 largo plezo “«Cuando un hombre intenta combatir el principio de utilidad —-escribié Bentham— lo hace con razones, sin que sea consciente de ello, que derivan de ese mismo principio.» Todas las disputas mo- rales, bien entendidas, son en realidad desacuerdos acerca de como se aplica el principio utilitario de la maximizacién del placer y la mini- mizacién del dolor, no acerca del principio en si. «gle es posible a ‘un hombre mover la Tierra? —se pregunta Bentham—. Si, pero an- tes ha de encontrar otra Tierra que pisar.»Y a nica Tierra, la tinica premisa de la argumentacién mora, segin Bentham, es el principio de utilidad? ‘Bentham pensaba que su principio de utilidad ofrecia una cien~ Gade la moral que podria servir de fundamento a la reforma politica Propuso una serie de proyectos encaminados 2 que la politica penal faese mis eficaz y humana. Uno era el Panéptico, una prisién con ‘una torre central de inspeccién que permitia al vigilante observar @ Jos reclusos sin que ellos Jo viesen a él. Sugirié que del Pandptico se encargase una contrata privada (lo ideal seria que se le encargase al propio Bentham), que dirigita la prisién 2 cambio de los beneficos {que se extrajesen del trabajo de los reclusos, que cumplirian jornadas de dieciséis horas, Aungue el plan de Bentham fue rechazado, podria decirse que iba por delante de su tiempo. En los titimos afos se ha visto un resurgimiento, al menos en Estados Unidos y Gran Bretafia, ude la idea de encargar la gestion de las cérceles a empresas privadas. Redadas de mendigos (Otra de las propuestas de Bentham consistia en un plan para mejorar «la gestion de la mendicidad» mediante Ia apertura de workhouses, o casas de trabajo, que se autofinanciasen. El plan, que persegufa la re~ duccién de la presencia de mendigos en las calles, oftece un vivo ejemplo de la légica utilitaria. Bentham empezaba por sefialar que toparse con mendigos en las calles reduce la felicidad de los vian- dantes de dos formas. A los de corazén blando, ver un mendigo les produce dolor por simpatia; a los mas duros, les causa el dolor del desagrado, De una forma o de la otra, toparse con mendigos reduce la utilidad que le corresponde al piblico en general, Bentham pro- puso por ello que se los retirase de la calle y se los encerrase en las casas de trabajo.* ‘A algunos esto les parecer injusto para los mendigos, Pero Ben- tham no desprecia la utilidad que les corresponde a los propios men- digos. Reconoce gue algunos se sentirfan mis felices mendigando que en un asilo de pobres. Pero observa que por cada pordiosero feliz y prospero hay muchos miserables. Concluye que la suma de las penalidades sufridas por el pablico en general es mayor que la infe- - licidad que puedan sentir los mendigos obligados a permanecer en la casa de trabajo.* ‘A algunos podria inguietarles que los gastos de construccién y ‘mantenimiento de esos asilos de pobres recayesen en Jos contribuyen- tes, lo que reduciria su felicidad y, por lo tanto, la utilidad que les co- nrespondiese. Pero Bentham propuso una manera de que su plan de gestion de la mendicidad se autofinanciara por completo. Cualquier ciudadano que se encontrase con un mendigo estaria autorizado a prenderlo y levarlo a la casa de trabajo mis cercano. Una vez encerra~ do alli, el mendigo tendrla que trabajar para pagar su manutencién, que se apuntaria en una «cuenta de autoliberaciéne. En la cuenta se incluirfan la comida, el vestido, la cama, la atencién médica y una po- liza de un seguro de vida, por si el mendigo morfa antes de que la cuenta estuviese pagada. Para incentivar a los ciudadanos a prender mendigos y entregatlos a la casa de trabajo, Bentham propuso que se 47 jusricia les recompensase con veinte chelines por prendimiento, que se sma fan, claro est, la cuenta pendiente del mendigo® ‘Bentham aplicé también lalogica wiitaria al alojamiento den- tro del asilo, con la intencién de minimizar las incomodidades que eRffeven los internos por culpa de sus vecinos: «Al lado de cada cla se que pueda causar algiin inconveniente,insilese uns clase que no até en condiciones de percibir ese inconvenienter. Asi, POF ejemplo, {junto alos haniticos farioses o las persomas de conversacion torren- an se instaard a los sordos y mudos.[.] Junto a las prosuint™s ¥ mujeres de costumbres licenciosss se instal 2 muderse entradas en jos, En cuanto a «quienes padezcan deformidades que horrori- ene, proponia que se los alojase com los cieg8?” ‘Por eruel que pueda parecer la propuesta de Bentham finali- dad no era punitiva. Solo se perseguia fomentar el bienestar general snolviendo un problema que disminafa Ta utilidad social. No se sdopté munca el pln de gestion de la mendicidad, pero el espirita ‘Galitario que lo informaba sigue vivo y bien activo hoy ¢® dia. Antes de exponer algunos ejemplos actuals de pensaricnto utilitario, cabe preguntarse sla filosofia de Bentham es criticable, y silo es, basin~ dose en qué. PRIMERA OBJECION: LOS DERECHOS INDIVIDUATES El punto débil mis clamoroso del uslitarismo, sossienc® muchos, €6 a fala de respeto alos derechos individuales. Como solo le preo- pala suma de la satsfaccion, puede no tener miramicAlbe con los Snalviduoe, Para el utilitarista, los individuos son importantes, PAD volo en el sentido de que las preferencias de cada uno deben cont junto con las de todos los dems. Pero esto significa que la l6gica viaearia, ise aplica coherentemente, refenda manerss de alr als personas que violan pormas de decencia y reopero gue <=eemOS fan- Gamentales, como ilustran los casos siguientes 48 Echar cristianos a los Ieones kn Ja antigua Roma echaban cristianos 2 los leones en el Coliseo para diverti ala muchedumbre, Imagine ¢L correspondiente céleulo rifitario: «los crstianos sienten un dolor espantoso cuando los hones los muerden y devoran; pero tenga en cuenta el Extasiscolee> to de los vociferantes espectadores que abarrotan el Coliseo. Si hay saficientes romanos que sacan suficiente placer del violento espéc~ veel, zhay alguna razén por la que un utltarsta pueda conde- narlo? “al utilitarista quizé le preocupe que semejantes juegos endure2~ can as costambres y alimenten mis violencia en las calles de Roma; s que creen pavor entre quienes alguna vez pudieran ser viceimas 2 Gque también se Tos arroje a Tos leones. Si ests consecuencias faesen To bastante malas seria concebible que sobrepujasen cl placer ane proporcionan los juegos y le diesen al uaitarista una razon para Pro- Hubislos. Pero si €s0s cdlculos son la Gnica razén para impedir que se someta a los cristianos a una muerte violenta que sirva de expec- ticulo, zno se pierde algo moralmente importante? Es jusificada la tortura en alguna ocasion? ‘Una cuestién parecida surge en los debates actuales acerca de si le torvura esti justificada en los interrogatorios de presuntos terrorists Piense en una bomba que va a estallar a cierta hora. Imagine qué usted es el jefe de la rama local de la CIA. Capenra 2 un presunto terrorista;usted cree que tiene informacion acerca de un dispositive nuclear que estallari en Manhattan ese mismo dia. Usted sospech incluso que es él quien ha puesto la bombs. El reloj corre, y se niegs a admitir que es un terrorista 0 a decir donde esté la bomba, Estria cs ‘tortararlo hasta que diga dénde esti la bomba y como se la lesactiva? El argumento 2 favor de que se le torture parte de un cilcule ntilitario, La tortura causa dolor en el sospechoso, lo que reduce 49 usin mucho su felicidad o la utilidad de que distruta. Pero miles de vidas inocentes se perderan si estalla la bomba. Por lo tanto, con un funda- mento vtilitario, podria argumentarse que esti moralmente justifica- do infligir un dolor intenso a una persona si con ello se evitan muer~ tes y suftimientos de una magnitud gigantesca, E] argumento del ex vicepresidente Richard Cheney de que las severas técnicas de inte- rrogatorio a que se sometié 2 presuntos terroristas de al-Qaeda sir~ vyieron para gue no hubiese otro ataque terrorista en Estados Unidos se basa en esa J6gica usiltaria. No quiere decir que los utilitaristas hayan de ser necesariamen- te partidarios de la tortura. Algunos utilitaristas se oponen aa tortu- ra por razones practicas. Sostienen que rara ver funciona, pues la informacién sonsacada coactivamente no suele ser de fiar. Por lo tanto, se causa dolor, pero la comunidad no esta mas segura por ello: ‘no aumenta la utilidad colectiva de que distruta. O les inguieta que, si el pafs practica la tortura, se trate peor a sus-soldados cuando cai~ gan prisioneros, Esta consecuencia podria reducir la utilidad total asociada 2 nuestro uso de Ja tortura, una vez tenidas en cuenta todas las circunstancias. Estas consideraciones pricticas pueden estar © no estar en lo cierto, pero como razones para oponerse a la tortura son del todo compatibles con el pensamiento utilitario. No aseveran que torcurar ‘aun ser humano esté intrinsecamente mal, sino solo que practicar la tortura tendrd consecuencias indeseadas que, en conjunto, harin més mal que bien. “Algunos rechazan la tortura por principio, Creen que viola los derechos humanos y no respeta la dignidad intrinseca de los seres humanos, Su argumento en contra de la tortura no depende de con- sideraciones utilitarias. Sostienen que el fundamento moral de los derechos humanos y la dignidad humana va més alld de la utilidad. Si tienen razén, la filosofia de Bentham es errénea. En apariencia, la historia de la bomba con temporizador apoy? la postura de Bentham, El nimero parece marcar una diferencia mno- ral. Una cosa es aceptar la muerte de tres hombres en un bote pot no matar a un inocente grumete a sangre ftia. Pero cy si estin en 50 ELUTILITARISMO peligro miles de vidas inocentes, como en la historia de la bomba con temporizador?

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